Tumgik
#porque soy muy lenta corriendo XD
shinyelectracey · 2 years
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Bueno, hora de jugar a 'las escondidas sonrientes, con amiguitos 😈
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nickfraworld · 5 years
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El desafío.
@l-e-i-n-t-h yo soy tu secret santa! :D
Querida compatriota, te deseo lo mejor para este 2019! me disculpo por lo tarde que comparto mi regalo. La carga académica finalizó recién este viernes (y podría haber seguido hasta este lunes pero por suerte me eximí de un examen xD wii) Deseo con todo mi corazón que mi regalo sea de tu gusto. Sé que te gusta mucho escribir y pensé que sería bonito entregarte algo escrito también :) Fue todo un desafío salir de mi zona segura (los dibujos) jeje pero aquí está. 
Advertencia: Es un escrito largo, puede tener personajes un tanto ooc y eso. Ojalá que esto pueda crear una versión de cierto personaje para ti que no odies :3 <3</p>
Se acercaba una fecha realmente crucial para la diosa. Era momento de defender con todas sus fuerzas, cosmos y voluntad a aquella ciudad que estaba bajo su protección. Toda la tierra estaba bajo su protección. Sin embargo, el peligro en esta oportunidad se concentraba específicamente sobre Atenas, emblema de la deidad. Cada cierto tiempo, todos los dioses que tuvieran bajo su protección a alguna ciudad debían enfrentarse personalmente en una competencia -ya fuese combate cuerpo a cuerpo, o habilidad con algún arma- contra la Diosa de la destrucción de ciudades, Enyo. Aquellos que perdían, se veían obligados a renunciar a la protección que brindaban, y debían mirar cómo ella llevaba a cabo lo que mejor sabía hacer, derramar sangre y derribar la ciudad junto a sus Makhai. Era una prueba de fuego para los dioses, para probarse a sí mismos y a su propia divinidad, y por lo mismo, ninguno podía renunciar a dicho enfrentamiento. Se había consolidado como tradición.
El día anterior había sido demasiado tenso. Todos los dioses se habían reunido, listos para esperar el dictamen de aquella cuyo nombre significaba “Horror”. No era habitual tenerla en el resto de reuniones que se realizaban, pues no eran de su interés. Para alguien sedienta de sangre y que amaba el calor del combate, la diplomacia era una verdadera pérdida de tiempo, y los buenos modales nada más que una hipocresía. Para ella, el único interés era sentir el aroma y calidez de la sangre fresca sobre sus armas y su cuerpo. Por fin, tras un remolino escarlata, apareció.
Atenea pudo volver a conocerla en persona entonces: Ojos intensamente rojos y mirada fría, cabello corto y del mismo color furioso que sus irises, piel bronceada y llena de marcas negras que creaban diversos patrones sobre su piel. Sobre su cuerpo una pechera muy bien elaborada, mas un cinturón donde colgaban espadas, una a cada lado. Cuchillas en sus muslos, protecciones en sus piernas, y más armas en su espalda. Una verdadera diosa guerrera, un verdadero desafío.
Uno de los presentes quiso acortar la distancia abismal que podía sentirse entre ellos y la recién llegada, con un pobre intento.
-Enyo, bienveni…
-Corta ya con eso. No me interesa su absurda formalidad. Estoy hambrienta de caos. Veamos quién me cederá una ciudad esta vez.
Tras un muy pesado silencio, mientras la recién llegada miraba a todos los presentes, Enyo finalmente tomó su espada y apuntó a la dama de largos cabellos lila.
-Es tu turno, Atenea.
La aludida permaneció con un rostro sereno, dio un paso adelante y mantuvo postura firme. Como era la tradición, la diosa de la destrucción escogería también el tipo de enfrentamiento que se desarrollaría. La diosa de la sabiduría esperó paciente el detalle.
-Sin tu báculo con luz parpadeante, dudo que sepas hacer mucho más. Este es mi desafío: Tiro con arco. Escoge a uno de tus guerreros. Intentaré matarlo con 3 tiros. Si logras desviar mis tiros con tus flechas, tú ganas. Pero si una flecha logra derramar aunque sea una gota de su sangre, pierdes.
