F E L I C E S A Ñ O S 2 0
Desde que estudiaba en el instituto he sentido una admiración inefable por los años 20. Por ese momento de los inicios del siglo XX en el que el mundo parecía nuevo de pronto, a base de cerrar heridas y reconstruir palacios. Felices años 20, lo llamaban, la edad de oro. El arte explotaba, las fiestas ardían y el trauma se escondía bajo una nueva concepción de la existencia.
El tiempo, la carrera de Historia y la exploración de este periodo me han hecho entender que todo aquello no era más que una romantización posterior, pero… ¿y si romantizamos? ¿Y si pensamos que estamos a punto de entrar en los nuevos años 20? ¿Y si nos empapamos de esa etílica euforia en cuanto acaben las campanadas e imaginamos esta década como un mejor reflejo de la anterior?
Todos sabemos cómo acabó aquello. En 1929 la bolsa de Nueva York se desplomó y envolvió al mundo en unas tinieblas que nos llevaron hasta el periodo más aciago de la historia de la humanidad. Pero imaginemos por un momento que eso no tiene por qué ser así. Que es 1919 y la Gran Guerra acaba de terminar. Que el mundo es un lugar nuevo y en la década que se acerca brilla el Nueva York del Gran Gatsby, el modernismo inunda Londres, París es una fiesta y en Madrid se fragua la generación del 27, esta vez con Las sinsombrero como auténticas protagonistas.
Y que este 1919, este 2019 mío, no es más que eso. La superación de una Guerra que nos destrozó pero de la que nos estamos recuperando con inusitada energía. Exijo que este 2020 sea mi posguerra. Aunque haya que seguir luchando contra los que creen que no se puede ser diferente.
Y esta lista mía tradicional, esta jerarquía de las cosas más importantes del año, no es sino el epitafio de una década que acaba. De las ciudades que empiezan a reconstruirse. De las almas sedientas de vida. Como la mía.
EL MOMENTO DEL AÑO:
Fue en San Sebastián. En un mes de abril tradicionalmente negro y donde yo era incapaz de encontrarme entre la bruma del Cantábrico. Fue allí donde todo cambió y un sentimiento metamoderno y absurdo me hizo darme cuenta de que no hay nada mejor, que las dudas que tengo. Y que, por primera vez en mucho tiempo, era completamente libre.
LA PELÍCULA DEL AÑO:
Este año, mi película favorita es, sin ninguna duda, Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar. Después de un año acudiendo a las salas casi semanalmente sin sentir apenas nada, llega él, con ese cine que olía a pis, pero también a jazmines y me recuerda de una hostia por qué este arte tiene la fuerza de cambiar el rumbo de mi vida y la de cualquiera. Pedro ha vuelto, y Dolor y Gloria es una oda de dimensiones bíblicas a la resurrección de los genios.
LA CANCIÓN DEL AÑO:
¿Hay canciones que pueden hacerte perdonar? Porque yo, con Reina de Miss Caffeina he sublimado a niveles estratosféricos y he convertido la ciudad de Talavera a la que se refiere con ella Alberto Jiménez, en mi ciudad natal. He escuchado esta canción en bucle todo el año, pensando en Segovia: Voy a liberarme, voy a dejar de odiarte. Voy a pensar que la culpa no fue tuya y perdonarte. Porque es verdad que a mí Segovia me ha hecho daño, porque ser diferente aquí siempre fue una mierda y es algo que va a tener que empezar a cambiar si no quiere acabar vacía y muerta.
Pero con el tiempo las heridas se van curando y acabas por entender que, aunque tengas que huir de un sitio como este, siempre hay algo de él que te acompañará vayas a donde vayas. Y volverás para enseñarla que al final hiciste algo bueno, con todas sus frases hechas y todos sus golpes secos.
Aquí podéis escucharla.
EL LIBRO DEL AÑO:
La única historia de Julian Barnes es mi libro del año. Por lo que he podido entender, las reacciones de este libro son antitéticas: o lo amas o lo detestas, y yo lo he amado. Barnes no solo crea una historia sincera y potente que te atrapa y te emociona, sino que se convierte en todo un teórico del amor. Un amor puro y eterno, una única historia que todos tenemos en algún momento de nuestra vida y que lucha contra la mediocridad del mundo y las circunstancias de la vida. Porque cuanto más irracional y absurdo es un amor, con mayor fuerza crece y se derrumba. Nada más empezar, Barnes te pregunta qué preferirías: ¿Amar mucho y sufrir mucho o amar poco y sufrir poco? Y supongo que La única historia es mi libro del año porque soy un fiel defensor de la primera opción.
