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ulloahector · 6 years
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El verdadero ABC de la fotografía
La fotografía ha sido, desde hace ya muchos años, una actividad atractiva para mucha gente; para algunos, como un pasatiempo gratificante; para otros, como una oportunidad de ingreso económico; para otros más, como una forma de expresión. Y mientras algunos buscan dónde capacitarse para hacer fotografía, otros compran una cámara y se lanzan al ruedo sin más instrucción que su propia concepción de cómo debe hacerse.
La aparición de los teléfonos “inteligentes” y sus cámaras integradas ha hecho que el número de fotógrafos empíricos crezca exponencialmente mientras el de los “académicos” se rezaga. Por una parte, no he visto muchas escuelas donde se enseñe a usar la cámara de un teléfono, y por otra, con las aplicaciones que existen para el ajuste automático de las imágenes, parecería haber cobrado nueva vida aquel viejo slogan de Kodak de “Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto”.
Los estándares de calidad de una imagen también parecen haber cambiado, pues, al menos para los fotógrafos empíricos, ahora se mide con base en el número de pulgares arriba, corazones o “likes” que reciban en redes sociales.
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La realidad es que esto último no cambia los verdaderos estándares, es decir, los que imponen la competencia y los clientes, y el fotógrafo empírico muchas veces enfrenta situaciones en las que, tras entregar un trabajo “profesional”, recibe el rechazo del cliente. Esto debería conducir a que el fotógrafo empírico buscara capacitarse para hacer un mejor trabajo, pero muchas veces no es así. El peso de las redes sociales es tal, que le impide reconocer que su trabajo no estaba a la altura de las expectativas.
Por otra parte, cuando el fotógrafo sí busca capacitarse, enfrenta una nueva problemática, pues una parte considerable de las opciones de capacitación tampoco cuenta con el nivel suficiente para que el egresado haga frente a los retos que se le presenten.
En México hay personas e instituciones que ofrecen cursos, talleres y diplomados de fotografía de muy buen nivel, pero también abunda la oferta “patito”, es decir, aquella que sin tener los conocimientos ni los recursos didácticos necesarios, ofrece convertir al aspirante en un profesional.
La mayoría de estas ofertas “patito” son fáciles de reconocer en que prácticamente se limitan sólo a enseñar al participante a hacer clic y dejan de lado todo aspecto teórico-conceptual. Y, si bien, seguramente hay quien busque sólo eso—aprender a manejar bien su cámara—para quienes ven en la fotografía una oportunidad de trabajo, la publicidad de estos centros resulta engañosa, con frases como “conviértete en un profesional” o “aprende a hacer fotografía como un profesional”. Nada más lejos de la realidad. Aprender sólo a manejar una cámara no hace profesional a nadie. Es como si alguien pretendiera ser mecánico sólo porque puede usar unas pinzas o una llave de tuercas.
Pero las ofertas “patito” no existirían si no hubiera quién estuviera dispuesto a dejarse engañar, la mayoría de las veces, porque no desean invertir ni la cantidad de tiempo ni la cantidad de dinero que una buena capacitación requiere.
Para poder hacer frente a los retos que la buena fotografía impone, hace falta más que sólo manejar la cámara. Hay que aprender sobre iluminación, sobre procesamiento de imágenes, sobre preparación para impresión o para cualquier otra salida que se requiera. Hay que conocer los lentes y los accesorios que puedan hacer falta para el trabajo que se solicite. Pero por encima de todo eso, hay que saber reconocer la calidad, interpretar las necesidades del cliente y convertir una idea en una imagen.
La reticencia a capacitarse mejor proviene, en muchos casos, del hecho de que muchas veces el oficio se hereda de alguna generación anterior y que se cree que porque el negocio ha sido capaz de mantenerse a flote ya se está haciendo buena fotografía. En otras palabras, el fotógrafo de segunda o tercera generación se ocupa de mantenerse dentro de una zona de comfort mientras el negocio le siga dando para comer. Se cree que el conocimiento empírico adquirido del padre o del abuelo basta para considerarse un fotógrafo competente.
Sin embargo, en la actualidad, los retos son distintos y la exigencia, mayor. La globalización y la Internet le han permitido al cliente potencial conocer los niveles de calidad disponibles en otras partes del mundo, creando un marco de comparación mucho más amplio, y quien no esté a la altura de esta nueva expectativa, está prácticamente fuera del negocio. No hace mucho escuché a un fotógrafo quejarse porque en su ciudad, un punto turístico importante, se contrataba a fotógrafos extranjeros, aun con un costo mayor, en lugar de contratar a los fotógrafos locales. No entienden que el problema no es el costo o el malinchismo, es la calidad.
Y la solución es simple y compleja a la vez. Se requiere capacitación, sí, pero también se requiere voluntad para cambiar su forma de trabajar, su forma de ver las cosas, y sentido común para aceptar que vale la pena invertir en esa capacitación, tanto o más que lo que vale la pena invertir en equipo. Después de todo, la cámara no hace al fotógrafo.
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ulloahector · 6 years
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¿Estoy evolucionando como fotógrafo(a)?
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Todos hemos escuchado hablar de la zona de confort y de cómo, el encontrar un lugarcito agradable en ella, nos puede hacer mucho daño, como evitar que estemos preparados para cualquier eventualidad o impedir que avancemos en nuestras meta o nuestros anhelos.
Hace unos días, publiqué un comentario en redes sociales en el que expresaba que si nos topamos con una foto que tomamos hace algunos años, que en ese tiempo nos haya parecido extraordinaria, y hoy nos sigue pareciendo extraordinaria, es porque no hemos crecido como fotógrafos. Y no me refiero a que haya dejado de gustarnos; las emociones que nos llevaron a tomarla no tienen nada que ver. Me refiero a que sigamos pensando que es extraordinaria.
En la dinámica del crecimiento y desarrollo vamos aprendiendo cosas que nos llevan a ver el mundo de manera diferente cada día. Eso se refleja en la forma en la que hacemos lo que nos gusta—como decía Ansel Adams, “Nuestras fotografías son un reflejo de todos los libros que hemos leído, toda la música que hemos escuchado, todos los lugares que hemos visitado y la gente que hemos conocido.”