Ante la mención del peligro para alguno de sus amados caballeros, tanto la diosa como la mujer en su interior sintieron un inmenso temor. Necesitó de mucha fuerza de voluntad para no demostrar ningún tipo de debilidad o inseguridad ante todos los presentes, y en lo que fue menos de un segundo, pensó en sus opciones. Suplicar por la vida de ese caballero no era opción. Cuando toda una ciudad llena de vidas inocentes estaba en peligro, la diosa no podía apelar por clemencia a una sola persona. Ella debía ser capaz de protegerle a él y a todos. Tampoco era una opción pedir otro tipo de desafío, pues sería admitir la derrota de inmediato. Ella no era experta en tiro con arco, pero se perfeccionaría. Nadie pagaría por su inmadurez de nuevo. Saori Kido, reencarnación de Atenea, lucharía hasta el final. La diosa de la sabiduría no huiría.
-Acepto el desafío, Enyo.
La de ojos rojos le regaló una sonrisa burlesca.
-Tienes tres semanas. Y ahora ya no puedes usar tu carta de damisela en peligro… Ah, cómo gozaré con los gritos y el olor de la carne quemándose ese día.
-o-
-Mi señora, necesita comer algo. No tendrá suficiente energía si solo bebe su té.
Tatsumi. Como siempre muy atento y protector con ella.
-Por el momento no tengo hambre. Muchas gracias Tatsumi. Debo comenzar pronto a perfeccionar mis habilidades, de lo contrario, muchas vidas inocentes sufrirán.
-Pero mi señora, usted es la protectora de la tierra. ¿Acaso no puede simplemente ignorar ese descabellado desafío? No sería la primera vez que se enfrenta a otro dios para salvar a la humanidad. Y jamás ha perdido. Los caballeros siempre logran triunfar gracias a su ayuda. Y a la mía por supuesto. Nadie puede salir victorioso al enfrentarse al gran Tokumaru Tatsumi.
Una suave risa escapó por los labios de Saori. Es cierto, siempre ha tenido a fieles guerreros a su lado, y a Tatsumi. Pero esto era distinto.
-Esto es distinto de los eventos a los que te refieres, Tatsumi. Aquellas amenazas que regresaban cada cierta cantidad de siglos, eran por la codicia y ambición de dominio hegemónico de los dioses. Pero han quedado por fin en el pasado gracias al pacto de paz. Sin embargo, el desafío contra la diosa Enyo escapa de cualquier intento de tregua. Es una prueba para los propios dioses, para demostrar su valencia y poder para ser considerados como tales. Mi voluntad de ir contra dicha tradición solo reflejaría que no soy apta para ser el recipiente de Atenea, que no soy apta para velar por lo que está bajo mi amparo. Es lamentable para mí decirlo, pero en este desafío, las personas solo pagan porque su dios protector falla. Si ella pierde, no lastima a nadie.
La dama del vestido blanco respiró profundamente, y se levantó de su asiento.
-No puedo quedarme de brazos cruzados mientras el tiempo transcurre. Yo soy Atenea, y no fallaré. No tengo tiempo que perder. Dime, ¿Seiya regresó de su viaje a Japón?
Seiya había salvado su vida muchas veces en el pasado, y lo había hecho disparando una flecha. Era una poderosa opción para considerar como maestro.
-Por desgracia, aún no regresa. Tengo entendido que regresará en dos semanas, tal vez un poco más.  ¿Necesita que le contacte?
Seiya había salvado su vida disparando flechas. Pero esas flechas no pertenecían a Pegaso, sino a otra armadura que llegaba a dar vuelta la balanza a favor de la vida de Saori.
Sagitario.
Sonrió de nuevo, esta vez, más amplio.
-No. No te preocupes. Creo que es hora de visitar a un buen maestro, y volver a ver a un querido amigo.
-o-
-Eso es pequeña, ahora solo tienes que levantar un poco más este brazo y… ¿sucede algo?
La pequeña de cabellos castaños dejó caer al pasto su arco y flecha hechos a medida, apuntó con su índice hacia la figura que se aproximaba a donde estaban, y partió corriendo a toda velocidad a su encuentro.
-¡Tía Saoriiii!
Saori se arrodilló para quedar a la altura de la menor y recibió el impacto de la alegre carrera. Los tiernos brazos de Dione envolvieron cuanto cuerpo pudieron.
-¡Has crecido mucho desde la última vez que te vi, querida!
Aioros acortaba la distancia a una carrera mas lenta, con una gran sonrisa en su rostro. En lo que llegaba, Dione hablaba a una velocidad superior a cualquiera conocida por la humanidad. Cuando llegó por fin con ellas, tocó el hombro de su hija y habló con tranquilidad.
-Princesa, ¿por qué no vas a avisarle a mamá que la tia Saori llegó de visita? Tal vez podamos comer algo rico, jeje.
