Tumgik
#aunque en ese año empecé a subir fotos de nuevo en este tumblr
mxwin · 10 months
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tiredknees · 4 years
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Les voy a contar cómo fue mi relación con Santiago Lorences, más conocido como srvelcro o mrvelcro, velcrosoyyo acá en tumblr. Hago esto porque estoy agotada de ver cómo se proclama feminista, buen tipo, un «sad guy» incapaz de hacer daño.
Santiago me seguía en redes ya mucho antes de entablar una relación, y era bastante insistente con los mensajes. Me preguntaba mucho por mi —en ese momento—pareja, pero yo no era muy de responderle. Después de dos años de mensajes sin respuesta, accedí a salir con él. En octubre de 2017 nos vimos por primera vez, tuvimos una buena primera cita y quedamos en volver a salir. Salimos otra vez, después otra y otra más hasta que se hizo una especie de rutina. Mi primer inconveniente con él fue en una noche de verano. Eran las cinco de la mañana cuando yo llegaba de trabajar y él me esperaba en su departamento con chocolates y John Wick para ver, algo que yo asumí era un gesto cariñoso. Entré al baño y me encontré con un preservativo usado. Ya estábamos saliendo, por lo que, encontrarme con un profiláctico que usó con otra persona previo a verme, me pareció de muy mal gusto. Lo dejé pasar.
Nuestras citas siguieron, y me sorprendió su planteo ante una foto que quise subir a Instagram. No la subas, hay una chica que puede sentirse mal si la ve— dijo. Le respondí que ya somos todos grandes para esas cosas, y su respuesta fue «no, ella no lo es». No me sorprendió porque él es unos años mayor que yo, así que lo dejé pasar.
El tiempo pasó y él decidió que lo mejor era tener una relación abierta, pero abierta de su lado pues si yo tenía algún tipo de charla con otro hombre, su reacción siempre era «uf, estoy celoso». No me importó porque ya le tenía cierto cariño y disfrutaba mucho de su compañía. Con el tiempo empecé a notar que, desde que salía con él, una misma persona en particular se encargaba de insultarme todos los días a toda hora en todas mis redes sociales. Que soy una negra villera, que soy horrible, que sólo sirvo para que me cojan. Le pregunto si podría ser alguien de su entorno y me comentó que sí, dos personas particularmente que no me querían porque gustaban de él, o algo así. Le pedí por favor que les diga que paren, pero no hizo nada al respecto.
Una de ellas, Milagros, se hacía cuentas falsas haciéndose pasar por un hombre y me pedía incansablemente que me vea con él para tener sexo a cambio de dinero. Cuando descubro quién es, le vuelvo a pedir a Santiago que la calme y nuevamente: no hizo nada al respecto.
La otra no era más que una adolescente obsesionada conmigo y con él.
Le pregunto quién es esta tal Patricia, y me dice que la chica le habla desde sus catorce o quince años, que tuvieron algo. Le pregunto su edad, me responde que tiene dieciocho. No hice comentarios al respecto porque no quería decepcionarme.
Tiempo después, mientras teníamos sexo, le pareció buena idea intentar darme celos nombrando a esta chica. ¿Sabés cuántos años tenía cuando me la cogí? Diecisiete. Fui su primera vez. Estaba orgulloso. Me puse a llorar de la bronca. Me explicó que no habían sido nada, que sólo se vieron un par de veces.
Poco tiempo después ella me cuenta que estuvieron juntos un año y medio. A los dieciocho años. Haciendo cuentas, estuvieron juntos desde que ella tenía dieciséis y él treinta y cinco. Le pregunté qué carajos era eso, pero lo desmintió. Traté de creerle, tremendo error mío.
En un momento, ella le hizo una denuncia por abuso y no sé bien qué más; él me repetía que en realidad trataba de dañarlo porque estaba loca y celosa, y le rogó que por favor que «cancele» (o como se diga) la denuncia. Ella lo hizo y él siguió con su vida como si nada.
El tiempo pasó y seguimos saliendo, ahí ocurrió el primer engaño. Lo dejé, me lloró volver.
