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Cuentos para Sofía
Sos un poco Cerati y Tarantino cuando te pienso, ni hablar de Lana del Rey. Un poco revueltas en tu cama tan grande para yacer ahí tan separadas. En una punta y yo en la otra. Me gustaba verte lejos. Te invoco siempre así. Tenías un malhumor que me hacía gracia, aunque a veces no.
Yo estaba loca y vos también. Sabíamos aunque poco nos gustaba admitirlo que éramos transición. Una pausa para lo ¨en serio¨. Pero nos fascinaba comernos la cabeza por nuestras salidas de plástico. Me gusta escuchar “Tu Locura” y materializarte solo para mí. En mi casa y egoísta. Hermosa siempre. Distante siempre. Jugando con mi gata y espantándola para que no se coma tu campera de cuero. También nos gustaban los gatos. Éramos amantes. De eso también.
Vos me hablabas de tu novio e imaginabas algunas andanzas para mí. Me gustaba verte celosa cuando la del toque de queda no eras vos. A vos no te gustaba verme libre y andar por ahí. Revoloteándote en silencio. Predispuesta pero sin ofrecerme. “¿Qué decís boluda?”, decías y te mordías el labio siempre que te frustraban mis idas y vueltas, mi estar y no estar. Yo me reía de tu heterosexualidad y vos me querías matar. Matándonos eras cuanto más me gustabas. Tu sexualidad blanda y a veces lánguida no me divertía. No como lo hacía el verte cantar cuarteto con esa voz profunda y grave que enloquecía a cualquiera. No lo dije yo, lo dijo mi compañera. Vos te reíste de mi malhumor, de mis celos infantiles. No solo a ella pero a mí también me gustaba tu voz y tus tetas. Ah y también tus trabajos de arquitectura.
Tu suelo revuelto por tanta humedad lo recuerdo de vez en cuando. Fue el primer tema que saque en nuestra primera cita. ¿Viste que hay cosas que si me acuerdo? Aunque confieso que tú fecha de cumpleaños es mi karma. Prefiero el cuestionario de un cana antes que de los tuyos. ¿Si te digo que no sé si sos de Géminis o de Aries te vas a enojar? Espero que no. No te rías con tu cara enojada cuando te diga que indignada todavía me parecías más hermosa. No es chamuyo. Sabes que es la posta.
Lo que más me gustó de conocerte es que supimos como despedirnos. Diluimos todo. De un momento a otro solo nos quedó Cerati y Tarantino y una sonrisa como cada vez que te traigo un ratito mientras escribo o escucho Calle 13. Lo que más me gustó de conocerte fue que me enseñaste que en compañía siempre se la pasa mejor. Tus “ataques tontos de furia precoz”, como dicen Las Pastillas, se convirtieron, un tiempo, en un buen plan de sábados sin Córdoba, ni Entre Ríos de por medio.
Marian
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Los Muertos no importan
El 31 de octubre del 2010 se estrenó The Walking Dead, la serie que volvió a revindicar el terror de clase b en nuestros tiempos. La ficción que hizo a los Zombis toda una moda. Tal es así que hasta historias de amor de Muertos Vivientes surgieron como nuevas tendencias de relaciones juveniles. Hace seis años muchos se alejaron de aquella desconfianza que les provocaban los “No vivos” y se animaron a estos “Muertos de Caminan” de Rober Kirkman.
El 31 de octubre fue la primera vez que vimos a Rick Grimes empuñar un arma no para apuntar a delincuentes, sino para matar “Walkers”. En aquella primera escena se puede ver a nuestro protagónico Sherif en un paisaje polvoriento y solitario, rodeado de autos abandonados y a lo lejos se oyen unos pasos que se arrastran. A Rick le cuesta percibir que aquella niña ya no es una niña. Confiado la llama, intenta razonar con esta pero de forma inútil. El oficial del pueblo pequeño duda, se cae, le tiembla demasiado el pulso pero finalmente la criatura cae “sin vida” por el disparo.
