Para mí, una de las peores cosas de la edad adulta es tener que recoger los pedazos de ti tú mismo, tener que guardarlos en un bolsillo y salir a cumplir con tus responsabilidades del día, no importa si estás agotada o no.
Cuando era niña y rogaba a las estrellas por un novio pensaba en algo diferente, pensaba en pasión, intensidad, necesidad, deseo, algo incontrolable e imparable. Pensaba en algo único y destinado.
Jamás pensé que terminaría decepcionada y aburrida. Que nunca sentiría emoción ni intensidad. Todo se mantiene gris, aunque quiero que sea rojo. Me he esforzado y me gustaría que fuese distinto pero no es así, y temo que mi deseo de niña nunca llegará.
No quiero ser la persona en la que me estoy convirtiendo... Me estoy volviendo la villana, llena de odio, frustraciones, celos y ganas de destruir todo.
Cuando digo que soy mala, no me refiero a la forma literal... Se trata de odiar el hecho de pensar que lastimo a los demás con mis decisiones y pensamientos.
Quisiera que todo mi dolor no traspasara y no los afectara... Me siento un monstruo porque sé que les importo y los lastimo, pero sigo siendo igual.
Una buena persona no lastima a quienes la quieren, y yo estoy haciendo todo lo contrario.