Brisa Ártica
09: Cura
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El día anterior, cuando llegaron al Palacio, Alioth Epsilon ya venía listo para armar un escándalo. Sólo la muy oportuna aparición de Siegfried, quien estuvo acompañando a Saori Kido, evitó que todos los invitados se dieran cuenta de lo sucedido. Dejó que Fenrir hiciera todas las peticiones que tenía en mente, sin interrumpirlo ni interrogarlo, y en una demostración de liderazgo innato, se aseguró de que fueran cumplidas con presteza. Les pidió a los involucrados que no conversaran al respecto hasta que él pudiera explicárselo personalmente a Hilda, para no desviar la atención de la boda. Todo fue llevado a la habitación de Fenrir con el mayor de los sigilos.
La mañana había llegado después de mucho esperarla. El Dios Guerrero agradeció en silencio la luz que entraba por su ventana mientras, a su lado, Ging se encontraba prácticamente inmóvil. Sólo el lento subir y bajar de su torso delataba que seguía vivo. Fenrir, con ayuda de Ártica, logró suturar la herida que tenía en el costado, lo que detuvo el sangrado en poco tiempo. Sin embargo, nada aseguraba que estuviera fuera de peligro.
El joven se duchó y vistió con prisa. Entró sin tocar a la habitación de junto para encontrar a su Sombra sentada en el borde de la cama, abriendo y cerrando lentamente su puño. Tuvo que vendarla a ella también ya que, sin la protección del Manto Sagrado, el puñetazo que le dio a Bud lastimó su mano. Las cobijas estaban desarregladas y Fenrir sabía que ella tampoco había descansado bien.
-Veo que ya estás despierta-
-No tenía mucho sueño para empezar-
-Bien, entonces ven acá-
La Sombra lo siguió de vuelta a su habitación. -¿Qué pasa?-
-Acuéstate al lado de Ging y hazle compañía hasta que regrese- dijo Alioth Epsilon en un tono firme. No era una orden, pero tampoco parecía haber espacio para refutar.
-¿Q-qué? ¿Por qué m-me tengo que quedar yo?- reclamó ella, ansiosa.
-Porque sé que no vas a querer salir de aquí hoy, y yo tengo cosas que hacer-
-P-pero...- De manera inconsciente, Ártica se llevó la mano al ojo. -Y-yo...-
Su Dios Guerrero se colocó las botas y abrió la puerta de la habitación. -Has crecido, Ártica. Hasta hueles diferente-
Aunque sus palabras no la reconfortaron mucho, hizo un esfuerzo por sentarse en la cama, cerca del agotado lobo. Camino al comedor, Fenrir se topó con Andri, la vieja ama de llaves. Tensó la mandíbula. -Por favor envíe desayuno al cuarto de Ártica-
La anciana asintió y se fue, no con la mejor actitud. Una vez en su destino, Alioth Epsilon confirmó que Bud tampoco había ido a desayunar.
-Psst- se escuchó a su izquierda, y vio a Boreal haciéndole señas para que se sentara en su mesa. Fenrir arqueó una ceja, pero no encontró fuerza en su interior para negarse. Se ubicó entre los dos hermanos.
-Buenos días, Fenrir- le saludó Polar con una amable sonrisa. Ella le recordaba a alguien, pero todavía no sabía a quién. El aludido murmuró de vuelta. Kalervo, Skírnir y Embla hicieron lo mismo.
-¿Eh? ¿Dónde está tía Ártica?- inquirió el niño mientras devoraba su desayuno.
-No se siente bien-
-Sólo falta que se enferme justo antes de la boda- dijo Boreal con una mano en la frente.
Embla comía sus frutas con tranquilidad, mientras Polar limpiaba con cuidado la barbilla de Skírnir usando una servilleta. Fenrir hizo un esfuerzo inconsciente por ignorarla. Kalervo se aclaró la garganta.
-Joven Fenrir, no quisiera abusar de su buena voluntad pero... ¿sería posible que nos permita ver los Mantos Sagrados?-
Éste arqueó una ceja con una tostada todavía en su boca. -¿Para qué?-
-Mi esposo e hijo han pasado toda su vida en el país vecino, lejos de las grandes canciones de nuestro pueblo- intervino Polar. -Han escuchado tanto sobre los valerosos Dioses Guerreros de Asgard que... era de esperarse su ilusión-
Alioth Epsilon frunció ligeramente el entrecejo. Cuando le dijo a su Sombra que tenía cosas por hacer, no se refería a esto.
-Primero debo atender algunos asuntos- fue su respuesta y los demás se dieron por satisfechos. Cuando iban saliendo del comedor, una voz llamó su atención. Syd estaba en una poco discreta conversación con Hilda, haciendo gestos con sus manos y señalando a Fenrir. La princesa le hizo una seña para que se acercara. Seguidamente los guió a una antesala cercana, lejos de los curiosos ojos de los invitados.
-Buenos días, Fenrir. Syd está bajo la percepción de que tuviste un altercado con su hermano y terminó en una herida moderada-
-No es cierto-
-¡Claro que lo es!- escupió Syd de inmediato. -¡Quién más va a ser! Bud no me quiere decir nada al respecto, así que estoy seguro de que tiene que ver contigo-
-¿Qué clase de lógica estúpida es esa?-
Mizar Zeta estaba listo para seguir discutiendo, pero Hilda levantó su mano y ninguno de los dos se movió. En el pasado, el sólo gesto hubiera significado un dolor inimaginable debido a la influencia del Anillo Nibelungo. El cosmos de la princesa no era agresivo en lo absoluto, pero no quería decir que era menos imponente. Una vez recobrada la calma, se sentó.
