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La fashion girlie para las fashion girlies.
Para el conocimiento de la mayoría, la trama se centra en la relación de complicidad entre Louisa, recientemente empleada como cuidadora/amiga, y Will, un hombre joven que tras un accidente queda tetrapléjico. La película toma lugar en una fría Inglaterra donde este rayito de sol es presentada a un hombre, gélido por sus circunstancias, que vive sus días estancado sin sospechar que este torbellino de personalidad hará de su mundo uno más cálido.
En comunión con los arquetipos de personajes, por todo lo que hace Lou, Lou ella es una manic pixie dream girl. Es decir una chica excéntrica que funciona como un mecanismo en la trama de su contraparte masculina, en este caso Will, que se diferencia entre los demás por poseer un carácter peculiar y que, inevitablemente, funge como interés romántico. Uno de los principales criterios para identificar a una de ellas es su vestuario. En ese sentido, Louisa Clarke se posiciona como una de las grandes manic pixie dream girls de nuestra era de películas.
Esta protagonista nos mantuvo a todos, durante el 2016, en una completa admiración de su persona. La conocemos a través de los estrafalarios atuendos en los que le gusta enfundarse para comunicar al mundo su amor, más allá de lo convencional, respecto a la moda. Prueba de ello es su entendimiento propio del estilo personal.
La fórmula que la vemos emular a lo largo de su historia es un faldas cortas, medias, zapatos cerrados y suéters o camisetas dependiendo de como se sienta en el día; todo en la gama más diversa de colores, patrones juguetones y texturas afelpadas. Podemos entender su pasión a la ropa por lo osada que es al experimentar con estampados como corazones, polka dots, rayas y flores; expresiones de femineidad que reafirman su papel de cuidadora y una persona amorosa. Louisa también comprende el concepto de color blocking, por lo que tiende a usar colores en la misma gama que enriquezcan visualmente los achispada que es. Pese a que en el poster oficial de la película luce un despampanante color rojo, la cultura pop la recuerda por aquellas medias de abeja, regalo de Will, que combina en un atiendo amarillo y negro. Dicha elección es intencional ya que nos establece a Louisa en el color más optimista y alegre: justo como ella.
Si bien entendemos que la región geográfica en que habitan los personajes es una zona fría, una lectura más sensible de vestir a tus personajes, de una cinta romántica, en ropas abrigadoras puede ser lo helado de sus vidas amorosas. A Will su ex novia le tiene la sorpresa de que está pronta a casarse con su mejor amigo y Louisa tiene una relación sin pasión y, siendo muy ambiciosos, cariño por el tiempo. No verdadero amor. A si mismo, que los personajes constantemente estén buscando mantener el calor puede deberse a que la actitud de Will los hiela por su deseo a la muerte. No obstante, Louisa ha llegado a cambiar eso.
En todo el sentido de la expresión, Louisa es energía. Gracias a su carisma logra ganarse la simpatía de Will, por lo que como espectadores podemos apreciar que, mientras más se vuelven cercanos, la vestimenta de Louisa se torna de colores más cálidos. Una representación visual de que los días grises están acabando y llega el sol gracias a Louisa. De igual manera, mientras más cómplices se convierten los vemos con menos capas de ropas (en el sentido más inocente) como guiño a que las barreras entre ellos desaparecen con cada detalle de ellos que comprenden.
EMILIA CLARKE
— Me Before You, 2016
— costume design: Jill Taylor
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Rosa para los chicos y azul para las chicas
Parte del encanto de esta película es el cautivador uso de azul y rosa que se usa en todo el diseño de producción y, evidentemente, el vestuario para clarificar los roles tradicionales de los hombres y mujeres en la sociedad.
La película es la historia de una chica que, a pesar de ser la encarnación de una american sweatheart, todos menos ella parecen notar que es lesbiana por lo que es enviada a terapia de conversión. Irónicamente, es ahí justo ahí donde se descubre a si misma, a pesar de la constante imposición de las expectativas heterosexuales y se pronuncia como su propia persona.
El discurso no verbal toma fuerza, precisamente con sus compañeras. A través de pequeñas sutilezas es visible la personalidad de cada una. Por ejemplo, la chica emo no se deshace de su maquillaje y negro, así como la chica masculina porta con verdadero disfrute. sus calcetas y camisetas deportivas bajo su uniforme.
Ulteriormente, estos se tratan de guiños a sus verdadera esencias. En el caso de nuestra estrella, el rosa abunda en su personaje y no porque se vea obligada. Su uniforme, que otras chicas visten con incomodidad, ella lo porta con tal naturalidad que se siente como otra piel para ella.
Nuestra protagonista es verdaderamente femenina y disfruta de hobbies típicos de una chica adolescente cualquiera como ser porrista y lucir linda. Lo único que la condena es la homofobia.
