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#Empleos en Popeyes
superedsonsoterio · 11 months
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Las ofertas de Trabajo en Popeyes
Las ofertas de Trabajo en Popeyes Las ofertas de Trabajo en Popeyes. Popeyes es una cadena de restaurantes de comida rápida especializada en pollo frito y otros platos de comida sureña. La compañía ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, y ha expandido su presencia a nivel mundial. Como resultado, Popeyes ofrece una amplia variedad de oportunidades de empleo en una…
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EXPRÓPIESE
“El mundo de la riqueza, los negocios y la producción se hace mejor y es mayor si hay un contexto de equidad sano. (…) las sociedades se hacen más ricas si son más equitativas y cada vez más justas.” —Gustavo Petro.
Bueno, a pocas horas de que se inicie la jornada electoral, es decir, a última hora como es mi estilo, les quiero compartir los motivos que me han llevado no solo a decidir que mi voto va por Gustavo Petro, sino a haberle hecho campaña desde mi autonomía (es decir, no andaba con el combo de Medellín Humana —calidosos—, sino que repartía volantes que ellos me daban y hacía pedagogía donde pudiera).
Todo comienza bajo la premisa “poder construir esa nación grande que significa paz y democracia”, de Gustavo Petro, que no viene de la nada, ni del populismo que tanto mencionan, esta premisa proviene de la historia nacional.
El General Rafael Uribe Uribe, asesinado en 1914, promulgaba entonces construir una nación justa, reclamando el poder para el pueblo y los derechos de los trabajadores y los campesinos; perdió todas las batallas, pero le temieron tanto cuando logro acercamientos a sus políticas de socialismo cooperativo y sindicalista que lo asesinaron en todo el centro de Bogotá. Jorge Eliecer Gaitán, asesinado en 1948, era el vocero de la justicia social, un gran liberal, un hombre del pueblo, quería derrocar el poder de los oligarcas que pisoteaban los intereses de la población nacional. Luis Carlos Galán, asesinado en 1989, quería construir una nación con justicia social porque esa es la única forma de alcanzar la tan anhelada paz, sin embargo, ya advertía el futuro de Colombia al momento de morir —y lo confirmó años después Álvaro Gomez Hurtado, conservador asesinado en 1995—, que los mismos que mataron a Galán estaban gobernando la nación.
No fue sino hasta 1991, tras un acuerdo de paz con el Movimiento 19 de abril, o M-19, que se logró derogar la constitución de 1886, que de hecho ya era injusta para la época de Rafael Uribe Uribe, y dar pie a que se escribiera una nueva constitución que buscaba la dignidad de cada uno de los colombianos y el reconocimiento de derechos  sobre sus tierras a campesinos, indígenas y afro. Bonito en el papel, pero no en la implementación, pues el gobierno corrupto que advirtió Galán —y anterior a él Gaitán, y anterior a él Uribe Uribe— siguió gobernando sin ningún problema. En este sentido, fue gracias a la ideología del M-19, que no era la comunista como afirman ahora, sino la democracia, la que dignificó a la sociedad colombiana —diría Humberto de la Calle, la Colombia olvidada— y la dotó de derechos a través de la constitución.
Gustavo Petro ha sido un demócrata desde los 15 años, fue la democracia la razón de haber militado desde la clandestinidad, también, y con más peso, la razón para haber hecho parte de un proceso de paz, de la constituyente del 91, y de la vida política hasta el día de hoy. Fue también la democracia la que llevó a Gustavo Petro a denunciar los falsos positivos, la masacre de Chengue, las masacres en Sucre, la parapolítica, entre otras múltiples denuncias.
En Colombia fueron asesinados 300 mil campesinos a mediados del siglo XX, y 200 mil campesinos y citadinos en el siglo XXI, y vamos en la segunda década apenas. ¿Por qué? Porque están los mismo en el poder, los de las maquinarias pesadas que han hecho de Colombia lo que quieren, y no lo que quieren los ciudadanos. No vivimos en una democracia, vivimos en una nación donde manda el miedo, porque las guerras convienen, porque las Farc sirvieron para infundir el miedo y hacer parecer razonable la presencia de los paramilitares, porque entre más prohibiciones haya con respecto a las drogas más fuerte se hace el comercio ilegal y más miedo hay en la comunidad, y más votan por ellos; ¿o por qué creen que la gente relacionada con el mundo del narcotráfico, como Popeye, defiende a capa y espada al candidato del senador Álvaro Uribe Vélez? No será porque quiere a una Colombia diferente. Solo se perpetúan en el poder por medio del miedo, por eso infunden miedo en contra de los que han buscado la alternativa de la paz.
