Tumgik
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Día 8 del #AnaPisaEslovenia. Las cuevas de Skocjan, la joya de la región del Karst y un día de cervezas, gin tonics y mojitos por Piran
No hay nada mejor que una buena cura de sueño. Ayer me fui a dormir a las 21.30 literalmente destrozada. Me he despertado a las 7.00 con la pila al 100% de nuevo. Hoy va a ser un día diferente y divertido de este viaje.
> Las cuevas de Skocjan, la joya de la región del Karst y un viaje al centro de la tierra
Si uno viene a Eslovenia con la idea de visitar únicamente una de las cuevas que ocupan el subsuelo de gran parte de esta zona del país, seguramente vaya a Postojna. Estas cuevas se recorren en un tren, son cómodas para visitar con niños y caen muy cerca del castillo de Predjama.
Sin embargo, la verdadera joya (también llena de turistas en agosto) son las cuevas de Skocjan, patrimonio mundial de la Unesco. Recorrer a pie su sistema de galerías, cavernas y salas abierto por el rio debajo de la montaña es como hacer tu propio Viaje al centro de la tierra a lo Julio Verne.
Son 6 kilómetros de cámaras subterráneas abiertas por el río Reka, que entra por una garganta cerca de la localidad de Skocjan y se pierde en el lago muerto, un sumidero en el fondo de la cueva. Desde ahí, vuelve a salir a la superficie a 34 kilómetros en Duino (Italia) y acaba desembocando en el golfo de Trieste.
Recorrer el interior lleva algo menos de 2 horas, dependiendo de cuánto tiempo te quedes embobado mirando alrededor. Empiezo entrando por la que se conoce como la cueva silenciosa, repleta de estalactitas, estalagmitas y cortinas que dibujan figuras para los que tengan más desarrollada la imaginación. Esta cueva termina en una imponente cámara de 30 metros de altura y 120 de ancho.
Un poco más adelante llegas a la cueva de los susurros, que recibe este nombre por los saltos de agua y el sonido del río Reka mientras la atraviesa. Aquí el techo está a 100 metros de altura y las vistas desde la mitad del puente suspendido entre un lado de la cueva y el otro son impresionantes. No te dejan hacer fotos en el interior así que he añadido a un par que hice a escondidas algunas de la propia web, para que podáis haceros una idea del ambiente.
Me quedo un buen rato ahí dentro pensando en cómo debieron alucinar los primeros exploradores al descubrir una cueva tan gigantesca. La atmósfera ahí dentro es como de película de aventuras. El aire es muy húmedo, el agua suena fuerte y las gotas como suspendidas en el aire le dan a todo un ambiente de misterio.
> Piran, una pequeña península con vistas al adriático
Eslovenia tiene solo 47 kilómetros de costa. De las 3 localidades de la costa más conocidas elijo Piran para conocer cómo es el ambiente de estas pequeñas ciudades de ambiente veneciano y vida italiana en mitad de Eslovenia.
Además no voy a estar sola. Mi amigo Chus lleva unos días de viaje por Italia y hemos quedado aquí para pasar el día juntos. Después de hacer un poco de turismo, el plan no es otro que comer, charlar y beber. Nada puede salir mal así :)
Dicen que Piran es de los pueblos más pintorescos del país, cosa que tampoco es difícil teniendo en cuenta que la belleza de Eslovenia está en la naturaleza y no tanto en las poblaciones. Lo más hermoso de Piran es su localización, en la punta de una estrecha península con vistas privilegiadas al mar adriático.
Esa localización hace que llegar no sea precisamente fácil. Después de un atasco de una media hora para entrar, hay que dejar el coche en uno de los parkings de las afueras (donde también hay que hacer cola para entrar, por cierto). Desde ahí, cojo un autobús gratuito que me deja en Tartinijev Trg, la famosa plaza central de tonos pastel que fue el puerto de interior hasta que se rellenó en 1894.
Todos los edificios de la plaza son maravillosos. El ayuntamiento, la iglesia de San Pedro, la casa Tartini donde nació este compositor y violinista y los tribunales. Doy un pequeño paseo, me meto por una callejuela y me encuentro con Chus. Después de un abrazo enorme, me pido una cerveza tan fría y tan grande como la suya y brindamos por un día que va a ser divertido.
Buscamos nuestros respectivos B&B y dejamos las mochilas. Descubro en la Lonely Planet una taberna de pescado frito (Cantina Klet) que recomiendan en una plaza cercana, la plaza Maja. Fue el centro de Piran hasta la Edad Media, así que también está rodeada de pequeñas casitas de colores, preciosos edificios y pasajes abovedados que dan a minúsculos patios de aire muy italiano.
En esta taberna nos dan cerveza, pescado frito y licor de postre. Ha sido perfecto. Además, los dos hemos estado viajando solos, así que poder brindar y charlotear mientras comes se agradece. Después de comer paseamos hasta la punta de la península bajo un inmenso calor y una humedad asfixiante, así que nos paramos en una terraza a tomar varios gin tonics con la excusa de hidratarnos :P
Por la tarde nos escapamos a darnos una ducha. Antes de cenar, paseamos de nuevo por el centro. Su casco antiguo es precioso y justifica la fama que tiene de ser una de las ciudades históricas mejor conservadas con arquitectura veneciana. Cuentan que el nombre viene de la palabra griega pyr por los fuegos encendidos en la punta de la península para guiar a los barcos hacia el puerto del actual Koper. Después de eso, los romanos establecieron aquí un asentamiento al que llamaron Piranum y luego les siguieron los primeros eslavos.
La atmósfera italiana le viene por sus 5 siglos de dominio veneciano, que comenzaron a finales del s. XIII e hicieron de Piran uno de los principales proveedores de sal para el gobierno. Subimos la calle empedrada que lleva hasta la Catedral de San Jorge. A pesar del bochorno, nos atrevemos a subir al Campanario de casi 47 metros de altura, para observar la vista de la plaza que será la imagen que se nos quede grabada de este rincón.
De noche Piran es bastante más amable para el visitante. Corre un poco de brisa, el paseo marítimo ya no está atestado de gente y “solo” quedamos los que hemos decidido pasar la noche. Buscamos un restaurante. Pedimos otras dos cervezas heladas, una ensalada y un plato enorme de pescado a la plancha para compartir. Después de chuparnos los dedos, volvemos al bar de los gin tonics de la tarde pero esta vez a por mojitos. Nos tomamos más de uno y charlamos con una pareja de Granada a la que tenemos sentada justo al lado. Al final, nos marchamos a dormir cuando nos cierran el bar. No podían ser otros sino nosotros los que echasen la persiana de un bar de copas ;-)
1 note · View note
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Día 7 del #AnaPisaEslovenia. El acento italiano en Kobarid, la despedida del valle del Soca en la garganta de Tolmin, el frío y la oscuridad de la cueva de Krizna en el valle de Loz, los turistas asiáticos y el castillo de Predjama, una pequeña pájara y una cena con vinos locales en el valle de Vipana.
> El acento italiano en Kobarid
Hoy me he levantado con el cuerpo cansado y bastantes agujetas. El rafting y las dos enormes caminatas de ayer creo que me pasan un poco de factura. Lo bueno es que hoy es un día intenso de ver cosas pero de bastantes ratos de coche y pocos ratos de paseo, así que espero que eso me sirva para relajar las piernas un poco.
Empiezo la mañana acercándome hasta Kobarid, una localidad a unos minutos de Bovec y uno de los enclaves con más carga histórica de esta zona. Nada más aparcar, empiezo a escuchar mucho acento italiano. Estamos a sólo 9 kilómetros de la frontera y la influencia se nota mucho.
Kobarid tiene más aire de rincón mediterráneo que alpino. Hemingway, que pasó por aquí y escribió “Adiós a las armas” para narrar experiencias de la I Guerra Mundial con el bando italiano en esta zona, la describió como una pequeña localidad blanca en medio del valle, con un campanario y una bonita fuente en la plaza.
La fuente ya no existe. No es de extrañar con los episodios de enfrentamientos que han ocurrido aquí. Kobarid fue un asentamiento militar en tiempos romanos y un punto muy disputado durante la Edad Media. Pero sobre todo es tristemente famoso por ser el lugar en el que se libró una batalla decisiva en 1917 entre las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría) y la que acabaría siendo una Italia derrotada. Como ya os conté la historia del frente del Isonzo ayer, no os voy a volver a pegar la murga.
Desde lejos, el pueblo se reconoce coronado por la Iglesia de San Antonio en la colina fortificada de Tonocov Grad. Aquí se puede seguir un camino que atraviesa los restos de la línea de defensa italiana y pasa por trincheras, emplazamientos de armas y puestos de observación antes de cruzar el río Soca por una pasarela de 52 metros de longitud. Mientras hago el pequeño camino, me acuerdo de mi hermano y de lo que estaría imaginando aquí su cabeza a la que tanto le gustan las historias de las grandes guerras.
> La despedida del valle de Soca en la garganta de Tolmin
Tras dejar atrás Kobarid, me muevo hasta Tolmin para despedirme finalmente de este valle que tanto me ha gustado. Lo hago bajando a la garganta de Tolmin, en la entrada más meridional del Parque de Triglav y que se forma en el punto donde confluyen dos ríos: el Tolminka y el Zadlascica.
Es una ruta circular de una hora y media de duración, dependiendo del ritmo al que se vaya. Yo hoy estoy agotada, así que me lo tomo con calma porque el camino es empinado y está lleno de escaleras que zigzaguean por la montaña subiendo y bajando entre rocas.
A pesar del cansancio, disfruto el paseo mucho. No hay demasiada gente y el camino permite ver la garganta desde el fondo. Ver y escuchar el agua caer fuerte y escaparse entre las enormes paredes de roca es una de las cosas que mejor voy a recordar de este viaje.
> La entrada en el Karst Verde y el lago intermitente de Cerknica
Desde aquí tengo casi 2 horas de coche hasta el valle de Loz, ya en la región del Karst. Esta región es una meseta de caliza que abarca desde el golfo de Trieste (parte ya de Italia) hasta el valle de Vipava (donde se producen todos los vinos locales).
Las estrellas de esta parte del país son tres: los enormes osos que viven en los bosques (y a los que espero no cruzarme), las cuevas kársticas que se adentran hasta bien profundo en la tierra y el aire veneciano de las escasas localidades costeras ubicadas en los 50 kilómetros de mar que tiene Eslovenia.
Llego al Karst Verde, la que dicen es la zona más aislada de Eslovenia. Es una zona muy verde repleta de granjas y pequeños pueblos de vida tranquila, aunque algunos ya empiezan a decir que la tranquilidad se acabará en verano en cuanto más turistas descubran el lugar. Aquí los ríos, estanques y lagos desaparecen y salen de nuevo a la superficie a través de la piedra caliza porosa y crea cuevas subterráneas como las enormes de Postojna o Skocjan.
La primera parada frustrada es para “ver” el lago Cerknica, que en verano es un lago inexistente. Este lago aparece y desaparece según las estaciones. En realidad sólo se puede ver el agua en la superficie en invierno, cuando el caudal es abundante.
Cerknica es un polje, un campo sobre una caverna de karst derrumbada y repleta de agujeros. En la épica de lluvias (otoño y primavera), el agua atraviesa el polje; a medida que se filtra entre las rocas, los sumideros y sifones no pueden contener el flujo subterráneo y el polje se convierte en el lago Cerknica, a veces durante menos de un día.
> El frío y la oscuridad en la cueva de Krizna en el valle de Loz
Leo que éste es uno de los valles más recónditos del país y que algunos vienen aquí para experimentar la Eslovenia más tranquila y rural y, con algo de suerte, ver algún oso.
Llego hasta aquí con la intención de visitar una de las cuevas kársticas más desconocidas, la cueva de Krizna. Como es la más alejada de Predjama y la parte turística, ha cedido su protagonismo a las cuevas de Postojna o Skocjan.
Es la única cueva turística del país sin iluminación eléctrica, así que antes de entrar nos dan a todos linternas y botas. Es una de las cuevas de agua más espectaculares de Europa. Tiene 8,8 kilómetros de recorrido y 22 lagos subterráneos.
Su gran fama le viene por la cantidad de huesos fosilizados de oso de cavernas que se han encontrado en su interior. Durante años antes de su extinción con la edad del hielo, los enormes osos de cavernas hibernaron entre estas paredes frías, húmedas y oscuras por las que ahora estoy pasando. Y también mola decir que has dado un mini paseo a oscuras en un bote por un lago subterráneo a bastantes metros bajo la superficie de la tierra.
> Los turistas asiáticos y el castillo de Predjama. El bochorno de que te maten en una fortaleza inconquistable mientras estás en el baño aliviando vientre.
Llego a Postjona y la cantidad de autobuses que veo me hacen respirar profundo. Estoy en una de las mayores atracciones turísticas del país así que voy a volver a enfrentarme a las hordas de turistas “agosteras”. Va a ser duro porque es algo que cada vez tolero menos pero he leído que éste es uno de los castillos más espectaculares del mundo así que espero que mi pequeña “penitencia” merezca la pena.
Lo espectacular es ver dónde está construido, literalmente dentro de una cueva que se asoma sobre un interesante acantilado de 123 metros. Es un auténtico nido excavado en la montaña. Tiene 4 plantas construidas y desde luego parece inexpugnable.
Empezó a construirse en el s. XII y perteneció a varias familias hasta que lo nacionalizaron después de la II Guerra Mundial. El inquilino más famoso fue Erazmen Luegen, una especie de barón-ladrón que lo habitó en el s. XV y que, a modo de Robin Hood, robaba a los ricos para dárselo a los pobres.
Cuenta la historia que durante las guerras entre húngaros y austriacos, se refugió en el castillo de Predjama y continuó con sus hazañas burlándose de cualquier atacante ante la imposibilidad de estos de conquistar la fortaleza. La comida entraba y salía por pasajes secretos que salían desde el castillo por cuevas hasta rincones ocultos en la montaña; el agua la recogían de la montaña y la canalizaban hacia todas las estancias del castillo; y mientras los atacantes sufrían en el fondo del acantilado, los habitantes se paseaban tranquilamente por el interior.
Sin embargo, el pobre Erazem tuvo una muerta algo patética. Los austriacos, gracias a un habitante del castillo al que lograron sobornar, se enteraron de que la fortaleza tenía un punto débil: la estancia donde se encontraba el baño privado, en la zona exterior más expuesta. Y ahí, mientras el pobre Erazem hacía lo propio, le dispararon balas de piedra y acabaron con él. Un destino bastante innoble para tal personaje.
> Una pequeña pájara y una cena en un jardín con vinos locales en el valle de Vipana
Mi último plan del día es visitar la cueva de Postojna, a los pies del castillo y famosa por sus impresionantes galerías repletas de estalactitas y estalagmitas. Sin embargo, mi plan se frustra. El sitio está lleno de turistas y a mi me empieza a dar una pájara que me obliga a sentarme un rato a la sombra.
Tengo muchísimo calor y me duele enormemente la cabeza. Estoy mareada. Me tomo una limonada helada y me pongo bastante mejor, pero la cabeza me está machacando. Creo que estoy agotada y no tengo pila para más. O quizás es una señal de mi cuerpo para que evite la cueva en la que las colas de turistas asiáticos esperan para coger el tren en el que hay que hacer el recorrido por el interior.
No me apetece lo más mínimo la visita así que, en cuanto me encuentro un poco mejor, vuelvo al coche y me voy al valle de Vipava donde está mi B&B de hoy. En cuanto llego, me doy una ducha y bebo mucha agua. Llamo a mi madre, porque madre no hay más que una. Me tumbo media hora en la cama con las piernas en alto y mi cuerpo vuelve a estar como un reloj. ¡Menos mal porque vaya mal rato he pasado sola y conduciendo!
Ahora que vuelvo a ser yo, voy a disfrutar del resto de la tarde-noche. El valle de Vipava es un paisaje rural delicioso. Las colinas están llenas de viñas con las que producen todos los vinos locales, y también cultivan melocotones, cerezas y albaricoques.
Termino el día cenando en el jardín de la casa, charlando con una familia de franceses que están pasando una semana allí y con los dueños del B&B, una inglés y una eslovena que se establecieron aquí después de pasar varios años viviendo en Tailandia.
El remate del día es perfecto. La comida está deliciosa. Hacía tiempo que no probaba verduras “de verdad”. El sol se va poniendo poco a poco y empiezan a sonar los grillos. Pruebo varios vinos que me chiflan. Empieza a refrescar. Estoy agotada pero feliz.
1 note · View note
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Día 6 del #AnaPisaEslovenia. Un madrugón para la ruta desde Bovec hasta la cascada de Boka, rafting por el río Soca, la visita a la fortaleza de Kluze, la ruta por el sendero del Soca desde Bovec hasta Velika Korita y El Valle de Lepena.
> Arrancar el día con una caminata hasta la cascada de Boka
El día arrancó temprano, muy temprano. Quería desayunar con calma y hacer nada más amanecer la ruta B2 que lleva desde Bovec hasta la cascada de Boka, unos 12 kilómetros entre ir y volver.
