Tumgik
#no lo voy a discutir
jaratedeguadalupe · 1 year
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roman unironically watches telenovelas and I will blow myself up to smithereens on that hill 
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scribblevoid · 3 months
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Bodoque y Tormenta China
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elbiotipo · 11 days
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Creo que conté esta historia un par de veces pero una de las primeras veces que fui a Buenos Aires era cuando tenía 13 o 14 no me acuerdo, y justo era día del trabajador primero de mayo. Estábamos con mi vieja en el subte (un tren que va bajo la tierra, re locos estos porteños) y le estaba tratando de guiar a donde teníamos que ir.
Cuestión es que paramos en la Plaza de Mayo en medio de la marcha por el día del trabajador con banderas rojas y de los sindicatos y la CGT por todos lados. Le digo a mamá "mirá ahí está el cabildo" mientras tratábamos de esquivar la marcha (que creo que ya se estaba dispersando)
Cuando nos vamos por otra calle, había un tipo de barba y rulos largos, el estereotipo de estudiante zurdo más estereotipo que te puedas imaginar, comprando una Coca Cola en un kiosco, y tenía una remera roja con letras grades que decía TЯOTSKY, así como lo escribí. Siempre me acuerdo de eso, fue tan gracioso.
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wosohavemyheart · 4 months
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FALTA DE COMUNICACIÓN
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-Heeeyy, t/n- Me saluda alegre Mapi cuando entra en el vestuario. Solo estamos nosotras dos por ser las primeras en llegar.
-Hey, Mapi- Intento que no se note mi estado de ánimo pero es imposible.
Me mira molesta
-¿Otra vez, t/n?- Se pone las menos en la cadera.
-Supongo- Me encojo de hombros sin ganas de hablar mucho.
-Te juro que le voy a decir 4 cosas a esas dos.
-No Mapi, no- Niego sentándome para ponerme las botas
-¿Cómo que no? Por mucho que Alexia tenga entrevistas y anuncios y cosas de esas no le da derecho a descuidarte y no te digo de Ona... Que lo de ella ni siquiera es por trabajo.
Trago saliva pero no argumento nada.
-¿Hace cuanto no aparecen por casa?- Dice ahora más suavemente sentándose a mi lado.
Me agacho para atarme los cordones
-Pues Ona lleva 3 días y Alexia llevaba 2 días sin aparecer, ayer por la noche sobre las 3 llegó pero ni siquiera la vi y esta mañana cuando me he levantado ya no estaba...
-Alexia se va a enterar, por mucho que sea mi mejor amiga esto no tiene defensa...
-Me voy a fuera hasta que empiece el entreno- Le informo y sin más salgo de ahí. Necesito aire y necesito lo único que ahora mismo me entiende, el fútbol.
En el campo hay varios del personal hablando o preparando el entreno de hoy pero cuando me ven coger una pelota e irme a una portería del fondo me dejan en paz
No se cuanto tiempo me tiro sola con el balón y la portería, parecen horas, pero en algún momento alguien aparece a mi lado con otra pelota y no necesito verla para saber quién es, Alexia.
No digo nada y ella tampoco, simplemente se pasa el tiempo entre chutes y en silencio hasta que nos llama Jona
-Bien, voy a hacer parejas para que hagáis los ejercicios- Dice el entrenador
-T/n con Alexia.
Bufo sonoramente y está me escucha porque está a mi lado.
-No pensé que mi presencia te desagradara tanto- Dice suavemente con culpa.
-No me puede desagradar algo que no tengo desde hace un mes, Putellas.
Me mira tragando saliva y baja la mirada.
-Lo siento, car...- La detengo soltando un risa nasal
-No es el momento, Putellas.
-Realmente está mal la cosa- Susurra para si misma pero la alcanzó a escuchar y aprieto la mandíbula y los puños.
No es el momento de ponerme a discutir con ella, no aquí.
El entreno se basa en incomodidad aunque seguimos teniendo esa conexión con el balón y las palabras justas y necesarias para hacer nuestro trabajo.
Noto la mirada de todas encima nuestra en algún punto del entreno, sabían que algo no iba bien desde hace tiempo.
Notaba también que Ona nos miraba pero cuando la miraba a ella no podía mantenerla ni 5 segundos.
Nada más terminar el entreno me voy de ahí cambiándome en 5 minutos. No tenía ganas de que las chicas que mirarán y de estar en el mismo cuarto que mis parejas si todavía podía llamarlas así.
Al llegar a casa me quité la ropa quedando en ropa interior, puse música con el altavoz y enseguida me tiré a la piscina. Estábamos a mitad de mayo y ya hacia un calor infernal.
Necesitaba relajarme y distraerme.
Después de un rato nadando decidí tomar el sol en la colchoneta con las gafas y así estaba hasta que note movimiento. Abrí los ojos y observé a Alexia sentada en una tumbona mirándome.
Ella no sabía que estaba mirandola por las gafas así que opte por esperar.
A los pocos minutos llegó también Ona y se sentó a su lado después de besarla.
Inconsciente aprieto los labios.
Parece que la única que no está bien en la relación soy yo.
-Somos imbéciles, Ona- Suelta la capitana después de unos 10 minutos en silencio mirándome
-Lo sé- Dice esta con culpabilidad
-Lo sois- Afirmo yo haciéndome notar y levantando las gafas.
-T/n, ¿podemos hablar?- Pregunta la más baja y alzo un ceja
-¿Ahora queréis hablar? ¿Después de un mes ocupadas y haciendo como si yo no estuviera presente?
-Por favor, t/n. Hablemos- Pide la rubia.
Lo considero unos segundos y salgo del agua, al hacer esto se quedan embobadas con mi cuerpo y aunque este enfadada con ellas al menos disfruto sabiendo que el deseo y admiración no lo he perdido.
Me seco y visto rápidamente, no creo que sea una conversación para estar en ropa interior.
Vamos dentro de la casa y me siento en el sofá con Nala encima, ellas están enfrente sentadas.
-Hablar- Digo y ambas se miran.
-Lo sentimos T/n- Empieza Ona- Somos unas subnormales y nos hemos comportado como tal.
-Si, cuando soltaste lo de querer niños nos bloqueamos-Dice la mayor ahora- A mi por lo menos me pillo de improvisto y me abrume y me puse a aceptar entrevistas, fotos y todas estas cosas inconscientemente para alejarme.
-Si, a mi me pasó lo mismo pero saliendo más de la cuenta. Sé que no es excusa ni que tengamos derecho a pedir perdón pero lo sentimos T/n, de verdad.
-Hemos estado hablando de todo esto nosotras y lo sentimos de verdad. Somos idiotas.
-Así que habéis estado hablando entre vosotras. Entonces el problema puede que sea yo y no vosotras- Digo derrotada.
-No, no, cariño- Dice Alexia- Solo que no sabíamos cómo decirte esto sin hacerte daño o desilusionarte.
-Pues me habéis hecho más daño así que si me hubieseis dicho como os sentiais- Suelto una sonrisa triste apartando la mirada.
-Lo sabemos y nos sentimos realmente mal, amor- Dice Ona y ambas se sientan con cautela a mi lado.
-En una relación lo más importante es la comunicación y en una relación de tres más todavía- Digo- No podéis guardaros las cosas cuando os hacen daño. No quiero que lo nuestro sea así
-No volverá a pasar, cariño.
-No- Afirma Ona
Pongo la cabeza en el hombro de Ale y paso una mano por la cintura de Ona para acercarla.
-Si no queréis aumentar la familia no pasa nada, solo era un comentario- Susurro sintiéndome un poco culpable de haber causado el problema.
-Si queremos- Suelta la morena y me separó de ellas mirandolas desconcertada
-¿Qué?
-De eso también estuvimos hablando- Dice Ale- Aumentemos la familia- Afirma
-¿De verdad?- Pregunto sin creerlo todavía
-Si- Dicen las dos a la vez
N/A: Felices fiestas para tod@s los que podáis disfrutarlas y para los que no es así espero que todo mejore y el año que viene sea mejor ❤❤
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analisword · 1 month
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high infidelity (Enzo Vogrincic x fem reader)
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Capítulo 18.
Alana se movió incómoda en su asiento una vez más, a pesar del aire acondicionado del restaurante y que su espalda estuviera completamente descubierta debido al vestido que había elegido, sentía un calor abrasador recorrerle a lo largo de toda la espina dorsal, ¿cuáles eran las probabilidades de encontrarse a la ex novia de Enzo precisamente en ese lugar? Por lo que tenía entendido, la mujer, al igual que él, era uruguaya, ¿qué hacía en esa playa tan escondida de España?
Por su parte, Enzo se limitó a darle otro sorbo a su copa de vino,  era como si se encontrara fingiendo demencia, Alana sabía a ciencia cierta que Samara y él habían terminado en buenos términos, habían tenido una relación bastante duradera y sana, terminaron simplemente decidieron que sus planes a futuro no eran los mismos, Alana no se sentía insegura o celosa, claro que Samara era una mujer bastante hermosa, sabía que era inteligente y divertida, sabía que si Enzo había estado tanto tiempo con ella y hablaba con tanto cariño era porque Samara era verdaderamente una buena persona, sin embargo, no podía evitar sentirse incómoda por obvias razones.
—¿Querés volver a la habitación? Ya estoy comenzando a marearme—carraspeó su novio, se le notaba algo nervioso y su cara estaba más roja de lo normal, Alana no podía decidir si era por el vino o la presencia de su ex amor. 
—No me molesta si quieres ir a saludar, sé lo mucho que significó para ti—declaró Alana estirando su brazo para tomar la mano de Enzo—. Sé que siguen siendo amigos—le regaló una sonrisa sincera. 
—Ehh—vaciló—. Ella parece estar bastante en su rollo y yo en el mío en estos momentos, ¿para qué molestar?—dijo él levantando los hombros, quitándole importancia al asunto. 
—¿Alguna vez viniste aquí con ella?—preguntó, cuando recién llegaron al hotel, sintió que era un lugar mágico y nuevo para ambos, pero ahora existía la posibilidad de que esa no fuera la primera vez de Enzo en el lugar. 
—¿Qué?—frunció el ceño—. Por supuesto que no—dijo ofendido. 
—No lo digo con mala intención, simplemente me pareció una coincidencia muy grande que esté precisamente aquí, pensé que tal vez ambos ya conocían el lugar, eso es todo. 
—Escogí este lugar porque era el único hotel cerca que nos aceptaba con todo y Zola, Samara no tiene nada que ver aquí, ni siquiera sabía que estaba en España—habló rápidamente, más que enojo, su tono de voz mostraba cierto grado de frustración que Alana no lograba comprender, pues en ningún momento le había reclamado nada. 
—Vale—dijo ella—. Simplemente preguntaba. 
Enzo apartó su mano y se apretó el puente de la nariz, Alana tragó saliva en seco, todo el día había sido más que maravilloso, no esperaba discutir con Enzo, mucho menos por algo tan superficial. 
—Ya no tengo hambre—dijo Alana, no le apetecía seguir estando en el restaurante, de pronto el alcohol se había acentuado más en su sistema, las luces se sentían muy brillantes y las conversaciones del resto de personas sonaban invasivas. 
—Sí, yo tampoco—coincidió su novio.
—Voy al baño rápido—dijo Alana quitándose la servilleta de su regazo para después abandonar la mesa.
Sintió su cuerpo relajarse cuando el agua helada del grifo tocó sus manos, las lavó meticulosamente, las secó y miró su reflejo en el espejo.
Ella y Samara eran como polos opuestos, ella tenía el cabello oscuro, Samara era casi rubia, sus ojos eran cafés, los de Samara eran azules grisáceos, la había visto sentada, pero aún así lucía significativamente más alta que ella. 
