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Ha pasado un tiempo cariño desde que espero tu llegada. He pasado por algunos cambios en el último tiempo, mientras te espero te contaré.

Con papá nos casamos el 4 de noviembre de 2023, teniendo ambos 26 años. Nos compramos la casa, tu casa, la recibimos el 8 de febrero de 2024. Tus hermanos mayores son Matilde (2018), Toñito (2023) y Patito (2023) por ahora.

Estamos en proceso de encontrarte, mi amor. Que estemos juntos, todxs.

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Nuestra tercera IIU

Dejamos pasar un tiempo antes de este momento. Siento que en parte me siento molesta, pero cada vez menos. A ratos creo que la vida no me deja ser madre porque podría ser pésima, probablemente torpe. He estado con algunos problemas de autoestima también, me siento algo incapaz, quizás quiero mucho poder engendrar unx hijx y el que no pueda hacerlo lleva todos estos pensamientos, y no, no tiene que ver con el hecho de dar “vida” y lo mucho que eso se romantiza, tiene que ver con el hecho de que YO (egoístamente) no estoy pudiendo hacer algo que quiero probar y saber si es que puedo hacer.

He tenido conflictos con que si Fabi tal vez quiera, o si es que está solo acompañándome. Pero lo veo ahí… tomándome de la mano en momentos difíciles, diciéndome cosas que son lindas y atendiéndome a pesar de las mil y una hormonas que tengo en el cuerpo que me hacen sentirlo molesto y desagradable. Sé que algún día me disculpará por mis berrinches y situaciones incómodas.

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Y aquí estamos… nuestra segunda IIU, al mes siguiente de la otra. Me siento mucho mejor, he visto videos sobre procedimientos, he leído todos los factores emocionales y biológicos del proceso.

Estoy esperanzada en que podamos lograrlo pero no me desespera tener otro negativo. Aunque pido que no duela tanto como el primero.

Resultado:

A pesar de la enorme esperanza que me movía, salió negativo nuevamente el examen y pues, pasamos a nuestra terca IIU, la última que se puede hacer por año.

No cabe duda, será más difícil de lo que creemos, pero seguimos acá pensándote.

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Hemos pasado por distintos exámenes y comenzamos con procedimientos, tienen un elevado costo económico y mental, pero estamos decididos a vivir esta experiencia. Después de considerar el tiempo, amor y todo lo que hemos logrado en estos años de pareja (3), decidimos ir en búsqueda de la mater/paternidad. A veces me siento algo insegura con lo que estoy haciendo y sintiendo, no por lograrlo, sino por no poder hacerlo pero me mantengo tranquila y fuerte.

Mi primera IIU ha sido bastante extraña, debía ovular y no pude hacerlo sola, así que, me inyectaron hormonas. Es complejo, después de esto tuve que ir a trabajar como si nada… a los días ya no aguantaba el llanto, el dolor, a ratos la alegría inmensa jajaja me convertí en alguien muy inestable emocionalmente. Todo esto es común, hablar con Fabi pidiéndole más cosas, a ratos molestarme pero ahí está, siendo paciente, mirándome y diciéndome cosas lindas, todos los días me recuerda mis vitaminas y pastillas.

Lamentablemente a pesar del procedimiento obtuvimos nuestro negativo. Ha sido uno de los dolores más grandes que he sentido en la vida. En el trabajo salimos con Fabi a almorzar para poder conversar, pero estaba destruida, solo lloraba. Sentía tanta impotencia, me percibía tan vulnerable y deseosa de tener conmigo mis brotes.

Fabi sigue con templanza, no es capaz de decirme si tiende dolor o no, creo que he llegado a pensar que no lo desea (tal vez son las hormonas que me hacen ser un poco paranoica) pero después cuando me dice que tenemos tiempo aún, me hace pensar en el siguiente proceso, en no debilitarme, tener en cuenta que esto podía pasar y que este solo es nuestro primer intento.

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Tiempo

¿A quien quieres dañar?

O ¿a quien quieres ganar

a mi propio capullo o a mi?

Tu que me haz dado todo

pero que me lo haz quitado también.