El camino es bastante llano porque se mueve gran parte del tiempo por praderas, así que es un paseo agradable con el que escuchar a la montaña despertarse. Sólo al final hay una pequeña subida para llegar hasta el mirador desde el que mejor se observa esta cascada que cae en vertical desde 106 metros de altura, como escupida por la pared de roca. Leo que es la cascada más alta de Eslovenia y que es especialmente bonita en primavera cuando viene más cargada de agua por el deshielo del invierno.
> Bovec
Cuando llego a Bovec, aprovecho para darme una ducha que me refresque y tomarme un café helado en la plaza central de la que dicen es la capital del valle del Soca. A pesar de ser un pueblo no demasiado grande, tiene mucho movimiento desde primera hora de la mañana hasta última de la noche. La mayoría de los que andamos por aquí hemos venido a explorar la Eslovenia más alpina. Estamos encantados con el clima, la calma y esa atmósfera que se crea en lugares donde los protagonistas son el agua, el verde y la montaña.
Con los Alpes Julianos al norte, el río Soca al sur y el Parque Nacional del Triglav alrededor, uno se podría pasar una semana aquí sin aburrirse. Muchos como yo vienen un par de días a hacer excursiones, montar en bicicleta, practicar rafting o probar cualquier deporte de aventura como piragüismo, barranquismo o parapente.
Aunque hoy sea el cuartel general de los que vienen a la zona a por aventura, esta zona está poblada desde el s. XI, aunque ha visto mucha destrucción en la Edad Contemporánea. El ejército de Napoleón atacó Austria desde aquí en dos ocasiones y gran parte de la localidad fue también destruida en los combates entre las fuerzas aliadas de Italia, Inglaterra y Francia contra Alemania y el Imperio Austro-Húngaro del valle del Soca durante la I Guerra Mundial. Después fue reconstruida en 1920 pero sufrió graves daños por terremotos en 1976 y 1998.
> Rafting por el Soca
El río Soca está considerado uno de los más bonitos de Europa. Su corriente pasa por cascadas, rápidos y estrechos barrancos; y en su recorrido ha ido creando interesantes desfiladeros y pozas. Es un destino perfecto para hacer rafting y yo no pienso perderme esa experiencia.
A las 12.00 horas voy hacia la puerta de la agencia con la que he contratado el rafting. Casualidades de la vida, veo en la puerta a una pareja joven de holandeses junto a los que me empapé hace unos días en la Garganta de Vintgar. Nos reconocemos mutuamente y nos ponemos a charlar. Decidimos que iremos juntos en la barca y así tendremos otra mojada que contar.
Hacer rafting por el río Soca fue súper divertido y a la vez relajante y maravilloso. Bajamos el tramo Del Río que va de Boca a Trnovo ob Soci. Al principio disfrutamos mucho del paisaje porque el agua va bastante tranquila y sólo tenemos que ocuparnos de remar un poco y seguir las instrucciones del monitor cuando toca atravesar algún rápido.
Aprovechamos para disfrutar del paisaje de este río a ratos turquesa, a ratos transparente. En algún tramo bajamos de la barca para darnos un chapuzón y nos dejamos arrastrar por la corriente siempre con las piernas hacia delante por si nos encontramos con alguna zona de piedras. Paramos en una roca enorme y entre todos ponemos la barca boca abajo para usarla a modo de tobogán y deslizarnos desde la parte alta de la piedra hasta el agua.
Es un rato súper divertido. Además con Tessa y Jack, mis nuevos compis holandeses, hay muy buen rollo y acabamos salpicándonos y fastidiándonos en el agua bastante. Un poco más adelanta llega la parte más complicada Del Río. Hay que estar atentos y seguir bien las instrucciones del monitor cuando llegan las corrientes de agua más fuertes y los pasos estrechos por rápidos que discurren entre rocas por donde nuestra barca cabe sin que sobre ni un centímetro.
Terminamos la ruta cansados pero contentos, a pesar de que olemos a trucha de río. Creo que todos nos hubiéramos quedado en el agua al menos dos horas más. Prometo que os enseñaré fotos con pintas bochornosas (un casco y un neopreno no sientan bien a nadie) pero tengo que esperar un par de días a que la agencia las envíe.
Los holandeses me invitan a comer con ellos y por supuesto me apunto. De vuelta en Bovec, buscamos un sitio a la sombra y nos pedimos algo de pescado, mejillones y unas verduras a la plancha.
Disfruto mucho de la comida y de la compañía. Como la vida es una pura casualidad, resulta que Tessa es socióloga y Jack es periodista. Creo que cuando me preguntan qué estudié y a qué me dedico, se creen que les tomo el pelo al responder que estudié periodismo y sociología, aunque me dedico al marketing y al diseño de producto. Lo mejor es que se dedican a algo parecido así que nos pasamos un buen rato hablando de cosas en común, además de hablar de viajes por supuesto.
Después de una larga sobremesa, nos separamos. Ellos se van a descansar y yo decido meterme un poco más de caña en el cuerpo. Mañana me marcho de aquí y quiero aprovechar esta zona que me está encantando. Me doy una ducha y me pongo de nuevo en marcha.
> La visita a la fortaleza de Kluze
El Soca también es el Valle de la memoria histórica de Eslovenia. Cojo el coche y decido acercarme hasta esta fortaleza construida en la parte alta de un barranco sobre el río Koritnica por los austriacos en 1882. Fue la sede de una guarnición austrohúngara durante la I Guerra Mundial, justo a espaldas del conocido frente del Isonzo.
Aquí el avance del frente del Isonzo o frente del Soca por parte de una combinación de fuerzas austrohúngaras y alemanas cerca de Kobarid (a sólo unos kilómetros de Bovec) en 1917 fue una de las campañas militares más grandes y sangrientas de la historia en terreno montañoso. Cuando terminó la batalla 17 días más tarde, cientos de miles de soldados yacían muertos o heridos por todas las laderas.
En mayo de 1915, Italia declaró la guerra a las potencias centrales y sus aliados y envió su ejército al valle del Soca. Era un punto estratégico importante, puesto que desde aquí esperaban moverse hasta el corazón del imperio austrohúngaro para derrotarlo. Sin embargo, los austriacos habían fortificado las líneas con búnkeres y trincheras a lo largo de 80 kilómetros, desde el mar Adriático hasta las cimas montañosas que se levantan sobre El Valle del alto Soca.
Aunque la primera ofensiva italiana empezó con éxito, el ataque empezó a cojear tras el primer mes. Los italianos lanzaron 11 ofensivas durante los siguientes 2 años y medio, pero el complicado terreno montañoso impuso una guerra de desgaste entre ambos ejércitos atrincherados que acabó resultando en un tiempo de punto muerto entre ambas partes.
En octubre de 1917, ese punto muerto se rompió cuando los austrohúngaros y alemanes trasladaron a cientos de miles de tropas a la zona situada entre Bovec y Tolmin y empezaron con un intenso bombardeo. Los italianos perdieron 500.000 soldados y la guerra acabo retirándose a terreno italiano tras la victoria de la otra parte. Esta batalla que aniquiló en Kobarid al ejército italiano fue perfectamente descrita en la novela “Adiós a las armas” de Hemingway, que resultó herido en ese campo de batalla cuando conducía una ambulancia en el bando italiano derrotado.
> La ruta por el sendero del Soca, desde Bovec hasta Velika Korita para un baño helador
Una de las actividades más populares en este valle es hacer unos kilómetros por el conocido como Sendero del Soca que se extiende durante 20 kilómetros bordeando las aguas turquesas del río desde su nacimiento hacia el oeste hasta la frontera del Parque Nacional de Triglav en Krsovec.
Una parte es conocida como el Sendero de Bovec, que va desde esta localidad hasta Trenta. Arranco en Bovec y mi objetivo es llegar caminando al lado Del Río hasta Velika Korita, una zona donde el agua es tranquila pero profunda y mucha gente va a darse un baño.
Aunque estoy cansada, el paseo es espectacular. Las vistas son impresionantes, el sonido del agua corriendo me acompaña de fondo mientras pienso en mis cosas y en varias ocasiones tengo que cruzar el río por pasarelas y puentes que hacen que disparar una foto sea necesario. Cuando llego a Velika Korita el sol está bajo y los rayos no dan ni en el agua ni en las orillas. Como hay gente haciéndolo, pienso que bañarme es una buena idea para quitarme el calor.
Pongo el pie en el agua y compruebo que está absolutamente helada. Eso explica que la gente esté jugando pero metida sólo hasta las rodillas. Pero sólo voy a estar aquí una vez así que aprieto el culo, cuento hasta 3 y me meto. Me doy el baño más helador que recuerdo que no debe durar más de 1 minuto. Después de eso, fresca y despejada, empiezo el camino de vuelta.
> Rematar el atardecer en coche entre Trenta y El Valle de Lepena
Cuando llego de nuevo a Bovec, compruebo que fue buena idea dejar el coche a la entrada. Si ahora mismo tuviera que subir hasta el hotel a recogerlo, creo que me tumbaría en la cama y no sería capaz de mover un dedo más.
Pero no me quiero ir sin echar un último vistazo a esta zona que me ha enamorado. Me pongo música y vuelvo en coche hasta Trenta por una carretera que me flipó ayer. No tiene nada de especial pero atraviesa unos escenarios espectaculares. Sólo quiero disfrutar del paisaje mientras el sol se va poniendo de nuevo entre las imponentes montañas.
Me desvío un poco para entrar en el estrecho valle de Lepena, desde donde las vistas son espléndidas. Además, tengo la suerte de que la luna ya está asomando y lo hace justo por encima de un poco que veo al fondo de una verdísima pradera. Creo que pedirle algo más a este día sería egoísta, así que lo doy casi por terminado. Cuando leía sobre este sitio y describían el Soca como “el río color esmeralda con miles de encantos” nunca imaginé que tendría tantos. ¡Y vaya!
Llego agotada al hotel. Sólo pienso en darme una ducha y salir para pasar un rato en la plaza de Bovec de nuevo y comer algo. Mañana más :)
4 notes · View notes
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Día 5 del #AnaPisaEslovenia. Un vistazo a la cascada de Savica, la despedida de los lagos desde el teleférico de Vogel, la inesperada meseta y garganta de Pokljuka, la irrelevante Zelenci, el impresionante paso de Vrisc, la típica cagada del viaje que logro solucionar bien y el amor a primera vista con el Parque Nacional del Triglav.
Hoy el día arranca tempranito. Tengo muchas cosas que ver y quiero llegar al destino final con tiempo suficiente de preparar el día siguiente porque implicará buscar un grupo para hacer una actividad que ya os contaré ;-)
> Un vistazo rápido a la cascada de Savica
Empiezo visitando Savica, una cascada que cae por una garganta de 78 metros de altura y que va a parar al lago por la parte de Ukanc. Decido llegar en coche hasta el aparcamiento para ahorrar algo de tiempo que invertiré en otra caminata que parece ser más curiosa. Dejo el coche y empiezo a subir los más de 500 escalones que llevan hasta la cascada. En realidad, a pesar de que suena a mucha distancia cuando la cuentas en escalones, se pasa en nada. No se tardan más de 15/20 minutos en llegar.
Una vez arriba, doy un vistazo rápido pero no tardo demasiado en irme. Dicen que Savica es uno de los 4 lugares más visitados de Eslovenia y en realidad pienso que lo es porque es la cascada más cercana a una de las zonas súper turísticas como es el lago Bled. Pero no creo que sea de las 4 mejores cosas que este país tiene que ofrecer ni de lejos.
> La despedida de los lagos desde el teleférico de Vogel
Cuando os cuente que he pagado 24€ por subir en este teleférico hasta lo más alto de la cordillera que rodea el lago Bohinj, posiblemente alguno piense que se me ha caído un tornillo. Sin embargo, merece la pena soltar esa pasta para despedirte del lago bien: con una vista panorámica desde lo más alto después de una subida en una cabina que cuelga de un cable y no muy apta para los que sufran de vértigo.
Doy un último vistazo al lago y vuelvo a pensar en lo maravillosamente injustas que son las listas de “lo más visitado de Eslovenia”. Vale que el lago Bled es una preciosidad pero no tiene ni de lejos la vida ni la atmósfera auténtica del lago Bohinj. Por eso decía lo de maravillosamente injusto, porque es tan auténtico gracias a que no es un sitio visitado por las hordas de turistas a los que ni siquiera les gusta viajar. Lo más visitado no es siempre lo mejor.
> La meseta y garganta de Pokljuka
Mientras desayunaba esta mañana y curioseaba lo que me dejaba sin ver de esta zona, me ha llamado la atención un pequeño párrafo que hablaba de esta meseta. Está a las afueras de Bled y se puede llegar a pie desde distintos senderos. Leo que tiene 2 kilómetros de extensión y que, aunque mucho menos famosa que la garganta de Vintgar, esta garganta también es preciosa y tiene muchos menos visitantes.
Dejo el coche a las afueras de Bled por detrás del castillo y empiezo a caminar. La garganta está como a 8 kilómetros de allí pero me tocará ir y volver, así que me lo tomo con calma. Disfruto mucho el camino hasta la entrada de la garganta. Es muy llano, casi no me cruzo con nadie y discurre entre pequeñas hileras de casas donde el ambiente es tranquilo.
Una vez llego a la entrada a la garganta el camino se complica un poco. El sendero es de piedras y hay mucha humedad, así que hay que estar atento para no resbalarse. Estoy en una zona profunda del valle y tengo árboles altos y muy frondosos encima, así que todo se tiñe de un color verde muy molón.
Desde ahí, me lleva como 30 minutos llegar a la parte más guay. No tiene agua pero la garganta alcanza una altura de unos 15/20 metros en la zona más interesante. Hay que hacer un último esfuerzo para subir a las pasarelas que están adheridas a la pared de roca para poder atravesar la garganta a través de un par de cuevas.
Incluso con señalización en todo el camino, no sería complicado perderse. Así que ahora entiendo por qué los que querían escapar del enemigo en la época del reinado de Yugoslavia se ocultaban en esta garganta y lograban burlar a cualquiera que les persiguiese.
> El camino hacia el Parque Nacional de Triglav y la irrelevante Zelenci
Por fin pongo rumbo a la zona más al noroeste del país, de nuevo pegando a la frontera con Austria. Voy hacia Kranjska Gora para entrar en el Parque Nacional de Triglav desde del norte. Antes de entrar de lleno en el parque, hago una parada en Zelenci, una reserva natural a unos 5 kilómetros de Kranjska Gora.
Me sirve para dar un breve paseo después del coche, pero no tiene demasiado encanto después de haber visto los lagos. Desde la carretera, un sendero de arena primero y de tablas después llega hasta un pequeñísimo lago turquesa, el nacedero del río Sava Dolina. No tiene mucho más que ver pero las vistas de las montañas gigantes a su espalda auguran que la entrada en Triglav por el Paso de Vrisc va a ser épica.
> La típica cagada del viaje que logro solucionar bien tras una pequeña decepción
Los que habéis hablado conmigo del viaje sabéis que había una noche que iba a dormir en una tienda colgante de un árbol. Pues bien… no pudo ser así. Llegué al camping que prometía ser fabuloso y en efecto tenía unas zonas comunes geniales. Sin embargo, me encuentro con dos problemas.
El primero es que son las 15.30 y me dicen que no puedo hacer el check in hasta las 19.00 horas, cosa absurda porque será ya casi de noche. En un camping. En mitad de la nada. El segundo es que mi “tienda colgante de un árbol” no es lo que esperaba. Sí, está colgando de un árbol pero a poco más de 1 metro del suelo. Vale… podría vivir con ello una noche… pero es que justo debajo ¡está todo lleno de tiendas de otra gente! O sea, que es que voy a dormir literalmente encima de otros y es una situación súper incómoda. Ellos me molestarán a mi y es evidente que yo les molestaré a ellos.
Voy a ahorrarme los detalles pero aquello acaba en servidora discutiendo con todo el personal. Que me dicen que es lo que hay… y punto. Me llevo una decepción porque me hacía ilusión la tontería de dormir ahí pero no pienso hacerlo así de incómoda. Me marcho cabreadísima, amplío una noche más en el hotel al que iba mañana (por cierto, mucho más barato) y llamo a booking con un nivel de mosqueo de narices que, entiende la liada y me devuelve el dinero ;-)
El mosqueo se me va rápido y al final acabo riéndome con algunos amigos por WhatsApp, sobre todo con Chemita y Alejandro que ahora sí tienen todo el derecho a burlarse de mi por “irme a dormir a nidos de pájaros”.
> El Parque Nacional de Triglav y cómo ser un esloveno decente
El Parque Nacional de Triglav, con 840 kilómetros cuadrados, ocupa el 4% de la superficie del país y es una de las reservas nacionales más grandes de Europa. Es la Eslovenia más alpina, repleta de gargantas, barrancos, lagos, cañones, cuevas, ríos, cascadas, bosques y praderas. Ahí es nada la carta de presentación.