Era hasta chistoso hacer la comparativa, Sebastián y Enzo también eran polos opuestos físicamente.
Alana sacudió la cabeza ante sus ideas, no estaba llegando a nada conciso, no había sentido en comparar. 
El sonido de la puerta la sacó de su trance, Samara entró como si gobernara el baño y le puso candado a la puerta, tal como lo había pensado, la chica era significativamente más alta que ella, Alana no pudo evitar sentirse pequeña, tanto física como metafóricamente. 
—Hola—dijo Samara alegremente—. No quiero parecer loca, pero quería conversar con vos, por eso le eché candado y toda la cosa—dijo riendo.
—Hola—dijo extrañada.
—Soy Samara, un gusto—dijo extendiendo su mano, Alana la inspeccionó por varios segundos y la tomó, tenía sus dedos delgados y largos, además de un precioso esmaltado, cuando Alana apartó su mano cruzó los brazos escondiendo sus propias manos, sus uñas estaban mordidas y con callos en las yemas debido al constante contacto con las teclas al escribir durante todos esos años. 
—Alana—dijo ella asintiendo. 
—Sé quién sos—dijo ella—. Soy gran fanática tuya, desde mucho tiempo atrás—exclamó llevándose sus perfectas manos al pecho.
Alana recordó como Enzo le había contado meses atrás que Samara había sido la que le mostró sus libros, sin ella, Enzo nunca hubiera tenido idea de quién era Alana Lomelí. 
—Yo también sé quién eres—respondió Alana, tal vez era el cambio tan repentino de escenario, pero sentía que todo el alcohol que había ingerido se había esfumado por completo.
—Quise acercarme pero no quería verme invasiva, Enzo y tú se veían bastante divertidos y con copitas encima—dijo ella sonriendo, ¿qué nunca se cansaba de sonreír?—. Es un mundo muy pequeño, vine acá con mi novio porque es pianista y lleva un par de semanas trabajando aquí, en el lobby del hotel—informó, Alana recordó haberlo escuchado tocar cuando llegó. 
—Oh, genial, es grandioso.
—Sí, le gusta mucho lo que hace—dijo Samara llevándose uno de sus rizos detrás de su oreja. 
—Qué bien. 
—Umm, Enzo y yo llevamos mucho tiempo de conocernos, somos…bueno, fuimos, no sé, grandes amigos—dijo Samara comportándose nerviosa por primera vez desde que la intercedió. 
—Sé que fueron novios—dijo Alana inclinando la cabeza—. Descuida, no me molesta o algo así, te tiene un gran aprecio. 
—Lo conozco bien—dijo Samara agachándose para quitarse sus sandalias de tacón, aún así seguía siendo bastante alta—. Probablemente no se acercó a saludarme porque no quería incomodarte, no me molesta, sos muy especial para él.
Alana abrió la boca para responder pero no logró emitir ni un sólo sonido, no sabía que responder a ello, Samara pareció notarlo de inmediato, porque siguió hablando con su dulce y melodiosa voz. 
—No he estado muy pendiente de las noticias—carraspeó—. Entre el teatro, el trabajo de Martín, mi novio y otras cosas, pero sí algo sé es que Enzo siempre ha sido una persona bastante reservada y compuesta, escuché ciertas cosas, su relación no ha sido precisamente la más discreta…
—No sé a qué viene todo esto—la interrumpió, Samara levantó la mano, pidiéndole a Alana que la dejara continuar, ella lo hizo. 
—Si Enzo se ha metido en todo ese torbellino es porque en verdad te quiere, ¿sabes? Martín y yo estábamos acá mucho antes de que ustedes llegaran al restaurante—informó, Alana abrió los ojos en sorpresa ante la revelación, Enzo y ella habían estado horas ahí y no se habían percatado de la pareja hasta hace unos minutos. 
—No tenía idea—murmuró. 
—Porque cuando están juntos, están en su propio mundo—dijo Samara sonriéndole con ternura—. Te mira como si vos fueras la única persona en una habitación llena de gente, y vos lo mirás igual. Para no hacer el cuento tan largo, sólo quería decirte que estoy muy feliz por ustedes, sobre todo por Enzo, merece una buena persona a su lado y vos claramente lo sos. Gracias por cuidar de él. 
—Gracias por tus palabras, en verdad las aprecio viniendo de alguien que Enzo considera importante en su vida—dijo sinceramente, no había esperado esa interacción, siempre le habían parecido mágicas las conversaciones que se podían tener con mujeres desconocidas en los baños y esta no había sido la excepción.
—Bueno, ya no te robo más que aquél hombre seguramente debe estar buscándote por todos lados. 
—Sí—asintió riendo.
Alana salió del restaurante sintiéndose completamente diferente, Samara en verdad le había agradado, podía ver por qué Enzo la seguía apreciando hasta el día del hoy, por culpa de su turbulenta relación con Sebastián, había olvidado que existen personas que terminan en buenos términos. 
—Te veo muy pensativo—dijo Alana cuando finalmente llegó hasta Enzo, contrario a lo que Samara había dicho, él no se había estado buscándola y en realidad se encontraba frente al mar, viendo el océano y con los zapatos en la mano, estaba algo oscuro, las tenues luces del restaurante a unos cuantos metros alumbraban el lugar, al igual que el reflejo de la luna sobre las olas. 
—Perdóname por como te hablé hace un rato—dijo Enzo rápidamente—. No fue la mejor manera de hacerlo, estaba nervioso. 
—¿Por Samara?—preguntó Alana sútilmente, Enzo se giró hacia ella y la tomó del rostro. 
—No, no sé, no quería que te incomodaras por su presencia, resulta que yo fui el que lo terminó haciendo más incómodo, te pido una disculpa por ello. 
—Enzo, entiendo que ustedes sigan siendo amigos, no porque Sebastián y yo hayamos terminado mal significa que todo el mundo termina así, además, es una chica bastante agradable, demasiado a decir verdad—dijo bajando la mirada sin querer. 
—Hey, ¿qué pasa?—preguntó Enzo levantando su mentón. 
Alana apretó los labios.
—Podés decirme—la impulsó. 
—Hablé con ella en el baño…es lindísima, por fuera y por dentro.
—¿Estás celosa?—preguntó Enzo con una pizca de diversión en su mirada.
—¡No puedo evitarlo! Es tan amable, además sonríe todo el tiempo, ¿cómo no se le cansa la cara?—preguntó con curiosidad, Enzo soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás, por un instante Alana se olvidó de toda la situación—. Y sé que la relación entre ustedes fue tan sana y tranquila, en cambio conmigo…Pues, siento que te he arrastrado a tantos problemas con los que no tienes que lidiar. 
—Alana, para mí no hay mujer más hermosa que vos, ¿me escuchás?—dijo viéndola fijamente—. Vos sos divertida, amable, inteligente, bella y la lista sigue y sigue. Samara fue alguien muy importante para mí y aún la aprecio, pero hasta ahí, desde que te conozco no ha existido nadie más para mí, no quiero que haya alguien más, sos vos o es nadie. 
Alana sintió que su estómago giraba y brincaba de felicidad, a pesar de todos esos meses, su novio seguía poniéndola nerviosa.
—Estás borracho—dijo ella empujándolo con el hombro, sólo porque se encontraba demasiado sonrojada cómo para decir o hacer otra cosa. 
—Sí—admitió—. Un poquito, pero sigo pensando igual. Y Lana, en verdad te quiero, te quiero tanto que no me importa lidiar con la gente aburrida que escribe cosas sobre nosotros, que nos critica como si nos conociera, te quiero tanto, y ni ellos, ni Samara, ni Sebastián, ni nadie cambiará eso. Te lo prometo. 
—Te quiero—dijo Alana rodeándole el cuello con sus brazos. 
—Te quiero—repitió,  tomó una pausa de unos segundos y volvió a hablar—. Y estoy completamente y profundamente enamorado de vos. 
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sh-1-9-9-8 · 2 months
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"Reflexiones sobre la convivencia familiar y los desafíos emocionales".
Sabes, he notado algo interesante: cuando vivo sola, las cosas parecen ir mejor que cuando estoy con alguno de mis padres. Me siento más en paz cuando comparto espacio con alguien ajeno a mi familia, especialmente porque los comportamientos de mis padres hacia mí suelen causarme estrés. Anoche, mi mamá me echó de casa, y eso me llevó a reflexionar. ¿Por qué no hace eso cuando tengo dinero para alquilar un lugar? Siempre me pide que me vaya cuando estoy en una situación financiera complicada y no tengo dónde ir. Creo que tal vez lo hace porque sabe que si me voy sin dinero, tendría que depender de la ayuda de algún hombre, lo cual podría ser peligroso para mí. Aun así, le pedí a mi mamá que me diera una semana para juntar algo de dinero. Cuando tengo recursos, puedo encontrar rápidamente un lugar seguro y tranquilo para vivir. Sin embargo, su silencio me indicó que entendió mi petición y que, por ahora, es mejor evitar discutir para dar tiempo a que las cosas se calmen.
A pesar de todo, me esfuerzo por mantener una relación cordial con mi mamá después de nuestras discusiones. Podría fácilmente ignorarla y no hablarle, lo cual me hace sentir más tranquila, pero en cambio intento hacer las paces. Recientemente, intenté entablar una conversación con ella para mejorar las cosas, pero su respuesta fue cortante y poco comprensiva. Esto me hizo sentir decepcionada, ya que estaba tratando de resolver las cosas de manera positiva y sin resentimientos.
En momentos como este, me encuentro tomando distancia y refugiándome en mi habitación para encontrar algo de paz, aunque también me entristece tener que hacerlo. No sé qué hacer, porque si la ignoro, se pone triste, pero si intento acercarme para solucionar las cosas, me rechaza. Aun así, ahora mismo voy a intentar acercarme a ella para ver cómo reacciona y seguir analizando la situación que me tiene bloqueada mentalmente.
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evignonita · 3 months
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hice tanto por la comunidad hispana de los sims 2...... sighh.. (agregué una tesis entera en la wiki de Nervioso del Todo en español)
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importante el punto de sim queer, muy impportante el weon es literalmente un asexual icon y no lo voy a discutir con nadie.
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anonimas-nominadas · 8 months
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my rapuzel :3 XD JAJAAJAJ
Los guerreros (los hombres en la antiguidad en general) solían llevar el cabello largo como símbolo de honor y de grandeza, pero si lo ve cómo una forma de mostrar su ira está bien, no voy a discutir con la princesita.
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coolpizzazonkplaid · 17 days
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La heredera del Infierno
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Aviso: el significado de la runa Isa lo saqué de aquí. Es el mismo link del capítulo dos de la historia.
Regreso a Buenos Aires y el dios del fuego.
–¿En qué te metiste mujer?
–Ni siquiera yo sé –Adelina no sabía cómo explicarle a Mariano lo que habia ocurrido –. ¡Au! Cuidado con lo que haces con mi pierna.
–Pediste mi ayuda. Bancate lo que se viene.
Adelina casi le da un puñetazo a su amigo cuando desinfectaba la herida de la pierna. Le sacó el pus y después de abrirla, hecho una gran cantidad de agua oxigenada. El líquido se volvió blanco como la nieve e hizo que la joven mirara de la peor forma al chico. Mariano usó aguja e hilo y tras terminar de coser la herida, la cubrió con vendajes. El muchacho siguió con el vientre y rostro de Adelina.
Estaban en los cielos luego de abandonar la cabaña del conocido de Mariano. Activó el piloto automático para ayudar a curar los golpes de Adelina. A medida que se alejaban de tierra firme, todo se volvió diminuto hasta casi desaparecer.
