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patriciomoron · 4 days
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Tatiana An (Ukrainian,b.1992)
Tree of Happiness, 2024
Acrylic on canvas
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patriciomoron · 4 days
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Música del Japón. Avaramente de la clepsidra se desprenden gotas de lenta miel o de invisible oro que en el tiempo repiten una trama eterna y frágil, misteriosa y clara. Temo que cada una sea la última. Son un ayer que vuelve. ¿De qué templo, de qué leve jardín en la montaña, de qué vigilias ante un mar que ignoro, de qué pudor de la melancolía, de qué perdida y rescatada tarde, llegan a mí, su porvenir remoto? No lo sabré. No importa. En esa música yo soy. Yo quiero ser. Yo me desangro.
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patriciomoron · 9 days
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tribulaciones del gigante perdido
Un coloso pétreo cruzó los océanos. Contaba con la compañía de una leona, su luminar. El coloso la custodiaba, pues ella era su guía tras haber perdido todo en la magna contienda. Avanzaba con zancadas titánicas y, en ocasiones, se encendía de ira consigo mismo por haber peleado en una guerra que no le concernía; no obstante, alzaba con lealtad su vetusta espada argéntea, pues poseía un corazón ínclito.
En una ocasión, tuvo una consorte que fantaseaba con parajes ignotos. Él vislumbraba su destino, pero se rehusaba a creerlo. En la congoja de la guerra, a menudo pensaba en desistir y clavarse el acero para dejar de sufrir. Al percatarse de que jamás triunfaría, pese a todos sus desvelos, sus esperanzas se desmoronaron en mil fragmentos. El coloso no razonaba en demasía, pero sabía defender y amar.
Desorientado sobre su propósito vital, emprendió una odisea hacia el septentrión. Estaba vacío, pero por primera vez, resuelto. En cada lágrima dejó un lago, y en cada lago se erigieron urbes. En un instante, se percató de que caminaba desprovisto de armadura, entonces, en un poblado amigo, le forjaron una de oro. El coloso aprendió lenguas y, de este modo, comprendió mejor a las gentes para poder auxiliarlas.
Pausadamente, comenzó a rememorar todos los sueños que había perdido y paulatinamente dejó atrás su anhedonia. El tiempo, antaño consumido por la guerra, ahora no le bastaba para todo lo que deseaba realizar. En su periplo, trabó amistad con tantas personas que lo querían profundamente, y su amor lo hacía crecer cada vez más, convirtiéndolo en un caudillo natural.
Una simple rama seca en el sendero o las ruinas de un templo se tornaron sublimes ante sus ojos. Nunca más permaneció inerte; caminaba y parecía enamorado, y acaso lo estaba. Decidió no volver a aislarse del mundo.
Finalmente, arribó al confín septentrional, donde encontró una puerta ciclópea con símbolos y runas en una lengua que solo él podía descifrar, pues él mismo había esculpido las palabras. Atravesar la puerta significaba volver a comenzar, aun consciente de las penas y alegrías que había experimentado. Y así, el coloso desapareció, sin que nadie supiera jamás qué fue de él.
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patriciomoron · 12 days
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fragilidad. pág 2
Cuando mira el reloj se da cuenta que todavía faltan dos horas para su cita, pero prefiere salir con tiempo y caminar en silencio las diez cuadras que lo distancian del café. La mañana es fresca, con autos y peatones que siguen su rutina habitual. Mientras camina por la avenida piensa que conoce ese trayecto de memoria, que podría recorrerlo con los ojos cerrados, que durante años no hizo más que caminar por esa repetida avenida. Un tiempo igual al tiempo de su memoria. Se sorprende al pensar que todos están al margen de su situación, como si las pesadillas de la noche anterior no se proyectaran sobre cada persona que pasa frente a él. Entonces imagina un mundo donde pi no existiera, un mundo imposible en el que cada cosa se sostuviera en un éter imaginario, una especie de jenga sin las tres maderas de base o una bicicleta sin ruedas. Piensa en las pirámides en su sólida base de poliedro, piensa en los edificios que parecen acariciar el delicado cielo y que, sin embargo, se alzan sobre sólidas y frías estructuras geométricas, piensa en el semáforo que tiene en frente mientras espera cruzar la calle y que no funcionaría sin la simetría perfecta de las matemáticas. Piensa también en sus cálculos. ¿Y si todo eso no fuera más que una ilusión y solo vemos estructuras que flotan en el vacío, sostenida por la imaginación y la costumbre, formas complejas pero tan débiles que están sujetas por telas de arañas y susceptibles de ser borradas para siempre por el sereno rocío de la mañana?         
