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xtheunluckyghost · 5 years

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El principio del fin #WATWD

En la vida hay personas con suerte, hay personas con una especie de… en fin, por que decirlo con palabras bonitas, hay personas con una especie de flor en el culo. Hay personas así, muchas, Annette se ha encontrado con unas cuantas a lo largo de su vida. Luego está ella. Porque que el Apocalipsis zombie te pille trabajando en un hospital donde al menos una centena de personas mueren al día y otras tantas están convirtiéndose en polos en la morgue, se le puede llamar de muchas formas pero no suerte.

Para la pelirroja todo había sido un día normal, con una de esas jornadas demasiado largas para la salud de nadie. Una que esperaba que terminará con ella enterrada entre apuntes en una sala de estar demasiado desordenada para ser habitable. Nada más lejos de la realidad. Sus primeras horas de aquel terrible suceso fueron frenéticas, sin embargo con en el sentido en que todos los demás vivieron aquello, porque cuando todo aquello pasó ella estaba en quirófano, asistiendo a su tutor de practicas en una compleja operación que terminó llevando más horas de las debidas. Y para su desgracia, con resultados tan nefastos como su humor en aquellos momentos. Nunca era agradable perder un paciente, lo que Annette no sabia en ese instante era que sería el primero de muchos a lo largo de su vida. Salió de quirófano como un rayo, encestando los guantes y la mascarilla en la basura a distancia, sin pararse demasiado a mirar. Tenia que ir a buscar al forense para que certificara la muerte y se lo llevara, después hablar con la familia. Solo de pensarlo se le alojó un nudo en la garganta… mirándolo con perspectiva hubiera preferido encontrarse con una mujer y una madre llorosas y acongojadas.

Lo primero en lo que la muchacha se percató fue el extraño silencio, la ausencia total de ruido, del ajetreo normal que invadía la sala a cada segundo. Normalmente aquello era el caos, camillas y carros de arriba para abajo de forma constante, gritos de urgencia, enfermeras y médicos corriendo de un lado para otro. Pero ahora no quedaba nada mas que un chirriante sonido metálico y unos pasos pesados, de alguien que parecía arrastrar los pies sobre algo húmedo. Sus ojos se pasearon por el pasillo en una especie de shock, la calma previa al estallo de terror. Carros tirados por el suelo, sangre, cuerpos con el peor aspecto que Annette hubiera visto en su vida. La escena era terrorífica, sentía su propio pulso martillear contra su cuello, histérico, aquello no estaba bien, no, no… no. Nunca creyó que pudiera encontrar útiles las enseñanzas de su padre si no era que se hubiera perdido en el bosque o algo por el estilo, sin embargo tuvo que darle las gracias internamente cuando su primer instinto fue rebuscar entre los restos de uno de los carritos, esparcido por el suelo, un kit medico de operación para poder hacerse con uno de los bisturíes. No era el arma mas eficaz del mundo, pero peor era ir descubierta. Tomo aire, cada segundo que pasaba se sentía mas encerrada en aquel pasillo, como si estuviera sepultada en su propia tumba. No lo quiso meditar demasiado, tomo aire y salió disparada por aquel largo pasillo hacia el ascensor. Apenas llegó se arrepintió de inmediato. El hedor a muerte era una peste muy característica que durante sus años de estudiante había aprendido bien. No tardó en reconocerlo en aquella diminuta sala de espera, era casi asfixiante. La escena era lo suficiente sobrecogedora para que tuviera que llevarse la mano a la boca, intentando contener la arcada. Todo estaba cubierto de sangre y la puerta del ascensor se abría y cerraba con insistencia al rededor de una pila de cadáveres que la bloqueaban, con cada pequeño envite de las mismas la habitación se invadía del sonido de los tejidos rasgadose, cediendo a la presión que imponía la puerta para terminar de cerrarse. La sangre y los fluidos se esparcían, salpicando por la fuerza con la que el metal impactaba. Era asqueroso, pero Annette no podía apartar la mirada, sentía que si lo hacía algo saldría de aquel ascensor para comérsela. Tristemente muy equivocada no estaba. Un pequeño movimiento dentro de la propia pila llamó su atención, era leve, y por unos momentos quizá acercarse, pensando que quizá era alguien que había sobrevivido a aquella locura y necesitaba ayuda. Por suerte el pánico la mantuvo quieta, como si sus pies hubieran quedado anclados al suelo. Un nuevo golpe de las puertas, el sonido del hueso y el musculo desgarrándose, las puertas se abrieron de nuevo y con ellas apartaron un par de cuerpos, pegados por la viscosidad de la sangre a la superficie metálica. Bajo ellos se descubrió al dueño del movimiento. Unos ojos vacíos se encontraron con los suyos, pertenecían a un hombre, o eso es lo que Annette pensó, por su complexión ancha y pelo corto, porque de lo que hubiera sido un hombre hacia no mucho ya no quedaba ni rastro. La piel parecía haber sido arrastrada, exponiendo toda la musculatura hasta el cuello, podía ver perfectamente como los costados de la garganta se contraían y relajaban cuando el sujeto abría y cerraba la boca, con los brazos extendidos hacia ella, arañando la superficie con las uñas para intentar avanzar. No podía hacer otra cosa que observar con terror como avanzaba poco a poco, aferrándose a dios sabe que, separándose por momentos su cuerpo, la piel y el tejido del torso se rajaba, dejando atrás su cintura, sepultada bajo aquellos pesados cuerpos, con la ayuda del incesante golpeteo de las puertas. Prácticamente podía ver los intestinos asomar entre los colgajos de piel. Asqueroso. Annette no podía pensar en otra palabra para describirlo.

