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carlosfpipa · 3 years
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Bessy Gallardo: “Siempre esperé que hubiera una revuelta, por fin Chile pudo decir «estoy harto»”
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La candidata a un escaño del distrito 8 para la CC ahondó en CNN Chile sus propuestas e ideas para la nueva carta fundamental, no sin antes hacer una evaluación de cómo surge su candidatura y las implicancias del llamado estallido social. "La dignidad es el mayor valor de una Constitución", afirma.
Soy Bessy Gallardo Prado, candidata a convencional constituyente por el distrito 8. Este incluye las comunas de Maipú, Cerrillos, Estación Central, Pudahuel, Lampa, Colina, Til Til y Quilicura. Egresé de la carrera de Derecho en la Universidad de Las Américas. Soy madre de tres enanos pequeños, que tan pequeños no son si tienen 16, 14 y 12 años ya. Soy viuda, por cierto. Vivo en la comuna de Maipú, como cualquier persona normal.
Pertenezco a la comunidad LGBTIQ+: soy bisexual. Y llevo dos años de activismo en los derechos humanos. Primero fui vicepresidenta de Red Infancia Chile, ONG dedicada a la defensa y acompañamiento de familias víctimas de abuso sexual infantil. Participé ante el alto comisionado de la ONU para los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes; ahí expuse la situación de los niños del Sename. Además fui directora jurídica de Fundación Honra, donde nos dedicábamos a la prevención de la violencia en el pololeo.
Primero el partido Comunes me ofreció el cupo por el distrito 7, como precandidata. No resultó esa posibilidad y se me presenta la oportunidad de ser parte del Partido Progresista de Chile, en donde se me ofrece el cupo del distrito 8, el distrito donde yo vivo.
A mí me gusta el proyecto progresista, pese a que soy independiente, no tengo militancia por ningún partido. Pensé: bueno, como tengo que dar mis exámenes de grado en diciembre, no tengo tiempo para juntar las firmas como independiente sin apoyo de un partido político. Y como soy progresista, creo que Chile tiene que ser plurinacional, que las mujeres somos fundamentales en la conformación de la nueva Constitución, creo en las identidades de género, etcétera, dije, ya, vamos por el cupo del PRO.
El PRO abrió todas sus candidaturas de convencionales constituyentes a solamente gente independiente, sin militancia política. Ese fue un llamado del fundador, Marco Enríquez-Ominami.
Lo que llamó la atención del PRO por mi candidatura fue haberle dado una voz, desde la ciudadanía, a lo que llamaron estallido social -que yo no llamo estallido, lo llamo revuelta-. Haberle puesto un rostro. Porque estábamos en un momento en que nadie sabía para dónde iba ir esta cosa en octubre de 2019. Sabíamos que los estudiantes habían saltado los torniquetes y que empezaba la represión, pero no sabíamos pa’ dónde iba.
Y, por cierto, la primera persona que habló de Estado subsidiario en una hora en que nadie habla de Estado subsidiario. Y en un lenguaje en que todos los chilenos y chilenas podían entender, fui yo. La que le puso cara a decir “la carne molida es lo que más se compra a crédito”, fui yo.
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Entonces, dijeron “esta chiquilla representa las ideas progresistas, hay que invitarla”. Y yo nunca había sido ni siquiera candidata a la presidenta de curso. Mis hijos tuvieron harto que ver en eso. Me dijeron “oye, mamá, te vas a sentar ante todo Chile”. Es que me da un poco de pudor, nunca he visto las entrevistas que me hicieron del estallido social, entonces qué voy a hacer mirándome en un volante. “Ay, mamá, dale”. De ahí nace la candidatura también, de una inquietud de mis niños, de mis amigas, de mi pareja, de mi papá, que por cierto fue torturado. Entonces, no fue como subirse arriba del pony, fue una inquietud de la gente que me rodea.
Llevo 12 años en la calle. La primera vez que aparecí en televisión fue un 19 de junio, a propósito del día internacional a favor de los pederastas. Yo gritaba “Chile dice no a la pedofilia”, desde el útero. Fue reemocionante esa vez. Después salimos por el tema de John O’Reilly y después para el estallido social. Entonces, yo llevo muchos años en esto de estar con los pies en la calle. El año pasado logramos juntar un montón de zapatillas para un montón de niños del campamento Ferrocarril de Maipú. Entonces, tú a mí no me sacas de la calle ni amarrada.
A mí me gusta estar con la gente. Siempre esperé que hubiera una revuelta. Obviamente no con la cantidad de mutilados, muertos ni heridos, pero siempre esperé que Chile abriera los ojos. Para mí la revuelta significó muchas cosas. Significó que por fin Chile decía “estoy cansando, estoy harto”. Ese despertar de Chile es muy importante para mí, pensaba que era muy importante decir sin miedo.
Cuando yo dije “queremos nueva Constitución para Chile“, fue como “tenemos la oportunidad de cambiar todo”. O sea, esa frase no es mía, es de millones de personas. Yo solamente usé mi garganta para decirla, pero esa frase no es mía para nada. Fue una de las demandas de millones de personas que estaban en la calle. Por eso uno también tenía que ser responsable de saber leer qué era lo que quería la gente.
Hay una cuestión que salía mucho durante el estallido social: “hasta que la dignidad se haga costumbre”. Y la dignidad es el mayor valor de una Constitución. Es la columna vertebral de una Constitución. Sin la dignidad los derechos humanos no existen. Así de importante es. Porque da el valor de ser persona, la calidad de individuo de la especie humana.
Entonces, eso de “hasta que la dignidad se haga costumbre” no es un panfleto. La dignidad humana tiene que ser el gran bastión de la nueva Constitución, el manto protector de toda la Constitución. Toda la Constitución debe regirse por la dignidad, y esa es la pelea que vamos a dar en la convención.
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carlosfpipa · 3 years
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“Las Heridas” de Arelis Uribe: Una novelita lumpen
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La autora de "Quiltras" lanza su primera novela, una atravesada por la muerte de su padre, el fin de un amor y la vulnerabilidad de una vida precaria. En conversación con CNN Chile, la escritora advierte que aunque la obra gira en torno a sus recuerdos, "la memoria también es una forma de ficción".
