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desafioshpf · 3 years
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La Noche de San Nadie
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Algunas veces, el tiempo parece una historia que nunca deja de contarse, pero que, se cuente como se cuente, siempre acaba siendo la misma historia. Desde que llegué a Godric’s Hollow, con una maleta en la que cargaba demasiado equipaje hasta hoy, mi vida ha cambiado tanto que si me miro en el espejo, ya no encuentro a aquella Alice a la que su abuelo esperaba en la estación del pueblo con su chaqueta de lana y esa gorra de pana tan característica suya...La Alice del prozac y las benzodiacepinas. La de las terapias los jueves, y las lágrimas a todas horas. La Alice que no quería borrar los chats de WhatsApp con otra persona porque ya era lo único que le unía a esa persona… Aquella Alice murió víctima de una ingesta masiva de dolor y ruina, que la hizo despertar de un sueño en el que odiaba su vida. Aquella Alice se quitó la vida para poder renacer de nuevo.
La última vez que me suicidé, todavía no creía en el poder de las pequeñas cosas. Todo lo grande se me hacía pequeño y yo me quedaba pequeña ante cualquier cosa que me pareciera grande. Ni mis amigos, ni mi familia, ni siquiera Stephen, podían sostenerme de pie mientras todo a mi alrededor se hundía… Pero a veces cuando has tocado fondo, es el único momento en el que puedes renacer. Y así fue.
Mucho tiempo después de mi último Prozac, aquí estoy. Han pasado más de tres años de que esa Alice Carrol con exceso de equipaje y ninguna sonrisa en la maleta, llegó a Godric’s Hollow. Hace poco se cumplieron dos años de mi intento de suicidio. Y puedo decir que un año después de aquella Navidad en la que me sentí completamente libre, he podido descubrir que la vida, es algo extraordinario. Que las nubes negras pasan de largo, que el sol vuelve a salir, que la lluvia no cae por siempre… Y que las sonrisas, incluso cuando ya se han apagado, siempre vuelven.
Ha pasado poco más de un año desde que le dije a Virginia que mostrara una preciosa sonrisa, porque en aquella fotografía, iba a durar toda la vida. Una foto tiene el poder de hacer que un segundo, dure para siempre… Pero en nuestra memoria, cualquier momento especial, de esos que suceden cuando no tenemos la cámara del móvil a mano, son una fotografía imperecedera. Desde aquél día de febrero de 2030 hasta hoy ha pasado un año. Ha sido largo, y extraño, sobre todo cuando te detienes a pensar en el día que empezaste a contar de cero desde Año Nuevo, y tienes la sensación extraña de que eso fue ayer, y al mismo tiempo, que sucedió hace mucho. Pero tengo la suerte de poder decir que en mi vida, apenas nada ha cambiado. Tengo a mi lado al mejor hombre del mundo, Stephen, que sigue sosteníendome, que sigue a mi lado en lo bueno y en lo malo, que me escucha en mis malas noches y que sonríe conmigo en las buenas. Siempre está ahí para todo, hasta para quejarse de la música que escucho, pero también para bailar conmigo esas canciones que no le gustan. En mi familia todos están bien, el pequeño Benny cada vez más guapo y mayor, mis hermanos gozando de buena salud y felicidad, mi padre feliz con su nueva mujer, algo que sé que nunca me agradará del todo, pero que al menos, he podido aceptar. Mis tíos siguen al frente de la chocolatería, el negocio va tan bien como siempre, y la pequeña (ya no tan pequeña) Mathie sigue siendo  la misma loca que siempre fue. Yo sigo trabajando por las mañanas, o algunas veces por las tardes. Toda la gente me conoce, y ya no pienso tanto en las historias que creen de mí o en las palabras que a veces me siguen dejando en la pizarra. Antes las miraba con dolor, ahora, las borro sin importancia. He descubierto que lo único que tiene importancia, es la importancia que yo le dé a todo. Y lo que de verdad importa en esta vida, es lo que tienes contigo, la gente que sí está a tu lado.
Mis amigos nunca han faltado, siempre están ahí para todo. Irene, Leven, Johann, Emily, Hope, Lily, Tristan, Nathan, America, Ishaan, Virginia Lys,  Nadine, Iain, Ines… No puedo contarles a todos, no puedo hacer una lista que contenga todos sus nombres. Cada persona de este pueblo es alguien importante en mi vida, incluso aquellas personas con las que nunca he cruzado palabra. Me basta la sonrisa de la profesora Seymour, el saludo amable de la señora Granger, los buenos días del chico del estanco, el “Hum” como saludo de Gustave, el alzamiento de cejas del señor Mortimer para saludar… Incluso aquellos que no son tan amables o que parecen tener un secreto que los oprime dentro de sus sonrisas, son indispensables en mi día a día.
Y por eso, y porque todos los días hay algo que celebrar, Hope, Emily y yo, nos hemos inventado la Noche de San Nadie.
