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#Gasto anual de agua per cápita
aperint · 2 months
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Siempre será poco
Siempre será poco #aperturaintelectual #vmrfaintelectual @victormanrf @Victor M. Reyes Ferriz @vicmanrf @victormrferriz Víctor Manuel Reyes Ferriz
12 DE MARZO DE 2024 Esto es para ti papi POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ Hablar del cambio climático jamás será suficiente hasta que en realidad hagamos algo que detenga el caos que seguimos generando actualmente porque si bien es cierto que los efectos de la catástrofe posiblemente no los lleguemos a vivir quienes tenemos cierta edad, también es cierto que no por ello podemos hacernos de la…
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top10negocios · 2 years
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Comidas navideñas: más de un tercio elegiría un menú vegetariano
La marca de margarinas y cremas Tulipán preparó el estudio «Evolución de las comidas navideñas en España». Según éste, se anticipan nuevas tendencias en el menú de estas fechas especiales. Por ejemplo, más de un tercio de los españoles elegiría platos vegetarianos. Aunque la mayoría mantiene las recetas tradicionales, aumentan los que adoptan propuestas modernas. Además, la gran mayoría es consciente de la necesidad de reducir el consumo de carne y preferir ingredientes naturales.
Revelaciones del estudio «Evolución de las comidas navideñas en España»
El estudio «Evolución de las comidas navideñas en España» reveló las nuevas tendencias en alimentación en estas fechas emblemáticas. Fue preparado por la marca Tulipán, fundada en 1949  a partir de la iniciativa de un grupo de amigos en 1945 para elaborar margarinas.
La investigación marca las siguientes tendencias:
Cuatro de cada diez españoles cree que debería disminuir el consumo de carne en estas fechas para ayudar a la salud de las personas y del planeta.
92% sigue compartiendo la comida de Navidad con su familia.
1% se reúne con amigos.
Para el 70% lo mejor de la Navidad son las reuniones con los familiares y seres queridos.
Los postres preferidos son galletas y los bizcochos, roscón y turrón.
34% de los encuestados prepararía un menú vegetariano en el futuro.
94% muestra preferencia por los ingredientes naturales.
Platos tradicionales vs. propuestas modernas en las comidas navideñas
La investigación indagó también acerca del tipo de platos que se preparan para las comidas navideñas. Estos fueron los resultados:
Seis de cada diez españoles mantienen los platos más tradicionales pero incluyen en sus menús algunas propuestas modernas.
58% prepara recetas típicas heredadas y transmitidas entre las distintas generaciones de la familia.
57% aprovecha las fiestas y los preparativos navideños para cocinar platos sencillos con los más pequeños de la casa.
El tradicional roscón gana cada vez más adeptos, lo elegiría como postre el 27% de los encuestados. En tanto, las galletas y los bizcochos son los preferidos por el 28% y los turrones por el 21%.
Más sobre cambios de hábitos en consumos navideños
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación emitió el informe anual del consumo alimentario en España noviembre 2020 / noviembre 2021.
Este informe dedica un apartado especial a los productos navideños. Según el informe, los productos navideños más consumidos son los turrones, que insumen el 27,2% del volumen y el 35,4% del gasto. En tanto, mantecados y polvorones se mantienen en una cuota del 27%.
La mayor reducción en volumen y valor se registra en los mazapanes, que representan solamente el 3,3% del volumen de compra y el 3.9% del gasto.
En cuanto a los canales de compra, el 84,4% se adquiere en supermercados, hipermercados, autoservicios y tiendas de descuento. Sin embargo, los supermercados perdieron en 2020 el 3% de las ventas respecto de 2019. En tanto, la mejor evolución es para el canal e-commerce, con un aumento del 60,4%. Las tiendas de descuento ganan espacio. De hecho, son el segundo canal más utilizado, con el 24,6% del volumen en la categoría de consumos navideños.
Respecto del cambio de hábitos en las comidas navideñas, se observa que los hogares compuestos por jóvenes independientes, parejas jóvenes sin hijos o parejas con hijos pequeños, son los que menos consumen estos productos.
En tanto, los menores de 49 años no llegan a consumir la media de 0,78 Kg. de productos navideños por persona por año. En cambio los mayores de 50 mantienen un consumo per cápita superior.
Tulipán, marca comprometida con los ingredientes naturales
Tulipán es una marca de margarinas y cremas con 70 años de presencia en el mercado español.
Sus etiquetas indican que utilizan 100% ingredientes naturales. Según la empresa, los productos se basan en recetas simples a partir de la mezcla de aceites vegetales y sabores naturales, ocasionalmente agua y un pequeño agregado de sal.
Algunos de sus productos están adicionados con vitaminas para aportar micronutrientes a la dieta.
Por ejemplo, su producto Tulipán Original no contiene aceite de palma y está adicionada con vitaminas A, D y E. No contiene gluten. Los aceites utilizados son los de girasol y nabina en proporciones variables, grasa de coco, suero de mantequilla, lecitina de girasol como emulgente y ácido láctico como acidulante. Además, contiene 0,4% de sal.
En tanto, el producto Tulipán Rama para cocinar, está elaborado con aceites vegetales y 15% de materias grasas. Sus ingredientes son suero de mantequilla, leche desnatada, aceite de nabica, estabilizantes, colorantes, emulgentes y agua.
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elreporterodigital · 5 years
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La crisis del Agua | El #podcast de @elreportero
José Antonio Zapata Cabral / @elreportero Damos por sentado que saldrá agua limpia cuando abrimos una llave, toda la que queramos en el momento que la necesitemos. Es muy fácil olvidar que este es un increíble logro humano, y una de sus más grandes luchas. Es tan importante este pináculo del desarrollo, que basta decir que las civilizaciones que la aprovecharon crecieron, y las que no lo hicieron, cayeron. Hoy, siete de cada diez personas en el planeta cuentan con agua corriente en sus casas, y cada una de ellas abre la llave con toda la confianza de que saldrá. Pero esos días podrían terminarse, y más pronto de lo que creemos podríamos correr la misma suerte que se pronosticó para Ciudad del Cabo, que es la primera gran ciudad del mundo en planear cortar indefinidamente el suministro de agua potable, dejando a cuatro millones de personas sin este servicio, lo que significará que tendrán que buscar sus raciones de agua limpia y que deberán hacer filas para obtenerla. El ‘día cero’ para esta ciudad no es exclusivo de Sudáfrica. Otras grandes ciudades como Sao Paulo, Melbourne, Yakarta, Londres, Beijing, Estambul, Tokio, Bangalore, Barcelona y Ciudad de México -si, escuchaste muy bien: nuestra Ciudad de México-, verán llegar ese fatídico momento en las próximas décadas, a menos que su uso de agua limpia cambie radicalmente. El que hayamos llegado a este horrible punto tiene su origen en la errónea percepción de que tenemos cantidades copiosas de agua corriente, y que todos tenemos acceso a ella porque sale de todas las llaves, y eso es ya un problema. De hecho, para 2040, o sea, en 21 años, la mayoría del mundo no tendrá agua apta para consumo humano para cubrir la demanda anual, y a pesar de las advertencias, la escasez del vital líquido sólo ha empeorado, y ahora estamos en un delicadísimo punto de inflexión en donde si no tenemos cuidado, se nos puede salir de las manos con desastrosas consecuencias. En este podcast no nos gustan las exageraciones, así que cuando decimos que las consecuencias serán desastrosas, de verdad lo serán, y no te imaginas cómo, sobre todo cuando debemos considerar que sin agua potable, los humanos nos morimos. Punto. No hay más que considerar. Llegados a este punto, tenemos que preguntarnos, ¿cómo es posible que hayamos creado un mundo donde no hay suficiente del recurso más valioso que tenemos?. Y mientras crece esta crisis, es inevitable que especulemos ¿cómo se verá el nuevo mundo cuando esta crisis nos explote en la cara? Soy Antonio Zapata, mejor conocido como @ELREPORTERO, y en este noveno episodio de la primer temporada tendremos que enfrentar una durísima realidad, pues el que estemos a punto de caer en una crisis del agua potable es simple y sencillamente por nuestra asombrosa capacidad de que nos valga gorro el futuro de las próximas generaciones. Por cierto, este podcast ya lo puedes encontrar en múltiples plataformas, así que si utilizas, iTunes, Spotify, Anchor, Soundcloud, Google Podcasts, Overcast, Pocketcast, RadioPublic, Stitcher o Breaker, sólo tienes que buscar en ellas el nombre de EL REPORTERO para suscribirte y no perderte ni uno solo de nuestros educativos episodios. A la Tierra siempre le hemos dicho ‘el planeta azul’ por una muy justificada razón, pues no hay escasez de agua. Tenemos 1,260 trillones de litros, y siempre la tendremos. Puede convertirse en hielo o evaporarse al aire, pero no sale del planeta. Cualquiera diría que para que la hacemos de emoción con tanta disponibilidad de agua, pero el asunto es que de todo ese montón de líquido del que disponemos el 97% es agua de mar, y el dos por ciento está atrapada en el hielo polar, así que en realidad la humanidad sólo puede disponer del 1% del agua que hay en el mundo para sobrevivir. Así que es importante dejar claro a qué nos referimos cuando se nos está acabando el agua, pues en realidad se trata de nuestra capacidad de acceso al recurso hídrico apto para el consumo humano. La posibilidad de utilizar y aprovechar el minúsculo porcentaje de agua potable en el planeta depende de dónde vivimos. Para poner un par de ejemplos elocuentes, Kuwait es uno de los países más pobres en términos de agua per cápita, y Canadá, uno de los más ricos. Si los comparamos, resulta que Canadá tiene diez mil veces más agua potable que Kuwait. También importa dónde está el agua. Volvamos al raquítico uno por ciento del agua que podemos usar en el planeta. Resulta que casi el 70 por ciento de ese recurso es subterráneo, donde es más difícil y caro de obtener. Por eso no debe causarnos ninguna sorpresa que más del 90% de la población mundial esté instalada cerca de aguas superficiales, como ríos y lagos. Siglos atrás, cuando los aztecas se asentaron en la actual Ciudad de México encontraron un lago gigantesco. Cuando los españoles llegaron en el siglo XVI, primero se maravillaron con la visión de una ciudad que parecía flotar en el agua, y después se dedicaron a drenar el lago. El espacio que dejó el agua fue ocupado por personas, y a partir de 1950 la población explotó hasta alcanzar los más de 22 millones de citadinos. Y hoy resulta que ni siquiera la inseguridad es el mayor de los problemas de la CDMX, sino el agua… siempre el agua… Irónicamente, en Ciudad de México llueve más que en Londres, pero los lagos que habrían recolectado esa agua desaparecieron, así que no sólo es por ello que la ciudad se inunda, sino que de cualquier manera es necesario llevar a ella mucha agua de otras partes de México, o bombearla de abajo de la tierra. Cierto es que hemos mejorado sustancialmente el acceso al agua subterránea, pero hay un detalle que lo echa a perder todo, y es que resulta que los depósitos de agua, llamados acuíferos, se han acumulado por milenios, y a su vez tomará milenios para que vuelvan a llenarse. Dicho de otra forma, la lógica que los mexicanos debimos haber aplicado es pensar en el agua subterránea