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#al verano llegamos todes
la-amarillista · 2 years
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postales del verano 
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Pandemia
El 2020 habia comenzado con variadas noticias pero como siempre lo principal el verano, vacaciones, fin de año, primeras políticas para encaminar el país luego del cambio de gobierno en el último tramo del año anterior, entre otras.
Una noticia que estaba en desarrollo y evolución era un virus nuevo que había aparecido en China ( oh pero si queda en el culo del mundo pensé ) la noticia rezaba que un desconocido virus parecido a una gripe fuerte que se convertirá en neumonía se estaba disipandose con mucha rapidez y con una tasa de contagio. Llegan las primeras noticias de la palabra confinamiento ( nunca antes usada por mi ) en Wuhan dónde había aparecido el brote y en otros lugares de China donde estaba habiendo focos importantes. Hasta ahi... Era todo lejano, muy ajeno. Pensar eso fue un gran error. Nunca hay que olvidarse que el mundo es un mismo organismo vivo y que hoy en día por más que las condiciones no se den en los mismos lugares habrá maneras en este mundo conectado y tecnológico, que llegue a todes.
Ese suceso lejano no tardó en llegar a Argentina, el 2 de Marzo se confirma el primer caso de Covid 19 en nuestro país, un ciudadano que vino del exterior infectado fue el principio de algo que nunca jamás nos imaginamos vivir, la cuarentena , una pandemia y el giro inesperado que hizo cancelar los planes del mundo entero para entra en un modo confinamiento. Al día de hoy 3 de Junio de 2020 los números dicen que en Argentina hubo 18.306 casos positivos , de los cuales 5.696 ya se recuperaron y 582 muertes.
El panorama no se veía bien. El 16 de Marzo se suspendieron las clases en todo el país, esa fue la puerta de entrada a esta etapa de vida que estamos llevando desde ese día, nuevas palabras, nuevos hábitos, nuevos desafíos. Nuestros niños tuvieron solo dos semanas de clases y todo se paró hasta entonces.
Cómo siempre los medios de comunicación empezaron a jugar un rol fundamental, a pesar de ser el primer medio de información al alcance de la población, apostaron a la infodemia, a repetir noticias de lo que estaba pasando en Italia, a replicar imágenes de gente vaciando súper ya que se comenzó a vivir momentos difíciles en que llegaron algunas palabras con la que empezaremos convivir INCERTIDUMBRE. CONFUSION. CUARENTENA
Solo basto 4 días más para que por medio de un decreto presidencial a partir del 20 de Marzo de 2020 se decretara el AISLAMIENTO SOCIAL PREVENTIVO y OBLIGATORIO para todo el país. De ahí en adelante una película de ciencia ficcion siendo vivida por todos. Nada de ficción. Tan real que nos atravesó a todos. El análisis que hacemos es local , pero el impacto fue global.
Por primera vez en la historia, desde la revolución industrial que no había un parate similar. Las industrias. El sistema productivo. Transporte. Se suspendieron los vuelos internacionales. Se cerraron por primera vez la fronteras del mundo. Los países comenzaron a tomar desiciones acordes a sus situaciones . Al principio del brote fueron Italia y España dónde más contagios y muertes hubo. Hasta que llegó a nuestro continente. Donde la políticas liberales y de derecha que priorizan seguir con la actividad económica hicieron entrar en crisis sanitaria y ahora también social por todo lo que conlleva acarreado la indignación actual sumadas a todas las situaciones de raíz que eran reclamadas antes de todo esto. Estos ejemplos de pueden ver a las claras en Estados Unidos y Brasil.