Cuando llega al bar buscar la misma mesa de siempre, esa que Laura buscará al entrar. El mozo lo reconoce y lo saluda de lejos, mientras le encarga un café. Leonardo vuelve a mirar la hora, aunque sabe que es temprano y que Laura no llegará antes. Tampoco después. Siempre fue puntual y siente ese hecho como la única seguridad que tiene en medio de tanta incertidumbre. Se distrae viendo las noticias internacionales que trasmite el televisor. Cuando el mozo le trae el café, él lo vuelve a saludar, pero esta vez de un modo lejano e indiferente, como si nunca lo hubiera visto antes. Nota que la taza tiembla en su mano. Desde la tranquilidad de aquella mesa de bar mira el cielo y la luz de la mañana del mes de agosto que cada vez se vuelve más nítida, en las sucesivas bandadas de pájaros, en las nubes mutando a cada instante, y hay algo –que no sería incapaz de nombrar– en esa multitud de percepciones que le sugirieren que él también había cambiado. –Ella va a venir, ella va a venir– se repite Leonardo mientras golpea con la cuchara la taza vacía que tiene en frente. Al pasar a su lado, el mozo dice unas palabras que él no termina de comprender o que ni siquiera escucha, porque lo único en lo que piensa es que Laura ya debería que estar ahí. Deja pasar los minutos mientras estira una servilleta de papel y la vuelve a doblar, formando triángulos que nunca terminan de ser perfectos, por lo que vuelve a estirar la servilleta y comienza todo el proceso de nuevo.  Después de una hora comprende que no va a venir. Ella nunca llega tarde, ella nunca llegó tarde a ninguna de sus citas, ni siquiera en los tiempos lejanos de su noviazgo. Deja algo de plata debajo de la taza de café y se pone de pie. Sabe que no va a venir y sin embargo guarda un dejo de esperanza en cada paso que da hacia la puerta. La imagina apareciendo intempestivamente frente a la entrada, disculpándose por el retraso, por los colectivos que cada vez pasan con menos frecuencia, por el imprevisto menos pensado, por la vida.
Ya en la calle, todas sus esperanzas se desvanecen definitivamente. Decide volver a su casa para refugiarse en Kyra y en su matemática y no pensar más en ella, al menos en lo que resta del día. Descartes–se dice mientras camina hacia la diagonal de los jacarandás–Descartes imagina un diablo que busca engañarlo y yo llevo ese diablo conmigo. Hay algo feliz en los últimos días de agosto, cuando el invierno olvida que es invierno y ya se dejan ver los primeros brotes en los árboles, el pasto verde de la acera, el canto de esos pájaros que supieron escapar del frio y que confirman que todo vuelve una vez más, que ese pájaro solitario es el mismo del pasado. Leonardo sabe que la primavera le devolverá la esperanza. Sin embargo, en medio de esa contemplación feliz comprueba que en uno de los edificios que tiene a su derecha empieza a abrirse una grieta, una línea negra que se expande con un leve crujido que busca el suelo. Instintivamente, sin entender porqué, mira la hora. Son las tres y cuarto. Entonces sobreviene un estruendo, y aparecen grietas en otros edificios. Está atardeciendo, y sopla el viento cálido del verano, y la tarde ya no es tarde y se llena de polvo, y de gritos de personas que comienzan a correr de un lugar a otro y los árboles se inclinan buscando el suelo, anhelando ese pasado sin tiempo y tres catorce quince noventa Leonardo se queda estático en medio del sonido del cemento que comienza a rasgarse el cielo oscureciéndose en la noche los edificios olvidando su matemática y empiezan a derrumbarse y la voz de Laura en medio del caos y la multiplicación de pi en un azaroso cosmos de constelaciones y estrellas y polvo de estrellas entre una ciudad y un mundo que se desploma y se pierde y se borra para siempre.
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patriciomoron · 12 days
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fragilidad. pág 1
En el universo hay estrellas y hay polvo de estrellas, hay constelaciones y hay galaxias, hay planetas y en uno de esos planetas hay un hombre que sostiene el universo.
