Tumgik
#Casa Barbo
flavioscutti · 7 months
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I PESCI DI ACQUA DOLCE
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Barbus samniticus - Photo 154312968, (c) Riccardo Novaga
https://uk.inaturalist.org/taxa/1277073-Barbus-samniticus
Da poco hanno scoperto in Abruzzo una nuova specie di pesce, il Barbo sannitico (Barbus samniticus ex-tyberinus).
Questa specie popola tratti intermedi e collinari dei fiumi appenninici insieme ad altre specie italiane tipiche della zona del barbo: Sarmarutilus rubilio, Telestes muticellus and Squalius squalus (Ref. 123793).
In realtà non si è scoperto nulla, perché questo è il primo pesce che ho pescato dietro casa diversi anni fa, ma ovviamente per le persone senza competenze specifiche era considerato un barbo come tanti altri che ce ne sono nei fiumi italiani. Con nuovi studi e soprattutto anche grazie alla ricerca sul DNA di questi pesci adesso ha un nome tutto suo.
Barbus samniticus
Lorenzoni, Carosi, Quadroni, De Santis, Vanetti, Delmastro & Zaccara, 2021
Classification / Names
Teleostei (teleosts) > Cypriniformes (Carps) Cyprinidae (Minnows or carps) > Barbinae
Etymology: Barbus: Latin, barbus barbel (Ref. 45335); samniticus: Named for Samnites, ancient Italic people who settled in the type locality
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Barbus samniticus - Photo 154312959, (c) Riccardo Novaga
Voi sapete come fanno i pesci di acqua dolce a colonizzare nuovi habitat e come fa la stessa specie ad essere presente in luoghi diversi dove non c'è un collegamento tra i corsi d'acqua?
Io me lo sono chiesto.
Consideriamo che le specie di acqua dolce hanno degli antenati in mare, che un po' alla volta si sono adattate e sono state capaci di risalire i fiumi. Se prendiamo l'Europa, ci sono quattro principali zone che si succedono dalla sorgente alla foce: la zona della trota, del temolo, del barbo e della carpa.
Generalmente a delineare l'areale delle specie è il bacino idrologico. Ad esempio, contando che nel pleistocene il Po sfociava molto più a sud, a livello della fossa meso-adriatica, il delta collegava i corsi d'acqua dell'Italia peninsulare con quelli balcanici, questo ha fatto sí che ci sia una certa omogeneità nelle popolazioni di pesci tra le coste dell'Adriatico.
Attraverso questo modello, quando si trovano le stesse specie di pesci in aree adesso separate, è da pensare che in passato c'era un collegamento geologico, che può essere anche molto antico. Da quel momento poi si sono sviluppate le nuove speciazioni che ne hanno diversificato le caratteristiche regionali.
Non solo. Le uova di alcuni pesci hanno adattamenti per farle aderire ai trampolieri (In Italia si parla spesso per il rischio di estinzione del Fratino o del Cavaliere d'Italia, minacciati persino dai grandi concerti commerciali). Quando queste splendide creature camminano tra laghi, stagni e fiumi, poi volando e spostandosi diffondono le uova in nuovi habitat, dove i pesci possono schiudersi e colonizzarli.
Alcune uova di pesce della famiglia dei Ciprinidi hanno adattamenti ancora più interessanti. Una frazione di uova può passare illesa attraverso l'apparato digerente degli uccelli e uscire dall'altra parte in un nuovo lago, stagno o fiume. Le uova possono ancora trovarsi nelle ovaie del pesce mangiato. Un po' come i semi di molte piante che sono in grado di sopravvivere al passaggio attraverso l'apparato digerente degli animali che se ne cibano.
Quindi c'è un sostanziale legame tra pesci e migrazione degli uccelli, ma non solo. Un'altra cosa ancora più affascinate è che durante le tempeste il vento può riuscire a sollevare le uova dei pesci e trasportarle per lunghe distanze; a volte (è molto più raro), quando è di particolare intensità, riesce a farlo anche proprio con i pesci, che possono finire ovunque, ma ogni tanto trovano ad accoglierli un lago o un fiume
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APPROFONDIMENTI
Lorenzoni, M, Carosi, A, Quadroni, S, et al. Cryptic diversity within endemic Italian barbels: revalidation and description of new Barbus species (Teleostei: Cyprinidae). J Fish Biol. 2021; 98: 1433–1449.
https://doi.org/10.1111/jfb.14688
Quadroni, S.; De Santis, V.; Carosi, A.; Vanetti, I.; Zaccara, S.; Lorenzoni, M. Past and Present Environmental Factors Differentially Influence Genetic and Morphological Traits of Italian Barbels (Pisces: Cyprinidae). Water 2023, 15, 325.