No se dio cuenta de que su cuerpo se estaba moviendo hasta que su espalda impacto con fuerza contra la pared, emitiendo el grito que tenía atravesado en la garganta. O al menos creyó haberlo hecho, porque escucho el grito y ella era la única capaz de gritar de entre los presentes, sin embargo no fue consciente de haberlo hecho. En el mismo momento en que pronunció el grito las palabras de su padre corrieron a su cabeza, “Tienes que aprender a no hacer ruido, cazador o presa da igual, si le dejas saber donde estás estas acabada” Por segunda vez en menos de una hora las enseñanzas de su padre resultaban mucho más útiles de lo esperado.

Su cuerpo poco a poco pareció querer responder por fin a sus ordenes, justo a tiempo, porque entonces escuchó aquellos pies que se arrastraban acercarse, fueran lo que fueran aquellos seres -una palabra muy concreta acudía a su cabeza pero no quería creerlo- su grito los había alertado. Cuando visualizó la figura decrépita asomar por el costado del pasillo solo pudo echarse a correr de nuevo. La felicidad en aquellos momentos era su única ventaja. Antes de darse cuenta se encontraba de vuelta en aquella sala quirófano, sus pies y su instinto la habían traído de vuelta a lo que ella consideraba “lugar seguro”. Y teóricamente lo era, un lugar aislado y descontaminado cuidadosamente parecia el mejor lugar en el que esconderse hasta que tuviera un plan para salir de allí. Lo hubiera sido de no ser por un pequeño detalle: que alguien había muerto hacia poco mas de media hora.

La escena que se encontró dentro de aquella sala no fue muy distinta a la que habia visto en el exterior. La mesa de operaciones había volcado y los cuerpos de las dos enfermeras y el medico, que habían vivido con ella las agobiantes hora de la operación, yacían muertos en el suelo y sobre este último se cernía otro de aquellos “seres” -de nuevo quería resistirse a creer que era lo que rondaba su mente- devorando hasta la ultima fibra del abdomen ajeno. El sonido de la puerta al cerrarse había llamado la atención del mismo, que la miraba dispuesto a salarle encima. Annette no tuvo dudas en cuanto le vio. A pesar de su demorado aspecto y del rio de sangre y visceras que pendían de su boca, no cabía duda de que aquel era el mismo hombre que acababa de perecer en la mesa de operaciones.

En aquella ocasión, por suerte, su instinto de supervivencia fue más fuerte que su miedo y actuó antes de que el caminante cerrara sus fauces entorno a ella, hundiendo el bisturí en la cuenca de uno de sus ojos. El globo ocular estalló en el proceso, dejándola perdida de liquido ocular y sangre y con una sensación viscosa y desagradable en las manos pero pocos segundos después habia dejado de moverse, así que no era momento de ponerse exquisita. Sacudió las manos como si así pudiera quitarse de encima toda la mierda que la cubría. Lo unico que logró fue salpicar las paredes blancas de aun mas sangre. Lo que ella habia pensado que era lugar seguro no lo era para nada y no tenía ni idea de que habia sido lo que le había pasado a aquel pobre hombre, pero si al resto de muertos de aquella habitación iba a pasar lo mismo no quería estar ahí para cuando despertaran. Con toda la agilidad que pudo lleno la mochila que llevaba consigo de material medico y medicinas. Si las cosas se ponían feas le harían falta y hasta que llegara a su casa o a la tienda un bisturí y la navaja que guardaba en el bolso era lo mas similar que tenia a un cuchillo, algo le decía que iba a necesitar ambas.