Estos seres eran un problema, sin duda, que lo eran. Con el correr de los episodios todo este miedo a esos extrañas criaturas que comen carne humana, que producen sonidos guturales, que sus sentidos se reducen a olores y sonidos ya no parecen una gran amenaza. El temor es otro y la muerte que impregna todo el relato solo es un componente para tanto horror. Como contracara el principal problema son los vivos. El privilegio de vivir, en el universo de The Walking Dead, te transforma en algo peor que aquellos monstruos del que tanto se empeña todo el mundo por distanciarse.
“Convenceme de verla, a mí que no me gusta el género Zombi”, me dijo una vez una amiga y colega. Argumento tras argumento y nada parecía cambiar aquella rígida opinión opaca sobre los “Muertos que caminan”. Hizo falta la llegada de la séptima temporada para romper aquella idea de los zombis como criaturas que susurran raro. Hizo falta ver a Rick desesperado y aferrado a un Walker y así protegerse de Negan, el nuevo villano, para remarcar de forma contundente que acá los zombis no interesan. Acá los muertos no importan.
Los muertos no importan a menos para resaltar en lo que transformaron a los vivos. Las circunstancias desastrosas, la destrucción total de un sistema, la reorganización para construir uno, las muertes de cada ser querido, hizo de todo este caos una fábrica de Negans y Ricks. Porque sí también este protagónico es un antihéroe. También asesinó vivos y muertos. Arriesgó vidas y mató a centenares de hombres de su nuevo enemigo cuando estos dormían. El mundo post apocalíptico plagado de zombis nos deja victimas extrañas y putrefactas y villanos más vivos y humanos que nunca.
#the walking dead#television#zombi#zombie#zombis#zombies#temporada7#twd negan#rick grimes#Crítica#Terror#Gore
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De drogas y de Harry Potter
A los malos hábitos siempre los anteceden súplicas de lo más variopintas. Advertencias que aseguran un porvenir seguro, prospero y feliz si se cambia aquello tan toxico. Yo tenía 15 años y hacía mucho frío cuando fui consciente de las duras y fatalistas palabras de mi vieja cuando me dijo: “Vivís aislada por culpa de esos libros”. No le conteste. No hacía falta. Dijera lo que quisiera nada cambiaría el exagerado y preocupado reclamo. Ni siquiera justificaba que era agosto, pleno invierno, afuera llovía y estaba leyendo el final de Harry Potter.
El mal hábito me iba a matar o peor, todavía, a transformarme en esos anestesiados y distraídos del mundo. Esos que en realidad están más conscientes que cualquiera. En ese exacto momento que mi vieja me vaticinó un porvenir solitario, yo leía la pagina más triste de la historia que marcó a la generación de los 90 y 2000. En ese momento le imploré a la autora que esa hoja fuera un engaño, que mentira, que no podía ser, que no me mate a Fred. A partir de allí supe que no había vuelta atrás. Cuando te importan más vidas ficticias que la propia, empezamos a hablar de una patología que ya no tiene cura. No hay camino de vuelta. Así como el primer beso y el sexo.
Pero ahora hago una retrospectiva y ya no tengo ni 22 ni 15. Tengo 9 y la seño Rosana me dice que me calme, que me quede quieta y que me porte bien. O mejor que me porte mal y lea un libro. El vicio siempre tiene un punto de origen y es recordado de forma clara por quien padece toda clase de malas costumbres. “Una vez que aspiras eso de la marihuana, inevitablemente se te abren otras puertas muchísimo peores”, volvió a escandalizarse la vieja. También tenía razón. Lo que yo no sabía era que después de algunos hábitos ilegales y de excesiva lectura también se me iba a dar por escribir.
