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miguelmarias · 1 year
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LA INFAUSTA NOCHE DEL DUQUE DE UBERVILLE
Desenvainando la espada, atravesó de una limpia y certera estocada el corazón de su estupefacto adversario, que no tuvo tiempo para percatarse de la identidad de su ejecutor, mucho menos para encomendar su alma a Dios o al Diablo ni para siquiera amagar un gesto defensivo. El teniente Eclair se desplomó como un fardo, ignorando por qué moría y quién le daba tan inesperada muerte. Cuando ya la oscuridad más absoluta se cernía sobre él, ciego y sin aliento, se preguntó si existiría otra vida -como afirmaban sus padres- o todo acababa allí -como muchos de sus compañeros de milicia sostenían-, y si, de haber un más allá, viviría una vida muy diferente de la terrena o bien, por el contrario, una réplica menos intensa y dramática de la que había malgastado durante veintinueve años.
El Duque de Uberville limpió de sangre la hoja plateada de su arma contra la húmeda hierba del jardín, la enfundó en terciopelo granate y, sin ocuparse de verificar la defunción de su recién descubierto y liquidado rival, le arrebató el negro antifaz de raso que disimulaba su rostro. No le conocía, y no sintió por él ni curiosidad ni lástima, ni remordimiento alguno. Era joven, sí, y su edad tal vez excusase su notoria imprudencia, pero no bastaba para exculparle de las aviesas intenciones que el Duque le atribuía. Ningún sentimiento turbó su serenidad de duelista experimentado; si acaso, admiró la sólita habilidad y presteza con que se había deshecho de un obstáculo, y sonrió maliciosamente mientras se ponía el dominó negro que había pertenecido a su víctima.
Empujó con el pie el cadáver, hasta ocultarlo parcialmente entre unos rosales. Al ver que la luna lograba desasirse momentáneamente de las nubes que tamizaban su brillo, aprovechó la claridad que en su plenitud irradiaba el astro para situarse con precisión. No sin alivio, dedujo que se encontraba al pie de la ventana del dormitorio de alguna de las parejas invitadas al castillo por su esposa, y no, como en un principio había imaginado, bajo el que solía compartir, en los primeros meses de su matrimonio, con la Duquesa.
Guiado por un impulso que no se detuvo a analizar, no pudo desdeñar la ocasión que le brindaban su máscara, la noche nuevamente oscurecida, el teniente muerto y la ventana abierta de par en par, y trepó hacia el acogedor dormitorio donde una desconocida esperaba, sin duda con impaciencia, al misterioso visitante furtivo que ahora yacía, lívido e inerte para siempre, entre las flores del jardín francés.
La penumbra era casi absoluta. Ya en la habitación, el Duque se descalzó con sigilo, se despojó de la espada vengadora y del correaje que la sustentaba y, sin desnudarse completamente, atravesó de puntillas la distancia que le separaba del lecho. Al introducirse en él, notó que era amplio y que estaba ocupado: las cálidas sábanas y un leve perfume de violetas delataban la presencia de una mujer.
La durmiente no se inmutó. ¿Se habría cansado de esperar al difunto? ¿Acaso su víctima era un simple advenedizo que pensó aprovecharse de la incauta que dormía con la ventana abierta? ¿Esperaba ella a otro? Se acercó al cuerpo de la joven, y la tanteó acariciadoramente. Parecía bien formada. Su piel era suave e invitadora. De pronto, tal vez turbada por la atrevida mano que acariciaba sus senos casi descubiertos, la desconocida se dio la vuelta con un hondo suspiro de satisfacción, le abrazó con fuerza y siguió durmiendo. No roncaba, pero su respiración, honda, regular y pausada, indicaba que estaba acostumbrada a compartir el lecho con alguien a quien amaba.
