El novio misterioso
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No era lo más atestado que habían visto el cine cerca del barrio, esa siempre sería la vez que consiguieron los boletos para el estreno de Toy Story 4; del cual salieron completamente emputecidos y llorando, así que intentaban nunca mencionarlo. Por eso, aunque fuera mitad de verano y estuvieran rodeados de personas por todos lados -con el aire acondicionado solo aumentando el bullicio y esparciendo el olor a sudor y bloqueador-, les era de poco interés la cantidad de gente, es más, la congestión servía a sus propósitos, pues estaban en mitad de una misión de espionaje.
- Deberíamos pedir una bolsa para cada uno, esto no nos va a alcanzar ni para los comerciales -exclamó Rodrigo, en medio de sus otras dos primas, el único que no tenía interés en mirar por los bordes del pilar detrás del que se estaban ocultando.
- No puedo creer que eso sea lo que te preocupa ahora… -respondió María, la pelinegra que aún llevaba los lentes oscuros bajo techo. A diferencia de su estilo habitual, aquel día iba vestida con chaqueta y pantalón deportivo, además de las zapatillas de gimnasia que jamás tocaba si no necesitaba correr en las mañanas para la profesora de gimnasia.
- Pues me preocupa bastante, siempre que me distraigo ustedes no me dejan nada… -Tenía muchos recuerdos de estar hambriento a mitad de película cada vez que se les ocurría salir en familia.
- ¡Mentiras! ¡Eso nunca ha pasado! -María se volteó en su dirección, y levantó sus lentes oscuros solo para dedicarle una mirada molesta.
- ¡Claro que sí! ¿De qué me estás hab…?
- ¡Se mueven!
La inminente discusión se vio interrumpida por la mayor de los primos, quien sujetó de los brazos a los otros dos, y a tirones los hizo avanzar con la masa de gente que comenzaba a formarse para ingresar a la sala de proyección. A propósito fueron quedándose al final de la fila, para seguir ocultándose de las posibles miradas de las dos personas a las que estaban espiando con tanta determinación.
- ¿Qué están haciendo? ¿Están mirando hacia acá? -preguntó María, de espaldas al inicio de la fila y con la cabeza gacha. Estaba convencida de que, de los tres, era la más reconocible a larga distancia, por eso no quería arriesgarse a echar un vistazo.
- No, para nada, Pancha aún está colgada de su brazo, parece que siguen conversando -Catalina intentaba verle el perfil al tipo con el que estaba su otra prima, pero hasta el momento, no había tenido suerte ni para verle la nariz, así que dio otro paso lejos de la fila, buscando un mejor ángulo. Con cada centímetro creía estar más cerca de descubrir si era más o menos atractivo que el novio anterior.
- Sigo preguntándome porqué aún no nos lo presenta, nunca se había tomado tanto tiempo con ningún tipo -comentó Rodrigo, tan bajito en la habitación atiborrada, que por poco ninguna de las chicas logró escucharlo.
- Eso mismo me preocupa ¡Quizás con qué bandido anda ahora la picaflor! Recuerdo al menos dos que necesitaban terapia urgente -agregó María. En verdad la tenía un poco preocupada su prima, pero era una mínima parte; el resto de ella no se podía creer que la santurrona de Francisca le estuviera duplicando el número de novios. Necesitaba respuestas, y saber si tenía otros prospectos secretos o qué pasaba.
- Tampoco se ve como su tipo usual, ¿Verdad? ¿Saben a lo que me refiero? -Catalina agitó la mano en dirección a la pareja. Rodrigo alzó la vista, María se volteó, y por una vez, los tres primos se encontraron observando directamente a quienes habían seguido furtivamente al cine.
Sabían a lo que se refería Catalina. El personaje a un lado de Francisca era un misterio, incluso sin contar que aún no podían verle la cara. Tenía una mopa despeinada de cabello castaño, piernas de fideo y llevaba un chaleco amplio de color rojo con rayas blancas; lo único llamativo del tipo, al menos desde atrás. No habría nada de malo, suponían, si el desfile de exnovios de Francisca no pareciera haber sido reclutado a las salidas del gimnasio.