Parece que el calendario está lleno de fechas señaladas. Días en los que el comercio, la sociedad, e incluso las personas, necesitan de una excusa para celebrar algo. La Navidad, como simulacro de paz y amor entre las personas, el día de la Madre para agradecer a tu madre todo lo que hizo por ti, el día del Padre para lo mismo, el día de San Valentín para los enamorados que no se dicen nunca te quiero del quince al trece de Febrero… Todo necesita una fecha. El Día de la Mujer, el Dia del Planeta, el Día de los animales, del niño, del agua, del trabajo, contra el cáncer, contra el Sida, el día de los santos inocentes, de los fieles difuntos… Parece que todo necesita una fecha para algo, como si no tuviéramos 365 días al año para celebrar todo eso… Todos los días es el Día de “San Alguien”. Sin ir más lejos, el día 15 de Febrero es el día de San Faustino y Santa Jovita. Pocos que no busque en Google qué santo es conmemorado ése día, conocen la historia de estos hermanos que nacieron en una familia burguesa de la localidad italiana de Brescia e hicieron carrera militar hasta que fueron bautizados y se dedicaron a predicar la palabra de Dios durante el siglo II. Los dos fueron condenados por ser católicos y fueron torturados en Milán, Roma y Nápoles. Como no renunciaban a Dios, el emperador Adriano ordenó que fueran decapitados. Desde entonces, se han convertido en los patrones de Brescia y hay mucho culto en torno a su figura. Como anécdota, en contraposición de San Valentín, que se celebra el día 14 de febrero como día de los enamorados, ellos están considerados los patrones de los solteros, no se sabe exactamente por qué, más allá de la contraposición del día anterior en la cultura popular cristiana. Pero, ¿por qué celebrar el día de los solteros cuando se puede celebrar el Día de San Nadie? Esa fue la idea de Hope. “Vamos a celebrar San Nadie, porque lo que importa no es celebrar algo, sino celebrarlo todo”.
Por eso, hace tiempo que inventamos una “fiesta”. Hope, Emily y yo, lo organizamos todo. Planeamos una acampada en algún punto del bosque de Godric’s Hollow. Las normas eran sencillas, juntarnos en el punto acordado después del ocaso, traer un saco de dormir y tienda de campaña, cena, y por supuesto, cerveza. Eso sí, la Noche de San Nadie no acababa hasta que amaneciera, por lo que había que pasar la noche en el bosque. No era una buena idea con la nieve que ha caído durante todo el invierno en Godric’s Hollow, en un temporal que será recordado como el más fuerte de los últimos diez años. Pero… ¿Qué es la vida sino una sucesión de locuras que nos hagan disfrutar de la misma? Hasta Stephen, que no tenía muchas ganas de hacer esa fiesta de locos, se acabó apuntando en cuanto supo que Tristan e Ishaan también estarían. En realidad no sabíamos cuántos seríamos. Cada uno iba a invitar a quien le diera la gana, porque el propósito de ésta fiesta era simplemente ese: divertirse y celebrarlo todo sin esperar a nada. por eso, hoy, 15 de febrero de 2021, es la Noche de San Nadie.
Cuando Stephen y yo llegamos al lugar en el que habíamos acordado hacer la acampada, Emily ya estaba ahí. Después llegaron Hope, que trajo a Nadine, y Ishaan con Tristan, que también había invitado a Prairie. Los últimos en llegar fueron Lily, y su novio, Nico, el chico argentino que la ha devuelto la sonrisa que tanto se merecía. Diez personas, muchos de ellos amigos, otros, amigos de amigos, una cena, una hoguera, música, y cuatro tiendas de campaña, una de ellas, la que había traído Hope, lo suficientemente grande para que ella, Emily, Pray y Nadine pudieran dormir juntas, la mía para compartir con Stephen, y Nico para compartirla con Lily. Ishaan era el que se llevaba la peor parte, puesto que tendría que compartir la noche con Tristan… Al que no le hacía ninguna gracia que el lugar en el que habíamos hecho la acampada, fuera en el claro del pozo abandonado del pueblo.
Y ahora, después de haber cenado lo que cada uno se ha traído para sí mismo y para compartirlo con los demás, todos nos hemos sentado alrededor de la hoguera que ha encendido Nico, después de que todos fuéramos a buscar leña que sirviera porque la mayoría de ramas estaban congeladas. Afortunadamente no nieva, aunque hay una gruesa capa de nieve en el suelo, por lo que estamos sentados sobre esterillas impermeables, y algunos, incluso tapados con mantas. Tras beber un trago de cerveza, me quedo mirando a Tristan, cuya cara está muy rígida, abrazado a sí mismo, mirando alrededor constantemente. Parece tener miedo, o tal vez mucho frío, por lo que le pregunto:
—Tristan, ¿estás bien?.
 Al escuchar mi voz, Tristan vuelve sus ojos hacia mí, girando un poco su cara. Parece haber despertado de un extraño estado de hibernación,
—Claro, chocolatina, estoy perfectamente… 
 Me dice. A mi derecha, escucho una risa que a duras penas se extingue en la garganta de Stephen, que trata de aguantarse como mejor puede, justo antes de que Ishaan, sentado junto a Tristan, pregunte:
—¿Y que haces tan callado?
 Tristan le mira con el ceño fruncido.
—No estoy callado, estoy escuchando -exclama, y después nos mira a todos.
 En ese momento, Pray se inclina para coger una mochila que tiene delante de ella, y en medio de una risa socarrona, dice:
—Pero si no está hablando nadie, ¿qué coño estás escuchando?
