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#editorialclie
editorialclie · 7 months
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RESEÑA
Por: Daniel Scott
Esa vaciedad del alma
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Apenas comenzado, debo decir que el libro “El vacío del alma” del escritor mexicano Miguel Contreras me atrapó desde sus primeras líneas y párrafos. 
Cuando esto sucede, el lector sabe que ya no podrá detenerse hasta llegar al final. En mi caso será porque tema-autor son un poco como yo. 
Me siento ya muy identificado con la base existencial, las vivenciasy la espiritualidad de Contreras. 
En parte, ello se debe a que hay algo de “diario intimo” hasta lo que ahora he leído, y como yo llevé diarios personales en donde reflexionaba de todo cuanto me sucedía y leía, es inevitable que no me atrapen sus páginas. 
Es cierto que no lo llevo tan adelantado como para dar un análisis panorámico-temático, pero sí ya puedo citar dos frases que nos permitan tener una vislumbre del contenido de la obra: la una del prólogo (de Eliseo Vila, presidente de la “Editorial Clie”, que publica la obra) y del propio autor la otra. 
Escribe Eliseo anticipando lo que viene: “Va narrando a lo largo de los capítulos y que estructuran la obra sus vivencias personales en un lenguaje comunicativo, dinámico y fácil de leer, en su estilo que engancha.
Y apuntalando a su vez, con notable acierto, cada una de sus conclusiones mediante pasajes de la escritura y citas de otros autores, tanto clásicos como modernos” Esto se aprecia ya en sus primeras páginas cuando cita a personajes tan existencialmente distantes como Sigmund Freud o “Confesiones” de San Agustín. 
Y Contreras a su vez, ya de entrada, nos coloca a reflexionar cuando declara: “Pero si alguien busca estar satisfecho fuera de Dios, entonces vivirá con el vacío del alma, independientemente de lo que acumule. Ese vacío del alma se tiene desde que uno nace hasta que Dios en su plan soberano lo llena. Entonces la vida es transformada. Hoy entiendo que lo más importante es la certeza de la eternidad al lado de Dios”. 
Estás palabras resultan interesantes cuando las pronuncia un hombre fuera de lo común que se destacó con exito en varias áreas del quehacer humano, como lo fue en los deportes y en la política. 
Nos enseña que por mucho que alcancemos las metas que nos proponemos en la vida, jamás triunfaremos si ignoramos ese elemento espiritual en lo humano que nadie más que Dios puede satisfacer.
¡Sigamos leyendo! Y en la medida en que lea, saldrán a la luz nuevas gemas!
El vacío del alma que solo Dios puede llenar Editorial CLIE
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profetalocotv · 6 years
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Hoy Leyendo esta joya de la corona de la Teología #Cali #book #books #teologia #theology #fe #PROFETALOCO #clie #editorialclie (en Profetaloco Films)
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chvazquez · 7 years
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#Repost @editorialclie with @repostapp ・・・ #frasesescogidas #editoriaclie
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editorialclie · 7 months
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Reseña
Por: Daniel Scott
Fue bueno, respetable, amante de la paz, sabio, experimentado y servicial
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En las primera o segunda página de nuestra Biblia protestante se suele leer unas cortas líneas a las que no le prestamos mucha atención: “Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569)” Las leemos pero nada significan para la mayoría. Se nos va la vida entera y no tenemos la menor idea de quién fue o hizo este personaje.
A Casiodoro de Reina se le conoce vagamente por su muy buena buena traducción de la Biblia a nuestra lengua, y ciertamente es gratificante saber que hoy se sigue leyendo todos los días en los púlpitos evangélicos de habla hispana, pero lo es mucho más cuando descubrimos el carácter noble de quien la tradujo. 
Hemos hecho muy mal al ignorar esto, pues se trata de un hombre que no solo vertió en los moldes de nuestro idioma las lenguas en la que fue escrita originalmente la Biblia, (hebreo, arameo y griego) sino que además vivió con toda convicción la letra moral y ética de su traducción.
Su libro “Confesión de Fe” (1560: la primera confesión de fe del protestantismo español) es “muy explícita respecto a las marcas del amor que debían identificar, y por las que debían ser identificados, los auténticos cristianos” (Dra. Doris Moreno, Universidad Autónoma de Barcelona).