“El artista crea desde el lugar de sus heridas”, dijo Patti Smith a Arelis Uribe a través de un poema, palabras que hicieron eco en la escritora chilena, autora del laureado volumen de cuentos Quiltras (Los Libros de la Mujer Rota, 2016).
La frase se volvería en un reflejo en el espejo, algo que mirara o no estaría allí. La muerte de su padre la forzaría a volcarse a la escritura como forma de palear el dolor. La artista crea desde el lugar de sus heridas.
Así nace la novela Las Heridas (Emecé, 2021), un libro que recoge recuerdos cruzados por la pérdida de su padre y la pérdida de un amor.
“Me fui por un hoyo negro profundo de escribir sobre mi infancia y eso se cruzó con otro duelo, que para poder seguir viviendo tuve que escribir una carta a una persona que quise mucho”, dice a CNN Chile a través de una videollamada mientras viaja en micro por la Panamericana desde San Bernardo a Santiago.
Vive en Nueva York, Estados Unidos, pero ha vuelto a Chile para presentar esta historia con tintes autobiográficos en la cual no la conocemos del todo, pero sí lo suficiente para compartir su pena. Son momentos tiernos, tristes, dolorosos y graciosos.
“Sentí que la vida era demasiado compleja como para encasillarla, que nada podía reducirse a blanco o negro, que era incapaz de juzgar”, se lee en sus páginas luego de descubrir un secreto de su papá cuando ya estaba grave en el hospital.
Su regreso al país que la vio nacer le permitió volver a ver a su abuela, uno de los tantos personajes de la novela y con quien sólo se puede sentir ternura. En su viaje al centro de Santiago esperaba volver a caminar por la Alameda, algo que dice añorar.
—¿Cuánto tiene Las Heridas de autobiográfico o de no ficción? —Qué divertido, porque no es mi biografía. Es una crónica autobiográfica, son momentos de mi vida que yo monté como una novela. Pero si alguien lee el libro no va a saber en qué año nací, por ejemplo. No es una ficha de Wikipedia, son historias autobiográficas que componen una novela.
Con Quiltras le pasó que había interés por saber cuánto de ella había en sus historias. En este caso, asegura que “el pacto con las personas que lo lean es decirles que todo lo que yo escribí en este libro siento que es verdad, que es cierto”.
Parte de eso que llama pacto viene de su formación de periodista, oficio cuyo principio rector debiera ser la verdad. “Eso en realidad no existe porque la memoria es mímesis, la escritura es mímesis, la fotografía es mímesis, el periodismo es mímesis”, afirma.
Y el tiempo es uno de los factores más difíciles de enfrentar cuando uno plasma lo vivido. Con risas, Arelis recuerda una frase: “tiempo + tragedia = comedia“.
“Hay muchas cosas que están puestas ahí que ya me dan risa, porque son difíciles pero con el paso del tiempo cambia la perspectiva y por lo tanto también podría cambiar la versión de los hechos. En realidad todo es muy frágil y el libro es mi promesa de la no ficción, pero la memoria también es una forma de ficción“, dice.
Pero como mostrar las cicatrices puede revelar un hecho doloroso del pasado, siempre puede estar el pudor de contar cosas tan íntimas. “Hay una fuerza en la vulnerabilidad”, fue lo que eclipsó ese pudor, algo que afirma convirtió en su sello.
Vulnerabilidad.
En momentos en que las autoridades ocupan tan livianamente el calificativo “vulnerable” para definir a un grupo indeterminado y desconocido, la escritora busca sacar algo en limpio. Más que una lección, un aprendizaje. El echarle pa’lante de nuestros tatas, de nuestras viejitas. La vida sigue mañana.
“Siempre utilizo experiencias muy cercanas y en este caso es lo más cercano que tengo, es mi piel directa; mi familia. He tenido el cuidado de abrir siempre estas cosas a mi familia. El otro día le leí un extracto a mi abuela“, dice entre risas. “Ella sabe, yo a veces la he entrevistado, siempre le he preguntado muchas cosas, porque quería saber de mi familia”.
En su regreso al centro de Santiago espera pasar a arreglar su computador, ir al dentista, almorzar con una amiga, pasear por la Alameda y volver a San Bernardo.
—¿Seguimos siendo un pueblo al sur de Estados Unidos? —He pensado mucho en el colonialismo estando allá. Pensaba partir en por qué hablo español cuando llegué a Estados Unidos empecé a aprender inglés y ahora hablo, que era algo que antes no hacía. Y me di cuenta que intentaba resistir en el español, hasta que me di cuenta que el español y el inglés son dos lenguas europeas. Entonces dije por qué si vivo en América Latina, un continente que no es Europa, hablo lenguas europeas. Y tengo la piel morena. Y sé que tengo una bisabuela mapuche. Y que mi abuela materna tiene ascendencia afro. Entonces, me hizo pensar mucho en el colonialismo de la lengua.
Pero más allá de los rollos que podamos sacarle a Las Heridas, es la experiencia de una mujer en Chile viviendo lo que llamamos democracia. Lo que llamaron desarrollo o progreso. Pero eran aún los dos mil y tenía que vivir de allegada. “Después del estallido hay campamentos nuevos. Gente que se construye una casa con deshechos. Eso es un campamento y en Chile hay campamentos nuevos”, afirma con rabia mientras se baja de la micro.
“Estoy segura que en este país no soy la única persona a la que le ha pasado eso“, dice sobre una de todas las cosas que cuenta en Las Heridas, pero fácilmente pueden ser todas las cosas que ocurren en el libro.
Por segundos, el dejar atrás el wifi de la micro pausa su imagen, según explica al volver a estar en vivo.
— Tú calificaste este libro como una novelita lumpen. ¿Desde dónde quieres plantearte para expresar las problemáticas políticas y sociales que reflejas? —No es que me lo plantee, me atraviesa. Vivo en este país y vengo de una familia trabajadora. Padezco este país, también. Desde ahí hablo. Pero dije que era una novelita lumpen por el libro de Roberto Bolaño, que tiene un título increíble. Y siento que este libro es una novelita lumpen porque es muy breve y me he sentido lumpen en algunos momentos de mi vida. Y también por hacerle el guiño a Bolaño, porque aunque no me guste mucho ese libro, sí me han gustado otras cosas que ha escrito y ha sido inspirador leerlo.
