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theworldofdeadroses · 2 months
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"Fuera de tu piel".
Categoría: narración/relato.
Octubre, 2021. Seúl, Corea del Sur.
Juwon la había invitado a una fiesta de Halloween con dos semanas de anticipación y luego de finalizar sus exámenes más importantes ella aceptó sin dudar, no iba a perderse de pasar una noche de fiesta con su novio. Se preparó con esmero, eligió llevar un disfraz simple de ángel así que ordenó en línea las alas más bonitas y cómodas que había encontrado. Él había optado por ser un demonio. Llevaría alas oscuras con un outfit negro, serían la pareja perfecta.
Se dio un baño largo y al salir comenzó a prepararse con mucho tiempo de antelación, se maquilló y aplicó unas extensiones de cabello color rosa pastel que compró en una ocasión para otra fiesta. Su outfit blanco era simple, eligió un vestido al cuerpo con sus hombros descubiertos y tenis con plataformas altas para bailar cómoda durante toda la noche.
El conjunto era simple, cómodo y bonito, las alas eran preciosas además de fáciles de maniobrar. Se sentía hermosa mirándose al espejo, sonrió pensando en que quizás Juwon amaría verla con su disfraz.
Llamó su atención el sonido del timbre, miró al reloj y había perdido la noción del tiempo, su novio la esperaba fuera de su departamento así que tomó un bolso pequeño. Con prisa metió dentro labial, gloss y un delineador, su móvil y un peine miniatura que llevaba en cada fiesta.
Corrió a abrir la puerta encontrándose con su novio apoyado en la pared del pasillo contraria a su puerta, relajado con sus brazos cruzados lucía jeans, camisa y campera de cuero oscuras. Sus alas eran mucho más grandes y oscuras, se veía jodidamente sexy en aquel outfit. Parecía un personaje cliché de una novela de fantasía del cual ella indudablemente se enamoraría.
Tan pronto los ojos de Juwon cayeron sobre ella soltó un silbido recorriendo la figura de Haneul.
—Wow, Hannie…—El mayor tomó su mano y la levantó para darle una vuelta.— Te ves hermosa, cariño.
—¿En serio te gusta? —Le sonrió y se acercó para unir sus labios en un beso breve.
—Me encantas, Hannie… —Él respondió con una sonrisa sutil y robó otro pequeño beso.—¿Vamos?
Se subieron al auto y se pusieron en marcha hacia la fiesta de la universidad de su novio. En el camino se quejaron de los exámenes, que aunque ambos habían aprobado no les permitió verse por unas tres semanas seguidas, ella lo extrañaba demasiado.
Llegaron al bar en pocos minutos, la fila era corta así que pronto estuvieron dentro. El lugar era enorme y parecía un ambiente divertido así que Haneul pidió un trago dulce para comenzar la noche. Se había prometido no beber de más, un par de cosas liberarían los rastros de estrés de los exámenes. Pero la paz duró muy poco.
El grupo de amigos y amigas de Juwon habían llegado poco después, haciendo que la atmósfera festiva la abandonara por completo. Los había conocido antes, niños y niñas ricos que no dejaban de menospreciarla cada vez que su novio la invitaba a fiestas. Él le había mentido diciéndole que ellos no asistirían, pero allí estaban con sus disfraces más caros.
Haneul volvió a disimular, saludó a cada uno con una reverencia y una sonrisa.
—Oh, Haneul… —Seoyeon la miraba de arriba a abajo, sabía por experiencia que estaba intentando reconocer las marcas de sus prendas. — No sabíamos que hoy estarías aquí, Juwon no nos dijo que te invitaría.
—Tam-…
—¿Este vestido es de la colección de Prada o es una imitación barata?—Fue interrumpida por el tono burlón de la rubia que tiraba de forma leve de la tela de la prenda. —Oh, no. Que tonta, este vestido es un básico sin marca, que lástima. Aunque es bonito…
El grupo estalló en carcajadas y pronto la atención pasó al mesero que les entregaba las cartas de los tragos.
No había pasado ni media hora y ella quería desaparecer de allí. Siempre era igual, broma tras broma con cada prenda que llevaba puesta. Incluso las alas fueron víctimas de burlas, alegando que había un diseñador exclusivo que vendía unas por dos mil quinientos dólares. Y como en cada ocasión Juwon ignoraba cada uno de los destratos uniéndose a las risas.
Diez minutos más tarde se excusó con que iría al baño para escaparse del lugar sin avisarle a su novio. Estaba harta, parecía que él disfrutaba de verla incómoda. Habían discutido aquello en una ocasión y por unos meses él había dejado de invitarla cuando salía con ellos, tenían citas en pareja y casi se había olvidado de que el grupo de amigos de Juwon eran imbéciles con demasiado dinero.
Ella no pertenecía allí, lo supo tan pronto los conoció por primera vez y las imágenes de la secundaria en el instituto comenzaron a regresar como flashes en su mente. Una lágrima escapó de forma inconsciente, Haneul creyó que había superado ese dolor de sentirse fuera de lugar y que había logrado sobreponerse a la mirada de los demás y sus opiniones sobre ella, pero no. Sabía que no necesitaba la aprobación ajena, pero en una sociedad como esta el dinero no solo da estatus, sino que poder y sentido de superioridad.
Decidió dejar atrás aquellos pensamientos, caminaba por las calles de la atestada Seúl y cada disfraz la hacía sentir más animada, algunos extranjeros incluso llevaban altavoces con música invitándola a bailar un poco con ellos. Fue cuestión de tiempo de que aquel mal rato se le olvidara pero el nombre de Juwon se cruzaba por su mente haciendo que se sintiera molesta nuevamente. Ella lo había manifestado antes, odiaba que él dejara que ellos la destraten de esa forma, estaba cansada y estúpidamente enamorada de un hombre que parecía no registrar su dolor. O sí. Quizás ella estaba en lo cierto que su novio disfrutaba de aquello y que solo intentaba convencerse de que en realidad no era así, que solo estaba siendo paranoica y que eran sus miedos e inseguridades que amenazaban con hacer que sabotee su relación.
Pero estaba cansada, solo quería llegar pronto a casa y olvidarse de la noche, quitarse ese disfraz y llevar ese vestido dentro de la bolsa de donaciones el próximo mes para fingir que esa fiesta nunca sucedió.
09/03/24 - The tortured poets department - #TTPD_DEADROSES.
Fin.
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theworldofdeadroses · 2 months
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"Who are you, Haneul?"
Categoría: narración/relato.
Febrero, 2024. Busan, Corea del Sur.
Cada oportunidad que tenía para viajar a su ciudad natal, por más que fueran un par de días, para ella eran su momento de relax. Amaba ver a su madre y salir a comer con ella o pasear por la ciudad o en la playa recargar energías de la furiosa y demandante Seúl.
Ésta vez llevó a su pequeño conejito con ella, Honey. El pequeño animalito adoraba corretear por el jardín trasero de su madre, que aunque era reducido en espacio era acogedor y estaba muy bien cuidado. Así que allí sentada en frente a una mesa en una silla de jardín debajo del balcón leía un libro que hace poco le recomendó una de sus compañeras de trabajo de la cafetería, "Los siete maridos de Evelyn Hugo" de Taylor Jenkins Reid en su versión traducida al coreano.