El Duque de Uberville se sintió inmovilizado. Los brazos y las piernas de la joven le impedían cualquier movimiento, tanto de avance amoroso como de retirada. Si aquella deseable mujer no aflojaba su abrazo, no podría ni poseerla, como cada vez le parecía más oportuno e incluso urgente, ni tampoco escapar con la prontitud necesaria a un adúltero, caso de que llegase a ser precisa la huida. La idea de disfrutar de sus favores sin que ella fuese consciente no le hubiera desagradado del todo, aunque tal vez su orgullo se inclinase por el halago verbal que sólo despierta podría susurrarle la dama, pero estaba casi impedido, atado de pies y manos por los de su compañera, y juzgó necesario lograr que se desvelase. Estirando, no sin esfuerzo, el cuello, trató de besarla, mas no consiguió alcanzar los prometedores labios de la joven, que la luna, de nuevo liberada de las nubes, reveló poseedora de una singular belleza. La excitación del deseo redobló, sin éxito, los esfuerzos del Duque. Tras una nueva tentativa de beso, también fallida, optó por sacar la lengua y lamer la mejilla de la empedernida durmiente. Sin despertarse, la dama sintió un húmedo cosquilleo, y se rió suavemente. Era una risa cristalina, leve, incitante. Esperanzado y encendido por el deseo, el Duque repitió la maniobra. Una risa franca, complacida, casi infantil, respondió a su nuevo avance lingüístico. Pero la joven no se despertó. Por tercera vez, y casi descoyuntándose las vértebras cervicales, ya sin suavidad, con furia incluso, pasó su lengua el Duque por el cuello de la jovencita, que prorrumpió en estruendosas carcajadas, mientras le apartaba de un manotazo, exclamando entre dientes: "¡Quieto, señor!" y, con un bostezo que al frustrado conquistador se le antojó el colmo de la coquetería, "No sé qué os pasa esta noche ... os noto travieso ... a vuestra edad. No debéis olvidar el estado de vuestro corazón ni los consejos del galeno: calma y nada de emociones..." El Duque se quedó petrificado: la joven estaba casada, sin duda, con un señor mayor y de salud quebrantada, y creía hallarse en compañía de un esposo con el que compartía castamente el lecho conyugal. Como ningún marido legítimo y en su sano juicio acude al dormitorio de su esposa enmascarado y penetrando por la ventana, y su víctima le pareció joven, el Duque se vio asaltado por el temor de que el amo y señor de su compañera de sábanas pudiese en cualquier instante, concluida una inocente partida de damas, abrir tranquilamente la puerta y encontrarse con él, y no con el teniente que, sin duda sin la complicidad de la joven, pretendía aprovecharse de la ventana abierta. Por vez primera, el Duque lamentó haber caído en la tentación de suplantarle. Un sudor frío empezó a correrle por la frente cuando se le ocurrió la posibilidad de que si, por ventura -o más bien desventura-, el muerto estaba predestinado a morir aquella noche, muy bien pudiese tocarle ahora a él la misma suerte.
Necesitaba, pues, desasirse del férreo y cálido abrazo que le mantenía inmóvil. Para ello no le quedaba otro remedio que insistir, volviendo a despertarla con las cosquillas que su lengua provocaba en ella. "Suerte", pensó, "que la tengo bastante larga". Pero esta vez el éxito superó su propósito. Las carcajadas de la joven se le antojaron verdaderamente escandalosas, estridentes, histéricas casi, y fueron acompañadas de un abrazo entusiasta y lleno de gratitud, sellado éste con un beso que le enmudeció por completo. Estaba totalmente desarmado: los esfuerzos denodados de su lengua encontraban la amorosa respuesta de otra lengua, no por tentadora menos desesperante, y de una boca que no lograba separar de la suya. El abrazo apasionado que le aprisionaba, pese a la suave ternura que demostraba y al embriagador aroma que emanaba del cuerpo apenas cubierto de la joven, se le antojó al Duque tan mortal como el de un oso.
Le pareció escuchar pisadas en el pasillo, y trató de desprenderse de los ardientes brazos de la muchacha; pero ella, sin duda creyendo que era el suyo un gesto fingido, de coquetería, se arrojó sobre él con los ojos cerrados, cubriéndole de besos y frotando todo su cuerpo contra el del Duque, al tiempo que se desprendía del camisón transparente que la envolvía y dejaba caer al suelo las sábanas, la colcha y el edredón de plumas. El Duque se vio sometido a la insostenible presión de dos sentimientos contradictorios: tenía un miedo cerval, un pavor desconocido ante la inminencia del desastre, que le incitaba a huir; al mismo tiempo, se sentía incapaz de oponer resistencia al cuerpo que con tal pasión y tantas caricias se le ofrecía. En ese momento, se abrió la puerta, cayó sobre la cama el rayo de luz temblorosa y dispersa de un candelabro y apareció en el dintel la silueta armada de un hombre que, bramando de celos y sin pedir explicaciones, ensartó de una certera estocada al desdichado Duque de Uberville y a su inocente y frustrada amante, hincándose con tal fuerza que atravesó el colchón y dejó la punta del sable clavada en la madera del suelo, que poco a poco, gota a gota, se fue tiñendo de bermellón.
