Mi hermoso bebé, aunque a veces asusta no dejo de añorar tu llegada. De repente me veo envuelta imaginando el momento en que pueda acariciar tus manitas. Hasta llego a imaginar que te huelo, que tienes ese aroma que todo lo calma.
El otro día mientras veía llover pensaba en el milagro de traer a un ser que pueda disfrutar del olor a tierra mojada, de las gotas de lluvia sobre su cabeza, del arcoiris y del paisaje, de esas pequeñas cosas que albergan un sentimiento de trascendencia.
Descubrí que esa es una tarea importante para mí, y a la vez una oportunidad inmensa de descubrir esas pequeñas cosas a través de tus ojos, de tus manos y todos tus sentidos.