 Ante la mirada de desaprobación de Tristan, todos reímos. Stephen me pasa un brazo por mis hombros, llevándome hacia él, y besando un lado de mi cabeza que hace que cierre los ojos unos segundos, saboreando ese dulce estado de felicidad.
—A ver si es que te estás congelando… ¿Sabes a quién me estás recordando? -dice Ishaan, que coge el vaso de plástico que segundos antes ha dejado sobre la nieve.- A ése tipo que dio tanto la nota el día que invistieron al Presidente Biden… ¿Cómo se llamaba?
 Todos se echan a reír, sobre todo los que nos acordamos de aquél senador y sus sonadas manoplas.
—Bernie Sanders -dice Nico, entre risas.
—¿Quién es ése?
 Pregunta Stephen. Yo giro mi rostro para mirarle. Sé que no sabe muchas cosas de lo que ellos llaman “los muggles”, por eso, le doy un toque en la punta de la nariz con la yema de  mi dedo, y sonrío diciendo:
—Un tipo que se hizo viral por su vestimenta…
 Stephen pone los ojos en blanco. Odia esas cosas “virales”, los “memes”, los “streamings”... Esas cosas de millenials.
—Sois unos idiotas, no me parezco a Bernie Sanders -exclama Tristan, sacando las manos al descruzar sus brazos.- ¡No llevo manoplas!
—¿Y entonces que te pasa? ¡Pareces acojonado o algo! -dice Hope, entre risas.
 Yo miro a mi amiga con una sonrisa, antes de fijarme de nuevo en Tristan. Éste se pone recto, en una pose digna.
—¿Acojonado yo?¿De qué?
 Tras un breve silencio, Lily interviene:
—No sé, ¿del Pozo, tal vez?
 Todos miramos hacia el pozo que hay a un lado del claro en que estamos. De piedra y con una cuerda colgando de su eje, tiene un aspecto un tanto siniestro. Tristan palidece momentáneamente mirando al pozo, pero en seguida vuelve la vista haciéndose el chulo para responder:
—¿Un pozo viejo va a dar miedo a Tristan Sand? Sois unos gilipollas… -dice, fingiendo una risa.- Yo de lo que estoy malo es de la mierda de bebida que ha traído éste
 Afirma, señalando la botella de licor que ha traído Ishaan. Este se encoge de hombros, defendiéndose.
—¡Oye! Es un licor de hierbas muy especial. Lleva en la bodega de El Rincón más de medio siglo.
—¿Medio siglo? -exclama Nadine, mirando su vaso de plástico, antes de dejarlo de nuevo en la nieve, como si se quisiera pensar mejor si seguir bebiéndolo o no.- A ver si va a estar caducado…
 Ishaan niega con la cabeza
—El alcohol solo mejora con los años, no caduca. Le pasa como a éste -afirma, señalando a Tristan.
—No lo pongas de ejemplo, que éste si ha caducado.
 Dice Stephen, lo cual me hace reír, sobre todo la cara que pone Tristan al escucharle.
Mientras todos ellos discuten, Prairie saca de su mochila una caja de metal.
—Yo por si acaso, no pienso bebérmelo -dice, alzando una ceja, mientras saca un cigarrillo liado de la caja de metal.
—Yo tampoco.
 Dice Lily, que mira de reojo lo que Prairie tiene en sus manos, que se saca un mechero Zippo del bolsillo de su grueso anorak.
—Pues anda que las setas que te has comido tú… -dice Emily, extendiendo su mano para atizar la hoguera con un palo grueso, provocando un chispeo.
 Nico ríe, y dice:
—Pues yo me las he comido. Estaban buenas.
—Pues yo he preferido no comérmelas, porque soy experto en setas y no he visto esas en mi vida… -dice Tristan.- ¿De dónde las has sacado? 
—¿Experto en setas? ¿Tú? -dice Ishaan, que suelta una carcajada con la que le sigue Stephen.
 Tristan le hace burlas mientras Ishaan mira a otra parte, ignorando su comentario, mientras que Lily responde:
—Las cogió mi prima Roxanne.
 Hope suelta una carcajada. Ella conoce bien a la loca de Roxanne Weasley, y a saber por qué se ríe, pero en su favor, dice:
—Si Rox ha cogido esas setas, son buenas. Ella sabe lo que hace
 Emily, dejando el palo con el que ha estado atizando la hoguera en la misma, hace un gesto con el que parece no estar muy segura de ello, pero en ese momento, Pray enciende el mechero y lleva la llama al cigarrillo liado que tiene en los labios, aspirando el humo. Lily, cerca de ella, la mira frunciendo el ceño pero con una sonrisa contenida, y en cuanto la llega el humo, agita la mano tratando de aguantarse la tos.
—¿Qué es eso?
 Pregunta. Prairie contiene el humo en sus pulmones y después, suelta éste sonriendo.
—Hierba. ¿Quieres probarlo? 
 Pregunta, extendiendo el cigarro a Lily, que niega con la cabeza.
—Gracias, pero no.