Entre tantas historias ajenas y ficticias empezás a querer las tuyas, que por ser tuyas lejos están de ser mentira. Ya para esas instancias la enfermedad es gravísima e irreversible. El sujeto, en este caso yo, mantiene una triple vida constante. Entre lo que vive, lee y escribe ya no lo separa nada. Se lamenta la vieja, celebra la seño y me autosatisfago yo. Pero en realidad ya no me complace nada, porque ese habito causa una hambre insaciable que no se calma con nada. Siquiera así con dosis extremas de excesiva lecturas u horas largas de Word y Times New Roman. La adicción es para siempre.
Yo prefiero culpar a terceros antes que responsabilizarme de aquel síndrome de aislamiento diagnosticado por mi vieja. Ante mi escondite en la sombrilla cuando estoy en la playa, ante mi fin de semana con García Marquez, Casciari y porqué no, mis infinitos fanfictión y Stephenie Meyer también. Yo prefiero culpar a mamá por no reprenderme como correspondía, por los métodos literarios de la seño ante la indisciplina pero por sobre todo la culpo a la Rowling. Por hacer inevitable la muerte mas evitable. Por desoír mis súplicas, así como Dios. Por matar a Fred, sí por encima de todo. Por hacer irreversible mi enfermedad.
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Agarrame la mano
Aveces me caigo. Que digo a veces. Me caigo siempre y más de lo que me gustaría reconocer. También se me da por perderme y ahí es cuando también pierdo las buenas costumbres. Las de, por ejemplo, escucharte a cada tanto. Me salvás siempre que entro en Crisis, me recordás porque te seguí a todas partes alguna vez.
Reaparece ante mí mi mejor versión. Esa transpirada, con la voz rasgada de cantarte a pleno pulmón, con los ojos rojos de puro amor y dolor. De faso, a veces, también. Te inmortalizo en remeras y en tatuajes hechos con el corazón. Pero, así mismo, no me olvido que a veces te olvido. Que ingrato lo mío de volver cada tanto cuando necesito saber de mi propia esencia. En vos está mi mejor yo. No te olvides de eso.
“Nos equivocamos de subte y terminamos en cualquier lado”, rezaste en una de esas canciones que a mí tanto bien me hace. Tenías razón. Pero ese yo que te seguía a todas partes hace un tiempo creció. Se creyó que por ese minutero no merecía si quiera cantarte. Hoy de nuevo en Crisis volvés a ser mi mejor canción. La trova que quiero escuchar cuando todo vaya mal.
El hábito que tampoco me deje saltear a esa intrusa que, sí, también habita en mí. La letra que me sepa a mí cuando más lejos esté de serlo. Que me saques un poco de ese fondo. Ese que cada tanto conviene ir, pero nunca solo. Con vos y sí es con los Pibes, mejor.
Marian
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Soñando siempre una canción para animarte
“Toro y Pampa”, Almafuerte
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Lloré de cara a la pared, en un lugar del planeta donde Racing no era nada. Nunca, ni antes ni después me había sentido tan lejos de todo lo mío, tan a destiempo del mundo, tan del revés de mi vida, tan en orsai, desesperadamente solo. Lejos como nunca del dolor y de la fiesta.
Revista Orsai “Tan lejos del dolor y de la fiesta”. Hernan Casciari
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Chau Señor Viernes. Bienvenido Señor Sábado
23 de Abril del 2016
Rosario, Santa Fe
“Sacar belleza de este caos es virtud”, eso me dijo una amiga cuando necesité descargarme y a su vez rememorando a un grande. Hay mucha gente haciendo mal por ahí pero hay otras tantas que hacen tanto bien y ni siquiera vos, ni yo, ni nadie se da cuenta. “El cerebro argentino se divide en dos”, dijo Enrique Pinti humorista histórico como pocos. En ese monologo este explicaba que el argento voluntarioso, familiero, amiguero, buen médico, maestro e infinitas profesiones se encontraba en la Materia Gris de ese cerebro. Mientras que en el otro se hallaba La Mierda aquel que roba, mata, corrompe y viola. Yo y unos cuantos más fuimos capaces de ver ambas aristas tan distantes en una sola noche.
