Tumgik
#nethwan's writing
nethwan · 2 years
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Contigo
Summary: Dos personas que se encuentran después de un tiempo a la distancia.
Otros links: https://www.fanfiction.net/s/14082914/1/Contigo
Luego de una semana tan estresante, lo único que Lars quería era descansar y olvidarse un poco de su situación. Hizo a un lado los documentos que parecía no terminar de leer y suspiró fastidiado. Había dormido poco y comido cualquier cosa que sus habilidades culinarias le permitieran. Sin embargo, no era su alimentación ni sus tareas lo que lo hacían sentirse desdichado, sino que extrañaba a Mei. Ella se había ido de viaje con su hermana, y aunque, prometieron comunicarse de vez en cuando, no era lo mismo.
Se sentía como cuando vivía solo y en la casa reinaba el silencio. Aunque le agradaba la calma, ya no estaba acostumbrado a eso. Además, estaba cansado de torturarse escuchando las mismas canciones que solo le recordaban a ella. Le parecía que exageraba, pues se había ido hacía apenas dos semanas, no dos años. Aun así, no podía evitar sentirse solo. Lars se recostó en el sofá, preguntándose qué estaría haciendo ella en esos momentos y cerró los ojos, dejándose llevar por la dulce imagen de su pronto regreso.  
Minutos después, escuchó que llamaban a la puerta. Imaginándose que era alguna visita indeseada, quiso ignorarlo y volverse a dormir, pero llamaron de nuevo con más insistencia. Entonces despertó por completo y a pesar de haberlo hecho con buenos pensamientos, consideró que aquella había sido una siesta bastante mala. Ahora estaba de mal humor y con el cuello adolorido, pero todo se vio olvidado cuando abrió la puerta y se encontró con la radiante sonrisa de su novia.
“¿Mei?” exclamó como si no lo creyera.
“¿No te da gusto verme?” le preguntó ella.
“Por supuesto que sí.”
Lars sonrió porque su deseo se había hecho realidad. La hizo pasar y le ayudó con su equipaje, mientras ella le contaba todo lo que le había traído.    
“¿Por qué no me dijiste que ya ibas a regresar? Hubiera ido por ti a la estación o al menos te habría ayudado con tu equipaje” le preguntó él, preocupado al ver esas tres grandes maletas y un par de bolsas más, y es que Mei no era para nada práctica para viajar.
“Ay, conejito. No cargué nada. Mi hermana me trajo, además quería sorprenderte, por eso no usé la llave” dijo ella simplemente.
Lars se sentó en el sofá y la miró, sonriendo aún con cansancio. Entonces, tomó a Mei de la mano para acercarla hacia él y hacer que se sentara en sus piernas. Necesitaba el contacto de su cálido y suave cuerpo cerca de él. Mei aceptó el gesto con gusto, disfrutándolo también porque lo había echado mucho de menos, y continuó contándole todo lo que había pasado. Luego de un momento, él escondió su cara en el cuello de ella.  
“Conejo ¿qué pasa?”
“Te extrañé” susurró con voz ronca contra su piel, haciendo que ella se estremeciera ante el contacto y dejara escapar un ligero suspiro. Entonces, se puso de pie y lo tomó de la mano para guiarlo a la habitación. Él no opuso ninguna resistencia, como siempre que ella lo llamaba para ir a la alcoba. Era hora de calmar otro apetito que solo ella podía saciar.
Sin perder más tiempo, hicieron el amor de forma apasionada, sin pensar demasiado y sin palabras, y volvieron a hacerlo esta vez más despacio, ahora derrochando la ternura que venían acumulando luego de días de no verse. Él la necesitaba tanto como ella a él. Finalmente, ambos se quedaron descansando en la cama, acurrucados. Lars escondía su cara en el pecho de Mei, mientras ella le acariciaba suavemente el cabello.
“Mei, discúlpame, soy un pésimo anfitrión, lo hicimos dos veces y debes estar exhausta. No sé si ya comiste o si querías dormir. Lo siento, ni siquiera tengo algo preparado” susurró, escondiendo aún más su rostro y ella sonrió cuando sintió el ardor de sus mejillas.
“Nada de eso, conejito. Te extrañé muchísimo. Dos semanas sin ti se sintieron como dos años” contestó ella en forma traviesa. “Espero que te sientas mejor, porque yo me siento de maravilla” exclamó ella.
Ambos rieron y volvieron a besarse, primero con mucha pasión y luego más suavemente apenas separando los labios. Después se miraron a los ojos y sonrieron. Él le tomó la mano entre las suyas y le dio besos tiernos.
“Sabes, podríamos hacer un viajecito solo nosotros dos la próxima vez ¿A dónde te gustaría ir?” le dijo ella.
“A donde tú quieras, siempre y cuando estemos juntos”
 Ella sonrió y volvió a besarlo. Ahora ya se sentía en casa. 
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cloversreblogs · 5 years
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Ephemeral butterfly dreams- chpt. 8 (FINALE)
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- Fandom: Hetalia - Pairing: NethWan - Genre: Butterfly lovers AU, romance, tragedy - Chapter rating: T - Chapter warning(s): Major character death
Previously on Ephemeral Butterfly Dreams: Jan has died and Mei is forced into her marriage with the Ma family’s son. After Jan’s letter fell into her hands, Mei did nothing but wept and wept.
Mei sat as the litter rocked and the suonas blared. Late or not late… that didn't matter. Sooner or later, the marriage would happen anyway.
Mei clutched the folded piece of paper close to her chest, being careful not to scrunch it up too much. It had been 3 months since the death of Jan De Vries.
Jan. Oh how he missed him. His calm demeanour, his shy nature, his artworks… but he will never come back again.
Her vision went blurry and a tear rolled down the make up. Seeing the tear, she wiped it off of the red silk with the white hanfu underneath. Crying had no use now. This was her fate and she had to accept that.
AO3, Fanfiction, and Wattpad links @cloversfics reblog
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my-lazy-genius · 6 years
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“Don’t take this the wrong way but I love you so much I can’t stand it” “How… How can I take that the wrong way?” “I don’t know, I’m really nervous”, with Netherlands and Taiwan. Something fluffy and funny, but romantic, please ^^
Send me a request!
Title: Meteoric NightFandom: Hetalia :: NethTaiRequested by: @mireille2806sstuffPrompt: “Don’t take this the wrong way but I love you so much I can’t stand it” “How… How can I take that the wrong way?” “I don’t know, I’m really nervous” from putthepromptsonpaperOther: FluffA/N: In honor of the meteor shower tonight… Here’s this one. Title is based off a Cicada song.
Often, Mei thinks about the first time she met Abel. It had been through Kiku, in the most cliche and rushed manner. She’s on her way to the library to get her cell phone from him - she’d left it in the college library two classes prior and hadn’t had a chance to get it, but Kiku had been heading there anyways and grabbed it for her. Upon arrival, she finds Kiku at his usual table in the very back - but he isn’t alone. Beside him, a rather intimidating man is hunched over, scribbling into a notebook.
“Mei,” Kiku greets, looking up, “your phone is in my bag. Give me just a moment and I’ll get it.”
Mei is torn between thinking they are studying and thinking Kiku is tutoring someone again - it ends up being the former - when the blond lifts his gaze, undoubtedly to see why they’re being interrupted.
Mei immediately blurts, “Do I know you?”
He blinks. “No.”
“You know his sister,” Kiku informs her, fishing her phone out of his bag, “Lien’s girlfriend.”
“Oh!” Mei brightens and half flings herself onto the table, stretching out a hand to shake. “I didn’t know she had a brother! Nice to meet’cha! I’m Mei, Kiku’s half sister, and Lien’s best friend!”
“Abel,” he replies, hesitantly reaching out to shake her hand, “I study with Kiku sometimes.”
In that moment, their existence is established to each other, polar opposites or not. Mei takes her phone, thanks Kiku profusely, and races out of the library with a bounce to her step.
After their first meeting, she notices Abel around the campus a lot more. They don’t share any classes - she’s in fashion and he’s in business and creative writing, so even though they could have shared a marketing class, they don’t - but she catches sight of him in the quad often, writing or doing something on his phone with his earbuds in.
Her class is canceled, one of such days, so she has time to stop by.
“Hey!” She greets, and his perpetually annoyed looking gaze lifts.
Tired eyes drag over her. “Mei,” he greets, a moment later.
“You remembered!” She beams. “Mind if I join you?”
“That’s fine,” he replies, gaze shifting back to his notebook.
Mei drops her messenger bag at her feet and sits beside him. Whatever he’s writing, it’s in another language and she can’t read it. Kiku probably could, with his language obsession, but she’s sure it’s some sort of Germanic language. Too busy trying to be nosy, she barely realizes that he’s stopped writing and is now scrutinizing her.
(“Oh, that,” Abel tells her, when she asks years later, “you smelled nice. I wanted to say so, but it sounded odd and I’m not eloquent off of paper.”)
Mei looks up. “Oh,” she says, “uh, what are you writing?”
“Poetry,” he tells her, checking the time on his watch. “I have to go to my next class. Bye.”
Mei watches him go with a huff. I wanted to know what it was about.
So, if only because Mei is persistent and clearly doesn’t know when to leave well enough alone, they end up sort of becoming friends. Lien and Emma are a little more than surprised when Mei mentions it.
She and Lien share a dorm and Emma practically lives on Lien’s side of the room; she looks up from where she’s half draped over the aforementioned Vietnamese girl and gapes at Mei.
“He mentioned a Mei, but somehow I thought he meant like, another Mei. A May? I don’t know; how did you manage to befriend Abel?”
“I just talked to him?” It comes out more questioning than Mei intends and she pauses, halfway through a sketch of a dress, and spins around in her office chair. “Wait, did you just say he talks about me?”
“Oops,” says Emma, and shoves her head under Lien’s pillow.
Lien just gives a long suffering sigh.
With all the romance novels she reads, Mei probably should have expected the coffee shop. She frequents the place for their tea - coffee gives her too much energy and Kiku never let her touch the stuff again - and Abel, it seems, frequents the place for the atmosphere and the pastries.
Or so he’s just told her, from where he sits across from her.
She’d seen him almost immediately upon entering, asked for her usual, and immediately crossed to sit in the corner booth with him once she’d received it. Somehow, Abel had seemed unsurprised to see her.
“Let me guess,” he says, setting his pen down in anticipation for her undoubtedly long winded response, “you’re a regular.”
So now they’re here, exchanging words as Abel writes and Mei draws. It takes her a moment to realize he’s watching her oddly, as though he wants to say something, but the moment she meets his eyes, he drops them and resumes writing. She still doesn’t know what the poetry is about.
“-so anyways, I convinced Abel to go to that carnival that recently came to town,” Mei is saying, talking so rapidly and gesturing so much that she doesn’t notice Kiku stops until she’s well ahead of him.
He’s just standing there, staring at her, scrutinizing.
Mei dares to ask, “What?”
“You have a crush on him, don’t you?”
“Oh my god,” Mei complains, “am I that transparent?”
“Mei, I’m telling you, you gotta tell him,” Emma informs her without looking up from her text, “because I promise it’ll go well.”
“What do you know that I don’t?” Mei demands.
Emma lifts an eyebrow. “A lot of things, apparently.”
“If you start arguing, you’re both getting kicked out,” Lien cuts in, before Mei can even open her mouth.
Can we talk?
Mei blinks at the text and checks the time. It’s nearly nine at night. She sighs and rolls over, sending back a quick, Sure. What about?
Can you meet me at the cafe?
“Jesus, Abel,” Mei groans, dragging herself up and changing out of her pajamas and into her clothes. She texts him again to tell him she’s on the way and sneaks out, hoping to any god that has ever existed that Lien doesn’t lock her out.
Abel’s already there when she arrives. The cafe closed at nine, but he’s holding two cups, still fresh with steam. He offers one out to her as she approaches, shivering.
“Sorry,” he says, “I know it’s late. Here. This is the tea you like, right?”