Con el brillo del entusiasmo en su inocente mirada, Dione soltó el abrazo y partió corriendo hacia la casa. Saori se puso de pie y cuando iba a hablar, Aioros entonces cambió su expresión a una mas seria y se arrodilló haciendo reverencia.
-Es un honor tenerla en mi humilde hogar, Diosa Atenea.
Cierto. Ella es la reencarnación de una deidad y sus caballeros mostrarían sus respetos primero. Pero por un momento que fuera, necesitaba dejar de lado esa relación asimétrica y tener un reencuentro más humano. Extendió su mano para ayudarle a levantarse.
-Por favor, Aioros. No es necesaria la reverencia. Menos en tu hogar.
El arquero levantó su mirada hacia la mano en espera de ser tomada. Accedió al contacto y luego de ponerse de pie -y superar por varios centímetros a la mujer- le entregó una expresión muy cálida. Cerraron la distancia con un afectuoso abrazo.
Cuando deshicieron el humano recibimiento, el mayor habló.
-Hace tiempo que no venías. Los asuntos diplomáticos te han tenido bastante ocupada, ¿no es así?
-Así es. Y lamento mucho que esta ocasión de reencuentro tenga un objetivo específico de fondo por mi parte.
-No pasa nada. Al menos sirve para volver a saber de ti fuera del santuario. Tanto protocolo genera demasiada distancia. ¿Qué necesitas?
Inevitablemente, la expresión de Saori mutó a una donde no había espacio para la tranquilidad.
-Vine porque necesito de tu ayuda, Aioros.
El castaño también se puso más serio, de nuevo.
-¿Es por el desafío de Enyo?
-¿Lo sabías?
Aioros respondió su pregunta con un intento de suavizar la tensión.
-Tatsumi ya perdió el entrenamiento, conservar información clasificada ya no es lo suyo. Creo que debería jubilarse o te podría meter en problemas. En realidad, no escuché mucho porque la señal durante el viaje no era buena. Alcancé a entender ese nombre y un par de medias palabras. Pero sé que si se menciona ese nombre, implica el desafío de los dioses. De algo me sirvió haber estado horas y horas sentado escuchando al patriarca. ¿Qué tal?
Saori guardó silencio unos segundos. Durante todo el viaje fue pensando en cómo explicar la situación de la mejor manera, y en un parpadeo, todo ya estaba más que claro. Jamás había dudado de la sabiduría de Aioros, simplemente al perderse en sus pensamientos, había pasado por alto la posibilidad de que ya supiera de qué se trataba todo. No por nada aquel hombre había sido escogido para ser el sucesor del patriarca.
-Así que es el turno de Atenea ahora, ¿no es así?.
La dama respiró profundamente y apretó sus puños, mirando al mayor con determinación.
-Exacto. Y necesito de tu ayuda para poder salir victoriosa. Necesito que el mejor arquero entre mis filas me entrene, y ese no es otro que tú, Aioros de Sagitario. ¿Cuento contigo?
El hombre entregó una amplia sonrisa a la mujer, orgulloso de la madurez que reflejaba; y luego el caballero respondió a la diosa. Su puño golpeó sobre su pecho. Expresión acorde al tipo de relación que ahora invocaba.
-Cuente con este fiel caballero, ahora y siempre. No le fallaré.
-Tampoco te fallaré.
Unos pasos aplastaban el pasto a lo lejos y hacían sonar el suelo con su rápida carrera. Dione regresó a ambos adultos y coronó el fin de su recorrido con brincos alegres.
-Mami dice que todo está listo y que ya pueden entrar.
-Espero que hayas traído todo lo necesario porque pasarás el próximo mes hospedándote con nosotros. Nada de ir volando todo el tiempo entre un lado y otro.
-Espero a Seika no le incomode. Puedo buscar otro lugar cercano para quedarme. Y de paso conversar con Tatsumi acerca de seguir planeando cosas sin mi consentimiento.
-Ya sabía que venías así que no habrá sorpresa con eso. Anda, vamos a comer. Luego me puedes hablar más de los detalles de lo que se le ocurrió a esa diosa demente.
-o-
El entrenamiento comenzaba bien temprano, cuando el sol recién comenzaba a bañar los verdes campos con su cálida luz.
-Muy bien. Para comenzar, necesito saber cuál es tu ojo director. Es importante saberlo porque en base a eso podremos partir usando un tipo de arco, diestro o zurdo. Si eres zurda de vista, deberás usar un arco para zurdo aunque no lo seas de mano, ¿entendido?
Aioros entonces recogió un papel con un orificio en su centro y se lo extendió a Saori.