Volvimos y quiso cerrar del todo la relación, pero me insistía hasta el cansancio que hagamos un trío, porque total yo soy bisexual y eso implica que voy a acceder. Creó una cuenta de Tinder donde había fotos mías y suyas, y le hablaba a las chicas como si fuese yo. Una de ellas cayó al departamento justo para el día de festejo de mi cumpleaños, una piba tranquila y súper amigable, que noté me tenía cierto cariño. No sabía su edad. Dieciocho años. Lo miré casi enojada, dándole a entender que no iba a pasar absolutamente nada. Me quedé con un amigo que vivía con nosotros dos en el departamento, fumando y charlando. Cuando entro a la habitación para irme a dormir, los encuentro teniendo sexo. Me enfurecí, pero traté de no accionar de manera violenta. Me invitaron, la pasé mal y durmieron tranquilos mientras yo trataba de pegar un ojo en el piso, porque ni siquiera tuvieron la decencia de dejarme dormir en la cama que también era mía. Al día siguiente hubo caos. Lo perdoné, pero le pedí que nunca más me ponga en una situación similar.
No olvidé su accionar y se lo recordé todas las veces que pude a medida que pasaba el tiempo, y él siempre lo tomó a la ligera.
Una noche, ya acostados, tuvo la excelentísima idea de comentarme que la primera vez que tuvo sexo con Patricia, la adolescente, ella estaba usando el uniforme del colegio y que eso había sido lo mejor. Lo peor es que se había excitado contándomelo. Me di vuelta y me dormí.
En ese momento supe que no quería estar más con él, pero la mitad de mis pertenencias estaban en ese departamento de Villa Urquiza que tanto me gustaba.
Conseguí trabajo y ya no lo veía tanto, y cuando iba al departamento sus quejas eran incesantes. Porque usaba el celular o hablaba con amigos, porque no hablaba o me dormía muy rápido o temprano. Todo era para discusión.
Una noche, decidí no ir al departamento y salir con unos amigos. Al día siguiente me llamó para dejarme, porque era una irresponsable, inmadura hija de puta, una egoísta. Porque no había ido al departamento. Le contó a sus amigos que yo lo había dejado, que lo estaba engañando, que era una basura. Los tuve durante muchísimo tiempo chusmeando mis redes sociales para ver si realmente iba a trabajar, quiénes aparecían en mis fotos y toda esa estupidez que no tendría que tener lugar en gente de más de treinta años. Después de eso, intentamos volver.
Nos veíamos cada tanto, y él me reprochaba que esa noche preferí irme con amigos, y siempre era para discusión.
Una mañana de franco me despierto, me doy un baño y me vuelvo a acostar. Él me dice que quiere tocarme pero que no vamos a tener sexo, le respondí que no, que no quería. Se arrodilló apoyando sus rodillas en mis brazos, inmovilizándome, y empezó a tocarme. Le pedí que pare una, dos, tres veces y no paró. Me penetró con los dedos y paró cuando se percató de que me encontraba llorando. Yo le había comentado que ya había sufrido abusos sexuales en el pasado, y no le importó. Lloró, me pidió perdón y me dijo que jamás tuvo la intención de hacerme daño. Agarré mis cosas y me volví a casa. No hablamos durante un tiempo.
Me pidió de vernos para hablar, y todas las veces insistió con tener sexo pero tenía que repetirle que no quería, que todavía seguía un poco mal por lo que había sucedido.
No recuerdo cuánto tiempo pasó —era pleno febrero de este año—, pero lo que sí recuerdo es un evatest positivo. Seguro es de alguien más— dijo. Lloré. Un poco de bronca y otro de tristeza. Tuve un ataque de pánico, me metió un clonazepam sublingual en la boca. Al día siguiente fuimos a hacer un análisis de sangre y una ecografía. Lloré de nuevo hasta dormirme. Me dijo que podía hablar con algún médico, que tenía amigas que habían abortado. Yo lloraba débil y él golpeaba las puertas, las paredes, me decía que no le podía hacer eso. Otro clonazepam más.
Fuimos a la consulta con el ginecólogo, lo único que recuerdo es que no podía caminar por mi cuenta y sentía que me caía todo el tiempo. Al día siguiente estábamos ahí nuevamente, el único recuerdo que tengo de ese día es la sangre, otro ataque de pánico y otro clonazepam. La semana siguiente me acompañó a una consulta para chequear que mi cuerpo esté bien. Cuando llegamos al departamento me había armado un bolso con todas las cosas que no me había llevado y las cartas que le había hecho. Otro ataque de pánico, otro clonazepam en la boca y cogerme estando casi dormida.