Entonces, ahora el miedo hacia Gustavo Petro ha sido infundido de tal manera que hasta la gente decente y pensante que tiene como candidato a Humberto de la Calle o Sergio Fajardo también le tiene miedo. Porque de infundir ese miedo no solo se han encargado los políticos detractores, sino los medios de comunicación que desinforman y acomodan la información a su antojo. Dejemos algo claro, en Bogotá la gente que no quiere a Petro es esa que vive en el norte, los que viven bien o, en muchos casos, más que bien; si vamos a mirar quienes lo quieren en la ciudad de la cual fue alcalde, esos mismos que llenaron la Plaza Bolívar como no se había hecho desde Galán, son los pobres, los que en algún momento habitaron el Bronx, los que estaban viviendo en precarias condiciones sociales, los que no tenían acceso a la educación, o al agua potable, a esos a los que el gobierno siguiente (es decir, el actual) les quitó todas esas garantías sociales y aumentó entonces, de nuevo, la pobreza en la ciudad.
Ahora Colombia está viviendo un momento importante, pero que no va a durar para siempre, es el momento de cambiar. Tras el proceso de paz realizado en La Habana hemos podido entrar a un nuevo plano, nos hemos dado cuenta que ya no tenemos miedo, que hemos de luchar por el cambio y que debemos derrocar a esa maquinaria política que lo único que ha hecho es desangrar a este país, robándose sus riquezas y las vidas de líderes sociales, campesinos, indígenas y negritudes.
Les quiero decir, amigos, que mi voto va por Gustavo Petro porque no soy de las que cree que un político tenga que venir a rescatarme y a solucionarme mi vida, pero sí creo fielmente, porque conozco otros tipos de poblaciones, que hay otras personas cuya única opción para salir adelante es la intervención del gobierno. Los que estamos con Petro no queremos nada regalado, al contrario, queremos trabajo y justicia social, yo no quiero el gobierno de Colombia Humana para sentarme, cruzarme de brazos y esperar a que el presidente arregle las cosas de este país como por arte de magia, quiero el gobierno de Colombia Humana porque es una propuesta basada en la democracia, donde la voluntad del ciudadano será escuchada, lo que significa, en términos prácticos, que los líderes sociales y también las personas que emprendemos proyectos culturales, de paz, de reconciliación, de educación, de esparcimiento, podrán y podremos ser escuchados por el gobierno, y no silenciados como ha sido históricamente en nuestra nación. ¿Qué significa esto? No quiero a Petro presidente porque crea que él va a cambiar el país, lo quiero como mi presidente porque creo que ustedes y yo podemos cambiar el país, eso se llama democracia.
Necesitamos una nación que reconozca la diversidad, y en ese reconocimiento es que se da dignidad a los seres humanos. No podemos permitir que se sigan pisoteando nuestras comunidades indígenas y afro por intereses económicos que ponen por encima de la dignidad humana y de la tierra que por herencia ancestral les corresponde a ellos y no a los oligarcas que se creen los soberanos supremos de la patria. Tenemos que defender las tierras que pertenecen a los campesinos y agricultores, debemos dignificar su trabajo por encima de las multinacionales extranjeras que ahora están colonizando el país gracias a los vende patria que nos han gobernado durante los últimos 20 años (y que han sido solo 3).
Colombia es ahora el tercer país más desigual del mundo, aproximadamente 1 de cada 3 colombianos (33%) vive en condición de extrema pobreza, siendo aún más pronunciada esta desigualdad en zonas rurales, más del 55% en la Guajira y superando el 62% en Cauca y Chocó (DNP 2015), ¿y ustedes aún creen que no se debe apostar a un proyecto democrático donde la prioridad sean ellos?