 Me hace gracia. Lily parece la única alma cándida de este grupo, al final, la acabaremos corrompiendo. Nico levanta la mano:
—Yo sí quiero probarlo…
 Prairie asiente, entregándole el cigarrillo al muchacho. Hace mucho que la conozco, pero no la conozco todavía. Sé de ella las cosas que me cuenta Hope, que también es muy amiga suya. Tiene a su hermana, y al novio de esta, pero al parecer tiene un amor que vive lejos, y que se ha saltado las dos últimas vacaciones. Tal vez esa sea una de las razones por las que Prairie siempre parece estar de mal humor, aunque es la “reina” de tristan, que asegura que no es tan dura como parece. Mientras Nico fuma una calada del cigarrillo, Emily bebe un poco del licor que ha traído Ishaan.
—Pues estará caducado, pero a mí me encanta.
 Dice, extendiéndole el vaso de plástico a Ishaan, que sonriendo, coge la botella echándole más.
—Hombre, alguien que sabe apreciar lo bueno…
—No jodas, Ishaan -dice Hope, que le pide el cigarrillo a Nico.- Lo bueno es ésto…
 Hope le da una calada al cigarrillo de Prairie. En el ambiente, el olor a la hierba prevalece por encima del de la nieve y la madera quemada en la hoguera. Tras aspirar y saborear la calada, dice;
—Nunca había probado una hierba como esta… -dice Hope.- ¿Dónde la has comprado?
 Veo que Stephen me mira de reojo antes de extender la mano con los dedos ya extendidos para coger el cigarrillo, y que Hope se lo entrega. Yo le miro mientras da una larga calada al mismo, mientras que Pray responde:
—Me lo dio Callum, el estanquero.
 Lily, con una piedra en la mano, con la que juguetea mientras tanto lanzándola al aire y cambiándosela de mano, suelta una risa.
—Esta acampada está patrocinada por Roxanne Weasley y Callum Walls, proveedores de setas y hierbas.
 Tras el comentario, todos reímos. Stephen me mira, soltando el humo de entre los labios, humedeciéndose éstos después:
—¿Quieres probarlo?
 Yo sonrío. Hace tiempo era impensable siquiera en que me hicieran esa pregunta. No estaba en situación de beber alcohol y menos, de tomar drogas. Pero ahora ya puedo hacer lo que quiera y decida. Niego con la cabeza, y Nadine, extiende la mano hacia Stephen, por delante de Emily, que también rechaza su turno, a mi izquierda. Antes de dar una calada, Nadine dice:
—Por San Nadie.
 Yo río, y le dedico una mirada cómplice a Emily, que me guiña un ojo antes de darle un trago a su licor. Tristan coge el cigarrillo y le da una calada.
—Ten cuidado, no te vaya a subir la tensión… 
 Ríe Stephen, mientras tristan le sostiene la mirada al mismo tiempo que aspira una larga calada, soltándola después con un gesto desafiante, mientras le pasa el cigarrillo a Ishaan.
—Ten cuidado no te vaya a subir a ti otra cosa.
—¿Cuidado? ¿Por qué? 
 Pregunta Stephen, de forma irónica, mientras Ishaan, sin haberlo probado, devuelve su cigarrillo a Pray.
Antes de que Tristan tenga tiempo de responder la pregunta a Stephen, Hope, levanta las manos.
—Bueno, ¿quién tiene una buena historia de miedo? 
 Río. ¿Qué acampada no tiene una historia de miedo como centro de atención? Me fijo en Tristan. Aunque ríe parece hacerlo sin ganas, y niega con la cabeza.
—Eso ya está muy visto.
—Venga, no jodas, boss -le dice Pray.- Lo que pasa es que te da miedo.
 Tristan se señala a sí mismo.
—¿Miedo yo? No os pensaréis que soy un idiota que se acojona con los cuentos de viejas, ¿verdad? -se hace el silencio,. Todos se miran entre ellos mientras el fuego crepita porque sí, todos lo pensamos.- Además… Ya no hay ninguna buena historia de miedo. Nos la sabemos todas.
—Hombre -dice Ishaan.- Alguna tiene que haber todavía…
—No creo, ya están todas muy vistas. La de la Dama Blanca, por ejemplo… Ya está muy vista.
—Pues yo si me la creo -dice Nico.- ¿Cuánta gente dicen que la vio?
 Nadine se encoge de hombros.
—Mucha. El señor Lee, por ejemplo… Debe acojonar.
 Tristan mira alrededor. El pozo está detrás de él, y de vez en cuando mira hacia la izquierda por encima de su hombro para vislumbrarlo. No sé si quiere comprobar si sigue ahí, o si hay algo aparecido junto a éste.
—Yo sé una historia que nunca habéis escuchado.
 Interrumpe la voz de Emily. Todos la miramos. Con las rodillas flexionadas y una manta sobre estas, Emily apoya sus brazos en sus rodillas, incorporándose hacia delante.
—A lo mejor si la hemos escuchado… -dice Tristan, restando importancia.- ¿De qué va?
 Emily le mira, y sonríe.
—Del pozo que tienes justo detrás de ti.
 Tristan no puede evitar dar un respingo y mirar hacia atrás. De hecho, parece que nadie puede evitar mirar al pozo. Ishaan, algo pálido, también parece haber sentido miedo al escuchar esa afirmación, y pregunta:
—¿Da miedo?
