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#ESPERO TE GUSTE SAKU
pixarcoco · 6 years
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monsyarg · 5 years
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A pedido de @saku-harem un wallpaper de mi anterior trabajo ! La verdad no se me había ocurrido hacer wallpapers.
PD: La verdad no encontré el archivo psd y tuve editar la imagen original. Menos mal que guarde una copia sin marca de agua lol si no encaja bien dime y lo arreglo. Este es de 720x1280, use la resolución de mi celular como referencia.
Espero te que guste y lo deje sin marca de agua por no me gustaba como quedaba, arruinaba la estética como wallpaper.
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anamor00 · 5 years
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Nuestra pareja (cap1)
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Hola chicas y chicos, chicos y chicas.
Este es el primer capítulo de un fanfic que posiblemente tendrá una segunda parte. Va ha ser aquí y ahora, cuando ya debería de ester durmiendo para ir a la universidad, que voy a publicarlo por primera vez. Espero que les guste a aquellos lectores que sepan español o a los que se apañen para traducir escritos cuyos idiomas no conocen para poder leer cuantos más fanfics mejor.
Aunque del anime/manga se puede sacar una relación heterosexual, la real y que llega a suceder, después de buscar fanfics por ahí leí (los poco que había y que estaban medio bien) que eran, algunos de ellos, de temática yaoi impulsaron mi cerebro y este empezó a formular multitud de posibilidades. Y así es como hemos llegado hasta aquí.
FANDOM: BECK (anime/manga)
Título: Nuestra pareja
Pareja: Koyuki x Ryusuke x Chiba x Taira x Saku
Personajes principales: Tanaka (Koyuki) Yukio, minami (Ray) Ryusuke, Taira Yoshiyuki, Chiba Tsunemi, Sakurai (Saku) Yuji, Minami Maho, Eddie Lee, Matt Reed
(por si no os habéis dado cuenta, si los nombres están en japones suelo escribir primero el apellido y luego el nombre propio)
Capítulo Nº: 1
LISTA DE CAPÍTULOS: Cap2
Nº de palabras del capítulo: 3034
Advertencia: Posibles Spoilers del anime/manga BECK, Poligamia, AU omegavers, Un omega con múltiples alfas, malos entendidos, (DE MOMENTO NO VA HA HABER RELACIONES SEXUALES, EN CASO DE QUE FUERAN A SUCEDER AVISARÍA EN EL ENCABEZADO DEL CAPÍTULO)
ACLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE AUTOR: Los personajes no me pertenecen, son originales del manga de HAROLD SAKUISHI. Pero esta historia, a pesar de ir siguiendo más o menos (más que menos por lo menos al principio) la trama del manga y el anime, es de mi completa autoría. Así que hasta que diga lo contrarío no se puede usar para hacer una versión en otro fandom o traducir a cualquier otro idioma. En caso de querer hacerlo se debería de tratar el tema conmigo y yo decidiría si la acción se lleva a termino o se mantiene en el olvido. Espero no tener ningún problema.
Idioma: Español (España)
Velocidad de actualizaciones: muuuy lento (tened en cuenta que son capítulos largos y que a pesar de que tengo unos 12 capítulos escritos, quiero revisarlos todos antes de seguir escribiendo los siguientes. Así que si va a tardar lo suyo)
POSIBLE SPOILER DEL ANIME O DEL MANGA
ESTE FANFICS TRATA DE TEMÁTICA HOMOSEXUAL EN UN UNIVERSO OMEGAVERS, POR LO QUE LA FISIOLOGÍA DE LOS PERSONAJES NO TIENE PORQUE SER COMPLETAMENTE CIERTA DE ACUERDO A SU SEXO. SI NO AGRADAN O NO RESPETAS ESTE TIPO DE TEMÁTICA, POR FAVOR NO SIGAS LEYENDO POR TU BIEN.