Tenemos que dignificar a nuestras minorías, que son tan colombianos como vos que estás leyendo esto, deben ser prioridad para la nación pues han sido olvidados y les han dado la espalda durante más de un siglo. Debemos dignificar la sabiduría popular y la sabiduría ancestral. Debemos también darle dignidad a nuestros campesinos, que no son una minoría, pero que han sido pisoteados, desplazados y masacrados a lo largo de la historia, ellos, trabajadores de la tierra, deben ser el pilar de una economía limpia, basada en la agroindustria y el cerebro, como dice Gustavo Petro, quien, además, propone también 5 acuerdos sobre lo fundamental (continuación del proyecto de Alfonso López Pumarejo):
1. Salud para la vida (salud preventiva, gratuidad como obligación estatal de acuerdo con la constitución del 91, es decir, eliminación de las EPS).
2. Educación gratuita y de calidad (todos los niveles educativos, con prioridad en la primera infancia).
3. Justicia (tierras, créditos, acceso a la justicia real).
4. Política (eliminación de la corrupción, pensiones justas, seguridad, implementación de acuerdos).
5. Tránsito hacia una economía productiva (reindustrialización del país hacia la agroindustria, economía textil, informática, energías renovables, eliminación de empleo informal).
Estas propuestas sobre lo fundamental implican proyectos de largo alcance, no van a ser entregados en su totalidad en 4 años, pero necesitamos partir de estos principios, desde una constitución clara, donde se eliminen esos pequeños y sutiles (no tan sutiles en la práctica) artículos añadidos por los gobiernos anteriores para reformar la constitución. Cuando Colombia vea que se puede sabrá elegir la próxima vez, o esa es mi esperanza.
Como lo dije antes, estamos viviendo un momento histórico, único y tal vez irrepetible, que nos ha quitado el miedo y nos ha hecho dar cuenta de que podemos congregarnos libremente en la plaza, como ejercicio democrático, y unos pocos nos hemos dado cuenta de que eso es democracia. La manifestación más grande que tuvo la Colombia Humana durante la campaña electoral fue en Bogotá, fue la Bogotá Humana, con las banderas arriba, orgullosas de representar una ideología, una profesión, una identidad sexual; fue la Bogotá Humana la que se reunió en la mayor plaza pública de Colombia y la desbordó de gente, es la Bogotá Humana, esa que conoce la administración de Gustavo Petro y se reunió en esa misma plaza a denunciar la injusticia cometida por el exprocurador Alejandro Ordoñez con la destitución de Petro a la alcaldía. Pero son los pobres, no se olviden de eso, los que no tienen voz en los medios de comunicación ni en otras campañas presidenciales, que si tienen su propia voz y le quitaron el miedo a alzarla, a alzar también sus banderas y pregonar el sueño de un nuevo país, un país más humano.
Lo más importante que quiero resaltar sobre las manifestaciones de la campaña de Gustavo Petro a lo largo del país es que en su discurso podemos notar cómo conoce las problemáticas que azotan nuestra nación, no solo en una globalidad, sino en cada una de las regiones, como la sed en la Guajira, como la desigualdad en Sucre y Córdoba, y las mafias extranjeras en Medellín. Petro no visitó en su campaña las partes bonitas de las ciudades (como lo hicieron otros candidatos que no tienen ni idea de qué pasa realmente en el país), sus encuentros fueron en los lugares donde hay pobreza, donde el estado debe intervenir inmediatamente; lejos de ser populismo, es esa la razón de ser de la política y la democracia.
Ahora no hay una política de derecha vs izquierda, sino de ciudadanía libre vs maquinarias; y hay dos bloques que representan esas dos caras, ustedes conocen a los candidatos que representan cada cara. Nos corresponde a nosotros decidir si en este siglo logramos cambiar la historia que quisieron cambiar Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliecer Gaitán y Luis Carlos Galán, aunque los medios no digan nada al respecto les aseguro que estamos viviendo un momento más grande que el que nos enseñan en los libros de historia, porque ahora ha cesado un poco la violencia y tenemos dentro el fuego de la esperanza, pero debemos aprovecharlo porque si no hacemos algo ahora lo que se viene es peor que lo que hemos visto, si seguimos como estamos, perdiendo soberanía sobre el territorio nacional en manos de los carteles mexicanos, el ejército estadounidense y las empresas mineras extranjeras, el panorama va a ser el contrario al que nos pintan nuestro candidatos decentes.