La historia era atrapante y con la brisa fresca del otoño Haneul buscaba un café para mantenerse caliente mientras pegaba posts-its y resaltaba con un marcador rojo pálido y un verde pastel las frases que más resonaban para ella.
Haneul era una chica bastante simple y práctica, le gustaba disfrutar de una buena lectura con un café recién hecho en sus manos en los momentos de tranquila soledad. Amaba escribir y hacer música, el arte la había atrapado con su magia desde pequeña. Decidió estudiar una carrera dedicada a ella, su más grande pasión.
Su frase favorita la escuchó en una canción de un artista argentino, "Deja vú" de Gustavo Cerati recitaba: "todo es mentira ya verás, la poesía es la única verdad". Ella creía en eso, sólo confiaba en el arte de la expresión y libertad, le sorprendía la profundidad que un ser humano podía volcar sin restricciones. Todo lo demás era una mentira que el mundo deseaba venderles para controlar su ser individual y único, escondía a las almas profundas e incluso llegaban a marginarlas. Lo había experimentado de primera mano.
A sus veintitrés años de edad estaba en plena búsqueda de su identidad y su lugar en el mundo, usando su voz, su conocimiento y pasión para liberarse de las ataduras de preceptos obsoletos. Haneul quería ser poesía y vivir como poesía, ser una sola. Respirar, amar y morir por ella.
Escuchó un sonido proveniente de la cocina, su madre había dejado caer una bolsa con las compras de forma accidental y el libro pasó a segundo plano. Cerró el libro, lo dejó en la mesa frente a ella luego de marcar la página y se dirigió hasta el interior de su hogar de la infancia.
—Mamá, déjame ayudarte. —Dijo tomando algunas mandarinas regadas por el suelo.— Debías llamarme, podía haberte ayudado.
—Descuida, cariño, estabas concentrada y no quería interrumpirte. Además, solo son mandarinas.—Su madre le dedicó una sonrisa breve pero sincera y terminó de recoger las frutas.
Haneul se acercó a ella desde su costado y la rodeó con sus brazos dejando un sonoro beso en su mejilla.
—¿Qué haremos de almorzar hoy, mami? —Apoyó su mentón sobre el hombro de su madre mirando los ingredientes.
—Tu favorito, Dakgalbi. Quiero despedirte con tu comida favorita, quién sabe cuando volverás a la ciudad a verme.
Soltó una pequeña risa suave y negó con su cabeza.
—No exageres, mamá. Sabes que siempre vendré a visitarte. Me gusta estar contigo, me haces reir y me recargas energías. A veces quiero dejar atrás Seúl y volver, aquí es un poco más relajado. Además que te tengo a ti, mi persona favorita en el mundo.
Ambas comenzaron poco tiempo después a cocinar juntas el almuerzo con Twice de fondo y cantando en voz alta mientras imitaban las coreografías, esos momentos con su madre eran infinitos para ella. 25/02/24 - The tortured poets department - #TTPD_DEADROSES.
Fin.
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theworldofdeadroses · 3 months
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"Sutil".
Categoría: narración/relato.
Enero, 2024.
Seúl, Corea del Sur.
Su respiración acariciaba su piel de forma suave y pausada mientras sus dedos subían y bajaban por su abdomen, sentía el pecho firme en su espalda, enviando su calor con cada roce, sus brazos la rodeaban protegiéndola debajo de las gruesas mantas de su cama. No recordaba cuando fue la última vez que sintió paz, aquel era un momento seguro junto a alguien que ella no esperaba encontrarse en su camino. Estaba aterrada, no iba a negarlo. No quería arruinarlo, tampoco lograba descifrar como era que había terminado compartiendo el lado vacío de su cama.
Él logró colarse por debajo de su piel, fue tan sutil que cuando ella lo sintió ya no había marcha atrás. Y lo odió por eso, lo odió tanto que cuando sus labios se unieron por primera vez su corazón se rompió por completo, Jaehyun era su infierno personal, el dolor más grande del cual ella había llegado a enamorarse.
Sus manos grandes, su tacto suave y rítmico creaban un cáos de fuego insoportable en su interior, algo que creía perdido en los recuerdos de aquel Agosto cruel en el que abandonó su fe a sus pies. Pero él entró a la cafetería esa mañana de Diciembre, sus ojos felinos y esa sonrisa añinada rompieron las gruesas paredes de concreto que Haneul había levantado cuidadosamente. Volver a reconstruirlas se le hizo cada vez más difícil hasta que fue él quien la ayudó a abandonar la tarea.
Jaehyun había pedido un iced americano y cuando levantó la vista de su móvil se había encontrado con los ojos vacíos de Haneul, no había nada en ellos, ni alegría, ni tristeza. Vacío. Su voz no tenía ningún tono particular, era monótono y frío, como si aquel delantal marrón claro se llevara con él cualquier astibo de felicidad. Cuando ella le tendió su orden vió en sus labios una mueca de disgusto en forma de una sonrisa, para él fue como toparse con una máquina.
Ella no permitía ninguna conexión, no malgastaba palabras, no perdía su valioso tiempo, fue que él decidió malgastarlo poco a poco. Día tras día pasaba por la cafetería, cambiaba su orden para sorprenderla sin ni siquiera ser consciente que lo hacía. Su excusa era que necesitaba probar el menú completo para encontrar sus bebidas favoritas.
Esa tarde, Haneul fue tan eficiente como siempre, en pocos minutos la bandeja estaba lista frente a él en la barra con una pequeña decoración de Navidad hecha sin ánimos pero perfecta según lo indicado por el manager de la tienda. Era el final de su turno, así que le cobró y se retiró al vestuario.
Cuando salió con su ropa casual él la siguió con su mirada, sabía que la barista se sentaría en la mesa del fondo con su laptop por un par de horas. Estudiaba incansablemente con sus auriculares puestos y sin distraerse, a veces pedía un moccachino con un rol de manzana, en otras ocasiones olvidaba por completo que debía ingerir algún alimento. Él lo había notado, ella no podía ignorar menos que Jaehyun sabía aquello.
Se acomodó y comenzó su rutina de Jueves, se había puesto esos lentes de marcos gruesos con forma felina que afinaba su rostro. Se veía increiblemente atractiva con ellos y ese ceño fruncido de concentración que captaba la mirada del mayor. No lo vió venir cuando su compañera de turno posó la bandeja recientemente armada frente a ella.
—Lo pidieron para ti. —Susurró la chica.
—¿Quién? —Preguntó condundida y siguió la dirección que su compañera marcaba con su cabeza, ladeandola de forma sutíl mientras los ojos trazaban el camino, ella sabía. El chico de la sonrisa bonita se sentaba siempre en la misma mesa.— Oh.
Respondió sin mirar, quería mantenerse completamente inalterable. Pasaron unos pocos minutos en el que ella pasaba sus ojos desde la bandeja a su ordenador hasta que por fin dirigió su mirada a él.
Lo vió sentado con su teléfono, sonriendole a la pantalla mientras pasaba su dedo por ella cada cierto tiempo. Su cabellera oscura y ondulada hacia que algunos mechones cayeran por su frente. Bebía de su café sin prestar atención a nada más que esos vídeos de Tiktok, pero entonces lo vio dar el último trago a la bebida. Dejó la taza sobre la bandeja y la expresión de felicidad se apagó de repente. Sus ojos oscuros se posaron en ella, como si hubiera sabido desde siempre que ella lo observaba.