Sure enough, when she takes a drink, it is. “How did you know?”
He shrugs. “I pay attention.”
Abel gestures and begins to walk, and Mei falls into step alongside him, noting the way he slows his pace now so she can keep up easier. Abel’s quiet for a while, as though thinking, and Mei’s gaze drifts to the starry sky. They walk until they come to the city park and Mei brightens, setting her tea down on the nearest picnic table, before racing to the swings. Abel sits down on the bench and watches.
It had been years since she’d last been on swings, but she still enjoys the feeling of cold wind rushing through her hair and tickling her cheeks, eyes taking in the wide expanse of sky overhead. It just so happens that she’s in the air when multiple, bright streaks race across the sky. A meteor shower, she realizes, with a start, and an airy laugh.
“Abel, look! It’s beautiful!”
Her phone vibrates and she looks down as the screen lights up.
Don’t take this the wrong way, but I love you so much I can’t stand it, the message reads.
Mei has to pause and double check, but sure enough, the contact name says Abel.
“How…” She laughs, lifts her gaze to find him in the dark, his face illuminated by his phone screen, “How can I take that the wrong way?”
“I don’t know,” Abel admits, “I’m really nervous. I’m not… good with words.”
When she gets close enough to half fling herself into his arms, Mei laughs at the way his ears turn red - from the cold and embarrassment. I love you, too, she’ll text him later, when she’s tucked into her bed, nose red and lips stretched into a giddy smile.
Mei has no filter whatsoever, so everyone knows that they’re dating within the week. Abel is odd about public affection, but she likes it better when they’re alone anyways. He’s gentle with her, softer somehow. Emma just smiles knowingly, and Kiku seems entirely unsurprised. Sometimes, Abel walks her to class. Sometimes, she hears people refer to them as the power couple, which she doesn’t understand until Alfred explains to Kiku, who explains to her.
Mei can live with that.
Sometimes, Abel lets her hang off of him in the halls, or hold his hand. She keeps thinking about the time they first met, her impulse decision to say something to the scary boy with the scar above his eyebrow. Now, she knows he got the scar in a childhood accident and he hasn’t climbed a tree since. Now, she knows he’s secretly a sucker for romance, from novels to songs. She sees him smiling at her when he thinks she isn’t watching, sometimes.
And she’s happy.
“Hey, Abel?” She asks him, months later. “What were you always writing poetry about?”
Abel looks up, almost smiling. “You, mostly.”
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nedtai-week · 2 years
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This time there will be a weekend, 3 days to celebrate this couple.
🌷Date: February 18th, 19th and 20th.
🌷You can participate with a fanfic, fanart, edits, etc.
🌷You can use the regular characters, but 2p, nyo, neko or mochi are allowed too.
🌷It's not necessary to write in English. Use the language you feel comfortable with.
🌷Please don't bash other ships or characters.
🌷No gore or explicit nsfw.
🌷You can use the tag #nedtaiweekend or tag this blog.
🌷If you have any questions you can contact me at @nethwan
See you soon!
@heta-on-the-books @helltalia-inc @hwsevents
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tulip-and-plum · 5 years
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I need some good AUs, one for the 2nd anniversary of nethwan and other to write myself a fic for my birthday...
#me
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aph-fanficchallenges Writer Directory - mobile
Username: 52px Writing blog?: no Tag: my writing NSFW/Triggers: tagged Requests: accepts Other content: edits and fanarts About: As she studies it extensively, Jocelyn mainly writes Historical Hetalia and Nationverse. Her work centers around both the canon APH Ancients and her other Ancientalia OCs, such as Carthage and friends. She’s always open to answering questions about her OCs or helping others with their history!
Username: feyna-v Writing blog?: no Tag: feyna’s writing NSFW/Triggers: no NSFW, triggers are tagged Requests: doesn’t accept Other content: headcanons and meta About: Feyna is an Italian girl who has always had a passion for writing, but had mostly limited herself to original content. In Hetalia, she found a creative freedom that made her fall in love with fanfictions and eventually want to try posting something of her own. She’s particularly fond of touching family moments and exploring non-romantic relationships and dynamics. Most of her writing is gen and it revolves around Canada, America, England and occasionally France, as they are her favourite characters.
Username: jywait Writing blog?: yes Tag: my writing NSFW/Triggers: tagged Requests: accepts About: jywait just joined hetalia about 2 months ago, and wishes she had years ago. She loves to write and read fics with pining and unrequited love, but is open to literally any ships, and as she’s new, please tell her when her characterisation is wrong, or can be improved. She’s still new to the fandom so please be nice to her, she has no idea what’s going on ever.
Username: merciful-mercenary Writing blog?: no Tag: my writing NSFW/Triggers: tagged Requests: accepts Other content:  About: Cookie has made it her goal in life to be one of the best SpaPort writers. Thankfully it’s a rare ship and there’s not much competition, making it a very easy goal. She also occasionally writes FrUK or EngPort when in the mood for writing old married couple bickering. She focuses mainly on canonverse in her fics, though there is the occasional fic that takes place in an AU. She’s most proud of her fic "The Cygnus Thief”, and even though she takes a while to update she always makes sure to give the best updates she can! Her inbox is always open for requests and ideas, they might spark an idea for her next oneshot! ʕ•̀ᴥ•́ʔ✧
Username: nethwan Writing blog?: no Tag: fanfic NSFW/Triggers: tagged Requests: doesn’t accept Other content: aesthetics, edits and headcanons About: On this blog she posts mostly NedTai (but she have written about other ships like aushun, gerita, spabel and prumano). Nethwan likes to write about the most simple things in life, also about the thoughts and feelings of characters, showing another side of them.
Username: paperbarks Writing blog?: no Tag: my writing NSFW/Triggers: tagged Requests: accepts Other content: gifs and headcanons About: This user is an Australian studying both law and history, with a strong interest in Australian history in particular. She prefers to write sibling relationships more than romantic/sexual relationships and tends to focus on APH Australia and fleshing out the historical backdrop for his character.
Username: uncreative-lesbian fanfiction Writing blog?: yes NSFW/Triggers: tagged Requests: currently not accepting About: Rita is a teenager who use the variety of characters and relationships found in Hetalia to further her writing abilities and explore new things. She likes reading, knitting, cats, and talking to other people. Rita takes a passing interest in history and hopes to one day publish original fiction.
Remember, if you want to join, check this post and then send and ask, submit or fill a form here!
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HELLO!
YES, MY DEARS, IT’S HAPPENING!
IT’S ANOTHER GIVE AWAY!
YEEEEES!
I hope you are excited as I am!
First, thank you so much! You are the best!
It’s amazing to see how many people started to follow me. Seriously. It was really fast. Since September, I gained more 100 followers. I must have done something to have so many people in such short time.
You don’t know how happy that makes me, right? You are my inspiration. You give me such pure love, so gentle and caring. You are there for me, so I’m here for you.
You are fantastic. And I love you so much.
Thank you.
Now, the rules!~
- You must be following me, but doesn’t matter if you were following me before or after this give away was posted.  After this give away, you can just unfollow me. I would be sad, yes, but is your decision! Also, I don’t mind if you follow me with X blog and used Y blog to reblog it, tho. I just need to know about that. XD So put that on the tags or send me a message to inform.
- You must reblog this post. Likes don't count, sorry!
- You can reblog this more than one time! Just don’t be crazy and reblog this a hundred times :v Your followers will hate you if you do that, poor things. And I’ll receive a lot of notifications, please, be considerate. XD
- This will end on November 20th,  which means a week from now on.
-  I’ll use a number generator to choose the winners.
Now, the gifts:
- First place: one aesthetics, an edit* and one fanfic.
- Second place: one aesthetic and one fanfic.
- Third place: one aesthetic.
You can found some examples at the tag “JoanaShippadora”. :‘3
* You can choose between wallpaper, header+icon, and stuff like that. For that, I will use @nethwan  ‘s transparents!~ Also, only for Hetalia. Sorry.
Now, what I’ll write or do:
- Only fandoms that I’m in, like Hetalia, Haikyuu!!, Yuri on Ice!!!, Kuroko no Basket, etc; oh well, you can ask me!
- Fluffy.
- Angst.
- All ships.
- Solo characters.
- Platonic relationships, as like friendship, family, etc.
- I don’t know more???
What I won’t write or do:
- Smut (only because I’m not that good and it won’t be fine give NSFW content to a minor by accident, so, yeah…).
- Pedophile.
- Incest.
- Gore.
- Furries.
I think that’s it!
If you have questions, please, don’t be afraid and ask me!
Let the games begin—- I mean, good luck, everybody! (/OwO)/
And, again, thank you so much for following me!
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nethwan · 3 years
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Dressed in Black
Femtalia event
Day 7 - Bride with a shotgun / Look Black Boots / Black
It’s a short story, includes nedtai, but Wan is the protagonist of course. Human names are used and it could be a bit suggestive, but it’s not explicit at all. References at the end.
All Mei knew was that those boots would clash badly with her wardrobe. She was more into pastel colors, especially pink. Her outfits were feminine and soft with delicate floral prints that gave her a fresh and sweet look. So those black boots were definitely out of what she knew, but when she saw them in the shop window she couldn’t resist. 
At first, she had taken it as a joke, as a simple whim and that when she saw them on, she would know they weren’t for her. However, when she tried them on, she was seduced by the thin stiletto heel and the softness of the black velvet that enveloped her legs. With the right outfit, they would be one of her favorite pursaches. Plus, it was an excuse to buy some new clothes and renew her wardrobe. 
That night, she was going out to dinner with Lars and she thought it was the perfect opportunity and for this she wore the new garment she had acquired to combine them. It was a beautiful short dress that came down to her tights and showed off her hourglass figure. Although it was long sleeved, it exposed her shoulders and gave way to a sensual neckline. She looked at herself several times in the mirror, admiring her outfit, she was delighted with how she looked. Then Lars knocked on the door to ask her if she was ready, as it was almost time to leave.
Mei smiled and asked him to come in. When opened the door of the room, she put her hands on her hips, as if posing, and asked him: 
“What do you think?”
He stood with his mouth open, looking her up and down, not knowing exactly what to say. After a few seconds, when she spun around to give him a better look at her, she knew he was eating her up with his eyes. 
“Is it too much?” she asked in an almost innocent tone, which seemed to disarm him completely. 
“Not at all,” he said at last, coming out of his stupor. Then, he walked over to her and grabbed her around the waist to pull her close to him and kiss her. “You look gorgeous.”
Mei smiled flirtatiously, she was sure he would ask her that they better stay home, but if they didn’t go out they would be late. She tugged him by his tie and gave him a brief kiss on the lips. 
“It’s time to go.”
He seemed a little reluctant, but they both knew the night was still long. So they left the room.
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nethwan · 3 years
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Heta Family Week 2021
Day 5 - Embarrassment | Friends
@hetafamilyweek
It’s not my best story but I was thinking that the bel and lux supporting their brother when he has a crush...
Lars - Netherlands / Mei - Taiwan / Emma - Belgium / Henri - Luxembourg
Lars has been thinking about his younger brother’s idea of inviting Mei to have dinner with them. She was a very good friend of his. Lars had never been very talkative or friendly, but as soon as he met her he wanted to talk to her every day, and to tell the truth, he had a big crush on her.
“So, do you think this is a good idea?” he asked him, not very convinced. 
“Yeah, I mean she’s your friend, isn’t she? Besides, this could be your chance to tell her how you feel about her.” Henri said.
Lars almost spit out the coffee. 
“I don’t like her,” Lars said, red up to his ears. 
Emma and Henri looked at each other then looked at him.
“Yeah, if you say so,” Emma said. 
“It’s true”
“Alright…. Just invite her” 
Mei accepted immediately and he prayed that everything would go well. He didn’t know why he was so nervous if his siblings knew how to behave, although they sometimes bragged a lot about him. He had asked them not to say anything embarrassing, much less make any insinuations about his supposed feelings for her. 