-Fenrir, cuéntame tu versión, por favor-
El joven procedió a relatar lo que había pasado el día anterior, obviando todo lo de la elección de Ártica. Ese tema, a su parecer, no era asunto ni de Syd ni de Hilda (y hasta cierto punto, no lo consideraba asunto suyo tampoco). El gemelo se quedó sin palabras mientras que la princesa parecía triste.
-Muchas gracias. Me encargaré personalmente de la recuperación de Ging-
Fenrir sintió un enorme alivio recorrer cuerpo. Antes de que se fuera, Hilda alzo la voz. -No olvides el deber que te encargué-
La familia de Ártica lo estaba esperando en el pasillo, y comenzaron a caminar con él. Sin embargo, cerca del ala oeste, uno de ellos se rezagó. Fenrir indicó a los demás que lo esperaran afuera. Luego, retrocedió hasta el lugar donde Embla se detuvo.
-Lo lamento, joven Fenrir- se excusó. -Este viejo cuerpo no es lo que era... adelántese, yo llegaré en después-
El Dios Guerrero arqueó una ceja. -No se moleste en mentir, sé que no es cierto-
-Cuando usted dijo que Ártica "no se siente bien", tampoco era cierto, pero no me molesté pedirle aclaraciones-
Fenrir se inclinó para verla mejor. -Usted es una señora muy perspicaz-
Embla se carcajeó con la vitalidad de un cartón arrugado. Le pellizcó la mejilla al contestar.
-No, joven Fenrir, sólo soy la madre de tres niños- y se fue a paso lento pero seguro hasta donde ella sabía estaba la habitación de Ártica. El joven se frotó la mejilla con fastidio mientras llegaba a la salida. Ahí se topó con sus encargados, más uno.
-Buenos días, Fenrir de Alioth Epsilon- le saludó el Santo de Leo. El aludido hizo un gesto como respuesta. Aioria se veía en un excelente ánimo. -Me estaba comentando este animado jovencito que van a ver los Mantos Sagrados de Asgard. ¿Sería mucha molestia si me uno a la excursión?-
Miró de reojo a los demás y todos menos Skírnir se encogieron de hombros con una sonrisa. Fenrir dejó escapar un suspiro de fastidio. Asintió sin decir nada y comenzó a caminar hacia los jardines donde estaban los Mantos Sagrados. Aioria le mantenía el paso sin problemas. -Otro miembro de la élite dorada tiene la habilidad para reparar armaduras y estoy seguro de que le hubiera gustado echarle un vistazo a las de estas tierras-
Fenrir dejó escapar un “hm”. El Santo de Leo siguió hablando de muchas cosas diferentes; el abrasador sol que azota Grecia, los grandes números de soldados en el ejército de su diosa, su hermano el héroe, los templos de mármol, una mujer pelirroja, sus compañeros de armas, y demás. A todo el asgardiano le respondió con "hm", porque para ser sinceros, nada de eso le importaba. Skírnir, por otra parte, lo interrumpía de vez en cuando para preguntarle sobre los Santos de Athena, cosa que Fenrir aprovechaba para caminar más rápido.
Finalmente llegaron a la galería de los Mantos Sagrados. No era una estructura ostentosa; tenía un techo sencillo que evitaba que la nieve cayera sobre ellas y cada una se elevaba en un pedestal de piedra. La galería no tenía paredes, sólo los cuatro postes que sostenían el techo y más allá la muralla baja que daba una forma laberíntica a los jardines. El joven de cabellos plateados hizo un gesto con la mano. –Aquí están-
Todos, a su manera, mostraron entusiasmo al ver las armaduras. Los Mantos Sagrados se estaban acomodados en el siguiente orden: Dubhe Alpha, Merak Beta, Megrez Delta, Alioth Epsilon, Mizar Zeta, Benetnasch Eta y Phecda Gamma. Este último debería estar entre Merak y Megrez, pero debido a su gran proporción en relación con las demás, se la dejó en el extremo. Dejando ese detalle por fuera, seguían el orden de las estrellas de la constelación de la Osa Mayor. Al frente estaban sus contrapartes blancas.
-Espero que hayas estado prestando atención antes de dormir, Skírnir- dijo su madre. -Dime, ¿qué es Dubhe Alpha?-
-¡El dragón Fafnir!- exclamó el niño con alegría.
-¿Fafnir?- inquirió Leo con una mirada curiosa.
Boreal se aclaró la garganta. -Un intrépido enano cuya avaricia lo convirtió en dragón y eventualmente el héroe Siegfried le dio muerte. ¿Y qué representa Phecda Gamma?-
-Jörmungandr, la serpiente marina que envuelve todo Midgard- respondió el niño, esta vez más para Aioria que para su madre. Así siguieron recitando hasta que llegaron a Alioth Epsilon. Fenrir no se dio cuenta en el momento, pero Polar se arrodilló y oró en silencio unos minutos. Luego notó que, aunque de pie, Boreal estaba haciendo lo mismo. Aioria se veía incómodo al no comprender la aparente solemnidad del momento.
-¿Qué están haciendo?- preguntó Fenrir, confundido.