- Quizás nunca nos presenta a los feos -musitó María, con algo de esperanza. Tanto Rodrigo como Catalina le dieron una palmada.
Continuaron con su espionaje improvisado y torpemente ejecutado, pero consiguieron entrar a la sala de proyección y ubicar sus asientos sin que la pareja notara su presencia. Aunque quedaron cuatro filas detrás, y por mucho que no necesitaran lentes, ninguno tenía super visión, por lo que continuaron avistando solo la parte trasera de sus cabezas, y de vez en cuando la punta de alguna nariz.
- Es bastante bajito, ¿Verdad? Se ven de la misma altura, nunca había tenido un novio tan bajito -comentó Catalina mientras pasaban los comerciales antes de la película. A pesar de que más de un adelanto de película le habría parecido interesante, no le despegaba la mirada a las dos cabezas, que cada tanto volvían a juntarse en medio de los asientos.
- Por eso les digo, a los patitos feos debe sacarlos a escondidas.
- Ya basta María.
- Quizás está tratando algo nuevo, puede que le hayan aburrido los bíceps y el olor a sudor -dijo Rodrigo, insertando su comentario en medio de la conversa de sus primas, así como se encontraba físicamente sentado entre las dos. Cuando éstas lo miraron, les ofreció un poco de las palomitas que sostenía sobre sus rodillas.
Habían caído en cuenta del enamorado secreto de Francisca por puro accidente. Al menos eso les había jurado María, quien, por lo que contaba, vio de casualidad el mensaje entrante de WhatsApp en la pantalla del celular de la menor, cuando esta estaba ocupada en otras cosas. No confiaban del todo en lo fortuito del asunto, pero la curiosidad los tenía en vela hace un tiempo, pues a pesar del sinnúmero de planes que habían hecho para el verano, Francisca no paraba de excusarse de la mayoría.
- No sé si le guste tanto, saben, no he visto que se den ningún beso ni nada -señaló Catalina a unos veinte minutos de haber comenzado la película. Los veía inclinarse regularmente y compartir las palomitas y el refresco, pero nada más.
- Quizás es tímido -sugirió Rodrigo, quien por una vez sentía la necesidad de defender a uno de los novios de su primita. La falta de besuqueos en verdad hacía que el nuevo sujeto le estuviera cayendo en gracia, a diferencia de las chicas.
- ¿Dónde está la pasión? ¿El entusiasmo? ¡La he visto dando nalgadas! No, aquí algo pasa, quizás sea una cita de lástima -María tomaba puñado tras puñado de palomitas mientras analizaba cada movimiento de la pareja. Cabe decir que no se había enterado de nada de la trama en esos veinte primeros minutos.
A los cuarenta minutos, Rodrigo finalmente había comprendido que la película era más de terror que de misterio, a diferencia de lo que le había dado a pensar el tráiler.
- Oh, no… oh no, no, no, no… -El chico se fue encogiendo en su asiento, en un inútil intento de sentirse protegido en la enorme habitación llena de extraños, con la enorme pantalla lista para mostrarle algo que no quería ver.
- Compórtate Rodri, aquí no puedes ponerte a gritar como en la casa -Catalina puso una mano sobre el brazo de su primo, mientras María fue más práctica que sensible, y rápidamente se hizo de la bolsa de palomitas, para mantener lo poco que quedaba a salvo del asustadizo del grupo.
- Si te pones a llorar, juro que me cambio de asiento, no me hagas pasar vergüenza de nuevo.
Cinco minutos después ocurrió el primer jump scare de la película, y el grito de Rodrigo retumbó en toda la sala, al igual que todos los otros que soltó durante el resto de la cinta.
- ¡Ni siquiera daba tanto miedo! -Gritó María, al tiempo que se deshacía de la bolsa vacía de palomitas en el contenedor justo fuera de la sala.
Habían esperado varios minutos durante los créditos a que la pareja saliera antes que ellos, mientras eso ocurría, varias personas de las filas cercanas les dedicaron más de una mirada a los tres adolescentes, que intentaban desaparecer en las butacas.
- No fui el único que se asustó -Rodrigo intentó defenderse, aunque ninguna de las dos le hizo mucho caso. Por una vez, tenían cosas más importantes que burlarse de él.