Este parque abarca casi todos los Alpes que hay dentro de Eslovenia, desde Kranjska Gora en el norte hasta Tolmin en el sur; y desde la frontera italiana en el oeste con Bled en el este. Con eso, os podéis imaginar las dimensiones de las montañas y las alucinantes vistas de los valles que te dejan sin aliento. Con permiso del resto del país, si sólo pudiera quedarme con un rincón de Eslovenia en la memoria… sin duda sería éste.
El parque está presidido por el monte Triglav, todo un símbolo para los eslovenos. La cumbre caliza del Triglav, conocido como el Tres Cabezas, lleva mil años siendo fuente de inspiración y devoción para los más patriotas. Tanto que aparece en la bandera del país.
Los primeros eslavos creían que la montaña era el hogar de una divinidad de tres cabezas que gobernaba el cielo, la tierra y el mundo subterráneo. El primero en alcanzar su cumbre en 1778 fue un montañero austriaco acompañado de tres guías eslovenos desde Bohinj. En el XIX la peregrinación al Triglav se convirtió en una especia de confirmación del patriotismo o la identidad eslovena, así que se espera de cualquier eslovena que lo ascienda al menos una vez en la vida.
> El paso de Vrisc y la espectacular entrada en el parque
Decido entrar al parque por el paso de Vrsic, el más elevado del país y con una dramática historia. Dicen que es una de las maravillas de la ingeniería de caminos del s.XX: una tremenda carretera alpina que conecta Kranjska Gora con Bovec, a 50 kilómetros al suroeste.
El trayecto tiene al menos 50 curvas súper cerradas pero que esconden unas vistas alucinantes según se cruza el paso a 1611 metros de altitud. En tiempos de la I Guerra Mundial, Alemania y el Imperio Austrohúngaro que luchaban en varios puntos de Europa contra los aliados Francia, Inglaterra, Rusia e Italia, encargaron la construcción de esta carretera en su épica batalla con Italia. Buena parte del trabajo duro corrió a cargo de los prisioneros de guerra rusos, de ahí que el paso se conozca popularmente como Ruska cesta, carretera rusa.
Esta carretera sólo está abierta de mayo y octubre. El resto del año, para llegar a Bovec desde Kranjska Gora hay que pasar por la localidad italiana de Tarvisio. Recorriendo el paso dan ganas de pararse cada pocos metros para grabar en la retina las vistas. A 1100 metros se encuentra la conocida como Capilla Rusa (Ruska Kapelica), construida en el lugar donde una avalancha sepultó a unos 300 prisioneros de guerra rusos en marzo de 1916.
Decido no pararme porque se ha puesto a diluviar y en cada curva empiezo a apretar un poco el culo no del miedo pero sí de la impresión. La carretera sube en espiral unos kilómetros más y por fin llego a la cumbre del puerto de montaña. Después de eso, todo el descenso hasta la localidad de Trenta es puro disfrute para los ojos.
Aquí es una de las veces que más siento no poder captar con la cámara ni el 10% de lo que estoy viendo, sintiendo, viviendo. La belleza de los Alpes Julianos es inmensa y yo me siento minúscula rodeada de una naturaleza tan enorme.
Atravieso Trenta y enfilo la carretera que me llevará hasta Bovec serpenteando la montaña y dejándome ver el inmenso valle sólo a cachitos entre curva y curva. Ya estoy en El Valle del Soca, ése que me guardo en la memoria como mi lugar favorito de Eslovenia y de este parque. Se está haciendo de noche y el camino discurre paralelo al río Soca, que a esta hora está precioso con la bruma levantándose cuando se va el sol. El agua es transparente en unos sitios y de un color turquesa intenso en otros. Las montañas desde abajo se ven preciosas. Apago la música para escuchar sólo el sonido del río y algunos pájaros que terminan su jornada de aleteos.
La sensación con la que termino el día no se puede describir con palabras. Estoy feliz. Me siento libre. Me siento fuerte. Me siento suficiente. Y esto me recuerda otra lección que intento darme siempre a mi misma: no dejar que nadie ni nada (los miedos) me impidan hacer lo que más me gusta: viajar, descubrir y conocer.
0 notes
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Día 4 del #AnaPisaEslovenia. De cómo a veces hay que hacerle caso al instinto en lugar de a las recomendaciones, una iglesia perdida en mitad de la nada, un culo machacado de 4 horas en bicicleta y baños que van del acojone al disfrute en mitad del lago Bohinj
A veces (solo a veces) hay que hacerle más caso a tu instinto que a lo que dice una guía de viajes o el personal de un hotel. Ayer hablando en el desayuno con el dueño del hotel, me preguntó cómo era que no había parado de camino a ver el pueblo de Skofja Loka.
Lo había visto en la guía de viajes y lo nombraban muchos artículos, pero el día que pasé cerca no tenía tiempo de parar así que decidí irme sin verlo. Además, por lo que había leído era un pueblo pequeñito y con un centro histórico muy bien conservado, pero tampoco me parecía que fuese a perderme gran cosa. Sin embargo, desde ayer varias personas me han hablado de este sitio y ya no me aguanto las ganas de verlo.
> El “meh” de Skofja Loka
Desde donde estoy son unos 50 minutos de coche por una carretera regulera pero, aún así, decido arrancar el día acercándome hasta allí. Mientras salgo de Bohinj, el sitio en el lago donde he dormido, me da envidia la gente que desde temprano está paseando en bicicleta o dándose un baño. Pero sigo mi camino… seguro que al final mi plan merece la pena…. Epic fail!
Aparco y voy caminando hacia el centro de lo que se conoce como “el prado del obispo” y donde la Lonely Planet me ha prometido que voy a ver “una de las localidades más bellas y antiguas de Eslovenia”. Al principio pienso que debo estar casi en el centro porque he atravesado un par de callejuelas y una plaza bonitas, pero todavía no puede ser ésta la calle que estoy buscando. Empiezo a sospechar cuando veo a mucha gente parar en la calle en la que me he sentado en un banco a mirar el mapa y ubicarme, y donde además hay bastantes terrazas.
Veo un cartel y leo Mestni Trg que es justo la calle central que yo estaba buscando. O sea, que estaba en el sitio que estaba buscando y me parecía un sitio tan ���normal” que ni me había planteado haber llegado ya. Decía la guía que su casco antiguo está protegido como monumento histórico desde 1987. Es cierto que las antiguas casa burguesas del s. XVI que se conservan en esta calle hacen el paseo agradable y pueden justificar el apodo de la “colorida Loka” con el que muchos conocen a este lugar.
Desde ahí vuelvo a la plaza principal que había visto un poco más atrás. Es la Spodnji Trg, donde vivían los más pobres en la Edad Media y que ahora se ha convertido en una animada plaza con cafés y mesas donde la gente desayuna tranquilamente. Por último voy a buscar el famoso Puente de los Capuchinos, un puente de piedra que sale de un antiguo monasterio (ahora cerrado y con el exterior bastante descuidado). Las vistas al río y el castillo al fondo son quizás lo más atractivo del pueblo.
Me voy con una sensación de que no es un lugar feo para dar el típico paseo de última hora de la tarde pero habiendo venido hasta aquí tras casi 1 hora de coche… me quedo un poco “meh”. Decido saltarme la subida al Castillo, donde la atracción estrella es una exposición de animales disecados sin la que creo que puedo vivir.
> Una iglesia perdida en mitad de la nada
Para recuperarme de la decepción, decido volver cogiendo la carretera de montaña que va desde Zelezniki hasta Radovljica. Son 25 kilómetros de curvas subiendo la montaña por una carretera cubierta de árboles altísimos que se echan sobre el asfalto y con unas vistas impresionantes de laderas verdes y olor a tierra mojada y mierda de vaca y cabra (que normalmente es un olor horrible pero de viaje mola).
He leído que hay que parar en Jamnik para ver la Iglesia de Sant Primus y Felician, sobre la meseta de Jelovica y con la ciudad de Radovljica al fondo. Es curioso que una construcción tan pequeña y en mitad de la nada sea una de las cosas más fotografiadas del país. Bajarse, pasear y disfrutar del paisaje y las vistas merece mucho la pena.
Otra de las peculiaridades de la Iglesia es que siempre está iluminada de noche. Esto hace que el lugar sea visible desde bastante lejos, convirtiéndose en un punto de referencia para los viajeros. En sus orígenes sirvió de aviso para los habitantes, ya que durante los ataques otomanos prendían hogueras en la colina para notificar a sus vecinos de que se acercaba el enemigo.
Que esté iluminada por la noche hace que muchos acudan al anochecer para hacer fotos. Esto me lo voy a perder, pero a cambio he podido hacer la visita cuando el lugar estaba prácticamente solo.
> Un culo machacado de 4 horas en bicicleta y baños que van del acojone al disfrute en mitad del lago Bohinj
Tras superar el enorme atasco que hay para entrar en Bled, consigo coger la carretera que me lleva de vuelta al lago Bohinj. Aquí todavía no deben haber descubierto el concepto circunvalación y todas las carreteras atraviesan el puñetero centro del pueblo, lo que provoca unos atascos en verano de aúpa.
Paso por el hotel donde duermo hoy a dejar maletas y cambiarme de ropa. El resto del día voy a dedicarlo a pasear en bicicleta alrededor del lago y espero darme algún que otro baño. Hay un par de cascadas que ver por la zona, pero… ¡ya las veré mañana! Hace tan buen día y hay un ambiente tan guay en el lago que lo que más me apetece es una tarde de relax, paseo, lectura y agua.
Alquilo una bici para el resto del día y lo dedico a recorrer los 12 kilómetros por el camino que bordean el lago. El chico que me alquila la bicicleta me dice que hay dos formas de bordearlo. La fácil es coger el camino asfaltado que lo rodea. ¿El problema? Que no vas todo el tiempo viendo el lago porque es un camino que va paralelo a la carretera y a veces se aleja un poco. Voy a por el plan b: un camino a ratos de gravilla y a ratos de pedruscos que va literalmente por la orilla.
Disfruto el plan MUCHO. Aunque Bled es maravilloso, es cierto que Bohijn es mucho más auténtico y salvaje. No hay ni de lejos tantos turistas y la gente viene principalmente a relajarse, nadar en el agua verdiazul o a disfrutar de las rutas a pie o en bicicleta.
No hago nada y hago de todo el resto de la tarde. Pedaleo alrededor de lago, paro a hacer una foto, pedaleo más, leo un rato, sigo pedaleando, me doy un baño… Lo de los baños ha sido curioso. Como iba en bici, no me he parado mucho en las zonas más cercanas a Bihinjska Bistrica (el principal pueblo del lago) porque había bastante gente. Sin embargo, sólo un par de kilómetros más adelante las playas de las orillas están casi vacías y en todas me he encontrado como máximo con 2/3 personas.
El agua está fría, pero no tanto como podría pensarse. Después de pedalear se agradece el fresquito. Da un poco de mal rollo al entrar porque, aunque en la orilla el agua es transparente, a poco que te alejas se vuelve bastante oscura por la profundidad. Pero una vez que se pasan esos primeros minutos de mal rollete, el chapuzón se disfruta mucho. De hecho, al final me he pasado casi más tiempo en el agua que fuera. Eso sí, los baños más largos me los he dado en las playas en las que tenía a gente cerca y eso me daba más confianza ;-)
He vuelto súper contenta aunque con el culo tan machacado como si hubiera saltado en una cantera sobre las nalgas. En las zonas más alejadas el camino no era de gravilla (tu ru rú) sino de puras piedras puestas ahí a mala leche.
Vuelvo al hotel, me doy una ducha y salgo a cenar. Después de devorar mi plato, me acerco hasta una zona donde hoy hay conciertos al aire libre. Está lleno de gente que escucha la música sentados en una ladera de césped. Me pido una cerveza bien fría y me siento a disfrutar del ambientazo. De aquí me iré directa a la cama, que mañana la ruta promete ser intensa de nuevo.
0 notes
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 3 del #AnaPisaEslovenia. La subida a Velika Osjonica con una canadiense que hablaba catalán, la vuelta a la isla de Bled, la enorme tormenta en la garganta de Vintgar y la cena en el jardín de una casa en el lago Bohinj
Hoy me desperté de muy buen humor. Anoche llovió un poco y la previsión era que hoy lloviese gran parte del día. Sin embargo, he abierto los ojos y brillaba un sol enorme.
He desayunado bien. Unas jubiladas alemanas de un pueblo de al lado de Frankfurt me han acompañado mientras devoraba tostadas con un salchichón que he descubierto aquí que me encanta. De postre, después de las frutas, he pecado con un croissant con Nutella (pecado típico de turista, jeje).
He salido temprano del hotel para aprovechar el buen tiempo y he empezado con una caminata de unos 6 kilómetros bordeando todo el lago. Desde muy temprano ya hay actividad. Sobre todo gente practicando deporte pero desde las 10 ya hay quien se da un baño o alquila una barca para pasear.
> Las vistas de Bled desde Velika Osojnica que lo hacen aún más de cuento
En el otro extremo de la parte más turística del lago (donde se concentran casi todos los restaurantes y hoteles) está el inicio del camino que sube la montaña hasta Mala Osjonica, un mirador desde el que se puede contemplar todo Bled. Hay muchas rutas por los alrededores de Bled pero me decido por ésta porque dicen que la vista desde la cima es una de las preferidas de los fotógrafos.
Hace bastante humedad y el sol pega fuerte. El camino es corto (se llega en unos 50 minutos al mirador) pero empinado, así que en alguna esquina paro a beber agua. En una de esas paradas una señora me pide una foto. Empezamos a hablar y decidimos que vamos a ser compañeras de camino el resto de la mañana.
Se llama Janine y es una canadiense que habla un catalán perfecto (vivió dos años en un pueblo de Tarragona por trabajo) pero que no pronuncia en español más que un curioso “vale la pena”. Me pregunto quién decidió enseñarle sólo esa expresión :P Seguimos subiendo y cambiamos al inglés para entendernos bien.
Está pasando unos días por Eslovenia sola, aunque anda de viaje por Europa durante 3 semanas con sus 4 hijas. Al parecer las hijas le pidieron darle esquinazo durante unos días para poder recorrer parte de la costa Italiana a su aire. “They wanted to experience life in European hostels and I could’t get the idea out of her minds. They are so stubborn!” me dice la señora como resignada.
Llegamos hasta Mala Osjonica y nos sentamos en el mirador un buen rato. Desde luego la vista es impresionante. Decidimos seguir subiendo unos 10 minutos más hasta el mirador de Velika Osojnica, desde donde la panorámica promete ser aún mejor. Cuando llegamos arriba, Janine y yo nos separamos. Ella quiere volver a bajar rápido para darse un baño en el lago; yo quiero quedarme aquí arriba disfrutando del paisaje un rato.
He leído mucho sobre Bled antes de venir. Es el punto que más destacan (junto con Pirán) casi todos los artículos de viajes. En la Lonely Planet lo describen como una especie de paraíso terrenal. Un lago de aguas transparentes color esmeralda, una iglesia en el centro sobre un islote, un castillo medieval que se asoma desde un acantilado y algunos de los picos más altos de los Alpes Julianos y los Karavanke como telón de fondo.
> Un poco de historia de Bled
Este rincón nunca fue tan famoso como ahora. Durante años fue ignorado. Los romanos, como les pillaba lejos de las rutas comerciales, no le hicieron ni caso. Después los eslavos le prestaron un poco de atención y se instalaron en Pristava, debajo del castillo. Más tarde el emperador alemán Enrique II le regaló el castillo y sus tierras a los obispos de Brixen, en el sur del tirol, quienes se quedaron con el control de la zona hasta el s. XIX cuando los Habsburgo se quedaron con ella.
Pero la belleza de este lugar no empezó a ser verdaderamente apreciada hasta el s. XIX cuando un doctor suizo abrió en 1885 unos baños era aprovechar las fuentes termales que calientan las aguas del lago a unos 26 grados entre junio y septiembre. Este resort fue ganando una fama que le dura hasta hoy. Incluso fue residencia de la familia real Yugoslava primero y de Tito después.
> La isla de Bled
Dicen que esta isla tiene forma de lágrima y es la atracción estrella. Es típico montarse en un pletna, una góndola a remo tradicional para llegar hasta allí (las embarcaciones a motor están prohibidas). El trayecto dura una media hora y los propios “pletnarji” te llevan remando de pie. La profesión de estos remeros se remonta al siglo XVI y es muy respetada entre los habitantes de Bled, por su transmisión de generación en generación.
Una vez en la isla, es típico subir la escalera que lleva hasta la iglesia de la Asunción, donde muchos eslovenos celebran bodas. La tradición dice que el día de la boda el novio tiene que subir los 99 peldaños cargando con la novia.
Muchos peregrinos medievales iban a rezar a la iglesia, que guarda en el campanario la que se conoce como “la campana de los deseos”. Se supone que si eres capaz de hacerla sonar, puedes pedir un favor especial que se cumplirá.