Miró a la bandeja, estaba intacta. Jaehyun ladeó su cabeza y volvió a sostenarle la mirada. El nudo en su garganta le cortó el paso del aire, pero ella se rehusaba a demostrarlo.
Se aseguró cada tarde que esa pequeña barista de cabello naranja estudiara con una bandeja delante de ella cargada con distintas bebidas y delicias del lugar.
No fue hasta que Jaehyun decidió sentarse frente a ella una tarde que intercambiaron más palabras que las programadas para la recepción de clientes, Haneul se vio intercambiando números y recibiendo cada día un recordatorio de que debía alimentarse bien si deseaba graduarse.
Citas que no eran citas en la cafetería, almuerzos, cenas y luego pequeños regalos pero ella se negaba a dar cualquier paso que no indicara una amistad. Era un excelente amigo que poco a poco reveló sus secretos.
Fin.
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theworldofdeadroses · 8 months
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"Pequeñas flores color lila".
Categoría: narración/relato.
Septiembre, 2023.
California, Estados Unidos.
Llevaba cinco días en el país extranjero, ella con otras cuatro amigas habían planeado éste viaje por meses y Haneul festejaría su cumpleaños junto a ellas en Los Ángeles, ciudad calurosa con hermosas playas llenas de vida. Se mostraba feliz, entusiasmada y llena de energía alrededor del resto de grupo, pero cuando las puertas de su habitación de hotel se cerraban las lágrimas caían sin control.
Veintitrés, venían con una carga extra. Una mochila de dudas, preguntas e inseguridades viejas que creía olvidadas. Había escapado de los días de lluvia de Seúl con la esperanza de reconstruirse, pero el temporal en su interior la siguió de cerca. Era tan fácil fingir estar bien, aunque por momentos deseaba correr hasta un avión para volver a la seguridad de su hogar, que el agua inundara su departamento y la cubriera de frío, ahogarse de nuevo en el conocido dolor. Sola, se sentía sola otra vez.
Aquella mañana decidió hacer una expedición por su cuenta hasta las colinas, deseaba caminar en el Parque Nacional de Yosemite antes de viajar a Los Ángeles. Amaba la naturaleza, estaba asombrada del hermoso paisaje y los animales que lograba cruzarse en la carretera con el auto alquilado. El clima era ideal.
Caminó un largo tiempo entre los árboles, el sol del mediodía se colaba entre ellos, el aire puro llenaba sus pulmones y el calor había pasado a segundo plano. Encontró un pequeño lago solitario, muy cerca de la orilla había un camino de césped y pequeñas flores color lila, parecía un lugar de ensueño y no se arrepentía de haber decidido salir ese día.
Tomó algunas fotos del paisaje y se sentó en el césped luego de quitarse sus zapatos, en medio de las florcitas. Miró hacia el lago frente a ella y dejó que sus pies tocaran la tierra. El sol besaba su piel, pero el peso en su pecho no la abandonaba y por un momento deseó compañía que le impidiera llorar.
Las lágrimas eran rebeldes, impulsivas y salvajes así brotaron de sus ojos como el caudal agitado de un río. Haneul recostó en el suelo, dejó que la calidez de la luz solar secara los ríos que se formaban en sus mejillas en un paisaje más desolador.
La suave brisa fue una pequeña caricia, le susurró una corta canción de cuna para calmarla y funcionó. Abrió sus ojos, las nubes en el cielo formaron un pequeño conejito haciendo que soltara una pequeña risa. Ella sabía bien que el dolor no se iría pronto, pero que no sería para siempre. Por momentos deseaba volverse parte de aquel lugar, volverse césped y flores hermosas, ser una con la energía de la tierra para olvidar que se perdía entre la multitud de caras y cuerpos en la selva de concreto.
Sí tan solo alguien la mirara como ella lo hacía con el paisaje quizás no sentiría que nada tenía sentido, quizás volvería a creer que algo en ella era un poco especial. Pero sabía que el final siempre era el mismo, la soledad y el olvido, perder su brillo y su calma entre tantas personas, una explosión silenciosa.
Resguardaba al menos un poco de esperanza, debía reconocerlo, aunque quizás era demasiado optimista. Deseó volverse una pequeña flor lila como las que la rodeaban, ser parte de algo más grande y maravilloso que le diera identidad.
Fin.
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theworldofdeadroses · 8 months
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"Lluvia de Agosto".
Categoría: narración/relato.
Agosto, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
Se había despedido de su madre entre lágrimas y la promesa de volverse a ver en un mes en su graduación, pero aunque ahora se encontraba en su departamento no podía evitar sentirse sola en su hogar. Su pequeño conejo corría de un lado al otro y ella lo observaba desde su lugar frente a la ventana. Una sutíl sonrisa se asomó en su rostro, una pequeña vida como la de Honey le inyectaba la energía necesaria en ese día lluvioso mientras canciones de melodías tranquilas se reproducían de fondo.
Suspiró y volvió a mirar hacia el exterior, abrazó sus rodillas apoyando su mentón sobre ellas. Pocos automóviles iba y venían, algunas personas apuraban el paso mientras se cubrían con sus paraguas, una escena un tanto desoladora, pero bastante común en Domingos lluviosos como ese, trayendo con las gotas un sentimiento de nostalgia. La melancolía había tomado su lugar frente a ella invitándole un café y ella iba a aceptar. Quienes solían describirla como alguien animada se sentirían decepcionados de ella en ese momento, ¿verdad? Lee Haneul no solía tener días como esos, era casi imposible de concebir.
Observó el interior de su hogar, el living adornado con pequeñas luces decorativas cálidas, el sofá en el que solían acurrucarse con él a mirar películas bajo las mantas en días como aquellos. Momentos ahora sólo eran recuerdos preciados, añoraba sentirse como en ese entonces y sentirlo a él, pero no había nada que hacer.
Quizás algunas personas estaban destinadas a pasar por su vida de forma temporal, regalarle un poco de su luz y devolverle la esperanza, arreglar sus pedazos rotos para ponerla de pie y marcharse ¿Acaso eran ángeles protectores de carne y hueso? Quería creer que sí, de esa forma dolía menos la ausencia.
"Rainy days, I'm thinking 'bout you, what to say, wish I knew how to find the way right back to you on rainy days". - "Rainy days" de V.
La hermosa coincidencia de que esa canción se reproducía en el momento preciso, ¿era una señal de su ángel protector de que podía escuchar sus cavilaciones? ¿Intentaba decirle algo? No habían respuestas, tampoco quería buscarlas, pronto comenzaría a olvidar y dejaría de extrañar algo que jamás regresaría a ella. Soltarlo era difícil, pero sabía que acabaría haciéndolo. Nadie moría por amor.
Se puso de pie y se encaminó a la cocina, preparó un café, tomó el libro "Almendra" y volvió a sentarse frente a la ventana. El ruido de la lluvia comenzaba a relajarla como la suave voz de V. Le dió un sorbo al café sintiéndo su pecho automáticamente cálido y se perdió en la historia de Won-pyung Sohn. La lectura la hacía viajar a mundos diferentes, quitándole el peso de sus recuerdos y robándole el tiempo entre letras.
Fin.
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theworldofdeadroses · 9 months
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"Hogar".
Categoría: narración/relato.
Julio, 2023.
Busan, Corea del Sur.
