Tumgik
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¡Feliz SpaIre's Day! 🇮🇪🇪🇸
(Aunque ya se esté prácticamente terminando).
Este año, mi apuesta ha sido algo más sencilla —Señora mía, o vuestra apenas se puede comparar con Dulce y salvaje Hibernia, ni siquiera en palabras o temas a tratar—, pero ha sido una combinación de varias ideas que me llevaban persiguiendo desde hace bastante tiempo.
Y sí, añadí lo de Alfonso XII en el post sobre las epidemias de cólera morbo en España a modo de explicación de lo que se venía. Bueno, para qué mentir, todo lo que escribí fue a modo de nota para hoy.
Aunque no trate ningún tema que relacione a Irlanda con España históricamente en ese momento —más que nada una simple mención sobre el resultado de las elecciones de 1885 en Irlanda, porque al parecer en este año tenía que pasar de todo—, me gusta enlazarlo con los capítulos finales del último fic publicado de P.I.G.S. con todo el tema del cólera, porque se me había quedado la espinita clavada de cuando lo escribí.
Y Portugal simplemente tiene que aparecer en todo esto.
Al igual que México e Irlanda.
Hacedme caso.
Estoy arrancando motores.
Ya veréis después de la Hetaberia Week 2024 (si me da la gana de ponerme en serio con el fic y puede llegar este mismo año a pesar de su extensión).
En fin, ¡espero que disfrutéis el día de hoy!
Y pensad mucho en Dingle.
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flash56-chase05 · 19 hours
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Señora mía, o vuestra
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Sinopsis:
Tras una grave pérdida, España se ve incapaz de ignorar los fantasmas que llenan los pasillos del hogar que construyó con sus propias manos.
Clasificación: T.
Categorías: Gen, Romance, Angst, Hurt/Comfort.
Número de palabras: 4 mil.
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CAPÍTULO ÚNICO. Ao3 / ff.net.
Cólera morbo en España y Alfonso XII.
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Extra de P.I.G.S.
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flash56-chase05 · 21 days
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greyscale, yippieeeee
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flash56-chase05 · 22 days
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Pues aquí vamos.
La España del siglo XIX sufrió cinco epidemias de cólera morbo —aunque algunas fuentes solo consideran cuatro—, que abarcaron los siguientes años:
La primera, entre 1833-1834, que, a pesar del conocimiento que se tenía en el país del cólera y las medidas de contención aplicadas, logró penetrar en territorio nacional desde Portugal a Galicia y Andalucía. Al año siguiente afectaría a Castilla (ejem, ejem, guerras carlistas, ejem, ejem). Sería la de mayor número de muertos, con una cifra aproximada de 300.000 fallecidos; el doble que en los siguientes brotes,
La segunda, entre 1854-1856, que afectaría a las zonas del interior de la península, como Madrid.
La tercera, entre 1865-1866, se difundiría desde Valencia al resto del levante, aunque luego afectaría también a Barcelona, Zaragoza y Madrid. Contribuiría a una situación social que terminaría por desembocar en la Revolución Gloriosa, en 1868, con la expulsión de la reina Isabel II.
La cuarta, entre 1885-1886 (algunas fuentes marcan el origen del brote en 1884), sería una de las más virulentas, a pesar de que para ese momento se tenía gran conocimiento sobre el microorganismo que ocasionaba la enfermedad (Robert Koch había aislado al agente patógeno en 1883).
Y la quinta, entre 1890-1891, aunque, comparada con las anteriores, apenas fue significativa, junto a aquellas ocurridas a comienzos del siglo XX.
Debido a los graves efectos que tuvieron las tres última en la industria naciente del ferrocarril, he podido recuperar algunas de las instrucciones que se daban para intentar evitar la transmisión de la enfermedad en los últimos años.
Pocos antes del segundo brote, se publicaría la Real Orden e Instrucciones de Sanidad de 30 de marzo de 1849 en la Gaceta de Madrid, en la que se pueden destacar las medidas de limpieza, ventilación e higiene, el control sobre los alimentos de la policía sanitaria en los mercados y plazas, la fumigación con ácidos minerales y, principalmente gas de cloro —se habla del agua clorurada en riego, aspersiones y evaporación—, del procedimiento tras la muerte de un enfermo y de las instrucciones de las casas de socorro, hospitales y enfermerías coléricas, entre otras.
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En un documento firmado por el Jefe del Servicio Sanitario de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, Estaban Sánchez de Ocaña, con fecha de 13 de junio de 1885, se empieza explicando qué es la enfermedad del cólera-morbo-asiático, sus síntomas y las causas que lo provocan.
Entre estas, enumera la suciedad, la falta de ventilación, los excesos en las bebidas y comidas, la falta de limpieza en retretes, el uso de aguas contaminadas y la falta de precaución en el tratamiento y desinfección de las ropas y enseres de los coléricos.
A continuación, afirma que, con tal de garantizar un adecuado tratamiento y prevención del cólera, la única medida posible es garantizar el cumplimiento de los preceptos y consejos higiénicos dados en cuanto a las habitaciones, alimentos, bebidas, ropas y vestidos, limpieza personal y primeros auxilios y precauciones a adoptar con los enfermos.
A pesar de que no he podido acceder como tal al anterior, un documento de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante, más concretamente en la Red Catalana, a fecha de 7 de septiembre de 1911, recoge la siguiente descripción:
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*Bacillus virgula fue el nombre original del patógeno que le puso Koch, aunque se terminaría cambiando a Vibrio cholerae.
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A continuación, pasaba a describir el modo de transmisión y métodos para su prevención, sobre todo a las personas que se dedicaban al cuidado del enfermo.
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El mayor cuidado se debía tener con las fuentes de agua, que se debía hervir o filtrar de forma adecuada, y con los alimentos como ensaladas, verduras y frutas que no se pudiesen someter a la cocción.
Se partía del convencimiento —como se ha podido leer con anterioridad—, de que la temperatura de ebullición del agua, de 100º, era capaz de eliminar al patógeno por complejo.
Afortunadamente, en la actualidad se sabe que no producen esporas, una especie de forma de resistencia que algunas bacterias crean en condiciones desfavorables para que la colonia se vuelva a desarrollar en condiciones favorable, por lo que la esterilización era eficaz.
Posteriormente, daba detalles sobre cómo tratar el agua.
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Se recomendaba, además, evitar las bebidas de extraña procedencia y las alcohólicas.
Aquellos con desarreglos digestivos se encontraban mucho más vulnerables a la infección, y, de hecho, en otro documento, publicado un año antes, en 1910, por la misma Compañía MZA, firmado por el director general R. Coderch y el doctor E. Varela, se detallaban las siguientes instrucciones, entres las que destacaba la de evitar las frutas verdes o pasadas.
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Volviendo al documento del 7 de septiembre de 1911 que se estaba tratando anteriormente, añadía el consejo de evitar también los tomates y pimientos, incluso aunque estuviesen cocidos, y evitar el consumo de bebidas my frías.
