Cómo viajar a Europa con 1,000 dólares por 4 meses y no morir en el intento.
Pt 3. De Oslo a casa.
Aún recuerdo cómo me sentí al picarle al último botón para reservar mi vuelo a Oslo. Fue como cuando te paras a mitad del puente de Coronado un 4 de julio y te pones a ver los fuegos artificiales y luego de repente volteas hacia abajo y ves el agua de la bahía de San Diego, te es posible escuchar las olas con todo el barullo que hay en tu entorno, y te das cuenta de la inmensidad y profundidad de las aguas, tu piel se pone chinita, y si saltaras en ese momento del puente no saldrías con vida, ¿y qué crees? A nadie le importaría.
(La verdad es que cuando “recordamos” en realidad estamos distorsionando la realidad de los hechos, porque sólo nos he posible rememorar nuestro último pensamiento...)
Después de dos meses de comprar el boleto de avión la fecha había llegado, estaba en el aeropuerto JFK con destino a Noruega. Ya había viajado varias veces al extranjero con la selección nacional de esgrima, pero esta vez era especial porque iba a ser mi primer viaje de mochilazo a tierras desconocidas.
Llegué y no me la creía, hace seis horas estaba en Nueva York, ¿cómo era posible que estuviera en otro continente? Viaje en diciembre, así que estaba nevando y hacia mucho frio.
Siendo honesta lo mío no son los tours o lo que estos representan, que es tener un horario estipulado para cada actividad a realizar en un viaje. Yo estaba con la mentalidad de pasarmela bien y que sucediera lo que tuviera que ocurrir. Lo único que anticipé fueron mis primeras tres semanas de estadía en casas de personas usando la aplicación Couchsurfing, y ya estando en Europa iba a ir viendo dónde hospedarme el resto de mi aventura.
Couchsurfing es una plataforma sin costo alguno para viajeros que andan de mochilazo. El propósito principal de ésta es quedarte gratis en casa de extraños, que tú previamente revisaste su perfil, entonces podrías darte una idea si serán o no compatibles, y en su momento tienes que regresar el favor hospedando personas en tu casa.
Entonces llegué al departamento de mi primer host, acomodé mis cosas y fui a un mercado a comprar comida para los 5 días que me iba a quedar en su casa, para posteriormente regresar a descansar. Mis días eran caminar, conocer, comer, interactuar, todo tranquilo.
En una madrugada que estaba en mi quinto sueño, mi host llega ebrio y me empieza a tocar, me desperté porque sentí la presencia de alguien, la verdad es que no entendía lo que estaba pasando, pero después de minutos comprendí que para él era un objeto el cual podía tomar cuando se le apeteciera, que el hecho de hacerme el favor de darme hospedaje en su casa debía de ser retribuido con mi cuerpo.
Sentí tanta impotencia, cuando me dijo, “¿qué esperabas?, una mujer sola viajando por Europa es significado de que quiere sexo”, como si fuera una perra en celo. Aberrante su manera decimonónica de pensar. No sé quién le habrá hecho tanto daño en su vida, pero ese no era mi problema y no pensaba sucumbir ante sus insistencias. Me levanté del sofá cama donde estaba durmiendo, y le hice saber que NO me interesaba en lo absoluto él, y no era mi dilema si él no sabía usar Couchsurfing, en todo caso que se metiera a Tinder y tal vez correría con más suerte.
No pude dormir en toda la noche. Asimilé que nadie nace con miedo, sino que éste es aprendido. En la mañana siguiente me dijo que su familia iba a visitarlo y que me tenía que ir de la casa a las 6 pm a más tardar. Me quedaban dos días más en su casa, pero era evidente porqué me había corrido. Igual yo seguía fuerte a mis principios.
Sólo pude conseguir que mi próximo host me recibiera un día antes, o sea que eso implicaba una noche durmiendo en la calle. Para el listo que preguntará, ¿y por qué no te fuiste a un hostal? Estaban carísimos en esas fechas y sin anticipación peor.
Entonces ahí estaba Lorena, en una banquita que había encontrado rodeada de edificios aislados de la sociedad, no sabía lo malo o bueno que era eso, pero en mi soledad me sentí segura. Y me sucedió como cuando en las películas le está yendo mal a alguien y dice “esto no se puede poner peor” y empieza a llover, pues me estaba pasando. Comienza a llover, y me puse a llorar, tenía tantas ganas de sacar ese coraje que llevaba cargando, hasta quedarme dormida.