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CAPÍTULO 1
Los seres humanos, a lo largo de su corta vida, están expuestos a numerosos sentimientos: felicidad, tristeza, odio, rencor, envidia, deseo… (por poner algunos ejemplos). Una serie de emociones que les afectan día a día y que cambian dependiendo de sus experiencias vividas. Al igual que la personalidad de una persona es influenciada por las situaciones que afronta a lo largo de su existencia; las emociones que siente también son influenciadas por estas. Son un álbum repleto de estilos y canciones diferentes que se hacen escuchar en determinados momentos de la vida. Algunas son más “moviditas”, otras en cambio son lentas y melancólicas. En ocasiones la persona no puede soportar sus propias emociones y apaga la radio, esconde la cabeza debajo de la almohada y se deja llevar por la tristeza. Cada uno de nuestros pasos se podría representar con una determinada melodía que según las circunstancias y nuestro estado de ánimo cambia aleatoriamente. Una lista de reproducción que después de comenzar a sonar solo se detendrá con la muerte.
Una canción que es la fiel compañera que nos acompaña a través de ese camino que no es completamente ni de pétalos ni de espinas al que denominamos vida.
La banda sonora que forma y a compaña a las experiencias que componen una vida dependen de la perspectiva del personaje principal. Una misma vida, vivencias felices y pesares, según el narrador puede tener multitud de entonaciones diferentes. Una vida al mismo tiempo puede ser diferente.
Una fábrica es capaz de producir, prácticamente, infinitas copias de un mismo producto uno detrás de otro. Pero a pesar de haber un número elevado de personas, que va variando con el tiempo, nunca habrá dos personas 100% iguales. Incluso un mismo individuo en dos instantes diferentes de su vida, no es igual a él mismo. Una persona se forja después de haber vivido innumerables sucesos que le afectan de diferente dependiendo de la persona y el momento en el que se produzca dicho suceso. La vida forma un álbum personal que nos representa y que recopila todos los sentimientos que hemos ido experimentando a lo largo de nuestra vida.
Al no existir dos seres humanos idénticos por completo, la misma acción realizada por dos personas no dará el mismo resultado. No se puede evitar, cada cual debe forjarse su propio camino. No tiene importancia si te apoyas en la ayuda de alguien más, pero llevas a cabo tus deseos, o te dejas mangonear por cualquiera que se crea que se encuentra por encima de ti; son tus propias decisiones las que pueden llegar a cambiar tu destino. Aunque en ocasiones hay quienes podrían llegar a hacer grandes cosas, pero necesitan recibir un empujoncito para iniciar su recorrido hasta la cima.
En este sentido, la vida de Yukio está por completo desencaminada. Un omega macho de 14 años que no hace más que ver pasar los días lentamente uno detrás de otro, una y otra vez. Sabe que está perdiendo un precioso tiempo de su vida, pero no sabe qué hacer con él, porque no es capaz de encontrar algo que lo emocione realmente. Sus días monótonos y grises le perseguían con su aburrida similitud.
—”Ayer, hoy, probablemente mañana y pasado mañana también… Cada día igual al anterior…” —Yukio susurraba inmerso en la oscuridad de su habitación.
El adolescente suspira cada pocos minutos desganado. Tumbado como está en la oscuridad de su pequeña habitación. Se lamenta de su patética existencia mientras escucha uno de los tantos discos que tiene en su poder de la idol Chiemi Kuniyoshi, su cantante favorita y que para su desgracia como fan no es demasiado conocida. Su frente se arruga cada vez que rememora su rutina de todos los días. Una rutina interminablemente aburrida.
Acostado en la cama trata de rescatar algún recuerdo que valga la pena haberlo vivido y recordarlo en el futuro. Pero cuanto más intenta encontrarlo más se da cuenta de que este no existe y que por tanto es imposible hallarlo. No recientemente. Solo acudían como una ligera brisa algunos recuerdos de tiempos más felices. Esos preciados momentos en los que su padre todavía se encontraba con vida. Hacia tantos años desde que se produjo su muerte que solo era capaz de recordar bien su rostro gracias a la fotografía que descansa en un pequeño altar que tenían en su memoria.
Intentando animarse se concentró en su pasado. Lo poco que recordaba de su padre es lo cálido y sonriente que era, una persona muy inocente y que continuamente trataba de hacerse en gracioso para hacerle sonreír. Más que ver los recuerdos los siente por ser de hace tanto tiempo. Recuerda un ligero aroma a limón y primavera y la calidez que solo él le había podido transmitir en su vida.
