The wrath of God | vito scaletta x daughter situation.
MAFIA II : ( definitive edition )
situation : el estilo de vida el cual llevaba vito scaletta era complicado, ser gángster atrae tanto cosas buenas como muy malas, se prometió a si mismo proteger a su familia del peligro del mundo criminal, era lo más importante para el, pero un mal trato y las negociaciones equivocadas lo harán enfrentarse directamente con el miedo de perder a un ser querido ante sus ojos.
nota : incluso antes de comenzar a escribirlo creo que quedará un poco largo, pero la situación lo amerita, también les recuerdo que no busco apegarme al 100% a la historia del Mafia ii original ya que solo es un relato hecho por una escritora amateur, así que puede que ciertas personalidades o sucesos no sé asemejen al juego, aún así espero les guste. (espero un buen apoyo para este imagine, me hace bastante ilusión tt)
🌃 ...
— Palabra del señor.
— Gloria a ti, señor Jesús.
La casa de Díos, el lugar más sagrado sobre la tierra, hogar de millones de personas buscando redención y consuelo en la palabra que ahí dictan, en sus muros han habido sientas de historias morbidas y de índole pesada, hasta difícil de digerir, historias vividas por aquellos que ante los ojos de Dios y el mundo, dan sus falsas promesas y palabras vacías buscando la salvación en su fe.
En su incrédula fe.
Una mañana de domingo se estaba llevando a cabo la misa como siempre se hace, la iglesia tendía a llenarse medianamente por aquellos ciudadanos de Empire Bay que asistían con constancia, aquella construcción era deslumbrante con un aura divina, era conocida por ser una de las iglesias mejor conservadas de la ciudad.
Elizabeth Scaletta, una visitante regular de aquel lugar, ella no era fanática religiosa pero su crianza giro al rededor de dichas costumbres católicas, intentaba no perder ese hilo y asistir cuando podía, escuchar la palabra, aunque jamás iba sola, siempre era acompañada de su pequeña de 5 años, María Scaletta.
María era la luz de sus ojos, su gran motivación para seguir adelante, era su bebé adorada. ambas siempre usaban sus mejores vestimentas para asistir a misa, para Elizabeth era importante, en los últimos meses no se ha sintiendo bien, había comenzado a sufrir de los nervios y hace tan solo unos cuantos años atravesó una grave depresión cuando nació María, son tantas cosas que de solo pensarlo le hacen sentir horriblemente mal.
Pero esto no había comenzado así nada más, todo se remontaba hace casi 6 años, al momento de conocer a quién sería la persona más importante de su vida, el padre de su hija..
Vito Scaletta.
. . .
Las campanas sonaban mientras todos salían de la iglesia entre risas y conversaciones amigables, después de dar la paz al finalizar la misa todo era lindo y ameno, Elizabeth disfrutaba ese momento con las pocas personas que de verdad la apreciaban, ser la esposa de alguien con tal fama como la Vito era complicado, ante los ojos del mundo era un simple hombre de negocios, pero los rumores dictaban otra cosa, llevar el apellido Scaletta era una gran carga, pero se sentía honrada de llevarlo junto a su hija, no le avergonzaba en lo más mínimo.
Elizabeth con María en sus brazos bajaba los escalones del lugar dispuestas a irse, era momento de regresar a casa.
— Señora Scaletta — Una voz la llamó a unos cuantos metros.
— Padre Angus — Expresó la fémina al momento de ver cómo aquel hombre de tercera edad se acercaba a ella.
— Espero no molestar, hola hija — Dijo el padre llegando al lugar de Elizabeth, saludando también a María.
La pequeña Scaletta era una niña tierna y simpática, pero algo tímida y penosa con los extraño o personas que no le agravaban, y el padre Angus formaba parte de este último grupo de personas, simplemente se abrazo más a su madre.
— María no seas grosera, saluda — Río su madre al notar la acción de su hija.
— Oh venga, déjala, debe estar cansada — Afirmó el padre — Elizabeth, la he notado distante al momento de la misa, un poco perdida diría yo ¿Todo está bien?
La pregunta le hizo arquear una ceja a la joven ¿Acaso era evidente que su mente divagaba mucho? O el padre le habría brindado especial atención.