También había que tener cuidado con la alimentación de los niños de corta edad, destacando aquellos en la dentición, debido a su predisposición a «desarreglos de vientre». Y evitar que el estómago y el vientre estuviesen expuestos al frío, especialmente después de las comidas.
El agua del mar, por supuesto, ni tocarla y más si estaba próxima a la desembocadura del alcantarillado, y había que tener especial cuidado si se decidía bañarse de no tragarla sin querer.
La limpieza de manos era esencial cuando se quería llevar cualquier cosa a la boca (incluso en la acción de liar un cigarrillo), y más cuando se había tenido en casa a un enfermo con cualquier síntoma intestinal, fuese o no cólera.
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Continuaba con un párrafo en el que se describían los primeros síntomas del cólera, además de su evolución.
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Para unos primeros auxilios antes de la llegada de un profesional, se adjuntaban las siguientes instrucciones.
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El documento terminaba con las medidas de desinfección que se debían tomar en una casa en la que había un enfermo de cólera, remarcando la importancia de la limpieza y la ventilación.
También daba instrucciones sobre cómo realizar la fumigación, resaltando la importancia que tuvo esta estrategia en el cuarto brote de la enfermedad.
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El suministro de medicamentos, sobre todo de los más urgentes, quedaba a disposición del Servicio Sanitario y los botiquines de todas las estaciones.
Estas instrucciones tan detalladas, como se ha podido ver, son muy posteriores a los cinco brotes del cólera, pero servirían para evitar epidemias tan severas como las que se habían vivido en el siglo anterior.
El cólera dejó muchas enseñanzas en cuanto salud pública y, también, algunas anécdotas, como es la visita de Alfonso XII a los enfermos del cólera en Aranjuez.
Y es que, el día 2 de julio de 1885, el Rey, que en esos momentos contaba con 27 años, salió sin avisar a nadie —salvo a su ayudante, que lo acompañaba—, hacia la estación de tren, desde donde viajaría a Aranjuez, arrasada por los efectos de la enfermedad. En la estación, por supuesto, lo reconocería el jefe de servicio, que le ofrecería viajar en un coche salón.
Alfonso lo rechazaría.
En Aranjuez, recorrería el hospital del Real Patrimonio y dos hospitales habilitados, uno en Casa de los Marinos y otro en un colegio. Repartió hasta 60.000 reales en limosnas, y todos los presentes pudieron ser testigos de cómo el monarca se aproximaba a las camas de los enfermos y les hablaba a modo de consuelo.
Incluso mantendría una conversación con un soldado natural de Murcia, lugar en el que el cólera también estaba presente —de hecho, se dice que el brote en Aranjuez se originó por un jornalero huido de Murcia—, en el que le diría que, si no había ido allí, era porque no había podido, pero que supiesen todos los españoles que él les acompañaba en sus aflicciones y en su desventura.
Al regresar el monarca a Atocha, todo el pueblo de Madrid sería testigo de una escena inédita; la reina, María Cristina, se tiró a abrazar al Rey recién bajado del tren, y ambos serían fumigados.
En todos los periódicos se leían titulares sobre que el Rey había desafiado al cólera. Sin embargo, ninguno sabía que Alfonso XII ya estaba enfermo de tuberculosis para aquellos momentos, su causa de fallecimiento el 25 de noviembre de ese mismo año, sin permitirle siquiera haber cumplido los 28.
Pero eso es otra historia.
En la actualidad, se sabe que el cólera es una enfermedad causada por el patógeno Vibrio cholerae, o, más concretamente, por la toxina que producen algunas de sus cepas.
A nivel molecular, esta toxina ocasiona la acción constante de un canal que expulsa iones cloruro de las células intestinales —el mismo canal cuyo defecto por causas genéticas desemboca en la fibrosis quística—, lo que produce también una salida de agua (básicamente, esta siempre se dirige a donde mayor concentración de iones haya para diluir) que termina por desembocar en una deshidratación extrema.
Como tratamiento, ahora se utilizan bebidas que incluyen en su composición agua, azúcar (glucosa) y sales minerales (sodio); estas dos últimas esenciales para la captación de agua en las células intestinales por mecanismos moleculares, además de antibióticos, que se especializan en atacar al patógeno y no a todas las células del huésped (como hacían los medicamentos de los que hablaban las guías a inicios del siglo XX).
Sin embargo, las infusiones, el agua hervida con azúcar y demás bebidas descritas en el documento adjuntado con anterioridad eran la principal clave para la lucha contra la enfermedad, puesto que rehidrataban el organismo del enfermo y evitaban el agravamiento de los síntomas y, por tanto, la muerte, para que el cuerpo pudiese, por sus propios medios, eliminar la toxina y sus efectos nocivos. De hecho, en 1911 ya se estaba hablando de «una vez pasada la enfermedad...».
Y ya está.
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Glosario de enfermedades (detalles generales del cólera).
Hay una cierta parte de mi persona que me pide no dejar de lado las epidemias de cólera, y más en España.
Yo solo aviso.
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flash56-chase05 · 28 days
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[...]
Aun así, la tensión de su cuerpo no había desaparecido.
Y no parecía que fuese a hacerlo pronto.
Sus pensamientos fueron interrumpidos en el momento en el que un fuerte golpe en su hombro le hizo trastabillar y caer al suelo de costado con un chillido ahogado.
Al parecer, la multitud había decidido que aquel instante era el óptimo para apartarse de su alrededor y permitirle sentir la dura piedra bajo sus pies. Caitlín masculló una maldición que hubiese hecho que Arthur alzase una ceja y preparase una réplica, que repitió con mayor fuerza cuando se percató de que sus manos se encontraban vacías.
Sus ojos rondaron sus alrededores mientras conseguía ponerse a cuatro patas, justo para atisbar cómo un hombre con un abrigo de un tono oscuro hincaba su rodilla en el suelo y recogía la bolsa. Caitlín frunció el ceño y separó sus labios, aunque, antes de conseguir formular palabra, el hombre giró su rostro hacia ella.
Sus pupilas, de un color verde oscuro, y sus cejas castañas, surcadas por un atrevido mechón rizado que escapaba de su sombrero tricornio, capturaron su atención durante unos instantes más de lo que le hubiese gustado, aunque nada comparado con sus labios, que se habían estirado y separado para dejar paso a unos dientes que amenazaban con reflejar la escasa luz que se filtraba a través de las nubes.
—Mis disculpas, señorita —musitó él, con su mano libre extendida en su dirección y un cierto deje en sus palabras que no podía identificar. Caitlín no pudo evitar arrugar su ceño al apreciar que sus ojos se desviaban hacia uno de sus costados, con tal rapidez que ella casi pensaría que se lo había imaginado—. No estaba mirando por dónde iba.
Ella tuvo que esforzarse para soltar un resoplido que él pudiese percibir, para después aceptar su mano y utilizar la fuerza del hombre con tal de ponerse en pie.
