Leyendas de terror hondureñas
El Sisimite
El relato del Sisimite cuenta la historia de una grotesca y colosal criatura que guarda una sorprendente similitud con otro gigante que deambula por los bosques de Norteamérica, comúnmente conocido como "Pie Grande".
En algunas narraciones, a esta bestia también se le ha llamado Itacayo. Podríamos describir al Sisimite como un ser con la apariencia de un gorila de gran tamaño, aunque su pelaje es considerablemente más espeso.
Se le ha avistado en áreas boscosas profundamente apartadas de la civilización. Se dice que su refugio se encuentra en cavernas huecas y gélidas.
Su dieta se compone principalmente de frutas, y suele salir a pasear durante la noche, deambulando libremente por las montañas de mayor altitud en el territorio hondureño.
Un relato en particular que me llamó mucho la atención acerca de esta criatura, según la tradición, relata cómo el Sisimite se aventura periódicamente hacia las zonas pobladas en busca de la mujer más hermosa del pueblo.
Una vez que la encuentra, la secuestra y la lleva consigo a las montañas más remotas, con la intención de tener compañía. Algunos habitantes de las zonas boscosas me aseguraron que en una ocasión, una joven logró escapar de las garras de la bestia.
Se cuenta que cuando el Sisimite se dio cuenta de la fuga de la mujer, la persiguió sin descanso hasta acorralarla en la orilla de un río. Sin embargo, este obstáculo no la detuvo y nadó a contracorriente hasta llegar al otro lado.
Una vez a salvo, la joven se detuvo para recobrar el aliento mientras observaba cómo la criatura la miraba con ojos llenos de furia.
Por otro lado, se establece una fuerte conexión entre el Sisimite y el dios Chac, figura presente en varios textos que abordan la cultura maya.
El Cristo de Santa Lucía
La leyenda del Cristo de Santa Lucía nos lleva de regreso a los albores del siglo XX, específicamente al año 1900, cuando surgió un caos en las autoridades eclesiásticas que estaban a punto de realizar un intercambio de crucifijos entre el Municipio de Cedros y Santa Lucía.
Después de una exhaustiva investigación, se determinó que, de hecho, los crucifijos estaban en lugares equivocados. En otras palabras, el Cristo de los Cedros se encontraba en Santa Lucía y viceversa.
Preocupada por esta situación, la gente decidió devolver cada crucifijo a su iglesia correspondiente. En enero de 1901, los habitantes de ambos pueblos se reunieron en Tegucigalpa para celebrar un convivio y llevar a cabo el intercambio de las imágenes sagradas.
Los peregrinos de Santa Lucía emprendieron su viaje sin mayores inconvenientes, hasta que llegaron a un lugar conocido como "La Travesía de Tegucigalpa". En ese momento, quienes cargaban el crucifijo se detuvieron abruptamente, afirmando que la imagen pesaba demasiado y era imposible moverla.
A pesar de cambiar a otros hombres para cargarla, todos los esfuerzos por mover la imagen fueron en vano. Curiosamente, cuando intentaban avanzar hacia Tegucigalpa, el Cristo parecía pesar toneladas, pero al retroceder, era liviano como una pluma.
Los habitantes de Santa Lucía interpretaron este evento como una señal de que el Cristo no quería dejarlos. Más tarde, informaron al otro municipio sobre lo ocurrido.
Finalmente, en el lugar donde se detuvieron, se erigió un monumento para conmemorar el suceso, conocido como el "Monumento al Cristo de Santa Lucía", ubicado en el Boulevard Morazán en la ciudad de Tegucigalpa.
La Piedra de Oro
La Leyenda de la Piedra de Oro narra la historia de cuatro hombres que trabajaban incansablemente en la mina de Yuscarán. En un momento, uno de ellos escuchó un sonido extraño, lo que lo llevó a descubrir una roca que no se partía como las demás.