https://doi.org/10.3390/w15020325
Barbus samniticus
https://fishbase.mnhn.fr/summary/69519
Giudizio n° 3601 del 10/02/2022 - Regione Abruzzo
https://www.regione.abruzzo.it/system/files/ambiente/tutela-territorio/vinca/158156/g_3601_firmato.pdf
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nievesmorena · 1 year
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22 de abril, Día de la Tierra
Padre, Joan Manuel Serrat
Padre, decidme qué le han hecho al río que ya no canta
Resbala como un barbo muerto bajo un palmo de espuma blanca
Padre, que el río ya no es el río
Padre, antes de que vuelva el verano esconda todo lo que tiene vida
Padre, decidme qué le han hecho al bosque que no hay árboles
En invierno no tendremos fuego ni en verano sitio donde resguardarnos
Padre, que el bosque ya no es el bosque
Padre, antes de que oscurezca llenad de vida la despensa
Sin leña y sin peces
Padre tendremos que quemar la barca
Labrar el trigo entre las ruinas, padre
Y cerrar con tres cerraduras la casa y decía usted, padre
Si no hay pinos no se hacen piñones, ni gusanos, ni pájaros
Padre, donde no hay flores no hay abejas, ni cera, ni miel
Padre, que el campo ya no es el campo
Padre, mañana del cielo lloverá sangre
El viento lo canta llorando
Padre, ya están aquí
Monstruos de carne con gusanos de hierro
Padre, no tengáis miedo, decid que no, que yo os espero
Padre, que están matando la tierra
Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra.
Joan Manuel Serrat.
#LouiseJov
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sarabarbosa · 2 years
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Eu estou indo embora aos poucos, no meu tempo eu vou de vez. Quando eu estiver pronta vou fechar a porta e sair de casa e você vai sentir minha falta nesse dia, mas eu senti sua falta por muito mais tempo.
Sara Barbos.
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didoofcarthage · 4 years
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Allegorical figures of Spring and Autumn by Jacopo Tintoretto, commissioned by the Barbo family as ceiling decorations for a room in their Venetian palazzo, the Ca' Barbo
Italian, c. 1546-1548
oil on canvas
Chrysler Museum of Art and private collection
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josemmalaga · 2 years
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22 de abril, Día de la Tierra
Padre, de Joan Manuel Serrat
Padre, decidme qué le han hecho al río que ya no canta
Resbala como un barbo muerto bajo un palmo de espuma blanca
Padre, que el río ya no es el río
Padre, antes de que vuelva el verano esconda todo lo que tiene vida
Padre, decidme qué le han hecho al bosque que no hay árboles
En invierno no tendremos fuego ni en verano sitio donde resguardarnos
Padre, que el bosque ya no es el bosque
Padre, antes de que oscurezca llenad de vida la despensa
Sin leña y sin peces
Padre tendremos que quemar la barca
Labrar el trigo entre las ruinas, padre
Y cerrar con tres cerraduras la casa y decía usted, padre
Si no hay pinos no se hacen piñones, ni gusanos, ni pájaros
Padre, donde no hay flores no hay abejas, ni cera, ni miel
Padre, que el campo ya no es el campo
Padre, mañana del cielo lloverá sangre
El viento lo canta llorando
Padre, ya están aquí
Monstruos de carne con gusanos de hierro
Padre, no tengáis miedo, decid que no, que yo os espero
Padre, que están matando la tierra
Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra
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ochoislas · 2 years
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Hace justo veinticinco años que mi madre vino a vivir cerca del parque Rikugien con sus tres hijos. Yo tenía diez años y era la menor. Nos contó la historia del jardín y poco después de instalarnos entramos a visitarlo. A pesar de tenerlo enfrente pronto perdimos interés, porque el recinto estaba rodeado de un muro de ladrillo de dos metros de alto con una única entrada en el extremo más alejado de casa. De todos modos un jardín paisajista japonés no es nada divertido para unos niños y nunca volvimos allí juntos. Sin embargo las muchas aves —urracas piquirrojas, tórtolas turcas y carboneros chinos— que veía en los árboles y tejados me recordaban siempre que vivía cerca de un parque. Y en verano podía escuchar las cigarras al anochecer. Para una niña de la ciudad como yo, las cigarras nocturnas y las urracas azules eran una novedad.
[…]
Un día el perro desapareció. Pensé que se habría escapado del patio. Pasaron dos o tres días y no volvió: no era lo bastante inteligente para encontrar el camino de vuelta si se había extraviado. No sabía si llamar a la perrera. La preocupación me indujo por fin a romper nuestro silencio habitual y pregunté a mamá: «¿Y el perro…?». «Ah, ¿el perro? —respondió— lo tiré por encima del muro del parque hace unos días».
Me quedé impactada, nunca había escuchado antes esa manera de deshacerse de un perro. Con todo no fui capaz de protestar. Tampoco me precipité a rastrear el parque. Mi madre podía haberlo sacrificado, pero prefirió llevarlo al pie del muro de ladrillo, levantarlo y lanzarlo por encima. No era grande, apenas treinta centímetros de largo, así que no le costaría mucho hacerlo.
Viéndose arrojado al bosque, el perro no habría ido a esconderse en silencio, más bien habría corrido por todo el parque ladrando furiosamente, llamando de inmediato la atención del guarda. ¿Qué habría venido luego? ¿La perrera? Pero cabía la posibilidad de que no hubiera acabado así. Podía imaginarme más o menos el bosque durante el día: habría muchos pájaros e insectos y poco más. En el estanque morarían unas cuantas carpas, tortugas y barbos. ¿Pero qué ocurría por las noches? Como no me atrevía a quedarme después de la hora de cierre, me preguntaba si alguien tendría la experiencia de pasar una noche en el parque hasta que abrían las puertas por la mañana. Podrían acontecer todo género de cambalaches, inimaginables durante el día. ¿No podría un perro que ingresara en este mundo sobrevivir, no ya como diminuto terrier sino como algo distinto? Tenía que agradecer que el destino del perro dejara tanto margen a la imaginación.