–Te dieron flor de golpiza.
–Lo sé.
La chica hizo una mueca ante el ardor del agua oxigenada en su cara.
–Explícame ¿Cómo un tipo con barbijo te hizo esto? –La mirada del chico se tornó preocupante–. Y ¿por qué no me queres mostrar lo que ocultas en los vendajes del brazo y el abdomen?
–Lo voy a decir cuando salgamos del maldito país –La chica siseó e hizo otra mueca de dolor–. ¡Arde la puta que te parió!
–Te pasa por pelearte con locos y raritos.
Se hizo un silencio incómodo entre los dos y Adelina no paraba de evitar la mirada analítica de su amigo.
–Deja de mirarme de esa forma –su tono intentó ser serio–. Que hayas intentado tener un título en psicología no te hace un psicólogo.
–Los pocos años que estuve me permitieron analizar a las personas y ese buen conocimiento, por mi desgracia se lo transmití a Daniela y a vos. Para que sean chismosas y a la vez inteligentes –sus ojos se posaron en los de Adelina–. En el Abismo encontraste algo más que un loco y rarito.
–Lamentablemente tenes razón.
–Obvio que sí, soy Mariano Baldor, siempre tengo razón.
Adelina mostró una sonrisa y él terminó de pasar el agua oxigenada por las heridas de su rostro y guardó todo su equipo de medicina. Mientras, la joven intentaba ponerse de pie y sentarse en el asiento del copiloto. El silencio se hizo presente una vez más.
–¿Conoces alguna guerrilla o grupo terrorista llamada Lin Kuei?
–Entre mis compañeros no escuchamos ese nombre ni por asomo.
–Creo que ese grupo me atacó, porque ese maldito del barbijo dijo que no debía saber la existencia del Lin Kuei.
Adelina observó a Mariano, quería ver un ápice de confianza en él sobre las palabras de ella. Si creía en sus dichos le era un misterio, pero en sus ojos había tristeza por otra cosa.
–¿Terminaste con tu novia?
–Ibamos tan bien y me dejó –dijo con tristeza –. No sé en qué fallé.
–En ser apurado.
–Dormi un rato y cuando lleguemos a Buenos Aires hablamos mejor –el tono del chico cambió tan rápido que la joven no pudo discutir contra él.
A los pocos minutos, Adelina cayó dormida en el asiento de copiloto. Las mismas visiones que tuvo en las montañas se apropiaron de sus sueños y los gritos de los muertos despertaron a la chica. Le molestaba que ya no pudiera tener un sueño pacífico sin que algo no vivo la persiguiera alguna manera.
La noche había tomado el cielo y algunas estrellas se dispersaban aquí y allá acompañadas por las nubes. Vio que estaban cerca de Argentina. Unos destellos iluminaban el país en diversas provincias y lo que parecía pequeño se convertía en algo más grande. Los destellos se transformaron en edificios con las luces de sus departamentos encendidas, farolas de calle de color naranja o blanco y algunos autos pasando aquí y allá. Fue ese momento en el que Adelina tuvo paz, estaba en casa.
Tras unas horas, Mariano llegó al hangar y aterrizó sin hacer demasiadas locuras. Adelina supuso que fue para no atormentarla más de lo que ya estaba. Fue un viaje cansador y había muchas cosas que contar sobre el tiempo en el que estuvo ausente.
El edificio donde vivía Adelina estuvo a la vista después de viajar en la camioneta de Mariano. La inundó la sensación de seguridad y hogar, algo que le alegraba bastante. Ningún Lin Kuei se meterá a su casa e intentará matarla. Lo que sí le dio escalofríos fue el vagabundo que estaba en la puerta. Su mirada blancuzca siempre lograba encontrar los ojos de Adelina, aunque intentara desviar su mirada penetrante y analítica. La hizo sentirse pequeña como si estuviera frente a alguien superior e intocable.
Mariano y Adelina entraron al edificio y subieron las escaleras. La subida le molestó un poco en la pierna y el vientre, pero no provocó que sus heridas se abrieran. Una vez que llegaron a la puerta del departamento de Adelina, pudieron percibir el olor a comida. Abrió la puerta y vio a Daniela, de espaldas, preparando la cena.
Resaltaba bastante con su cabello pelirrojo y la ropa que se había puesto. Una remera verde con el personaje de Jolyne Cujoh y pantalones holgados. La chica se dio la vuelta para ver a los recién llegados con una mirada tranquila.
–Te dieron una buena cagada a palos –su tono fue de lo más normal.
–Lo sé –avanzó hasta la cocina y saludó a Daniela–. Hasta Mariano me lo dijo.
–¿Qué te pasó? –la chica apagó las hornallas y acercó la comida a la mesa–. Mira que me dieron peleas, pero a vos te masacraron.
Los tres se sentaron en el pequeño comedor. Las empanadas de carne humeaban en la tabla y Daniela ofreció una para cada uno. Sentir el sabor de la masa y la humeante carne en su paladar fue una nostalgia para Adelina. Luego de disfrutar esos momentos de dicha, ella comenzó a contar lo que vio en Arctika. Los Lin Kuei, las ruinas nórdicas y los objetos que encontró. Hasta mostró las fotografías que había tomado y tanto Daniela como Mariano la miraron de forma paranoica.
–¿Estás segura? –el tono de Daniela era de duda–. Esos Lin Kuei deberían estar en las noticias, sobre todo como vos decís, un grupo armado.
–Ese es el problema. No están. Los busqué en los libros y no se los menciona. Tampoco en alguna noticia –Adelina volvió a sentarse y apoyó las manos en la mesa–. ¿Podrías buscar cuando tengas tiempo algo sobre esas personas?
–Veo que puedo encontrar.
–Yo también quiero ver si algunos de mis contactos saben de esas personas.
Adelina agradeció la ayuda que sus amigos iban a brindarle. Después de terminar la cena y compartir un momento entre amigos, guardaron las sobras y volvieron a sentarse esperando que Adelina terminara de relatar lo que faltaba de la historia.
–No solo fue esos Lin Kuei lo que encontré en Arctika.
–Sí, también las runas y la daga. –Mariano gesticuló con las manos dramáticamente sobre los objetos mencionados–. Lo que no estás contando es sobre qué ocultas en tu mano vendada.
–Las escrituras del lugar hablan de Sultin, el cuchillo de Hela –la muchacha mostró las inscripciones en la pared de las fotografías –. Creo que fue eso lo que encontré.
–¿El cuchillo de una diosa? –la voz dudosa de Daniela y su rostro no miraban bien a su amiga–. ¿Te fumaste algo en esas montañas o qué?
–No sé si es verdadero o no –comenzó a sacarse los vendajes–. Pero de lo sí estoy segura es que maldito cuchillo me hizo esto en cuanto lo toqué.
Una vez que los vendajes de Adelina se aflojaron de su cuerpo y los tatuajes pudieron verse. Los rostros de sus amigos cambiaron a preocupación ante los dibujos en la piel. Daniela inspeccionó el brazo de su compañera antes de volver hablar:
–Por favor, decime que no te drogaste con algo potente –sus ojos no pararon de recorrer su herida–, y que por eso tenes esto en el brazo.
–No lo es –puso la daga cubierta con el trapo en el centro de la mesa–. Esta arma me hizo el tatuaje.
–Es una locura Adelina. –Mariano intentó mantener un tono relajado.
–Juro por Dios que no estoy mintiendo –desenvolvió la daga con sumo cuidado con una servilleta de papel entre los dedos–. No solo me hizo un tatuaje, sino que vi cosas…
–Es imposible que este cuchillo de miles de años perdido en lo más profundo del Abismo y te hiciera…
En cuanto los dedos se acercaron al artefacto, la mano de Adelina apretó rápidamente la muñeca de Mariano y la alejó. El gesto y la paranoia reflejado en el rostro de la joven hizo que el chico apartara su extremidad tanto del arma como de su amiga.
–Lo digo en serio Mariano. No es chiste lo que estoy diciendo –el tono de Adelina se volvió firme.
Relató todas las alucinaciones que padeció por culpa del arma. Los susurros, los muertos y sus rugidos y la mujer del féretro. Las expresiones en el rostro de los amigos de Adelina cambiaban con cada palabra que emergía de la boca de su amiga.
–Es imposible –Mariano no pudo camuflar su confusión, mientras se soltaba de Adelina.
–Que sí lo es –buscó en los rostros de sus amigos una pizca de confianza–. Creo que Sultin fue traicionado, algo parecido como le ocurrió a la espada de Frey en el mito. La runa Isa no solo representa el hielo, sino también la traición, emboscadas, desastres… Incluso encontré un mapa en esas ruinas.
–¿Un mapa? –cuestionó Daniela.
Adelina desenvolvió el papel con sumo cuidado y sus amigos lo observaron detenidamente. El rostro de una mujer rodeado por una serpiente y un lobo, las runas en los bordes y la bolsa diminuta en los mares de España y Francia.
–Creo que esto hizo enojar a esa mujer o el cuchillo lo hizo, no lo sé… Por favor tienen que creerme.
Tanto Daniela como Mariano se miraron entre ellos. No pudiendo expresar con palabras que era un delirio las palabras de Adelina, pero tampoco negar que salió con vida del Abismo. Pensaban que quizás fuera ese el precio a pagar por salir de allí con vida.
–Voy a tomar esto con las pinzas –Mariano se puso de pie en camino a la puerta–. No quita que quizás sea verdadero.
Se marchó a ahogar sus penas por el rompimiento de su antigua novia y antes de irse les propuso hacer un asado el fin de semana para quitar el estrés. Adelina solo pudo negar con la cabeza, una sonrisa adornó en su rostro y vio a su amigo irse con un tono triste y melancólico que sería olvidado a los pocos días o quizás horas.
Luego de que Mariano se fuera, el silencio rondó entre las dos chicas. Cada una haciendo sus tareas respectivas antes de prepararse para la cama. No hubo charlas graciosas ni chismes de los vecinos, solamente un silencio de muerte.
–¿No me crees verdad?
–Pienso que es consecuencia de la bomba de humo –Daniela estaba en el baño–. Quizás lo que viste sea por un componente de lo que llevaba y el tatuaje, posiblemente, una advertencia de esos Lin Kuei.
Adelina intentó mostrar confianza ante los dichos de Daniela, pero estaba segura que lo que presenció no fue por una simple bomba de humo. Fue verdadero, al igual que el dolor hecho por la daga. No quiso discutir más sobre el asunto y solamente deseó que el día llegara a su fin.
–Antes de que me olvide –Daniela gritó mientras buscaba en su habitación–. Tus pedidos de Japón. No pude encontrar lo que me pediste, pero algo similar sí.
Adelina abrió la envoltura de regalo y en sus manos tuvo una caja de una figura de Alucard y la revista de Shuumatsu no Valkyrie. Se sumergió tanto en Arctika y los muertos que había olvidado esos pequeños pedidos.
–Gracias Dan-Dan –abrazó a su amiga a pesar de tener las dos manos con los regalos–. Sos la mejor.
Lin Kuei y la muerte podían esperar.
Pasaron un par de días desde la llegada de Adelina a Buenos Aires y faltaba poco para el fin de semana para que Mariano hiciera asado en el departamento de las chicas. Aún así, eso no liberó a Adelina del trabajo como arqueóloga. Gracias a la ayuda de Pablo, el encargado del museo, pudo conseguir el contacto de Agustín para darle las actualizaciones sobre Arctika. Evitó mencionar la daga nórdica y el mapa, no quería que esa cosa afectara a otras personas.