 Emily se encoge de hombros.
—Depende, yo personalmente creo que solo es una leyenda, que las abuelas y abuelos nos contaban eso de pequeños para mantenernos alejados del pozo, quizás porque era un peligro para nosotros… Pero es curioso porque a su vez la misma leyenda también nos causaba curiosidad por acercarnos a éste… -se encoge de hombros.- Ya sabéis: las típicas leyendas de los pueblos… 
 Todos nos quedamos en silencio, mientras que miramos a Emily con expectación. Nadine sonríe.
—¡Cuéntala!
 Dice. Tristan mira a Nadine como reprochando que le pida eso, e interviene.
—A lo mejor no se la sabe bien…
—Si, si se la sabe bien -dice Hope.- ¿No ves que ha dicho que se sabía una? 
 Yo sonrío, mirando la cara de Tristan. Ahora entiendo que ni Cate ni Laura, ni Heath, hayan querido venir a la acampada.
—La leyenda dice que en ese pozo, al final de la cuerda, hay una caja que guarda un diamante. Un diamante con tanto valor como para comprar el pueblo entero. Dicen que ése diamante pertenecía a una monja, la hermana Maud. Era del convento que hay a las afueras del pueblo, donde está hoy en día la antigua fábrica de porcelanas -me mira, y yo sonrío, recordando la historia de mi abuelo, su Hannah, y el padre de esta.- La leyenda dice que la hermana Maud, era una joven muy adinerada cuando tomó sus votos, pero que se despojó de todos sus bienes materiales cuando se convirtió en monja, excepto de su diamante. Como no quería desprenderse de él, le pidió a un herrero que le hiciera una cadena de acero cuyos eslabones estuvieran todos cerrados, y no tuvieran ningún tipo de cierre, para que de esta forma nadie pudiera robárselo cuando muriera y le enterraran con ello. Pero cuando la hermana Maud murió…
 Emily queda en silencio, y después, poniendo drama a su historia, corta el aire con su mano hacia abajo, dando un hachazo con el canto de esta en la nieve. Mientras algunos dan un respingo, en especial Tristan, Emily concluye:
—¡Zas! Otra hermana del convento la cortó la cabeza de un hachazo, para quedárselo.
 Miro a Tristan. Su mandíbula parece estar desencajada, y a su izquierda, Ishaan tampoco se queda atrás. Todos estamos en silencio, escuchando el relato de Emily, el cual lo ha interrumpido para darle mayor suspense.
—¿Y por qué el diamante está en el pozo? -pregunta Stephen
 Emily bebe otro poco del licor de hierbas, antes de alzarse de hombros y proseguir.
—Según la leyenda, la monja que le cortó la cabeza a la hermana Maud, lo escondió en una caja de madera al final de la cuerda del pozo abandonado, para tenerlo asegurado cuando su padre, quien la había obligado a tomar los votos por su descarriada vida, muriera y pudiera huir del convento y tener así una fortuna, pero dicen que nunca llegó a dejar el convento, porque murió despeñándose por un barranco poco después… 
 Tristan, a pesar de parecer aterrorizado, suelta una risa.
—Eso es mentira, si de verdad esa monjita hubiera dejado ahí un pedrusco de tanto valor, ya hace mucho que se lo llevaron…
—Pues no, porque nadie se ha atrevido.
 Responde Emily. Tristan, en cambio, permanece con una sonrisa estática en la boca.
—¿Y por qué?
 Emily sonríe, y nos mira a todos de forma misteriosa. Después de mirar a todos, que estamos callados escuchándola, pone voz de misterio y dice:
—Porque la Monja sin cabeza no puede descansar en paz, y se aparecerá a todo aquél que quiera robar el diamante
En ése momento, se hace un enorme silencio. Yo miro alrededor, para fijarme en las caras de todos los que estamos alrededor de esa hoguera. Junto a Emily, Nadine mira a ésta con la boca abierta y los ojos muy abiertos. Tristan tiene un gesto difícil de describir, como si le hubieran arrebatado toda la sangre del cuerpo. A su lado, Ishaan permanece impertérrito, pero Pray sigue fumando su porro como si nada, que junto a Nico, Hope y Stephen, son los únicos que no parecen tener miedo, porque Lily, incluso parece estar encogida, como si necesitara un abrazo. Nadie dice nada. Ni yo, ni nadie, ni siquiera Emily, y el silencio solo roto por las llamas de la hoguera lamiendo las ramas, hasta que, de repente se oye una carcajada. Miro a Stephen, que ríe con cara de pícaro, y dice:
—¿Y como coño te ve, si no tiene cabeza?
 Ante aquellas palabras, algunos reímos. No puedo evitar reírme ante ese humor ácido, al igual que Prairie, Ishaan, Nadine, Hope o Nico. Pero Tristan y Lily no parecen tener ganas de reírse, y a Emily, no le hace gracia que se burlen:
—Los fantasmas no necesitan ojos para ver.
 Dice Emily, rasgando la voz, y señalándose sus ojos con los dedos medio e índice, para después señalar a Stephen con los mismos dedos.
—Venga, no me jodas… Esos cuentos son una mierda -dice Stephen.- Cuentos de viejas.