Fortunately, that night the house looked perfect. Everything was in its place, it looked like a picture taken from a catalogue. Lars smiled in relief, maybe he was worried about nothing, and he felt silly for imagining horrible things like welcoming them with embarrassing pictures of him when he was child or something like that. So, he decided to relax and went to put his jacket and tie to his bedroom. 
“You have a very pretty house,” Mei said. 
“Thank you. This could be yours one day too” Henri whispered. 
“Excuse me?”
“Nothing” Emma nudged Henri with her elbow. It was too soon to tell her that. “We’re glad we finally met you, because Lars hadn’t stopped talking about you,” commented Emma.
Mei blushed and smiled. Did he really talk that much about her? She wondered. She thought he was more like the secretive type, but it was nice to know that he appreciated her too. 
“You know how my brother is, so we are happy he has a friend. He has always been very shy, since he was a kid. Let me show you a picture” Emma offered. 
And when Lars returned, they were looking at his old photo album. 
“Look, he was wearing a bunny costume here,” said Emma with a tender smile. “I think he was like 4 years old, he used to be really cute”
“Yeah, and look, he was on the soccer team of his school. He was such a good athlete” Henri added. “I bet you have noticed it”
“Oh, I didn’t know you liked sports,” Mei said as soon as she saw Lars back.  
“Well, I have been busy now… but why are you seeing that?” he said, taking it away. At least she didn’t look at that picture of him sitting on the toilet, he thought. “Let’s eat right now, I’m hungry”
But dinner didn’t get any better. Emma and Henri only talked about Lars. About his good grades at school, that accident with the bike that left him a scar above an eyebrow, that time when he cried because Emma took his bunny plushie without permission. Henri changed the topic to talk about his big brother’s successful social life. 
“He has always been popular, but he almost never dated. Did you know his type are short girls with long brown hair who like pink” Henri assured her.
Lars blushed. Why did he have to say something like that? He asked him with a glare. But Mei didn’t get it wrong, she only smiled shyly. Actually, she was wondering that. The conversation had different topics as Henri and Emma tried to focus the attention on their big brother, but he did the impossible to say another thing and distract them. 
For a moment, Mei excused herself and went to the bathroom. So, Lars complained about what was happening. 
“What’s wrong with you guys? I asked you not to say those things?”
“We’re just trying to help you to get a girlfriend, because if we wait for you to tell her anything we’ll get old,” Henri insisted. 
The three siblings argued about the best way to continue that dinner. Lars sounded too embarrassed because this was the first time they acted all meddlesome and interested in his love life. Well, yes, he liked her and probably he would eventually confess, he didn’t need help. 
Mei heard all that, but when she returned the siblings were quiet. The silence felt a bit uncomfortable, until they ate the dessert and they only talked about the cake and with that the nightmare dinner was over. However, they asked her to visit them again anytime.
The way to Mei's home, Lars was quiet, he only nodded to Mei’s shy comments about the delicious food, the pretty house and the tasty cake. 
“I’m sorry for today,” he interrupted her. “It’s ok if you don’t want to talk to me anymore,” he said.
“What are you talking about? To tell the truth, I was nervous. You guys look like the perfect family, but I felt like I was at home”
“But they gave you too much information…”
“Yes, but I could know more about you. I really liked them, they are so nice, but... I like you better” she said quietly and before saying goodbye she kissed his cheek. 
Lars was surprised and happy. It was strange, but he needed to thank them, they really knew what they were doing, he thought.
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nethwan · 3 years
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Las chicas grandes no lloran
Femtalia event
Day 3 - Hail to the queen/Big girls don’t cry/Blue
Una historia corta con Wan como protagonista. Contiene referencias a NedTai. Espero que esté bien que la haya escrito en español.
Margherita es NyoItaly, Amelia es NyoAmerica y Mme. Bonnefoy es NyoFrance. 
_________________________________
Era la primera vez que Mei se encontraba lejos de casa. Aunque estudiar en Francia era su sueño, echaba de menos a su familia, a sus amigos y a su novio Lars. Al principio se había dejado llevar por la cultura, el idioma y las novedades que acarreaban el estar en un lugar por primera vez, y siendo una chica extrovertida, ya tenía varias amistades.
Compartía habitación con una simpática chica italiana de nombre Margherita. Además, su profesora y guía Mademoiselle Bonnefoy era la mujer más elegante que había visto y quería aprender mucho de ella.
Sin embargo, esa noche, se llenó de nostalgia. Acababa de hacer una video llamada con su familia y entonces se dio cuenta de lo lejos que estaba de casa. Se puso la sudadera que solía pertenecer a Lars, y que se llevó consigo para sentirlo cerca, y empezó a sollozar. Unos minutos después, Margherita entró a la habitación y la encontró con los ojos hinchados y la nariz roja.
"¿Qué tienes?" le preguntó, asustada.
"Nada... Es que..." trató de contestar entre sollozos e hipo.
"Ay no... malas noticias" supuso la chica.
"No, no, no. Es que... Extraño mi casa..."
Margherita la miró comprensiva. Por supuesto que ella también extrañaba a su familia y apenas se estaba acostumbrando a estar allí. Así que no le extrañó que Mei se pusiera de ese modo luego de una llamada. Sin embargo, Margherita no quería verla tan triste.
"Oye, solo estarás aquí unos meses. Cuando te des cuenta ya estarás de camino a tu casa" la animó.
Mei la miró con un poco más de esperanza. Luego Margherita agregó.
"Además, las chicas grandes no lloran" le dijo, guiñándole el ojo. "¿Qué tal si hoy cenamos con Amelia? Su compañera de cuarto se cambió y no quiere estar sola"
Mei asintió con la cabeza. Luego, las tres chicas pasaron una noche agradable, conversando sobre sus vidas, intercambiando impresiones y sobre todo sintiéndose menos solas. Preferían reír juntas, en lugar de llorar a escondidas.
Tal como había dicho Margherita, el tiempo pasó volando y cuando Mei se dio cuenta ya era hora de volver a casa. Entre lágrimas de tristeza y felicidad, las tres amigas se despidieron, pero prometieron seguir en contacto. Luego Margherita la llamó aparte.
"Quiero disculparme por lo que te dije esa noche. Sabes, a veces las chicas grandes pueden llorar, aunque sea un poco" dijo, secándose una lágrima.
Mei simplemente la abrazó para despedirse.
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Ladrón de vida
Summary:  A pesar de las dificultades, Lars estaba satisfecho con su día a día, por lo tanto, no tenía idea de que un simple encuentro casual le iba a cambiar la vida para siempre.
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Capítulo II. Una nueva vida
Al llegar al aeropuerto, Lars reconoció el rostro de Henri entre la gente. Éste alzó la mano a modo de llamar su atención y fue hacia él para recibirlo y ayudarle con el equipaje. Tuvieron una corta charla intercambiando preguntas sobre el viaje, mientras lo guiaba hasta donde un auto los estaba esperando, pero de camino a casa, se quedaron en silencio. Quizá, supuso, para no abrumarlo con tantas noticias. A Lars le pareció que Henri era un joven prudente, pero esa fue solo su primera impresión.
Una vez en la mansión, Henri le dio indicaciones al chofer de llevar las cosas de su hermano a su departamento, y Lars siguió al joven con paso titubeante. Por lo que Jan le había contado, se hizo a la idea de que la familia van der Linden era un grupo de snobs insensibles, todos ellos metidos en una burbuja de irrealidad. Pronto se daría cuenta de que estaba equivocado.
Fue recibido por varias sonrisas simpáticas. Reconoció a Emma, quien le dio un tierno abrazo de bienvenida. Incluso su prometido, lo saludó de manera educada, así como el hermano y la prima de éste. Lars los recordó, eran Antonio y Paulo, entonces le vinieron a la mente los comentarios de Jan sobre no confiar en ellos, pero no pudo identificar a la mujer que los acompañaba. Ésta se presentó con el nombre de Sara y lo abrazó de una manera que se le hizo demasiado afectuosa.
La señora van der Linden le dedicó una dulce sonrisa y lo hizo inclinarse para darle un beso en la mejilla. De cierta forma, eso le provocó a Lars una punzada de nostalgia, pues hacía tiempo que su madre lo había dejado y aún la extrañaba. Así que el saludo le provocó más melancolía que alegría.
“Hijo ¿Qué te pasó en la frente?” le preguntó la señora al verlo con más cuidado.
Lars titubeó antes de contestar que había tenido un percance con la puerta del auto durante el viaje. Había olvidado disimular la cicatriz como Jan le había indicado. Aunque eso pareció convencer a los otros, a la señora se le hizo difícil de creer pues aquello debía haber sido de mucho tiempo atrás. Sin embargo, no siguió interrogándolo al ver su notoria incomodidad.
En ese momento, llegó otra persona. Saludó a todos con gusto, después abrazó a Lars y se separó de él para mirarlo de arriba abajo. Era Mei.
“Disculpen la demora. Jan, qué bueno que regresaste. ¡Te extrañé muchísimo!” exclamó con todo el cariño del mundo.
“Yo… yo igual” contestó nervioso, sintiendo que todos los veían.
“¿Cómo que te golpeaste en la cabeza? Debes tener mucho cuidado” comentó a modo de un falso regaño y después sonrió.
“Sí, lo haré” respondió, intentando sonreír. Luego se puso serio al ver una mueca burlona en la cara de Sara.
Ante la reciente tensión de su hijo, la señora les indicó que era momento de cenar.
“Debes estar hambriento por tan largo viaje. Tú también Mei, sé que has estado trabajando mucho últimamente” dijo la señora van der Linden, cambiando de tema.  
Lars asintió.
“Claro que sí, señora Margot” contestó Mei con dulzura.
Lars se asombró al ver la mesa bien servida y la exquisita comida que le estaban ofreciendo. Esa sería la primera vez en años que tendría una comida decente. Sin embargo, fue la cena más incómoda de toda su vida. Mientras Sara se divertía tocándole la pierna con el pie por debajo de la mesa y coqueteándole, le parecía que Mei lo estaba ignorando y solo tenía ojos para Paulo. Esto le hizo creer que estaba en lo cierto acerca del matrimonio de conveniencia, y posiblemente de la mutua infidelidad. Sin embargo, su fastidio crecía a medida que esa mujer se tomaba la libertad de tocarlo de manera insistente, tratando de llamar su atención a como diera lugar.
Harto de tanto asedio, se alejó de la mesa tan bruscamente que la silla se fue hacia atrás en una estrepitosa caída. Lars se puso de pie ante la mirada atónita del grupo y se excusó diciendo que tenía que ir al baño. Aún con la puerta cerrada, podía escuchar los murmullos y las risas. Ahora estaba arrepentido de ese arrebato y quería irse de allí lo antes posible, ya había hecho el ridículo en su primer día. Trató de mantener la calma, pensando que podría inventar algo, pero necesitaba un respiro para pensar mejor las cosas. Ahora solo esperaba que nadie lo hubiera seguido, especialmente Sara. Iba a llamarle al chofer para marcharse de una vez, pero en ese momento, tocaron a la puerta.
“¿Jan? ¿Te encuentras bien?”
Era la voz de Mei.
“Sí… solo estoy un poco mareado por el cansancio. Es todo”
“¿Estás seguro? ¿Tomaste tus medicamentos?” preguntó preocupada.
“Lo hice, pero creo que debería irme a casa y dormir” contestó él.
“Bueno, si quieres te llevo, yo también estoy cansada” dijo ella, en un tono que le hizo pensar que también quería escapar de ahí.
Lars salió del baño, sintiéndose avergonzado y molesto porque lo había arruinado todo. Al encontrarse con la sonrisa franca de Mei, se sintió más relajado.
“Anda, despidámonos”
Él asintió. Lars se despidió de la señora de manera cortés. Sin embargo, trató a los demás con su desdén habitual incluso con cierto rencor, propio de sí mismo, pero no de Jan, dejando mucho de qué hablar por parte de los invitados.
