PARTE II
Primavera
Después de que el hielo que helaba la tierra se derritiera y tímidos brotes aparecieron en las ramas desnudas, el aire comenzó a oler como primavera. Finalmente, la luz del sol comenzó a sentirse un poco más cálida y el silencio que duró por meses se vio perturbado por el canto de los pájaros.
Yoongi se sentó en la entrada de su casa, cuando escuchó una voz familiar.
—Hey.
Casi como las flores que lograron atravesar la tierra congelada para florecer, había algo nuevo y absolutamente suave rompiendo a través de la gruesa pared que Jungkook había construido a su alrededor.
La forma en la que sonreía, por ejemplo. Había algo inocente acerca de sus ojos arrugados cada vez que decía hola.
—¿Qué hay para hoy?—dijo Yoongi, arremangando sus mangas —¿atacado por un oso? ¿te caíste del acantilado? ¿O quizás te tropezaste con, y cito, una maldita rama de mierda?
Jungkook se rió, un poco tímido. Eso también, esa risa suya. Suave. Un poco tonta, también, pero más que nada suave.
—No, nada de eso. Quería preguntarte algo.
—Si es sobre tomar prestado mi bola de cristal la respuesta aún es no.
—No es eso tampoco.
Yoongi lo miró y entrecerró los ojos. —¿Entonces qué?
No estaba seguro de haber visto a Jungkook con esa expresión antes. Tenso y nervioso, eso lo sabía. Pero avergonzado era nuevo.
—¿Quieres ir a caminar conmigo?
—¿A caminar? ¿Contigo?
—El clima es agradable. Y estoy aburrido.
—¿Y se supone que debo ser tu distracción?
—Quizás—Jungkook se encogió de hombros— si no te molesta.
A Yoongi no le molestaba.
Yoongi dejó que Jungkook le mostrara el camino, asumiendo que conocía el bosque tan bien como lo hacía Yoongi, y quizás mejor. Escogió caminos fáciles que iban a un lado de abedules altos que dirigían al campo grande y verde.
Yoongi rápidamente notó que caminar no era suficiente para Jungkook. Necesitaba mantener su cuerpo ocupado y en constante movimiento. Saltaba, lo suficientemente alto para que sus dedos rozaran las ramas de los árboles, pateaba piedras y se subía a cada roca que pasaban. Para Yoongi caminar era suficiente, así que solo miraba con diversión.
—Así que, ¿qué haces aparte de vagar por el bosque y lastimarte?
Jungkook, quien en ese momento se balanceaba en una pierna en el tronco donde Yoongi estaba sentado, pensó por un momento —Lo usal. Trabajar a medio tiempo en el pueblo. Pretender que no me convierto en un lobo de vez en cuando.
—¿Metiendote en peleas de pandillas de lobos?
Jungkook saltó al suelo sin problemas y se rió. —Sí. Algo como eso.
La chaqueta gigante que Jungkook usaba en el invierno fue reemplazada por una de cuero igual de deteriorada. El material estaba casi roto en algunos lugares y era obvio que Jungkook no era su primer dueño.
—¿Cuántos hombres lobo más viven aquí? —preguntó Yoongi.
—¿En el bosque? Solo yo y mis tres hermanos. Quiero decir, no mis hermanos “reales”. Pero son familia, ¿sabes?
Yoongi recordó las otras huellas que vio durante el invierno, siempre unos pasos más adelante como si fueran guiandolo. Nunca estuvo seguro si habían tres o cuatro más. Sólo sabía que había más.
Jungkook finalmente se sentó junto a Yoongi. Incluso ahora su pierna subía y bajaba como si no pudiera evitarlo. —¿Qué hay de ti?¿Simplemente te sientas a solas en esa pequeña casa tuya?
Yoongi se encogió de hombros. — Sí, algo así. Jimin me visita de vez en cuando—notó la mirada interrogante de Jungkook y añadió, —La ninfa de agua. Vive en el arroyo que está al lado de mi casa.
—¿Así que él es quien siempre se ríe cuando estoy ahí? Pensé que estaba embrujada o algo.