Estaba ya saliendo por la puerta cuando un ruido a su espalda llamo su atención, a través de la cristalera de la ante-sala del quirófano pudo ver como el cuerpo del que habia sido su tutor se alzaba, volviendo a la vida de la forma mas cruel. Un nudo se formó en la boca de su estomago al ver a alguien a quien ella tanto quería y apreciaba de aquel modo. Tenía que hacer algo, quería hacer algo al respecto. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer, ya no. Las manos ensangrentadas chocaron contra el cristal, empujándolo, marchado con huellas rojas y haciendo que Annette retrocediera de un bote. Sacudió la cabeza, forrándose a si misma a reaccionar… lo mejor que podía hacer ahora, por ellos, por si misma, era salir de allí viva. Sin volver a mirar atrás abandonó la habitación. Suficiente tenia con pensar en cómo iba a sobrevivir ella como para preocuparse por los muertos, y aun así… tomo aire, llevandose la mano libre a la cara para limpiarse un par de rebeldes lagrimas que amenazaban con convertirse en un torrente. Acababa de ver morir a la persona que habia sido su apoyo durante los ultimas años, él le habia enseñado muchas de las cosas que sabía, él la habia convertido en una buena profesional, era una de las pocas personas en aquel hospital por las que sentía verdadero respeto y se había ido, así, sin más, ante sus ojos, sin que pudiera hacer absolutamente nada para evitarlo. Sin embargo no podía permitirse dejarse llevar, no ahora, ya lloraría luego, ahora lo importante era sobrevivir.

Moverse hasta la planta baja fue más sencillo de lo que esperaba, las escaleras eran la única opción porque el ascensor estaba completamente bloqueado y los segundos sin visibilidad cuando las puertas se abrieran abajo podían convertirse en una condena segura, un callejón sin salida. Eso por no hablar de que hacían ruido. Bajó con todo el sigilo que pudo, despacio, atenta a cualquier peligro el acecho, pisando como si temiera que el suelo se rompiera bajo sus pies para que el metal no hiciera el mas mínimo ruido. Empezaba a sentirse encerrada, asfixiada por el calor del recinto, como si las paredes fueran a caérsele encima de un momento a otro. Realmente sitió que se ahogaba cuando vio la puerta. Se sintió mas encerrada que nunca al comprobar que su salida no era otra cosa que una trampa mortal. Todo desde la recepción hasta las puertas estaba infestado de muertos que habían vuelto a la vida. Lo más probable era que la gente hubiera intentando salir en estampida, encerrándose a si mismos, sepultados unos sobre otros. Seguramente habían estado condenados en el momento que uno de ellos había vuelto a la vida. Intentar abrirse paso hasta las puertas era imposible, la rodearían en el momento en que se acercara un poco. A pesar de no haber hecho mas ruido que el de su respiración acelerada contempló con terror como los muertos giraban hacia ella, como si hubieran notado su presencia ¿la habría olido quizás? No sabría decirlo con seguridad, tampoco tuvo demasiado tiempo para pensar al respecto, porque antes de darse cuenta una marabunta de cuerpos estaban intentando llegar desesperadamente hasta ella. Creyó que moriría en el momento que sus zapatillas patinaron con la sangre que cubría el suelo, haciendo que estuviera a punto de irse de bruces al suelo. A dia de hoy no sabe como logró salir adelante, iniciando la carrera mas frenética de su vida, la primera de muchas para su desgracia, hasta unos baños relativamente cercanos. Bloqueó la puerta como buenamente pudo, una solución provisional que no duraría mucho. Necesitaba salir de ahí y necesitaba hacerlo cuanto antes. El golpeteo de la puerta acompañaba cada uno de sus pasos y si miraba atrás podía ver cómo, con cada empujón, la puerta cedía un poco mas. Las manos se colaban ya atraves de ellas, no pasaría mucho hasta que cediera. Se encaramó a una ventana, forzando el seguro para poder abrirla del todo. Había cerca de dos metros de caída y una relativa posibilidad de torcerse un tobillo al caer. Se estaba planteando que quizá saltar no era tan buena idea cuándo un estruendo casi la hace perder el equilibrio y caer de vuelta al interior. Por suerte se queda en casi y logra mantener el equilibrio. Al alzar la mirada encuentra, con terror, el origen del ruido. La puerta se había abierto con un sonoro portazo, dejando entrar a aquella horda de muertos, que se aglomeraban en la puerta, entorpeciendo unos a otros en su necesidad por entrar. Annette supo entonces mejor que nunca que ya no había vuelta atras, que o saltaba a la calle o moriría ahí. Pasó las piernas al otro lado de la ventana y se ayudo de los brazos para salvar el primer metro de bajada, haciendo la caída mucho mas segura de lo que hubiera podido pensar en un comienzo.