LA SERIE DEL AÑO:
Reconozco que esta decisión ha sido bastante más difícil, pero al final he terminado por decidirme por Euphoria de San Levinson. Tanto desde mi perspectiva profesional del guion, como desde el más puro sentimiento que me provoca, la considero una obra maestra de la ficción, que sentará precedentes. Pocas series han acertado tanto a la hora de tratar problemas y sensibilidades reales, sin caer en ese terrible hiperrealismo que circula por los círculos creativos. Euphoria es una locura, una fantasía plagada de dolor y de alegría. Una fiesta para los sentidos con un inteligentísimo foco social. Mi serie del año.
LA EXPOSICIÓN DEL AÑO:
Ya he hablado de ella y es porque me dejó absolutamente prendado. Fui con mi tía Mariate a la exposición Balenciaga y la pintura española en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Lo que opino sobre la exposición ya lo tenéis aquí, pero cabe resumir que es una absoluta pasada la fusión entre la moda y el arte pictórico que se crea, con una elegancia y un estilo que pocas veces he visto en una exposición temporal.
LA OBRA DE TEATRO DEL AÑO:
Pablo Remón lo ha vuelto a hacer. Le pidieron Doña Rosita la soltera y se descubrió por entero a sí mismo creando unas notas a la obra de Lorca, que dicen llamarse La_Abducción, pero que en realidad no tiene título que las defina. Pablo ha sido mi profesor y es una persona a la que admiro mucho desde hace años, pero es que ahora está más claro que nunca que lo que está haciendo es historia del teatro, con una meta-auto-ficción fresca e ingeniosa que, sin duda, está construyendo algo grande y nuevo que se avecina. Y es que, a veces, a la gente se le olvida que Federico García Lorca es también el autor de El público, y que al ver lo que ha hecho Pablo con su obra, al acabar se habría levantado de las butacas para plantarle un morreo de felicitación. Estoy seguro.
EL DISCO DEL AÑO
Si Miss Caffeina se lleva mi mejor canción, La Bien querida se lleva el mejor disco con Brujería. Leía el otro día en un periódico que es el ejemplo claro de cómo en nuestra cultura actual millenial, en la que el feminismo es una característica clave, el esoterismo, el zodiaco o el tarot han vivido un repunte claro en relación a esa feminidad perseguida. El arte se impregna de todos los movimientos sociales y ese mundo nocturno, natural y mítico, se deja traslucir a la perfección con un disco a cuya cabeza cuenta con uno de los títulos de canciones que más me han gustado nunca: ¿Qué? Pues eso. Viva la magia.
EL VINO DEL AÑO
Este Protos, este Ribera de Duero no solo es espectacular, sino que ha sido muy importante porque representa ese viaje que hicimos Mamá y yo este septiembre por las tierras aledañas a Peñafiel. Bebiendo este vino, en un entorno perfecto, ella y yo tuvimos una conversación difícil pero fructífera. Dicen que quererse es aprender a entenderse. Pues brindo por ello.
LA CIUDAD DEL AÑO
Hace años le prometí al Sena que la próxima vez que volviera allí, lo haría enamorado. Desde entonces, como podéis imaginar, nunca he ido a París. Pero cuando mi amigo Alejandro y yo decidimos este verano apuntarnos a una agencia de viajes sorpresa, fue París a donde el destino quiso que fuéramos. Una señal del universo para hacerme entender que hay muchos tipos de amor, y que mi amistad con Alejandro es uno de esos tipos. Además de disfrutar de su compañía, fue un gran viaje para ajustar cabos sueltos del viaje anterior como Disneylandia, y un lugar ideal para despedir la década. Porque ahora son los nuevos años 20. Y París, la que es con Roma mi ciudad favorita, vuelve a ser una fiesta.
EL HOTEL DEL AÑO
Fue solo una noche. Pero el Hotel Castilla Termal Monasterio de Valbuena es un lugar espectacular para parar, desconectar y reconciliarse con la madre tierra en los alrededores, y la abuela agua en sus piscinas termales, todo ello en un monasterio del siglo XII. Las habitaciones son espectaculares, el servicio divino de la muerte, y la comida y el vino espectaculares. Tengo yo pendiente un retiro aquí de algunos días solo para escribir.
