Tumgik
#Me tardé demasiado tiempo haciendo esta mierda
skyx-the-witch · 7 months
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Recopilación de shitpost que hice en respuesta a EA provocando la cancelación de Alice Asylum
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Shinga tu madre EA, por tu culpa no tendremos un tercer juego
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otblwt91 · 4 years
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IMPORTANTE, LEE ESTO;
okay, este post va a ser algo más serio ya que voy a estar hablando de temas que pueden llegar a ser delicados para ciertos de ustedes.
TRIGGER WARNINGS!!!
así que, por favor, si te causa incomodidad leer sobre problemas mentales, insultos, amenazas de muerte/violación y odio en general,, te pido que dejes de leer, por tu bien.
lee bajo tu propia responsabilidad...
dicho todo esto, comenzamos.
tengo tw desde ya hace algunos años, sin embargo, mi cuenta fandom no me la hice hasta mayo de año pasado. como muchxs ya sabemos, twitter se ha convertido en una de las redes sociales más tóxicas y por supuesto, esto incluye al fandom en twitter.
ahora mismo no importa sobre si crees o no en larry, en las barbas/stunts, o en el bbg. de eso no hablaré ahora.
de lo que hablaré es de la toxicidad que se lleva en twitter y más específicamente en el mismo fandom.
hay muchxs que han dejado la plataforma de lado por esto mismo, y la gran mayoría viene acá a tumblr.
había pasado un poco de tiempo desde que entré a twitter y tardé más de 30minutos dentro de la app. generalmente solo entraba cuando me llegaba notificación de algún tweet de mis favs y listo. ese ha sido el uso que le llevo dando a tw por bastante tiempo.
sin embargo, el día de hoy entré un rato a ver cómo se llevan las cosas y a reírme un poco.
oh, dios mío.
créanme que reírme fue lo ultimo qué pasó por mi cabeza al ver toda la situación.
de verdad, no entiendo qué tan miserable hay que ser para decirle a alguien más ‘que se mate’, ‘que ojalá le violen’, ‘que eres una enferma’, ‘que eres solo un trozo de mierda’, ‘que eres patéticx’, etcétera.
Y ESTO NO ES NI SIQUIERA LA MITAD DE TODO LO QUE LEÍ.
y es que, no sé ustedes, pero YO NUNCA en mi vida, por más en contra que esté con algo, le desearía la muerte a alguien.
LO PEOR de todo: me puse a stalkear a muchas de estas cuentas que insultan y fue deprimente ver cómo algunos de sus tweets dicen cosas como: “chicas la salud mental de todas ustedes es importante, recuerden que estoy aquí para lo que necesiten”, PERO después andan diciéndole de TODO a los demás (el tweet decía eso literalmente, lo copié).
solo se exponen y dejan ver lo doble moralistas que son. *sighs*
y en realidad esto no va dirigido a ningún tipo de “creyentes” en específico, pues vi cuentas tanto ‘larries’ como ‘antis’ insultando. incluso llegué a ver una cuenta que apoya el END IT insultando.
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umm, like????
el tweet principal dice: “WAP es más vulnerable que cherry, cherry es una canción stunt, el mensaje de voz es igual de falso que su relación”
por si no sabes que es stunt, aquí te dejo uno de mis posts donde explico este y otros conceptos que se usan.
aquí no nos vamos a centrar en la opinión en sí, porque no es lo que importa.
yo soy fiel creyente de que tú puedes tener la opinión/teoría que tú quieras siempre y cuando seas respetuosx, tengas argumentos y estés abierto a comprender/aprender cosas nuevas.
pero lo que sí que importa son los citados y todo lo que le dicen. y estos no son todos lo que encontré, estos nada más son 4 de los 185 citados que tiene el tweet.
las primeras son en inglés, pero básicamente todas concuerdan en algo: “he hates you” (él te odia). haciendo referencia a que harry odia a quien publicó el tweet y probablemente a todos aquellos que estuvieron de acuerdo con el.
aquí hay una GRAN CONTRADICCIÓN y se las voy a explicar.
la mayoría de los que citaron el tweet hacían referencia a que ‘era una irrespetuosa’ ya que estaba minimizando los sentimientos de harry. POR SI NO SABEN HAY UNA ENTREVISTA DONDE HARRY DICE QUE CHERRY ES UNA CANCIÓN VULNERABLE PARA ÉL.
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okay, ahora mismo no me meteré en estos temas, sin embargo, tú puedes pensar lo que quieras.
la mayoría le decía que era irrespetuosa, que harry está demasiado orgulloso de esa canción, es una de sus canciones más vulnerables y al llamarla stunt song lo está desvalorizando.
como ya dije, creer si es o no una stunt song queda a tu criterio.
aquí viene la contradicción. si de verdad respetan a harry, de verdad creen que absolutamente todo lo que dice es verdad y se debe de respetar y aplicar, entonces... ¿dónde está su tpwk?
ojo, que no estoy llamando a harry un mentiroso, simplemente a veces no todo lo que dice es verdad ya que está siendo obligado y está bajo control.
treat people with kindness (trata a las personas con amabilidad) es una de las más famosas frases de harry y una muy importante con un mensaje claro y lógico. incluso harry tiene una canción con este nombre!!
sin embargo, muchas d estas cuentas que se hacen llamar harries, toman el tpwk y lo aplican donde les conviene y cuando algo no les parece se lo pasan por el arco del triunfo.
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^^^ (harry dijo “trata a las personas con amabilidad” pero las antis dijeron “te puedo devolver esto, no lo quiero).
si se ponen a pensar, creo que harry estaría más decepcionado de las respuestas y todos esos mensajes de odio que mandan que del comentario de la canción.
pues, el mismo harry styles ha dicho que sus canciones están hechas para la libre interpretación de todos.
y el “he hates you” de verdad me hace preguntarme si de verdad son harries, cómo pueden llegar a creer que harry odiaría a alguien o en este caso, a una fan.
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la misma cuenta tuiteó esto después: “dejen de decir que harry me odia, como saben todo lo que ha hecho por mi”.
pero bueno, la verdad es que al ver estos citados donde le deseaban la muerte a esta chica me enojé mucho y después de pensar un rato sobre eso me di cuenta de ella contradicción.
obviamente no solo hay este tipo de comentarios entre las harries, sino que estos se encuentran en TODOS lados. tristemente.