Mei condujo en silencio, sin hacer más comentarios. Lars le agradeció en silencio, no estaba de humor para explicaciones ni charlas. Cuando llegaron al departamento, él sintió envidia, porque era mucho más grande y bonito que el cuarto en el que vivía. Ese si era un lugar seguro y digno, aunque demasiado presuntuoso en su opinión. Los muebles lucían costosos y hacía que los cuartos parecieran como sacados de algún catálogo. Entonces recordó a Miffy y la buscó por todas partes.
“¡Pero qué conejito más lindo! Pensé que no querías animales en el departamento, dijiste que ensuciaban todo” exclamó Mei al encontrar la jaula.
“Cambié de opinión. Se llama Miffy. No te molesta que la haya traído ¿verdad?” le preguntó como pidiéndole permiso, aunque ella no viviera allí.
“¿Por qué iba a molestarme si es tu departamento?” le preguntó divertida. “Además, es preciosa. Es igual al que tenías cuando eras niño”
“¿Ah sí?” preguntó él, sin poder imaginarse a Jan con una mascota.
“Sí” contestó ella sonriendo. “Tú mamá me contó hace tiempo”.
Lars alimentó a la conejita y se tranquilizó al verla comer y después dormir. Mei sonrió al ver esa extraña ternura que muy rara vez mostraba. Luego se dejó caer en el sofá y lo invitó a que le hiciera compañía. Él lo hizo y ella se acurrucó cerca de él. Eso lo inquietó, porque era demasiada proximidad con una persona a la que apenas conocía, aunque no se movió, permaneció quieto. Ella le tomó la mano con firmeza, le dio un suave apretón y luego lo soltó de repente.
“¿Qué sucede?” preguntó él.
“Es que… bueno, no es nada. Debes estar muy cansado luego de tan largo viaje,” dijo y apretó los labios, como censurándose de lo que realmente planeaba decirle. “Ven, vayamos a dormir”.
Y al pronunciar esas palabras, Mei forzó una sonrisa y desvió su atención hacia comentarios superfluos acerca de la cena. Lars no supo cómo interpretar ese gesto, pero le pareció que quería hablarle de algo mucho más importante que la comida. Creyó que lo más conveniente era darle su espacio para reflexionar, en lugar de presionarla para que le contara lo que estaba pasando. Sin embargo, estaba demasiado cansado y tenso como para desatar una discusión con alguien con quien no mantenía ninguna relación, así que tampoco tuvo el valor de pedirle que se fuera y lo dejara solo.
Para su suerte, ella tardó arreglándose en el baño, entonces Lars ni siquiera tuvo tiempo de detenerse a pensar que ella pasaría la noche con él. Se quedó dormido en cuanto se metió a la cama, estaba rendido por todas las emociones del día. Cuando ella volvió al dormitorio, lo encontró durmiendo, entonces le dio las buenas noches con un beso en la mejilla.
----------------
A pesar de haber iniciado con el pie izquierdo con la familia, las cosas en el trabajo se desarrollaron de la manera más normal posible. Lars se presentaba a las reuniones con toda seriedad y trataba de desempeñar su papel con naturalidad. Aunque era un poco complicado, porque seguía sin entender varias cuestiones importantes y a veces no recordaba a las personas con las que trabajaba y mucho menos a los clientes. Además, su actitud tan reservada y poco participativa llamó la atención. Henri se lo hizo saber con un comentario que parecía más un reproche.
“¿Qué te pasa, Jan? No podemos permitirnos perder clientes con esa actitud. ¿Dónde dejaste tu poder de convicción?” le cuestionó con cierta ironía en la última parte.
“Lo siento, es que no me siento yo mismo en estos momentos. Creo que los medicamentos me están afectando” replicó con cierto cansancio.
Henri suspiró y le dio una palmada en la espalda.
“No te preocupes, aquí estoy para ayudarte”
Como Jan le recomendó, Lars siempre tomaba en cuenta lo que Henri decía y lo consultaba todo con él. Y aunque creyó que posiblemente estaba hartándolo con sus preguntas, el joven se hacía cargo como si ya estuviera acostumbrado, pronto Lars se dio cuenta de que sus responsabilidades eran muy pocas. Entonces tuvo la revelación de que en realidad Henri no era su mano derecha sino el cerebro detrás de la empresa. Sin embargo, a él parecía no importarle, estaba satisfecho con su puesto de vicepresidente.
Desde entonces, Lars trataba de ser más eficiente y depender menos de él. Hacía lo posible por entender los registros, las cuentas, tomaba notas de lo que Henri le decía y de lo que hablaban en las reuniones. A veces se arrepentía de haber tomado un lugar para el que no estaba calificado, era como cuando empezó a trabajar con los Beilschmidt. Aunque agradecía que Henri fuera una especie de guía, tal como Ludwig y Gilbert habían sido para él hacía unos años.
Para Henri esos esfuerzos no pasaron inadvertidos, el hecho de que Jan estuviera tomando, no solo su puesto de presidente en serio, sino también su papel de hermano mayor, le pareció una novedad. De repente se aparecía en su oficina para le invitarle un café o para almorzar juntos, y eso significaba mucho, pues, aunque nunca quiso admitirlo, siempre se sintió menos que Jan, como relegado al segundo lugar. No era como con Emma porque ella era la única hija y había conseguido seguir su propio camino. Aunque tenía muy presente que él era la persona en la que Jan confiaba más, sino es que era la única.
Como Lars había crecido como hijo único, se preguntaba qué clase de relación fraternal tendrían Jan y Henri. Parecía que eran unidos, pero la actitud de Henri hacia él no era para nada como la de Gilbert y Ludwig, quienes, a pesar de sus diferencias, se estimaban y querían, actuaban como amigos y confiaban el uno en el otro. Durante su infancia había querido tener hermanos, pero nunca se le concedió su deseo, ahora tal vez era su oportunidad para probar cómo hubiera sido.
Un día de esos, encontró a Henri aún en la oficina cuando ya todos se habían ido. Sintió una punzada de culpa, preguntándose si así sería todos los días y entonces decidió intervenir.  
“Creo que es momento de irnos a descansar, has estado en la oficina todo el día. Te invito a cenar” le propuso.
El otro lo miró como si le hubiera hecho una mala broma. Estaban en medio de un proyecto importante y no quería perder el tiempo, pero al ver que era en serio, se quedó sin palabras y abandonaron el edificio, aún ante las demandas de Henri.
“Tu salud es importante para seguir trabajando” anunció Lars y ese fue el fin de la discusión.
Minutos después, llegaron al departamento. Ambos hermanos discutieron un poco sobre qué preparar. Aun sin ponerse de acuerdo, Lars le pidió que lo pensara mientras él iba a dejar su saco y corbata a su alcoba para estar más cómodo, pero al entrar, en la oscuridad de la habitación alguien se le echó encima.
“¿Mei?”
“Por supuesto que no, tontito. Soy Marcia. No te habrás olvidado de mí ¿cierto? Estuve esperando ansiosa a que regresaras” replicó una desconocida voz femenina.
“¿Quién te dejó entrar?” preguntó molesto, encendiendo la luz, pero desviando la vista al ver a la mujer desnuda frente a él.
“Fuiste tú, ves, aquí está la llave”
En ese momento, Henri se asomó tras escuchar la discusión.
“Oh… disculpen,” exclamó y volvió a la sala de prisa.
“No, Henri. No es lo que crees,” le explicó. “Y tú, lárgate de aquí,” ordenó Lars con firmeza. No es que fuera puritano, pero creyó que no era una grata sorpresa que una desconocida entrara a su departamento como si nada, era demasiado celoso con su espacio y privacidad. Además, pudo haber fisgoneado y descubrir su verdadera identidad.
La mujer se rio, pero al darse cuenta de que él hablaba en serio y le señalaba la salida, se vistió de nuevo y se fue indignada, amenazándolo con no volver a dirigirle la palabra. Henri seguía un tanto abochornado en la sala e hizo una mueca cuando ella dio un portazo. Lars quitó las sábanas y las cobijas para lavarlas. Al ver el disgusto del hermano, Henri quiso consolarlo, pero no supo exactamente qué decirle porque para él no era nada nuevo.
“Lo siento. No tenía idea de qué había alguien aquí,” se disculpó con una cara de verdadera vergüenza.
“No es novedad realmente” contestó Henri, encogiéndose de hombros.
“Lo sé. Es que no me agradan las visitas indeseadas” admitió, recordando que Jan había sido una de ellas.
A Henri se le hizo difícil aceptar lo que su hermano acababa de decir. A pesar de conocer todas sus conquistas, esta vez notó que Jan de verdad estaba molesto como no lo había visto en años. Si fuera el Jan de siempre, quizá no hubiera habido alboroto y le habría dicho que se fuera sin ninguna explicación. Sin embargo, si de verdad quería eso, tal vez podría ofrecerle su ayuda.
“Qué tal si empiezas por cambiar las cerraduras y tal vez tu número de teléfono” le aconsejó.
Lars supuso que Henri sabía en qué estaba metido y por eso se lo decía de esa manera. Luego de aquella extraña escena, decidieron olvidarla y sin una mínima idea de cuestiones de cocina, ambos decidieron ordenar una pizza. Y así, los dos tuvieron una cena agradable, Lars trató de sacarle conversación para conocerlo mejor y por esa ocasión, no hablar de trabajo, y tuvo suerte de que Henri fuera de palabra fácil y le platicara sobre él.
Al poco rato, fue momento de irse. De camino a casa, Henri reflexionó sobre esa nueva actitud tan reservada de Jan, levantando sus sospechas. Él sabía todo lo que su hermano tramaba incluso antes de que le contara, y le parecía incorrecto que no solo se saliera con la suya, sino que no mostrara arrepentimiento alguno. Se preguntaba si eso no le traería consecuencias que podría lamentar tarde o temprano. Ahora no tenía idea de en qué estaba metido. Desde que regresó, Jan hablaba menos, y parecía mucho más centrado que antes, incluso más responsable. Pensó que probablemente, estaba tramando algo de nuevo y que esta vez no lo podría descifrar a tiempo, pero no tuvo el valor de enfrentarlo.
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nethwan · 3 years
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Atados/Tied
Summary (español):  De pronto Mei y Lars se ven comprometidos para un matrimonio de conveniencia. ¿Será posible para ellos vivir esa mentira y quizá llegar a ser felices?
Summary (English): Mei is going to get married without love, her fiancé Lars is ok with it. At first things seem to be bad, but will it be possible to pretend to be in love?
Pairing: Netherlands/Taiwan
Capítulo 1- Primera Impresión 
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Chapter 1 - First Impression
https://archiveofourown.org/works/31834123/chapters/78814549
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nethwan · 3 years
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Ladrón de vida
Summary:  A pesar de las dificultades, Lars estaba satisfecho con su día a día, por lo tanto, no tenía idea de que un simple encuentro casual le iba a cambiar la vida para siempre.
Pairings: Netherlands/Taiwan
Warnings: Explicit language
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III. Falsa vida amorosa
Nunca antes Lars había recibido tanta atención como ahora, especialmente de la mayor parte del sector femenino. Él, aunque no pasaba desapercibido, no se consideraba atractivo y nunca fue enamoradizo. En realidad, no le interesaba el romance ni las relaciones, su prioridad principal siempre fue el estudio y el trabajo, por eso no estaba acostumbrado al coqueteo tan directo ni a lidiar con los constantes cuchicheos y rumores sobre él.
Las amigas de Jan, creyendo que era él, lo llamaban, trataban de concertar citas o incluso lo visitaban, pero Lars no se sentía cómodo con eso e inventaba cualquier excusa con tal de evadirlas. Tal como Henri le aconsejó, cambió la cerradura de su departamento y su número de teléfono, por lo que al no encontrarlo disponible poco a poco se aburrieron de él. Aunque a Jan no le importaría, él no quería engañarlas ni involucrarse con alguien que solo buscaba algo casual.