Volver a Busan luego de terminar los exámenes finales de su carrera no era algo que había planeado con anterioridad, más bien había surgido de forma espontánea. Extrañaba a su madre y qué mejor que darle la noticia de que en pocos meses asistirían a la ceremonia de graduación de su hija en persona. O eso es lo que solía decirle a los demás, intentando ocultar el hecho del gran cansancio físico y mental que había estado experimentando recientemente, sus logros no lograban ser un motivo de felicidad absoluta como solía pensar que pasaría, no lo estaba disfrutando realmente.
Las playas soleadas de su ciudad natal parecían ser la solución a cualquier dolencia, caminar descalza por la orilla del mar le daba una sensación de libertad absoluta. Por un momento olvidó Seúl, el caos del tráfico y los horarios de la cafetería. El sonido de las olas recargaba las energías que tanto necesitaría para cuando regresara a la capital.
Paseó unas cuantas horas por la orilla, luego visitó algunas tiendas y compró los ingredientes necesarios para prepararle algunos platillos a su madre. La había extrañado tanto que odiaba quedarse sola durante su horario laboral, pero debía esperarla y desde que ella había regresado se dedicó a tenerle una deliciosa cena lista cada noche.
Al llegar a la casa de su infancia se dió una larga ducha, el agua caliente recorrió su cuerpo y se llevó cualquier rastro de arena, relajó su mente y cada músculo. Liberó su mente y sus pulmones, justo lo que necesitaba, un pequeño escape, un descanso. Cuando salió de la ducha secó su cuerpo y su cabello, hidrató su piel antes de elegir un conjunto de ropa cómodo.
Se dirigió a la cocina, con más energías para preparar la cena, puso música y mientras preparaba los ingredientes cantaba o bailaba. Se sentía feliz de poder compartir sus noches junto a su madre, habían planeado ir de paseo juntas en sus días libres. Luego de tantos años fuera de Busan la ciudad se renovó con nuevos cafés o restaurantes de comida extranjera que tanto le llamaban la atención a Haneul.
Luego de dos horas, entre pequeñas coreografías y conciertos con los palillos, un delicioso Dakgalbi llenó la cocina de su aroma. Estaba tan concentrada bailando que nunca escuchó cuando su madre llegó a la casa, dió un giro y se encontró con ella, una sonrisa juguetona adornaba su rostro.
—¡Mamá! —Soltó un grito y se llevó la mano a su corazón.— Me asustaste...
—No podía perderme ese concierto. —Rió por lo bajo y abrió sus brazos esperando recibir a su hija, Haneul se lanzó directo a ellos.— Te extrañaba, mi pequeña, extrañaba tu energía, la casa se siente mucho más alegre contigo aquí.
—También te extrañé, mamá. Ven, vamos a cenar, preparé nuestro favorito.
Prepararon la mesa y pronto ambas se sentaron frente a ella. Su madre dió el primer bocado y Haneul esperó ansiosa por su reacción, que para su alivio fue de aprobación.
—¡Está muy bueno! —Dió otro bocado disfrutando los sabores mientras su hija daba un pequeño bailecito de felicidad.
—Tomé varias clases de cocina en Seúl, estoy orgullosa de que te guste cada plato que preparo, mamá.
Haneul comenzó a comer y disfrutaron de la cena hablando de trivialidades hasta que una pregunta inesperada de su madre la tomó completamente por sorpresa.
—Hija, ¿hay algún chico que te guste en la Universidad?
—¿Cómo? —Sus ojos se abrieron mucho y su diestra tembló un poco, así que intentó ocultarlo dejando los palillos en la mesa con la excusa de servirse un vaso de refresco.
—Sí, ¿no has conocido a nadie que te interese? Eres bonita, debes tener a los jóvenes interesados en ti.—Los ojos de su madre no se despegaban de ella y sus nervios se hicieron presentes.— Anda, cuéntame. Te pusiste nerviosa, significa que tienes a alguien, ¿cómo es él? ¿Es guapo?
—Pero mamá... —Suspiró e hizo un pequeño puchero que pronto se convirtió en una sonrisa que imitó la de su madre.— Sí. —El grito de festejo de su madre y los pequeños aplausos que daba la hicieron reír.— Él... Él es guapo, sí.
—¿Y lo conociste en la universidad?
—¡Mamá! ¿Por qué quieres saber ésto?
—Porque me preocupo por ti, necesito saber si conoces a una buena persona. Estás sola en Seúl y no puedo cuidarte desde tan lejos. —Su madre estiró su mano y tomó la de Haneul dándole una suave caricia.— Siempre te apoyaré, mi pequeña. Espero que conozcas al mejor hombre del mundo.
Desde aquel incidente en la secundaria su madre se había abierto aún más a ella, casi no existían secretos y siempre la apoyaba en sus decisiones. Haneul sabía que hablarle de su situación amorosa no era un tema prohibido, ni se negaría a que su hija saliera con alguien como el profesor D'Angelo, pero aún así se sentía tímida de hablarlo con ella.
En los días libres de su madre ambas pasearon por Busan, visitaron un restaurante de comida Hawaiana y luego dieron un paseo por uno de los parques principales, se sentaron allí después de un largo día de compras. El recuerdo de días como esos en verano, cuando tomaban un helado y se volvían a casa con bolsas de ropa nueva llenaron el pecho de Haneul con esa calidez tan conocida de su hogar. Regresar a Busan para siempre se volvía una opción que contemplaba con frecuencia.
Fue en uno de esos paseos que esperaba a su madre sentada en uno de los bancos bebiendo un jugo de frutas refrescante hasta que esta apareció en su visión saludando con su mano mientras se acercaba.
—¡Mamá! —La saludó y notó que llevaba una bolsa de una marca reconocida de joyería en su mano, no era nada barata así que la curiosidad pudo con ella.— Oh, ¿y eso?
—Un regalo para tí.—Su madre tomó asiento a su lado y sacó de la bolsa la pequeña caja, al abrirla pudo ver un precioso collar con forma de mariposa. Sus piedras brillaban bajo el sol, se veía realmente costoso.— He ahorrado durante todos estos años para darte un regalo en tu graduación.
—Pero mamá... —Sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba dispuesta a rechazarlo. Su madre la había apoyado tanto que no podía permitir que le hiciera un regalo como ese, ella era quien realmente se merecía darse un gusto luego de años de trabajo y sacrificio cuidando de su hija.
—Silencio, ya sé lo que vas a decir. Eres todo un orgullo para mí, Haneul. Tu graduación es un logro que debemos festejar. —Limpió las lagrimas de sus ojos y de inmediato tomó el collar para colgarlo alrededor del cuello de su hija.
Haneul no pudo contenerse, abrazó a su madre con fuerza y escondió su rostro en su hombro, como cuando de pequeña su refugio eran los brazos de su madre.
Fin.
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theworldofdeadroses · 10 months
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"Recuerdos".
Categoría: escrito/narración.
Marzo, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
Aquella tarde lluviosa en Seúl había traído recuerdos, pero ninguno de ellos era grato para Haneul. El momento seguía grabado en su memoria, ese que solía traer preguntas que nunca encontraría una verdadera respuesta, ¿se merecía todo ese dolor por el cual la hicieron pasar? La voz en su interior susurraba un frío "sí" que la hacía estremecer.