Una vez él se hubo puesto a su altura, le mostró la mano que sostenía la bolsa, y Caitlín volvió a tenerla en su poder en cuestión de segundos.
Volvió a despegar sus labios, aunque el hombre la interrumpió con la presión de una mano sobre su hombro.
—Os recomendaría que os alejaseis de este puerto cuanto antes.
Caitlín frunció el ceño.
Al hombre le faltó tiempo para soltarla, echar a correr y mezclarse entre la multitud que taponaba su acceso a los barcos, desapareciendo de su vista en cuestión de segundos. Ella se limitó a poner sus ojos en blanco antes de dirigir su atención hacia la bolsa en sus manos y seguir los pasos del hombre.
A base de codazos, empujones y maldiciones consiguió llegar a los pies de los barcos, que se mecían con suavidad al ritmo de las olas y el viento.
Ella se permitió detenerse unos instantes para recuperar el aliento y barrer los alrededores con sus ojos. A sus costados se encontró con que la bulliciosa multitud se acumulaba en torno a un pequeño atril de madera, tras el cual un hombre golpeaba la superficie con el puño e intentaba hablar por encima de los gritos.
[...]
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flash56-chase05 · 1 month
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Las Hurdes, Alfonso XIII y Gregorio Marañón.
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Entre el 20 y 23 junio de 1922, una comitiva presidida por Alfonso XIII, ante las peticiones de un gran número de intelectuales españoles, recorría la miserable comarca de Las Hurdes, al norte de la provincia de Cáceres. Su avance fue retratado por fotógrafo José Demaría Vázquez «Pepe Campúa», a quien el Rey apodaba como Pajarito.
Estas imágenes se publicarían en una infinidad de medios españoles —e internacionales; los franceses tenían una simpatía especial por Alfonso XIII—, de la época, dando lugar a un revuelo por la situación de pobreza extrema que se vivía en la región.
Al monarca lo acompañaban, entre otros, el duque de Miranda, el doctor Varela, el teniente coronel Obregón, los señores Campúa y García Mora, el hispanista Maurice Legendre y el doctor Gregorio Marañón, que había sido el principal promotor de esa visita (junto a Miguel de Unamuno) y sería el que más lucharía por mejorar los niveles de vida en la comarca.
Pero, antes de empezar, un pequeño contexto.
Desde su separación de La Alberca en el siglo XVI, y aprovechando que estas zonas eran de difícil acceso —sin siquiera caminos transitables—, algunos campesinos y pastores establecieron majadas de ovejas en la región. Se dice que es posible que, incluso antes, algunas poblaciones de fugitivos, como los cátaros en Francia, se instalasen allí, debido a su aislamiento del exterior.
Ya en el propio siglo XVI, había leyendas sobre amantes fugados de La Alberca que, en su huida, descubrían Las Hurdes, «tierra que, al parecer, habitaban hombres sin cultura, que hablaban en un lenguaje desconocido, que se alimentaban únicamente de bellotas y castañas producidas por los árboles del lugar y cuya presencia resultaba imponente en su absoluta desnudez».
Estos cuentos sirvieron de inspiración para una gran multitud de escritores, como Lope de Vega, resultando en la creación de la comedia Las batuecas del duque de Alba (porque las tierras formaban parte del ducado de Alba), a pesar de no haber visitado nunca la región.
Verdaderamente, sus 8.000 habitantes vivían en condiciones prácticamente primitivas, antihigiénicas —habitaban en chozas de pizarra que compartían con animales, sin más ventilación que la puerta de entrada—, y sin apenas recursos sanitarios o alimenticios. La mortalidad rondaba los 90 por 1000 en las zonas más pobres, cuando en el resto de España estaba en 22 por 1000, y las tasas de analfabetismo llegaban a alcanzar el 90%.
Prácticamente todos sus habitantes padecían enfermedades como el paludismo, tuberculosis o cretinismo (hipotiroidismo por razones congénitas, que se considera endémica en algunas regiones al deberse a una dieta carente al yodo. Uno de los síntomas más característicos es el bocio; un bulto en el cuello por un crecimiento exagerado de la glándula tiroides), agravadas por la escasez de alimentos.
El periodista y escritor Luis Carandell describió la dieta de los hurdanos, detallando que, en los meses lluviosos, los ríos crecidos apenas dejaban espacio para diminutos huertos —a menudo destrozados por los jabalíes de la zona—, en las aldeas situados a las orillas en los valles más profundos. Por ello, los campesinos se limitaban a construir pequeñas terrazas aunque, debido a las condiciones de la tierra, apenas solía crecer un olivo, castaño o cerezo, y un solo árbol podía ser propiedad de varias familias al mismo tiempo.
La situación era tan extrema que, normalmente, los padres dejaban en herencia una sola rama a cada hijo, y los jóvenes solían asesinar a ancianos para que hubiese una boca menos que alimentar.
Solo se dedicaban a la ganadería caprina, pero no para consumir su carne, sino para el transporte de las escasas cosechas de nabos, berzas, frijoles secos o patatas. Gregorio Marañón contó que, en una ocasión, ante el gran impacto que ocasionó una epidemia de gripe, creyeron que el fin del mundo había llegado y se comieron las cabras con lo que, milagrosamente, todos mejoraron.
De esa región salían los «pedidores», que eran básicamente personas que partían como mendigos para pedir en el resto de España y regresar a la región con un pequeño botín, que para ellos resultaba inmenso.
Aunque, sin duda, la crianza de pilos se llevaba la palma en cuanto a practicas. Los pilos eran, básicamente, niños expósitos (abandonados) que provenían de Salamanca y Ciudad Rodrigo y que eran enviados a Las Hurdes para ser criados por nodrizas locales a cambio de 40 reales al mes. Con el solo hecho de que el niño continuase vivo, el párroco más cercano decidía si entregarle o no su salario.
Estas mujeres, en su mayoría escuálidas y enfermas, normalmente dejaban de alimentar a sus propios hijos para que el adoptivo tuviese alimento, pues solo los segundos se traducían en un beneficio económico.
Sin embargo, en esa práctica infame había un beneficio para la región, al favorecer la renovación del acervo génico en la población en contraste con la enfermiza endogamia a la que estaba condenada.
Debido a la horrible situación de la región, conocida en el territorio nacional por las leyendas y habladurías, no eran escasos los intentos por rescatarla.
En el siglo XVII, don Juan Porras y Atienza (obispo de Coria y posteriormente arzobispo de Toledo) intentó poner fin al aislamiento, aunque sus medidas no tuvieron mucho éxito, porque, en el siguiente siglo, Carlos III también trataría de solventar la situación durante el absolutismo ilustrado.