El concepto que este tenía de la predicación estaba alejado de la controversia y de la polémica y más centrada en la edificación cristiana, como hace notar en otras líneas la autora antes citada. 
En esos días tumultuosos, cuando la Reforma Protestante no solo confrontó a la Iglesia católica sino que se enfrentó a si misma, empeñada en definir a toda costa, por las buenas o por las malas, la doctrina cristiana (cosa que jamás se logró) es bueno saber, repito, que existió un creyente que sin ser débil o cobarde, rechazó la “teología de la violencia” que caracterizó muchas veces a ciertos reformadores a la hora de redactar y precisar dogmas.
Partidario de los derechos civiles sin saberlo, se oponía a la quema de herejes, tan común en sus días. Ante la quema de un teólogo famoso de la época, hizo suyas las protestas de un tal Sebastián Castellion:
“Pero matar a un hombre para defender una doctrina no es defender una doctrina: es matar a un hombre”. 
Bajo esta óptica, nuestro personaje nos resulta hoy muy contemporáneo. No sería aventurado decir que un Casiodoro de Reina en el siglo XX no hubiese vacilado en apoyar a un Martín Luther King, quien incorporó la fuerza del espíritu en el campo de las luchas sociales basado en el “sermón del monte” de nuestro Señor Jesucristo. 
Debemos pues estar muy orgullosos tanto por su traducción de la Biblia hecha en la mejor época de la lengua castellana como por su espíritu cristiano humanista libre de las manchas que suele dejar el fanatismo y la controversia en materia de religión. Estemos conscientes los cristianos hispanos de nuestro legado.
Daniel Scott
* Lectura recomendada: Casiodoro de Reina: su vida, Biblia y teología: Ensayos en honor del 500 aniversario de su nacimiento.
Autor Andrés Messmer. Editorial Clie.
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editorialclie · 3 years
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SABIAS QUE ...?
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Antonia es una Torre-fortaleza al norte del Templo de Jerusalén, reconstruida por Herodes el Grande sobre la antigua torre Baris de los Macabeos, y a la que llamó Antonia en honor de Marco Antonio. En ella residía el cuerpo de guardia del Templo para vigilar los accesos al sagrado recinto. Según Josefo, la fortaleza estaba situada «en la esquina de dos claustros del atrio del Templo: el del oeste y el del norte; se levantaba sobre una roca de veinte metros de altura, sobre un gran precipicio» (Guerras, 5:5,8). Existe en la actualidad una torre, llamada Antonia, en el ángulo noroccidental, y hay indicaciones de una similar que se hallaba en el ángulo sudoriental. La antigua torre Antonia fue derruida por las tropas de Tito al tomarla el año 70 d.C. Solo se conserva la roca sobre la que estaba construida la fortaleza, y que tiene una altura máxima de once metros, menos de la mitad de lo que dice Josefo. Es posible que la fortaleza tuviera una base de roca sólida hasta llegar a la altura citada. Se han hallado los restos del foso y también una cisterna frente a la esquina noroeste de la roca que probablemente formaba parte de las defensa. En el NT se la llama «la fortaleza», gr. he parembolé, hJ parembolhv. Allí fue conducido Pablo por los soldados e hizo una defensa de su fe ante el pueblo aprovechando su condición de ciudadano romano (Hch. 21:31-40).
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editorialclie · 4 years
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SABÍAS QUE...?
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¿Sabías que cada una de las letras del alefato hebreo tiene un significado particular que va ligado al mensaje de cada una de las 22 octavas del Salmo 119 que encabeza?
El significado de נ Nun, es “único”, y la palabra clave ligada a la letra נ Nun es נוּן nun, significa “difundir, propagar”, que es precisamente lo que hace una lámpara con la luz con la que nos ilumina, lo cual encajaría con la acción de “lámpara” o “antorcha” descrita en el primer el versículo de la octava: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (119:105).