Cuento publicado en el nº 2 de Revista Hiperión (otoño de 1978)
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porestoleo · 3 years
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FRANCESCA - Ezra Pound You came in out of the night And there were flowers in your hands, Now you will come out of a confusion of people, Out of a turmoil of speech about you. I who have seen you amid the primal things Was angry when they spoke your name In ordinary places. I would that the cool waves might flow over my mind, And that the world should dry as a dead leaf, Or as a dandelion seed-pod and be swept away, So that I might find you again, Alone. -- FRANCESCA Saliste de la noche Con flores en las manos. Vas a salir ahora del tumulto del mundo, De la babel de lenguas que te nombra. Yo que te vi rodeada de hechos primordiales, Monté en cólera cuando te mencionaron En oscuros callejones. ¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente Que el mundo se trocara en hoja seca, O en un vilano al viento, Para que yo pudiera encontrarte de nuevo Sola! (Traducción de Jesús Munarriz y Jenaro Talens) -- FRANCESCA Saliste de la noche Y había flores en tus manos, Ahora saldrás de la confusión de la gente, De un tumulto de palabras sobre ti. Yo que te he visto en medio de las cosas esenciales Me enfurecí cuando pronunciaron tu nombre En lugares ordinarios. Quisiera que las frías olas fluyeran sobre mi mente, Y que el mundo se secase como una hoja muerta, O ser barrido como el capullo de semilla de un diente de león, Para que pueda encontrarte de nuevo, Sola. (Traducción de Juan Arabia) -- FRANCESCA Tú saliste de la noche y había flores en tus manos. Ahora saldrás de entre un barullo de gente, de entre un tumulto de conversaciones sobre ti. Yo que te había visto entre las cosas prístinas me encolericé cuando decían tu nombre en sitios ordinarios. Quisiera que las olas frescas cubrieran mi mente, y que el mundo se secara como una hoja seca, o como semillas de diente-de-león fuese aventado, para que pueda encontrarte de nuevo, sola. (Traducción de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho) -- FRANCESCA Surgiste de la noche y había flores en tus manos, ahora surgirás de entre una confusión de gente, de un tumulto de charla sobre vos. Yo que te he visto entre las cosas primordiales me enfurecí cuando escuché tu nombre en sitios ordinarios. Quisiera que las frescas olas fluyeran por mi mente, y el mundo se secara como una hoja mustia o como un diente de león para así ser barrido, de modo que pudiera encontrarte de nuevo, a solas. (Traducción de Ezequiel Zaidenwerg)
La traducción de Jesús Munarriz y Jenaro Talens se puede encontrar en Personae – Los poemas breves, Hiperión, 2001.
La traducción de Juan Arabia se puede consultar en el sitio web del autor (en este enlace).
Las traducciones de Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho de poemas de Ezra Pound aparecieron en varias publicaciones al menos desde 1961, año en que figuran en el número 21 (julio-septiembre) de Cultura, la revista del Ministerio de Educación del gobierno de El Salvador, y hasta 1983, cuando fueron recogidas en una antología editada por la editorial Visor. En el ínterin, Aguilar publicó una Antología de la poesía norteamericana (1963) en donde posiblemente figure también la traducción de ambos de “Francesca”.
La traducción de Ezequiel Zaidenwerg se puede encontrar en el sitio web del autor (en este enlace).
Cabe agregar finalmente este comentario detallado y atento sobre las cuatro traducciones, elaborado por Gerardo Velázquez.
