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Atrévete.

Atrévete, ata bien al miedo y asegúrate de que no se te escape. Lánzate, siente y ama intensamente, pero conserva la cordura. O no, no lo hagas. Enloquece, desvaría, que la gente crea que has perdido la razón. Vuela lejos, hasta alcanzar a comprenderlo todo. Hasta sentir que tú mismo eres como esas alas que pueden llevarte a cualquier parte. Cuando respires, nota el aire entrando en tus pulmones y cuando beses, escucha el latido que hay detrás de cada beso. Aprende a escuchar los silencios, son los que más dicen. Di cosas sin sentido y ríete de ti mismo. No sigas las opiniones de los demás, fórmate con tu propio criterio y si algo que piensas crees que puede escandalizar al resto, dilo con más motivo. Aprende a cuestionar tus opiniones y las de los demás, sobre todo aquellas que nos vinieron impuestas. Corre, si puedes, aunque no para llegar antes, sino para comprobar que las cosas no siempre se ven del mismo modo, y que tienen distintas perspectivas. Salta y grita de alegría, sé esa luz que ilumina los días y a la gente que tiene alrededor. Aprecia, también, la oscuridad, te enseñará la otra mitad de la vida. Sé fuerte, no para que las cosas no te duelan si no para que lo que te duela no sea tan fuerte como para destruirte. Porque, al fin y al cabo, no somos lo que un día evitamos, sino lo que nos atrevimos a hacer a pesar de que sabíamos que no terminaríamos enteros. Por eso; canta, ríe, salta, corre, piensa, ama. Atrévete.

#reflexiones #Atrévete #Atreverse #Palabras #sentimientos #Relatos #riesgo #emociones

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Cuando me fui a vivir a Madrid todo el mundo me decía que tenía "acento catalán" y nadie sabía pronunciar bien mi nombre (y lo siguen sin saber pronunciar.)

En Buenos Aires, todo el mundo me decía que tenía "acento gassssheego" y cuando volví a casa se reían por mi "acento argentino". Fue cuando llegué a la conclusión de que uno siempre termina pareciendo un extraño allí donde está y eso me recuerda a esa frase de Jack Keruak que dice que "la vida es un país extranjero." 

Pero, aún así, es agradable sentir que eres parte de un todo porque no terminas de ser parte de nada nunca. Y es cuando te acostumbras a romper tu corazón para ir dejando trocitos por ahí esparcidos y no esperas recuperarlos ni recomponerlo. 

A veces cuesta asumir eso; la nada. Porque la sensación de vacío es lo más difícil de llevar en la vida. Tenemos miedo a la nada, y al silencio, porque nos hace pensar en ello. Saber que algún día nadie se acordará de nosotros, y poco a poco iremos dejando de existir.

P, D: la foto no tiene mucha calidad, pero es una de las fotos que más me gusta de cuando R. y yo recorrimos la Patagonia en coche.

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Día 37 de la cuarentena. Hoy he terminado de leer este libro de Coetzee, cuyo final me ha trasladado al día que tuve que llevar a sacrificar a Zar, hace ya un año. Acompañarlo hacia la muerte, por saber que estaba sufriendo y que ya nada se podía hacer por él. Nunca olvidaré su cuerpo caliente, acurrucado a mi lado, dejándose llevar por las caricias de aquella humana en la que confiaba, mientras la aguja penetraba su piel. ¿Acaso lo sabía y lo aceptó? ¿O no lo entendió hasta que se vio, de repente, lejos de mi? Lo cierto es que ni siquiera se inmutó, se abandonó a las caricias sumisamente. Después, un espasmo, y dejé de sentir en mi mano el latido mientras me derrumbada por dentro. Acababa de perder al mejor compañero, y aún así tuve que llevarle impasible hasta las puertas de la muerte. Aún lloro cuando lo recuerdo, y me pregunto qué sentido tiene la vida cuando por el camino vas perdiendo a los seres más importantes que la forman. Acaso una broma de mal gusto, a veces, la vida.

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Encontrar libros que te hagan verdadera compañía durante el confinamiento no es fácil pero “El fin de la soledad” de Benedict Wells ha sido uno de ellos, por sus personajes, su sencillez y por su gran sensibilidad al narrarlo. Una novela que habla del paso de la adolescencia a la adultez, de la amistad y del amor. La historia de tres hermanos que perdieron a sus padres y se perdieron a ellos mismos, pero también de como lograron sobreponerse a las circunstancias.