“La vocación de Colombia no es la minería. Así quisieron los españoles convertirnos cuando vinieron a colonizarnos, exportadores de oro. Y prohibían a los artesanos producir allá en Santander, y fueron los artesanos santandereanos los que gritaron por primera vez que nosotros no éramos para exportar oro, sino para trabajar la tierra, y usar las manos, y usar el cerebro.” —Gustavo Petro.
Entonces, amigos, ante este panorama un poco triste que planteo, que no es del miedo sino de la realidad, quiero que se pongan la mano en el corazón y sientan esta misma esperanza que hoy nos une por la paz, quiero que no reflexionen sobre cómo el gobierno no afecta sus vidas sino reflexionen sobre cómo el gobierno sí afecta la vida de los que más lo necesitan: las personas en condición de extrema pobreza, los campesinos, los indígenas y las negritudes palenqueras, que son las comunidades que apoyan a Gustavo Petro y que en su posible gobierno serán la prioridad para la nación.
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“Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otro hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.  —Gabriel García Márquez, discurso Premio Nobel de literatura.
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munove · 4 years
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Burger King lanza un ERTE a 14.000 trabajadores en España
Restaurant Brands ejecutará un ERTE para sus 14.000 trabajadores en España en todas sus cadenas, Burger King, Tim Hortons y Popeye's. La mayoría trabajan en la cadena de hamburgueserías. El sector de la restauración se prepara para una cascada de ajustes de empleo tras la prohibición a la apertura de bares y restaurantes por el estado de alarma. Relacionada: La dueña de Vips, Foster's y Domino's cierra mil restaurantes, cesa su actividad y prepara ERTE de 22.000 trabajadores
etiquetas: restaurant brands, erte, burger king, tim hortons, popeyes, coronavirus
» noticia original (cincodias.elpais.com)
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Jhon Jairo: "Soy el criminal más grande de Colombia"
"No dejó gobernar a tres presidentes. Transformó el lenguaje, la cultura, la fisonomía y la economía de Medellín y del país. Antes de Pablo Escobar, los colombianos desconocían la palabra sicario. Antes de Pablo Escobar, Medellín era considerada un paraíso. Antes de Pablo Escobar, el mundo conocía a Colombia como la Tierra del Café. Y antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo. Por cuenta de Pablo Escobar hay carros blindados en Colombia y las necesidades de seguridad modificaron la arquitectura. Por cuenta de él se cambió el sistema judicial, se replanteó la política penitenciaria y hasta el diseño de las prisiones, y se transformaron las Fuerzas Armadas. Pablo Escobar descubrió, más que ningún antecesor, que la muerte puede ser el mayor instrumento de poder".
(Fragmento publicado en revista Semana, Bogotá, año 1993, tras la muerte de Pablo Emilio Escobar Gaviria.)
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Se llama Jhon Jairo Velázquez, alias Popeye, y aunque ya era conocido como parte importante del Cartel de Medellín, su historia se volvió masiva tras el éxito de series como "El Patrón del Mal" o "Narcos". Dice que asesinó a más de 250 personas, que coordinó la muerte de otras 3000 y que mató a su propia novia por pedido de Pablo Escobar. El año pasado quedó en libertad tras 22 años de prisión y mientras hablamos, asegura que estamos siendo escuchados por agentes de la Policía Nacional.
Parece sacado de una película, de alguno de los guiones de las series en las que aparece y en cada anécdota, en cada diálogo, sabe poner los silencios, el ritmo y el tono justos para meternos en la historia que cuenta. Por un momento parece que estamos hablando con el personaje, con el Popeye que vimos en mil escenas cumplir lo peores encargos de Escobar, pero a diferencia de los que lo interpretan, el que está del otro lado del teléfono sí mató a todas esas personas.