A finales del siglo XIX, don Francisco Jarrín Moro, obispo de Plascencia, inició una regeneración de las aldeas hurdanas y, en la primera década del siglo, junto al secretario del Obispado don José Polo Benito, movilizó una serie de personalidades para la fundación de, en 1903, La esperanza de Las Hurdes. Esta sociedad benéfica conseguiría subvenciones y denunciaría determinadas situaciones, como el tráfico de los niños abandonados, práctica que terminaría definitivamente tras la primera visita de Gregorio Marañón.
Este primer viaje del doctor, en marzo de 1921, haría que se afianzase en su compromiso de salvar la comarca extremeña, y, por tanto, le presentaría la situación al rey Alfonso XIII —del cual era médico personal—, que quedaría impresionado por sus descripciones de aquel devastador panorama (siendo el doctor muy poco dado a exagerar) y se decidiría a visitar la región.
La comitiva descrita al principio partiría de Madrid el día 20 de junio de 1922, junto al ingeniero de montes y autor de numerosos estudios sobre Las Hurdes Santiago Pérez Argemí y varios ministros del Gobierno. A lo largo del viaje también se incorporarían varias personas, entre ellas el conde de la Romilla, y diputado de Cortes por el distrito de Hoyos, Juan Alcalá-Galiano.
Llegarían al pueblo cacereño de Casar de Palomero en automóvil, donde se hospedarían para pasar la noche del 20 al 21 de junio en una habitación de sencillo mobiliario, aunque un lujo para la mayoría de los habitantes de Las Hurdes, ofrecida por un vecino de la localidad. Allí también se reunirían con el obispo de Coria.
A la mañana siguiente, el 21 de junio, la expedición real emprendió la marcha a caballo con tal de adentrarse en el corazón del territorio, carente de carreteras. A partir de entonces, recorrerían 150 km y dormirían en tiendas de campaña.
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Comitiva a caballo con vistas al puerto de Carrascal (Archivo de la Fundación Ortega-Marañón).
En su camino, descubrieron la razón del término «mar de sierras», con el que se solía asociar la región, que recorrieron durante el día. Se dice que es muy probable que se detuviesen en Azabal para admirar sus grabados rupestres, para después continuar hacia Astillos de los Moros, dolmen cercano al vecindario de Perote.
En el camino a Pinofranqueado, se produjo una de las escenas más recordadas de la visita; Alfonso XIII se sintió incómodo con el calor y se dio un chapuzón en el río Los Ángeles junto a Gregorio Marañón, completamente desnudo mientras el doctor continuaba con su ropa interior. Por petición del monarca al fotógrafo: «¡Ven, Pajarito! Que vas a hacer una fotografía que no me ha hecho nunca tu padre», Campúa inmortalizó la escena, que se difundiría y popularizaría en tiempos de la República.
En la alquería de Cambrocino, la comitiva se detuvo en la iglesia de Santa Catalina o de las Lágrimas del siglo XVIII, envuelta en pinos y olivares. Lo abandonaron de camino a Vegas de Coria, donde almorzarían, Rubiaco y, finalmente, Nuñomoral, en el que acamparon. Los expedicionarios cenaron en las tiendas, atendidos por los lugareños.
Al llegar el momento del café, el ministro Piniés comentó que prefería tomarlo con un chorrito de leche. Fue entonces cuando uno de los vecinos se ausentó para volver con un vaso de leche, cuya fuente, según reveló cuando el ministro ya estaba tomando el café, era su propia mujer.
Cerezal, la siguiente parada, se asienta en la confluencia de tres ríos: el Hurdano, el Malvellido y el Arrocerezal. Es el pueblo más frío, y en él han nacido músicos de lo más carismáticos, como el Tío Venancio o el Tío Miranda.
Este trayecto y las paradas posteriores fueron suficientes para que el rey fuese consciente del infierno terrenal que vivían los habitantes, al haber estado caminando por los mismos senderos que tenían que atravesar a diario. Alfonso XIII fue testigo directo de una escena que le horrorizó; una choza en la que una familia convivía con sus animales (Gregorio Marañón, en su visita, había entrado en una en la que el padre, la madre y una niña de dos años habían fallecido, mientras que un bebé de meses mamaba del pecho de su madre muerta).
A su paso, la comitiva fue aclamada efusivamente. Los aldeanos, en su emoción, le reglaban flores y frutas, y le besaban las manos al monarca mientras rompían a llorar. Uno de ellos, según el periodista Gutiérrez de Miguel, le dedicó las siguientes palabras «que Dios lo bendiga al buen señol que ha veníu aquí dondi no hay naita di na y solo pobreza y miselias».
Tras rebasar Cabezo se llegaba a Las Mestas, donde un enebro centenario saludaba a los visitantes. Alfonso XIII, sobrecogido por lo que había visto, ordenó la construcción de una factoría; un edificio que concentrase los servicios sanitarios, la escuela, una estafeta de correos y el cuartelillo de la Guardia Civil. Y también se levantarían otras dos similares en Caminomorisco y en Nuñomoral.
A las siete de la tarde del 23 de junio de 1922, la comitiva llegó al monasterio de Las Batuecas, donde pasaron su última noche en la comarca. A la mañana siguiente retomarían los automóviles y se reunirían con los habitantes de La Alberca, vestidos con sus mejores galas.
Tras el viaje, se redactó la Memoria para la creación del Patronato de Las Hurdes en sustitución a La esperanza de las Hurdes. Marañón entendió que el punto de partida era resolver la cuestión sanitaria, por lo que se establecería un consultorio en cada uno de los tres valles (el del Ladrillar, el Hurdano y el de Los Ángeles), con tal de que en cada uno hubiera un médico repartiendo quinina para resolver los males endocrinológicos.
Una vez solucionada, se podría tratar la inversión en infraestructuras y en educación, entre otras.
Sin embargo, su proyecto quedó paralizado un año más tarde, al instaurarse la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) —porque Alfonso XIII no puede hacer nada bien—, dado que el doctor se había posicionado como opositor al régimen dictatorial.
Durante casi tres décadas, las reformas continuaron paralizadas, a pesar de que se hicieron denuncias como la del documental de Luis Buñuel, Las Hurdes, tierra sin pan (1933), que mantuvieron el foco mediático sobre la región.
Es a partir de los años 50 que se comenzó a recuperar la zona y a mejorar las infraestructuras. Junto al resto de España, con las medidas de los tecnócratas de la dictadura franquista de los años 60, la región continuó creciendo, y, en 1980, ya con la llegada de la democracia, la comarca de Las Hurdes apenas se parecía a lo que Alfonso XIII pudo atisbar y documentar en su momento.
Gregorio Marañón fue uno de los médicos más importantes del país durante su época, además de intelectual, con una obra prolífica de más de 1.056 artículos de investigación y 32 monografías publicadas en los países científicamente más avanzados.
Al ser un endocrinólogo con gran conocimiento de la glándula tiroides y sus afecciones, fue una de las personas que mejor pudo entender los problemas sanitarios de la región, y que participó todo lo que fue capaz en su recuperación.