Todo el propósito de mi viaje había sido olvidar a Alex, pues estaba más que superado. La mañana siguiente entendí que estar con alguien no se forza, simplemente se da ó no se da, y que yo no soy cuerda para estar atando personas, el que va a estar conmigo será por mutuo libre albeldrío.
No me considero una persona social, pero estando fuera de mi zona de confort desarrollé la capacidad de hablar con extraños de la nada. Perdí la cuenta de todas las personas que me abrieron las puertas de sus hogares y me alimentaron sin pedirme nada a cambio, sujetos con los que apenas entablaba una conversación en la calle. Sé que suena inseguro y descabellado, pero era la única manera de poder sobrevivir con tan poco capital. Además, por la anécdota.
Un día en la parada del camión me puse a hablar con una persona que curiosamente iba a ir a una conferencia que daría Malala. El pasado 10 de octubre a ella se le había otorgado el premio nobel de la paz. La ciudad estaba muy efusiva porque Malala había regresado a Oslo.
Todo fue muy rápido, pero de repente estaba escuchando un discurso de una mujer que en todo momento le había sido fiel a sus ideales, aunque eso implicase su vida de por medio. Jamás en mi existencia me había sentido tan empoderada.
A mis tres semanas de estadía en Oslo ya era toda una oslense, hasta direcciones le daba a la gente de cómo llegar a sus destinos. Con mis siguientes hosts me la pase muy agusto, pero todos me decían lo mismo “¿por qué pensaste que quedarte un mes en Oslo era buena idea, si no hay mucho qué hacer?” No sé, la verdad es que no sabía lo que estaba haciendo. En la primera semana había hecho todo lo interesante por hacer, pero yo lo llevé a otro nivel, empecé a salir con gente, a bares, lugares para bailar salsa (es muy triste porque al momento de decir que era mexicana esperaban que supiera bailar muy bien pero lo siento vida, bailar no es uno de mis talentos), antros, escalar montañas, ir a museos, en resumen hice de todo un poco.
Había comprado mi vuelo por un mes, pero dos días antes de regresarme a casa me escribe Brett Heet, un hombre de 33 años con el cual había hecho “match” en Nueva York por medio de Tinder. Fue muy chistoso porque varias veces estuvimos a punto de vernos pero nunca coincidimos. Y quién iba a decir que nos terminaríamos por conocer en Bélgica.
Él es ingeniero en sonido, estaba en un tour con Julian Casablanca + the voidz y me dijo que ya que estabamos a tan pocas millas de distancia que le parecía buena idea conocernos.
Pensé, ¿por qué no? Hay oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida. Sabía que iba a perder mi vuelo y que no me quedaba mucho dinero, pero de una u otra forma iba lograr sobrevivir y regresar a casa.
Brett se hizo cargo de mi vuelo a Bélgica. Y me dijo que todos los gastos correrían por su cuenta. Cuando llegué a Antwerp me fui directamente a Trix, el lugar donde tocaría la banda. Conocer a Brett fue un momento muy emotivo, fue como reunirte con un viejo amigo de la infancia, aunque esa era la primera vez que mis ojos lo veían.
No hay palabras para describir lo bien que me la pasé con él en todo momento y todas las locuras que hicimos. Me encantaba que no hiciera drogas estando involucrado en ese ambiente. Yo era fan de Julian Casablancas por los Strokes, y verlo en cada concierto cada vez mas decadente, fueron muchos sentimientos encontrados. Todo el equipo y yo nos movíamos en una van, fuimos a Amsterdam, Berlín y Hamburgo. Quién iba a decir que Lorena iba a estar en una gira artistica con Julian Casablancas, esas memorias hasta mi lecho de muerte las conservaré, y son sólo mías.
Copenhague era la última parada del tour, y de ahí cada quien iba para su residencia. No quería que eso acabara, quería estar de tour toda la vida. Bueno obvio no, pero si prolongar las noches de conciertos, buena música, exquisita comida, conversaciones amenas.
La noche en Hamburgo nos enfiestamos Brett y yo de más, terminamos ebrios en un hotel, siempre habíamos dormido con toda la banda, pero esa noche fue distinto. Alquiló una habitación con dos camas, y caímos muertos de cansancio, tanto alcohol provocó que todo diera vueltas en mi cabeza.
Brett me había compartido de su mundo, y no me había pedido nada a cambio, nunca hicimos nada, es más, ni nos besamos. Y es ahí cuando te das cuenta que no todos los hombres son iguales, porque no todos fueron educados de la misma manera.