> Cambiar la visita al castillo por una cerveza bien fría
La vista desde la isla te da una perspectiva distinta de Bled. Yo he conseguido disfrutarla solo a ratos. Los grupos de turistas saturaban todo y era imposible pasear tranquilamente sin cruzarte en medio de la foto de alguien o chocarte con algún despistado que miraba la cámara.
Ha sido mi turistada del día y me ha saturado un poco. A ratos pienso que la gente viaja porque está de moda, no porque realmente les guste. Si tu idea de viajar es llegar a un sitio, disparar una foto y volverte… no te interesa conocer nada más de la gente, de la cultura ni de las costumbres de ese país :-/
Como las horadas de turistas maleducados van desde las barcas hasta el castillo, decido pasar de esa visita. No tolero moverme en guirilandia. En realidad lo que mola del castillo es la vista desde arriba y yo he tenido una vista mejor desde el mirador esta mañana.
Decido completar la vuelta al lago y me pego otra buena caminata. Es curioso cómo va cambiando el paisaje según paseas alrededor del lago. Hay zonas con enormes villas donde te cruzas a gente de buen vestir; zonas de playas improvisadas donde se tumban los que no necesitan más que un trozo de arena y una zona desde la que saltar al lago; y zonas que reconoces por el bullicio al acercarte donde en una playa de hierba se concentran familias y niños con sus barcas y sus tablas de paddle surf.
Cuando completo la vuelta al lago, es la hora de la cerveza. Me siento en la terraza del Pub Bled (recomendación de la guía) y me pido una bien helada. Desde ahí la vista también es genial y estoy prácticamente sola.
> La tremenda tormenta en la visita a la garganta de Vintgar y la cascada de Sum
Hoy vuelvo a saltarme la comida. La cerveza me sirve como aperitivo y así aprovecho bastante más el día porque después la cena es temprano. Me voy hacia la garganta de Vintgar, a unos escasos 6 kilómetros de Bled.
En lugar de entrar a la garganta por la zona de Bled, donde se amontona la mayor parte de la gente, he preguntado cómo llegar al otro extremo para hacer el recorrido inverso. Eso hace que inicie el recorrido por donde casi todo el mundo lo termina: la cascada de Sum. El sitio es tan bonito y el agua tan transparente que no puedo resistirme a darme un baño.
Mientras me baño, helada de frío por cierto, me acuerdo de mis amigas Pilar y Toñi. Si hubieran estado aquí, se habrían metido en el agua como yo a hacerse alguna foto perfecta aparentando no estar congelándose. Yo sin embargo he dejado la mochila en la orilla y tengo tanto frío que, después de nadar un poco en la poza, me doy media vuelta directa a secarme y quitarme el bañador.
Después del chapuzón, llego al inicio de la garganta. Hay que pagar 10€ de entrada pero merece la pena caminar por las pasarelas de madera de unos 2 kilómetros que la atraviesa cruzando el río Radovna. El camino es bastante húmedo pero con tanta vegetación y el sonido de las cascadas y saltos de agua de fondo se disfruta mucho.
El problema es que yo sólo consigo estar dentro uno 40 minutos. De repente empieza a llover un poco. A los 3 minutos de empezar a “llover un poco”… aquello se transforma en una lluvia torrencial con truenos y relámpagos como de película. Una especie de guarda forestal aparece pidiéndonos a todo que vayamos hacia la salida. Al parecer viene una tormenta de aupa.
Cuando logro llegar al kiosko de la salida, estoy literalmente empapada. Me acuerdo de mi prima María, que estaría acojonada ahora mismo. El cielo truena como si fuera a desplomarse, la lluvia es impresionante y los rayos iluminan un cielo que de repente se ha vuelto de un intenso color gris plomo.
No hay otra opción que esperar. La gente saca los móviles y abre aplicaciones para ver dónde está la tormenta y cuándo pasará. No tiene pinta de irse en menos de una hora. Así que busco una esquina, me pido un té y espero con paciencia a que pase el diluvio mientras charlo con una pareja de franceses que está de viaje de novios.
> La belleza de una carretera con bruma
La tormenta tarda en pasar casi 90 minutos. Era imposible salir antes de allí. He logrado no desesperarme y además he aprendido algo bueno de viajar sola. Como no vas con nadie, no tienes con quién cabrearte en una situación así. Me ha resultado súper gracioso ver a niños enfadadísimos con sus padres (una niña le gritaba a su madre un “I don’t want to hear about anything that involves rain” mientras escurría su camiseta), novios con cara de “por qué narices he dejado que me convenciese para venir aquí” o grupos de amigos donde unos estaban relajadísimos mientras otros tenían pinta de no ir a remontar el mal humor hasta el día siguiente.
Si yo hubiera ido con alguien, seguro me habría podido el mal humor sin motivo. Sin embargo, como no tenía con quién cabrearme, me he tomado el tormentón y la mojada como una anécdota divertida.
Cuando llego al coche, me cambio de ropa y decido ir hacia el lago Bohinj, donde dormiré hoy. La lluvia ha dejado un paisaje impresionante y disfruto mucho los 50 minutos de conducción por una carretera donde la bruma se va levantando entre las masas de árboles dejando una vista preciosa.
Voy escuchando música a tope de volumen y estoy súper feliz. Además mi hotel de hoy (el hotel Stare en Ukanc) mola. Está en una de las orillas del lago Bohinj con menos gente y es una casa tradicional recién reformada. El matrimonio que lo lleva te ofrece cenar en su enorme jardín y por 18€ te sirven una comida genial en un ambiente súper relajado.
Mientras me tomo el postre y el café, charlo con una pareja de australianos que están en la mesa de al lado. Me preguntan mucho por España, porque es uno de sus destinos pendientes. Yo les hablo de mi intención de recorrer Australia o Nueva Zelanda pronto en caravana. Y así, viendo anochecer en un jardín a la orilla del lago, vuelvo a pensar en lo afortunada que soy por conocer mundo y doy el día por terminado.
0 notes
porlapuertatrasera · 5 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 2 del #AnaPisaEslovenia
> Días que arrancan bien
El día ha arrancado bastante temprano. A las 5.50 abrí los ojos y ya era absolutamente de día. Intenté ignorar la luz y seguir durmiendo pero de repente recordé que seguramente tenía una vista alucinante desde el balcón de la habitación al lago que no había podido disfrutar la noche anterior.
Me levanté, abrí la puerta del balcón, pisé descalza el suelo de madera de la terraza y empecé el día sintiéndome súper afortunada. Hacía frío mañanero, ése que te pone el vello un poco de punto pero te da gustirrirín sentir en verano. Todavía quedaba un poco de bruma sobre el agua del lago pero los patos ya habían empezado el primer baño del día y graznaban sin parar. En el cielo quedaba alguna nube pero un sol que brillaba fuerte dejando reflejos sobre el lago auguraba un tiempo fenomenal para subir a la montaña.
Me di una ducha rápida y bajé a desayunar. Lo hice sentada junto a una ventana enorme con las mismas vistas al lago y me di un banquete de campeona. Huevos a la plancha, queso, salame y tomates; después zumo de naranja y frutas de esas que son feas porque son auténticas: fresas y uvas recogidas de la huerta del dueño del hotel.
> Las carreteras sin asfaltar hasta un sitio en el que podría haber vivido Heidi: el valle de Logar
Cuando ya tenía el cuerpo y la mente listas, puse rumbo al primer destino del día: el valle de Logar. No eran demasiados kilómetros (unos 50 creo recordar); sin embargo, el GPS del coche marcaba 1:35 minutos de trayecto. Fui atravesando infinitos campos sembrados de maíz hasta Kamnik, una de las localidades históricas al norte de la capital con un bonito centro medieval pero poco más con lo que entretenerse.
Seguí mi camino y de repente pensé que el GPS me estaba troleando. Venía de una carretera secundaria pero decente y de repente me había metido por una pista de tierra que atravesaba casas y campos con vacas sin parar. Pensé “tengo que haberme equivocado, no puede ser éste el camino hasta el valle”. Paré a preguntar y ¡sorpresa! El camino iba a ser así durante bastantes kilómetros.
Lo maravilloso es que los Alpes de Kamnic y de la Savinja te van acompañando como telón de fondo. El paisaje era perfecto: montañas enormes completamente verde y repletas de árboles, vacas que aparecían según me aproximaba a algún grupo de casas y casitas que salpicaban la montaña y se convertían en pequeños puntos blancos en mitad de las laderas.
Sin embargo, el camino se me hizo un poco pesado porque tenía la sensación de estar perdida y porque el traqueteo de las piedras y las curvas no me dejaba relajarme. Pasados unos kilómetros volví a una carretera decente que atravesaba pueblos de montaña de esos que se asientan a ambos lados de la carretera y te ofrecen café, comida, alquiler de bicicletas, excursiones a caballo y todo tipo de actividades de montaña.
Estaba en el que dicen que es el valle más verde de la Savinja Superior. Al fondo se ven los Alpes, que hacen de frontera natural con Austria. Dicen que esta zona ha sido la encrucijada de Eslovenia. Han pasado por aquí celtas, romanos, eslavos, los Habsburgo y los nazis durante la ocupación. De hecho, cuentan que ésta fue uno de los lugares más castigados durante la II Guerra Mundial y que muchos de sus habitantes fueron asesinados, deportados o enviados a campos de concentración.
Me olvido de ese capítulo tan feo de la historia observando el paisaje a ambos lados. Bosques, iglesias antiguas, casa tradicionales y las cumbres de los Alpes. Hay mucha gente trabajando la madera y leyendo después descubro que es precisamente una de las principales fuentes de riqueza y trabajo de este lugar.
Por fin veo la señal que indica “Logarska Dolina” a la izquierda y entro en el parque natural previo pago de los 7€ que te cascan por cada coche. La vista nada más entrar es alucinante. La carretera se aleja y parece diminuta a los pies de las enormes montañas; huele a hierba recién cortada y húmeda; los escasísimos turistas que hay ocupan la sombra de los árboles. Paro en un hotel que está en mitad de uno de los prados más fotogénicos de este valle glaciar y me tomó una limonada helada disfrutando de la vista antes de ponerme a disparar alguna foto.
Leo que Logarska Dolina está considerado uno de los más bellos escondites de Eslovenia y un paraíso para los que buscan aventura y actividades al aire libre. Hay varios hoteles dentro, casas de huéspedes y algún camping. Por los caminos se ve gente haciendo caminatas o que viene de un largo paseo en bicicleta.
Decido hacer alguna de las rutas que llevan hasta uno de los puntos más conocidos del parque: la cascada Rinka. Desde donde dejo el coche, llegar me costará unos 80 minutos. Disfruto mucho el camino y me sirve para relajarme y estirar las piernas. Voy cruzándome con gente, cada vez más y más cuando estoy a unos 15 minutos de la cascada. Muchos suben hasta aquí en coche para ahorrarse parte del trayecto.
Cuando llego, veo que me enfrento a la primera turistada del viaje. Vale… sí, es una cascada. Es alta y escupe agua. Pero después de los paisajacos que he visto por el camino, me resulta un engaño que una de las vistas más famosas del parque y la única que está llena de gente haciéndose fotos delante del cartel y con el chorro de agua de fondo sea ésta :P
> Los pastos de montaña de Velika Planina
Vuelvo al coche y cojo la carretera principal a la que acompaña a lo largo de todo el valle el río Savinja. De nuevo el GPS marca más tiempo que lo que sería lógico por los kilómetros, así que tiene pinta de que volveré a los caminos sin asfaltar de antes.
Esta vez lo llevo mejor. Después de unos 40 minutos con el traqueteo de las piedras, llego al aparcamiento más cercano a Velika Planina. Me quedan unos 60 minutos de camino desde aquí hasta lo alto de la montaña, donde están los pastos alpinos de Velika Planina.
Disfruto mucho el camino y de repente llego arriba del todo. Hay mucha calma y las vistas del valle desde aquí son impresionantes. El fuerte viento en la cara me recuerda que he llegado más tarde de lo que quería así que empiezo a recorrer los caminos que avanzan entre las casas tradicionales de pastores.
En estas praderas hay unas 60 cabañas donde granjeros tradicionales pastorean con su ganado entre junio y septiembre. Dicen que viven del pastoreo y de la producción láctea, pero lo cierto es que las casas tienen más pinta de hotel para turistas que han subido hasta aquí después de un largo trekking y se quedan a pasar la noche.
Todas las cabañas son réplicas. Las originales fueron destruidas por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Aunque sea así, este lugar bien merece la caminata de subida y un largo paseo de media tarde.
> La llegada a Bled, el atasco y la cena mirando al lago
Por la tarde, pongo rumbo a Bled. ¡Por fin voy a pillar una autopista! Como Bled es la zona más popular del país después de la capital, se han encargado de que la conexión sea buena ;-)
He aprendido una cosa rápida: uno sabe que está llegando a Bled cuando el tráfico se vuelve denso y se convierte en atasco. Viniendo de Madrid, tampoco me parece demasiado grave tardar unos 15 minutos en entrar al pueblo pero el dueño de mi B&B no lo ve igual. Nada más bajarme del coche, me cuenta indignado que es que en agosto es una locura de coches y gente.
Dejo la maleta y, aunque estoy agotada, decido bajar hasta el lago a dar un paseo. Hay bastante gente paseando y agradezco todo este movimiento después de un día de mucho silencio. Desde la orilla, la vista hacia la isla y el castillo encaramado en lo alto de una roca son preciosas.
Busco un restaurante para cenar. Los que me han recomendado no dan al lago así que decido sacrificar la buena comida a cambio de cenar con vistas. En la orilla, todos los restaurantes parecen tener la misma carta horrible para turistas. Me siento en uno que recomienda la guía Lonely Planet con la esperanza de que sea la opción menos mala.
La carta se resume en hamburguesas, ensaladas y platos de pasta con setas que no puedo comer. Hago la típica turista eligiendo unos calamares fritos porque me parecen la opción más decente visto lo visto. Lo acompaño de una cerveza enorme y helada. A pesar de la comida, la cena es fabulosa. Estoy mirando al lago y he elegido un restaurante donde una pareja tocan el piano y el violín para nosotros.
Después de la cena, me doy otro paseo. Compro un helado de pistacho y veo cómo el cielo va mutando de azul a rosa y al final a negro hasta hacerse de noche. Hay mucho movimiento de gente y apetece quedarse bastante rato por ahí. Pero los mosquitos y el sueño empiezan a atacarme, así que vuelvo al hotel para descansar y estar mañana lista para conocer a fondo bien Bled.
3 notes · View notes
porlapuertatrasera · 5 years
Photo
Tumblr media
DÍA 1
El diario de este viaje empieza con una pequeña confesión. El primer día del #AnaPisaEslovenia no ha sido sencillo para mi cabeza. De hecho, empecé a estar rara desde que salí de la oficina el viernes y activé el modo vacaciones.
> El lío en mi cabeza y la logística de la llegada
Estoy acostumbrada a compartir las ganas y la emoción por montarme en un avión y plantar los pies en otro lugar con, al menos, otra persona. Revisas juntos que todo está listo, sales a comprar alguna cosa de última hora, repasas que la maleta tiene todo lo que puedes necesitar y te quejas del tostón que es el control de seguridad al llegar al aeropuerto. Además, antes has comentado qué lugar tienes más ganas de conocer de todos los previstos, qué te apetece comer o qué vino probaréis.
En los últimos años, he viajado con gente conocida y con gente que estaba por conocer. A Perú fui con Toñi, en Botsuana y Zimbaue conocí a Lupe, en Birmania tuve la suerte de cruzarme con Ana y Marina, y el año pasado a Tíbet y Nepal me acompañó Elena. Este año es distinto. No voy a Eslovenia con ninguna amiga, no está programado que me una a ningún grupo de viaje.
A mi cabeza a ratos le parece un planazo lo de aterrizar, alquilar un coche y tener toda la libertad para ir dándole forma al viaje sobre la marcha. Decidir qué ver, dónde perderme más, dónde no detenerme y cómo aprovechar para conocer a gente nueva. La otra mitad de mi cabeza al principio parece no entender bien qué hacemos en el aeropuerto, por qué no hemos hecho otro plan sin tantas complicaciones.
Para colmo la logística del primer día no acompaña. Hace una semana me cancelaron el vuelo de enlace entre Munich y Lubliana (la capital de Eslovenia) y sólo conseguí que me asignaran otros después de tostarle la oreja a un señor de atención al cliente durante más de 1 hora. El caso es que ahora tengo vuelos asignados pero con tan poco margen de tiempo que llegar la primera noche al hotel que tengo previsto va a ser algo casi milagroso.
En Barajas todo va bien. Voy en el primer vuelo viendo capítulos de Netflix y escuchando una playlist de viajes de Spotify fabulosa. Se me empieza a pasar la nube gris de esta mañana y empiezo a disfrutar. Aterrizo en Munich con retraso y sólo tengo 20 minutos para encontrar la puerta de mi siguiente vuelo. Llego corriendo para nada, porque han decidido retrasar el vuelo 1:30 horas. Eso hará que aterrice en Lubliana a las 22.45, cuando la oficina de alquiler de coche cierra a las 22.30.
