Tumgik
itspabblo · 2 years
Text
Tumblr media Tumblr media
Gingerbread house.
Design Center 2017
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
I love this place.
Tumblr media
Tumblr media
1 note · View note
itspabblo · 2 years
Photo
Tumblr media
Y aquí, este lugar @tgifridaysgt y @avia_gt fueron la inspiración, el escenario perfecto para escribir la novela: "El hombre que solo quería amar". 😊 (http://elpabtiago.wordpress.com) Este fue el lugar mencionado como "el restaurante del segundo piso (ubicación de Friday's) de la doce y décima en la diez (la dirección de Avia)" 🤗 De mis lugares favoritos... el mejor❤. #photo #photography #foto #fotografia #guatemala #guate #photooftheday #photos #photoday (en Guatemala City, Guatemala) https://www.instagram.com/p/CbT1xawMRB9/?utm_medium=tumblr
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Epílogo
******************************
Diego, puede ser que ya no estés acá conmigo, pero, podemos al menos fingir por un momento que estamos en la cama y tú te acurrucas en mi pecho; yo te envuelvo con mis brazos hasta que te quedes dormido, mientras yo aguanto unos minutos más, para poder sentir tu respiración sobre mí. Disfrutar tu mano que has apoyado en mi hombro y darte suaves y tiernas caricias en tu espalda diciéndote, con cada una de ellas lo mucho que te amo.
Maldita sea, ¡cuánto te extraño!
******************************
JUEVES. MAÑANA.
Javi.
Ya ha pasado un año desde que… desde que Diego se marchó. No puedo decir que se marchó porque nunca… en fin. Hace un año que lo vi por última vez y, aunque estuve muy mal durante varias semanas – fueron meses en realidad – poco a poco he logrado seguir adelante. De todas maneras, le prometí que lo haría. Él me dijo esa última vez que hablamos de que yo lo había ayudado, le di la relación que siempre quiso, la relación perfecta; pero la verdad es que fue él quien me ayudó a mí. Las cosas en mi vida cambiaron demasiado después de conocerlo. Después de compartir con él. Desde que aprendí lo que es amar a alguien y ser amado.
¡Si supieras cuanto te extraño Diego!
Bradley ha sido de gran ayuda en todo este tiempo; con sus ocurrencias y locuras, me ayuda a olvidar por momentos su ausencia, es en las noches, que todo empeora. Vuelvo a vivir aquella noche – siete en punto – cuando me dio un último beso y no pude decirle nada más. Simplemente desapareció. Días después, le pedí favor a JJ que me dijese donde está enterrado Diego y él, gustosamente, me llevó hasta su tumba.
El cementerio donde se encuentra me causó escalofríos con solo entrar; viejos mausoleos altos, grandes hileras de tumbas apiladas una sobre otra y, un poco más adentro, un área verde que luce lápidas de muchas formas, tamaños y colores colocadas cada tanto. Algunas revelan su antigüedad por lo dañado o los brotes de musgo y plantas que nacen en las grietas. No puedo decir que se exactamente dónde está Diego, el camino lo recorro como estando en automático; me parece surrealista todo el momento. Luego de caminar por algunos minutos llegamos a nuestro destino.
Estoy justo delante de su tumba. No logro creerlo aún. Ver aquella lápida negra que, en letras blancas, tiene escrito encima: “Diego Andrés Reitch" así como la fecha en que fue asesinado, es demasiado para mí. No puedo soportarlo y, sin previo aviso, rompo a llorar desconsoladamente. De alguna manera, hasta en este momento se hizo real para mí la despedida; hasta ahora que estoy de pie ante la tumba de Diego comprendo que jamás lo volveré a ver. JJ se compadece de mí y se queda consolándome hasta que logro calmarme lo suficiente. Aunque lo he conocido por trabajo – a JJ – lo que he podido tratarlo me hace comprender porque fue amigo de Diego, es muy buena persona, bastante agradable una vez que te acostumbras a su manera de ser, la cual es muy peculiar.
Estuvimos bastante tiempo delante de la tumba de Diego, incluso más del esperado, pero, yo no quiero marcharme, no quiero dejar solo a Diego, sin embargo, JJ me señala que ya es momento de volver a la oficina y se lo prometí – a Diego – que esta vez haré todo correctamente así que no me queda más remedio que aceptar que hay que irnos. Me acerco un poco más a la tumba y coloco mi mano sobre la lápida; se me hace un nudo en la garganta y siento un gran vacío en mi estómago. Aún no puedo creerlo.