— No se preocupe Padre, todo está bien — Respondió cortésmente sin dar tantos detalles de si misma, había aprendido perfectamente que no podía hablar mucho sobre su vida con cualquiera.
Había aprendido a desconfiar.
— Oh entiendo, solamente tenía esa inquietud en la cabeza, estaba preocupado por ti, incluso esperaba que vinieras mañana a verme en mi despacho — Dijo sonando preocupado, Elizabeth quería créerle, pero ese miedo y nerviosismo le hacía dudar rápidamente de las personas.
— Que pena Padre, pero no habría podido asistir y de verdad estoy bien, no se preocupe por mi — Afirmó bajando a María de sus brazos, mirando a los lados esperando acabar con la conversación.
— Comprendo, pero si algo está pasando o tienes alguna inquietud puedes acudir a mi, a la iglesia, y a la gratitud del señor, que tanto te ha bendecido con esa belleza — Esto había comenzado a incómodo a Elizabeth, todo empeoró cuando el mayor estiró su mano y froto el brazo cubierto de la joven.
Incluso a través de la tela sintió esas arrugas en sus dedos, su mano se sentía caliente, su respiración se aceleró entrando por un momento en este estado de terror y nervios, sus oídos zumbaban, por un segundo, estuvo fuera de si.
— ¡Papi! — Inmediatamente volvió a la realidad al escuchar el grito de su pequeña, miro a abajo notando que ya no estaba a su lado, miro a su alrededor frenéticamente hasta encontrarla.
María sonreía en brazos de Vito feliz de ver a su papá, el también sonreía levemente mirando a su pequeña niña, amaba verlos juntos y se enternecia notando el gran amor su hija por su padre.
Pero está vez no se sentía bien, solo miraba la escena seriamente intentando calmar su respiración.
— Elizabeth-... — Intento hablar el padre notando a la joven inquieta, pero está quito su brazo rápidamente de la mano del hombre caminando rápido sin agregar nada más.
Camino sin mirar atrás hacia su esposo e hija, rasco su cabeza buscando pasar el mal rato, pero aquel hombre desvío su atención hacia el recién llegado, lo veía sabiendo perfectamente quien era, no le hacía falta presentación.
— Lizzie ¿Qué sucedió? — Pregunto Scaletta firmemente notando el estado de su esposa.
— Nada, solo vámonos — Respondió sonando lo más tranquila posible, conocía perfectamente la actitud de Vito en estos casos, en el pasado llego a romperle la nariz a más de uno por eso, Elizabeth quería evitar un problema con aquel Padre.
Paso por su lado sin seguir la conversación, Vito no estaba para nada convencido y sabía claramente que algo pasaba, su esposa adoraba la iglesia y jamás la había visto así al salir de ella, Miro a un costado notando la mirada del Padre viendolo con atención y disgusto, sin miedo le dedicó una intimidante mirada a aquel viejo.
— El.. asusto a mami — Hablo María aún en los brazos de su papá, Vito notaba la mirada de aquel viejo viajar por un momento a dónde estaba su esposa antes de darse la vuelta y regresar a la iglesia.
Fue el, el intimido a Elizabeth.
— Idiota — Dijo entre dientes dándose la vuelta para irse, en cualquier momento tendría una grata conversación con el “Padrecito”.
. . .
— Solo tienes que patearle el culo, eso es todo — Dijo Joe al terminar de escuchar todo lo que Vito le había contado, lo sucedido en la iglesia con aquel Padre.
Scaletta permaneció en silencio al escuchar la gran “sugerencia” de su amigo, a su parecer no era mala idea y generalmente ese era su estilo, acabar con el problema de una vez por todas, pero al ser un hombre religioso se aguantaría las ganas de partirle la boca, pero no le quitaría la mirada en lo más mínimo.
— Escucha Vito, organice una reunión privada con los hermanos stefanelli, esos idiotas están ganando terreno y quiero llevarme un poco de su botín, nos tienen una propuesta.
— ¿Propuesta? — Pregunto Scaletta, Vito era alguien de renombre en el mundo criminal, logro destronar a cada uno de sus enemigos y tomar las calles de Empire Bay como anillo al dedo, el junto a Joe manejaban sus negocios al pie de su propia letra consiguiendo frutos instantáneamente.