es como si fueran ahorros, utilizándola sólo para los momentos graves, como las sequías. Pero no… Resulta que el suministro del acuífero equivale al 50% de lo que utiliza la CDMX. Así que no tiene remedio: en los próximos se acabará la mitad del agua que consume la ciudad en los próximos 30 a 50 años. Es una certeza matemática. Sacar el agua subterránea tiene otro efecto colateral, pues comprime el suelo y es por ello que la Ciudad de México se está hundiendo a un ritmo de 20 centímetros por año en algunos lugares. Nuestra ciudad no es la única que se está acabando su reserva de agua. Los acuíferos al norte de la India disminuyeron 110 billones de litros en solo una década. Y para poner peor las cosas, hay más gente en la Tierra consumiendo más agua. En este siglo el consumo de agua se ha elevado siete veces, mientras que la lluvia y la nieve con la que contamos para regar cultivos y rellenar ríos y lagos se vuelve menos confiable, porque con el cambio climático el agua disponible varía, y cada vez vemos más áreas en el mundo que experimentan períodos de sequía mucho más extensos. Pero este no es el único problema, sino cómo usamos la poca agua apta para nuestro consumo. Los humanos necesitamos más de tres litros de agua al día, con todo y cepillarnos los dientes y lavarnos las manos. Pero cada vez que vamos al baño, usamos diez litros. Y sin embargo, ese proceso de desperdicio de agua de todos nosotros sólo representa el 8 % del consumo anual. La industria se lleva el 22 por ciento, y la agricultura el 70%, incluyendo la comida y los productos que usamos. Por ejemplo, una Coca Cola no es solo el agua que contiene la bebida, sino la implícita en el proceso de su manufactura, que eleva la cantidad a 35 litros utilizados por cada botella producida. Y así, nos podemos hacer una lista de gasto escalofriante: nos gastamos setenta y cuatro litros de agua por cada vaso de cerveza; 130 litros por cada taza de café; 1,608 litros por cada kilo de pan; 5,060 litros por cada kilo de queso; 140 litros por cada durazno; 160 litros por cada plátano, y 2,500 litros por cada playera de algodón. Pero nada, absolutamente nada consume tanta agua como la producción de carne. La alfalfa es un ingrediente común del alimento de ganado, y cultivar un kilogramo requiere 510 litros de agua, y una vaca promedio consume 12 kilogramos de alimento al día. Así resulta que una hamburguesa promedio requiere 1,650 litros de agua, lo que se traduce en un gasto de más de 15 mil litros de agua por cada kilo de hamburguesas. Hoy resulta que todo el mundo come cada vez más y más como los estadounidenses: dietas altas en calorías con más carne. Pero el desequilibrio radica en que los granjeros de Estados Unidos prácticamente no pagan por el agua que consumen, así que eso no sólo explica por qué las hamburguesas son más baratas allá, sino que somete a presiones extra el consumo del agua en otros países cuyos ciudadanos se mueren por comer como los estadounidenses. En la mayor parte del mundo el agua se trata y valora como si siempre fuera a haber suficiente. Por lo que terminamos haciendo derroches absurdos. Por ejemplo, el árido Sur de California utiliza siete billones de litros de agua al año para cultivar alfalfa, y la obtienen del Río Colorado, que está a cientos de kilómetros, y la suma que pagan por ella ni siquiera cubre el costo de entrega. Una fracción del agua que utiliza la industria vinícola de Sudáfrica alcanzaría para que Ciudad del Cabo se olvidara de sus problemas de escasez, y la India y China tienen sus cultivos que requieren más agua en sus zonas más secas. Es una apuesta perdida. Más temprano que tarde esta tendencia deberá cambiar, y no sólo los ecologistas lo dicen, sino que también los mandones de la economía ya vieron el gran negocio en el que se puede convertir la escasez de agua potable. Por ejemplo el banco Goldman Sachs predijo que el agua será el petróleo del siglo 21, además de que intereses privados, como fondos de cobertura, comenzaron a comprar agua, lo que ha desatado el miedo de que se aprovechen de la carencia para obtener ganancias. Todo el mundo le tiene terror a que aumente el costo del agua, de hecho yo vivo en una ciudad en la que el agua es relativamente cara comparada con el resto de México, pero la realidad es que esto puede tener beneficios, de entrada porque de esa forma no cometeríamos el estúpido error de cultivar cosas que no tienen sentido en lugares áridos, y porque económicamente no sirve. Incrementar el costo del agua también evitaría que el actual 95 % de la tierra irrigada de cultivo en el mundo use el método de irrigación más ineficiente, que consiste en simplemente inundar los campos. Si el agua tuviera mayor precio los gobiernos podrían creer que vale la pena reparar la infraestructura, porque ahora simplemente no estamos invirtiendo los recursos financieros necesarios para hacer un buen sistema de mantenimiento. Es necesario volver entonces a nuestra querida Ciudad de México, que acelera su camino hacia una crisis de agua al perder tranquilamente cerca de la mitad de su agua potable por fugas, lo que nos pinta de cuerpo entero con nuestro vergonzoso y absoluto desprecio por el enorme esfuerzo que implica calmar la sed de la ciudad. Lamentablemente, es hasta que se acaba el agua cuando valoramos tenerla. En noviembre de 2018 el Sistema de Aguas de la Ciudad de México tuvo que llevar a cabo reparaciones en el sistema de bombeo Cutzamala, y millones de capitalinos se enfrentaron, sólo por unos días, a la falta de agua entubada, lo que los obligó a echar mano de cubetas para poder contar con el líquido. En 2017 la ciudad de Mexicali firmó un trato con Constellation Brands, productora de cervezas Modelo y Corona, para construir una cervecería. Sería la mayor inversión que la región vio en años y crearía 750 empleos permanentes. A cambio, la cervecería tendría garantizada mucha agua. Pero resulta que Mexicali no tiene agua de sobra. Su fuente de agua principal es el Río Colorado, que nace en el estado de Colorado, en EE. UU. alimentado por el deshielo de las Montañas Rocosas. Como las temperaturas son cada vez más altas en años recientes, esto implica menos nieve, y por lo tanto, menos río. El río fluye hacia el sur y baña algunas ciudades en su camino, como Denver, Salt Lake City, Las Vegas, Phoenix y Los Ángeles, además de casi 2,4 millones de hectáreas de tierra de siembra. Obviamente, para cuando llega a Mexicali, es prácticamente un hilito de agua sucia, y esto ha desatado una batalla cruenta entre los habitantes de la ciudad y la empresa, mientras que el gobierno se ampara con la generación de empleos, haciéndose completamente a un lado en el conflicto. En julio de 2018, el gobierno federal de México emitió un decreto que facilita a negocios como Constellation Brands extraer agua superficial en todo el país. El caldo de cultivo perfecto para un enfrentamiento. Y así sucedió. En enero de 2018 manifestantes intentaron bloquear físicamente la construcción del acueducto de la cervecería, y los enfrentamientos de las personas con la policía fueron inevitables. La escasez de agua está incrementando los conflictos violentos en el mundo. En el noreste de Nigeria las cosas también se pusieron bastante mal, pues la constante desecación del lago Chad provocó que desapareciera el sustento para millones de personas, estallando en un conflicto imposible de contener y que es el origen del actual conflicto en Darfur que, desde 2003, se ha llevado cientos de miles de vidas. Algunos analistas dicen que la guerra civil en Siria fue causada en gran parte por la severa sequía en 2006. Mientras aumenta la tensión por el agua, los gobiernos consideran cada vez más seriamente una idea que alguna vez fue considerada totalmente disparatada. Crear agua. La desalinización de agua de mar se ha duplicado en la última década, pero la cantidad producida al año apenas llega al 1% del agua que usamos. Lamentablemente, este proceso está aún muy lejos de ser el santo grial de los avances, pues es muy costoso y requiere de muchísima energía, lo cual por ahora lo convierte en un esfuerzo económicamente inviable. Esto nos lleva a una aterradora conclusión: la desalinización requiere que sea viable económicamente, y eso sucederá cuando de verdad no nos quede más remedio que pagar por este costoso proceso. Y parece que vamos precisamente por ese camino. Si eso sucede, el precio de los alimentos se disparará, muchas industrias colapsarán, y grandes compañías como Constellation Brands simplemente agarrarán sus chivas y se irán a otra parte en donde haya agua barata. El agua no es como el petróleo, ni como cualquier otro producto básico. Es un tema de supervivencia, porque sin agua nos morimos. En 2010 la ONU reconoció el acceso al agua e instalaciones sanitarias como derecho humano. En el papel se ve muy bonito, pero en realidad ese es el desafío de nuestra crisis de agua: lograr que las personas valoren un recurso invaluable mientras nos aseguramos que todos lo tengan. ¿Se acuerdan que les dije que en mi ciudad se cobra el agua más cara de México? Pues sí, estoy hablando de la ciudad de Aguascalientes, y me consta que cuando el precio del agua se eleva para hacer arreglos o alentar el ahorro, los platos rotos los terminan pagando los más pobres. La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 28 de julio de 2010 que son necesarios entre 50 y 100 litros diarios por persona, y hasta allí todos de acuerdo, sin duda, pero el problema es que cuando se llega a la sugerencia de que su costo no sea mayor al 3% de los ingresos del hogar la cosa se pone complicada, porque cada vez cuesta más extraer y distribuir el agua. Claramente tenemos que fijar el precio de forma tal que se protejan las necesidades humanas básicas. El hecho de que todos necesitemos agua hace a esta crisis especialmente difícil. Pero también puede inspirarnos a actuar de formas excepcionales para resolverla. El Día Cero de Ciudad del Cabo se programó para el 21 de abril de 2018, pero la gente empezó a generar sus propios esquemas de conservación del agua colocando depósitos instalados para recoger el agua de lluvia, poner cubetas bajo cada llave para no desperdiciar ni una gota, aprenderse lo que gasta cada programa de la lavadora o bañarse a toda prisa son algunos trucos con los que los ciudadanos lograron ceñirse al límite de 50 litros por persona al día impuesto por las autoridades municipales. El anunciado ‘Día Cero’ terminó por no llegar, porque la gente tomó conciencia del monstruoso problema por venir, a tal grado que el consumo de agua se redujo a menos de la mitad que cuatro años antes. Además, la ciudad tuvo un momento se suerte, pues comenzó a llover, lo cual bajó bastante la presión para las autoridades y permitió a los ciudadanos poner en práctica nuevos sistemas de recolección de agua de lluvia. Actualmente, Ciudad del Cabo ha suspendido, pero no retirado, el conteo regresivo para el día cero. Pero las enseñanzas que nos ha proporcionado son valiosísimas, pues nos mostró lo que los humanos somos capaces de hacer cuando se trata de conservar uno de los bienes más preciados que tenemos. El secreto es reconocer cuán valiosa es el agua antes de que no alcance, y recordar que nuestros destinos están unidos a lo que sale de la llave. La Ciudad de México se fundó en un lago, pero hoy en día la relación de los mexicanos con el agua es muy distante. Es vital recuperar nuestra conciencia histórica con el agua, y podemos hacerlo mediante muchas acciones que ya se están llevando a cabo en otros países para ahorrarla, pero sobretodo, y mucho más importante, para ser conscientes de que el agua tiene un enorme valor para todos.