***My faith in humanity has been restored***
La mañana siguiente nos levantamos tarde, tanto que perdimos la van y nos quedamos en Hamburgo. Él por obvias razones estaba super estresado. Desayunamos y nos fuimos a la estación de trenes para agarrar un tren rumbo a Copenhague, pero si de un día para otro sale carísimo viajar en cualquier medio de transporte, ahora imagínate querer viajar el mismo día.
Al final él se fue sólo a Copenhague, igual después de esa ciudad Brett regresaría a casa. Por un momento no supe qué hacer, si regresarme a NYC o seguir en busca de más aventuras.
Los siguientes dos meses me la pasé en Europa del Este, no es un secreto que ésta es muy barata. Después de viajar por Polonia, República Checa y Croacia decido regresar a Berlín. Me había estado quedando en hostales gratis a cambio de trabajar 4 horas al día en recepción, lo cual me permitió conocer mucha gente y crear nuevas experiencias. Desayunaba la comida que me daba el hostal y sólo hacía una comida al día, pero eso sí, me la estaba pasando increíble.
Amé Berlín.
Fue la ciudad que más amigos hice, que mejor me la pasé, sí, Berlín fue mejor que el tour con un rockstar.
Ya habían pasado 117 días, estaba exhausta, sólo quería regresar a casa, a mi rutina, a hacer esgrima. Mi último día en Berlin salí con Philip, ni tenía ganas de salir con él, pero había insistido mucho y sucumbí ante la presión. Evidentemente no había tomado mi clase de comunicación donde nos enseñaron a ser asertivos.
Pero que bueno, porque jamás en mi vida había estado tan agusto con una persona, sin necesidad de aparentar alguien que no era. No podía creer que alguien con el que conviví menos de 24 horas haya logrado tener un impacto tan positivo en mi vida.
Philip trabajaba (sigue trabajando en la actualidad) para Rolls-Royce. Hablaba alemán, inglés, español y portugués; siempre he admirado la gente que le gusta aprender idiomas. Y sonará ridículo, pero nuestra conversación toda la noche fue entablada en los tres idiomas que dominaba (español, inglés y portugués). Por cierto, su español era impecable, había vivido en Chile 3 años.
Jamás me había reido tanto. Hicimos click muy rápido. Pero como todo en la vida, viene con su fecha de expiración, y aunque quería que esa noche fuera eterna, nos tuvimos que despedir. Ahí es cuando aplicas la frase de “no llores porque terminó, sonríe porque sucedió”. Que se me hace una frase muy boba, pero aplicaba en ese momento. Y para ese momento ya era una experta disfrutando del momento y aprendiendo a soltar.
(Él es Philip, en la actualidad seguimos en contacto y somos muy buenos amigos.)
Si hubiera planeado mi viaje no me hubiera permitido hacer lo que me placiera, me di plena libertad de conocer, experimentar y enamorarme de la vida.
Algunas de las lecciones que aprendí en mi travesía:
No creo que viajar te haga más culto, ni más interesante, pero si pones atención cuando viajas te podrás dar cuenta que muchos de tus paradigmas están erróneos.
El tiempo no es factor para encariñarte con una persona. Hay seres con los que convives años y jamás llegan a tener un impacto en ti. En cambio hay otros que con horas ponen tu vida de cabeza.
La vida no se trata de sobrevivir, sino de vivirla.
Siempre es bueno regresar a casa.
(Todas mis afirmaciones son subjetivas y están distantes de la realidad.)
Gracias Europa, nos vemos pronto.
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“La vida tiene diferentes capítulos, un mal capítulo no significa el final de la historia”...
El gordo intentó de todo, se subió, se bajó, bombeó, le puso agua al radiador, esperó que el motor se enfriara, le puso hasta un spray que iba directo al motor y que generaba una combustión para que partiera: y nada. Yo en silencio trataba de ayudar en lo que me pedía, pero me angustiaba ver su cara de preocupación, de desesperación. Otra vez el auto no funciona.
Se rindió, no parte. Y derrotado e intentando auto convencerse que tendríamos que pasar la NOCHE DE SU CUMPLEAÑOS en el auto, se tendió en el asiento trasero. Me sentí culpable, el me regaló un hermoso día de cumpleaños y yo, ahí lo tenía, en un pronto copec. Pesqué a mi Sophy y entramos al pronto, revisé en internet “la cuenta rut” y me quedaban dos lucas. “Puta la hueá, más encima pobre”, nos habíamos gastado la plata que quedaba en mi cuenta en aceite y otras cosas durante ese día y ya no nos quedaba efectivo. Paseamos entre los estantes llenos de golosinas, encontramos un pingüinito (1.600 pesos la hueá poh), lo compramos. Nos dimos otro par de vueltas e “hicimos hora”, volvimos con Sophy al auto a eso de las 23:55, el gordo yacía con su mejor cara de derrota ahí mismo en donde lo dejamos. Cantamos cumpleaños feliz, y nuestro gordo sonrío, le dio al pingüinito el tortazo más pequeño del mundo, pero el más amoroso. Nos abrazamos. No hubo mucho más que decir, Sophia le había hecho una “carta de cumpleaños” y se la entregó. Luego de eso nos acomodamos en el piwke y hasta mañana.