Esa experiencia acumulada tendría que hacernos capaces de ver una foto vieja y encontrar en ella un sinfín de cosas que hoy no haríamos o que haríamos de manera diferente, como la composición o la exposición o la elección del lente; tendría que hacernos capaces de ser autocríticos.
Por tanto, si nos topamos con esa foto vieja y no somos capaces de verla más que como la vimos cuando originalmente la tomamos, muy seguramente es porque muchas cosas en nosotros no han cambiado. Es como si no hubiéramos leído más libros o visto más películas o escuchado más música o conocido más lugares o más gente; o como si todas esas nuevas vivencias no hubieran tenido impacto alguno en nuestras vidas.
Se dice que la gran paradoja de la vida es que lo único verdaderamente constante es el cambio. En consecuencia, si nosotros vamos cambiando con el tiempo, nuestras fotos deberían cambiar también. Y, si hemos aprendido bien, deberían cambiar para ser mejores y deberíamos ser capaces de notarlo.
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ulloahector · 6 years
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DPI vs PPI
A la hora de preparar sus imágenes para impresión, la mayoría de los fotógrafos piensa que estos dos términos: DPI (dots per inch) y PPI (pixels per inch) son equivalentes. Nada más lejos de la realidad. Trataré de explicar por qué.
Empecemos por los pixeles por pulgada o PPI. Ésta es la resolución real, nativa de una imagen digital. Aunque hay aplicaciones que pueden mostrarla en otras unidades de medida, como centímetros, lo más común es que se exprese en pulgadas. Creo que si no fuera así, habría mucho más confusión de la que ya hay. Imaginen que 300 pixeles por pulgada es lo mismo que 118.11 pixeles por centímetro. ¿Cómo resulta más fácil hacer cuentas?
Cuando amplificamos una imagen en pantalla, cada uno de los cuadrados que se ve (quizá a más del 300% de amplificación) equivale a un pixel. Mientras más pixeles originales haya, más fino podrá ser el detalle de la imagen. Además, cada pixel puede contener un tono distinto, en la mayoría de los casos, de una gama de más de 16 millones de colores.Pero, nótese que en el párrafo anterior hablamos de pixeles originales. Esto quiere decir que no por por el simple hecho de cambiar la resolución en una aplicación como Photoshop o de aumentar su tamaño vamos a tener mayor detalle. Todo dependerá de la imagen original. Es decir, si amplificamos una imagen de baja resolución, digamos, de 72ppi a un 300 por ciento, no obtendremos una imagen mejor al aumentar el número de pixeles, sólo tendremos una imagen de mayor tamaño, pero con la misma baja resolución. En cambio, si reducimos su tamaño, digamos a un 25 por ciento, tendremos una imagen que parecerá de mayor resolución al momento de imprimirla, pero que en realidad tendrá el mismo poco detalle.
Por otra parte, la mayoría de los monitores son de muy baja resolución, típicamente, entre 72 y 96 pixeles por pulgada. Por eso, cuando en una aplicación como Photoshop “abrimos” la imagen a su tamaño real para ver de cerca los detalles, aparece 3 o 4 veces más grande de cómo se vería impresa. Pensemos en una imagen de 300ppi en un monitor de 72ppi (300 ÷ 72 = 4.16x). Para tener una idea más real de cómo se vería impresa, tendríamos que bajar su tamaño en pantalla a un 50 o a un 25 por ciento, según el caso (con los nuevos monitores Retina de Mac, bastaría con bajar el zoom a un 75 por ciento). Se recomienda evitar los ajustes de zoom intermedios, como 33 o 67 por ciento, pues por muy buena calidad que tenga el monitor, tienden a generar artefactos de escalamiento que pueden darnos una idea errónea de la resolución de la imagen. También tendríamos que descontar el factor de brillo del monitor, porque el papel no tiene luz propia, pero eso es tema para otra ocasión.
Y entonces, ¿qué son los DPI (puntos por pulgada?
Los puntos por pulgada son una especificación de los dispositivos de salida, como las impresoras caseras. Y aquí es donde comienza la diferencia. Si bien, hay una relación directa, es decir, 1:1 entre la resolución en pixeles de la imagen digital y la resolución de salida de la mayoría de las fotograbadoras (para la generación de negativos digitales), esto no es el caso con las impresoras de inyección de tinta o los plotters. Una impresora casera típica suele tener una resolución de impresión de 2880 puntos por pulgada, o sea que se requiere alrededor de 92 puntos para reproducir un solo pixel de una imagen de 300ppi (2880 ÷ 300 = 9.6 tanto en vertical como en horizontal, es decir, 9.6 x 9.6 = 92.16). Por supuesto, no valdría la pena aumentar la resolución de la imagen para que igualara la de la impresora, pues el archivo resultante sería tan grande que sería prácticamente imposible manejarlo. Además, como ya dijimos arriba, el aumentar la resolución (ppi) de la imagen original no mejora la calidad de la imagen, sólo crea una imagen tan buena o mala como la original, pero de mayor tamaño.
La enorme resolución de las impresoras (en ocasiones hasta de más de 4000 puntos por pulgada) no mejora el detalle, sólo sirve para que el espectador no alcance a ver los puntos de tinta que conforman la imagen.
Finalmente, algo que pocos fotógrafos toman en cuenta a la hora de trabajar sus fotografías para impresión, es que no siempre se van a imprimir en impresoras caseras; muchas veces serán impresas en offset, y aquí viene otro concepto que pocos conocen: LPI (lines per inch — líneas por pulgada).