Ahora siento que sí puedo usar el pañuelo verde— me dijo. Nunca sentí tanta ira.
El tiempo pasó y el trauma lo arrastré como pude. Mal. Pensé en matarme, me sentía culpable, vacía, me sentía una basura. Empecé a ir a terapia y, por suerte, me puse mejor. Me preguntaba cómo estaba, pero siempre llevaba la conversación a sextear. Yo le comentaba que estaba mejor y me pedía fotos, me pedía que le diga que me iba a dejar coger, me usaba para hacerse la paja.
Me llamaba y me contaba que había estado con otras chicas, chicas que recién entraban en los veinte años, casi haciéndome sentir mal por tener veinticinco, como si fuese vieja. Me preguntaba si estaba celosa, si había estado con alguien más. Yo no quería contarle, pero me pedía detalles para después enojarse y repetir que soy mala, que no pienso en él.
Le pedí que deje de hablarme, que me hacía más mal que bien.
Mayo y junio estuvieron llenos de pedidos de vernos, me decía que quería que intentemos volver, y accedí a verlo pero tuve una mala sensación y lo dejé plantado. Sabía que era para mal.
No volvimos a hablar hasta que me puse de novia. Me hizo llamados larguísimos contándome que nadie es tan hermosa y especial que yo, que siempre fui el ser humano con más luz donde sea que estemos, que tenía ojos sólo para mí, que mi novio no me va a querer como me quiere él. Y qué suerte, porque mi novio me quiere con respeto. Me pidió que nos veamos aunque sea para tomar algo, me negué. Volvió a llamarme varias veces más para decirme que era el amor de su vida y que lamentaba mucho saber que no vamos a tener un hijo juntos, porque le encantaría que sea la madre de sus posibles hijos. Imaginate ser tan cínico.
Le recordé que me obligó a abortar y que lo que sufrí fue indescriptible, me respondió que él lo había sufrido tanto o más que yo. Corté el teléfono y le pedí por mensaje que no me llame más.
Volví a hablarle hace unas semanas para que me devuelva cosas mías —ropa e incluso juguetes sexuales— que tenía guardados hace un año y se negaba a devolverme. Le puse fin, pero no era suficiente.
Soy consciente de que intenté justificar o ignoré todo el daño que me hizo directa o indirectamente, desde hacerme sentir mal con preservativos usados con otras personas hasta dejar que gente de su entorno me agreda constantemente hasta violentarme directamente. Creí que iba a mejorar, porque si me quería como decía iba a intentar ser mejor. No se pudo.
También soy consciente de que a veces es difícil estar conmigo porque las discusiones se tornan densas y me cuesta parar, y es lo que él me reprochaba todo el tiempo.
Disfrutaba de recordarme que era la mujer número cuarenta y algo con la que había tenido sexo e incluso me hablaba mal de sus anteriores parejas sexuales. Me repetía que sería más linda si tuviera tetas, o que mi culo era chiquito. Como si no tuviera suficientes problemas de autoestima.
Tiene en su computadora carpetas llenas de nudes que le han mandado a lo largo de los años, categorizadas con el nombre de cada chica. Si vos le mandaste algún desnudo hace tiempo él todavía los tiene y los «usa». Se niega a borrarlos, seguramente tenga míos a pesar de haberle pedido que se deshaga de ellos.
Hoy cuento esto —y probablemente haya mucho recuerdo bloqueado, la verdad— porque si no me lo saco de encima no voy a poder darle punto final para siempre.
No me considero víctima, pero sí una estúpida. Me comentaba que había engañado a cada una de sus novias con orgullo, y me decía que lamentablemente conmigo no había dado el tiempo, y yo creía que me quería.