—¿Quiénes deberían leer Las Heridas? —Alguien que tenga ganas de leer y disfrutar de la escritura y lectura un rato. Porque me han dicho que se lee como en una hora. Y me demoré tres años en escribirlo —dice entre risas— Si en vez de ver una película o ver un capítulo de serie quiere leer un libro, puede leer Las Heridas.
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carlosfpipa · 3 years
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Wilfredo Bacián, el candidato quechua que busca el pleno reconocimiento constitucional de su pueblo
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Optando a ocupar el único cupo quechua para la Convención Constitucional, el presidente de su comunidad en Quipisca conversó con CNN Chile para profundizar en las problemáticas que hoy cruza su pueblo y sus propuestas para una nueva carta magna.
De sus 45 años de vida, Wilfredo Bacián ha destinado al menos 15 en dirigencias de comunidades indígenas. Como miembro del pueblo quechua, hoy preside la Comunidad Indígena Quechua de Quipisca, en la Región de Tarapacá, con un foco principal en implementar un plan de desarrollo en la zona basada en la identidad cultural de su pueblo nación.
Resguardar esa herencia cultural es uno de sus principales motores para ser hoy candidato a la Convención Constitucional por el único escaño reservado para los quechua, un pueblo que afirma “se ha visibilizado poco” en la discusión sobre las primeras naciones que habitaron este territorio.
“Siempre en el norte identifican a los aymara o a los atacameños, pero poco se habla del pueblo quechua. Eso tiene también una razón, que es que los procesos de chilenización que se vivieron en su momento y también producto de la responsabilidad de la academia que cuando se puso a escribir del norte de Chile identificó sólo un pueblo e invisibilizó al pueblo quechua“, comenta a CNN Chile.
Asimismo, cuestiona el rol que ha tenido el Estado en la reivindicación de los distintos pueblos, generando más políticas para aquellos que tienen una mayor población.
“Vemos que la unidad de pueblos es el camino que hoy tenemos que tomar para revertir todas estas situaciones, esta invisibilización, el desarraigo cultural que le ha tocado vivir a nuestros hermanos y hermanas, producto de la discriminación que se generó en su momento, donde tuvieron que ocultar su cultura para no heredar esa discriminación a las nuevas generaciones. Y hoy estamos en ese reencuentro”.
Recuperando la identidad cultural
Actualmente la comunidad quechua que preside Wilfredo se mantiene en coordinación con otras de la Región de Antofagasta. Pero no sólo se limita al territorio chileno, tal y como lo era su pueblo antes de la colonización española.
“Tenemos un hermanamiento con personas quechua de Cusco, por ejemplo. Incluso algunos de ellos han venido y han trabajado con nosotros en temas de fortalecer la cultura, nuestra identidad y cosmovisión como pueblo”, comenta el candidato a convencional.
De esas interacciones ha podido ver cómo un pueblo logra mantener su identidad cultural. “Hoy vemos comunidades que todavía conservan la lengua, un elemento principal para revitalizar la cultura de un pueblo. Hay que reconocer ese trabajo que han creado, y es lo que nosotros tenemos como desafío”.
En ese sentido, junto a la comunidad que preside han impulsado distintas formas de mostrar su cultura y al mismo tiempo quedarse con los beneficios económicos que el turismo genera. Esto, pues afirma que no realizan el turismo clásico, sino “turismo indígena”.
“El turismo es una forma de aportar al desarrollo de los territorios, pero este tiene que ser impulsado por las propias comunidades indígenas, y que sean ellas las que definan cómo hacerlo. Por eso no hablamos sólo de turismo, sino de turismo indígena, un concepto diferenciador de lo que hoy se desarrolla”, aseguró.
Tomando como ejemplo San Pedro de Atacama, una ciudad que durante la pandemia ha vivido la complejidad de quedarse completamente sin su único ingreso económico, Wilfredo señala que ese es “el mal ejemplo de turismo” que quiere evitar replicar. “Si uno va a San Pedro, quienes hacen turismo principalmente son empresas extranjeras, ajenas al territorio”, señaló.
“El turismo indígena también puede ser una oportunidad de protección del territorio, del patrimonio. Porque si lo hacemos nosotros, los propios indígenas, vamos a ser quienes le vamos a poner más corazón al momento de cuidarlo“, añadió.
Quechua en la nueva Constitución
“Como pueblo quechua aspiramos a un reconocimiento constitucional pleno y efectivo. Que este reconocimiento sea real, que sea un Estado plurinacional donde se reconozcan efectivamente a los pueblos naciones originarias que habitaron estos territorios, mucho antes de establecer los Estados”, aseguró el candidato.
Además, apuntó que este reconocimiento constitucional no tiene que ser “un cliché o adorno”, sino estar acompañado con la autodeterminación de los mismos pueblos, “para que puedan determinar y decidir sobre sus propias prioridades de desarrollo, que ellos definan qué es lo que quieren en el contexto de su forma de vida, y no que el Estado sea paternalista, que piense y diga lo que los pueblos tienen que hacer, como sucede ahora”.
El derecho al agua y a la territorialidad son algunos de los que Wilfredo mencionó fueron “quitados”, los que por sobre todo son “elementos fundamentales para la supervivencia de los pueblos originarios”. En ese sentido, el candidato subrayó la importancia que para el pueblo quechua tiene lo que llamamos naturaleza, pero que ellos nombraron Pachamama.
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carlosfpipa · 4 years
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“Vacío temporal”: El carrete, las drogas y la vulnerabilidad de Carla Vargas
En su primera obra, la escritora de 25 años exploró, sin prever lo que vendría, un momento de pausa en la vida de una joven, aislándose en Machalí, en casa de sus padres, como una forma de alejarse de la saturación capitalina y sus experiencias tóxicas.
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En medio de un confinamiento forzado debido al coronavirus, resulta casi profético el aislamiento que tomó la personaje principal de Vacío temporal, la primera novela de Carla Vargas (25). La joven periodista regresa a Machalí para alejarse de la capital y sus excesos, en una transición que la ayudará a develar qué había detrás de esos carretes y el sexo casual.