-Sujétalo de los bordes y mantenlo extendido, deja tus brazos bien estirados, eso es. Ahora, mira por el orificio hacia esa botella que dejé puesta sobre la madera.
Saori iba obedeciendo cada instrucción al pie de la letra.
-Eso es. ¿La ves bien? Ahora, anda acercando el papel a tu rostro, despacio. Hacia tus ojos.
Después de realizar el ejercicio, el castaño tomó el papel y lo guardó doblado en su bolsillo.
-Ya está. Eres diestra. No será mucho problema entonces. Usarás un arco diestro y no tendremos que preocuparnos por fortalecer el otro brazo, porque usarás tu brazo dominante. Aprovecharemos la fuerza que tienes.
Ya estaba claro de antes que cualquier duda era bienvenida, así que no dejaría pasar la opción de preguntar todo lo necesario, aunque esto fuese recién el comienzo.
-¿Cómo supiste lo del ojo?
-Porque cuando te acercas el papel al rostro, para seguir mirando el objetivo, desvías el orificio más hacia uno de tus ojos. Es una forma fácil y efectiva de saberlo. Si lo hiciéramos más veces el resultado sería el mismo.
-Comprendo.
Aioros se apartó unos metros hacia donde había depositado varios arcos, entre recurvados clásicos tallados en una sola pieza, y otros ensamblados de distinto material. También habían muchas flechas. Tomó un arco y se aproximó a la joven mujer de nuevo. Ambos se sentaron en el pasto.
-Este es un arco recurvado clásico, y será el que aprenderás a usar. Dudo que Enyo use un arco más complejo. Esta es por excelencia la forma del arco en las historias míticas y desafíos divinos.
Dejó a Saori sentir su peso y textura, apreciarlo por algunos momentos, y luego, lo retiró de sus manos para poder presentarlo formalmente.
-Necesitas conectarte con esto desde el origen, así que te enseñaré el nombre de todas sus partes. También te enseñaré a ensamblarlo.
Pasaron varios minutos en los que el caballero dorado expuso cada una de las partes del arco, indicándolas y explicando detalles. Luego, fue mostrando paso a paso cómo armarlo y revisando que ella lo hiciera correctamente. Después de un par de horas transcurridas conectándose con lo inicial de la arquería, y varios intentos, Saori logró armar el arco paso a paso ella sola, de manera efectiva. En ningún momento se notó impaciencia en su rostro, sino mucha entrega para entender y realizar bien cada movimiento.
En un momento dado, le surgió otra duda.
-¿Existe mucha diferencia entre ese tallado y este?
-La verdad es que sí. Por lo general los tallados en madera y sin cobertura de refuerzo son más frágiles. La tensión de la cuerda puede deformarlos y la fuerza podría incluso romperlos. Este tiene una cobertura que lo hace irrompible y, si te fijas, hacia el final de las palas la punta tiene más curvatura. Eso ayuda a dar más velocidad al tiro.
-Velocidad es una de las cosas que mas necesito. Junto con precisión, desde luego.
-Así es. Velocidad y precisión es lo que más necesitas para ganar. Pero creo que ya tienes algo de lo segundo. Si no me equivoco, acabaste con Hades con puntería así que no estás tan atrás. Comenzaremos a practicar la postura, pero después de comer.
-o-
-Ya es hora de ir a entrenar, ¡arriba arriba!.
Saori abrió los párpados con pereza y se encogió en la cama que habían dispuesto para ella. Aunque no entró al espacio, bastó con el toque firme en la puerta de Aioros para despertarla, al ritmo del universal “ta tacata-ta, ta tá”. Se tomó un momento para acostumbrar la vista a la luz matutina que se colaba por las cortinas, y luego de bostezar, se sentó y estiró para acabar con el embrujo de la cómoda cama. Ropa cómoda para practicar, cola alta para evitar que sus largos cabellos interfirieran, cara bien lavada para eliminar lo último de sueño que quedaba, y manos a la obra.
La reencarnación de Atenea alcanzó a su maestro tan pronto como pudo y esperó a la primera instrucción, como sagradamente lo había hecho durante la primera semana que llevaba aprendiendo. Durante dicha semana, además de aprender a ensamblar correctamente y en buen tiempo el arco, habían practicado ejercicios de respiración, elongación y meditación para el control corporal y de pensamientos, algo totalmente favorecedor para estar en armonía antes de pasar a la práctica como tal, para vincularse con la arquería completamente. También, el mayor instruyó a la aprendiz sobre la velocidad del viento, indicando valores estimados para que luego lograra distinguirlos tras sentir la corriente impactando su piel. Lo último que habían practicado era el cálculo aproximado de la distancia de algún objeto, solo con la vista.