- ¡No los veo por ningún lado! María, ¿Dónde pudieron haber ido? -Catalina dio un giro completo, intentando ubicar a su prima y el desconocido, pero se habían esfumado.
- ¡Argh! -María alzó los brazos y dio un pisotazo al suelo alfombrado-. ¡No debimos tardarnos tanto! ¡Quizás a qué rincón se la llevó ese cretino!
- ¿Podríamos ir a ver a la parada de bus? -sugirió Rodrigo, ya bastante cansado luego de tantos sustos. Estaba listo para desistir e irse a dormir hasta el otro día y olvidarse de toda esta operación fallida.
- Aún es temprano, no creo que se hayan ido, deben estar en alguna tienda o por los árboles de afuera -Catalina tenía sus ojos puestos en la pizzería, creyendo que sería buena idea comenzar a revisar los puestos de comida, en caso de que hayan planeado una cita más larga.
- De hecho, pensábamos ir por papas fritas, quizás me convenza de dejarles las recocidas.
Rodrigo soltó un nuevo grito de terror, y las muchachas se voltearon tan rápido que sus cabellos oscilaron como látigos. Por detrás de uno de los pilares que habían usado antes para esconderse, apareció Francisca, con las manos en la cadera y un rostro molesto.
- ¿Se puede saber qué hacen siguiéndome como detectives de segunda? ¿Y cómo supieron siquiera que iba a estar aquí? -La chica de pelo corto se cruzó de brazos, y siguió mirándolos.
Entre los tres se miraron por un segundo, antes de explotar en una cacofonía de voces.
- ¡Es que nos tenías locos de curiosidad!
- ¡Te estabas comportando muy extraño!
- ¡Ni siquiera quería estar aquí! ¡Ellas me obligaron!
Catalina y María decidieron ignorar aquel comentario de Rodrigo por el momento.
- ¿Por qué no nos dijiste que tenías novio de nuevo? -la cuestionó María, saltándose por completo la parte en la que se sentía culpable por espiar, y dio dos pasos más cerca de su prima- Porque ya van semanas que nos abandonas para andar con este, supongo… ¿Por qué no nos lo has presentado?
- Sí, eso mismo, chica, y digo, no lo he visto de cerca, pero parece algo lejos a tu menú usual -Catalina se colocó hombro con hombro junto a María.
Luego de unos segundos, Rodrigo decidió imitar a sus primas, y se unió al frente que quería respuestas, con brazos cruzados y todo.
De un momento a otro, la mesa se dio vuelta en su contra, y Francisca se encontró con la cara roja de vergüenza y esquivando las miradas de sus familiares.
- Bueno, sí, tienen razón, los he dejado un poco de lado -Con dedos inquietos se reacomodó algunas mechas detrás de la oreja, y carraspeó un par de veces antes de atreverse a mirarlos a la cara otra vez- Y sé que no es del tipo con que usualmente salgo, pero por eso mismo quería ver cómo iban las cosas antes de hacer las presentaciones… ¡Pero hubieran esperado un poco más! ¡Ya lo iba a hacer!
- Oh, ¿Entonces sí te gusta? -preguntó Rodrigo, algo entusiasmado con la noticia. A diferencia de sus primas, que al nuevo modelo le faltaran músculos y unos centímetros de piernas no lo tenía tan perturbado.
Una sonrisita se posó en la cara de Francisca, y su sonrojo se hizo más visible.
- Pues sí… no sabía qué pensar al principio, pero ahora me gusta bastante -compartió la sonrisa con el muchacho, y a pesar de los rostros incrédulos de María y Catalina, continuó con igual entusiasmo- Es muy dulce, y tenemos varias cosas en común y hablamos todo el tiempo, más que con cualquiera de mis ex, creo que eso es algo bueno…
Mientras más contaba, sus primas parecían irse convenciendo de darle una oportunidad justa al sujeto. Rodrigo estaba más que listo de darle la bienvenida a la familia.
- ¿Y dónde está este pan de dios? -preguntó Catalina, pues no creía que estuviera esperando detrás del pilar a que Francisca le diera el pie para su entrada.