Los cabalistas asocian el ideograma de נ Nun con un pez, símbolo que utilizaban los cristianos primitivos para representar a Cristo en sus siglas griegas IXΘΥΣ: Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ “Jesús, el Cristo, de Dios, el Hijo, Salvador”; y visto desde esta perspectiva, el simbolismo de la letra נ Nun es todavía más claro y ajustado a la idea con la que el salmista abre la octava: “Lámpara es para mis pies tu palabra, y luz para mi camino” (Salmo 119:105); puesto que Cristo, el Verbo, la Palabra, es ciertamente el único camino (Juan 14:6), y a su vez la única y verdadera luz o lámpara que lo ilumina (Juan 8:12).
Extraído de “El Tesoro de David” Salmo 119. Tomo II. De próxima aparición publicado por CLIE.
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editorialclie · 4 years
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CORONAVIRUS, FE Y ESPERANZA
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Estamos viviendo un hecho inédito en la historia reciente de la humanidad, que nos ha pillado de sorpresa a todos, y ante la cual todavía no sabemos bien cómo reaccionar. De momento, atender y cumplir las recomendaciones del gobierno y de las autoridades sanitarias. Aquello que parecía un brote infeccioso en un país asiático lejano, China, hoy es una realidad en todo el mundo, una pandemia de la que muy pocos se van a librar.
El coronavirus, COVID-19, está afectando a la salud de nuestros pueblos, a nuestra economía, a nuestros trabajos, a nuestras costumbres y a nuestra vida privada, obligados a no salir de casa, excepto en casos de primera necesidad. Museos e iglesias por igual han cerrado sus puertas, hasta el punto de suspender los cultos religiosos, cosa que no había ocurrido ni en tiempo de guerra. No es extraño que algunos se pregunten: “¿Dónde está Dios ahora?” “¿Qué tiene que ver Dios con el coronavirus?.
Hace ya un buen número de años escribí un libro sobre el tema de Salud, enfermedad y fe (CLIE 1999), tratando de responder y aclarar un tema muy actual en aquel tiempo como era el don de sanidades y las curas milagrosas. Para ello tuve que estudiar a fondo la naturaleza de la enfermedad y sus causas, entre ellas los agentes biológicos patológicos de carácter vírico. Así fue como me sumergí en un mundo invisible al ojo humano, pero tan inmenso y complejo como el que tenemos ante la vista. El universo microbiano supera nuestra capacidad de comprensión, aunque cada vez sepamos más del mismo. Sabemos que los virus son las causantes de la mayor parte del sufrimiento y de las muertes del mundo, sobre todo en los países pobres. Como creyentes es lógico que nos hagamos preguntas y cuestionemos la providencia divina. Por naturaleza nos rebelamos contra el mal y el dolor que observamos o del que tenemos noticia, rebeldía que se vuelve dramática y agónica en quien confiesa un Dios bueno y providente.
En mi caso fue un verdadero shock. A medida que profundizaba en mi conocimiento del mundo microbiológico de los virus y de las enfermedades atribuidas a ellos, la historia de las epidemias causadas a lo largo de la historia, con sus secuelas de dolor, miedo y muerte, quedé totalmente perplejo y con muchas inquietudes. Si Dios es el creador, o fundamento último de todo lo que existe, ¿a qué razón obedece la creación de ese universo diminuto de galaxias y agujeros negros, de microbios y de virus? ¿Qué sentido puede tener la creación de esos virus infecciosos causan- tes de tanto sufrimiento, de tanto dolor, de tantas muertes, que en tiempo de epidemia han diezmado naciones enteras y reducido a veces a un tercio la población mundial? ¿Qué sentido puede haber en sacrificar, no ya a una, sino, a millones de personas a un ser microscópico cuya existencia no parece obedecer a ninguna otra razón que parasitar y destruir todo aquello que toca? ¿Qué gloria puede dar a Dios la existencia de ese universo infinitamente pequeño de microbios, virus, bacterias que deciden la vida y la muerte de los seres superiores: hombres y animales? ¿No es terrible ver que hombres, mujeres, niños, con su inteligencia y proyecto de vida, perezcan dolorosamente por culpa de un ser repugnante, o tan primitivo como el coronavirus, que no llega ni siquiera a la categoría de organismo vivo? En un mundo controlado por el azar todo es posible y nada es extraño, pero en un mundo de orden y diseño inteligente resulta incomprensible, aunque hay algunos conatos de respuesta.