Ayer me sentía mal, demasiado congestionada y con una gripe horrible típicas de las que me atacan en abril. Fui al Centenario, sí porque soy defensora de la salud pública y porque tengo una economía universitaria y restringida. Estudiante al fin y al cabo. Esperé muchas horas en la guardia hasta que por fin me atendieron. La espera fue lo de menos. Eso no importa. El contexto sí. Porque fue en esa espera donde unos cuantos fuimos partícipes de la irrupción de unos cuatro hombres rompiendo, golpeando, gritando e insultando a todo porque su familiar se encontraba en extrema gravedad. Un tiro en la nuca, es grave. Un tiro al padre, en vez de al hijo por parte de una bandita, también es grave. “Gravísimo”, cómo dijo el médico en el parte tiempo después.
Nadie en aquella guardia cuestiona los impulsos que cada uno tiene frente a situaciones límites. Yo por mi parte tengo las peores. Sin embargo la violencia, otra vez, no se debe justificar en ninguna circunstancia. Una vez que se entra puertas adentro de la guardia el panorama es distinto. Mientras que de afuera se refleja una indiferencia impaciente por parte de los médicos, desde adentro hay mucha preocupación, desesperación. Café, sí y mate también ¿Porque quién soporta tantas horas sin dormir como hacen esos héroes de ambo? Lo importante es que hay todo eso y amor y pasión. Demasiada y por si fuera poco tienen que soportar la extrema violencia. Las amenazas del típico: “Ustedes se merecen que después los caguen a trompadas”.
Yo estuve once horas en el Hospital Centenario. Donde me hicieron un análisis profundo y minucioso por una simple gripe. Sangre, orina y placas de todo mi torso. Completamente gratis, completamente segura, completamente contenida. Y no era la única, decenas de pacientes en peores estados que el mío también recibían la misma y mejor atención. En una de las noches que para mí se trató de una de las peores puedo decir: “Sí, Cerati no es fácil sacar belleza pero sí que es posible. Gracias por eso”. Al menos para mí y para unos cuantos todavía es posible alardear de la Salud pública que dispone nuestro país. Precaria, malabarista, mágica, rudimentaria, pero tiene esa cosa tan “De La Materia Gris”, como dijo Pinti que es amor, vocación y voluntad.
“Tenes una gripe muy fuerte”, eso me dijeron como diagnostico después de casi ocho horas de análisis. Me fui contenta y agradecida. Mi amiga y yo nos fuimos a la parada del cole a las cinco de la mañana para por fin volver a casa. “Dame todo, Dame todo piba” “La puta madre, dame todo”. Así nos dio la bienvenida el sábado. Ni mi amiga, una chica más y ni yo nos lo podíamos creer. Pero después recordé al baleado, los destrozos en la guardia, los insultos y las amenazas a los médicos. Sí, si podía creer que me estén robando a mí y a unas cuantas pibas más a la salida del Hospital.
En ese momento pensamos en todos los bienes materiales, en el Moto G, en el Samsung Galaxy Core. También en los antes saqueados. Mi precario Galaxy Pro del 2012, el Lumia 520 del 2014 y el Lumia 620 de mi amiga en el 2015. Para qué ser hipócritas. En lo único que pensamos es “Que no me revise la teta. Qué no me revise la teta”. Y no por ultrajar nuestro cuerpo, nuestra privacidad, nuestra elección de si querer o no que nos toquen una teta, sino para no perder el bien material. No lo perdimos. Por suerte no supieron tocar bien las tetas. Porque sí, nos tocaron pero ese barbar de allá arriba mando mucha iluminación para que aquel tipo lo haga mal.
Esta noche perdimos muchas cosas. Como la perdemos todos los días cuando nos pasan cosas malas o injustas. Perdimos un poco esa esperanza que a veces nos llega de por ahí, vamos perdiendo gota a gota, celular a celular, bien a bien esa seguridad de la que se jactaban nuestros abuelos. Perdimos la paciencia con los médicos, la tolerancia a las demoras. Perdimos un poco de dignidad humana al preferir un bien material por sobre nuestro cuerpo. Pero ganamos la seguridad que vaya a donde uno vaya siempre se encuentra a personas dispuesta a hacer de este caos un poco de belleza.