Quizá lo hacía también por respeto a Mei. Llevaba apenas una semana conociéndola y cada vez le agradaba más. Claro, al principio se había dejado llevar por las descripciones de Jan y la había juzgado de tonta y superficial, pero esa imagen era por demás errónea.
En el poco tiempo que llevaba conviviendo con ella, le parecía que era muy diferente a cómo Jan decía. Claro, si era un poco vanidosa, aniñada y se preocupaba demasiado por cualquier asunto, pero también era ocurrente y hasta graciosa. Sin embargo, le pareció que detrás de esa sonrisa, estaba callando una pena muy profunda y secreta que quizá ni siquiera el mismo Jan conocía. Muchas veces lo miraba como si quisiera decirle algo, pero de sus labios no salía ni una sola palabra. Aunque no estaba ahí para arreglar la vida de Jan, ni tratar de salvar una relación ya de por sí deteriorada y forzada, quiso al menos tratar de comprenderla.
Uno de esos días, ignorando las prohibiciones de Jan, le envió un mensaje, invitándola a almorzar. Se dijo a sí mismo que solo lo hacía para conocerla mejor, pero luego de enviar el mensaje y que éste se marcara como leído, empezó a sudar. Se puso de pie y anduvo dando vueltas por toda la oficina, esperando su respuesta. El teléfono volvió a sonar, notificándole que ella aceptaba su invitación. Un rato después, se citaron a unas calles de ahí y se metieron a un restaurante.
“Es raro que comamos juntos porque siempre estás ocupado” comentó ella con cierto tono irónico que sonaba a reproche, pero luego sonrió.
“Creí que sería buena idea” admitió él, encogiéndose de hombros, pensando que tal vez estaba molestándola.  
Mei lo miró como si no le creyera a pesar de que la invitación le había alegrado el día. Lo observaba como buscando una segunda intención, pero al no encontrarla, bajó la guardia para disfrutar del momento que le estaba dedicando. Era una de esas muy raras ocasiones en las que salían juntos, tal vez pronto lo escucharía jactarse acerca del buen trato al que había llegado con algunos inversionistas o algo parecido.
Aun así, no solo el almuerzo fue diferente a lo que se imaginaba, sino que Jan también actuaba de otro modo. Mei encontró curioso que Jan mirara el menú con mucha seriedad como calculando cuanto debería pagar y que de pronto fuera tan quisquilloso, quitándole el tomate a su sándwich y comiendo por separado cada vegetal de la ensalada. Por lo general si no le gustaba algo lo devolvía sin más, pero comió con buen apetito y se terminó lo que había en el plato. No es bueno desperdiciar la comida, dijo, haciendo gestos mientras terminaba de masticar un tomatito.
Mientras comían, contrario a lo que ella esperaba, él le preguntó acerca de su día. La verdad, casi nunca hablaban de eso, pero esta vez él parecía interesado de veras. Así que ella se dejó llevar y le comentó del libro que estaba ilustrando y de un pequeño proyecto personal, aunque conociéndolo, lo hizo sin muchas expectativas y sin mencionar detalles.
“Es genial, me gustaría verlo…” le dijo, cubriéndose la boca mientras seguía masticando.
“¿En serio?” preguntó ella incrédula.
“Sí… yo ni siquiera sé dibujar” comentó sin pensar.
Mei alzó una ceja y lo miró incrédula.
“¿De qué hablas? Hace un mes me dibujaste” contestó ella, mostrándole una foto de un dibujo de su rostro.
Lars abrió muy grandes los ojos, pensando que Jan no solo tenía todo en la vida, sino que incluso tenía talento. Ese retrato parecía hecho con tanta delicadeza que le costó trabajo creer que Jan, el mismo que había actuado como un idiota, fuera capaz de algo así. Entonces, se aclaró la garganta y tomó agua.
“Quiero decir que no lo hago tan bien como tú” corrigió él. “Y no me digas que no es verdad” continuó muy serio, mirándola a los ojos.
Ella desvió la vista y vaciló como si no creyera lo que estaba diciéndole, pero al verlo tan serio lo aceptó.
“Pues me gustaría ver tu trabajo. Claro, si quieres” contestó, un tanto avergonzado por su entusiasmo.
Mei lo miró y sonrió, nunca lo había visto tan interesado en lo que hacía. Siguieron platicando, pero él hacía lo posible por enfocar la conversación en ella. Era de nuevo con esa ternura torpe que lo hacía ver adorable. No había nada de la seguridad en sí mismo que siempre emanaba, era como si se sintiera cohibido al estar en su compañía. Era una timidez que Mei jamás había visto en él, parecía un cachorrito perdido y al pensar en eso se sintió absurda, pero no pudo evitar la comparación. Ni siquiera se había portado así cuando se conocieron ni cuando le pidió que fuera su novia, por eso le resultaba aún más extraño y sospechoso.
Después de comer, regresaron al punto en el que se habían encontrado.
“Mei… gracias por acompañarme, nos vemos después” se despidió él.
Ella asintió y le dedicó una sonrisa que pronto se borró gracias a una oleada de tristeza que no pudo comprender. Era lo que siempre había querido, que dedicara, aunque fuera, un minuto de su tiempo a estar con ella, que se interesara un poco más en lo que hacía. La noche en que él regresó, Mei se había encerrado en el baño a llorar por el descaro de esa mujer al estarse insinuando delante de ella. Lloró de rabia por no ser capaz de ponerle un alto y porque seguro que a Jan le había gustado. Por eso, trató de ignorarlo y hasta de darle celos con Paulo quién se había percatado de todo y se disculpó con ella con una sonrisa empática, pero no funcionó y se sintió ridícula.
Aunque, luego de pensarlo mejor, notó que Jan no estaba contento con la atención, en realidad se mostró incómodo y desdeñoso, y cuando se despidieron ni siquiera le dirigió la palabra. Algo que Mei nunca había visto en él. En otros tiempos, le hubiera dedicado esa sonrisa cínica y coqueta que ella había aprendido a ignorar.  
“¿Será posible que esté cambiando?” se preguntó, luego negó con la cabeza, eso era imposible. Probablemente era cosa de un día.
Sin embargo, los almuerzos juntos se repitieron en varias ocasiones. Como Lars trabajaba casi todo el día, le era un poco difícil ver a Mei, así que ese era el momento que esperaba con ansias para poder estar con ella. Era muy diferente de pasar el rato con Henri, porque, aunque era de su entera confianza, le daba pena molestarlo todo el tiempo. En cambio, Mei le transmitía alegría, además lo hacía con el pretexto de que, como su supuesto novio, debía estar con ella y así no sospecharía nada. Aunque tenía presente que Jan lo había amenazado para que no se le ocurriera tocarla, pero él pensó que no era para tanto, no había nada íntimo en hablar de cosas mundanas mientras almorzaban. Además, incluso si llegaba a gustar de ella, sabía que no tenía ni una mínima posibilidad porque ella amaba a Jan y estaba comprometida. Así que solo se limitó a hacerle compañía por el tiempo que tuviera que hacerlo.
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“Es extraño, pero me gusta que me llames por mi nombre. No te lo tomes a mal, es que empezaba a molestarme que me llamaras nena todo el tiempo” le confesó ella un día, mientras caminaban por el parque.
“Mei es un nombre bonito” contestó, encogiéndose de hombros, creyendo que sería raro tomarse la libertad de usar un apodo.  
Mei se rio bajo por el modo en que lo dijo. En ese momento se preguntó dónde había quedado el Jan de siempre. Estaba segura de que él hubiera insistido en seguir llamándola así o bien convencerla de buscar un apodo más agradable. Otra cosa que había cambiado era que ya no le enviaba ningún obsequio ni la colmaba de atenciones, simplemente se limitaba a estar con ella, aunque fuera un momento, y aun sin tocarla, ella se sentía querida, como si hubiese ganado un amigo. Por eso, en un arrebato de felicidad, lo invitó a su próxima exposición de arte.
Él le prometió que asistiría. Ella sonrió, pensando que quizá la dejaría plantada o cancelaría a último momento, pero la noche del evento, él llegó puntual a recogerla para llevarla a la galería. Una vez en el lugar, ella lo dejó solo un momento para reunirse con sus colegas. Mei lo miró de lejos mientras él miraba cada obra con interés.
Sin embargo, se dio cuenta de que allí estaba una chica que Jan había frecuentado hacía poco. Ella intentaba entablar una conversación con él, pero él parecía no reconocerla. Cuando Mei se acercó, la mujer aprovechó la oportunidad para lanzar un comentario malintencionado acerca de su trabajo, llamándolo flojo y que cualquiera podría haberlo hecho, provocando que algunas personas se rieran. Mei agachó la mirada. Qué manera de humillarla con una obra en la que había trabajado muy duro y de la que estaba orgullosa, alzó la vista, esperando que Jan se riera diciéndole que era una broma, pero él la tomó de la mano con firmeza.
“Tal vez porque no tienes idea de lo que trata y por eso te dedicas a criticar sin saber. La gente ignorante siempre intenta destruir en lugar de dar una crítica constructiva. La próxima vez piensa antes de abrir la boca” replicó Lars con sequedad, sin siquiera voltear el rostro, y se alejaron del lugar, haciendo que los presentes se quedaran sumidos en un incómodo silencio.
Mei lo miró de reojo y en su rostro no pudo encontrar más que indignación. Cuando estuvieron en un lugar más amigable, él le preguntó si se encontraba bien.
“Lo estoy, ahora lo estoy” exclamó ella, sintiendo que por primera vez él estaba de su lado.
Con todo, Mei volvió a confiar en él, ahora era ella quien lo invitaba y él aceptaba, porque, aunque sabía que no era lo correcto, simplemente no podía negarse, empezaba a disfrutar de su compañía, incluso si en muchas ocasiones, era ella la que hablaba más y él solo la escuchaba. Una tarde, fueron a su departamento. Cuando Ling, la hermana de Mei abrió la puerta, miró a Lars de arriba abajo como si éste fuera un ser desagradable. Luego, la joven se despidió solo de Mei diciendo que tenía planes. La hermana mayor suspiró y se disculpó con Lars por esa actitud, aunque ya estuvieran acostumbrados, ambos simplemente sonrieron con complicidad. Luego la pareja se sentó en el sofá para ver una película.
Así pasaron la tarde, pero él notó que ella lucía ensimismada y le preguntó qué le pasaba.  
“Bueno, es que creo que cambiaré el retrato que hice de ti. Ahora debo agregar la cicatriz y ese lunar en el cuello que no recordaba que tenías” comentó, mirándolo como si se tratara de un espécimen desconocido.  
“No pensé que regresaría tan cambiado. Lo siento”
Mei le puso las manos en las mejillas, haciendo que él la viera a los ojos.
“No te disculpes, mi amor. Esos detalles te dan carácter y un aura de misterio. Además, ya sabes que eres el más guapo del universo” le dijo, besándolo varias veces en la mejilla.
Él se ofuscó con toda esa ternura y cariño. En realidad, nunca había sido afectuoso y que ella lo estuviera besando así, lo ponía nervioso y triste, porque ella pensaba que estaba besando a Jan. Ese hecho le dolió mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Se quedaron acurrucados en el sofá, mientras miraban el resto de la película y sin darse cuenta, se durmieron. Para cuando ambos despertaron era muy noche, entonces, ella le pidió que se quedara. Lars no pudo decirle que no, además estaba demasiado soñoliento para manejar. Así que no le quedó más remedio que aceptar. Entonces, se sintió culpable, porque era evidente que ella necesitaba otro tipo de atención. Ahora debía pensar en cómo rechazarla. Jan le había dicho: “No le pongas ni un dedo encima, inventa lo que sea, pero ni se te ocurra tocarla”, y Lars lo juró porque no solo no era correcto, sino que pensó que Mei realmente no lo quería, creyéndola hueca y superficial.