Al día siguiente, al bajarme del auto miré los neumáticos y había uno pinchado, “por la mierda que más falta”, busqué las herramientas y le dije a Lucía que me ayudara, pero al intentar cambiar el neumático nos dimos cuenta que la llave de rueda que traía el auto no servía. “Mierda, mierda”. Mientras intentaba cambiar el neumático de forma fallida, apareció un amable hombre quien me presto su llave de rueda y gata, logramos cambiar el neumático. Seguido a eso, me subí al asiento del chofer, me acomodé y en mi mente solo decía “prende, por la chucha, prende”; con todo el newen le dí arranque y milagrosamente encendió (creo que Lucía ya les había comentado que el piwke se taimaba verdad?), sí, eso le había pasado, el taimao’ se cansó. Miré a la gorda y fue casi instantáneo: arriba que nos vamos. Con la emoción de que había prendido intenté poner retroceso, cuando siento que algo cae, la palanca quedaba bailando, algo raro pasa, intento acelerar para salir cuando me doy cuenta que el cambio no había entrado y el vehículo no avanzaba, me bajé del auto, me tiré al piso y me dí cuenta que la varilla de cambio se había quebrado. Miré a la gorda que me miraba con cara de “que chucha pasó ahora”, apagué el auto y le digo: cagamos.
En serio!? Yo creo que algo muy malo debemos haber hecho en otra vida para llevar este karma, porque de verdad que no me lo explico. Era el día del cumpleaños del gordo y estábamos ahí. Botados en la carretera. Decidimos comer algo (porque nos salvaron con una trasferencia), nos compramos un “combo niño” porque era el que traía más comida y nos relajamos un rato. Allí descubrimos que si usted se compra un vasito de bebida en pronto copec puede “recargarlo” cuantas veces quiera, es algo considerable cuando hace calors en la ruta, una pequeña “recuperación” ante tanto robo del grupo Angellini (dueño de copec). En eso estábamos cuando decidimos volver al auto, un caballero se acercó a ver qué nos pasaba (benditos viejitos copuchentos!) y ayudó a Víctor. Amarraron con un alambre la varilla quebrada y funcionó, nos regaló un poco también por si se soltaba en el camino. Nos vamos rumbo a la capital.
Los kilómetros que quedaban de ruta fueron eternos, queríamos puro llegar. Finalmente cuando comenzamos a entrar a Santiago al gordo le comenzó a cambiar la cara, yo creo q se relajó un poco. Estacionamos afuera del departamento que los papás de Víctor tienen en Independencia y el auto botó un chorrazo (no un chorro) de aceite y agua, demoramos un poco en bajar todo. Sí, en realidad llevaba muchas hueás, muchas. Estacionamos y no movimos más, el Piwke necesitaba un mecánico.
Todo ya pasó a segundo plano, ya habíamos llegado y nos esperaban con humitas, ya nada importaba: era el cumpleaños del gordo. Después de ducharnos, el gordo se dejó regalonear. Durante esos días en Santiago hicimos lo que el calor nos dejó, porque elegimos la semana más calurosa del año para pasar por la capital del reino. Aprovechamos los días que le quedaban a los papás de Víctor antes de que volvieran a Coyhaique, dejamos que Marianela (la hermanita chiquitita del gordo, sí la que es más alta que él) nos llevara al centro de Santiago a perdernos un rato, porque el lugar que buscaba estaba a dos cuadras de donde nos bajamos y recorrimos cerca de 20 min buscándolo, porque ella sí sabía dónde quedaba jaja (Marianela apréndete el mapa ahora ya o no te podrás ir a estudiar a Santiago jaja). Comimos rico y el gordo regaloneo mucho. Finalmente los tíos se fueron, otra vez me dio mucha pena, ya no quería más despedidas. Además fue triste porque yo sé que la tía se preocupa mucho por nosotros, que ella más que nadie (bueno, junto con mi mami) son las que tienen más aprensiones con este viaje, pero les digo que estamos bien, que cuidamos mucho a la Sophy, que nos quedamos en hoteles y hostales (que encontramos a muy bajo costo) pero que son buenos, lindos y por sobretodo limpios jaja, que comemos bien (porque en todos lados nos dan mucha comida) y que cuando cocinamos lo hacemos pensando en todo lo que nos enseñaron.