Llamo por teléfono y convenzo a los de la oficina de que me esperen hasta las 23.00 para entregarme el coche. El avión no va directo de Munich a Lubliana. Nos dicen que nuestro vuelo se ha combinado con el de Viena, así que tenemos que aterrizar allí, dejar pasajeros y volver a despegar. Lo hacemos y, por supuesto, eso nos suma minutos de retraso. No llegaremos a las 22.45 sino a las 23.05 horas.
Nada más aterrizar en Lubliana llamo al del alquiler del coche. Le digo que ya he llegado pero tengo que bajarme del avión, esperar mi maleta y salir disparada a su oficina. Parece simpático y creo que me escucha con relativa voz de desesperación, así que me repite un “No problem. I wait for you here” en el que decido confiar.
Las maletas empiezan a salir por la cinta. La gente va saliendo con las suyas mientras otros dos chicos y yo nos miramos con cara de “nuestra maleta tarda demasiado y esto no pinta bien”. La cinta se para y las maletas no han aparecido. Decido salir para al menos tener las llaves del coche. El chico del “No problem” me espera, rematamos los papeles y me quedo con las llaves. Al menos ya no dormiré en el aeropuerto :)
En ese momento mi cabeza cambia. Se ha puesto en modo disfrutón. Ya he pasado del “qué rollo irme sola a Eslovenia” al “qué días más guays y qué oportunidad de conocer el país a mi bola tengo delante”. Y entonces las buenas cosas empiezan a pasar. Vuelvo a entrar al aeropuerto (enano, por cierto) y hay un señor que nos espera a los dos chicos y a mi con nuestras maletas desaparecidas.
Todo en orden. Me montó en el coche. Arranco el GPS y en 20 minutos estoy aparcando en el hotel. De noche no se ve demasiado, pero el chico de recepción me dice que tengo una habitación con vistas al lago. Escucho grillos, hace fresco y se intuye el lago con la poca luz que esta noche deja la luna. Mañana amaneceré mirando a un lago y habré aprendido que ser valiente no es hacer cosas que no te dan “miedo”; ser valiente es hacer cosas que te dan “miedo” a pesar de todo.
> Un mapa que se irá llenando de puntos
Eslovenia es un país que está relativamente fuera del radar del turismo pero que pinta fabuloso. Dicen que es un auténtico paraíso de profundos verdes valles, cimas alpinas nevadas, ríos turquesa, lagos brillantes y costas venecianas. Un pequeño país lleno de encanto que dicen te provoca amor a primera vista (https://elhedonista.es/hallazgos/escapadas/slovenia-amor-primera-vista-85465/)
He leído que lo mejor de Eslovenia es que cualquier rincón en la montaña es un cielo terrenal: una carretera serpenteante por un valle verde rodeado de montañas y una casa mirando a las aguas de un transparente lago.
Más de la mitad del país está cubierta de bosques, así que el verde no va a faltar. Voy a pasarme los primeros días viendo los valles del noroeste del país. Me pasaré el día viendo los alpes julianos de fondo. Pasaré varios días por el lago Bled, haré en bicicleta el recorrido alrededor del lago Bohinj, tengo vistas un par de excursiones a pie hasta cascadas escondidas, haré rafting por el río Soca, dormiré en una cabaña colgando de un árbol en el parque nacional de Triglav y he reservado una comida en un precioso restaurante en la zona de vinos Del Valle de Vipava.
Después creo que bajaré hasta el castillo de Predjama y la zona de cuevas karsticas de Postojna y Skocjan. Reservaré algún día para ir hasta la costa veneciana de Piran y después subiré para perderme por Lubliana antes de volver a casa.
En este mapa todavía faltan muchos puntos pero se irán llenando poco a poco de rincones, aventuras y aprendizajes. Allá vamos #AnaPisaEslovenia.
1 note · View note
porlapuertatrasera · 6 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 15 - UN TREKKING PARA SUBIR AL NIDO DEL TIGRE, UN MONASTERIO COLGANDO DEL FLANCO DE UN RISCO A 3.120 METROS DE ALTURA Y EL MEJOR MOMENTO QUE ME LLEVO DE ESTE VIAJE EN LA MOCHILA.
Dicen que subir al conocido como Nido del Tigre en Bhután es hacer una de las peregrinaciones más sagradas del budismo. Es posiblemente el monasterio más espectacular de toda Asia por su emplazamiento, colgando de una pared de roca vertical a 3.120 metros de altura, desafiando al vacío.
Sólo se puede llegar a él a pie, con una empinada subida que lleva unas 2 o 3 horas y sorteando un desnivel de 900 metros, pero es un esfuerzo que sin duda merece la pena.
Para intentar quitarnos todo el calor posible, salimos del hotel a las 8.30 con la idea de llegar al lugar donde se inicia la subida y empezar a caminar a las 9.
Verlo desde abajo es mágico, imponente, incomprensible y desesperanzador. Mágico porque al amanecer lo observas tímido y escondido entre la bruma que se acumula en el pico de las montañas, como si de repente te hubieran metido en una película. Imponente e incomprensible porque te quedas embobado mirándolo y preguntándote cómo cojones a alguien se le ocurrió la idea de construir un grupo de 7 templos a tan impresionante altura. Y desesperanzador porque eres incapaz de creerte que en menos de 3 horas vas a ser capaz de recorrer la distancia que hay entre tú y esa enorme mole en las alturas y sabes que lo harás a base de sudar, apretar culo y piernas y perder el aliento.
Takshang, que en lengua tibetana se escribe “stag tshang”, significa literalmente “guarida de tigre”. La historia cuenta que el Gurú Padmasambhava (quien expandió el budismo en Tíbet y lo llevó desde ahí hasta Buthán) voló hasta este lugar desde Tíbet a lomos de su mujer transformada en tigresa. Aquí meditó durante tres años, tres meses, tres semanas, tres días y tres horas en el siglo VIII. Y aquí se decidió levantar un monasterio en 1692.
Comenzamos a subir poco a poco. Hay que tomárselo con calma porque la primera mitad del camino de subida es el más jodido. Desde el fondo del valle desde el que arrancamos el monasterio no es más que un punto blanco, una mancha que cuelga de lo más alto de la roca envuelta en una bruma densa.
Ascendemos y cada vez es más impresionante verlo aparecer entre el verde de la montaña. Hay banderas de oración por todas partes. Cientos de banderas susurrando sus oraciones al viento que le dan al lugar un encanto irresistible.
Mientras camino y pierdo la respiración, pienso en lo afortunada que soy por tener salud y un trabajo que me permiten tener la energía, el dinero y el tiempo para haber venido hasta este lugar en el culo del mundo.
A ratos me ahogo, sudo, tengo mucho calor. Me paro a descansar y dejar que mi pulso vuelva a un ritmo normal. Me desespero porque quiero llegar. Me cabreo porque pienso que debería ser más fácil subir. Pero todo eso lo hago riéndome porque tengo la suerte de estar rodeada de una amiga de siempre y 3 locos desconocidos hasta hace unos días que se han convertido en amigos improvisados pero imprescindibles de este #AnaPisaLasMontañasDeBuda.
De repente, doy una curva a la izquierda y me encuentro con una impresionante vista de la que se que no me voy a olvidar jamás. Es la sensación más profunda de este viaje. La disfruto y la guardo en la memoria para que nunca jamás se me olvide.
Este grupo de monasterios está ya a unos 200 metros de distancia pero todavía me separa de él un enorme acantilado. Sin embargo, ya estoy a su misma altura y ciertamente es uno de los malabarismos arquitectónicos más locos que jamás he visto. Los edificios se agarran a la roca como un lagarto, desafiando las leyes de la gravedad, el vértigo de los peregrinos y todas las reglas de la lógica humana.
Porque es maravillosamente absurdo que alguien decidiese construir semejante maravilla en semejante precipicio, agarrado sobre rocas esculpidas casi tocando el cielo sobre un inmenso valle verde. Ahora que ya estoy tan cerca, pienso en que es genial que sea relativamente complicado llegar hasta aquí. Estoy cansada pero es fabuloso no estar rodeada de cientos de turistas. No cuento más de 50 personas alrededor.
Desde aquí nos falta bajar una empinada escalera que corre hasta una preciosa cascada. Después subir el último tramo de escalera y ya estaremos dentro. Unos minutos después me encuentro ante la puerta. Se me escapa una lágrima pero me escondo para que no me vea nadie. Los 4 fabuloso cabrones con los que viajo seguro que se burlarían y no es plan.
Estar aquí quita el aliento en lo emocional y en lo físico. Pasamos al interior de los 7 monasterios. Nos quedamos en una de las capillas sentados unos minutos con los ojos cerrados mientras un grupo de monjes medita. Respiro lenta. Me siento muy afortunada. Me acuerdo de la gente a la que quiero. Levanto mis súplicas aunque no se bien a quién para mandar mucha energía a aquellos familiares que ahora mismo más la necesiten. Doy las gracias por lo que tengo. Pido por poder seguir viajando y descubriendo estas maravillas durante muchas décadas.
Después de un buen rato allí pensando en lo divino y en lo humano decidimos que ya es hora de bajar. Nos hemos flipado pero ahora nos quedan entre 1 y 2 horas de bajada. Cuando llegamos de nuevo a la base estoy con las piernas temblonas pero una sonrisa de oreja a oreja.
Comemos y el resto del día me muevo como en una nube. De vuelta en Paro, visitamos el templo de Kychi Lhakhang.
Cuenta la leyenda que Songtsen Gambo tuvo que enfrentarse a una enorme ogra que pretendía impedir la expansión del budismo por todo el territorio que ahora es Tíbet, Nepal, Bhután y norte de la India. Para vencerla, Songtsen Gambo decidió levantar en un día 180 templos en lugares estratégicos. Dibujó a la ogra como una mancha enorme sobre un mapa que comprendía estos territorios y eligió el punto clave para edificar cada uno de esos templos en cada una de las 180 articulaciones del cuerpo del monstruo.
Escuchando esta historia mientras estamos en la puerta de entrada al templo me doy cuenta de que es la última tarde en Bhután y de que el viaje está a punto de acabarse. Mañana temprano nos despedimos de este estupendo país, cogemos otro avión a Nepal para pasar el último día y en dos días más estaremos de vuelta en Madrid. Pero todavía me quedarán un par de historias que contar en el día 16 ;-)
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 14 - EL VALLE DE PARO EN BHUTÁN, UN ENCUENTRO CON LA FELICIDAD EN EL CORAZÓN DE LA TIERRA DEL DRAGÓN DEL TRUENO > Una stupa en honor al tercer rey Comenzamos el día rematando un par de visitas en Timpu, la capital de Bhután. Empezamos por el Timpu Chorten, una stupa construida en 1974 como homenaje al tercer rey de Bhután Jigme Dorji Wangchuk (abuelo del actual) que murió con poco más de 40 años. Este rey es considerado el padre del Bhután actual porque fue quien inició las primeras reformas que hacen hoy despuntar al país como uno de los más felices del mundo. Por eso no es de extrañar que el obligatorio guía que nos acompañe pase para mi gusto demasiado tiempo explicándonos cosas relacionadas con todas las obras que aquel rey al que esta construcción honra hizo por el país. A mi no me emociona demasiado. Sin quitarle mérito, pero me parece una stupa sin más donde la población se reúne para orar. Quizás es que tuve la suerte el año pasado de ver tantas stupas flipantes en Bagán (Myanmar) que he perdido la capacidad de sorpresa. O quizás también es que estoy tan impaciente por salir de la ciudad y ver la naturaleza de Bhután que me parece estar aquí perdiendo el tiempo. Sea como sea, me alejo un poco del grupo y del discurso del guía y aprovecho este rato para posarme en una esquina, observar a la gente orando alrededor del templo y hacer fotos en la esquina donde muchos ancianos giran los enormes rodillos de oración de la entrada. > Un Buda gigante de 51 metros de altura en lo alto de una colina Subimos hasta el mirador Kuenselphodrang que se veía a lo lejos desde cualquier punto de la ciudad y que está presidido por una estatua de Buda Dordenma en bronce de 51.5 metros de altura. Esta gigantesca estatua se coloca en el centro de un enorme edificio de tres pisos con varias capillas y su interior está lleno de 125.000 estatuas más pequeñas de Buda. Impresiona llegar hasta aquí y ver semejante brutalidad de estatua. Un Buda sentado, cruzado de piernas, encima de una sala de meditación también dorada. Un complejo levantado en la cabecera del río Chu que costó casi 100 millones de dólares cuando empezó a construir en 2015 para honrar el 60 cumpleaños de Jigme Singye Wangchuck, el cuarto rey de Bután, y que todavía no se ha terminado. Quizás cuando terminen las obras a final de año y el lugar pueda llenarse de monjes que aporten espiritualidad a este lugar y le den una utilidad adquiera encanto. Mi sensación ahora mismo es que se trata de una enorme estatua que impresiona pero que no te aporta más que vacío cuando ya has pasado más de 5 minutos en el lugar. > El valle de Paro, el corazón de la tierra del dragón del trueno El nombre local del país, Druk Yul, significa “la tierra del dragón del trueno”, debido a que en las creencias locales, los truenos son el sonido de dragones rugientes. Bután es un reino perdido en el Himalaya y en el tiempo, las costumbres se conservan intactas y como en ningún otro lugar del Himalaya el budismo impregna la vida. En el valle de Paro uno se encuentra con las imágenes que hacen que a este país lo conozcan como la joya del Himalaya. Los arrozales, las granjas dispersas en bancales, las aldeas en mitad de praderas y los monasterios fortificados que inundan sus valles son una de las imágenes que se lleva grabadas en la mente cualquier viajero que visita Paro. Recorrer las muy cerradas curvas en este terreno montañoso encantado es emocionante. Llegamos a Paro en coche entre empinadas laderas y de fondo nos recibe la hermosa torre central del Rinpung Dzong que atrae la vista del visitante como un faro desde su construcción en 1646. El puente voladizo que conecta la fortaleza con la ciudad hace el paisaje todavía más increíble y paramos un buen rato a hacer fotos. Por si no tuviéramos suficiente con la belleza del sitio en el que está enclavado este monasterio fortificado, Bhután nos regala algo más. Cuando accedemos al interior del Rinpung Dzong nos damos cuenta de que algo pasa. En el patio central nos encontramos decenas de personas muy elegantemente vestidas y monjes con llamativas túnicas y adornos. De fondo, se escucha el sonido de oraciones más fuerte de lo normal e instrumentos cuyo sonido nos empieza a llegar cada vez más fuerte. De repente, de una capilla a nuestra derecha, empiezan a salir monjes en procesión, instrumentos y gentes vestidas con trajes muy vistosos. Hemos tenido la suerte de presenciar una especie de rito que los monjes llevan a cabo puntualmente con el que simulan que atrapan a un malvado espíritu y lo expulsan del monasterio con música y danzas. Nos quedamos en silencio, embobados y disfrutando del colorido de este inusual espectáculo. > Shangri-La existe Dicen que este valle es lo más parecido a Shangri-La. Shangri-La era hasta ahora para mi un lugar ficticio. Un mítico monasterio budista perdido en la cordillera del Himalaya -reducto de sabiduría y felicidad en el que sus moradores no envejecían- creado por el escritor británico James Hilton en 1933 en su novela Horizontes perdidos. La película de Frank Capra de 1937 basada en la novela de Hilton terminó de popularizar el mito. Pero ahora creo que puedo decir que Shangri-La existe en Bhután, en la fortaleza Rinpung y sus alrededores del valle.