De un día para el otro. Tuvimos que dejar de transitar nuestras vidas corrientes, tuvimos que comenzar a usar barbijo, tuvimos que empezar a tener distancia de 2 m entre persona y persona. Tuvimos que dejar de abrazar y reunirnos con nuestros parientes , amigues, compañerxs de trabajo, vecinxs. Tuvimos que comenzar a desinfectar todo cuando llegamos del súper. Tuvimos que aprender a esperar. Tuvimos que ordenar eso que estába en el fondo de la lista y siempre pateabas. Tuvimos un encuentro obligado con nuestra casa, nuestra familia o con nuestro propio cuerpo. Se puso en evidencia las distintas realidades y posibilidades de pasar un aislamiento
diasdecuarentena
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murgalamojigata · 4 years
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Es de nochecita, vamos llegando al Club Capurro con mi hijo menor. Nos espera una nueva noche con La Mojigata. ¡La Murga! Vamos en el auto, escuchando Mojigata, hablando de Mojigata, preguntándonos, soñando. Llegamos, nos acercamos despacito, un poco de timidez, ¿o será que al hacerlo lento soñamos con estirar la noche para siempre? En la entrada nos enteramos que es noche de picada, vamos a la esquina, compramos un queso, tenemos unas galletitas y un jugo. ¡Adentro! Caminamos esos metros hacia el fondo del club con un poco más de familiaridad, pero con los nervios que ameritan. Algunes ya se están pintando. Otres van llegando. A pesar de nuestra vergüenza (ya es hora de superarla!) todes nos saludan y abrazan con inmenso cariño. Trato de pescar todas las conversaciones, se mezclan cuestiones organizativas con anécdotas jugosas y, como siempre, recuerdos de tal murga, de tal año, y de aquel detalle. Es notable, se acuerdan letras y arreglos que usó una murga en el 98, y hasta detalles de trajes y escenografías. Todes están concentrades. Se acuerdan cosas para ese día y también alguna para el día siguiente, para el Teatro de Verano, me tocó vivir la charla donde se planeaba una acción para el día siguiente, algo nuevo, que no había estado en la pasada anterior, y al día siguiente, se me infló el corazón cuando lo vi materializado! El redoblante recibe un mimo: parche nuevo, ajuste y apronte para el Teatro de Verano que es mañana. Nos subimos al bondi. Viendo de no invadir ningún espacio. No nos dan los ojos. El corazón sigue agigantándose. Arrancamos, el megáfono nos da la bienvenida y se musicaliza. Se viene la entrada en calor de esas gargantas amorosas. Se acuerda el repertorio del primer tablado. El recuerdo de la máxima: al llegar a cada tablado, primero baja la murga, luego los acompañantes. Al finalizar, a la inversa, los esperamos arriba del ómnibus. Primer tablado Las Acacias, luego un Rondamomo en un barrio de Montevideo, no recuerdo cuál, y el cierre en el Tío Suárez. Cada uno de los 3, es distinto, la organización, les locutores, la disposición del público, el sonido, lo gastronómico, casi todo. Coinciden sí en la avidez de les niñes por hablar y saludar a les murguistas, en todos los tablados, se acercan, y los quieren cerca. Y ellles están ahí, cerca, es lo que buscan, es lo que quieren. O es mi parecer. Y luego la gente, el pueblo, el mismo pueblo que le rasca el lomo a ese chancho/murga. Gente baila con la Bancada EvanYelista, y vive de pie y a pleno de palmas y saltitos cuando LA MURGA canta su bajada. Murga, vos sabés cuánto te queremos, eso parecen decir. En el medio, y entre los tablados se vive la picada, de lo más variado: chorizo, papitas y palitos, tomatitos cherry (con cabito), melón con jamón!!!, salchichitas, salame y queso, tartas, de todo!!! Y luego la picada dulce, con pastafloras varias, una de ellas de dulce de higo y unos tremendos panqueques de dulce de leche!!! No lo podés creer. Y lo mejor la buena onda que se vivió todo el tiempo. Se siente un grupo de amigues. Una familia. No tengo dudas. Para agrandar la familia, antes del último tablado, se sumó al bondi un grupete que provenía de la movida de Más Carnaval, tan cercanos al corazón de La Moji. Mi pequeño fue entrando en ritmo y confianza con los hijos de murguistas que venían en el bondi. Tanto así que cuando bajábamos en los tablados, hacían la suya. Y cuando volvimos al club, casi a las 2 de la mañana, se pusieron a jugar al futbol, y hubo que esperar a que ellos dieran por terminada la cosa, para recién poder irnos. Para mí, era la excusa para alargar aún más el sueño. En un momento de la noche le digo: “Mirá cuando ya no quieras acompañarme” y me responde con un rotundo “Vos me vas a acompañar a mi. Yo voy a salir en La Mojigata”. En este relato se evitaron los nombres propios, y con intención. Ya que si bien cada momento tuvo sus protagonistas, fuimos todes los que construimos esa noche. Como en La Mojigata, los nombres propios, si bien son importantes, pierden relevancia cuando de construir cuestiones colectivas se trata. Nuestra Batalla Cultural es amar a esta murga. A la familia Mojigata, que es tanto mucho más grande de les 17 que se suben al escenario. Se siente que son todes, los que están ese día en ómnibus y quienes que no. Quienes están  este año, quienes estuvieron alguna vez, y quienes están siempre. Me siento atrevidamente parte de esta familia Mojigata! GRACIAS!!!!
