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#hernando viñes
docpiplup · 1 year
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Photos of the Order of Toledo (1/8)
@asongofstarkandtargaryen
I'll be publishing the photos I used in the collages, there are like 75, so it will take serveral posts.
This first post contains photos of some of the members of the Order, some of them are known that were took in Toledo although there are a couple that maybe are from other places.
Lorca: *Me and the guys going to Toledo*
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lilithsplace · 7 years
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Nina in garden, 1941-42 – Hernando Viñes (1904–1993)
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docpiplup · 2 years
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Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí & Pepín Bello + La Orden de Toledo
[Vagar durante toda una noche por Toledo,borracho y en completa soledad.
No lavarse durante la estancia.
Acudir a la ciudad una vez al año.
Amar a Toledo por encima de todas las cosas.
Velar el sepulcro del Cardenal Tavera]
Y aquí os dejo varias anécdotas y testimonios de algunos miembros del grupo:
》 Me parece que fue en 1921 cuando en compañía del filólogo A. G. Solalinde descubrí Toledo. Llegamos de Madrid en tren y nos quedamos dos o tres días. Desde el primer día quedé prendado, más que de la belleza turística de la ciudad de su ambiente indefinible.
》 El día de San José de 1923, fundé la «Orden de Toledo», de la que me nombré a mi mismo condestable. Aquella «Orden» funcionó y siguió admitiendo nuevos miembros hasta 1936. La decisión de fundar la «Orden» la tomé, como todos los fundadores, después de tener una visión. Se encuentran por casualidad dos grupos de amigos y se van a beber por las tabernas de Toledo. Yo formo parte de uno de los grupos. Me paseo por el claustro gótico de la catedral, completamente borracho, cuando, de pronto, oigo cantar miles de pájaros y algo me dice que debo entrar inmediatamente en Los Carmelitas, no para hacerme fraile, sino para robar la caja del convento. Me voy al convento, el portero me abre la puerta y viene un fraile. Le hablo de mi súbito y ferviente deseo de hacerme carmelita. Él, que sin duda ha notado el olor a vino, me acompaña a la puerta. Al día siguiente tomé la decisión de fundar la "Orden de Toledo". Mi último suspiro, Luis Buñuel.
》 Pepín Bello era el secretario. Entre los fundadores estaban Lorca y su hermano Paquito, Sánchez Ventura, Pedro Garfias, Augusto Centeno, el pintor vasco José Uzelay y una sola mujer, muy exaltada, discípula de Unamuno en Salamanca, la bibliotecaria Ernestina González. Venían después los caballeros, los escuderos, los invitados de los escuderos y los invitados de los invitados de los escuderos. Para acceder al rango de caballero había que amar a Toledo sin reserva, emborracharse por lo menos durante toda una noche y vagar por las calles. Los que preferían acostarse temprano no podían optar más que al título de escudero. De los invitados y de los invitados de los invitados ya ni hablo.
La fonda en la que nos hospedábamos [...] era casi siempre la «Posada de la Sangre», donde Cervantes situó La ilustre fregona. La posada apenas había cambiado desde aquellos tiempos: burros en el corral, carreteros, sábanas sucias y estudiantes. Por supuesto, nada de agua corriente. Luis Buñuel.
》 "¡Chinches toledanas! ¡Noches toledanas!...¡Rafael, Rafael, despierta! ¡Me están comiendo las chinches! María Teresa León en la Posada de la Sangre
》 Otro alto obigado en el camino era la tumba del cardenal Tavera esculpida por Berruguete. «Después, subíamos a la ciudad para perdernos en el laberinto de sus calles, acechando la aventura.
》 A menudo, en un estado rayano en el delirio, fomentado por el alcohol, besábamos el suelo, subíamos al campanario de la catedral y escuchábamos en plena noche los cantos de las monjas y los frailes a través de los muros del Convento de Santo Domingo. Nos paseábamos por las calles leyendo en alta voz poesías que resonaban en las paredes de la antigua capital de España, ciudad ibérica, romana, visigótica, judía y cristiana. Luis Buñuel
》 Cada uno de los miembros de la orden debía pagarme diez pesetas por alojamiento y comida. Luis Buñuel
》 Un día Luis nos empezó a pedir el dinero que llevábamos todos encima, y nos dijo que nos lo devolvería inmediatamente. Cogió todo nuestro dinero y se volvió a Madrid. Nos dejó a todos sin una perra. Tuvimos que pedir un préstamo a uno de los camareros de la Posada de la Sangre. Pepín Bello. 
