Tumgik
#pabtiago
itspabblo · 2 years
Text
Epílogo
******************************
Diego, puede ser que ya no estés acá conmigo, pero, podemos al menos fingir por un momento que estamos en la cama y tú te acurrucas en mi pecho; yo te envuelvo con mis brazos hasta que te quedes dormido, mientras yo aguanto unos minutos más, para poder sentir tu respiración sobre mí. Disfrutar tu mano que has apoyado en mi hombro y darte suaves y tiernas caricias en tu espalda diciéndote, con cada una de ellas lo mucho que te amo.
Maldita sea, ¡cuánto te extraño!
******************************
JUEVES. MAÑANA.
Javi.
Ya ha pasado un año desde que… desde que Diego se marchó. No puedo decir que se marchó porque nunca… en fin. Hace un año que lo vi por última vez y, aunque estuve muy mal durante varias semanas – fueron meses en realidad – poco a poco he logrado seguir adelante. De todas maneras, le prometí que lo haría. Él me dijo esa última vez que hablamos de que yo lo había ayudado, le di la relación que siempre quiso, la relación perfecta; pero la verdad es que fue él quien me ayudó a mí. Las cosas en mi vida cambiaron demasiado después de conocerlo. Después de compartir con él. Desde que aprendí lo que es amar a alguien y ser amado.
¡Si supieras cuanto te extraño Diego!
Bradley ha sido de gran ayuda en todo este tiempo; con sus ocurrencias y locuras, me ayuda a olvidar por momentos su ausencia, es en las noches, que todo empeora. Vuelvo a vivir aquella noche – siete en punto – cuando me dio un último beso y no pude decirle nada más. Simplemente desapareció. Días después, le pedí favor a JJ que me dijese donde está enterrado Diego y él, gustosamente, me llevó hasta su tumba.
El cementerio donde se encuentra me causó escalofríos con solo entrar; viejos mausoleos altos, grandes hileras de tumbas apiladas una sobre otra y, un poco más adentro, un área verde que luce lápidas de muchas formas, tamaños y colores colocadas cada tanto. Algunas revelan su antigüedad por lo dañado o los brotes de musgo y plantas que nacen en las grietas. No puedo decir que se exactamente dónde está Diego, el camino lo recorro como estando en automático; me parece surrealista todo el momento. Luego de caminar por algunos minutos llegamos a nuestro destino.
Estoy justo delante de su tumba. No logro creerlo aún. Ver aquella lápida negra que, en letras blancas, tiene escrito encima: “Diego Andrés Reitch" así como la fecha en que fue asesinado, es demasiado para mí. No puedo soportarlo y, sin previo aviso, rompo a llorar desconsoladamente. De alguna manera, hasta en este momento se hizo real para mí la despedida; hasta ahora que estoy de pie ante la tumba de Diego comprendo que jamás lo volveré a ver. JJ se compadece de mí y se queda consolándome hasta que logro calmarme lo suficiente. Aunque lo he conocido por trabajo – a JJ – lo que he podido tratarlo me hace comprender porque fue amigo de Diego, es muy buena persona, bastante agradable una vez que te acostumbras a su manera de ser, la cual es muy peculiar.
Estuvimos bastante tiempo delante de la tumba de Diego, incluso más del esperado, pero, yo no quiero marcharme, no quiero dejar solo a Diego, sin embargo, JJ me señala que ya es momento de volver a la oficina y se lo prometí – a Diego – que esta vez haré todo correctamente así que no me queda más remedio que aceptar que hay que irnos. Me acerco un poco más a la tumba y coloco mi mano sobre la lápida; se me hace un nudo en la garganta y siento un gran vacío en mi estómago. Aún no puedo creerlo.
“Hay tantas cosas que me gustaría que vieras – últimamente he tomado la costumbre de sentarme cada noche en la sala del apartamento y hablar en voz alta, de alguna manera espero, creo, mejor dicho, que Diego me escucha – en el trabajo todo va bastante bien. Mi padre al menos ya me ha llamado para saber cómo estoy, créeme, eso es un gran, gran cambio. JJ es muy bueno en su trabajo, creo que se ha hecho amigo de todos en la oficina. Creo que hasta yo he cambiado, en la oficina ya no me ven con odio, algunos aun con miedo, pero ya es un avance y… - No puedo evitar llorar – todo es gracias a ti. Me cambiaste, me hiciste querer ser mejor… me hiciste darme cuenta de que yo soy un hombre que quería amar… y contigo logré hacerlo. Te extraño demasiado, no te imaginas cuánto. Si supieras lo mucho que anhelo recibir un mensaje tuyo, o llegar al apartamento y ver tu cara de bobo. Que hubieses conocido a Bradley, él te hubiera caído bien, y tantas cosas que soñé, sueños que tuve gracias a ti… te debo tanto Diego". No sé qué más decir, simplemente me acurruco en el sillón y, sin darme cuenta, me quedo dormido.
JUEVES. NOCHE.
******************************
¿Habré logrado hacerte realmente feliz? Yo sé que eso es lo que tú tanto querías, casi tanto como ser amado. Déjame decirte, Diego, yo si te amé como jamás lo he hecho; aún sigo amándote y por eso me duele tanto que no estés. He tratado con todas mis fuerzas vivir correctamente; he intentado cambiar y ser así como tú me conociste, pero se me están acabando los motivos para seguir así. A veces pienso que todo sería más fácil si ahogo mi tristeza, si borro tu ausencia con alcohol. Al menos pasaría un momento libre de este dolor… al menos por un momento no te extrañaría.
¡Ojalá hayas podido darte cuenta lo mucho que te amo Diego!
******************************
VIERNES. MAÑANA.
Javi.
Gracias a un pequeño, pero molesto rayo de sol que se cuela por la ventana y justo termina en mi rostro logro despertarme. Por un momento me sentí desubicado, vale ni siquiera sé qué día es. Bostezo varias veces, me estiro y bostezo un par de veces más en un intento de reaccionar y despertar bien. Luego de un par de minutos finalmente estoy bien despierto, aunque sigo estando cansado y… me hace falta. Siempre mi primer pensamiento es lo mucho que lo extraño.
Son las seis de la mañana, pero mi estado de ánimo está peor que nunca; tengo tantas ganas de llorar que apenas logro contener las lágrimas. Como una película que no termina veo en mi cabeza cada momento que compartimos con Diego, lugares a los fuimos – o creo que fuimos porque, al final, no estoy seguro de que fue lo que vivimos – y, de alguna manera, siento que me hace aún más falta hoy.
- Hola. Disculpa, pero no llegaré hoy. No me siento de ánimo. Te veo el lunes.
- ¿Anda todo bien Javi? ¿Todo está en orden? – Vicky debería de darme algo de crédito, tengo casi un año de que no he tenido que llamarla en plena madrugada pidiéndole que me rescate de algún bar, me lleve al hospital o me saque de la cárcel.
- Si, todo bien. No te preocupes, es solo… no es buen día.
- Comprendo. Pero ten presente que no es bueno que te encierres solo Javi. Perder a alguien es complicado, pero hay otras personas que están pendientes de ti – le conté todo lo que ocurrió con Diego, todo. Ella no dudó de ninguna palabra que dije. Escuchó muy atenta y, cuando terminé de hablar, trato de darme palabras de ánimo, aquellas que le das a las personas que acaban de perder a un ser querido. Vicky me sorprende muchas veces.
- Yo sé Vicky 😪. Trataré de mejorar mi ánimo.
- Estaré pendiente por cualquier cosa que necesites.
- Gracias.
No tengo ganas de hablar con nadie. Lo que quiero, en realidad, es quedarme metido en la cama, apartado de todos, lejos de todos y… estar solo. Desbloqueo el teléfono otra vez y presiono la tecla lateral hasta que aparece en la pantalla la opción de “apagar". La presiono y lo tiro al otro sillón, lejos de mí. No veo una razón para moverme del sillón, al contrario, me acurruco aún más y cierro los ojos. Solo necesito… a Diego.
VIERNES. NOCHE.
******************************
¿Podrás escucharme allá en donde estés? Espero que el universo te deje siquiera venir conmigo cada vez que te hablo. Tú me hiciste prometerte que todo lo haré bien, que seré mejor persona, pero, jamás me enseñaste como lograrlo estando sin ti. Jamás me había enamorado y, ahora que lo hice, fue precisamente de ti y tú ya no estás. Diego en serio te extraño demasiado, quisiera poder tomarte de la mano y, debo decirte, a veces, siento como si me la estuvieses acariciando, tal como solo tú lo hacías. A veces, cuando me acuesto a dormir, creo que estás acurrucado en mi pecho, juro que puedo sentir el aroma de tu cabello, hasta puedo sentir esos mechones que jamás lograbas peinar. Pero abro los ojos y me doy cuenta de que no estás conmigo, tú te has ido y yo me quedé solo. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo se supone que voy a seguir mi vida si no estás conmigo?
¿Por qué no pude conocerte tiempo atrás? Antes de… de Matt. Te extraño mucho mi amor y, no estoy seguro de que va a suceder conmigo. No sé si lograré mantener mi promesa.
******************************
Javi.
Creo que me pasé todo el día dormido en el sillón y, honestamente, fue muy mala idea. Me duele todo el cuerpo; tengo una cama muy cómoda en el dormitorio, pero no, tenía que quedarme aquí y – siento completamente tieso el cuello – decido quedarme en el sitio más incómodo que pude encontrar. Creo que no había dormido tanto tiempo antes, literal todo el día. No sé qué tan tarde será, pero, si estoy seguro de que es de noche. Todo está oscuro.
Muy despacio y con demasiado cuidado estiro cada parte de mi cuerpo. La espalda y el cuello me duelen tanto que, si pudiera, ni siquiera los movería, pero necesito ponerme de pie, además, ya tengo un poco de hambre; si mal no recuerdo, no he hecho las compras y, estoy casi seguro, que no tengo algo para cocinar. Tendré que salir. No estoy muy animado a querer hacerlo, pero, tampoco puedo desaparecer del mundo completamente, así que cojo mi teléfono y lo prendo. Unos segundos después veo que tengo algunas notificaciones de Facebook, es decir, nada importante; algunas otras de Twitter y una de Instagram que me está informando que Bradley ha subido una nueva foto. No necesito verla para saber que se trata de él haciendo alguna mueca o, aún más probable, él luciendo como todo un modelo de revista y, mejor aún, si se puede notar el azul de sus ojos. Por alguna razón siento una gran decepción a ver todas las notificaciones; creo que, dentro de mí, esperaba ver alguna que dijera: “Diego”. Pero eso no puede ocurrir.
- Diego… – y, el decirlo en voz alta me hace darme cuenta de algo. Justamente hoy, un año atrás, lo vi por primera vez en el ascensor. Recuerdo que ese día no tenía ánimos para cocinar y por eso decidí ir a comer… ir a comer porque no tengo nada aquí. Ir otra vez al mismo lugar, un año después. ¿Será posible?
Una idea se ha fijado en mi mente y, aunque intento yo mismo darle vuelta una y otra vez para convencerme de que no es posible, no lo logro. Mi corazón late rápido; siento como la emoción me recorre todo el cuerpo. No quiero hacerme ilusiones, pero hay una pequeña parte dentro de mí que me dice que es posible. Puede volver a ocurrir y, de ser así, lo volveré a ver. No sé bien cómo funciona esto. Es más, ni siquiera sé si de verdad funcionará, pero, si hago todo tal como lo hice aquel día, puede ser que ocurra lo mismo.
Universo, espero que me puedas apoyar en esto. Solo necesito verlo una última vez.
Revuelvo todo en mi armario buscando un par de jeans, una playera y una chaqueta específica. Debo vestir igual. Todo lo debo hacer exactamente igual y, para ser honesto, al menos en mi rutina casi nada ha cambiado desde aquello. Bueno, ahora vivo encerrado, no hablo con nadie, ni siquiera a Bradley he podido verlo desde hace dos meses y en el trabajo me estoy encerrado en la oficina. Solo Vicky y JJ entran de vez en cuando, están unos minutos y se marchan.
Siete de la noche. Veo la hora en el teléfono y todo va perfecto. Es casi la misma hora de aquel día. Antes de salir del dormitorio me veo en el espejo. Todo luce bien. Llevo mis jeans azules viejos, la playera blanca que desde hace meses no usaba y la chaqueta azul con las mangas grises. Llevo también puestas las pulseras que forman la bandera gay en la muñeca derecha. Reviso varias veces mi atuendo, mi peinado. Me dije que no quiero hacerme ilusiones, pero, creo que eso ya es muy tarde. En mi mente solo da vueltas la idea de volver a ver a Diego a pesar de esa pequeñísima voz que me está diciendo que no sucederá.
Siete y diez de la noche. Reviso nuevamente la hora en el teléfono y, como veo que estoy listo, salgo corriendo del apartamento directo al pasillo, al ascensor – gracias universo por dejar uno en mi nivel – y al sótano. Todo va bien. Sin perder tiempo me subo al vehículo, lo arranco y salgo del estacionamiento a toda velocidad. Si no recuerdo mal, hace un año llegué casi a esta hora al restaurante, así que, este año, debo llegar igual.
Las siete y treinta. “Llegué justo a tiempo”, me dije a mí mismo cuando vi el reloj que está colocado en una de las paredes del restaurante. Al verme, la señorita de la entrada me saluda, como siempre lo hacen; yo le indico que necesito una mesa solamente para mí, de preferencia que sea butaca y, aún mejor, si pudiese ser cerca de la entrada a los baños. Al escuchar mi ubicación tan precisa en que quiero la mesa me lanza una mirada de sorpresa y curiosidad, pero, sin negarse, me condujo a mi mesa. ¡Bien! Es exactamente la misma del año pasado.
Siento que me tiembla todo el cuerpo. Luego de golpearme las rodillas al sentarme en la butaca, quedando de espaldas hacia el restaurante y teniendo frente a mí, a un par de mesas de distancia, la puerta de los baños, trato de respirar profundo en un intento fallido por calmarme. Es tanta mi emoción que hasta el apetito se me ha ido. Sostengo el menú en mis manos, pero no logro siquiera leer lo que dice. Solo pienso en que, una hora más tarde, y un poco más, me encontraré con Diego, estoy seguro de ello. Pero debo hacerlo todo igual que hace un año.
Vuelvo a respirar pausadamente y me enfoco en el menú, aunque, en realidad, ya sé que pediré. Será lo mismo de aquella vez.
Cuando llega el mesero, le pido un vaso de gaseosa sabor cola, sin hielo, y un plato que consiste en chiles jalapeños partidos a la mitad, rellenos de carne, una mezcla de queso parmesano y mozzarella, y todo eso envuelto en tocino y bañados con una salsa que, honestamente, no puedo decir de que está hecha, pero que vale mucho la pena. Pido, también, una porción de aros de cebolla y más bebida. Creo que los nervios me tienen deshidratado.
“Todo tiene que ser como el año pasado” ha sido mi pensamiento de toda la noche y, por lo mismo, no puedo dejar toda la comida. Tengo el estómago revuelto y, aunque no he logrado recuperar el apetito, me obligo a mí mismo a comerme todo lo que pedí. Lo único que no tuve problema fue para tomarme cinco vasos de gaseosa; quisiera uno más, pero, hace un año, solamente pedí cinco.
Ocho cincuenta de la noche. Ya casi es hora de salir; falta poco para ver a Diego otra vez. Curiosamente, el restaurante está casi igual que hace un año. Hay muy pocas personas. Luego de pagar la cuenta, decido pasar al baño, tal como hace un año, a sacar toda la gaseosa que he tomado y, también, a arreglarme un poco para ver a Diego. No sé, en realidad, que le diré en cuanto lo vea, aunque, estoy casi seguro de que me lanzaré a sus brazos y le plantaré un gran beso en sus labios. Veré fijamente su cara de bobo y esos ojos tristes y no diré nada. Simplemente lo abrazaré para no soltarlo. Juro que casi puedo sentir sus brazos alrededor mío, su aroma llenando mi nariz… casi puedo ver su rostro de bobo sonriendo frente a mí.
- ¡Mierda! – grito cuando me doy cuenta de que me quedé divagando en sueños en el baño; veo mi teléfono. Nueve y cinco de la noche. Falta un minuto para verlo en el ascensor. Salgo corriendo del baño y atravieso el restaurante esquivando a un par de meseros y un señor que iba entrando. Cojo directo hacia el pasillo de ascensores y es entonces cuando lo escucho. Siento como el corazón palpita aún más fuerte que antes. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me llena una emoción que no puedo describir. La campanilla del ascensor anunciando que está cerrando las puertas.