Se trata de un proceso mediante el cual se “traduce” la información de una imagen en líneas con puntos equidistantes, pero de distinto tamaño. Cada punto representa un elemento de la imagen, atrae una cierta cantidad de tinta y simula un cierto porcentaje de color sólido. El tamaño máximo de los puntos determina el número de líneas por pulgada que tendrá la imagen impresa. Mientras mayor sea el número de líneas, mayor será la calidad de la imagen, aunque esto también dependerá de la prensa con que se esté imprimiendo. Por ejemplo, la típica imagen de periódico puede tener una resolución entre 60 y 110 líneas por pulgada. La impresión en una revista, con papeles lustrosos, quizá tenga una resolución de unas 133 a 150 líneas por pulgada. La impresión fina, es decir, la que normalmente se usa para libros de arte, puede variar entre 175 y 200 líneas por pulgada. Mientras más fino sea el punto, más dependerá de condiciones ideales de impresión (mejores papeles, prensas más nuevas, etc.), pues en casos adversos la tinta puede extenderse más allá se los límites ideales y el punto aparecerá mayor o emplastado.
Normalmente, la proporción de pixeles a líneas por pulgada es de 2:1, es decir, una imagen de 300ppi puede producir una impresión de 150lpi. Esto es algo que habría que tomar en cuenta a la hora de preparar nuestras imágenes para impresión:  ¿cómo se van a imprimir?
Y, cuidado: no faltará el impresor que asegure poder hacerlo con una proporción menor, como 1.5:1, pero eso reduce las tolerancias y aumenta considerablemente el margen de error.
Al igual que con la impresión en impresoras caseras, el aumentar la resolución de una imagen después del hecho (en postproducción) no mejora la calidad de la misma. Ésta viene directamente de la imagen original. Si hay detalle fino en la imagen original, éste se puede amplificar, pero si no lo hay de origen, no lo habrá después, por más nitidez (sharpening) que se aplique a la imagen.
Si te interesa aprender más sobre el proceso de imágenes para impresión, te invito conocer los talleres que ofrezco, tanto presenciales como en línea. Visita www.hectorulloa.com o sígueme en Facebook (www.facebook.com/iconofilia) o Twitter (@Iconofilia).
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ulloahector · 6 years
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¿Realmente todo mundo debe tener un 50mm?
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Una de las primeras recomendaciones que se hace a los fotógrafos principiantes es que, en cuanto puedan, adquieran un lente de 50mm, que es un lente imprescindible. Pienso que es una recomendación que, la mayoría de las veces, carece de fundamento. No es que el 50mm sea un mal lente, pero tampoco es la panacea universal. Explicaré por qué digo esto.
Para quienes iniciamos en la fotografía hace tiempo, no había muchas opciones. La “tríada sagrada” no estaba constituida por esos lentes zoom con abertura máxima de f/2.8 que hoy están de moda, sino por un 50mm, un 35mm y un 135mm. Para mí y para muchas otras personas, estos lentes hoy quizá tengan un valor más bien nostálgico que ha ido pasando de una generación a otra, pero que no justifica la recomendación como se la plantea, es decir, como que todo fotógrafo debe tener un 50mm.
Por otra parte, las cámaras de 35mm tuvieron gran aceptación por su reducido tamaño y peso. Eso las hacía ideales para llevar a todas partes y para usarlas en una gran variedad de situaciones, razón por la cual fueron adoptadas principalmente por los fotógrafos de prensa. Pero en el ámbito de la fotografía de estudio o de paisaje, donde se manejaba el gran formato (4” x 5”, 8” x 10”…), la cámara de 35mm tenía poca cabida y esos lentes como el 50mm ni siquiera figuraban.
Entonces, ¿de dónde sale eso de que todo mundo debe tener uno?
Veamos, primero, lo que el lente no es.
Se dice que el ángulo de visión de este lente es lo más parecido al del ojo humano, pero esto es falso, pues el 50mm tiene un ángulo de visión horizontal cercano a los 40 grados, mientras que el ojo humano abarca casi 180 (los dos ojos). Aún cuando tomáramos en cuenta sólo el ángulo de visión consciente del ojo humano, haciendo de lado la visión periférica, éste rebasa por mucho al lente de 50mm, pues ronda los 70 grados. Así que no va por ahí. Y si pensamos en las cámaras con sensor APS-C, el 50mm queda todavía más lejos, pues el ángulo de visión de este lente en una cámara con factor de recorte 1.5x es de sólo 26 grados.
Se dice que en APS-C es un lente ideal para retrato. Nada más alejado de la realidad. Que el ángulo de visión sea parecido al de un 75mm en full-frame no lo hace igual al 75mm, pues la perspectiva del lente es diferente. Por otra parte, los lentes más buscados para retrato, en el ámbito de la fotografía de 35mm, tienen longitudes focales mayores, como 85mm o 105mm, incluso 200mm, y presentan perspectivas más comprimidas y un mayor desenfoque del fondo.
Se dice, también, que son lentes mucho más nítidos, pero esto es una generalización improcedente. Mucho depende del modelo, pues hay lentes muy buenos y otros que no lo son tanto, aun siendo del mismo fabricante. Y si a esto agregamos que también se suele recomendar el uso de un filtro UV para proteger el lente y que, en muchos casos, estos filtros no tienen la calidad óptica requerida, el asunto de la nitidez puede quedar en entredicho.
Ahora bien, como dije al principio, no es que estos lentes sean malos, es sólo que pienso que decir que todo mundo debe tener uno es como decir que a todo mundo debe gustarle el café. Creo que, en este sentido, mucho dependerá del tipo de fotografía que cada quien haga. Es verdad que son lentes ligeros, generalmente luminosos y económicos (algunos), pero eso no los hace buenos para todo. Creo que son lentes muy útiles para aprender fotografía, pues debido a su longitud focal fija obligan al fotógrafo a pensar más en la composición, pero, para el caso, lo mismo sucedería con cualquier otro lente fijo, sin importar la longitud focal.
Y si se trata de lentes versátiles, de uso general y buena calidad óptica, también depende de la cámara. Si uso una cámara con sensor full-frame y quiero hacer fotografía de calle, por ejemplo, yo preferiría un 35mm (24mm en cámaras con sensor APS-C). Y si se tratara de tener un lente “todo terreno”, el tipo de lente que me gustaría tener todo el tiempo en la cámara para las más diversas situaciones, yo buscaría un zoom corto, algo así como un 24-120mm para full-frame o 16-80mm para APS-C.