》 Otras veces los jóvenes caballeros gastaban todo lo que traían de Madrid, y tenían que pedir dinero por telégrafo o recurrir a dibujar en los cafés y vender los dibujos. José Moreno Villa. Periódico El Nacional, México
》 Una noche, muy tarde y nevando, mientras callejeábamos, Ugarte y yo, oímos de pronto voces de niños que cantaban las tablas de multiplicar. De vez en cuando se interrumpían las voces y se oían risitas y la voz grave del maestro. Después se reanudaba el canto. Apoyándome en los hombros de mi amigo, conseguí izarme hasta una ventana; pero las voces callaron bruscamente y yo no pude ver más que oscuridad ni oír más que el silencio.
》 Otra noche, estando con las hermanas Ernestina y María Luisa Gonzá­lez, el mismo Condestable, esperando que las monjas de un convento entona­ran sus cánticos a las dos de la madrugada, vieron rondar dos figuras. Ellos estaban sentados en un poyo de rinconada, fumando, hablando bajo y disparándose besos. A la segunda o tercera vuelta, los rondadores se fueron aproximando cau­­telosamente Buñuel se levantó y empuñó la pistola que llevaba.
<<¿Qué quieren ustedes?>> <<Somos policías>> <<A ver las placas.>><<Como éstas. Y, ahora, venga esa pistola.>><< Tengo licencia. Véanla.>><< Está bien, pero vámonos a la comisaría. >>
Ya en ésta, preguntó el comisario a los guardias qué traían; contestaron:
<<Pues... aquí éstas... se besaban con este joven y estaban fumando... >> <<Hay muchas señoritas hoy que fuman y se besan –contestó bonachón el comisario. >>
El Condestable y sus amigas pudieron seguir sus románticas peregrinaciones.
》 Toledo tiene ese aire de ciudad antigua, de misterio, de silencio, que a nosotros nos gustaba tanto. Pepín Bello
》 El plan de Toledo pues, ¡bah! teníamos muy poco dinero, como estudiantes, contábamos con muy pocas posibilidades. Y el viaje consistía en irse el sábado por la tarde, cuando ha anochecido ya por la tarde, a Toledo, en tren naturalmente, y en tercera, en tren y en tercera. Parece mentira pero entonces se tardaban dos horas, de Madrid a Toledo, en el tren.
Llagábamos a la estación y a pie subíamos a Toledo. Bueno allí ya pues, nos sentábamos en Zocodover a tomar una copa o nos empezábamos a callejear y a beber dieces de tinto. No, no, no era nada de lujo, nada, y además no teníamos para más. Y muchas veces nos alegrábamos un poco y tal. Después llegaba la hora de la cena, y en cualquier tasca, pues cenábamos. Y después de cenar, si ya, el callejear por Toledo, el ir a la plaza de Santo Domingo el Antiguo y todo aquello, donde estaba la bibliotequita de Bécquer. Bueno pues, así andábamos pues hasta bastantes horas de la madrugada, hasta las dos o las tres de la mañana. Charlando, evocando, callejeando sobre Toledo: ¡es tan extraordinario! Y ya pues a una cierta hora, ya nos recogíamos. Y nos recogíamos en la Posada de la Sangre, que estaba allí, que dijeron que la iban a reconstruir, bueno yo creo que es irreconstruible... Era pues un patio sucio y tal, desempedrado, empedrado, y con un carro a un lado y con una mula comiendo al otro, y una escalerilla que sube...eso no se puede reproducir, eso es una cosa que la hizo así el tiempo, los siglos y eso no se puede reconstruir. Por eso yo creo que han hecho bien, en no... Hubieran hecho un pastiche. Bueno y allí dormíamos. No me acuerdo si dormir nos costaba algo así como una peseta o así, dormir. Un sitio de limpieza bastante dudosa, claro. Y ya por la mañana nos levantábamos, le estoy diciendo un día cualquiera vamos, nos levantábamos e íbamos a Zocodover, lo primero a Zocodover, la posada estaba a dos palmos de Zocodover. Y en Zocodover desayunábamos. No teníamos el cuerpo del todo entonado porque habíamos dormido poco, y habíamos bebido bastante y tal y cual, y en fin, allí en Zocodover descansábamos un poco. Nos tomábamos un café caliente y tal. Y entonces fue cuando Buñuel descubrió que descansaba mucho y que despejaba la cabeza limpiarse el calzado. Y era verdad, era verdad. Parece una frivolidad pero es verdad. De estar mal dormido y tal, y con el cuerpo bien tocado...por lo menos había betuneros, había muchos, ya no creo que haya ninguno.