Polar sonrió con mucha calidez y permitió que Kalervo le ayudara a ponerse de pie. -Le agradecemos al gran Lobo del Norte por devolvernos a nuestra hermana- dijo, señalando la armadura blanca de Alioth al otro lado. -Es evidente que estaba destinada a cosas más grandes que el fondo del mar congelado-
Fenrir se tensó un poco, recordando las palabras de Hilda sobre la misteriosa relación entre Dioses Guerreros y Sombras. Boreal le murmuró un muy sincero “gracias” que lo tomó desprevenido. Aprovechando el momento, Skírnir tomó su mano y sonrió. -¡Venga, señor Fenrir, tengamos una guerra de nieve!-
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Ártica no podía imaginar una situación más incómoda. Se acostó al lado del lobo que intentó comerse su cara unos meses atrás. Andri eventualmente trajo su desayuno y tuvo un momento para sí misma, pero se acabó apenas se percató de que Ging estaba temblando. Un suave gemido escapaba de su hocico, adolorido. En contra de todos sus instintos, la Sombra acercó su mano al lobo. Éste, como pudo, giró la cabeza en su dirección. Sus ojos estaban cerrados y llenos de lagaña, pero su nariz olfateaba y resoplaba constantemente. Apenas percibió el aroma del brazo izquierdo de Ártica, retomó su posición de reposo, como si estuviera más tranquilo.
La Sombra se sentó nuevamente en la cama, pensando en sus manos. En una, la marca del lobo azul y en la otra, la marca del lobo de ojos ambarinos. Sentía que había algo importante en ello, pero el cansancio se llevó lo mejor de ella y pronto se durmió.
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El mundo era un borrón blanco y gris, con las carcajadas distantes de unos niños. Sí, más rápido, más rápido, o me van a alcanzar. No quiero perder el juego, debo ser más rápida, más rápida, más ágil, como el ciervo que huye del depredador, más rápida...
Y de repente estaba luchando contra los helados cuchillos del agua fría que intentaban clavarse en su garganta y llegar hasta su corazón. Sus pulmones se desplomaban ante la baja temperatura, y todavía faltaba lo peor, porque ella sabía que el océano estaba por recibirla. Una inmensidad azul se la iba a tragar.
No me quiero morir.
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Ártica se despertó de pronto con los golpes en la puerta de su habitación. Hizo lo posible por ponerse de pie sin despertar a Ging y fue a abrir. Su madre entró con pasos lentos, pero cuando hizo el ademán de sentarse en la silla, su hija le negó con la cabeza y la guió hasta la habitación de Fenrir, donde retomó su posición en la cama. Embla arqueó una ceja.
-¿Cómo vas a irrespetar el espacio del joven Fenrir, durmiendo en su cama?-
-No estoy durmiendo aquí. Me pidió que le hiciera compañía a Ging-
Su madre torció sus delgados labios, no muy convencida. Tomó asiento en la silla al lado de la cama donde, meses atrás, Ártica pasó varios días esperando a que Fenrir despertara. -¿Qué le pasó a tu mano?-
-...No es nada, sólo me lastimé mientras entrenaba-
-Pequeña Ártica, no te preguntaré lo que no quieres decirme, pero no dejo de ser tu mamá. Sé mejor que nadie que cuando estás desanimada, no desayunas-
Su hija sonrió. Ciertamente era tonto esperar que Embla no se diera cuenta. -Ayer se me cruzaron… muchas cosas a la vez-
-Imagino que tiene que ver con el joven Fenrir o con Bud, como para que te afecte así-
-Tiene que ver con muchas cosas- reiteró, sin confirmar o negar nada. -Todo cambia tan rápido-
Embla se rascó la barbilla con un arrugado dedo. -Así debe ser, de lo contrario nunca avanzamos-
-No sé, siento que llega tan de pronto, ni tiempo hay para reaccionar-
-El cambio no llega, solo se hace más evidente. Que no lo notes o no quieras verlo es diferente-
Ártica repasó mentalmente ciertos momentos con Bud y reflexionó. En varias ocasiones, si realmente hubiera prestado atención, todo esto no habría sido tan “repentino”. Aún así, desde que había sido elegida como Sombra de Alioth Epsilon, su vida se enfocó puntualmente en una sola dirección.
-Tu papá suele decir que la nieve es blanca porque no recuerda de qué color es...- agregó Embla. -Vivir nuestra vida es lo que nos regresa el color-
Ártica reprimió una carcajada lo más que pudo. -Y aún así los dioses consideran que me queda mejor el blanco-
-Sin duda, pequeña Ártica. El blanco de las Sombras- dijo, pasando sus arrugados dedos por la cicatriz en el ojo de su hija.
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El reflejo en el espejo nunca se había visto peor. Además de las marcadas bolsas bajo sus ojos, su mejilla estaba tan inflamada que le costaba abrir bien el ojo derecho. Incluso sufría al enjuagarse la boca, gracias al diente que Ártica le tumbó. Miró de reojo lo que quedaba de su desayuno. Estaba delicioso, pero en su estado actual, ya no quería batallar más moviendo la mandíbula. Se sentó en la cama y suspiró profundamente.
-Ahora sí que lo arruiné-
No tuvo tiempo para sumirse en la miseria, pues alguien tocaba con insistencia a su puerta. Alcor Zeta se puso de pie en sus pijamas y fue a abrir. Los ojos azules de Siegfried se clavaron en él como una daga, deteniéndose ligeramente en la mejilla inflamada y el ojo medio cerrado. -¿Ya te bañaste?-
Su escucha negó con la cabeza. El Dios Guerrero lo señaló con un dedo. -Entonces hazlo de una vez, la señorita Hilda ha solicitado tu presencia. ¡Y que sea rápido!-
Bud, perplejo, se metió al baño sin decir una sola palabra. Siegfried estaba temblando de ira.
-¿Puedes calmarte?- le pidió Syd, quien lo había acompañado hasta ahí (a duras penas, porque el furioso caminar de su líder no lo había hecho fácil).