LA FOTOGRAFÍA DEL AÑO
No sé quién es el autor. Fue hecha en Barcelona durante las protestas de este otoño tras la sentencia de los acusados por el Procés de Cataluña. Es una fotografía especial, que me produce una extraña sensación de angustia y confusión. Dos realidades, dos mundos que ya no sé si conviven bien de forma contemporánea. Una foto que bien podría definir la España de este año inexplicable.
LA FRASE DEL AÑO
-Nunca pensé que acabaría así.
-Nunca pensé que acabaría.
EL HOMBRE DEL AÑO
Si hay un hombre en el que no he podido dejar de pensar este año, es Jaime Gil de Biedma. He leído todos sus poemas, sus cartas, su diario, sus ensayos. He buceado en su vida como quien busca un tesoro, como quien busca respuestas a sus propias preguntas. Jaime trazó un camino que conecta conmigo y que siento que debo seguir. Este año que entra, él y yo vamos a pasar aún más tiempo juntos, a través de mi nuevo proyecto. Y espero que esté donde esté, no me guarde demasiado rencor por utilizarle a la hora de entender que la vida iba en serio. El permiso ya está pedido. En una carta breve colocada en la ranura de su tumba en Nava de la Asunción (Segovia). Ahora, a escribir.
LA MUJER DEL AÑO
Cristina Ortiz. La Veneno. La otra persona en cuya vida he pasado el año indagando. Me enorgullece haber tenido la suerte y el privilegio de participar en la serie que se está haciendo sobre su vida, y más después de entender que su lucha por existir, era una lucha para que otras existieran. Una lucha loca, inconsciente, desenfrenada, pero que sentó un precedente para ser uno mismo. Gracias Cristina, por todo lo que nos has enseñado este año de duro trabajo. Esperamos haber estado a la altura. ¡Digo!
EL MOMENTO MÁS TRISTE DEL AÑO
Fueron dos. Y los dos fueron en Madrid. Forman parte del año de la misma manera pero, vistos ahora con perspectiva, fueron dos momentos liberadores. Y toca brindar también por ellos.
EL RETRATO DEL AÑO
De cómo Diego se fue de un día para otro a Terrassa (Barcelona) a recoger un premio literario pequeño (porque sí, porque se lo debía al Diego desesperado que lo envió), y lo mejor fue pasar unas horas con su amiga Ona Moreo, recorriendo la Rambla, mirando el mar, cenando en Poble sec y hablando frente a las chimeneas de Sant Adrià, que no deberían de estar y, sin embargo, están. Como Ona y yo, en esa foto que hizo con su cámara analógica en el puerto. No deberíamos estar... pero estamos. Porque la vida es pura improvisación.
EL CARTEL DEL AÑO
La película de Frozen II es un absurdez total, aburrida y pastelosa, que solo cobra interés cuando Elsa se suelta el pelo y se pone en modo Eurovisión (y creo que eso solo me interesa a mí, que soy un melodramático). Pero, ¿hola?, ¿este cartel? Me parece una maravilla. Solo este cartel ya cuenta una historia aún más interesante que la de la película y tiene en parte la culpa de que me la tragara. La niebla, el bosque, los contrastes del otoño y el invierno. Simple, sencillo y eficaz... bravo.
EL TRAILER DEL AÑO
No solo muero de ganas de ver The new Pope, sino es que además este trailer es una jodida maravilla como solo sabe hacerla Paolo Sorrentino. No puedo parar de verlo. Aquí lo tenéis.
LO MÁS LOCO DEL AÑO
Fue, en apenas un mes, organizar un corto en casa, con más figurantes que una Peplum de los cincuenta, 0€ de presupuesto y la ayuda de decenas de personas que lo hicieron posible: Tenemos el Coro de amigos Coralia Artis, especialistas de la ECAM, actores profesionales, amigos dispuestos a hacer favores, el Catering Heprbour de Papá y Mamá, y 12 horas de una locura imposible y no sé cuántas más de postproducción entre montaje, sonido, subtítulos... Gentrifugados no fue lo suficiente para Notodofilmfest, pero es que Notodo nunca fue lo importante en este corto que denunciaba la situación del alquiler actualmente en las grandes ciudades. Una locura que mereció la pena y de la que me siento orgulloso.