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 13 - EL PRIMER CONTACTO CON EL REINO DE BHUTÁN, UN PAÍS CONOCIDO COMO LA JOYA DEL HIMALAYA Confieso que no conocía ni siquiera la existencia de este país hace un año cuando empecé a leer sobre Tíbet y Nepal. Bhután es una preciosa joya escondida en un rincón perdido del Himalaya, tocando con Tíbet, Nepal e India y menos de 800.000 habitantes. El día 13 del viaje lo arrancamos conmigo un nuevo madrugón para volver al aeropuerto. Quinto vuelo en menos de dos semanas de ruta para aterrizar en un país que bien podría ser una especia de Suiza en mitad de Asia. > Aterrizar en uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo Si te da por googlear un poco sobre este país, una de las primeras cosas que descubres es que la única forma rápida de llegar es aterrizar en el aeropuerto internacional de Paro, famoso por ser uno de los más peligrosos del mundo. Sólo hay 12 pilotos autorizados a hacer esta ruta por su extrema complejidad y son expilotos militares con muchas horas de avión a sus espaldas. Más que con el miedo, prefiero quedarme con la vista. Aquí los aviones no aterrizan, se encestan entre montañas. La llegada es ajetreada y el estómago da un par de vuelos cuando el avión empieza a zigzaguear entre los picos orientales de la cordillera justo en el último tramo del viaje. Peligroso o no, la ventanilla del avión se convierte durante unos minutos en un balcón privilegiado con vistas al Himalaya y eso compensa el resto. > Lo caro que es entrar y el proteccionismo de un país todavía aislado como forma de preservar su identidad Las peculiaridades de Bután comienzan incluso antes de poner un pie en el país: en cuanto se recuerda que sus fronteras no se abrieron al turismo internacional hasta 1975 es posible hacerse una idea de la fuerte permanencia que han tenido a lo largo de los años sus costumbres y tradiciones. Bhután tiene una política de turismo todavía más extrema que la de Tíbet, aunque por razones diferentes. A Bhután tampoco está permitido venir por tu cuenta. Es obligatorio contratar una agencia y guía local y te tocará pagar el precio estándar de 250$ por día. Nada de mochileros ni viajeros por su cuenta. Toca pagar agencia, pactar la ruta y disponerte a disfrutar de un país en el que entran menos de 60.000 turistas al año. ¿El motivo de tanta restricción? El gobierno de Bhután argumenta que quieren apostar por un turismo moderado y responsable que impacte mínimamente en la esencia de este país. Estas políticas son un manera de preservar su cultura, su naturaleza y su forma de vida. Además de este motivo, mi sensación es que también quieren evitar a toda costa los conflictos de frontera con China o los debates sobre la apertura con este país con el que tienen una relación prácticamente inexistente. Si te paras a pensar que Tíbet fue invadido por China en cuanto abrieron mínimamente sus fronteras a población extranjera (había sido durante siglos un país remoto y sumamente aislado), no es extraño que Bhután quiera evitar a toda costa cualquier posibilidad remota de que le suceda lo mismo. > Un país sin semáforos y donde está prohibido tocar el claxon En este país se flipa con el silencio, más aún si vienes de la caótica y ruidosa Kathmandú como era mi caso. En Bhután no hay semáforos y está prohibido tocar el claxon en todo el país. A pesar de eso, el tráfico es asombrosamente tranquilo. Logran tener una circulación muy ordenada gracias a que no existen calles de doble dirección; y en calles donde sólo hay un sentido, no necesitas semáforos que regulen los cruces. > El país donde el turista es probablemente el peor vestido Si piensas que en Bhután las familias visten sus trajes tradicionales sólo para ir a las fiestas, estás muy equivocado. Aquí el traje tradicional se sigue viendo por la calle todos los días. Llevarlo es obligatorio para toda la población durante la jornada laboral. No sólo los guías turísticos como reclamo, también los campesinos, los albañiles, los estudiantes, las amas de casa y cualquiera. No es raro ver a un grupo de hombres hablando en la calle todos con sus gho –una especie de bata hasta las rodillas–, o de mujeres con sus kira –un vestido largo hasta los tobillos–. Fuera de la jornada laboral, también existe un código de vestimenta por el que los butaneses deben vestir sus trajes tradicionales en zonas de visitas turísticas. Por ejemplo, para entrar a cualquier fortaleza o monasterio. Como turista, este tema te toca un poco las narices porque lo llevan hasta el extremo. No es que no puedas entrar a una fortaleza con pantalón corto o tirantes (algo bastante común en países budistas), es que te exigen ir relativamente elegante vestido. Nada de camisetas sin cuello y manga corta. Camisa para los hombres y un pañuelo que te tape hombros y brazos para las mujeres. > Medir por ley la riqueza en términos de felicidad y no de Producto Interior Bruto Este país no mide su riqueza a través del Producto Interior Bruto (PIB), sino que utiliza el FIB (Felicidad Interna Bruta) desde que el monarca Jigme Singye Wangchuck así lo estableció en 1972. Con ese indicador se tienen en cuenta desde conceptos como la calidad de vida hasta las presiones psicológicas a las que pueden estar sometidos los ciudadanos. La felicidad es una prioridad absoluta para los reyes de Buthán e, incluso, su Constitución la posiciona en el primer artículo de su texto: “Solemnemente juramos fortalecer la soberanía de Bután, asegurar la bendición de la libertad, garantizar la tranquilidad y realzar la unidad, felicidad y bienestar del pueblo eternamente”. > La prohibición del tabaco, las bolsas de plástico y la protección del medio ambiente Bhután no sólo protege su patrimonio cultural, también hace lo mismo con su patrimonio natural. Sacrifican el enriquecimiento en pos de mantener las tradiciones y la naturaleza (todo muy acorde también con la filosofía budista, claro). En 1999 se prohibieron las bolsas de plástico y fumar tabaco es directamente ilegal. Su Constitución recoge el respeto al medio ambiente como uno de sus puntos principales. Reglan, por ejemplo, cuántas hectáreas hay que mantener sin construir por cada vivienda que se edifica. Nos explicaron cómo durante un tiempo se exportaba madera, pero dado que cada vez se hacía más explotación de ello y se talaban más y más árboles, crearon leyes para impedirlo. El budismo prohibe matar animales así que los exportan vivos a India y los importan después que los indios los hayan sacrificados. El resultado es que tienen un ecosistema envidiable, con unos bosques y valles asombrosos y especies animales de todo tipo (incluso leopardos de las nieves) que están extinguiéndose en otras regiones, emigran a Buthán para sobrevivir. > Política y religión de la mano Buthán es una monarquía muy reciente, se formó a principios del siglo XX y el actual regente es el quinto de su linaje. De hecho, es también un Estado igual de reciente que nació precisamente con la coronación del primer rey de la actual dinastía, poniendo fin así a una larga época de guerras y conflictos. Sea por esto, sea porque su monarquía ha seguido una política de respeto a las tradiciones y al budismo combinada con aperturas al exterior en aspectos clave para la población (permitió voluntariamente la formación de un Gobierno Parlamentario en 2007), los butaneses adoran a su familia real. Es lo más normal del mundo encontrar fotos suyas colgadas en las paredes de tiendas, restaurantes, hoteles, casas… Y hablan de ellos con orgullo y confianza. Estado y religión van de la mano. Su bandera, mitad naranja mitad amarilla simboliza esa unión. Incluso en los edificios oficiales (los icónicos dzong) conviven las estancias del monasterio con las oficinas del Gobierno. El budismo es la religión única y está en la base de sus leyes y sus costumbres. Incluso figuras históricas, como el arquitecto que construyó los dzong en el siglo XXVII, se convierten en parte de su mitología budista y son venerados en forma de estatuas en los monasterios junto a las figuras de Buda u otras deidades. Para nosotros, europeos ateos que soñamos con un Estado laico de verdad, es realmente chocante y, de entrada, rechazamos un Estado confesional de este tipo. > Un país de paisajes asombrosos y rodeado de ocho miles Buthán es un país rodeado de ocho miles. Las montañas más altas de la tierra sirven de frontera natural a este pequeño reino haciendo que, mires hacia donde mires, siempre aparezca un pico elevado en el horizonte. Ríos de deshielo, puentes de madera, banderas de oración… y ni un sólo cartel de Coca-Cola, de McDonald’s o de concesionario de coches. Por eso decía al inicio que es una especie de Suiza en Asia, donde todo es verde, ordenado y pacífico. Tanto que al final del primer día casi me suena empalagoso y el orgullo que transmite nuestro guía por absolutamente todo me acaba resultando pretencioso y forzado. > Un precioso puente sobre el río en mitad de la nada Bhután nos tiene preparada la primera sorpresa en mitad de la carretera que une el aeropuerto de Paro con su capital: Timpu. Voy observando la carretera atenta, el río a un lado y el verde que lo inunda todo alrededor. De repente el coche se para en lo que me parece una curva cualquiera. Pero a los dos segundos giro la cabeza y entiendo por qué nos hemos detenido: tenemos a nuestra izquierda una preciosa imagen que se me queda grabada en la retina. Estamos en la cima de una pequeña colina. A nuestros pies corre el río y a la izquierda a más nivel que nosotros se ve el monasterio Tamchoe. La vista del valle es impresionante. Abajo, atravesando el río, un coqueto puente suspendido hace que este rincón sea una perfecta postal del país. Atravesamos el río, nos hacemos fotos, continuamos el camino hasta los pies del monasterio y nos quedamos embobados con el paisaje. Es pasar 2 minutos en este lugar y ya te enamoras de Bhután para toda la vida. > El primer vistazo a Timpu, la capital Dicen que Timpu está cambiando a pasos agigantados. Que donde hace un par de años no había apenas coches por las calles ahora hay tiendas de souvenirs, bares, clubs nocturnos y restaurantes. Es la primera vez que estoy por aquí por lo que no puedo comparar, pero sí puedo decir que se cuentan con pocas manos los establecimientos que nos encontramos para turistas. Con todo el ajetreo de avión y coche, hoy tenemos poco tiempo antes de irnos a dormir pero visitamos la primera de las numerosas fortalezas (dzong) tan características de este país: Trashi Chho Dzong. Estas antiguas fortalezas se construyeron en el siglo XVII para defenderse de las incursiones tibetanas, en una época en que la relación entre ambos países era de luchas casi continuas. Ahora son mitad oficinas reales y mitad edificios gubernamentales. Llegamos a la fortaleza cuando queda poco más de media hora para que anochezca. El sol se ha ido y la ausencia de rayos combinada con las primeras nubes que se van posando sobre el valle le dan un toque muy místico a este lugar. Al entrar, sorprende el enorme tamaño de los patios interiores y los edificios de esta asombrosa construcción a orillas del río Wang Chhu. Llegamos con tiempo de entrar a una enorme capilla donde decenas de monjes leen y estudian las escrituras de Buda en voz alta. En mitad de la sala, delante de las imágenes sagradas, se encuentran dos grandes tronos reales para el rey actual y su padre el rey emérito. En las paredes, las fotos de la familia real cobra la misma importancia que las fotos de líderes religiosos y altos lamas. De repente, un monje de más edad que los que estudian reclinados sobre el suelo, entra en la capilla dando fuertes golpes con un bastón en el suelo de madera. Es la señal para que los turistas salgamos. Llega el momento de la última oración del día y a nosotros nos toca irnos al hotel a descansar. Mañana nos espera un día intenso conociendo el valle de Paro.
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 12 - LOS PUEBLOS MEDIEVALES NEWARI DEL VALLE DE KATHMANDÚ, CIUDADES QUE SE DESTROZAN CADA MEDIO SIGLO, EL COLOR DE NEPAL Y TEMPLOS PARA OBSERVAR LA VIDA > El Valle de Kathmandú Muchos dicen que el valle de Kathmandú es el corazón de Nepal. Según una leyenda budista, este valle se creó sobre un lago sagrado que el dios Manjushrsi secó con su espada. Sea cierta la leyenda o no, el área sufre mucho con los terremotos que cada 80 años destrozan parte del país. En estos días observaremos la belleza a medias de una zona donde gran parte de los edificios reales y templos más emblemáticos desaparecieron con el temblor de 2015 y todavía están en proceso de reconstrucción. El valle está repleto de pequeños, medianos y grandes pueblos medievales donde se pueden observar algunos de los mejores templos hinduistas y budistas de todo el Himalaya. Conforme la población se ha ido asentando por aquí, el valle se ha convertido en una zona de negocios importante en el camino entre India y Tíbet. Al principio los misioneros llevaron el budismo a través del Himalaya hasta Tíbet; siglos después los tibetanos traían el budismo de vuelta a Nepal fusionando las creencias tántricas indias con la antigua religión tibetana Bön. Como resultado de toda esa mezcolanza ha surgido una apasionante cultura híbrida, donde lo hinduista y lo budista vertebran la vida nepalí. Históricamente el valle de Kathmandú ha sido el hogar de la etnia Newari, un pueblo de comerciantes y artesanos formado por indios, tibetanos y birmanos. La arquitectura, la cultura y muchas cosas de los pueblos que visitaremos serán una muestra perfecta de la forma de vida Newari en la actualidad. > Tres pueblos Newari en mitad Del Valle: Kirtipur, Kokhana y Bungamati Kirtipur Cinco kilometros al suroeste de Katmandú, la ciudad dormida de Kirtipur desprende una sensación de desvanecida grandeza debido a los impresionantes templos medievales que salpican esta pequeña ciudad de calles de arena. Cuando Prithvi Narayan Shah irrumpió en el valle en 1768, hizo una prioridad de la captura de la ciudad para proporcionar una base para sus aplastantes ataques contra los reinos Malla. La resistencia de Kirtipur era fuerte, pero finalmente, después de un amargo cerco, la ciudad fue tomada. Los habitantes pagaron un precio terrible por su valiente resistencia. El rey ordenó que la nariz y los labios se cortaran a cada habitante masculino de la ciudad, ahorrando solamente a los que podían tocar instrumentos de viento para su entretenimiento. Bungamati y Khokana Seis kilómetros al sur de Patan se encuentran los dos pueblos medievales de Bungamati y Khokana. Empezamos visitando Bungamati, famoso por el chili rojo y los patos que se pasean tranquilamente por sus calles esperando inocentemente a convertirse en el almuerzo de algún paisano. Llama la atención el colorido de las calles; el pueblo está cubierto por guirnaldas de chiles puestos en las fachadas de las casas para su secado. Desde ahí vamos caminando hasta Khokana. El camino es un triste. Esta gente vive en la semipobreza y las calles, plazas y templos siguen bastante destrozados por el terremoto a pesar de que ya han pasado 3 años del mismo. Nos cruzamos con artesanos que desde el interior de los talleres o en cualquier esquina trabajan la madera y vemos cómo algunas casas ya empiezan a lucir en las fachadas esas puertas y ventanas de madera labradas a mano, señal de que poco a poco estas aldeas irán recuperando la normalidad y la belleza. Terminamos el paseo llegando a un molino de aceite de mostaza, una actividad en la que están involucrados la mayoría de agricultores de esta zona y cuyos productos dan fama a esta zona del valle de Kathmandú. > El precioso Patan y las ciudades que se destrozan cada medio siglo Si hay algún sitio donde me duele especialmente en Nepal observar el destrozo que causó el terremoto de 2015 es la plaza real (Durbar Square) de Patan. Podría decir lo mismo de la plaza real de Kathmandú, pero ésta, al ser más pequeña y coqueta, hace que me llegue mejor esa sensación de pérdida. Patan sería el equivalente en España a la típica ciudad medieval pequeñita con un precioso casco histórico que dejaría boquiabierto al que pasase a visitarla. Numerosos palacios y templos se concentran en una enorme plaza que es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco y cuyo nombre en sánscrito es Lalitpur, la ciudad de la belleza. Es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura antigua de Newari. El palacio más viejo y más conocido por sus tres enormes patios principales es el Mul Chowk. Al oeste del complejo hay una docena de templos libres de varios tamaños y estilos. El Templo de Krishna, el Templo de Bhimsen, el Templo de Oro de Hiranya Varna Mahavira y Sundari Chowk marcan la excelencia arquitectónica de su época. El Sundari Chowk con el baño hundido de Tusha Hiti, contiene tallas de madera exquisita, piedra y escultura de metal. El problema es que de todos estos templos hoy sólo están en pie la mitad. Los demás están siendo reconstruidos desde el suelo o están intensamente apuntalados esperando a que les toque el turno de la reconstrucción. Da pena verse en mitad de semejante plaza y sólo poderte imaginar la belleza que debió tener en otra época. Pienso en lo duro que tiene que ser vivir en un país que asume que cada 80 años aproximadamente un terremoto va a destruir al menos la mitad de sus grandes edificios y casas. Quizás es algo que sólo los extraños sentimos y ellos lo tienen tan interiorizado que les resulta amargamente natural. Pero ver con ojos de turistas estas zonas históricas parcialmente destrozadas duele. > Los templos para observar la vida y el color de Nepal Quizás he hablado demasiado del caos, el olor y el ruido de Nepal y me he olvidado de lo más importante. Nepal es color, mucho color. Hombres con gorros tradicionales pero, sobre todo, mujeres que llenan las calles de preciosos tonos rojos, naranjas, amarillos, azules y verdes en cualquier esquina. Antes de terminar el día en Patan tenemos un rato libre y me pongo en una esquina de la plaza real a observar cómo vive esta gente. Es curioso que el mejor sitio para intuir un poco de cómo viven sea observar cómo se mueven y relacionan alrededor de sus templos. Aquí un templo no es sólo un lugar al que ir a rezar, son lugares de reunión y alterne. En el rato que paso allí, observo de todo en las escaleras de los templos o bajo las zonas techadas de las pagodas. Jóvenes que se hacen selfies, ancianos que conversan, hombres que se retan en juegos de mesa, adolescentes que observan a las chicas que pasan, niños que corretean, vendedores ambulantes que ofrecen globos o golosinas para los locales y baratijas para los turistas… Escuece un poco ver un Nepal en demasiados sitios tocado aún por el terremoto, pero hasta esto puede ser una suerte. Porque viajar y conocer un país no es únicamente contemplar su belleza con ojos de turista; conocer un país es acercarte hasta las zonas que están jodidas y pararte a pensar en ello. Ver la decadencia también forma parte del juego ;-)