“Cuando decimos "yo soy así” nos estamos refiriendo solo a la superficie, nuestro primer yo. Para encontrar nuestro verdadero yo es imprescindible cuestionarnos todo lo que hemos conocido desde nuestro nacimiento, e incluso perder algunas cosas, si es necesario. A menudo, los humanos aprendemos solo mediante el sufrimiento. Estos son los momentos en los que uno se conoce de verdad. “

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Amor y amistad

La verdad es que tengo pocas amigas, pero las pocas que tengo son de verdad. 

Dos amigas , en concreto, con las que puedo hablar de todo; de todo lo que me ocurre, de todo cuanto pienso, sin miedo a ser juzgada. 

El otro día, con esta amiga, hablábamos del amor. De lo obsesivos y controladores que se pueden volver los hombres, y las mujeres, en las relaciones, y yo le dije que eso no era amor. 

Mi amiga me preguntó que qué era para mi el amor. Después de una pausa le dije: el amor es acompañar a alguien en su camino, sin querer poseerle. 

Pero el enamoramiento es obsesivo, dijo ella. 

El deseo también es obsesivo y sin embargo, no es amor. Le dije yo.  Y quizá el enamoramiento tampoco lo sea. Deseamos a esa persona solo para nosotros, la idealizamos, y por lo tanto no la aceptamos tal y como es. O cuando la vemos con sus defectos queremos cambiarla. 

Para mi, el amor, le dije, es el que se siente por un padre, un hermano o un amigo, le aceptamos como es y le acompañamos en su camino. Así sería una pareja ideal, los que se comportan como amigos, aceptándose y ayudándose a superar los peores momentos y disfrutando de los buenos. 

Sin embargo, tenemos otro concepto del amor, el del control y la obsesión y hacemos de eso prácticas socialmente aceptables.

Hay un texto de John Lennon que explica muy bien lo que quiero decir:

Nos hicieron creer que “el gran amor” solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado.

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja y la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad.

No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.

Nos hicieron pensar que una formula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, era lo que funcionaba.

No nos contaron que eso tiene un nombre “anulación” y que solo siendo individuos con personalidad propia podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el matrimonio es obligatorio y que los deseos fuera de término deben ser reprimidos.

Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados. Nos hicieron creer que solo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad.

No nos contaron que estas formulas son equivocadas, que frustran a las personas, son alienantes y que podemos intentar otras alternativas.

Nadie nos va a decir esto, cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.

Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia se practica a plena luz del día.”

#amor #notas de amor #amistad #reflexiones

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Cuando era pequeña tenía sueños recurrentes. Los sueños eran casi siempre los mismos: estaba en una guerra y curaba heridos. Llevaba, en el brazo derecho, un brazalete con el símbolo de una cruz roja y creo que por ese mismo sueño que me persiguió durante muchos años me decanté por el bachillerato de ciencias, para hacer algo relacionado con la sanidad, pero fracasé estrepitosamente. Nunca fui una alumna brillante, pero me esforzaba por serlo aún sin conseguirlo. Recuerdo que me llamó la directora para decirme que si aún no me había dado cuenta de que solo se me daban bien las letras, que no perdiera más el tiempo y que me matriculara en un bachillerato de letras. Así lo hice, y a día de hoy me arrepiento de no haber seguido intentándolo. El principal problema residía en que yo nunca terminé de creer en mi misma, en mi potencial, y que, desgraciadamente por aquel entonces, era muy influenciable por cualquiera. 

Durante mucho tiempo me sumí en una profunda depresión que aún a día de hoy llevo arrastrando conmigo por motivos que no vienen al caso explicar aquí. Y pienso que de haber seguido intentando ese camino, mi vida sería ahora muy diferente. Pero supongo que tenemos libre albedrío, que elegimos el camino que queremos, pero que nunca terminamos de saber cuánto se torcerán esos caminos que elegimos. Y que es absurdo torturarse pensando dónde estaríamos ahora de haber elegido otro camino.

