Tumgik
unpaisdeletras-blog · 7 years
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después de los sueños
Me agaché a anudarme los cordones de las zapatillas, para eso tuve que quitarme los guantes cuando el frío era insoportable, creo que no llegue a sentir los dedos en algún momento, miré mi mano y temblaba aunque casi que no la percibía como adosada a mi muñeca. Terminé con cierto fastidio, levante la vista y ahí estabas, sonriendome, como siempre: ese labio que se contornea hacia arriba al mismo tiempo que me mostrás todos los dientes y con algún sonido picaro me ofreces tu mano, (para mi sorpresa, sin tu guante) yo te miro y caigo como siempre caí. Me deslizo por la dulce armonía de tu cariño que por un túnel dorado me lleva a infinitos laberintos de no me olvides que me hacen confundir el tiempo y donde estoy parado y los lejanos reproches. Me fijo que cuando se entrelazan nuestros dedos torturados por el clima todo enmudece y la lechuza que esperaba la noche voló sabiendo que no llegaría nunca y aviso a los copos de nieve organizando una salida espectacular hacia la nube que los trajo la primera vez para que la tierra se detenga un instante y en la iglesia de la esquina ya no canten en ess lengua incomprensible para que al tiempo un extraño calor comience a nacer o revivir en mí, vuelvo a sentir mi palma, vuelve a cobrar vida mi extremidad entera, y mi alma. Ring. Otra vez, ring. Miro hacia un costado y ahí estás, mi almohada preferida. Me deshago de mi sabana rápidamente, el calor es insportable. El delirio ya había terminado, mis manos donde siempre estuvieron, la nieve ya no hacía piruetas en el cielo y ya no estabamos en algun parque de alguna ciudad de algún país frio del norte; ya no había gorros, abrigos, cantos, abrazos, compañia, momentos, complicidad, gracia, belleza, ni nada. Ya te habías ido, vos y tu sonrisa, otra vez. En lo que pareció ser un instante, o un sueño, o mi locura, desapareciste, tal como la bocanada de humo que se esfuma en mi techo después de encender el tabaco de todas las mañanas y esa parte de mi cabeza que no para de pensarte, también, todas las mañanas o después de los sueños.
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unpaisdeletras-blog · 7 years
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quiero lío
Salto mortal, guía al infinito, vista al horizonte, luna de febrero. Vos sos mi sol mayor y ya no te creo. Mi vida siempre te quise así, pero hoy la lluvia me va sanar y la voluntad de ganar porque sí La mente solo sana natural y se va liberar. El viento corre, tus cabellos vuelan El sol ya me pega y lo dejo pegar. Es un instante de rabia infinita quiero más lío, quiero arrabal..
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unpaisdeletras-blog · 7 years
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Sentir
Diciembre no llegaba más y Marimí no sabía como saltear al inmutable tiempo. Decidió escapar. Rápido. Sola, cansada, desorientada se fue a encontrarse. Poco sabía ella sobre el norte, menos sobre Jujuy y nada sobre Maimara pero se embarcó a lo que ella creía que era el azar. Pasaron semanas en la puna, pero ella no veía, no sentía, no respiraba. Todavía estaba aturdida. Fue así hasta que una noche la tapó entre estrellas, guitarras y aguardiente. Ella no lo podía ver bien, su silueta dejaba en ella un cierto misterio que dinamitaba su cabeza. El reía con armonía sobre los acordes de una suave zamba que se deslizaba por sus oidos. Ella ya sabía que el boceto de sonrisa que la luz de la luna le regalaba le había encandilado el corazón en la oscuridad. Pero fue recién cuando el poderoso empezo a asomar tras la montaña y los cardones se vistieron del verde más extraño del mundo que Marimí despertó. Antes se pellizcó. Y no, no estaba soñando. Pero si despertó. Vio sus ojos, y vio mejor. Se vio en sus ojos que eclipsaban al sol y la reflejaban cual espejo. La música esta vez la interpretaban los zorzales y algún grito perdido en aymara que obligó a inmortalizar la escena en su memoria. El vino se transformó en coraje y se hundió en su boca mientras los tambores de su corazón repiqueteaban de euforia y miedo. Euforia porque nunca había sido atacada por esta lanza encendida en fuego que entró en ella y ardió por dentro, pero sin quemarse. Y miedo porque no quería olvidar nunca más en su vida la primera vez que sintió. Porque aprendió a ver. A sentir. A conectar. A amar. La tierra, el sol y la luna se presentaron así en forma de luz y carne, abrieron sus brazos y ella se abrazó con el amor.
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unpaisdeletras-blog · 8 years
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Mercado de sonrisas
Considero que soy un gran afortunado. No porque tenga el mejor auto, o un departamento que todos me envidian, un trabajo y un titulo por el que muchos matarían. De hecho no tengo ninguna de esas cosas pero de pendejo aprendí a sonreir y a hacer sonreir. Pero ojo, no a cualquiera. No a una kiosquera cuando le tiras un chiste del boludo que compro antes que vos. No, vos sabes hacerla sonreir a ella. A esa persona que es el mayor tesoro de tu vida. Que cuidas como a nada y que si se te escapa una moneda del cofre te queres cortar las pelotas. Y no porque sea Miss Universo, o premio Nobel, aunque sea la mujer mas hermosa e inteligente con la que alguna vez trataste. Si no porque es la que te hace sonreir como nadie, la que te limpia las lagrimas con el dedo gordo pero con la mirada te dice que te va a cuidar siempre. Esa mujer que es una mezcla de metales, porque es de oro pero también de fierro. La que se ganó todos los premios de tu alma, porque sos el único que la conoce entera y sus virtudes te hacen creerte tan chiquitito pero su gestión como dueña de tu corazón te hace sentir un campeón. Me impresiona como sonreís cada vez que estás con esa persona. Te hace olvidarte de todo lo que existe alrededor y que cada vez que observas esa mueca compradora te morís en un instante y volves a nacer sintiendo que siempre es nuevo, que nunca te aburrís, que el tiempo no pasa, tanto que parece mentira cuando miras al reloj y la hora te pega un manotazo en la nuca porque se terminó la noche y no te diste cuenta. No te diste cuenta que estuviste inmerso en un regalo. Si, un regalo. Viste cuando de chico te aparecen con un paquete mal envuelto y sospechoso, lo rompes desesperadamente y es ese juguete que tanto quisiste que pasas horas tras horas boludeando con ese pedazo de plástico que no te diste cuenta de nada. Tu hermano se podía morir al lado tuyo, total vos tenías tu muñeco y eras feliz. Esa felicidad inocente ya quedo atrás, hoy porque soy un agradecido puedo decir que conozco lo que es la verdadera felicidad. Esos momentos que parecen nunca acabarse, esos tiempos de regalo. Te quedas varias horas conversando hasta el hartazgo de cosas que a nadie le importan, pero vos total estas con ella. Nadie te quita lo ganado. Las latitas de gaseosa helada se terminaron en las primeras palabras, pero fueron la excusa perfecta para sentarte en la vereda y sumergirte en sus sonrisas. Cuando sentiste todo esto solo significa una cosa, estas hasta los huevos hermano. Estás totalmente enamorado. Y si es la primera vez que sentís esto, como yo. No te asustes, dale para adelante.
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