Tumgik
#marica diaz
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“I HATE how fanart depicts M**co as a cisgender man with a beard when he’s older. Didn’t the show explicitly say she’s a transgender girl? Let Marcia transition. We need more magical girl stories where the MC is Sapphic anyway.”
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serendipianativa · 4 years
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Diomedes era un estoico
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Era enero del año 1996. Un grupo de personas estaban eufóricas y acaloradas en Soledad, Atlántico. La razón, era un concierto donde el artista principal fue el aclamado Diomedes Diaz. Lo que las personas no sabían, era que el cantante iba a estar en un estado de conciencia que no era el mejor y  que como consecuencia, no estaba cantando a la altura que el público esperaba. Un hombre, cuya profesión era ser transportador público personalizado de personal municipal, le gritó a Diomedes que cantara, y del momento eufórico y del enojo del artista, surgió la famosa frase que quedaría inmortalizada en la historia; Diomedes insultó al taxista diciéndole “… usted no sea tan sapo, tan lambón. ¡Marica!”.
Muchos años después. Me encontraba algo aburrido por el encierro de la cuarentena, pero casi por coincidencia me reencontré con un libro que me había prestado mi abuelo en Montería y que nunca tuve la oportunidad de leer. El libro se llama “El arte de vivir” y trata sobre las lecciones de un filósofo de la antigüedad llamado Epicteto, un filósofo que perteneció a los estoicos, y que, aunque nunca escribió nada, si tuvo aprendices que lograron mantener sus lecciones para la historia.
En los siguientes días me dediqué a leer y a estudiar esas lecciones. La principal y de la que derivan muchas otras, es “No preocuparse por las cosas que no se pueden controlar”. Los pensamientos de los demás, el hecho de donde y en qué condiciones se nace, la muerte, entre otras, son cosas que se salen de nuestro dominio, de nuestro control y preocuparse por ello solo produce tormento y una distracción de lo esencial de la vida. En ese orden de ideas, No vale la pena gastar tiempo y energía metiéndose en los asuntos que no nos conciernen, no vale la pena prestar atención a los pensamientos de los demás, no vale la pena hacer las cosas para complacer a los caprichos de los demás.
La vida debe ser vivida en virtud y en armonía con la naturaleza, enfocándose en aquello que está en nuestro control y nos hace ser mejores personas, realizando los deberes en función de alcanzar una gran habilidad en las labores que nos hacen felices, buscando la serenidad interior y una libertad personal que sea perdurable. 
El libro tiene varias lecciones que me pusieron a pensar durante días, son lecciones que se prestan para debatir, que pueden ser difíciles y hasta imposibles de aplicar, que puede que sean contraproducentes o que simplemente dan a reflexionar. Sin duda lo que más me llamó la atención fue el hecho de que hay que identificar a que prestarle atención, puesto que no podemos controlar las circunstancias externas, pero sí nuestra actitud hacia ellas.
Era enero del año 2017. Estaba en Purísima, un pueblo poco conocido de Córdoba, visitando a unos tíos muy queridos que siempre han vivido allí. Cerca de la casa había un terreno descuidado que servía de cancha polifuncional, y en ella, estaban unos niños jugando baseball en el pleno sol del mediodía. De fondo sonaba una canción vallenata en un picó que tenían en la terraza de una casa a un costado del estadio improvisado. Fui sigilosamente hacia ellos, saqué mi cámara, les dije que me ignoraran y que hicieran como que no estaba ahí, y casi como si fuera el catcher de la jugada y con el gran riesgo de que me dieran un golpe mal dado a mi o a la cámara, terminé sacando lo que considero han sido de las mejores fotos que he tomado.
Los niños jugaban sin zapatos, con la ropa rota y pequeña, el bate era un palo improvisado que parecía sacado de una cerca de potrero, la primera base de la cancha parecía un pedazo viejo de esponja de mueble y la pelota estaba deshilada. Pero esos niños estaban felices, no había nada más que los perturbara en ese momento tan magistral de pegarle a una pelota con un bate. No les importaba si los miran, no tener los mejores insumos para el juego, ni tampoco les importaba jugar para complacer a alguien más que a ellos mismos.
Hace pocos días, después de leer el libro y observando las fotos, fue que lo comprendí; observé en la imagen y en la escena que tiene implícita, el arte de vivir, y recordé como si hubiese sido la previa de la canción que sonaba de fondo en la escena, la frase que dijo una vez Diomedes Diaz, “No sea tan sapo, tan lambón, ¡Marica!”. Una frase del estoicismo puro que diciendolo de otra manera es; No se meta en un juego no le importa, no haga las cosas por complacer a los demás, hágalas por usted, por ser y dar lo mejor de usted y sobre todo no deje perder la vida siendo infeliz, que cuando se muera se arrepentirá de eso.
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