Leonardo mira, una vez más, con desconcierto, los números garabateados en la hoja. En ese momento, su gata salta sobre el escritorio. Sabe que Kyra siempre aparece cuando algo no anda bien, fue por eso que estuvo tan pegada a él durante los últimos días. La deja recostarse en la pila de hojas blancas y con cuidado, separa la última, para no molestarla. Por un instante se detiene a mirar por la ventana la noche salpicada de luces blancas. Acerca la hoja a la lámpara y la examina. Busca algún error obvio, algo evidente, un número que falta, alguna suma mal hecha, esa raíz que siempre lo confunde.  —No puede ser, no puede ser— se repite una vez más y rompe la hoja, antes de llevar ambas manos hacia su cabeza. En ese momento, Kyra salta al piso. 
Entonces se acerca a la ventana y contempla la ciudad a oscuras. Recuerda que Laura tenía esa costumbre de acercarse al balcón cuando la ciudad misma parece dormida y quedarse ahí, por unos minutos en silencio, contemplando la ciudad. Ella tiene razón—se dijo—el viento de madrugada y ese rumor de autos es lo más útil a la hora de despejar la mente. Se dice que ya es hora de acostarse, de abandonar esos cálculos que parecían llevarlo a ningún lado y decide prepararse un té. Mientras camina por el pasillo hasta la cocina, se da cuenta que Kyra, lo sigue con ese silencio misterioso de los gatos, que se asemeja a la caída de una hoja en otoño o a un piano cerrado. Le deja un poco de atún en su plato y calienta agua en la pava. La taza tiembla en sus manos.                   
Al acostarse mira, con algo de esperanza y de ansiedad, el retrato inerte sobre la mesa de luz. Siente que no va a poder dormir, que pasará otra noche en vela, pero duerme y sueña y en sus sueños vuelven, insistentes como ecos, las formas inestables de los últimos días. Tres catorce quince noventa y dos la diagonal trazada entre dos líneas rectas noventa y dos el rostro de una mujer de rasgos definidos quince y el numero pi con dos patas que crecen como zancos y se alargan más allá de los límites de la hoja del escritorio y tres y catorce y entonces pi abarcando la dimensión infinita de su cuarto y la voz de una mujer que grita desde la puerta la diagonal trazada perfectamente sobre dos líneas rectas y el portazo que lo despierta entre medio de los gritos que es también su propio grito y tres coma catorce en ese intervalo nebuloso donde el sueño aún no es vigilia ni la vigilia llega a ser sueño.
Frente al espejo del baño, se lava la cara y contempla detenidamente su rostro. Sabe que en unas horas se verá con Laura y que todo volverá a la normalidad, incluyendo el laberinto matemático en el que se vio envuelto el último tiempo. Antes de irse se acerca una vez más a su escritorio y mira la pila de papeles con números y ecuaciones. Ustedes tienen la culpa de todo—les dice en voz alta. Esta vez no necesita sentarse frente a su escritorio para saber que hay demasiados errores, que su pretensión desmedida de hacerse un lugar en la historia lo aleja inexorablemente de la realidad y que todo es parte de una pesadilla cuyo origen, en última instancia, está en él. Para confirmarlo repite la sucesión de números de pi, que él sabe de memoria desde sus años de estudiante.
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patriciomoron · 17 days
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patriciomoron · 23 days
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Unité d’Habitation (1956-58) designed for Interbau 1957 in Berlin, Germany, by Le Corbusier
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patriciomoron · 23 days
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lise froissart
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patriciomoron · 24 days
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segundo conflicto en porto. febrero. cuatro y cincuenta am. ahora no puedo no tener miedo. paso por la gente, por los huecos y agarro mi campera de cuero negro fachera que estaba enganchada en la pared. un loco me empuja fuerte no sé por qué y le respondí en argentino. él me dice algo, pero nunca va a llegar a la creatividad latina de contestar y además con esa cara flaca y machista típica de acá queriendo ser malo. no pasa nada. me voy al baño, me lavo la cara y salgo. apenas paso por la puerta siento que vuelo unos metros. no sé qué pasa, pero estaba en el piso viendo estrellas y me estaban pateando en la cara, me tapo con lo que sea porque me sigo queriendo y la vida hay que vivirla lo mejor que se pueda. después de entender la situación me levanto, pero él ya no sé dónde estaba. todos están mirando, me acerco al bar y una bolsa de hielo viene con unos hermosas ojos. siento amor fugaz. mi amigo de la barra y ella preguntan si estoy bien y me siento protegido. recuerdo que estaba con cheick por salir porque ferro estaba cerrando y entonces empecé a bajar las escaleras