- ¡Hey detenlo por favor! – alcanzo a gritar. Justo en este momento no sé qué esperar. No puedo siquiera imaginar que cara pondrá Diego cuando me vea entrar otra vez en el ascensor, justo como hace un año. Solo que ahora no me quedaré callado; ahora ya lo conozco, ya sé que lo amo y estoy seguro de que quiero estar con él, lo quiero conmigo y, no sé ni porque o como ha ocurrido todo, pero si algo sí sé es que no permitiré que se desperdicie un solo minuto. Amo demasiado a Diego; él es mi primer amor… mi único y verdadero amor. Es mi amor a primera vista.
Estando a tan solo unos pasos para llegar al ascensor, puedo ver como se abren las puertas de este. “Sí, justo como hace un año” pienso mientras apresuro el paso para llegar. Después de un año sin ver a Diego, estoy a tan sólo un par de metros de tenerlo frente a mí. Definitivamente no estoy en forma porque ya estoy cansado, sin embargo, creo que la emoción y adrenalina del momento me están impulsando; es como si el ascensor fuese un agujero negro y yo un planeta que está siendo atraído sin presentar resistencia. Un metro. Ya solamente falta un metro para llegar; ya puedo ver parte del interior del ascensor; falta muy poco para ver la cara de bobo que amo tanto; falta muy poco para que se me quede viendo fijamente y se sonroje cuando lo descubra.
Justo estoy colocando un pie adentro del ascensor cuando la campanilla de este suena y, detrás de mí, las puertas se cierran; apenas logro respirar, pero no importa. Logré llegar al ascensor, tal como hace un año. Y ahí está, delante de mí. Puedo ver sus zapatos y, lentamente, subo la vista. Carga unos jeans azules algo desgastados. Lleva una camisa de cuadros, azules y grises y…
- ¿Estás bien? ¿A qué nivel te diriges? – escucho las preguntas que me hacen, pero no logro responder. Me quedo congelado en el sitio donde estoy; todos mis músculos se tensan, mi respiración entrecortada no logra tomar un ritmo normal. Mi corazón palpita tan rápido como puede – Oye ¿todo bien… Javi?
- Sí… sí. Todo bien – logro responder, pero sin dar crédito a lo que veo, a lo que está sucediendo.
- No te vi venir, sino te hubiese esperado. Javi ¿estás bien? Te veo algo pálido.
- Todo bien, todo bien – alcanzo a decir, pero aún sin moverme. Apenas logro percibir como el ascensor va descendiendo.
- Oye, aprovechando que estás aquí… disculpa lo de la otra vez, el que simplemente me haya marchado. Creo que esa última plática que tuvimos… no salió del todo bien. ¿Cómo has estado? Creo que la última vez que nos vimos fue hace como un año más o menos.
- Sí, hace un año – definitivamente estoy como en shock. No puedo creer lo que está ocurriendo. Hice en mi cabeza miles de ideas, me formé miles de sueños… recreé miles de escenarios, pero, ahora que estoy acá, en el ascensor, simplemente no logro reaccionar.
- Vale, mira yo me he quedado en el sótano dos, ¿te quedaste también en ese? – solo asentí con la cabeza – mira y, no sé qué piensas, pero podríamos salir de aquí e ir a otro lado. Creo que tendremos bastante de que hablar – lo veo fijamente a los ojos intentando decidir qué debo hacer o decir. Justo cuando siento que su mano roza mi mano, recupero mis cinco sentidos y el control de mi cuerpo; doy un par de pasos atrás, alejándome de él, parpadeo un par de veces y lo veo directo a los ojos.
- Yo… yo creo que… – genial, quiero decir tantas cosas que no logro expresar ni una sola frase – Yo creo que no. No tenemos nada de qué hablar. Hace un año te fuiste y no pude decir nada, en realidad, no quise decir nada en ese momento y creo que ahora tampoco tengo algo que decir.
- Bueno, yo lo siento. Sé que no fue la mejor manera de irme, pero entiende…
- ¡No tengo que entender! – con cada palabra que digo siento que me comienza a invadir una rabia que, dudo vaya a poder controlar – ¡No quiero saber nada de ti! ¡Nunca más vuelvas a tocarme! Haberte conocido, haber hablado contigo… incluso haber estado aquí mismo contigo ha sido el peor error que he cometido en toda mi vida.
- Oye, si no quieres ir vale, está bien pero tampoco…
- ¡Tú no tienes que decirme que debo hacer! – tengo tanto que sacar de mí. No es rabia lo que siento, estoy dolido, profundamente dolido – ¡yo me enamoré! De verdad me enamoré. Por primera vez me permití amar a alguien, yo, que solo buscaba pasar una noche de placer y listo, eso es todo, yo me enamoré hace un año. Me hice miles de sueños, miles de ilusiones en mi cabeza de todo lo que haría con mi novio… – no pude evitar llorar al decir esa palabra en voz alta por primera vez desde que se había marchado – hace un año tenía un novio a quien amé con todo mi corazón, con todas mis fuerzas… y yo solo quise hacerlo feliz y que me hiciera feliz.
- Oye, no sé qué decirte…
- ¡Nada! Tú no puedes decir nada que sea útil. Todo lo echaste a perder. ¡Todo! Y trato de comprender como es posible que tú… tú me hayas hecho miserable mi vida – trato de recobrar un poco el control. Sé que el ascensor ya ha llegado al sótano dos, pero estoy sosteniendo el botón de cerrar las puertas para tener el tiempo necesario y poder decir todo lo que necesito decir – simplemente lo echaste todo a perder.
- No entiendo que hice. Yo… solamente me fui. Tuve que irme, es decir, tú…
- ¿No entiendes nada verdad? – solo me ve con los ojos abiertos de par en par – no puedo creer que, después de todo este tiempo, puedas estar aquí, tan tranquilo, como si nada hubiese ocurrido. Como si no fuese tu culpa. Pero déjame decirte que todo es tu culpa; nadie más ha hecho nada malo, solo tú. Tantas veces que pensé en lo mucho que quería encontrarte y poder decirte… no, poder exigirte una explicación, una razón verdadera de… de todo – algo cambia en este momento dentro de mí. No estoy enojado, no estoy triste. Simplemente estoy resignado. Verlo a los ojos me ha cambiado mi propia perspectiva – pero no importa. Cualquier cosa que tengas que decir… no importa. No arreglará nada.
- Oye, no sé qué te ha pasado, pero yo no te he causado ningún daño – suelto el botón y las puertas del ascensor se abren. Doy unos pasos para salir y luego me quedo inmóvil viéndolo casi sin parpadear.
- Tú mataste a Diego – eso no se lo esperaba. Su cara se tornó de un color rojo intenso y pude ver como su cuerpo empezó a temblar e, incluso a sudar – yo sé lo que hiciste, lo que le hiciste a Diego, todo el daño que le causaste y sé también como lo mataste. Y sé que no estás pudriéndote en la cárcel por tu padre, pero, te juro que, si por mí fuera, te metería preso el resto de tu vida Matt.
Justo cuando terminé de hablar, las puertas se cerraron y el ascensor inició su viaje de vuelta hacia los niveles superiores. De todos los escenarios posibles, jamás creí que podría encontrarme a Matt, precisamente él, el asesino de Diego. Por unos segundos simplemente me quedé quieto, como congelado en el sitio donde estaba parado y, sin pensarlo, las lágrimas brotaron de mis ojos; el llanto era una mezcla de tristeza, rabia y decepción. Yo confiaba y esperaba ver a Diego, hablar con él y besarlo; en cambio, me topé con Matt. Todos los sueños que me había hecho en las últimas horas se esfumaron y me cayó la cruda verdad: Diego fue asesinado por Matt y, precisamente su asesino, va ahora subiendo en el ascensor del que acabo de bajarme.
Por fin reacciono después de varios minutos y, completamente resignado, saco de mi bolsillo el ticket de estacionamiento y lo introduzco en la máquina; es inevitable recordarme de aquel día, justo hace un año, cuando Diego salió corriendo y dejó su billetera sobre la máquina – otra vez estoy llorando – definitivamente estar en este sitio no me está ayudando y menos con lo que acaba de suceder.
Cojo el ticket lo más rápido que puedo y me dirijo hacia mi vehículo; necesito salir de aquí cuanto antes. Ya puedo verlo solo unos pasos delante de mí. No sé qué haré al salir, solo sé que no quiero estar aquí. Busco en mi bolsillo la llave cuando, de pronto, caigo de rodillas al suelo; siento un fuerte dolor en mi espalda, justo debajo del omóplato. Es tan intenso el dolor que me cuesta un poco tomar aire. No entiendo que ha pasado. Trato de aspirar profundo cuando siento como me cogen por la camisa y me levantan de un tirón. Forcejeo un poco intentando soltarme y también ver quien me ha dado el golpe en la espalda.
- ¡Mira hijo de puta! ¡a mí no me vas a venir a acusar de la muerte de ese pedazo de mierda! Sí, lo maté, y lo volvería a hacer porque era una mierda; él no merecía vivir. ¿Cómo se atreve a intentar dejarme? Y te lo advierto, vuelves a decir algo así y te juro que yo mismo te mato – frente a mí tengo a un Matt furioso, con los ojos tan abiertos que parece que se le fuesen a salir; la vena que se le marca en la frente da la sensación de estar a punto de estallar y su rostro refleja perfectamente la furia que siente en el momento.
Abrí mi boca para responderle cuando, apenas logro ver un rápido movimiento de su mano que se convierte en puño y choca de lleno en el lado derecho de mi rostro. La fuerza del golpe me hace perder el equilibrio y caer de costado al suelo. No conforme con eso, Matt se acerca y me da una patada en mis costillas y luego otra más y una tercera. Tengo la boca llena de sangre y, como puedo, intento protegerme, pero es inútil. Giro la cabeza hacia Matt; él se agacha un poco quedando más cerca de mí.
- Espero te haya quedado muy claro el mensaje – me escupe en el rostro – con razón andas llorando por ese bueno para nada. Tú y Diego son la misma mierda, unos pobretones hijos de puta.
Vuelve a lanzar otra patada a mis costillas y se marcha.
Tengo tanto dolor que no estoy seguro de que es lo que me está doliendo en realidad. Estoy pensando levantarme, pero dudo seriamente que vaya a lograrlo. No vi venir a Matt, sino al menos hubiese corrido a mi vehículo o pedido ayuda. Pero, como el gran cobarde que es, me atacó por la espalda. Y, además, está equivocado, yo no soy igual a Diego; Diego es mil veces mejor que yo.
Dejo pasar varios minutos hasta que logro identificar las zonas que me duelen para ponerme de pie; luego de escupir un poco de sangre que tenía acumulada en la boca, recojo la llave de mi vehículo y me dirijo hacia él. No quiero estar más tiempo acá; no puedo seguir aquí. A pesar de todo el dolor por los golpes, me duele mucho más que, simplemente no ocurrió como yo esperaba, Diego no apareció.
Mientras camino hacia mi vehículo veo hacia todos lados, no quiero que vaya a aparecer Matt repentinamente y me sorprenda, al menos si lo veo venir, podré estar preparado para lo que sucederá. Siento un gran alivio al abrir la portezuela y sentarme en el asiento del piloto. Por alguna razón, estar aquí encerrado me da cierta sensación de paz, de que, al menos por ahora, no podrán hacerme daño. Luego de suspirar un par de veces, me veo en el retrovisor. El lado derecho de mi rostro está completamente inflamado y se me está poniendo de un color morado; el labio superior lo tengo partido y me sigue sangrando, aunque ya no tanto. Mi cabello está todo alborotado y tengo manchada la playera de sangre. Definitivamente esta no fue mi noche. Arranco el vehículo y comienzo la marcha. No puedo seguir acá ni un segundo más.
Mi primer destino elegido fue mi apartamento. La idea de irme a encerrar a llorar y poder desahogarme, sacar todo esto que estoy sintiendo, además de quitarme la ropa ensangrentada y asearme un poco me pareció muy seductora hasta que recordé las noches que pasamos con Diego ahí. Estar acostados en la cama, tenerlo entre mis brazos y dormirnos pegados.
- ¡No, no, no! ¡No puedo ir ahí! Diego… – fue todo lo que pude decir antes de llorar una vez más. Definitivamente estar solo no me hará ningún bien. Debo pensar algo más, otro lugar.
Creo que conduje por más de tres horas dando vueltas por toda la ciudad, buscando algo que me ayudase a enfrentarme a esta avalancha de emociones que siento, sin embargo, no encontré una alternativa válida así que, a pesar de no estar del todo convencido, decidí siempre si ir a mi apartamento y aislarme de todo el mundo. Al final de cuentas, todo mi mundo era Diego.
******************************
¿Al menos sabrás cuánta falta me haces Diego? No puedo dejar de pensar en ti ni un solo instante; quisiera que al menos me dijeras que me acompañas, aunque no pueda verte. Que sigues estando conmigo cuando estoy solo, cuando lloro por ti.
¿Cómo se supone que debo despedirme del amor de mi vida? ¿Cómo se supone que debo decirte adiós, Diego? Apenas estaba aprendiendo a amar, tú me estabas enseñando a amar y, de repente, te vas. Hice tantos planes para nosotros, tantos sueños que quería cumplir contigo; todo lo que yo pedía era poderte amar, hacértelo sentir y hacerte feliz. Sé que todo lo que querías era ser feliz y yo me había propuesto lograrlo.
Diego… mi amor… mi verdadero amor… perdóname porque no creo que pueda cumplir mi promesa. Me duele tanto que te hayas ido; me duele tanto… estar sin ti.
¡Mierda! te extraño mucho más de lo que yo mismo creía. Si tan solo me pudieras escuchar mi amor.
******************************
SÁBADO. NOCHE.
Javi.
He pasado todo el día acostado, viendo hacia la nada; pensando en lo que pudimos hacer con Diego, en todos los lugares que me hubiese gustado ir con él y, simplemente no me quise mover. No le encuentro sentido salir de la cama si, de todas maneras, Diego ya no está.
Me estoy volviendo loco; necesito hacer algo, necesito… borrar este dolor. Tengo una idea, algo que posiblemente me podrá ayudar, al menos antes me ayudaba a resolver todos mis problemas, todos mis malos momentos, pero, le prometí a Diego que lo haré todo bien.
Diego no me puede ver; tampoco me puede escuchar.
Siento como se me humedecen los ojos, pero estoy decidido, no puedo seguir llorando. Necesito borrar el dolor o, al menos, ahogarlo para que no me siga ahogando a mí. Con un poco de dificultad me levanto de la cama, en verdad me duele mi abdomen, la espalda y mis costados, pero no importa, ya estoy decidido.
Me toma alrededor de una hora darme un baño, arreglarme e intentar disimular un poco el golpe de mi rostro y también la tristeza que siento. Antes de salir reviso llevar todo lo necesario conmigo y, con un gran cargo de conciencia, salgo de mi apartamento.
En todo el camino hacia mi vehículo estuve pensando cientos de excusas para justificar lo que estoy a punto de hacer; algunas realmente sonaban muy estúpidas y otras no me convencieron del todo, pero, al final, lo haré tenga o no excusa, simplemente necesito olvidar todo esto, necesito olvidar este último año.
******************************
Lo siento Diego, es cierto, te prometí que todo lo haré bien, pero, no puedo. Llevo un año intentando salir adelante, luchando por superarte, pero no puedo. Tú me enseñaste lo que es tener una relación… ¡Maldito el momento en que te conocí! Si tú jamás hubieses aparecido, yo seguiría con mi vida normal, no estaría justo ahora llorando por verte. Quiero verte; necesito verte.
Quiero hacerlo todo bien, pero ya no puedo más. Necesito olvidar todo lo que siento; necesito borrar de mi mente tu rostro de bobo, al menos por una noche.
******************************
A pesar de que sé a dónde me dirijo, cojo el camino más largo; por un lado, quiero hacerlo, quiero ir y solo dejarme llevar. Por otro lado, me siento mal porque siento que estoy defraudando a Diego – aunque él no está, ni tampoco va a regresar –. Luego de una hora, llego a mi destino. Estaciono el vehículo a unos pasos de la entrada, junto debajo de un árbol, y me quedo quieto viendo mi reflejo en el retrovisor. Sigo sin estar convencido de lo que pienso hacer, sin embargo, ya estoy acá. No puedo echarme atrás. Me bajo del vehículo y camino algo tambaleante y dudoso hasta quedar justo frente a la puerta del Bar.
Hace un año que no vengo a este lugar y, la última vez, no fue muy buena experiencia. Casi me matan a puros golpes y… Diego vino a traerme, me llevó a mi apartamento y me curó.
Perdóname por lo que estoy a punto de hacer, pero no puedo seguir viviendo atrapado en recuerdos. Te amo demasiado… te extraño muchísimo Diego – pienso en mi cabeza. Está decidido, hoy solo quiero tomar hasta olvidarlo todo.