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Cuarentena

Tercer día de encierro en casa que he aprovechado para leer y escribir.

Estoy terminando de leer una novela que me está enamorando : "Donde el corazón te lleve", de Susana Tamaro, que me ha animado a empezar una nueva novela en forma epistolar. No sé porqué pero me siento cómoda con ese género. Quizá es por lo que dijo una vez Ricardo Piglia:

"Escribir una carta es enviar un mensaje al futuro; hablar desde el presente con un destinatario que no está ahí, del que no se sabe cómo ha de estar (en qué ánimo, con quién) mientras le escribimos y, sobre todo, después: al leernos. La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo.”

Creo que podemos sacar cosas muy positivas de esta situación siempre que nos haga reflexionar sobre nuestro papel en el mundo. Que nos haga pensar en las cosas verdaderamente importantes.

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A veces es necesario dejarse llevar por los silencios, ver hasta dónde nos conducen, por qué extraño puerto nos harán llegar hasta alguna tierra conocida o desconocida. La mente es impredecible, puede convertirse en nuestro cielo o en nuestro propio infierno, pero es necesario conocerse y para ello hace falta indagar en ella, explorarla como si de un país desconocido se trarara, invitarla a tomar café, decirle: ven, tenemos muchas cosas de las que hablar. Y tomarle la mano: te necesito. Quererse a uno mismo forma parte también, de ese aprendizaje. Decía Oscar Wilde que "amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida.” y para ello hace falta trabajar la mente y el corazón todos los días y sin descanso, para que trabajen como uno, porque puede que llegue un día en que alguien quiera destrozarlos, incluso puede que ese alguien seas tu mismo, y por eso mismo deberás estar preparado, para no permitir que pase nunca.

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Yo no sabía nada de tu soledad.

De que llorabas a escondidas, en la cocina,

sin que nadie te viera. No conocía ese cansancio,

la ansiedad de las preocupaciones diarias,

del llegar a fin de mes con los bolsillos vacíos.

No conocía el dolor de tus manos, las decepciones,

la angustia que escondían tus largas noches de insomnio.

Yo no sabía nada de la vida,

ni nada del amor. Aprendí a golpes

que crecer y madurar

es entenderte ahora.

#poesia

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Tengo tantos sueños en mi cabeza que no llego a cumplir ninguno. Pero me basta con tu cariño, y el calor de tu sonrisa. Me basta tu pecho calmado y todo este terremoto que creas al pasar. Me basta nuestro círculo, tus abrazos, la manera que tienes de mirar el mundo, tu fuerza indomable exigiendo su propia identidad. Me basta con ayudarte a crear esas alas que, llegado el momento, puedan llevarte hasta donde tú quieras. Me basta con saber que un día, cuando mires atrás y me veas lejana, pienses: mi madre me impulsó hasta aquí, hasta mis sueños, porque ella creyó en mí.

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Cuando nos perdemos a nosotros mismos todo lugar es infierno.

Recuerdo la locura de esos años: viviendo con ignorante soberbia al límite de todo, como si el futuro no fuera a atraparme nunca con sus garfios, explorando espacios de un infierno inexorable, al borde siempre de mí misma.

Han pasado los años y he crecido, algo rota y un poco triste, con pocos amigos y sin nada más que sueños en los bolsillos, y al final me he dado cuenta: que el futuro me ha arañado y que por dentro solo quedan estas viejas ruinas del pasado.

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Y cada mañana, volver a nacer.

Todo lo que ayer amé

hoy se desvanece:

se desvanecen los árboles

cimientos de mi infancia,

se desvanecen los sueños

que mantenían despierta

la luz de mi mirada, los amores

a los que ya no quiero oír

ni recordar sus nombres.

Se desvanece la vida

que abrigaba tu pecho

y calmaba mi sed y mis ansias

insaciables de amor.

Muero yo, por tanto,

o una parte de mí

al menos muere y nace otro yo

nuevamente.

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Nada se parece a ti

Vienes, y mi piel se estremece

como lo haría con el aullido de un lobo.

Vives en mí aunque no pueda verte

y en mi pecho habita tu nombre.

¿Quién eres? ¿A dónde vas después de huir?

Eres tan solo una sombra

que pasea cansada por mis ojos.