Estaba perdida en sus pensamientos mirando a la lluvia caer con violencia en el césped del campus hasta que un trueno la sacó de ellos. Parpadeó un par de veces y revisó la hora en su móvil, estaba libre el resto de la tarde pero no quería volver a la soledad de su hogar. No quería pasar horas acostada en su cama mirando el techo recordando.
Recogió su mochila y sus partituras poniéndose en camino a una de las salas de música de la universidad que no quedaba muy lejos. Se metió en el ascensor, aún algo perdida en las voces de su interior y sus memorias que no notó la presencia del profesor a su lado, sus ojos estaban fijos en la pantalla que indicaba cada piso por el que pasaban y cuando las puertas se abrieron en el quinto Haneul salió directo al pasillo. Nunca notó que dejaba atrás a D'Angelo, estaba ansiosa por llegar a la sala de música.
Estando frente a la puerta golpeó y al no escuchar respuesta se metió, estaba vacía para su suerte. Sin dudarlo se dirigió al piano, dejó su mochila en el suelo apoyada contra el banco y tan pronto se sentó sus dedos no esperaron por el encuentro de las teclas. Hizo una pequeña escala de calentamiento y su ira brotó de inmediato.
"Bendita sea la música".
Los primeros acordes de la canción 'Lost in paradise' de Evanescense hicieron eco por la sala y se mezclaron con la voz de Haneul que comenzó a recitar los primeros versos un poco después.
'I've been believing in something so distant
as if I was human.
And I've been denying this feeling of hopelessness
in me, in me'.
El dolor, el dolor de la desesperanza salía por sus labios con cada palabra, estaba herida, aún no podía sanar, no podía olvidar por más que lo intentara.
'All the promises I made
just to let you down.
You believed in me, but I'm broken'.
La ira, la ira que le provocaba de fallar y fallarse a sí misma, estaba rota.
No se detuvo, siguió tocando, siguió cantando y de repente desbloqueó otro recuerdo.
Se transportó al baño de chicas del instituto, estaba de rodillas en el suelo y su atacante tiraba de su cabello. "La niña idol, seguramente no quedarás en ninguna empresa, no tienes talento alguno, Haneul, eres una inútil. Tus padres deben odiar tener una hija como tú" repetía la mayor y las otras dos reían. La hicieron arrastrarse por el suelo hasta uno de los cubículos, empujaron su cabeza hasta el retrete y agradeció que esa tortura no dejara marcas en su cuerpo esta vez.
Se rindió, aspiró todo lo que pudo llenando sus pulmones de aire y dejó que la ahogaran en el agua. Estaba cansada de resisitirse, si lo hacía el castigo sería peor, quizás encontrarían alguna forma para infringirle dolor real. Lo hicieron una y otra vez hasta que terminó el receso, se fueron de prisa a sus clases dejando a Haneul con su uniforme empapado, sabía que no podría ocultar esto de su madre, ¿qué le diría esta vez? "Caí en un charco volviendo a casa", era ridículo.
Se sentó en el suelo del cubículo y lloró hasta dejar de sentir, no asistió a sus siguientes clases refugiándose en la sala de música, pero esa vez no tocó el piano. Solo esperó a que las clases finalizaran para recoger sus cosas y volver a casa. Así fue que su madre lo supo, no era estúpida y de inmediato le quitó el uniforme a Haneul, allí estaban, las marcas.
Los siguientes días su madre insultó a cada uno de los directivos de la escuela, abofetó a la progenitora de su atacante principal y exigió que los ataques quedaran en el legajo disciplinario de su compañera, jamás aceptó las disculpas de la familia. Aquella bully ahora no entraría a ninguna de las mejores universidades de Corea, había obtenido su merecido pero ella se sentía culpable por arruinarle la vida.
Haneul logró curar las marcas físicas de esa época, no había rastro de ninguna de ellas gracias al médico y asistió a otro instituto donde logró hacer amigos de inmediato, aunque mantenía su pasión musical escondida y no participaba de los eventos de talentos que antes tanto la emocionaban. Comenzó a sentirse a salvo en la escuela, un poco más feliz de rodearse de personas agradables, pero había marcas psicológicas que no se borraban, su cerebro las ocultó pero no las sanó. A sus dieciseís años sufrió ataques de pánico constantemente y comenzó a visitar al psicólogo, jamás dejó las sesiones. Luego la derivaron al psiquiatra quien le recetó los ansiolíticos necesarios para intentar controlar los ataques.
Poco a poco le retiraron los medicamentos y pudo manejar esos episodios, aunque había momentos, como ese, en el que desbloqueba ciertos recuerdos que la hacían perderse en su propia mente, se preguntaba si en algún momento se había equivocado en algo o si tuvo la oportunidad de detener los ataques de sus agresoras.
No se contuvo, las lágrimas se deslizaron por las mejillas de Haneul y el nudo en su garganta hacía que cada verso se volviera más difícil de pronunciar. Se culpaba por haber dejado que la trataran de esa forma, aunque a veces pensaba que sí quizás tuvo la oportunidad de tenerlos. Probablemente no. Se sentía inútil, cada una de las palabras de sus compañeras de clase calaron profundamente en su mente, ahora sentía que realmente no tenía talento alguno.
Dejó de tocar cruzó sus brazos sobre el piano ocultando su rostro y sollozó, el efecto de las palabras es increíble cuando llegan a los rincones más profundos del inconsciente de una persona. Ella se presionaba a si misma cada día intentando demostrarse que no era una inútil, pero el peso en su pecho y el susurro frío en su cabeza decía lo contrario. Aquella pequeña Haneul aún estaba herida debajo de su piel y aunque visitaba a su terapeuta cada semana a veces se sentía desmoronarse facilmente. Volver a armarse era más difícil aún.
Pasó un largo rato en la misma posición, su mente en blanco hasta que volvió a sentarse derecha. Suspiró profundo y secó las pocas lágrimas que quedaban en sus mejillas, se sentía pequeña y tonta luego de llorar, sabía que eso solucionaría absolutamente nada.
Se puso de pie y tomó sus cosas, ahora sí deseaba volver a su hogar, pero el diluvio afuera tiraba de ella hacia el suelo impidiendo que sus pies se movieran hacia la salida, en cambio tomó otra dirección. Hacia la oficina del profesor Goldstein. Frente a su puerta marcó el código y se aseguró de que nadie en el pasillo la vea entrar, pero él no estaba allí.
Se dirigió al gran sofá de tres cuerpos, dejó su mochila en el suelo y se quitó sus zapatillas para recostarse boca abajo sobre el mueble sintiendo un cansancio repentino en su cuerpo. Cerró sus ojos y se puso cómoda mientras abrazaba el cojín hasta que el sueño la venció haciendo que se quedara dormida mientras esperaba a Vincent.
Una hora después sintió caricias en su mejilla que la desperaron, luego acomodaban su cabello detrás de su oreja con delicadeza, abrió sus ojos lentamente y frente a ella se encontró con el profesor. Sonrió aún adormilada y de inmediato la presencia del mayor instaló una sensación cálida en el centro de su pecho, el sonido de la lluvia fuera y una suave melodía de fondo llegaron a sus oídos. Deseó por un momento salir de esa oficina e irse con él a su mansión o su departamento, esconderse bajo las cobijas con el mayor y dejarse envolver por su delicioso aroma y su calor corporal. Paz.
—Hola. —Saludó en un susurró admirando los ojos verdes de Vincent.— ¿Terminaste las clases por hoy? Quiero irme a casa contigo, por favor.