Popeye, como Escobar, carga con la contradicción. Por eso cuando uno lo escucha le parece estar hablando con un Dr.Jekyll & Mr.Hyde moderno, latino, paisa. Dos personalidades que compiten por conquistar el mismo cuerpo, al mismo hombre, que con la misma vehemencia con la que endiosa "al patrón", sostiene que no es un ejemplo a seguir. Admite sus pecados, al tiempo que está embarcado en la producción de una serie televisiva sobre su vida en Medellín, una película con su historia y tiene publicado un libro sobre sus guerras en la cárcel. "Es que yo tengo que buscar la forma de llevar el pan a mi mesa sin sangre", dice al pasar, y en la frase se rastrea la respuesta a su contradicción.
"Los hombres nacemos buenos, así como usted o como yo, pero a uno lo marca el entorno", dice convencido Popeye, que a pesar de que sus palabras suenen a Contrato Social, no se crió entre delincuentes. Nació en Yarumal, Antioquia, en el campo, en el seno de una familia de clase media alta, su papá fue ganadero y a él la verdad es que nunca le faltó nada.
Sin embargo a los 11 años comenzó a transportar marihuana en bicicleta de un pueblo a otro, poco después cargaba también cocaína, hacía vigilancia para criminales de Itagüi colaborando así con asesinatos, y a los 14 había conseguido un arma que le alquilaba a diferentes bandidos.
Sin embargo, desde mucho antes Popeye descubrió que tenía una relación especial con la violencia: "Yo vivía en Itagüí siendo muy niño y mi padre nos llevaba a una heladería cuando hacíamos algo bueno. Un día allí hubo una pelea a machete, porque en esa época se usaban las armas blancas, en donde un tipo hiere a otro en la calle. El tipo iba retrocediendo y retrocediendo, y cae en el piso justo enfrente nuestro, en la heladería, y ahí nomás lo pisan a machete. Y yo me quedo ahí y me doy cuenta de que la sangre no me asusta, y me gusta el color, y me gusta verla brotar".
Como parte de ese desdoblamiento constante de su vida, luego de tener contacto con narcotraficantes antes de ser un adolescente, Popeye se metió en la Marina donde recibió no sólo el apodo que todavía lo acompaña, sino también preparación en combate, entrenamiento que continuó en la Policía Nacional, de la que se iría para dedicarse de lleno a ser un asesino profesional.
SUS DÍAS JUNTO A PABLO ESCOBAR
La primera vez que Jhon Jairo vio a Pablo Escobar, era un chico. Él estaba yendo al colegio en Itagüi cuando pasó frente a sus ojos una Lambretta, que sin detener la marcha le arrebató de las manos a un empleado de seguridad de un supermercado toda la recaudación del lugar. El custodio, que en ese momento se dirigía como ya lo había hecho tantas otras veces a depositar la plata en un banco que estaba enfrente, reaccionó disparando contra los ladrones que huían en la moto italiana. Hirió a uno, pero se terminaron escapando. Años más tarde Popeye descubriría que uno de ellos era Pablo.
Pero sería siendo chofer y guardaespaldas de una reina de belleza de Colombia, Elsy Sofía, que además era una de las amantes de Pablo Escobar, que el capo narco más grande que tuvo Colombia y él se conocieron. Él mismo cuenta que un día fue a la caleta sin la chica y ante la sorpresa de Escobar al verlo ahí, le dijo que quería trabajar para él y que tenía ahora dos alternativas: matarlo o darle el empleo.
"En Medellín hubo casi 3000 sicarios que quisieron matar parar Pablo Escobar, no importaba por qué. Él lo miraba a uno a los ojos y era una energía poderosísima, era un líder nato. Era un hombre que si tenía que pagar 100 mil dólares por un asesinato se los pagaba en el acto, no mañana por la tarde, no le entregaba un carro, ni un departamento, entregaba el dinero en efectivo", cuenta Popeye.
"Y la diferencia mía con otros sicarios era la disciplina, la disciplina es la clave de toda profesión y más en una profesión como esta de trabajar con Pablo Escobar y ser el asesino de confianza de él", deja saber.
"A la marina y a la Policía les debo la disciplina. Porque un bandido para poder salir adelante tiene que tener disciplina. Nunca he fumado ni siquiera un cigarrillo, no soy drogadicto, no tomo ni café, solamente mi café con leche en la mañana. Lo de las armas y la malicia lo aprendí en la calle. Aprendí a parquear en una esquina sin que me vieran las autoridades o los vecinos llamaran a la policía, aprendí a moverme, a mimetizarme (...). Todo esto me llevó poco a poco a ir convirtiéndome en un gran criminal", relata, como si describiera a su propio personaje.