“Hay tantas cosas que me gustaría que vieras – últimamente he tomado la costumbre de sentarme cada noche en la sala del apartamento y hablar en voz alta, de alguna manera espero, creo, mejor dicho, que Diego me escucha – en el trabajo todo va bastante bien. Mi padre al menos ya me ha llamado para saber cómo estoy, créeme, eso es un gran, gran cambio. JJ es muy bueno en su trabajo, creo que se ha hecho amigo de todos en la oficina. Creo que hasta yo he cambiado, en la oficina ya no me ven con odio, algunos aun con miedo, pero ya es un avance y… - No puedo evitar llorar – todo es gracias a ti. Me cambiaste, me hiciste querer ser mejor… me hiciste darme cuenta de que yo soy un hombre que quería amar… y contigo logré hacerlo. Te extraño demasiado, no te imaginas cuánto. Si supieras lo mucho que anhelo recibir un mensaje tuyo, o llegar al apartamento y ver tu cara de bobo. Que hubieses conocido a Bradley, él te hubiera caído bien, y tantas cosas que soñé, sueños que tuve gracias a ti… te debo tanto Diego". No sé qué más decir, simplemente me acurruco en el sillón y, sin darme cuenta, me quedo dormido.
JUEVES. NOCHE.
******************************
¿Habré logrado hacerte realmente feliz? Yo sé que eso es lo que tú tanto querías, casi tanto como ser amado. Déjame decirte, Diego, yo si te amé como jamás lo he hecho; aún sigo amándote y por eso me duele tanto que no estés. He tratado con todas mis fuerzas vivir correctamente; he intentado cambiar y ser así como tú me conociste, pero se me están acabando los motivos para seguir así. A veces pienso que todo sería más fácil si ahogo mi tristeza, si borro tu ausencia con alcohol. Al menos pasaría un momento libre de este dolor… al menos por un momento no te extrañaría.
¡Ojalá hayas podido darte cuenta lo mucho que te amo Diego!
******************************
VIERNES. MAÑANA.
Javi.
Gracias a un pequeño, pero molesto rayo de sol que se cuela por la ventana y justo termina en mi rostro logro despertarme. Por un momento me sentí desubicado, vale ni siquiera sé qué día es. Bostezo varias veces, me estiro y bostezo un par de veces más en un intento de reaccionar y despertar bien. Luego de un par de minutos finalmente estoy bien despierto, aunque sigo estando cansado y… me hace falta. Siempre mi primer pensamiento es lo mucho que lo extraño.
Son las seis de la mañana, pero mi estado de ánimo está peor que nunca; tengo tantas ganas de llorar que apenas logro contener las lágrimas. Como una película que no termina veo en mi cabeza cada momento que compartimos con Diego, lugares a los fuimos – o creo que fuimos porque, al final, no estoy seguro de que fue lo que vivimos – y, de alguna manera, siento que me hace aún más falta hoy.
- Hola. Disculpa, pero no llegaré hoy. No me siento de ánimo. Te veo el lunes.
- ¿Anda todo bien Javi? ¿Todo está en orden? – Vicky debería de darme algo de crédito, tengo casi un año de que no he tenido que llamarla en plena madrugada pidiéndole que me rescate de algún bar, me lleve al hospital o me saque de la cárcel.
- Si, todo bien. No te preocupes, es solo… no es buen día.
- Comprendo. Pero ten presente que no es bueno que te encierres solo Javi. Perder a alguien es complicado, pero hay otras personas que están pendientes de ti – le conté todo lo que ocurrió con Diego, todo. Ella no dudó de ninguna palabra que dije. Escuchó muy atenta y, cuando terminé de hablar, trato de darme palabras de ánimo, aquellas que le das a las personas que acaban de perder a un ser querido. Vicky me sorprende muchas veces.
- Yo sé Vicky 😪. Trataré de mejorar mi ánimo.
- Estaré pendiente por cualquier cosa que necesites.
- Gracias.