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ulisesbarreiro · 4 years
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XXIV Premio Internacional de Poesía «Antonio Machado en Baeza» 2020
Detalle: Género: PoesíaConvocantes: Ayuntamiento de BaezaPueden Participar: Cualquiera que lo deseePremio: € 6.000Fecha de Cierre: 30/05/2020
Bases:
1.- Deberán presentar sus obras escritas en castellano. Obras que habrán de ser inéditas y no premiadas en otros certámenes o concursos, ni parcialmente publicadas en libro, revista u otro soporte o medio. Esta premisa estará vigente hasta el momento del fallo, quedando obligados quienes participen a comunicar a la organización cualquier cambio o circunstancia que se haya producido con respecto a la obra presentada. En todo caso, una obra que haya resultado previamente premiada en otros concursos o premios quedará automáticamente descalificada.
2.- Las obras serán en verso, de tema libre y con la extensión habitual en los libros de poesía, (de 500 a 700 versos o lineas) impresas o mecanografiadas en formato DIN A-4 a doble espacio y por una sola cara, debidamente cosidas o grapadas.
3.- Los originales se presentarán por cuadruplicado, bajo seudónimo o lema, sin firmar. Se incluirán, en un sobre cerrado adjunto, los datos del autor o autora, una breve reseña biográfica-bibliográfica, domicilio, teléfono y fotocopia de su documento de identidad (DM o pasaporte); en el exterior del sobre deberá figurar el título o lema de la obra presentada.
4.- La convocatoria queda abierta desde el 22 de febrero (aniversario de la muerte del poeta) hasta el día 30 de mayo de 2020, pudiendo entregarse los originales bien personalmente o a través de mensajería o correo certificado, a la siguiente dirección: Departamento de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Baeza, Pasaje del Cardenal Benavides, 7. 23440 Baeza (Jaén), indicando en el sobre claramente para el XXIV Premio Internacional de Poesía «Antonio Machado en Baeza». (Quedarán excluidos aquellos trabajos remitidos en fecha posterior, considerándose como válida la del matasellos).
5.-  El Jurado estará formado por cinco personas de reconocido prestigio en el campo de la literatura, y una secretaria, con voz pero sin voto. La composición del jurado se hará pública en el momento de la adjudicación del premio.
6.- El Jurado actuará con la máxima libertad y discrecionalidad, y tendrá, además de las facultades normales de emitir el fallo y discernir el premio, otorgándolo o declarándolo desierto, las de interpretar las Bases. Sus decisiones serán inapelables.
7.- El premio, que no podrá ser compartido, estará dotado con: Seis mil Euros (6.000,00 Euros), aportados por la Diputación Provincial de Jaén y el Excmo. Ayuntamiento de Baeza. A esta cantidad se le aplicará las retenciones fiscales vigentes.
-La publicación del libro ganador en la Editorial Hiperión (patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento de Baeza) – Un trofeo en bronce (donado por la Escuela de Artes Gaspar Becerra de Baeza), obra del profesor don Antonio Pérez Almahano. – La entrega de cincuenta ejemplares del libro publicado. Se entiende que la dotación económica del premio corresponde a los derechos de autor en la primera edición.
8.- Los originales no premiados serán destruidos una vez fallado el Premio, conservándose así el anonimato de sus autores.
9.- El fallo se hará público durante el mes de septiembre de 2020, siendo comunicado personalmente al autor o autora por el Presidente del Jurado. La entrega de este XXIV Premio Internacional de Poesía y la presentación del libro ganador se realizará en el mes de noviembre del año 2020. La asistencia de la persona premiada, al acto de entrega del Premio, será requisito imprescindible para recibir el mismo.
10.- El hecho de concurrir a este premio significa que quienes se presenten aceptan la totalidad de las presentes bases.
Enlace a las bases
https://baeza.net/baeza-convoca-xxiv-premio-internacional-poesia-antonio-machado/
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blogjavieralejo · 5 years
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Notas de lectura sobre La Filosofía en México en el siglo XX (7/1/2019)
La filosofía en México en el siglo XX es una de las obras más completas acerca del pensamiento filosófico de este país. Pero quizá lo más peculiar de este libro sea la estrecha relación entre la filosofía europea con la mexicana, desde el exilio español en la década de los años 30’s, durante la guerra civil española, a la influencia de la fenomenología, el existencialismo o el marxismo. Podríamos calificarla como una historia de la filosofía europeo-occidental mexicana, donde el autor no olvida fundamentar los puntos de partida de las ideas que se elaboran ahora en México. Resta aludir a la ausencia de teoría decolonial y su constante recriminación de la invasión española del siglo XVI. Leyva es equilibrado y no le apuesta ni a una “imperiofobia” ni a una “imperiofilia”.