-¡Jamás! Anoche logramos desescalar la situación con Fenrir, ¡pero las acciones de Bud…!- replicó Siegfried, y la mirada en sus ojos dejó claro que era mejor no decir nada más. Bud estuvo listo en tiempo récord. Dubhe Alpha no aligeró la arruga en su rostro. -Andando-
Alcor Zeta estaba todavía algo confundida, pero no tuvo que esperar mucho para saber cuál era el problema. –Eres una total decepción, Bud. Debería emparejarte la cara con otro puñetazo-
-Hey, hey, no le hables así- intervino Syd de inmediato.
Siegfried no pareció escucharlo. -Te dije que debías dar el ejemplo y cumplir con tu deber como líder de las Sombras Guerreras-
Alcor Zeta bajó la cabeza y no la volvió a levantar hasta que se encontraron en la Sala del Trono, donde los esperaba Hilda de Asgard. Bud sintió un enorme nudo en la garganta al ver la tristeza en su mirada.
Syd dio un paso al frente. -Señorita Hilda, lamento insistir, pero todavía no estoy convencido de que lo que dijo Fenrir sea cierto-
-¿Por qué no?-
-¿Cómo sabemos que no estaba mintiendo?-
-No lo está- dijo Siegfried.
Syd volteó hacia él con total incredulidad. -¿Y tú cómo puedes saber eso?-
-La señorita Hilda es la persona que Fenrir más respeta. Ni antes, ni ahora, ha tenido una actitud deshonesta con ella. Además, aún si así fuera, sería demasiado riesgoso hacerlo frente a ti-
Mizar Zeta enarcó una ceja, sorprendido por la razonable respuesta, y no dijo nada más. Hilda aclaró su garganta. -Buenos días, Bud. Por favor cuéntanos qué pasó-
-No es necesario, Fenrir ya les dijo lo que pasó- replicó el otro con la mirada y el ánimo por los suelos. La indignación en el rostro de Syd hizo que se sintiera aún peor. -No tengo nada que agregar-
Siegfried resopló con enojo. -¿Cómo se te ocurre atacar a un Dios Guerrero? ¡Va en contra de tu naturaleza como Sombra...! ¡Menos mal que Ártica sí entiende su deber…! ¡Y a menos de una semana de la boda…!- pudo haber seguido, pero la delicada mano de Hilda se posó en su hombro y recobró la compostura al instante.
Bud se dejó caer de rodillas, derrotado. -Yo... yo no...-
-Bud, me desconsuela que ahora que nuestro país finalmente ha recobrado la paz, pase esto- Las palabras de Hilda eran un terrible peso en su corazón. -Tengo una vaga idea de por qué se dio esta situación, pero no hay cómo justificarla. Además, atacar a Ging de esa manera…-
"¡Estúpido lobo, estúpido Fenrir, estúpidos todos!" pensaba Syd con molestia. -Señorita Hilda, entiendo que las acciones de mi hermano pudieron tener consecuencias graves, pero…-
-Syd- interrumpió Hilda. -Tu hermano es más débil de lo que quieres creer, pero más fuerte de lo que él mismo piensa-
Los gemelos se le quedaron viendo, atónitos.
-Más débil, porque lamentablemente cedió ante una furia irracional... pero más fuerte, porque aceptar su error es el primer paso para ponerse pie otra vez-
-Señorita Hilda...- balbuceó Bud.
-La hinchazón de tu rostro es castigo suficiente por ahora, tu orgullo está en peores condiciones. Más adelante hablaremos sobre cuál será la mejor manera de reivindicarte- dijo, dando unos pasos hacia la puerta.
Bud levantó la mirada y vio la mano de Siegfried extendida hacia él. La comisura de sus labios se torció hacia arriba. –Esperamos verte dar el ejemplo una vez más-
Alcor Zeta asintió, tomando su mano para ponerse de pie. Dubhe Alpha y la princesa se fueron mientras que su hermano se colocó a su lado. Chocaron los puños con una sonrisa, aliviados al ver las cosas con más claridad.
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El fastidio en la cara de Fenrir pasó totalmente desapercibido para el niño que tenía enfrente. La guerra de nieve se salió de control, y ahora parecía que medio Palacio Valhalla estaba dándose duro en los jardines. Incluso le pareció ver a Saori Kido, Pegaso y Cisne defendiendo un extremo del jardín. Alioth Epsilon desviaba todos los proyectiles apuntados a Skírnir, más que lanzar los propios, y Aioria llegó en el momento adecuado para hacer un relevo.
Apenas pudo, se escabulló hasta la entrada al Palacio, consciente de que entrar no era una opción. Tenía un deber que cumplir. Mientras observaba el juego, notó que Polar no era parte de él. La mujer se acercó a Fenrir, mirando a su derecha. En ese momento, éste se percató de que Embla estaba a su lado.
-Veo que todavía hay vitalidad en estos jóvenes- dijo la mujer con una sonrisa.
El joven no pudo detener la pregunta que salió de sus labios. -¿Ya curó a Ártica?-
-Tendrá que hacer un mayor esfuerzo para curarse de ésta, estos pobres huesos ya no son lo que eran-
-Hmph, mi madre podía curar cualquier cosa- dijo Fenrir, más para sí mismo que para la mujer. -Le hubiera podido enseñar un par de cosas-
La señora lo miró de reojo con una sonrisa. -De seguro que sí-
De repente, un osado Aioria salió de su escondite detrás de una gran pila de nieve. -Señorita Polar, me parece una lástima que no esté disfrutando del juego con el resto de nosotros-
-¿Qué?- exclamó Boreal detrás de un árbol. Un escalofrío bajó por su espalda. -No, no, espere señor Aioria. A Polar no, ¡a Polar n...!-
Su advertencia llegó muy tarde y el proyectil griego le dio a la joven madre en la cara. Si ya estaba frío de por sí, el aura que emanaba de Polar podría haber congelado un volcán. Boreal levantó una mano, alarmado. -¡S-señor Aioria, cúbrase!-
Nuevamente habló muy tarde y el castaño apenas tuvo tiempo de voltear para ver la bola que impactó su frente. Estaba hecha de nieve tan compacta que podría haber pasado por hielo sólido. Boreal lo tomó del tobillo y, con dificultad, lo jaló como pudo detrás del árbol.