"Yo era un hombre que no pensaba en fiesta, yo no pensaba en novia, yo no pensaba en cumpleaños, porque un bandido completo no piensa en Navidad, Día del Padre, Día de la Madre, piensa nada más en lo que está haciendo. Es como una religión", asegura, y mientras habla a uno no le quedan dudas de a qué Dios le rendía tributo.
"Pablo Escobar era uno adentro y afuera, igualitico. Él no mostraba sus emociones, él era sereno. Pablo Emilio Escobar Gaviria es el único hombre en mi vida, y tengo 53 años de edad, y llevo más o menos 42 años en la calle, la delincuencia, la mafia y el bandidaje, es el único hombre al que nunca le he visto el miedo en los ojos, inclusive acorralado por 5 mil o 10 mil policías, por el ejército apunto de fusilarlo", describe.
Lo efusivo de su relato hace que a uno le cueste pensarlo arrepentido, o creerle cuando dice que "Pablo Escobar no debería ser el ejemplo, el ejemplo debería ser alguien como Messi". Cuando uno se lo menciona, él piensa un momento y responde: "Pablo Emilio Escobar Gaviria era un asesino, un terrorista, un narcotraficante, un secuestrador; pero era mi amigo".
"Él era un padre para nosotros, siempre nos pagó todos nuestros trabajos, nos dio dinero demás, nos dio cariño y nos dio respeto. Yo realmente por respeto al alma de Pablo Escobar no le haría ningún reproche, solamente una crítica constructiva: que la guerra fue inútil", admite.
También reconoce que hubo mucha gente que intentó traicionarlo: "Él tenía un décimo sentido, ni siquiera un sexto, un décimo sentido y él tenía un detector de mentiras en los ojos. Una vez entré a una caleta con él, y estaba una señora con el esposo y los niños, el patrón entró, saludó a la señora, los miró a los ojos y la señora le agachó la mirada. Saludó al marido, lo miró a los ojos y me dijo 'vámonos de aquí porque la cosa está rara', y efectivamente estaban torcidos".
LA DEBILIDAD DE PABLO
"Pablo Emilio Escobar Gaviria tenía una sola debilidad, una sola, ni siquiera cuando le volaban edificios y perdía 50 millones de dólares, o diamantes, o un Dalí, o un Miró. La debilidad de Pablo Emilio Escobar Gaviria, era su familia", asegura su ex jefe de sicarios y trae una escena: "Yo recuerdo un día cuando estábamos en guerra con los Pepes que le volaron un edificio y dañaron un cuadro de 75 millones de dólares, un Dalí. Y llegó preocupada la esposa y el patrón le dijo 'Usted no se preocupe que el mayor Dalí que usted tiene son Mariela y Juan Pablo', sus dos hijos".
Pero la contradicción vuelve a aparecer con otra anécdota: "Un día llegó un familiar del patrón del que me reservo el nombre y le dijo: 'Oiga Pablo, eso de las bombas es una locura' -El Cartel de Medellín hizo volar una empresa de agua, un coche bomba, un hotel, y un avión en vuelo entre 1983 y 1993-, imagínese que a usted le maten con una bomba de esas. Y él lo miró a los ojos muy tranquilamente y le dijo 'Yo estoy en una guerra contra la extradición de colombianos a los Estados Unidos de norteamerica, si a mí me capturan me pudro en un calabozo, entre cuatro paredes, más pequeñito que un apartamento de clase media baja aquí. Si mi mamá pasa y la matan con una bomba mía, todos esos son efectos colaterales de la guerra'".
PABLO ESCOBAR VS. EL "CHAPO" GUZMÁN
La pregunta sobre quien es para muchos ser el Pablo Escobar de estos tiempos, el narco mexicano "Chapo" Guzmán, es tan inevitable como tajante la respuesta de Popeye: "Mi respeto con el señor 'Chapo' Guzmán, pero no se le puede parecer en nada a Pablo Emilio Escobar Gaviria".