No iba a arriesgarse a que el arma consumiera a otros hasta matarlos. Si lo que las escrituras de la pared sobre el cuchillo, Sultin, eran ciertas, Adelina preferiría ser precavida. Tampoco le agradaba mucho meter a sus amigos en este embrollo de los Lin Kuei, pero era mejor no estar sola enfrentándose a algo desconocido.
Por miedo a que la daga y el mapa cayeran en manos equivocadas, guardó un señuelo en el cajón de la mesita de luz, mientras que la verdadera daga la ocultó en un pequeño hueco de ladrillo tapado por la roca y pinturas sin terminar. Repitió lo mismo con el mapa, cambió los puntos de ubicación de la hoja amarillenta y lo ubicó en una caja oculta en su biblioteca. El mapa original lo escondió en la misma pared de ladrillo donde estaba la daga.
En los días que estuvo en el departamento, a veces, Adelina podía ver a los muertos aparecer y desvanecerse ante los ojos de la joven. Otras ocasiones la mujer del féretro la miraba fijamente cuando iba hacer las compras. También, los sueños de la chica se volvieron confusos aterradores, la mujer gritaba siempre sus acusaciones y el aullido de lobos no paraba de invadir sus oídos como si los animales estuvieran en su cuarto.
Esos momentos de confusión y miedo siempre eran opacados y olvidados por sus amistades. Mariano y su pena por no tener una relación duradera. Daniela y sus divagaciones sobre una nueva noticia que contar de alguna provincia o alguna parte del mundo.
En la noche del viernes, Adelina siguió buscando por todos los lugares conocidos sobre Hela y su cuchillo, pero no hubo ningún resultado. Por el lado de Mariano, tampoco encontró respuestas de los llamados Lin Kuei. Daniela no tuvo buenas noticias para Adelina:
–Lamento decirte que esos Lin Kuei no existen –Daniela se frotó los ojos después de estar mucho tiempo con la computadora–. Si son reales, es un grupo armado muy reciente y le falta poder. En ninguna base de terroristas más buscados se los menciona, literalmente son fantasmas.
–Que cagada –Adelina soltó su lápiz de dibujo.
Un trueno se escuchó a los lejos. Daniela se puso de pie acercándose a la ventana de la cocina.
–Se viene una tormenta horrorosa –cruzó los brazos mientras miraba los relámpagos–. No creo que Mariano venga mañana a la noche hacer asado. Dicen que el clima va a estar así todo el fin de semana.
–Es Mariano. Es impredecible –el tono de Adelina intentó ser normal–. Una vez vino del conurbano en plena noche, andando en bicicleta y borracho. Gritaba que el One Piece estaba en Argentina y que podía pasar las paredes como caricatura, y se estrelló contra la pared de ladrillo.
–¿Cuándo fue eso?
–Hace un año y me sigue dando vergüenza y a la vez gracia. –Adelina sonrió ante el recuerdo.
–¿Tenes foto de eso? –el rostro de Daniela tenía una sonrisa de oreja a oreja.
–Busca en mi celular –Adelina siguió perfeccionando su boceto–. De milagro no se rompió los dientes. La foto que me mandó él debe ser de cuando estaba huyendo de los ladrones.
–¿Intentaron robarle?
–Sip.
Daniela buscó en el celular de su amiga las imágenes de ese acontecimiento tan bizarro. Después de encontrarlas, le devolvió el aparato a su dueña y siguió con sus asuntos.
Al poco tiempo la tormenta estuvo encima del edificio y los truenos fueron lo único posible de escuchar. Las gotas pasaron de ser unas pocas a miles y chocaban contra las ventanas. Las chicas tuvieron que cerrar todo para evitar que los pisos del departamento se mojaran. Una vez que todas las ventanas se cerraron, se prepararon para irse a dormir.
Daniela estaba frente al espejo pasándose el óleo para el cabello en los cortos tirabuzones pelirrojos, mientras Adelina esperaba a que su amiga terminara sus cuidados capilares. Tras varios minutos, la pelirroja se fue a su habitación dejando el baño libre. El agua caliente recorrió el cuerpo de Adelina y pasó jabón por todas partes. Luego se enjuagó el cabello necesitaba sacarse el estrés por la investigación y los dibujos. Salió de la ducha y Adelina se vio en el espejo.
La melena negra y lacia comenzó a formar hondas tras cepillarlo. El tatuaje de los huesos de la anatomía del esqueleto seguía dibujado en su piel y a pesar de que dejó de dolerle, era un recordatorio de que quizás iba a morir sino buscaba respuestas. Las ojeras debajo de sus ojos heterocromáticos eran muy notables, no había dormido tratando de buscar algo sobre la diosa nórdica de la muerte.
Adelina acercó su rostro al espejo cuando su ojo derecho comenzó a destellar de un verde esmeralda. Su iris se iluminó hasta volverse una pequeña llama. La muchacha se enjuagó la cara inmediatamente y volvió a enfrentarse a su reflejo. Esta vez su ojo derecho no ardía de color verde, sino que la mujer del féretro la observaba fijamente. Su mano huesuda tocó el hombro de Adelina y antes de que pudiera gritar desapareció por los gritos de Daniela.
–¿Estás bien Ade?
–Sí, estoy bien… –sus ojos volvieron a su reflejo– solo estaba buscando jabón para las manos.
–Están en el armario. Dejé de ponerlos en el tocador porque se caían.
–Bueno.
Salió del baño velozmente y fue a su dormitorio dándole una despedida a Daniela. Una vez cerrada la puerta, no tuvo ni una pizca de tranquilidad. Los escalofríos y el miedo al ver a esa mujer la iban a consumir por completo y deseó que todo fuera un mal sueño. Despertar sin tener que haber conocido a Agustín y el anonimato de su amigo, no haberse tenido que enfrentar al tal Smoke ni sufrir estas alucinaciones.
Se cubrió con las mantas y comenzó a leer el libro que tenía en su mesita de luz. Le faltaba poco para terminarlo, pero eso no ayudó a que pudiera relajarse. Pasó página tras página hasta que los párpados le pesaron y su mente no pudo seguir con la lectura. Dejó el libro en la mesita, se acomodó y por fin sus ojos pudieron cerrarse.
Adelina soñó con la mujer del féretro, una vez más. Estaba de pie con la cabeza abajo y su cabello negro cubría toda la cara. La joven comenzó a acercarse a la mujer, con paso lento, pero escuchaba sus susurros. Casi imposibles de percibir a menos que estuviera muy cerca.
–Heredera y elegida, elegida y heredera. El dios del fuego vendrá pronto. Tu camino está marcado, sangre y locura serán para los enemigos de mi carne –Adelina pudo escuchar mejor las palabras–. Tomaron algo que no les pertenece. El orden de la muerte fue alterado, manipulado, corrompido. Mi carne tiene que regresar al trono.
–¿Quién es usted? –Adelina tragó saliva– ¿Es Hela, la diosa de la muerte?
–Tomaron algo que no les pertenece. El dios del fuego mostrará los pasos –la mujer se contorsionó y Adelina se alejó–. Me quitaron todo. Los objetos a encontrar son el camino al trono para mi carne. Los enemigos deberán arrodillarse y suplicar misericordia.
La mujer siguió contorsionándose, los huesos que crujían llegaron a los oídos de Adelina y fue un sonido espantoso. El tatuaje de la anatomía del esqueleto comenzó a pudrirse y revelar carne en descomposición. Se acercaba a la muchacha, pero ella se retrocedió. Del sitio negro, los muertos se congregaron y se deleitaron con la escena. De las sombras los lobos se quedaron observando a la muchacha, estudiando sus movimientos. Las exhalaciones abruptas de la mujer al aproximarse más y más a Adelina, la aterraron y le produjeron escalofríos.
–¡LADRONES! –el grito hizo que Adelina callera al piso y se alejara de la mujer– ¡LO PAGARÁN CARO! Me quitaron todo. Lo que una vez se dividió volverá a unirse y será fuerte. ¡LADRONES! Mi carne los perseguirá hasta el final de los tiempos ¡LADRONES!
Adelina sintió que los muertos se abalanzaron sobre ella y gritó para alejarlos. Pateó, golpeó, rasguñó y fue en vano. El aullido de los lobos se hicieron presentes como un canto espantoso. Los gritos de la mujer se escuchaban más cercanos y Adelina sintió que las manos de la mujer estrujaron sus tobillos. Los muertos se alejaron y la mujer miró a la joven. El ojo derecho irradiaba fuego verde esmeralda y gritó con todas sus fuerzas:
–¡LADRONES!
Adelina despertó bañada en sudor. La tormenta no había parado y los truenos seguían resonando por toda la ciudad. Vio la hora y eran cerca de las nueve de la mañana. La chica dejó su celular sobre los libros y miró el techo pensativamente. Odió con todas sus fuerzas los sueños que tenía y se maldijo así misma por la ineptitud de sus actos en la montaña, el no haber huido cuando tuvo la oportunidad.
Se levantó de la cama y le dio inicio a su día. La tormenta no dio un ápice de detenerse, cuando parecía que iba a cesar volvía a arremeter con todo. Daniela y Adelina creyeron que las ventanas iban a romperse en mil pedazos y que la luz se cortaría.
La mañana pasó tormentosa y al mediodía se prepararon algo liviano por si a Mariano se le ocurría hacer una locura de hacer un asado en pleno diluvio. Tras terminar de comer, lavaron los platos y los secaron para hacer una siesta.
Los fines de semana eran casi los únicos días mayormente libres de preocupaciones y locuras del trabajo de las chicas. Podían ir a donde quisieran por esos dos días. Caminar, comprar, salir a tomar algo, cualquier cosa, pero el clima no estuvo del lado de ellas.
Durante la tarde aparte de dormir, se quedaron leyendo cada quién sus libros pendientes y ordenando las bibliotecas con música compartida entre las muchachas. En un momento tocaron la puerta y era Mariano con anteojos, remera, pantalón y ojotas mojadas. También en sus manos cargaba bolsas repletas de bebidas y algo de picada.
–¿No te diste cuenta que hay una tormenta encima de nosotros? ¿verdad? –dijo Daniela de forma obvia.
–Lo sé, pero aun así vine a comer con ustedes –el chico mostró una sonrisa y los paquetes–. Me pareció ver hace tiempo atrás milanesas y yo tengo antojo de milanesas con papas fritas, porque no puedo darme el lujo de comer un choripán.
–No vamos a comer hasta más tarde – dijo Daniela–. Confórmate con escuchar chisme y música.
Mariano entró y fue hacia la heladera a guardar las bebidas y la picada, después fue al comedor y sentó junto con las chicas. La charla duró hasta el anochecer y la música la pusieron cuando la tormenta se volvió más fuerte y el cielo se oscurecía. Contaron anécdotas, opiniones de celebridades y algunos chismes de colegas del trabajo.
La tormenta no cesaba entre el diluvio, los truenos y relámpagos, el trío comenzó a prepararse su cena al compás de las canciones reproducidas del celular mediante el parlante. Adelina sacó las milanesas y calentó el aceite, Daniela peló las papas y Mariano sirvió las bebidas al mismo tiempo que preparaba la picada.
En un momento, el celular de Daniela reprodujo Devil Woman y ella acompañó en coro en el estribillo a Mariano. Adelina no paró de reír ante esas locuras, mientras cocinaban y después de presionar, la chica se les unió y el dúo victoreo ese pequeño atrevimiento. Vio a Mariano y Daniela bailar como si estuvieran en un club, se movían tan a la par que Adelina sintió felicidad. Prefirió no unírseles, bailar frente a sus amigos le daba vergüenza, con cantar era suficiente para ella.