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“larries y las babygaters deberían tener prohibido asistir al tour de louis. es estrictamente un evento para SOLO LAS LOUIES”
¿qué son babygaters y louies? aquí.
umm, quien le dice que la gran mayoría de larries y babygaters son louies principalmente?? porque yo me incluyo. yo soy louie principalmente, ser larrie y babygater es ya otra cosa aparte...
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Y ESTO DIOS MÍO
en realidad no tengo idea del contexto detrás de este anon, ni siquiera sé si es sobre el fandom. (tomé la imagen de @veroamore )
pero aún así, que te lleva a decir tales cosas. como dije anteriormente, por más incorrecta o irrespetuosa te parezca alguna opinión, no tienes el puto derecho de decir algo de tanta magnitud. que asco dan.
joder, de verdad, estas cosas me ponen de mal humor.
y bueno, me gustaría invitarles a NO ser cómo estas personas. no tienen idea de cuánto le puede llegar a afectar a la otra persona. no saben si esa persona ya sufre de alguna manera y con estos comentarios solo empeoran la situación.
lamento haber hecho esto un tanto largo, en realidad no tenía idea de cuánto me iba a extender, simplemente lo comencé por los tweets que vi (uuu, y me faltaron muchos más), pero por ahora lo dejo aquí.
AH, y recuerden, si alguna vez les llegan a faltar el respeto o decir cualquier cosa, no se callen, pueden hablar conmigo si lo ven necesario o con cualquiera acá, la gran mayoría somos amables y te podemos ayudar/apoyar :)
ahora si, terminé :)
peace out, vans.
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Querida mía: 
Hace tiempo no te escribo y es algo que extraño. Siempre disfruté dejarte cartas o notas escondidas por la mañana y que hablemos de ellas cuando nos veíamos por la noche. La cafetera, tus pantuflas, dentro de tu taza favorita, bajo el reloj despertador... He tenido muchos cómplices silenciosos en la casa, aunque quizá el despertador no sea un buen ejemplo porque tiene la mala costumbre de gritar de nervios si esconde algo. Yo soy un poco así, no puedo guardarme por mucho tiempo lo que me pasa. Sé que no te gusta escribir cartas, mucho menos una de amor. No a todos se les da. En el pequeño cofre arriba del armario conservo la carta que me diste en el primer cumpleaños que pasamos juntos. Aún éramos amigos por ese entonces, pero me alegro de que no fuera por mucho. Aún leo esa carta a veces cuando no estás o me enojo contigo. Era breve y en ella decías que te gustaba tenerme en tu vida, que esperabas que pasáramos juntos el resto de los cumpleaños que me quedaran y…luego te corregías diciendo que eso se leía tétrico, hablar de "lo que me quedara" y que era mejor decir "los cumpleaños de tu vida". Hacías referencia al vino que me regalaste esperando que me gustara y te disculpabas porque no se te daban las cartas, pero sabías que a mí me gustan. Al momento de leerla, supe después, comencé a enamorarme. Primero pensé: ¿qué clase de persona cuando se equivoca en una carta se toma el tiempo de explicar que se equivocó en vez de tirar el papel a la basura y comenzar de nuevo? Después se me vino a la cabeza que quizá era el tipo de persona que necesitaba desesperadamente, alguien que no hiciera de cuenta que no comete errores y se sentara a remediarlos. No me equivoqué. Tu paciencia siempre complementó bien mi cabeza dura al punto de hacerme cambiar de opinión varias veces cuando creía tener la razón y es algo que agradezco me ayudaras a cambiar. Y para este punto de la carta creo que me fui un poco por las ramas pero necesitaba escribirlo así que no tiraré el papel. Durante los últimos meses nos vimos muy poco por tu cambio del horario en el trabajo y usaba cartas para hacerte saber de mi día. Al principio dijiste que era por unas semanas pero luego se volvió permanente, bromeé sobre que era una buena excusa para escribirte más y que quizá te animarías a empezar a hacerlo también pero…nunca lo hiciste. En el fondo esperaba que lo intentaras pero no dije nada. Peleamos más y esas cosas que hace la gente boba cuando no duerme bien. Me fui de la casa hace ya poco más de dos semanas y no nos buscamos. Me dijiste que no te buscara. Quizá sea el tiempo que me tardé en vencer mi orgullo o que extraño saber de ti pero…te escribo para pedirte que me escribas. Sé que no te gusta, que no es lo tuyo pero quizá con el enojo de por medio sea más fácil que vernos a la cara. No digo que sea fácil, que no nos hayamos dicho cosas hirientes y todo lo que implican a la hora de intentar solucionar esto pero simplemente no quiero perderte. No quiero tirar el papel sin intentarlo. 
PD: Añadiré la maceta de la entrada a la lista de confidentes.