Hoy sabemos más de esta cuestión, que nunca antes; en nuestras universidades existen cátedras de Microbiología y cada día se avanza más en el estudio del microbioma humano. La explicación del misterio de la vida todavía sobrepasa a la inteligencia humana, pero nos ofrece algunas pistas. El ser humano es un milagro del universo.
Todo cuanto existe en el espacio intergaláctico, conspiraba, contribuía a la aparición del ser humano en el tiempo y en el espacio. A esto se conoce como principio antrópico.
No todos los virus ni microbios, capaces de sobrevivir en lugares extremos, son dañinos para la vida humana. Desde que los primeros investigadores aspirantes a microbiólogos, mostraron a sus incrédulos colegas la existencia de un mundo poblado de seres infinitamente pequeños, descubrieron que “algunos de ellos son feroces y capaces de ocasionar la muerte; pero otros son beneficiosos y útiles y, en su mayoría, más importantes para la Humanidad que cualquier continente o archipiélago” (Paul de Kruif, Cazadores de microbios (Salvat. Barcelona, 1995). El universo microbiano es nuestro enemigo, como se pensó en el siglo XIX, el cuerpo humano alberga billones de microbios que conforman todo un mundo en simbiosis con su entorno. Estos microscópicos y multitudinarios compañeros vitales no solo moldean nuestros órganos, sino que nos protegen de enfermedades e influyen en nuestro comportamiento (Ed Yong, Yo contengo multitudes. Debate. Barcelona, 2020). Por desinformación o ignorancia, lo ponemos en peligro mediante el consumo abusivo de antibióticos. Sin darnos cuenta, la extinción de los microbios desencadenaría graves consecuencias para nuestra salud (Martin J. Blaser, SOS microbios. Debate. Barcelona, 2019).
Nos guste o no, somos microbios, o como alguien ha dicho, “un envoltorio con microbios”. En nuestro cuerpo viven unos 100 billones de microbios. Imagínense que ocurriría si se rebelaran contra nosotros por culpa de nuestro mal proceder. Los microbios nos ayudan a construir nuestro propio sistema inmunitario. Tienen, pues, una razón de ser muy importante para nuestra vida, y nuestra salud. “Mantenernos sanos es imposible sin ellos”, asegura la bióloga Alanna Collen (10% humano: por qué los microbios de tu cuerpo son la clave de tu salud. RBA. Barcelona, 2019).
Por tanto, tenemos que reajustar nuestro enfoque de la naturaleza, de la creación, de Dios, y aunque no podamos comprender todo, sí podemos al menos agarrarnos a lo que ya sabemos y que se manifestó en la persona y obra de Jesucristo, aquel que nos reveló a Dios como Padre. La fe consiste en confiar que esa revelación es digna de confianza, la cual nos dice que Dios, en la persona de su Hijo, se preocupa por la enfermedad y el dolor de sus criaturas. A Dios le importa el sufrimiento humano y por eso se encarnó en la persona de Jesús. Las curaciones y milagros de sanación ocupan un lugar muy importante en la vida de Jesús; son como señales de la calidad de vida nueva que él trae y que nos otorga como una fuente de Agua viva. Los virus nos pueden enfermar, y en algunos casos matar, pero, como se está demostrando en esta pandemia, el espíritu solidario y de sacrificio brota en muchas personas dispuestas a darlo todo por atajar este mal. Lo que nos confirma que el espíritu es más fuerte que la carne y que la vida no consiste en la cantidad de cosas que poseemos sino en esa disposición al amor, la fe y la esperanza que nos ayuda a vencer todo mal.
A los científicos toca averiguar la procedencia del COVID-19, a nosotros nos toca creer y esperar el triunfo de la vida, haciendo todo lo posible por respetar el equilibrio de la creación y no traspasar sus límites, procurando llevar vidas responsables, sanas y agradecidas, como corresponde a hijos de Dios, templos vivos de su presencia en Espíritu (1 Cor 6:19). Ante la incertidumbre y alarma que se vive, opongamos la fe y la esperanza, como corresponde a aquellos que creen en el buen Dios y han conocido en la persona de su Hijo las virtudes de la vida nueva.
Alfonso Ropero Berzosa
Escrito el 19 de marzo de 2020
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editorialclie · 4 years
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PANDEMIA, Y  AHORA ¿QUÉ HACEMOS?