"Pablo Emilio Escobar Gaviria fue el asesino civil más grande del siglo XX. Pablo Emilio Escobar Gaviria enfrentó a un estado, mató candidatos a la presidencia de la república, mató magistrados, mató 540 policías en las calles de Medellín e hirió a 800, mató periodistas, dinamitó un avión en pleno vuelo y pagó al M19 la toma del Palacio de Justicia", dispara. Y remata: "Ahora todo el mundo está hablando de 'El Chapo', pero esa figura hay que desmontarla".
Y se anima también a hablar de él, de su pasado y de un presente que indefectiblemente sigue atado al Cartel de Medellín, al mismo Pablo Escobar y a sus historias. "Yo hoy estoy hablando de una película, de una serie, de un libro, y no estoy hablando de ser el bandido más grande de la república de Colombia, porque tengo toda la experiencia para irme a las montañas, agarrar un fusil, y hay mucha gente que me seguiría, e iniciar una guerra contra lo que yo quisiera, y la sociedad colombiana tener un Pablo Escobar otra vez en las montañas, pero no quiero eso".
"Yo tengo toda la experiencia del mundo, yo estuve con Pablo Escobar Gaviria al lado y fui general de sus ejércitos. Tengo experiencia de 23 años de cárcel, en las peores cárceles de la república de Colombia, vengo de guerras brutales dentro de prisión, y tengo 53 años de edad, y gracias a Dios ahora que estoy hablando con usted tengo buena salud. Yo podría ser el nuevo Pablo Escobar, pero no quiero eso", sostiene, y que todo lo que busca hoy es que su esposa y su hijo estén orgullosos de él.
LA VIDA DESPUÉS DE PABLO ESCOBAR
Popeye cumplió desde 1992 una condena de cárcel bajo acusaciones de terrorismo, narcotráfico, y homicidio. El 26 de agosto de 2014 logró cumplir el tiempo que le queda fuera de prisión, tras un acuerdo en el que tuvo que declarar, colaborando así a probar la implicación de autoridades del sistema carcelario colombiano en maniobras criminales.
"Yo soy un hombre práctico, yo soy un hombre que creo en Dios, yo soy un hombre que cree en lo físico. En el momento que muere Pablo Emilio Escobar Gaviria, que su tumba es tapada por tierra, en ese momento yo quedo en libertad para esclarecer los crímenes", argumenta, asegurando que confesó sus crímenes para ayudar a la familia de Escobar: "En esa época estaba acorralada esa pobre familia, y nos dijeron que si confesábamos les daban los papeles a ellos para salir del país".
Sin embargo como era de esperar no a todos les cayó bien la noticia de que había hablado: "Muchas personas me lo han recriminado, inclusive miembros del Cartel de Medellín están haciendo alianzas para matarme, también está la DEA, está la CIA", pero sostiene que bajo ningún concepto piensa abandonar Medellín. "También tengo muchos amigos que son bandidos retirados, y yo tampoco soy facilito", advierte como si mandara un mensaje.
Popeye vive en Medellín, es un hombre público, y dice que no se priva de ir a ningún lugar al que lo inviten. Y a pesar de la energía que transmite involuntariamente cuando habla de los días junto a Pablo Escobar, hoy sus botines más grandes parecen pasar por otros lados menos peligrosos: "He aprendido que la felicidad no está en un avión, en una casa con piscina, en una reina de belleza, en un diamante, en un viaje, está en las cosas pequeñas".
Aunque se sabe escuchado, perseguido, vigilado y asegura muchos quieren matarlo, él se siente libre: "Para mí en este momento ir al supermercado, para mí poder tener una nevera en mi apartamento es un placer porque en la prisión no hay nada helado, o el mero hecho de poder prender y apagar la luz, porque en la prisión las apagan a las 7 de la tarde y las prenden a las 6 de la mañana. Yo hoy mantengo las llaves de la puerta en el bolsillo, yo estoy en libertad".
Un día el periodista Leandro Wittemberg me llamó y me dijo: “tengo un teléfono, es una entrevista para que hagas vos, pero lo tenés que convencer. Esa parte corre por tu cuenta”. Después de varios mensajes, de teléfonos a los que sólo se les ponía la batería a los horarios acordados, hablamos con Popeye. Se publicó en Minutouno el 2 de diciembre de 2015.
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