(A este señor tendría yo que dedicarle un post entero para intentar hacerle justicia).
En los tiempos actuales, Las Hurdes es uno de los parajes naturales más bellos y fecundos, ya no de España, sino de Europa. Como conmemoración del viaje que hicieron que las imágenes de Las Hurdes dieran la vuelta al mundo, los Reyes hicieron una visita el 12 de mayo de 2022 para celebrar el centenario, como anteriormente hicieron su abuelo don Juan de Borbón y los reyes eméritos.
Las imágenes se pueden encontrar si se busca sobre el viaje —al fin y al cabo, la zona de Las Hurdes tiene un recorrido turístico sobre la ruta que siguió Alfonso XIII en su momento—, aunque recomiendo buscar las que tiene en su poder la Fundación Ortega-Marañón, que plasman muy bien la situación tan preocupante de la región.
Y allí planeo viajar yo este verano desde La Alberca.
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flash56-chase05 · 1 month
Note
¿sobre España y Bélgica, sabías que hay una guía de vestidos para ella en wikipedia?
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No, la verdad es que no lo sabía.
(Gracias por la imagen, por cierto, me la voy a guardar para no tener que iniciar la sempiterna búsqueda cada vez que tenga que describir un vestido en una escena 😂).
En historias ambientadas durante el siglo XVI, normalmente sigo la guía de la serie de Carlos Rey Emperador para los vestidos que Bélgica lleva puestos. Además, encajan en mi headcanon de que a ella siempre le encanta llevar vestidos coloridos y, sobre todo, que la hagan destacar entre la multitud (que tampoco es demasiado difícil en la Corte española de la segunda mitad de siglo). De hecho, el traje de España; rojo, negro y con los interiores dorados que he dibujado en múltiples ocasiones, se origina de su influencia.
Dado que veo que, en la imagen, uno de los trajes coincide con los que yo suelo utilizar para retratar a Bélgica durante esos siglos, dejo aquí un pequeño dibujo con mi propio diseño como bonus.
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Y, de nuevo, muchas gracias por la imagen.
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flash56-chase05 · 1 month
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Vestigios
Su posición no había cambiado demasiado.
Ella seguía inclinada sobre el volante, con sus brazos cruzados en la parte superior de la circunferencia a la vez que sostenían su mentón. Sus cejas anaranjadas se cernían una sobre la otra, creando arrugas en el espacio que las separaba, cada vez más pequeño, y su nariz se encontraba ligeramente torcida a causa de la mueca de su rostro.
Sus ojos, entrecerrados, estaban posados sobre el verde prado tras la luneta transparente, en el que apenas se captaba movimiento más allá del bailoteo de las altas briznas verdosas, comparables con el color de sus iris.
De sus labios salía una pequeña melodía chapurreada, aunque él no había tardado en reconocerla y alzar sus comisuras en respuesta.
Él extendió su brazo y tiró de la esquina del pañuelo aguamarina que cubría sus cabellos anaranjados. En cuanto lo hizo, Irlanda se despegó del volante y giró su cabeza con brusquedad hacia él, con su ceño fruncido.
Sus manos se apresuraron a peinarse los mechones que sobresalían por debajo de la tela sobre su coronilla, al mismo tiempo que sus labios se fruncían y su gesto terminaba por suavizarse.
—Sabes que tengo que estar lo más presentable posible —masculló.
España suspiró y rodeó sus hombros con su brazo. Irlanda apoyó su espalda contra él.
—Y tú sabes que mi única intención es que lo estés. —Él arrastró las suelas de sus zapatos, brillantes en la mayor parte de su superficie, por la alfombrilla. Irlanda se limitó a poner los ojos en blanco y esbozar una sonrisa prácticamente inapreciable—. ¿A qué hora se suponía que debían estar aquí?
Irlanda soltó un resoplido y se retiró la tela del abrigo de la muñeca, dejando ver un reloj de fina correa plateada.
—De verdad, no sé cómo todavía nadie se le ha ocurrido regalarte un reloj. —Sus dientes se clavaron en su labio inferior—. Ya se ha pasado diez minutos de la hora acordada.
España se encogió de hombros mientras observaba la posición de las agujas. A continuación, giró su cabeza hacia la parte delantera del vehículo, donde el único cambio que podía apreciar era el manto de nubes cubriendo, con cierta timidez, el intenso azul del cielo.
—A lo mejor se le ha atrasado el reloj —musitó él.
El resoplido que escuchó a su lado le permitió mantener su atención en el exterior del vehículo.
Afortunadamente, tras varios minutos de silencio, España pudo apreciar movimiento por el rabillo del ojo. Él de inmediato se giró hacia la ventana a su derecha, en el que pudo atisbar dos figuras que cada vez se iban haciendo cada vez más definidas.
La primera, que avanzaba a una mayor velocidad, pertenecía a un hombre encorvado, con un abrigo muy voluminoso, un sombrero de ala ancha y una especie de palo a modo de bastón en la mano derecha. En la izquierda, sostenía una cuerda, cuyo extremo terminaba enrollado en torno a lo que se asemejaba el cuello de una figura cuadrúpeda que avanzaba a sus espaldas.
España separó sus labios, pero apenas pudo emitir sonido alguno antes de ser interrumpido por el crujido de la puerta del lado de Irlanda. A través de la luna delantera, pudo apreciar cómo esta se aproximaba al hombre al ritmo que le permitía la altura del pasto.
Sus ojos se cernieron sobre la criatura a sus espaldas, y sus dedos se precipitaron sobre la clavija de la puerta. Antes de que pudiese siquiera racionalizar sus movimientos, ya había empujado la puerta, saltado del asiento y caminaba en dirección al animal, cuyo pelaje ébano parecía brillar bajo la escasa luz del sol.
Aquello no hacía más que destacar la mancha blanquecina que surcaba su frente, además de los calcetines por encima de sus cascos.
Él apretó sus labios y chasqueó la lengua.
Los ojos castaños del animal se posaron sobre los suyos, a la vez que sus orejas se erguían.
—¿Caitlín O'Callaghan? —preguntó la voz ronca del hombre; Harry, suponía, a uno de sus costados.
Aunque España no desvió sus ojos del caballo, casi podía escuchar cómo las uñas de Irlanda se clavaban en la piel de sus manos.
—En efecto —masculló ella, para después dejar escapar un disimulado bufido.
—Lamento la tardanza —respondió Harry en inglés—. Pero, como puede ver, el animal está en perfecto estado. —El susodicho no hizo más que sacudir ligeramente su morro y sus crines cuando la cuerda se tensó en torno a su cuello. España apretó sus labios—. Y es todo suyo.
España giró su cabeza hacia Irlanda, que lo miraba con sus brazos en jarras. En sus labios fruncidos se atisbaba una pregunta; aquella que habían tenido intención de responder desde que se habían enterado de la existencia del animal.
Él inspiró hondo y se alisó las solapas de la chaqueta antes de asentir con la cabeza.