A pesar de su dureza, lograron extraerla con gran esfuerzo y descubrieron que era un trozo de oro macizo, con un peso estimado entre 90 y 100 libras. Al discutir sobre cómo repartirla, el carrito que contenía la roca rodó colina abajo mientras discutían en lo alto de un peligroso barranco.
Desesperados, descendieron rápidamente para recuperarla, pero no encontraron rastro alguno de la piedra. Esta historia se convirtió rápidamente en una leyenda, motivando a muchas personas a emprender expediciones en busca del enorme tesoro.
Hasta la fecha de esta narración, no se tiene noticia de que alguien haya encontrado la misteriosa piedra de oro. Por ello, si eres amante de la aventura, te invitamos a visitar Yuscarán y ser tú quien tenga la suerte de hallarla.
La Mina de Agua Sucia
La Leyenda de la Mina de Agua Sucia cuenta la historia de un hombre en una comunidad cercana al río Cececapa, quien conocía el paradero exacto de la verdadera "Mina de Agua Sucia".
Cada viernes, este hombre salía de su casa y se dirigía hacia ese lugar misterioso. Nadie sabía realmente por qué llevaba a cabo este extraño ritual, pero se rumoreaba que portaba una gallina blanca y velas de cera de castilla, utilizadas en un misterioso ritual para contentar al guardián de la mina.
En una tarde, la hija del campesino decidió seguirlo en secreto, intrigada por sus acciones semanales. Se escondió detrás de unos arbustos y observó cómo su padre llevaba a cabo el ritual.
Repentinamente, de las profundidades de la tierra surgió un torbellino de fuego que casi la envuelve en llamas. Aterrorizada por lo que había presenciado, la joven salió de su escondite.
Su padre la descubrió y la reprendió severamente, advirtiéndole que nunca más debía seguirlo. Después de llevarla de vuelta a casa, el hombre regresó a la Mina de Agua Sucia para continuar con el sacrificio de la gallina.
Lo que la gente ignoraba es que, según las tradiciones hondureñas, aquel que mantuviera feliz al protector de la mina tendría el privilegio de encontrarse cara a cara con el legendario lagarto de oro.
Se dice que este ser mitológico permitía a quienes realizaban los rituales arrancarle un trozo de su cola. En otra versión de esta historia, se afirma que la criatura vivía dentro de la mina y, al igual que las lagartijas, tenía el poder de regenerar su cola a voluntad.
El Comelenguas
El Comelenguas es una leyenda relativamente reciente en Honduras, originada en Nacaome, al sur del país. Según relatos, varios testigos avistaron un ave inusual de gran tamaño sobrevolando las haciendas de la zona, sembrando el pánico entre los lugareños.
Lo que realmente aterrorizó a la población fue el descubrimiento de cientos de reses muertas al día siguiente de la aparición de esta criatura alada. El Comelenguas, como se le conoce, posee una cola de serpiente que utiliza para estrangular a sus víctimas, sin importar su fuerza. Además, después de matarlas, devora sus lenguas de un solo bocado.
Se cuenta que el ganado encontrado sin vida a menudo presentaba las mandíbulas dislocadas, como si hubieran luchado antes de sucumbir ante la bestia.
Este relato guarda similitudes con una historia similar en Brasil, donde se narra la presencia de una criatura parecida al Comelenguas. La leyenda surge en una época marcada por avistamientos de objetos voladores no identificados y extrañas criaturas que se rumoreaba vagaban por los bosques.
Finalmente, se especula que el Comelenguas podría ser un pariente lejano del "Pájaro León", otra criatura que atemorizó las tierras hondureñas en años anteriores.
La Mula Herrada
La Leyenda de la Mula Herrada nos transporta a un tiempo antiguo en Honduras, donde las historias a menudo están teñidas de tragedia. Este relato, clasificado dentro del género del terror, narra la muerte de una joven hermosa en el momento en que se entera del fallecimiento de su madre, a quien una mula había dejado gravemente herida.
Lo más impactante es que la joven, en lugar de socorrer a su madre, la abandonó a su suerte, con casi todos sus huesos destrozados.