Pronto los cortos recuerdos más felices que poseía pasaron a la desgracia que experimento cuando entró al sistema educativo. Durante la época en la que estaba en la primaria su cuerpo estaba bastante rellenito. En ocasiones se recordaba como una pequeña bola de carne. Su físico, todavía de bebé, le ocasionó algunos problemas con sus compañeros de clase durante algunos años, hasta que poco a poco creció un poco y dejó el exceso de grasa parda atrás. Sus días pasaban llenos de deseos sin cumplir. Deseaba con todas sus fuerzas poder comunicarse bien con sus compañeros, hacer amigos, reír sin tener preocupaciones o sufrir. Lo bueno, dentro de todo lo malo, fue que hasta que no se pasa a secundaria y los jóvenes empiezan a revelar físicamente su género secundario no es revelado entre los alumnos. Solo los padres por tener el derecho de conocer si cerca de sus hijos había un alfa o un omega, ya que la mayoría de la población es beta. Pero en ningún caso se revelaría la identidad del infante.
Solo en los últimos años de la primaria, la soledad le abandonó parcialmente al conocer en sus clases de caligrafía a Izumi-chan, una omega. Por esa época la chica tenía el pelo corto y al estilo casco, físicamente todavía parecía un chico a pesar de estar a en sexto. Pero todos los aspectos superficiales Yukio no los tenía en cuenta, era la única persona que le había hablado y además era una omega también, no podía ni quería pedir más. Compartir tiempo con alguien del mismo género, teniendo en cuenta la baja cantidad demográfica de omegas que hay a nivel mundial respecto de los otros dos sexos, era refrescante emocionalmente. Pero la corta felicidad que consiguió alcanzar no duró para siempre. Cuando la chica paso a secundaria perdió el contacto con el omega y no se volverían a hablar hasta dos años después, cuando el estuviese en su segundo año de secundaria.
Si durante la primaria había sido complicado comunicarse con sus compañeros que solo pensaban en jugar, cuando entro en secundaria las cosas no harían más que empeorar.
Sus tímidos intentos de hacer amigos no funcionaron y de momento con el único con el que pasaba el rato y hablaba más era con Tanabe. Tanabe era un beta que no podía inspirarle otra cosa a Yukio que no fuese repelús cuando el omega pensaba que eran “amigos”. Era el único compañero de su clase que se le acercaba lo suficiente y solo porque el beta causaba repulsión en el resto de la clase. Eran los dos marginados de la clase, Yukio por ser un omega masculino (es el único omega de su clase y el único masculino de la escuela, por lo que el resto de omegas también se alejaban de él) y Tanabe por ser un beta pervertido. Lo fueron en primero y lo siguen siendo en segundo año.
En general, la mayor parte del tiempo conseguía engañarse a si mismo con el pensamiento de que tenía un amigo. Pero en ocasiones como las de hoy cuando se replante su vida y solo le apetece estar tapado de pies a cabeza, se sentía deprimido y la realidad de su vida quería entrar a la fuerza para dejarle claro la verdad.
—Soy un tío realmente aburrido. —Le confirmo al vacío—. Tanto si estoy como si no… El mundo seguirá igual, inmutable.
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Dando un paso detrás de otro sus pies siguen al desvergonzado compañero de clase que usualmente calificaba como “amigo”. No quería invadir la práctica del club de natación solo para realizar un deseo egoísta y acosador de Tanabe. Pero si no quería quedarse solo por lo que quedaba de curso y el siguiente año no se podía negar.
Ya agazapados entre unos arbustos el beta se dispuso a quebrantar la ley con su cámara. Mientras uno se concentra en apretar un botoncito después de enfocar el objetivo, el omega seguía planteándose que es lo que estaba haciendo con su vida.
Como era de esperar, pocos minutos después comenzar la pervertida hazaña algunas de las chicas que se encontraban estirando fuera de la piscina les descubrieron fisgando alrededor de la valla. Aunque gracias al cielo echaron a correr antes de alguno de los cabreados nadadores pudieran asimilar sus rasgos faciales y reconocerlos en el futuro. Demasiadas situaciones problemáticas tenía que soportar ya.