Una serie de arrugas comenzaron a llenar su frente por debajo de sus rizos anaranjados.
España chasqueó la lengua y volvió a girar su rostro hacia el animal, que lo miraba con un brillo en sus ojos ligeramente entrecerrados. Su frente era ancha, sus orejas afiladas y a él le juraría poder atisbar el contorno de unos músculos en su pecho y patas delanteras, aunque apenas estaban definidos. La curva de su lomo era pronunciada, al igual que las costillas de sus costados.
Sin embargo, ese pelaje...
—¿Cómo llegó a sus manos? —cuestionó, sin apartar sus ojos del animal.
El silencio que lo continuó le obligó a desviar su atención hacia el hombre, que fruncía el ceño en su dirección. España carraspeó antes de repetir la pregunta con una mayor lentitud, aunque su expresión no varió ni un ápice.
—¿Cómo consiguió a ese caballo? —preguntó Irlanda.
Harry parpadeó mientras arrastraba sus ojos entre los dos.
—¿A... A Magnus? —Señaló al animal con el bastón.
España arqueó una ceja y apretó sus labios antes de asentir con la cabeza.
—Pues... Mi padre lo compró cuando solo era un potrillo. Le vería gran potencial. —Se encogió de hombros—. Era bastante aficionado a los caballos, por lo que se confió en su juicio.
—¿Y sabe a quién se lo compró? —continuó Irlanda.
Durante los pocos minutos que Harry permaneció en silencio, con su cabeza ligeramente inclinada hacia la nada y su mano sobre su mentón, Irlanda soltó un gruñido y se dirigió hacia el animal a zancadas. Una vez a su lado, «Magnus» alzó su cabeza en su dirección y comenzó a mordisquear el extremo de la manga de su abrigo color crema.
Ella aprovechó para observar sus dientes, con cierto tinte amarillento, y sus encías rosadas. La escuchó olisquear, y España posó sus ojos sobre su nariz pecosa, aunque apenas encontró arrugas que perturbasen su piel. A continuación, Irlanda palpó una de sus patas, y el caballo la levantó e inclinó el casco hacia ella.
En cuanto la hubo dejado reposar de nuevo entre los pastos, los ojos verdes de Irlanda se fijaron en él a la vez que asentía con la cabeza.
—Creo que lo es —masculló en gaélico.
Justo en ese entonces, Harry emitió un chasquido que atrajo la atención de ambos.
—No me acuerdo muy bien de los detalles, pero creo que fue un caballero inglés. Alegó que tenía raíces españolas, aunque el padre era un ejemplar salvaje o algo así.
Irlanda se cruzó de brazos mientras que las puntas romas de sus cejas se aproximaban entre sí.
—¿Salvaje?
Harry se encogió de hombros.
—El resto de los detalles se los llevó mi padre a la tumba.
España pudo escuchar el resoplido de Irlanda a su costado. Ante el manto de silencio que cayó sobre ellos, Harry se aproximó a Irlanda y extendió la cuerda hacia ella mientras le murmuraba unas palabras sobre los papeles del animal que España pudo captar con cierto detalle.
Sin embargo, un ligero cabeceo del animal le hizo posar su atención sobre él. Con la cuerda ahora entre las manos de Irlanda, España se sintió con la libertad de aproximarse y palparle el cuello. Ante la suavidad de su pelaje, sus dedos trazaron el arco del músculo que se esbozaba por debajo de las crines.
La conversación entre Harry e Irlanda que escuchaba de fondo no tardó en extinguirse. España inclinó ligeramente su cabeza ante la despedida de Harry, al que le faltó tiempo para perderse en la distancia.
—Magnus —murmulló él.
El caballo hinchó sus fosas nasales.
Un pequeño resoplido de parte de Irlanda le hizo girarse hacia ella con las comisuras alzadas. Esta había puesto sus brazos en jarras e ladeado su cabeza a la vez que fruncía sus labios.
—Supongo que no es lo suficientemente mitológico para ti, ¿verdad?
España dejó escapar una carcajada.
—Estaba pensando en que, quizá, Nox sería más indicado. O Morfeo.
Irlanda puso sus ojos en blanco mientras extendía las manos que sostenían la cuerda. España se apresuró a recogerla, con su atención de nuevo sobre el caballo.
—No puedo asegurarte sea descendiente de Adonis y Clío, pero hay algo que me dice que lo es —musitó él. Sus dedos pinzaron un mechón de sus crines rugosas.
—Es posible —respondió Irlanda, a la vez que posaba su mano sobre el morro del animal—. Al conocer la muerte del único ejemplar que tenía ubicado, supuse que todos los demás habrían sufrido el mismo destino, pero, a lo mejor...
Ella alzó sus ojos esmeralda hacia él y se encogió de hombros.
España suspiró mientras empezaba a enrollarse la cuerda en torno a su mano.
—A lo mejor tuvo tiempo de asegurarse descendencia. —Sintió el tirón de sus comisuras—. Ya sabes cómo era Adonis.
Aun así, Irlanda se apresuró a sacudir su cabeza.
—Estaba enfermo. Tuvo que ser otro; alguno de los descendientes de Clío que perdí de vista a principios del siglo XIX... —Sus dientes se presionaron sobre su labio inferior durante un mísero instante antes de sacudir su cabeza y volver a posar sus ojos sobre él—. De todas formas, supongo que será suficiente para informar a tus Caballerizas.
España parpadeó antes de arquear ligeramente su ceja.
—¿Mis Caballerizas?
Irlanda asintió con la cabeza, con su atención fija en el animal.
—Aunque no sea un ejemplar puro después de tantos años, supongo que se tendrá en cuenta su linaje. —Sus dedos se deslizaron hacia el nudo de la cuerda en torno a su cuello y lo aflojaron hasta que esta cayó al suelo por su propio peso. España desenrolló el resto de su mano y permitió que también tocase el pasto—. No tendrá el mejor aspecto, pero supongo que, al cruzarlo con las yeguas adecuadas, dará mejores.
Él inspiró hondo y despegó sus labios, aunque el único sonido que pudo salir de ellos fue una ligera risa.
Irlanda lo fulminó con la mirada.
España necesitó apretar la boca para evitar estallar en carcajadas.
—Adonis fue un regalo para ti.
Sus cejas ni siquiera se inmutaron.
—Sabes bien que te lo hubieses llevado de no ser por el tamaño de la barca y tus hombres —masculló—. Y por más feliz que fuese entre las yeguas que conseguía reunirle, siempre añoró tus tierras.
Él chasqueó la lengua y extendió su mano hacia ella.
—Clío fue un regalo para ti.
—Y nunca me llegó a hacer caso porque sabía que era la razón por la que había tenido que abandonar la comodidad de sus establos. Y luego se escapó.
España apretó sus labios.