                                                                                                                             Querido mío: 
 Ha pasado poco tiempo desde que te fuiste, y siento como si hubieran sido mil años. Soy una chica difícil de entender, sé que lo sabes, pero tú no buscabas entenderme, en realidad nunca lo intentaste, y eso es lo que más me encantaba de ti. En lugar de intentar entender a mi desastrosa mente, solo...te quedabas a mi lado, y eso, en el fondo de mi ser, era lo único que yo necesitaba. No soy buena con las cartas, sobre todo si se tratan de amor, pero siempre intente hacerlas por ti. Siempre me ha encantado que dejes cartas, la emoción que siento al leerlas es algo indescriptible, incluso cuando no soy de demostrar en demasía mis sentimientos. Recuerdo muy bien aquel cumpleaños, me costo un poco hacer aquella carta, yo de verdad quería que sintieras todo mi aprecio, todo el amor que te tengo a través de esas simples letras. Lamento ser tan complicada y no poder amarte correctamente. Debo admitirte que si lo intente, el escribirte, si lo intente. Escribí cientos de cartas, notas, citas, pero no sentí que expresaran correctamente todo lo que siento por ti, así que nunca te las envié. Sé que estas al tanto del poco cariño que me tengo a mi misma, sabes por todo lo que he tenido que pasar, y aun así he intentado estar bien para ti, estar bien por mí, estar bien por nosotros. Aquellas palabras tan hirientes que te dije, esa fría mirada y esas frías expresiones, lamento tanto todo eso. Eres una persona increíblemente hermosa, y aun, sigo sin sentirme merecedora de ti. Nuevamente estoy soportando la oscuridad, esta herida quema más de lo que esperaba. Por favor, no dejes ir a la yo que te está sosteniendo la mano. Aunque estemos destinados a no ser, siempre te amare con cada latido de mi corazón. Lamento tanto el siempre lastimarte y cometer los mismos errores. Tú no merecerías estar conmigo, eres demasiado bueno para alguien tan mierda como yo. Yo era tan egoísta. Es tan cierta aquella frase que dice: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”. Y entonces, lo supe, lo supe cuando saliste de la casa, supe que te había perdido cuando al día siguiente no había nadie esperándome fuera del trabajo para llevarme a comer a mi restaurante favorito. Supe que te había perdido cuando ya no tenia quien me abrazara en las madrugadas cuando tenia una pesadilla. Supe que te había perdido cuando tenia que desvelarme haciendo algún trabajo y nadie me ayudo a terminarlo ni me sirvió una taza de café, acompañada de un beso. Supe que te había perdido cuando salio la nueva canción de Demi Lovato y nadie me reprocho lo ruidosa que fui cuando la escuche por primera vez. Supe que te había perdido cuando nadie me felicito cuando fui ascendida en el trabajo, como si fuera una niña pequeña. Supe que te había perdido cuando me dormía en el sillón y no despertaba siendo cálidamente sostenida por unos brazos ni una manta sobre mí. Supe que te había perdido cuando no había nadie que me dedicara una sonrisa sincera por las mañanas. No estabas tu, cielo. Lo supe un poco tarde y lo siento por eso. Pero aun así, no pienso rendirme. De verdad quiero ser una persona merecedora de ti. No renunciemos a nuestro amor, no renuncies a mí, por favor. 
 PD: Sigue escribiendo esas preciosas cartas para mí, prometo contestar cada una de ellas.
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rohirrimuniverse · 7 years
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Morbo en el Cerro (I)
Morbo en el Cerro (I)
[NOTA: para los que no conozcan Madrid, el Cerro es una zona de cruising situada en la zona sur de la ciudad]
El soporífero calor del mes de julio me traía frito. Ya estaba en un punto en el que no conseguía refrescarme ni con un arsenal de ‘Coca-Colas’ con hielo, ni con el aire acondicionado a 15º, ni con tres duchas seguidas de agua gélida. Llevábamos, al menos, tres semanas en las que las temperaturas no bajaban de los treinta grados ni por asomo.  El verano estaba resultando insufrible, no: lo siguiente. Salir a la calle era una opción inviable, ya que el sol era abrasador hasta casi las diez de la noche y, ni siquiera a esa hora, conseguías respirar una brizna de aire mínimamente fresco.  En mi pequeño apartamento, obviamente, a pesar de la refrigeración artificial, el calor resultaba todavía más abrasador.
Para más inri, el verano desde siempre me había puesto bastante cachondo, así que llevaba todo el día con un empalme de tres pares de cojones. Era sábado y me había pasado buena parte de la jornada tirado en el sofá, mirando la tele, tratando de leer el suplemento dominical del periódico, o mirando el móvil, pero los treinta y ocho grados que debía hacer de media ese día tenían mis neuronas medio derretidas, así que ni que decir tiene que mi capacidad de atención era equiparable a la de un insignificante mosquito.  
La casa estaba hecha una verdadera mierda, porque no tenía energía para limpiar o recoger, la montaña de ropa sucia se salía del cesto de la ropa y ni siquiera había cocinado ese día. Una caja de pizza a medio comer, rodeada de varias latas de refresco eran la improvisada decoración de la mesa de centro de mi cuarto de estar.  Yo estaba tirado en el sofá en gayumbos, sudando como un cerdo, porque la piel del tapizado hacía que te quedaras pegado a él de forma irremediable. Eran las nueve de la tarde y el todavía potente sol de mediados de julio se filtraba con intensidad a través de las persianas del mirador del cuarto. Haciendo un hercúleo esfuerzo, me levanté del sofá, me despegué el gayumbo de la raya del culo, ya que se me había quedado pegado, y me asomé a la ventana. La calle estaba desierta: ni una persona, ni un coche… Un camarero preparaba la terraza del bar de abajo. En un rato, cuando el sol decidiera darnos un ligero respiro, los vecinos bajarían a tomarse algo, huyendo de sus asfixiantes refugios. Pero a esas horas la calle parecía todavía un desierto. Dudé entre pegarme otra ducha, recoger un poco o volver a tirarme en el sillón y, al final, opté por poner un poco de orden en el apartamento. De forma perezosa y lenta, recogí los restos de la comida, metí algunas prendas en la lavadora y encendí el lavavajillas.
Mientras hacía estas cosas, el teléfono sonó estrepitosamente. Era José, un colega, que me decía si íbamos a quedar esa noche.  Al parecer, había una fiesta en nosequé garito con músicón de los 80s. Fui un poco impreciso en mi respuesta. Por un lado, me vendría bien salir un rato y quedar con los colegas pero, por otra parte, lo único que me apetecía era seguir tirado en el sofá o en la cama, pugnando por recargar mis casi extintas baterías, que el extremo calor de julio tenía medio fundidas. Le dije a José que, si me decidía por ir, le pegaría un toque o le mandaría un ‘Whatsapp’. Al tiempo que le decía esto, me eché un vistazo a la entrepierna y comprobé que mi polla seguía trempada, marcando un tremendo bultaco bajo la tela del calzoncillo.
Seguí durante unos minutos poniendo un poco de orden en el desbaratado apartamento y, cuando el sol dejó de calentar con fuerza los cristales del mirador, levanté las persianas y abrí un poco las ventanas. Volví a tirarme en el sofá y puse un poco de música de fondo. Sin darme cuenta, me quedé frito un buen rato y sólo desperté cuando el ruido de la lavadora centrifugando me rescató de aquel profundo sueño veraniego. Debían ser ya las diez y pico, porque las farolas empezaban a encenderse y el crepúsculo anunciaba la llegada de la noche.  Una enorme luna llena comenzaba a proyectar su plateada luz sobre mi ya penumbroso salón.