El recorrido hasta el pequeño parking fue un sprint, con el corazón pitandole en los oídos a cada segundo, era mas arrasar con lo que habia en su camino que correr, arañándose en el proceso con los arbustos que eran demasiado extensos como para rodearlos y terminaba atravesándolos. Cuando se diera cuenta le iban a doler como un demonio, pero ahora solo podía pensar en llegar a un coche y poder largarse de allí cuanto antes.

El panorama en el parking no era mejor de todos modos, varios coches habían tenido un accidente múltiple en la entrada, probablemente el pánico les habia llevado a no respetar ningún tipo de norma y habrían intentando salir todos al mismo tiempo, el instinto de supervivencia de algunos rozaba lo contraproducente. Habían causado un choque que dejaba inaccesible la zona, tanto para entrar como para salir. Los heridos del accidente empezaban a ser presa de los muertos también así que mejor no quedarse ahí demasiado tiempo. Para su suerte alguien habia tenido la brillante idea de abrir un hueco en la valla que rodeaba el aparcamiento, creando una salida alternativa. En las ultimas filas habia un par de coches abiertos, con las llaves puestas, probablemente de algún pobre alma al que habían pillado antes de poder cerrar la puerta. Fuera como fuese el o ella ya no lo iban a necesitar, así que estaba bien si lo “tomaban prestado” ¿no? No quiso pararse a pensarlo de todos modos. Se metió en el coche, tiró la mochila en el asiento del copiloto y arrancó con prisas. No era momento para mirar atrás, no lo sería en mucho tiempo.

No paró hasta que estuvo lo suficientemente lejos como para sentirse a salvo. Paró el coche en mitad de un arcén, apenas había nada a su alrededor, había salido de allí, no sabia hacia donde exactamente porque habia estado muy nerviosa como para mirar, pero lo habia hecho, estaba viva. Apoyó la frente contra el volante, sintiendo sus manos temblar con fuerza y fue entonces cuando rompió a llorar, dejando salir todo lo que habia estado conteniendo, aun ni siquiera sabia que cojones había pasado, no entendía nada, solo sabia que estaba sola en mitad de la nada. Como buenamente pudo, con las manos aun temblorosas y cubiertas de sangre, que por suerte no era suya, busco su teléfono para intentar llamar. Primero a su padre. No daba ni señal, capaz era de habérselo dejado en casa, sin batería. Quedarse incomunicado el dia que el mundo se iba a la mierda sonaba como algo que su padre haría, para el mal de sus nervios. Probó de nuevo con su hermana. Un tono, dos tonos, tres, cuatro, cinco y finalmente el contestador. Mierda. Eso ya no era normal. Maldijo entre dientes. Haciendose una bola sobre si misma, intentando calmar su respiración. Tenia que llegar hasta ellos, reunirse con su familia. Sobrevivir solo es imposible tenia que estar con ellos, tenia que estar juntos. Necesitaba llegar hasta ellos, pero era mas sencillo hacerlo que decirlo. Ella muy conscientemente habia puesto tierra de por medio y ahora tenia que enfrentar un viaje más complejo de lo que le gustaría para llegar hasta ellos. Solo esperaba que para cuando lo consiguiera no fuera demasiado tarde.

Ella no lo sabia, pero en el momento en que ella pensó aquello ya era demasiado tarde.

#WATWD #TWD #OC

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