No era sorpresa que ella mejorara rápidamente sus habilidades. La constancia y el esfuerzo que ponía a la labor, sumado a su realidad de divinidad, permitían un progreso veloz. Algunas cosas requerían más ensayo, pero algo que Aioros podía rescatar era la paciencia y madurez con la que procedía, sin perder la calma o tener una baja de autoestima por no lograr alguno de los objetivos. Ya no veía a una jovencita aprendiendo a ser una diosa, sino a una mujer muy empoderada con su rol.  Con aquellas cosas ya dominadas en tiempo récord, era momento de dar el siguiente paso.
-Practicaremos tu postura y comenzaremos a disparar flechas.
Aioros, al lado de Saori y con arco en mano, posicionó sus pies paralelamente, a una distancia adecuada y luego, con postura bien erguida y respiración profunda, levantó el arco y tensó la cuerda. Todo esto sin flecha ubicada para disparar. Finalizada la demostración sin palabras, procedió a explicarle a la pelilila cada característica de la postura, a la vez que ella repetía las acciones. Con distancia respetuosa y tacto específico, el santo dorado fue corrigiendo la altura de sus brazos, haciendo que uno se alineara correctamente con su cara y el otro al tensar, llegara a la distancia ideal, paralela a su perfil. Después de repetir lo que parecieron incontables y eternas veces el acto de levantar el arco y tensar, el profesor tomó una flecha y la acomodó.
-Dispara a la diana.
Tras un tiempo de concentración, Saori disparó la flecha, la cual pasó por un costado de la diana y se clavó en el pasto.
-De nuevo, otra. Recuerda tener en cuenta la dirección y velocidad del viento. Calcula la desviación por ti misma.
Tras 5 flechas que pasaron de largo, la sexta impactó en el borde de la diana. El rostro de la practicante se iluminó y miró a su instructor, el cual asintió con la cabeza y la invitó a continuar con un gesto de su mano. No faltaron muchos más disparos hasta que las flechas comenzaron a impactar en el sector celeste, cruzando hacia lo rojo. Hacia el final de la jornada de entrenamiento, por lo menos una flecha había impactado en el centro amarillo. El ejercicio de puntería se practicó los siguientes 4 días, y al quinto día ya todos sus disparos daban al centro. Durante todos esos días, Dione jugaba y corría a distancia segura, de vez en cuando colándose a los entrenamientos y entregándole a Saori la vista de Aioros como un cálido padre de familia. En una oportunidad cuando la nena se fue a jugar a otro lado, la diosa miró a Aioros, sonrió, y tomó sus manos.
-Me alegra mucho poder ver lo feliz que eres en familia. Después de todo lo que has pasado… mi corazón se alivia al saber que puedes disfrutar esa calidez. Y yo también pude disfrutar de la calidez del afecto humano durante mi niñez, gracias a que me salvaste cuando era bebé. Sé que fallé muchas veces, que pensaba y decidía cosas erróneas, y que mi inmadurez causó mucho dolor y sufrimiento a los que debían protegerme. Que muchas vidas se perdieron por mi tardanza… Pero hoy puedo hacer la diferencia, y eso es gracias a ti, Aioros. Muchas gracias por salvarme, por brindarle tu apoyo a Seiya mediante la armadura dorada para que lograra vencer y salvarme. Te aseguro que ya no más. Ya no tendrás que cargar con eso. Con mi debilidad e irresponsabilidad. Esta es la última vez que recibes ese peso. Lucharé al lado de mis caballeros hoy y para siempre, sin ser más un objetivo a salvar, sino una diosa a la cual puedan mirar y sentir que pueden dedicarse a su único real objetivo, defender el amor y la justicia.  Como diosa, no puedo mostrar favoritismo por ninguno de mis caballeros, pero, gracias por ser el héroe de Saori Kido, Aioros. Por ser su ejemplo de resiliencia.
-o-
El resto de días hábiles de entrenamiento hasta la fecha del desafío, ambos se enfocaron únicamente en disparar a objetos en movimiento. Primero, Aioros entregó todos sus consejos a la aprendiz para predecir la trayectoria, calcular únicamente con la memoria corporal la tensión y velocidad necesarias para acertar, y luego lanzaba objetos como tablas de madera, piedras o latas. Los platos no eran una opción, pues Seika se pondría furiosa si arruinaban sus sets. Ella había sido sumamente comprensiva y paciente durante esas semanas de entrenamiento. Entendía perfectamente la seriedad del asunto y colaboraba con lo que estaba a su alcance. Saori y ella también habían tenido la oportunidad de profundizar en muchas cosas cuando no estaban practicando, sobre todo en horas previas al sueño. El ambiente era muy ameno.