Vito recordaba con frecuencia cuando el era un simple don nadie, en busca de algo más allá, lo que sentía que merecía y salió al mundo a buscar, un maldito gánster, lo era, pero era el dueño de Empire Bay.
El mundo, es suyo.
— Déjame a mi esto — Dijo Joe despreocupado, Vito lo miro con su chocante mirada — Entiendo, tu eres el jefe, pero yo soy el cerebro, la maldita boca entre tu y yo.
— Por supuesto — Dijo Vito suspirando, definitivamente Joe podía ser insoportable a veces, era bueno en lo suyo, no podía perderlo de vista o haría alguna locura.
Supongo que está reunión con aquellos hermanos era una.
Scaletta volvió a prestar atención al camino conociendolo perfectamente, conocía todas las zonas de la ciudad pero le extrañaba estar por aquí, su confusión aumento al momento de darse cuenta que Joe había estacionado detrás de la iglesia.
— ¿Enserio la reunión es aquí? — Pregunto Vito intentando pensar que era una broma de Bárbaro.
— ¿Qué? ¿Le temes a Dios, Vito? — Dijo Joe bajando del auto, Vito reflexiono un segundo antes de bajar y caminar junto a su amigo, sentía que esto era una mala idea, ni siquiera conocía a esos tipos y seguro estaban irrumpiendo en aquel lugar sagrado.
Debido a la hora las calles estaban oscuras y silenciosas, el viento agitaba levemente el cabello de Scaletta, sin perder la cabeza miraba por encima de su hombro, a su alrededor pendiente de su posición, llegaron a una puerta tracera del lugar donde Joe tocó anunciando su presencia.
Un hombre fornido abrió la puerta, primero fijando la mirada en Bárbaro sabiendo quien era, pero se impresiono en sus adentros al ver a Scaletta, realmente era el, el hombre estaba informado de la llegada de Joe y un invitado, los dejo pasar sin decir una palabra.
Esto es Empire Bay, no puedes hablar con estos hombres, no digas sus nombres, solo sigue órdenes.
— Miren a quién tenemos aquí, Joe — Saludo un hombre acercándose desde las sombras con un cigarro entre sus dedos.
— Beny, un gusto amigo — Respondió Bárbaro, Vito veía todo con atención a un lado de Joe, aquella expresión en su rostro era intimidante sin duda — Vito, este es Benjamín Stefanelli.
— Llámame Beny, mis amigos me llaman así — El hombre estiro su mano hacia el ojiazul.
— Vito Scaletta — Estrecho su mano sin mucho que comentar.
— Se quién eres, eres un hijo de puta muy grande, así me gusta — Expresó el hombre dándole una calada a su cigarrillo.
— Intento guardar las apariencias — Respondió Vito sin cambiar su expresión cargada de severidad, Stefanelli quedó en silencio asintiendo levemente sintiendo lo chocante de las palabras de Scaletta.
— Vamos muchachos, tenemos negocios que hacer — Intervino Joe pasando su brazo por los hombros de Vito, esto no le agrado a Scaletta en lo más mínimo.
Sentía desconfianza en este momento, en ese hombre ¿De dónde carajos Joe lo saco?
En resumen, Beny stefanelli junto a su hermano Vincenzo, ambos de origen inglés asentados en Empire Bay, tenían negocios independientes, dispuestos a exprimir lo que sea del jugo americano, ese nectar deseado por los extranjeros.
Una alarma sonó en la cabeza de Scaletta al escuchar dicha proposición de trabajar con drogas, era arriesgado y difícil de supervisar, cualquiera de sus hombres podía consumir del producto, poco a poco volviendose un drogadicto ¿Acaso Vito quería gente así de su lado? Por supuesto que no, incluso los mismos Stefanelli no parecían estar en sus 5 sentidos.
Esto era una locura.
— No — Intervino Scaletta en la conversación después de estar un largo rato en silencio, todos voltearon a ver a Vito.
— Vito, que-... — intento decir Joe, no antes de que Vito se levantará del sitio en dónde estuvo sentado todo el rato.
— No trabajo con esa porquería, quédense con sus negocios y con suerte vivirán para contar sus billetes.
El mayor de los hermanos no parecía estar contento con la actitud de Vito, no era del tipo que se dejara intimidar, mientras que Vincenzo reía por la actitud alzada de su invitado.