- ¿Estás seguro de que quieres entrar? Créeme, para nada hay buen ambiente adentro; a veces se vuelve aburrido – justo estaba a pocos pasos de entrar cuando freno de repente al escuchar que alguien habla. Por un instante pienso que ha de ser algún grupo de amigos hablando cerca de mí, sin embargo, mi curiosidad me obliga a detenerme y voltear a ver hacia el punto de donde ha salido la voz.
Junto a la puerta puedo ver a un hombre, un poco más bajo de estatura que yo, de pelo castaño oscuro algo alborotado, con ojos de un color… ámbar creo que es – la luz no me permite verlo muy bien – y me observa detenidamente, así que, sí, creo que me ha hablado a mí, sin embargo, necesito asegurarme antes de hacer, o decir cualquier otra cosa.
- ¿Qué has dicho?
- Que no es buena idea entrar; vale, vale, si vienes a pasar un buen rato, allá adentro no lo vas a encontrar.
- ¿Por qué dices que no es buena idea entrar? – lo mismo pensaba Diego de este sitio.
- Porque allá – señala hacia la puerta – solo hay mucho ruido, gente a quien le importas una mierda y… no te ves cómo alguien que ese sea su estilo - ¿cómo puede decir cuál es mi estilo con solo verme? Vale, ni siquiera me conoce y, peor aún, ni siquiera yo sé cuál es mi estilo
- No sé, creo que solo necesito distraerme un rato… olvidar.
- ¿Qué dice si… vamos a comer algo y me cuentas que es lo que tienes que olvidar? A veces no es necesario olvidar algo… o a alguien, solo hablar de ello y así deja de ser importante – no estoy seguro de que es exactamente lo que ocurre, o que debo hacer. Definitivamente hoy necesito no estar en mi apartamento, quiero olvidar a Diego, intentar seguir con mi vida. Sin embargo, no puedo evitar pensar en que, de alguna manera, este tipo es como enviado por Diego, para que no entre a hacer alguna estupidez, como la última vez.
- ¿Cómo te llamas?
- Lo siento, mi nombre es Frank, ¿tú eres…?
- Javi. Mucho gusto Frank.
- Mucho gusto Javi. Mira, no estoy seguro, pero en serio te veo indeciso de entrar, así que, si quieres hacer algo más tranquilo, yo con gusto te acompaño a comer algo si quieres – ok, lo tomaré como una señal, al final, salir con un perfecto extraño será mucho mejor que entrar a embriagarme y, seguramente, terminar metido en algún pleito.
- Está bien, acepto tu propuesta, ¿tienes algún lugar en mente?
- Podemos ir a este nuevo lugar, que vende tacos y comida por el estilo.
- Si, lo he escuchado – sigo algo indeciso, sobre todo, porque hoy no soy buena compañía para nadie, pero creo que Diego preferiría que me vaya a comer a que entre al Bar – si quieres vamos. ¿Cada uno se va en su vehículo o… nos vamos en uno mismo?
- Yo no tengo vehículo, utilizo Uber.
- Ok, si quieres vamos en el mío.
No estoy seguro de que puedo hablar con un desconocido, apenas sé que se llama Frank. Sin embargo, él se ofreció a escuchar lo que yo tenga que decir y tengo mucho que decir sobre Diego, lo mucho que lo extraño y las ganas que tengo de volver a verlo. Luego de que nos subimos al vehículo, recorrimos varias calles y avenidas hasta que llegamos al restaurante. Estaciono en un espacio disponible, a pocos pasos de la puerta y descendemos. En todo el camino no nos dijimos mucho; aunque estuve sentado al lado de este hombre, mi mente anduvo divagando en recuerdos de un año atrás e, inevitablemente, en el desagradable encuentro que tuve con Matt.
- Si quieres pide tú primero – le digo a Frank una vez que hemos llegado al mostrador del restaurante; él acepta y se acerca un poco más para ver detenidamente el menú. Después de unos segundos, hace su pedido, se voltea hacia mí.
- ¿Qué pedirás tú? – vacilo por un momento, sin embargo, me acerco al mostrador y hago mi pedido; veo que Frank se ha retirado un poco así que, me imagino que la comida va por invitación mía. Luego de pagar y recibir nuestras bandejas con la comida, recorremos el local hasta encontrar un lugar para sentarnos.
El ambiente de aquel lugar es algo deprimente; casi no hay personas, la iluminación es bastante escasa por lo que se ve todo oscuro y tenebroso – esto hubiese quedado ideal para una cita oficial con Diego – pienso para mis adentros e, inevitablemente, me pongo un poco triste.
Estando ya sentados, comenzamos a comer y Frank me platica algunas cosas sobre él, a lo que se dedica, que estaba haciendo en el Bar y, aunque mi plan original era poder hablar de Diego, de alguna manera desahogarme todo lo que he estado recordando y sintiendo estos días, no lo hago. Al contrario, le comento un poco sobre mi vida – sin Diego – cosas triviales, sin importancia. Pasamos bastante tiempo platicando, hasta me he reído un par de veces y, durante toda la comida, Diego no ha estado presente en mi mente. Hay algo en Frank que me anima, me da como un nuevo respiro, una nueva energía.
******************************
Hoy es la primera vez en un año, la primera, en que puedo estar hablando con alguien y no recordarte. No me malentiendas, tú eres tú, eres mi primer amor, mi… mi amor; pero hoy, al menos por una fracción de tiempo, me he sentido bien; me he sentido tranquilo… tal vez, solo tal vez, un poco feliz. Diego, yo te amo, en serio que te amo y me desespero porque quiero tenerte aquí conmigo, sentirte junto a mí, pero sé que tú te has ido y, aunque quiero creer que me estás escuchando, no estoy siquiera seguro de que eso sea posible.
Diego… mi amor… tuve muy presente tus palabras, la promesa hoy justo antes de entrar al Bar; y apareció este tipo, Frank se llama, que me ayudó a no romper mi promesa. Debo confesarte, y hasta me siento mal haciéndolo, que me la pasé bien con él. No eres tú, jamás nadie será tú, pero de alguna manera me hizo bien ir a comer con él.
Mierda, Diego, ¿por qué no pudiste aparecer antes? Unos años antes hubiese bastado.
******************************
DOMINGO. NOCHE.
Javi.
- Hey, gracias por la invitación de ayer – debo decir que no fue una invitación que se me hubiese ocurrido hacer, sin embargo, no resultó para nada mal.
- Hola! Gracias por la charla, estuvo bastante amena.
- Espero que te hayas sentido mejor al final de la noche.
- La verdad sí. Gracias por la compañía.
- A ti, gracias por dejarme acompañarte. La verdad es que…
- ¿?
- Desde que te vi me pareciste atractivo y, aunque no estaba seguro de que pasaría, me agradó que aceptaras la idea de ir a comer.
- En realidad, me salvaste de romper una promesa.
- ¿Promesa? ¿Cómo?
- Es que hace un año prometí que me alejaría de todo eso. Beber, embriagarme, meterme en problemas.
- Pues qué bueno que la has podido cumplir y mejor que haya podido ayudarte, aunque ni sabía que lo estaba haciendo.
- Valió la pena, muchas gracias por ello.
- Pues ahora sería bueno que repitiéramos lo de ayer, aunque, en otro sitio sería mejor. Ese restaurante no me agradó.
- A mí tampoco, el lugar es deprimente.
- Vale, entonces ahora te toca elegir un sitio.
- Pero necesito más información.
- ¿Qué tipo de información?
- Conocer más sobre ti.
- ¿Para ir a comer?
- Bueno para elegir, imagínate que elijo ir a comer algo que no te guste, o peor aún, que te de alergia.
- Oh, viéndolo así, pues tienes razón.
- ¿Entonces?
- ¿?
- ¿Qué tipo de comida te gusta? ¿Algo te da alergia?
- La canela. No puedo comer nada que tenga canela.
- ¡Listo! Ya tengo anotado que no podremos comer un plato de canela LOL.
- Tampoco puedo comer pulpo ni calamar.
- ¡Mierda! y yo que había pensado que fuéramos a comernos un pulpo asado o una pizza de calamar. Ahora tendremos que terminar comiendo una ensalada.
- 😫
- Bromeo, solo bromeo.
- Oye, también tienes que contarme sobre ti. Al final no me dijiste cual fue el motivo por el que fuiste al Bar anoche – pero no estoy seguro de si vale la pena contarlo, al final, ni siquiera sé bien que es lo que está pasando.
- Problemas nada más. Mucho estrés y una semana de mierda que tuve en el trabajo – una excusa muy válida.
- Te entiendo, todos tenemos semanas así.
- Vale, Frank. Te dejo que me acostaré a dormir, mañana debo volver a mi prisión, que diga trabajo.
- Vale, vale, también debo ir a trabajar. Seguimos hablando.
******************************
Quisiera saber, estar seguro de que lo que estoy haciendo está bien, aunque, ni yo mismo sé que estoy haciendo. Sigo pensando en ti, todos los días, todo el día pienso en ti, aunque desde ayer puedo decir que ya no me siento tan triste al recordarte. Este tipo, Frank, me entretiene, me hace pensar en otras cosas, me saca de mi tristeza, aunque luego te recuerdo y me siento mal. De alguna manera siento que te estuviese engañando, Diego, pero ¿cómo puedo engañarte si tú no estás? ¿cómo puedo estar engañándote si tú… tú estás muerto?
Me dijiste que quieres que sea feliz. Me hiciste prometerlo a pesar de que yo ni siquiera consideré que pudiese ser posible. Ahora no sé si puedo ser feliz, creo que es algo que podría pasar y, si eso ocurre, espero que esté bien por ti, Diego. Te amo, eso jamás lo dudes, jamás lo olvides, pero… ¿será que ya debo continuar mi camino?
******************************
LUNES. MAÑANA.
Javi.
- Hola Bradley
- Mi zorra favorita ¿cómo te sientes hoy?
- Bien Brad, camino al trabajo como siempre.
- ¡Momento! ¿Qué ha pasado? – mierda, Bradley me conoce muy bien.
- ¿Por qué asumes que ha pasado algo?
- Porque me has dicho tranquilamente que vas camino al trabajo y no me has dicho o mencionado a…. tú sabes a quien.
- ¿Diego?
- Sí, a Diego.
- Porque tal vez sea el momento de seguir adelante.
- ¡¿Qué?! Oye, ahora si me he perdido Javi. ¿Algo que tengas que contarme?
- No, no, pero tú mismo me lo has estado repitiendo tanto tiempo que…
- No me vengas con excusas, te conozco bien y este cambio no es por lo que yo te haya dicho. Dime de una vez que ha pasado.
A Bradley no puedo engañarlo, es la persona que mejor me conoce y, por ende, siempre sabe cuándo algo ha cambiado en mí así que, aprovechando las grandes colas de vehículos que hay, le cuento lo que ha pasado desde aquella noche afuera del Bar hasta la charla que tuve ayer por WhatsApp con Frank.
- No sé qué decirte Javi. Tú sabes que yo quiero que seas feliz y, en serio deseo que puedas dejar atrás… ya sabes. Pero ten cuidado, te estas yendo muy rápido con este tipo y no lo conoces bien.
- Tienes razón, pero es que me hace sentir bien. Me siento como si estuviese… – no termino la palabra.
- ¿Lo estarás confundiendo con Diego?
- No. De eso estoy seguro, es solo que Frank me hace olvidarme de Diego; me hace sentir bien, a gusto.
- Bueno mi Javi, tú aprovecha que te sientes así, solo ten cuidado por favor e igual, pase lo que pase, sabes que estoy contigo siempre.
- Yo sé Brad, yo sé.
- Ten siempre presente que debes darte también una oportunidad de ser feliz; yo sé lo mucho que has sufrido por Diego, pero, no tenías como saber lo que estaba pasando. Sabes que te adoro y que me has hecho mucha falta en las noches de cacería, pero con Diego has descubierto algo nuevo, él, si bien ya no está, te dejó una lección que debe de perdurar en ti – no sé si era su objetivo, pero ha logrado que me ponga a llorar, menos mal cargo puestos los buds sino, definitivamente, tendría todo mi teléfono mojado – y lo que descubriste con Diego, ahora pongo en práctica con alguien más. Sí, seguramente él seguirá estando presente en tu mente, pero date la oportunidad de dejar entrar a alguien a tu corazón. Aunque te he dicho que tengas cuidado, también debes correr riesgos mi Javi, pues solo arriesgándote podrás encontrar a la persona, no que quieres, pero sí que necesitas a tu lado.
- No… no sé qué decir Bradley. Es que también me da miedo.
- Todo lo nuevo da miedo, pero solo enfrentando el miedo podemos encontrar la felicidad – eso es todo lo que necesitaba escuchar.
- Gracias Bradley, de alguna manera has dicho algo que necesitaba escuchar.
- Vale mi Javi, vete a ser un hombre responsable y me vas contando como van las cosas.
- Vale, vale Brad, hablamos luego. Bye.
******************************
¿Recuerdas ese día, ese momento en que nos vimos por primera vez? Yo si lo recuerdo como si hubiese sido ayer. ¿Me duele que te hayas ido? Pues claro que me duele, aún me duele demasiado, pero ¿sabes algo? No me arrepiento de nada. Absolutamente nada.
Creo que estoy comprendiendo que, de alguna manera retorcida y muy inimaginable, estábamos destinados a conocernos, a ayudarnos mutuamente. Yo te logré hacer feliz. Tú me diste una lección para mi vida. Ambos descubrimos el amor.
Diego… te extraño, créeme que aún te extraño demasiado y siempre serás alguien especial por todo lo que aprendí de ti en tan poco tiempo, pero, ahora al menos puedo recordarte sin llorar. Muchas cosas van cambiando, pero tú jamás saldrás de mi mente y de mi corazón.
******************************
VIERNES. MAÑANA. UNA SEMANA DESPUÉS.
Javi.
- Mañana saldremos ya de manera más formal.
- ¿Será la primera vez?
- Sí, será nuestra primera cita… oficial – no puedo evitar esbozar una sonrisa al decir esas palabras. Luego me doy cuenta de algo y me sonrojo – lo siento, no quiero incomodarte por… por contarte esto.
- No te preocupes Javi, es natural que estés emocionado por este nuevo hombre, es bueno que estés dándote la oportunidad.
- Pero… pero tú sabes… hablarte de Frank cuando… bueno… tú sabes.
- ¿Qué Diego era mi amigo? No tienes de qué preocuparte. Lo extraño y fue mi mejor amigo, pero la vida sigue, y me alegra que tú finalmente puedas seguir. Al menos tuviste la dicha de conocer a Diego, de compartir con él y siento, de alguna manera, que una parte de él quedó dentro de ti.
- Yo creo lo mismo JJ; él fue especial y pues le debo demasiado.
- Pero no es momento de estar triste, mañana tienes tu gran cita y, quien sabe, de repente te tendremos pronto de luna de miel – suelto una carcajada, algo que no hacía en mucho tiempo.
- Oye, oye no tan rápido. Vamos despacio, algo despacio, pero no nos adelantemos tanto.
- Vale, pero tienes que irte de luna de miel, mira que yo ya he organizado mis semanas en que aprovecharé que no estarás para escaparme con mi hombre.
- ¿Hombre? ¿Qué hombre? Eso no me lo habías contado.
- Bueno, debo encontrar un hombre para ese entonces.
- Ya lo encontrarás… le preguntaré a Frank si tiene un amigo.
- Por favor, pero uno que esté… buenísimo – no hago más que reírme de su comentario – bueno Javi, me voy a mi oficina que aún tenemos pendiente sacar el promocional para el nuevo producto.
- Oye, me cuentas luego como vas con eso, ¿vale?
- Claro, yo te aviso cualquier novedad.
Si, si, todo el que me conoce sabe que mañana tengo la cita con Frank. Hemos pasado toda la semana hablando por teléfono, incluso nos hemos visto para almorzar un par de veces y otras más en las noches. El lunes en la noche fuimos al cine y, al día siguiente almorzamos pasta. El miércoles solamente fuimos a caminar y terminamos la noche tomando un café al aire libre viendo como varios niños juegan con bicicletas en la plaza del lugar. El jueves pasé a traer a Frank y fuimos a probar unas hamburguesas que resultaron para nada como las muestran en las fotos y de sabor, peor aún. Sin embargo, la comida y los lugares no han importado en absoluto. La compañía, la plática, el cómo me hace sentir ha sido más que suficiente.
Las cosas se han dado de manera tan natural, tan sencilla, tan espontánea, que no sé hacia donde vamos, pero, espero que sea algo bueno. De alguna manera, Frank ha logrado que recordar a Diego no sea doloroso y, por primera vez en todo este año, he considerado la posibilidad de enamorarme de alguien más.
- Hola Javi.
- Hola Frank ¿cómo vas?
- Bien, bien acá algo aburrido en el trabajo, pero emocionado por mañana.