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Una reflexión de nuestros autores para este tiempo de confinamiento 
Por Harold Segura. 
#CLIECERCADETI 
Cuando el sufrimiento nos embiste surge pronto la pregunta ¿por qué a mí? o ¿por qué a nosotros? Y, si quien hace la pregunta es una persona de fe, con acostumbrada facilidad hace una pregunta más: ¿por qué Dios, siendo bueno, deja que esto me pase a mí, o a nosotros? Muchas veces, estas interrogantes incluyen una dosis de culpabilidad porque se suele asociar los acontecimientos trágicos con el pecado o, peor aún, con castigo divino. La teología clásica plantea una cuestión semejante: ¿por qué un Dios bueno permite que pasen cosas malas? La teología, ya desde hace siglos, ha buscado respuestas en las que Dios “salga bien librado”. ¡Qué pena! pero los defensores del buen Dios no siempre han logrado defenderlo con éxito. En las enjundiosas respuestas teológicas se encuentra uno que otro desatino. Por su parte, la práctica pastoral y, en buena medida las escuelas de psicología existencial, han invitado a formular esas preguntas desde otra óptica. Indican que en lugar de preguntarnos ¿por qué? deberíamos interrogarnos ¿para qué? Y aquí se usa una frase del alemán Federico Nietzsche quien, en uno de sus aforismos, el número 12, dice que, “si tenemos nuestro propio porqué en la vida, podemos soportar casi cualquier cómo”. Acerca de esta sentencia, el psiquiatra vienes, Víctor E. Frankl, conocido como el padre de la logoterapia, señalaba que esas palabras pudieran ser la motivación para guiar a las personas que viven experiencias de dolor o sufrimiento. Enseñaba él, con lúcido acierto, que ante la adversidad necesitamos recalcar un porqué (un sentido) a fin de poder soportar estas situaciones que nos presenta la vida. Sin desconocer el valor de las preguntas anteriores, sean teológicas, filosóficas o psicológicas, bien haríamos que ante la pandemia nos preguntáramos ¿qué podemos hacer frente a ella? Más allá de que comprendamos su razón teológica (válida ante el infortunio), o su relación profética —ah, ¡la profecía!, cómo no seduce en estos momentos— deberíamos preguntarnos ¿cuál es nuestro papel como ciudadanos responsables y cristianos solidarios para cuidarnos a nosotros mismos, cuidar a quienes tenemos cerca y sumarnos a lo poco o mucho que juntos podamos hacer, como comunidades de fe y sociedad en general? Hay razones teológicas que apuntan hacia esta urgencia de lo práctico. En el Evangelio de Juan se cuenta historia: “Iba Jesús de camino cuando vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: — Maestro, ¿quién tiene la culpa de que haya nacido ciego este hombre? ¿Sus pecados o los de sus padres?” (Juan 9:1-2). Jesús debatió con ellos acerca de esa pregunta que acosaba al pueblo y, después, procedió a resolver la situación: Dicho esto, escupió en el suelo, hizo un poco de lodo y lo extendió sobre los ojos del ciego. 7 Después le dijo: — Ahora vete y lávate en el estanque de Siloé (palabra que significa “enviado”). El ciego fue, se lavó y, cuando regresó, ya veía (Juan 9:6-7).Preguntar es válido, indagar es correcto, debatir es necesario (y más si se trata de asuntos teológicos), pero actuar es urgente. Una saludable teología acerca del sufrimiento humano conlleva siempre al compromiso solidario que incluye el cuidado hacia nosotros mismos. Porque cuidar, alienta la esperanza.