La protagonista no tiene identidad, algo que la misma autora reconoce como algo que siempre se planeó así y que incluso torció sus intentos por nombrarla. Esto, aseguró a CNN Chile, debido a que las experiencias narradas pertenecen a varias mujeres.
Y si bien cuando comenzó a escribirla en 2018 aún no se experimentaban las cuarentenas que hoy ya son parte de la normalidad, el encierro que vive esta joven sí responde a una medida de protección, pero de la saturación de la capital y su réplica virtual en Internet.
Escribir, publicar y seguir publicando
“Mi expectativa era publicar la novela y después seguir publicando. Y que le fuera bien, ojalá. Pero tampoco tenía mayor expectativa. O sea, como le ha ido ahora superó todas mis expectativas”, dice Carla.
La escritura es algo que siempre ha estado en su vida de una u otra manera. Mediante agendas, cuadernos o notas en el celular, el impulso de pasar a palabra lo observado, asegura, siempre estuvo.
Fue así como, tras viajar desde Machalí a Santiago, durante su vida universitaria recogió relatos y experiencias sobre el carrete, un ritual marcado por distintos pasos que llevan a lo opuesto de una vivencia memorable: el olvido. A lo largo de la obra, notamos que son aquellos espacios de tiempo que no recuerda los que parecen reflejar una necesidad de no estar presente.
Sin embargo, la aproximación de Carla a su historia deja de lado juicios morales y da cuenta de los hechos: “Si lees la contraportada… al leer eso, se puede sentir como un libro de autoayuda, o de superación, o que al final ella se recupera, o volverse religiosa… no sé. Y no quería que fuera así en ninguna parte. No quería que la novela tuviera un discurso moral sobre el alcohol y las drogas, más que nada era narrar, describir hechos“.
Mujeres chatas del mundo machista
Pero el alcohol y las drogas que deja atrás la protagonista son sólo el punto de partida para el tema que realmente quería exponer la autora: cómo se relacionan las mujeres y los hombres en un mundo machista.
“Una crítica relevante son las relaciones con los hombres que ella tiene. O con el sexo igual. Hay algo en mostrar eso y, que lo hace a lo largo de toda la novela, sobre cómo ella se siente vulnerada por los hombres“, asegura.
Por ello vemos cómo la protagonista se toma una pausa que además de alejarla del carrete o las redes sociales, le permite hacer un recuento de la mal llamada “vida amorosa” que ha tenido, con encuentros esporádicos donde los sujetos aparecen más bien como un medio para satisfacer una necesidad, nunca con compromisos que trascendieran la relación.
En ese sentido, hay un peso que la protagonista se echa encima al adoptar los modos de vida que se le presentan, yugo que eventualmente se revienta y la obliga a alejarse de Santiago.
“Si en este mundo todo está corrompido, estaremos corrompidas nosotras también“, es la cita que lleva el inicio de Vacío Temporal y que corresponde a la cinta Las margaritas (1966), de Vera Chytilová. Esa conclusión a la que llegan las protagonistas de la obra checoslovaca subraya la obra completa de Carla Vargas.
El contrataque de la mujer centennial
La representación generacional es algo que no aborda explícitamente la obra, pero sí mirándola de reojo. No sólo en las fiestas y carretes que terminan en apagar tele, sino también en los hábitos que hemos adoptado con el uso de los celulares táctiles.
Durante una conversación con el padre de la protagonista, él le pregunta si es que ha leído el Tao Te Ching, texto que origina el taoismo. Sin embargo, ella aún no lo había revisado. Libros como este, señala la joven, la hacen sentir como “una persona de mierda en una época de mierda”.
“Estaba aburrida de esa vida de mierda, que ella mencionaba. O esa época de mierda, como de saturación de todos. De redes sociales, de Internet. Te metes a Internet y es todo, todo, todo. Sobresaturado“, comenta la escritora.
La veloz vida que llevaba la protagonista dejaba poco para la memoria, todo pasando rápidamente sin tener reflexiones al respecto. O al menos no hasta que se alejó de la capital. “Escapa de Santiago un poco de eso, no sólo de sí misma, de las drogas y alcohol, y lo que le pasaba en Santiago, sino también de esa vida de exceso“, añade Carla.
Así, una revisión de historias en Instagram se convierte en un acto del cual no obtiene placer, sino sólo sus críticas y aquello que no le gusta y el no saber si quiera por qué las ve.
Esto, sumado a la admiración que siente de autoras de épocas anteriores, con las que sostiene conversaciones y debates, son un reflejo del desapego que siente del presente que vive y que finalmente trascienden a la relación que ella misma siente con respecto a su cuerpo y respecto al otro. Y en ese vaivén de emociones juveniles, claro, es más fácil mandar todo al carajo y volver al origen, pedir una pausa.
Nota publicada el 1 de octubre de 2020
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carlosfpipa · 4 years
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“Manejo integral de residuos”, el libro de poesía que retrata el mundo íntimo del recolector de basura chileno
A través de 64 páginas, el joven escritor Nicolás Meneses registra y dignifica la cotidianeidad de una de las pegas más ingratas de nuestra sociedad. "No por tener pésimas condiciones laborales ellos se entregan a esta humillación múltiple, ellos resisten. Esa resistencia se da a través del humor", cuenta en conversación con CNN Chile.
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En noviembre de 2019, a un mes del estallido social, cuatro federaciones de recolectores de basura comenzaron una paralización indefinida con demandas que parecían mínimas para el trabajo del siglo XXI: derecho a un baño y a un lugar donde comer.
Los trabajadores de 42 comunas de la Región Metropolitana acordaron detener sus labores hasta que el Gobierno diera “su brazo a torcer” ante su petitorio.
“Los principales puntos son AFP; regularización de las licitaciones públicas; que cumplan con el piso solicitado para los sueldos; bono gobierno que han sido un robo todos estos años, nos han robado la plata, porque empezó en $170 mil y vamos en $89 mil”, dijo Nehemías González, presidente de la Federación Nacional de Recolectores de Residuos Domiciliarios.
A estas demandas sumaban la de considerar el trabajo de recolector de basura como trabajo pesado, no sólo porque era su realidad, sino que también les permitiría jubilarse antes.