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Panamá, país con mayor crecimiento económico
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Conocido como el "Singapur latinoamericano" por su éxito económico, Panamá es el país con el mayor crecimiento de América Latina en los últimos 25 años. A diferencia de otras naciones centroamericanas como Honduras, Nicaragua o El Salvador, el país abrió su economía al mundo hace más de 30 años, justo cuando la región estaba sumida en la llamada "década perdida", en medio de una profunda crisis económica. "Panamá experimentó un salto cuántico económico", dice Alejandro Santos, jefe de Misión en Panamá y jefe de división en el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). "Fue un impulso gigantesco, comparable con (el de) otros países asiáticos como Singapur o Corea del Sur". Y así lo muestran las cifras: en los últimos 25 años, Panamá lideró el crecimiento económico de la región con un 5,9%, seguido por República Dominicana, Perú, Chile y Costa Rica, según las estimaciones del FMI.
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La expansión económica de Panamá es comparable a la de países asiáticos. De hecho, Panamá expandió su economía más del doble del promedio regional. Los rascacielos de Ciudad de Panamá y el impactante flujo comercial que transita por su icónico canal, sumado al sabor cosmopolita de la urbe y el dinero que corre por sus venas, crean la apariencia de una "joya del progreso". Sin embargo, Panamá está lejos de ser un paraíso: es uno de los países más desiguales de la región y ha estado en el centro de los mayores escándalos de corrupción de los últimos años en América Latina.
Gran salto
Hacia fines de la década de los 80, los países latinoamericanos vivían los duros efectos de la ola recesiva que asolaba a Latinoamérica en aquel entonces. Deudas externas impagables, grandes déficit fiscales y volatilidades inflacionarias y de tipo de cambio, eran la norma.
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La ampliación del Canal de Panamá aumentó el tráfico marítimo al doble. En cambio Panamá, que tenía un cierto nivel de estabilidad política, comenzó a abrirse al comercio internacional, cuenta Santos. Si a eso le sumamos una posición geográfica privilegiada, agrega el especialista, se puede ver por qué el país terminó transformándose en uno de los grandes centros internacionales de comercio, finanzas y actividad logística. Y más recientemente, la ampliación del Canal de Panamá (concluida a mediados de 2016), le permitió a la vía interoceánica doblar su capacidad de tráfico marítimo y el paso de buques de mayor dimensión, conocidos como los Postpanamax.
El gran motor que mueve la máquina
Aunque el canal no es la única razón del crecimiento económico, le ha permitido al país encauzar muchas de las inversiones. "Panamá ha invertido muchísimo en los últimos cinco años", dice José Cuesta, economista del Banco Mundial, en conversación con BBC Mundo.
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Panamá tiene uno de los mayores niveles de inversión en la región. ​Tanto así, que las tasas de inversión han llegado a cerca de 40%, haciendo que el país mantenga su ritmo de crecimiento económico, con el desarrollo de industrias como la logística, las telecomunicaciones y las finanzas. El aeropuerto, agrega, ha sido sin duda otro de los grandes imanes de inversión, aparte del metro y otras obras de infraestructura como puentes y sistemas de agua y saneamiento. "Esto ha permitido reducir considerablemente la pobreza", explica, desde un 22% en 2010 a 13% en el 2018. En la práctica, en los últimos cuatro años han salido de la pobreza 150.000 personas.
Uno de los países más desiguales
Bajar la pobreza es una cosa, pero disminuir la desigualdad es una muy diferente. "La desigualdad de Panamá es una de las más altas de América Latina", apunta Cuesta. "Y Latinoamérica es la región más desigual del mundo".
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Panamá es uno de los países más desiguales de América Latin. El ranking de la desigualdad (medida por el Coeficiente de Gini) ubica a Brasil como el país más desigual de la región, seguido por Honduras y Panamá, según las últimas cifras disponibles del Banco Mundial, que corresponden a 2017. Venezuela no está incluido en la lista, porque no existe información oficial disponible. "Para un país de ingreso alto, es difícilmente justificable tener esos niveles de desigualdad", agrega el economista. Pero al mirar aún más a fondo aparece un desafío aún mayor: la precaria situación en la que se encuentran las comunidades indígenas del país. "La pobreza en las comunidades indígenas es 10 veces mayor que en el resto del país". En esas condiciones, plantea Cuesta, se requiere una política social "más ambiciosa", con aumento del gasto social para proteger a la gente más pobre.
"Nada se compara al latrocinio de Odebrecht"
"No se puede minimizar la importancia de la corrupción y sus devastadoras consecuencias", dice Olga de Obaldía, la directora ejecutiva del Capítulo Panameño de Transparencia Internacional, una organización sin ánimo de lucro fundada en 1993 para luchar contra prácticas corruptas a nivel global.
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El escándalo de Odebrecht remeció al país. El país quedó en la mira cuando en 2016 estalló el escándalo de los "Panamá Papers", una filtración de documentos confidenciales de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca, acusada de ayudar a implementar maniobras de evasión y elusión fiscal en favor de personas ricas y poderosas en todo el mundo. De ahí en adelante fueron destapándose otros escándalos que remecieron al país. "El mayor de todos los casos de corrupción en Panamá es el de Odebrecht", argumenta De Obaldía, refiriéndose a la empresa brasileña que reconoció el pago de millonarios sobornos a funcionarios del gobierno panameño (y de otros países latinoamericanos) para adjudicarse contratos. Odebrecht echó gasolina al fuego de la indignación ciudadana contra la clase política en Panamá, una furia que estuvo presente en las elecciones presidenciales de mayo de este año, en las que resultó electo Laurentino "Nito" Cortizo.
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Laurentino "Nito" Cortizo gobernará Panamá en el periodo 2019-2024. "Lo más grave es la impunidad", apunta. "La falta de justicia genera una sensación terrible en la sociedad".
El impulso minero
A pesar de los escándalos de corrupción y la denuncia de impunidad, la economía sigue expandiéndose. Y aunque en 2018 el crecimiento económico fue de 3,7%, el FMI proyecta que este año el país volverá a crecer este año en torno al 6%. Si es es así, Panamá superaría a Chile como el país con mayor crecimiento económico per cápita de la región en 2019. Pero eso depende de que se recupere el sector de la construcción (que el año pasado estuvo sumido en una extensa huelga) y del nivel de exportaciones que alcance la mina Cobre Panamá, operada por la empresa canadiense, First Quantum. La firma espera vender cerca de 320.000 toneladas anuales de concentrado de este mineral cuando alcance su nivel tope de producción.
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El gran reto de Panamá es mantener el ritmo de crecimiento. "El gran reto de Panamá es mantener el ritmo de crecimiento", dice Alejandro Santos del FMI, algo que no es nada fácil cuando una economía ha estado corriendo a toda velocidad. Con todo, los pronósticos de expansión económica siguen siendo optimistas, más aún cuando la exploración minera sigue avanzando en busca de nuevos yacimientos de cobre. Read the full article
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dinafbrownil · 4 years
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Un sistema de salud pública devastado enfrenta más recortes en medio del virus
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El sistema de salud pública de los Estados Unidos ha subsistido en la precariedad durante décadas y carece de los recursos necesarios para enfrentar la peor crisis de salud en un siglo.
Mientras enfrentan juntos una pandemia que ha enfermado al menos a 2.3 millones de personas en el país, y matado a más de 120,000, y que ha costado millones de empleos y $3 mil millones en dinero de rescate federal, a los trabajadores de salud de los gobiernos estatales y locales a veces se les paga tan poco que califican para ayuda pública. Rastrean al coronavirus en registros compartidos por fax. Trabajando los siete días de la semana por meses, temiendo que se congelen sus salarios, que los despidan, e incluso la reacción negativa del público.
Forma parte del grupo de Facebook de Kaiser Health News en español “KHN-Hablemos de Salud”.
KHN-Hablemos de Salud
Desde 2010, el gasto para los departamentos de salud pública estatales ha disminuido un 16% per cápita, y el gasto para los departamentos de salud locales ha bajado un 18%, según un análisis de KHN y Associated Press. Al menos 38,000 empleos de salud pública locales y estatales han desaparecido desde la recesión de 2008, dejando en algunos lugares una fuerza laboral esquelética.
KHN y AP entrevistaron a más de 150 trabajadores de salud pública, legisladores y expertos, analizaron registros de gastos de cientos de departamentos de salud estatales y locales, e indagaron en las legislaturas estatales. La investigación reveló que, a todo nivel, el sistema está amenazado por la falta de financiación y medios.
A lo largo del tiempo, los departamentos de salud estatales y locales han recibido tan poco apoyo que se encontraron sin dirección, ignorados e incluso vilipendiados.
En medio de la recesión económica causada por la pandemia, los estados, las ciudades y los condados han comenzado a cesantear y despedir al personal, aun cuando los estados están reabriendo y comienzan a aumentar los casos de COVID.
“No le decimos al departamento de bomberos, ‘lo siento. No hubo incendios el año pasado, por lo que vamos a quitarle el 30% de su presupuesto’. Eso sería una locura, ¿verdad?”, dijo el doctor Gianfranco Pezzino, oficial de salud en el condado de Shawnee, en Kansas. “Pero lo hacemos con la salud pública, día tras día”.
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El Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en Ohio, gastó solo $40 por persona en 2017. Cuando atacó el coronavirus, tenía tan poco personal que las tareas de Jennifer Gottschalk, supervisora ​​de salud ambiental, incluían supervisar las inspecciones de campamentos y piscinas, y el control de roedores, además de la preparación para brotes.
Cuando Gottschalk, de 42 años, y cinco colegas se enfermaron con COVID-19, se encontró respondiendo llamadas de trabajo desde su cama del hospital. “Tienes que hacer lo que tienes que hacer para que el trabajo se haga”, expresó.
Casi dos tercios de los estadounidenses viven en condados que gastan más del doble en vigilancia policial que en la atención médica no hospitalaria, que incluye la salud pública.
La subvaloración de la salud pública contrasta con su papel multidimensional. A diferencia del sistema de atención médica que está dirigido a las personas, el de salud pública se centra en la salud de las comunidades en general. Las agencias están legalmente obligadas a proporcionar una amplia gama de servicios esenciales.
Jennifer Gottschalk, supervisora de salud del medio ambiente del Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en su oficina en Toledo, Ohio. "La semana pasada los gritos de los residentes por dos horas seguidas sobre regulaciones que no puedo controlar me dejaron completamente agotada", dijo a mediados de junio.(AP Photo/Paul Sancya)
“A la salud pública le encanta decir: cuando hacemos nuestro trabajo, no pasa nada. Pero nadie nos da una medalla por eso”, dijo Scott Becker, director ejecutivo de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública. “Les hacemos pruebas al 97% de los bebés de los Estados Unidos para detectar trastornos metabólicos, y otros problemas. Testeamos el agua. ¿Te gusta nadar en el lago y no te gusta que tenga excremento? Piensa en nosotros”.
El público no ve los desastres que se evitan. Y es fácil no prestar atención a lo que no vemos.
Una historia de privaciones
Las promesas ocasionales del gobierno federal de apoyar los esfuerzos locales de salud pública han sido efímeras.