Mei se puso un pijama muy ligero y él supuso que dormiría en ropa interior. Entonces, cuando ambos se metieron a la cama, intercambiaron un par de frases sin importancia y unas risas, luego se quedaron en silencio, él quiso darse la vuelta y dormir, pero ella lo besó de pronto. Al sentir esos tiernos labios contra los suyos, Lars quiso dejarse llevar, pero interrumpió el beso, apartándola con suavidad. No quería tomar ventaja de la situación, ni hacerle creer que estaba siendo amada por el hombre que ella amaba. Mei se vio igualmente frustrada.
“Perdóname. No es que no quiera, es que no puedo” le dijo, tomándole las manos entre las suyas y besándolas. “Te juro que no puedo”
“¿Cómo que no puedes?” preguntó ella, más angustiada que molesta.
Él suspiró y trató de parecer más preocupado al darle su excusa.
“No te lo dije antes, porque me daba pena, pero el… el médico dijo que no podía hacer esfuerzos, ni actividades que pusieran en riesgo mi corazón. Eso incluye mantener relaciones sexuales” le explicó, poniéndose rojo.
“¿De verdad?” preguntó Mei, abriendo muy grandes los ojos.
Él asintió realmente avergonzado de esa mentira tan estúpida.
“Lo siento” se disculpó ella, roja de vergüenza. “Sabes, yo tampoco creo que sea el mejor momento, es que hace mucho que no lo hacemos… y quiero estar cerca de ti…” admitió, volviéndose a poner la blusa. “Pero, al menos ¿podrías abrazarme? Te prometo que será lo único que haremos” le propuso muy seria.
Él aceptó, sintiéndose tonto y aliviado. Creyó que no había nada de malo en dormir juntos, pero no pudo conciliar el sueño, su conciencia no lo dejaba en paz, recordándole que mientras Jan se encontraba divirtiéndose, él estaba engañando a una familia y a una novia. Entonces, con Mei en sus brazos, se dio cuenta de que estaba enamorándose perdidamente de ella. Sentía la necesidad de protegerla, hacerla feliz y ayudarla con todo lo que estuviera a su alcance.
Ahora sabía que ya no podría alejarse de ella, sentía como si lo llamara con su hipnótico canto de sirena. Nunca se había sentido así por alguien, era como si quisiera saciar esa necesidad de afecto y compañía, pero no era tanto eso como el hecho de que encontraba en Mei a una mujer maravillosa.
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nethwan · 3 years
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Pairing: Netherlands/Taiwan
Capítulo 2 - Mío y Tuyo
Summary: Es momento de conocer a sus amigos y actuar como una pareja frente a todos. 
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Chapter 2 - Mine and Yours
Summary: It's time to meet each other's friends and act like a couple in front of everyone.
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Ladrón de vida
Summary:  A pesar de las dificultades, Lars estaba satisfecho con su día a día, por lo tanto, no tenía idea de que un simple encuentro casual le iba a cambiar la vida para siempre.
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Capítulo I. Intercambio
Cuando Lars se encontró frente a una deslumbrante residencia, se sintió como en un sueño, como algo imposible de creer. Respiró profundo antes de dar el primer paso y por fin entrar por la puerta principal. A partir de ese día tomaría prestado el nombre y la identidad de Jan van der Linden y desempeñaría su nuevo rol viviendo como el joven presidente de una importante empresa.
Hasta hacía un par de semanas, era Lars Janssen, un mecánico que vivía al otro lado del país. Era un tipo reservado que vivía solo y sin distracciones, a excepción de sus plantas y un conejo de mascota. Sus padres, murieron en un accidente automovilístico antes de que él pudiera graduarse del bachillerato y eso lo dejó solo por completo. Aunque sabía que era adoptado, para él, Willem y Marije Janssen habían sido sus verdaderos padres, por eso podía vivir sin la curiosidad de conocer a sus padres biológicos.
Con la muerte de los Janssen, Lars fue echado de la casa en la que creció, pues según unos parientes de su padre, esa propiedad no le correspondía por no ser su verdadero hijo. Y por ser aún menor de edad, no tuvo acceso a ver ningún documento, por eso no le quedó de otra más que irse con las pocas pertenencias que tenía, buscar donde vivir y un trabajo. Así conoció a Ludwig y Gilbert Beilschmidt quienes le dieron empleo en su taller.
A pesar de las dificultades, Lars estaba satisfecho con su día a día, por lo tanto, no tenía idea de que un simple encuentro casual le iba a cambiar la vida para siempre.
Aquella mañana, un vehículo se estacionó frente al taller y de él bajó un elegante hombre acompañado de una hermosa mujer. Éste se acercó a Lars para pedirle indicaciones y cuando se vieron frente a frente la chica se echó a reír, haciendo una broma acerca de su aparente parecido. El otro la hizo callar y le rogó que volviera al auto. Ella lo hizo, aun riéndose como si fuera lo más divertido del mundo.
El hombre se disculpó con una sonrisa y sin perder la compostura, simplemente hizo caso omiso a los comentarios. Le pidió instrucciones para llegar al centro de la ciudad y luego de una última mirada, se marchó del lugar. La mujer le hizo un adiós con la mano y le lanzó un beso. Lars se quedó viendo como el automóvil desaparecía a la distancia, luego giró los ojos al recordar lo que ella había mencionado, así que trató de olvidarlo y volvió al trabajo.
Sin embargo, aunque para Lars esa visita no significó más que una pérdida de tiempo, sí logró hacer mella en Jan. Porque sí, en el momento en que se quedó escuchando aquellas instrucciones, pudo comprobar por sus reflejos en el auto que, en efecto, eran bastante similares. Entonces, vio en Lars su boleto para seguir disfrutando de la vida y escapar de las responsabilidades que lo ataban. Quizás era una idea arriesgada, una locura, pero Jan estaba seguro de que funcionaría. Por eso, decidió regresar más tarde, solo para asegurarse de que no se había dejado llevar por su propia imaginación.
Al volver, confirmó con alegría que estaba en lo cierto cuando los otros dos mecánicos lo miraron sorprendidos y lo llamaron Lars. Él sonrió, teniendo la certeza de que era su día de suerte, entonces les dijo que estaba buscando a ese tal Lars y que era urgente. Ludwig se quedó conversando con él, tratando de hacer tiempo, mientras Gilbert iba a llamarlo. Ambos estaban impactados al ver a otro hombre idéntico a su amigo. Él les había hablado muy poco de su familia así que era una novedad saber que tenía un gemelo.
“Lars, te buscan. Oye, no sabía que tenías un hermano gemelo” le comentó en voz baja.  
“Yo no tengo hermanos” contestó Lars fastidiado, sin entender qué estaba pasando.
Cuando se presentó, frunció el ceño al reconocerlo. Era el tipo de antes. Jan lo saludó con una simpatía que a Lars le resultó deshonesta.
“Soy Jan van der Linden, pasé por aquí esta mañana ¿Podríamos hablar en privado? Hay un asunto muy importante del que quiero discutir contigo” demandó, mirando a los otros como si fueran unos bichos.
Lars iba a negarse, pero hubo algo en la expresión curiosa de sus amigos que se lo impidió y tuvo que acceder, así que lo hizo pasar a la oficina que tenían en el taller. Luego de intercambiar un par de frases de forzada cortesía, Jan fue directo al grano y le propuso su plan. Lars lo miró como si se hubiera vuelto loco. Y es que era una idea absurda lo que estaba proponiéndole: quería que se hiciera pasar por él.
“Por supuesto que no. No te conozco y no sé en qué estés metido” replicó Lars.
“Pero es una oportunidad única en la vida”
“Es ilegal”
“No realmente, no es como que alguien más deba enterarse. Mira, incluso voy a pagarte” le dijo mostrándole un cheque con una buena cantidad escrita en él.
Lars quedó boquiabierto, porque a pesar de que sonaba como una estupidez, ese hombre parecía ir muy en serio.
“No puedo aceptarlo”
Jan suspiró un poco impaciente, y trató en vano de hacerlo ceder, a veces aumentando la cantidad o haciéndole ver las ventajas que obtendría a cambio. Luego de discutir por alrededor de media hora, Jan respiró profundo, tratando de calmarse, entonces le dijo que le daría tiempo para pensarlo, y esperaba una respuesta positiva. A Lars esto le sonó como una amenaza, pero no estaba dispuesto a participar en algo tan arriesgado y sospechoso.
Al día siguiente, Lars faltó al trabajo. Con lo que acababa de pasar, consideraba que sería más prudente evitar lo que fuera que ese tipo estaba planeando. Bueno, sí, eran muy parecidos, pero nadie iba a creer que un hombre sencillo como él podía hacerse pasar por un supuesto millonario como aquel. Claro que la cantidad que le ofrecía era impensable, aunque presentía que era dinero mal habido. Luego miró a su alrededor, su pequeño cuarto de paredes sin pintar, la eterna gotera que no dejaba jamás de molestar, el escándalo de los vecinos, la renta que no hacía más que aumentar y aumentar cada mes, y las deudas que se iban acumulando una tras otra. Entonces, se sintió tentado. En ese momento, llamaron a la puerta, y al abrir se encontró con Jan.
“Vengo por tu respuesta. Me dijeron que vivías aquí” dijo, sin esperar una pregunta a cómo lo había encontrado y entrando sin siquiera ser invitado.
“Lo pensé, pero no creo que sea buena idea. No sé cómo podría fingir que soy tú”
“Eso es lo de menos. Basta con que nos veamos iguales” contestó como si fuese lo más evidente.
“Lo haces sonar demasiado fácil. Ni siquiera sé de negocios”
Jan tomó asiento en un viejo sillón, tratando de ser paciente.
“No te estoy pidiendo que te quedes en mi lugar para siempre. Serán unos cuantos meses. No creo que sea para tanto, además voy a pagarte, tómalo como un empleo. Si aceptas, podría mejorar tu vida, pero si no, también puedo empeorarla diciendo que ibas a estafarme,” lo amenazó, mirándolo como si fuese un ser insignificante. “Puedo mover influencias y entonces acabarías en la cárcel. Tú decides,” lo amenazó en un tono que a Lars le heló la sangre.
“¿De verdad tienes tanto poder para obligarme a cumplir uno de tus caprichos?” lo encaró Lars, impresionado por esas palabras.
Se quedaron mirando el uno al otro en silencio, hasta que Jan lanzó una carcajada.
“No te pongas dramático, ni siquiera yo me rebajaría a eso. Lleguemos a un acuerdo, si no quieres dinero, entonces dime qué puedo darte a cambio. Estoy seguro de que debe haber algo que desees”
En ese momento, Lars pensó en su casa de la infancia, que no solo sabía seguía en pie, sino que los supuestos dueños estaban dejándola en la ruina. Al verlo meditar su respuesta, Jan supo que lo tenía en su poder. Tomó el retrato de los padres de Lars y agregó en voz baja: “Ya no le des más vueltas al asunto. Recuerda que ya no tienes nada que perder”.
Lars se sintió incómodo. Era la primera vez, en años, que alguien le señalaba la ausencia de sus padres. Entonces, se dio cuenta de que era cierto y que por fin Jan lo había acorralado. En realidad, si algo salía mal, no tendría qué perder, nadie más que él saldría afectado, por eso, finalmente cedió. Pensándolo más fríamente, era cierto que podría sacar provecho de la situación. Jan le dedicó una sonrisa ganadora y estiró su mano para estrechar la de él, cerrando así el trato.
Ese mismo día, por insistencia de Jan, Lars empacó sus pocas pertenencias y abandonó el departamento. Se llevó consigo su conejo, que era lo único a lo que Jan no miró con desagrado. Pero antes de marcharse, llamó a Ludwig y a Gilbert para contarles que se iría por un tiempo y les agradeció por todo lo que habían hecho por él. Pensó que abandonarlo todo así de pronto sería un gesto de ingratitud.
“Hablas como si fueras a irte para siempre” bromeó Gilbert.
Lars vaciló, pero sentía que se avecinaba un periodo incierto en su vida y lo mejor era dejar las cosas claras. Ellos parecieron entenderlo, pero cuando le preguntaron si era a causa de su clon ricachón, Lars no les pudo mentir y admitió que era por eso, pero sin darles detalles. Ludwig y Gilbert le desearon suerte, presintiendo que no lo verían en mucho tiempo.  