En conclusión, antes de invertir dinero en un lente que probablemente encontrarás limitante, piensa bien qué tipo de fotografía te gusta hacer. Yo he descubierto que la mitad del tiempo uso el 35mm y la otra mitad un 60mm macro.
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ulloahector · 6 years
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Hoy, el triángulo de la fotografía es un hexágono (mínimo)
En los tiempos de la fotografía análoga, para lograr una buena imagen el fotógrafo debía ocuparse principalmente de tres cosas: el diafragma, la velocidad de obturación y el ISO. Claro que el ISO era fijo y estaba determinado por la película que tuviera uno en la cámara, pero aún así había que tomarlo en cuenta y llevar con uno distintos tipos de película, por si hacía falta. Lo mismo sucedía con el color, pues había película para luz de día y película para luz de tungsteno. Hoy las cosas han cambiado. Bueno, realmente empezaron a cambiar en la década de los 90, cuando las cámaras incorporaron un microprocesador y autofoco. Y si pensamos en las cámaras digitales, las cosas han cambiado muchísimo. Tan sólo el aspecto de la existencia de un firmware o sistema operativo debe darnos una idea de lo grande del cambio. Además, conforme avanza la tecnología, las distintas marcas y modelos de cámara ofrecen cada vez más funciones, pero para no abusar del tiempo de los lectores, lo dejaré en lo mínimo necesario, sin entrar en casos especiales. Hoy el triángulo es más bien un hexágono, cuyas aristas son: El diafragma. Éste sigue controlando la cantidad de luz que entra en la cámara, así como la profundidad de campo. La velocidad de obturación. Al igual que con las cámaras análogas, ésta controla el tiempo durante el cual permanece abierto el obturador y nos ayuda a eliminar o acentuar el efecto del movimiento. El ISO. Actualmente, este ajuste es variable y puede abarcar 6EV o más de incremento en la sensibilidad del sensor. Cabe decir que este incremento viene con un precio que en ciertos casos podría arruinar una foto: el ruido digital. El balance de blancos. Como dice arriba, en la época de la fotografía análoga había básicamente dos tipos de película: para luz de día y para luz de tungsteno. Una estaba equilibrada para dar resultados aceptables en condiciones de 5500º K y la otra estaba equilibrada para 3200º K. Es decir, si había que fotografiar bajo luz fluorescente o cualquier otro tipo de luz, había que usar filtros especiales. Los modos de medición. Las primeras cámaras que traían un exposímetro incorporado no medían luz a través del lente, lo hacían por fuera. Luego eso cambió a los exposímetros TTL (a través del lente, por sus siglas en inglés), pero había que ajustar el diafragma primero, con lo que se oscurecía el visor, para lograr una medición correcta. La mayoría de los exposímetros incorporados era del tipo ponderado al centro y medía sólo la intensidad de la luz, pero en los años 90, Nikon cambió ese paradigma con exposímetros que miden luz, contraste, color y distancia. A eso habría que agregar que hoy las cámaras cuentan, al menos, con tres modos de medición que producen resultados diferentes: matricial o evaluativa, ponderada al centro y puntual. Los modos de autofoco. Finalmente, un ajuste que pocos conocen y usan es de los modos de autofoco. La cámara puede enfocar en el sujeto más cercano a la cámara, en un sólo punto elegido por el usuario, en un grupo de puntos elegidos por la cámara, en un grupo de puntos elegido por el usuario, en un punto que empieza siendo único y luego se torna variable para seguir a sujetos en movimiento, en fin, las posibilidades son diversas, dependiendo de la cámara que se use. Antes, las cámaras tenían un prisma partido o un telémetro o un sólo punto de enfoque; la cámara que yo uso tiene 51 puntos de enfoque y hay modelos, como la Sony A9, que tiene 693! Como pueden ver, aprender fotografía hoy no es tan sencillo como pudo haber sido para alguien que vivía en los años 60 o 70. Hoy las cámaras son mucho más complejas y ofrecen funciones que uno ni se imagina. Así que si quieren sacarle el mayor provecho posible, deben leer (y entender) el manual o tomar un buen curso de foto en el que puedan conocer su cámara a fondo. Y, hablando de cursos, hoy la tecnología permite acudir a clases incluso muy lejos del lugar donde vivimos, en el horario que mejor nos convenga, pues la educación en línea abre posibilidades increíbles. Los invito a que visiten mi sitio web (www.hectorulloa.com), donde podrán explorar esas posibilidades.
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ulloahector · 6 years
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¿Qué está sucediendo con YouTube?
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Hace algunos años, cuando YouTube apenas empezaba, descubrí un mundo maravilloso en el que los tutoriales ocupaban un lugar preponderante. Me sorprendía la cantidad de cosas interesantes que podía uno aprender ahí. Pero junto con lo bueno viene siempre algo de basura—¿acaso una botana sabrosa no incluye siempre una bolsa de material plástico no biodegradable que acaba contaminando la tierra y los mares?—y más temprano que tarde, la plataforma empezó a llenarse de videos inútiles, si bien, entretenidos para algunos.
Al hacerse virales, esos videos mostraron el potencial para servir como base para fuertes campañas publicitarias sin invertir un centavo más allá de mantener la plataforma. La producción de videos basura se disparó. Pero eso no es el problema. El problema es que también surgieron otras formas de hacer dinero con los videos publicados. Hay vínculos afiliados, anuncios que aparecen antes, durante o después del video y vínculos a otros videos supuestamente relacionados con lo que a nosotros nos interesa. Pero la peor parte es que también han surgido video conocidos como “click bait” (carnada para clics), es decir, videos con títulos que suenan muy interesantes, pero que terminan siendo basura total.
Por otra parte, las personas que hacían videos interesantes empezaron a hacer videos simplemente por aumentar la producción y su base de seguidores, porque ahora se puede ganar dinero con YouTube, y para ello es necesario tener más de diez mil suscriptores. Entonces, esos videos también disminuyeron en contenido de calidad. Con el tiempo fui cancelando mi suscripción a los canales que optaron por el camino de la cantidad.