Por ejemplo, la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA) estableció el Fondo de Prevención y Salud Pública, que se suponía alcanzaría los $2 mil millones anuales para 2015. Pero la administración Obama y el Congreso lo postergaron por otras prioridades, y ahora la administración Trump está presionando para derogar ACA, lo cual lo eliminaría.
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Si no se hubiera tocado, los departamentos de salud estatales y locales hubieran recibido eventualmente un monto adicional de $12.4 mil millones, lo que los hubiera fortalecido frente a la actual pandemia.
Los líderes locales y estatales tampoco lograron priorizar la salud pública. En Carolina del Norte, por ejemplo, la fuerza laboral de salud pública del condado de Wake se redujo de 882 personas en 2007 a 614 una década después, incluso cuando la población creció un 30%.
Años de recortes financieros dejaron frágil a esta fuerza laboral predominantemente femenina. En 2017, más de una quinta parte de los trabajadores de salud pública en los departamentos locales o regionales fuera de las grandes ciudades ganaron $35,000 o menos al año, según una investigación realizada por la Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales y la Fundación Beaumont.
Casi la mitad de los trabajadores de salud pública planean retirarse o irse de sus organizaciones en los próximos cinco años, y la razón que encabeza la lista es una remuneración deficiente.
María Fernanda rastrea contactos de personas con COVID en el Departamento de Salud del condado de Miami-Dade, en su oficina de El Doral, en Florida, en mayo. En los estados, los departamentos de salud locales, encargados de realizar este trabajo de detectives tienen una fuerza laboral mucho menor de la que se requiere para esta tarea.(AP Photo/Lynne Sladky)
Hace dos años, Julia Crittendon, ahora de 46 años, aceptó un trabajo en el departamento de salud estatal de Kentucky. Pasaba sus días reuniendo información sobre las parejas sexuales de las personas para combatir la propagación del VIH y la sífilis. Ganaba tan poco que calificó para Medicaid, el programa de salud federal gerenciado por los estados para los estadounidenses de bajos recursos. Al no ver oportunidades de crecimiento, renunció.
Desde que comenzó la pandemia, líderes de salud pública estatales y locales han renunciado en masa. Desde abril, al menos 32 presentaron su renuncia, se retiraron o fueron despedidos en 16 estados, según una revisión de KHN/AP.
De mal en peor
Scott Lockard, director de salud pública para el Departamento de Salud del distrito Kentucky River, en Appalachia, está luchando contra el virus con un servicio celular 3G, registros en papel y un tercio de los empleados comparado con los que tenía el departamento hace 20 años.
En la zona rural de Missouri, Melanie Hutton, administradora del Centro de Salud Pública del condado de Cooper, dijo que su estado le dio $18,000 al servicio de ambulancias local para combatir COVID y proporcionó máscaras a los departamentos de bomberos y policía.
“Para nosotros, ni una moneda de cinco centavos, ni una máscara”, contó. “Obtuvimos [cinco] galones de desinfectante de manos casero hecho por prisioneros”.
La Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales dijo que, desde que comenzó la pandemia, el gobierno federal ha asignado más de $13 mil millones para actividades de los departamentos de salud estatales y locales, incluyendo rastreo de contactos, control de infecciones y actualizaciones tecnológicas.
En el condado de Fairfax, en Virginia, las pruebas para COVID-19 han estado disponibles sin costo y sin una orden del doctor. El día de la foto, el 23 de mayo, de 10 am a 6 pm, oficiales planeaban hacerle la prueba a unas 1,000 personas, mientras cientos hacían fila en autos y a pie, en este sitio de pruebas al paso en Annandale.(AP Photo/Jacquelyn Martin)
Pero al menos 14 estados ya han recortado los presupuestos o los empleos del departamento de salud, o estuvieron considerando activamente estos recortes en junio, según una revisión de KHN/AP.
Las reducciones amenazan con limitar programas cruciales como clínicas de inmunización, control de mosquitos, diabetes y programas de nutrición para adultos mayores. Estos recortes pueden hacer que las comunidades ya vulnerables lo sean aún más, dijo E. Oscar Alleyne, jefe de programas y servicios de la Asociación Nacional de Oficiales de Salud del Condado y la Ciudad.
Las personas que han pasado sus vidas trabajando en la salud pública temen estar viendo un patrón que les resulta familiar: los funcionarios descuidan esta infraestructura y luego, cuando surge una crisis, responden con una rápida inyección de efectivo.
Si bien ese dinero temporal es necesario para combatir la pandemia, expertos en salud pública dicen que no solucionará la base erosionada, que es la encargada de proteger la salud de la nación mientras miles continúan muriendo.
Contribuyeron con este informe: los escritores de Associated Press Mike Stobbe en Nueva York; Mike Householder en Toledo, Ohio; Lindsay Whitehurst en Salt Lake City, Utah; Brian Witte en Annapolis, Maryland; Jim Anderson en Denver; Sam Metz en Carson City, Nevada; Summer Ballentine en Jefferson City, Missouri; Alan Suderman en Richmond, Virginia; Sean Murphy en Oklahoma City, Oklahoma; Mike Catalini en Trenton, New Jersey; David Eggert en Lansing, Michigan; Andrew DeMillo en Little Rock, Arkansas; Jeff Amy en Atlanta; Melinda Deslatte en Baton Rouge, Louisiana; Morgan Lee en Santa Fe, New Mexico; Mark Scolforo en Harrisburg, Pennsylvania; y el escritor de Economía de AP Christopher Rugaber, en Washington, D.C.
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cliftonsteen · 4 years
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El Papel Del Café Frente a la Crisis Humanitaria de Yemen
“Yemen sufre la mayor crisis humanitaria del mundo” afirma la ONU. También, es un país que ha sido exportador de café a nivel global durante casi 500 años. Sin embargo, los caficultores yemeníes están enfrentando actualmente una de las condiciones de vida más difíciles del mundo.
¿Cuánta responsabilidad debería asumir la industria cafetera para apoyar a los caficultores yemeníes?, ¿cuáles son las dificultades que enfrentan? y ¿cómo pueden las empresas de café abordar estos problemas?
Read this in English: Coffee’s Role in The Face of Yemen’s Humanitarian Crisis
Una finca cafetalera en Yemen. Crédito: Sabcomeed
Las Desafíos Que Viven Los Productores Yemeníes
Incluso antes del impacto de la guerra civil, ya se consideraba que los agricultores yemeníes vivían en la pobreza, según los estándares de desarrollo internacionales. “Los caficultores vivían con un presupuesto de entre USD 1 y USD 3 por día”, explica Faris Sheibani, presidente y fundador de Qima Coffee, un exportador de café de especialidad establecido en Yemen. 
La guerra civil ha tenido un efecto devastador en la ya difícil situación socioeconómica. Antes de que comenzara el conflicto, en 2014, el PIB per cápita de Yemen era de USD 1,674. Esto lo convertía en uno de los países más pobres del Oriente Próximo y de la región de África del Norte. Sin embargo, para 2018 había caído un 44%, llegando a USD 944. 
El colapso de la economía, la caída del tipo de cambio y el aumento en la inflación se tradujeron en un aumento del doble en los precios de los alimentos y del triple en los precios de los combustibles. Faris me dice que esto redujo a la mitad los estándares de vida de un yemení promedio. 
La ONU afirma que, “un número alarmante de habitantes, es decir, 24,1 millones de personas, o  más de dos tercios de la población, necesitan algún tipo de ayuda o apoyo humanitario y cerca de 14,3 millones necesitan ayuda con urgencia”.
Faris explica que, además de los alimentos, “los ingresos son demasiado bajos para cualquier otra cosa, incluyendo la educación, salud, ya sabes, las necesidades médicas, transporte, viajes, cosas así”. Esto significa que los yemeníes están muriendo por condiciones médicas prevenibles. “[Con] USD 30 o USD 40 por mes se podría salvar alguna vida” me dice Faris. “[Los productores yemeníes] no tienen esa cantidad, ya no pueden permitírselo”.
Los caficultores yemeníes ganan muy poco. Son caficultores “a muy pequeña escala”, me explica Faris, “así que, el área de cultivo normal para un caficultor corresponde a un cuarto de hectárea, o quizás menos”. Él calcula que un caficultor promedio puede cultivar 300 kg de cerezas y venderlas por cerca de USD 1 a los intermediarios locales, probablemente alcanzando un ingreso neto anual de USD 300 provenientes del café.
Para incrementar sus ingresos, los caficultores yemeníes generalmente cultivan alimentos, además del café, consumen un porcentaje de lo que cultivan y venden el resto en los mercados locales. Sin embargo, muchas veces estos alimentos son insuficientes para nutrir a toda la familia. Para aliviar el hambre, algunos caficultores tienen “un producto a base de trigo al que agregan agua y que beben todo el día”, comenta Abdulrahman Saeed, presidente de Sabcomeed, un socio de comercio directo para productores yemeníes: “ellos no tienen las comidas [completas], como nosotros”. 
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Una aldea en la cima de una montaña en Haraz, la región caficultora más vasta de Yemen. Crédito: Qima Coffee
Aumentando Los Ingresos Mediante el Cultivo de Café
Debido a la deteriorada infraestructura, como los caminos o los sistemas de agua, se dificulta el acceso de clientes dispuestos a pagar más. Sin embargo, cuando los productores son capaces de cultivar café de especialidad y de encontrar compradores de especialidad, pueden recibir mayores ganancias.
Cerca de 300 familias pertenecen a la Cooperativa Al-Ruwad en la Gobernación de Saná. “Cuando [comenzamos a trabajar con ellos], recibían entre USD 1,50 y USD 2” por las cerezas maduras, me cuenta Faris. “Ellos estaban en gran medida descuidados, olvidados y eran explotados por muchos comerciantes y exportadores, con quienes trataban en aquel momento”.
“[Nosotros] los ayudamos a organizarse y les entregamos buenas estructuras de control financiero y organizacionales [para que pudieran producir] café de manera sostenible y monitoreable”, dice Faris. 
Qima apoyó a la Cooperativa de Al-Ruwad para promocionarse a través de una subasta en colaboración con Alliance for Coffee Excellence. Recaudó más de USD 160.000 con un precio promedio de USD 36. Yahya H. Al-Lahaba, productor perteneciente a la Cooperativa Al-Ruwad, vendió su café de proceso natural por USD 199 por libra de café verde. 
No todos los productores tienen acceso a subastas como estas. No obstante, Abdulrahman me comenta que vender café de especialidad directamente a un importador aún puede generar ganancias dos o tres veces mayores, en comparación con lo que pagaría un intermediario enfocado en el café de tipo comercial.
De hecho, no hay garantía de que los productores puedan vender su café a aquel intermediario. “Los interesados en [café de calidad] comercial no suben hasta las aldeas”, afirma Abdulrahman. “Los productores tienen que asumir los costos y el riesgo de bajar [a los mercados locales] y vender las cerezas secas”.
Él me dice que un viaje a los mercados locales puede costar hasta 4000 ríales yemeníes, el equivalente a USD 16, en una realidad en la que pocos productores ganan más de USD 3 por día.