Jan se llevó a Lars a donde estaba hospedado. Era uno de esos hoteles de lujo donde pasar al menos una noche debía valer una fortuna. Sin perder más tiempo, Jan le pidió que se pusiera uno de sus trajes para probar si podían pasar por iguales y se sorprendió al ver que era como mirarse en un espejo, excepto porque Lars era un poco más corpulento y tenía una cicatriz arriba de la ceja derecha. Jan hizo un gesto al notarlo, pero no había remedio, ya inventarían algo.
Jan pasó el resto de la semana instruyendo a Lars sobre cómo actuar como él. Le enseñó a tratar de ser menos tosco y comportarse como un elegante hombre de negocios, a caminar de manera más confiada, relajar su postura e imitar sus ademanes. Incluso le dio lecciones para conducirse en una cena, qué cuchara y tenedor usar, y otras reglas de etiqueta que no se imaginaba que le serían de ayuda. Se sentía como un niño al que educaban para comportarse como un adulto, hasta que poco a poco Lars logró imitarlo a la perfección.
Jan también lo puso al tanto de su familia. Le mostró fotografías para que, al volver, pudiera identificarlos. El señor van der Linden había muerto hacía no mucho tiempo, era un hombre de porte distinguido, pero con una personalidad despiadada y competitiva. La señora van der Linden, en cambio, parecía más suave, aún conservaba la belleza de sus años de juventud, pero su salud era muy delicada. Después de Jan, la pareja tuvo otros dos hijos: Emma, cuya pasión eran la repostería y la arquitectura; y Henri, un muchacho despierto y bueno para los negocios.
Jan le habló de sus amistades y colegas de manera más vaga, como si fueran cualquier cosa. Le indicó quien era de fiar y quién no, pero, le advirtió que, sobre todo, debía confiar ciegamente en Henri, quien era el vicepresidente y su mano derecha. También mencionó a un tal Arthur Kirkland, llamándolo su mejor amigo, pero a Lars eso le sonó a sarcasmo.
Mientras, Lars observaba el resto de fotografías para memorizar nombres y hacer que coincidieran con los rostros, una llamó su atención. En ella aparecía una joven mujer de largo cabello castaño y encantadora sonrisa. Al ver ese brillo de curiosidad Jan se puso serio.
“Ella es mi prometida, Mei Wang. Es artista” dijo con cierto orgullo, pero como si fuera lo último en lo que pensara.
“¿Y la mujer con la que estabas el otro día?”
“Es solo una chica que conocí. No tiene importancia. De eso también quería hablarte”
Jan le contó de sus otras aventuras y de las demás “amigas” que tenía. Todas ellas eran bastante hermosas, como sacadas de portada de revista, aunque la belleza de Mei tampoco era para pasar desapercibida. Al notar el evidente interés de Lars, el rostro de Jan se puso serio de nuevo, mostrando una actitud posesiva.
“Puedes hacer con ellas lo que quieras, no me importa, pero no quiero que le pongas ni un dedo encima a Mei. Ella no es como las otras, además, será mi esposa muy pronto”
Lars se puso a la defensiva.
“Entonces ¿por qué la engañas?”
“Mira, hay dos tipos de mujeres: con las que te diviertes y con las que te casas. Mei es del segundo tipo, ella no es para pasar el rato. ¿Acaso crees que elegiría a una ebria irresponsable como madre de mis hijos?”
A Lars le molestó esa actitud. Le parecía que Mei se veía muy tierna para estar atada a un tipo como él, pero tal vez ella estaba al tanto, y salía con él por puro interés. ¿Por qué otra razón alguien amaría a un cínico imbécil como Jan de todos modos? Se preguntó. Era evidente que eso sería un matrimonio de conveniencia y nada más. Eso lo reconfortó, pero no pudo evitar sentir pena por ella y sus futuros hijos. Además, se le hacía tan molesto que Jan se portara como si le fuera a robar a su novia, en realidad, a Lars le había parecido atractiva, pero lo que de verdad le llamó la atención era que existiese alguien que pensara casarse con él.
“Ya, hombre, no te pongas así. Si no me importara no la estaría cuidando de un desconocido como tú”
Jan le dio un golpe en el hombro y se puso a hablar de otra cosa. Lars pensó que quizás esto sería mucho más complicado de lo que se imaginaba.
Ahora solo faltaba armar toda una historia para contar a su regreso, porque ese no era un viaje de negocios. Se suponía que estaba en un viaje de recuperación porque su salud era muy delicada. Todo era mentira, por supuesto, Jan falsificó análisis y resultados para hacerles creer a todos que estaba enfermo y así poder irse y dejarles el resto a los demás.
“No es realmente un cuento. Fui un niño enfermizo, así que te creerán cualquier historia que les cuentes” le aseguró con una sonrisa cínica.
Lars ya no sabía qué pensar de él, parecía un libro abierto, pero al mismo tiempo también tenía sus propios secretos. Entonces, le pareció que quizás él debía mantener un perfil más bajo, para que no lo usara en su contra. Afortunadamente para él, Jan no tenía ni el más mínimo interés en saber sobre él, así que no tuvo que contarle nada. Al parecer, para Jan era un simple individuo que tenía la cualidad de ser idéntico a él.
Un par de días después, por fin llegó el momento de intercambiar papeles y suplantarlo. De esa forma, Jan se marchó feliz a disfrutar de su nueva libertad y Lars se fue a casa de los van der Linden.
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nethwan · 3 years
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Ladrón de vida
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V. Vivir para contarlo
A pesar de su nula capacidad para entablar amistades y su poca paciencia, Lars había tomado, de manera inconsciente, su rol como hermano mayor. Se había repetido una y otra vez que no se involucraría con esa familia y que por nada del mundo se encariñaría con ellos. Ya era demasiado con haberse enamorado de Mei, como para que ahora les tomara cariño a esas personas que pensaban que era Jan. Además ¿qué haría cuando el verdadero regresara? Se preguntaba. Aunque para ser honesto, no lo podía evitar.
Le tenía una gran estima a Henri, no solo porque dependía de él en el trabajo, sino porque lo consideraba un chico de buen corazón. Cuando no estaba con Mei, de vez en cuando cenaban juntos, charlaban después del trabajo y conversaban sobre cualquier tema. En ocasiones, Henri sacaba a relucir alguna anécdota de su infancia y eso le hacía pensar que si existía alguien con quien Jan no era un completo idiota, ese era Henri. Pensó que cuando tuviera que marcharse, lo iba a extrañar bastante.
Una mañana, Henri se acercó para hablar con él. Se veía un poco ansioso, pero contento.
“Jan, ¿tienes un momento?”
“Claro” dijo Lars.
“Quiero pedirte algún consejo… o más bien, contarte algo. Tú conoces a Ling Wang, tu cuñada… me gustaría salir con ella…”
“Y ¿por qué me pides permiso?” le preguntó, alzando la ceja, sin entender sus razones.
“Pues porque tú mismo dijiste que disfrutara mi vida de soltero, que era mejor a atarse a una persona. Incluso dijiste que yo tenía mal gusto porque ella es una molestia que no dejaba de entrometerse entre Mei y tú” le recordó Henri, girando los ojos.
“¿Ah sí? Bueno ¿y tú lo crees?”
“Por supuesto que no”
“Pues entonces no necesitas mi aprobación, ni seguir mi ejemplo”
“Lo sé, es que ahora que puedo hablar mejor contigo sobre esto, quería contártelo” le dijo contento.
Lars esbozó una sonrisa. Era cierto que Jan la había llamado chismosa y entrometida, y por eso no la culpaba de odiarlo. Además, Henri podía salir con quien quisiera, con o sin aprobación. Lars lo animó a que la invitara a salir y Henri no perdió el tiempo. Esperaba que al menos, así pudiera estar compensando todas las molestias que le ocasionaba en la oficina.
La relación con Emma, por el contrario, era casi inexistente. Lo poco que sabía de ella era que era una arquitecta notable y que iba a casarse igualmente con uno, con ese tal Antonio. En las veces que se reunían para cenar con su madre, se mostraban muy felices y enamorados, así que suponía que, al igual que Henri, Emma no había sacado ningún gen malvado como los de Jan. Quizá los defectos de ambos hermanos era que trabajaban demasiado, eran perfeccionistas y exigentes consigo mismos, pero estaban muy lejos del concepto en que los tenía al principio. Si él hubiera tenido hermanos, le hubiera gustado que fueran como ellos.  
Cierta tarde, Lars encontró a Emma yendo de aquí para allá, hablando sola en el jardín, aunque no era bueno para consolar a la gente, no quería verla tan inquieta. De hecho, era la primera vez que la veía así. Entonces se acercó para averiguar qué le pasaba.
“¿Qué tienes?” preguntó con cierta brusquedad.
La chica dio un respingo y lo miró fingiendo tranquilidad.
“Nada, no es nada”
“Tiene que haber una razón para que estés hablando sola ¿Quieres hablar de ello?” le cuestionó, casi rogando que no le dijera.
Emma vaciló, tenía miedo de contarle que era sobre Antonio, porque era posible que Jan tratara de vengarse de él de alguna manera, incluso convencerla de anular el compromiso o peor, intentar despedirlo. Así que trató de pensar en alguna mentira, pero por la mirada de incredulidad de su hermano, simplemente no podía inventar lo que fuera. Entonces respiró profundo, además quería hablarlo con alguien.
“Es Antonio, quiere aplazar la boda porque quiere que tengamos una gran celebración, pero yo le dije que no me interesaban las fiestas grandes. Siguió insistiendo y le dije que si seguía haciéndome esperar entonces ya no me casaría con él. Se molestó mucho. He tratado de localizarlo, pero no contesta mis mensajes” sollozó.
Lars se rascó la cabeza, no solo era malo para consolar gente, sino que también se sentía el menos indicado para dar consejos de pareja. Sin embargo, Emma necesitaba ánimos y había notado lo mucho que el tal Antonio la amaba. No era como Jan, así que lo más seguro era que no le estaba siendo infiel ni le estaba mintiendo. Al menos Emma había sido muy juiciosa para elegir pareja.
“Tal vez necesita tiempo para pensar, estoy seguro de que te va a contestar pronto”
Él se sentó a su lado, y le dio una palmada en la espalda, ella se recargó contra su hombro y él simplemente se quedó allí sin saber bien qué más hacer. Luego, cuando ella se tranquilizó, vieron llegar a Antonio. Éste iba con aire decidido, pero al ver al hermano mayor, empezó a titubear. Lars los dejó solos para que arreglaran sus problemas y luego de media hora, los vio paseando tomados de la mano otra vez.
A partir de ese momento, Emma también se sintió más en confianza con su hermano mayor. Su relación de hermanos parecía intermitente. De niños solían jugar juntos, pero durante su adolescencia él la había ignorado varias veces aun estudiando en la misma escuela y era completamente ajeno a sus intereses. Luego, de adultos, Jan de repente se mostraba crítico con ella, tanto en lo que había decidido estudiar como cuando le presentó a Antonio. Así que ahora que se mostraba más comprensivo, decidió darle una oportunidad para limar asperezas. Después de todo, era su hermano y ella no tenía el corazón para rechazarlo en la manera en que él lo había hecho.  
Todas estas acciones no pasaban desapercibidas para la señora van der Linden. No solo porque desde el principio había notado un ligero cambio físico en su hijo, sino porque actuaba y se expresaba como alguien diferente. Una persona no puede pasar de tener una gran confianza en sí mismo a ser callado y retraído en un par de semanas. Se preguntó qué había pasado en ese viaje que lo tenía tan cambiado. No era que ya fuese una persona mejor, de hecho, distaba de serlo con ese malhumor constante y desdén hacia otros, pero al menos no estaba portándose como un sinvergüenza. Luego de haberlo observado, de pasar algún tiempo hablando con él, de enterarse por Henri de varios detalles inexplicables, la idea de que ese no era Jan, la inquietó, pero ¿cómo saberlo a ciencia cierta?