Un deseo que nunca llegará a cumplirse

pero que sin embargo sigo pidiendo

cada vez que cierro los ojos.

¿A dónde iré

en esta vida sin sueños?

Nada se parece a ti,

aunque solo estés tú

allí donde yo mire.

#poesia #libros

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Acércate a mí

No dejo de pensar en lo que vendrá. En lo que fue.

En lo que, quizá, podría ser 

si tú decidieras acercarte.

Que rozaras mi mano, por ejemplo. 

Que me dijeras, ven. Pero estás tan lejos 

como lo esta el mar ahora de mí. 

Como lo están tus manos 

y esta dulce felicidad que nunca llega. Que nunca siento.

Solo me queda soñarte, 

imaginar que algún día 

volveré a estar cerca del mar, de ti. 

Junto a esas olas que vienen y van 

como mis pensamientos 

que me acercan a ti y me alejan al mismo tiempo

cada día más. 

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El desastre que soy

Mi vida está hecha de pequeños fracasos: llego tarde siempre a los sitios, pierdo las llaves, los móviles, me confundo de día de la semana, me enamoro de quien no corresponde, vivo siempre esperando algo que no existe, el milagro que nunca llega. Sueño despierta y cuando duermo tengo pesadillas en las que salto por un precipicio y mi paracaídas nunca se abre. Camino mirando las nubes, por lo que mis pies siempre terminan tropezándose con algo. Confío demasiado en las personas y tengo la mala costumbre de entregarme por entera, ya sea con una amiga o con un amor, por eso siempre termino quedándome vacía. 

Me gustan los días de lluvia, los abrazos que se dan porque si, la gente que sonríe cuando te mira, los cafés compartidos, las historias que leo y las que me invento para sobrevivir. Pero estoy acostumbrándome a convivir conmigo, a estos pequeños fracasos que forman mi vida, al desastre que soy. 

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Los poemas de Pedro Salinas

Me encuentro sentada en una cafetería leyendo una antología de Pedro Salinas prologada por Julio Cortazar que adquirí en Tuuu librería la semana pasada. Me encantan estos momentos de tranquilidad donde poder saborear los poemas del que ha sido considerado como uno de los mejores poetas del amor de la literatura española del siglo XX. Y es que como todos los poetas, acabó enamorado como solo los locos y los poetas pueden hacerlo: de forma intensa, ridícula y desgarrada por aquella estudiante norteamericana que le robó el corazón en la Residencia de Estudiantes en 1932, Katherine Prue Reding.

Pero, al margen del amor, estos poemas hablan de muchas más cosas:  de la soledad, de las dudas existenciales, de la guerra y el desarraigo, del sentido de la vida o la figura de Dios.

Sin duda un poeta al que me gusta volver una y otra vez, saboreando su, para mí, más bonito poema:

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Infancias y suicidios

"Sí, claro que pensé en el suicidio.

Tenía dieciséis años y había logrado -tras un aparente primera felicidad-

mancharme de mí mismo hasta lo abyecto…

Ser como era me condenaba, me hundía.

La verdad es que antes, cuatro años atrás,

ya podría, consecuentemente, haber pensado en desaparecer.

¿Me salvaron los libros, la fantasía, los sueños? ¿La falsa maravilla acaso con que pensaba edificar mi vida? Todo me condenaba. ¿Lo sabías?

Pese al silencio, pese a las ofensas,

pese a la oscuridad tan sola, llegué a pensar en el suicidio.

Es extraño que lograra sobrevivir.

Lo pienso ahora, lejos. Insólito haber llegado acá, Si bien se mira.

Algunos también como yo, se ahogaron casi en sus islas.

Alguien me dio el nombre y la seña salvadora: los proscritos tenemos también un reino.

La seña de Caín. Algo parecido. Los deshauciados por el infame reino del Bien.

En los ojos un vago nublo de melancolía…

Acaso me lo dijo el decadente, sólida y rotunda efigie. Somos tu mundo. No estás solo. El reino de los réprobos. La raza de los acusados. ¿Te acuerdas? Saberme en el mal me devolvió entonces a la bondad de la vida.

Del suicidio no quedó, lógicamente, más que una notoria disposición a la bruma

y la fraternal nostalgia hacia todas las caídas."

Luis Antonio de Villena