Hoy es cada vez más difícil encontrar buenos videos con tutoriales. No sólo porque los productores hayan optado por cambiar calidad por cantidad, sino también porque hay mucha gente allá afuera que, atraída por la posibilidad de ganar algún dinero, ha empezado a producir videos sin contar con el conocimiento ni la experiencia necesarios y a ofrecerlos como si se tratara de un trabajo profesional. Lamentablemente, la plataforma no se hace responsable de la veracidad o confiabilidad de los contenidos, así que podemos esperar que en lo futuro seguiremos viendo cada vez más basura. Triste, pero cierto.
Aún así, hay algunos canales que vale la pena seguir, al menos en el ámbito que a mí me interesa, que es la fotografía. La mayoría están en inglés (que no es un problema para mí, pero para mucha gente deseosa de aprender, sí), con uno que otro en español que realmente valga la pena, a pesar de que una buena parte de la población del mundo es de habla hispana.
Debo aclarar que la plataforma no es el problema. YouTube sigue siendo genial. El problema está en la cantidad de gente que sin conocimientos ni ética publica información que no ha confirmado. Parecería que hoy, cualquiera con un mínimo de capacidad y una cámara de video se siente productor y busca sus cinco minutos de fama.
Sí, yo también he subido algunos tutoriales a mi canal de YouTube (www.youtube.com/iconofilia), pero no han sido muchos y, creo, no han sido malos. Quizá éste sea el momento para hacerlo y compartir con todos lo que he tenido al fortuna de aprender. Si tienen alguna sugerencia, en los temas de fotografía, Lightroom, Photoshop, etc., por favor, déjenla en los comentarios. Veré la manera de darles curso.
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ulloahector · 6 years
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¿Para qué fotografiar?
La fotografía es muchas cosas, pero, sobre todo, es dos cosas: una profesión noble y un gran pasatiempo, una maravillosa forma de expresión. Hacer fotografía puede ser sumamente gratificante, tanto para el profesional como para el aficionado. Pero para que sea gratificante, ambas cosas requieren un ingrediente fácil de encontrar: pasión.
Hace algunos años, en una plática entre fotógrafos, pregunté si alguno de ellos salía a caminar con su cámara, a tomar fotos por gusto. La mayoría dijo que no, que sólo hacía fotos para ganar dinero. Cuando les dije que no podía imaginar a un pintor o a un escultor que sólo pintara o esculpiera para ganar dinero, se me quedaron viendo como si no entendieran de qué les estaba hablando.
Siempre ha habido opiniones encontradas sobre la fotografía, que si es un arte o no. Quizá la respuesta está en la expresión anonadada de esos fotógrafos: para unos lo es y para otros, no. Sin embargo, la mayoría de estos fotógrafos, en su publicidad, dice hacer “fotografía artística”… pero la mayoría de ellos no lo hace por gusto. Entonces, para ellos, ¿qué es arte?
Hay muchas razones para hacer fotografía: informar, guardar recuerdos, vender un producto, ilustrar un artículo… pero, ¿cuántas personas hacen fotografía simplemente porque les gusta? Para quien no lo ha descubierto aún, hay un mundo allá afuera capaz de maravillarnos si tan sólo nos damos la oportunidad de observarlo sin prisa. Y no se necesita ir muy lejos. A veces, las maravillas están justo frente a nosotros. Como la hoja en la foto de abajo.
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Dejé el auto estacionado bajo un árbol y, cuando volví a él, la hoja estaba atorada en el limpiaparabrisas. De momento no hice nada. Ni la quité ni pensé en ella. Pero cuando llegué a casa la vi de nuevo y entonces vi la foto en mi cabeza. Saqué la cámara y un pedazo de cartulina negra y tomé la foto.
Aquí vale la pena comentar que la captura con la cámara vino después de que había visto la foto en mi cabeza. Y el resultado no me decepcionó. Los ajustes de la cámara y el pedazo de cartulina surgieron con la foto que vi en mi cabeza.
No siempre funciona así, pero siempre es divertido y ver las imágenes una vez hechas siempre es gratificante. Es parte del concepto de arte. Es crear por el placer de hacerlo. Y, seguramente, muchas de estas fotografías no encontrarán un lugar en una galería o en una colección famosa, pero la satisfacción de haberlas hecho se quedará conmigo; será parte de mi. Eso es invaluable. Por eso hago foto.
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ulloahector · 6 years
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Y, después de Lightroom, ¿qué?
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Ahora que Adobe ha cambiado la jugada en cuanto a la forma en que es posible acceder a Lightroom, dejándolo sólo en el plan de renta mensual, muchos usuarios están considerando emigrar a alguna otra aplicación que les brinde resultados similares.