En nombre de la justicia y de la vehemencia

dame este instante para experimentar

tal vez, la vida eterna.

¡Tiempo te maldigo!

por ilusionarme con la dicha de una Luisa

por quebrantarme con la pena de Violeta

por no poder decidir

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Crucé otro puente… al final de este conocí el amor, uno cálido y amarillo… como le decía a él: “ese que no duele”. Terminé mis estudios universitarios, fui cuidadora de mi padre (cáncer maldito) pero en paralelo ejercí, me enfermé de pena, renuncié, me cambié de casa, amé con todo lo que eso implica… muté, tomé todos mis pedazos y empecé a recomponerme.

En el proceso yo estaba segura de que ya no tenía miedo de nada, excepto de una cosa: la mentira. Así que, enamorada de la idea de poder conocerme, fui directo al médico, tuve que hacerme muchos exámenes pues sabía que algo no andaba bien (llevaba un tiempo presentando incomodidades físicas y malestares varios) y me confirman algo que parecía haber estado conmigo siempre, en el silencio, oculto en la sombra fría y egoísta de mi silueta.

En el momento que me intentan dar posibles causas de mi sintomatología, y en efecto de mis secuelas, solo sentía dolor, dolor infinito… después del dolor vinieron las preguntas, los miedos… ¿por qué no fui antes?, ¿qué hubiese pasado sin todas esas pastillas o tal vez con salud integral?, ¿qué le diré a él?, ¿qué pensará mi familia o la suya? y mientras todo eso crecía como hiedra, las palabras del doctor me hacían despertar de esa abstracción: “chiquilla acá lo que no tenemos es tiempo, nos tienes que decir qué quieres porque estamos unos cuantos años atrasados”.

Los resultados: AMH de 0,7.

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Hasta que un día, el destino me hizo FAE de un adolescente, yo con apenas 22 años (si mal no recuerdo). Ahí descubrí que no estaba cerrada a cuidar de un/a otra y sobre todo me enseñó que a la familia la sostienen (lo que ahora parece obvio) los vínculos, recursos de protección, garantías de derechos, el amor y no solo el habitar un mismo lugar porque sí, “porque tocó”… y un sin fin de más cosas (que se pueden imaginar), para mí: el lazo, aquel invisible, abstracto, que se conforma por percepciones, amores, felicidades, luchas, protecciones, discusiones, la pena y el amor, todo en uno.

Cuando “capullo” pasa por mi vida, yo no estaba preparada (pude haber hecho tanto distinto), a pesar de mi autocrítica, amé profundamente y quería ser la mejor hermana mayor.

Supe de inmediato que mi relación no era de madre e hijo, pues para mí la maternidad lo asimilaba a algo más salvaje, primitivo: amor profuso y visceral, una amistad no cuantificable y sin fecha de caducidad. Fue gracias a esa diferenciación que quedó… quedó fuego dentro de mi, de intriga y de amor. Si estoy preparada para cuidar de un adolescente, tal vez no seria tan complejo cuidar de otro ser humano como inicialmente les relaté. Es así como pasaron los años, los meses y días… capullo se transformó en mariposa, vi sus primeros aleteos y lo contemplé hasta que viví el desamor, la pérdida de una vida piloto que develó no gustarme. Me prometí ahora darme chance para poder ser quien generara su propio capullo para prepararme y poder volar, preocuparme de ser yo a quien (exclusivamente) debía cuidar y, generarme vínculos sanos (por fin).

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Durante muchos años estaba decidida a no transitar ciertos caminos de la vida, imposible poder transitarlos -pensaba-, mucho menos descalza. Supongo que esto radicaba en lo duro que percibía el mundo en ese entonces, prefería andar patinando piedras ¿cómo lo hace el resto con el dinero? peor aún si pensaba en el tiempo ¿alcanza?, ¡que injusta que es la vida! - grite más de una vez. Además tenía muchos otros puentes que cruzar aún, debía finalizar mis estudios, generar vínculos importantes, o tal vez ser esa gata independiente o loba esteparia que solo deseaba que se extinguiera luego el sol.