—Sí—se rió Yoongi— Puede ser una pequeña mierda a veces, pero es un buen amigo.
—¿Algún otro amigo mágico?
—Solo Hoseok—Yoongi dudó si debería mencionar lo de la otra noche— él fue quien te vio primero frente mi casa.
Pareció ser que las preocupaciones de Yoongi no tenían mucho sentido porque Jungkook no se pareció molestarse— Espero que no le importe que no lo recuerde. Estaba un poco ocupado desangrandome—esperó hasta que Yoongi parara de reír y continuó— Recuerdo haber sentido frío, sin embargo. Y de pronto estaba muy cálido.
—Eso gracias a él. Y a mi chimenea. Pero más que nada él.
—¿Es un brujo como tú?
—Sí. Es de otro pueblo, así que no viene de visita seguido.
Yoongi se mantuvo en silencio por un momento, jugando con el final de su manga. Sentía que estaba acercándose al tema del cual no le gustaba hablar pero continuó, ignorando el sentimiento incómodo y apretado en su estómago. —La gente del pueblo viene a veces. Al menos aquellos lo suficientemente valientes para confiar en que no maldeciré a todo su familia. Los cuales no son muchos.
Yoongi sintió la mirada de Jungkook en el, yendo desde su cabello gris hasta sus orejas perforadas y luego más abajo, deteniéndose en sus manos, cubiertas por brazaletes y con dedos llenos de tatuajes. Sabía que no parecía muy confiable, nunca lo hizo. Especialmente ante la gente del pueblo, quienes creían en cosas que solo ellos conocían. Se acostumbró a ello.
—Probablemente es por los tatuajes. La gente no confía en los tatuajes.Y tu eres malditamente gruñón a veces—dijo Jungkook con una sonrisa en su voz.
Yoongi bufó. Miró sus manos, cada dedo con una runa distinta— Sí. Probablemente.
—¿Tienes más?
Yoongi bajó el cuello de su camisa, lo suficientemente bajo para revelar la tinta en su piel. Atrapó a Jungkook mirandondolo con los ojos un poco más grandes y no pudo evitar sonreír. —Dos, cada uno bajo mi clavícula. Y otro en mi espalda.
—¿Te ayudan a sanar?
—Sí. Ese es el cincuenta por ciento de la razón por la cual los hice. El otro cincuenta por ciento es para hacerme ver más genial.
Jungkook se rió otra vez, de esa manera boba y demasiado ruidosa que tenía. Yoongi aún se preguntaba cómo la sonrisa de una persona podía ser así de calida.
—Me gustan—dijo, poniéndose de pie, aparentemente habiendo tenido lo suficiente de estar quieto. Le ofreció una mano a Yoongi para que la tomara— Ven. El recreo terminó.
Caminaron por otros quince o veinte minutos, ambos en silencio. Jungkook parecía perdido en sus pensamientos, quitándole pétalos a las margaritas que encontraba en el camino. Se distrajo solo cuando escuchó algo moviéndose en la distancia y su cabeza siguió el sonido instintivamente. Yoongi se preguntó si era alguna especie de hábito de lobo que tenía.
—Con tus habilidades—dijo finalmente, mirando sus manos ocupadas con otra flor— ¿podrías ayudar a las personas, cierto?
—Podría. Pero no puedo obligarlos si no quieren mi ayuda.
—¿Lo intentas? Ayudarlos, no obligarlos.
—Lo hice—respondió Yoongi. Por un segundo, sintió el metal helado de un cuchillo contra su cuello y su boca se llenó con el sabor metálico de la sangre. Lo tragó, alejando el recuerdo— perdí el entusiasmo en el camino.
Miró a Jungkook. Parecía más serio ahora, un poco como se veía la primera vez que se conocieron, sus cejas ceñidas y los labios presionados en una línea delgada. Yoongi olvidó que podía lucir intimidante si lo intentaba.
Apretó su mandíbula, asintió y Yoongi supo que entendió. Probablemente más de lo que Yoongi esperaba.
***
Un repiqueteo se escuchó.
Yoongi quitó la vista de su libro hacia el techo, de donde el sonido provenía.