Yo he estado probando algunas opciones y me gustaría compartir con ustedes lo que he encontrado. La pregunta que miles de usuarios se están haciendo en este momento es: y después de Lightroom, ¿qué? Para quienes apenas empiezan en el mundo de la posproducción de imágenes digitales, la respuesta es sencilla: cualquier aplicación en buena. Pero para quienes llevamos ya algunos años revelando nuestros archivos RAW con Lightroom, la respuesta no es tan sencilla. Cualquier aplicación alternativa deberá igualar, si no es que exceder, las capacidades de Lightroom para que sea una verdadera opción. Lo primero que nos llega a la mente es el precio. Adobe cobra US$10 al mes (alrededor de $200 pesos mexicanos) por una suscripción que incluye Lightroom y Photoshop. No está mal, pues se trata de una mancuerna que muchos fotógrafos usamos con frecuencia. Además, por ese mismo precio se tiene siempre la versión más reciente de ambas aplicaciones, más algunos extras que han agregado recientemente, como Adobe Portfolio, un espacio para que subas y compartas tus fotos (parecido a Flickr) y Adobe Spark, un servicio en línea para crear gráficos, sitios web y animaciones, todo muy sencillo y a partir de plantillas. En el caso de Adobe Spark, aparece siempre el logo de Spark; si quieres que aparezca el tuyo, te cuesta, también, US$10 al mes. Así que nada es gratis en esta vida. En la publicación anterior ya había mencionado esto, pero creo que vale la pena repetirlo. La nueva versión requiere que todos los archivos de imagen que queramos trabajar estén alojados en la nube. ¿En cuál nube? En la de ellos, por supuesto. Para que nos demos una idea de cómo funciona, Adobe nos “regala” 20GB de almacenamiento. Si eso no nos alcanza—conozco a varios fotógrafos cuya fototeca excede los 2 TB—también nos ofrece 3 planes posibles: 1) el usual, que incluye Lightroom Classic y Photoshop, ahora con Lightroom CC y 20GB de almacenamiento por US$10 al mes; 2) Lightroom CC + 1TB de almacenamiento por US$10 al mes, pero sin Photoshop; o 3) Lightroom Classic + Lightroom CC + Photoshop + 1TB de almacenamiento por US$20 al mes. De ahí en delante, cada TB adicional cuesta otros US$10 al mes en cualquier plan. Y, ¿qué pasa si sólo quiero usar Photoshop? Te conviene pagar la suscripción que incluye Lightroom, porque Photoshop, como aplicación única, cuesta US$20 al mes. Lo mismo cuesta usar sólo Illustrator o Dreamweaver o InDesign, etc. Ahora bien, lo que preocupa a quienes estamos considerando emigrar no sólo es el precio, sino que hace apenas unos meses, Adobe había prometido que mantendría siempre una versión para venta en un solo pago, es decir, LR 6, y ahora resulta que siempre no. Ahora promete que mantendrá lo que ellos llaman Lightroom Classic, o sea, el LR que todos conocemos, y que la nueva versión, llamada Lightroom CC, es sólo opcional. ¿Debemos creerles? Como no cumplieron su promesa anterior, quizá no. Además, ¿qué pasa si una vez que estén todos nuestros archivos en su nube deciden subir los precios? Por eso mucha gente está pensando en emigrar. ¿Qué opciones hay y cuánto cuestan? Entre las aplicaciones que he probado están Affinity Photo de Serif Labs (que ya compré), Luminar de Macphun (±MX$1,200), OnOne Photo Raw de OnOne Software (±MX$2,400), CaptureOne Pro de PhaseOne (±MX7,400), RawTherapee (gratis, Mac y Windows) y Darktable (gratis, Mac y Windows). En todas estas aplicaciones revelé las mismas imágenes con el fin de comparar los distintos flujos de trabajo. De ellas, las que más me han gustado han sido Affinity Photo y OnOne Photo Raw. Photo Raw se parece mucho a Lightroom, no sólo en la interfaz, sino en la forma de trabajar, y los resultados me han parecido excelentes. Sobre todo me ha gustado que, al igual que con Lightroom, no es necesario guardar los cambios. Para quien viene de Lightroom, no será un problema emigrar a esta aplicación. OnOne Software ha publicado que esta aplicación también tendrá un módulo para la administración de imágenes, pero no ha salido aún. Affinity Photo requiere un poco más de esfuerzo. La interfaz no se parece tanto a Lightroom, pero tiene ventajas sobre las demás aplicaciones; la principal de ellas es que se trata de una especie de mezcla entre Lightroom y Photoshop. Es decir, se puede hacer ediciones mucho más avanzadas dentro de la misma aplicación. Un detalle que no me gusta mucho es que Affinity guarda un archivo distinto cada vez que se hace ajustes a una imagen. Para la administración de imágenes con esta aplicación se debe confiar en el sistema operativo. CaptureOne es realmente fantástica, muy profesional y poderosa, pero el precio la deja muy fuera del presupuesto de la mayoría. Luminar es sencilla de usar, con muchos ajustes preestablecidos, cosa que a un principiante le vendrá de maravilla. Los resultados obtenidos están a la par con Lightroom, pero la forma de trabajar es algo distinta. Se requeriría un tiempo para acostumbrarse a ella. Luminar tampoco tiene manera de administrar los archivos, pero Macphun asegura que pronto la tendrá. Darktable es una aplicación difícil de usar, con muchas fallas y carencias, aunque una vez que se le encuentra el modo, puede servir para salir del paso. La interfaz imita bastante bien a Lightroom, pero la forma de trabajar es muy diferente. En la versión que usé, nunca pude cerrar la ventana para que cupiera en la pantalla de mi computadora. RawTherapee es mucho más complicada, con muchos más controles y escasa relación con la interfaz de Lightroom. Es una herramienta poderosa, pero requerirá un buen rato de aprendizaje para dominarla. También probé ACDSee, una aplicación que sí incluye la administración de archivos digitales (DAM), como Lightroom, pero como aún está en fase beta, no considero que valga la pena incluir aquí los resultados. Finalmente, por ahí existe Corel Photo Paint, pero sólo se puede adquirir como parte de la Corel Graphic Suite por MX$11,045 y, la verdad, Corel Draw dejó de ser una herramienta interesante allá por 1990, así que ni siquiera la consideré como opción. Sí, quizá soy prejuicioso, pero por algo Corel prácticamente desapareció de los despachos de diseño. En conclusión, tal como lo dije líneas atrás, para mí, las mejores opciones hasta este momento son Affinity Photo (a pesar de que guarda las imágenes trabajadas en un archivo aparte) y OnOne Photo Raw. Sería bueno conocer sus opiniones al respecto.
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ulloahector · 7 years
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Adobe anuncia cambios importantes para Lightroom
Ayer, 18 de octubre, Adobe anunció que a partir de ya entrarían en vigor algunos cambios relacionados con uno de los editores paramétricos más populares: Adobe Lightroom.
El primero de estos cambios es la nomenclatura, que ha causado algo de confusión, pues ahora hay tres versiones de Lightroom: el que todos conocemos y que ahora se llamará Lightroom Classic CC, el que apareció hace cosa de un año y que se conoce como Lightroom Mobile, y uno nuevo, que se llama, simplemente, Lightroom CC.