- Yo también estoy emocionado. ¿Será en la doce y segunda de la diez?
- Sí, sí, allá nos juntamos, a las siete de la noche.
- Vale, me parece genial.
- Oye, debemos hablar antes.
- Dime, ¿qué sucede?
- Es que hay algo que no he te dicho y… creo que necesitas saberlo.
- Dime Frank, ¿qué ocurre?
- Es que tú me has contado de este tipo que ha muerto, a quien te ha costado superar y me agrada que me tengas la confianza. Pero yo también necesito contarte algo de mí, antes de que esto pase a más – me comienzo a poner nervioso – yo antes no era como ahora. Tengo un pasado no muy bonito.
- Todos tenemos un pasado Frank.
- Yo sé. A lo que me refiero es que mi pasado es muy oscuro. Tú me contaste que tuviste una historia con varias personas, que no veías nombres, solo buscabas diversión en ese entonces. Yo era algo similar, solo que de muchos ni siquiera me recuerdo porque algunas veces, o casi todas, estaba tan ebrio, que al día siguiente ni siquiera recordaba que había ocurrido la noche anterior. Te estoy hablando de que estuve con más de uno, de dos e incluso de tres hombres al mismo tiempo. Casi de ninguno supe nada importante, solo como se veía sin ropa y, mientras pudiera seguirme dando de beber, yo estaba dispuesto a hacer lo que fuese y… y siento que no te mereces a alguien así.
- Mira, todos hemos hecho cosas de las que, de repente, no nos sentimos orgullosos, nada de qué preocuparse.
- Pero mereces a alguien mejor, no como yo.
- ¿No crees que eso es algo que yo debería de decidir?
- No. De verdad te mereces a alguien que valga la pena, más después de lo que has pasado. Y ese no soy yo. Creo que lo mejor es que no volvamos a hablar - ¿Qué está pasando? En realidad, no comprendo bien hacia dónde va esta conversación. Creo que Frank está tomando una decisión por mí, sin siquiera consultarme o, al menos, dejarme decir algo.
- Oye, creo que esto lo deberíamos de hablar en persona, no tomar una decisión así tan a la ligera.
Pero este último mensaje no le llega. Dejo que pasen unos minutos antes de revisar la conversación, pero, nada. El mensaje sigue sin llegar. Le escribo una vez más, pero tampoco recibe este nuevo mensaje. Marco su número y llamo varias veces, sin embargo, me envía a buzón inmediatamente. Al parecer si va en serio su decisión y me ha bloqueado de todos los medios.
No entiendo en qué momento todo se fue a la mierda. Las cosas estaban saliendo tan bien, es más, ambos esperamos con ansias la noche del sábado para ir a nuestra cita y ahora, justo un día antes, Frank ha decidido que lo correcto es no volver a hablar, por mí. Porque merezco a alguien mejor. Si él supiera que él es ese alguien. Dejo el teléfono por un lado y me concentro en mi trabajo. Simplemente no quiero pensar en nada, justo ahora, no puedo con esto. Han pasado un par de horas desde el último mensaje de Frank y, los que le he enviado no los ha recibido.
- Frank, no sé bien que te ha pasado, pero lo que has dicho no es cierto. Además, creo que es algo que yo debo decidir así que, si quieres, nuestra cita sigue en pie. Espero que puedas llegar mañana – le escribo por WhatsApp y se lo envío. Este mensaje tampoco lo recibe, pero, de verdad espero que lo pueda leer en algún momento.
SÁBADO. NOCHE.
Javi.
Desde ayer no he tenido noticias de Frank; los últimos mensajes que le he envié no los ha recibido, pero, quiero creer que, por alguna extraña razón llegará.
Pasé todo el día pensando que ponerme para esta noche; creo que me he probado toda la ropa que tengo y nada me ha parecido lo apropiado. Sin embargo, quiero que Frank me conozca como realmente soy, no tengo que pensarlo tanto. Así que me decido por una playera azul con blanco, unos jeans azules y una sudadera blanca lo suficientemente gruesa para el frío que hace esta noche. Faltan unos treinta minutos para las siete de la noche cuando decido salir de mi apartamento, coger el ascensor hasta el estacionamiento y subirme a mi vehículo. Arranco y emprendo mi camino hacia el restaurante.
Tardo unos veinte minutos en llegar al edificio, estacionarme – en el sótano dos como siempre – y subir al segundo nivel al restaurante; la señorita de la entrada me conduce hasta la mesa y deja dos menús. Han pasado unos minutos cuando saco el teléfono de mi bolsillo y reviso la conversación con Frank, sigue sin recibir mis mensajes, pero, quiero creer que vendrá.
Diez minutos han pasado.
Luego de que pasaran por tercera vez preguntando si estoy listo para pedir mi comida, decido únicamente pedir una bebida de cola, mientras sigo esperando a que Frank llegue. Estoy nervioso, no lo niego, pero quiero mantenerme optimista; no puedo creer que las cosas simplemente vayan a terminar de esta manera.
Cuarenta y cinco minutos después.
Llevo casi una hora esperando cuando me doy cuenta: Frank no vendrá. Me ha dejado plantado. Su mensaje de ayer, entonces, si fue en serio. Simplemente ha decidido que merezco a alguien mejor y se ha marchado. No puedo evitar sentirme mal; hasta en este momento me doy cuenta de lo mucho que he llegado a ilusionarme con él. No es que sea el primero con el que hablo después de Diego; hablé con otros, incluso salimos un par de veces, pero con nadie logré sentirme tan a gusto como con Frank y, definitivamente, con nadie había siquiera considerado que pudiésemos llegar a tener algo más que una amistad. Y, sin embargo, simplemente no pasará.
Luego de pagar por la gaseosa, salgo de restaurante un poco avergonzado de haber estado tanto tiempo esperando a alguien que no llegó. Camino con pasos lentos hasta llegar al pasillo de ascensores y presiono el botón para llamarlo. Creo que es la primera vez que vengo sin correr a cogerlo.
Pasan unos segundos cuando suena un timbre y se abren las puertas del primero de los cinco ascensores; me dirijo hasta él y entro. Presiono el botón de S2. Hace un año las cosas fueron tan diferentes; hace un año no tuve nada planeado, solamente fue una salida para distraerme, por no querer cocinar y ahora, aquí estoy nuevamente, solo que, en esta ocasión, los planes no resultaron como los había pensado. No estoy seguro de cómo me siento en este momento y, quisiera contarle a Bradley lo que ha pasado, pero me ha dicho que hoy tiene un encuentro así que, definitivamente, no cuento con él.
- ¡Detén el ascensor por favor! – grita alguien desde afuera justo cuando las puertas comienzan a cerrarse. Casi por inercia, presiono uno de los botones. Las puertas nuevamente se abren. Giro hacia la abertura, cuando, de la nada, entra una figura corriendo al ascensor, se para justo delante de mí, tan cerca que puedo sentir su respiración. Pienso en decir algo, pero, antes de que pueda reaccionar, pone sus manos en mi rostro, una a cada lado, y me planta un beso en los labios. Instintivamente cierro los ojos y le respondo el beso. No sé decir bien que ocurre en este momento, pero ese beso es mucho más de lo que yo hubiese podido imaginar. Logra estremecerme por completo; me hace temblar de emoción y sonreír de felicidad. Me hace sentir especial, alegre… me hace sentir tranquilo… feliz.
Justo cuando separa sus labios de los míos, abro los ojos y puedo ver aquel color ámbar tan peculiar de sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja. Yo le devuelvo la sonrisa y él me toma de las manos mientras me mira fijamente.
- Llegaste – logro decir en un suspiro.
- No me lo hubiese perdido por nada del mundo Javi.
- Pensé que… pensé que no vendrías.
- Yo también lo pensé, pero me di cuenta de algo.
- ¿De qué cosa?
- Te quiero Javi.
Tumblr media
UN AÑO DESPUÉS.
Frank.
Todo está listo. Jamás lo hubiese creído posible, pero, aquí estamos. Aquí estoy de pie delante de todas las personas, y vaya si han venido bastantes. Entre la multitud puedo ver a Vicky, la asistente de Javi, con una gran sonrisa y, creo que llora de felicidad. Aunque, por lo que él me ha contado, ella ha sido como su madre. Del otro lado puedo ver también a JJ acompañado de su novio; sí, ahora ya tiene novio finalmente y, debo decir, no está para nada mal. JJ ha sido un gran amigo de Javi y hemos salido con ellos varias veces.
A mi lado Bradley revisa su chaqueta una y otra vez; en lugar de ayudarme a estar tranquilo, me pone más nervioso, pero, él es así y creo que sin su ayuda yo no podría estar aquí. No sé qué tiene preparado Javi, solo dijo que lo esperara aquí.
De la nada, comienza a sonar una guitarra.
“Wise men say only fools rush in but I can't help falling in love with you shall I stay? Would it be a sin if I can't help falling in love with you? ...”
Javi entra por la puerta sosteniendo un micrófono mientras canta.
“Like a river flows surely to the sea darling, so it goes some things are meant to be take my hand take my whole life too for I can't help falling in love with you. Like a river flows surely to the sea darling, so it goes some things are meant to be...” *
Javi.
Conforme canto, me voy acercando a Frank; me encanta como se ve con su traje negro. No puedo evitar llorar de alegría, aunque, en este preciso momento, estoy más nervioso por todas las miradas que tengo encima y, más aún, por no querer olvidar la letra que pasé meses ensayando.
“…Take my hand take my whole life too for I can't help falling in love with you for I can't help falling in love with you.”
Justo cuando termino la canción estoy parado delante de Frank, le doy el micrófono a Bradley y tomo las manos de Frank entre las mías. No puedo creer que esto esté pasando, jamás me lo hubiese imaginado. No comprendo bien lo que el abogado está diciendo, estoy perdido en los ojos de Frank, en lo emocionado que estoy de estar haciendo esto y en que me siento tan feliz que no puedo dejar de llorar y sé, de alguna manera, que Diego estará feliz de mí, de esto que está pasando hoy.
- Yo los declaro: esposo y esposo. Pueden darse un beso.
Fin.
*Letra de la canción “Can’t help falling in love” versión Kinna Grannis.
2 notes · View notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 01. El trabajo.
MARTES.
Diego.
No soy de madrugar todos los días, ni siquiera uno solo, y menos a las cinco de la mañana. Sinceramente aun no comprendo para que colocar ese molesto ringtone como alarma si con el incesante brillo de la pantalla es suficiente para despertarme, incluso despertar a todo el edificio si lo colocase en la ventana. Aunque lo acepto, una sola alarma no basta para despertarme; logro reaccionar con la tercera y, a veces, la cuarta. Alguno que otro día ni siquiera todas las alarmas logran despertarme a la hora apropiada, pero, siempre me da tiempo al menos para vestirme y salir corriendo.
Hoy amaneció más frío que otros días y, genial, aún está oscuro, apenas logro distinguir una que otra cosa de la habitación. No sé qué ser irracional y con la cabeza llena de mierda se le ocurrió que sería buena idea que todos debamos madrugar para hacer cualquier cosa: ir al trabajo, ir a estudiar, ir al gimnasio... hasta hacer las compras. Sencillamente no soy de los que amen levantarse temprano o, por lo menos, no antes de las ocho de la mañana. Creo que mi humor lo demuestra; cualquier persona que me hable tan temprano en la mañana se podrá dar cuenta que mi ánimo es una mierda. Contesto de mala gana, usando únicamente monosílabos o, si ya es una conversación un poco más larga, no logro seguirle el hilo. Solo muevo la cabeza y miro fíjate a la persona fingiendo que estoy interesado en lo que esta diciendo, aunque después no recuerde ni una sola palabra de lo que me dijo.
Es increíble que después de tantos años no haya podido acostumbrarme a despertarme temprano; ni siquiera cuando estudiaba logré adaptarme al horario. Muchas alarmas, muchos gritos y mi característico mal humor matutino. Lo normal es que alguien que está muy cerca de llegar a sus cuarenta años ya esté familiarizado con esto, pero, yo no me veo como alguien de mi edad; muchos hasta me calculan diez años menos. Y definitivamente tampoco me siento como alguien de mi edad. Puede que parezca ridículo, pero me siento como alguien de treinta o un par de años menos. Así que, tampoco estoy acostumbrado con la despertada temprano. Sencillamente es algo que odio y que, si pudiera, evitaría el resto de mi vida.
Ya pasaron quince minutos más, esos minutos en que paso intentando convencerme que es obligatoria y estrictamente necesario ponerme de pie. Cuentas que pagar, alquiler, coca cola que comprar. Definitivamente es hora de levantarme, aunque quisiera no tener que regresar otra vez a ese lugar. Es un tormento estar cada día en la oficina. Odio mi trabajo. Aunque la mayoría de personas me resultan agradables, hay unas cuantas que arruinan el ambiente para todos los demás y ni hablar de las ideas retrógradas que manejan disfrazadas de ética y comportamiento moral. Una mierda absoluta.
Hoy me he despertado con la cabeza llena de recuerdos. Como el día de mi más reciente ruptura amorosa: toda una escena tan dramática que haría llorar a cualquiera que la hubiese visto, como que hubiese un capítulo de mi vida escrito por Adam Silvera*; completamente digna de llevar a Hollywood. Muchas emociones en el ambiente. Pero era inevitable. Ya habían pasado muchos meses en que las cosas no funcionaban con Matt, alguien de quien siempre me arrepentiré de haber conocido; hice mi mejor esfuerzo, juro que me partí la madre por hacer que todo marchara bien pero no fue suficiente. En realidad, no me esforcé porque quisiera hacer, lo hice porque estaba obligado. Sabía perfectamente que terminar esa relación traería muchos problemas, pero, finalmente llegó el momento. Ese día en particular casi no recuerdo que hice en mi trabajo, pasé todo el tiempo pensando en cómo dar inicio al final, ensayando el discurso para causar el menor daño posible aunque, siendo sincero, eso jamás ocurre en una ruptura. Siempre hay daños, siempre hay heridos. Imaginé miles de escenarios, muchísimos discursos y muchas maneras de decir lo que sentía. Y cuando vi a Matt, no me pude contener; era el momento. Comencé a hablar tan aprisa que creo que por momentos dejaba de respirar; le expliqué como me sentía y lo que me había empujado a ya no querer continuar. Traté de mantener un tono de voz solemne, pacífico, eligiendo las palabras adecuadas para no hacer daño, ni a él, ni a mí, y, evitar de ese modo, algo de lo que pudiera lamentarme después. Un rotundo fracaso.
Me sentí una mierda cuando vi como corrían las lágrimas por el rostro de Matt; él lloraba, me rogaba y de un momento a otro, sin previo aviso, comenzó a reclamar miles de cosas, seguidos de alegatos y gritos. Cosas que jamás habíamos hablado o, que nunca me había dicho que estaban mal. Fue una completa sorpresa para mí, aunque, muy dentro de mí me esperaba que ocurriese algo así. Si algo aprendí en todo el tiempo que estuve con él fue que era muy buen actor, más si se trataba de llorar, u ocultar su agresividad. No había manera de que cambiara mi decisión. Ninguno de los dos era feliz y, tengo motivos para sospechar que él, incluso, tuvo sus aventuras desde varias semanas atrás. Digamos que simplemente lo sé. Así que no tuve más alternativa que tomar todas mis cosas, solo tuve tiempo para sacar lo indispensable o muy importante, y pedir un Uber, el que, por cierto, sentí que tardó una eternidad en llegar. Lo juró, sentí que fueron horas para que al fin apareciera; lo único bueno es que mi conductor, un señor más grande que yo, pero con una simpática sonrisa, creo que notó mi estado de ánimo, una mezcla de shock con alivio con algo de tristeza y un poco de culpa, y sólo se limitó a saludarme. Me subí al auto sedan plateado, lo saludé y dejé que me llevara a un hotel. Obviamente no tenía un lugar fijo donde quedarme así que, por un par de semanas, me hospedé en un sencillo hotel, nada lujoso, pero con todas las comodidades básicas. Cualquier sitio era mejor que estar con Matt.
Y así llegué hasta aquí. Debo decir que, aunque es un pequeñísimo apartamento, me encanta. Estoy en un quinto piso, lo cual me ha resultado perfecto cuando no hay electricidad y debo subir por las escaleras hasta mi nivel. El lugar no es algo del otro mundo. Desde mi cama puedo ver la diminuta cocina/comedor, que es una esquina con dos gabinetes blancos, una sencilla estufa de dos hornillas, el refrigerador lo suficientemente grande para almacenar comida para una persona y, en el centro, una mesa redonda para dos personas, aunque solamente yo la uso. Y también la sala/oficina. En realidad es un sillón para dos personas pegado a la pared y, en la pared contraria un pequeño escritorio que utilizo para trabajar cuando no me alcanza el tiempo en la oficina. Un segundo sillón para una persona divide la sala del comedor. Cualquier persona creo que se volvería loca en este espacio tan pequeño, pero yo soy feliz.