Fin.
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theworldofdeadroses · 11 months
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"Nombre".
Categoría: escrito/narración.
Mayo, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
Lo que parecía una tranquila jornada laboral para Haneul de pronto se convertiría en un calvario, pero ella lo ignoraba por completo. Le regalaba una sonrisa a cada cliente al entregarle su café y robaba algunas risas nerviosas de algunos muchachos, le divertía, pero ninguno de ellos realmente le interesaba tanto como aquel profesor que se había robado más que su atención. Estaba feliz y sentía una paz que hace tiempo buscaba, la comodidad que Vincent le proveía era algo que jamás imaginó que encontraría.
Faltaban treinta minutos para que su turno termine y tarareaba la canción que sonaba en el local mientras limpiaba la barra, su compañera de turno molía el café llenando el espacio de su aroma. Escuchó la puerta abrirse y dejó lo que estaba haciendo para pararse frente a la caja registradora, pero cuando una sonrisa se asomaba en su rostro se encontró frente a ella con él, Kim Juwon. Los ojos de Haneul se convirtieron en dagas de inmediato, ya no había rastro de ninguna sonrisa, ni de tranquilidad, el odio invadió su sangre de inmediato.
—Hola, Ha-...
—¿Qué desea ordenar? —Lo cortó en seco.
—Haneul, por favor, quiero hablar contigo.
—No digas mi nombre, suena asqueroso saliendo de tu boca ¿Qué quieres ordenar? —Le sostenía la mirada sin flaquear, estaba furiosa y odiaba saber que ese encuentro arruinaría su día por completo. Su tono de voz era firme y cortante, la rabia era fácil de detectar.
Le preparó el bendito iced americano tentada a escupir dentro de la bebida, pero sabía que si la veían haciéndolo podría perder su trabajo, no estaba en posición de dejarse llevar por un impulso. Suspiró y le tendió el vaso de plástico.
—Ten, vete. —Reemplazó por su característico "disfrute, muchas gracias".
—Te esperaré, dije que quiero hablar contigo.
—Yo no tengo nada que hablar contigo, Juwon, déjame en paz.
Cuando finalizó su turno Haneul pudo divisar desde la barra al mayor sentado frente a una de las mesas del exterior de local, justo frente a la puerta. No tenía forma de escapar de él, pero sabía que lo ignoraría tan pronto pusiera un pie fuera de la cafetería. Se quitó su delantal café claro y se dirigió directamente a los casilleros, abrió el suyo tomando su ropa para luego ir a los vestuarios donde se cambió y recogió su cabello. Se escondió allí intentando llenarse de valor, las imágenes de aquella noche seguían vivas en su mente.
Había pasado un día particularmente difícil, el doctor le comunicó que había una fuerte sospecha de que Haneul sufriera de una enfermedad autoinmune, algo con lo que podría llegar a convivir con medicamentos que retrasaran que su cuerpo desgastara sus articulaciones e inflamarlas eventualmente. Esa noche la pasaría con Juwon, ella se quedaría a dormir luego de cenar y ver una serie juntos, pero su cabeza estaba en las palabras del doctor, no podía concentrarse en lo que su novio le decía y estaba asustada, su forma de vida tenía la posibilidad de cambiar para siempre, el futuro cercano se llenaba de exámenes médicos, él lo sabía.
—No estás poniendo atención, Haneul. Lo entiendo, tienes demasiados problemas para lidiar con los míos ahora. —Su novio se levantó de la mesa y decidió ignorarla por el resto de la noche.
—Lo siento, amor, realmente lo siento. No quería hacerte sentir así, ¿cómo puedo arreglarlo?
Haneul se disculpaba nuevamente, era rutinario en sus discusiones, siempre era ella la responsable del enojo de Juwon. Lo había conocido en la cafetería nueve meses atrás y conforme los meses pasaban llegaba a intuir que él no la amaba realmente, ella era un trofeo para él que adoraba la atención que recibía de llevarla tomada de su mano al lugar al que iban. Un ególatra y narcisista que lograba hacerla dudar de si misma, ¿era ella quien siempre le hacía daño o era él quien manipulaba los hilos para hacerla ver como una completa egoista? Llegó a pensar que era una paranoica, que estaba dudando de la persona que más amaba, pero no. Estaba en lo correcto.
Esa velada pasó de ser una tranquila noche entre la pareja que terminó otra vez en un conflicto, Haneul se fue a dormir luego de la cena y a la mañana siguiente esperaba poder resolver la discusión. Suspiró e intentó relajarse, pero mientras se preparaba un café en la cocina logró leer desde la pantalla del móvil de su novio un mensaje que llamó su atención. Lo descubrió, la engañaba. Su ira manejada por el dolor de la traición la llevó a cortar todo lazo con Juwon de forma abrupta, no quería verlo, no quería escucharlo, no derramó ni una lágrima por él, pero ardía en su pecho el dolor.
Con el tiempo se sintió culpable por la forma en la que se fue y lo abandonó porque ella lo amó demasiado aunque él le había hecho daño. Quiso contactarlo para apaciguar su rabia, quería terminar de una forma pacífica porque seguía dudando de sí misma y sólo se encontró con insultos. Él era un completo imbécil, pero la acusaba de ser una estúpia. Ilógico. Se dió cuenta en ese momento que ella nunca significó nada para Juwon, ella era solo otro medio para conseguir la atención que requería para alimentar su pequeño ego.
Salió de la cafetería y no se detuvo cuando volvió a llamarla por su nombre, se controló, siguió caminando a paso rápido hasta que sintió el tirón en su brazo derecho. Explotó.
—¡Suéltame! No quiero que me toques maldita rata narcisista, te detesto, te aborrezco. El día que vuelvas a pronunciar mi nombre será cuando te cojas al amor de tu vida, verás como el karma te vuelve. —Escupió entre dientes como si fuera una maldición mientras forcejeaba.— ¡Suéltame!
—¡Quiero hablar contigo, Haneul!
—Ya te dije que yo no quiero, suéltame.
—Te ha dicho que la sueltes.
La voz de Vincent la paralizó por completo.
Fin.
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theworldofdeadroses · 11 months
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"La confesión".
Categoría: escrito/narración.
Junio, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
Desde que comenzó a conocerlo Haneul quería mantener ciertas distancias, tenía miedo de crearse ilusiones falsas y volver su vida un caos innecesario. Poco a poco esa convicción se quebró hasta caerse a pedazos, aunque el miedo a veces volvía a instalar preguntas maliciosas en su mente ella no podía ocultar la sonrisa y el leve sonrojo que el profesor instalaba en su rostro con solo pasar por su mente un segundo.
Comenzaron a compartir más tiempo juntos sin darse cuenta, se sentaban en el sofá de Vincent por horas, abrazados y con una manta sobre ellos compartiendo series o películas. Era natural y tranquilo, ella sentía la calidez de los brazos del mayor, se deshacía en ellos por completo con solo una caricia inocente. Para ella no había nada más que ese lugar, se sentía a salvo y las noches que él no ocupaba el otro lado de su cama se sentían frías, dolían.
Haneul sonreía como tonta cuando los párpados del profesor comenzaban a bajar y subir lentamente, era la señal de que el sueño comenzaba a vencerlo. Siempre era igual, se lamentaba por un breve momento no poder seguir disfrutando del color verde de sus ojos, pero de inmediato se abrazaba a él invitándolo a dormir incluso cuando ella sería la que seguiría despierta algunos minutos más. Cuando eso sucedía aprovechaba para susurrarle sus miedos mientras él soñaba, era su momento de confesión.