— Llegué a un acuerdo con su socio señor Scaletta, no le conviene echarse atrás — Dijo severamente con su cigarrillo entre sus dedos.
— Se acabo el puto acuerdo, no va a suceder — Al parecer Joe había abierto la boca antes de hacerle saber a Vito esto — No haré negocios con dos estafadores drogadictos, se de lo que hablo.
Joe se levantó posándose junto a Vito, tal vez veía venir problemas particulares en este momento,en el momento que Scaletta perdía la paciencia era imposible recuperarlo.
Parecía que alguno de ellos estaba esperando un segundo idóneo para contestar, responder a la actitud de Vito y su rechazo a esta negociación, pero el mayor de los Stefanelli estaba harto y sobre todo desesperado por conseguir un socio para esto, Vito y Joe le hicieron sentir que perdió su tiempo y no estaba dispuesto a perder tiempo o saliva en esto.
Beny saco su arma apuntando directamente a Scaletta totalmente listo para disparar, pero no contaba con que tanto Vito cómo Joe veían venir su acción, sacando sus armas en conjunto contra a Stefanelli, incluso Vincenzo se había unido a la fiesta.
— ¡Bájalo o juro que disparo! — Afirmo el menor de los hermanos apuntando en dirección a Vito.
— Con gusto afirmó lo mismo — Respondió Scaletta dispuesto a matar a ambos hermanos si era necesario, no era la idea pero en ocasiones los asuntos se agravan.
— ¡Joder Beny! Dile a tu hermano que baje eso — Joe alzó su voz al mayor apuntando a Vincenzo.
— ¡Ya me colmaron la paciente! Tu jugaste con mi tiempo — Le recriminó a Joe — Y tú, viniste a reírte en nuestra cara y escupírnos cómo a unos don nadie, Se va a arrepentir Vito Scaletta ¡Lo hará!
El dedo de Vito no tenía vacilación alguna en apretar ese gatillo, veía con una mirada infartante y dura a aquellos hombres, incluso sentía que ni siquiera había parpadeado, supongo que de aquí saldría con otro problema y cargo de conciencia en sus hombros.
— ¡Bajen esas armas! — Otra voz los alerto a todos sacándolos de aquel punto muerto en el que estaban, los humos de Vito se calentaron aún más al ver a intruso en su reunión.
Aquel hombre mayor con su traje negro y un rosario entre manos camino lentamente hacia eso, ajusto sus lentes mirando con atención a Vito y a Joe posándose a un lado de los hermanos stefanelli.
— No van a derramar sangre aquí, Por Dios. Es la casa del señor — Expreso el padre Angus haciendo que todos bajaran sus armas, Vito apretaba con fuerza el mango de la pistola sintiendo como sus nudillos se volvían blancos por la presión.
Joe notaba la comodidad y cercanía que tenían los hermanos con el padre, lo que faltaba, un religión corrupto más, cómo si no hubieran suficientes en la ciudad, que porquería.
— Lo siento, Padre — Comenzó Vincenzo — Solo que... Las negociaciones se calentaron un poco — El padre volteó a ver a los invitados notando la presencia de Vito y su cara de perro con la situación, percibía su rabia y eso le gustaba, nadie lo retaba y Scaletta tampoco lo haría.
Vito Scaletta, el jodido gánster más respetado de la ciudad, el dueño y señor no solo de Empire Bay si no también de aquella muchacha que venía cada domingo con un brillo de angustia y a la vez alivio a su iglesia.
Esa mujer lo volvía loco, y allí enfrente tenía al dueño de ese dulce caramelo.
— Dejen ir a los invitados muchachos, no están listos para incursionar en este negocio — Hablo el padre, los hermanos lo escuchaba con absoluta atención, aquel padre los había ayudado a hacerse un lugar en el mundo del crímen a través de la iglesia, nunca le decían que no.
— Larguense, no los quiero volver a ver — Expreso Beny lleno de ira, Joe había comenzado a retroceder completamente alerta, Pero Vito solo veía al padre con desprecio mientras esté se le reía en la cara.
Tomo la determinación de calmarse y no empeorar más las cosas, alejaría completamente a su familia de esta iglesia y le daría un claro mensaje a aquel maldito Padre.