Tres días después del entierro de la madre en el panteón municipal, un rayo de luna iluminó el ataúd, y la mujer resucitó. Pero ya no era una humana común, sino una criatura mitad mula, mitad mujer.
Se cuenta que esta entidad, conocida como la Mula Herrada, ha sido avistada por varias personas en las noches, especialmente cerca de los hogares de aquellos que viven en pecado mortal, con la intención de llevarlos a cambiar radicalmente sus vidas.
Esta leyenda se suma a muchas otras que provienen de diferentes rincones de Honduras, enriqueciendo así la cultura no solo de este país centroamericano, sino también de todos aquellos que comparten el idioma español.
Es importante destacar que el propósito de esta narración no es inducir a creer en las criaturas descritas, sino ofrecer una perspectiva que refleja la cosmovisión de generaciones pasadas.
El Cerro Brujo
La leyenda del Cerro Brujo nos lleva a explorar una de las historias más famosas de Honduras. Un cerro, una colina aislada de terreno, pero no cualquier cerro, sino el misterioso Cerro Brujo.
Situado entre las colonias "Estados Unidos de Tegucigalpa" y "El Sitio", este lugar se ha ganado su fama debido a los supuestos eventos paranormales que allí ocurren, llevando a la creencia popular de que está embrujado.
Al conversar con los lugareños, algunos, especialmente jóvenes, consideran estas historias como simples cuentos de miedo, mientras que otros están firmemente convencidos de su veracidad.
Sea cual sea la verdad, el Cerro Brujo se ha convertido en un punto turístico gracias a la difusión de estas leyendas tanto entre los locales como entre los visitantes.
Una de las historias más conocidas es la de la señora Paula Sierra, quien experimentó un evento paranormal en el Cerro Brujo cuando era niña. Aunque han pasado décadas, ella recuerda el incidente con claridad.
Otra anécdota relata cómo un grupo de reporteros que investigaban el cerro se vieron afectados por extraños fenómenos, como escalofríos y la detención de las agujas de los relojes al escalar la colina.
Y por último, Manuel López compartió que los intentos de destruir el Cerro Brujo para construir viviendas han sido frustrados por los fantasmas que habitan en su interior, quienes han impedido su destrucción de diversas maneras.
Los Dos Huerfanitos
La Leyenda de los Dos Huerfanitos narra la trágica historia de dos niños que quedaron solos en el mundo tras la muerte de sus padres. El niño mayor, desesperado por encontrar comida para su hermana menor, se aventuró un día en busca de alimento y descubrió una huerta repleta de árboles frutales.
Aunque encontraron un lugar donde satisfacer su hambre, el dueño de la huerta, que resultó ser el Diablo, se dio cuenta de que alguien estaba robando sus frutos. El chico, inteligente, supo evadir la vigilancia del Diablo hasta que una noche fue sorprendido.
Sin embargo, en lugar de asustarse, el niño decidió contarle su situación al Diablo, quien, impresionado por la historia, les ofreció trabajo y comida a cambio de sus almas. Los niños aceptaron y se convirtieron en esclavos del demonio.
Pero su desesperación por escapar creció cada día, hasta que un día un pajarillo les reveló un plan para engañar al Diablo. Siguiendo el consejo del pájaro, lograron hacer que el Diablo cayera en un pozo lleno de agua hirviente, causando su muerte.
Para escapar de las garras del Diablo, los niños hablaron con un venado y un sapo, quienes les ayudaron a llevar las cenizas del Diablo al otro lado del río. Sin embargo, en el camino, el sapo cayó en la tentación de abrir la jícara que contenía las cenizas, liberando todo tipo de alimañas que lo marcaron para siempre.
Así, la leyenda cuenta cómo la piel del sapo quedó marcada por sus acciones, recordando la astucia de los dos huérfanos para escapar del malvado Diablo.
La Mina Clavo Rico
La leyenda de la Mina Clavo Rico es una de esas historias breves de Honduras que encierran una importante moraleja. Según se cuenta, este rico yacimiento fue descubierto en el año 1585 en Choluteca.