Era el momento de decidir si quedaba con éstos o no. Estaba todo sudado, con el calzoncillo empapado y con el cogote mojado por el pegajoso efecto de la tapicería de piel del sofá. Lo que menos me apetecía en ese momento era acicalarme, moverme hasta el centro y meterme en un garito lleno de gente, así que le mandé un Whatsapp a José diciéndole que me quedaría en casa viendo una peli. Aproveché para sacar de la lavadora la ropa y ponerla a tender. Entre unas cosas y otras, eran casi las once y la noche ya empezaba a inundar con sus sombras todos los rincones de mi casa. Aproveché para cenar los restos de pizza del medio día y volví a sentarme en el sofá, a ver si ponían algo interesante en la tele.
Pero los sábados la programación era un auténtico coñazo: los puñeteros debates políticos, con las caras de siempre, comedias románticas bobaliconas, telefilms de serie Z y algún que otro documental sobre temas que no interesarían ni a su guionista. Por un momento, me arrepentí de no haber ido a la fiesta de los 80s y estuve tentado de meterme en la ducha y salir pitando hacia el centro. Al menos, de esa manera, escucharía un poco de buena música. No obstante, la pereza pudo conmigo, así que me quedé viendo por enésima vez la reposición de un par de capítulos de ‘Fringe’ en la tele.
Entre unas cosas y otras, dieron las doce y pico de la noche y allí estaba yo, medio despelotado, en el salón de casa, con la ventana de par en par, dejando entremezclarse las voces de la gente de la terraza del bar de abajo con el ruido de la tele. Una ligerísima brisa había empezado a soplar, así que me encaramé al mirador, para echar un vistazo sobre la calle, que se veía increíblemente concurrida, sobre todo si se comparaba con su desolador aspecto de hacía apenas tres horas. Dejé que aquel atisbo de brisa me refrescara un poco la cara, mientras me rascaba el paquete y volvía a comprobar, una vez más, que estaba completamente empalmado.
De haber salido con mis colegas,  es posible que hubiera acabado en algún garito tratando de pillar cacho, pero estaba en casa, hecho un cerdo y la hora ya no era propicia para anexionarme a éstos. Mientras me arreglaba y llegaba al centro, me darían la una y pico o las dos, y mis amigos estarían ya borrachos como cubas. Tampoco me apetecía beber demasiado; llevaba todo el día infándome a refrescos y ‘Coca-Colas’ y , entre eso  y la comida basura, tenía el estómago hecho una puta mierda. Pillé el móvil y, asomado todavía al mirador, abrí el ‘Scruff’, a ver si tenía algún vecino cerdo con el que pasar un buen rato. Había un montonazo de luces verdes, pero ya había hablado con casi todos ellos con anterioridad y nunca se había materializado nada.
Una idea un poco peregrina se me pasó por la mente: ponerme algo de ropa, pillar el coche y acercarme al Cerro de los Ángeles. Nunca había ido, pero me habían comentado que en las noches de verano se petaba de tíos buscando rollo. Aquella noche brillaba una radiante luna llena y el clima no bajaba de los veintiocho grados, aunque ya había pasado la medianoche. Era sábado y cabía la posibilidad de que aquello estuviera medianamente concurrido. Si iba hasta allí y pasaba algo, guay; si no, sólo perdería media hora en coche, yendo y viniendo. En el peor de los casos, alguien me acabaría comiendo la polla o podría hacerme una paja viendo a alguna pareja montárselo. Había estado todo el día vagueando y la siesta de última hora de la tarde me había desvelado, así que si me quedaba en casa, me acabaría subiendo por las paredes, con la polla enhiesta y dura como una barra de acero. Un aluvión de argumentos a favor y en contra empezaron a luchar en mi cerebro, al tiempo que ojeaba los perfiles del ‘Scruff’, tíos enseñando paquetes, pechos y barbazas, mientras un grupo de críos pegaban gritos y carreras en la terraza del bar  de abajo.
Al final, casi sin pensarlo, me vi en la habitación, pillando un pantalón corto, una camiseta de tirantes y unas chanclas, y recogí de un cenicero las llaves del coche. En la guantera siempre llevaba condones, porque nunca se sabe cuando los vas a necesitar. Estaba bastante cerdo y vicioso, había estado sudando todo el día y olía a machote. Pensé en ducharme, pero inmediatamente descarté la idea, ya que el sexo siempre resulta mucho más vicioso y excitante, cuando hueles a hombre. Bajé al garaje de casa y arranqué el coche.
Según enfilaba la carretera de Andalucía, me empecé a arrepentir un poco de mi osadía. Nunca había ido a esa zona y es posible que no fuera tan morbosa o excitante como me habían comentado. Según dejé atrás la ciudad y se empezó a divisar el monte de pinos que coronaba esa zona de cruising, empecé a sentir algo más de inquietud: una extraña mezcla de sensaciones, curiosidad, morbo, temor ante lo desconocido se había adueñado de mi cerebro y no me dejaba pensar con claridad.  Por un momento, estuve en un tris de dar la vuelta y volverme a casa, pero la curiosidad pudo conmigo. Me fui autoconvenciendo, poco a poco, de que tenía que conocer esa zona, así que pillé una vía de servicio y acabé entrando en la zona de parking que hay a la entrada del monte. Un nutrido grupo de coches estaba allí aparcado; algunos tenían las luces de posición encendidas y otros deambulaban en primera, señal de que sus conductores estaban tanteando la zona. El parking estaba completamente a oscuras, iluminado solamente por la blanquecina luz lunar, que daba un aspecto casi onírico a aquel parking rodeado de pinares.
Después de dar un par de vueltas en círculo, buscando un lugar donde aparcar, dejé mi coche estacionado junto a un enorme contenedor verde. Encendí la luz de dentro y busqué en la guantera la tira de condones que solía llevar allí. No tardé en encontrarla: habría cinco o seis, muchos más de los que necesitaría. Los metí en el bolsillo del pantalón corto y decidí salir fuera, a ver qué se cocía en aquel descampado.
Tras caminar unos minutos por la zona de aparcamiento, pude comprobar que allí no sucedía nada, aparte de unos cuantos tíos que no se animaban a salir de sus coches así que, poseído por un espíritu de aventura un tanto insólito en mí, me adentré en la zona baja del pinar, esperando encontrar allí alguna situación morbosa. De entrada, aquello inspiraba más temor que otra cosa: un bosque relativamente cerrado y oscuro, iluminado por la plateada luz lunar, generando una atmósfera como de noche americana. Por un instante, me sentí como el protagonista de una peli mala de terror y empecé a asumir que ir hasta allí quizá no había sido tan buena idea. En honor a la verdad, mi principal temor era pegarme una hostia contra algún mojón o tropezar con alguna raíz de árbol, ya que la luz era tenue e insuficiente para ver con claridad por dónde caminabas.