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 11 - DE VUELTA EN KATMANDÚ LOS RITUALES DE CREMACIÓN EN PASHUPATINATH, EL BOFETÓN CULTURAL EN LA CARA Y UN TROZO DE TÍBET EN NEPAL El segundo día en Kathmandú fue un auténtico bofetón cultural en la cara con la palma de la mano abierta. Nepal es demasiado de todo. Demasiado ruido, demasiada humedad, demasiado calor, demasiado caos, demasiado tráfico, demasiado desorden, demasiado shock. Un país tan distinto y tan intenso que te emboba pero a la vez te satura. A veces cuando viajo intento imaginarme cómo sería si alguna vez viviese aquí. Nepal es el país en el que más he sentido que sería incapaz de vivir. Dos días aquí son emocionalmente tan distintos y tan intensos que te saturan la mente. Cuesta entender, cuesta aceptar, cuesta ver este país con los ojos de otro. De todos los sitios en los que he estado, creo que en ninguno había visto tanta suciedad, tanta locura, tanta miseria. Ni siquiera en el África que conocí en Kenia, Tanzania, Botsuana ni Zimbabue. > Las incineraciones y rituales funerarios en la zona de Pashupatinath El gran bofetón cultural del día fue al llegar a la zona de incineraciones de Pashupatinath junto al río sagrado Bagmati. Se muy poco o más bien nada de hinduísmo. Quizás he leído tanto de budismo y Tíbet y tan poco de hinduismo y Nepal que eso hace que me cueste entender todo mucho más. Bagmati es el gran río sagrado para los hinduistas en Nepal, un afluente que va a parar al Ganges, el río sagrado que vertebra gran parte de la cultura de India. Nada más bajar del autobús, el primer zas en la cara es el olor. Es un aroma mezcla de basura, agua sucia y las piras de madera que empiezan a arder a un lado del río con las que las familias incineran a sus muertos. Empezamos a caminar y me golpea ver a los hijos de un fallecido preparar la hoguera en la que dentro de unos minutos quemarán a algún ser querido. Un poco más adelante nos encontramos con un funeral que está empezando. Más de un centenar de familiares se agolpan en una enorme escalinata que baja hasta el río y colocan al fallecido envuelto en una tela blanca con los pies tocando el agua. Lo cubren con un pañuelo naranja, le ofrecen flores, lo perfuman y se preparan para despedirse de él con un ritual de cremación conocido como “malami”. Este proceso funerario se prolonga durante horas. Después del rito junto al fétido río, la familia traslada el cuerpo hasta una de las piras al otro lado del puente. Allí esperarán a que finalice la cremación. Estoy en shock. Es todo brutalmente usual para ellos pero brutalmente conmovedor para mi. En el espacio que cabe en una foto que encuadro con atención tengo a una familia despidiendo a su muerto junto a unos niños que se bañan en el río, un grupo de mujeres que conversa, un sacerdote que reparte bendiciones, gente que medita y decenas de vendedores que rodean a los turistas para sacarse algunas rupias. Después de eso, paseamos por el complejo de templos que forman el área de Pashupatinath, aunque no podemos entrar en ninguno porque están reservados a hinduistas. Aquí el terremoto de 2015 también hizo de las suyas y nos vamos cruzando con montañas de escombros y restos de lo que parece que debieron ser bonitas construcciones. Pasamos por la zona de cremaciones para miembros de la familia real. La última vez que se usaron fue en 2001 cuando tuvo lugar la masacre real en la que se cuenta que el hijo de los reyes asesinó a sus padres para heredar el trono y acabó suicidándose más tarde. Dicen que Pashupatinath es el equivalente nepalí de Varanasi en las orillas del Ganges. Me pregunto si algún día seré capaz de visitar India y entender toda esa cultura de deidades hinduistas. Y dándole al tarro con las diferencias culturales sobre las formas de entender y afrontar la vida y la muerte, vuelvo al autobús con una sensación muy rara y mal cuerpo. Nepal te knockea y eso es lo más maravilloso que te pueda dar un viaje, el regalo de conocer algo tan distinto a ti que te resulta imposible entenderlo. > La stupa gigante de Boudha, un trozo de Tíbet en Nepal Caminar por Kathmandú es toda una experiencia para el turista. Calles atestadas de coches, sonidos de bocinas que no callan, motos que se cuelan y atraviesan desde cualquier lado, calles llenas de agua y barro procedente de alcantarillas o vete a saber de dónde, coches, camiones y autobuses que se paran como quieren, que giran como quieren. Mires donde mires hay gente, coches y tanta polución por el tráfico que hace que te pique la garganta. La contaminación está al límite de lo soportable y es fácil entender por qué tanta gente se mueve con mascarilla. Nepal es una ciudad que se ordena en el desorden. Desde Pashupatinath hasta la stupa gigante de Boudha no camino más de 10 minutos y ya me saturo. Coches por todas partes, gente por todas partes, motos por todas partes, ruidos por todas partes. Sin embargo, es cruzar la puerta de acceso a Boudha y el ambiente cambia. De repente, estás en un pequeño barrio tibetano donde se respira calma, paz y silencio. Es un pequeño trocito de Tíbet en mitad de Kathmandú. Dicen que Boudha o Bodhnath es la stupa más grande de Asia. Cientos de peregrinos rodean cada día el templo haciendo el ritual de la kora bajo la mirada atenta de los ojos de Buda que están pintados en la base de la torre central. Aquí volvemos a ver a monjes, oler a incienso, encender velas y escuchar mantras y molinillos de oración. Esta stupa tiene también un importante significado histórico. Muchos de los tibetanos que se vieron obligados a huir de su país en 1959 con la invasión China y atravesaron todo el Himalaya hasta llegar a Nepal han hecho de éste su barrio. También muchos sherpas de la región de Everest se han establecido aquí. > El Barrio de Thamel y una salida nocturna En Kathmandú también se sale ;-) A última hora de la tarde llegamos a nuestro hotel en el barrio de Thamel, el más popular y turístico de la ciudad. Paseamos por las calles llenas de tiendas con productos típicos, bares y restaurantes. Logramos salir victoriosas de algunas tiendas tras practicar el pesado arte del regateo y demostrar que podemos ser casi tan listas negociando y comprando como los nepalíes. Oliendo a especias e incienso y compitiendo con los coches, motos y rickshaws llegamos a un restaurante a cenar. Al salir, decidimos acercarnos a un bar que nos han recomendado. Al atravesar la puerta descubrimos un local molón con música de rock en directo. Vamos a la barra y pedimos cerveza. Será la primera ronda pero no la última. La noche pasa entre sonrisas, risas y carcajadas. Cuando cierran el local, unos nos vamos a dormir y otros deciden continuar la ruta de bares. Para algunos mañana habrá resaca.
1 note · View note
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 10 - VOLVER DE LHASA A KATMANDÚ LA DESPEDIDA DE TÍBET, LA CENSURA, VER EL PICO DEL EVEREST DESDE EL CIELO EN EL AVIÓN DE VUELTA Y UN POCO DE HISTORIA > Mi Tíbet Hay muchos Tíbet. El que se queda en mi mente no es una ciudad, ni un gran templo ni tampoco una imponente estatua de Buda presidiendo alguna capilla de cualquier monasterio. El Tíbet que se queda en mi memoria es la imagen de un coche atravesando el altiplano Himalayo, en algún punto entre Shigatse y el Everest por la llamada carretera de la amistad (la que une Tíbet con Nepal desde Lhasa hasta Kathmandú), un paso por montañas elevadas cubiertas de una niebla densa que al despejarse deja ante los ojos un inhóspito paisaje de enormes montañas áridas y, un poco más adelante, tras atravesar un lago turquesa encajado entre algunas de esas escarpadas montañas, la llegada a un imponente glaciar que te recuerda que estás a 5000 metros de altitud, lo más cerca posible del cielo. Tíbet también es olor a incienso, a madera y a velas de manteca de yak derritiéndose en cualquier capilla de cualquier monasterio. Olores que amabas al principio y casi llegas a aborrecer al final. Son personas sonrientes y calmadas que entran con un profundo respeto en un templo y se postran ante las imágenes que encarnan los valores del budismo. Pero Tíbet también es duro. No es para un turista “señorito”. Muchas horas de carretera, absurdos controles policiales, hoteles incómodos, baños de inexistente limpieza y restaurantes cuyos menús ofrecen poco más que noodles, arroz, verduras y carne de yak. Me marcho de este país con un resumen muy personal: el Tíbet rural es auténtico y bellísimo; el Tíbet urbano es detestable, como recién salido de un verdadero “todo a cien”. > La censura Una de las cosas que más me ha llamado la atención estos días es la censura China sobre Tíbet. Teníamos conexión a internet pero no funcionaba nada. Email, redes sociales, whatsapp... todo capado. Nadie habla de acontecimientos políticos recientes, ni siquiera teniendo un guía tibetano como ha sido nuestro caso. Todo se reduce a hablar de budismo y temas de historia antigüa y únicamente se atreven a hablar muy de vez en cuando con ironía de la “liberación” China de Tíbet con la Revolución Cultural. Incluso para los turistas hay una enorme vigilancia. Ya no sólo por la obligación de viajar con un guía y ceñirte a un recorrido concreto previamente autorizado; ni siquiera por los frecuentes puntos de control policiales que usan para verificar que no te has salido de tu ruta ni por las cámaras a la entrada de las poblaciones que van fotografiando matrículas. Es que hasta en el autobús llevábamos 4 cámaras que iban grabando todo. > Una historia reciente un tanto vergonzosa La historia reciente de Tíbet es realmente vergonzosa. Leer novelas como “Las montañas de Buda” de Javier Moro o “En las montañas de Tíbet” de Yangzom Brauen es un disparo a nuestras conciencias. En el invierno de 1959, cuando la invasión China ya era total, muchos tibetanos tuvieron que huir de su país para salvar la vida. Mao Tse Tung había decidido que Tíbet era suyo y la comunidad internacional miró para otro lado y no hizo absolutamente nada para evitar una ocupación tan bestia de un territorio. Muchos huyeron y atravesaron las heladas montañas para refugiarse en India. El Dalai Lama tuvo que exiliarse y aún sigue en este país vecino. Tiene prohibido volver a Tíbet. Los que se quedaron fueron detenidos, torturados y encarcelados de manera sistemática, ya fuesen agricultores, monjes o nobles. Los chinos los despojaron de sus casas, destruyeron sus templos y saquearon sus monasterios. No dejaron más que escombros a su paso. Eso fue la “Revolución cultural”. China no liberó a los tibetanos de nada. Empezó a reeducarles y a aplastar sus tradiciones, algo que todavía sigue haciendo llenando cada vez más esta tierra con chinos que vienen de otros rincones atraídos por los beneficios que les ofrecen por ocupar las ciudades tibetanas. 70 años después el país aún sufre una ocupación China que ya no parece tener vuelta atrás. La invasión demográfica es cada día más catastrófica para Tíbet. Hordas de chinos inmigran al país de las nieves siguiendo las consignas del partido comunista. Para que olviden los prejuicios de que Tíbet es un desierto helado, les ofrecen jugosos incentivos: tres veces el salario que ganan en China, créditos sin interés, abundantes permisos y vacaciones... La comunidad internacional en realidad nunca ha hecho nada y es indignante ver que esto sucede en un país que sólo se entiende desde la óptica del budismo, una filosofía de paz. El Dalai Lama pidió ayuda ante Naciones Unidas pero eran los tiempos de la guerra fría y nadie quiso apadrinar la causa de aquel país perdido entre el cielo y la tierra. Me temo que el Tíbet de verdad acabará desapareciendo antes de lo que pensamos. Así que si os interesa, id a visitarlo cuanto antes. > Un regalo: ver el Everest asomando por encima de las nubes El día que visitamos el campamento base el Everest nos recibió con tanta niebla que no pudimos ver su cima. Pero antes de marcharnos del todo Tíbet nos tenía preparada una última sorpresa. En el avión de vuelta de Lhasa a Katmandhú, con un precioso cielo despejado, vimos la cima de esta montaña gigantesca junto con otros picos del Himalaya asomar por encima de las nubes. Aún estando a miles de metros de altura la imagen es imponente. Sin duda, la despedida del país de las nieves no podría haber sido mejor.
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 9 - SAKYA – LHASA ÚLTIMO DÍA POR EL HIMALAYA. EL ENCANTO DE LO SENCILLO, EL MONASTERIO DE SAKYA, LAS MOÑIGAS DE YAK COMO SÍMBOLO DE RIQUEZA Y LA VUELTA A LHASA PARA SEGUIR LA AVENTURA EN NEPAL Distancia recorrida: 430 Km. Tiempo estimado en carretera: 7 horas. Altitud: 3,600 mt Éste es nuestro último día por estas tierras remotas. Hoy nos toca de nuevo un día de camino para volver a Lhasa y pasar la última tarde en esta ciudad sagrada. Mañana temprano volamos de vuelta a Nepal para pasar unos días conociendo El Valle de Kathmandú antes de irnos a Bután. > El encanto de lo pequeño, lo sencillo y lo remoto Ayer llegamos cansados de muchas horas de autobús pero sin duda los paisajes merecieron la pena. Llegamos a Sakya rodeados de montañas, sorteando caminos llenos de barro e incluso atravesando un río en varias ocasiones (unas veces por ajustados puentes que dejaban las ruedas a escasos 5 centímetros del bordo, otras directamente por encima del agua). Sakya es uno de los rincones que más me ha gustado de este país. Posiblemente por una combinación de muchas cosas: está metido en un precioso valle en el altiplano y encajado entre montañas, es sencillo, apenas hay turistas y guarda todo el sabor tradicional y el encanto de lo pequeño que me enamora en casi todos los viajes. > El monasterio Sakyapa, la biblioteca de Tíbet Nada más terminar de desayunar y antes de poner rumbo a Lhasa, visitamos el monasterio Sakyapa, construído en el año 1073 y conocido como “la biblioteca de Tíbet”. Éste es uno de los monasterios más emblemáticos del país. En realidad, el monasterio de Sakya son dos. El que se encuentra al norte de la población y más alejado del centro está reducido a ruinas gracias a la destrucción China de la revolución cultural. El que está al otro lado Del Río, y que es el que visitamos, colorea el centro de la ciudad con sus enormes muros teñidos de rojo y gris. En realidad se construyó con aspecto de fortaleza. Tiene torres de vigilancia y metros de unos 16 metros de altura protegen los patios interiores y los principales templos. Si lo visitas rápido, te parecerá un monasterio tibetano más: capillas levemente iluminadas, el siempre presente olor a la manteca quemándose en las velas y un sinfín de estatuas representando a Budas, reyes tibetanos y altos lamas. Sin embargo, guarda en una estancia interior escondida tras las enormes imágenes de buda de la capilla principal la más completa biblioteca del budismo tibetano: una sala con estanterías hasta el techo donde están guardados los libros completos con todas las enseñanzas de Buda. Es el único lugar del país donde está la colección completa de libros con las enseñanzas más puras del budismo, en el resto de monasterios y universidades sólo tienen colecciones parciales. > Las moñigas de yak como símbolo de riqueza Me voy de Sakya con la sensación de que es una de las zonas más auténticas de este rincón del mundo. A diferencia de en el resto de sitios en Tíbet, aquí las casas tradicionales tienen todos los muros exteriores pintados con cenizas de color gris con rayas verticales blancas y rojas. Estos colores representan la Trinidad de los Bodhisattvas y son una de las marcas de identidad de la región de Sakya, conocida por los tibetanos como la “tierra pálida”. Es curioso ver encima de los muros de las casa escrupulosamente apiladas cientos de moñigas de yak. Las ubican perfectamente ordenadas en los tejados para que se vean bien desde el exterior y son un símbolo de riqueza. Antiguamente si ibas a casa de alguien con buena posición social era tradicional que te ofreciesen llevarte moñiga de yak como regalo, un apreciado combustible natural. > Volver a Lhasa siguiendo el río Yarlungdzangbo y pensar en la belleza de lo rural frente al horror de lo urbano Terminamos de visitar Sakya temprano y volvemos a subir al autobús. Nos quedan como 8 horas de camino hasta Lhasa remontando el río Yarlungdzangbo. Durante todo ese tiempo voy observando el precioso paisaje del Tíbet rural. Pequeños poblados que salpican de casas tradicionales enormes valles en las alturas, infinitas plantaciones de cebada y mostaza bajo un cielo azul como pocos, rebaños de ovejas y yaks y niños y mayores haciendo todo y nada en las calles. Éste es el Tíbet que me guardo en la memoria. Prefiero olvidar el Tíbet que está construyendo China y que por desgracia da la sensación de estar expandiéndose a la velocidad de la luz. Obras por todas partes, construcciones nuevas sin personalidad ninguna llenando las nuevas ciudades y pequeñas poblaciones con una estética China horrorosa. Ése es un Tíbet impostado, preparado para atraer a chinos de otras zonas y así acabar de aplastar la cultura tibetana. Tíbet se acabará llenando de chinos y supongo que perderá gran parte de su esencia. Imagino que es el precio que tendrán que pagar por la modernización si todos siguen mirando hacia otro lado cuando los tibetanos piden ser una autonomía dentro de China que les permita preservar sus tradiciones y valores culturales.