—Pues permite que Morfeo, que ya está acostumbrado al clima irlandés, sea mi regalo definitivo. —España se apresuró a tomarle la muñeca, presionarla y evitar que pudiese siquiera abrir la boca—. Y no admito protesta. De hecho, si me lo permitieras, te compensaría lo pagado por él.
Irlanda parpadeó, aunque terminó por resoplar y dirigir sus ojos hacia Morfeo, que había agachado la cabeza y arrancaba las briznas más cercanas.
—Habrá que cruzarlo —musitó.
—Mientras que no sea con una burra, cualquiera de tus yeguas sirve.
—Salvo Aoife —respondió ella, apuntándolo con su dedo índice.
España no pudo retener la carcajada.
—Salvo Aoife, aunque no creo que sea capaz de reproducirse. Lucero lo ha intentado, y no lo ha conseguido.
Irlanda murmulló algo entre dientes, pero España decidió no darle demasiada importancia más allá de un ligero bufido. A continuación, ella se separó del animal y se dejó caer sobre el plano capó verde del coche con un profundo suspiro.
—¿Y qué hacemos? —Sacudió su cabeza hacia el vehículo—. ¿Conduces tú?
España dio un paso hacia Morfeo y le colgó el brazo sobre el cuello. Pudo percibir cómo se tensaba, aunque no hubo ninguna sacudida para apartarlo de él.
—Creo que lo mejor sea ver cómo se desenvuelve de aquí a Dublín, con las correspondientes paradas. ¿Puedes sacar la manta del maletero, por favor?
Irlanda señaló hacia sus pies; hacia aquellas botas de cuero altas y sus pantalones ajustados de un color crema, y, a continuación, sacudió la cabeza hacia los zapatos de España.
Este agitó su mano y chasqueó la lengua.
—Por algo me he traído unos que ya están gastados.
Irlanda lo miró fijamente durante unos cuantos segundos antes de resoplar, rodear el coche y abrir el pequeño maletero del coche. De él extrajo una manta de tartán de un rojo intenso, que terminó por situar en brazos de España.
Este de inmediato la extendió sobre el lomo del caballo, sin apenas movimiento en respuesta. Sin embargo, cuando España enganchó sus dedos en sus crines y dio el salto para situar su torso contra su lomo, el caballo alzó su cabeza y soltó un agudo relincho.
Él logró colgar una pierna de cada costado y presionar sus talones sobre estos antes de que Morfeo alzase sus patas delanteras en el aire. España se mantuvo pegado a su cuerpo hasta que el animal decidió volver a apoyar los cascos, instante en el cual soltó una coz.
Una vez que el caballo se detuvo y soltó un resoplido, España se irguió y palmeó su cuello.
—Tranquilo, Morfeo —masculló él.
El caballo emitió un bufido, aunque comenzó a avanzar a paso lento cuando él le dio un ligero toque con los tobillos.
A continuación, España alzó su cabeza hacia Irlanda con sus comisuras alzadas.
—Es él.
Irlanda puso sus ojos en blanco, aunque él pudo percibir la forma en la que las esquinas de sus labios se habían crispado. En cuanto ella se hubo metido en el coche, España decidió pasar a un trote ligero.
El resultado no le decepcionó.
~Ambientado en 1985.
.
Al principio, tenía planeado este fic como regalo de cumpleaños. Luego, lo cambié por una historia de piratas que terminó siendo de todo excepto de piratas (es decepcionante), pero constaba de 3 capítulos, y yo, para estas fechas, ni siquiera he llegado a la mitad del primer capítulo, por lo que volví a la idea original.
(El otro espero tenerlo terminado para el SpaIre's Day.)
Y sí, esta es la conclusión del tema de los caballos.
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flash56-chase05 · 1 month
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Queda un mes para el SpaIre's Day.
Oficialmente.
Y acabo de terminar de escribir el fic para ese día, a pesar del cambio de planes de última hora en cuanto a temática. El que tenía planeado originalmente se quedará para otro momento en el que tenga tiempo —y ganas—, para concluirlo.
Se supone que debería haberlo terminado al inicio de la Semana Santa, pero en ese entonces estaba en Bélgica —ya puedo decir que he estado en Flandes, y, de hecho, Bélgica ha tenido una breve aparición en el fic por aquellos tres días en los que me correteé el país—, pero lo importante es que ya está preparado.
(He llegado a dudar incluso del hecho de tenerlo para la fecha).
En estos días también planeo concluir el asunto de Las Hurdes, por más extenso que sea, y ahora he añadido a mi planificación las cuatro epidemias de cólera morbo de España durante el siglo XIX.
Ya veremos cuando consigo terminar con ello.
Pero os aviso que llegará.
Algún día.
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flash56-chase05 · 1 month
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it's prompt o'clock ! ⠀⠀ ·˙‧ 𓆝.° 。˚𓆛˚。 °.𓆞 ·˙‧
june 24 - june 30th ! ⠀[ 🐚 ] :
day 1: ⠀celebration + food
day 2: ⠀wine + secret agents
day 3: ⠀ocean + flowers
day 4: ⠀fate + mythology
day 5: ⠀coffee + family
day 6: ⠀fantasy + historical
day 7: ⠀warmth + eternity
+ a free day token for you to use on any day!
not too sure how to tackle a day's prompts? never fear, your free day is here! rather than having a designated free day for this event, we believe it best for you to pick any day to have a free day - just make sure to tag your work with #free day token for us!
we can't wait to get started! happy creating!
[ @hetaliahappenings @heta-on-the-books ]
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flash56-chase05 · 2 months
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Me he terminado por fin el live action de Avatar.
Seguramente llegue un poco tarde, pero bueno, gajes del oficio.
De todas formas, aviso que soy una persona que suele quejarse bastante de los cambios que se hacen sobre la historia original —creo que mis amigas están cansadas de escucharme o leerme en WhatsApp quejarme de los cambios y cómo eso altera ciertos detalles de la historia, porque, si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?—, pero, a su vez, si a mí me das algo de material adicional sobre mis personajes/parejas favoritas, me lo trago enterito.
(La serie de Sombra y hueso me la vi tras solo haberme leído la dilogía de Seis de Cuervos, y me quejé de los cambios, sí, pero anda que no disfruté de las escenas de Matthias y Nina en la primera temporada).
Me complace concluir que, al menos, Avatar no ha sido tan decepcionante como la serie de Percy Jackson (no tengo ni ganas de comentarlo, porque me sigue doliendo en el corazón). Aun así, mis quejas tienen bastante que ver con esa tendencia que he notado de querer condensar tramas que no tienen nada que ver en la historia original, olvidarse de momentos bastante importantes y cambiar a los personajes.
Hay algunos detalles que dejo pasar; otros me resultan imperdonables.
¿Soy yo que no estaba prestando atención o han eliminado la trama de Pakku con la abuela de Katara? ¿O el hecho de que acepta entrenarla y es entonces que ya se la considera capacitada para enseñarle a Aang? ¿El significado del collar? ¿El capítulo del pergamino?