Nunca había estado allí y pude comprobar que aquello era el típico pinar habilitado como zona de merienda, con mesitas y bancos, para que los domingueros pasaran allí el día.  Seguí caminando con precaución de no tropezar hasta que, según me acercaba a una de las mesas, me encontré con la primera sorpresa. Un par de tíos, altos y fornidos, completamente desnudos, follaban apoyados sobre una de ellas. Uno estaba de rodillas sobre el banco, inclinado sobre la mesa, mientras el otro le pinzaba los pezones y le clavaba el rabo con fuerza. A un par de metros escasos, un voyeur algo maduro se pajeaba viendo la escena, con el rabo sacado por la bragueta del pantalón vaquero.
No esperaba encontrarme esta escena, así que me quedé un poco flasheado por la sorpresa. Los dos pavos que estaban follando me miraron con cara de vicio, sobre todo el activo, que empezó a bombear con más fuerza el culo del pasivo. Me empecé a acariciar el nabo por encima del pantalón y, para mi sorpresa, pude comprobar que, por primera vez en todo el día, tenía el rabo flácido.  Imagino que, entre el nerviosismo y el temor a hostiarme vivo en aquel bosque de pinos, mi nabo había decidido darme un respiro.  La pareja que follaba era bastante morbosa y los tíos estaban buenos, pero decidí seguir con mi paseo por aquel bosque, a ver qué nuevas sorpresas me deparaba la noche.
Temeroso de perder el sentido de la orientación en aquel bosquecillo de pinos, traté de poner atención a la ruta que llevaba, labor que, de noche y a oscuras, resultaba ciertamente complicada. No habría caminado ni cincuenta metros cuando vi a un tipo de rodillas sobre el suelo, con la espalda apoyada contra el tronco de un pino, comiéndole el cipote a otro macho que estaba de pie junto a él. Entre las tinieblas de la noche, pude intuir que el tipo que estaba de pie me miró con cara de curiosidad, al tiempo que el mamador clavaba su vidriosa mirada sobre mi pantalón de deporte, deseoso de aumentar su dieta con una polla más.
Instintivamente, me llevé la palma de la mano a la entrepierna y comprobé que, superado el temor inicial, mi cipote empezaba a dar señales de vida. Tenía la polla entre morcillona y dura, con ganas de guerra, como había estado durante todo el día.   Me acerqué y empecé a sobarme la polla por encima del pantaca, a un metro escaso de los dos tíos, mientras el mamador tragaba rabo como un poseso y el otro me miraba con atención. El tipo que estaba de pie no se cortó un pelo y lanzó su manaza sobre mi entrepierna, buscando la dureza de mi zona genital. Noté sus dedos oprimiendo el tronco de mi cipote y eso me puso a mil. Me acerqué un poco más, para ponérselo más fácil y aproveché para palpar su culo, desnudo hasta la altura de los muslos. Mis dedos palparon unas nalgas peludas y ásperas, algo que me puso a cien. Entretanto, el mamador se sacó el rabo del otro de la boca y se encaminó hacia el mío, no sin antes bajarme el pantaca y los calzoncillos hasta las rodillas. Mi cipote saltó, furioso y bravo, y el mamador acercó su boca hasta él. Pero, antes de hacerlo, antes de llenarse la boca con mi carne caliente, se recreó con su fragancia y, mirándome con cara de vicio, me espetó un:
- ¡¡¡Ufffff!!! ¡¡¡Qué rica huele, cabrón!!!
En efecto, llevaba todo el día calentando el gayumbo, así que tenía la polla y los cojones más que recocidos. El tipo de rodillas esnifó mi aroma a macho e, incapaz de controlar sus instintos, acabó metiéndose toda mi carne en la boca. Entretanto, el otro siguió pajeándose, mientras yo le sobaba el culo. La aspereza de los pelos de su ojal me puso cachondísimo. Me dieron ganas de agacharme y meterle la lengua a fondo, pero no habría sido posible, porque tenía a su colega comiéndome el cipote con la ansiedad de un bebé que ingiere su primera toma. El pasivo nos lustró los rabos a conciencia durante un buen rato. Pero, viendo que aquello no iba a más y que la situación empezaba a ser un poco monótona, opté por subirme el pantalón de deporte y los calzoncillos, y seguir explorando aquel bosque de pinos en el que el vicio aparecía a cualquier salto de mata.
Aquello empezaba a estar más y más concurrido según avanzaban los minutos. Supuse que, según transcurría  la madrugada y, teniendo en cuenta que el día siguiente era domingo, irían llegando más pavos en busca de vicio: casados que aprovechaban estar de rodríguez para explorar morbos perversos, tíos que volvían de fiesta sin haber pillado cacho o pavos como yo, que estaban aburridos y querían explorar nuevos morbos.
[CONTINUARÁ...]
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ariguankenobi · 7 years
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Capítulo III: Carretera y mocos
29 de enero de 2017: De San Luís Obispo a Los Ángeles
El cuarto día de ruta lo estrenaba despertándome entre mocos y australianos en el Hostel de San Luís Obispo. Me duché y, en un intento por socializar, bajé a desayunar con los integrantes de esa comuna. Tardé un café en salir por patas. En el comedor se había abierto un debate sobre las fronteras y la libertad de movimiento del ser humano. Todo muy intenso y filosófico para una persona que se encuentra como el puto culo. Así que no medié palabra, me largué. De hecho me faltó salir corriendo, en serio. Ahora que lo veo con perspectiva entiendo que no fue porque la conversación sobre las medidas de Trump no me interesaran lo más mínimo. Era todo mucho más básico y sencillo. Estaba viviendo “ese día, un día de mierda pero necesario y de lo más natural
Os cuento. A medida que pesaban los primeros días me iba invadiendo el miedo. Sí, miedo. No se… Pensaba en qué haría todos estos días yo sola, echaba MUCHO de menos todo lo que tengo en casa y estaba sensiblona. Y de mala hostia, ambas cosas. Le he bautizado como “EL día”, porque por más que sea uno de los peores días del viaje, es el más necesario. Es el punto más bajo, de ahí siempre se va para arriba. Y sin duda, mi cuarto día fue “ese día”. Contado esto continúo.