Cuando los objetos en movimiento eran completamente alcanzados por las flechas de la diosa, nuevamente, en un periodo de práctica mas corto que ningún otro, El heleno decidió que era tiempo del desafío final: Interceptar flechas.
-El movimiento será muchísimo más rápido que el de todos los objetos que arrojé previamente. Los arrojé con todas mis fuerzas y lograste dar con todos, lo cual es excelente. Pero no se comparan en nada con algo que va al triple de velocidad y cuyo cuerpo ocupa la nada misma de espacio en movimiento. Comencemos.
Acto seguido, ambos tomaron sus arcos y flechas puestas en un portaflechas que acomodaron en sus espaldas, y se prepararon para disparar.
-Intenta interceptar mi flecha.
De pronto el ambiente se puso increíblemente tenso. Pese a los intentos por relajar sus respiraciones y músculos, la invocación de la actividad real del desafío traía consigo el peso de lo que estaba en juego. La diosa comenzó a transpirar muy frío, por primera vez en días.
“ La mente en calma”
Una voz distante susurraba esas palabras.
Una flecha se clavó en el saco blanco puesto como cuerpo objetivo.
“Ni siquiera lo intentaste”
“He fallado”
“¿Hola?”
Gritos, fuego. Ríos de sangre, montañas de cuerpos. Podía verlo, estaba frente a ella. Podía sentir el aire hirviendo bañando su piel. La mujer iba a dar un paso atrás, pero cuando su pie estaba a punto de tocar el suelo, una fuerza más grande emergió desde su interior.
“No es real. Esto no es real. Y no lo será jamás. No lo permitiré. Ya basta de retroceder, ya basta de temer. YO DEFENDERÉ A MI TIERRA”
Al abrir los ojos de nuevo, se encontró con la mirada confundida de Aioros.
-Lo lamento mucho Aioros. No pasará de nuevo. Dispara de nuevo, estoy lista.
-Muy bien. Tomaré eso como que mi tiro fue demasiado fácil para intentar esforzarte. Lo haré más difícil entonces.
Agradeció ese nuevo intento de aliviar la tensión. Al nuevo intento, su cuerpo estaba mucho más relajado, y sus ojos llenos de determinación. Pese a observar e intentar predecir la trayectoria de la flecha, no consiguió interceptarla al primer intento. Tampoco al segundo, pero su mirada jamás abandonó aquel fuego.
Los días se destinaron solo a interceptar flechas. La vista de la diosa se agudizaba a cada intento, ojos bien abiertos siguiendo el objeto, cual lechuza sigue a su presa antes de cazarla. Finalmente, el tan anhelado logro llegó. La primera flecha interceptada con la propia fue una gran sorpresa para Aioros, quien iba a celebrar el mérito, pero al ver la concentración y entrega de Saori, sonrió para sus adentros y procedió a disparar otra flecha. Esa flecha también fue interceptada.
Después de varios intentos exitosos, Aioros decidió acercarse a su aprendiz para felicitarla, y decirle que podía tomar un respiro. Al ver sus ojos, parpadeó varias veces y luego, para sorpresa de Saori, hizo una reverencia.
-Sus ojos han despertado. Es un honor ser testigo de este momento, diosa Atenea.
-¿A qué te refieres? De pie por favor, Aioros.
Él hizo como se le pidió, volviendo a permitirse un trato más cercano.
-Podrás ver bien en el espejo del baño. Ya es hora de una pausa. Pero esto es sorprendente. No pensé que viviría tanto como para verlo, o más increíble aún, no pensé que ayudaría a que sucediera.
-No puedo entender a qué te refieres.
-Ya lo verás.
Dentro de la casa, en el baño, Saori observó sus ojos y parpadeó varias veces, sorprendida también. El color de sus irises había cambiado, ahora eran de un color gris muy especial, plateado más bien. Brillaban con una luz propia, y eran distintos a cualquier tono gris existente entre los humanos. Eran los ojos grises de Atenea. Los que habían despertado y le habían permitido interceptar todas las flechas. Miró por la ventana y fue capaz de distinguir cada singular pasto en el que se enfocaba. Su visión se había vuelto tan aguda cuando la destinaba a un objeto, como las aves asignadas a su divinidad.
