La cosa es así, me hice una cuenta de Instagram, no lo usé un año, digo, bueno, para compartir fotos está bueno, pero la realidad es la siguiente: no lo entiendo. Ahora parece una mezcla de muchas redes y no me gustó una mierda, además de los filtros de contenido.
Mi perra fue a la playa, esta hermosa. Ahí les muestro a ustedes, tres personas, el resto de mi círculo social las ve en Google fotos. Saludos.
“Hay una ideología real e inconsciente que unifica a todos, y que es la ideología del consumo. Uno toma una posición ideológica fascista, otro adopta una posición ideológica antifascista, pero ambos, antes de sus ideologías, tienen un terreno común que es la ideología del consumismo. El consumismo es lo que considero el verdadero y nuevo fascismo.”
Toda la vida he escuchado decir orgulloso el projimo de cómo ante una piedra y tropezón se levantó y siguió caminando, él cómo la vista del suelo le hizo darse cuenta de cuánto anhelaba el cielo. Recuerdo también las anécdotas de amigos que cuales héroes habían gritado ante un chorro o golpeado al matón, que ante el bullying pusieron el cuerpo para el de al lado o que ante la enfermedad se levantaron y pelearon. Es admirable y honorable, y es lo biológicamente normal.
Te dicen los psicólogos que el instinto de supervivencia es innato. Todo humano quiere, involuntariamente, vivir. Así sea para respirar azufre cada que se levanta o cargar con una pala hasta que toque el replay. El humano no respira porque nació sino que nace para respirar, y lucha por cada aliento desde que sale del vientre hasta que se hace polvo.
Actualmente esa innates es algo obligatorio, el mundo se envolvió en un arcoiris y las good vibes de las redes te empujan a una vida de psicodelia en la que todo es color. Los tips para ser positivo abundan. El no querer luchar no es solo una anormalidad, sino una penalización, y la felicidad ahoga.
Si no querés que te asfixie, te recomiendo, llora. Llora y estate triste cuando lo necesites, roda en la cama envuelto en sábanas y olvida lavar los platos alguna vez al mes. Andate a trabajar medio en pijamas y si no tenes trabajo ni oficio y la vida te ha pegado tanto que respirar duele, llora con más fuerza. Date el derecho de llorar.
Putea por el mal clima y maldeci el estar vivo este jueves. Enojate por lo mínimo y contrario al prójimo que se levanta, quédate un rato en el piso. En el piso se puede anidar, y si te pisan demasiado solo te haces un agujero, y cual comadreja te haces bola para no sentir tanto el estruendo.
Llora, grita, putea y patea. Ignora el termino de resiliencia un buen rato y que se metan en el tuje los maestros de instagram el como seguir adelante.
Llora tanto que ahogues el sur y cuando quedes vacío, si tenés ganas, agradece las lágrimas, porque solo llora el que está vivo.