Edit: me decía que para él yo era borderline, porque le decía que pasaba por el departamento y terminaba eligiendo irme a mi casa o salir con amigos (ya separados). Hasta hace poco estaba en pareja con una chica a la cual le decía que me odiaba y le parecía una loca de mierda, pero cuando ella se iba del departamento me decía que pensaba seguir soltero mucho tiempo más porque no hay nadie como yo, y a nadie amaría como a mí. Me lloraba horas seguidas para que volvamos mientras a la otra pobre chica le hacía creer que estaba enamorada de ella. Gustaba de hacerme llegar tarde a trabajar, me desactivaba las alarmas o me retenía en el departamento y obviamente las consecuencias las pagaba yo. Estando ya separados me pedía que le lleve a alguna «pibita», me pedía que esté con alguna y le cuente con detalles, me pedía por favor que saque fotos o filme (obviamente jamás sucedió).
Me ha llegado a pedir que compre ropa interior de «nena» porque le calienta (!) todo lo que de una sensación de niñez. Me gustaría creer que es un kink, pero teniendo en cuenta que ha estado con una adolescente, creo que es mucho más profundo que eso y me asusta, ya que está haciendo un profesorado para ejercer en colegios secundarios.
Luego de separarnos, cuando yo empecé a tener citas, me llamaba para reprocharme que no le podía hacer eso (¿hacer qué?) porque él me había apoyado y acompañado durante nuestra relación, como si le debiera algo.
Me ha llegado a preguntar cómo tenemos sexo con mi novio, lo cual me pareció desagradable y desubicado. También me llamaba para que le repita dónde había estado y qué había hecho ciertos días que no dormí con él, porque creía que lo engañaba (el tupé del infiel) siendo que trabajaba diez horas diarias y pasaba varias horas viajando. Me preguntaba por compañeros de trabajo, si había tenido sexo con ellos o querían tener sexo conmigo, a lo que respondía que no y que no sabía. Después de un tiempo me volvía a preguntar dónde había estado tales días y por esos mismos compañeros para ver si mis respuestas coincidían con las anteriores, totalmente obsesivo y controlador.
Hay muchas cosas que voy recordando de a poco y, honestamente, hacen que cada día le tenga más asco.
Al principio dije que no buscaba dañarlo y lamentaba hacer esto, pero la verdad es que no se merece nada bueno.
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Antes de nada, mis disculpas a la memoria de Heath Ledger y su pasión por la fotografía por usar su imagen para evitar ensuciar mi galería con el terry de la noticia
Terry, la palabra que define, de entre tooooodos los hombres que usan la fotografía para poder acercarse a mujeres que de otro modo no podrían, a aquellos que para alardear de sus “logros” se publican interactuando con ellas en fotos en las que las exhiben, cosifican, sexualizan o abusanmostrándolas como un trofeo
En la publicación anterior os decía lo desagradable que me estaba resultando, al subir a la nueva cuenta de mi petición en change.org STOP TERRYS @stopterrys_2 las historias que ya había publicado en la cuenta que me denunciaron y cerraron, ver la cantidad de chicas que han podido fotografiar en este tiempo y como algunos incluso han multiplicado por seis su número de seguidores
Luego hace unos días, cuando me disponía a publicar a NaskPhoto (terry de la misma escuela que el ruso Fedor Shmidt @rrooddeeff o el madrileño Daniel Smith @danielsmithstudio @be_pantherscaracterizados por usar sus tatuajes para firmar “su obra”) al no encontrarlo en instagram@naskphoto tuve un presentimiento, como de que le hubiese podido llegar su San Martín, y al buscarlo en google encontré la noticia
Alejandro Chanzá, un terry que no sé si por la prepotencia de a quien le sobran seguidores y mujeres guapas a las que fotografiar, o la estupidez de quien no se ha molestado en leer de que va la el asunto, llegó a enviarme un mensaje en tumblr hace unos años para darme las gracias por incluirlo en el blog de mi petición