Soltó una suave risa cuando Vincent comenzó a hablar más pausado mientras mantenía sus ojos cerrados más segundos de lo normal, su voz era más suave y queda, adoraba escuchar ese sonido, era su favorito después del tono que empleaba para llamarla "Hannie" logrando hacerla estremecer.
Su corazón sentía el peso de las palabras que amenazaban con salir, él se veía tranquilo y adorable. Abrió su boca pero volvió a cerrarla de inmediato mordiendo su labio inferior, quería esperar a estar segura de que estuviera dormido.
—Te amo.—Susurró.
Sus ojos recorrieron el rostro del mayor y cuando él volvió a entreabrir los suyos Haneul dejó de respirar. La escuchó. El profesor le devolvió una pequeña sonrisa y sus ojos no resistieron el sueño, cayó dormido.
Ella no logró dormir hasta una hora después, los nervios la hacían reprenderse a sí misma por haber sido tan descuidada. Comenzó a inventar excusas para la mañana siguiente, "¿estaba soñando, profesor?" preguntaría soltando alguna risa coqueta mientras llevaba su mano a su pecho fingiendo sorpresa, pero ella sabía que era difícil engañar a Vincent por algún motivo él lograba ver através de su ser. O quizás ella creía que era buena ocultándose cuando no lo era.
Logró dormirse y la mañana siguiente al abrir sus ojos no encontró a su lado al profesor, sintió cierto alivio de no enfrentarse a él tan pronto despertaba. Se volteó boca abajo y hundió su rostro en la almohada gruñendo frustrada mientras golpeaba el colchón con el puño. Cuando se recompuso tomó el conjunto de pijama que yacía en el suelo desde la noche anterior y se vistió.
Tomó el picaporte y exhaló intentando comenzar su actuación, con su mejor sonrisa de "anoche dormí como un ángel, nada sucedió, nada dije". Cuando abrió la puerta y se dispuso a salir su mirada chocó con los ojos verdes de Vincent.
"Mierda".
Fin.
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theworldofdeadroses · 11 months
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About: Lee Haneul.
Lee Haneul nació la ciudad de Busan el día 10 de Septiembre del año 2000, allí vivió toda su vida hasta su graduación de la escuela secundaria, luego se trasladó a Seúl para estudiar la Licenciatura en Música en la Universidad de Seúl siendo becada por su alto desempeño académico en el conservatorio de Busan. Toca piano, guitarra y es cantante.
Durante su infancia era una niña animada que disfrutaba de cantar y bailar, participaba de todos los eventos escolares que le permitieran mostrarse al público, llegando a destacar en la gran mayoría de ellos.
En secundaria Haneul fue víctima de acoso escolar por su afición al arte, motivo por el que comenzó a desarrollar su pasión en secreto luego de cambiarse de escuela cuando su madre descubrió los ataques.
En su adolescencia realizó audiciones para tres empresas de entretenimiento, de las cuales dos de ellas la contactaron para ser parte de las trainees que formarían un nuevo grupo femenino, desistió de la idea de convertirse en idol buscando la independencia artística.
Al ingresar a la universidad comenzó a trabajar medio tiempo en una cafetería y da clases de inglés a alumnos de secundaria, ambos trabajos le permitieron pagar el alquiler de un pequeño departamento a una hora del campus.
Vive una vida tranquila y pacífica por su cuenta, en la actualidad cursa el último año de la carrera de Licenciatura en Piano. Al graduarse planea trasladarse a vivir a Inglaterra.
— Cuenta narrativa administrada por: 🌙.
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theworldofdeadroses · 11 months
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"El juego secreto".
Categoría: escrito/narración.
Advertencia: contenido sexual (+18).
Abril, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
La clase le parecía completamente aburrida, le había perdido el hilo hace muchísimo tiempo atrás y su mente divagaba desde las ganas de llegar a casa para dormir al menos una hora hasta pensar en el almuerzo. Tenía hambre, estaba agotada y desconectarse por unos minutos no le haría daño. Era demasiado suave la voz del profesor y su forma de explicar invitaba a dormir, pero resistió. Poco a poco sus pensamientos la llevaron a recordar aquel profesor de literatura que había llegado hace poco del extranjero, se había cruzado con él en los pasillos en varias ocasiones y como la mayoría del alumnado no podía evitar seguirlo con la mirada hasta perderlo de vista.
Vincent D'Angelo era su nombre, un hombre realmente bello pero que nunca había tenido el placer de cruzar palabra con él y tampoco tomar sus clases, ya que había tomado literatura en cuatrimestres anteriores. Una lastima, quizás sus lecciones eran diez veces más entretenidas que las del profesor Song y Haneul lograría mantenerse concentrada en su voz grave y melódica, en la forma en que sus labios se movían al hablar y esa preciosa sonrisa que había visto asomar desde lejos.
Suspiró y luego recordó la ocasión en la que logró verlo en el buffet del campus bebiendo café mientras comía un hotteok, se había quedado completamente perdida en sus movimientos y ahora solo podía recordar uno en particular, cuando llevó su índice a su boca para limpiar la punta apenas manchada de azúcar negra.
No podía olvidar sus bellas manos con dedos largos y finos, sin poder evitarlo una pequeña sonrisa apareció en su rostro ante el recuerdo, pero pronto se preguntó cómo se sentiría tenerlos dentro de ella e imaginó por un segundo que estaban empapados de sus fluidos y él los saboreaba. Cerró sus ojos y como reflejo cruzó sus piernas, como si la falda que llevaba puesta iba a exponer los escenarios que comenzaban a mojar sus bragas.
La voz del profesor Song anunció el final de la clase para su suerte y sin perder tiempo recogió sus cosas para ir directamente a su auto, estaba incómoda y algo avergonzada, aunque nadie sabía de lo que pasaba por su mente sentía que la humedad entre sus piernas la delataba a cada paso que daba por el pasillo de la universidad. Fue en ese momento cuando lo vio entrar al edificio al protagonista de sus fantasías más recientes.
"Oh no, ¿en serio tiene que cruzarse en mi camino ahora?"
Era inevitable, Vincent se detuvo con su celular en su mano justo a un lado de la puerta por la que debía salir y no había escapatoria de saludarlo. Suspiró y armó de valor, él tampoco sabría lo que su mente maquinaba ¿verdad? Caminó a paso rápido y seguro, al llegar junto a él le ofreció una leve reverencia saludando con un pequeño "hola, profesor D'Angelo" sin mirarlo a la cara y salió al campus. Misión cumplida. Su corazón latía como si fuera culpable de algún crimen y la estuvieran interrogando, así que escapó hacia su auto en busca de llegar a su refugio: su casa.
Minutos más tarde Haneul se encontraba en su departamento, el viaje más largo de su vida, su mente la odiaba y deseaba hacérselo saber. No solo no había podido quitarse al dichoso profesor de su mente, sino que entre sus piernas sus fluidos eran cada vez más incómodos, definitivamente estaba excitada y necesitaba apagarlo.