En este contexto, acceder al mercado del café y de los alimentos de especialidad puede significar una gran diferencia para los productores. “Nos estamos enfocando en convertirnos en productores de alimentos de especialidad”, dice Abdulrahman. “Porque en Yemen hay mangos, duraznos y variedades que no existen… en el resto del mundo”. 
Faris Sheibani, fundador de Qima Coffee, con Haji Mubarak, uno de los caficultores de la Cooperativa Al-Ruwad. Crédito: Qima Coffee
Mejorando la Infraestructura Local 
Sin embargo, mejores precios no es lo único que las comunidades productoras en Yemen necesitan. Una prioridad urgente es mejorar la infraestructura.
“Los caminos son importantes… si no tienes caminos no tienes residentes, y no tienes mercados”, dice Abdulrahman. 
Sabcomeed construyó un camino entre Al-Shatt y Al-Sarbah, dos comunidades en la región de Anis, para reducir los costos de transporte al visitar a los productores. “Estamos hablando de caminos muy básicos, no hablo de los que ves en Europa”, enfatiza. “[Pero] en lugar de demorarse dos horas en llegar [de una aldea a otra], construir un camino [significa que] tomará media hora”.  
Para las comunidades rurales, un camino puede tener un impacto significativo en la calidad de vida. Reduce el tiempo y el costo de acceder a mercados locales y facilita la venta de frutas y vegetales. Visitar al médico en ciudades más grandes se vuelve más fácil, lo cual significa que las enfermedades prevenibles se pueden diagnosticar a tiempo. Para los niños, asistir a la escuela también se volverá una posibilidad.
Un camino que conecta dos villas rurales en Yemen. Crédito: Sabcomeed
El agua también es una falta. Las comunidades caficultoras a menudo experimentan escasez, lo cual repercute no solo en la calidad del café que producen, sino también en su calidad de vida. Qima Coffee se ocupa de este problema al entregar los materiales para que las comunidades construyan reservas de agua. Sin embargo, muchas otras comunidades deben subsistir sin esta ayuda.
También, hay problemas de acceso a las escuelas, médicos y dentistas, y  electricidad (algo que el Banco Mundial dice que es “casi inexistente en muchas partes del país”). Qima Coffee copatrocina una escuela en la cooperativa Al-Ruwad, financiando los salarios de los profesores.
Aun así, es difícil encontrar una solución para todos estos problemas. 
Le pregunté a Faris cuáles son las barreras para invertir en infraestructura para un gran número de caficultores yemeníes. “Dinero”, responde. “Es deber del gobierno, no de una empresa”. 
Para sortear este problema, él y otros exportadores de especialidad están actualmente haciendo hincapié en el impacto humanitario positivo que tiene el café de especialidad ante organizaciones no relacionadas con el café. Él me cuenta que, “estamos tratando de dialogar con los gobiernos, con distintas ONG, con agencias de desarrollo para que se involucren en estos problemas” 
“Somos en parte caridad, parte ONG, parte negocio”.
Haji Mubarak de pie frente a una reserva de agua de lluvias construida con ayuda de Qima Coffee para su finca en Al-Hayma Al-Kharijiya. Crédito: Qima Coffee
El Café de Especialidad es Una Solución Parcial
A pesar de todo el impacto positivo que el café de especialidad puede tener sobre los productores yemeníes, las ganancias pueden parecer modestas para los estándares del norte global. Abdulrahman señala que los USD 100 de prima que un pequeño productor puede ganar vendiendo a precios de especialidad le ayudarían a cubrir sus gastos de alimentación por un par de meses, dependiendo del tamaño de la familia 
Faris me dice que, “debido a la hiperinflación y al aumento general del costo de los bienes en Yemen, ha significado, cuando menos, que los caficultores han podido mantener el mismo estilo de vida que han tenido antes [de la guerra]”. 
Pero incluso antes de la guerra, Yemen era considerado uno de los países más pobres en Oriente Próximo y el Norte de África. 
Además, es difícil para los caficultores aumentar su rendimiento. “Yemen nunca tuvo el lujo de tener una agricultura de alto rendimiento, alta nutrición del suelo o altos niveles de precipitaciones”, dijo Abdulrahman.  
La mayoría de los productores de café en el mundo utiliza fertilizantes para aumentar la producción. Pero no en Yemen. “Está prohibido. Ni siquiera es costoso, pero ningún fertilizante puede [cruzar las fronteras de] Yemen”, dice Faris. “Si quisiera importar un contenedor con fertilizante, no estoy autorizado debido a los bloqueos, porque el fertilizante puede ser utilizado para construir explosivos. Están en la lista negra de artículos de importación.” 
El abono orgánico también tiene sus límites. “[Los caficultores] apenas producen suficientes frutas y vegetales para hacer abono orgánico”, me comenta Abdulrahman. En comunidades donde es factible producir este tipo de abono, Qima Coffee reparte depósitos para compostaje a los productores para aumentar su producción. Sin embargo, estas comunidades son poco numerosas.
También puede haber un número limitado de comunidades que tienen las condiciones climáticas y de suelo para producir café de grado especial. Y, actualmente, de los cientos de miles de productores de café en Yemen, Abdulrahman estima que menos de diez mil trabajan con compradores de café de especialidad. 
Reflexionando con respecto a la cooperativa Al-Ruwad y a la subasta, Faris dice que “es una historia de éxito a pequeña escala”. 
A pesar de esto, él permanece optimista. “Es un hermoso caso de estudio que nos muestra que si queremos poner esto en marcha, y este es un “sí” muy grande…quizás seamos capaces de cambiar drásticamente los estándares socioeconómicos y las condiciones de cientos de miles, o incluso millones de personas”. 
Aunque los resultados “probablemente no serán tan extremos como con este caso de estudio”, él cree que el café de especialidad tiene un poderoso impacto en las vidas de los caficultores yemeníes y de sus familias.
Un caficultor yemení de pequeña escala con cerezas de café recién cosechadas. Crédito: Qima Coffee
El apoyo de empresas privadas no debería ser la solución para la crisis humanitaria en Yemen. Está sin regular y deja a los consumidores sin la seguridad de si su dinero está ayudando a los caficultores o simplemente aumentando las ganancias de una empresa.
Abdulrahman me cuenta que generalmente ve cómo el café se vende como Mocha Sanani en lugar de Mokha (Moka), y eso le da una señal de alerta. Él se pregunta si un vendedor que no se preocupa por escribir el nombre correctamente, se preocupará por la realidad de los productores yemeníes y de sus condiciones de vida.
Para él, es importante comprar café de especialidad yemení de empresas que han invertido en el país. Porque, aun cuando las empresas privadas no deberían ser las que construyen caminos o pagan el salario a los profesores, son generalmente los únicos que lo estarán haciendo en aquella comunidad caficultora. Y mientras la industria se beneficie con el café yemení, tiene una obligación ética de preocuparse por la calidad de vida de quienes lo producen.
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Escrito por James Harper. Foto principal: Fincas cafetaleras dispuestas en terrazas, en las montañas de la región Al-Hayma de Yemen. Crédito de la foto principal: Qima Coffee.
Traducido por Tati Calderón. Traducción editada por María José Parra.
Ten en cuenta: Este artículo ha sido patrocinado por Sabcomeed.  
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elreportero · 5 years
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La crisis del Agua | El #podcast de @elreportero
José Antonio Zapata Cabral / @elreportero Damos por sentado que saldrá agua limpia cuando abrimos una llave, toda la que queramos en el momento que la necesitemos. Es muy fácil olvidar que este es un increíble logro humano, y una de sus más grandes luchas. Es tan importante este pináculo del desarrollo, que basta decir que las civilizaciones que la aprovecharon crecieron, y las que no lo hicieron, cayeron. Hoy, siete de cada diez personas en el planeta cuentan con agua corriente en sus casas, y cada una de ellas abre la llave con toda la confianza de que saldrá. Pero esos días podrían terminarse, y más pronto de lo que creemos podríamos correr la misma suerte que se pronosticó para Ciudad del Cabo, que es la primera gran ciudad del mundo en planear cortar indefinidamente el suministro de agua potable, dejando a cuatro millones de personas sin este servicio, lo que significará que tendrán que buscar sus raciones de agua limpia y que deberán hacer filas para obtenerla. El ‘día cero’ para esta ciudad no es exclusivo de Sudáfrica. Otras grandes ciudades como Sao Paulo, Melbourne, Yakarta, Londres, Beijing, Estambul, Tokio, Bangalore, Barcelona y Ciudad de México -si, escuchaste muy bien: nuestra Ciudad de México-, verán llegar ese fatídico momento en las próximas décadas, a menos que su uso de agua limpia cambie radicalmente. El que hayamos llegado a este horrible punto tiene su origen en la errónea percepción de que tenemos cantidades copiosas de agua corriente, y que todos tenemos acceso a ella porque sale de todas las llaves, y eso es ya un problema. De hecho, para 2040, o sea, en 21 años, la mayoría del mundo no tendrá agua apta para consumo humano para cubrir la demanda anual, y a pesar de las advertencias, la escasez del vital líquido sólo ha empeorado, y ahora estamos en un delicadísimo punto de inflexión en donde si no tenemos cuidado, se nos puede salir de las manos con desastrosas consecuencias. En este podcast no nos gustan las exageraciones, así que cuando decimos que las consecuencias serán desastrosas, de verdad lo serán, y no te imaginas cómo, sobre todo cuando debemos considerar que sin agua potable, los humanos nos morimos. Punto. No hay más que considerar. Llegados a este punto, tenemos que preguntarnos, ¿cómo es posible que hayamos creado un mundo donde no hay suficiente del recurso más valioso que tenemos?. Y mientras crece esta crisis, es inevitable que especulemos ¿cómo se verá el nuevo mundo cuando esta crisis nos explote en la cara? Soy Antonio Zapata, mejor conocido como @ELREPORTERO, y en este noveno episodio de la primer temporada tendremos que enfrentar una durísima realidad, pues el que estemos a punto de caer en una crisis del agua potable es simple y sencillamente por nuestra asombrosa capacidad de que nos valga gorro el futuro de las próximas generaciones. Por cierto, este podcast ya lo puedes encontrar en múltiples plataformas, así que si utilizas, iTunes, Spotify, Anchor, Soundcloud, Google Podcasts, Overcast, Pocketcast, RadioPublic, Stitcher o Breaker, sólo tienes que buscar en ellas el nombre de EL REPORTERO para suscribirte y no perderte ni uno solo de nuestros educativos episodios. A la Tierra siempre le hemos dicho ‘el planeta azul’ por una muy justificada razón, pues no hay escasez de agua. Tenemos 1,260 trillones de litros, y siempre la tendremos. Puede convertirse en hielo o evaporarse al aire, pero no sale del planeta. Cualquiera diría que para que la hacemos de emoción con tanta disponibilidad de agua, pero el asunto es que de todo ese montón de líquido del que disponemos el 97% es agua de mar, y el dos por ciento está atrapada en el hielo polar, así que en realidad la humanidad sólo puede disponer del 1% del agua que hay en el mundo para sobrevivir. Así que es importante dejar claro a qué nos referimos cuando se nos está acabando el agua, pues en realidad se trata de nuestra capacidad de acceso al recurso hídrico apto para el consumo humano. La posibilidad de utilizar y aprovechar el minúsculo porcentaje de agua potable en el planeta depende de dónde vivimos. Para poner un par de ejemplos elocuentes, Kuwait es uno de los países más pobres en términos de agua per cápita, y Canadá, uno de los más ricos. Si los comparamos, resulta que Canadá tiene diez mil veces más agua potable que Kuwait. También importa dónde está el agua. Volvamos al raquítico uno por ciento del agua que podemos usar en el planeta. Resulta que casi el 70 por ciento de ese recurso es subterráneo, donde es más difícil y caro de obtener. Por eso no debe causarnos ninguna sorpresa que más del 90% de la población mundial esté instalada cerca de aguas superficiales, como ríos y lagos. Siglos atrás, cuando los aztecas se asentaron en la actual Ciudad de México encontraron un lago gigantesco. Cuando los españoles llegaron en el siglo XVI, primero se maravillaron con la visión de una ciudad que parecía flotar en el agua, y después se dedicaron a drenar el lago. El espacio que dejó el