Tumblr media
No puedo creer la cantidad de veces que estuve tentado de coger el teléfono y llamar a Matt, disculparme y pedirle, vaya hasta suplicarle que regresara conmigo, y aceptar todo lo que conlleva ser novio de él, pero creo que es muy cierto lo que dicen, las compras suelen ser excelente terapia y el haberme distraído comprando las cosas para el apartamento fue una excelente cura para olvidarme por completo de intentar hacer "la llamada". ¡No sé en qué estaba pensando en ese momento!
Aunque debo decir que, seguramente, exageré un poco al dar rienda suelta a mi imaginación. Terminé comprando un par de sillones de un amarillo mostaza junto con una mesa de un tono claro para combinar. Lo más patético fue haber gastado tanto en estos muebles cuando difícilmente los uso; uno o dos días al mes cuando me aburro de estar sentado o acostado o, aun menos frecuente, cuando me visita alguien, cosa que pasa de vez en nunca pues nunca he tenido muchos amigos. En realidad, solo he tenido un amigo y él difícilmente se sienta en los sillones porque utiliza silla de ruedas y prefiere permanecer en ella. Sólo cuando tenemos nuestras charlas-terapias, así les llamo a las pláticas donde reflexionamos acerca de nuestras malas decisiones, que duran horas, decide cambiar de asiento. Debo decir que JJ – así se llama mi amigo – es casi como mi hermano, aunque, no siempre fue así. Los dos hemos estado solos mucho tiempo, demasiado según hemos podido reflexionar así que una noche, luego de haber ido a comer y estar platicando de lo patéticas que eran nuestras vidas en ese momento, además de la falta que nos hacía tener a alguien de quien estar enamoramos, de alguna extraña y retorcida manera llegamos a la conclusión que sería una buena, una genial idea, intentar tener una relación nosotros dos. Sí, claro. Al principio nos pareció algo inocente; creo que, en cierta medida, ni él ni yo nos lo tomamos en serio. Pero la cosa no quedó ahí. Seguimos avanzando en la idea de ser más que amigos y una noche, estando dentro de mi vehículo, JJ me tomó la mano y nos quedamos viendo directo a los ojos.
No nos dijimos nada, simplemente nos quedamos sujetándonos la mano. Dentro de mí trataba encontrar esa “chispa” que me dijera que estaba bien lo que estábamos haciendo y, más aún, lo que estaba a punto de pasar. Pero no la encontré. Aún así, nos acercamos ambos hasta que nuestros rostros quedaron frente a frente y, sin pensarlo tanto, nos dimos un beso en la boca. Obviamente no era mi primer beso, pero si puedo decir, que fue algo extraño, bizarro. No lo disfruté para nada y, al contrario, se sentía demasiado forzado, demasiado fuera de lugar. Intentamos continuar besándonos e, incluso, ponerle un poco más de pasión, sin embargo, fue en vano. En ese punto nos dimos cuenta de que no estábamos destinados a ser algo más que amigos, mejores amigos. Y desde entonces así ha sido.
Compré también el escritorio, lo suficientemente grande para colocar mi notebook y el teléfono. La mesa del comedor la compré unos meses después de haberme mudado, junto con un bonito florero que coloco en el centro de la mesa. Lo único que tenía el apartamento era la cocina.
Para el dormitorio compré una cama de un tamaño adecuado, matrimonial, un par de mesas de noche de color blanco, junto con un gavetas del mismo color. Una lámpara de pie, bastante sencilla de color blanco también, que me sirve para tener encendida cuando decido tomar mi cena en la cama, y la televisión de pantalla plana de cincuenta pulgadas, algo que definitivamente no podía hacer falta.
Es increíble que ya pasó casi un año desde que dejé a Matt, algo para lo que me tardé como tres meses en tomar la decisión y otros cinco en encontrar el momento adecuado para hacerlo. Y no, jamás existió el momento adecuado.
Sí, sí, ahora que me recuerdo, temprano ese mismo día, juré que me saldría de esta mierda de empresa homofóbica que, el momento que se lleguen a enterar que soy gay, en ese mismo rato me despiden, pero, no ha aparecido otra alternativa y, quedarme sin empleo no es una opción para mí – las deudas, el alquiler, mi coca cola me lo recuerdan a diario. De verdad odio mi trabajo.
¡Gracias por la ironía, universo, de darme trabajo en una iglesia! Y lo peor, tengo años que no tengo ni pertenezco a una religión, ni rezar o algo parecido. A veces siento que la tiene en mi contra, se divierte conmigo o algo por el estilo.
No sé si es la decepción de tener una mierda de trabajo o es por quedarme hasta tarde viendo como Frodo y Sam salen de la comarca y forman la comunidad del anillo y, antes de saber que más pasará cambiarme a ver como Simon cree que "Blue" es Cal, pero, al final, quien se sube a la rueda de la fortuna en Bram... Bram, ¿quién lo diría? el chico dulce, callado, que se estuvo besuqueando con una mujer en Halloween y le gustan las galletas Oreo anaranjadas, resulta ser un romántico empedernido que se enamoró de Simon Spier. Siempre he opinado que el libro es mucho mejor que la película, pero, la adaptación no está del todo mal, aunque recomiendo más leer el libro.
En fin, creo que no fue una genial idea quedarme hasta la una o dos de la madrugada despierto. Hoy definitivamente pagaré el precio de mi desvelo.
No tengo idea de que hora es; se me están pasando los minutos y yo acá parado frente al espejo pensando miles de cosas, muchas sin sentido, a punto de salir hacia mi trabajo y reflexionando en cuanto deseo que Becky+ hubiese escrito mi vida; definitivamente ella me hubiese puesto como gay, eso es innegablemente necesario, y me hubiera emparejado con algún hombre mono, de ojos soñadores, nada atlético… no, momento, el nada atlético soy yo; entonces él sería un super deportista, que quisiera conocerme a fondo y con quien, a pesar de tener algunos problemas al inicio, al final lograríamos superarlos todos y formar una relación soñada; irnos a vivir juntos, despertarnos tarde los domingos y quedarnos en cama todo el día viendo como Harry logra atrapar el huevo de dragón justo antes de que una llamarada de fuego casi lo hace rostizado cuando está participando en el Torneo de los Tres Magos en el que él nunca quiso participar. Spoiler alert: fue el falso ojoloco Moody quién puso su nombre en el cáliz. Volver a tener algunos problemas pero, al final, mi hombre tendría un gesto tan romántico, tan maravilloso, que yo caería rendido a sus pies indudablemente. Y terminaríamos viviendo felices para siempre rodeados de nuestros amigos gay con quienes compartimos todo y que nos apoyan en todas nuestras locuras, así como nuestras familias, que se volverían activistas pro LGBTI. Se vale soñar ¿no?
Es increíble que yo ya voy saliendo y el estacionamiento del edificio está casi lleno; creo que soy el único que madruga tanto para ir a trabajar. Hoy no solo hay demasiado frío, sino que, además, aún hay neblina, hasta las luces de la calle siguen prendidas. Apenas logro ver pocos pasos delante de mí. Todos los carros tiene los vidrios empañados. A veces, aunque trato de llevar el mejor ánimo a mi trabajo, no lo logro.
Antes de prender el vehículo me miró en el espejo retrovisor. Definitivamente llevo una cara de muerto. Tengo grandes ojeras que me cubren casi medio rostro, los ojos rojos y, por más que intenté peinarme, no conseguí siquiera un resultado relativamente decente. Al menos no se ve tan mal el que no me haya rasurado desde hace una semana. Mañana si lo haré, espero. Cojo mi teléfono y entro al reproductor de música. Reviso varias listas que tengo armadas, pero, ninguna me parece la indicada para animarme este día o, al menos, ayudarme a hacerlo más soportable. Finalmente me decido por el soundtrack de un musical.
La música comienza a sonar y por alguna razón me recuerdo de aquella vez que fue en un vehículo que comencé a llorar desconsoladamente cuando me dejaron. Eso fue hace muchos años atrás; estuve llorando como una hora con un amigo que tuve en aquel entonces. Él trató de consolarme, de hacerme sentir mejor, pero no podía controlarme.
No hubo una verdadera razón para terminar conmigo; simplemente llegó a la casa en donde vivía en ese entonces y me dijo que simplemente no podíamos continuar. Lloré delante de él; le supliqué que, por favor, me diera una oportunidad. Le rogué que no me dejara, pero aún así, decidió que lo mejor era no continuar. Luego simplemente se marchó. Obviamente la verdadera razón fue que, en ese momento, yo no podía manejar y eso para él resultaba un serio problema que ameritaba tirar a la basura la relación. Lo típico, yo me había enamorado de verdad y él, bueno ¿qué puedo decir? Él no. Simplemente estaba pasando el tiempo conmigo para no estar solo. Y no, no le guardo rencor. Lo hice por mucho tiempo, y fue peor cuando, al final, me quitó a mis amigos, dos en los que confiaba plenamente.
Pero, como dicen, el tiempo cura todo y así fue. Aunque eso me ha servido para darme cuenta de que las relaciones no es algo que se me de muy bien que digamos.
Ok, creo que ya perdí mucho tiempo divagando en los recuerdos y debo llegar al trabajo, aunque no me agrade la idea y, por mucho que me quedara en mi apartamento, solamente me pasaría viendo Netflix, navegando en internet o, por lo visto, recordando a personas de mi pasado y dándome cuenta de que cada vez está más lejana la idea de llegar a tener mi verdadero amor.
Otra vez, ¡gracias por nada universo!
*Adam Silvera es un escritor estadounidense que se caracteriza por crear historias conmovedoras y con gran sentimiento.
+Referencia a Becky Albertalli, escritura estadounidense autora del libro “Yo, Simon, Homo sapiens”.
4 notes · View notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 19. La verdad.
VIERNES.
Javi.
- ATENTO RECORDATORIO: Hoy tienes que realizar la entrevista que has pospuesto desde la semana pasada, y no, no podemos seguir atrasándola. Es muy urgente contratar a alguien.
Es cierto – gracias, Vicky por tus atentos recordatorios –, quedé que hoy llegaré temprano a la oficina. Me siento un poco cansado por la despertada en la madrugada por la pesadilla de Diego, pero quiero cambiar. Por él quiero comenzar a hacer todo bien. Al menos ya pudo dormir más tranquilo – él puede seguir durmiendo – y, no es porque sea mi novio, pero, se ve lindo muy dormido. Ok, hora de levantarse.
Por un momento considero despertarlo, sin embargo, decido mejor hacer el menor ruido posible para que pueda seguir descansando. Me levanto de la cama y muy callado me dirijo hacia el baño. No me sorprende ver mi rostro cansado y con ojeras reflejado en el espejo que está sobre el lavamanos, pasé alrededor de dos horas despierto en la madrugada. Pero no me molestó hacerlo, pues fue para tranquilizar a Diego y que pudiera volver a dormir. Creo, no, no, estoy seguro de que estoy enamorado. Por primera vez estoy enamorado de verdad.
Luego de tomar una ducha, cojo una toalla, la envuelvo en mi cintura y salgo del baño. Diego aún duerme. Con mucho cuidado tomo la ropa necesaria y regreso al baño a arreglarme. Aunque no tengo muchos ánimos de ir a trabajar hoy, pues quisiera quedarme con Diego todo el día, estoy dispuesto a hacerlo. Quiero ser mejor, por él y también por mí. Paso varios minutos frente al espejo intentando hacerme un peinado sofisticado, algo que refleje que ahora si me tomo en serio las cosas, que he dejado mi vida de puta, o sea, que ahora soy una puta reformada – como lo diría Bradley. ¡Debo llamarlo para contarle todo lo que pasó! – y que ahora estoy de novio de un hombre guapo. Pero fui inútil. Lo más que consigo es acomodar lo mejor posible mi cabello lo suficientemente bien como para ocultar el golpe de la frente. Por lo menos hoy ya casi no tengo golpes visibles y, definitivamente, no tengo ningún moretón.
Salgo del baño, tomo algunas cosas del dormitorio que guardo en mis bolsillos, hago un recorrido del lugar para verificar que no olvido nada que pueda servirme, y detengo mi mirada en Diego. Quisiera pararme al lado de la cama, despertarlo con un beso y decirle que lo amo. Pero no, prefiero que siga descansando. Al final de cuentas, en la noche lo podré hacer.
Reviso una última vez que llevo todo lo necesario y hago una lista mental corroborando que estoy listo. No puedo evitar sonreír al ver a Diego acostado en la cama justo antes de salir del dormitorio. Por alguna razón, el apartamento hoy no se siente tan frío, tan triste como antes. Creo que si estoy muy enamorado.
Diego.
Escuchar que se cierra la puerta del apartamento me indica que Javi se ha marchado a trabajar. Tuve tantas ganas de saltar de la cama, correr tras él y tirarme a sus brazos cuando entró al baño. O recibirlo con un beso cuando salió de vestirse. Pero creo que fue mejor seguir acostado fingiendo estar dormido. Espero que sepa cuanto lo amo. En este corto tiempo que tengo de conocerlo, me enamoré de él. Jamás me había pasado esto, ahora me doy cuenta. Nunca había llegado a sentir esto que siento por él y, de verdad espero que lo sepa; espero haber podido hacérselo sentir.
“Anoche se portó como nadie; fue increíble… verdaderamente increíble – estoy hablando en voz alta al vacío, pero, hoy, lo necesito –. Todo él, su forma de ser, de tratarme. Simplemente, él es la persona que siempre he estado buscando y… y llegó – trago un poco de saliva –. No me arrepiento de haberlo conocido, ni tampoco de lo mal que salieron las citas oficiales que tuvimos – en realidad fueron muy malas – porque las pasamos juntos, las compartí con él y…”.
Sin darme cuenta comienzo a llorar y no puedo terminar de hablar. En verdad Javi es lo mejor que me ha pasado en la vida. Recorro todo el apartamento; primero veo el dormitorio y cada uno de sus rincones. Luego camino por la sala, el comedor y ahora estoy en la cocina. Tantas cosas que puedo imaginar estar viviendo con Javi aquí… solo quisiera tener un poco más de tiempo.
No sé si lloro de tristeza o de alegría, lo único que sé es que, durante tantos años lo único que quise fue ser feliz; lo único que siempre quise fue poder amar… y lo hago. Soy feliz al lado de Javi y lo amo.
Nunca es tarde para encontrar a la persona correcta; nunca es demasiado tarde para poder conocer a la persona perfecta, y Javi es mi persona correcta. Yo sé, tiene defectos, comete errores, los ha cometido y seguirá cometiéndolos, pero, esos errores y esos defectos es precisamente lo que lo convierten en alguien perfecto para mí. Eso es lo que hizo que, en tan pocos días, pudiera verlo, pero verlo de verdad, y enamorarme de él.
Solo quiero ser feliz… y ahora lo soy. Solo quiero amar… y ahora, finalmente, lo puedo hacer con todo mi corazón.
Javi.
- ¡Bradley! ¿cómo andas? – las colas de vehículos en las calles son interminables; apenas avanzamos unos cuantos metros en varios minutos así que, mientras llego a la oficina, aprovecho a poner al día a Bradley de todo lo que ha pasado.
- Mi amigo, todo bien, todo bien, pero, dime ¿tú cómo estás? ¿qué ha pasado?
- Pues… ya puedes decirlo, con toda libertad – escucho como se carcajeaba al otro lado del teléfono.
- ¡Eres una puta reformada! – ahí está. No podía faltar – este hombre te ha cambiado mi Javi. Tú no eres de sentar cabeza.
- Yo sé Brad, pero siempre llega el momento de un cambio y, créeme, lo necesitaba desde hace muchísimo tiempo.
- Mi Javi ¿y ahora quién me acompañará a cazar? Moriré de hambre.
- Dudo que tú te quedes tranquilo Brad. Te conozco muy bien – en realidad ya me conozco todas sus tácticas – y sé que seguramente hoy mismo estarás consiguiéndote a alguien.
- ¿Qué quieres que haga? El cuerpo lo pide. Pero dime ¿quién es este hombre? Apenas me has dicho su nombre.
- Quiero que lo conozcas.
- ¿Te das cuenta – puedo escuchar la sorpresa en su voz – que es la primera vez desde que te conozco, que me pides que conozca a la persona con quien estás saliendo? – y tiene razón.
Desde que conozco a Bradley si he intentado salir con un par de personas, pero, nunca ha llegado lo suficientemente lejos como para tomarme la molestia de pedirle a Bradley que los conozca. Sin embargo, ahora estoy seguro, completamente seguro, de que quiero que conozca a Diego. Quiero que conviva con él y que aprenda a quererlo porque yo lo he aprendido y… lo amo.