Otro sonido, esta vez un traqueteo.
Se inclinó hacia atrás en su silla, lo suficiente como para mirar por la ventana. Nada. Gata, su principal sospechosa, resultó ser inocente cuando la encontró durmiendo en la luz solar que llegaba bajo el alféizar de la ventana. Yoongi se encogió de hombro, culpando a una ave en su lugar.
Clack, clack, clack contra el techo.
—Oh, por el amor de dios…
Yoongi caminó hasta la puerta, gruñendo para sí mismo todo el tiempo que le tomó para llegar ahí. Entre cerró los ojos bajo la brillante luz solar que prácticamente lo cegó al salir afuera. Después de recuperar su vista, notó que Jungkook estaba un poco alejado de su puerta. Su brazo estaba levantado y hacía atrás, listo para lanzar otra piedra a la casa de Yoongi. Se detuvo cuando vio a Yoongi y sonrió, como si no hubiera nada de malo con la situación.
—¿Quieres caminar conmigo?
***
—¿Estás listo?
Jungkook, sentado con sus piernas cruzadas frente a él, asintió emocionado. Sus ojos estaban enfocados en los pétalos de flores que estaban en el césped entremedio de ellos. Entonces, Yoongi movió su mano. Fue sólo un pequeño movimiento de su muñeca y los pétalos flotaron sobre el suelo. Bailaron en el aire casi como si el viento las moviera, pero más lento y con más elegancia. Dieron vueltas y giraron en círculos alrededor de Jungkook hasta que se detuvieron arriba de su cabeza.
Yoongi sonrió y repitió el movimiento otra vez, esta vez moviendo su mano hacia abajo. Jungkook se quejó irritado, o al menos pretendió estarlo, cuando los pétalos pequeños rosados cubrieron su cabello y hombros. No logró pretender por mucho tiempo, sin embargo, y su puchero rápidamente se convirtió en risa. Ruidosa y tan sincera que Yoongi sintió su propia sonrisa volverse más grande.
—Debí esperar eso—dijo, revolviendo su cabello. Aún quedaban unos cuantos pétalos ahí pero Yoongi no se sentía con ganas de hacerle saber eso— ¿puedes hacerlo otra vez?
—En serio, para un chico que se transforma en lobo cuando quiere, no necesitas mucho para sorprenderte—se rió Yoongi. Los pétalos flotaron de nuevo, pero esta vez Yoongi los dejó flotar perezosamente alrededor de ellos.
Yoongi se tiró hacia atrás para poder descansar contra el tronco ancho de un árbol que estaba atrás suyo. Respiró el olor dulce y familiar de las flores que estaban floreciendo y de la tierra, finalmente despierta de su sueño. Todo el bosque sonaba con el gorjeo y canto suave de los pájaros alrededor de ellos.
Todo parecía igual a los años anteriores, excepto del sonido de una risitas que venían de algún lugar cercano.
***
Cuando Hoseok se presentó en la puerta de Yoongi, su ropa estaba empapada con agua. Quitó el pelo mojado de sus ojos, con un irritado pero no molesto gruñido, y sacudió su cabeza para deshacerse del agua que entró en sus orejas.
—Veo que visitaste a Jimin primero—sonrió Yoongi.
—Seguía igual de encantador que siempre.
—Sabes que no le gusta cuando intentas abrazarlo.
Hoseok pasó una mano por su ropa y el material se movió bajo su toque. Después de un segundo no solo se veía seca, sino que planchada también.
—¡Pero no lo veo desde el invierno! —lloriqueó Hoseok— ¡lo extrañé!
Entró a la casa, dándole un pequeño abrazo antes de acomodarse en el sillón y comenzar a desempacar. Sólo tenía un pequeño bolso con él pero Yoongi sabía que le entraba lo suficiente para una visita de tres días.
—¿Tú y Jimin hablaron de mí a mis espaldas? —preguntó Yoongi.
Hoseok rodó sus ojos. —Por favor. Siempre lo hacemos. Es por eso que nos llevamos tan bien.