Bueno. Y nos limpiábamos el calzado. Y empezaba la visita a Toledo, que empezábamos por la Catedral. Empezábamos por la Catedral, bueno íbamos a ver... digo una vez ¿verdad? Claro hemos ido a ver [...] San Lorenzo, digo Santo Tome y, bueno yo me conozco todo Toledo bastante bien. íbamos a la catedral, subíamos hasta el campanario. Me acuerdo que había a la mitad de altura o así un pasillo que decía Paso a los gigantones. No sé si existe eso ahora.
Bueno y allí en el campanario que tiene huecos a los 4 lados, pues allí pues veíamos Toledo, donde íbamos a ir luego, donde habíamos estado otras veces, pues allí y tal, pues allí el Alcázar, pues allí tal, Santo Tome, el [...] de Santo Tome no se llega a ver, depende. Y así pasábamos de un hueco a otro de la torre hablando y disfrutando de Toledo, vamos. Y allí estábamos un buen rato.
Luego pues seguíamos callejeando un poco e inventando algunas cosas o lo que fuera e íbamos a comer a la Venta de Aires, no a la actual Venta de Aires que yo no le quito nada a la actual, pero no tiene carácter ninguno. Y aquella sí, aquella era una ventita que estaba también fuera de Toledo, una venta pequeña, pues nada, con un pequeño patidillo blanqueado, sería como esta habitación con una parra, una cosa modesta, todo. Una venta de extrarradio. Pero en fin, hacían las perdices muy bien, las perdices escabechadas, y tenían buen...muy buen vino de Yepes. Y allí pues nos tirábamos la tarde, hablando, Federico recitaba, que recitaba muy bien, Dalí pues hacia sus cosas, sus dibujos... Moreno Villa venia con nosotros ¿lo conocen ustedes a Moreno Villa?
Bueno, total que después de...ya se echaba la tarde encima y había que volver a Madrid y tal, y desde la Venta de Aires, pues si hay una cosa que no fallaba nunca es ir al Hospital Tavera, al Hospital, al Hospital de Afuera. Y allí sí hay, dábamos una vuelta [alrededor] viendo a los grecos y viendo sobre todo el sepulcro de Tavera, con las escaleritas al pie de madera ¿verdad? Allí pues claro, se filosofaba y se inventaba y se hacia todo lo que se podía decir. Bueno realmente es un sepulcro...un sepulcro extraordinario. Y la efigie de él es escalofriante de verdad. Bueno pues allí hablábamos, en el patio aquel dividido, el patio de allí es precioso. El patio más bonito de...no de España, del mundo. Y de allí pues lentamente y tal pues a la estación y a Madrid, y eso era todo lo que hacíamos. Pepín Bello
》 En el campanario de la catedral «nos sentábamos en los alféizares de los balcones» y «competíamos para ver quién conocía con mayor profundidad la ciudad. Por ejemplo, uno decía el nombre de una plaza que divisábamos desde esa panorámica tan majestuosa, y los demás habíamos de ir citando de memoria una posible ruta y los nombres de las calles que nos llevarían hasta esa plaza. Converaciones con José "Pepín" Bello.