agua fue ocupado por personas, y a partir de 1950 la población explotó hasta alcanzar los más de 22 millones de citadinos. Y hoy resulta que ni siquiera la inseguridad es el mayor de los problemas de la CDMX, sino el agua… siempre el agua… Irónicamente, en Ciudad de México llueve más que en Londres, pero los lagos que habrían recolectado esa agua desaparecieron, así que no sólo es por ello que la ciudad se inunda, sino que de cualquier manera es necesario llevar a ella mucha agua de otras partes de México, o bombearla de abajo de la tierra. Cierto es que hemos mejorado sustancialmente el acceso al agua subterránea, pero hay un detalle que lo echa a perder todo, y es que resulta que los depósitos de agua, llamados acuíferos, se han acumulado por milenios, y a su vez tomará milenios para que vuelvan a llenarse. Dicho de otra forma, la lógica que los mexicanos debimos haber aplicado es pensar en el agua subterránea es como si fueran ahorros, utilizándola sólo para los momentos graves, como las sequías. Pero no… Resulta que el suministro del acuífero equivale al 50% de lo que utiliza la CDMX. Así que no tiene remedio: en los próximos se acabará la mitad del agua que consume la ciudad en los próximos 30 a 50 años. Es una certeza matemática. Sacar el agua subterránea tiene otro efecto colateral, pues comprime el suelo y es por ello que la Ciudad de México se está hundiendo a un ritmo de 20 centímetros por año en algunos lugares. Nuestra ciudad no es la única que se está acabando su reserva de agua. Los acuíferos al norte de la India disminuyeron 110 billones de litros en solo una década. Y para poner peor las cosas, hay más gente en la Tierra consumiendo más agua. En este siglo el consumo de agua se ha elevado siete veces, mientras que la lluvia y la nieve con la que contamos para regar cultivos y rellenar ríos y lagos se vuelve menos confiable, porque con el cambio climático el agua disponible varía, y cada vez vemos más áreas en el mundo que experimentan períodos de sequía mucho más extensos. Pero este no es el único problema, sino cómo usamos la poca agua apta para nuestro consumo. Los humanos necesitamos más de tres litros de agua al día, con todo y cepillarnos los dientes y lavarnos las manos. Pero cada vez que vamos al baño, usamos diez litros. Y sin embargo, ese proceso de desperdicio de agua de todos nosotros sólo representa el 8 % del consumo anual. La industria se lleva el 22 por ciento, y la agricultura el 70%, incluyendo la comida y los productos que usamos. Por ejemplo, una Coca Cola no es solo el agua que contiene la bebida, sino la implícita en el proceso de su manufactura, que eleva la cantidad a 35 litros utilizados por cada botella producida. Y así, nos podemos hacer una lista de gasto escalofriante: nos gastamos setenta y cuatro litros de agua por cada vaso de cerveza; 130 litros por cada taza de café; 1,608 litros por cada kilo de pan; 5,060 litros por cada kilo de queso; 140 litros por cada durazno; 160 litros por cada plátano, y 2,500 litros por cada playera de algodón. Pero nada, absolutamente nada consume tanta agua como la producción de carne. La alfalfa es un ingrediente común del alimento de ganado, y cultivar un kilogramo requiere 510 litros de agua, y una vaca promedio consume 12 kilogramos de alimento al día. Así resulta que una hamburguesa promedio requiere 1,650 litros de agua, lo que se traduce en un gasto de más de 15 mil litros de agua por cada kilo de hamburguesas. Hoy resulta que todo el mundo come cada vez más y más como los estadounidenses: dietas altas en calorías con más carne. Pero el desequilibrio radica en que los granjeros de Estados Unidos prácticamente no pagan por el agua que consumen, así que eso no sólo explica por qué las hamburguesas son más baratas allá, sino que somete a presiones extra el consumo del agua en otros países cuyos ciudadanos se mueren por comer como los estadounidenses. En la mayor parte del mundo el agua se trata y valora como si siempre fuera a haber suficiente. Por lo que terminamos haciendo derroches absurdos. Por ejemplo, el árido Sur de California utiliza siete billones de litros de agua al año para cultivar alfalfa, y la obtienen del Río Colorado, que está a cientos de kilómetros, y la suma que pagan por ella ni siquiera cubre el costo de entrega. Una fracción del agua que utiliza la industria vinícola de Sudáfrica alcanzaría para que Ciudad del Cabo se olvidara de sus problemas de escasez, y la India y China tienen sus cultivos que requieren más agua en sus zonas más secas. Es una apuesta perdida. Más temprano que tarde esta tendencia deberá cambiar, y no sólo los ecologistas lo dicen, sino que también los mandones de la economía ya vieron el gran negocio en el que se puede convertir la escasez de agua potable. Por ejemplo el banco Goldman Sachs predijo que el agua será el petróleo del siglo 21, además de que intereses privados, como fondos de cobertura, comenzaron a comprar agua, lo que ha desatado el miedo de que se aprovechen de la carencia para obtener ganancias. Todo el mundo le tiene terror a que aumente el costo del agua, de hecho yo vivo en una ciudad en la que el agua es relativamente cara comparada con el resto de México, pero la realidad es que esto puede tener beneficios, de entrada porque de esa forma no cometeríamos el estúpido error de cultivar cosas que no tienen sentido en lugares áridos, y porque económicamente no sirve. Incrementar el costo del agua también evitaría que el actual 95 % de la tierra irrigada de cultivo en el mundo use el método de irrigación más ineficiente, que consiste en simplemente inundar los campos. Si el agua tuviera mayor precio los gobiernos podrían creer que vale la pena reparar la infraestructura, porque ahora simplemente no estamos invirtiendo los recursos financieros necesarios para hacer un buen sistema de mantenimiento. Es necesario volver entonces a nuestra querida Ciudad de México, que acelera su camino hacia una crisis de agua al perder tranquilamente cerca de la mitad de su agua potable por fugas, lo que nos pinta de cuerpo entero con nuestro vergonzoso y absoluto desprecio por el enorme esfuerzo que implica calmar la sed de la ciudad. Lamentablemente, es hasta que se acaba el agua cuando valoramos tenerla. En noviembre de 2018 el Sistema de Aguas de la Ciudad de México tuvo que llevar a cabo reparaciones en el sistema de bombeo Cutzamala, y millones de capitalinos se enfrentaron, sólo por unos días, a la falta de agua entubada, lo que los obligó a echar mano de cubetas para poder contar con el líquido. En 2017 la ciudad de Mexicali firmó un trato con Constellation Brands, productora de cervezas Modelo y Corona, para construir una cervecería. Sería la mayor inversión que la región vio en años y crearía 750 empleos permanentes. A cambio, la cervecería tendría garantizada mucha agua. Pero resulta que Mexicali no tiene agua de sobra. Su fuente de agua principal es el Río Colorado, que nace en el estado de Colorado, en EE. UU. alimentado por el deshielo de las Montañas Rocosas. Como las temperaturas son cada vez más altas en años recientes, esto implica menos nieve, y por lo tanto, menos río. El río fluye hacia el sur y baña algunas ciudades en su camino, como Denver, Salt Lake City, Las Vegas, Phoenix y Los Ángeles, además de casi 2,4 millones de hectáreas de tierra de siembra. Obviamente, para cuando llega a Mexicali, es prácticamente un hilito de agua sucia, y esto ha desatado una batalla cruenta entre los habitantes de la ciudad y la empresa, mientras que el gobierno se ampara con la generación de empleos, haciéndose completamente a un lado en el conflicto. En julio de 2018, el gobierno federal de México emitió un decreto que facilita a negocios como Constellation Brands extraer agua superficial en todo el país. El caldo de cultivo perfecto para un enfrentamiento. Y así sucedió. En enero de 2018 manifestantes intentaron bloquear físicamente la construcción del acueducto de la cervecería, y los enfrentamientos de las personas con la policía fueron inevitables. La escasez de agua está incrementando los conflictos violentos en el mundo. En el noreste de Nigeria las cosas también se pusieron bastante mal, pues la constante desecación del lago Chad provocó que desapareciera el sustento para millones de personas, estallando en un conflicto imposible de contener y que es el origen del actual conflicto en Darfur que, desde 2003, se ha llevado cientos de miles de vidas. Algunos analistas dicen que la guerra civil en Siria fue causada en gran parte por la severa sequía en 2006. Mientras aumenta la tensión por el agua, los gobiernos consideran cada vez más seriamente una idea que alguna vez fue considerada totalmente disparatada. Crear agua. La desalinización de agua de mar se ha duplicado en la última década, pero la cantidad producida al año apenas llega al 1% del agua que usamos. Lamentablemente, este proceso está aún muy lejos de ser el santo grial de los avances, pues es muy costoso y requiere de muchísima energía, lo cual por ahora lo convierte en un esfuerzo económicamente inviable. Esto nos lleva a una aterradora conclusión: la desalinización requiere que sea viable económicamente, y eso sucederá cuando de verdad no nos quede más remedio que pagar por este costoso proceso. Y parece que vamos precisamente por ese camino. Si eso sucede, el precio de los alimentos se disparará, muchas industrias colapsarán, y grandes compañías como Constellation Brands simplemente agarrarán sus chivas y se irán a otra parte en donde haya agua barata. El agua no es como el petróleo, ni como cualquier otro producto básico. Es un tema de supervivencia, porque sin agua nos morimos. En 2010 la ONU reconoció el acceso al agua e instalaciones sanitarias como derecho humano. En el papel se ve muy bonito, pero en realidad ese es el desafío de nuestra crisis de agua: lograr que las personas valoren un recurso invaluable mientras nos aseguramos que todos lo tengan. ¿Se acuerdan que les dije que en mi ciudad se cobra el agua más cara de México? Pues sí, estoy hablando de la ciudad de Aguascalientes, y me consta que cuando el precio del agua se eleva para hacer arreglos o alentar el ahorro, los platos rotos los terminan pagando los más pobres. La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 28 de julio de 2010 que son necesarios entre 50 y 100 litros diarios por persona, y hasta allí todos de acuerdo, sin duda, pero el problema es que cuando se llega a la sugerencia de que su costo no sea mayor al 3% de los ingresos del hogar la cosa se pone complicada, porque cada vez cuesta más extraer y distribuir el agua. Claramente tenemos que fijar el precio de forma tal que se protejan las necesidades humanas básicas. El hecho de que todos necesitemos agua hace a esta crisis especialmente difícil. Pero también puede inspirarnos a actuar de formas excepcionales para resolverla. El Día Cero de Ciudad del Cabo se programó para el 21 de abril de 2018, pero la gente empezó a generar sus propios esquemas de conservación del agua colocando depósitos instalados para recoger el agua de lluvia, poner cubetas bajo cada llave para no desperdiciar ni una gota, aprenderse lo que gasta cada programa de la lavadora o bañarse a toda prisa son algunos trucos con los que los ciudadanos lograron ceñirse al límite de 50 litros por persona al día impuesto por las autoridades municipales. El anunciado ‘Día Cero’ terminó por no llegar, porque la gente tomó conciencia del monstruoso problema por venir, a tal grado que el consumo de agua se redujo a menos de la mitad que cuatro años antes. Además, la ciudad tuvo un momento se suerte, pues comenzó a llover, lo cual bajó bastante la presión para las autoridades y permitió a los ciudadanos poner en práctica nuevos sistemas de recolección de agua de lluvia. Actualmente, Ciudad del Cabo ha suspendido, pero no retirado, el conteo regresivo para el día cero. Pero las enseñanzas que nos ha proporcionado son valiosísimas, pues nos mostró lo que los humanos somos capaces de hacer cuando se trata de conservar uno de los bienes más preciados que tenemos. El secreto es reconocer cuán valiosa es el agua antes de que no alcance, y recordar que nuestros destinos están unidos a lo que sale de la llave. La Ciudad de México se fundó en un lago, pero hoy en día la relación de los mexicanos con el agua es muy distante. Es vital recuperar nuestra conciencia histórica con el agua, y podemos hacerlo mediante muchas acciones que ya se están llevando a cabo en otros países para ahorrarla, pero sobretodo, y mucho más importante, para ser conscientes de que el agua tiene un enorme valor para todos.