Adrián Horton, 22 de febrero de 2020
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la-amarillista · 3 years
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dejen que la gente se ponga lo que quiera en el verano (y el resto del año)
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la-amarillista · 4 years
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el tip del verano que no pasa de moda:
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murgalamojigata · 4 years
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Martes 4 de febrero. Vivo a tres cuadras del Club Capurro y ya tenía armado el itinerario del día en mi cabeza, esperando, desde que desperté, que llegara la hora de estar ahí. La cercanía no evitó que llegará unos minutos más tarde de la hora acordada. El Tucho me esperaba en la puerta e iríamos a por una cerveza para intentar bajar el calor del día y también (en algo) mi ansiedad. Entramos. Estaba yo como la niña chica que pide al murguista que le pinte la cara, deseando quedar toda pintada con apenas un beso. Ese era mi espíritu desde que nos embarcamos en esto. Lo primero que noté al entrar fue el silencio, me temblaba todo, hablaba mucho y sin parar (lo que delataba mis nervios). Saludaba gente de la murga como si nunca antes la hubiera visto. Y en realidad así era, nunca les había visto así, cómo les veía hoy. Mientras les miraba llegar pensaba que esto que estaba pasando tenía un aire de ritual. Un ritual al que te invitan a participar, mirándolo de adentro, aunque no conozcas sus signos ni sus momentos. El ritual para mí tiene una doble dimensión por un lado en lo que refiere al intercambio social con les otres y por otro en cómo cada persona lo vive individualmente y en relación al grupo con el que lo comparte.  De alguna manera nos hace parte y todo. Me encuentro asistiendo a una serie de movimientos que la murga va haciendo, unas prácticas un tanto desconocidas para mi, pero en las que fui invitada a participar. Intuyo, mientras los voy viviendo, que cada murga debe tener sus señas y sentidos propios. Y este gesto de la Mojigata de convidarme(nos) a ser parte de sus palabras, de sus objetos, de sus recorridos, de sus movimientos ya habla por sí mismo de lo que la murga es y quiere ser. Me invadió una sensación de que estaba todo demasiado tranquilo. Todo el mundo caminaba despacio, hablaban con quienes tenían cerca, cebaban mate, fumaban. Ahí caí en la cuenta de que algunxs venían directo del trabajo, otrxs caían con sus hijxs, comentaban cosas del día mientras iban haciendo casi de memoria los primeros pasos del ritual murguero. Decidí escuchar y mirar. Había trajes, zapatos y sombreros del vestuario por todo el piso, como en pequeños montículos desperdigados. Un rato más tarde entendería que ese aparente desorden no era tal. Cada unx sabe dónde está su vestuario y se encargará más tarde de llevarlo hasta la bañadera. Quise poner mi mirada en las pibas de la murga, ya desde antes de ir iba con ganas de mirarlas especialmente a ellas. Vi a Amalia frente a los espejos empezando a ponerse la base blanca en su cara (hay varios espejos, colgados a distintas alturas en una de las paredes). Quise sacar fotos de una, pero sentí la necesidad de pedir permiso para hacerlo y así lo hice. Cada unx va maquillándose mientras yo imagino qué formas y colores elegiría en su lugar. ¿Cómo será esa sensación de cara pintada durante tantas noches de carnavales? ¿Cómo se vive en la piel de un/a murguista? Vuelvo a las pibas. Ana ya terminó de maquillarse y fuma mientras ríe, hablando con alguien. La Pitu se acerca a la mesa de materiales y se retoca alguna línea. Alguien pide ayuda con un círculo de su cara que quedó medio chueco. Toda esa calma y tranquilidad empieza a cambiar con el grito de Fabiana que avisa que en cinco minutos nos vamos. Fabiana fue la