Inmediatamente que Vito y Joe dejaron el lugar los hermanos estaban frustrados, pero el Padre no iba a dejar el asunto así, tenía una idea, un plan desalmado y ruin.
— Hijos, tengo el plan perfecto para hacer que el señor Scaletta colabore — Les comento, Beny mostró desinterés harto de Scaletta y Bárbaro, Pero Vincenzo veía una mina de oro en ese hombre y no lo dejaría pasar.
— Dígame padre, lo escucho — Dijo el menor de los Stefanelli, El Padre río muy seguro de su plan.
. . .
Era una bella tarde, un sol radiante y el aire fresco era imperdible, Elizabeth encontraba este día magnífico y pensó que salir al parque no era mala idea, se encontraba sentada en una banca mirando como María jugaba con otros niños, sonreí viendo a su hija divertirse.
Hace mucho tiempo que no salían al parque, realmente era costumbre familiar que María amaba, especialmente porque ese era el día donde papá y ella estaban juntos sin interrupciones, pero este día solo fueron madre e hija.
Elizabeth volteó a un costado mirando a un hombre con un elegante traje verla desde lejos, sabía que la veía a ella, intento no alterarse, quito su mirada de aquel hombre soltando un suspiro, los sonidos de los autos le habían comenzado a aturdir un poco, no pudo evitar volver a ver a ese sitio notando que el hombre ya no estaba.
Se removido sintiendo una corazonada, regreso su mirada al grupo de niños viendo que María ya no estaba con ellos, sus ojos se abrieron enormemente mirando a los lados, no la veía.
— ¿María? — Se levantó de la banca sintiendo un nudo en su estómago, camino cada vez más rápido por toda la zona sin tener rastro de su pequeña.
— ¡María! ¡Hija por favor! — Grito está vez completamente alterada, los niños y personas de los alrededores la veía preocupados y miedosos, Elizabeth se veía verdaderamente mal y estaba entrando en un colapso serío, muerta completamente de miedo y terror.
— ¡María! — Gritaba dejando salir sus lágrimas sintiendo sus piernas débiles y el pecho apretado, sin importar que estaba usando esos tacones corrió lo más rápido que pudo a la entrada del parque rezando que tal vez la niña este allí.
Al llegar se detuvo abruptamente viendo a aquel misterio hombre subirse a un auto, el noto su mirada y solo le dedicó una media sonrisa llena de cinismo y maldad.
No.. no, por favor.
— ¡Mi hija! ¡No, no, no! — Grito Elizabeth corriendo para intentar alcanzar ese auto, pero fue en vano, desapareció entre la multitud y calles de Empire Bay perdiendose de su vista.
— ¡Señora, detengase! — Un policía la detuvo tomándola de los hombros notando su estado alterado y desesperado.
— ¡Tienen a mi hija! ¡Por favor, ayúdeme! ¡Se la llevaron! — Suplico ayuda a lágrima tendida a ese policía, pero ya era tarde.
Se la habían llevado, esos hombres se llevaron a su pequeña.
. . .
Pretendía ser un día normal, un día como cualquier otro, la simpleza de fumar sentado en su oficina era la rutina de Vito, solo un día más.
“ vito ¡se la llevaron! ”
Todo en ese momento pareció ir en cámara lenta, el momento en el que el cigarro se le cayó de los dedos, el rostro lleno de miedo de su esposa y las lágrimas bajando por sus mejillas, los curiosos fuera de la oficina de Scaletta parecían consternados oyendo la situación, realmente estaba sucediendo, algo que probablemente Vito jamás hubiera evitado por más que quisiera.
Su hija, su habían llevado a su bambina.
“ cálmate lizzie, la encontraré ¿si? solo necesito que te calmes ”
“ ¿calmarme? ¡como voy a calmarme! cuando se llevaron a mi hija y quién sabe que le harán ”
Vito aún oía los gritos de aquella discusión que había tenido con su esposa horas atrás, cuando le dijo lo sucedido.
“ ¿crees que puedo estar tranquila sabiendo que constantemente estamos en peligro? ¡mira maldita sea! se llevaron a la niña ”
El cigarro había terminado de consumirse en sus dedos mientras esperaba el momento para actuar, no era estúpido, el sabía quién o quiénes habían tenido que ver, juro por lo más profundo de su ser que los dejaría completamente hundidos en el infierno, no los perdonaría ni un poco lo que hicieron.