Yoongi observó, divertido, como la ropa de Hoseok voló de su bolso y aterrizó en el piso, todo muy bien doblado. Después sus libros, los cuales volaron en una fila recta justo bajo la nariz de Yoongi antes de que aterrizaran en la mesa.
Hoseok sonrió y chasqueó sus dedos justo al lado de su oreja. Su cabello mojado y revuelto de pronto estaba perfecto— Por supuesto.
La historia de Hoseok sobre sus recientes aventuras se vieron interrumpidas con el sonido de la puerta abriéndose de pronto y rápidos pasos a través del pasillo.
—Hey, vine de-
Jungkook se detuvo en la mitad de un paso y se congeló. Sus hombros se tensaron y sus dedos se cerraron en el marco de la puerta. Sus ojos, grandes y asustados, miraban a Hoseok y luego a Yoongi, como si estuviera pidiendo ayuda.
—Hey, Jungkook,—dijo Yoongi— este es Hoseok. Te hablé sobre él.
Hoseok parecía divertido mientras inclinaba un poco su cabeza y sonría con su sonrisa más amigable. Dejó a un lado el vaso de limonada que estaba tomando antes y estiró su mano de forma tan entusiasta que los brazaletes alrededor de su muñeca sonaron.
—Hola. Por alguna razón Yoongi decidió mantenerte en secreto.
Jungkook miró la mano de Hoseok y luego a Yoongi, y solo cuando Yoongi asintió ligeramente, estiró su mano para estrechar la de Hoseok torpemente. Hoseok no parecía molesto. Su voz se mantuvo alegre y despreocupada como si Jungkook fuera su amigo.
—Estaba hablando sobre este chico que se quedó atrapado en mi chimenea. ¿Quieres unirte?
—Yo, uh— tartamudeó Jungkook. Acarició la parte de atrás de su cuello con su mano y parecía como si estuviera evitando cualquier tipo de contacto visual—me iré ahora—se dió la vuelta y se fue tan rápido como llegó.
Hoseok volvió a tomar su limonada como si nada hubiese pasado— ¿Así que ese es tu novio lobo?
—Sabía que Jimin te contó—suspiró Yoongi, escuchando la risa complacida de Hoseok— Y no es mi novio.
—No aún—murmuró Hoseok, pero antes de que Yoongi pudiera decir algo, continuó— no es muy sociable, ¿cierto?
—Simplemente es tímido. Debes darle tiempo.
—Se ve extrañamente adorable—dijo Hoseok. Había algo en su sonrisa que a Yoongi no le gustaba mucho— que bueno que lo encontráramos esa noche.
***
El pájaro que se encontraba en las manos de Yoongi estaba inmóvil. Su pequeño corazón latiendo rápidamente en su cuerpo y su pecho se moviendose rápidamente eran la única señal de que aún estaba vivo. Yoongi pasó su mano desde su cabeza hasta el final de su cola verde y sintió las suaves plumas bajo se piel. El pájaro abrió sus ojos, pestañeó unas cuantas veces, y trató de mover sus alas. Luchó para liberarse de su agarre y cuando Yoongi abrió su mano, voló lejos, lo suficientemente pequeño para deslizarse a través de sus dedos. Se posó en una rama arriba de la cabeza de Yoongi y pío feliz.
Jungkook lo miró con una sonrisa y cuando voló lejos, volvió a caminar por las aguas poco profundas del arroyo. Le llegaba solo hasta sus tobillos pero seguía sosteniendo sus pantalones arriba, como un niño pequeño que tiene miedo de mojarse. La luz reflejada en el agua cristalina parpadeaba en su piel. De vez en cuando, se agachaba para recoger una piedra o se ría cuando un pez nadaba lo suficientemente cerca para rozar sus tobillos.
—Tae le tiene miedo a los peces. ¿Te dije eso?
—¿Tae es el que los regaña mucho?
—No. Seokjin nos regaña, ¿recuerdas? Es el mayor, quien nos cuenta bromas terribles pero graciosas. Taehyung es el artístico y amigable. Siempre los confundes.
—Sin embargo, me acuerdo de Namjoon. El chico más inteligente y torpe que has conocido.