No tengo ganas de hablar con nadie. Lo que quiero, en realidad, es quedarme metido en la cama, apartado de todos, lejos de todos y… estar solo. Desbloqueo el teléfono otra vez y presiono la tecla lateral hasta que aparece en la pantalla la opción de “apagar". La presiono y lo tiro al otro sillón, lejos de mí. No veo una razón para moverme del sillón, al contrario, me acurruco aún más y cierro los ojos. Solo necesito… a Diego.
VIERNES. NOCHE.
******************************
¿Podrás escucharme allá en donde estés? Espero que el universo te deje siquiera venir conmigo cada vez que te hablo. Tú me hiciste prometerte que todo lo haré bien, que seré mejor persona, pero, jamás me enseñaste como lograrlo estando sin ti. Jamás me había enamorado y, ahora que lo hice, fue precisamente de ti y tú ya no estás. Diego en serio te extraño demasiado, quisiera poder tomarte de la mano y, debo decirte, a veces, siento como si me la estuvieses acariciando, tal como solo tú lo hacías. A veces, cuando me acuesto a dormir, creo que estás acurrucado en mi pecho, juro que puedo sentir el aroma de tu cabello, hasta puedo sentir esos mechones que jamás lograbas peinar. Pero abro los ojos y me doy cuenta de que no estás conmigo, tú te has ido y yo me quedé solo. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo se supone que voy a seguir mi vida si no estás conmigo?
¿Por qué no pude conocerte tiempo atrás? Antes de… de Matt. Te extraño mucho mi amor y, no estoy seguro de que va a suceder conmigo. No sé si lograré mantener mi promesa.
******************************
Javi.
Creo que me pasé todo el día dormido en el sillón y, honestamente, fue muy mala idea. Me duele todo el cuerpo; tengo una cama muy cómoda en el dormitorio, pero no, tenía que quedarme aquí y – siento completamente tieso el cuello – decido quedarme en el sitio más incómodo que pude encontrar. Creo que no había dormido tanto tiempo antes, literal todo el día. No sé qué tan tarde será, pero, si estoy seguro de que es de noche. Todo está oscuro.
Muy despacio y con demasiado cuidado estiro cada parte de mi cuerpo. La espalda y el cuello me duelen tanto que, si pudiera, ni siquiera los movería, pero necesito ponerme de pie, además, ya tengo un poco de hambre; si mal no recuerdo, no he hecho las compras y, estoy casi seguro, que no tengo algo para cocinar. Tendré que salir. No estoy muy animado a querer hacerlo, pero, tampoco puedo desaparecer del mundo completamente, así que cojo mi teléfono y lo prendo. Unos segundos después veo que tengo algunas notificaciones de Facebook, es decir, nada importante; algunas otras de Twitter y una de Instagram que me está informando que Bradley ha subido una nueva foto. No necesito verla para saber que se trata de él haciendo alguna mueca o, aún más probable, él luciendo como todo un modelo de revista y, mejor aún, si se puede notar el azul de sus ojos. Por alguna razón siento una gran decepción a ver todas las notificaciones; creo que, dentro de mí, esperaba ver alguna que dijera: “Diego”. Pero eso no puede ocurrir.
- Diego… – y, el decirlo en voz alta me hace darme cuenta de algo. Justamente hoy, un año atrás, lo vi por primera vez en el ascensor. Recuerdo que ese día no tenía ánimos para cocinar y por eso decidí ir a comer… ir a comer porque no tengo nada aquí. Ir otra vez al mismo lugar, un año después. ¿Será posible?
Una idea se ha fijado en mi mente y, aunque intento yo mismo darle vuelta una y otra vez para convencerme de que no es posible, no lo logro. Mi corazón late rápido; siento como la emoción me recorre todo el cuerpo. No quiero hacerme ilusiones, pero hay una pequeña parte dentro de mí que me dice que es posible. Puede volver a ocurrir y, de ser así, lo volveré a ver. No sé bien cómo funciona esto. Es más, ni siquiera sé si de verdad funcionará, pero, si hago todo tal como lo hice aquel día, puede ser que ocurra lo mismo.
Universo, espero que me puedas apoyar en esto. Solo necesito verlo una última vez.
Revuelvo todo en mi armario buscando un par de jeans, una playera y una chaqueta específica. Debo vestir igual. Todo lo debo hacer exactamente igual y, para ser honesto, al menos en mi rutina casi nada ha cambiado desde aquello. Bueno, ahora vivo encerrado, no hablo con nadie, ni siquiera a Bradley he podido verlo desde hace dos meses y en el trabajo me estoy encerrado en la oficina. Solo Vicky y JJ entran de vez en cuando, están unos minutos y se marchan.