Vamos que igual podríais pensar que ahora que sé que va a pasar más tiempo en la carcel que los miembros de La Manada he podido sentir cierta satisfacción pero... En realidad no
Algo que ahora mientras escribo pienso que me gustaría explicarles a @towandarebels y quizá lo haga, pero antes quiero aclarar algunas cosas 
Alex Chanzá no fue condenado por terry, que por asqueroso que sea (quien redactó la noticia se refiere a ello como “producción de material pornográfico”) no es delito, aunque los delitos por los que fue condenado o al menos algunos de ellos surgían o estarían vinculados a su actividad como fotógrafo terry. Pero con lo terry pasa como con el franquismo, que ellos no lo ven mal y los demás... Pues a veces tampoco. Yo creo que se les debería retirar e inhumar lejos de la sociedad [referencia a la exhumación de Franco de esta mañana], pero ya he hablado (y discutido) con mujeres que hasta te lo venden dentro de un discurso de empoderamiento feminista. Así que por partes. Yo sé que hay mujeres a las que les gustan ese tipo de fotos, e incluso a las que les... Resulta estimulante la idea de hacérselas. He hablado con muchas. Fotos en las que mostrar un rol sumiso, donde el fotógrafo las coja del tanga, les sobe las tetas, etc etc Que dejando a un lado que una cosa es fantasear y otra querer realizo, yo respeto a quien lo haga y se quiera publicar así aunque a mí no me guste
Ahora bien, lo que hay que entender es que mientras las fotos tienen significado o valor artístico por ellas mismas, también tienen significado o valor social por todo lo demás: lo que te motiva, el contexto de su realización o como ese fotógrafo ha llegado hasta ti o utiliza esas imágenes. Algo que siempre he explicado con el ejemplo de Miley Cyrus. Cuando Miley Cyrus empezó a hacerse fotos desnuda (con referencias al porno), no hablo de selfis si no en plan fotógrafo y para revistas, aunque yo pudiese pensar que lo podía estar haciendo por llamar la atención, generar titulares y aumentar su facturación, nunca se me ocurriría juzgarla por ello. Pero, si por pretender venderlo como una reivindicación feminista, “free de nipple” y demás. ¿Por qué? Porque al haber elegido a Terry Richardson, el padre de todos los terry, el fotógrafo que se hizo millonario y deseado por modelos, cantantes, actrices y demás, gracias a haber hecho cosas tan asquerosas como hacer exposiciones con las fotos terry con las que había destruido las vidas y carreras de varias mujeres... Pretender vender esa colaboración como un acto feminista mientras promocionaba a un depredador y delincuente sexual (aunque nunca condenado) era una puta locura. De la que luego se arrepentiría 
Veréis @towandarebels, mi deseo de hacer algo por Minerva Portillo, contra Terry Richadson y todos los que han querido y quieren ser como él, y por todas las víctimas de sus abusos, fue anterior a la idea y creación de FactoryGirl photography en 2008, aunque no fue hasta su tercera etapa (esta cuenta es el inicio de la cuarta) que empecé a recopilarlos en un blog en tumblr. En el que llegué a reunir una colección considerable, que perdí cuando me lo denunciaron y cerraron. Aunque tumblrno se limitó a cerrarme el blog, me canceló la cuenta, de modo que además del de stop terrys, entre otros blogs con mucho trabajo detrás también perdí el de FactoryGirl con todas sus publicaciones y más de 20 mil seguidores. Vamos que el que esté subiendo de nuevo las historias a @stopterrys_2 porque me cerraron @stop_terrys dice muy poco de todo el trabajo que hay detrás y el precio que he pagado por ello. El caso es que aquella primera gran putada no hizo que me rindiese y había empezado de nuevo en otro blog. Como en esta cuenta empezaría de cero con FactoryGirl después de años de trabajo perdidos después de lo que me pasó (¿?)