desde elreportero.com.mx http://bit.ly/30Xb3hy http://bit.ly/33Iyo8w
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gordonwilliamsweb · 4 years
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Un sistema de salud pública devastado enfrenta más recortes en medio del virus
Use Nuestro Contenido
Este contenido puede usarse de manera gratuita (detalles).
El sistema de salud pública de los Estados Unidos ha subsistido en la precariedad durante décadas y carece de los recursos necesarios para enfrentar la peor crisis de salud en un siglo.
Mientras enfrentan juntos una pandemia que ha enfermado al menos a 2.3 millones de personas en el país, y matado a más de 120,000, y que ha costado millones de empleos y $3 mil millones en dinero de rescate federal, a los trabajadores de salud de los gobiernos estatales y locales a veces se les paga tan poco que califican para ayuda pública. Rastrean al coronavirus en registros compartidos por fax. Trabajando los siete días de la semana por meses, temiendo que se congelen sus salarios, que los despidan, e incluso la reacción negativa del público.
Forma parte del grupo de Facebook de Kaiser Health News en español “KHN-Hablemos de Salud”.
KHN-Hablemos de Salud
Desde 2010, el gasto para los departamentos de salud pública estatales ha disminuido un 16% per cápita, y el gasto para los departamentos de salud locales ha bajado un 18%, según un análisis de KHN y Associated Press. Al menos 38,000 empleos de salud pública locales y estatales han desaparecido desde la recesión de 2008, dejando en algunos lugares una fuerza laboral esquelética.
KHN y AP entrevistaron a más de 150 trabajadores de salud pública, legisladores y expertos, analizaron registros de gastos de cientos de departamentos de salud estatales y locales, e indagaron en las legislaturas estatales. La investigación reveló que, a todo nivel, el sistema está amenazado por la falta de financiación y medios.
A lo largo del tiempo, los departamentos de salud estatales y locales han recibido tan poco apoyo que se encontraron sin dirección, ignorados e incluso vilipendiados.
En medio de la recesión económica causada por la pandemia, los estados, las ciudades y los condados han comenzado a cesantear y despedir al personal, aun cuando los estados están reabriendo y comienzan a aumentar los casos de COVID.
“No le decimos al departamento de bomberos, ‘lo siento. No hubo incendios el año pasado, por lo que vamos a quitarle el 30% de su presupuesto’. Eso sería una locura, ¿verdad?”, dijo el doctor Gianfranco Pezzino, oficial de salud en el condado de Shawnee, en Kansas. “Pero lo hacemos con la salud pública, día tras día”.
!function(){"use strict";window.addEventListener("message",(function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"])for(var e in a.data["datawrapper-height"]){var t=document.getElementById("datawrapper-chart-"+e)||document.querySelector("iframe[src*='"+e+"']");t&&(t.style.height=a.data["datawrapper-height"][e]+"px")}}))}();
El Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en Ohio, gastó solo $40 por persona en 2017. Cuando atacó el coronavirus, tenía tan poco personal que las tareas de Jennifer Gottschalk, supervisora ​​de salud ambiental, incluían supervisar las inspecciones de campamentos y piscinas, y el control de roedores, además de la preparación para brotes.
Cuando Gottschalk, de 42 años, y cinco colegas se enfermaron con COVID-19, se encontró respondiendo llamadas de trabajo desde su cama del hospital. “Tienes que hacer lo que tienes que hacer para que el trabajo se haga”, expresó.
Casi dos tercios de los estadounidenses viven en condados que gastan más del doble en vigilancia policial que en la atención médica no hospitalaria, que incluye la salud pública.
La subvaloración de la salud pública contrasta con su papel multidimensional. A diferencia del sistema de atención médica que está dirigido a las personas, el de salud pública se centra en la salud de las comunidades en general. Las agencias están legalmente obligadas a proporcionar una amplia gama de servicios esenciales.
Jennifer Gottschalk, supervisora de salud del medio ambiente del Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en su oficina en Toledo, Ohio. "La semana pasada los gritos de los residentes por dos horas seguidas sobre regulaciones que no puedo controlar me dejaron completamente agotada", dijo a mediados de junio.(AP Photo/Paul Sancya)
“A la salud pública le encanta decir: cuando hacemos nuestro trabajo, no pasa nada. Pero nadie nos da una medalla por eso”, dijo Scott Becker, director ejecutivo de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública. “Les hacemos pruebas al 97% de los bebés de los Estados Unidos para detectar trastornos metabólicos, y otros problemas. Testeamos el agua. ¿Te gusta nadar en el lago y no te gusta que tenga excremento? Piensa en nosotros”.
El público no ve los desastres que se evitan. Y es fácil no prestar atención a lo que no vemos.
Una historia de privaciones
Las promesas ocasionales del gobierno federal de apoyar los esfuerzos locales de salud pública han sido efímeras.
Por ejemplo, la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA) estableció el Fondo de Prevención y Salud Pública, que se suponía alcanzaría los $2 mil millones anuales para 2015. Pero la administración Obama y el Congreso lo postergaron por otras prioridades, y ahora la administración Trump está presionando para derogar ACA, lo cual lo eliminaría.
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Si no se hubiera tocado, los departamentos de salud estatales y locales hubieran recibido eventualmente un monto adicional de $12.4 mil millones, lo que los hubiera fortalecido frente a la actual pandemia.
Los líderes locales y estatales tampoco lograron priorizar la salud pública. En Carolina del Norte, por ejemplo, la fuerza laboral de salud pública del condado de Wake se redujo de 882 personas en 2007 a 614 una década después, incluso cuando la población creció un 30%.
Años de recortes financieros dejaron frágil a esta fuerza laboral predominantemente femenina. En 2017, más de una quinta parte de los trabajadores de salud pública en los departamentos locales o regionales fuera de las grandes ciudades ganaron $35,000 o menos al año, según una investigación realizada por la Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales y la Fundación Beaumont.
Casi la mitad de los trabajadores de salud pública planean retirarse o irse de sus organizaciones en los próximos cinco años, y la razón que encabeza la lista es una remuneración deficiente.
María Fernanda rastrea contactos de personas con COVID en el Departamento de Salud del condado de Miami-Dade, en su oficina de El Doral, en Florida, en mayo. En los estados, los departamentos de salud locales, encargados de realizar este trabajo de detectives tienen una fuerza laboral mucho menor de la que se requiere para esta tarea.(AP Photo/Lynne Sladky)
Hace dos años, Julia Crittendon, ahora de 46 años, aceptó un trabajo en el departamento de salud estatal de Kentucky. Pasaba sus días reuniendo información sobre las parejas sexuales de las personas para combatir la propagación del VIH y la sífilis. Ganaba tan poco que calificó para Medicaid, el programa de salud federal gerenciado por los estados para los estadounidenses de bajos recursos. Al no ver oportunidades de crecimiento, renunció.
Desde que comenzó la pandemia, líderes de salud pública estatales y locales han renunciado en masa. Desde abril, al menos 32 presentaron su renuncia, se retiraron o fueron despedidos en 16 estados, según una revisión de KHN/AP.
De mal en peor
Scott Lockard, director de salud pública para el Departamento de Salud del distrito Kentucky River, en Appalachia, está luchando contra el virus con un servicio celular 3G, registros en papel y un tercio de los empleados comparado con los que tenía el departamento hace 20 años.
En la zona rural de Missouri, Melanie Hutton, administradora del Centro de Salud Pública del condado de Cooper, dijo que su estado le dio $18,000 al servicio de ambulancias local para combatir COVID y proporcionó máscaras a los departamentos de bomberos y policía.
“Para nosotros, ni una moneda de cinco centavos, ni una máscara”, contó. “Obtuvimos [cinco] galones de desinfectante de manos casero hecho por prisioneros”.
La Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales dijo que, desde que comenzó la pandemia, el gobierno federal ha asignado más de $13 mil millones para actividades de los departamentos de salud estatales y locales, incluyendo rastreo de contactos, control de infecciones y actualizaciones tecnológicas.
En el condado de Fairfax, en Virginia, las pruebas para COVID-19 han estado disponibles sin costo y sin una orden del doctor. El día de la foto, el 23 de mayo, de 10 am a 6 pm, oficiales planeaban hacerle la prueba a unas 1,000 personas, mientras cientos hacían fila en autos y a pie, en este sitio de pruebas al paso en Annandale.(AP Photo/Jacquelyn Martin)
Pero al menos 14 estados ya han recortado los presupuestos o los empleos del departamento de salud, o estuvieron considerando activamente estos recortes en junio, según una revisión de KHN/AP.
Las reducciones amenazan con limitar programas cruciales como clínicas de inmunización, control de mosquitos, diabetes y programas de nutrición para adultos mayores. Estos recortes pueden hacer que las comunidades ya vulnerables lo sean aún más, dijo E. Oscar Alleyne, jefe de programas y servicios de la Asociación Nacional de Oficiales de Salud del Condado y la Ciudad.
Las personas que han pasado sus vidas trabajando en la salud pública temen estar viendo un patrón que les resulta familiar: los funcionarios descuidan esta infraestructura y luego, cuando surge una crisis, responden con una rápida inyección de efectivo.
Si bien ese dinero temporal es necesario para combatir la pandemia, expertos en salud pública dicen que no solucionará la base erosionada, que es la encargada de proteger la salud de la nación mientras miles continúan muriendo.
