Tu cuando estás triste públicas tus despechos por redes y te sientes bien y comprendido, pero se te ve que cuando ves una publicación de alguien más despechado, ahí sí para ti es patético y ridículo; yo empezaría pensar que el patético doble cara es otro...
Como pedir que te ayuden salir de un pozo que no existe, como cambiar? Como podemos pedir que nos mantengan seguros en unos brazos que quizás no sean los correcto. Quiero gritar y pedir auxilio de sentirme en este bucle de necesidad afectiva, no puedo aprender a quedarme conmigo mismo, me cuesta mucho. Deseo de todo corazón desaparecer y que todo el mundo se arrepienta de no haber estado a mi lado.
Te quitaste la blusa con naturalidad moviéndote al ritmo de una canción que tenías en mente. Se podría decir que aun mis ojos se sorprendían cuando te desvestía con malas intenciones. Aún no salgo del asombro por el hecho de excitarme cada vez que mis manos moldean tu vientre salvaje que me cabalgaba dejándome al borde de la explosión. Tus manos sentían como me adentraba a tu alma, quería partirte en dos y llenarte de mí. Acabar sobre esa piel inestable y temblorosa. Aquella que me regalaba sus lindos pliegues cuando te sentabas desnuda cubriéndolo con tus brazos. Sé que a veces me sirve como “cartuchera” o bóveda secreta, hundía mi lápiz sobre tu piel para ocultarlos y soltaba mi carcajada mientras te besaba las costillas. Te gusta tener firme el vientre para aparentar su firmeza ¡Caramba, entiende que a más piel, más lugares para besar! Tu ombligo es tan inquietante como descubrir la octava maravilla. Y es tan excitante verlo divagar como barco perdido a ritmo de tu respiración. Si estuviéramos haciendo el amor ya hubiera naufragado.
Tus muslos son los timones a nuestros movimientos sincronizados de placer. Esas vellosidades que remarcan no están hechas para ser juzgadas, solo están para recibir más caricias, deslizarme sobre ellas cuando mis manos recorren toda tu geografía es lanzarme al abismo de la perversión y ahogarme en él. Me siento parte de ti cuando ajustas tus piernas sobre mi cintura con tal fuerza como llave inglesa y a ese perfecto encaje le añades la llave maestra de tus pies cruzados de manera seductora. Tus piernas cobran vida a las diez de la noche orientando su norte a las agujas del reloj para quitarme el último aliento. Viven en la cárcel de mis malas intenciones mientras le rindo culto a tus extremidades, en todas sus dimensiones, esperando deseosamente su libertad. Ahórcarme con ellas y condéname a muerte. Deseo que tus piernas marquen esos diez minutos de más a nuestro encuentro para que me guíen el camino a tu redención e introducirme perfectamente en tu mundo .
Tu espalda ligeramente arqueada producto de tus enormes alas y de tu poca libertad, no es tu culpa mi vida, quizás aún no sales de tu zona de confort. Tienes el cuerpo libre pero la mente atada. Cuando confíes en ti misma, te acomodes con la mirada puesta en el horizonte, sé que darás algunos pasos y saldrás volando. Lo sé. Déjame amarte hasta ese entonces. Te besaré en cada lunar de tu constelación, mi boca ultrajará cada centímetro de tu espalda cual pista de aterrizaje a mis deseos lascivos y hacerte sentir el esperma reposar en tus hoyuelos de venus que se suicidaran por tu coxis. Cuando despegues vuelo desaparecerá ese desnivel de tu espina dorsal que tanto martirio te genera, el amor por ti se queda conmigo y tu libertad será mi mayor muestra de amor.
Tus senos se adaptaban a mis manos mientras danzaban al ritmo de nuestra perversión incandescente. Restregarme el rostro sobre ellos era jodidamente excitante tanto que disfrutaba de tu pecado original como si la mejor condena sería vivirla. Sabía que no estabas conforme a su forma, si lo sé, es lo que menos me importaba ¿Cómo definir la belleza por el tamaño? Si aún no sabemos la dimensión exacta del bello universo, solo está ahí para apreciarlo, disfrutarlo sin importar hasta donde puedan llegar ¿Las aves son libres por las alas o por la facilidad de volar? Ojalá te amaras como yo te amo. Las ondas y movimientos que emitían tus senos replicaban la fuerza con la que me adentraba a tu sexo, mis labios inherentemente reproducían las dimensiones de tus pezones tan excitantes. Tocábamos el cielo juntos, nuestros cuerpos polarizados por tanta fricción emitían su propio brillo y tus senos se balanceaban a causa de tu agitada respiración agonizante. Explotaba de amor sobre ellos y esparcías el esperma por toda tu cordillera generando meandros de felicidad en tus senos, en tu sonrisa y en mi vida.
Tan pronto le llamé "mi cielo", sentí que sí lo era. Mi cerebro y mi corazón se detuvieron a considerar esa realidad. Es que sí lo es. Si es mi cielo. Tenerle cerca, abrazarle, respirar su aroma, saborear sus besos, enternecernos en cualquier conversación, eso es en verdad el cielo... mi paraíso, mi universo, mi todo, nada menos, que mi cielo.