But I'm A Cheerleader (1999), dir. Jamie Babbit.
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La película del verano en que ganaron las chicas: Barbie
Cuando decimos que algo es for the girls, the gays and the thems nos referimos a la gran hazaña que consiguió Greta Gerwig con la historia de autodescubrimiento de una muñeca Barbie obligada a atravesar una transformación a su verdadero yo.
Iniciamos en Barbieland
La tierra en la que la female gaze, con un incomodo toque de girl bosses, impera a lo largo y ancho con todas las barbies viviendo plenamente sin sentirse cohibidas por la incomodidad de vestirse de una manera que las haga sentirse heridas por la mirada masculinas. Los vestuarios son, en el mejor sentido de la palabra: lindos. Tenemos pasteles que emulan la inocencia propia del personaje de Margot Robbie, que mucho incluso han leído como el dulce periodo entre la infancia y adolescencia en el que aún no somos alcanzadas por los lascivos de un mundo en el que fungimos en función de lo que representamos para el hombre. Sus trajes son hiperfemeninos pero nunca sexys, más bien tiernos. Desde los trajes tweed que mentalizan a Barbie para el deber, los vestidos pomposos que bien podría usar una niña y todos los magníficos accesorios de cabello (sombreros y diademas) cada una de las piezas que porta son para su disfrute personal o, si acaso, para recibir con cariño los cumplidos de las otras Barbies.
Golpe de Realidad
Una vez que nuestra Barbie recibe de bruces el mundo gris en el que existimos, su vestuario no cambio. Ella es extra. Sea con patines o a lo western, puede que por dentro una pequeña parte de ella esté quebrándose, pero esa transformación aún no termina de pegarle por lo que hace su mejor intento, mediante la ropa, por externarle al mundo que sigue tan entera que como cuando llegó.
Lucha contra el patriarcado
Ya no más Barbie para las chicas; ahora solo existimos para el consumo masculino. Si bien Barbie nunca incide a favor del patriarcado, su espíritu si se ve quebrado por el nuevo rol que debe cumplir en un mundo gobernado por los Kens. Este dolor en ella no lo apreciamos en su ropa, más que en el vestido azul que nos puede expresar tristeza, sin embargo el guión lo aborda en un discurso fácil para el entendimiento de todas las audiencias que sirve para que, incluso las barbies con el cerebro más lavado, capten las circunstancias de desventaja a las que están condenadas por ser mujeres.
Cuando Barbie pretende estar a favor del patriarcado, sí la vemos lucir atuendos que calificamos como para "la male gaze". Es decir, no la ropa que a ti te gusta, sino aquella en la que crees que le vas a gustar a él. Ya no hay fuerza motora que apele a su satisfacción o estilo personal. Si Barbie se viste no es para su aventura, sino para ser la chica de ensueño de Ken.
Ella es Humana
Tras vencer a los Kens y consolar unos cuantos, Barbie no tiene referentes de como seguir con su vida una vez que ha atravesado por tal cambio. Usa un vestido amarillo, color que usaría siendo una barbie, pero no en aquellos cortes que gozaba tanto en el principio de la película y es largo más allá de lo que un Ken apreciaría. No obstante es lo que tiene. En un momento de su vida en el que no está segura de quien es o aquello que quiere expresarle el mundo se conforma con permanecer en las zonas donde aún se siente cómoda con la prioridad de no repetir estilos de una persona que ya no es.
Luego de su conversación con su creadora, Barbara hace lo que todas nosotras hicimos cuando nos decidimos a reinventarnos a favor de la moda de nuestros tiempos; los de Pinterest. Su outfit no grita personalidad ni es un llamado a recibir atención. Es simplemente el punto de partida del que continuar creciendo una vez que tengamos más certeza de quienes somos para nosotras y lo que queremos impactar en el mundo.
Every Barbie outfit
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Uptown Girls
La niña que toma el papel de la adulta y la adulta (en proceso) que sigue siendo una niña. Uptown Girls nos presenta a una chica descarriada de 22 años que debe cumplir como niñera, y figura materna, de una tan rígida como lo es obstinada. En la cinta, se abordan temas como infancias con padres ausentes, la importancia de reconciliarte con tu niña interior, el perdón y lo fundamental que es vivir todas tus etapas.
Nuestros protagonistas son completos opuestos. Por un lado, Molly es toda juegos, libertad y jovialidad. Nuestro primer indicador siendo su preciosa cabellera rubio cálido, siguiendo el canon de las rubias se divierten más, así como su textura ondulada que nos sugiere una personalidad más osada.