Sin ánimos de denuncia, pero sí de dar cuenta de una realidad, Nicolás Meneses (Buin, 1992) desarrolló su obra Manejo integral de residuos, un poemario que narra el mundo íntimo y más cercano del recolector de basura, así como también la forma en que se desenvuelven como colectivo.
“Converso mucho con trabajadores y siento que hay un lenguaje común en el trabajador chileno: el tema de la oralidad y del humor, y cómo este humor va abriendo cosas raras en el lenguaje”, explicó Meneses sobre el libro, el cual venía trabajando desde 2013.
Y sus versos dan cuenta de ello: “Regresan a destiempo a la central:/ cuerpos apiñados en la cabina/ compañeros chistosos te tiran p’arriba/ como la máquina de los peluches”.
Bajo la óptica del escritor, la visualidad y la contradicción en las frases que los trabajadores generan con total soltura son en sí mismos un fenómeno literario.
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“Gran parte de la comunicación del trabajador chileno es así, abre muchas grietas en el lenguaje. O sea, el lenguaje siempre es cliché y forma hecha, y los tipos crean otra cosa, y siempre me ha impresionado eso”, comentó el escritor.
De esta forma, la crueldad en el humor logra hacer frente a la crueldad de la vida misma, una en que nuestros defectos son relevados a un punto de risa entre nuestros pares. Pero lejos de convertirse en una burla que aísla, la broma te hace parte del colectivo.
El viejo es un plato ¡compadre se lo juro! todas las semanas atropella a un perro. Justo ayer íbamos detrás del camión entrando a un condominio y atravesó un caniche ¡lo mató de un solo pencazo! En la planta le pusimos “El Patrón del Mal”. Ahora anda más lentito pero yo creo que por dentro está todo machucado.
A lo largo de las 60 páginas de poesía, Nicolás transita así como el camión lo hace por los pasajes de los tantos barrios de la capital, tantos y tan similares que a veces parecieran ser uno solo.
“Hacer un contacto vital con esa experiencia me parecía importante. También cómo explorar su lenguaje, cómo sobrellevan esto. Porque tampoco es que yo piense que por tener pésimas condiciones laborales ellos se entregan a esta humillación múltiple, siento que ellos resisten. Esa resistencia se da a través del humor“, concluyó Nicolás Meneses.
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carlosfpipa · 5 years
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Félix Vega y su fantasía mapuche (o lo que pudo ser del milenario pueblo)
El historietista chileno publicó “Duam: La piedra de luz”, una novela gráfica que deslumbra con una reversión de la cosmovisión mapuche, en los ojos de una machi que desafía, inocentemente, el orden de la naturaleza. Además, el artista adelantó detalles de su próxima novela junto a Francisco Ortega sobre la vida de Pinochet.
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Félix Vega Encina, historietista chileno de 48 años, se encontraba en España cuando se dio cuenta que echaba de menos la tierra que lo vio nacer.
“Yo vivía en Barcelona y obviamente terminamos por osmosis aprendiendo catalán, que se habla más que el castellano allá. Y siempre me llamó la atención el mapudungún”, dijo el también autor de Juan Buscamares, una fantasía distópica que posicionó al artista nacional a mercados como el francés, español, estadounidense, entre otros.
La nostalgia por un “territorio milenario” dio origen a Duam: La piedra de luz (Planeta, 2019), cuyo personaje homónimo es una machi con poderes que desafían las normas de la magia y la naturaleza, en un mundo de fantasía que reimagina la mitología del pueblo mapuche.
Si bien este trabajo primero fue publicado en Francia en 2010, la edición que conocemos este 2019 cuenta con un prólogo y un epílogo nuevo. Y según el mismo Félix contó, ha tenido una buena recepción.
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“Le ha gustado a gente como Pedro Cayuqueo, dijo que encontró que yo tomaba la cultura mapuche con mucho respeto para reversionarla, y eso para mí fue una tranquilidad”, comentó.
Félix es hijo del dibujante del primer Mampato, Oskar Vega, emblemático pintor acuarelista, historietista e ilustrador chileno. A fines de 2018, Editorial Planeta publicó la reedición de su primer volumen Los increíbles viajes de Mampato. Y a pesar que la tradición historietista se haya pasado de Oskar a Félix, junto a su pareja de hace décadas han decidido no tener hijos para dedicarle tiempo completo a sus oficios.
Y es que dedicarle la vida al arte gráfico, como el que Félix demuestra con calidad en Duam: La piedra de luz, requiere de tiempo, sin contar lo reciente de la industria que se ha generado.
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“Allá (Europa) hay una industria más consolidada que acá. Llevamos mucho tiempo -yo desde mediados de los 80 que estoy publicando en Chile-, y siempre ha sido una travesía por el desierto”, explicó.
Con todo, aseguró que el panorama actual luce auspicioso. Librerías mainstream que exhiben cómics o novelas gráficas, o editoriales “grandes” que toman estos trabajos y los publican, son ejemplo de ello.
Fantasía mapuche (o lo que pudo ser del milenario pueblo)
“¿Cómo te atreves a jugar así con la vida y la muerte?”, dijo el “demonio” al doctor Víctor Frankenstein en el clásico de Mary Shelley, frase que Félix sumó como epígrafe en Duam: La piedra de luz, y que refleja fielmente el viaje de la joven machi.
“Yo tomo estos mitos pero los transformo, y eso era parte de la apuesta”, comentó Vega. Y eso es efectivamente lo que vemos: Pillán y KayKay Vilu, brujos y machis, humano y naturaleza, vida y muerte; todo eso plasmado en 121 páginas de arte gráfico.
De niña, Duam era intrépida, sin miedos, con viajes propios fuera del orden del Consejo Machi. Un día perdió a Kuri, su pequeño y peludo amigo de seis patas.
Tras un largo viaje, la pequeña encontró lo que buscaba: la piedra de luz, una poderosa roca caída desde el cielo en tiempos previos a dioses y humanos. Con ella, sería capaz de romper las reglas de la naturaleza y podría traer de regreso a Kuri.
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Sin embargo, el preciado artefacto era resguardado por una deidad, la que sorprendida por el valor de la machi decidió permitirle tomarla; esto, a cambio de algo, algo que sólo el tiempo le diría qué fue.
Ya con la piedra de luz, Duam pudo traer de vuelta a su pequeño amigo. Sin embargo, darle vida a quien ya ha muerto no lo regresa tal y como se fue, y el calor que irradia la vida deja de sentirse.