Aioria se llevó la mano a la cabeza. -¡Pero qué...!-
Skírnir y su tío tenían una mirada jocosa. –A mamá no le gusta mucho la guerra de nieve… pero no quiere decir que no sepa cómo jugar-
-Me siento indignada, señor Aioria, de que tome por objetivo a una persona poco experimentada en este campo como lo soy yo- decía una voz cerca de ellos. Boreal le indicó a Aioria con un gesto de su cabeza que Polar estaba mintiendo. El Santo de Leo sacó la cabeza y apenas pudo esquivar un nuevo ataque. Entrecerró sus ojos. -Esto amerita medidas extremas-
El juego llegó a tal extremo, que Polar había logrado darle a casi todos y recibir muy poca retribución. Kalervo y Skírnir no desaprovecharon la oportunidad y tomaron ventaja del poderío de Polar. Fenrir, por otro lado, tenía rato de haberse desconectado de su entorno y bien podría haber estado en la luna... hasta que un agudo grito lo trajo de vuelta. Vio de inmediato como la nieve chorreaba por la espalda de la hermana mayor de Ártica. Cuando la mujer se dio la vuelta, el Dios Guerrero sintió escalofríos bajar por su columna.
-Fenrir, del señor Aioria me lo esperaba, pero nunca creí que traicionarías mi confianza...- decía con un tono resentido, haciéndose la víctima.
-¿Qué...?- replicó el otro, confundido. Frunció el entrecejo. -Yo ni siquiera...-
Presintió una sonrisa malévola detrás de él. Fenrir pasó sus ojos rápidamente por la nieve cercana, recientemente manipulada para hacer una bola, y luego el gesto de total inocencia en la cara de Embla. Una gota de sudor bajó por su sien. -No, no, yo...-
Al instante se tuvo que tragar un poco de nieve y cuando la quitó de sus ojos, vio a Polar con la mano húmeda y una sonrisa. Alioth Epsilon arqueó una ceja y le devolvió el gesto. -Bien, así será-
Respiraba de manera entrecortada, sus ropas estaban empapadas y ya no aguantaba los dedos, pero Fenrir se estaba divirtiendo. Lo único que pudo terminar el juego fue la hora del almuerzo. Se acercó a Polar antes de entrar. -Yo no tiré esa bola de nieve-
-Lo sé- replicó ella. Por un momento hizo un intento de tocar su hombro, pero luego pareció pensarlo mejor y se llevó la mano a su propia mejilla. -Sólo me pareció una buena excusa para invitarte a jugar con nosotros-
El Dios Guerrero torció los labios, incómodo. -¿Por qué?-
-Y... ¿Por qué no?-
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Relevada de su guardia, Ártica almorzó con su familia. Los ojos de Skírnir se iluminaron apenas la vio. -¿Ya te sientes mejor?-
-Sí, gracias por preguntar- respondió con una conmovida sonrisa. Deseó tener más tiempo para conocer mejor a su sobrino, pero esta ocasión estaba demostrando ser imposible.
-¿Lo suficiente como para que más tarde salgamos a caminar?- inquirió Boreal.
Su hermana menor asintió, sirviéndose vegetales y carne. -¿Qué hicieron esta mañana?-
-El joven Fenrir nos mostró los Mantos Sagrados de Asgard- respondió Kalervo con un aire de encanto. -Mi corazón ha sido cautivado por ellas-
-También tuvo una guerra de nieve con nosotros- agregó Polar.