Durante la época colonial, la Mina Clavo Rico fue una de las más explotadas debido a la abundancia de minerales preciosos que se podían extraer de ella. Incluso en la actualidad, sigue siendo objeto de explotación, aunque en menor medida.
Algunos comparan la historia de Clavo Rico con la leyenda del Dorado, un lugar mítico donde las calles supuestamente estaban pavimentadas con oro sólido. Muchos exploradores llegaron a esta región de Centroamérica en busca de esta ciudad dorada, aunque lo único cierto fue que algunos de ellos enviaron pepitas de oro al rey de España, quien las recibió con agrado.
Otra versión de la historia de la Mina Clavo Rico relata que, una vez que los mineros agotaron el oro superficial, decidieron excavar un pozo de más de un kilómetro de profundidad. Después de meses de trabajo, llegaron a una pared infranqueable. Tras numerosos intentos, lograron retirar las rocas y descubrieron un enorme lagarto de oro puro detrás de ella.
El encargado de la Mina, emocionado por el hallazgo, lanzó una amenaza al cielo: "Ni siquiera los ángeles se atreverán a mirarme ahora, pues el brillo de este lagarto los dejará cegados". Luego ordenó a los mineros que sacaran al enorme cocodrilo. Sin embargo, en cuanto lo movieron, el suelo cedió y la Mina se derrumbó, atrapándolos a todos en su interior.
El Timbo
La leyenda del Timbo es un misterio rodeado de especulación, ya que las narraciones provenientes de diferentes partes de Honduras lo describen como un ser que se dedica a profanar las tumbas de los cementerios públicos.
Se dice que su alimento preferido son los restos humanos. Durante las noches, el Timbo se desplaza entre las sombras hasta llegar al camposanto, donde elige cuidadosamente la tumba que más le atrae.
Para llevar a cabo su macabro propósito, busca lugares donde la tierra esté blanda, lo que facilita la extracción de los huesos del féretro después de retirar el exceso de tierra.
Residentes de localidades como Texiguat y Sabanagrande aseguran haber avistado a esta criatura de ojos grandes y rojizos, que se esconde detrás de las lápidas, especialmente en las noches de luna llena.
Las descripciones clásicas del Timbo lo representan como una criatura con pelaje rojizo, capaz de caminar erguida como un ser humano. Además, se dice que sus extremidades superiores, es decir, sus brazos, son extraordinariamente largos. No menos relevante es el detalle de que en lugar de uñas, posee garras grandes y afiladas, perfectas para excavar casi cualquier tipo de suelo.
La Chorca
La Chorca es una de las leyendas más escalofriantes de Honduras, una criatura híbrida entre mujer y lechuza que comparte la misma sed de sangre humana que los vampiros.
Según la tradición, en los pueblos donde los evangelizadores no habían llegado, comenzaban a ocurrir muertes inexplicables de infantes menores de dos años y recién nacidos. La Chorca, vista como una mujer normal durante el día, se transformaba al caer la noche en un demonio alado ávido de hemoglobina.
Sus poderosas alas le permitían desplazarse rápidamente sin fatigarse, y su agudo olfato le indicaba dónde encontrar a los recién nacidos. Una vez localizados, utilizaba una pajilla delgada para succionar la sangre del ombligo de los bebés, dejándolos literalmente "secos", incluso en presencia de sus madres.
La única protección conocida contra este mal era el bautismo de los niños. Además, se decía que los ladridos de un perro grande podían ahuyentarla.
Se cuenta la historia de un leñador que, desafiando las advertencias del pueblo, acudió al llamado de auxilio de una mujer solitaria que era considerada una bruja. Esa misma noche, su esposa estaba a punto de dar a luz. Gracias a la valentía del leñador, logró llegar a tiempo para salvar a su hijo recién nacido de las garras de la "lechuza malvada".