Dejó su mochila en el recibidor y corrió a su habitación a quitarse las malditas bragas sin siquiera mirarlas, las dejó en el suelo para echarse boca abajo en su cama escondiendo su rostro entre sus brazos por un breve momento. Gruñó frustrada, pero agradecía estar en casa para quitarse esa calentura de inmediato. Se acomodó boca arriba, abrió su cajón y tomó los dos objetos preciados junto a esa botella de lubricante íntimo.
Se despojó de cada una de sus prendas y abrió sus piernas llevando su diestra a su vulva, el breve roce de sus dedos con su clítoris se sintió como la gloria y no pudo evitar sonreír mientras miraba hacia abajo cuando sus dedos separaron sus labios vaginales. Imaginó de inmediato los del profesor haciéndolo, ronroneó al comenzar a estimular su clítoris con movimientos lentos y circulares. El placer se sentía dulce pero al mismo tiempo quemaba entre sus piernas.
Se detuvo y tomó el dildo junto con la botella, rápidamente le echó el lubricante y luego lo usó en su orificio anal logrando que su índice se deslizara fácil haciendo que suelte un suave suspiro. Movió su dedo en un vaivén lento antes de reemplazarlo por el juguete, pero quería más que eso, deseaba tener dentro de ella el miembro del profesor, entrando y saliendo ahora mucho más rápido. Quería sentirlo chocar su cuerpo violentamente contra ella y se llenara esa habitación de sonidos obscenos que se mezclaran con sus gemidos y jadeos desesperados.
Repitió el nombre de Vincent como un mantra con sus ojos cerrados, una fina capa de sudor cubrió su cuerpo. Buscó el vibrador y lo encendió en los primeros niveles usándolo sobre su clítoris mientras el dildo seguía dentro de ella hundido por completo. Estaba desesperada, metió tres dedos en su interior los movió dentro de ella para rozar ese punto en específico que la hacía retorcerse de placer. Disfrutaba de la sobreestimulación, estaba perdida en cada sensación y no le interesaba quien la escuchara.
—Maldito...—Soltó entre dientes con dificultad lloriqueando.— Apuesto... apuesto a que disfrutaría saber de ésto. —Sonrió luego de relamer sus labios ante la idea de que Vincent llegara a enterarse.— Ah, mierda...
En el mejor de los escenarios era ella quien estaba recostada boca abajo en el escritorio en la oficina de D'Angelo mientras el le follaba el culo como se lo merecía, por tener aquellas fantasías en clase, por masturbarse como una puta en su habitación mientras repetía su nombre entre jadeos y gemidos.
La palabra "puta" saliendo de los labios del profesor en ese escenario, las vibraciones al máximo del juguete y sus dedos moviéndose bruscos en su interior la llevaron al borde del éxtasis. Era demasiado para ella, pero estaba dispuesta a seguir hasta saciarse.
—Oh, Dios...
Sintió entre sus labios correr sus fluidos ante el desborde de placer, mojó sus sábanas cuando el orgasmo golpeó cada parte de su cuerpo y sus sentidos. Arqueó su espalda y echó su cabeza hacia atrás hasta que se desplomó sobre el colchón. Su respiración estaba agitada y quedó aturdida por un momento, mientras el vibrador a su lado zumbaba. Tardó unos minutos en recuperarse un poco, apagó el juguete y quitó el dildo de su interior, se quedó mirando el techo en la misma posición mientras lamia sus falanges saboreando la esencia de su orgasmo hasta que decidió ponerse de pie para darse una ducha.
Sabía que no sería la última vez que gozaría de un escenario parecido en sus fantasías y desde ese momento supo que el único protagonista sería él, aunque él jamás llegaría a conocer ese juego secreto de Haneul en su habitación, al final de cuentas no era su alumna y sólo se lo cruzaría en los pasillos de la universidad o en el campus. Quizás parecería cliché tener fantasías con un profesor, pero no podía negarse que era bellísimo y su aura irradiaba sensualidad, era imposible no verlo más allá de su papel como educador.
Se preguntó por un momento por los gustos y deseos sexuales de Vincent, le daba curiosidad saber qué juegos secretos llevaba a cabo aquel profesor que había llegado del extranjero. El país del que venía era diferente al suyo, la sociedad allí no era tan cerrada como la coreana donde el sexo era tabú, pero todos tenían sus secretos. Era en vano seguir preguntándose por aquello, ella jamás se acercaría al profesor.
Fin.
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theworldofdeadroses · 11 months
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"3 a.m".
Categoría: escrito/narración.
Mayo, 2023.
Seúl, Corea del Sur.
Había derramado demasiadas lágrimas en el proceso, se culpaba de haber bajado la guardia. Se cuestionaba cada pequeño detalle de ella misma, ahora estaba aterrada ¿Y sí no merecía ser amada? ¿Era verdad que era tan egoísta como le habían dicho? ¿En qué se había equivocado? ¿Por qué ahora ella llevaba el peso en sus hombros? ¿Para qué? Todo lo que ella sabía de sí misma ya no significaba nada, le habían implantado el miedo en su sangre.
Se giró hacia la izquierda y contempló el rostro pacífico del hombre a su lado mientras dormía, la lluvia caía fuera y los truenos hacían temblar los vidrios de las ventanas. Sus cuerpos yacían desnudos bajo las sábanas, las testigos de un frenesí de pasión y salvajismo con el que se devoraron mutuamente, un verdadero desastre. La piel de Haneul era la prueba fehaciente de los hechos imposibles de pronunciar, las marcas moradas en su piel sobresalían y el nombre de su amante en su muslo en cicatrización.
Cerró sus ojos inhalando el aroma ajeno por un momento, ahí estaba otra vez, en su pecho. Esa sensación extraña de euforia y miedo, una esperanza tímida que ella no se quería permitir mostrar a simple vista aunque rogaba por permanecer entre los brazos cálidos del hombre, así que se acurrucó a su lado buscando una protección que era imposible, ella lo sabía, pero aún así el calor del cuerpo a su lado le transmitía calma.
—Tengo miedo, por favor, se paciente conmigo. —Susurró aunque sabía que él no la escuchaba. Un pequeño dolor apareció en su pecho al recordar el porqué de ese pedido, su historia, su pasado.
Abrió sus ojos y mordió su labio inferior, recorrió sus facciones, se detuvo en cada lunar en su rostro. Era bellísimo. Haneul no podía negarlo, había algo que la atraía a él, era una sustancia adictiva y ella estaba probando de su copa, de su boca y sus dedos. No admitiría jamás aquello ante él, era prudente ahora, no quería dejar entrar a su departamento a otra rata narcisista. El examen sería minucioso, lento y a su modo. Hubo un tiempo pasado en el que se dejaba llevar ciegamente, ahora sostenía el freno de mano con firmeza, tenía mucho que sanar y ella sabía que esa cruz en sus hombros no sería fácil de sostener para quienes no estaban acostumbrados a su peso.
Ella era frágil, ya no se mentía a sí misma, ahora lo entendía. Pero incluso en su fragilidad había fuerza, porque por más que el miedo jugara sus cartas haciendo que dudara de si misma ella volvía a apostar por ese sentimiento, esa sensación cálida, esa euforia que entregaba el amor.
—Se paciente conmigo. —Repitió como una suplica entre susurros y sintió el peso en sus párpados.
Los ángeles venían a recogerla, la llevarían lejos por solo unas horas, pero era el ángel a su lado el que la mantendría cálida en ese viaje a su aterrador subconsciente. El reloj marcaba las tres de la madrugada.
Fin.
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