Durante esos días el Piwke ingresó al taller de “Tony Kool” para el retoque, según nos dijeron había que ver de dónde era la fuga de aceite que tenía, arreglar la varilla de los cambios y ver lo de la manguera de agua, hacerle un ajuste al motor y que lo viera un eléctrico. Todo parecía fluir con normalidad, mientras tanto nosotros moríamos de calor en el departamento e intentábamos salir a pasear de vez en cuando. Sophia no conocía Santiago, por lo que visitamos el cerro San Cristóbal y anduvimos en funicular, fuimos al centro a comprar matute para vender en el viaje y al mercado, anduvimos en metro y nos bajamos una estación antes jaja, recordamos los viejos tiempos universitarios del gordo, que nos llevó al hipódromo. Un día de esos ví a la Badita, mi amiga del alma que me dice siempre: voh dale, pero no tan a la mierda jaja pero como a mí me gusta irme lejos, no importa, allá lejos siempre llega. También fuimos a la casa de Rodrigo, amigo del gordo, y me enteré de boca de otros de esas historias que siempre me cuenta y me hacen reír. Nos fue a ver la Punky y tomamos meloncito con vino pal calor, sólo pal calor, para nada más; y con ella descubrimos la magia de ir al supermercado y abrir los congeladores “para buscar algo de atrás” y capear el calor santiaguino. Me enamoré de las ferias de barrio de Santiago, y vimos una obra de teatro de la compañía “PatoGallina” (si sabe de una obra de estos cabros, vaya, no se arrepentirá, nosotros los vimos en Coyhaique y cuando supimos que estarían allá, no lo dudamos) al aire libre y gratis (del procer de la patria y mi amor platónico: Manuel Rodríguez). El día antes de partir hacia Valparaíso fuimos a la casa de la tía Teresa (prima de la mamá del gordo) porque el primo Yiyo nos invitó a un asado, allí la Sophy se bañó en la piscina, compartimos con una parte de la familia del gordo que yo creo que ni él se acordaba que existía, y lo pasamos pulentamente; yo sé que el gordo lo pasó bien porque cada vez que salía afuera con el primo Solano volvía más contento y con los ojos más chicos jajaja.
Fueron buenos días, calurosos, pero buenos. El martes 31 de enero nos entregaron al Piwke, finalmente en la revisión que le hizo el eléctrico descubrieron que uno de los problemas que tenía estaba en una lengüeta trabada que no permitía el paso de bencina y por eso costaba que partiera, le reemplazaron la bomba cebadora y le cambiaron la empaquetadura de carter del motor, también ajustaron los cambios y todas las pifias que tenía. Quedó bien, nos vamos rumbo a Valpo.
Ya hemos recorrido un montón, nos ha pasado cada cosa en el camino para lograr este sueño, que rendirse no es opción. El camino a Valparaíso, puerto principal, fue tranquilo por eso, nos esforzamos en que el Piwke estuviera arreglado porque nos queda mucha ruta aún, no podemos resignarnos ahora que nos acostumbramos a la velocidad del Piwke y a su ritmo. Cabe destacar nuestro paso por Casablanca, en dónde Sophia preguntó porqué se llamaba así, le dijimos que en ese pueblo todas las casas son blancas y que si tú pintas tu casa de otro color, la municipalidad va y te la pinta blanca otra vez porque no pueden haber casas de colores en Casablanca jajajaja pobrecita, somos unos malvados, la inocencia de Sophia es poderosa y aún nos cree.
Llegamos a Valparaíso, nos juntamos en la plaza Sotomayor con la Pily Punky, nos quedaríamos en su casa. Subimos hasta Cerro Alegre y allí no encontramos estacionamiento; estacionamos afuera del departamento donde vivía la Pily, quien nos dijo “no se preocupen, que acá no pasa nada”. Salimos a dar una vuelta por los cerros de Valpo; al volver comimos algo y nos dormimos. Cada cierto rato me despertaba para mirar por la ventana y ver si el Piwke estaba allí, ahí estaba con la lona y la carga intactas. A eso de las 6 de la mañana me desperté por última vez y ví que todo estaba allí, “ya no pasó nada”, pensé y me dormí profundamente. Cerca de las 8 el gordo me despertó de un salto, miró por la ventana y gritó: “Chucha, nos robaron todo”.
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