Jungkook se rió. —Sí, en eso acertaste.
Había cariño en su voz, como siempre que hablaba de ellos. Incluso si no era a menudo.
Tomó unas piedras de la orilla del arroyo, buscando solo las pequeñas y planas que saltaran bien en la superficie del agua. Cuando su mano estaba casi llena de piedras comenzó otra vez. —Tae es mi mejor amigo desde siempre. Ni siquiera recuerdo el no conocerlo.
Yoongi puso sus rodillas contra su pecho y descansó su barbilla en ellas. No era tan seguido que Jungkook hablaba de su vida privada pero Yoongi lo disfrutaba cada vez que lo hacía. Aún estaba inseguro sobre preguntarle cosas él mismo, pues tenía miedo de presionar a Jungkook con algo que quizás no quería hacer. Pero de vez en cuando tomaba riesgos. —¿Qué hay de los otros?
—Nos conocimos por accidente. Era pequeño así que realmente no lo recuerdo bien—dijo mientras se encogía de hombros. La piedra que tiró rebotó una, dos, tre veces, antes de hundirse—pero a veces siento que siempre han estado conmigo.
—¿Cómo es que eres el único que se lastima seguido? —dijo sonriendo Yoongi.
Jungkook solo le sonrió, de forma cálida y confiado—supongo que soy el más arriesgado.
Cuando Jungkook se quedó sin piedras, salió del agua para sentarse junto a Yoongi. Suspiró y quitó un alga que se quedó en su pie. —¿Qué hay de Hoseok? ¿Cómo lo conociste?
La mente de Yoongi encontró recuerdos de hace años. Por un momento volvió a ese día lluvioso. Los recuerdos se volvieron un poco borrosos con los años y algunas palabras ya habían sido olvidadas, pero aún recordaba la mirada nerviosa de Hoseok cuando pasó por la misma calle por tercera vez. Y el sentimiento de preocupación por el extraño que era demasiado brillante en comparación al gris del pueblo.
—Nada demasiado interesante. Se perdió. Lo ayudé. De alguna manera nos volvimos amigos desde entonces.
—¿Qué es lo que hace? ¿Sana como tú?
—Raramente. Hace más trucos que lo ayudan con cosas molestas.
—Así que…¿como magia para resolver problemas domésticos?
—Sí—se rió Yoongi—algo así.
Habían momentos en los que Yoongi se sentía abrumado con un extraño sentimiento de paz cuando hablaba con Jungkook. Como si las palabras que estaban enterradas y que debían estar olvidadas encontraran el camino a su boca cada vez que Jungkook estaba dispuesto a escuchar.
—La gente del pueblo lo adora—no había resentimiento ni celos en su voz. Sabía perfectamente que Hoseok se merecía todo el amor que recibía— Y deberían. Tu lo viste. Él es tan…—le costó encontrar la palabra correcta—cálido.
Jungkook se quedó en silencio el tiempo suficiente para que el pecho de Yoongi se sintiera apretado con preocupación. Pero antes de que pudiera arrepentirse de sus palabras Jungkook dijo,
—Eres cálido, también—su voz se detuvo, como si fuera demasiado tímido para decirlo— solo que en una manera diferente.
Yoongi no dijo gracias porque no estaba seguro de si era un cumplido o no. Pero de pronto, se sintió más ligero y se llenó con un alivio que no sabía que deseaba todo este tiempo
***
—Creo que tendrás una pequeña cicatriz aquí—dijo Yoongi, limpiando la mejilla de Jungkook con un trozo de gasa para quitar la sangre—pareces un poco rudo.
—Solo porque choqué con una rama como un idiota.
Yoongi se rió— un poco menos rudo. Pero puedo mantenerlo en secreto.
No era inusual para Jungkook aparecer sin golpear antes. Pero casi siempre su entrada estaba acompañada con su voz. Si no eran palabras, entonces era algo más para hacerle saber a Yoongi que era él. Tareando, silbando, cantando, en ocasiones raras.