》 A pesar del rigor para ser admitido, yo lo fui ese año. Fundada hacía algún tiempo por aquel grupo de amigos residentes, el principal deber de sus cofrades consistía en vagar, sobre todo de noche, por la maravillosa y mágica ciudad del Tajo (...) Cumpliendo cláusulas severas del reglamento de la orden, los hermanos dejaban la posada cuando ya del reloj de la catedral había caído la una, hora en que todo Toledo parece estrecharse, complicarse aún más en su fantasmagórico y mudo laberinto. Aquella noche de mi iniciación en los secretos de la orden salimos a la calle, llevando todos los hermanos, menos yo, ocultas bajo la chaqueta, las sábanas de dormir, sacadas con sigilo de las camas de nuestros cuartos. Luis Buñuel actuaría de cofrade mayor. El acto poético y misterioso preparado para la madrugada, iba a consistir en hacer revivir toda una teoría de fantasmas por el atrio y la plaza de Santo Domingo el Real. Después de un tejer y destejer de pasos entre las grietas profundas del dormido Toledo, vinimos a parar al sitio del convento en el instante en que sus defendidas ventanas se encendían, llenándose de velados cantos y oraciones monjiles. Mientras se sucedían los monótonos rezos, los cofrades de la hermandad, que me habían dejado solo en uno de los extremos de la plaza, amparados entre las columnas del atrio, se cubrieron de arriba abajo con las sábanas, apareciendo, lentos y distanciados por diversos lugares, blancos y reales fantasmas de otro tiempo, en la callada irrealidad de la penumbra toledana. La sugestión y el miedo que comencé a sentir iban subiendo, cuando de pronto las ensabanadas visiones se agitaron y, gritándome: "¡Por aquí, por aquí!", se hundieron en los angostos callejones, dejándome -una de las peores pruebas a que se veían sometidos los novatos de la hermandad- abandonado, solo, perdido en aquella asustante devanadera de Toledo, sin saber dónde estaba y sin la posibilidad consoladora de que alguien me indicase el camino de la posada, pues además de no encontrar a esas alturas de la noche un solo transeúnte, en Toledo, si no le informan a uno a cada treinta metros, puede considerarse, y aun durante el día, extraviado definitivamente. Así que me eché a caminar por la primera callejuela -muy contento, por otra parte, de mi falta de brújula-, decidido a dejarme perder hasta el alba. Andar por Toledo, y en la oscuridad de una noche sin luna como aquélla, es adelgazarse, afinarse hasta quedar convertido en un perfil, una lámina humana, dispuesta a herirse todavía, a cortarse contra los quicios de tan extraña resquebrajadura, es volverse de aire, silbo de agua para aquellos enjutos pasillos, engañosas cañerías, de súbito chapadas, sin salida posible, es siempre andar sobre lo andado, irse volviendo pasos sin sentido, resonancia, eco final de una perdida sombra.
Perdido y mareado de sobra estaba yo, cuando de pronto, en uno de esos imprevistos ensanches -brusquedad de una grieta que supone una plaza, codazo de una calleja que hunde un trecho de espacio para el murallón de un convento, una iglesia, un edificio señorial-, se levantó ante mí un desmelenado y romántico muro de yedra, entre la que clareaba algo que me hizo forzar la mirada para comprenderlo. Era una losa blanca, una lápida escrita, interrumpida aquí y allá por el cabello oscuro de la enredadera. El temblequeo de un farolillo colgado a una hornacina me ayudó a descifrar: "AQUÍ NACIÓ GARCILASO DE LA VEGA..." La inscripción continuaba en letra pequeña, dificil de leer, aumentando otra vez de tamaño al llegar a los números que indicaban el año de nacimiento y el de la muerte del poeta: 1503-1536. Y me pareció entonces como si Gacilaso, un Garcilaso de hojas frescas y oscuras, se desprendiese de aquella enredadera y echase caminar conmigo por el silencio nocturno de Toledo en espera del alba.》«A medianoche sacamos las sábanas de la cama, y con ellas Buñuel se vistió de fantasma. Desapareció y se fue al atrio de la iglesia de Santo Domingo. Apareció sin que se le vieran los pies; la mano así, colgada de las sábanas, y haciendo el fantasma; era realmente impresionante, y tuvimos miedo de que apareciera el sereno, se asustara y empezara a tiros con nosotros. Esa era una de las cosas que hacían los Hermanos de Toledo. No estuve más que esa noche, y fui admitido en la Orden. Rafael Alberti en Converaciones con Buñuel. Max Aub.