—Eso, eso es… Cuentos de viejas,
 Le secunda Tristan, que parece decirlo por autoconvencerse, ya que su cara no tiene nada de convencimiento.
—¿Ah, sí? -dice Hope.- Pues entonces, ¿qué os parece si miramos a ver que hay al fondo del Pozo? 
 Hope se pone de pie. Se sacude la parte delantera de sus pantalones, y continúa:
—Solo tendremos que tirar de la cuerda, sacar la supuesta caja que hay al final de esta, cortar esta y sacar el diamante…
 Prairie suelta una lacónica carcajada, apagando su cigarrillo en la nieve.
—Si es tan valioso como dicen, seguro que con una décima parte tenemos para mucho.
 Hope empieza a rodear la hoguera. Alguien suelta una risa nerviosa, pero parece que todos no siguen el juego. Yo río inevitablemente al ver la cara de Tristan, inmóvil mientras sigue a Hope solo con sus ojos.
—Tengo una navaja para cortar la cuerda -dice Nico, sacando una navaja del bolsillo.- Por si la necesitas, rulitos.
—Yo he traído un cúter en la mochila -añade Nadine.
 Tristan mira a ambos como si no entendiera nada, mientras que Ishaan coge un par de tijeras.
—Será más fácil con las tijeras que traje para cortar los paquetes de pistachos… 
—¿Y para que te has traído unas tijeras para eso? -pregunta Stephen.- Hay que ser tonto, hay cuchillos…
 Dice, señalando uno de los cuchillos que hay en una de las cestas, donde están las cosas que hemos usado para cenar.
—Porque con la tijera es más fácil
 Mientras ellos discuten como niños pequeños, Hope se agacha para coger la linterna que ha traído, y encendiendo esta, ilumina el pozo. A la luz de esta, deslumbra con una silueta realmente tétrica, en medio del bosque nevado. Es justo cuando se aproxima hacia el pozo cuando Tristan se pone de pie, y grita:
—¡No!
 Su grito es tan aterrador e imprevisto que incluso yo grito en ese momento, y no soy la única que lo hace. Parece que la atmósfera ha hecho que todos nos sugestionemos un poco, y ahora siento en mi espalda la misma sensación que tenía de niña, cuando dormía con la puerta abierta, y mi espalda no estaba a salvo por el lado de la pared. Riendo, Hope se vuelve, iluminando la cara de Tristan con la linterna, pálido como un fantasma.
—¿Qué?
 Pregunta ella, y Tristan traga con fuerza. Está sonrojado porque ahora le avergüenza que Stephen e Ishaan estén partidos de risa porque se ha notado mucho que en realidad, está acojonado. Tratando de aparentar calma, dice:
—No jodas, Hope, no toques esa mierda, a saber que hay al fondo del pozo… Animales muertos o a saber… Mejor no toques nada.
—Tío, ¿seguro que no te estás cagando? 
 Pregunta Stephen entre risas.
—¿Cómo se va a estar cagando, tío? -le increpa Ishaan, antes de estallar en carcajadas, entre las que a duras penas dice.- ¡Si seguro que se ha cagado ya!
 Todos ríen. Es inevitable no reír por las carcajadas de todos, y por la cara de Tristan, indignado.
—Sois unos gilipollas. No me he cagado. No creo que ninguna monja sin cabeza vaya a aparecer aquí, pero yo no me acercaría a un pozo que lleva siglos abandonado, podría ser peligroso.
—Tristan tiene razón -dice Lily.- No creo que sea muy higiénico ver qué hay al final de la cuerda…
 Dice, con una sonrisa y absoluta seguridad. Nico la mira sonriendo, y yo sonrío por ellos. Por fin mi amiga tiene una razón más por la que sonreír, y solo espero que ese corazón sea el adecuado para latir junto al suyo.
—Sois un poco idiotas, ¿no? -dice Pray.- ¿Un pedrusco que podría comprar el pueblo entero y nadie quiere mirar si es verdad porque se aparece un monja sin cabeza que busca venganza? -resopla.- No me jodáis…
—No te burles, Prairie… La monja podría estar ahora mismo mirándonos entre los árboles…
 Tristan mira hacia el lugar al que señala Emily. Aunque intenta fingir que no tiene miedo, es imposible disimularlo. Se sienta muy deprisa y puedo darme cuenta de como se arrima un poco hacia Nadine, para alejarse lo más posible de la zona. 
—¿Mirandónos? -pregunta Stephen.- ¿Sin cabeza? 
 Niega con la cabeza, y se termina la cerveza de golpe. Después, se pone de pie, y lanza la botella de cerveza hacia el pozo, haciendo que esta se rompa en varios pedazos  al estrellarse contra el pozo de piedra.
—Que la den por culo a la monja y al diamante -dice, y me extiende una mano.- Yo me voy a dormir. ¿Te vienes?
 Me pregunta. Podría haberle dicho que me quedaba un rato más, si no me hubiera guiñado uno de sus preciosos ojos, pero lo hace y eso es irresistible para mí. Me humedezco los labios sonriendo, y cojo su fuerte mano para ponerme de pie. Siento que esa estabilidad que siento cuando me sostiene, es la misma que siento cuando no lo hace, porque él siempre me lleva de su mano, aunque físicamente no la tenga entre mis dedos.