Pero esta vez entró solo murmurando un pequeño “hey”. El silencio por sí solo hizo que Yoongi sintiera una inexplicable inquietud que se volvió peor cuando notó la sangre en la cara de Jungkook. Y cuando Yoongi vio sus ojos, supo enseguida que “tuvimos una pelea” sería lo único que escucharía sobre eso.
Después de que Yoongi se aseguró que el corte estaba limpio tomó una bocanada de aire y estiró su mano para tocar la piel de Jungkook con sus dedos.
—Va a doler un poco. ¿Estás listo?
Jungkook asintió y Yoongi movió sus dedos, susurrando. Tomó unos pocos segundos para que el corte se volviera una pequeña línea rosada. Todo lo que necesitaba ahora era algo para que sanara más rápido.
Cuando Yoongi se puso de pie y caminó hasta el estante, sintió una presión incómoda en sus oídos. El piso se movió bajo sus pies y todo se tornó borroso. Pestañeó unas cuantas veces, tomó un par de respiraciones profunda y esperó que Jungkook no lo notara.
Mierda. No le debería afectar así. No algo tan pequeño.
Yoongi escuchó la voz de Jungkook pero de alguna forma sonaba ahogada.
—Aún me asusta, si tengo que ser honesto.
Intentó lo mejor para sonar normal cuando contestó— Y yo pensé que ya te habías acostumbrado.
—No creo que alguna vez me acostumbre.
Para cuando volvió donde Jungkook, el mareo se había detenido un poco. Aún se sentía un poco aturdido, pero ya no le molestaba como antes. He lidiado con cosas peores, se recordó a sí mismo. Esto no es nada. Sintió su pecho apretarse. No es nada.
Jungkook miró el suelo, perdido en sus pensamientos. No respondió cuando Yoongi lo llamó. Solo cuando Yoongi puso su dedo bajo su mentón y lo levantó gentilmente Jungkook reaccionó.
—Perdón—murmuró, girando su cabeza para que Yoongi pudiera poner pomada en su mejilla. Siguió jugando con sus manos, tomando un parche que envolvía su dedo. Sus hombros encogidos lo hacían ver más pequeño, como si de pronto hubiera perdidos unos centímetros de estatura.
—¿Estás seguro de que estarás bien? —preguntó Yoongi.
—Seguro. Peleamos todo el tiempo, no es nada—se encogió de hombros Jungkook. —Además, Seokjin no nos deja estar peleados por mucho tiempo. Probablemente estaremos bien mañana en la tarde.
—Si quieres hablar siéntete libre de hacerlo.
—No quiero.
Yoongi asintió, tocando su piel por última vez.—Listo. Todo hecho. Tendría que verse mejor después de unos días. Quizás no sería visible, incluso.
Jungkook sonrió, pero era una sonrisa triste, casi como si estuviera forzando sus labios a levantarse. —Gracias.
Yoongi estaba listo para recoger las cosas que dejó en la mesa cuando Jungkook decidió hablar de nuevo.
—Yoongi—no era muy seguido que lo llamaba por su nombre. En realidad, Yoongi no recordaba si lo había hecho alguna vez. Pero ahora, dicho en voz baja, conllevaba cierto tipo de intimidad.— ¿Puedo pasar la noche aquí?
Su cara estaba tan cerca que cuando Jungkook lo miró, Yoongi pudo ver el dorado alrededor de sus pupilas. Su expresión aún era triste, pero ahora había algo más esperanzado atrás.
—Claro—Yoongi vio como la anticipación se convirtió en agradecimiento en los ojos de Jungkook—no cuentes con dormir en mi cama, pero te dejaré dormir en el sofá en vez del suelo esta vez.
Jungkook sonrió e incluso si fue una sonrisa pequeña, Yoongi se alegró. Siempre era mejor que nada.
—Gracias.
Yoongi no podía dormir. Se daba vueltas de un lado a otro, solo para terminar mirando el techo, contando cada minuto que pasaba. Incluso si Jungkook no hacía ningún sonido, Yoongi podía sentir la diferencia que su presencia hacia. Como si no pudiera olvidarse del hecho de que Jungkook estaba ahí, a pocos pasos bajo la escalera. No era un sentimiento incómodo, solo…uno nuevo. Algo a lo que Yoongi no estaba acostumbrado.
