ESCRIBIR PARA SER OTRO
Pido un taxi por una aplicación con el tiempo justo. Al instante me confirma que un conductor se encuentra a 4 minutos. Estos se convierten en 8 y el vehículo continúa en el mismo punto del mapa.
Voy a llegar tarde.
Lo cancelo y pido otro que aparece en 3 minutos. Minutos después, cuando el carro toma una avenida principal me encuentro con un trancón monumental.
Ahora si que voy a llegar tarde.
¿Qué hacer? Nada o, mejor dicho, aceptar la situación, es decir, lo que la vida le dé la gana entregarme.
Acceptance es el tema de mayo para CreativeMornings y la persona encargada de hablarnos sobre él es la escritora Laura Ortiz.
Laura estudió literatura en la Universidad Javeriana, trabajó como promotora de lectura y escritura a lo largo de toda Colombia y cuenta con una Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF.
En el año 2021 la editorial Laguna Libros le publicó Sofoco, su primer libro de cuentos, que cuenta con ediciones en España, Argentina, Chile, México e Italia, y con el que ganó el Premio Nacional de Narrativa Elisa Mujica.
Ya en El Jardín, el espacio anfitrión que por primera vez recibe a la comunidad creativa, aprovecho para conversar un poco con ella antes de que empiece el evento.
Le pido una definición de aceptación y responde: “Dejar de poner resistencia a los ritmos de la vida”.
Laura afirma que no puede vivir sin las palabras y su lugar preferido en la tierra es cualquiera en el que se encuentre Mostaza, su gato. “Dónde está mi gato está mi hogar”, concluye.
Le pregunto si tiene algún libro preferido y hace cara como de ¿Acaso está loco?, pues cree que es una pregunta que no tiene respuesta, ya que son muchos o, más bien, la respuesta cambia de acuerdo a la temporada y lo que esté viviendo.
Por eso me cuenta sobre lo que está leyendo o ha leído hace poco: “Ahora leo Yo maté a un perro en Rumania de Claudia Ulloa, que está muy chévere”. También me dice que hace poco leyó El corazón del daño de María Negroni y Vista desde una acera de Fernando Molano Vargas. “Creo que a él deberíamos leerlo más”, dice.
Si de comida se trata en este momento está fascinada con las frutas colombianas, en especial la papaya y la granadilla.
Ya son más de las 8:30 a.m y es hora de dar comienzo a la charla. Laura pasa al frente y lo primero que cuenta es que estudió literatura con la ilusión, mal puesta o extraviada, de ser escritora.
Ya en la carrera le tuvo miedo a la escritura, pues se dio cuenta que el ejercicio académico literario está muy separado de la vida y su realidad.
Se sentía frustrada porque sentía que no estaba haciendo nada que la conectara con su territorio, con su país.
Por eso decide hacer un semestre social en Nariño, Pasto, con comunidades indígenas. Ese es un lugar que siente especial y en el que se cruzan muchas cosas: “En pasto puedes bailar currulao y música andina. Coexisten lo blanco, los mestizo y lo indígena. Es un volcán rodeado de lagunas. Es un lugar muy intenso en el que se reúnen muchas fuerzas del país”, cuenta en una entrevista.
Tiempo después renuncia y se va a Argentina detrás de un amor. Allá atraviesa una crisis y se siente perdida, así que decide cursar una maestría en escritura creativa, pero más para hacer amigos y tener con quien conversar. Al final resulta ser una experiencia maravillosa.
Es allí donde escribe Sofoco, su primer libro de cuentos, como trabajo de grado, una obra que más allá del conflicto colombiano, tiene que ver con la esperanza o resistencia que cargan sus personajes.
Laura se pregunta: “¿Cómo hice yo para aceptar las fuerzas creativas, exorcizar el miedo y darme voz nuevamente?”
Nos cuenta sobre María Negroni una poeta argentina que dice que la poesía es un monstruo de dos cabezas: pensamiento racional y una cabeza irracional e intuitiva.
La segunda, dice Laura, nos da miedo porque trabaja sobre lo indeterminado y el misterio.
“Desde el colegio nos insisten en que hay dos tipos de escritura, la buena y la mala, y en la academia de literatura ese clasismo es mucho peor, pues se insiste en una jerarquía de buena y mala literatura que obliga a reverenciar a ciertos autores.”
“El papel de la racionalidad es peor, pues es la que a cada rato te dice: No tienes nada por decir. Esto es inmundo ¡bórralo ya! Todo ya está escrito, tú cállate, ¿qué vas a decir?”
“Gran parte del ejercicio creativo es aprender a lidiar con esa policía interior”.
Menciona la cita apócrifa que se le atribuye a Hemingway: Escribe borracho, edita sobrio, que puede traducirse como: El inconsciente escribe el consciente edita. Algo que se debe tener en cuenta al momento de escribir. “Si apuestas por una estructura muy precisa, no vas a permitir que el texto te diga cosas que tú no sabes.”
El truco en este proceso tiene que ver con aceptar perder el control de la obra y de lo que va a pasar con ella, pues no hay manera alguna de controlar como va a ser leído un texto o si va a ser publicado o no.
La voz extraña
Laura nos habla de la voz extraña, un concepto que toca el poeta argentino Fabian Casas en su texto Perder el control, similar al que toca Rimbaud en su poema Yo es otro.
El poeta francés siempre trató de situarse fuera de sí mismo al momento de escribir y pensaba que solo se puede comprender el mundo cuando se mira bajo los ojos de otro.
Con respecto a eso Laura piensa lo siguiente: “Trato que mis personajes sean el otro que me habita. Intento que no sea lo que yo me imagino que es un campesino en el páramo, sino que trato de dar un espacio hasta que empiezo a sentir una voz que ya no es Laura”.
Se trata de ver a la escritura como la voz extraña. una voz que nos excede. De esa manera escribir es escuchar, rendirse, aceptar lo otro que me habita. “Mirar a la escritura de esa forma resulta liberador, porque se tiene la idea de que escribir solo consiste en decir cosas interesantes e inteligentes”, nos cuenta.
“Consiste en estar dispuestos a ser atravesados. Dejarse atravesar por personajes, historias, por los otros, y eso es algo que da miedo. Da miedo dejarse llevar por esa voz extraña, que tiende a la locura, a fuerzas que nos sobrepasan.”
“Nunca descubriré por qué se escribe ni cómo no se escribe”, dice la escritora Marguerite Duras. “Escribo porque tengo miedo de escribir, pero tengo más miedo a no escribir”, refuerza Gloria Anzaldúa.
Laura cree que tenemos casi un deseo sexual hacia lo creativo, pero que nos da miedo relacionarnos con lo otro, porque sabemos que nos va a modificar de alguna manera.
Para finalizar su charla, nos invita a dejarnos habitar por el otro o la otra, que siempre tiene algo por decirnos.
Creative Mornings le quiere dar gracias a todas las personas y empresas que hicieron posible esta charla: A El jardín por acogernos en sus instalaciones y brindarnos un delicioso desayuno; a Osa imagen por la producción audiovisual del evento; A Rafael Franco por el registro fotográfico, y como siempre a ti y a toda la comunidad creativa por sus asistencia y apoyo a cada evento.
Espera pronto en redes sociales toda la información del evento de Junio bajo el tema reverie (ensueño)
Escrito por Haki Storytelling.
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