—Vaya unos rajados… Sois unos muermos.
 Dice Hope, volviendo a sentarse junto a la hoguera de nuevo. Me mira sonriendo y yo la sonrío, ya de pie junto a Stephen. Miro a Tristan. Parece tan descompuesto que yo diría que incluso tiene ganas de vomitar, por la palidez de su rostro y su expresión desencajada.
—Buenas noches, chicos… Divertios.
 Digo, y miro a Emily guiñándole uno de mis ojos, a lo que ella responde con el mismo gesto. Después, de la mano de Stephen, camino hacia la tienda de campaña que hemos montado antes, entre los árboles del bosque, y mientras tanto, Stephen se sigue riendo.
—¿De qué te ríes?
 Le pregunto. Él me mira negando con la cabeza.
—Del idiota de mi amigo Tristan… No va a pegar ojo en toda la noche, pensando en que la monja sin cabeza le va a coger los pies o algo… -ríe.- Pobre Ishaan, que noche va a darle…
 Ríe.
Yo también tengo claro que Tristan ha pasado miedo y que lo seguirá teniendo. Mientras estoy con Stephen dentro de la tienda de campaña, se oyen lejanas las voces y las risas, pero en ningún momento parece escucharse la de Tristan. Yo sigo despierta cuando las voces van siendo cada vez menos, hasta que finalmente, solo queda silencio. Es el momento en que consigo dormirme, aunque en algún momento de la noche, me despierto entre sueños escuchando un fuerte ruido. Aunque al principio me alarmo, luego me doy cuenta de que estamos en el bosque, que a dos metros de mí está la tienda de campaña de las chicas, y que unos tres o cuatro metros atrás de la que nosotros ocupamos, está la de Tristan e Ishaan, muy cerca de la de Lily y Nico, porque no había mucho más suelo estable. por eso, y sin darle importancia, me duermo profundamente, dentro del saco de dormir junto a Stephen, que me abraza desde atrás envolviéndome en sus fuertes brazos.
No sé que hora es cuando me despierto. Pero cuando abro los ojos ya hay luz y soy consciente del frío que hace dentro de la tienda de campaña. Siento que Stephen no está, pero aún así me aseguro, girándome hacia atrás, y veo que en efecto, estoy sola en la tienda de campaña, cuya cremallera está abierta, dejando que el aire entre por la puerta. Con una sonrisa me incorporo, cojo la gruesa manta de lana que hay a un lado, y me envuelvo en ella para salir de la tienda, tras calzarme las botas. Stephen está sentado sobre una roca, junto a la tienda de campaña, fumándose un cigarrillo. Aunque aún está despeinado, no parece estar recién levantado.
—Buenos días, princesa
 Me dice, guiñándome un ojo. Yo me muerdo el labio, sonriendo, acercándome a él.
—¿Te has despertado hace mucho?
—Hace una media hora. ¿Has dormido bien?
 Asiento con la cabeza.
—Sí, ¿y tú?
—Fatal, he dormido como una mierda… El suelo estaba duro como una piedra, ese colchón es una porquería… Y encima…
 Lo que fuera que quisiera decir Stephen, se queda interrumpido por un grito desesperado que resuena a poca distancia, en el que reconocemos la voz de Tristan, diciendo:
—¡Por Dios!
 Ése “Por Dios” desesperado parece tan desgarrador, que incluso yo, me asusto. Stephen se pone en pie de un salto y corre en dirección al pozo, justo donde nos reunimos alrededor de la hoguera por la noche. Yo le sigo, subiendo la cuesta cubierta de resbaladiza nieve, y cuando llego, encuentro a Tristan con las manos en la cabeza, pálido y completamente descompuesto, delante del pozo, mirando hacia el suelo, donde también mira Stephen. En el suelo, hay restos de cuerdas viejas cortadas, huellas de algo grande que parece haber sido arrastrado, y unas palabras escritas en la nieve:
 “Devolvedme mis huesos o todos me veréis”
Miro a Stephen, que mira estupefacto aquello. A pesar de su escepticismo, parece que aquella frase, también le ha impresionado, aunque o tanto como a Tristan, que parece estar a punto de desmayarse. Éste mira a Stephen.
—¡Huesos! ¡Era una caja llena de huesos! ¡Menudo diamante! 
 Dice, acercándose a Stephen, le coge por los hombros y empieza a zamarrearle.
—¿Quién ha sido? ¿Quién se ha llevado los huesos de la puta monja?
 Stephen le da un empujón a Tristan para que le suelte.
—¿Qué te pasa? ¿Estás loco? ¡Yo qué coño sé! Yo estaba durmiendo hasta hace media hora…
—Yo acabo de despertarme…
 Digo.
—¿Eh? ¿Qué coño es esto?
 Escuchamos, y me doy la vuelta. Con cara de estupefacción, Ishaan se acerca al pozo. de este, pende el trozo de cuerda rota, mientras en el suelo, junto a la botella rota de cerveza que Stephen tiró ayer contra el pozo, hay más cuerda vieja y esas escalofriantes letras.
—¡Has sido tú!