para irme. en la puerta de salida habían varios grupos. uno de ellos estaba insultando a mi amigo y ahora a mí también porque me vio. no le digo nada, pero mi primera reacción fue tirarle la bolsa de hielo como proyectil. a esa altura no había nada que cambie las cosas. empezamos a correr porque el loco ahora tenía la cara como un agujero negro. mi amigo se tropieza y el grupo le empieza a patear. me vuelvo para atrás como puedo y lo levanto como si fuera una película. nos siguen corriendo. la luna está expectante. por un momento pienso en meterme en los otros bares, pero juzgando la cara de los otros guardias no quieren saber nada de nosotros. pido ayuda a los que pasan, pero nadie hace nada. el loco ahora saca un cuchillo y pregunta “qué vas a hacer ahora?” corro y pienso en que no puedo caerme. hago mi mayor esfuerzo. subo por unas escaleras de una construcción cerca de la estación são bento y después por una clase de puente de chapa de la misma. me sigue persiguiendo y su cara no se calma. trato de tranquilizarlo a pesar de que siempre soy un tonto valiente. pienso en muchas personas. sigo corriendo hasta llegar a una esquina más abierta. aprovecho para salirme de su vista y en eso encuentro a mi amigo que había corrido mil veces más rápido que yo. siento una esperanza y seguimos corriendo hasta llegar a un lugar más concurrido. con mi amigo sangramos juntos. no creo que pueda olvidar eso y tampoco no podía no escribirle a las personas que pensé en el puente de chapa
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patriciomoron · 25 days
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dos mil veintiuno. cortinas inquietas. no duermo. la luna y el silencio contrastan los ojos rojos. las estrellas no importan como antes. no puedo ver, todavía no. de por qué nada importa y no me puede importar y nada calma la angustia y no puedo ver y no quiero. hay una única salida y son las cuatro de la mañana en ese momento y salgo a buscar algo a la playa o pensando en hacerme mal y nadie piensa en mi y vos en el sueño te reís sin preocupaciones ni tristeza ¿cómo alguien con esos ojos tiernos puede tratarme con tanto desprecio? es que todavía no puedo ver. seguro ganaste otra discusión. hoy no hay ningún plan porque ya es dos mil veinticuatro y ahora puedo ver bien por qué antes no pensaba en las estrellas como hoy
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patriciomoron · 25 days
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imagen mental del hoy que será: frente a mí, tres cuadros que hice para escaparme. flores y abstracciones. colores cálidos, mi estado de ánimo. a la izquierda cuatro plantas y paulina fumando a la ventana, no me quiere interrumpir pero precisa hablar conmigo porque tiene algunos problemas y está demasiado sensible por las cosas que le están pasando, la escucho pero mi cabeza está en otra dimensión. una monstera, nunca había tenido una y siempre quise, unas suculentas que robé del vecino; son fáciles de mantener y hacer nuevas. también hay dos más que no sé el nombre. una la eligió francsica y que kyra tiró al piso haciendo justicia. los sintetizadores, unos lápices de colores y la foto de mis hermanos cuando éramos chicos en la casa de mi abuela. mi familia era muy unida porque se hablaban poco y la herencia de la casa, ferretería y los terrenos aún se desconocía. a la derecha tengo otras cosas que por más que no use seguido o casi nunca me gusta porque me hacen bien. el tablero de ajedrez, es triste si no hay dos. unos libros clásicos que quedaron en casa pero que están en inglés. intento leerlos, pero tengo que ir al diccionario a cada rato. gasté mucho en salidas y en cosas. plantas, mi guitarrita negra, bastidores, etc. algunos regalos fueron a la basura. por lo general devolví o tiré todo lo que me hacía mal. corté algunas plantas y después me sentí mal. soy infantil pero poco me importa, estoy mejor. no me estoy quedando en casa para nada. si hay cosas que todavía tengo es porque fueron regalos de poca importancia. ya sé quien soy. no hay demasiado secreto. música y amigos. la culpa es mía
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patriciomoron · 25 days
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página 2