primera en darnos la bienvenida y tuve la sensación de que la Mojigata es "muy ella". En poco rato la vi hacer de todo: cargar percu, hablar con el conductor del ómnibus, hacer comentarios individuales, recordar horarios, alegrarse porque iba a poder subir con tiempo las capas al escenario. A esta mujer solo le falta cantar, pensé, eso también me lo iba a responder luego. Con el aviso de partida nos arrimamos a la puerta, la bodega del ómnibus está abierta y cada murguista (aún a medio vestir) va tirando allí el resto de su vestuario. Nacho nos dice que nos acomodemos por ahí. Es momento de subir, me vuelen los nervios. Tantas veces escuché historias, canté canciones acerca de murgas en camiones y bañaderas, tarareo alguna para mis adentros. Se escuchan varios chistes y comentarios acerca del ómnibus, su confort, el aire acondicionado y hasta se habla de la comodidad de sus butacas. Alguien riendo dice: disfrutenlonnn! Y a mi me dan ganas de que todo el mundo sepa y entienda lo que estoy viviendo. Tipeo en mis redes "La Tana se siente entusiasmada en la bañadera de la Mojigata". Estamos todes arriba. Arrancamos. Mateo agarra un megáfono y explica que luego del velódromo van a una parrillada y de ahí a la prueba de sonido en el Teatro de Verano. Facundo, que venía sentado abrazado a su guitarra, algo pensativo me atrevería a decir, se para en el pasillo, toca un par de acordes, todes lo miran, empiezan a cantar. Fabiana, que venía pendiente del tránsito y la hora, se para... Y canta. Me sorprende con su voz y pienso en lo que alguien alguna vez me dijo: lxs utilerxs son murguistas. Amalia para cantar también se para en el pasillo, mientras termina de vestirse. ¿Cómo se vive el carnaval siendo mujer murguista? ¿Cómo transitan y viven los cuerpos de las mujeres murguistas ese territorio? Escucho ese ensayo en movimiento y veo en su puño el pañuelo rojo: sin nosotras no hay carnaval. Y pienso en tantas mujeres queridas, enormes murguistas. El ómnibus se detiene. Se pausa el ensayo. Algo pasa. Por primera vez leo en las caras de la murga algo de nerviosismo que se disipa cuando el ómnibus vuelve a moverse. Vuelven a cantar. Se hacen ajustes y cambios que van a probarse hoy. Llegamos. El velódromo está repleto. Nos piden seamos los últimos en bajar y junto a nosotrxs bajan tres niñxs que ya entendieron todo lo que pasa allí. Abrazos con murguistas amigxs, gente que se acerca  a saludar y madres con niñxs que piden fotos. Ana se agacha a la altura del niño, se sonríen, le muestra su gorro y le pregunta al niño si quiere sacarse una foto. Se da vuelta y me aclara que siempre prefiere preguntarle a lxs niñxs a pesar de la insistencia de sus padres. No había reparado en Lali, hasta que la veo parada al lado del escenario, al borde del primer escalón. Está abrazada a sus platillos, sonriente, con la vista perdida y en silencio. Algo en ella me dice que está deseando subir y empezar a tocar. Ella vibra al ritmo de su música. La murga está parada, toda junta, al pie de la escalera. Se escucha la voz del presentador que anuncia la bata. Lali ya subió, gozada, tocando. Ahora sí, es todo energía latente que se siente en el cuerpo. Van a subir. De la nada la Pitu empieza a rebotar pegando saltitos cortos que la despegan del resto de la murga. Y, sí, claro, yo también lo haría, el velódromo repleto y ella ahí, parada, con su voz, va a decirle cantando que la Mojigata ya llegó. Me quedo quieta y en silencio, mirando hacia el escenario viéndoles, todo parece quedar en pausa. Me pasan por el cuerpo cada uno de los gestos y signos que ví y viví. Todo se alinea de pronto en una sola sensación que ahora puedo poner en palabras. Estar acá con la murga, ahora, ser parte, sentirse Mojigata, todo esto tiene razón de ser.
Natalia Marcovecchio, 4 de febrero de 2020
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