Por esos instantes dejó de importarle sus sueños macabros y los tatuajes. Olvidó a los Lin Kuei y al dios del fuego. Cantar mal y pasar con sus amigos en un día de tormenta era más de lo que podía pedir y no iba permitir que le quitaran eso.
El vagabundo miraba fijamente una ventana del edificio. Más concretamente hacia uno en el que se escuchaba música y tres jóvenes disfrutando. El vagabundo sonrió ante ese momento y rememoró tiempos anteriores con viejos amigos de líneas de tiempo pasadas. El hombre dio media vuelta y de sus manos comenzaron arder sin quemar la carne. Sus extremidades se movieron y el fuego naranja y azul, como línea recta, se dirigieron hacia la nada y formaron un círculo.
Del portal salieron tres hombres vestidos de combate, llevando un color diferente. Uno vestía de azul y tenía mechones sueltos del rodete de su cabello. Se podía sentir frialdad y su mirada reflejaba superioridad. El hombre a su costado iba de amarillo con un tatuaje de escorpión en el brazo. Portaba un kunai atado a una soga e irradiaba calidez. Y detrás de ellos había un joven llevaba un traje negro ceniciento con un karambit y un cuchillo de caza en el cinturón. Su cabello era del color del humo y arriba de uno de sus ojos grises tenía una cicatriz trazando su ceja y un poco de su frente.
Los tres se inclinaron y unieron un puño a su palma reverenciándose al vagabundo que se había sacado su capa. Su cabello negro, atado en un medio rodete les hizo un además para que el trío se pusiera de pie.
–¿A quién buscamos en estos territorios, Lord Liu Kang? –el hombre de azul preguntó–. Ya tenemos a muchos representantes para el torneo.
–Falta un último campeón para que participe –se volteó una vez más al edificio–. Más bien campeona.
Los tres condujeron sus miradas hacia donde dirigía la de Liu Kang. El departamento dónde se oía la música y a jóvenes riendo. Se pudo ver por las ventanas a una chica de cabello negro, largo y lacio mirar lo que cocinaba en la olla y al mismo tiempo vislumbrando a sus dos compañeros cantar.
–Vamos Adelina –dijo la chica de cabello rojo y corto–. No seas amarga. Copate y canta. No nos dejes así.
–Sí, dale –el muchacho rubio y de cabello largo alentó–. Después seguís mirando la comida.
Unas estrofas cantadas por el dúo siguieron insistiendo a que la chica llamada Adelina cantara. Tomaron unos trozos de lo que parecía carne para después beber y seguir entonando las letras.
–Dale Ade –siguió insistiendo la chica de cabello rojo–. …Then I looked in those big green eyes/And I wondered what I'd come there for…
La joven de cabello negro se resignó y comenzó a cantar al mismo tiempo que la pelirroja:
–She's just a devil woman –el rostro de su compañera sonrió más de lo que podía.
–With evil on her mind –el muchacho cantó.
Las chicas entonaron las letras, seguido del joven hasta que el estribillo terminó y el chico continuó con el canto. Mientras tanto, los cuatro extraños miraban desde abajo la escena. El chico vestido de azul como el de amarillo tenían una primera impresión bastante pobre de las muchachas y su amigo. Por otro lado, el hombre de negro ceniciento le causó gracia y a la vez extrañeza que esa mujer de cabello negro fuera la misma que le había dado una pelea hace unos días en las montañas y saltado hacia el vacío.
–Adelina Acosta puede ser una de las campeonas de la Tierra –Lord Liu Kang puso sus manos en su pecho–. Es una mujer que valoriza la estrategia, el conocimiento para el combate y estudiar al enemigo, Bi Han.
–No parece una mujer de conocimiento, Lord Liu Kang –el hombre de amarillo se acercó más a Liu Kang–. Quizás no esté a la altura como no lo está el señor Cage.
–Las apariencias suelen ser engañosas, Kuai Liang –el vagabundo avanzó hacia las puertas del edificio–. Ella sola dio una buena pelea a Tomas y uno de sus aprendices.
–Es muy ágil, hermanos –el chico de cabello ceniciento se acercó más a sus hermanos–. Logró escalar, entrar a Arctika y luego saltó al vacío en esas ruinas que encontró en nuestro hogar.
–Un acto suicida e impertinente, Tomas –espetó el de azul–. Un Lin Kuei no haría semejante locura.
–Como he dicho, Bi Han, las apariencias suelen ser engañosas y ella tiene un gran camino que recorrer junto con los demás representantes.
Los tres dejaron de contradecir al hombre, sobre todo Bi Han con una mirada de amargura. Vieron a Lord Liu Kang abrió las puertas y los tres lo siguieron. Llegaron hacia donde estaba el ascensor y al lado se hallaban las escaleras. El hombre de ojos blancos se dirigió hacia estas y los tres ninjas lo acompañaron hasta llegar al piso donde se escuchaba música y risas estruendosas.
Daniela Ramoter apenas pudo escuchar el timbre y se acercó al pequeño agujero de la puerta para ver quién era la persona molestando a horarios tan imposibles en un sábado tormentoso. Su ojo café observó detenidamente a las cuatro personas que molestaban y vio a cuatro hombres extraños. El que estaba frente a la puerta tenía medio rodete y una banda de color negro y otros detalles atado a la frente, y ojos blancos. Su vestimenta parecía ser tradicional de China y blanca. Uno de los extraños vestía de azul, otro amarillo y el último negro ceniciento. El cabello fue lo más sorprendió a Daniela, ya que era del color del humo… ¿cabello ceniciento?
¿Traje de combate extraño? ¿cabello del color del humo?
Smoke.
Era imposible que hayan podido encontrar a Adelina ¿cómo lo hicieron? La chica apartó su ojo del agujero de la puerta. Su sonrisa se apagó y vio a su amiga charlando con Mariano sin ningún inconveniente. Esto era un gran problema y una porquería. Se acercó rápidamente al sillón sacó la escopeta que tenía oculta. La cargó y se dirigió hacia sus amigos.
–¿Dónde tenes el rifle? –preguntó apresuradamente Daniela.
–En mi habitación –la muchacha fue hacia la mesa donde se encontraba el televisor y de los cajones sacó dos ametralladoras–. ¿Qué pasa Daniela? Estas asustando.
–Creo que ese pelotudo al que te enfrentaste en las montañas nos encontró.
El rostro de Adelina palideció.
–¿Cómo?...
–No sé y no sé con certeza si es él –Daniela le entregó las ametralladoras a Mariano–, pero creo que se trajo a la caballería.
–¿Cuántos más se trajo? –el muchacho cargó las armas.
–Tres y no son agradables –el sonido del timbre sonó una vez más–. Voy a tratar de hacerme la idiota. Mariano te quedas en la cocina y oculta bien las armas, serán nuestro ataque sorpresa si se llegan hacerse los picantes. Vos quédate en tu habitación con ese rifle cargado y listo para disparar.
–No voy a dejarlos aca y morir por mí –Adelina se levantó–. Yo los metí en este lío, yo también voy a pelear.
Daniela revoleó los ojos y supo que su amiga no iba a ceder, porque los tres eran así. No toleraban ver a uno de sus seres queridos hacer locuras.
–Esta bien –Daniela fue hacia la puerta–. Si no puedo despistarlos abrís la puerta de tu habitación mostras el rifle y vemos que ocurre después.
–¿Ese tu plan? –la voz de Mariano se notó la confusión.
–Es lo mejor que podemos hacer con poco tiempo.
El timbre volvió a sonar.
–¡YA VOY! –el grito de Daniela.
Adelina corrió hacia su habitación y tomó su rifle ubicado debajo de su cama. Buscó los cartuchos y cargó el arma con mucho sigilo. Su oreja se pegó hacia la madera de la puerta y pudo escuchar la conversación. Rezó para que esos cuatro extraños fueran una falsa alarma y seguir con una noche tranquila.
–Lamento la tardanza. La humedad hace que la madera se infle y cueste abrirla –la voz de Daniela se volvió normal–. El partido de Boca no es hasta dentro de unos días señores.
–Buenas noches –un hombre habló–. Lamentamos interrumpir su noche, pero estamos buscando a Adelina Acosta.
–No me suena ese nombre, señor. –Daniela sonó muy convincente–. ¡Mariano! ¿Conoces a una Adelina?
–¿A quién? –Adelina se alegró de que Mariano interpretara bien su papel de sordo.
–Adelina Acosta.
La muchacha escuchó los pasos de su amigo dirigiéndose a la puerta.
–No escuché ese nombre. Lamentamos no poderlos ayudar caballeros, que tengan una linda noche.
El corazón de Adelina había comenzado a relajarse, pero antes de que pudiera girar el picaporte, el timbre volvió a sonar en el departamento.
–Sabemos que Adelina Acosta esta aquí, Daniela Ramoter –el hombre habló una vez más y su tono siguió tranquilo–. ¿Nos permites pasar?
–Mira flaco –el tono de Daniela se tornó oscuro y amenazante–, no sé quién sos ni me importan tus putos subordinados y tampoco sé como conseguiste mi nombre. No sé quién es esa Adelina Acosta y váyanse de mi casa.
–Queremos darle una propuesta a su amiga.
¿Una propuesta? ¿Qué se refería ese extraño? Adelina apretó más su rifle contra su cuerpo y le quitó el seguro al arma. Agudizó más su oído.
–Esta es la propuesta que te doy hijo de puta –la voz de Mariano se volvió amenazante–. Ahora ándate vos y los pajeros que tenes atrás.
–Es una falta de respeto dirigirte de esa forma al Gran Maestro de los Lin Kuei.
Todo el departamento se enfrió y Adelina sintió escalofríos en toda la columna. Escuchó las quejas de sus amigos y el rechinar de la puerta. Salió de su escondite y apuntó hacia la entrada donde estaban los invasores. Al igual que ella, Daniela y Mariano apuntaron hacia los invasores. Sus miradas eran calmas para la sorpresa de Adelina.
Ella pudo analizar mejor a Smoke que en las montañas. En su cinturón no solo tenía el karambit sino también un cuchillo de caza y bombas de humo. Usaba la distracción como ataque y un buen manejo en las armas blancas. Tendría que usar la fuerza de Smoke a su favor. El chico de amarillo llevaba en el cinturón un kunai unido a una soga, traería problemas si quería usar a Daniela o Mariano como rehén para que Adelina cediera. El hombre de azul le fue más difícil de analizar, no poseía ningún arma. Lo único que pudo sacar de él era el más fuerte. Por último, el cuarto hombre le resultó familiar. Los ojos blancos del extraño analizaban a Adelina, Mariano y Daniela, no solamente su exterior sino también su interior. Parecía conocer más cosas que ellos no sabían, como si fuera testigo de sus vidas.
–Te pondré en tu lugar, insolente –gruñó el ninja de azul–. Tu amiga no debió entrar a territorio Lin Kuei.
–Ponele voluntad a tus amenazas, la puta que te parió –Mariano apuntó hacia el ninja–. No te metas conmigo, sino queres que te de un boleo en el orto.
Los tres estuvieron atentos a cualquier movimiento brusco que hicieran alguno de los atacantes. El frío de la habitación les dio escalofríos. El ninja de azul miraba con mala cara Mariano desde que le contestó mal y este avanzó hacia él. El chico sin dudarlo le disparó con las ametralladoras, pero las balas nunca atravesaron el cuerpo. Una pared de hielo se interpuso entre las balas, invocada por las manos del extraño.