Comíamos casi siempre en tascas, como la Venta de Aires, donde siempre pedíamos tortilla a caballo (con carnes de cerdo) y una perdiz y vino blanco de Yepes.
》 Hubo un dibujo de Dalí, formidable, en la pared, a lápiz: todos los Hermanos de la Orden de Toledo. Allí duró bastantes años, después lo encalaron y lo borraron. Rafael Alberti sobre la Venta de Aires. Conversaciones con Buñuel. Max Aub
》 A Buñuel, como a Lorca y a Dalí, le habían fascinado desde su infancia los disfraces, y el entusiasmo de la comparsa en este sentido era contagioso. Los miembros de la orden se paseaban por Toledo en los más estrafalarios y, a veces, escandalosos atuendos. Buñuel daba rienda suelta a su necesidad compulsiva de disfrazarse de cura.... La vida desaforada de Salvador Dalí. Ian Gibson.
》 Para ellos era un lugar de peregrinaje sagrado, pero no de manera religiosa. Las razones de esa pasión por Toledo no las he llegado a entender del todo. Quizás fue la mezcla de pueblos, culturas e imágenes que uno se encontraba. Claude Carrière
》 Le recordaba yo a Buñuel aquellas fantasmagóricas noches toledanas, como también algunas de sus feroces bromas, entre otras, la de lanzar, a la madrugada, grandes cubos de agua bajo la puerta de las celdas donde dormían Federico, Pepín Bello o Dalí... ¡Tiempos gloriosos en la Residencia madrileña de Estudiantes!
<< ¡Chico! -me interrumpió, entusiasmado, atenta la mirada, con esa expresión fija, escrutadora, de los sordos- ¡Qué maravilla que me estés recordando ahora todo eso después de más de 50 años! ¡Qué bueno! No nos hemos renovado en nada. Seguimos hablando de lo mismo.[…] >>
<< Es verdad, Luis. Tienes razón. No nos hemos renovado en nada. Aquellos maravillosos años circulan aún por nuestras venas, fecundándonos, cegándonos con deslumbrador recuerdo. >> Rafael Alberti
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docpiplup · 2 years
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Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí & Pepín Bello + La Orden de Toledo (Parte 4)
Vagar durante toda una noche por
Toledo, borracho y en completa soledad.
No lavarse durante la estancia.
Acudir a la ciudad una vez al año.
Amar a Toledo por encima de todas las cosas.
Velar el sepulcro del Cardenal Tavera
(Wander for a whole night through Toledo,
drunk and in complete solitude
do not wash during these days
go to the city once a year
Love Toledo above all things
Watch over the tomb of Cardinal Tavera)
》 Toledo tiene ese aire de ciudad antigua, de misterio, de silencio, que a nosotros nos gustaba tanto. 
(Toledo has that air of an ancient city, of mystery, of silence, that we liked so much)
》 El plan de Toledo pues, ¡bah! teníamos muy poco dinero, como estudiantes, contábamos con muy pocas posibilidades. Y el viaje consistía en irse el sábado por la tarde, cuando ha anochecido ya por la tarde, a Toledo, en tren naturalmente, y en tercera, en tren y en tercera. Parece mentira pero entonces se tardaban dos horas, de Madrid a Toledo, en el tren.