- Sí, es la primera vez, pero es que, Brad, de verdad es muy especial, ya lo verás.
- Bueno mi Javi, si tú quieres que lo conozca, yo con gusto lo conozco. Solo te pido que tengas mucho cuidado, escucho que estás muy alegre y se te nota lo entusiasmado, no me malentiendas, eso me alegra muchísimo, pero, me da miedo que las cosas puedan no salir bien.
- Yo haré lo mejor posible. A pesar de que nuestras citas oficiales han sido un desastre tras otro, todo ha sido muy especial… muy diferente a todo lo que he vivido y, no sé, quiero darme la oportunidad de saber hasta dónde llegará todo esto – justo estaba entrando al parqueo de la oficina – mira Brad, debo dejarte, ya he llegado al trabajo y hoy si tenemos bastante que hacer por acá.
- ¡Oye! Pero no me has dicho cuando lo conoceré.
- Déjame platicar con él ahora que regrese al apartamento – justo al terminar aquella frase me di cuenta de que nunca la tuve que decir.
- ¡¿Qué?! ¿están viviendo juntos Javi?
- Pues… no, bueno…
- ¿Bueno qué?
- Es que no lo hemos hablado, no hemos quedado en nada y, en realidad, no lo había pensado, pero sí, ha estado pasando algunas noches conmigo… ¿aló? ¿aló? – menos mal al entrar al sótano el teléfono siempre se queda sin señal y, por ende, se cortó la llamada. No tengo ánimos de ponerme a discutir sobre… sobre nada en realidad. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, vengo de muy buen humor a trabajar.
Una vez que estacionar el vehículo y subir varios pisos en el ascensor, llego a la oficina. Después de varios días, paso nuevamente por la rutina de saludar a quienes me encontraba en el camino y ellos, con un gesto desganado, de tristeza o de molestia, me devuelven el saludo de mala gana. Pero esta vez es diferente. Nada de eso me importa y, a pesar de que uno que otro me ignora por completo, mi sonrisa no desaparece del rostro.
- ¡Javi! Que bien verte por acá. Sobre tu escritorio te he dejado la guía para la entrevista, recuerda que es de suma importancia contratar a alguien.
- Yo sé, Vicky, ahora mismo leeré la guía. ¿Tienes a la persona que vendrá hoy?
- Sí, junto a la guía te he dejado sus datos. Yo verifiqué y, a mi parecer, es la mejor alternativa que hemos tenido hasta el momento.
- Está bien. Entonces me prepararé. ¿Dentro de cuánto tiempo vendrá?
- Tienes una hora Javi. Por cierto ¿qué te ha pasado? – era inevitable la pregunta.
- Tuve unos problemas esta semana.
- ¿Otra pelea?
- Sí, Vicky. Pero no es lo que crees. Ya no pasará.
- No me llamaste para ir a traerte.
- Espero no tener que volver a llamarte. He conocido a alguien – y ahí estaba la expresión de sorpresa en su rostro, la misma que, me imagino, puso Bradley cuando le pedí que conozca a Diego.
- ¿Has conocido a alguien?, en todos estos años que tengo de conocerte, Javi, es la primera vez que tú me dices, estando sobrio, que has conocido a alguien. Seguramente es alguien importante.
- Lo es, Vicky, lo es. Y tengo planes que lo siga siendo mucho más tiempo.
- Bueno, ahora entiendo también tu buen humor de hoy. Veo que, sea quien sea, te está haciendo muy bien – creo que tenía pensado aprovecharse de eso porque ni siquiera he terminado de hablar cuando me llena de papeles que debo revisar y firmar, pero, de verdad hoy me siento muy bien así que los tomo de buena gana y me digo a mí mismo que debo revisarlos lo antes posible.
Tumblr media
******************************
- Javi, disculpa, por acá está el señor para la entrevista – me anuncia Vicky desde la puerta de la oficina.
- Dile, por favor que pase.
Pasé estudiando durante toda la última hora la guía que Vicky me había preparado. Sí, necesito una guía porque las veces anteriores que he realizado entrevistas han sido… ¿cómo decirlo sin que se escuche mal?... desastrosas. No tengo una manera más amable de describirlo. Generalmente no sé qué debo preguntar, en qué debo enfocarme sobre el entrevistado o, peor aún, que información acerca de la empresa debo decirles y cual no. Así que ella muy amablemente estuvo durante semanas preparando esta guía para que esta vez no lo eche a perder. Realmente necesitamos a un Coordinador de Medios Audiovisuales.
Vicky abre de par en par la puerta e indica con un gesto de la mano que puede ingresar. Al ver que el entrevistado utiliza silla de ruedas, corro a retirar una de las sillas que están delante de mi escritorio y, cuando él llega hasta mí, le estrecho la mano.
- Bienvenido. Muchísimas gracias por venir hoy y, mil disculpas por el atraso para realizar la entrevista. Hemos estado un poco cargados de trabajo.
- Muchas gracias a usted por recibirme. Realmente espero poder ser lo que están buscando.
- Por supuesto – me acomodo en la silla, detrás del escritorio, y reviso la guía, junto con los datos de aquel hombre – ¿cómo gusta que te llamen? ¿Juan estará bien?
- Si claro, aunque todos me llaman JJ.
- Por supuesto, JJ. Y dime ¿qué te motivó a solicitar esta plaza?
- Pues considero que es una gran oportunidad para poder desarrollarme en el área y, también, porque estoy seguro de que tengo mucho que puedo aportar a su empresa… -
- Por favor, no hay necesidad de tratarnos con tanta formalidad, de “tú” está bien.
- Claro. Pues he tenido bastante experiencia en empleos anteriores y he logrado desarrollar una estrategia de trabajo para optimizar los resultados sin aumentar los costos de la empresa.
- Muy bien. Me parece perfecto. Te comento… – el timbre de mi teléfono me desconcentra por un instante. “Diego”, quisiera responder, pero no puedo así que solo lo silencio y continúo –. Perdón por eso. Te decía que nosotros estamos buscando a una persona que se encargue de coordinar el departamento de Audiovisuales. Veo que tienes experiencia en el área, pero, hasta el momento, no has tenido a cargo todo un departamento… – nuevamente Diego está llamando. Por segunda vez silencio la llamada y continúo – perdona. Te preguntaba ¿por qué consideras que puedes con este cargo? Ya que la cantidad de trabajo que tenemos por acá es bastante elevada; son alrededor de treinta personas las que laboran en el mismo y parte de tus tareas sería coordinar, dirigir y supervisar su desempeño – justo cuando JJ iba a responder mi pregunta, mi teléfono suena por tercera vez.
- Por mí no te preocupes, si necesitas responder está bien – siento que comienzo a sonrojarme, pero, me parece extraño que Diego esté llamándome tantas veces, sobre todo, porque él está al tanto de esta entrevista. Me disculpo con JJ, cojo el teléfono y me levanto de la silla.
Al menos me alejo un poco de mi escritorio para responder, aunque, a decir verdad, siento que es un poco irrespetuoso tomar la llamada.
- ¿Aló?
- Hola Javi.
- Diego, mi amor, disculpa, estoy en medio de la entrevista. ¿Puedo llamarte luego?
- Solo debo decirte algo – escucho algo distinto en su tono de voz. No logro distinguir que es, pero sé que no está bien. En un segundo, miles de ideas se cruzan por mi cabeza y no puedo evitar preocuparme – por favor.
- Sí… sí claro, dime, ¿está todo bien? ¿tú estás bien?
- Todo está bien Javi… – se queda en silencio, un silencio tan largo e incómodo que lo único que logra es aumentar mi preocupación al punto que, antes de que él pudiera decir una sola palabra, lo interrumpo.
- ¿Mi amor? ¿Qué pasa?
- Tú eres la persona a la que más he llegado a amar en toda mi vida y, por favor, no lo olvides jamás. Recuérdalo siempre – por alguna razón, aunque me gustaba escuchar aquellas palabras, algo dentro de mí no me deja tranquilizarme.
- Tú también lo eres… ¿está todo bien?
- Sí, sí mi Javi… mi amor. Sólo quiero que sepas que te amo. Ahora ya soy feliz.
- Yo también soy muy feliz gracias a ti.
- Te amo Javi y sé que tú también me amas. Ahora descansaré.
- Claro Diego, descansa y yo, en cuanto termine el trabajo llego al apartamento.
Sí, la llamada después de todo había logrado tranquilizarme a final, aunque, tengo la sensación de que ocurre algo más. Pero en este momento no puedo pensar en ello, me prometí que haré bien todo, incluyendo mi trabajo, así que intento concentrarme en la entrevista nuevamente, guardo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón y regreso a mi escritorio.
- Disculpa por eso… JJ. Era mi novio – por su expresión es posible que esta última palabra le haya incomodado y, en realidad, no debí haber dado tanta información. “Apégate a la guía Javi. Apégate a la guía”, me repito en mi mente – lo siento. Aquí en la empresa tratamos de fomentar la igualdad entre todos los colaboradores y, eso incluye que no haya discriminación por la orientación sexual.
- No hay problema, no tengo problema con ello. Es solo que… – baja la mirada y guarda silencio por un momento – disculpa por escuchar tu llamada, es que me has recordado a mi mejor amigo – creo que mi gesto de no entender lo que estaba hablando fue muy bien captado por JJ –. Lo que quiero decir es que mencionaste un nombre, Diego, así se llama, perdón, se llamaba mi mejor amigo y me ha venido a la mente.
- ¿Se llamaba? ¿Ya no son amigos?
- No, no. No es eso. Es solo que él… él falleció. Precisamente hoy se cumple un año de que… murió – realmente soy muy malo para manejar aquellas situaciones. Nunca sé bien que decir y, las pocas veces que me veo forzado a dar algunas palabras de ánimo, no logro que se sientan sinceras.
- Yo, yo… lo siento mucho. No ha sido mi intención… – pero lo hice. Bien hecho Javi, no pierdes tu racha con las entrevistas desastrosas – hacerte pasar un momento incómodo.
- No hay problema. Al contrario, yo me disculpo por esta plática fuera de lugar.
- Para nada, no tienes por qué disculparte. Y, perdona que pregunte, pero ¿de qué murió tu amigo? – veo como el rostro de JJ refleja una gran tristeza.
- Hace un año él, Diego, fue asesinado por su novio. Fue una historia trágica, muy dolorosa, sobre todo para él – en realidad, a estas alturas ¿qué podía yo decir para restar la incomodidad del momento? – pero ya está descansando; ya está libre de… de ese imbécil.
- Es terrible como pueden pasar esas cosas, ya sea por celos o por un enojo de momento. No entiendo porque no pueden sencillamente hablar las cosas y… no llegar a esos extremos – lo siento Vicky, creo que la guía en la que tanto trabajaste quedó descartada hace unos veinte minutos – me imagino que si fue una sorpresa para todos ustedes cuando pasó… lo que pasó.
- En realidad para la mayoría sí, pero, para mí no lo fue. Yo sabía lo que estaba ocurriendo y creí que las cosas se podrían resolver, pero no fue así. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos – puedo ver el dolor que siente en su mirada – de repente recibí una llamada donde me informaban lo que había ocurrido. Obviamente no pude creerlo al principio, pero, todo fue cierto.
- No puedo imaginar ese momento y menos el extrañar a esa persona y no poder hablarle, verla o decirle lo importante que era.
- Es horrible, aunque con el paso de los días te haces a la idea de la ausencia, pero nunca logras acostumbrarte por completo. Incluso acá en el teléfono aún cargo unas fotos que nos tomamos la última vez que pudimos vernos y, de vez en cuando, la veo – tengo un nudo en la garganta. No sé porque, pero siento que hubiese sido a mi amigo al que hubiesen matado. Creo que así o peor me sentiría si algo le pasara a Bradley – mira, acá estamos.
Me estiro por sobre el escritorio y cojo el teléfono; lo acerco a mi rostro para ver mejor la foto y… caigo sentado en la silla con la boca abierta. Un intenso escalofrío me recorre de pies a cabeza, las manos me tiemblan y tengo una sensación extraña dentro de mí, como un presentimiento. Veo nuevamente el teléfono y simplemente lo dejo caer. No entiendo que está ocurriendo, levanto nuevamente el teléfono de JJ y comienzo a correr la galería; en varias fotos lo veo a él con su amigo, pero… ¿cómo es posible?
- ¡¿Es esto alguna estúpida broma?! – le pregunto a JJ, en realidad, se lo grité. Él me mira con los ojos abiertos como platos sin entender mi reacción - ¡Dime! ¡¿Estás jugándome una broma?!
- Lo… lo siento – me responde el aún incrédulo – no comprendo a que te refieres.
- Esto – giro el teléfono para dejar la pantalla frente a los ojos de JJ – ¿qué clase de broma enferma me estás haciendo?
- Yo… no… yo no estoy haciendo bromas.
- ¿Entonces por qué me enseñas esta foto y me dices que está muerto?
- Porque… tú… usted me preguntó por mi amigo y… yo solo quise mostrarle quien era – siento como me hundo en la silla – perdón, pero no comprendo que ocurre.
Y la verdad, es que yo tampoco lo entiendo.
- Diego… - alcanzo a decir.
- Sí – me responde JJ con timidez – él es Diego. Mi amigo, que murió hoy hace un año. Pero aun no entiendo cuál es la broma de la que usted habla.
Estoy llorando. Todo mi cuerpo comienza a temblar. Una parte de mí no lo comprende, no lo quiere comprender. Siento que todo se me viene encima. El mundo se me está cayendo en este preciso instante.
- Diego… ¿Diego Andrés?
- Reitch. Si, así se llamaba, pero… ¿cómo lo sabe? – no pude responder. No quise responder.
En realidad, no sé qué responder; mi cerebro está intentando procesar toda aquella información, buscándole un sentido a lo que está ocurriendo. Veo horrorizado la foto de JJ y luego lo veo a él; quiero, de verdad ansío que me diga que es una broma, una broma muy pesada y que, en cualquier momento, Diego entrará por la puerta con su cara de bobo riéndose, burlándose si quiere. Pero nada ocurre. Solo estamos JJ y yo sentados uno frente al otro; él viéndome con cara de asombro y yo llorando sin poder controlarme.
- ¿Está bien? ¿Le ocurre algo? ¿Quiere que llame a alguien? – Llamar. Diego me acaba de llamar. Saco mi teléfono del bolsillo y marco el número de Diego. No entra la llamada; me envía a buzón inmediatamente. Intento una segunda y una tercera vez. Lo mismo. Abro el WhatsApp y busco su contacto. No tiene foto, pero está toda la conversación que hemos tenido. Desesperadamente le escribo: “Mi amor, por favor, háblame. Dime que estás bien, que esto es una broma. Me urge. Llámame cuanto antes”. Me quedo esperando unos segundos viendo fijamente el chat, pero no recibe el mensaje. Levanto mi mirada y la fijo en JJ. No comprendo, en realidad, que está ocurriendo.
- Perdón, pero no comprendo que ocurre. ¿Está usted bien?
- Sí… sí. Todo bien – siento el estómago revuelto y unas ganas que apenas logro controlar por llorar. Quisiera salir corriendo al apartamento para ver que Diego está ahí - ¿dices que a tu amigo lo asesinaron hace un año?
- Sí, hoy se cumple un año.
- Y, ¿dónde vivía él?
- Vivía en casa de sus padres, aunque estaba pensando mudarse a…
- Un pequeño apartamento solo para él – dije al mismo tiempo que lo dijo JJ. Él me ve con los ojos abiertos de par en par.
Por un momento ambos nos quedamos en silencio.
- Diego… Diego entonces ¿nunca se mudó al apartamento?
- Si lo había logrado alquilar, pero, luego de lo que pasó, yo me encargué de hacer los trámites para anular el contrato. Al final lo tomó una señora con su hijo y ellos viven ahí actualmente, el apartamento C del quinto piso. Disculpe, pero no comprendo que tiene que ver esto con… con la entrevista para el empleo.
- ¿Cómo murió? ¿Cómo fue asesinado? – Aquella pregunta no le agradó a JJ pues puso una expresión seria, como dudando si debía responder o no.
- El novio lo asesinó. Fue una puñalada justo en el corazón. Incluso, además de apuñalarlo, le quitó su billetera. A pesar de las evidencias y de todo lo que tenía la policía para acusarlo, logró salir libre… Matt, así se llama el novio – escuchar aquel nombre hizo que me horrorizara. No puedo creer que hace unos días yo estuve con Matt, el asesino de Diego y… también estuve con Diego, pero ¿cómo es posible? – su familia es muy influyente. El padre creo que trabaja en el gobierno y él usó sus influencias para que lo dejaran libre de todo cargo.
- ¿Y la familia de Diego?