En 2018, cuando Black Panther llegó a los cines de gran parte de África, muchos señalaron, con entusiasmo, que eso pudo ser su continente sin el imperialismo europeo. Pues bien, algo de eso ocurre al leer el trabajo de Félix.
Biografía de Pinochet (o el Macbeth chileno)
Actualmente Félix se encuentra trabajando junto a Francisco Ortega, autor de Logia, Dioses chilenos y Mocha Dick: La leyenda de la ballena blanca, en una novela gráfica que busca abarcar toda la vida de Augusto Pinochet, con las intimidades que eso implica.
“Obviamente no es ciencia ficción, tampoco va a ser una novela gráfica histórica rigurosa, sino que nos tomamos ciertas licencias de género. Vamos a transitar un poquito el fantástico o el terror”, adelantó el historietista.
Tomando como base la historia del país, el trabajo de Ortega y Vega busca darle drama y delirio a la figura de Augusto Pinochet. “Es un personaje shakesperiano. Es nuestro Macbeth, con su Lady Macbeth. Entonces, realmente da para mucho. Nos interesa meternos en esas honduras y ver qué sale de eso”.
Si bien aún no tienen fecha para su publicación, el artista gráfico aseguró que será pronto. “Ahí vamos a ver qué reacciones trae eso”, comentó entre risas.
Entrevista publicada el  04.07.2019
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carlosfpipa · 5 years
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Atardecer en Maipú, otoño 2019.
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carlosfpipa · 5 years
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Amanda Teillery, escritora: “Una se pregunta qué hacer con sus privilegios, es como «¿qué se espera de mí?»”
"La buena educación" es el título de la primera novela de la joven escritora de 24 años, una obra que critica la forma en que la clase acomodada aborda el tema del aborto; el cual se practica, pero nunca se menciona. “La educación sexual es súper acotada y enseña todo con severidad, hablan siempre de prevención y un poco meter miedo”, cuenta en conversación con CNN Chile.
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Amanda Teillery, escritora de 24 años, se abre paso entre un grupo de estudiantes, quienes acaban de salir del colegio La Maisonnetteubicado a algunas cuadras. Es pasado el mediodía y el panorama de Vitacura incluye vehículos, apoderados y alumnas.
En 2018 publicó ¿Cuánto viven los perros? (Emecé Cruz), un libro de cuentos en el que abordó historias de jóvenes y adultos de la clase alta de nuestro país, aquellos que llamaríamos cuicos. O cuicas, pues la escritora enfrenta la ficción desde la mirada de la mujer y el rol que juega en su círculo social.
Similar a la serie de cuentos, en 2019 publicó La buena educación (Emecé Editores), su primera novela. En esta, la autora centra su narración en dos jóvenes colegiales: Sofía y Rosario, dos niñas que han recibido, supuestamente, la mejor educación del país, algo que se verá interrumpido por el inevitable choque con la realidad.
“Es la historia de dos amigas de un colegio católico, que se han separado a lo largo del tiempo y que se vuelven a reunir porque una va a abortar”, explica Teillery sobre su primera novela.
A pesar que Amanda habla directamente del aborto que se realiza una de las estudiantes, La buena educación no contiene ni una sola vez la palabra. No se menciona, así como en la vida de Sofía y Rosario jamás se debe mencionar, pues eso lo haría real.
Educación católica: el pecado del sexo
Caminando por Luis Pasteur (una calle que, a medida que te alejas de los locales comerciales, deja de tener peatones), Amanda comenta una crítica a su novela que apareció esta mañana en Las Últimas Noticias, la que recibe con tranquilidad.
Así como la escritora, las personajes de la novela forman su juventud en un ambiente monogenérico, religioso y lleno de normas socialesque deben ser seguidas.
—¿Cuánto incide en sus vidas el hecho que sea un colegio católico? —Importa, pero también va de la mano con que se trata de un colegio privado y sólo mujeres. Entonces, es la combinación de tres cargas de culpa. Se le implanta la culpa desde muy chicas; pero no solo la culpa católica, sino también la culpa de ser mujer, de tener trancas, o aprehensiones o reprimirse. También todo el tema de cómo limita la sexualidad, y el desarrollarse y conocerse.
“Un recuerdo: el sexo es malo. Mejor dicho, no existe. Por lo menos para Sofía y las demás niñas de su edad. Eso es lo les han dicho: el sexo es de los otros, no de ellas”, se lee al inicio de un capítulo de la primera novela de Teillery.
En ese sentido, lo que Amanda conoció fuera de la ficción es que “la educación sexual es súper acotada y enseña todo con severidad, hablan siempre de prevención y un poco meter miedo, más que de verdad conocerse o descubrirse”.
La niña de clase alta y de izquierda
Si bien en el texto seguimos la historia de Sofía y Rosario, la perspectiva de esta se restringe, en su mayor parte, a la primera.
—¿Cuánto de ti hay en Sofía? —Hay harto de mí, pero también hay harto de otras personas que conozco. Los dos personajes principales son como un amalgama de personas que he conocido. (…)Si tuviera que separar diría que hay más de mí en Sofía que en Rosario. Ella es más como la visión que tengo de otras personas.
Sofía es una niña de la clase alta que poco y nada conoce del centro de Santiago, aunque ya ha visto parte de Europa en sus viajes de colegio. Su madre, una mujer que cortó su carrera profesional por asumir los cuidados de los hijos y el hogar, casada con un hombre que no se menciona más que como un sujeto ajeno.
—¿Cómo es la clase alta que conoces? —Hay un tema de apariencias y de autorepresión por esas apariencias, por mantener un status, una identidad falsa.
Amanda no conoce la generación de su padre o madre, al menos no tanto como la suya; los millennials del sector oriente de la capital, a ellos sí los ha leído y ha retratado.
A partir de sus realidades aisladas, las personajes no tienen discusión alguna sobre temas de política. Sin embargo, la escritora señala que el acceso a redes sociales de su generación les permitió tener mayor conciencia y crítica sobre sus privilegios.