-o-
El desafío era al día siguiente. Saori había interceptado todas las flechas, desde las que tenían varios segundos de separación entre uno y otro lanzamiento, hasta apenas uno o mucho menos de un segundo, pues Aioros era increíblemente veloz. La velocidad de la luz también le acompañaba en sus lanzamientos.
Solo quedaba un último pendiente.
-Yo lo haré. Yo seré ese caballero.
Eso cortó abruptamente los pensamientos y acciones de la diosa.
-No puedo permitirlo, Aioros. Tu familia…
-Todas las personas a las que defenderás tienen familia. Además, ¿No confías en el entrenamiento que te dio tu maestro?
La respuesta vino sin pensarlo un segundo. Le miró a los ojos. Los propios habían regresado a su color habitual.
-Por supuesto que sí.
Esto se sentía casi como una devuelta de favor. Aioros brindó su apoyo para salvarle la vida muchas veces en el pasado. Ahora, de todos los posibles candidatos que podrían existir para ser el blanco en el desafío, parecía que en realidad no había otra opción más que él. El destino tenía unas maneras extravagantes de hilar las cosas.
-De acuerdo. Te presentaré a ti, y saldremos victoriosos. Debemos prepararnos para partir lo antes posible. Pero me corresponde hablar con Seika también.
-Nada más espero que no me cueste el matrimonio.
-o-
Un fuerte abrazo a Seika y Dione marcó la partida de Aioros y Saori. Esta última tomó unos segundos extras y le susurró a la japonesa.
-Volverá a casa, Seika. No les fallaré.
-o-
Finalmente el día llegó. Atenas estaba en un peligro que solo podía ser evitado por su diosa protectora, reencarnada en Saori Kido. El desafío tenía lugar en el teatro de Orkhoménos, antigua ciudad que en la gloria clásica de Grecia realizaba festivales y homenajes a los dioses Zeus, Atenea, Demeter y Enyo.
Con algunas divinidades de espectadores, y sus soldados, se completaba la temática de espectáculo. Sin embargo para la diosa de la sabiduría, solo un lado celebraría. Ella, su caballero dorado, y sus protegidos. Apareció con paso firme y vestimenta ligera, consistente en calzas deportivas, zapatillas y una polera apegada a su figura, cola alta igual que en las prácticas de tiro. Nada de glamour divino ni modelaje de vestidos. Tras un remolino escarlata, apareció la desafiante, Enyo. A diferencia de la vez anterior que se vieron, ahora no lucía ninguna parte de armadura. A la par que Saori, lucía un look mucho más deportivo. Pantalones con estampado de camuflaje, botas de combate y polera blanca sin brazos, lo que permitía ver los trazados negros que adornaban su piel.
-Llegó el momento, niña. ¿Dónde está tu soldado?
Aioros se aproximó hacia su diosa, poniéndose a dos pasos tras ella, firme. Vestía la ropa de entrenamiento del santuario. La peliroja lo miró directo a los ojos, luego a Saori, quien tras unos segundos manteniendo sus párpados cerrados, los abrió para revelar que ahora poseían el color plateado. Los ojos de Atenea. Enyo alzó una ceja.
-Hmm, Eso es nuevo. De acuerdo, no perdamos más tiempo.
Ambas deidades caminaron a puntos estratégicos ya indicados dentro del teatro, mientras que Aioros se posicionó contra un pilar, conservando su serenidad. La distancia era similar a la del blanco con el que ambos practicaban, y no corría mucho viento, por lo que para el arquero ya existían puntos a favor para Atenea.
Enyo tras llegar a su posición, se volteó mirando directamente a Aioros.
-Solo por si acaso. Para que no esquives mis disparos.
Un par de las líneas de su brazo derecho se desplazaron y cayeron como sombras al piso, y se extendieron a una impresionante velocidad hacia el heleno. Se esparcieron por su cuerpo trazando nuevas líneas en su piel y dejándolo completamente inmóvil. Saori lo miró preocupada.
-¡Aioros!
-Relájate. Solo son Horcos y Alke. Se van a encargar de mantenerlo quieto. No queremos que se lastime, ¿o sí?
El juramento y el coraje guerrero, acompañando -aprisionando, más bien- a Aioros. El castaño solo podía respirar y mover sus ojos. Miró a Saori y le transmitió toda su confianza.
Vencerás.