La Sombra tuvo que darse en el pecho con la mano para no atragantarse. -¿Tú… también participaste?-
-Oh, fue terrible, Ártica. El Santo de Leo me atacó despiadadamente. ¡A mí!-
-Eso explica la gran marca roja que tiene en la frente-
Kalervo intervino. -¿Qué le pasó a tu mano?-
-Ayer... golpeé algo muy duro y estaba algo inflamada. Fenrir me vendó-
Ártica no lo notó, pero sus hermanos intercambiaron otra misteriosa mirada ante sus palabras. El resto del almuerzo fue tranquilo y particularmente delicioso. Era claro que los cocineros ya estaban listos para deleitar a todos con el festín de la boda. Al salir del comedor, un joven de largo cabello negro alcanzó a Ártica. -Disculpa. ¿Eres tú la Sombra de Alioth Epsilon?-
-Sí, soy yo- respondió ella, mirando con interés al muchacho. Desde que había llegado a Asgard, había mantenido sus ojos cerrados. -¿En qué puedo ayudarle?-
-Soy el Santo de Bronce, Shiryu de Dragón. Combatí con Fenrir cuando se dio todo el asunto del Anillo Nibelungo-
Boreal notó un ligero espasmo en el ojo de su hermana ante la aclaración. Ártica asintió. -¿Qué puedo hacer por usted?-
-Desde que llegué, he querido conversar con Fenrir pero... se me ha hecho imposible...-
-No lo dudo-
-La señorita Freyja me dijo que tal vez si conversaba contigo primero tendría una mejor oportunidad-
-Eh... aprecio la confianza de la princesa, pero... Fenrir es muy independiente y...- se rascó la nuca, algo incómoda. -No quiero ser descortés, pero él sabe que usted está aquí y si hubiera querido conversar, ya lo hubiera hecho-
-S-sí... supongo que tienes razón...- dijo él, evidentemente decepcionado. -Gracias de todos modos...-
Los hermanos lo vieron alejarse. Boreal guió el camino al exterior. -Pudiste haberle dicho que le ibas a preguntas a Fenrir-
-¿Para qué le voy a mentir?-
-Ártica, sólo porque ese chico...-
No se alejaron mucho, apenas salieron de los enormes jardines del Palacio. La tarde estaba despejada y la cordillera montañosa se veía espectacular. Boreal arrancó una rama de un árbol y comenzó a dibujar en la nieve lo primero que se le venía a la mente. Ártica miraba con interés. –“Sólo porque ese chico…” ¿qué?-
Boreal se rió. -No estás inclinada a ayudarlo porque...-
-¿Porque...?- repitió, pero al ver el dibujo de una cara con orejitas de su hermano, comprendió. -¿Porque mató a Fenrir antes de que yo lo encontrara?-
El joven asintió y dibujó al otro lado otra cara con orejitas comiéndose una lagartija. -Hm, sí, creo que capté la esencia del momento-
La Sombra se carcajeó con ganas. -Supongo que tienes razón... no sé qué habría hecho si los dioses no hubiesen permitido el regreso de los Dioses Guerreros-
Unas voces cercanas llamaron su atención y se toparon con los gemelos de Zeta. Boreal dejó caer su rama, espantado. -¿BUD, QUÉ TE PASÓ?-
Instintivamente, los gemelos miraron a la Sombra de Alioth Epsilon, pero no delataron nada más. -Tuve una... intensa sesión de entrenamiento-
-¿También? Primero Ártica y ahora tú, siento que las Sombras Guerreras exageran al entrenar-
Ártica, Bud y Syd sonrieron de manera nerviosa, una gota de sudor en sus caras. -De hecho, vengo a hablar con ella, si no es molestia-
La otra asintió, así que Syd se quedó al lado de Boreal. -Cuéntame sobre el país vecino, debe ser muy diferente a nuestro Asgard...-
Las Sombras no se alejaron mucho, apenas lo suficiente para tener algo de privacidad. Bud se detuvo y volteó hacia ella. -Ártica...-
-Te ves terrible-
-Me lo merezco... Ártica, lo siento, yo...-
La otra puso su mano en el hombro de Alcor Zeta con un gesto comprensivo. -Bud, me alegra que te hayas percatado de tu error, pero no es conmigo que debes disculparte...-
El otro pasó la mano por su cabello, ansioso. -Supongo que no... pero tenía que asegurarme de… de que...-
-Has sido una parte constante de mi vida, Bud. No te he dejado solo en tropezones anteriores, no te dejaré solo en éste-
Bud no se pudo contener y la estrechó en un cariñoso abrazo. En sus ojos sentía cierta humedad. -¡Lo siento tanto, gracias...!-
-Yo también lo siento, mi golpe...- dijo ella, devolviendo el abrazo. Sintió que el nudo que había estado cargando en su interior finalmente se soltó. -No quisiera que nos alejáramos por algo así-
Se separaron y se miraron unos momentos. Se dieron cuenta de que todo estaba bien.
+x+x+x+x+x+x+x+
Los pasos de Hilda no resonaban en el pasillo del ala oeste del Palacio Valhalla y eso la hizo sonreír. Siegfried estaba convencido de que Asgard no se atrevía a delatar a su regente. Se detuvo frente a la puerta y tocó suavemente. Nadie respondió, así que giró la perilla y entró a la habitación. El lobo estaba echado en la cama, gimiendo por lo bajo, mientras que Fenrir estaba sentado en el suelo, recostado contra el lado de la cama que daba a la ventana. Abrazaba sus piernas y tenía la mirada fija en la alfombra.
-Disculpa que entrara así, Fenrir...- dijo, y se sentó en la cama. Colocó una mano sobre Ging y comenzó a acariciarlo de cabeza a cadera, una y otra vez. Expandía su cosmos poco a poco, incitando al metabolismo canino a trabajar más rápido. En realidad, no era posible curarlo de inmediato, ya que el cosmos no es magia, pero se le podía dar un empujón al organismo para evitar que el daño empeorara. Ging ya no estaba gimiendo, y parecía relajado por las caricias de Hilda. Así pasó el tiempo, tal vez media hora, tal vez una hora. -¿Pasa algo, Fenrir?-
-¿Por qué son así?- dijo el otro en voz alta, con la barbilla apoyada en sus rodillas.
-¿Quiénes?-
-La familia de Ártica. ¿Por qué juegan a la guerra de nieve conmigo?-
Hilda no dijo nada, incitándolo a continuar.