Contribuyeron con este informe: los escritores de Associated Press Mike Stobbe en Nueva York; Mike Householder en Toledo, Ohio; Lindsay Whitehurst en Salt Lake City, Utah; Brian Witte en Annapolis, Maryland; Jim Anderson en Denver; Sam Metz en Carson City, Nevada; Summer Ballentine en Jefferson City, Missouri; Alan Suderman en Richmond, Virginia; Sean Murphy en Oklahoma City, Oklahoma; Mike Catalini en Trenton, New Jersey; David Eggert en Lansing, Michigan; Andrew DeMillo en Little Rock, Arkansas; Jeff Amy en Atlanta; Melinda Deslatte en Baton Rouge, Louisiana; Morgan Lee en Santa Fe, New Mexico; Mark Scolforo en Harrisburg, Pennsylvania; y el escritor de Economía de AP Christopher Rugaber, en Washington, D.C.
Un sistema de salud pública devastado enfrenta más recortes en medio del virus published first on https://nootropicspowdersupplier.tumblr.com/
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stephenmccull · 4 years
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Un sistema de salud pública devastado enfrenta más recortes en medio del virus
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El sistema de salud pública de los Estados Unidos ha subsistido en la precariedad durante décadas y carece de los recursos necesarios para enfrentar la peor crisis de salud en un siglo.
Mientras enfrentan juntos una pandemia que ha enfermado al menos a 2.3 millones de personas en el país, y matado a más de 120,000, y que ha costado millones de empleos y $3 mil millones en dinero de rescate federal, a los trabajadores de salud de los gobiernos estatales y locales a veces se les paga tan poco que califican para ayuda pública. Rastrean al coronavirus en registros compartidos por fax. Trabajando los siete días de la semana por meses, temiendo que se congelen sus salarios, que los despidan, e incluso la reacción negativa del público.
Forma parte del grupo de Facebook de Kaiser Health News en español “KHN-Hablemos de Salud”.
KHN-Hablemos de Salud
Desde 2010, el gasto para los departamentos de salud pública estatales ha disminuido un 16% per cápita, y el gasto para los departamentos de salud locales ha bajado un 18%, según un análisis de KHN y Associated Press. Al menos 38,000 empleos de salud pública locales y estatales han desaparecido desde la recesión de 2008, dejando en algunos lugares una fuerza laboral esquelética.
KHN y AP entrevistaron a más de 150 trabajadores de salud pública, legisladores y expertos, analizaron registros de gastos de cientos de departamentos de salud estatales y locales, e indagaron en las legislaturas estatales. La investigación reveló que, a todo nivel, el sistema está amenazado por la falta de financiación y medios.
A lo largo del tiempo, los departamentos de salud estatales y locales han recibido tan poco apoyo que se encontraron sin dirección, ignorados e incluso vilipendiados.
En medio de la recesión económica causada por la pandemia, los estados, las ciudades y los condados han comenzado a cesantear y despedir al personal, aun cuando los estados están reabriendo y comienzan a aumentar los casos de COVID.
“No le decimos al departamento de bomberos, ‘lo siento. No hubo incendios el año pasado, por lo que vamos a quitarle el 30% de su presupuesto’. Eso sería una locura, ¿verdad?”, dijo el doctor Gianfranco Pezzino, oficial de salud en el condado de Shawnee, en Kansas. “Pero lo hacemos con la salud pública, día tras día”.
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El Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en Ohio, gastó solo $40 por persona en 2017. Cuando atacó el coronavirus, tenía tan poco personal que las tareas de Jennifer Gottschalk, supervisora ​​de salud ambiental, incluían supervisar las inspecciones de campamentos y piscinas, y el control de roedores, además de la preparación para brotes.
Cuando Gottschalk, de 42 años, y cinco colegas se enfermaron con COVID-19, se encontró respondiendo llamadas de trabajo desde su cama del hospital. “Tienes que hacer lo que tienes que hacer para que el trabajo se haga”, expresó.
Casi dos tercios de los estadounidenses viven en condados que gastan más del doble en vigilancia policial que en la atención médica no hospitalaria, que incluye la salud pública.
La subvaloración de la salud pública contrasta con su papel multidimensional. A diferencia del sistema de atención médica que está dirigido a las personas, el de salud pública se centra en la salud de las comunidades en general. Las agencias están legalmente obligadas a proporcionar una amplia gama de servicios esenciales.
Jennifer Gottschalk, supervisora de salud del medio ambiente del Departamento de Salud del condado de Toledo-Lucas, en su oficina en Toledo, Ohio. "La semana pasada los gritos de los residentes por dos horas seguidas sobre regulaciones que no puedo controlar me dejaron completamente agotada", dijo a mediados de junio.(AP Photo/Paul Sancya)
“A la salud pública le encanta decir: cuando hacemos nuestro trabajo, no pasa nada. Pero nadie nos da una medalla por eso”, dijo Scott Becker, director ejecutivo de la Asociación de Laboratorios de Salud Pública. “Les hacemos pruebas al 97% de los bebés de los Estados Unidos para detectar trastornos metabólicos, y otros problemas. Testeamos el agua. ¿Te gusta nadar en el lago y no te gusta que tenga excremento? Piensa en nosotros”.
El público no ve los desastres que se evitan. Y es fácil no prestar atención a lo que no vemos.
Una historia de privaciones
Las promesas ocasionales del gobierno federal de apoyar los esfuerzos locales de salud pública han sido efímeras.
Por ejemplo, la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA) estableció el Fondo de Prevención y Salud Pública, que se suponía alcanzaría los $2 mil millones anuales para 2015. Pero la administración Obama y el Congreso lo postergaron por otras prioridades, y ahora la administración Trump está presionando para derogar ACA, lo cual lo eliminaría.
!function(){"use strict";window.addEventListener("message",(function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"])for(var e in a.data["datawrapper-height"]){var t=document.getElementById("datawrapper-chart-"+e)||document.querySelector("iframe[src*='"+e+"']");t&&(t.style.height=a.data["datawrapper-height"][e]+"px")}}))}();
Si no se hubiera tocado, los departamentos de salud estatales y locales hubieran recibido eventualmente un monto adicional de $12.4 mil millones, lo que los hubiera fortalecido frente a la actual pandemia.
Los líderes locales y estatales tampoco lograron priorizar la salud pública. En Carolina del Norte, por ejemplo, la fuerza laboral de salud pública del condado de Wake se redujo de 882 personas en 2007 a 614 una década después, incluso cuando la población creció un 30%.
Años de recortes financieros dejaron frágil a esta fuerza laboral predominantemente femenina. En 2017, más de una quinta parte de los trabajadores de salud pública en los departamentos locales o regionales fuera de las grandes ciudades ganaron $35,000 o menos al año, según una investigación realizada por la Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales y la Fundación Beaumont.
Casi la mitad de los trabajadores de salud pública planean retirarse o irse de sus organizaciones en los próximos cinco años, y la razón que encabeza la lista es una remuneración deficiente.
María Fernanda rastrea contactos de personas con COVID en el Departamento de Salud del condado de Miami-Dade, en su oficina de El Doral, en Florida, en mayo. En los estados, los departamentos de salud locales, encargados de realizar este trabajo de detectives tienen una fuerza laboral mucho menor de la que se requiere para esta tarea.(AP Photo/Lynne Sladky)
Hace dos años, Julia Crittendon, ahora de 46 años, aceptó un trabajo en el departamento de salud estatal de Kentucky. Pasaba sus días reuniendo información sobre las parejas sexuales de las personas para combatir la propagación del VIH y la sífilis. Ganaba tan poco que calificó para Medicaid, el programa de salud federal gerenciado por los estados para los estadounidenses de bajos recursos. Al no ver oportunidades de crecimiento, renunció.
Desde que comenzó la pandemia, líderes de salud pública estatales y locales han renunciado en masa. Desde abril, al menos 32 presentaron su renuncia, se retiraron o fueron despedidos en 16 estados, según una revisión de KHN/AP.
De mal en peor
Scott Lockard, director de salud pública para el Departamento de Salud del distrito Kentucky River, en Appalachia, está luchando contra el virus con un servicio celular 3G, registros en papel y un tercio de los empleados comparado con los que tenía el departamento hace 20 años.
En la zona rural de Missouri, Melanie Hutton, administradora del Centro de Salud Pública del condado de Cooper, dijo que su estado le dio $18,000 al servicio de ambulancias local para combatir COVID y proporcionó máscaras a los departamentos de bomberos y policía.
“Para nosotros, ni una moneda de cinco centavos, ni una máscara”, contó. “Obtuvimos [cinco] galones de desinfectante de manos casero hecho por prisioneros”.
La Asociación de Oficiales de Salud Territoriales y Estatales dijo que, desde que comenzó la pandemia, el gobierno federal ha asignado más de $13 mil millones para actividades de los departamentos de salud estatales y locales, incluyendo rastreo de contactos, control de infecciones y actualizaciones tecnológicas.
En el condado de Fairfax, en Virginia, las pruebas para COVID-19 han estado disponibles sin costo y sin una orden del doctor. El día de la foto, el 23 de mayo, de 10 am a 6 pm, oficiales planeaban hacerle la prueba a unas 1,000 personas, mientras cientos hacían fila en autos y a pie, en este sitio de pruebas al paso en Annandale.(AP Photo/Jacquelyn Martin)
Pero al menos 14 estados ya han recortado los presupuestos o los empleos del departamento de salud, o estuvieron considerando activamente estos recortes en junio, según una revisión de KHN/AP.
Las reducciones amenazan con limitar programas cruciales como clínicas de inmunización, control de mosquitos, diabetes y programas de nutrición para adultos mayores. Estos recortes pueden hacer que las comunidades ya vulnerables lo sean aún más, dijo E. Oscar Alleyne, jefe de programas y servicios de la Asociación Nacional de Oficiales de Salud del Condado y la Ciudad.
Las personas que han pasado sus vidas trabajando en la salud pública temen estar viendo un patrón que les resulta familiar: los funcionarios descuidan esta infraestructura y luego, cuando surge una crisis, responden con una rápida inyección de efectivo.
Si bien ese dinero temporal es necesario para combatir la pandemia, expertos en salud pública dicen que no solucionará la base erosionada, que es la encargada de proteger la salud de la nación mientras miles continúan muriendo.
Contribuyeron con este informe: los escritores de Associated Press Mike Stobbe en Nueva York; Mike Householder en Toledo, Ohio; Lindsay Whitehurst en Salt Lake City, Utah; Brian Witte en Annapolis, Maryland; Jim Anderson en Denver; Sam Metz en Carson City, Nevada; Summer Ballentine en Jefferson City, Missouri; Alan Suderman en Richmond, Virginia; Sean Murphy en Oklahoma City, Oklahoma; Mike Catalini en Trenton, New Jersey; David Eggert en Lansing, Michigan; Andrew DeMillo en Little Rock, Arkansas; Jeff Amy en Atlanta; Melinda Deslatte en Baton Rouge, Louisiana; Morgan Lee en Santa Fe, New Mexico; Mark Scolforo en Harrisburg, Pennsylvania; y el escritor de Economía de AP Christopher Rugaber, en Washington, D.C.
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