 Increpa Tristan, señalando a Ishaan, que se señala a sí mismo.
—¿Yo? ¡He estado durmiendo contigo toda la noche, qué coño dices, yo no he hecho esto!
—¿Y quién ha sido, eh? ¿Quién ha robado esos huesos?
 Tristan nos mira a todos. Veo que mira por detrás de mí, y entonces veo a Nico, Lily, Nadine y Hope. Nico parece sorprendido y fascinado al mismo tiempo, Hope se ha quedado blanca, Lily cubre la boca con sus manos y la expresión de Nadine es indescriptible.
—¡Podríais ser cualquiera de vosotros!
 Dice, señalándoles a todos.
Y es que en ese momento, todos miran a todos, como si todos quisieran ver en el rostro de alguien quien lo ha hecho. Y no sé qué se preguntan realmente, pero parece que se preguntan cualquier cosa excepto que la Monja sin Cabeza no exista… De eso, parecen tener una absoluta certeza, aunque parezca surrealista. Pero algunos como Stephen, Lily o Nico, que saben que los fantasmas sí existen, no tienen dudas sobre eso. Y los demás… Los demás siempre tendremos miedo a las historias de fantasmas que se cuentan en los viejos pueblos. Indignada, Hope frunce el ceño, y señala a Tristan.
—¡O cualquiera de vosotros!
—¿Dónde están Pray y Emily?
 Pregunta Nico, y Nadine responde:
—Se fueron temprano, Pray iba a abrir el taller y Emily tenía prisa y la pidió que la llevara en su coche…
 Yo miro a Hope. Parece que ahora todos las están señalando como culpables, porque nadie aquí revela quien ha sido, por eso, trato de poner calma:
—Chicos, chicos… Si hubieran sido ellas, lo dirán cuando las preguntemos. ¿Por qué iban a tener una caja llena de huesos escondida?
 Se hace el silencio. Todos miramos a todos, aunque la mayoría mira hacia el pozo. Tras un breve espacio de tiempo, Hope dice:
—Porque la leyenda decía que mientras no estuviera en paz, la hermana Maud atormentaría a quien tuviera el diamante…
 Me mira, como si acabara de darse cuenta de algo muy importante, pero yo frunzo mi ceño. Stephen abre los brazos.
—¿Y?
 Ante esa pregunta, Hope suspira, y le mira:
—Que si entierra sus huesos… Tal vez la hermana Maud esté en paz y así no le atormente.
Todos nos miramos. Entre nosotros, hay un extraño ambiente. En lugar de buscar razocinio a todo, la sugestión ha hecho que todos tengan miedo, y sobre todo, que todos vean en todos a un culpable que ha robado la caja y enterrado los huesos para quedarse con el diamante… A consta de que la monja, se aparezca a todos los demás. Por eso, cualquiera podría haberlo hecho, y tendría una buena razón para decir que no fue así. Ahora, mientras el frío del bosque nevado nos hiela la sangre casi tanto como esa frase hecha de piedras y ramas en la nieve, todos nos hacemos la misma pregunta: 
¿Quién robó la caja llena de huesos?.
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Lote de fotos de la publicación del 15 de Febrero de Instagram.
Etiquetados en las fotos:
@lilupotterw @hijodelosbarcos @nadinewayne @lookingforprairie @hopejacksonworld @tristansand @stepwolffblog @thegirl-who-dreams @ishaangarland
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lookingforprairie · 3 years
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Al final va a ser Tristan el único sensato en creer que las leyendas no son tan de viejas...
Nadine
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desafioshpf · 3 years
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Trama #UCLDH (Una Caja Llena de Huesos)
Ronda 1:
Stephen a Tristan. Cartas pedidas: Nadine. Botella. Ermita ( ✖ Carta no enviada)
Tristan a Ishhan Cartas pedidas: Nico / Botella / Cementerio  ( ✔ Carta enviada)
Ishaan a Prairie Cartas pedidas: Nadine /Tijeras / Cráter ( ✖ Carta no enviada)
Prairie a Lily Cartas pedidas: Nico / Piedra / Cementerio ( ✔ Carta enviada)
Lily a Nadine Cartas pedidas: Stephen / Cuchillo / Molino ( ✖ Carta no enviada)
Nadine a Nico Cartas pedidas: Ishaan / Cuchillo / Ermita ( ✖ Carta no enviada)
Nico a Stephen Cartas pedidas: Tristan / Botella / Parque ( ✖ Carta no enviada)
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La Noche de San Nadie
Alice y sus amigos se reúnen para celebrar la Noche de San Nadie, y Emily cuenta la historia de una maldición en el Pozo junto al que están
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lookingforprairie · 3 years
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El Pozo de Bollingbroke
Pray lleva a Nadine al pozo a ver si puede sacar algo de información sobre quién robo la Caja de Huesos. Mientras inspeccionan, ve entre las ramas una silueta, y al final ambas salen corriendo creyendo que es la monja sin cabeza quien las observa entre los árboles
// @nadinewayne
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lookingforprairie · 3 years
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En busca de los huesos de Maud
Pray visita a Lily al refugio para donas unas mantas como excusa para sacar la conversación sobre la acampada y la desaparición de la caja de huesos.
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