0 notes
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 8 - XEGAR – CAMPAMENTO BASE EVEREST (5.200 mt) - SAKYA VER EL TECHO DEL MUNDO COMO LO HACEN LAS ÁGUILAS, PISAR EL CAMPAMENTO BASE DEL EVEREST, LA VISITA A LA CUEVA DEL GURÚ RIMPOCHE Y UNA PÁJARA POR LA ALTURA CON FINAL FELIZ Distancia recorrida: 360 Km. Tiempo estimado en carretera: 9 horas. Altitud: 3,836 mt Nos levantamos a las 5:30 en Xegar, mucho antes de que amanezca. Estamos a mucha altura y solo del “esfuerzo” de la ducha tengo las pulsaciones a 156. A ver qué tal se porta conmigo esta vez el mal de altura, porque la primera experiencia en Perú no fue muy molona. > Unas horas en el techo de la morada de las nieves viendo el mundo como lo hacen las águilas Salimos a las 7. A pesar de estar solo a 110 kilómetros del campamento base del Everest, tardaremos unas 3 horas en llegar hasta Ronbuk, último núcleo habitado en las cercanías del Everest. Poco a poco vamos subiendo por las carreteras que serpentean en lo más alto de las montañas. El sol empieza a salir y la niebla que lo cubría todo va levantándose poco a poco. El paisaje ha cambiado un poco. El verde deja de estar presente y ahora estamos rodeados de montañas pedregosas donde, por la altura, apenas hay vegetación. (Hablar de los entierros celestes por lo pedregoso del terreno). Tenemos dos horas de camino por este camino así que Elena se apodera de mi móvil, compartimos auriculares y dejamos que la música nos ayude a disfrutar de la experiencia de ir de camino al pico más alto de la tierra. > El campamento base del Everest Finalmente llegamos a Ronbuk, una explanada con tiendas de semi nómadas que hacen las veces de hoteles y restaurantes. Desde aquí, en un autobús (el único que tiene permiso para circular), nos acercamos hasta el mirador del campamento base, un camino de unos tres kilómetros. El campamento base es una explanada pedregosa con unas 50 tiendas a los pies del Everest y una espectacular panorámica del Himalaya. Desde aquí muchos preparan la dura ascensión al techo del mundo por la cara norte, en expediciones que suelen ser de abril a septiembre. > El nombre y la primera escalada El nombre en tibetano de Everest es Qomolangma, que puede ser interpretado como “Madre sagrada del universo” o más literalmente pero menos poéticamente como “Princesa vaca”. Los nepalíes inicialmente lo llamaron Deodhunga. En 1856, Andrew Waugh, oficial del imperio británico en la India, revela que el pico número 15 de las montañas del Himalaya es el más alto del mundo y propone llamarlo “Monte Everest” en honor a su predecesor Sir George Everest. Después de varias disputas con el nombre, en 1865 la Real Sociedad de Geografía lo declara oficialmente Everest y así queda bautizado hasta hoy. El 28 de mayo de 1953, Hillary y Norgay establecen el primer campamento a 8370 metros de altitud. A la mañana siguiente y después de cinco horas de subida, alcanzaron la cima y plantaron la bandera británica en el punto más alto de la tierra. Desde aquella primera escalada, más de 4400 personas han llegado hasta la cima del Everest, aunque casi 250 se quedaron a mitad de camino. > Sensaciones Estoy muy contenta. Por fin estoy pisando el centro de las montañas de Buda. Paseamos largo rato y hacemos fotos mientras cruzamos los dedos para que las nubes que tapan al fondo el Everest desaparezcan y nos dejen ver el imponente pico. Mientras tanto, sólo poder mirar a un horizonte blanco y verte rodeado de gigantescas montañas nevadas sabiendo que estás en el puñetero techo del mundo es fascinante. Llueve un poco. Hace frío. Me subo bien la cremallera del abrigo y me pongo los guantes. Busco una roca desde donde por ahora sólo puedo ver la base del Everest. Y con el viento dándome en la cara pienso en lo afortunada que soy por poder estar aquí y aprieto bien fuerte los ojos para que esta imagen se quede en mi retina por los siglos de los siglos. Por ahora las nubes no se marchan y empezamos a dudar de si tendremos la suerte de ver la cima de este gigante. Tiene pinta de que será complicado. Mientras tanto y sin perder la esperanza, nos acercamos a visitar el monasterio del Guru Rimpoche. > Rong Chon, la cueva del Guru Rimpoche Sin duda, este pequeño rincón de casas asentado sobre la cueva donde el Gurú Rimpoche se retiraba a meditar es el lugar de oración más alto de Tíbet y supongo que también del mundo. Desde aquí, las vistas a los picos más altos del Himalaya son impresionantes. Después de bajar a la cueva a través de (literalmente) un agujero en el suelo, visitamos las pequeñas viviendas medio ruinosas que la rodean donde todavía viven algunas monjas. > Una pájara al bajar con final feliz Después de esperar casi 3 horas, el cielo decide no abrir y las nubes nos siguen dejando ver únicamente la base de la parte más alta del Everest. Tenemos que marcharnos porque nos quedan unas 7 horas de autobús hasta donde dormiremos esta noche, así que no podremos ver el pico. Bajamos todos un poco decepcionados pero con la suerte de haber estado casi tocando el cielo viendo el Himalaya como sólo lo ven las águilas. Dicen que en todos los destinos tienes que dejar algo por ver para volver. Supongo que el Everest quiere que volvamos en otra ocasión. Ya en el autobús, bajamos unos 3 kilómetros hasta un restaurante cercano para comer. Cuando todos se bajan, yo decido no hacerlo. Tengo un tremendo dolor de cabeza, como si alguien estuviera apretándome las sienes con todas sus fuerzas. Me duele el pecho y me cuesta mucho respirar. Mierda. Ya estamos como en Perú. Maravilloso Siroche o mal del altura. Lo bueno es que ya se que se pasa, pero me desespero. Por suerte, en una hora todos vuelven de comer y empezamos el camino de vuelta. Conforme bajamos, me voy sintiendo mejor y al final todo se pasa. Ya se sabe: bicho malo, nunca muere ;-) > El terreno pedregoso y los entierros celestes A tanta altura es fácil observar algo que nos han ido contando estos días. Tíbet tiene un suelo muy pedregoso que ha influido en una de sus tradiciones: cómo despiden a sus muertos. En un suelo con tantas piedras es casi imposible cavar tumbas para enterrarlos, así que idearon otra tradición mejor. Aunque la gente con menos recursos opta por la incineración, lo más tradicional es lo que llaman “entierros celestes”. Después de que la persona fallezca, la mantienen 3 días en casa. Durante ese tiempo, conservan el cuerpo posándolo sobre una base de arena empapada con agua hirviendo y varios monjes visitan la casa para rezar por el fallecido y guiar a su alma en el camino a reencarnarse en su siguiente vida. Pasados esos días, los sacerdotes deciden cuál es el momento idóneo para sacar el cuerpo de la casa familiar. En el día y la hora indicados, lo llevarán a una explanada en las montañas, descuartizarán el cuerpo y esperarán a que los cuervos y otros carroñeros lo devoren. Así el cuerpo del muerto, cuya alma ya va camino de su siguiente vida, estará para siempre en el cielo. > Los controles al entrar y salir de cada población En el camino de vuelta hasta Sakya, volvemos a tener que parar en varios controles policiales. Estos controles se han convertido en rutina desde que salimos de Lhasa. Como descubrí el primer día, en Tíbet no es posible viajar por tu cuenta. Tienes que contratar a un guía y conductor para moverte a cualquier sitio del país fuera de la capital. Pero no sólo eso. Ni siquiera puedes ir improvisando tu ruta. Antes de entrar y para que te concedan el visado, tienes que proporcionar un listado de todos los sitios que quieres visitar con las fechas. La función de ese listado es tenerte controlado en todo momento y que no te salgas a ver sitios para los que no estés autorizado. En cada pequeña población por la que pasamos nos pararon en un control policial. Miraban nuestro visado, comprobaban nuestros pasaportes y checkeaban que estábamos dentro de la ruta declarada. Además, es sorprendente cómo esta obsesión por el control les lleva a tener cámaras en las entradas y salidas de las ciudades medianas y grandes que fotografían cada coche incluso en lugares en los que ni siquiera existe más de un semáforo. Después de muchos kilómetros en el cuerpo y carreteras complicadas, llegamos a Sakya prácticamente de noche. Agotados pero contentos. Muchos hemos cumplido el sueño de ver algunos de los paisajes más remotos y espectaculares del mundo.
1 note · View note
porlapuertatrasera · 6 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
DÍA 7 - SHIGATSE – XEGAR LA KORA EN EL MONASTERIO DE TASHILHUNPO, LOS ESTRICTOS CONTROLES DE CARRETERA Y LA FLIPADA DE ENTRAR EN EL PARQUE NACIONAL DEL EVEREST VIENDO OCHOMILES AL FONDO Distancia recorrida: 240 Km. Tiempo estimado en carretera: 7 - 8 horas. Altitud: 4,330 mt > Shigatse Empezamos el día en esta ciudad a 250 kilómetros de Lhasa, la segunda ciudad más importante del país y la capital cultural de la región de Tsang. Desde que los mongoles empiezan a respaldar a la escuela budista Gelugpa, Shigatse ha sido la sede del Panchen Lama, la segunda autoridad espiritual del budismo después del Dalai Lama, y uno de los centros administrativos. La ciudad está dividida en un minúsculo pero bellísimo barrio tibetano situado a los pies de la antigua fortaleza cuyo centro es el monasterio de Tashilhunpo y concurridas calles comerciales y avenidas que son el corazón de otra pequeña ciudad china en expansión. > La kora y el monasterio de Tashilhunpo Comenzamos el día visitando el corazón del barrio tibetano en el monasterio de Tashilhunpo. Este monasterio es una de las seis grandes instituciones de la escuela budista de Gelugpa, junto con Drepung, Sera y Ganden en Lhasa y Kumbun y Labrang en otras provincias. Fue fundado en 1447 por Genden Drup, un discípulo de Tsongkhapa. Este monasterio ha sido la sede de un importante linaje para el budismo: los Panchen Lama, grandes maestros y segundos líderes espirituales de Tïbet después del Dalai Lama. Aquí pasamos una hora realizando la kora al monasterio, circunvalándolo en el sentido de las agujas del reloj. Ésta es una práctica budista que se hace en los lugares sagrados y es un buen momento para observar desde arriba una vista panorámica de toda la ciudad. Tashilhunpo es uno de los pocos monasterios que no fue destruido durante los años de la revolución cultural, así que está muy bien conservado. Además, es uno de las instituciones religiosas más grandes activas en Tíbet. La enorme estatua dorada del Buda del futuro es la estatua de oro más grande del mundo. En otros edificios de color ocre cercanos coronados por cúpulas también de oro se encuentran las tumbas de los pasados Panchen Lama. > La historia de los Panchen Lama El Panchen Lama es la segunda autoridad en Tíbet, de quienes se dice que han guardado cierta rivalidad con los Dalai Lama. De hecho, los Panchen Lama dirigen el proceso de elección de cada nuevo Dalai Lama, y viceversa. Ser los segundos líderes espirituales del país pero carecer de importancia política les ha permitido no estar tan perseguidos después de la ocupación China. Sin embargo, caminan entre dos aguas entre su fidelidad al Dalai Lama y la presión que pone sobre ellos China para intentar influir en los mensajes que transmiten a la población tibetana. El noveno Panchen Lama (1883 - 1937) pasó sus últimos días en una celda china. Tras su muerte, las autoridades chinas forzaron a los tibetanos a elegir un nuevo Panchen Lama pro-chino. Inicialmente, el décimo Panchen Lama estuvo de parte del gobierno de Beijing pero cuando murió se había convertido en un héroe para Tíbet por la defensa de su pueblo. Este Panchen Lama tuvo un papel relevante en el levantamiento de Lhasa de 1959. Además, en septiembre de 1961 presentó a Mao un amplio informe de todas las atrocidades cometidas contra Tíbet y le pidió la libertad de su tierra. La respuesta que obtuvo de Mao fue una petición de denunciar al Dalai Lama por reaccionario y asumir el liderazgo espiritual del país, algo que rechazó de lleno. Posteriormente en 1964, con miles de tibetanos congregados en Lhasa, gritó a la multitud su creencia de que algún día Tíbet sería libre y el Dalai Lama volvería al Potala para ser el líder espiritual de todos. Después de aquello, China lo metió en una cárcel durante 14 años, donde sufrió las más crueles torturas. Se le acusaba de criticar a China, participar en orgías y participar en la organización de un ejército tibetano. Tras salir de prisión en 1978, el Panchen Lama no ha vuelto a hablar en contra de China pero ha mantenido su posición de defensor de la preservación de la cultura y tradiciones de Tíbet. Finalmente se casó con una doctora China (cuentan que obligado) y volvió a suelo tibetano para morir supuestamente de un ataque el corazón, aunque por aquí se habla de envenenamiento. La historia no acaba aquí. En 1995 el Dalai Lama identificó como la reencarnación del Panchen Lama a Gedhun Choekyi Nyima, un niño de 6 años de la región de Amdo. Sólo un mes después de aquello, el gobierno de Beijing lo recluyó en un lugar desconocido convirtiéndolo en el prisionero político más joven del mundo. Paralelamente, el gobierno Chino forzó a los lamas de Tashilhunpo a identificar a un nuevo Panchen Lama favorable a sus intereses. Obviamente el interés de China es controlar la educación y enseñanzas que difunde el segundo líder del budismo y poder influenciar cuando llegue el momento la identificación del próximo Dalai Lama. Mientras tanto, el Panchen Lama identificado por el Dalai Lama, ahora con más de 20 años, permanece bajo arresto domiciliario en algún lugar desconocido. > Los paisajes de las montañas de Buda y la entrada en el Parque Nacional del Everest Después de la visita, seguimos nuestro viaje por carretera. Hoy tendremos que cruzar dos pasos de montaña para entrar en el Parque Nacional del Everest, el primero Tsuo La (4.500 metros) desde donde disfrutamos del típico paisaje del altiplano, un gran horizonte de pequeños valles y un cielo azul como en pocos sitios. El segundo paso del día será el punto más alto de nuestro viaje, el paso de Gyatsola (5.248 metros), aquí entramos oficialmente en el Parque Nacional de Chomolungma, nombre que recibe el Everest en Tibetano. El paisaje durante todo el camino es espectacular. Las horas de autobús pesan menos cuando vas viendo estos maravillosos paisajes al otro lado de la ventanilla. Aquí sí los ojos me brillan e intento recordarlo todo y grabar bien estas imágenes en mi retina, como hago siempre cuando viajo y piso lugares que me emocionan. Pasos de montaña. Llanuras rocosas en las alturas. Tímidos riachuelos que bajan de las cimas abriendo grietas en las laderas. Agua que corre con sorprendente fuerza por ríos a uno y otro lado de la carretera. Preciosas casas tibetanas en las aldeas a los pies de montañas decoradas con coloridas banderas de oración. Y de repente un paso elevado que deja picos nevados a la vista y profundos valles abajo coronados por nubes que van y vienen. Este paisaje no es comparable a ninguna otra cosa que haya visto, y eso que he tenido la suerte de ver enormes montañas como las de Suiza y profundos valles como los escoceses o los birmanos. Podría enseñaros mil fotos o mostraros mil vídeos y aún así sería imposible transmitiros lo que se siente siendo un punto minúsculo en mitad de estas gigantescas montañas. Me emociono al atravesar el arco de entrada y pisar el parque nacional del Everest. Veo los primeros ochomiles al fondo. Y me doy cuenta de que ahora sí he encontrado el Tíbet rural que yo esperaba. > Las aldeas, las casas, la gente Las casas tibetanas nos acompañan durante toda la ruta por la carretera de la amistad. Son casas construidas de adobe en dos plantas: la de abajo para los animales, la de arriba para la familia. El techo repleto de banderas de oración y en el centro la obligatoria bandera de China que debe ondear en todas las casas. Nos movemos por carreteras llenas de baches que serpentean por lo más alto de la montaña, que atraviesan pequeñas y viejas aldeas con preciosas casas tradicionales y gente que nos mira relativamente sorprendidos, que atraviesan montañas por donde baja el agua de las cumbres y por donde aparecen de vez en cuando pastores en las alturas guiando rebaños de ovejas, cabras y yaks. Después de un día intenso de emociones y a pesar la lluvia, los baches y las horas de carretera, llegamos a Xegar para pasar la noche. Esta pequeña población es una muestra más del acelerado crecimiento que China está impulsando en Tíbet. En mitad de la nada, entre aldeas tradicionales, Xegar es otro horroroso pueblo en construcción.
0 notes