“Puedo admitir que la nuestra es una izquierda privilegiada, y hay algo de culpa en eso”, dice Amanda. La escritora asegura que la universidad fue clave en el darse cuenta de aquello. “Una se pregunta qué hacer con sus privilegios, pero al mismo tiempo se siente hipócrita… es como ‘¿qué se espera de mí?’”.
Educación de calidad: patriarcal y monogenérica
Si bien esta novela no cuenta no personajes masculinos principales ni secundarios, las normas que rigen las vidas de cada una de las niñas del colegio católico son más bien patriarcales.
La buena educación se gestó en distintos momentos a lo largo de tres años, en los cuales Amanda desarrolló la historia al mismo tiempo que avanzaba en sus estudios universitarios. Al mismo tiempo, el movimiento feminista se tomaba las calles del país.
Si bien para 2018 el texto ya estaba terminado, el momento más alto del movimiento “sí puede influenciar en la vida posterior del libro, dialoga mejor con la época en que nació”.
Asimismo, en la novela se nos expone una versión peligrosa de que un colegio sea monogenérico, pues no sólo limita la sexualidad a un sistema binario, sino que además limita el entendimiento de las relaciones interpersonales entre distintos géneros.
“No deberían existir los colegios monogenéricos, porque se crea un microsistema que no es el verdadero, con vicios que hace que no se prepare a los alumnos para el mundo real. Y también perpetúa códigos binarios de ‘acá van los hombres, acá van las mujeres’”, dice Amanda.
—¿Sobre qué te gustaría que La buena educación generara debate? —La experiencia femenina y cómo no nos damos cuenta de que nosotras mismas fomentamos ciertos machismos, nos quitamos nuestras propias experiencias, muy personales, -sobre todo en la adolescencia- y las vuelven un bien público, y las otras compañeras o amigas no te ayudan, sino que se unen al circo.
nota publicada el  02.06.2019
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carlosfpipa · 5 years
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Cómo un alumno enfrenta una crisis: Hablan estudiantes de la FAU tras su protesta contra la explotación
Desde el Centro de Estudiantes de Arquitectura de la U. de Chile comentaron los inesperados efectos que tuvo la manifestación, en la que planteaban su preocupación por el exceso de carga académica que se ha generado tras el cambio de malla.
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El jueves 18 de abril pasado un grupo de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile (FAU) realizó una manifestación en contra del exceso de carga académica, que en algunos casos ha derivado en problemas de salud.
La protesta generó una polémica en redes sociales: mientras unos criticaban a quienes no querían hacer “sacrificios” y los calificaron de “blandengues”, otros apoyaron a los y las estudiantes y criticaron la normalización de la “explotación”.
El jefe de la carrera de Arquitectura, Juan Pablo Urrutia, expresó su apoyo a la manifestación a través de su cuenta de Twitter, y señaló que “es efectivo que los estudiantes sufren una sobrecarga académica, como la sufrimos muchos, pero en otros tiempos, donde incluso la práctica de la humillación era aceptada“.
Desde el Centro de Estudiantes de Arquitectura señalaron que parte del problema podría relacionarse a la nueva malla implementada hace 4 años, la cual se planteó como una forma de equilibrar las horas directas e indirectas de cada ramo.
“Pasando cuatro años de su implementación, recién este año se logró ganar un fondo para evaluar esta malla, porque obviamente hay errores y hoy en día se ve reflejado en la salud mental de los estudiantes“, dijo Chiara Consigliere, miembro del Centro de Estudiantes.
Los efectos en la salud mental de los jóvenes habría sido lo que gatilló la manifestación, luego que algunos de ellos generaran preocupación en sus compañeros.
—Primero era un poco “secreto a voces”, pero después salió en la página El hombro FAU, por ejemplo, y también desde los estudiantes. Luego nosotros comenzamos a trabajar con dirección, porque el año pasado logramos ganarnos una semana de receso, que es la conocida “semana anti-suicidio”.
Pero al avanzar este semestre de 2019 se enteraron que esa semana ya no serían 5 días, sino 3. Esto, pues la paralización de los días 7 y 8 de marzo, en el contexto del 8M, no serían recuperadas de otra manera.
—Planteamos la idea de hacer esta manifestación pacífica. Ahora, fuimos criticados igual por la connotación “pacífica”, porque a veces muchos estudiantes creen necesaria la violencia para lograr las cosas. Nosotros planteamos que los recursos para presionar hay que ocuparlos cuando hay que presionar, y nosotros ahora estamos con muy buen diálogo con dirección.
De hecho, parte de esa buena relación ya se habría concretado tras recuperar los 2 días de esa “semana anti-suicidio”.
De las 8 de la mañana a las 8 de la noche
En la Facultad de Arquitectura cuentan con una psicóloga, quien debe atender a hasta estudiantes. Es por eso que la universidad también cuenta con un convenio con el Servicio Médico y Dental a los Alumnos (Semda), gracias al cual los estudiantes pueden contar con su asistencia psicológica.
—Sabemos que la carrera que más utiliza el servicio de psicología en el Semda es Arquitectura. La psicóloga de la facultad está colapsada, dentro de estas semanas han ido cursos enteros a pedir hora y obviamente no da abasto.
—¿Y en el Semda?
—Al parecer están colapsadas las horas.
Ejemplo de esto son las confesiones que recoge la cuenta de Instagram antes mencionada: El hombro de la FAU.
En esta, los y las estudiantes cuentan sus problemas y denuncian las situaciones por las que han debido pasar en su semestre académico.
—¿Podrías decir que el sacrificio de repente pasa a convertirse en explotación?
—Es difícil caer en mi juicio propio, no hablaría de la realidad. Lo que sí podemos ver es que sí hay un problema; existe la libertad de cátedra, que es algo bueno, pero también se puede convertir en algo complicado. Genera que en un mismo ramo y distintos profesores la carga pueda cambiar abruptamente.
—Y en horas, ¿más o menos cuánto destina un estudiante a la carrera en la semana?
—Están las horas directas y las indirectas, y cada ramo tiene las suyas. Lo que pasa con esta malla nueva es que no hay una relación de que los ramos estén cumpliendo realmente con eso. Hay ramos que dicen que yo debería pasar 4 horas y media en clases con el profesor al frente, y no tenga que tener horas indirectas, como tareas. Pero no es así; tenemos las 4 horas y media y nos mandan un ensayo, por ejemplo.