A los cinco minutos de salir, estaba parada en el lateral de una carretera llamando a mi madre al borde del llanto porque no sabía qué gasolina poner. Sí, así de triste. Estaba desesperada porque me encontraba FATAL (también fue el peor día de mi constipado) y no quería hablar ni con los de la gasolinera, por miedo a que se me pusieran trascendentales como los del Hostel. Qué gil. Por suerte mi madre estaba al otro lado del teléfono para ayudarme.
La pobre tuvo que llamar a Alamo para preguntar qué gasolina llevaba mi coche… todavía me meo imaginando esa conversación. ¡Qué grande eres mama! ¡Te quiero a más no poder!
Lo bueno es que dos rancheras después (es lo que escuchaba en la radio antes de sintonizar las cadenas de LA) ya había recuperado un poquito mi integridad y mi humor y estaba de camino a Santa Bárbara. Y en una de estas (que me pillan a menudo) giré el volante en una salida en la que creí leer “Prismo Beach”. Era Pismo Beach, y suerte que paré. ¡Fue toda una sorpresa! Pismo es una especie de Salou de California, solo que con muchos, muchísimos surferos que aprovechan la más mínima marea para regalarse en el mar. ¡Tan espectacular y relajante! Os animo a hacer zoom en la foto y descubrir que esas mil manchas que se ven son gente esperando su ola.
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Foto de rigor hecha, me fui directa a una gasolinera. Y tras pelearme con el surtidor durante cinco minutos de reloj, me armé de valor y entré a pedir ayuda. Y cómo no; la realidad me llamó gilipollas a la cara, porque lo que me encontré fueron dos chicos encantadores que me contaron ABSOLUTAMENTE todo sobre cómo poner gasolina en USA. Que, por cierto, no tiene ningún misterio. Solo que ese día necesitaba que me lo explicaran todo pastadito, poco a poco y con una sonrisa en la cara. Y así fue.
Lo primero que hice cuando tuve el depósito lleno fue llamar a mi madre y echarme a reír admitiendo que estaba teniendo un día tonto. Le dije “Vale, ya tengo la gasolina y aquí delante hay un outlet, así que voy a comprarme algo y para paliar el mal rato que he pasado”. Soy así. Tosca.
Os cuento todos esos detalles para que sepáis que lo más normal cuando viajas solo es que te bloquees, que sientas pena, que eches de menos, que quieras meterte en la cama y no salir. Es normal, y por surte no dura más de 3 o 4 días.
A partir de ese momento mi viaje cambió. Os lo juro. Fue como el punto de partida real de esta aventura. Desde que me puse a reír yo sola dándome cuenta de que soy humana, todo cambió. Supongo que yo quería ser esa tipa que sufre cero y que disfruta desde el momento 1. Y vi que no, que era como todo hijo de su madre. Y eso lejos de cabrearme ha hecho que vuelva mi buen humor.
Uf qué transcendental y qué pesada. Parezco los del Hostel (¡es broma!).
Total, que me metí en el coche ya con el depósito a tope y miré el GPS para saber cuánto me quedaba para la próxima parada. Y como vi que no era tanta la distancia que tenía que recorrer, decidí pararme en Solvang. Un pueblito de aire Danés que parecía sacado de un cuento. Un poco al estilo “Poble Espanyol”, pero bastante curioso como para no parar a echar un vistazo. 
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En una horita aprox llegué a Santa Bárbara. Eso ayudó mucho en mi repentina recuperación. Amo Santa Bárbara. Es una ciudad moderna, súper cool, muy limpia, bonita y llena de tiendas MUY molonas donde podría haberme gastado todos mis ahorros. Podría, pero no lo hice. Tomé la decisión correcta de meterme en la cabeza que de este viaje me voy a llevar cosas que no se compran con dinero. ¡Qué bonito, cómo se nota que ahora estoy más feliz que una perdiz.
Esta es la avenida principal de Santa Bárbara, la calle se llama State Street y está llena de tiendas y de restaurantes muy pero que muy cool. Es genial, las casas son preciosas, la calle está llena de árboles y palmeras se ve espectacularmente bien cuidado y limpio. Una joyita.
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Además, si recorres esta calle hasta el final llegas al muelle. Amor. Se llama Stearns Warf y es parecido a los Warfs de San Francisco y de Monterrey, pero mucho más pequeño, bonito y acogedor (y cero turístico, no como los otros, en los que tuve la sensación de estar en Port Aventura).
Os dejo unas fotos del Warf y de las vistas desde el mar, que son impresionantes, porque Santa Bárbara, a parte de tener una de las playas más bonitas que he visto por aquí, está rodeada de montañas. Lo que, sin duda, ayuda a que sea un lugar impresionantemente bonito.
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Allí probé mi primer Claim Chowder. Plato típico por estas tierras que consiste en meter una sopa espesa de almejas dentro de un pan redondo (nuestro pan de payés). ¡Increíble!
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Esta “sopa” también lleva patata y en algunos sitios le ponen cebolla, por lo que es una bomba. Con un plato de estos tienes como para salir rodando cuesta abajo. La amo.
 Me gustó tanto Santa Bárbara que voy a intentar volver con Ari para que flipe como lo hice yo. ¡Se va a hacer polvo con las tiendas! Porque… ¿os acordáis que en unos días viene mi amiga Ari, no? ¡Me muero de ganas de enseñarle todo lo que estoy viendo estos días!
¡Ah! Y me encontré con una cosa muy graciosa. No sé si vosotros lo habréis visto antes. Pero me encantó. Resulta que había unos chicos haciendo esculturas con arena y pidiendo algo de colaboración (dólares) a la gente que pasaba por el muelle. Otros, sin embargo lo que hacían era preparar unos juegos de puntería para recoger monedas. Me pareció muy original y me encantó la idea de convertir algo que no acostumbra a ser muy agradable (que te pidan dinero) en algo divertido. Olé ellos.
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Después de enamorarme profundamente de este sitio tocaba volver al coche a recorrer las millas que me separaban de Los Ángeles, mi próxima parada.