- Ah, justo entró al baño cuando los vi, pero ya debe venir en camino…
En efecto, no esperaron mucho, pues unos minutos después, en medio de una discusión para decidir si irían por la porción de papas o lo cambiarían por unas pizzas para todos, Francisca alzó la cabeza y le sonrió a algo en la distancia.
- Oh, ¡Ahí viene mi bomboncito! -exclamó, y los ojos se le encendieron de alegría.
Nuevamente sincronizados, los tres dieron media vuelta con la anticipación picándoles los pies.
- Uh… -dijo la única persona frente a ellos.
Que resultó ser una chica.
Bajita, delgada, con las mechas castañas y el chaleco a rayas que habían estado observando toda la tarde.
Y era una chica.
- ¡Manu! ¡Mira cariño, estos son mis primos!
Manu les agitó la mano, y al siguiente instante se sonrojó e intentó ocultarlo jalándose el cuello del chaleco hacia la cara.
- Oh por la virgencita… -murmuró María, sin apartar los ojos del fideo con pelo- Es adorable.
- ¡OH POR DIOS TIENES NOVIA! -Catalina dio un chillido que hasta a ella le sorprendió. Se tomó un momento para observar a la chica de pies a cabeza, y a continuación se lanzó a darle un abrazo asfixiante- ¡No me lo creo! ¡No me lo creo Fraaaan! ¡Ah!
- ¡Dámela! ¡Déjame verla bien! -María se acercó con los brazos extendidos, y sujetó lo primero que pudo agarrar de la muchacha, que por suerte solo fue su brazo-. Oh, cielos, olvida las pizzas, ¡Vamos a ir a probarte ropa! -comentó con algo de desdén hacia el enorme chaleco que traía.
Rodrigo se dio un minuto para sentirse desilusionado por el nuevo amigo que nunca existió, pero pronto se sumó a los esfuerzos de Francisca de recuperar a su novia de las manos exaltadas de María y Catalina. Al menos fue el primero en presentarse como la gente.
Tiempo después, cuando solo quedaban las sobras de las dos pizzas familiares que habían decidido pedir, los tres tuvieron que coincidir que esta era una pareja divina, y que Manuela untando los bordes restantes de masa con kétchup para Francisca, antes de que la rara de su prima pudiera hacerlo, era lo más tierno de la vida.
FIN
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Poor People’s Art: A (Short) Visual History of Poverty in the United States at USF Contemporary Art Museum in Tampa uses installations and artworks to tell the story of, and expand perspectives on, The Poor People’s Campaign- from its origins in the late 1960s to the present day form, as well as comment on poverty and other social issues. Both educational and engaging, it shows that despite long struggles and some progress, we are still very far from much needed social change, especially in regards to poverty.
The museum also produced a free full color, 48 page workbook that you can pick up there or download as a PDF that can be downloaded from their website.
From the gallery’s website-
Dr. Martin Luther King Jr. is well known for his “I Have a Dream” speech, yet much less emphasis is placed on his campaign to seek justice for America’s poor, “The Poor People’s Campaign.” This was a multi-cultural, multi-faith, multi-racial movement aimed at uniting poor people and their allies to demand an end to poverty and inequality. Fifty-three years after Dr. King’s death, the Reverend William Barber II launched a contemporary push to fulfill MLK’s ambitious brief — one that calls for a “revolution of values” that unites poor and impacted communities across the country. The exhibition Poor People’s Art: A (Short) Visual History of Poverty in the United States represents a visual response to Dr. King’s “last great dream” as well as Reverend Barber’s recent “National Call for Moral Revival.”
With artworks spanning more than 50 years, the exhibition is divided into two parts: Resurrection (1968-1994) and Revival (1995-2022). Resurrection includes photographs, paintings, prints, videos, sculptures, books, and ephemera made by a radically inclusive company of American artists, from Jill Freedman’s photographs of Resurrection City, the tent enclave that King’s followers erected on the National Mall in 1968, to John Ahearns’ plaster cast sculpture Luis Fuentes, South Bronx (1979). Revival offers contemporary engagement across a range of approaches, materials, and points of view. Conceived in a declared opposition to poverty, racism, militarism, environmental destruction, health inequities, and other interlocking injustices, this exhibition shows how artists in the US have visualized poverty and its myriad knock-on effects since 1968. Participating artists include John Ahearn, Nina Berman, Martha De la Cruz, Jill Freedman, Rico Gatson, Mark Thomas Gibson, Corita Kent, Jason Lazarus, Miguel Luciano, Hiram Maristany, Narsiso Martinez, Adrian Piper, Robert Rauschenberg, Rodrigo Valenzuela, William Villalongo & Shraddha Ramani, and Marie Watt.