Leyenda del cíclope
La leyenda del cíclope hondureño, similar a otras de su tipo en el mundo, describe a seres gigantescos con un solo ojo, quienes tenían la costumbre de apresar, engordar y finalmente devorar a sus víctimas sin piedad.
En ocasiones, cuando les sobraba carne, la almacenaban en recipientes de vidrio, ya que a veces pasaban mucho tiempo sin encontrar una nueva presa.
Una crónica proveniente de la selva Mosquitia relata la historia de un indígena llamado Julián Velázquez, quien se aventuró a explorar la selva en compañía de un brujo. A mitad del camino, se encontraron con una tribu de extraños seres unioculares. A pesar de intentar huir, los aldeanos los capturaron rápidamente y los encerraron en una choza, alimentándolos más de cinco veces al día.
Trágicamente, el compañero de Julián fue asesinado por los cíclopes. Sin embargo, Julián logró encontrar una forma de escapar. Desde entonces, nadie ha vuelto a verlo. Se rumorea que pasó sus últimos días cerca de la "Laguna Seca", aunque esto sigue siendo especulación.
El Duende
Los gnomos o duendes son una parte fundamental de numerosas leyendas cortas hondureñas, especialmente en las zonas rurales. Si le preguntas a cualquier campesino sobre la existencia de estas criaturas, te dirá que no son simples mitos, sino seres tan reales como él o como tú, solo que de baja estatura.
A pesar de su existencia, son muy pocas las personas que han tenido contacto directo con ellos. Los duendes tienen la tendencia a enamorarse fácilmente de las campesinas jóvenes, aunque prefieren mantenerse ocultos en los bosques. Otra característica distintiva del duende hondureño es su afición por gastar bromas a los humanos. Les gusta jugar travesuras, como lanzar pequeñas piedras hacia los graneros o ensuciar las entradas de las casas, todo con el simple propósito de divertirse.
Sin embargo, se dice que si un hombre ebrio desafía a duelo a un duende, este último se verá en aprietos. Los gnomos, cuando se ven en peleas, triplican su fuerza, lo que resulta en una paliza segura para el individuo desafiante.
El Aullador
No hay evidencia concluyente de que "El Gritón" haya vagado alguna vez por las tierras de Honduras. Sin embargo, la creencia arraigada de que este ser aterrorizaba a la gente con sus aullidos escalofriantes durante las noches tranquilas sigue tan vigente como el día en que surgió por primera vez esta leyenda.
Los agricultores del campo afirman conocer a la perfección los sonidos de todos los animales de la región, lo que les permite afirmar que esos alaridos no se parecen en nada a lo que han escuchado antes.
Otra versión de la leyenda del Gritón sugiere que los sonidos que se escuchan en las noches no son aullidos, sino lamentos provenientes de las almas de hombres que han sido asesinados en los rincones apartados del bosque.
En esta interpretación, el propósito de esas almas no es aterrorizar a los demás, sino encontrar de una vez por todas el descanso eterno.
La Dama de Casamata
Cuenta la leyenda que en los primeros días del Cuartel de Policía de Casamata, las celdas solían estar llenas los viernes, sábados y domingos, principalmente con delincuentes y personas ebrias.
Un día, las autoridades arrestaron nuevamente a Emeterio, un ladrón conocido por sus peleas callejeras. Esta vez, su arresto se debió a una pelea en la que dejó gravemente herido a un joven. Los agentes le advirtieron que si el joven moría, sería trasladado de inmediato a la comisaría central para enfrentar un largo tiempo tras las rejas. Sin embargo, si el joven sobrevivía, solo tendría que pagar una multa y sería liberado.
Emeterio, al comprender la gravedad de la situación, derramó lágrimas, mostrando miedo por primera vez al enfrentar la posibilidad de pasar el resto de su vida entre rejas.
En las celdas de Casamata, no había camas ni catres, obligando a los detenidos a dormir en el suelo. Esa noche, la temperatura descendió drásticamente, llevando a varios detenidos a abrazarse entre sí para combatir el frío.