mi esposa mis hijos mi casa mi auto mi perro y ese agobiante trabajo rutinario que consume su cuerpo como un cáncer sus días para descubrir al cabo de unos años su miserable vida su esposa que buscar otro cuerpo otro calor mientras él busca por las noches otras tetas pagar por un par de piernas abiertas por placer y ser padres ausentes que crían hijos ausentes hijos que buscan otro hogar otra esperanza y el miserable piensa que si se separa será feliz entonces el divorcio los papeles el abogado dividir la casa en dos y seguir trabajando porque todavía hay que liquidar el crédito aún se puede ser alguien en la vida tener un puesto elevado mirar la vida desde arriba pero el miserable ve su miseria por primera vez el dolor de estar tendido en una cama las horas que pasan el techo siempre igual la noche y el insomnio esa angustia que crece en estertor la gastritis de sentir el ácido en la boca los recuerdos que se clavan en el pecho esa ilusión de mirar por la ventana la vida de los otros y pensar si yo fuera alguien más yo sería feliz pero los demás piensan igual la misma miserable vida la muerte de algún hijo la desgracia el tiempo que pasa el abandono y el cáncer de próstata que empieza a crecer el dolor en el cuerpo la esperanza de un tratamiento los rayos la sordidez de la quimioterapia si yo supero esta enfermedad voy a dedicarme a ser feliz viviré cada día disfrutando del sol la naturaleza saldré a caminar más pasaré más tiempo con mis hijos trabajaré menos y viviré más pero ya lejos del sol de la noche lejos y el banco que llama para cobrarse el crédito y la metástasis el cáncer que crecer y los hijos disputando la herencia junto a la cama y el frio que haciende desde los pies el día que dice adiós la vida de ese miserable es la tuya y la mía
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patriciomoron · 25 days
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página 1
la biografía de cualquier miserable empieza así antes de nacer pasa nueve meses en la oscuridad de un útero entre la orina y la mierda de su propia madre las entrañas nace por donde otros la han penetrado oliendo a sangre y lo primero que conoce es la angustia de ser el llanto la leche de un pecho que otros han mordido los pezones una sucesión de rostros desconocidos que miran desde lo alto las inyecciones el olor enfermo del hospital la soledad y la miseria de arrastrarse en sus primeros años como un gusano sin cueva como un perro sin dueño por esa cárcel de madero su cuna que limita sus pasos conoce el lenguaje y con el lenguaje la mentira la importancia de decir una palabra por otra de tener horarios para ser para correr para jugar la mierda líquida que baja por las piernas las rodillas y la esperanza de encontrar en su familia la felicidad pero en su lugar el odio el peso de los mandatos la obligación de ser alguien en la vida la imposición de un nombre y un apellido pero también de un destino harás esto y no aquello serás esto y no lo otro y a los seis años el miserable asiste a la escuela donde aprende la ignorancia la docta estupidez y se aleja de la vida por el camino esteril de las matemáticas de la gramática que nada sabe del lenguaje de la humillación de una mala nota del maltrato cotidiano los gritos de la intolerancia los castigos del verdugo y al cabo del quince años de vida miserable el miserable egresa con la esperanza de la felicidad verdadera el titulo con la cabeza llena de conceptos y el corazón vacío listo para buscar esa forma de esclavitud el trabajo y llenar los siete días de la semana tan cuidadosamente ordenados para cumplir ese sueño americano de una casa un auto una familia ese sueño no soñado y tan ajeno como todo mandato pero entonces la rutina los horarios la competencia entre los empleados tan infelices y miserables como él pero fingiendo ser distintos más capaces mejores con más oportunidades para crecer mientras el patrón repite que el trabajo es dignidad y deja caer una moneda sobre las manos hambrientas una gota en el desierto un vuelto una limosna que los años amontonan bajo la forma de una casa un crucero una mujer de grandes tetas un auto para recorrer las calles buscando alguien para penetrar como penetraron a su madre con violencia poder y ese sueño de un hogar con esposas hijos vale la pena sacar un crédito para ser plenamente feliz poner un ladrillo tras otro amontonar la esperanza los días en el calor del hogar un patio con un jardín y un crédito a pagar en 40 años 480 meses 140000 días para poder decir todo lo que tengo lo hice trabajando a mí nadie me regaló nada tengo todo lo que quiero
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patriciomoron · 30 days
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Angelo Jank (German,1868-1940)
Centaur In Love (illustration from “Jugend” magazine), 1897
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patriciomoron · 1 month
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unos pocos
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patriciomoron · 2 months
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The deepest and sharpest infrared image of the early universe ever taken, this is the first image to be released from the James Webb Space Telescope (released 11th July 2022)
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patriciomoron · 2 months
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The Southern Ring nebula, captured by Webb’s NIRCam and MIRI instruments.
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