Adelina, Mariano y Daniela quedaron estupefactos por lo que acaban de presenciar, pero no tuvieron tiempo para reaccionar ya que el ninja de azul atacó a Mariano. Él logró defenderse usando los antebrazos y logrando asestarle varios puñetazos a su contrincante, luego de perder las armas. Pero esa defensa trastrabilló cuando el hombre vestido de azul usó sus poderes para crear agujas de hielo. Mariano se escudó con una silla que tomó en su retirada y corrió hacia el ninja para poder atacarlo. Le asestó el asiento en toda la cara y este calló al suelo.
Daniela apuntó hacia el oponente de Mariano, pero antes de poder disparar, el kunai del ninja amarillo interceptó la escopeta y empezó a tirar para sacarla de las manos de la chica. Tomó ventaja de eso y apunto hacia el chico, este logró esquivar el disparo por los pelos. Daniela tomó el cuchillo de la mesa y cortó la soga antes de que el kunai le volviera a causar problemas.
El hombre de amarillo se abalanzó rápidamente hacia Daniela y ambos cayeron sobre la mesa, y esta se rompió por el peso de los dos. La joven intentó forcejear y poder darle un golpe a su contrincante con la escopeta. Sus intentos fueron en vano, puesto que el extraño alejó el arma. Daniela aprovechó la aproximación del rostro de su enemigo para escupirle y liberarse de él. Con un sonido de disgusto el chico retrocedió y Daniela tomó ventaja para darle un golpe con la culata del arma.
Por el lado de Adelina, mantuvo firme el rifle para evitar que Smoke no se lo quitara. La chica tenía que encontrar una forma de sacarle el cinturón antes de que usara las bombas de humo como distracción. Adelina vislumbró a sus pies un mantel, luego de que Daniela alejara al ninja de amarillo tras haber roto la mesa. La joven levantó el mantel con rapidez y lo lanzó a la cara de Smoke. Cuando el rostro del chico fue cubierto, Adelina se abalanzó hacia él dándole un puñetazo y le quitó el cinturón. Luego, le dio una patada que alejó al hombre de ella y tiró muy lejos la ventaja con la que contaba Smoke.
–¡Ya basta! –gritó el cuarto extraño y de su cuerpo salió fuego azul y naranja.
Los seis dejaron su riña, pero Mariano seguía sosteniendo la silla como un bate de beisbol.
–Dame un segundo –dijo el muchacho mientras extendía el dedo índice. Volvió a golpear con la silla a su contrincante tumbado en el suelo y este solo pudo soltar un gruñido–. Listo ahora sí.
–Suficiente Mariano Baldor –el extraño lo retó como si fuera un niño–. No vinimos aquí a saldar asuntos por errores. Hemos venido a darle una propuesta Adelina Acosta y que podría cambiar el rumbo de su vida.
Adelina no soltó el arma, pero sí se quedó atónita con las palabras de ese extraño.
–Tu cara me resulta conocida…
–¡Es Hefesto con aspecto de Bruce Lee! –exclamó Daniela automáticamente–. El dios del fuego según los griegos.
–No lo es Daniela –Adelina bajó el arma–. En los mitos tiene la cara deformada y está rengueando por como Hera lo tiró del Olimpo. Este tipo ni de cerca cumple con la descripción de Hefesto.
–En efecto Adelina, no soy Hefesto, –apaciguó las dudas de las jóvenes–. Soy Liu Kang, dios del fuego y protector de la Tierra.
“El dios del fuego tiene la respuesta” “El dios del fuego vendrá pronto” “El dios del fuego mostrará los pasos”. El cerebro de Adelina comenzó a girar sus engranajes ¿El dios que la mujer del féretro hablaba? ¿Le iba a dar respuestas a sus tatuajes?
–Sos el vagabundo que estaba afuera –dijo Adelina.
–¿Cómo que protector de la Tierra? –preguntó Mariano.
–Vinimos a ofrecerle a Adelina un camino como uno de los campeones de la Tierra –Liu Kang se acercó a los tres jóvenes–. Es un camino que puede cambiar su vida.
Adelina desconfiaba de las palabras de Liu Kang, pero tampoco era tonta para no creerse que ese hombre era un dios y no un producto de su imaginación. Literalmente de su cuerpo salió fuego. Sus subordinados también tenían dones bastante peculiares. Bajó el arma y les preguntó a los extraños:
–¿Tienen hambre?
–Nos gustaría poder acompañarlos en su cena –dijo Liu Kang.
Después de preparar la pequeña mesa que tenían en el comedor, Adelina, Mariano y Daniela fueron hacia la cocina y cada quién se dividió las tareas para la cena y ayudar con las heridas de sus “invitados”. Adelina cortó más salame y fiambres para la picada y al mismo tiempo freír más milanesas y papas, al compás de Sex de Starbenders. Mientras que Mariano y Daniela ayudaron con las heridas a los tres ninjas y tanto el ninja de azul como de amarillo miraban con hostilidad las acciones del dúo. Nadie confiaba en nadie y a cualquier movimiento estaban listos para asesinar.
–Necesitan hielo para esos golpes, fans de Boca –dijo Daniela mientras sacaba las bolsas congeladas–. Esto les puede ayudar y para vos tenes el baño a la izquierda.
–Me llamo Kuai Liang –respondió el ninja de amarillo–. ¿Por qué crees que necesito el baño?
–Porque te escupí en la cara –Daniela sonreía mientras iba hacia donde estaba Mariano–, y creo que no te gustaría tener el olor y la sensación de mi saliva en toda la jeta, aparte de que es asqueroso lo que hice. Además de una buena demostración de mi gentileza, por más que me hayas roto la mesa, que cuesta casi un ojo de la cara comprar una nueva y decente.
Kuai Liang no pudo contradecir los dichos de Daniela y se dirigió hacia el baño, mientras que el ninja de azul miraba de manera hostil a Mariano. Seguramente la golpiza con la silla debió afectarle el orgullo. Por otro lado, Smoke se acercó por detrás a Adelina que estaba pérdida en sus pensamientos, la comida y la música.
–Perdona –ante las palabras Adelina apuntó con el cuchillo la garganta del joven–. Quería saber dónde tiraste mi cinturón. No pensaba molestarte.
–Busca –contestó agresivamente la chica y se volteó para seguir cortando el salame–. Dios te dio el don de la vista, úsalo.
–No era mi intención enojarte porque hallamos roto tu mesa.
–Te estás equivocando de mi porqué –Adelina volteó una vez más y se subió la remera para que el chico viera su vientre cicatrizado y parte de sus tatuajes–. Por esto estoy enojada, porque el mamerto que se va a sentar a mi mesa es el mismo que intentó matarme.
–Lamento haberte causado esa herida –dijo el chico, se notó la aflicción en su voz–. Debí esforzarme en evitar que saltaras y convencerte de que salieras de Arctika.
–Veremos si te ganas mi perdón, Smoke –dijo Adelina en un mal tono.
–¿Cómo sabes mi título?
–Cuando me oculté de vos y de tu amigo escuché una de sus conversaciones y supe tu apodo –Adelina sacó una milanesa de la olla y escurrió el aceite–. Todavía lo recuerdo porque no sabía si vos y tu grupo terrorista iban a matarme.
–No somos malos.
–Seguro y yo soy Goku –contrarrestó Adelina sarcásticamente.
Liu Kang intentó apaciguar la situación ofreciendo ayuda a la joven, pero ella se negó amablemente. Mariano y Daniela se curaron mutuamente las heridas hechas por la riña, pasándose hielo por los golpes y revisando si no tuvieron algún contratiempo.
Una vez que Adelina terminó de cortar los fiambres, servirlos en la mesita del comedor y ofrecer bebidas, continuó friendo las milanesas y las papas. Luego preparó la ensalada y cortó los panes para armar sanguches. Cuando las milanesas terminaron de freírse, la joven las puso en los panes y les agregó ensalada para acompañar. Luego llevó los platos a la mesita del comedor y los siete comenzaron a comer.
El silencio se podía cortar con un cuchillo, mientras que afuera la tormenta no cesó. Los relámpagos y truenos hacían que el cielo destellara y rugiera. Adelina, Mariano y Daniela miraron atentamente a los cuatro y estos igual.
–Apreciamos la hospitalidad que poseen –dijo el dios tras terminar su sanguche.
–No hay de que –respondió Adelina mientras masticaba una papa–. Ahora explícame, Liu Kang ¿a qué te referís con que soy campeona de la Tierra?
–Fue elegida para participar en un torneo que definirá la victoria de la Tierra contra el Mundo Exterior.
–¿Mundo Exterior? –preguntó Daniela mientras agarraba una rodaja de salame–. ¿Qué país ese es ese? No está en ninguno de los mapas.
–En efecto Daniela Ramoter –dijo el dios–, el Mundo Exterior es un reino entre los diversos que existen. Muchos de los habitantes prefieren que estemos en guerra con ellos, aunque estemos en paz, pero preferimos mostrar nuestra fuerza en el combate como símbolo de defensa. Además de contar con el clan Lin Kuei como defensores de la Tierra.
–Sinceramente creí que eran un grupo armado –dijo Adelina–. Intentaron matarme.
La mirada de la joven se posó hacia Smoke que comía rodajas de salame con queso como si fuera un manjar de ricos. Mientras que sus dos amigos apenas tocaron algo de la comida y observaban de forma crítica a los invitadores. Ante las palabras de Adelina, Liu Kang río.
–No lo son Adelina Acosta –el dios masticó otro sanguche–. Como mencioné antes, se dedican a ser nuestras defensas. Bi Han es el Gran Maestro del clan y tanto sus hermanos, Kuai Liang como Tomas son los mejores ninjas.
La mano de Liu Kang se extendió en el ninja de azul, Bi Han y este mostró orgullo a su título de Gran Maestro, al igual que el Kuai Liang, el ninja de amarillo. Pero Smoke, Tomas, fue el único que no mostró ese orgullo por su título, ya que seguía enfocado en la comida.
–Entonces ¿por qué fui elegida para este gran torneo con el Mundo Exterior? –preguntó Adelina.
–Porque tú mostraste unos valores y cualidades que pueden ser representados para ser una campeona de la Tierra –dijo Liu Kang como si hubiera dicho lo más obvio del mundo.
–¿Y nosotros? –preguntó Mariano.
–Si ustedes quieren ser parte de los campeones de la Tierra deben ir conmigo y Adelina a la Academia Wu Shi –la mirada de Liu Kang se dirigió a los amigos de Adelina–. Aprenderán tanto del Mundo Exterior como de los protectores de la Tierra.
–¿Irnos? –Adelina se quedó perpleja–. ¿Por cuánto tiempo?
–Unos meses –dijo Liu Kang mientras tomaba un poco de su bebida–. Necesitarán entrenar y pulir todas sus técnicas de combate.
–¿Y nuestros trabajos? –Daniela preguntó dejando el plato en la mesa–. Tenemos acá una vida. No podemos desaparecer sin más por unos meses. Las cuentas, mis noticias, la mesa. Por cierto, los tres, me deben una mesa… Corrección, nos deben una mesa.
–Estamos ocupados los tres –dijo Adelina–. Estoy con una investigación y si me ausento por mucho tiempo voy a perder la plata.
Abandonar todo por un torneo que ni siquiera tenía intenciones de participar. Había cosas más importantes en las que debía enfocarse, pero su cerebro volvió a trabajar y cuestionarse varias cosas. ¿Sería Liu Kang el que la mujer del féretro hablaba? ¿Podría sacarle los tatuajes o darle más información sobre la diosa Hela? ¿Sabría algo sobre algún desafortunado que enloqueció hasta morir por culpa del arma nórdica o de los otros dos artefactos que había visto en sus alucinaciones?