En su caso, Chiara comentó que llega a las 8 de la mañana a la universidad y se va a las 8 de la noche, teniendo solo una tarde libre. Un trabajo extenso que implique, por ejemplo, una reunión en grupo, acabaría con ese día de descanso.
Problema histórico
Similar a lo explicado por el jefe de carrera, Chiara comentó que saben que esta situación no es nueva, pero que era necesario plantear esta problemática.
“La idea nuestra era poner el tema sobre la mesa“, dijo.
Pero en muchos casos, la supuesta tradición de una carrera que pone a prueba a los estudiantes derivó en las críticas que aparecieron en redes sociales, las que desde el Centro de Estudiantes reciben sin mayores problemas.
“Habla de la poca conciencia que tiene la gente sobre lo que significa estudiar esta carrera. También habla de cómo hemos normalizado la explotación en los estudios“, aseguró.
nota publicada  23.04.2019
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carlosfpipa · 5 years
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Tres hermanes, Maipú.
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carlosfpipa · 5 years
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Noche, Parque de Los Reyes.
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carlosfpipa · 5 years
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La escena íntima entre Gusano Gris y Missandei demuestra por qué GoT cambia el paradigma del sexo falocéntrico
La popular serie de HBO nos ha planteado más de un personaje que rompe el estereotipo y presenta sus matices. La relación entre el líder del ejército de los Inmaculados y la consejera de Daenerys es un ejemplo de cómo el acto sexual no siempre está relacionado con lo que para muchos es fundamental: el pene.
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“Oh, Jake. ¡Podríamos haberlo pasado tan bien juntos!”, dice Brett Ashley hacia el final de Fiesta (The sun also rises, 1926), una de las primeras novelas importantes de Ernest Hemingway.
“Sí. No está nada de mal pensarlo, ¿verdad?”, responde Jake Barnes, un periodista estadounidense que Hemingway plantea como una masculinidad destruida tras la guerra mundial, representada en la incapacidad sexual de un hombre, usada como una herida de batalla.
Para Brett Ashley, enfermera que conoció a Jake durante la I Guerra Mundial, Jake siempre será un hombre de segunda clase, un amigo que no podría entregarle lo que en el mundo de Hemingway es fundamental para una mujer: un pene funcional.
Eso, claro está, en el Estados Unidos de principios del siglo XX.
En 2017, HBO transmitió el segundo capítulo de la séptima temporada de Game of Thrones, titulado “Stormborn”, en referencia a Daenerys Targaryen. En este, Gusano Gris y Missandei tienen un encuentro sexual que remece el concepto que trató Hemingway años antes.
El romance de ambos ha sido lo más parecido al amor en una serie coreana, en la que las miradas cómplices limitan el espectro de posibilidades de una pareja.
Pero el detalle relevante es la forma en que Bryan Cogman y Mark Mylod, escritor y director del capítulo respectivamente, abordan un coito entre una mujer y un hombre eunuco, terminando de alguna manera con el falocentrismo con que se refiere comúnmente al sexo.
Gusano Gris y los Inmaculados
Según comentan en el fandom oficial de Canción de hielo y fuego, “los Inmaculados son soldados-esclavos y eunucos, entrenados en Astapor desde una edad temprana para servir con incuestionable obediencia e inmenso poderío militar”.
La palabra eunuco viene del griego que significa “el guardián de la cama”, en relación a ciertos individuos que eran designados como los cuidadores de un hogar con mujeres, pues al ser castrado no podría hacerles algo.
Pues así como Gusano Gris, otros tantos han sido usados como guardias por todas las Ciudades Libres, siendo comerciados en grupos de cientos o miles.
La capacidad en la batalla de los Inmaculados se ve reflejada en uno de sus mayores logros: la Batalla de Qohor, donde sólo 3 mil de estos soldados derrotaron a 50 mil Dothraki.
Pues de esta calaña es nuestro Gusano Gris.
En el capítulo mencionado, el segundo de la séptima temporada, Gusano Gris se encuentra en su habitación, sentado, afilando su espada, preparándose para la batalla que vendrá.
El afilar la espada ya nos da pistas de para dónde iba el asunto.
Missandei entra a la habitación, increpando a Gusano Gris pues, a pesar que partirá a la batalla al día siguiente, no se había despedido de ella.
Gusano Gris no se da por aludido y Missandei deja el cuarto con un simple “entonces, te deseo buena suerte”. Antes que lograra salir, Gusano Gris la llama, para explicarle por qué para él es difícil despedirse. “Tú sabes por qué”, le dice a Missandei. “No lo sé”, responde ella a secas.
“¿Es eso lo que soy?”, contesta Missandei.
Luego vendrá la explicación de por qué Gusano Gris jamás tuvo debilidades, pues jamás tuvo miedos. Sin embargo, ahora tiene una debilidad: que algo malo le ocurra a Missandei. Esta característica de guardián también se conecta con lo que eran los eunucos, por ejemplo, en las antiguas Grecia y Roma, donde no necesariamente se referían a alguien castrado.
Así, Gusano Gris le cuenta cómo sus maestros solían tomar a los niños y lanzarlos a lo que más temían: perros, alturas, mar. “Si aprendía a nadar, bien. Si se ahogaba, bien”, le dice a Missandei.
Él intenta mostrarse, descubrirse ante ella, a quien ha observado y admirado desde sus primeros encuentros, decir en voz alta que tiene miedo. “Yo también”, le responde ella.
Así, el encuentro entre un ser tosco y las emociones culminan en un beso entre ambos.
Tras quedar ambos desnudos, Missandei guía a Gusano Gris hacia la cama, donde los besos que él le da al recorrer su cuerpo comparten espacio con el sonido de la chimenea y sus gemidos.
En adelante, la relación de Missandei y Gusano Gris se ve revestida de compromiso e interés por el cuidado mutuo. El umbral cruzado tras el acto íntimo pasa a ser un punto de partida para una nueva pareja.
A diferencia del personaje de Brett que crea Hemingway, el de Missandei escrito por Bryan Cogman -basándose en el de George R.R. Martin-, no requiere del órgano masculino para una relación funcional, pues, a pesar de lo que más de alguno creerá, no todo tiene que ver con el pene.
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nota publicada  13.04.2019
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