Y no me hagáis hablar de la agresividad de Katara, por favor. Ya me estropea lo suficiente la lucha contra Pakku como tal.
¿Haku? ¿Hola?
¿Y qué demonios le han hecho a Yue? Porque a mí me parece que la misoginia en la Tribu es un poco selectiva. ¿Romper su compromiso porque sí, cuando ella seguía adelante en la serie animada por un sentimiento de deber hacia su pueblo? ¿Su actitud en general?
(¿Dónde estaba Sokka vestido de guerrera Kyoshi, por favor? Que mira que Sokka es de las mejores cosas que tiene esta serie, pero no nos pueden quitar eso.)
Y, sobre todo, durante la mayor parte de la serie animada, la cara de Ozai no se muestra. Esto es un recurso narrativo que ayuda a crear distancia y respeto hacia un personaje tan importante para la trama como es el puñetero antagonista final.
¿Aquí? Empieza la serie y ya te muestran todo el careto del señor. Además, esas secuencias intentando vengarse de él son ridículas, y no admitiré que nadie me convenza de lo contrario.
No me creo que esa vaya a ser la gran amenaza contra la que se va a Aang enfrentar al final.
Me han hecho perderle todo el respeto.
Y lo mismo con Azula.
Con lo épica que era esa escena al final de la primera temporada en la que la ves aparecer. ¿Ahora? Ahora me pasa lo mismo que con Ozai. O incluso peor.
La relación de Iroh y Zuko es de las pocas cosas por las que quiero que continúe —lo cual tampoco era demasiado complicado, siendo Zuko el personaje por el que me vi la serie en primera instancia, porque estaba esperando ver cómo se redimía—, pero, no sé, esperaba mucho más de todo. A ver que se inventan ahora.
Lo bueno es que esta serie me sirvió para leerme la primera novela de Kyoshi, The Rise of Kyoshi, y esta última como inspiración para un pequeño dibujín de Irlanda y Españaambientado en ese universo.
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(Nunca desarrollaré la historia, pero fue bonito imaginárselo).
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flash56-chase05 · 2 months
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Hay una cierta parte de mi persona que me pide no dejar de lado las epidemias de cólera, y más en España.
Yo solo aviso.
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flash56-chase05 · 2 months
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welcome to hetaberia !⠀ ·˙‧ 𓆝.° 。˚𓆛˚。 °.𓆞 ·˙‧
we're delighted to welcome you back for another week all about our dear iberians! following the poll, we have decided to hold the event between june 24-30! all we have left to do now is sort out some prompts, so please use the form here to submit ideas!
we're looking forward to another fun year! 🐚
[ @hetaliacalendar, @heta-on-the-books, @hetaliahappenings ]
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flash56-chase05 · 3 months
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A veces me imagino el percal.
España, Francia y Portugal (críos por aquellos tiempos) son parcialmente obligados a abandonar Roma por su padre para acompañar a los visigodos y ayudarles en sus asuntos.
Mientras están fuera, se enteran de que Roma ha muerto (Pater nostrum). Procesan la noticia e intentan adaptarse. Después de la muerte de Alarico II en batalla, Francia, en Vouillé, de repente da el golpe de gracia decantándose por los francos, y España y Portugal huyen junto al resto de visigodos a Hispania.
Un alivio, porque están de vuelta en su terreno, y, a la vez, algo desconcertante.
Se terminan trasladando a Toledo. Los reyes van y vienen; hacen sus cosas. Toledo se vuelve un polvorín político en los últimos años, y ellos, más acostumbrados todavía a lo militar (tendrán vida de sobra para adaptarse), deciden encaminarse hacia el norte.
Y los problemas no hacen más que empezar.
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flash56-chase05 · 3 months
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Escribir un fic histórico dentro del mundo de Hetalia es muy fácil en cuanto a detalles médicos se refiere.
Las naciones son seres hechos de barro, que pueden regenerar sus miembros si los pierden. El alcohol aplicado sobre heridas leves las sana, pero sin quemar la piel. Si sufren daños lo suficientemente graves, se mueren pero mantienen, al mismo tiempo, una gran actividad de regeneración celular —sin riego sanguíneo y sus células, porque para algo está la fantasía—, y, si sufren alguna infección, entran en un ciclo de morir y revivir hasta que el sistema inmunitario puede crear una respuesta específica con suficiente potencia para eliminar al agente patógeno. Y no me hagáis hablar de su metabolismo.
En definitiva, no necesitan de ningún conocimiento médico para sobrevivir.
Cuando pasamos a los A.U.s ambientados en otras etapas históricas —y, por alguna razón, mis favoritos—, donde son humanos, todo eso desaparece. Las heridas se infectan y, si no hay un antiséptico y un ambiente esterilizado por casualidades de la vida, pueden llevarlos a la muerte. Y como yo me complico la vida, termino en un lugar tan insalubre como la bodega un barco, a principios del siglo XVIII (donde ni siquiera se sabía qué había detrás de las enfermedades e infecciones porque Pasteur no había ni nacido y ni conocían el concepto de esterilización) y con un hombre con un montón de heridas abiertas y expuestas que tiene que sobrevivir sí o sí.
Sin los conocimientos de todo el siglo XIX de por medio.
Odio tener tan en cuenta estas cosas.
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flash56-chase05 · 3 months
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He rehecho la foto de perfil un año después, sobre todo porque me he pasado toda la Navidad rediseñando a los personajes de mis propia historia, y quería actualizar a Juliet y a Archibald, cuyos rostros no les hacían justicia en el anterior.
(La anatomía será una tarea pendiente durante el resto de mi vida).
Además, también estoy aprovechando para reescribir el prólogo de la primera historia —que corresponde a sus padres en la Primera Guerra Mundial, cómo no—, antes de ponerme con el fic para el SpaIre's Day. Todavía no estoy preparada para embarcarme en la tarea de escribir la versión definitiva —ya la dejé a un lado para escribir la primera versión de En la cuarta planta de Palacio—, pero nada me impide tener ideas.
En fin...
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flash56-chase05 · 3 months
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El adjetivo sardónico tiene el sinónimo de sarcástico como segunda acepción en la RAE. Y, actualmente, describe una risa falsa, fingida, sarcástica o venenosa y que no nace de la alegría interior.
Sin embargo, en su origen medicinal, la sonrisa sardónica (rictus grin) refiere a uno de los síntomas más característicos de la infección por Clostridium tetani (las otras causas son mucho menos comunes), que consiste en una contracción involuntaria de los músculos del rostro imposible de variar. Esta suele ser descrita como «sonrisa con expresión de terror».
Aun así, en un gran número de fotografías, si no se supiese el contexto, se asumiría que se trata de una persona con una gran sonrisa, quizá hasta exagerada, y no un gesto que lleva oculto un gran malestar y dolor físico que puede incluso llevar a la muerte.
Y esa es la mejor forma de definir la sonrisa de España.
O al menos una de ellas.
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