Adelina desconfiaba de los cuatro sujetos, no pensaba relatarle nada a Liu Kang sobre la daga o el mapa hasta ver si el dios era una amenaza o alguien en quien confiar. Tampoco les agradaba los tres Lin Kuei, sospechaba que en algún momento la matarían por haber entrado a sus tierras luego de ese torneo con lo que llamaban Mundo Exterior.
El dinero que iba a perder si se ausentaba por mucho tiempo era otra de sus preocupaciones. Había otros arqueólogos con las mismas habilidades que Adelina que podrían hacer que Agustín, su cliente, quisiera romper su contrato con ella.
–Este torneo pondrá un nuevo rumbo a sus destinos –dijo Liu Kang–. Sería un honor que los tres representaran a la Tierra.
–Me dejas un segundo hablar con mis amigos –dijo Adelina con una sonrisa, mientras se ponía de pie–. En privado.
Mariano y Daniela se pusieron de pie y al mismo tiempo se escucharon gritos de los vecinos. Adelina y Daniela revolearon los ojos y se sintieron avergonzadas porque sus invitados tuvieran que ver el lado malo de su departamento. El trío se fue al cuarto de Adelina.
–¿Qué opinan de lo que acabamos de escuchar? –preguntó la joven en cuanto la puerta se cerró.
–Esos tres del clan tiene una mina de oro de problemas –soltó Mariano señalando la puerta–. Valdría para una tesis de psicología y tener mi título sin tener que cursar devuelta.
–El de azul está lindo y el amarillo también –dijo Daniela–, pero no quita que quiero que nos paguen la mesa. Con lo otro no sé qué decir… es una locura que a la vez le creo a ese dios del fuego.
–Coincido con vos, Dani –habló Mariano y se cruzó de brazos–, esto es algo simplemente imposible ¿Un torneo? ¿Para qué? ¿Por qué se hizo?
–¿No escuchaste lo que dijo Liu Kang? –preguntó Adelina.
–No.
–Según él, para demostrar la fuerza ante el Mundo Exterior y mantener las defensas –Adelina se sentó en su cama–. Literalmente parece cierto lo que dice, le salió fuego del cuerpo y el de azul conjuró hielo de la mano y casi te mata Mariano.
–¿Vas a irte a ese torneo? –preguntó Daniela sin titubear y posó su mirada en la de su amiga. Al mismo tiempo se escucharon más gritos de sus vecinos.
–No lo sé –sacudió la cabeza–. Voy a perder plata y si vienen conmigo también van a perder mucha plata en esos meses que no sé cuántos van a ser, pero a la vez siento que me va a poder dar respuestas.
–¿Respuestas? –cuestionó Mariano.
–Los sueños que estoy teniendo me hacen dudar si debo ir o no –dijo Adelina preocupada–. La mujer del féretro varias veces hablaba de un dios del fuego que iba guiar el camino.
–Son sueños Adelina, simplemente representan un lado oculto de tu subconsciente como dice el maldito Freud –dijo el muchacho.
–Mariano, esos malditos sueños hablaron de Arctika y en ese mismo lugar una puta daga maldecida me hizo tatuajes y alucinaciones –Adelina mostró su brazo y abdomen–. Esas alucinaciones me siguen apareciendo a veces sobre muertos y esa mujer gritando una y otra vez. ¿Si se vuelven constantes hasta tal punto que no pueda diferenciar la realidad?
–Tendríamos que mínimo ponerlo en duda –dijo Daniela mientras daba vueltas–. Sí, esto de un dios es verdadero. Pero los sueños de Adelina pueden serlos y la daga, quizás, debe tener una maldición hacia cualquiera que la toque. Las alucinaciones no creo que llegarán al punto que estás diciendo, pero hay que ver si ese dios puede darnos alguna guía sobre cómo hacerlas desaparecer… digo, si aparecieron de forma mágica deben sacarse de forma mágica.
–¿Debería ir entonces? –preguntó Adelina.
–Iremos –dijo Mariano.
–¿Pero sus trabajos? –se alarmó la joven–. Yo puedo justificar con algo medianamente, pero ¿ustedes?
–Nos las ingeniamos. Van a ser unas buenas vacaciones.
–No lo sé –dijo Daniela con duda en su voz.
–Vas hacer entrevistas que no involucren riesgos y estar casi al pedo –contra ofertó Mariano.
 –Está bien, me uno a la aventura.
–No me siento cómoda que ustedes vayan –dijo Adelina.
–Muy tarde, ya decidimos –dijo Daniela y una sonrisa adornó su rostro.
–Los Lin Kuei podrían representar a la Tierra en esta ocasión, Lord Liu Kang –escupió Bi Han–. Estos tres no pueden ser aptos para representarnos.
–Tienen verdaderas habilidades, aunque ellos no lo sepan –dijo Liu Kang tranquilamente.
Tomas se quedó en silencio viendo como la conversación entre el dios del fuego y sus hermanos continuaba. El joven de cabello grisáceo se enfocaba en la comida que sus hermanos apenas habían tocado, no sabía cómo ellos se negaban a probar estas delicias.
Le era un misterio cómo la misma chica a la que había intentado asesinar en Arctika tenía un gran talento en la cocina.
–Ella y sus amigos ni siquiera tienen una buena base de alimento para que puedan desarrollar una técnica de combate –dijo Bi Han.
–Ese amigo fue el que te dio un sillazo en la cabeza –dijo Mariano Baldor, mientras la puerta cerraba y Adelina Acosta y Daniela Ramoter miraban con mala cara al hermano mayor de Tomas.
–Eres un imprudente e inmaduro, un…
–Es una falta de respeto que los invitados insulten la comida del invitador –dijo Adelina agresivamente–. Si querías otra cosa, Gran Maestro, te hubieras ido a Palermo o a tu casa.
–Bi Han es suficiente –el tono de advertencia de Liu Kang hizo que el se contuviera.
–Señor Liu Kang, nos conmueve su propuesta sobre ser campeones de la Tierra –dijo Adelina–, y nos gustaría estar con usted en el torneo.
El dios sonrió ante esas palabras, al igual que Tomas. Sus hermanos mostraron duda en sus rostros, pero al menor no le importó mucho. Pensó que esas tres personas darían su mejor esfuerzo para representar a la Tierra.
Pero hubo algo que le hizo ruido en la cabeza y fue Adelina. Cuando la conoció hace unos días estaba alterada y llorando por la presencia de Tomas y su ayudante. Sospechaba que había encontrado algo en esas ruinas de las montañas… o vio algo que la aterrorizó.
Esas ruinas, ni los propios Lin Kuei conocían de su existencia y pasó sin mucha relevancia a los ojos de Bi Han. Pero a Tomas le causaron un verdadero terror. Cuando puso un pie en ese sitio, sintió que las dos estatuas de la entrada lo miraban como un invasor, alguien que vería muerte si no se marchaba de inmediato. Quizás la muchacha percibió lo mismo que Tomas o incluso más odio, le es un misterio saberlo en esos ojos tan misteriosos y extrañamente cautivadores.
–Me alegra que hayan tomado esa decisión.
–¿Cuándo nos marchamos? –preguntó Daniela.
–Mañana al atardecer los llevaré a la Academia Wu Shi –Liu Kang se puso de pie y Tomas y sus hermanos lo imitaron–. Lleven lo necesario.
Los cuatro se dirigieron a la salida y tras despedirse de los tres jóvenes se marcharon a las calles. La lluvia seguía, pero el aguacero se detuvo para ser una llovizna. Liu Kang fue hacia el mismo lugar donde antes había conjurado el portal y una vez más las llamas azules y naranjas formaron el portal. Los cuatro hombres se perdieron en esa negrura infinita completando así su misión.
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elbiotipo · 13 days
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Yo creo que es medio inútil discutir individualmente con los votantes fanáticos de Milei. Es más productivo trabajar y unir a la gente que tiene alternativas, crear un nuevo consenso de izquierda ante este asalto de la extrema derecha, e ir convenciendo de a poco a los moderados que capaz, con justa razón, no se sentían cómodos por el gobierno anterior y además fueron embarullados con una campaña mediática que nunca vi (quien le paga a Youtube y Tiktok para que todos los videos recomendados sean de Milei?)
Las soluciones son siempre colectivas, no individuales. No voy a decir que soy el tipo más militante de la historia pero vayan a las marchas, participen en sus agrupaciones, hay que poner en la calle que Milei es una estafa y más importante que tiene que haber una alternativa a años de saqueo neoliberal.
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nevenkebla · 16 days
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Tanto a favor
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Amazing Spider-Man #252 Tom DeFalco, Roger Stern, Ron Frenz
— Spider-Man: ¡Parece que ahí abajo hay problemas! — Justin: ¡Cállate, Weezie! ¡Te lo advierto! — Weezie: ¡No! ¡Me mentiste, Justin! ¡Me hiciste una promesa y me mentiste! — Justin: ¡Se acabó! ¡Si no cierras la boca, te la cierro yo! — Spider-Man: ¡Frena, campeón! ¿Es que tu madre no te enseñó que los caballeros no pegan a las damas? ¿Qué hacéis aquí tan tarde? ¿Y por qué estabais discutiendo? — Weezie: ¡Es, hum, culpa de Justin! — Justin: ¡No lo es! — Weezie: ¡Sí! ¡Prometió llevarme a un concierto esta noche, pero se echó atrás en el último momento! — Spider-Man: ¿Nada más? ¿Estáis peleando por una cita? — Weezie: ¡Quería ir a ese concierto! ¡Era mi grupo favorito, Brunt Toast! — Justin: ¡No es culpa mía que no pudiera conseguir entradas! ¡Además, son unos cutres! — Spider-Man: ¡Basta! ¡Respirad, chicos! ¡Os estáis comportando como idiotas! ¡Es estúpido discutir cuando tenéis tanto a favor!
— Justin: ¿Ah, sí? ¿Como qué? ¡Echa un vistazo a este barrio, amigo! ¡Weezie y yo vivimos aquí, y da asco! ¡No tenemos nada a favor! — Spider-Man: ¡Te equivocas, Justin! ¡Del todo! ¡Hay muchos sitios peores que este barrio… y este planeta! Normalmente, suelo discutir con los puños… ¡Pero con vosotros voy a probar otra táctica! — Weezie: ¡Eh! ¿Qué estás haciendo? — Spider-Man: ¡Os llevo de paseo! Agarraos fuerte, porque… ¡Es hora de columpiarse! — Justin: ¡Ay! ¡Creo que voy a vomitar! — Weezie: ¡No te atrevas, Justin! ¡Eh, amigo! ¡¿Estás loco?! — Spider-Man: ¡Tal vez! Pronto lo veremos…
— Weezie: ¿Por qué nos has traído aquí? — Spider-Man: Quería que vierais a vista de pájaro esta ciudad… ¡Vuestra ciudad! ¡Sentid el frío aire nocturno! ¿No os hace alegraros de estar vivos? — Justin: C-claro, si tú lo dices. ¿P-podemos irnos a casa? — Weezie: ¡Aún, no, Justin! ¡Las vistas me molan! — Spider-Man: ¡Bien! No me van los discursos… así que dejaré que la ciudad hable por sí misma… ¡Eh, sé que la ciudad no es perfecta! Tiene sus cosillas… pero también tiene mucha belleza. ¡La ciudad es como cualquiera criatura viviente! ¡Tiene potencial para un bien increíble… o para un mal horrible! ¡Forma parte de vosotros, os deis cuenta o no! Siempre la llevaréis con vosotros… ¡A donde quiera que vayáis! ¡Eso es lo que tenéis a favor! ¡Es mucho más de lo que creéis!