From the museum’s wall plaque about the images from the artists above-
A multimedia visual artist whose work explores themes of history, popular culture, and social justice, Miguel Luciano revisits the history of the Young Lords, a revolutionary group of young Puerto Rican activists who organized for social justice in their communities beginning in the late 1960s. Luciano’s first contribution to Poor People’s Art is a vinyl banner from the public art project Mapping Resistance: The Young Lords in El Barrio (2019), a collaboration with artist Hiram Maristany. It features the photograph “Young Lords Member with Pa’lante Newspaper (1970)” by Maristany, who was the official photographer of the Young Lords and a founding member of the New York chapter. This banner, along with nine other enlarged Maristany photographs, were installed throughout East Harlem at the same locations where their history occurred 50 years prior.
Luciano’s second contribution to Poor People’s Art is the sculpture The People’s Pulpit (2022), a repurposed vintage pulpit from the First Spanish Methodist Church in East Harlem. The Young Lords famously took over the church in 1969 and renamed it “The People’s Church”; they hosted free breakfast programs, clothing drives, health screenings, and other community services there. In this exhibition, The People’s Pulpit features an historic recording of Nuyorican poet Pedro Pietri reciting the celebrated poem Puerto Rican Obituary during the Young Lord’s takeover of The People’s Church.
The central sculpture in the second photo-
Afro-Taino artist Martha De la Cruz fashioned her sculptural installation Techo de sin (Roof of Without), 2021, from stolen, scavenged and donated materials found in Southwest Florida. According to the artist, “Florida is home to a large population of Latin American migrants who have ended up in the US largely due to economic pressures, exploitation and veins of power etched by Europe and the US.” Her powerful work deals with the results of this disjunction and the “symptoms thereabouts (e.g. houselessness, fugitiv-ity, government corruption, and income disparity, etc.).” According to De la Cruz, the word “sin” is a common Dominican mispronunciation for the word “zinc.” The sculpture is animated by a single light bulb that turns on for just ten minutes a day.
From the wall plaque about the Lazarus installation (structure in the 3th, 5th and 6th photos)-
Jason Lazarus’s sculptural installation Resurrection City/Poor People’s Campaign: A National call for Moral Revival/A Third Reconstruction (2023) is anchored in the artist’s historical research and several key photographs of Resurrection City. A tent-like shelter inspired by the temporary residences that populated the 1968 mass protest, the interactive sculpture contains simple sleeping quarters and a curated library filled with physical literature and ephemera centered on both the 1968 Poor People’s Campaign and the 2018 Poor People’s Campaign: A National Call for Moral Revival, co-led by Rev. Dr.William Barber and Rev. Dr. Liz Theoharis.
The library allows for audiences to trace, listen, and talk about the history of advocating for the poor, from 1865 to the present. Additionally, the artist provides a custom transcription (and a QR hyperlink) to Barber’s 49-minute address on the syndicated radio show “The Breakfast Club” in which he carefully outlines his powerful vision for how we might address poverty going forward.
About Jill Freedman’s photograph above-
In the spring of 1968, the talented young street photographer Jill Freedman quit her day job as a copywriter in New York City to join the Poor People’s March on Washington. Freedman lived in Resurrection City for the entire six weeks of the encampment’s existence, photographing its residents as they rallied, made speeches, protested in front of government buildings, confronted police, built makeshift kitchens, organized clothing swaps, and dealt with flooding, petty crime, and illness. One of the most important postwar documentarians, and one of the few women photographers of the era, Freedman captured it all. Freedman’s 2017 book, Resurrection City, 1968-from which this exhibition draws a dozen powerful images-showcases the photographs that she made as a participant in the original Poor People’s Campaign. In multiple ways, Freedman’s images are the sympathetic perch upon much of which much of the present exhibition loosely hangs.
This exhibition closes 3/4/23.
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