(Toledo's plan, well, bah! We had very little money, as students, we had very few possibilities. And the trip consisted of leaving on Saturday afternoon, when it was already dark in the afternoon, to Toledo, naturally, by train, and in third gear, by train and in third gear. It seems unbelievable but then it took two hours, from Madrid to Toledo, on the train)
Llagábamos a la estación y a pie subíamos a Toledo. Bueno allí ya pues, nos sentábamos en Zocodover a tomar una copa o nos empezábamos a callejear y a beber dieces de tinto. No, no, no era nada de lujo, nada, y además no teníamos para más. Y muchas veces nos alegrábamos un poco y tal. Después llegaba la hora de la cena, y en cualquier tasca, pues cenábamos. Y después de cenar, si ya, el callejear por Toledo, el ir a la plaza de Santo Domingo el Antiguo y todo aquello, donde estaba la bibliotequita de Bécquer. Bueno pues, así andábamos pues hasta bastantes horas de la madrugada, hasta las dos o las tres de la mañana. Charlando, evocando, callejeando sobre Toledo: ¡es tan extraordinario! Y ya pues a una cierta hora, ya nos recogíamos. Y nos recogíamos en la Posada de la Sangre, que estaba allí, que dijeron que la iban a reconstruir, bueno yo creo que es irreconstruible… Era pues un patio sucio y tal, desempedrado, empedrado, y con un carro a un lado y con una mula comiendo al otro, y una escalerilla que sube…eso no se puede reproducir, eso es una cosa que la hizo así el tiempo, los siglos y eso no se puede reconstruir. Por eso yo creo que han hecho bien, en no… Hubieran hecho un pastiche. Bueno y allí dormíamos. No me acuerdo si dormir nos costaba algo así como una peseta o así, dormir. Un sitio de limpieza bastante dudosa, claro. Y ya por la mañana nos levantábamos, le estoy diciendo un día cualquiera vamos, nos levantábamos e íbamos a Zocodover, lo primero a Zocodover, la posada estaba a dos palmos de Zocodover. Y en Zocodover desayunábamos. No teníamos el cuerpo del todo entonado porque habíamos dormido poco, y habíamos bebido bastante y tal y cual, y en fin, allí en Zocodover descansábamos un poco. Nos tomábamos un café caliente y tal. Y entonces fue cuando Buñuel descubrió que descansaba mucho y que despejaba la cabeza limpiarse el calzado. Y era verdad, era verdad. Parece una frivolidad pero es verdad. De estar mal dormido y tal, y con el cuerpo bien tocado…por lo menos había betuneros, había muchos, ya no creo que haya ninguno. Pepín Bello
(We would arrive at the station and on foot we would go up to Toledo. Well, then, we would sit down in Zocodover to have a drink or we would start wandering around and drinking tens of red. No, no, it was nothing fancy, nothing, and besides, we had no more. And many times we were happy a little and such. Then it was time for dinner, and in any tavern, well, we had dinner. And after dinner, yes, strolling through Toledo, going to the Plaza de Santo Domingo el Antiguo and all that, where the little library of Bécquer was. Well, that's how we went until quite a few hours in the morning, until two or three in the morning. Chatting, evoking, wandering around Toledo: it's so extraordinary! And then, at a certain time, we would pick ourselves up. And we went to the Posada de la Sangre, which was there, they said they were going to rebuild it, well, I think it can't be rebuilt... It was a dirty patio and such, unpaved, cobbled, and with a car on one side and with one mule eating the other, and a ladder that goes up… that cannot be reproduced, that is something that time, the centuries, made it that way and that cannot be reconstructed. That is why I think they have done well, in no… They would have made a pastiche. Well, we slept there. I don't remember if sleeping cost us something like a peseta or something like that, sleeping. A rather dubious cleanup site, of course. And in the morning we got up, I'm telling you, any day we go, we got up and went to Zocodover, the first thing to Zocodover, the inn was two inches from Zocodover. And in Zocodover we had breakfast. Our bodies weren't completely in tune because we hadn't slept a lot, and we had drunk a lot and such and such, and anyway, there in Zocodover we rested a bit. We had hot coffee and such. And that was when Buñuel discovered that cleaning his shoes cleared his head and he rested a lot. And it was true, it was true. It seems frivolous but it is true. Of being badly asleep and such, and with the body well touched... at least there were shoe polishers, there were many, I don't think there are any anymore)
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lilithsplace · 8 years
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'Woman reading the newspaper' (Femme lisant le journel), 1929                    Hernando Viñes (1904–1993)
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