-Yo sé que Ártica quiere devolverme el favor y por eso es amable conmigo, ¿pero su familia qué quiere?-
-No, Fenrir. Ártica pagó su deuda contigo en el momento en que dio sangre para traerte de vuelta-
-¿Eso qué quiere decir? ¿Entonces por qué es amable conmigo?-
Por una vez, Hilda ignoró que Fenrir odiaba que lo tocaran y pasó sus dedos suavemente por los cabellos del Dios Guerrero. Una nostalgia invadió el cuerpo del joven ante el gesto. -La gente no necesita una razón para ser amable-
-La gente no necesita una razón para ser mezquina conmigo, simplemente lo es, así que debe existir una razón por la cual es amable-
-Sabes, Fenrir, creo que eres una persona muy afortunada-
El otro volteó, indignado. -¿Qué?-
-Tu primera familia, Lord Ylfingr (1) y Lady Ingrid, te llenaron de amor y cariño desde que naciste hasta el último de sus días... Tu segunda familia, Ging y la manada, te enseñó a superar adversidades y la importancia del trabajo en equipo. Y ahora…- pausó unos segundos, escogiendo muy bien sus palabras. -Creo que ya lo has venido sospechando-
Fenrir estrujó sus piernas con fuerza. -¿De eso es de lo que estoy enfermo?-
Hilda acarició su cabeza una última vez antes de ponerse de pie. -Todavía no está al 100%, pero puedo sentir más fortaleza en Ging. Regresaré mañana... Y por favor ven a la Sala del Trono después de cenar, hay algo que debemos resolver-
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La atmósfera en el salón del comedor estaba llena de anticipación. La boda estaba a la vuelta de la esquina, y todos los involucrados querían ya ver lo que se había preparado para tan especial ocasión. Reydar, Bjarna, Baldur y Syd, aunque exhaustos, parecían satisfechos con su trabajo. Sólo les quedaba finalmente poder disfrutar del evento. -No puedo esperar para bailar con el señor Aioria...- dejó escapar Reydar.
-A mí me gustaría bailar con la señorita Saori, se ve que es una persona muy gentil- compartió Sigurd. Un ligero rubor pintó sus mejillas.
-Yo no sé bailar- dijo Baldur con algo de pena. -¿Ustedes sí saben?-
-No es complicado, sólo necesitas mantener el ritmo y...-
Ártica estaba algo ocupada tratando de que Skírnir no devolviera el pulpo que acaba de comer, por lo que no estaba prestando mucha atención a la conversación de los demás. -¡Carajo, Polar, te dije que no le dieras tanto!-
-¿Cómo vamos a saber si le gustan si no los prueba?- replicó ella, jalando la silla del niño para darle más espacio.
Embla le dio un vaso de agua a su nieto. -Toma, bébelo poco a poco...-
El pequeño no hizo mucho caso y se bebió el agua de un sorbo, para luego colocar el vaso frío contra su sien. -Mormor, no me siento bien-
Alberich se acercó a la mesa, ignorando por completo el inminente desastre. -Ártica, la señorita Hilda solicita tu presencia-
La Sombra, extrañada, se dirigió a la sala contigua al comedor, donde había visto entrar a Hilda. Al lado de la princesa estaba Fenrir con las manos en sus bolsillos, y Syd, varios pasos más allá, miraba la puerta con una expresión tensa. Ártica se colocó a su lado sin decir nada. Seguidamente entró Bud y con un movimiento manual, la princesa ordenó que cerraran las puertas de la estancia.
-Creo que todos sabemos por qué estamos aquí-
Ártica frunció el entrecejo, aún más confundida, pero no dijo nada. Bud caminó hacia Hilda y Fenrir con intranquilidad. -Fenrir, yo...-
Alioth Epsilon lo miraba de manera penetrante. Bud torció la boca. -Quiero disculparme... por todo. Sé que desde hace tiempo me he portado...-
-Como un imbécil- ofreció Fenrir.
-Sé que no he sido particularmente amable contigo y lo lamento... sé que todos reclamamos que no querías relacionarte con nadie a pesar de tener una segunda oportunidad en la vida... pero ciertamente yo no te lo he hecho más fácil-
-En lo absoluto-
-Así que te ofrezco mis más sinceras disculpas. Espero... puedas perdonarme por lo de ayer...-
Fenrir se le quedó viendo unos minutos, luego comenzó a caminar hacia la salida. Syd lo detuvo de inmediato al tomarlo del brazo. -¿Qué te pasa? Mi hermano te acaba de ofrecer sus disculpas-
El otro se soltó de un manotazo. -Yo vine a escucharlas, no a aceptarlas. Nada es excusa para que tratara a Ging de esa manera-
Mizar Zeta quiso refutar, pero Hilda intervino de una vez. -Está bien, Syd-
-Si quieres que tenga una mejor opinión sobre ti, empieza por ser mejor persona- fue todo lo que dijo antes de irse. Bud volteó hacia Ártica y ésta levantó su mano herida en un puño. Alcor Zeta lo chocó con el propio y salieron también. Hilda no pudo evitar pensar que en definitiva... ya todo estaba bien.
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(1) “Descendiente de lobos”, en old norse. No tiene nombre oficial, así que le di uno.
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Del padre y del hijo _C3_
Anime: Bleach
Rating: M
Pareja: Ichigo x Rukia x Kaien
Sinopsis: Desde la muerte de su esposo, la mujer comenzó a odiar el parecido entre padre e hijo, pues la hacía creer que de cierta forma, él seguía allí con ella.
Advertencia: Lemon (NFSW)
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Por: Maeda Ai
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 3 ::.
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Ni siquiera era de noche, pero Rukia yacía en la cama, llorando la ausencia de su esposo.
Ya llevaba varios días así, aferrada a una camisa de Kaien, aspirando el aroma que en ésta había quedado impregnado, como si esto le ayudase a vivir. También, en su mano, arrugaba una fotografía del moreno, ahogándose en su dolor.
* Vuelve, Kaien !. . . vuelve conmigo. . . *
Kuchiki cerró los ojos, vencida por el sueño, agotada de tanto llorar.
Mientras tanto, desde el marco de la puerta, con la boca torcida, Ichigo miraba a la pelinegra. No podía creer que esta mujer extrañase a un hombre que le llevaba más de veinte años.
* Tonterías. *
Susurró el pelinaranja, para luego regresar a su habitación, enojado sin razón alguna.