La pagarían sumamente caro.
“ no podría soportar perderlos, vito. no a ustedes”
— Vito... — Llamo Joe a sus espaldas, pero el mencionado no despegaba su mirada de la ventana donde ya se filtraba la luz de la luna.
— Beny Stefanelli está en el Empire Arms reunido con un socio comercial para la exportación de drogas desde Londres hasta acá — Expreso sin más volteando a ver a su escritorio, específicamente a una foto familiar.
Bárbaro comprendió perfectamente lo que Scaletta le había pedido, si. Aunque era una orden ante cualquier otro hombre que trabajará para el.
— Jefe — Una voz alteró a Bárbaro dándose la vuelta, pero Vito ni siquiera se molestó en levantar la mirada estaba concentrado pensando, repasando todas los posibles escenarios y alternativas habidas y por haber.
— ¿Qué pasa? — indagó Joe, el muchacho dueño de la voz camino con algo de duda al escritorio de su jefe, dejo en la superficie sin decir nada un pañuelo blanco envuelto por un rosario, las manchas de sangre le hicieron a Scaletta reaccionar viendo el objetivo.
— Es un mensaje — Pronunció Joe mirando a un lado del muchacho, sonandole demasiado obvio a Vito, tanto que solo levanto la mirada con ese semblante serio, aquel hombre retrocedió dejando a los hombres solos.
Volvió su atención al “presente” tomandolo en sus manos y con sumo cuidado lo desenvolvió, adentro el objeto cubierto de aquella sangre, estaba un collar que el mismo le había regalado a su hija, una hermosa pieza invaluable llena de su propia sangre.
Era el momento de actuar, no había más tiempo que perder, por primera vez en muchos tiempo Vito sintió miedo, un profundo vacío en su pecho lo hizo pasar saliva con dificultad, pero no sé detendría, esto realmente le daba el impulso suficiente para no arrepentirse de sus actos.
. . .
Uno de sus caros trajes llenos de sangre, sus zapatos perfectamente lustrados se habían manchado dejando gotas rojas a cada paso, el sudor bajaba por su frente y su cabello, siempre peinado al ras, las puntas del mismo se movía ligeramente por la respiración agitada de Scaletta.
Esto pretendia ser algo “ sigiloso ”, pues el sigilo no era la mayor virtud de Vito.
Aquel tiroteo en la iglesia dió como resultado varios cadáveres dejando sus charcos de sangre bajo la mirada de los santos estáticos en las esquinas y paredes del lugar.
Finalmente con el fusil thompson en las manos Vito llegó caminando victorioso al centro de la iglesia, a sus costados los asientos y en frente suyo, el lugar donde aquel Padre daba la palabra y la gran estatua de Díos, observándolo.
— Su irá es alucinante, señor Scaletta — Esa repugnante voz resonó en la oscuridad del salón, surgiendo en las sombras se apersono el Padre.
— Un enfermo como tú debió disfrutarlo, mírese. Pensé que su hobbie era espantar mujeres, pero también tráfica drogas y secuestra niños — Escupió Scaletta con ironía sin ocultar su cólera en estos momentos.
— Soy bueno con los negocios, esto para mí no es nada — Expresó tomando la biblia entre sus manos — Solo el señor sabe perdonar a aquellos que tienen sus razones — Vito chasqueó la lengua al escuchar semejante barbaridad.
— La iglesia es santa, pero sin duda, sus miembros son pecadores — Expresó encontrando mucha razón en sus palabras, seguidamente levanto el fusil apuntandolo directamente al Padre — Quiero saber dónde está mi hija.
— Óigame, Vito-
— Don Vito Scaletta para ti — Pronunció con grandeza y pura rabia en su interior, quería de una vez volarle la cabeza, pero primero necesitaba saber dónde estaba su pequeña.
— Te meteras en problemas, muchacho — Dijo el padre dando señales de miedo.
— Si hablas de los imbéciles aquellos, no te preocupes. Ya están con tu dichoso Dios.