— Weezie: ¡Gracias por el viaje, amigo! Sé que a Justin no le ha gustado… ¡Pero yo me he divertido! — Spider-Man: ¡Y yo! — Weezie: ¿Sabes una cosa? Eres majo… ¡Aunque raro! — Spider-Man: ¡Supongo que sí! Más raro que algunos… ¡Pero menos que otros! — Weezie: ¡Entonces no quiero conocer a los otros! — Spider-Man: Ni yo… ¡Pero no tuve elección! ¡Adiós, Weezie! ¡Qué tengas una buena vida! ¡Tío! ¡No sé si eso les ha sentado mejor a ellos o a mí! ¡Pero me siento mejor que antes! Nueva York, sabes cómo sacar lo mejor de… ¡TU AMISTOSO VECINO SPIDER-MAN!
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pedripepinillo · 1 year
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Holiii, espero y estés teniendo un buen día<3 me preguntaba si podías escribir algo sobre el prompt 1 con Gavi? 🥺
gavi desmaquillándote luego de una noche larga:
- habían salido con amigos esa misma noche, los planes eran salir a cenar con ellos, pero todo se alargó cuando la fiesta siguió en casa de uno de los chicos del equipo.
- gavi y vos apenas eran mayores de edad, los habían cumplido el año anterior, así que no tenían mucha experiencia con el alcohol.
- menos tu que a duras penas lo habías probado con anterioridad
- así que era de esperarse que lograrás emborracharte con apenas dos tragos ):
- todo te daba vueltas y podías sentir las manos de tu novio enterrándose en tus costillas por la forma en la que te estaba cargando.
- no sabías a dónde iban, estabas tan mareada que ni siquiera podías pensar.
- “quiero ir al mcdonalds” dijiste alargando las palabras.
- “no, iremos a casa.” oíste a tu novio decir. pero vos querías una hamburguesa.
- ni siquiera te dió tiempo de discutir cuando caíste profundamente dormida en su hombro.
- momentos después pudiste notar como gavi te lanzaba a la cama sin mucho cuidado. tu cabeza se apoyó en la almohada y pensaste que por fin podías descansar.
- “¿t/n? no te duermas, aún debo cambiarte” le escuchaste decir.
- murmuraste algo apenas audible y te diste vuelta sobre la cama.
- gavi sacó tus pijamas de tu respectivo cajón, y comenzó a desvestirte para cambiarte a la ropa más cómoda.
- era delicado, pero al mismo tiempo parecía fastidiado. aunque atribuías eso a que gavi siempre, todo el tiempo, parecía molesto.
- “ahora te voy a sacar eso de la cara, ¿bien?” dijo y vos asentiste sin saber de que hablaba.
- “eres muy guapo, ¿tienes novia?” estabas perdida, así que le preguntaste eso, cosa que lo hizo reír en voz alta.
- “si, tengo novia.” dijo mientras colocaba agua micelar en un pad de algodón.
- “que malo, que suerte tiene tu novia”
- “seguro que si, es muy linda también” murmuró mientras pasaba el algodón por tus ojos maquillados. habías usado poca sombra y rímel, así que no era difícil de sacar.
- a gavi le gustaba repasar tus facciones con sus dedos, cuando te quitaba el maquillaje podía notar que eras aún más hermosa.
- él pensaba que no necesitabas tantos productos, pero aún así agradecía que los usaras porque resaltaban tu belleza.
- le gustaba desmaquillarte porque le encantaba contar los lunares en tu rostro.
- “yo quisiera ser linda también…” pablo observó como tus ojitos se aguaban, no sabía si era porque estaba tallando muy fuerte, o si realmente ibas a llorar.
- aunque sabía que uno ebrio, tendía a ser más sensible.
- “ya eres linda, hermosa de hecho.” dijo con una sonrisa, pasando la pad por debajo de tus ojos.
- “le diré a tu novia que me estás coqueteando, chico atrevido.” entrecerraste los ojos y gavi te miró enamorado.
- una vez terminó de quitar el maquillaje, pasó un paño húmedo por tu rostro, tan delicadamente que te sentiste en una nube.
- “duerme bien, linda.”
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sudaca-swag · 4 months
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ME QUIEREN DISCUTIR SOBRE DETALLES DE HISTORIAS DE GENTE QUE SOLO YO CONOZCO LOS VOY A MATAR
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pascalspanker · 1 year
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Puede haber sumisas que no hayan probado aún la cane.
Pero no puedo creer que no hayan pensado en ello con una mezcla de miedo y fascinación.
¿No es la última arma del Dominante?.
Puede haber otros implementos que hagan tanto daño sin duda, pero ninguno de los cuales tiene la mística suficiente.
¿De dónde procede el aura de la cane?.
En parte, se deriva de un hecho de base sólida que, propiamente esgrimido, puede impartir un impresionante nivel de dolor y es capaz de dejar moretones que, dependiendo de la susceptibilidad de la sumisa, pueden durar días e incluso semanas.
La cane entrega su fuerza concentrada altamente en una zona. Es delgada, y por eso el efecto no se difunde como el de un cinturón.
Y debido a esto, el dolor es penetrante.
Parece ir derecho al sitio a través de la carne hasta alcanzar el núcleo por debajo de la misma, la licitación, el palpitante corazón de la temblorosa sumisa.
Tal vez, parte de su mística derive de su historia.
Tradicionalmente, la cane ha sido, junto con el látigo, el implemento elegido para fines judiciales.
En algunos países sumidos en la ignorancia, está todavía en uso. Afortunadamente, en el mundo civilizado apenas hay eco de su uso en la pena legalmente aplicada.
Para los hombres de mi generación, está asociado principalmente con el director de los centros de enseñanza.
Un implemento colgando detrás de la puerta o tal vez, escondido en un cajón y presentado con la debida solemnidad.
Tiene tal arraigo que todavía tiendo a azotar en ráfagas de seis, con suerte, seguidos por seis más.
En cierto modo, la cane es más fácil de manejar que el cinturón que al ser flexible, no es tan controlable y que, si no eres experto, puede aterrizar en el borde y no de lleno, produciendo así el efecto cortante que puede ser más de lo que usted desea.
El único problema con la cane es asegurarse de que usted azota el lugar correcto, porque si no es así, y el azote es demasiado alto, se corre el riesgo de golpear el coxis y eso es muy desagradable.
No voy a discutir sobre la longitud ideal para una cane o de lo gruesa que debería ser o de los materiales más adecuados.
Cada uno elige la que la gusta.
Tampoco voy a expresar una preferencia por el método.
El azotar con la cane en frío tiene sus defensores.
Lo sé, aunque creo que contra más calentamiento ella reciba, más azotes podrá absorber.
Pero cada Dominante debe experimentar para conseguir los mejores resultados.
Tengo la sospecha que ninguna sumisa siente que se ha ganado de verdad sus espuelas de sumisa hasta que ha sido objeto de la cane.
Yo tengo ese punto de vista.
La mano, el cinturón o lo que sea, son cosas deliciosas de usar sobre un trasero que invita a ello.
Pero, siempre estoy buscando a la sumisa para graduarla con la cane.
Eso es cuando las cosas se ponen serias...
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espectro-de-plata · 8 months
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Por favor, léeme.
Por favor, léeme cuando me haya ido.
No te detengas a pensar en mi partida, porque tanto como quien tanto madruga, estarás perdiendo tu tiempo, pues es probable que no vuelva.
No te des el lujo de desperdiciar en el hueco que dejo en la mesa tus lágrimas ni tus segundos, ni cedas al morboso vicio de querer impregnarme en las fotografías que quizá hace ya tiempo hayan dejado de ser yo. 
Por lo que quieras, y por sobre todo lo anterior, no caigas en el juego de buscar culpables. Si acaso crees ser uno de ellos, sabe que al momento de irme, es probable que tus ojos trataran de disuadirme; si en cambio quisieras señalar a alguien, ten en cuenta que ese alguien podrías ser tú. Por tanto, no. No hay nadie a quien culpar de que me vaya, porque no es que ansiara irme para empezar. Es sólo que estoy seguro que un poco de todo con lo que cargo aquí, he de poder llevar allá, y con suerte, algo de allá, divino o no, podré traer de vuelta. No lo sé.
Justo ahora desconozco en qué parte del trayecto estoy, o si tiene un fin. Mucho menos sé si más encaminado halle, como muchos creen, esa ruta de vuelta. Pero en lo que sigo andando, he de dejarte saber que mucho del equipaje con que partí ya no pesa más. Mucho de él se me cayó sin quererlo en el camino. 
Entonces, entretanto, por favor léeme. 
Lee los poemas que hayan sobrevivido a la modernidad y a mis arranques. Algunos son de desamor, otros contra Dios, a quien no sé si llegaré a ver en esta travesía. Otros son a mi familia. Con suerte, aunque quizá nunca lo sepas, alguno podría ser para ti. Espero que en ellos halles todo lo que es ajeno a mí: El sentimiento de vacío, el dolor de una traición, el arrepentimiento. Ya nada de eso es mío, porque a donde voy no lo necesito, pero si lo encuentras útil, léelos y reléelos como hice yo en el intento de descifrar algo.
Por favor lee también los cuentos. Muchos de ellos son cuentos porque siempre sentí que la novela me quedaba grande. En ellos hay historias nada novedosas de amor y esperanza, algunas otras de desamparo e impotencia. Espero que al leerlos sientas un huequito en el estómago, preguntándote si quizá algunas páginas se perdieron. Es probable que no, y que con cierta malicia pícara ese sea precisamente el final que planeé, porque tanto como mi partida, los finales suelen ser inciertos. La finísima diferencia es que aún no sé si mi partida sea un final, ni podría decir que fue tan planeado como los de los cuentos.
De los pocos que queden, por favor lee mis ensayos, artículos o lo que se le parezca. No sé cuán diferente sea aquello de lo que haya opinado cuando yo ya no esté, pero el registro es interesante y divertido. Aunque no espero ser autoridad, y esto contradiga la premisa de que no deseo ser yo a quien se recuerde, el concepto de “discutir con el autor” me es fascinante. Por favor, léelos y ten por seguro que ellos en mi lugar, porque, recuerda, yo ya no estoy, estarán felices de discutir contigo. 
El punto de esta marcha en el que estoy es bastante frío y nebuloso. Aún no veo perros, ni ríos, ni puertas, y quizá pierda más adelante la fuerza para escribir algo más, así que esto cierra el momento. Este es el último texto dentro de la vida que escribí. Porque justo eso hice, o intenté. Te darás cuenta de que tengo vicios al redactar: En ocasiones algunas palabras se vieron cansadas de tanto ser usadas; la cohesión y la coherencia me odiaron múltiples veces. Pero las palabras fueron mi mayor regalo, uno que me fue dado y con el que quise ser un faro de...Algo que hubiera querido descubrir antes de irme.
Así que sí, escribí una vida lo mejor que pude. La escribí al vivirla, y es metáfora. Y escribí una vida para retratarla con todas sus bellezas y sus atrocidades, y es figurativo. 
Entonces, léeme. Por favor léeme. 
Aunque renegué de grandes como Homero o Cervantes, por favor léeme. Aunque abusé de la fe de quien tenía expectativas, así como de la fe de erratas, por favor léeme. Aunque mi macroestructura y mi microestructura se contradicen, por favor léeme.
Por favor, léeme, porque sospecho que no volveré, y quiero tener la certeza, o creer que la tengo, de que algo me mantendrá contigo si me pierdo en el rumbo que estoy tomando. 
Por favor léeme, y mantenme tan vivo como sea posible, aunque ya no lo esté.
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