Las cosas empeoraron con la lectura del testamento de Kaien, quien por supuesto heredó todos sus bienes a su joven esposa, disgustando un poco al hijo, pero no tanto como a la ex-esposa, Rangiku, a quien no le importó armar un escándalo con tal de reclamar lo suyo, según ella.
Solo se logró calmarla con una de las condiciones estipuladas por el mismo Kaien, y ésta era que Ichigo manejase todo, entregándole, por supuesto, reportes detallados a la chica de ojos violeta.
Manteniéndose seria en todo momento, Rukia no dijo nada; a ella no le importaba nada de eso realmente, ni el dinero.
""Se lo regalaría a Rangiku, no me interesa. . ."" _Pensaba._ ""Ni que Ichigo controle todo.""
Él lo haría bien, o eso era lo que Rukia suponía.
Lo único que ella quería era tener de vuelta a su esposo, pero eso no podía ser.
Después de ese día, podría decirse que Kuchiki tocó fondo y no pudo más con el dolor.
No quería pensar, no quería recordar. . . no quería sufrir. Y como solo encontraba paz en sus horas de sueño, Rukia comenzó a tomar pastillas para dormir; ese era su escape de la realidad. . . y le resultó tan bien !, era como si ella también hubiese muerto, pues dormía muchas, muchas horas.
Y por varias horas también, él la contempló.
Hasta que una noche no pudo contra el deseo de reunirse en la cama con ella.
La contempló mientras le acariciaba el rostro, incluso la besó, saciando la fijación que por la chica tenía.
En otra ocasión, Ichigo se atrevió a despojar a la mujer de sus ropas y tocarla hasta aburrirse, el problema es que entre más la acariciaba, más la deseaba, y al estar ella dormida no había una satisfacción real en los besos y caricias que Kurosaki prodigaba, pues no le correspondían.
Al final, Ichigo terminó abrazándola entre sueños, lo que el pelinaranja nunca esperó, fue que ella despertara horas más tarde, descubriendo sus travesuras.
Rukia abrió los ojos con dificultad, sintiendo cierta calidez que la rodeaba. Se sentía. . . tan bien.
* ¡ Kaien !. *
Susurró, sorprendida y esperanzada al ver el rostro del hombre que la abrazaba, más un par de segundos después se decepcionó al ver su error y descubrir que aquel a su lado no era otro más que Ichigo. La ojivioleta dobló las cejas con tristeza.
Desde la muerte de su esposo, la mujer comenzó a odiar el parecido entre padre e hijo, pues la hacía creer que de cierta forma, Kaien seguía allí con ella.
Ichigo se había quedado a vivir allí, y a la joven esta situación la estaba acarreando problemas y sin embargo. . . sin embargo. . . un par de lágrimas rodaron por las mejillas de Rukia.
""Sólo por esta noche. . .""
Haría de cuenta que el hombre a su lado era Kaien, su esposo, sólo por hoy dormiría tranquila, como lo hizo durante diez años de matrimonio.
Así pues, Rukia cerró los ojos, decidida a dejar las pastillas para dormir.
~*~
~*~
~*~
* ¿De qué hablas?. *
La pelinegra arqueó una ceja. ¿Acaso este tipo quería tomarla por estúpida?, ¿en verdad creía que ella nunca se daría cuenta de sus perversiones?.
* Ya me oíste. Será mejor no compartir el mismo techo. *
Ichigo sonrió. Oh, él quería compartir mucho más que un techo con esa belleza.
Como sea, aun cuando sabía el por qué del repentino rechazo de la mujer, no quiso ceder, después de todo, su padre le había encargado los negocios a él.
* Y tú estuviste de acuerdo. *
* ¡¡ Eso fue antes de que te metieras en mi cama !!. *
La chica dobló los labios. Kami !, en verdad quería matar a este tipo, si no fuese porque tenía el mismo rostro de Kaien, no le hubiese tolerado nada, y sin embargo su presencia le era necesaria, como un consuelo.
La expresión del pelinaranja de pronto se tornó seria. ¿Lo había descubierto?, ¿cómo?; esas malditas pastillas ya no eran tan eficientes, o tal vez él se había excedido con sus besos. Era inevitable, él es un hombre tan apasionado, sin mencionar que esa mujer lo encendía con su sola presencia, muy a pesar de la falta de interés de ella en él, o que la mujer parecía no saber lo que era el coqueteo, pues su estilo en cuanto a la ropa no era muy llamativo.
Esos vestidos largos le restaban encanto a su bello cuerpo.
* Ya lo sabes, ¡ no puedes seguir viviendo aquí !. *
Tras estas palabras, Kuchiki abandonó el lugar.
Más Ichigo sonrió nuevamente, ahora que el viejo no estaba, era su oportunidad para seducir a la dama y nada lo haría desistir, ni siquiera el total desinterés que Rukia por él parecía tener.
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Kaien y Rukia. . . La verdad me inspira muy poco ¬¬' .
Más aun. . . Kaien y Rangiku. ¿Existirán fics de ellos?
Así como Isshin fue mi primer opción para el papel que tiene Kaien (aunque lo descarté al instante ^^'), pensé primero en Masaki para el papel que tiene Rangiku.
No sé, no me imaginaba a Rukia con Isshin. Y a Kaien no me lo imaginaba con Masaki. . . ¡ qué enredo ! ^0^.
_I LOVE ICHIRUKI_
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai y es material de "Paradise".
Totalizado el 10 de Enero de 2019.
Versión SK: Totalizado el 23 de Febrero de 2009.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
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|| Capítulo 4 ||
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