El padre soltó la biblia dejándola caer al suelo, veía fijamente asustado la punta del fusil que daba directamente a su rostro, no le quedaba más salida que entregar a esa niña, la hija de aquella muchacha hermosa y el maldito Vito Scaletta.
— En mi despacho — Dijo queriendo morderse la lengua, había acabado todo, esas simples palabras habían destruido su oportunidad de ganarse más a los fallecidos Stefanelli y sobre todo, de joder a Vito.
Así fue como Scaletta para dispuesto a disparar, acabar finalmente con la vida de ese mundano ser, pero no lo dejaría ir así nada más, quería sentir que verdaderamente este hombre iba a sufrir, un simple tiro no bastaría.
Primero le disparo a sus piernas, el mayor grito desesperadamente cayendo de rodillas al suelo, el suelo bajo sus pies comenzó a mancharse.
— Esto es por mi esposa — Pateó su cuerpo dejándolo agonizante en el suelo — Por mi hija — Continuo con otros tiros en el abdomen, comenzando a toser sangré y suplicando incoherencias — Y esto, por la ira de Dios.
Dos tiros certeros, dos más en la cabeza habían dado por finalizo la vida de un pobre diablo, un infeliz.
. . .
Vito camino desesperado al despacho del difunto padre siendo guiado por sollozos y golpes sobre una superficie, al entrar escucho los golpes en un armario y los gritos de su pequeña, no se sorprendió al ver el cadáver del hombre que los recibió a él y a Joe aquel día de la reunión.
Abrió rápidamente el armario trabado con unas tablas, entonces sintió el mayor alivio del mundo al ver a su pequeña allí adentro.
— Cariño, soy yo — Elevó a la niña en sus brazos aferradola con fuerza a su cuerpo, la pequeña María estuvo un momento en shock antes de reconocer a su padre y envolver sus brazitos en su cuello, aún llorando con fuerza — Todo está bien ¿Sí? Papá está aquí, no llores más.
— ¡Tenía mucho miedo papá! Esos hombres me llevaron del parque, me taparon la boca muy fuerte — Expresó levantando su mirada viendo a su padre llena de miedo, su frente y labio inferior brotaban sangre, sus lindos ojos azules tales a los de Vito reflejaban absoluto terror.
— Lo siento mucho cielo, esos hombres no volverán a hacerte daño, lo prometo — Le prometió culpable a su pequeña, ya se encontraba caminando fuera de allí mientras pasaba su mano por el rostro de María quitando rastros de sangre y lágrimas.
— No es tu culpa papá, tu me buscaste — Le dijo recostando su cabeza del hombro de Vito cerrando sus ojos, completamente cansada pero feliz de que su papá la haya encontró, era su héroe.
Scaletta solo pudo suspirar poniendo su mano en la cabeza de su hija aliviado de haberla encontrado sana y salva, sentía que si soltaba a su pequeña el mundo se encargaría de dañar su inocencia, su bien estar.
— Volvamos a casa, solo cierra los ojos para mí ¿De acuerdo? bambina mia.
Con esas últimas palabras Vito con su hija en brazos abandono aquella iglesia cuyas paredes y los ojos fijos de los santos había visto la mayor matanza en un sitio religioso en la historia de Empire Bay, motivos era uno simplemente, razones existían millones para argumentar las acciones de Scaletta.
No quería que su familia estuviera envuelta en estás cosas, fallo si, pero Vito no sé rendiría jamás, su familia era lo más importante y haría lo imposible por ella.
Después de todo, su ira era equiparable a la ira de Díos.
🌃 . . .
‹ 31. Ago. 2022 ›
credits for : @iamcxlleigh
Lamento cualquier tipo de error gramático u ortográfico. 🙇🏻♀️
@scalecatt me habías pedido algo similar hace un tiempo, me deje llevar un poco pero ojalá te guste. ♡
27 notes
·
View notes
Homilía IV Domingo de Adviento
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
Introducción Lecturas Comentario bíblico Pautas para la homilía Infantil
“ Darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús ”
Evangelio de hoy y lecturas
Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:
«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».
Natán dijo al rey:
«Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».
Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y habla a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?
Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.
En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre”».
Salmo
Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29 R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «Tu misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
«Sellé una alianza con mí elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R/.
«Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16, 25-27
Hermanos:
Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor.
2 notes
·
View notes