Desde entonces di la espalda a Rikugien más firmemente que nunca. La profunda arboleda, tan fuera de lugar en la ciudad, me asustaba: era el dominio del perro abandonado por mi madre.
Tsushima Yūko
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Si svolgerà il 29 Novembre 2021 presso il Nuovo Cinema Aquila di Roma, in via L’Aquila 66, la terza edizione del Bloody Festival Roma, organizzato da L.Armonia Associazione. Ultimamente impegnato nelle riprese di Occhiali neri, che segna il suo atteso ritorno sul grande schermo dopo molti anni di assenza, il Maestro dell’italian thrilling    Dario Argento sarà testimonial di questa nuova edizione del Bloody Festival Roma, che avrà come madrina Manuela Arcuri e il cui sponsor è la ZTV Production di Sergio Romoli.
Suddivisi in tre diverse sezioni che prevedono Horror, Giallo e Thriller, i lungometraggi in concorso, proiettati in una fascia oraria compresa tra le ore 11.00 e le ore 23.00, saranno Clara di Francesco Longo, Nati morti di Alex Visani, L’uomo col cilindro di Stefano Simone, Yuria di Mattia Riccio e Italian horror stories, film a episodi diretto da Antonio Losito, Daniele Malavolta, Andrea D’Emilio, Vincenzo Della Corte Gianluca Bonucci e Francesco Giorgi sotto la supervisione di Claudio Fragasso, storica firma del cinema di genere italiano cui si devono, tra gli altri, Palermo Milano solo andata e La casa 5. Ma vi sarà molto spazio anche per i cortometraggi, che, come i film citati, verranno premiati con appositi sampietrini da una giuria di qualità costituita da professionisti della Settima arte, con direttrice artistica l’organizzatrice esecutiva di ZTV Production Sabina Pariante e presidente il direttore della fotografia e sceneggiatore Mark Melville.
I giurati sono la produttrice Carla Finelli, la financial manager Sonia Giacometti, il regista e sceneggiatore Giovanni Galletta, il pittore Roberto Russo, la make-up artist Isabella Morelli, lo scenografo Arturo Andreoli, Angelo Interlenghi, organizzatore di tutti i film di Federico Fellini e Dario Argento, e gli attori Eleonora Pariante, Antonella Interlenghi, Giulio Neglia e Claudio Collevecchio.
Eventi fuori concorso saranno Abisso nero, zombie movie di Gaetano Russo che ha anticipato il Coronavirus, il promo di Gotico padano, documentario di Roberto Leggio incentrato su La casa dalle finestre che ridono di Pupi Avati, e Doppia luce di Laszlo Barbo, al quale verrà riconosciuto un premio speciale.
Novità di questa edizione è, inoltre, il Premio Roberto Pariante alla carriera, dedicato allo storico aiuto regista che fu anche autore dell’episodio Testimone oculare, facente parte della mini-serie televisiva argentiana La porta sul buio, e che verrà consegnato a Claudio Fragasso.
L’attore e artista Stefano Natale si occupa della realizzazione dei premi per questo appuntamento con Bloody Festival Roma, che regalerà, come sempre, tanti piacevoli brividi di paura a tutti gli appassionati e non di horror e mistero.
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fabioferreiraroc · 4 years
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Os 15 melhores começos de livros da literatura universal
Pedimos aos leitores e colaboradores que apontassem os melhores começos de livros da literatura universal. Cento e cinquenta e seis livros foram citados por 2,4 mil participantes, destes, selecionamos os 15 livros que obtiveram mais citações. A seleção percorre quase quatro séculos de literatura, de “Dom Quixote”, de Miguel de Cervantes; publicado em 1605, a “O Jardim do Diabo”, de Luis Fernando Veríssimo; publicado em 1988.
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Pedimos aos leitores e colaboradores que apontassem os melhores começos de livros da literatura universal. A consulta foi feita a colaboradores, assinantes — a partir da newsletter —, e seguidores da página da revista no Facebook e no Twitter. Mais de 150 livros foram citados por 2,4 mil participantes, destes, selecionamos os 15 livros que obtiveram mais citações. A seleção percorre quase quatro séculos de literatura, de “Dom Quixote”, de Miguel de Cervantes; publicado em 1605, a “O Jardim do Diabo”, de Luis Fernando Veríssimo; publicado em 1988. Além das obras capitais de Veríssimo e Cervantes, integram a lista: “Moby Dick”, de Herman Melville; “Notas do Subsolo”, de Dostoiévski; “Grande Sertão: Veredas”, de Guimarães Rosa; “O Complexo de Portnoy”, de Philip Roth; “A Lua Vem da Ásia”, de Campos de Carvalho; “O Apanhador no Campo de Centeio”, de J. D. Salinger; “O Amanuense Belmiro”, de Cyro dos Anjos; “A Metamorfose”, de Franz Kafka; “Anna Kariênina”, de Lev Tolstói; “O Ventre”, de Carlos Heitor Cony; “Lolita”, de Vladimir Nabokov; “As Ondas”, de Virginia Woolf; e “Cem Anos de Solidão”, de Gabriel García Márquez. A lista está publicada em ordem classificatória.