Marian.
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Voy a Wattpad a votar el último capítulo de tu novela que me dedicaste y yo leí desde otra cuenta, entro a tu perfil para votar las demás historias que hace rato terminé de leer. Por un enlace termino en tu Twitter, veo la publicación con tu Tumblr y la palabra porno justo al lado; entro, leo una de las entradas y pienso: jumm Marian escribe. Veo arriba y me da curiosidad la palabra Ask. Termino aquí y me siento como toda una acosadora... ¡Hasta yo me doy miedo! PD: esto no es una pregunta c:
Ohh misteriosa anónima quien seras? Si te dedique un cap es porque debes ser una lectora que se pasa por todas o la mayoría de mis historias :) Sí es así muchas gracias por eso. No te sientas acosadora jaja si me seguís en twitter seguro sabés que acoso a mis autoras favoritas también. A tu pregunta de si estuve en España la respuésta es no. Mi mejor amiga se mudo allá hace tres años. Seguro si seguís una de mis historias Detrás del odio, la vas a conocer a Emi por aparecer en un cap que se llama ANIVERSARIO es como mi hermano y va a ser un personaje muy común acá en Tumblr. Mmm creo que te respondí todo! Pd: quiero saber que lectora sos!!!
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Basta, no llores Carolina
20 de febrero del 2016
Concordia, Entre Ríos
No conozco a Carolina. Si quiera poco sabía de ella hasta qué pasó lo de las fotos. Entonces pensé que con seguridad ella no es, claramente la primera, y por desgracia, tampoco será la última.
La ultima que hace un desnudo para sí o quizás para un otro, eso no importa, y sus fotos terminan viralizandose por ahí. Transformándose en una mercancía más que va a dar de comer a unos cuantos ojos y al chisme también.
Generando en la boca de casi toda una ciudad verdades oficiales, rumores inventados o también ciertos de un acto que a todo el mundo parece importale: El desnudo. Cuando en realidad lo más aberrante es que alguien venga y te profane tu vida privada, tu desnudo voluntario para vos misma o para otro, vuelvo a repetirlo.
Sin embargo es tan grande el morbo que solo importa eso, la banalidad del desnudo, de la humillación, de rumores inventados por ultrajar la privacidad de otro. Mientras el dilema se vuelve todavía más doloroso cuando se suman las palabras crueles de mujeres juzgando la vida promiscua, santa, pura o casta de una chica que termina en pelotas en todo Facebook.
Mientras, también, no faltan las voces masculinas para charlar del culo, la teta y quien sabe cuánta cascara más. Y entre todo este lío nadie piensa que la pobre Juana, María, Estela o en este caso Carolina tiene que salir a la calle cargando con cuanta hipocresía se le cruce por ahí.
Nadie piensa que ultrajar la intimidad está mal. Nadie piensa que quizás podes ser la próxima en tetas por cualquier red social. Nadie piensa que puede ser tú hija, tú amiga, mejor amiga, prima, hermana, novia, madre o cuanto lazo pueda existir. Nadie piensa y si lo piensa poco hacen para concordar con sus hechos.
Marian
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Somos esa nostalgia
6 de mayo del 2016
Concordia, Entre Ríos
Hace cinco años que nos convertimos en la sensación que me daban todas las generaciones que terminaban la secundaria. Tan parecido a lo que me provoca el canal Volver. Tan Rebelde Way a las ocho de la noche y que ahora, la transmisión de la nostalgia, lo pasa a las seis.
Hoy hice un retroceso, miré para atrás y me di cuenta que somos ese libro que quiero leer una y otra vez. Esa novela de las cinco de la tarde que me gusta volver a ver. Aunque sea sosa, tonta, melodramática, tragicómica y fuera de la época.