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editorialclie · 4 years
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editorialclie · 4 years
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ELEVEMOS LA VISTA AL HORIZONTE. "Cuando te adentras al mar en un barco y te comienzas a marear, sentir nausea, lo primero que te aconseja un marinero es que pongas tu mirada en el horizonte y eso te estabiliza" Cuando comiences a marearte, a sentirte mal, por tantos problemas eleva tu mirada al horizonte espiritual que es Cristo, recordando que llegarás salvo a tu destino: el cielo, nuestra morada eterna, y te sentirás reconfortado mientras llegas.  Rigoberto Galvez 
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editorialclie · 4 years
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LA AÑORANZA DE UN ABRAZO
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#CLIECERCADETI
LA AÑORANZA DE UN ABRAZO
Una reflexión de  José María De Rus Editor de Biblias de CLIE
Uno de los lenguajes del amor esenciales del ser humano es el toque físico: un abrazo, una caricia, un beso, una palmada en la espalda puede suponer una transmisión de un mensaje inequívoco. Si la situación en la que se ofrece la presencia y el toque físico es un momento crítico en la vida de esa persona, el efecto puede ser sanador. El nuevo concepto de “aislamiento social” se ha instalado en nuestras mentes y costumbres durante estas últimas semanas: hijos que no pueden abrazar a sus padres o hermanos; dolientes que no pueden ser abrazados por nadie si un familiar ha fallecido en estos días; abuelos que no pueden abrazar a sus nietos... hemos quedado amordazados lingüísticamente; hemos enmudecido uno de los lenguajes de amor más preciosos del ser humano: el abrazo. Dicen que un abrazo prolongado por treinta segundos es sanador, recuperador y transmite serenidad, genera felicidad, calma la angustia... pero el distanciamiento social para evitar contagio nos ha obligado a callar un abrazo. ¿Hasta cuándo puede vivir una persona sin abrazar? ¿Cómo generar felicidad en la otra persona si no podemos siquiera abrazarla? El sustituto de un abrazo virtual es una mera caricatura de lo que estamos deseando; el toque, la chispa que salta al ser tocado no será sustituido nunca por otros medios por muy sofisticados que sean. Este virus trae con él una ley mordaza: no hablar un lenguaje esencial: el abrazo. Cuando despertemos y nuestra boca se llene de risa, el abrazo debería convertirse en patrimonio inmaterial de la humanidad. Al fin y al cabo, nacemos siendo abrazados y morimos siendo abrazados. Ahora morimos por un abrazo.Jose María De Rus Martínez
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editorialclie · 2 years
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MARÍA
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María, no hizo menos de lo que correspondía como madre de Cristo: cuando los apóstoles huyeron [Mt. 25:56], ella permaneció al pie a la cruz [Jn. 19:25], y con mirada reverente contempló las heridas de su Hijo aguardando no la muerte de su hijo sino la salvación del mundo. O tal vez en su interior, esa «cámara regia», sabía que por la muerte de su Hijo tendría lugar la redención de la humanidad, y pensó entregarse participando con su propia muerte en el bien común. Pero Jesús no precisaba de colaboradores ni ayudantes en su oficio redentor, salvó a todos sin necesidad de otros partícipes. Por ello dice: «He venido a ser como hombre sin ayuda, libre entre los muertos» [Salmo 88:5-6 Vulgata]. Ciertamente, apreció la devoción y apoyo de madre [Jn. 19:26-27], pero no más; no buscó la colaboración o ayuda de otros». Ambrosio de Milán, Cartas, 59.Texto extraído de el tercer tomo de El Tesoro de David ( en preparación )
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editorialclie · 3 years
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REFLEXIÓN
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«Recuerda cuán breve es mi tiempo; ¿Habrás creado en vano a todo hijo de hombre?» (Salmo 89:47)
Sería totalmente injustificable inferir de esta protesta de Etán que los santos que vivieron bajo los primeros reyes de la dinastía davídica eran ajenos a la esperanza de la vida eterna. Me inclino por ir más allá y señalar que el propio lamento y queja, fundamentan por sí mismos la presunción de que en sus corazones había un sentimiento irrefrenable de inmortalidad. El pájaro que se revolotea inquieto y se hiere golpeándose contra los barrotes de su jaula que lo aprisiona, demuestra con su desespero que su hábitat natural no es la jaula, sino el aire libre. Cuando la mundanalidad empedernida logra finalmente apagar en el corazón del hombre toda esperanza de una vida más allá de la tumba, el vacío lúgubre que se crea en su interior no lo expresa con lamentos y emotivas quejas a Dios como las de Etán, sino en canciones de forzado regocijo, intentando alejar de su pensamiento la lúgubre realidad de la muerte con el canto anacreóntico de: «Comamos y bebemos porque mañana moriremos» (Isaías 22:13; 1 Corintios 15:32).