Entré por la carretera que cruza Malibú, que recorre la costa a modo de paseo. Puesta de sol en la carretera, Malibú, Santa Mónica y Venice de fondo… ¿necesitáis saber más? Mi entrada a LA fue épica… justo cuando se hizo de noche se encendieron las luces del Pier de Santa Mónica. Un sueño. Pero un sueño que se interrumpiría cuando me topé con la realidad de LA. El tráfico inhumano. Las dos horas que tardé en llegar al motel que tenía reservado.
Al final llegué al motel, cené y no tuve tiempo de mucho más. Excepto de pasar miedo. Ya os escribí al principio de la entrada pasada que el Sand Piper Motel está en una ubicación un pelín delicada. A 15 minutos de Compton, espero deciros mucho con eso. No se… esto de vivir en primera persona un barrio de pandilleros me hizo entrar en un estado de paranoia. Eso y el hecho de que me dieran la habitación número 13. Bueno, y que no parasen de sonar las sirenas de la policía durante toda la noche. Fue una bienvenida un tanto curiosa. Me dormí a las 2am abrazando a Josefina (mi peluche).
30 de enero de 2017: Welcome to Los Angeles
O el día que me enamoré de Los Ángeles. Que lo podría haber llamado así perfectamente.
Ese día me desperté un pelín rara, no había dormido demasiado y mi vecina mejicana hizo sonar el claxon de su tartana a las 7 de la mañana, así que me desperté de un bote (con los nervios en el cuerpo) y ya no había manera de volver a dormir. Aproveché, me pegué una buena ducha y salí en busca de algunas cosas que me hacía mucha ilusión ver.
La casa donde se rodó la primera temporada de American Horror.
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La casa de “Embrujadas” y su curioso vencindario.
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Y finalmente… ¡el cartel de Holliwood!
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Porque sí, me planté en  el trail para visitar el Hollywood Sign y os contaré cómo lo hice. ¡Que sí se puede llegar! Aunque los vecinos se empeñen en ponerlo MUY difícil.
Primero de todo os cuento el percal. Los vecinos de la urbanización desde la que se accede al cartel deben estar muy cansados de la gente que va a visitarlo, porque incluso han conseguido que Google de indicaciones erróneas para llegar. Verdad de la buena. Si lo que queréis es ver el cartel lo más cerca posible NO PONGÁIS HOLLYWOOD SIGN EN GOOGLE, os va a desviar y nunca, nunca vais a encontrar el acceso. Es otra de las trampas que han colocado los vecinos. Eso y carteles por toda la avenida en los que pone literalmente “Esta calle no tiene acceso al Hollywood Sign” cuando en realidad sí lo tiene. Manda huevos.
En fin, aquí tenéis las indicaciones:
Escribir en Google Franklin con N Beachwood Drive. Esta última es la calle desde la que se puede hacer la típica foto en la que se ve el cartel de fondo.  Muy de fondo.
Una vez llegas al final de Beachwood te topas con un una puerta gigante de hierro que da acceso, no os lo perdáis, ¡a una hípica que se dedica a subirte al cartel en caballo! 
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¡Touché! Detrás de esta valla (que por cierto, se puede abrir la puerta sin ningún problema) está el camino que sube al increíble trail del Hollwood sign. Son unos 35 minutos caminando, pero a partir del minuto 15 todo son vistas espectaculares de Los Ángeles, así que entre la panorámica y la emoción de acercarte tanto, se pasa volando.
Todo está súper bien señalizado pero por si acaso os escribiré una entrada solo con las fotos de acceso y los dos caminos que se pueden hacer, según la foto que quieras.
Porque, si caminas un poquito más, puedes hacer una foto increíble desde detrás del cartel. Foto que no hice porque tenía más hambre que perrete y pasé olímpicamente de subir más colinas. 
Pero bueno, suficiente verlo desde este punto. Me alegró el día haber hecho esa excursión. Primero porque llevaba días sin andar de verdad, y segundo por lo obvio del asunto.
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Muy bien. Visto eso ya podía ir a visitar la Melrose ave y a ver la puesta de sol en Venice Beach, que era mi plan del día.
Melrose es una calle increíble, llena de tiendas, bares y mucho, mucho encanto. Me guardo una visita intensiva para la vuelta porque de ahí tengo que sacar mucho jugo todavía.
Fichada Melrose ya podía conducir hasta Venice, no sin antes parar en un supermercado a por guacamole, patatas y leche. Que es básicamente lo que comí ese día mientras me chupaba una caravana de casi dos horas para un trayecto que normalmente se hace en 45 minutos.
Pero bueno, en cuanto me despisté estaba aparcando en un callejón para hacerle una foto a los canales de la Playa Venecia. ¡Es como Ampuriabrava, pero en bonito!
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Venice Beach… es un mundo aparte. Un mundo lleno de ciclados adictos al deporte, homeless y mucho, mucho personaje. Pero creo que es eso lo que la hace especial. Eso y esa pedazo de playa… y esa puesta de sol… (L)
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Caminé por el paseo marítimo, flipé con el panorama. Que es un panorama que me encanta y que creo que necesitaría una semana para conocer al detalle. Porque Venice es brutal.
¡Ah! Y antes de volver a casa fui a Bruno’s, una pizzería que me recomendó Maite en la que me comí una pizza de peperoni, aceitunas y champiñones. ¡Gracias por esa info Maite!
Pizza y a la cama, que ese día había sido intenso, pero muy muy feliz.
31 de enero de 2017: El día que no fui una turista en Los Ángeles
El día 31 ya tenía buena pinta incluso antes de llegar. Era el cumple de mi madre y tenía preparada una pequeña sorpresa para ella, cosa que me tendría ocupada ¡mientras llegaba Jiho! Jiho es un amigo que conocimos hace justo un año. Sí, 365 días antes era él que viajaba de California a España. ¡Qué casualidad!
Pero os cuento paso a paso.
Para ese día había pensado llamar a mi madre y felicitarle el cumpleaños desde un sitio que sabía que le iba a hacer mucha gracia: Calabasas. El pueblo de las Kardashians. Porque TEN ha hecho mucho daño llevando a las Kardashians a España, y más concretamente a mi casa. Mi madre es fan absoluta del programa (yo bastante también. Total, conduje 45 minutos, agarré mi palo selfie (el cual os tengo que enseñar algún día porque es el palo selfie más choni de la historia) y apreté el botón de vídeo llamada de Whatsapp.