En la dimensión ropa, sus atuendos son pastel, reafirmando su inocencia en el mundo como una persona con un alma aún muy joven. Constantemente la vemos abrazando su femineidad de una manera tradicional con estampados de flores, bolsos baguette demasiado pequeños como para guardar más que maquillaje y dinero, así como accesorios para el cabello alegres. En ese sentido, tal como la expresión, sus lentes de sol rosa en forma de corazón son un claro indicador de la manera en que ve al mundo,
En el otro extremo, conocemos a la niña más disciplinada de la isla de Manhattan: Ray. Su rubio natural, que es casi un platinado, ya nos dice lo glacial que es dadas las difíciles circunstancia de su vida que la condicionaron a mantener la guardia alta con la gente que la rodea. Así mismo, la textura del cabello de Ray es completamente lacia, un simbolismo en los medios tradicionalmente empleado para comunicar sobriedad y sofisticación; eso cuando no lo tiene pulcramente peinado en una coleta.
En yuxtaposición con su temple, en la película la podemos ver en atuendos típicos de la infancia: vestidos corte imperio (también midi), uniformes escolares e incluso tutús de ballets. No obstante ella se encarga de reafirmar su madurez con los accesorios de sus looks, siendo los más significativos un reloj digital negro, casi corporativo, para su riguroso horario, bolsas de medianos que son realidad gigantes para ellas y sus ya icónicos lentes de sol polarizados, también negros, que sirven de barrera para el mundo. Si todos estamos de acuerdo en que los ojos son la ventana, tengan por seguro que esa pequeña no nos dejará ni una mirada fugaz de lo que esconde por dentro.
La cinta es un perfecto testamento de la moda de los 2000s que nos deja como reflexión final las bondades de aceptar la ayuda de los que te quieren; y que mejor que hacerlo viéndote fabulosa.
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La moda existe incluso en la rudeza de las película de acción o en las tramas de la ciencia ficción. El ejemplo antes de Star Wars: Dune. Pero en esta ocasión, la versión más reciente.
Como espectador, sabes que te encuentras en otro universo con otras convencionalidades lejanas a las nuestras tan prono aprecias la ropa que portan los personajes.
Desde lo imperial y místico de Rebecca Ferguson, al ser su personaje una hechicera y mandataria. Así como toda la autoridad que demanda su madre, la bruja más poderosa entre todos, con sus túnicas negras y tocados que no temen ocupar el espacio que, en este universo, goza gracias al poder de sus dones. Por su parte, reconoces a un forastero en cuanto tus ojos alcanzan los colores del desierto en las ropas de Zendaya.
No es solo la trama y las actuaciones lo atrapante de Dune. Es también su vestaurio.
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Las nupcias a través de los años y las culturas a través del lente del cine.
En el sentido narrativo, mis dos vestidos destacados de esta sección son:
Encantad
Una princesa en toda la extensión de la palabra. En la trama, Giselle comienza como un dibujo animado cuyo vestido cumple la norma de una caricatura, sin embargo, el verdadero cambio sucede cuando conoce el mundo real y su, ya pomposo vestido, conquista otra dimensión de la extravagancia. Su atuendo es completamente esponjado, con unas mangas bombachas, más mariposas y volantes fruncidos que construyen la falda de una tela tornasol que solo puede significar que está salida de un cuento de hadas, literalmente. Por su parte, su corset tiene un pronunciado escote corazón y está embellecido con aplicaciones y bordados.
Esta es la definición del sueño de toda novia que quiere una boda en grande siendo esta la gran motivación del personaje; hasta que llega al mundo de los adultos obstinados y vidas complicadas. Es entonces cuando, de manera simbólica su vestido comienza a destrozarse en cuanto pone pie por el salvajismo metropolitano que es New York.
The Hunger Games: Catching Fire
La novia más smoking hot de la rebelión. En el imaginario de la historia, el vestido es impuesto como una estrategia para tranquilizar a las masas a través de la idealización de una boda y todo lo que representa: felicidad, amor, ternura. Todo lo contrario de lo que es el símbolo del sinsajo; mismo que está impreso en el diseño del vestido. Es mediante el uso de la estructura que sobresale del vestido que se forma la silueta de las alas, en su corsé se anida la cabeza del pájaro y el resto de la secuencia de la falda simula las patas del ave. La falda, exuberante como las tendencias de la moda del Capitolio, también asemeja a un plumaje sin necesariamente recurrir a lo literario de las plumas. Incluso podemos tomar el desafío de no vestir de blanco dado que esta creación puede apreciarse más bien de un tono café y no blanco.
Este atuendo representa la inconformidad del personaje por recibir órdenes respecto a su amor, en desarrollo, por su co protagonista y la naturaleza rebelde que la hace la cara del levantamiento.
cinema • favorite wedding dresses
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Clueless
Si piensas en el epítome de la moda de los 90s en un largometraje y Clueless no está en la cima de la lista solo tengo que decirte: ugh, así if!!