«Es hora de sacar partido de la vida,
antes de que venga la vejez;
es hora de disfrutar los placeres.
antes de que se esfume el deseo.
La vida es corta, hay que extraerle el jugo,
y apurar con deleite hasta el último sorbo»
Anacreonte [570-485 a.C] – “La Vejez”
Extraído de la magistral exposición de  William Binnie [1823-1886] al versículo 47 del Salmo 89, en su obra “The Psalms: Their History, Teachings, and Use”, 1870, y transcrito por C. H. Spurgeon  en “El Tesoro de David” versión española actualizada y ampliada por Eliseo Vila. (Tomo III en preparación).
Para más información aquí 
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editorialclie · 3 years
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REFLEXION: "Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?"
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 "Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?" (Salmo 121:1). Cuando te sientas agonizar debido a una conciencia atormentada, mira siempre hacia arriba, hacia un Dios lleno de gracia, que afirmará y estabilizara tu alma. Porque mirando hacia abajo, hacia ti mismo, no conseguirás nada, fuera de razones y motivos para intensificar tu temor: pecados ilimitados, imperfecciones, y pocas cosas buenas. No es tu propia fe sino en la fidelidad de Dios en lo que debes confiar. Inclinando la mirada hacia abajo para mirarte a ti mismo, para contemplar la enorme distancia entre aquello que deseas y lo que realmente mereces, no harás más que marearte, tambalearte, y sumirte en la desesperación. Por lo tanto, levanta siempre tus ojos a los montes, de donde viene tu socorro, y no mires jamás al valle profundo de tu propia indignidad, si no es para doblegar tu soberbia cuando seas tentado por la arrogancia. Thomas Fuller (1608-1661), en "The Cause and Cure of a Wounded Conscience", Ed. 1647. Transcrito en "El Tesoro de David" de C.H. Spurgeon.
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editorialclie · 3 years
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Relato Biblico
Jesús llevó su cruz hasta la última puerta que conducía al «suburbio» hacia el lugar de ejecución. Como podemos suponer, sus fuerzas cedían. Iba un hombre en dirección opuesta, uno de la gran colonia de judíos que como sabemos se había establecido en Cirene (ver Libro 1, cap. V). Era fácil de notar porque pocos, en un día festivo y en aquella hora, llegarían «del campo» (o de fuera del país, según otros), aunque esto no era contrario a la Ley. Se ha hablado mucho de esto, pero hay que insistir que viajar, que estaba prohibido los sábados, podía hacerse en los días festivos. Además, el lugar de donde venía –quizá su propia casa– podía haber sido dentro de los límites del Jerusalén eclesiástico. En todo caso, parece que era bien conocido, al menos después, en la Iglesia –y sus hijos Alejandro y Rufo más que él (Mr. 15:21). Sólo esto podemos decir con certeza: el identificarlo con personas del mismo nombre mencionado en otras partes del Nuevo Testamento es solamente cosa de especulación (Hch. 13:1; Ro. 16:13). Pero nos cuesta reprimir la idea de que este Simón el Cireneo no había sido un discípulo antes de este día; sólo aprendió a seguir a Cristo cuando en aquel día los soldados echaron mano de él y, contra su voluntad, le obligaron a llevar la cruz de Cristo. Hay otra indicación de la necesidad de esta ayuda en Marcos (15:22), en que se usa una expresión (fe,rousin) que transmite la idea de que tuvieron que apoyar a Jesús (aunque no tuvieran que llevarle) desde el lugar en que encontró a Simón hasta el Gólgota. 
Extraído del libro COMENTARIO BIBLICO HISTÓRICO
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editorialclie · 4 years
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¿SABÍAS QUE…?
Los llamados “Salmos del Peregrinaje” son un conjunto de quince salmos (del 120 al 134, ambos inclusive), que forman como un pequeño salterio dentro del Salterio. Se cree que eran cantos antifonales (donde uno canta y otro responde) y que se denominan de “peregrinaje” porque eran cantados por los peregrinos en su ascenso a Jerusalén. No todos ellos fueron compuestos forzosamente para este fin, pues proceden de distintos autores y épocas, pero sí parece que fueron seleccionados en un momento determinado para tal propósito. Extraído de El Tesoro de David. 
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