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No es la historia de una autofagia, sino el diálogo continuo entre dos continentes y sus respectivos conflictos contextuales, como la revolución mexicana, por una parte, o la Gran Guerra (o 1era guerra mundial), por otra. Leyva tiene perfectamente en cuenta la tradición heredada de Europa y observa hacia el futuro de la filosofía mexicana, entre otras cosas, al ofrecer un catálogo de las diversas revistas, universidades y programas donde se ofrece educación en filosofía en nuestro país.  
Leyva se detiene en pensadores de suma impronta en nuestro pensamiento nacional: desde el psicoánalisis adleriano de Samuel Ramos, hasta la fenomenología del relajo de Jorge Portilla; desde la ontología de la accidentalización de Emilio Uranga, pasando del pensamiento poético de Octavio Paz, hasta la teoría tojolabal de la nosotrificación de Leskendorf… Revisa el surgimiento de diversos grupos o escuelas, como el Ateneo de la Juventud Mexicana, Contemporáneos o Grupo Hiperión, los críticos del positivismo y, evidentemente, el marxismo (leninista en diversos casos) mexicano.
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Curiosamente, rescato que, Octavio Paz, frente a Dussel (y su transmodernidad), también buscó un tipo de reconciliación con nuestras raíces y trauma histórico del encuentro de los dos mundos (la invasión y conquista); una mirada (hoy en día pronunciada y sabida globalmente) según la cual las respectivas naciones debían adoptar los ideales del liberalismo, la modernidad, el cosmopolitismo, es decir, una síntesis entre ellos y sus tradiciones y valores nacionales. Estamos condenados, creía Paz, a ser modernos. Pero para ser modernos es necesario primero, no solo la reconciliación con quienes abrieron la herida y, muy probablemente, pretendieron sanarla, sino la reconciliación con nuestra tradición.
Leyva además de presentar algunos de los principios claves de la conocida filosofía de Enrique Dussel, no desarrolla su perspectiva marxista de la economía-política. Sin embargo, también recoge la crítica de Cerutti al mendocino:
“Inspirados en la filosofía de Heidegger, Levinas y Paul Ricoeur, los representantes de este populismo de la ambigüedad “abstracta” remiten aun punto de partida en último término abstracto, a saber; una crítica abstracta a la “modernidad eurocéntrica” realizada desde la perspectiva de una “alteridad” dotada de resonancias divinas. De acuerdo a esta línea, la modernidad occidental eurocéntrica estaría caracterizada por su entronización de la noción de sujeto que se articularía como esa “voluntad de lucro y de poder” que se encuentra a la base del proyecto de expansión imperial de Europa sobre el resto del mundo. Esta misma critica será recuperada y extendida por Castro-Gómez.
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Sea como fuere, otra virtud de este grueso libro (de más de 1000 páginas) es que informa sobre los antecedentes que permiten comprender a un pensador en México: por ejemplo, ¿el interés de Villoro en la filosofía analítica sin presentar o recordar la disrupción entre filosofía continental y analítica tras el positivismo lógico? Lo que queda claro es cómo nuestro pensamiento depende de una larga tradición europea, nos guste o no... Mientras que la inversión a la fórmula no se practica a la misma magnitud. Aunque en buena medida el liberalismo surge en las colonias o ex-colonias, o intrínsecamente vinculado a las mismas, fue España, en su intento globalizador, y el diálogo con las nacientes naciones, quien sembró los fundamentos de los Derechos Humanos, la teoría sobre las libertades y otros principios jurídicos y resulta un reduccionismo y un insulto calificarla bajo ese lema ilustrado de obscurantista, frente a la Era de las Luces francesa en la Declaración de los Derechos humanos en su ilustre Revolución de 1789.  
Finalmente, el libro (cuya edición sin embargo padece de múltiples erratas editoriales) ofrece un catálogo de pensadores mexicanos y sus respectivas investigaciones en curso (desde los 70’s hasta principios del siglo XXI).
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arco-rc · 5 years
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Reseña del libro Deseo de ser piel roja, de Miguel Morey, por José Ángel Artetxe, en Revista BAITYPI, n.º 3 (ene., 1995); 121-124.