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Mi madre salía de Zumba y pude felicitarla y saludar a Adriana, Elenita y a Sandra :)
Después de echar unas risas, dimos por finalizada la conversación y me subí al coche en dirección Hidden Hills para continuar con la ruta freak Kardashian. Pero Hidden Hills es un pueblo ultra privado, así que me tuve que conformar con hacerle una foto a la puerta de entrada. Ya aprovecho para enseñaros la típica entrada de urbanización privada Americana. Otro cliché. Me encanta.
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En ese momento eran casi las dos del mediodía, y sabía que Jiho estaba al caer (habíamos quedado en mi Motel) pero en vez de ser precavida e irme acercando a South Los Angeles, yo me fui a Beberly Hills, y claro… cuando me avisó de que estaba a punto de llegar yo estaba tal cual que así.
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A 12 millas de donde habíamos quedado. Otro clásico, esta vez mío. Me tocaba estrenar el estrés de Los Angeles y fundir hacia el Motel para no hacer esperar demasiado a Jiho allí.
¡Y lo conseguí!
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En cuestión de una hora pasé a ser la copiloto de mi amigo y fuimos a vivir Los Ángeles, y digo vivir porque se acabó el turisteo por unas horas. Pude descansar, charlar con alguien (que falta me hacía) y pude probar la comida del famoso Inn and Out, que es una cadena de comida rápida “de calidad”. Se ve que todo el producto que trabajan es fresco, y un dato curioso; la empresa pertenece a una familia y no existen demasiadas franquicias porque no quieren prostituir el negocio familiar. 
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Después de casi reventar con una “double double animal style” del  Inn and Out de Venice ya era un poco tarde para Jiho (que tenía dos horas para llegar a casa y al día siguiente trabajaba) así que se acabaron los rodeos en coche y volvimos para el Motel. Recordad que en LA cada vez que tienes que coger la Highway en hora punta puedes estar de una a dos horas conduciendo. Pobre Jiho, la de coche que se chupó para verme unas horas. 
Thanks Jihooooo!! :)
1 de febrero de 2017: Último día de la primera parada en LA
Porque voy a volver con Ari el día 12 y porque quizá pase aquí mis últimos 5 días del viaje. No lo sé. Me ha enamorado Los Ángeles y tengo que ver muchisisisismas cosas todavía.
Pero hablemos del día de hoy. Hablemos de lo épico que ha sido irme sola a Universal Studios Hollywood. Porque lo ha sido.
Es la primera vez que hago un viaje sola, y también la primera vez que me veo en un parque temático sin nadie alrededor con quien exteriorizar la euforia que me provocan los sitios como este. Porque sí, Universal Studios es la cosa más guiri que puedes hacer en LA. Pero ¡menuda cosa! Yo tenía que venir… era superior a mí.
Tengo que reconocer que el momento de entrar al parking yo sola y ponerme en marcha hacia la entrada ha sido raro. Raro del plan “qué coño hago yo aquí sola”. Pero se me ha pasado en 5 minutos, cuando he entrado y he visto a Slater de Salvados por la campana. 
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¡Qué guapo! ¡Qué pacto con el diablo! ¡Qué fuerte haberlo visto! Me ha hecho mucha gracia y “has made my day” que se dice. A partir de ese momento ya no he cerrado la boca en mucho rato.
Porque atención…
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¡Lo primero que he visto al llegar era el pueblo de Los Simpsons! Y estaba yo ahí como una niña. Gritando los nombres de los personajes y los nombres de los lugares. Y os pondré un ejemplo. Iba andando sola con mi palo selfie cuando he visto una insignia de los Isótopos de Springfield y me he puesto a gritar y a correr en esa dirección de la emoción. Tal cual como cuando vi osos en Cabárceno sí. Exactamente igual.
Perdidamente loca.
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Suerte que justo me han llamado las chicas y podía seguir con mi emoción con una buena excusa ¡estoy haciendo una videollamada! Qué genial, porque he podido ver a mucha gente en esa llamada y me ha hecho mucha ilusión. Ha sido como estar con ellas un ratito en La Lila (L)
Después me he montado en el carrito de la ruta por los platós, me he pateado el parque y he entrado al túnel de terror de Walking Dead ¡yo sola! ¿Os imagináis? He acabado preguntándole a la chica de delante si me podía coger a ella porque estaba un pelín cagada. Aun así tengo que decir que está MUCHO más currado el de REC de Port Aventura. En general es mucho mejor PA… porque Universal Studios de Los Ángeles no tiene NADA que ver con el Universal de Florida. Nada. Pero bueno. Yo he pasado el día la mar de feliz y entretenida.
Os dejo unas fotiquis del parque.
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Y como hoy es mi último día aquí (sola) he decidido pegarme un homenaje e irme a pasear por el Hollywood Boulevard a ver alguna estrellita y el teatro Dolby, que es donde se celebran los Oscars.
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Y tengo un par de historias que contar de esta tarde. La primer es que he ido muy de lista y he aparcado “en tol portio”. Que significa no hacer ni puñetero caso de nada y aparcar justo en la calle de al lado del paseo de las estrellas. Calle en la que OBVIAMENTE no se podía aparcar… pero me he fiado de lo que me ha dicho un señor con unas pintas muy poco fiables y ¡pam! 93 pavos de multa. Porque aquí es TODO a lo grande, incluso las multas…
Y la segunda historia. Estaba paseando por el boulevard y se me ha acercado un señor vestido de El Zorro. Ha venido para ver si le compraba una foto y hemos acabado hablando sobre mi aventura. El señor me ha dado unos consejos y un par de abrazos. Me ha llenado de fuerza y me he tenido que ir antes de ponerme a llorar de la emoción de ver que el mundo está lleno de gente genial. Os juro que me había creído la historia de que los americanos están mal de la cabeza y me estoy sorprendiendo de las cabezas tan bien amuebladas que me estoy encontrando. Creo que I’m in love with California.
Ese es mi estado actual. No solo he pasado el pánico de los primeros días, ahora incluso estoy preocupada porque ¡NO QUIERO QUE ESTE VIAJE ACABE NUNCA!
Buenas noches macos y maques. Os quiero (casi tanto como quiero a LA ahora mismo). 
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