Luego en octubre de 2017 surge el “me too” y aunque aún no había podido recopilar muchos terry, vi que era el momento propicio para intentar hacer algo, el momento de denunciar esa realidad para tratar de visibilizar los problemas subyacentes, y cree la petición en change.org. Vamos que la publiqué con el boom de “time’s up”, pero con las pocas seguidoras que tenía después de lo que me había pasado y los 2 años 1 mes y 7 días de dedicación diaria que me había costado hacer la primera foto de esta cuarta etapa, estaba (y aun sigo) muy lejos de tener apoyo. Así que intenté buscarlo.Escribí a organizaciones y colectivos feministas, periodistas, prescriptoras de opinión como vosotras... ¿Resultado? El que en realidad ya me esperaba, de la mínima atención sin apoyo a la total y absoluta indiferencia. Pero a ver tampoco me dirijo a vosotras para hablaros de cómo es que ya sabía que no ibais a hacer nada por apoyar mi petición, si no para recordaros el modo en que yo os conocí y habéis llegado a tener la relevancia que por otro lado seguro merecéis por otras cosas, el video de “Hola putero” en el que Zua comenzaba diciendo: “Hola putero. No te preocupes porque no estás solo. Cuatro de cada diez hombres que nos rodean van contigo al puticlub, y los otros seis no hacen nada al respecto”
Una afirmación que ya comenté en una ocasión por entrar en esa línea de pensamiento que no comparto y considero un error, la de culpabilizar a todos los hombres a la vez que se quita de la ecuación del problema a todas las mujeres. Pero no espero que me digáis que hacían al respecto todas las mujeres no prostituidas por las mujeres prostituidas mientras los hombres si no estábamos en un puticlub no hacíamos nada, si no que tratéis de imaginar como me puedo sentir yo, siendo hombre y sin necesitar decirme feminista, ante vuestra falta de apoyo (y el de tantas) después de 2 años, con solo 333 firmas la inmensa mayoría conseguidas gracias a @ineffablegirls, cuando sé que con un poco de apoyo podríamos haberles evitado cosas bastante feas a algunas mujeres. O a muchas. Porque si un apoyo tan insignificante bastó para que @helloomonday, al mostrar en @stop_terrys (la primera cuenta de la petición que me denunciaron y cerraron) como muchos de los fotógrafos con los que colaboran y a los que facilitan modelos son terrys, se apresurase a hacer desaparecer @helloomondaygirls tratando de ocultar la sucia realidad que los hizo populares... ¿Qué no habríamos podido conseguir con el apoyo que debería haber tenido la visibilización de esa realidad?
Mirad al tipo de la noticia, ¿no creéis que si stop terrys se hubiese hecho viral y la sociedad los hubiese cuestionado quizá algunas chicas hubiesen entendido que un tipo que se dedicaba a cosificar y sexualizar a las mujeres de aquel modo para alardear en las redes sociales no podía merecer su confianza?
Pero hay muchos otros. En una publicación reciente contaba como hace un tiempo no pude advertir a una chica de Cádiz menor de edad cuando estaba a punto de caer en las redes de un terry(pidiéndole una sesión solo porque tenía muchos seguidores!) que se dedicaba a pedir “amistad” a cambio de fotos a chicas de la edad de su hija. En la publicación anterior @ineffablegirls me recordaba lo de una chica también menor de edad que había caído en las redes de otro porque había ido a su estudio sin tener idea de quien era o que hacía porque hacía fotos a muchas chicas y tenía muchos seguidores. Que yo publiqué a @longshoots_  y a otros en STOP TERRYS dos años antes de que los oportunistas detrás de @follografosespana compartiese en su cuenta la “denuncia” de una chica! Pero es que podría pasarme el día hablándoos de chicas a las que no pude advertir, o contándoos historias de chicas que ni cuentan ni denuncian las cosas que les han pasado
Porque si hay tantas chicas cayendo en las redes de esa minoría que no se oculta y hasta alardea de esa manera en las redes sociales de su condición de terry, ¿cuántas creéis que no caen en las de esa mayoría restante que es tan lista como para limitarse a decir y enseñar lo que mejor les conviene para ganarse la confianza de las no pro-terry? Porque ese es el verdadero problema subyacente. El mundo de los fotógrafos en las redes sociales... Sería como una pirámide donde si la cumbre la ocupan los depredadores sexuales, es porque se sustentada por los terry de un poco más abajo y... Conforme más abajo cosas menos malas hasta llegar a los fotógrafos normales de la base que... Son contra lo que lucha FactoryGirl porque todo lo que ellos hacen que no está bien o está mal es lo que permite que cualquier desgraciado ascienda la pirámide con extrema facilidad y popularidad. Porque tan cierto es que los peligrosos de verdad no son los terry (soy de Galicia y podría enumeraros unos cuantos fotógrafos “normales” tan nocivos o peores) como que si @naskphoto tenía 50 mil seguidores e hizo fotos a tantas chicas que algunas aun ni han dejado de mencionarlo #naskphotoera y es porque la mayoría de las mujeres valoran las tonterías que les dicen para persuadirlas, la gratuidad, y la popularidad por encima de las cosas que hacen de FactoryGirl algo único y fiable o porque las han educado así o lo han aprendido solas. Pero tampoco quiero aprovechar esta publicación para hablar de mí. Solo añadir que de eso que he dicho, al menos yo, no tengo la culpa
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