Luego de otro rato más obligándose a dormir, Yoongi se rindió y bajó por las escaleras. Notó la suave luz que venía del comedor. Por un momento, dudó sobre si ir o no a ver a Jungkook. Después de todo, quizás olvidó apagarlas antes de dormirse. Pero incluso en ese caso, Yoongi debería ir y apagarlas.
Su miedo de despertar a Jungkook hizo que el sonido del piso chirriante se escuchara incluso más fuerte. Caminó cuidadosamente, sintiéndose tenso antes de cada paso que tomaba. Cuando finalmente llegó al sofá, vio a Jungkook y a Gata acurrucados, uno junto al otro. La mano de Jungkook descansaba en su espalda, como si se hubiera dormido mientras la acariciaba. La vista de sus pestañas moviéndose gentilmente mientras soñaba y el subir y bajar de su pecho con cada respiración calmada, le daba una sensación de déja- vu a Yoongi.
Yoongi tomó la manta que Jungkook tiró al suelo y lo cubrió de nuevo. Se congeló y sintió cómo su corazón se detuvo cuando Jungkook frunció el ceño al sentir el material tocando su piel. Pero después de un momento, mientras su expresión se relajaba, Yoongi dejó salir el aire que estuvo aguantando.
Unos cuantos mechones de cabello cayeron en los ojos de Jungkook cuando rozó su cara contra la almohada con un pequeño suspiro. Sin saber cuándo ni por qué, Yoongi movió su mano para apartarlos de la frente de Jungkook. Era solo un movimiento suave, cuidando de no despertarlo. Sin embargo, Yoongi se dio cuenta lo suave que su cabello se sintió cuando se deslizó entre sus dedos. Jungkook frunció un poco los labios y el corazón de Yoongi se llenó de un cariño tan repentino y tan abrumador que fue incapaz de sentir otra cosa.
Yoongi retiró su manos. Miró la cara de Jungkook por última vez, antes de apagar la lámpara y toda la habitación se sumergió en la oscuridad.
Yoongi fue despertado por el agudo sonido del agua hirviendo en la tetera y un extraño sonido que provenía de abajo. Por unos segundos se sintió confundido y luego lo recordó. Era la primera mañana después de un tiempo en la que no se encontraba solo.
Encontró a Jungkook en la cocina. Su cabello estaba incluso más desordenado ahora, apuntando en varias direcciones, especialmente el lado derecho de su cabeza. Su estilo de cabello siempre fueron…cuestionables pero su cabello de recién levantado se llevaba el premio, pensó Yoongi.
Yoongi no había notado antes lo bien que la camisa prestada le sentaba a Jungkook. Quizás un poco demasiado bien. Era una cosa antigua que Yoongi había enterrado al fondo de su armario y que olvidó, demasiado ancho en los hombros y demasiado largo al final para que le quedara bien. Pero en el cuerpo de Jungkook encajaba casi perfectamente, el material suave y negro se veía apropiado en todos los lugares correctos.
La boca de Yoongi se secó un poco, pero lo ignoró.
Parecía que Jungkook estaba luchando para verter agua caliente en las tazas con una mano, mientras sostenía al menos cuatro botellas diferentes y jarros en su otra mano, e intentaba detener a Gata para que no subiera por su pierna, todo al mismo tiempo. Yoongi vaciló, dividido entre decir algo y mantenerse quieto, solo para poder observar qué pasaba después, pero al final terminó preguntando:
—¿Qué estás haciendo?
Jungkook, quien había terminado de verter agua y estaba tratando de poner los jarrones de vuelta en la vitrina en un intento de ordenar, se estremeció un poco al escuchar su voz.
—Oh, hola. Yo, uh…estoy haciendo café—entrecerró los ojos mientras miraba uno de los jarros para leer la etiqueta en el. —O al menos creo que es café. Tienes un montón de cosas raras aquí.