- No tenía ya. Era solo él. No le hacía daño a nadie ¿sabe? Era bastante callado, bastante tímido y, aunque a veces se enojaba o explotaba, siempre estaba disponible para uno. Él sólo quería…
- Ser feliz – termino yo la frase. Me está costando respirar. No puedo creer todo lo que estoy oyendo; no logro comprender como Diego… ni siquiera lo puedo decir – oye y Diego ¿y las cosas de Diego?
- Muchas de las cosas se dieron a la caridad y otras se tiraron. No había donde guardarlas ya que, al morir, la casa donde vivió fue vendida.
- ¿Y la billetera? ¿La devolvió Matt?
- No. Seguramente la tiró o la desapareció.
Siento como si toda la alegría la sacaron de mi vida y solo me dejaron una sensación de incertidumbre, de soledad. Siento revuelto el estómago y la cabeza está a punto de estallarme del dolor. Por más que intento convencerme de que todo aquello es una broma y nada más que eso, algo en mi interior sabe que es cierto y, de alguna manera, yo he visto a Diego, he hablado con él… lo he besado. De alguna manera, Diego me curó cuando lo del Bar, me ha cambiado, él me… me ama.
- ¿A qué hora murió Diego?
- Según dice la policía fue alrededor de las siete de la noche – veo mi reloj. Son las once de la mañana. Tengo que salir de aquí, necesito salir de aquí y volver a mi apartamento – JJ, ¿me disculpas un momento? – y sin esperar a que pudiera responder, salgo de la oficina.
- Vicky, debo marcharme. Es una emergencia.
- Pero Javi, estás en plena entrevista.
- Está bien, está contratado ¿puedes avisarle y darle toda la información? Dile que venga desde mañana yo… yo tengo que irme… - no logro dejar de llorar.
- ¿Estás bien Javi? ¿Pasó algo?
- Sí, yo estoy bien, pero… luego te cuento.
Salgo corriendo por todas las instalaciones hasta llegar al ascensor. Presiono el botón frenéticamente esperando que, al menos por esta vez, eso hiciera que el ascensor llegara más rápido. Tengo que irme cuanto antes. Fue tal la impresión de todo lo que acabo de escuchar y hablar con JJ que estoy actuando algo parecido a modo automático hasta que logro llegar a mi vehículo.
Luego de sentarme en el asiento del conductor, me aferro con ambas manos al volante, veo mi reflejo en el espejo retrovisor y me pongo a llorar desconsoladamente. Siento un fuerte dolor en mi pecho, como si mi corazón se hubiese partido en dos. Paso llorando por varios minutos hasta que logro calmarme un poco. Intento limpiarme el rostro inútilmente pues las lágrimas siguen saliendo de mis ojos, pero, al menos, ya puedo ver un poco más claro. Prendo el vehículo y salgo del edificio; mi primera idea fue dirigirme directamente a mi apartamento, pero, algo dentro de mí me dijo que debo ir a otro lado primero.
No sé exactamente porqué, pero cambio mi destino. Por alguna razón siento que dirigirme al apartamento de Diego, bueno, el que hubiese sido su apartamento si… no puedo ni siquiera pensarlo.
Son las dos de la tarde cuando me estaciono afuera del edificio. Justo cuando voy llegando a la puerta una señora de avanzada edad va saliendo, está sacando a pasear a su perro Schnauzer por lo que corro a sostenerle la puerta para que pueda salir sin problema y, luego de que me agradeciera por el gesto, me meto al edificio. “JJ me dijo que hubiese estado en el C del quinto piso”, me recuerdo; mientras voy subiendo las gradas trato de poner mis pensamientos en orden, o, al menos, descubrir porque decidí ir a este edificio. Acabo de darme cuenta de que, en realidad, es la primera vez que entro al edificio; solamente lo había visto por afuera las pocas veces que vine con Diego.
Ok, ya estoy en el quinto piso ¿y ahora? Comienzo a recorrer el pasillo, verificando la letra que está al lado de cada puerta hasta que llego a la puerta con la letra C plateada colocada en la pared del lado derecho. Estoy temblando de pies a cabeza; una parte de mí quiere creer que, de un momento a otro, Diego abrirá la puerta y me verá con los ojos bien abiertos y luego se lanzará a mis brazos a darme un gran beso y decirme que todo está bien. Pero sé que eso no sucederá.
Llamo a la puerta una vez. Nada. Vuelvo a tocar. Todo está en silencio. Comienzo a golpear la puerta insistentemente hasta que, pasados un par de minutos, me doy por vencido. Recuesto mi espalda en la puerta y me echo a llorar otra vez. Me tapo la cara con las manos y me deslizo hasta quedar sentado en el piso. Todo es cierto. Diego… Diego ya no está.
No sé cuánto tiempo paso llorando en la puerta, absorto en mis pensamientos hasta que una voz me hizo levantar el rostro.
- ¿Puedo ayudarlo en algo joven? – una señora un poco mayor, de alrededor unos cincuenta años o un poco más me veía con algo de curiosidad.
- No… nadie puede – es todo lo que logro decir.
- Bueno, pero ¿a quién buscas o esperas?
- Diego… - susurro nada más.
- Disculpa joven pero no entendí que dijiste.
- Aquí vivía un amigo mío y creí… - en realidad, no sé qué creí que pasaría si venía a este lugar – no, no sé.
- No sé de quien hablas, pero yo vivo en este apartamento. Mi hijo y yo.
- Disculpe, yo… - me puse de pie – no sé qué estaba pensando. No le seguiré quitando su tiempo – y me enfilo por el pasillo en dirección hacia el ascensor arrastrando los pies.
- ¡Oye! ¿Dices que tu amigo vivió aquí? ¿Cómo se llama él?
- Diego… Diego Reitch – la señora introdujo una llave en la perilla de la puerta.
- Si me das unos minutos, creo que tengo algo con que, tal vez, me puedas ayudar.
Regreso hacia el apartamento y me quedo viendo como aquella señora abre la puerta y entra. Unos segundos más tarde, sale sonriendo pícaramente y sosteniendo una pequeña bolsa de plástico, con algo en su interior en la mano.
- ¿Dices que estás buscando a Diego? – apenas logro asentir con la cabeza – tal vez, si lo encuentras, me podrías hacer el favor de entregarle esto – y estira su brazo hacia mí.
Cojo la bolsa que tiene en su mano y la abro para ver qué es lo que contiene. Al vaciar su contenido, una billetera de cuero negro cae en mi mano. La billetera de Diego. Instintivamente la abro y puedo verlo. Mirándome fijamente. La foto de su permiso de conducir, con esa cara de bobo, esos ojos tristes y los labios perfectos. Esos labios que encajaban a la perfección en los míos. Un sentimiento de gran tristeza me llena de inmediato y dejo escapar varias lágrimas.
- Gra… gracias – alcanzo a decir – yo se la entregaré. Di la vuelta y me dirigí hacia el ascensor.
Por segunda vez en el día, al tener el volante del vehículo en mis manos, me pongo a llorar desconsoladamente. Justo aquí frente a mí tengo la billetera de Diego por segunda vez.
Esta vez dejé pasar bastante tiempo antes de pensar que debo hacer.
5:00 p.m.
A pesar de estar llorando, me obligo a controlarme un poco para al menos lograr conducir de vuelta a mi apartamento. Espero que Diego siga ahí. Necesito verlo, quiero escucharlo… necesito un abrazo de él.
Tardo casi una hora en llegar al edificio y varios minutos en poder subir hasta el apartamento. Pero ya estoy acá, parado justo delante de la puerta y, aunque todo mi ser quiere entrar corriendo para ver a Diego, tengo miedo. Miedo de que no esté, de no poder verlo de nuevo.
6:00 p.m.
Respiro profundamente y abro la puerta. Todo está a oscuras, en silencio. Cualquier persona pensaría que nadie ha estado en el apartamento en todo el día. No hay rastro alguno de Diego.
- ¡Diego! ¡¿Dónde estás?! – grito mientras recorro la sala, el comedor y cocina - ¡Diego! ¡por favor respóndeme! – llego al dormitorio y reviso el baño. Nada. No está Diego por ningún lado. De tan fuerte que estoy sosteniendo la billetera me duele la mano, pero no la quiero soltar; no encuentro a Diego.
No sé realmente que pensar, o que sentir. Diego no está. Me pongo a caminar decepcionado por el lugar hasta que, al llegar a la sala, me paro en seco y abro mis ojos de par en par.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 18. La última noche.
TERCERA PARTE. Para siempre.
Capítulo 18 – La última noche.
JUEVES.
Diego.
- ¡No! ¡No! Discúlpame, te lo suplico. No pasó nada, lo estás entendiendo mal – estoy de rodillas llorando, suplicando – por favor. Escúchame.
- ¡Come mierda Diego! ¡Eres una puta! No sé ni con cuantos te has metido ya.
- ¡No!, no es así. No es lo que crees. Fue un mensaje del trabajo. Eso fue todo.
- ¡Mentira! ¡Dame tu teléfono! Quiero revisar – todo mi cuerpo tiembla; como puedo cojo mi teléfono de la mesa y se lo entrego; él me lo arrebata e inmediatamente revisa todas las apps. Hoy es de esos días en que siento mucho miedo, no sé qué va a ocurrir. Algunas veces se calma rápido, pero, otras, podemos pasar peleando por horas; él puede llegar a enojarse demasiado y, un par de veces ha pasado, se pone violento – estoy seguro de que borraste la conversación. Mentiroso… ¡puta! – y tira el teléfono contra mi cara, pegándome justo arriba de la ceja derecha; el teléfono sale volando y cae a unos pasos de mí. Pero no me atrevo a moverme. Puedo ver la cólera en su mirada; está rojo de lo enojado y yo, simplemente no sé qué debo de hacer.
Una parte de mí desea, con todas las fuerzas, salir corriendo de ahí y no regresar, pero, sé perfectamente que eso únicamente empeoraría la situación. Una vez lo intenté y terminé con un ojo morado. Así que, esta vez, prefiero quedarme de rodillas delante de él pidiendo perdón por algo que no hice, es más, ni siquiera he pensado hacer.
- ¡Deja de llorar! Te ves fatal – pero no puedo dejar de hacerlo.
- Perdón… perdón.
- ¡Cállate! ¡No te he dicho que hables puta!
- Yo… yo te amo. Jamás te engañaría. Te amo.
- ¿Con quién estabas hablando?
- Ya te dije. Fue del trabajo, solo me estaban preguntando si… - pero no me dio tiempo de responder; en un impulso se abalanza contra mí, me da un puñetazo en el rostro que me hace perder el equilibrio y caer de lado al piso. Me da una patada en el estómago y luego me toma del pelo y me arrastra por el dormitorio hasta que me mete al baño; él se sale y traba la puerta por fuera. Como puedo me pongo de pie y trato de girar la perilla. La puerta no abre. Hago un segundo intento. Nada.
- ¡Te quedarás ahí encerrado hasta que averigüe con quien hablabas puta asquerosa! – todo quedó en silencio.
Me siento en el retrete llorando en silencio; no puedo dejar de temblar. Realmente tengo mucho miedo, como nunca lo había tenido. Jamás lo había visto tan enojado conmigo y, en realidad, no hice nada.
Estábamos acostados viendo televisión cuando, de repente, llegó un mensaje a mi teléfono. Lo cogí y revisé WhatsApp, era del trabajo solamente confirmando el día de entrega de un diseño; yo respondí estrictamente lo necesario y dejé el teléfono sobre la mesa. Sin previo aviso, él se molestó, me dio un empujón sacándome de la cama y se puso de pie. Comenzó a gritarme exaltado, exigiéndome que le dijese con quien estaba hablando, si era mi amante, si estaba quedando con alguien para tener sexo en la noche. Yo me asusté. Al principio no supe que decir, ni que hacer. Traté de explicarle de que se trataba aquel mensaje, pero, no me dio oportunidad.
En un abrir y cerrar de ojos estalló. Ya no oía razones. Solamente gritaba, me insultaba; yo me tiré al piso de rodillas suplicando que, por favor, por esta vez, me escuchase. Pero no sirvió.
Escucho pasos afuera del baño. No sé qué está haciendo.
Me pongo de pie y me acerco a la puerta; trato de escuchar mejor, pero solo puedo adivinar que está caminando por todo el dormitorio.
- No hice nada. Yo solo quiero estar contigo. Quiero… estar contigo – me costaba mucho hablar.
- ¡Cállate! ¡Deja de mentir puta!
- Te juro, de verdad te juro que fue del trabajo. Revisa la conversación, el último chat de WhatsApp. Mira la hora, por favor – estoy aterrado; no puedo dejar de llorar. Yo solo quise tener una relación bonita; solo quiero ser amado… al menos una sola vez. Solo quiero poder amar y amar de verdad.
No sé en qué momento todo cambió.
Al principio las cosas eran soñadas; realmente fue casi un cuento escrito por Albertalli*. Recuerdo que no llevábamos ni siquiera tres meses cuando él tuvo que viajar por trabajo. Esos días previos a su partida fueron maravillosos; los pasamos juntos casi todo el tiempo. Y la despedida fue triste. Los dos lloramos; él no quería irse y yo no quería que se fuera. La noche antes de su viaje, fuimos a lo alto del edificio donde vivía en aquel entonces y nos acostamos en el suelo viendo las estrellas. Fue la primera vez que le dije: “Te amo”, y el lloró de alegría. Yo lloré de felicidad. Todo era perfecto. Todo era soñado.
Pero después, las cosas cambiaron. Él cambió. Y yo comencé a tener miedo. Gritos, insultos, humillaciones. Ya no había palabras bonitas, pero si frases humillantes. Ya no había gestos tiernos, pero comenzaron los golpes y yo comencé a quedarme callado. Tuve que alejarme de todos mis amigos; incluso de mi familia. Y hemos pasado así más de tres años.
Recuerdo que un día me sentía tan mal, que abrí una cuenta de Facebook con otro nombre, con otra foto y busqué a alguien con quien hablar. JJ fue el elegido. A pesar de que le dejé de hablar sin decirle porqué, él me escuchó y se compadeció de mí; desde ese momento comenzó a estar a mi lado, acompañándome a escondidas, escuchándome llorar todas las noches y buscando conmigo la forma de poder salir de esa relación que ahora es un martirio para mí.
Tumblr media
Puedo escuchar que está hablando, pero no entiendo que dice. Seguramente está llamando a los últimos números que tengo marcados en mi teléfono. Todos son del trabajo. Por favor, universo, no puedes hacerme esto. No más, por favor.
- Por favor, abre la puerta. Déjame salir. Hablemos – y escucho un fuerte golpe en la puerta. Instintivamente pego un salto atrás y me quedo quieto, no puedo moverme. Apenas logro secar mis lágrimas con la mano, pero sigo llorando. De repente escucho que quita el seguro de la puerta; me acerco despacio y giro la perilla. Esta vez sí se abre. Trato inútilmente calmarme y salgo del baño. Puedo ver que está sentado en el sillón, al menos está un poco más tranquilo.
- Por favor, amor, no está pasando nada. No hay nadie más.
- Yo sé que me estás engañando, yo lo sé.
- No es así. Te juro que no es así – clava su mirada en mí mientras se pone de pie – amor, en serio. No te enojes. Fue del trabajo la llamada, solo necesitaban confirmar la fecha de entrega… -
- ¡¡Cállate!! – en un impulso se pone de pie, toma una silla que tiene cerca y la levanta sobre su cabeza rompiendo en miles de pedazos la lámpara que cuelga del techo justo donde él se encuentra parado - ¡¿Ves lo que has hecho?! ¡¡La rompiste!! – yo no me pude mover de mi sitio - ¡Maldito! ¡Te odio! – tira la silla a un lado y corre hacia mí lanzándome puñetazos a la cara; solo puedo levantar mis brazos y tratar de protegerme al menos un poco. Intento empujarlo, pero él logra esquivarme, me toma con las dos manos del cuello y comienza a apretarme. Siento como me hace falta el aire; trato de decir algo, pero no puedo, no sé si por miedo, por sus manos en mi cuello, o por ambas. De verdad me está ahorcando. Forcejeo un poco hasta que logro liberarme y él lanza otra vez un puñetazo que me da en la boca, rompiéndome el labio. A pesar de que la sangre sale por montones, no trato de limpiarme, solamente lo veo aterrado. Jamás había estado tan violento como esta vez y yo, definitivamente, no puedo seguir aquí. No puedo seguir soportando esto. Respiro profundo, intento recuperar algo de valor y lo veo directo a los ojos.
- Yo me voy de aquí, Matt. No puedo seguir.
- ¡Lo sabía! ¡Te vas a ir con tu amante! – se agacha y toma algo del suelo. En ese momento me doy cuenta de que el golpe que escuché momentos antes en la puerta fue mi teléfono haciéndose mil añicos al chocar con la madera – aquí tenías guardado el número de tu amante. No lo niegues Diego – en su mano tiene el sim de mi teléfono; me lo muestra por unos segundos y luego se lo mete a la boca; lo mastica por unos momentos y luego lo escupe a mi rostro.