Fue entonces cuando los presos notaron que a Emeterio le estaba acariciando el cabello una dama ataviada con un vestido de color azul.
Los detenidos comenzaron a gritar:
¡Guardias! Aquí han metido a una mujer. Sáquenla por favor.
Los gendarmes llegaron rápidamente, pensando que se trataba de un motín. Revisaron todas las celdas, pero no encontraron nada.
Los días pasaron y la salud del joven herido mejoró notablemente. Posteriormente, Emeterio fue liberado, aunque su libertad no duró mucho, ya que regresó detenido cinco días después por haber insultado a un diputado.
Una vez más, la extraña mujer de cabello azul fue vista por los presos. Al intentar detenerla, la mujer comenzó a flotar y desapareció atravesando varias paredes.
Una semana después, liberaron a Emeterio nuevamente. Sin embargo, nadie estaba preparado para lo que encontró un gendarme en la celda en la que había estado Emeterio por varios días: un antiguo rosario de piedras blancas. El jefe de policía reconoció el objeto como el mismo rosario con el que enterraron a la madre de Emeterio hace más de 20 años, generando aún más misterio en torno a la leyenda de la mujer de Casamata.
El Repartidor de Bulas
En el siglo XVIII, un hombre llegó a la ciudad de "Gracias a Dios" con la tarea de distribuir bulas. Para quienes desconocen su significado, una bula es un documento papal autorizado para ser entregado a los católicos.
La labor de este repartidor era informar a la población de los días en que estaba prohibido consumir carne de res.
El hombre se dirigió al centro del pueblo, donde ese día se celebraba una festividad patronal. Una gran feria estaba en marcha y la mayoría de los habitantes participaban activamente.
El repartidor notó que en una mesa se jugaba una partida de póker. Se unió al juego y todo transcurrió sin problemas hasta que una de las jugadoras, también esposa del alcalde, hizo trampa para ganar.
El repartidor, indignado, la abofeteó por tramposa. Los otros jugadores intentaron golpearlo, pero logró escapar.
Como sucede en cualquier pueblo, los rumores se propagaron rápidamente, y personas que no presenciaron el incidente también buscaron al hombre para castigarlo.
Logró refugiarse en el templo de la Merced, donde los sacerdotes intentaron calmar a la turba enfurecida, advirtiendo que no permitirían una profanación del suelo sagrado.
A pesar de los esfuerzos de los frailes, la multitud irrumpió en la iglesia, causando destrozos. Incluso una piedra golpeó el rostro de la Virgen de las Mercedes.
Finalmente, capturaron al repartidor, quien fue ejecutado en la plaza pública esa misma tarde.
Los sacerdotes, consternados por la violencia, lanzaron una maldición sobre el pueblo que duraría cinco generaciones.
El pueblo permaneció maldito hasta que llegó el sacerdote Manuel Subirana. Tras escuchar la leyenda, ofreció su ayuda para romper el maleficio.
Según él, los habitantes debían exhumar los restos del repartidor y quemarlos hasta reducirlos a cenizas.
Siguiendo las instrucciones al pie de la letra, el pueblo de "Gracias a Dios" se liberó de la maldición.
La Dama del Río
Esta narrativa figura en la cúspide de las leyendas populares de Honduras. Se cuenta que la protagonista, conocida como la "Sucia", era una joven hermosa que ayudaba a sus padres en las labores domésticas, especialmente lavando la ropa en el río.
Con el tiempo, la muchacha se enamoró de un joven de buena posición. Pronto, su novio pidió su mano y los padres de la "Sucia" aceptaron felices, viendo en este matrimonio un futuro seguro para su hija.
El día de la boda transcurría con normalidad hasta que el clérigo solicitó las actas de bautismo de los novios. Para sorpresa de todos, la joven no pudo cumplir con este requisito, ya que nunca había sido bautizada.
Al percatarse de esto, el sacerdote anuló el matrimonio, ignorando las súplicas de los padres. El novio, al descubrir que la muchacha no era católica, la abandonó de inmediato.