«Impetuoso, veloz y desconocido» eran los calificativos que antes de la I Guerra Mundial aplicaba el poeta alsaciano Ernst Stadler al tiempo, que nos atraviesa «como agua oscura» [1]. Tentativa de definición para una fugacidad que ha ido en aumento hasta dejarnos sin memoria: la saturación informativa y el despliegue de las comunicaciones de masas nos mantienen en la pura instantaneidad, lo que hace que hoy la experiencia de la duración no sea más que tránsito, fluir. Y, ante eso, la dificultad para retener el instante, el momento hermoso, nos convierte en ansiosos, en nostálgicos o, simultánea y esquizofrénicamente, en ambas cosas.
Poco antes de la siguiente gran contienda, Walter Benjamin [2] reflexionaba sobre el empobrecimiento de la experiencia: la vida del hombre se había situado en un escenario de muerte masiva, dominio nihilista de la técnica (expresión incontrolada de la voluntad de poder) y fragmentación de la experiencia. Y, paralelamente, perdida aquella herencia referente que se transmitía de los mayores a los más jóvenes, la pregunta se imponía: «¿quién encuentra hoy gentes capaces de narrar como es debido?» [3]
                                                        ***
[1] En el poema «Anrede», traducido por José Jiménez como 'Arenga' (La vida como azar, Mondadori, Madrid, 1989). [Jenaro Talens y Ernst-Edmund Kell lo traducen como 'Apóstrofe' (Poesía expresionista alemana. Stadler, Heym, traki. Hiperión, Madrid, 1981).
[2] «Experiencia y pobreza, 1933», en Discursos interrumpidos I. Trad.: J. Aguirre, Taurus, Barcelona, 1973; 165-173.
[3] Ibid., p. 167.
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jaberbock · 7 years
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Haiku de las estaciones
Haiku de las estaciones
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Bashô desvela el instante frío del golpe de remo a la ola en la rotunda sonoridad del invierno que “se esconde entre los bambúes / y amaina en silencio”. (more…)
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quimeres · 5 years
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Miriam Reyes
Poeta y vídeocreadora. Nació en Ourense y a los ocho años emigró con sus padres a Caracas. Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela y Filología Hispánica en la Universitat de Barcelona. Se dio a conocer como poeta en 1998, gracias a la antología Feroces. Desde entonces ha publicado los libros de poesía: Espejo negro (DVD, 2001), Bella durmiente (Hiperión, 2004), Desalojos (Hiperión, 2008), Haz lo que te digo (Bartleby, 2015), Prensado en frío (Malasangre, 2016), Sardiña (Chan da pólvora, 2018) y la antología Yo, interior, cuerpo (Argentina, 2013). Su obra ha sido recogida en antologías nacionales e internacionales y ha sido traducida a media docena de lenguas. Desde el año 2001 experimenta con la escritura audiovisual y el recital multimedia. Mantiene la página de escritura colectiva Prensándonos en frío . Su web es: www.miriamreyes.com
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amparolo-blog · 7 years
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Angela Figuera,  poeta en silencio
Descubrí a Ángela Figuera hace mucho tiempo, después de no haber visto su nombre jamás en un libro de literatura, un periódico o una revista. Fue una casualidad.
La leí. En la biblioteca había un libro bastante viejo, BELLEZA CRUEL, que me cautivó. Hice lo posible por hacerme con su obra. Hace un par de años, se publicaron sus OBRAS COMPLETAS, en Hiperión, y disfruté y disfruto de su lectura cuanto puedo. 
Me sorprendió ver que muchos y muchas poetas no la conocían. Me alegró ver en CIEN DE CIEN, que se la mencionaba con orgullo. Ángela Figuera, Bilbao 1902, fue catedrática de Instituto y se casó. Eso pone en la contraportada, mejor dicho, pone “Fue CATEDRÁTICO” de instituto. Qué mejor ejemplo de falta de tacto en lo femenino que ignorarla como mujer. Si tapo su nombre y leo su biografía, no llegaría a la conclusión de que es una mujer en todo el texto. Y eso que, al final de la contraportada comentan que el eje de su poesía está en el papel de la maternidad. Yo más bien diría, que en su poesía se refleja el dolor de la mujer de la primera mitad del siglo veinte, de sus manos, de su espalda y de su corazón. 
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