Lightroom Classic CC seguirá siendo igual al anterior, pero con una función nueva: el refinamiento de máscaras con base en gamas de color o luminosidad, cosa que mejora sustancialmente la aplicación de efectos con el pincel de ajuste. Así mismo, Adobe asegura que ha mejorado el rendimiento y que la aplicación es ahora más rápida.
Lightroom Mobile no cambia, esencialmente, pero ahora se puede sincronizar con Lightroom CC.
Lightroom CC es la sorpresa, pues Adobe asegura que los clientes ya no quieren una aplicación que se instale en la computadora y que prefieren una que funcione en la nube. Quizá eso sea cierto en países del primer mundo, donde la Internet de banda ancha es una realidad en todos lados, pero en México, como en muchos otros países del tercer mundo, donde la conexión a la Internet no es tan rápida, podría llegar a ser un problema. A mí me parece que sólo están buscando nuevas maneras de evitar la piratería.
Para poder usar Lightroom CC y activar la sincronía entre dispositivos, clave fundamental de esta nueva versión, se necesita que las fotos estén almacenadas en la nube. Para ello, junto con la nueva aplicación, Adobe ofrece 20GB de espacio en el mismo plan que hasta ahora, es decir, el de US$9.99 al mes. En este plan se incluye Lightroom Classic CC, Photoshop y, ahora, Lightroom CC.
La interfaz de usuario (UI) de Lightroom CC sí cambia mucho, pues se trata de una versión “light”. Sigue siendo útil para la mayoría de las tareas de edición, pero ya no ofrece la base de datos que la versión Classic aún tiene para la organización de las fotos. En su lugar, Lightroom CC ahora basa sus búsquedas en un sistema inteligente que detecta características en las imágenes. Según los videos de introducción de esta nueva versión, funciona bien. Habrá que ver.
Y si los 20GB de espacio gratis no te alcanzan para la cantidad de fotos que tengas, Adobe ofrece nuevos planes de renta mensual. Hay uno en el que sigues pagando los US$9.99 al mes, pero en lugar de Lightroom Classic CC, Lightroom CC y Photoshop, más 20GB de espacio en la nube, te dan sólo Lightroom CC y 1TB de espacio. Y si necesitas más, te cuesta sólo US$9.99 al mes por cada terabyte extra de espacio que desees.
Finalmente, la gran paradoja dice que lo único verdaderamente constante es el cambio y, según parece, con estos cambios en las estrategias de Adobe vienen otros, pues los usuarios ya consideran con mayor seriedad cambiar de editor por uno que no tengan que pagar cada mes, como Luminar de Macphun (MX$1099.00), Affinity Photo de Serif Labs (MX$949.00), OnOne Photo Raw de OnOne Software (±MX$2,400.00), o Capture One de PhaseOne (±MX$5,800.00) entre las aplicaciones de paga, o Darktable, Lightzone o RawTherapee, entre las aplicaciones gratuitas. Si bien, todas estas opciones requerirán un proceso de aprendizaje, vale la pena echarles un vistazo si de lo que se trata es de ahorrar unos pesos.
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ulloahector · 7 years
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¿Necesito un sitio web?
Vamos a hacer esto muy rápido. ¿Tienes un servicio o producto que ofrecer? ¿Quieres que el mundo conozca tu obra artística, escultura, pintura, fotografía, etc.? ¿Tienes algo qué decir que consideras importante que el mundo entero vea? Si tu respuesta a estas preguntas es “no”, entonces, no, no necesitas un sitio web. Pero si tu respuesta a cualquiera de ellas fue “sí”, te invito a que sigas leyendo.
Empecemos por disipar algunas verdades a medias. Mucha gente cree que hoy el camino a seguir para anunciarse o mostrar nuestro trabajo es las redes sociales. En parte es cierto, pero sólo en parte. Si las “redes” no se usan precisamente como eso, como una red, se convierten simplemente en esfuerzos individuales prácticamente inútiles. ¿A qué me refiero con esto? Usemos una de las redes más populares para explicarlo: Facebook.
Digamos que tienes 1000 amigos en Facebook. Escribes una publicación y, según tu lógica, tus 1000 amigos podrán verla. Es más, como aparecerá en sus muros, no sólo tus 1000 amigos, sino también los amigos de tus amigos. Si imaginamos que cada uno de ellos tiene 1000 amigos, la misma lógica de hace rato nos hace pensar que al menos 1,000,000 de personas verán la publicación. Nada mal para promover un producto o servicio, ¿cierto? Pues no. Aquí es donde empieza la verdad a medias.
Primero, no todos tus amigos de Facebook siguen tus publicaciones. Algunos, sin que tú lo sepas, han dejado de seguirte, quizá porque se aburrieron de todas esas publicaciones bobas que compartiste al inicio. Quizá por otras razones. Eso es lo de menos. Lo importante es que de los 1000 amigos que tienes, tal vez sólo la mitad sigue tus publicaciones. Y lo mismo pasa con los amigos de tus amigos, así que en lugar de un millón de personas, como suponíamos, sólo serían como 250,000.
Segundo, Facebook no muestra tus publicaciones en los muros de todos tus amigos. En principio, y con el pretexto de librarte a ti de publicaciones indeseables, sólo pondrá las tuyas en los muros de aquellas personas con quienes mantienes interacción constante. Si sólo mantienes esta interacción con la mitad de los amigos que tienes, y sólo la mitad de ellos te sigue, en lugar de las 250,000 que vimos arriba, sólo verán tu publicación unas 62,500 personas.