A una distancia prudente se detuvieron a recuperar en aliento perdido durante la carrera. Desde ahí fueron andando tranquilamente, ya sin ser perseguidos por furiosas nadadoras, hasta el centro recreativo más cercano. Como pasaba todas las tardes en las que iban al lugar lleno de juegos, Koyuki miraba al beta pasar de máquina en máquina, jugando sin descanso, gastándose todo su dinero de la semana. Mientras, en omega lo contemplaba. No tenía la mayoría de las veces dinero para gastar y nunca tanto como para estar toda la tarde encerrado en los recreativos. Era su rutina, así pasaba el rato mirando a otros jugar.
Estar en ese oscuro lugar le servía para no pensar de más. Cada vez que estaba en su habitación sus pensamientos comenzaban a vagar y acababa reflexionando sobre lo que estaba haciendo con su vida, como iba a ser su futuro, que no le gustaba su situación actual, etc. No era más divertido que perder el tiempo observando como un grupo de idiotas se gastaban todos sus ahorros en diferentes juegos. Entre martirizarse a si mismo en soledad y no pensar en nada perdiendo así su precioso tiempo, siempre preferiría la segunda opción de ser posible.
Ya arto por hoy se marchó del salón lleno de niños y adolescentes.
—Cuídate de los asaltantes, abundan por estas calles —advirtió medio burlón el beta que seguía mirando fijamente la pantalla frente a él.
El entrecejo de Tanaka se frunció casi al instante. No podía entender como alguien era capaz de reírse de una situación que podría tornarse extremadamente peligrosa. Podías toparse con unos simples carteristas o con gente más peligrosa que unos idiotas faltos de dinero y sin ganas de trabajar en algo honrado. Cuanto más débil fuese la persona indudablemente se encontraba en un peligro mayor que alguien capaz de defenderse adecuadamente o con la habilidad de salir de apuros ileso. Pero la capacidad de defenderse de uno no tiene que ir ligada a su género secundario. Era por eso, el dar por hecho que al ser un omega tenía que ser más precavido le cabreaba, él era más capaz de defenderse que el beta inútil, que no dejaba de llamar la atención de una mala manera.
Llevaba toda la vida caminando solo por las calles y de momento era lo bastante capaz como para mantenerse a salvo siempre y cuando ignorase todo lo que podía llegar a suceder a su alrededor. A cumplir esto poco le ayudaba su necesidad de ayudar a las personas que lo pasaban mal a su alrededor. Por lo general es capaz de mantener a raya este instinto protector, que poco hacía para preservar su propia protección. Aun así, en ciertas ocasiones no era lo suficientemente indiferente con el mal ajeno como para ignorar su sufrimiento.
Para contrarrestar estos impulsos tenía a su favor que todavía no pasaba por su primer celo, por lo que no poseía el olor característico de los omegas y que lo transformaría en una diana en movimiento. Su olor era como el de cualquier infante por lo que no provocaba ningún impulso sexual en los alfas que pudiesen estar rondando cerca de él. No es que el omega se considerase una belleza, más bien su autoestima se encontraba por los suelos a pesar de que no era para nada feo.
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—¡Vamos corre! —escuchó como gritaban a todo pulmón unos niños a poca distancia de él. En algunas de las calles cercanas a la que estaba cruzando de camino a casa.
El adolescente caminaba tranquilamente hacia su casa. No estaba demasiado preocupado y de cuando en cuando se quedaba empanada contemplando ciertas cosas que había a su alrededor: la luna, una farola parpadeante, un grupito de gatos a lo lejos, una ventana a medio cerrar, un perro que parecía sacado del laboratorio de Frankenstein. De entre todas las cosas curiosa que podría a ver visto en su vida, ese perro parqueado era la más rara de todas ellas. No le atraían demasiado los perros, evitaba acercarse si podía.
—¡Corre, corre!
Girándose vio como un grupo de niños gamberros corrían detrás y delante del can que no paraba de ladrar. Ya estaba llegando tarde a su casa, no quería meterse en problemas. Y a pesar de todos los pensamientos lógicos que lo empujaban a dar media vuelta y seguir caminando, ignorando al universo que lo rodeaba siguió al pensamiento más irracional.
—¡Hey, dejadlo ya! —Regañó a los críos que habían decidido intentar patear al pobre animal.
Dejando atrás al poco instinto de supervivencia que podía quedarle en el cuerpo se acerco al asustado animal, aproximándose de ese modo también a los mocosos frente a él.