A pesar de que amaba a sus hijos, sabía que Jan había tomado muy malas decisiones en la vida. Su padre lo mimaba demasiado al grado de volverlo una copia exacta de sí mismo, con el mismo cinismo y la habilidad para inventar historias para salirse con la suya. Sin embargo, este Jan era bastante diferente. Era reservado y de pocas palabras. Además, tenía esos ademanes toscos que le recordaban al abuelo.
Por eso, ella quería saber si había sido un milagro que su pequeño hijo hubiera sobrevivido. Quería comprobar si era él, si por fin lo había recuperado, porque por mucho que los documentos le demostraron que había perdido la vida, su corazón le decía que él estaba vivo en alguna parte del mundo, y que algún día volvería a verlo y abrazarlo por primera vez.
Entonces, luego de pensarlo lo suficiente, por fin se armó de valor para enfrentarlo. Una mañana, luego del almuerzo, le pidió que la acompañara a regar sus flores. Por primera vez en años, ella había abandonado la casa para salir a respirar aire fresco. Lars aceptó, no solo porque era un hermoso jardín, sino que la compañía de esa señora era reconfortante, como volver a tener a su madre, además, por esa razón que la visitaba con frecuencia. Después de charlar sobre las plantas y ayudarla a regarlas, ambos se quedaron callados, entonces ella respiró profundo y por fin se animó a hablar.  
“Hijo, quiero preguntarte algo y quisiera que me prometieras que serás completamente sincero conmigo” le pidió con seriedad.
Él la miró confundido, pensando que quizá le preguntaría por algún escándalo de Jan, pero no fue así. Ella le tomó la mano y lo miró a los ojos.
“Tú no eres Jan ¿cierto?”
Esa mirada llena de esperanza, hizo que Lars no pudiera contestar al instante y desvió la vista. En los últimos meses había engañado a esa pobre mujer, y ya no quería continuar mintiéndole. Así que simplemente negó con la cabeza.
Ella lloró y lo abrazó. Entonces Lars se sintió de nuevo bajo el cobijo cálido de un abrazo materno, aunque no lo creía completamente, finalmente había encontrado lo último que estaba buscando: su familia biológica.
“Sabía que iba a encontrarte algún día, hijo” le dijo ella, todavía llorando de felicidad.
Entonces ambos entraron a la casa para que le mostrara las pruebas. Ella sacó unos documentos y le contó toda la historia. De cómo había tenido un parto prematuro y complicado, de la intervención quirúrgica a la que fue sometida, y en la confusión, le dieron solo a uno de los niños, siendo que ella esperaba dos y cuando empezó a reclamar por el otro bebé, le dijeron que éste había fallecido y que debían quedarse con el cuerpo del niño para unos estudios. Sin saber que en realidad había sido vendido a unas personas para ponerlo en adopción. Su esposo no hizo ningún intento por recuperarlo y se repuso pronto de la pérdida, pues estaba más que satisfecho con tener a su primogénito y heredero varón, pero ella nunca pudo olvidarlo.  
Lars entendió que ella le decía la verdad, entonces le contó de sus padres adoptivos y de cómo había vivido. Su madre se alegró al saber que al menos lo habían criado personas amorosas, aunque lamentaba que los hubiera perdido tan pronto. Él también le contó lo del trato con Jan y las razones por las que había aceptado que iban más allá del dinero que le estaba ofreciendo. La señora tuvo sentimientos encontrados al enterarse de todo ese embrollo, estaba decepcionada porque jamás imaginó que algo así pasaría, pero al mismo tiempo aliviada porque eso le había devuelto al hijo que creía perdido. Así que, por el momento, decidieron fingir ignorancia, al menos hasta que Jan regresara de ese supuesto descanso.
“Creo que deberías decirle a Mei. Ella es una buena muchacha y creo que no merece esta clase de juegos. Ni siquiera apruebo que se case con Jan, pero él es muy necio, sabe que solo está encaprichado con ella.”
Lars estuvo de acuerdo, pero se le hacía difícil buscar una forma de decírselo.
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A pesar de que Ling odiaba a Jan, no solo porque se aprovechaba de la diligencia de Henri, sino porque le era infiel a Mei, estaba segura de que algo estaba tramando. Actuaba distinto, él solía ignorarla y no le dirigía la palabra, pero ahora le hablaba de manera educada, y según Henri, él le había dado ánimos para invitarla a salir. Pero, sobre todo, había notado el trato que tenía con Mei. La veía con cariño y estaba siempre al pendiente de ella, además de que, supuestamente, se había desecho de todas sus amantes.
“Henri, tú sabes que no confío en tu hermano, ni un poquito, pero ¿no crees que se ha portado muy raro en los últimos meses?” le confió Ling.
“¿Qué quieres decir?”
“Pues ya no es un fanfarrón, casi no habla, trata con respeto a mi hermana, da miedo… todo eso”
“Eso noté, pero ¿no crees que puede ser que haya madurado? Aunque he de admitir que a veces creo que es otra persona” admitió Henri.
“¡Eso! Sé que puede sonar loco, pero qué tal si lo es ¿Qué posibilidad hay de que ese no sea el verdadero Jan?” le cuestionó ella.
Entonces, a Henri se le borró la sonrisa y le vino a la mente el secreto de su familia. Una vez, cuando muy niño, encontró las actas de defunción de un bebé que tuvo su madre, al parecer Jan había tenido un hermano gemelo que murió al nacer y del que ni siquiera les habían entregado el cuerpo. Nunca tuvo el valor de contárselo a alguien porque el solo descubrimiento le heló la sangre a la tierna edad de 10 años. Presentía que su madre aún pensaba en el niño, así que había una pequeña posibilidad de que en realidad estuviera vivo, pero con otra familia. Entonces la idea no parecía tan equivocada.
Al hablar de esto, Ling lo escuchó impresionada ante tal revelación pues siempre le pareció que los van der Linden eran una familia perfecta. Así que no sonaba tan desquiciado como a ella le había parecido en primer lugar.
“Entonces, ese hombre puede ser tu hermano de verdad. No es solamente un doble” le aseguró.
“Así parece, también sospecho que mi mamá ya debe saberlo, porque la veo más feliz y tranquila, además se acaba de quitar el luto después de tantos años”
“Es cierto, la última vez que la vi se veía radiante”
“Ahora necesitamos que él nos diga la verdad, porque conociendo a mi hermano, algo debió haberle dicho para que aceptara”
Ambos planearon preguntarle de una vez antes de que eso le acarreara problemas.
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Entre más tiempo pasaba, Jan se sentía más irritado. Y a pesar de estarse divirtiendo, de haber hecho lo que quería y derrochado en caprichos, el solo recuerdo de Mei y Lars le amargaba la vida. Sentía una punzada de celos al imaginarla siendo tocada por él, siendo besada por él, y entraba en cólera cada noche cuando por su mente rondaba la idea de que tal vez en ese momento le estaba haciendo el amor. Luego de verlo babear por su foto, era más que evidente que no se iba a contener. Y la llama de los celos se avivaba a medida que Arthur le mandaba información y los veía felices tomados de la mano. Eso lo enfurecía y pensaba que el karma le estaba cobrando por aquellas veces en que Mei lo atrapó con otras.
No entendía por qué se ponía así si estaba convencido de que no la amaba, pero eso solo reafirmaba que después de todo, nunca podría tenerla de verdad porque no la entendía ni un poco.
La había conocido en un momento de su vida en el que estaba decidido a encontrar una novia formal. Cuando la conoció, aquella belleza tan etérea, aquellos hermosos ojos marrones y esa dulce sonrisa lo dejaron sin aliento. Así que trató de seducirla no solo con su encanto sino también con su poder y obstinación. Se había encaprichado aún más con ella porque le había rehuido varias veces, le había resultaba muy difícil poder acercarse a ella, pero luego de un par de citas, regalos y el dramatismo de sus celos por el chico con el que ella estaba saliendo, por fin se rindió ante él.  
Mei era una joven, tierna e inocente y le parecía que era perfecta para ser su futura esposa. Aunque sentía que no debía atarla a él, porque pervertiría esa pureza con sus malas costumbres y la haría sufrir. Sin embargo, veía en ella a un tesoro y quería tenerla para él solo, sin importarle nada más y aún en contra de sus creencias acerca del matrimonio. Creyó que podría tener algo serio con ella, pero cuando la primera traición pasó, le fue tan fácil volver a su lado que volvió a hacerlo en otras ocasiones. Aunque era sencillo regresar, eso solo abría el abismo entre ellos y la intimidad desapareció poco a poco, haciendo de su relación solo un formalismo y una rutina.
Secretamente, había deseado que ella se vengara y le demostrara que estaba al mismo nivel que él, que no era tan pura como la creía, pero en cambio no lo hizo. Él habría aceptado que fuera con cualquiera, con el hermano de su cuñado, con el italiano, con alguno de sus amigos, no importaba quién fuera, él haría como que no había pasado. Pero, ahora no podía aceptar, bajo ninguna circunstancia, que, de todos los hombres del mundo, ella hubiera elegido a ese hombre que era igual a él.
Eso lo hizo caer en la realidad de que había tomado una decisión muy estúpida al escaparse así. Que las cosas simplemente no podían volver a la normalidad luego de eso. Entonces, decidió que era momento de regresar y reclamar su lugar. No le importaba nada más que deshacerse de ese ladrón de vida.  
Llamó a Arthur para que estuviera al tanto y tuviera en orden el papeleo de la casa de los padres de Lars. Quería hacerlo desaparecer de una vez de su vida. Arthur lo escuchó alarmado, pero no pudo persuadirlo de que esperara unos días, porque le colgó sin siquiera escucharlo. Arthur se sintió tan culpable que decidió advertirle a Lars para que no lo agarrara desprevenido. Conociendo a Jan, quién sabe de qué sería capaz con tal de imponer su ley. Así que no perdió el tiempo. Lo llamó varias veces sin éxito, entonces se dirigió a su departamento antes de que fuera demasiado tarde, era mejor que lo escuchara de su viva voz para que le creyera.
“¿Arthur? ¿Estás bien?” le preguntó Henri al verlo tan exaltado.
“Tu hermano, necesito hablar con él” exclamó.
“Debe estar en casa. Vamos para allá también”
Ling y Henri lo llevaron. Lars estaba en la antigua habitación de Jan, ensayando una y otra vez la manera en que le contaría a Mei la verdad, pero de pronto se abrió la puerta y apareció Arthur acompañado de Henri y Ling. Entonces, éste soltó la verdad aún delante de la joven pareja.
“Lars, es importante que escuches todo lo que voy a decirte”
Lars se quedó callado porque le había llamado por su verdadero nombre. Entonces supo que la obra de teatro estaba por llegar a su fin.
“Ya sé que no eres Jan. Todo este tiempo he estado vigilándote porque él me lo pidió, conozco el trato entre ustedes, lo sé todo. Ahora debes saber que él va a regresar, está furioso contigo” le explicó tan rápido como pudo.
Lars lo escuchó impasible porque, aunque sabía que esto era un hecho, no pensó que fuera tan pronto. Necesitaba un poco más de tiempo para poner un poco de orden y, sobre todo, despedirse de su madre y contarle la verdad a Mei.
En ese momento, en medio de la conversación, ninguno notó que Mei estaba escuchándolos detrás de la puerta. Ella estaba sorprendida, sin siquiera saber cómo reaccionar al saber que todo el tiempo había estado con otro. Mei, abrió la puerta y lo miró confundida. Lars se quedó petrificado, no era así como quería que se enterara. La había citado para por fin contarle la verdad, pero ahora sabía que ya la había perdido para siempre.
“Entonces ¿tú no eres Jan?”
“No. Mi verdadero nombre es Lars Janssen” contestó, sintiendo que todo estaba perdido.
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