Primer lanzamiento. Ambas diosas en posición. El público en completo silencio, expectante. Los ojos de Atenea resplandecían más que nunca, observando la flecha a punto de volar. Enyo tensó la cuerda, y la flecha retrocedió junto a su mano. El aire a su alrededor se contrajo de manera increíble. Ella era una diosa de guerra y destrucción. Saori preparó su disparo también, una sola gota cayendo por el costado de su cara. La gota cayó en cámara lenta y cuando impactó el suelo, ambas flechas salieron volando, por un imperceptible tiempo de diferencia. La flecha de Enyo se rompió a la mitad tras el impacto de la flecha de Atenea, a tres cuartos del trayecto hacia Aioros. La diosa sangrienta sin cambiar su expresión seria, miró a la de ojos grises, y luego cambió de ubicación. Saori lo hizo también. El público tardó mas tiempo en reaccionar, con un “¡Oh!” colectivo, lo que devolvió el aire que el disparo había absorbido.
Desde una nueva posición, prepararon un segundo tiro. Nuevamente el aire respirable se redujo a cero. Aioros no se había movido ni un milímetro. Tensaron cuerdas…
La segunda flecha fue interceptada, punta contra punta, cancelando la velocidad y cayendo al suelo ambas. Nuevamente, el público respiró. Solo quedaba un tiro.
Tras un nuevo cambio de ubicación, la diosa de la destrucción esta vez colocó tres flechas y tensó. Un dios espectador alzó la voz.
-¡Enyo! ¡Eso no es justo! No deshonres el desafío que tú misma impusiste.
La de piel tatuada con sus espíritus de batalla no quitó la vista de su objetivo, pero aún así respondió.
-Dije tres tiros. No tres flechas. No estoy modificando nada. Mis desafíos son lo único que merece mi respeto.
Era todo o nada, para ambas.
-Saori tampoco apartó la vista de sus ahora tres objetivos, y ubicó en su arco sus tres flechas. Tensó con toda su fuerza. Aioros y ella sabían de la posibilidad de que eso sucediera. La misión de la diosa de la sabiduría era estar siempre un paso adelante que sus enemigos.
Nuevamente un silencio abrumador. Incluso el tiempo se detuvo. Lo único que rompió por completo el embrujo de la incertidumbre fue el poderoso grito de guerra que Enyo lanzó. Alala, que se manifestó en su piel con un patrón único mientras que sus ojos rojos brillaban como fuego.
La flechas de ambas volaron, dos flechas de Enyo fueron impactadas de lleno y destruidas en el camino, sin embargo, la tercera solo recibió el aire de la flecha de Saori y siguió su trayectoria directo hacia Aioros. La flecha se enterró a milímetros del cuello de Aioros, en la superficie tras él. Enyo desapareció en su remolino color sangre y apareció al lado del arquero, mientras que las marcas oscuras abandonaban su cuerpo y regresaban a la mujer. Saori partió corriendo hacia ellos, sus ojos volviendo a su color normal. Enyo tomó el mentón de Aioros sin importarle el ruido que empezaba a inundar el lugar otra vez, y observó su cuello. Ni una gota de sangre. Lo soltó y miró a Saori, varios centímetros mas baja que ella, y relajó su expresión. No alcanzaba a ser una sonrisa, pero al menos era un gesto menos asesino.
-No pensé que ganarías. No suelen sorprenderme muchas cosas, así que siéntete honrada.
-Tuve un buen maestro.
-No, sentimentalismos no, por favor. No arruines mi día más de lo que ya está ahora. En fin, intentaré destruir tu ciudad en otra ocasión. Te pondré una prueba imposible la próxima vez. Y te ahorraré la pregunta que me haces en cada nuevo cuerpo de mocosa que usas. No dejaré de destruir. Existiré mientras los humanos existan, Atenea. Igual que tú. Te guste o no, los humanos son seres de conflicto, y lo que tú defiendes y lo que yo causo al final solo son dos caras de la misma moneda.
Finalmente, miró al público y señaló a un espectador.
-¡El siguiente eres tú, Poseidón!
Y en un pestañeo, la diosa de la destrucción había desaparecido.
-o-
Saori acompañó a Aioros en el regreso a su hogar. Aioros fue recibido con un gran abrazo y mucho sentimiento por parte de Seika y Dione, quienes también abrazaron cálidamente a la deidad. La ciudad y toda su gente estaban a salvo, y aquel arquero que le había salvado la vida incontables veces también. El día de reencuentro y reflexiones de lo ocurrido terminaron con un afectuoso abrazo de agradecimiento entre ambos, y una promesa de volver a visitar, ahora sin nada más que con el objetivo de disfrutar un descanso.
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