Entre todo el grunge, hip hop y denim al por mayor una rubia dulce sin un pelo de tonta se apoderó de la gran pantalla marcando un antes y un después con su estilo preppy. La película, contada en su voz, nos presenta la vida de la casamentera más glamurosa de una escuela en Los Ángeles que codeándose entre diferentes grupos de adolescentes madura para ser la mejor versión de sí misma de la mano de sus amigos (igual de elocuentes con su vestuario) y un par de intereses románticos como buena chick flick.
La mente maestra detrás de cada outfit es la vestuarista Mona May que tan solo para ilustrar la historia de Cher coordinó 64 cambios de ropa diferentes. Su omnus opus es el icónico traje amarillo Dolce & Gabbana que estilizó con unos zapatos Mary Jane y calcetas blancas a juego. Esta introducción al personaje nos expresa con la ropa todo lo que debemos saber de ella: no hay nadie más arriba que ella en esa escuela. Su blazer emula el poder de los hombres trabajadores, tal como es su padre que es un tenaz abogado.
Esto resulta más que intencional cuando Cher elige un color tan excéntrico, incluso para los colores vibrantes de los 90, como es el amarillo para su participación en el debate escolar. A diferencia de su maestro, que se enfunda en trajes de colores formales como cafés y grises, Cher es toda energía e inmadurez; típico de una adolescente despreocupada que goza de una buena fortuna en Los Ángeles.
Así pues, podemos apreciar su estilo personal en la mayoría de la duración de la cinta con su fórmula favorita: calcetas, faldas y cuadros. Sea en un atrevido rojo que captura su poder (ser lista, carismática e influyente) o en colores pasteles conforme suelta el control en su propia historia.
Para su transformación final, Cher viste un adorable vestido y chaqueta corta para la boda de sus maestros (que ella misma unió). Su vestido es el equilibrio entre su personalidad naturalmente infantil y la nueva sofisticación encontrada en su viaje a la adultez que nivela con la chaqueta; aportando también modestia para la ceremonia religiosa sin renunciar a su gusto por los vestidos cortos. En este look, prevalece la tradición de ondularle el cabello a los personajes enamorados y libres como es el caso de Cher terminando la película rodeada de sus amigos y su nuevo novio.
“La ropa es la protagonista de la película, ¡o al menos la coprotagonista!”
Mona May
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The Great Gatsby y La Gran Martin
El gran Gatsby es, por excelencia, la historia del forastero que busca pertenecer al lujo de la élite.
En el 2013, Baz Luhrmann dirige la adaptación más reciente de la obra literaria situada en los salvajes 20 bajo la visión de Catherine Martin como diseñadora de vestuario. La cinta presenta una reimaginación de cómo lucían los neoyorquinos acaudalados al vestirlos en exquisitos trajes y vestidos que expresan más allá de las palabras la naturaleza de los personajes y rol que juegan en la historia.
Ladies Firts
La escena en la que nos presentan a Daisy Buchan la encontramos en un hermoso vestido blanco de pétalos, diseñado por la misma Martin, que captura su naturaleza como la chica de ensueño de su tiempo. Respondiendo al canon de la mujer et��rea, ella es un sueño en plena vida abrazada en colores tan puros como su inocencia en el mundo. Daisy es un personaje secundario de la historia del hombre, quien en la cinta rota entre ser la esposa de Tom o un amor inalcanzable de Gatsby. Caso contrario de Jordan, vieja amiga de Daisy, quien bien enfundada en unos pantalones emperlados y palazzo a juego, representa a una figura femenina vigente a las expectativas actuales. Jordan es una mujer decidida que no se niega los placeres que la ciudad le ofrece; incluso las fiestas que suceden en la mansión al otro lado de la bahía.
Ahora Los Caballeros
Por su parte, el vestuario de los caballeros expone elementos discursivos que acentúan las diferencias entre los antecedentes entre Gatsby y Tom. El ejemplo perfecto es el traje rosa extravagante que Gatsby presume durante el verano que, en opinión de Tom, es una declaración de moda atrevida si se compara con los colores soberbios que este suele vestir. Martin articula mediante detalles sutiles, la elegancia innata que ostenta Tom Buchanan como buen hijo de la alta alcurnia mientras que Gatsby desconoce ciertas pautas de los códigos de vestimenta al ser un recién llegado al mundo del lujo. Curiosamente, ambos trajes son creación de Brooks Brothers, una marca de lujo que el mismo autor del libro solía comprar.
En palabras de Martin, su prioridad es “expresar el sentimiento, no la realidad”.
Con tanto empeño en el storytelling, no ha de ser sorpresa que Catherin Martin saliera de la gala de los Oscars con dos premios bajo el brazo: Uno, claro está, por mejor diseño de vestuario y otro por mejor diseño de producción.
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