— Venga, marchaos todos a casa que ya es tarde. —Con un aspaviento de sus manos trató de hacer que su fuesen a sus respectivas casas.
—Es raro —susurró uno de los niños frunciendo el entre cejo. Después gritó para acto seguido echar a correr calle a bajo—. ¡Vámonos de aquí!
Los observó hasta que giraron en una de las numerosas esquinas del barrio y no pudo evitarles un regreso seguro, suponía que eran cosas del instinto durmiente. Ya solucionado uno de los problemas se dio la vuelta hacia el animal que graciosamente se había sentado a uno de los lados de la calle. Por loco que sonase, el joven al contemplar al blanco, en su mayoría, animal le daba la sensación de que no era tan malo como podría parecer. Aunque su aspecto fuese poco natural lucía un collar rojo alrededor del cuello, así que era propiedad de alguno de los vecinos. Centrado en sus propios pensamientos e intentando idear un plan de acción de sus próximos actos no se percató de la presencia de un joven alfa, unos pocos años mayor que el omega, que se acercaba hacia su posición.
Miró detenidamente al animal que seguía sentado, quieto y sin ganas de echar a correr como si estuviese poseído. Entonces el joven omega se acuclilló enfrente del animal, para intentar aproximarse sin asustar al perro. No había sido capaz de tener un perro en lo que tenía de vida, a pesar de las incansables ganas que en ocasiones llegaban a abrumarlo. Estaba iba a ser una de esas pocas ocasiones en las que iba a ser capaz de estar tan cerca de un perro. No estaba teniendo en cuenta el mal estado de ánimo que le habían provocado los niños al perrillo. Así que cuando el omega aproximó su mano al hocico cercano a él, el animal respondió con un amago de mordisco que consiguió alterar desmesuradamente al chico.
Pero gracias al cielo, antes de que el animal se animase a seguir sus instintos y a engancharse a alguna de las extremidades del omega utilizando sus potentes mandíbulas un fuerte grito restauró su estado de ánimo tranquilo y juguetón.
—¡¡BECK!! —se oyó un potente grito detrás del joven. Una voz que le causo un estremecimiento que cruzó completamente su columna vertebral. — Ven aquí.
Sin esperar a que otra orden fuese mencionada, el perro se colocó al lado del que se podía deducir era su dueño y se sentó en el suelo. Ya fuera de peligro, el más joven de ambos chicos no pudo retener más el aliento y dejo escapar un sonoro suspiro. Abrió la boca al tiempo que se daba la vuelta, pero en el momento que sus ojos se encontraron con el cuerpo dueño de Beck no pudo hacer más que volver a sellar sus labios. Sin poder evitar tampoco una reacción embarazosa el omega boqueo un par de veces hasta que pudo mantener sus labios pegados, intentando recuperar un poco de la dignidad perdida.
Para tratar de calmarse un poco mejor, inspiró profundamente un par de veces. Sin ser consciente completamente de lo que le estaba sucediendo, se coló por sus fosas nasales un ligero aroma que no hacía más que atraerlo hacía quien sea que lo desprendiese.
—Puede que ese olor —pensó el omega mientras seguía mirando al muchacho frente a él, que también lo estaba mirando—. Imposible.
No era ni remotamente posible que fuese capaz de captar el aroma de un alfa sin haberse presentado todavía. Es cierto que poco tendría que quedar, pero no se sentía como si fuese a entrar en celo, aunque no lo hubiese sufrido nunca era capaz de captar los signos. Y era más imposible aún que el bello chico frente a él resultase ser su alfa destinado. Un conglomerado de preguntas se agrupó en torno a su materia gris buscando ser resueltas todas ellas al mismo tiempo, lo que provocó que ni la más sencilla de todas ellas pudiese hallar su solución.
Mientras el contrario era incapaz de esconder la sonrisilla que mostraban sus carnosos labios. La gracia que le producía la extraña expresión en el rosto del chico omega, que por alguna razón desconocida seguía oliendo como un bebé, frente a él no podía ser comparada con nada. Tratando de expulsarlo del interior de su trance a la realidad comenzó a hablar.
—Gracias por salvar a mi perro de esos críos.
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[palabras: 3034; publicado: 12-3-2019; actualizado: 12-4-2019]
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