Moby Dick, de Herman Melville
Chamem-me simplesmente Ismael. Aqui há uns anos não me peçam para ser mais preciso —, tendo-me dado conta de que o meu porta-moedas estava quase vazio, decidi voltar a navegar, ou seja, aventurar-me de novo pelas vastas planícies líquidas do Mundo. Achei que nada haveria de melhor para desopilar, quer dizer, para vencer a tristeza e regularizar a circulação sanguínea. Algumas pessoas, quando atacadas de melancolia, suicidam-se de qualquer maneira. Catão, por exemplo, lançou-se sobre a própria espada. Eu instalo-me tranquilamente num barco.
Anna Kariênina, de Lev Tolstói
Todas as famílias felizes se parecem, cada família infeliz é infeliz à sua maneira. Tudo era confusão na casa dos Oblónski. A esposa ficara sabendo que o marido mantinha um caso com a ex-governanta francesa e lhe comunicara que não podia viver com ele sob o mesmo teto. Essa situação já durava três dias e era um tormento para os cônjuges, para todos os familiares e para os criados. Todos, familiares e criados, achavam que não fazia sentido morarem os dois juntos e que pessoas reunidas por acaso em qualquer hospedaria estariam mais ligadas entre si do que eles.
Notas do Subsolo, de Dostoiévski
Sou um homem doente… sou mau. Não tenho atrativos. Acho que sofro do fígado. Aliás, não entendo bulhufas da minha doença e não sei com certeza o que é que me dói. Não me trato, nunca me tratei, embora respeite os médicos e a medicina. Além de tudo, sou supersticioso ao extremo; bem, o bastante para respeitar a medicina. (Tenho instrução suficiente para não ser supersticioso, mas sou.) Não, senhores, se não quero me tratar é de raiva. Isso os senhores provavelmente não compreendem.
Cem Anos de Solidão, de Gabriel García Márquez
Muitos anos depois, diante do pelotão de fuzilamento, o Coronel Aureliano Buendía havia de recordar aquela tarde remota em que seu pai o levou para conhecer o gelo. Macondo era então uma aldeia de vinte casas de barro e taquara, construídas à margem de um rio de águas diáfanas que se precipitavam por um lei­to de pedras polidas, brancas e enormes como ovos pré-históricos. O mundo era tão recente que muitas coisas careciam de nome e para mencioná-las se precisava apontar com o dedo.
Grande Sertão: Veredas, de Guimarães Rosa
Nonada. Tiros que o senhor ouviu foram de briga de homem não, Deus esteja. Alvejei mira em árvores no quintal, no baixo do córrego. Por meu acerto. Todo dia isso faço, gosto; desde mal em minha mocidade. Daí, vieram me chamar. Causa dum bezerro: um bezerro branco, erroso, os olhos de nem ser — se viu —; e com máscara de cachorro. Me disseram; eu não quis avistar. Mesmo que, por defeito como nasceu, arrebitado de beiços, esse figurava rindo feito pessoa. Cara de gente, cara de cão: determinaram — era o demo.
A Metamorfose, de Franz Kafka
Quando certa manhã Gregor Samsa acordou de sonhos intranquilos, em sua cama metamorfoseado num inseto monstruoso. Estava deitado sobre suas costas duras como couraça e, ao levantar um pouco a cabeça, viu seu ventre abaulado, marrom, dividido por nervuras arqueadas, no topo de qual a coberta, prestes a deslizar de vez, ainda mal se sustinha. Suas numerosas pernas, lastimavelmente finas em comparação com o volume do resto do corpo, tremulavam desamparadas diante dos seus olhos.
O Complexo de Portnoy, de Philip Roth
Ela estava tão profundamente entranhada em minha consciência que, no primeiro ano na escola, eu tinha a impressão de que todas as professoras eram minha mãe disfarçada. Assim que tocava o sinal ao fim das aulas, eu voltava correndo para casa, na esperança de chegar ao apartamento em que morávamos antes que ela tivesse tempo de se transformar. Invariavelmente ela já estava na cozinha quando eu chegava, preparando leite com biscoitos para mim. No entanto, em vez de me livrar dessas ilusões, essa proeza só fazia crescer minha admiração pelos poderes dela.
A Lua Vem da Ásia, de Campos de Carvalho
Aos 16 anos matei meu professor de lógica. Invocando a legítima defesa — e qual defesa seria mais legítima? — logrei ser absolvido por cinco votos a dois, e fui morar sob uma ponte do Sena, embora nunca tenha estado em Paris. Deixei crescer a barba em pensamento, comprei um par de óculos para míope, e passava as noites espiando o céu estrelado, um cigarro entre os dedos. Chamava-me então Adilson, mas logo mudei para Heitor, depois Ruy Barbo, depois finalmente Astrogildo, que é como me chamo ainda hoje, quando me chamo.