Hace cinco años que tenemos el mismo color que las revistas viejas, esas que pasan cosas de moda y que están desactualizadas. Porque los años pasan, también para ellas. Incluso volviendo tenemos ese color saturado y opaco en algunas partes porque el tiempo pasó. Y si pasa le pone mucho énfasis a ciertas cosas pero también se lo quita a otras.
Hoy me di cuenta que dijimos muchas veces en aquel entonces “La 11 no se va, la 11 no se va” y nos sentimos desilusionados cuando nos fuimos. Porque sí, nos fuimos. Fue imposible quedarnos. Pero hoy me di cuenta que no. Jamás nos fuimos, ahí estamos un poco eternos en esos 17.
Estamos porque Facebook nos dice que así lo hicimos y sabemos que hoy las redes imponen tiempo y espacio. Le pese a quien le pese. Estamos porque al menos yo a veces sueño con esa Comercio. Con mi casa opaca, sucia y descuidada por el tiempo. Estamos porque hoy después de cinco años alguien le puso me gusta a esa foto y otros tanto se sumaron en comentarios.
Marian
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Desde adentro
3 de junio del 2016
Rosario, Santa Fe
Hace un tiempo atrás decías que ibas a participar en Gran Hermano. Nos reímos mucho. En realidad nos reíamos por muchas cosas, pero ello en su momento nos pareció el colmo. Hace un tiempo atrás teníamos olor a tiza, a casa vieja, a paredes húmedas y techos que crujían con murciélagos. Hace un tiempo atrás éramos felices pero no nos dimos cuenta. Teníamos la sonrisa intacta de los que sufren poco o son nuevos en el caos. Éramos nuevas en el caos, de eso tampoco nos dimos cuenta. Me acuerdo que tenías una risa aguda como de delfín y que contagiaba todo porque era chillona. No hablabas mucho de dolores, ni de mal de amores y simplificabas pesares. Pero te gustaban mucho las películas de drama, esas que se hicieron para llorar. Vos llorabas mucho con esas. Nosotras también. Cuando tomabas demás te transformabas en un aparato para crear anécdotas. Te dormías y cantabas retruco pero sin cartas y sin contrincante que si quiera tenía para el envido. No entendías el mecanismo del alcohol. Creíamos, en cada una de tus investigaciones, que te ibas a morir cien veces antes de darnos una respuesta. Nosotros también lo hacíamos pero sin tanta historia. Si estabas ahí simplificabas tantas cosas. Organizabas todo y eras una especie de líder pasivo. Dabas ordenes con risas de delfín que todas cumplíamos. No sabías cocinar y de eso te reías también. Ahí nosotras no.
Hace un tiempo atrás minimizábamos el tiempo y nos reíamos de planes a futuro. Suponíamos que el verbo “curtir” era para viejos. Que las amarguras y golpes bajos de este caos llegaban después de los treinta. La palabra perder era sinónimo de desencuentro amoroso y nos imaginábamos un futuro lleno de esos pero sin tanto melodrama. Pensábamos de forma clásica y una vida típicamente americana, como no lo es la tierra en donde nacimos. Boda y no casamiento, el marido bueno y compañero y muchos hijos también. Yo creía que nada podía romper aquel dogma adolescente. Pero con el tiempo cada una descubrió que el verbo “curtir” no era para viejos. Que se podía jugar un mano a mano con la desgracia antes de concluir el cuarto de vida. Que el dolor más grande te iba a tocar. Que quizás la palabra hijo te iba a desgarrar por completo. Yo no imaginaba que en cinco años no habría risas de delfín, ni retrucos borrachos, ni fogones de Charly García, ni Gran Hermano sin vos. Mirá si las cosas malas le van a pasar a un par de pibas de veintidós. Mirá si te iban a sacar esa risa de delfín de lo más profundo de tus entrañas. Mirá si ibas a tener que visitar un lugar horrible y con olor a flores con semejante título guardado abajo del brazo. Mirá si este caos iba a ser tan de mierda. Mirá si ibas a ser ese otro al que todo le pasa y que a Dios gracias no somos nosotras. Mirá si nada sería color de rosa.