Juzgando por el olor que llenó la cocina, Jungkook escogió la cosa correcta, después de todo. Yoongi se sentó en la mesa e intentó esconder su sonrisa cuando observó a Jungkook intentando convencer a Gata de que no tenía comida para ella. Ambos fallaron.
Se sentía raro. No en una mala forma, no. Solo raro.
—Perdón por despertarte. Estaba intentando ser silencioso pero tu cocina es muy, —uno de los jarros se cayó de la mano de Jungkook , pero antes de que pudiera romperse en el suelo se detuvo y comenzó a flotar en el aire, unos pocos centímetros arriba del piso —confusa.
Yoongi movió su mano y el jarro voló hacia arriba y aterrizó en el mostrador. —Hiciste café así que puedo perdonarte esta vez.
Cuando Jungkook finalmente logró cerrar la vitrina, le dio dio su taza a Yoongi y se sentó en el otro lado de la mesa. Yoongi tomó un sorbo y sintió los ojos de Jungkook sobre él, como si estuviera esperando algún tipo de opinión.
—Está bueno—dijo Yoongi, pero estaba bueno. Un poco de azúcar que Jungkook debió añadirle rompía la amargura del café de una manera muy sútil. Era algo que Yoongi no habría hecho pero aún así, estaba bueno.
Luego, con una expresión extremadamente complacida, Gata se acurrucó en el regazo de Jungkook. Tuvo tiempo para acostumbrarse a él, pero Yoongi aun se preguntaba si ella podía sentir lo mucho que ambos tenían en común. Comenzó a ronronear, lo suficientemente fuerte para que Yoongi pudiera escuchar.
—Se ve cómoda allí—dijo.
—¿Estás celoso?
Jungkook parecía como si se hubiera arrepentido de lo que dijo exactamente después de cerrar su boca. Yoongi no podía estar seguro pero la punta de las orejas de Jungkook se veían más rosadas que antes.
—¿Por qué lo estaría? —preguntó Yoongi, inclinando su cabeza —duerme en mi regazo todos los días.
—Cierto—Jungkook tosió de manera no muy convincente y tomó un sorbo de café, aunque Yoongi estaba bastante seguro de que su taza ya estaba vacía —Por su puesto. A eso me refería.
Pasaba de vez en cuando. Habían momentos en los que Jungkook actuaba de una manera en la que Yoongi realmente no entendía. A veces Jungkook estaba a mitad de contar una historia y se callaba en cuando Yoongi lo tocaba. Seguía hablando pero parecía que no podía hacer que las palabras fluyeran sin problemas cuando sentía los dedos de Yoongi en su piel. Raramente, pero aún así, Yoongi atrapaba a Jungkook mirándolo cuando estaba ocupado con algo. Debería ser incómodo o vergonzoso pero no lo era. Y quizás sorprendía más a Yoongi. El hecho de que no le importara.
—¿Quieres comer algo?—preguntó Yoongi.
—No, gracias— Jungkook miró a Gata y parecía que se sentía mal por tener que moverla. Desafortunadamente para él, ella se convirtió en algo como gelatina en cuando intentó tomarla— Siento que ya me quedé demasiado tiempo.
—No lo hiciste— respondió Yoongi alzando sus hombros —pero si tú lo dices.
Jungkook logró ponerse de pie y fue hasta el comedor para recoger sus cosas (exactamente solo una camisa de franela) pero se detuvo a la mitad de sus pasos. Se miró la camisa de Yoongi que llevaba puesta, tirando lentamente el dobladillo de esta.
—Debería devolverla.
—Quédatela—dijo Yoongi, antes de siquiera pensar en eso —te queda mejor, de todas maneras.
—Okay—murmuró Jungkook, aún sintiendo el material entre sus dedos—. Gracias.
La palabra “dulce” apareció en la mente de Yoongi cuando vio la sonrisa tímida en la cara de Jungkook, pero Yoongi la empujó lejos.
—No hay problema. Solo no la rompas haciendo tus cosas de lobo.
—No lo haré—se rió Jungkook y el corazón de Yoongi perdió un latido— lo prometo.
Dulce.
Yoongi no intentó pelear con ello otra vez.
0 notes