O Apanhador no Campo de Centeio, de J.D. Salinger
Se querem mesmo ouvir o que aconteceu, a primeira coisa que vão querer saber é onde nasci, como passei a porcaria da minha infância, o que os meus pais faziam antes que eu nascesse, e toda essa lenga-lenga tipo David Copperfield, mas, para dizer a verdade, não estou com vontade de falar sobre isso. Em primeiro lugar, esse negócio me chateia e, além disso, meus pais teriam um troço se contasse qualquer coisa íntima sobre eles. São um bocado sensíveis a esse tipo de coisa, principalmente meu pai. Não é que eles sejam ruins — não é isso que estou dizendo — mas são sensíveis pra burro.
O Amanuense Belmiro, de Cyro dos Anjos
Ali pelo oitavo chope, chegamos à conclusão de que todos os problemas eram insolúveis. Florêncio propôs, então, um nono, argumentando que outro copo talvez trouxesse a solução geral. Éramos quatro ou cinco, em torno de pequena mesa de ferro, no bar do Parque. Alegre véspera de Natal! As mulatas iam e vinham, com requebros, sorrindo dengosamente para os soldados do Regimento de Cavalaria. No caramanchão, outras dançavam maxixe com pretos reforçados, enquanto um cabra gordo, de melenas, fazia a vitrola funcionar.
O Ventre, de Carlos Heitor Cony
Positivamente, meu irmão foi acima de tudo um torturado. Sua tortura seria interessante se eu a explorasse com critério — mas jamais me preocupei com problemas do espírito. Belo para mim é um bife com batatas fritas ou um par de coxas macias. Não sou lido tampouco. A única atração que tive por livro limitou-se à ilustração de um tratado de educação sexual que o vigário do Lins fez o pai comprar para nosso espiritual proveito. Só creio naquilo que possa ser atingido pelo meu cuspe. O resto é cristianismo e pobreza de espírito.
Lolita, de Vladimir Nabokov
Lolita, luz de minha vida, labareda em minha carne. Minha alma, minha lama. Lo-li-ta: a ponta da língua descendo em três saltos pelo céu da boca para tropeçar de leve, no terceiro, contra os dentes. Lo. Li. Ta. Pela manhã ela era Lô, não mais que Lô, com seu metro e quarenta e sete de altura e calçando uma única meia soquete. Era Lola ao vestir os jeans desbotados. Era Dolly na escola. Era Dolores sobre a linha pontilhada. Mas em meus braços sempre foi Lolita. Será que teve uma precursora? Sim, de fato teve. Na verdade, talvez jamais teria existido uma Lolita se, em certo verão, eu não houvesse amado uma menina primordial.
O Jardim do Diabo, de Luis Fernando Verissimo
Me chame de Ismael e eu não atenderei. Meu nome é Estevão, ou coisa parecida. Como todos os homens, sou oitenta por cento água salgada, mas já desisti de puxar destas profundezas qualquer grande besta simbólica. Como a própria baleia, vivo de pequenos peixes da superfície, que pouco significam, mas alimentam. Você talvez tenha visto alguns dos meus livros nas bancas. Todo homem, depois dos quarenta, abdica das suas fomes, salvo a que o mantém vivo. São aqueles livros mal impressos em papel jornal, com capas coloridas em que uma mulher com grandes peitos de fora está sempre prestes a sofrer uma desgraça.
As Ondas, de Virginia Woolf
O Sol ainda não nascera. Era quase impossível distinguir o céu do mar, mas este apresentava algumas rugas, como se de um pedaço de tecido se tratasse. Aos poucos, à medida que o céu clareava, uma linha escura estendeu-se no horizonte, dividindo o céu e o mar. Então o tecido cinzento coloriu-se de manchas em movimento, umas sucedendo-se às outras, junto à superfície, perseguindo-se mutuamente, em parar.
Dom Quixote, de Miguel de Cervantes
Desocupado leitor: sem juramento meu embora, poderás acreditar que eu gostaria que este livro, como filho da razão, fosse o mais formoso, o mais primoroso e o mais judicioso e agudo que se pudesse imaginar. Mas não pude eu contravir a ordem da natureza, que nela cada coisa engendra seu semelhante. E, assim, o que poderá engendrar o estéril e mal cultivado engenho meu, senão a história de um filho seco, murcho, antojadiço e cheio de pensamentos díspares e nunca imaginados por ninguém mais, exatamente como quem foi engendrado num cárcere, onde toda a incomodidade tem assento e onde todo o triste barulho faz sua habitação?