- No tengo amante… nunca lo he tenido.
- ¿Con quién te estabas acostando puta?
- Con nadie, pero no puedo seguir aquí. Ya no puedo seguir así – y como puedo me giro y camino hacia la puerta, la abro y salgo del apartamento. En realidad, no tengo idea de cómo me iré de este lugar; la billetera con mi dinero y todas mis cosas me las había quitado y no sé dónde las escondió. Pero no importa, lo único que me interesa es salir de este lugar, alejarme de él lo más que pueda y jamás volver a verlo.
- Si intentas salir de aquí, llamaré a seguridad y diré que me has robado. Te meteré en la cárcel maldito – paré en seco – tú te regresas para acá, ahora mismo.
- Matt, por favor. Mira lo que está pasando. Esto no es sano para ninguno de los dos. Por favor, déjame ir. Me quiero ir – y me pongo a llorar otra vez. Lo único que deseo, que necesito en este momento es irme lejos. No lo quiero volver a ver. No quiero más golpes.
- Te regresas para adentro en este momento. ¿Cómo crees que dejaré que te vayas a revolcar con tu amante? Te vas a quedar conmigo hasta que yo quiera y me vas a amar hasta que yo me aburra de ti y te deje, como la puta que eres. Yo tengo que dejar de amarte y cuando yo quiera entonces te puedes ir, te puedes morir, maldito – no puedo decir nada – y vas a seguir conmigo y me vas a seguir diciendo que me amas, que quieres estar conmigo hasta que yo lo diga ¿escuchaste? Así que ahora, en este momento, te vienes para adentro y cierras la puerta. Puta.
No puedo pensar claramente, pero sé que es mejor que haga lo que está diciendo. Como puedo, en contra de mi voluntad, regreso al apartamento y, justo cuando voy a entrar, él me toma del pelo y me jala tan duro que me hace caer; con todas sus fuerzas me tira hacia la sala y cierra la puerta. Camina hacia mí y me da una patada en la espalda. Luego se sienta en el sillón personal de la sala. No quiero moverme, solamente giro la cabeza para verlo. Matt está sentado con los brazos apoyados en sus piernas sosteniéndose la cabeza. Respiraba con dificultad por la ira que siente. Solamente quiero irme, es todo lo que quiero. Solo quiero salir y recuperar mi vida, quiero ser feliz.
Todo lo que deseo es poder amar a alguien que me ame también. Solo quiero ser feliz.
- Eres una mierda, Diego. ¿Cómo pudiste engañarme? – y comenzó a llorar de rabia - ¿cómo se te ocurre que me vas a engañar a mí? – me incorporo y me siento en el suelo sin dejar de verlo.
- Yo no te he engañado, no he hecho nada.
- ¡Yo sé que sí! ¡Yo lo sé! No me digas que no – le costaba hablar – tú te atreviste a engañarme – me pongo de pie, pero me quedo quieto en el mismo punto; no me quiero acercar. Él también se pone de pie y camina hacia mí; por la expresión en su rostro, sé que no será nada bueno. Por instinto corro hacia el baño y Matt corre detrás de mí. Justo cuando trato de cerrar la puerta, él la golpea tan fuerte que logra partirla a la mitad, entra en el baño y me pega en la espalda tirándome sobre el retrete; me toma de la camisa y me saca a rastras del baño. No sé qué puedo hacer.
- ¡Mira! Ahora hasta has roto la puerta y la lámpara. Te odio Diego, ¡te odio! – lanza otro puñetazo a mi rostro.
Me lleva de vuelta a la sala, me deja tirado en el suelo, yo ni siquiera hago el intento de moverme. Él pone su pie en mi rostro mientras grita y llora. Luego de unos minutos puedo ver que empieza a calmarse. Quita su pie de encima mío y se aleja un poco sin dejar de verme.
- Matt… yo no hice nada. No te engañado.
- ¿Quién te ha llamado entonces? ¿Quién es Pablo?
- Él… él de mi trabajo, ya te lo he mencionado antes. Él trabaja conmigo.
- ¿Entonces coges con él en la oficina? ¿Eso es?
- No, ¿cómo crees?
- ¿Para qué te está llamando?
- Porque quiere confirmar la fecha de entrega, eso es todo – pero aquella respuesta no le convenció. Se aproxima a mí, me empuja contra el sillón y me arranca la camisa.
- Ya que eres la puta de la oficina, ahora vas a ser mi puta también – me lanza varios puñetazos al rostro acertándolos todos. No sé bien que me ocurre en este punto, pues, aunque quiero reaccionar, hacer algo, mi cuerpo no responde. Mi mente está en blanco, como si se hubiese desconectado de mi cuerpo.
Matt abre mi pantalón y me lo quita junto con el bóxer; luego se pone de pie y se quita toda la ropa. Me pongo a llorar sin poderme controlar. Él se acomoda en el sillón y hace lo que considera que es su derecho, al final, según él, yo me dedico a tener sexo con cualquiera, por lo que, obviamente, debo tenerlo con él, a pesar de que yo no quiera.
En este momento me doy cuenta de que aquella relación de sueño, que tanto he querido siempre, simplemente no existe; todo fue mentira. Y por más que intenté ser buen novio, por más que yo sí entregué mi corazón, no fue suficiente.
Sólo quiero amar a alguien que también me ame.
Siento un gran dolor mientras él toma lo que considera le corresponde; no me puedo mover. No quiero siquiera pensar que está pasando. Solo… espero que todo termine pronto. Solo quiero dejar de sentir el dolor que me causa tenerlo adentro mío.
Han pasado varios minutos cuando Matt se ha aleja un poco para vestirse de nuevo. Yo me levanto con cuidado y cojo mi ropa; todo el cuerpo me está doliendo, siento el rostro caliente e hinchado. Mis brazos están golpeados y tengo varios rasguños en uno de ellos. Moretes por doquier. Me visto lo mejor que puedo, aunque no puedo hacer gran cosa con mi camisa; esta rasgada por la espalda y rota de enfrente. Sentarme me duele demasiado.
- Apúrate y súbete al vehículo – aquellas palabras me hacen reaccionar; volteo a ver a Matt – tengo una fiesta y vas a ir conmigo, mira cómo te arreglas un poco puta.
Quince minutos han pasado y voy sentado en el vehículo al lado de Matt; no quiero decir ni hacer nada, solo quiero evitar que se moleste aún más. Él no ha dejado de insultarme en todo el camino; me dice que soy lo peor que le ha pasado, que le doy asco y que un favor me ha hecho en fijarse en mí, pero, que jamás me ha amado porque a alguien como yo nadie lo puede amar, lo cual muy dentro de mí, creo que tiene razón.
- Es que ¿cómo se te ocurre engañarme? – me escupe al rostro. Yo no digo nada – de verdad te odio, maldito… es que… es que… - y se pone a llorar con rabia.
No quiero verlo. Tengo miedo de que, si lo volteo a ver, se pueda molestar otra vez.
- ¿Por qué no dices nada? Es porque tengo la razón. Eres un fácil, una puta.
- No te he engañado Matt – me atrevo a decir con gran dificultad.
- ¡Claro que sí! Hasta te llaman al teléfono cuando estás conmigo. Que asco. Y de plano ha de ser un feo todo sucio como esos tus amigos que tenías. Un pobretón.
- No hay nadie más, nunca lo ha habido – y, en realidad, no lo ha habido. Al principio creí que con él podría tener la relación que siempre quise y, cuando las cosas comenzaron a deteriorarse, simplemente me alejé de todos. Nunca he hablado con alguien más.
- Voy a averiguar quién es tu amante. Pero no quiero hablar de eso ahora. Solo quiero que vayamos a la fiesta y olvidarme de la mierda que me has hecho. Ya no digas nada, no te quiero ni ver, pero vas a ir conmigo porque eres mi novio y no pienso presentarme solo. Ya te dije, tendrás que quedarte conmigo hasta que se me dé la gana. Cuando ya no te ame yo te dejaré para que vayas a meterte con quien se te pegue la gana, de plano otro pobretón mal parido como tú. Pero, mientras tanto, te quedarás conmigo.
Seguimos avanzando por varias calles solamente con la música que sale de la radio y una que otra bocina de los vehículos que pasan a los lados. Por un momento logro calmarme lo suficiente para dejar de llorar y me dedico a ver por la ventana hacia la calle.
Tantas personas que van caminando tranquilas, sin problemas. Algunos van acompañados por su novio, y son felices. Otros van con sus amigos o compañeros de trabajo, tal vez, y son felices. Y yo ¿por qué no puedo ser feliz?
De la nada siento como me empuja la cabeza contra el cristal golpeándolo con fuerza, pero no la suficiente como para quebrarlo, trato de voltear hacia Matt, pero este me toma del cabello, acerca mi rostro al suyo y me escupe, luego me empuja una segunda vez contra el cristal; esta vez me duele un poco más aún; y me empuja una tercera vez.
- ¡Te odio maldito! ¡Te odio! ¡¿Por qué lo hiciste?!
Y me empuja contra el cristal una cuarta vez con la suficiente fuerza para quebrarlo. Lo único que logro hacer es cerrar los ojos para evitar que los diminutos cristales me lastimen.
- ¡¡Mira lo que has hecho!! ¡¡Estúpido!! ¡Idiota!! – trato de limpiar los cristales que tengo en el rostro y el cabello de forma disimulada mientras Matt grita y llora en su asiento; no logro entender lo que dice, pero, estoy totalmente seguro, que es en contra mía. Pasados unos minutos, baja la velocidad pues hay un poco de tráfico; me voltea a ver, pero no musita palabra alguna. Sin pensarlo tanto, abro la puerta y me lanzo del vehículo. Ca de espaldas sobre el asfalto dando un par de vueltas, menos mal no me golpeo la cabeza. Como puedo me pongo de pie lo más rápido que me es posible y veo hacia todos lados. Justo delante de mí hay un centro comercial; como no tengo planeado que haré, corro hacia el interior intentando ocultarme de Matt. Solo espero que no me siga.
Corro lo más rápido que puedo, no sé a dónde ir. No tengo como llamar para pedir ayuda y no encuentro a alguien de seguridad que pueda ayudarme o, al menos, llevarme a algún sitio seguro donde nadie pueda entrar. Subo al segundo nivel, luego al tercero. Pero no encuentro a alguien quien pueda auxiliarme. El único lugar al que se me ocurre ir a esconderme es a los baños.
Al entrar, busco uno de los cubículos desocupados; entro en él y cierro la puerta con llave detrás de mí. Estoy seguro de que no quiero que me encuentre por lo que me siento sobre la taza del retrete y levanto mis pies para que no pueda verlos por debajo de la puerta. Estoy temblando, llorando, pero, al menos en este momento, siento que estoy a salvo. ¡Qué equivocado estoy!
- Te apuras a salir de ahí Diego o te saco a la fuerza – escuchar aquella voz me paraliza completamente. Matt me ha seguido hasta el baño y ahora está justo afuera del cubículo. No sé qué hacer. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
- Por favor… te lo suplico… déjame irme.
- Te irás cuando yo lo diga – y golpea con fuerza la puerta varias veces. Respiro profundo intentando recuperar la calma. Me puse de pie, apoyo la mano sobre la perilla, pero no la puedo abrir. No me atrevo a hacerlo – apúrate a salir de ahí Diego. No tengo todo el tiempo. Te vas a ir conmigo en este momento.
Yo sé que Matt no se irá hasta que salga de acá, pero no quiero salir. Cojo el poco valor que me queda y abro la puerta; su puño golpea de lleno en mi nariz. Pierdo el equilibro, pero logro sostenerme para no caer, solo me apoyo en una de las paredes, parpadeo varias veces y me incorporo. Matt me toma por la camisa y me jala hacia él.
Siento un fuerte dolor en mi pecho; algo ha pasado. Este dolor no lo había sentido antes, nunca. Bajo la mirada y descubro que Matt tenía una navaja en su mano y la ha clavado en mí.
Todo me da vueltas. Matt no dice nada, no se mueve. Solo se limita a verme con los ojos tan abiertos como platos y yo lo veo con mis ojos llenos de lágrimas. Por fin suelta mi camisa y saca la navaja de mi pecho; el dolor se vuelve más intenso aún.
Trato de cubrir la herida con mi mano, pero es inútil. La sangre no deja de salir; me siento mareado y me está costando respirar. Esto es todo. No puedo creer que, después de todo, aquí se termine todo para mí. Me recuesto en una de las paredes del cubículo y Matt da varios pasos hacia atrás; puedo descubrir, por su rostro, que no tenía planeado hacer aquello. Pero ya está hecho. No queda mucho más tiempo, al menos no para mí.
Después de todo lo que viví a su lado, de todos los golpes, de todos los maltratos y de todos aquellos insultos y palabras con las que me humilló por tanto tiempo, no pudo dejarme ir. Prefirió que las cosas llegasen a este punto.
Todo lo que quise fue amar a alguien con intensidad, sin tener miedo; solo quise amar a alguien lo suficiente para poder entregarle todo lo que soy, todo mi corazón. Solo quise que alguien me amara tanto como yo lo amara a él. Solo quería ser feliz… solo quería…
No logro mantenerme de pie; me deslizo en la pared hasta quedar sentado; el baño comienza a oscurecerse, pero logro ver como Matt se agacha sobre mí, revisa mis bolsillos y toma mi billetera, luego sale corriendo. Nadie más está conmigo. Me está costando mantener los ojos abiertos y mi piel se eriza por completo por el frío. Hay mucho frío. Sólo quería ser feliz… solo quiero ser feliz… solo quiero amar…
Todo se vuelve oscuridad y silencio.
******************************
- ¡Diego! ¡Diego despierta! – con dificultad abro los ojos; todo está oscuro, pero logro distinguir una silueta a mi lado y, de repente, me echo a llorar – Diego, ¿estás bien? ¿qué pasa?
- Yo… es que… yo… - pero no logro decir nada. La silueta se mueve hacia un lado y se enciende la luz. Puedo ver el rostro de Javi con expresión de angustia delante de mí.
- Diego, mi amor, tuviste una pesadilla. Estabas gritando, moviéndote hacia todos lados.
- Yo… fue horrible – pero no puedo parar de llorar. Javi se agacha al lado mío y me abraza. Estoy temblando. Me cuesta unos minutos calmarme, pero, estar en sus brazos me hace sentir bien.
- Mi amor, tranquilo. Solo fue un sueño. No pasa nada. Aquí estoy yo para ti – me aferro con más fuerza a Javi y no lo suelto por varios minutos hasta que logro, al menos, dejar de temblar.
Javi me acaricia la espalda y la cabeza; me da besos tan tiernos, tan llenos de amor en la frente y me susurraba al oído lo mucho que me ama. Todo aquello logra calmarme lo suficiente para dejar de llorar.
- Fue horrible. Fue un sueño que… que…
- No pienses en ello Diego – me interrumpe – solo fue un sueño. Quédate tranquilo. Yo estoy contigo. Todo está bien.
Me giro para quedar de frente a Javi y lo veo directo a los ojos.
- Todo lo que he querido, todo lo que quiero es amar… amar como te amo a ti Javi – puedo ver como se le humedecen los ojos; yo ya estoy llorando.
- Diego, yo también te amo. En serio te amo demasiado.
- Quiero que sepas, que en toda mi vida jamás había podido amar a alguien como a ti. Creí haberlo hecho, alguna vez creí que había encontrado a mi verdadero amor, pero estaba equivocado. No fue así. Encontré mi verdadero amor hasta que te conocí. Toda mi vida pasé queriendo amar a alguien, solo eso, amar a alguien. Y lo logré contigo. Te amo a ti. Tú eres mi verdadero amor – Javi intenta hablar, pero no se lo permito – y quiero que lo recuerdes siempre. Me has dado el mejor regalo de toda mi vida, la oportunidad de amarte, de entregar mi corazón sin miedo y… y siempre lo haré. Siempre te amaré. Estar contigo, es justo lo que necesitaba.
Aunque quiere hablar, Javi no puede decir palabra alguna, en cambio, hace algo mejor, mucho mejor. Planta sus labios sobre los míos y me da un beso tan intenso, tan puro… tan perfecto, que no puedo evitar llorar de alegría. Después de todo, finalmente he logrado encontrar a la persona ideal. Por fin encontré a esa persona que puedo decir que amo verdaderamente.
Nos quedamos así por varios minutos, sin decir palabra, sin intentar explicar algo, solo abrazándonos, viéndonos y amándonos. Luego de un rato nos acostamos en la cama y yo me acurruco en los brazos de Javi; él me abraza y me aprieta contra su cuerpo. Todo está bien ahora. Ahora ya puedo descansar.
1 note · View note