Pero la cosa no para ahí, pues precisamente lo que vende Facebook es cobertura. Entonces, hará aparecer tu publicación sólo en los muros de un mínimo porcentaje de tus amigos. Quizá un diez por ciento. Así que de las 62,500 personas de arriba sólo verán tu publicación unas 625 y, según la estadística publicitaria mejor conocida, la del 1000/100/1, que nos dice que de cada mil personas que vean un anuncio, sólo cien se interesarán y sólo una comprará, en tu caso, tristemente, sólo 0.62 personas comprarán. Si quieres que más personas vean tus publicaciones, tienes que pagarle a Facebook. Ahora bien, volviendo al asunto de las redes sociales. Para que sea verdaderamente una red, debes tener cuentas en Pinterest, Instagram, Twitter, Tumblr, Google+, YouTube, etc., y publicar constantemente EN TODAS. Y en todas debes hacer el mismo cálculo que hicimos aquí con Facebook. Claro, no es fácil, por eso no todo mundo lo hace. Por eso las redes sociales no funcionan como uno lo desearía.
Pero, además, para que esas redes funcionen positivamente para ti, todas deben apuntar a un sitio web donde esté tu información: quién eres, qué vendes, dónde te ubicas, cómo se pueden poner en contacto contigo. Y aquí es donde encuentras la respuesta a la pregunta que dio inicio a este artículo: ¿Necesito un sitio web?
El sitio web, núcleo de las redes sociales, es tu carta de presentación más importante. Es donde la gente, tus clientes potenciales, realmente te ven. Y, claro, aquí es donde se dan cuenta qué tan profesional eres; qué tanto te importa tu presencia en la Internet. Aquí es donde esos sitios gratuitos que llevan dominios como: “tusitio.proveedorgratuito.com” te hacen ver mal. Debes tener tu propio nombre de dominio, como: www.hectorulloa.com para que la gente te identifique. Tu sitio debe estar diseñado específicamente para ti, para el producto o servicio que vendes o que deseas que la gente conozca. Y esto no es necesariamente costoso. Te sugiero que investigues, que preguntes por ahí. Es muy probable que hayas estado desperdiciando magníficas oportunidades creyendo que ahorras unos pesos.
Finalmente, para que tu sitio web sea "encontrable", es decir, para que los buscadores como Google lo encuentren, es muy importante que tengas alguna estrategia SEO, pero eso requiere que te acerques a un experto en el tema. Por cierto, en esto del SEO hay que tener cuidado, porque hay muchos charlatanes que ofrecen el servicio sin tener idea de lo que hacen. La mayoría te recomienda usar campañas pagadas, pero en cuanto dejas de pagar tu sitio se "cae". Al final te sale "más caro el caldo que las albóndigas". Si quieres un buen servicio, que garantice resultados, yo recomiendo Knob Marketing. Puedes echarle un vistazo aquí: http://webmarketing-mx.com.
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ulloahector · 7 years
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¿Para quién es la Nikon D850?
Ahora que salió oficialmente al mercado la nueva Nikon D850, se hace presente la inevitable pregunta: ¿Para quién es esta cámara? Y la primera respuesta que se me viene a la mente es indiscutiblemente un sarcasmo: si no sabes si esta cámara es para ti, seguramente no lo es. Esta respuesta surge después de varias veces en que supuestos fotógrafos me han preguntado cosas como, por ejemplo, “¿Qué lente me recomiendas, un 50mm o un 85mm?” Caray, si no sabes lo que necesitas, probablemente estás en la profesión equivocada. ¿Se imaginan qué clase de mecánico sería el que preguntara si necesita una llave o un destornillador? Cada herramienta tiene un uso específico. Si bien, quizá hay herramientas que sirvan para más de una cosa, en general, cada una está diseñada para una función en particular. Así, la D850, con sus 46MP, 7 disparos por segundo y amplio rango dinámico está diseñada más para retrato, paisaje o foto de producto, que para foto acción, por ejemplo. Digamos que si vas a hacer fotos de acción, como deportes o vida salvaje, vas a necesitar una cámara que dispare en secuencias más rápidas o que descargue las imágenes a una tarjeta en menos tiempo. La altísima resolución del sensor de la D850 produce archivos muy grandes, ideales para retoque o para extraer el máximo de tonalidades o el máximo de detalles, pero resulta poco eficaz cuando de rapidez se trata. Entonces, antes de pensar en salir corriendo a comprar esta nueva cámara que, en efecto, tiene características muy impresionantes, habría qué preguntarse si le vamos a sacar provecho o no; si nuestra fotografía está a la altura de la cámara o no; si podremos amortizarla o no, pues cuesta alrededor de US$3,300 sólo el cuerpo. Y aquí viene otro aspecto. Si tenemos dinero de sobra, no es problema. Podemos gastarlo en lo que se nos dé la gana. Pero si no, conviene mejor comprar algo que se pueda amortizar en corto plazo. Sé que muchas personas piensan que si sus clientes los ven con un súper equipo los van a considerar “más profesionales”, pero al respecto yo pienso que quien basa su profesionalismo en meras apariencias, dista mucho de ser realmente un profesional. Nuestro profesionalismo debe notarse en la calidad de nuestro trabajo, no en el equipo que usamos. Además, si el equipo realmente fuera el caso, ¿acaso, entonces, no nos veríamos mejor con una cámara de formato medio, como una Hasselblad o una Phase One, y no una DSLR? Este aspecto es ridículo y ni siquiera debería ser un criterio para la compra de equipo. Entonces, ¿vale la pena invertir en la nueva D850? Si el tipo de fotografía que hacemos requiere un equipo de ese nivel, sí. Sólo hay que tomar en cuenta que tener un mejor equipo no es garantía de que ahora nuestras fotos serán mejores. Eso depende de nuestros conocimientos, de nuestra experiencia, de nuestras capacidades. Conozco fotógrafos excelentes que hacen maravillosas imágenes con cámaras de hace 30 años, como Karl Taylor (http://karltaylorportfolio.com). Y, sí, el ahora usa una cámara Hasselblad para su trabajo profesional, pero sigue siendo capaz de hacer hermosas imágenes con sus cámaras viejas. Después de todo, es el fotógrafo quien hace las fotografías, no la cámara. ¿O no? ¿Les gusta la foto y les gustaría aprender a hacer bellas fotografías? Los invito a que conozcan los cursos que ofrezco: http://iconofilia.hectorulloa.com
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