Os 15 melhores começos de livros da literatura universal Publicado primeiro em https://www.revistabula.com
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tokyodenoyume · 4 years
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Antes de convertirse en el exitoso “Doctor Galleta”, Isidoro Carrasquilla Morales era pescador y se dedicaba a la pesca 🎣 de peces en el Alberche. A pesar de que la práctica estaba regulada y que la Guardia Civil le requisaba sus capturas de vez en cuando, traía cestos de carpas y barbos al Ayuntamiento de Cazalegas, donde mi abuela Tita hacía buen acopio de pescado para la casa. Le daba mucha pena a Tita, pues se trataba de una familia humilde que se estaba buscando la vida. Su vida cambió con el invento de la galleta: marchó a Talavera y, como describe el ABC de la época, podía juntar un buen domingo cerca de 500 personas, “gentes desahuciadas por diagnósticos terminantes” que pusieron sus esperanzas “en torno a un personaje que poco más que fe y confianza les pide”. Un momento de concentración, un vaso de agua 🥃 y una galleta cortada en tres trozos: “una para el paciente, otra para la virgen del Rosario 📿 y otra para mí”. Sus pacientes contaban maravillados “sus curaciones, sus progresos y hasta su pícara visión del mundo”. Al parecer, hizo buenos ingresos con las dádivas que recibía: de hecho compró un Renault 8 a su hijo, entonces un lujo. “¡Cualquiera les dice a mis compañeros que vengo de la consulta del Doctor Galleta 👨🏾‍⚕️🍪 ... se reirían de mí! ¡Pero yo cada vez estoy mejor!”, comentaba un paciente mientras esperaba. ❤️🔥👨🏾‍⚕️🍪🎣 🐟 👵🏻 #registroderecuerdos #tokyodenoyume #sueñosentokyo (en Cazalegas, Spain) https://www.instagram.com/p/CGNyny6hgdt/?igshid=ubp66hs18nf7
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Os 15 melhores começos de livros da literatura universal
Pedimos aos leitores e colaboradores que apontassem os melhores começos de livros da literatura universal. Cento e cinquenta e seis livros foram citados por 2,4 mil participantes, destes, selecionamos os 15 livros que obtiveram mais citações. A seleção percorre quase quatro séculos de literatura, de “Dom Quixote”, de Miguel de Cervantes; publicado em 1605, a “O Jardim do Diabo”, de Luis Fernando Veríssimo; publicado em 1988.
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Pedimos aos leitores e colaboradores que apontassem os melhores começos de livros da literatura universal. Mais de 150 livros foram citados por 2,4 mil participantes, destes, selecionamos os 15 livros que obtiveram mais citações. A seleção percorre quase quatro séculos de literatura, de “Dom Quixote”, de Miguel de Cervantes; publicado em 1605, a “O Jardim do Diabo”, de Luis Fernando Veríssimo; publicado em 1988. Além das obras capitais de Veríssimo e Cervantes, integram a lista: “Moby Dick”, de Herman Melville; “Notas do Subsolo”, de Dostoiévski; “Grande Sertão: Veredas”, de Guimarães Rosa; “O Complexo de Portnoy”, de Philip Roth; “A Lua Vem da Ásia”, de Campos de Carvalho; “O Apanhador no Campo de Centeio”, de J. D. Salinger; “O Amanuense Belmiro”, de Cyro dos Anjos; “A Metamorfose”, de Franz Kafka; “Anna Kariênina”, de Lev Tolstói; “O Ventre”, de Carlos Heitor Cony; “Lolita”, de Vladimir Nabokov; “As Ondas”, de Virginia Woolf; e “Cem Anos de Solidão”, de Gabriel García Márquez. A lista está publicada em ordem classificatória.
Moby Dick, de Herman Melville
Chamem-me simplesmente Ismael. Aqui há uns anos não me peçam para ser mais preciso —, tendo-me dado conta de que o meu porta-moedas estava quase vazio, decidi voltar a navegar, ou seja, aventurar-me de novo pelas vastas planícies líquidas do Mundo. Achei que nada haveria de melhor para desopilar, quer dizer, para vencer a tristeza e regularizar a circulação sanguínea. Algumas pessoas, quando atacadas de melancolia, suicidam-se de qualquer maneira. Catão, por exemplo, lançou-se sobre a própria espada. Eu instalo-me tranquilamente num barco.
Anna Kariênina, de Lev Tolstói
Todas as famílias felizes se parecem, cada família infeliz é infeliz à sua maneira. Tudo era confusão na casa dos Oblónski. A esposa ficara sabendo que o marido mantinha um caso com a ex-governanta francesa e lhe comunicara que não podia viver com ele sob o mesmo teto. Essa situação já durava três dias e era um tormento para os cônjuges, para todos os familiares e para os criados. Todos, familiares e criados, achavam que não fazia sentido morarem os dois juntos e que pessoas reunidas por acaso em qualquer hospedaria estariam mais ligadas entre si do que eles.
Notas do Subsolo, de Dostoiévski
Sou um homem doente… Sou mau. Não tenho atrativos. Acho que sofro do fígado. Aliás, não entendo bulhufas da minha doença e não sei com certeza o que é que me dói. Não me trato, nunca me tratei, embora respeite os médicos e a medicina. Além de tudo, sou supersticioso ao extremo; bem, o bastante para respeitar a medicina. (Tenho instrução suficiente para não ser supersticioso, mas sou.) Não, senhores, se não quero me tratar é de raiva. Isso os senhores provavelmente não compreendem.
Cem Anos de Solidão, de Gabriel García Márquez
Muitos anos depois, diante do pelotão de fuzilamento, o Coronel Aureliano Buendía havia de recordar aquela tarde remota em que seu pai o levou para conhecer o gelo. Macondo era então uma aldeia de vinte casas de barro e taquara, construídas à margem de um rio de águas diáfanas que se precipitavam por um lei­to de pedras polidas, brancas e enormes como ovos pré-históricos. O mundo era tão recente que muitas coisas careciam de nome e para mencioná-las se precisava apontar com o dedo.