LO MÁS SURREALISTA DEL AÑO
Se llama Pez araña y ha venido a joderte las vacaciones y tu cursillo de surf en Somo (Cantabria). Mucha gente podía haberlo pisado, pero lo pisé yo. Y me jodió vivo, pero el fin de semana lo disfruté igual. JÓDETE, PEZ DE MIERDA.
LA FIESTA DEL AÑO:
Esta me ha costado muchísimo decidirla porque ha habido algunas totalmente épicas, como la última del rol del Tarot que hice con Sara Barquinero para inaugurar la casa nueva, pero creo que en ninguna me lo pasé también como en el Orgullo Madrid 2019. Comimos en casa, nos refrescamos con el spray antihomofobia, gritamos a los hijos de puta de Ciudadanos (y ellos nos hicieron burla, que no sale en las cámaras) por pactar con la ultraderecha, bebimos, bailamos, gritamos y la euforia nos invadió durante toda la tarde-noche. Una locura y, además, un ejercicio feliz y pleno de nuestros derechos.
EL TEXTO DEL AÑO
“Entonces empecé a comprender lo que solo ahora he llegado a saber del todo: que la vida es un regreso constante a lugares que nos contuvieron una vez suprema, estigmatizante, definitiva; que la vida es un círculo vicioso de pasos que se separan para volver a encontrarse una vez y mil más; que la verdadera separación no existe. El recuerdo es el lazo que nos inmuniza contra una posible separación: nuestro recuerdo, a través de las etapas de este camino mugriento, nos entronca los unos a los otros con una violencia que rechaza cualquier posibilidad de huida.
Y supe que vivimos para el recuerdo, que solo existimos en función de alguna remembranza futura: que las pirámides no fueron edificadas para un solo hombre, ni solo para un pueblo, sino que lo fueron para el recuerdo de millones y millones de seres que han de contener el futuro, que cada callejón de mi ciudad, cada una de sus avenidas malditas, solo empezaba a existir a partir del momento en que lo dejábamos atrás, nunca cuando lo estábamos cruzando. Y el recuerdo volvió a ser nuestro estilo de vida”.
Este es Terenci Moix en El día que murió Marilyn, que leí este Invierno. Nada más que añadir.
EL PROPÓSITO DEL NUEVO AÑO
Se llama Felices como bestias, y ya está en camino.
Y, ahora sí, Felices años 20.
2 notes
·
View notes
Clásicos contemporáneos
XX Bienal de Flamenco. ‘Granaíno Jondo’. Cante: Pedro el Granaíno. Guitarra: Patrocinio hijo, El Perla. Piano: Cristian de Moret. Palmas: Antonio y Manuel Montes Saavedra 'Los Mellis'. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Viernes 14 de septiembre. Aforo: Casi lleno.
Un recital tradicional con pinceladas de los dos referentes contemporáneos del cantaor, los ídolos del Granaíno, Camarón y Morente. Del segundo hizo los tientos, en los que incluyó fragmentos de La leyenda del tiempo del drama lorquiano Así que pasen cinco años, que por cierto también musicó Camarón. Y los tangos sonaron asimismo con aromas morentianos, tanto en su vertiente sacromonteña como en otra adaptación lorquiana, Doña Rosita la soltera que fue, por cierto, la primera que llevó a cabo Morente del escritor granadino. En ambos casos Pedro el Granaíno aligeró algo el contenido literario e incluyó los siempre efectivos coros de Los Mellis, que aportaron también su compás inefable. Se acordó el cantaor de los fandangos de Morente que hizo a ritmo de tangos, que completó con un pegadizo estribillo contemporáneo, en concreto del repertorio de Remedios Amaya.
De Camarón, que por otra parte atañe a todo el cante de Pedro el Granaíno, escuchamos la cita directa en las espectaculares tarantas y cartageneras y en las bulerías. Los trabalenguas y el sentido del ritmo de Camarón son inimitables pero tan sólo artistas superdotados como El Granaíno pueden estar a la altura del envite.
El recital se abrió con una declaración de intenciones, la canción Dicen que para cantar en la que El Granaíno se hizo acompañar del piano de Cristian de Moret, que intervino también en los tientos.
