La culpa
Que dolorosa es la culpa. Ese sentimiento que pesa en el pecho cuando una queda sola con remordimientos de lo que podría haber sido.
La culpa es un exceso de pasado que aparece en en el presente y me aleja del futuro.
¿Por qué nos encanta estar con ella? Pareciera que es más fácil lidiar con este sentimiento que actuar para dejar de sentirlo.
¿Es mejor quedarse con la culpa de no haber vivido que el recordar toda una vida plena?
Pero los seres humanos somos así. Nos gusta tenernos lástima, y quedarnos ahogados en un vaso sin fondo. Es más cómodo estar segura en mi cárcel, que abrir la puerta y correr riesgos viviendo.
El problema aparece cuando queremos dejar esa culpa atrás y empezar a vivir, cuando eso sucede, cuando por fin dejamos la culpa atrás ya no hay mañana.
-l u n a -
27 notes
·
View notes
Tantas almas perdidas, y la mía se encontró a sí misma, sintiendo la desnudez de la tuya.
- Calamic
7 notes
·
View notes
El búho y el candil
Imagen de Chräcker Heller en Pixabay
Era una noche oscura y fría en el bosque. Un búho solitario se posó sobre una rama y observó con sus ojos amarillos el paisaje sombrío. De repente, vio una luz débil que se movía entre los árboles. Era un candil que alguien llevaba en la mano.
El búho sintió curiosidad y decidió seguir la luz. Voló silenciosamente detrás del portador del candil, que resultó ser un hombre vestido con una capa negra y un sombrero de ala ancha. El hombre caminaba con paso firme y decidido, como si supiera a dónde iba.
El búho se preguntó qué haría ese hombre en medio del bosque a esas horas de la noche. ¿Sería un cazador? ¿Un ladrón? ¿Un asesino? El búho no podía dejar de mirar el candil, que parecía tener una llama eterna e inmutable.
El hombre llegó a un claro del bosque, donde había una pequeña cabaña de madera. Entró sin llamar y cerró la puerta tras él. El búho se posó sobre el tejado de la cabaña y esperó a ver qué pasaba.
Pasaron unos minutos y el búho oyó unos gritos ahogados que salían de la cabaña. Eran gritos de dolor y terror, que se mezclaban con unas risas malévolas. El búho sintió un escalofrío y quiso alejarse de allí, pero algo lo retuvo.
De pronto, la puerta de la cabaña se abrió y el hombre salió con el candil en la mano. Tenía la capa manchada de sangre y una sonrisa siniestra en los labios. Miró al cielo y vio al búho sobre el tejado.
-¿Qué miras? -le dijo-. ¿Quieres ser mi próximo invitado?
El hombre levantó el candil hacia el búho, como si quisiera hipnotizarlo con su luz. El búho sintió un impulso irresistible de acercarse al candil, como si fuera una polilla atraída por el fuego.
Pero antes de que pudiera hacerlo, oyó una voz que le hablaba desde dentro de su cabeza:
-No te acerques al candil -le dijo la voz-. Es una trampa mortal.
-¿Quién eres? -preguntó el búho mentalmente.
-Soy uno de los muchos espíritus que han caído víctimas del hombre del candil -respondió la voz-. Él es un brujo malvado que usa su candil para atraer a sus presas y robarles su alma.
-¿Cómo puedo escapar? -preguntó el búho asustado.
-Tienes que apagar su candil -dijo la voz-. Es su única fuente de poder. Sin él no podrá hacerte daño.
-Pero ¿cómo puedo hacerlo? -preguntó el búho dudoso.
-Tienes que usar tu pico -dijo la voz-. Es tu única arma. Tienes que ser rápido y valiente.
El búho respiró hondo y reunió todo su valor. Se lanzó desde el tejado hacia el hombre del candil, con las alas extendidas y el pico afilado. El hombre se sorprendió al ver al búho atacarlo y trató de defenderse con su capa negra.
Pero fue demasiado tarde. El pico del búho atravesó la pantalla de cristal del candil y apagó la llama con un soplido. El candil se oscureció y cayó al suelo con un ruido sordo.
El hombre del candil soltó un grito de horror y se llevó las manos a la cabeza. Su rostro se arrugó y se volvió gris, como si hubiera envejecido cien años en un instante. Sus ojos se apagaron y su cuerpo se desplomó sin vida.
El búho se alejó del cadáver del brujo y miró el candil roto. De él salieron unas luces brillantes que se elevaron al cielo, como si fueran estrellas fugaces. Eran las almas de las víctimas del hombre del candil, que por fin habían sido liberadas.
-Gracias, amigo búho -dijo la voz que le había hablado antes-. Has hecho una gran obra. Ahora puedes vivir tranquilo en este bosque.
-No hay de qué -dijo el búho-. Me alegro de haber podido ayudar.
El búho volvió a su rama y observó con sus ojos amarillos el paisaje sombrío. Pero esta vez
no sintió miedo ni curiosidad. Solo sintió paz y satisfacción.
FIN
6 notes
·
View notes
0124
uma breve continuação depois de tanto tempo...
a verdade é que eu nunca soube dizer não, negar esse desejo que sentia de ser amada. só me sentia válida quando você dizia para mim palavras que soavam como algodão doce, que logo se dissipava com gotas de saliva. essa posse que você tinha sobre o que eu queria, me arrancava os olhos e me cegava a cada dia, me convencia de erámos um só, perdida em meio as suas mentiras eu fingia enxergar um futuro. quando percebi que seu desespero de estar só era tanto quanto o meu, vi um vislumbre de sua mera existência, você não sabia pra onde iria, e queria que eu ficasse presa juntamente. agora entendi o porquê você sempre se arrependia, o peso da culpa nunca o deixou. mas eu sim, deixei-me ser livre, sempre achei que um dia voltaria, mas cada vez mais sinto que nunca serei a mesma, e isso me alivia.
7 notes
·
View notes