Grande Sertão: Veredas, de Guimarães Rosa
Nonada. Tiros que o senhor ouviu foram de briga de homem não, Deus esteja. Alvejei mira em árvores no quintal, no baixo do córrego. Por meu acerto. Todo dia isso faço, gosto; desde mal em minha mocidade. Daí, vieram me chamar. Causa dum bezerro: um bezerro branco, erroso, os olhos de nem ser — se viu —; e com máscara de cachorro. Me disseram; eu não quis avistar. Mesmo que, por defeito como nasceu, arrebitado de beiços, esse figurava rindo feito pessoa. Cara de gente, cara de cão: determinaram — era o demo.
A Metamorfose, de Franz Kafka
Quando certa manhã Gregor Samsa acordou de sonhos intranquilos, em sua cama metamorfoseado num inseto monstruoso. Estava deitado sobre suas costas duras como couraça e, ao levantar um pouco a cabeça, viu seu ventre abaulado, marrom, dividido por nervuras arqueadas, no topo de qual a coberta, prestes a deslizar de vez, ainda mal se sustinha. Suas numerosas pernas, lastimavelmente finas em comparação com o volume do resto do corpo, tremulavam desamparadas diante dos seus olhos.
O Complexo de Portnoy, de Philip Roth
Ela estava tão profundamente entranhada em minha consciência que, no primeiro ano na escola, eu tinha a impressão de que todas as professoras eram minha mãe disfarçada. Assim que tocava o sinal ao fim das aulas, eu voltava correndo para casa, na esperança de chegar ao apartamento em que morávamos antes que ela tivesse tempo de se transformar. Invariavelmente ela já estava na cozinha quando eu chegava, preparando leite com biscoitos para mim. No entanto, em vez de me livrar dessas ilusões, essa proeza só fazia crescer minha admiração pelos poderes dela.
A Lua Vem da Ásia, de Campos de Carvalho
Aos 16 anos matei meu professor de lógica. Invocando a legítima defesa — e qual defesa seria mais legítima? — logrei ser absolvido por cinco votos a dois, e fui morar sob uma ponte do Sena, embora nunca tenha estado em Paris. Deixei crescer a barba em pensamento, comprei um par de óculos para míope, e passava as noites espiando o céu estrelado, um cigarro entre os dedos. Chamava-me então Adilson, mas logo mudei para Heitor, depois Ruy Barbo, depois finalmente Astrogildo, que é como me chamo ainda hoje, quando me chamo.
O Apanhador no Campo de Centeio, de J.D. Salinger
Se querem mesmo ouvir o que aconteceu, a primeira coisa que vão querer saber é onde nasci, como passei a porcaria da minha infância, o que os meus pais faziam antes que eu nascesse, e toda essa lenga-lenga tipo David Copperfield, mas, para dizer a verdade, não estou com vontade de falar sobre isso. Em primeiro lugar, esse negócio me chateia e, além disso, meus pais teriam um troço se contasse qualquer coisa íntima sobre eles. São um bocado sensíveis a esse tipo de coisa, principalmente meu pai. Não é que eles sejam ruins — não é isso que estou dizendo — mas são sensíveis pra burro.
O Amanuense Belmiro, de Cyro dos Anjos
Ali pelo oitavo chope, chegamos à conclusão de que todos os problemas eram insolúveis. Florêncio propôs, então, um nono, argumentando que outro copo talvez trouxesse a solução geral. Éramos quatro ou cinco, em torno de pequena mesa de ferro, no bar do Parque. Alegre véspera de Natal! As mulatas iam e vinham, com requebros, sorrindo dengosamente para os soldados do Regimento de Cavalaria. No caramanchão, outras dançavam maxixe com pretos reforçados, enquanto um cabra gordo, de melenas, fazia a vitrola funcionar.
O Ventre, de Carlos Heitor Cony
Positivamente, meu irmão foi acima de tudo um torturado. Sua tortura seria interessante se eu a explorasse com critério — mas jamais me preocupei com problemas do espírito. Belo para mim é um bife com batatas fritas ou um par de coxas macias. Não sou lido tampouco. A única atração que tive por livro limitou-se à ilustração de um tratado de educação sexual que o vigário do Lins fez o pai comprar para nosso espiritual proveito. Só creio naquilo que possa ser atingido pelo meu cuspe. O resto é cristianismo e pobreza de espírito.
Lolita, de Vladimir Nabokov
Lolita, luz de minha vida, labareda em minha carne. Minha alma, minha lama. Lo-li-ta: a ponta da língua descendo em três saltos pelo céu da boca para tropeçar de leve, no terceiro, contra os dentes. Lo. Li. Ta. Pela manhã ela era Lô, não mais que Lô, com seu metro e quarenta e sete de altura e calçando uma única meia soquete. Era Lola ao vestir os jeans desbotados. Era Dolly na escola. Era Dolores sobre a linha pontilhada. Mas em meus braços sempre foi Lolita. Será que teve uma precursora? Sim, de fato teve. Na verdade, talvez jamais teria existido uma Lolita se, em certo verão, eu não houvesse amado uma menina primordial.