El resto del concierto trascurrió por los parámetros clásicos, en el concepto de clasicismo que se acuñó, para el cante, en los años 60 y 70. De ahí que el acompañamiento de Patrocinio y El Perla resultara ideal para este repertorio porque, pese a tratarse de intérpretes jóvenes, tienen como referentes los estilos nerviosos y muy rítmicos de Melchor de Marchena y Manuel Morao. Impresionante fue la seguiriya en la que El Perla dio la réplica al cantaor con una falsetas esculpidas en piedra. El Granaíno puede ser solemne si dejar de ser directo y su cante siempre suena vivo, recién hecho, jamás huele a moho. También las soleares fueron ejemplares, especialmente en el repertorio gaditano y trianero, en donde El Granaíno siguió de cerca las recreaciones de El Pele. En la soleá el público ovacionó al cantaor en un par de ocasiones cuando aún no había concluido el cante, cosa poco habitual en Sevilla.
La granaína y los cantes malagueños fueron un prodigio de filigrana y lleno de matices.
El cantaor de Granada es capaz de matices impresionantes con un hilo de voz. Eso sí, se trata de un hilo pleno de colorido que, por otra parte, el cantaor maneja son soltura y conocimiento de los estilos. Saca el máximo partido de sus recursos aunque su virtud cantaora principal es su bellísimo timbre. A todo ello une la serenidad y madurez de su puesta en escena. Podríamos hablar por tanto de un recital clásico pero hemos de tener en cuenta que los innovadores de ayer son hoy tradición, y viceversa. Es decir que Pedro el Granaíno resulta tradicional para los que eran jóvenes cuando se creó ese clásico repertorio en los 60 y 70.
Imágenes: El Granaíno con Patrocinio hijo, Cristian de Moret y Los Mellis. Óscar Romero/Bienal de Flamenco.
0 notes
Verónica Forqué, premio Feroz de Honor
La veterana actriz Verónica Forqué ha sido galardonada con el Premio Feroz de Honor 2018, que recogerá el próximo 22 de enero en la gala de la quinta edición de los premios de la crítica cinematográfica. Se une así a una lista de homenajeados que incluye a José Sacristán, Carlos Saura, Rosa María Sardá o el mítico realizador de cine y televisión Narciso ”Chicho” Ibáñez Serrador, galardonado en la pasada edición.
Musa de Berlanga, Almodóvar, Trueba o Fernando Colomo, la incombustible artista madrileña, artista imprencisdible de la escena española, ha sido elegida por el jurado por haber “impregnado de su inconfundible personalidad una parte sustancial del cine y la televisión españolas de las últimas cuatro décadas”, según destacan desde la organización.
La actriz, que cumplió 62 años el pasado 1 de diciembre, sumará este galardón a cuatro premios Goya, dos Sant Jordi y tres Fotogramas de Plata, además de los reconocimientos cosechados en festivales como el de Valladolid y el de Málaga, entre otros.
Una larga trayectoria
La larga y polivalente trayectoria de Forqué abarca con solvencia cine, televisión y teatro. Como chica Almodóvar, destacó en títulos como ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’, ‘Matador’ y ‘Kika’. Desplegó también su buen hacer para la comedia en ‘La vida alegre’, ‘Bajarse al moro’, ‘Salsa rosa’, ‘Orquesta club Virginia’, ‘¿Por qué lo llaman amor cuando quiere decir sexo?’ o ‘¿De qué se ríen las mujeres?’.
En la pantalla de televisión, Forqué tuvo hueco en producciones como ‘Curro Jiménez’, ‘Eva y Adán, agencia matrimonial’, ‘La mujer de tu vida’ o ‘Pepa y Pepe’, junto a Tito Valverde.
Sus tablas teatrales se han nutrido de textos de Federico García Lorca, Valle-Inclán, Shakespeare, Tennesse Williams, Willy Russell, José Sanchis Sinesterra o Miguel Mihura, entre otros, dejando su impronta en piezas como ‘Divinas palabras’, ‘Shirley Valentine’, ‘El sueño de una noche de verano’, ‘Doña Rosita la soltera’, ‘El zoo de cristal’ o ‘¡Ay, Carmela!’.
Fuente: El Norte de Castilla
Verónica Forqué, premio Feroz de Honor was originally published on Noticias
0 notes