La "Sucia" cayó en una profunda depresión, negándose a comer o salir de casa. Se dice incluso que ese día perdió la razón y nunca se quitó el vestido de novia.
Un día, mientras lavaba ropa en el río, escuchó a unas mujeres comentar que su ex prometido estaba a punto de casarse. Esta noticia la devastó y corrió hasta un acantilado, donde se arrojó al vacío sin dudarlo.
Desde entonces, se dice que en las noches de luna llena, una mujer vestida de blanco aparece en las orillas de los ríos en Honduras. No hace daño a nadie, simplemente espera reunirse algún día con su prometido.
La Carreta Encantada
A comienzos del siglo pasado, se encontró muerto a un ganadero dentro de su propia carreta. Este hombre era conocido por su falta de escrúpulos y su propensión a aprovecharse de la bondad ajena.
Por eso, no sorprendió a nadie que su muerte fuera el resultado de varias puñaladas por la espalda. El funeral fue organizado por el ayuntamiento, ya que el hombre no tenía familiares.
Es importante mencionar que la carreta quedó abandonada en el lugar de los hechos durante años.
Con el tiempo, la gente empezó a contar historias sobre cómo la carreta recorría las calles por las noches, sin conductor alguno.
Algunos afirmaban que en ella viajaban almas en pena o espíritus que buscaban aterrorizar a los transeúntes para llevar consigo las almas de los inocentes al averno.
Por otro lado, aunque estas narrativas puedan ser espeluznantes, también se crean leyendas cortas para niños sobre estos temas, con el objetivo de transmitir los hechos sin enfatizar en el terror.
El Piano de Valle de Ángeles
Hace mucho tiempo vivía en el pueblo una amable señora llamada Dolores, conocida por su gran corazón y su habilidad en las artes, especialmente la pintura y la escritura.
Viuda y madre de una única hija, Dolores temía por el futuro de esta última, ya que no heredó su talento artístico. A pesar de sus intentos por enseñarle diferentes habilidades, la joven no mostraba interés en ninguna actividad.
Sin embargo, al acercarse a la adultez, un día la muchacha se sentó frente al piano que había pertenecido a su padre y empezó a tocar con maestría una melodía. Su habilidad para componer música la llevó a abandonar el pueblo y dirigirse a Europa, donde se casó con un hombre de origen alemán y fue feliz durante muchos años.
Lo más curioso de esta leyenda es que en algunas iglesias del pueblo natal de la joven, durante la Nochebuena se puede escuchar la melodía que interpretó por primera vez en el viejo piano de Valle de Ángeles.
Se cuenta que este piano se convirtió en un "amuleto" para encontrar el amor. Las jóvenes solteras que buscaban pareja acudían a la casa de Dolores y pasaban sus manos sobre las teclas del piano, en busca de su "media naranja".
La Casa Embrujada de Santa Rosa de Copán
En Honduras, abundan las leyendas de terror sobre lugares embrujados. Se dice que la mayoría de estas historias son completamente reales, aunque también hay algunas inventadas con el fin de infundir miedo entre los habitantes de ciertos lugares.
Hoy vamos a adentrarnos en la crónica de la casa embrujada de Santa Rosa de Copán. La creencia popular asegura que ninguna persona puede habitar ese domicilio, ya que aquellos que pernoctan allí fallecen al día siguiente de formas inexplicables y misteriosas.
Además, los vecinos relatan que en las noches a menudo se escuchan lamentos provenientes del interior de la casa. Estos alaridos perturban el sueño de todos los que los escuchan.
Se cuenta una versión en la que el domicilio albergaba a huérfanos bajo el cuidado de un cura. Lo extraño es que un día todos amanecieron muertos. No existe ningún reporte periodístico ni policial que corrobore este suceso, lo que aumenta la incertidumbre sobre la veracidad de la historia.
El propósito de compartir esta leyenda hondureña es para que cada quien saque sus propias conclusiones. ¿Crees que es un mito o tal vez consideras que hay verdad en ella?
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