Marian
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De España a la Argentina
17 de Septiembre del 2014
Rosario, Santa Fe. Argentina
Emi:
Hola amiga hoy estuve un poco bajón, un poco feliz, un poco de todo. Me acordé cuando éramos chicas que vos ibas a la escuela Comercio 2 y yo a la 1. Nos hacíamos cartas todo el tiempo contándonos el mínimo detalle. Entonces pensé, no tenemos 12, ni estamos en el 2006 pero que importa eso. ¿Por qué no? ¿Por qué no hacerte una carta? ¿Por qué la tecnología lo invadió todo y creemos que por un simple "Hola, ¿cómo andas?" por whatssap ya sabemos todo?
Y después de tanto, llegué a pensar que escribir una carta hoy en el 2014 además de ser un poco antiguo también es algo infantil. Entonces, otra vez, me representé, nos representé con unos 7 u 8 años menos. Me acordé de los detalles, de los carteles, que flechitas, que puntitos, que parches, letras gordas, frases de sabina y ese toque nuestro tan pastillero desde tan chicas. Y como no hacerle honor a semejantes cosas. Por eso hoy 17 de septiembre del 2014 yo te escribo esta carta.
Y te escribo para decirte que te extraño muchísimo, que me muero por contarte tantas cosas. Como que lindo que esta el día, la humedad de Rosario, lo sucia que es la UNR, el cuatrimestre de mierda en la UAI, las convenciones de comic y tanta cosa. Tanta cosa de todos los días.
Porque sí bien la distancia no mata un lazo tan fuerte como el de la amistad, el amor de madre, de hermano o hasta de un vecino sí hay algo que mata. Mata los detalles amiga. Mata el detalle de que comí a las doce del mediodía y no a las dos como lo hago siempre. Mata el hecho de que ya no me gusta el café y que ahora me gusta el té, que hace 47 días que dejé de fumar y tanta pero tanta cuestiones.
Y ni hablar de los detalles de allá, Barcelona, otro mundo, otra historia. ¿Extrañás el mate? Ni hablar de lo pesado y aburrido debe ser contar que se siente desayunar con Nutella y no con Dulce de Leche, lo cansada que debes estar de explicar qué carajo significa "Che", "Boludo" y "Esta gurisita". Pero no importa eso amiga, porque los detalles aunque cuesten tanto se pueden salvar, pero no le quitemos importancia. ¿Qué pasaría si un día cuando vengas a visitarnos me digas para desayunar café, almorzar a las dos y después fumarnos un pucho?
Nada. Seguiríamos siendo amigas igual, y nos acordaríamos, del cinto, la caída en el ciber, la baba de caracol en tu remera, el porrazo en calle San Martin, el olor a Chivo y lo verga que es Toshiba. Códigos y miserias de otros tiempos. Pero aun así no le quito importancia a esta carta.
¿Sabes por qué? Porque no es lo mismo decirte todo esto por acá, que teclearlo apurada en el celular, pantalla chiquita, tecla de mierda y puteando el táctil. Me como un qué, un cuándo, después un dónde, y por ultimo un cómo. Por si fuera poco te facilito todo con emoticones. Acá no, acá cuando leas esto, vas a pensar que rebuscada esta mina, y pensar en estados de ánimos, en el día, la hora. Qué fecha, ni qué fecha, seguro le pasó algo, seguro que no y ahí amiga es cuando aparecen los detalles. Porque te vas a preguntar todo, te lo vas a responder y después por sí las dudas vas a escribir.
Así se combate dignamente la distancia, así nos burlamos de tantos kilómetros, del océano, de ese puto charco, de los colonizadores y de los argentos. Y lo hacemos con calidad. Hasta que, claramente, se invente la teletransportacion. ¡Y no va a faltar mucho!
Te amo amiga y espero que siempre intentes estar bien y con mucha luz.
Tú hermana del alma
Marian
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