O Jardim do Diabo, de Luis Fernando Verissimo
Me chame de Ismael e eu não atenderei. Meu nome é Estevão, ou coisa parecida. Como todos os homens, sou oitenta por cento água salgada, mas já desisti de puxar destas profundezas qualquer grande besta simbólica. Como a própria baleia, vivo de pequenos peixes da superfície, que pouco significam mas alimentam. Você talvez tenha visto alguns dos meus livros nas bancas. Todo homem, depois dos quarenta, abdica das suas fomes, salvo a que o mantém vivo. São aqueles livros mal impressos em papel jornal, com capas coloridas em que uma mulher com grandes peitos de fora está sempre prestes a sofrer uma desgraça.
As Ondas, de Virginia Woolf
O Sol ainda não nascera. Era quase impossível distinguir o céu do mar, mas este apresentava algumas rugas, como se de um pedaço de tecido se tratasse. Aos pouco, à medida que o céu clareava, uma linha escura estendeu-se no horizonte, dividindo o céu e o mar. Então o tecido cinzento coloriu-se de manchas em movimento, umas sucedendo-se às outras, junto à superfície, perseguindo-se mutuamente, em parar.
Dom Quixote, de Miguel de Cervantes
Desocupado leitor: sem juramento meu embora, poderás acreditar que eu gostaria que este livro, como filho da razão, fosse o mais formoso, o mais primoroso e o mais judicioso e agudo que se pudesse imaginar. Mas não pude eu contravir a ordem da natureza, que nela cada coisa engendra seu semelhante. E, assim, o que poderá engendrar o estéril e mal cultivado engenho meu, senão a história de um filho seco, murcho, antojadiço e cheio de pensamentos díspares e nunca imaginados por ninguém mais, exatamente como quem foi engendrado num cárcere, onde toda a incomodidade tem assento e onde todo o triste barulho faz sua habitação?
Os 15 melhores começos de livros da literatura universal publicado primeiro em https://www.revistabula.com
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joseandrestabarnia · 5 years
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Verano, do. 1546/1548, de Jacopo Tintoretto (Veneciano, 1518 o 1519-1594), óleo sobre lienzo, en general: 105,7 x 193 cm, enmarcado: 139.07 × 224.16 × 11.43 cm. Colección Samuel H. Kress, National Gallery of Art.
VISIÓN GENERAL
El verano se representa aquí como Ceres, diosa de la agricultura, recostada frente a su atributo, una hilera de tallos de trigo. La obra es una de las tres pinturas conocidas de un ciclo de Jacopo Tintoretto que representan las personificaciones de las cuatro estaciones. La primavera y el otoño se encuentran en otras colecciones; no hay rastro de invierno. Las tres estaciones sobrevivientes presentan figuras poderosas combinadas con una elegancia decorativa que es especialmente prominente en verano , en la línea ondulante de tallos de grano silueteados contra el cielo, las hojas de uva de encaje y las uvas agrupadas, y los pájaros exquisitamente representados.
Las estaciones de Tintoretto fueron creadas para rodear una pintura del techo central en la Casa Barbo a San Pantaleone, en Venecia. Esa pintura, la Alegoría octogonal de los sueños de los hombres (Instituto de Artes de Detroit), tiene una complicada red de símbolos que, cuando se consideran juntos, comentan sobre la interacción de los sueños y deseos humanos, la fortuna y los grandes ciclos que gobiernan el cielo y la tierra. . La representación de las estaciones que rodean la alegoría central habría complementado el motivo del cambio cíclico.
Al igual que en sus otras obras juveniles, el conjunto Casa Barbo de Tintoretto demuestra una clara intención de mostrar su dominio del gusto italiano central más actualizado alrededor de 1546-1548. Aquí, la fuente principal de inspiración se puede identificar como las pinturas de Giorgio Vasari (florentino, 1511-1574), que había trabajado en Venecia durante su estancia de 1541-1542.
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josemmalaga · 3 years
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22 de abril, Día de la Tierra
Padre, Joan Manuel Serrat
Padre, decidme qué le han hecho al río que ya no canta
Resbala como un barbo muerto bajo un palmo de espuma blanca
Padre, que el río ya no es el río
Padre, antes de que vuelva el verano esconda todo lo que tiene vida
Padre, decidme qué le han hecho al bosque que no hay árboles
En invierno no tendremos fuego ni en verano sitio donde resguardarnos
Padre, que el bosque ya no es el bosque
Padre, antes de que oscurezca llenad de vida la despensa
Sin leña y sin peces
Padre tendremos que quemar la barca
Labrar el trigo entre las ruinas, padre
Y cerrar con tres cerraduras la casa y decía usted, padre
Si no hay pinos no se hacen piñones, ni gusanos, ni pájaros
Padre, donde no hay flores no hay abejas, ni cera, ni miel
Padre, que el campo ya no es el campo
Padre, mañana del cielo lloverá sangre
El viento lo canta llorando
Padre, ya están aquí
Monstruos de carne con gusanos de hierro
Padre, no tengáis miedo, decid que no, que yo os espero
Padre, que están matando la tierra
Padre, dejad de llorar que nos han declarado la guerra
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