Siete de la noche. Veo la hora en el teléfono y todo va perfecto. Es casi la misma hora de aquel día. Antes de salir del dormitorio me veo en el espejo. Todo luce bien. Llevo mis jeans azules viejos, la playera blanca que desde hace meses no usaba y la chaqueta azul con las mangas grises. Llevo también puestas las pulseras que forman la bandera gay en la muñeca derecha. Reviso varias veces mi atuendo, mi peinado. Me dije que no quiero hacerme ilusiones, pero, creo que eso ya es muy tarde. En mi mente solo da vueltas la idea de volver a ver a Diego a pesar de esa pequeñísima voz que me está diciendo que no sucederá.
Siete y diez de la noche. Reviso nuevamente la hora en el teléfono y, como veo que estoy listo, salgo corriendo del apartamento directo al pasillo, al ascensor – gracias universo por dejar uno en mi nivel – y al sótano. Todo va bien. Sin perder tiempo me subo al vehículo, lo arranco y salgo del estacionamiento a toda velocidad. Si no recuerdo mal, hace un año llegué casi a esta hora al restaurante, así que, este año, debo llegar igual.
Las siete y treinta. “Llegué justo a tiempo”, me dije a mí mismo cuando vi el reloj que está colocado en una de las paredes del restaurante. Al verme, la señorita de la entrada me saluda, como siempre lo hacen; yo le indico que necesito una mesa solamente para mí, de preferencia que sea butaca y, aún mejor, si pudiese ser cerca de la entrada a los baños. Al escuchar mi ubicación tan precisa en que quiero la mesa me lanza una mirada de sorpresa y curiosidad, pero, sin negarse, me condujo a mi mesa. ¡Bien! Es exactamente la misma del año pasado.
Siento que me tiembla todo el cuerpo. Luego de golpearme las rodillas al sentarme en la butaca, quedando de espaldas hacia el restaurante y teniendo frente a mí, a un par de mesas de distancia, la puerta de los baños, trato de respirar profundo en un intento fallido por calmarme. Es tanta mi emoción que hasta el apetito se me ha ido. Sostengo el menú en mis manos, pero no logro siquiera leer lo que dice. Solo pienso en que, una hora más tarde, y un poco más, me encontraré con Diego, estoy seguro de ello. Pero debo hacerlo todo igual que hace un año.
Vuelvo a respirar pausadamente y me enfoco en el menú, aunque, en realidad, ya sé que pediré. Será lo mismo de aquella vez.
Cuando llega el mesero, le pido un vaso de gaseosa sabor cola, sin hielo, y un plato que consiste en chiles jalapeños partidos a la mitad, rellenos de carne, una mezcla de queso parmesano y mozzarella, y todo eso envuelto en tocino y bañados con una salsa que, honestamente, no puedo decir de que está hecha, pero que vale mucho la pena. Pido, también, una porción de aros de cebolla y más bebida. Creo que los nervios me tienen deshidratado.
“Todo tiene que ser como el año pasado” ha sido mi pensamiento de toda la noche y, por lo mismo, no puedo dejar toda la comida. Tengo el estómago revuelto y, aunque no he logrado recuperar el apetito, me obligo a mí mismo a comerme todo lo que pedí. Lo único que no tuve problema fue para tomarme cinco vasos de gaseosa; quisiera uno más, pero, hace un año, solamente pedí cinco.
Ocho cincuenta de la noche. Ya casi es hora de salir; falta poco para ver a Diego otra vez. Curiosamente, el restaurante está casi igual que hace un año. Hay muy pocas personas. Luego de pagar la cuenta, decido pasar al baño, tal como hace un año, a sacar toda la gaseosa que he tomado y, también, a arreglarme un poco para ver a Diego. No sé, en realidad, que le diré en cuanto lo vea, aunque, estoy casi seguro de que me lanzaré a sus brazos y le plantaré un gran beso en sus labios. Veré fijamente su cara de bobo y esos ojos tristes y no diré nada. Simplemente lo abrazaré para no soltarlo. Juro que casi puedo sentir sus brazos alrededor mío, su aroma llenando mi nariz… casi puedo ver su rostro de bobo sonriendo frente a mí.
- ¡Mierda! – grito cuando me doy cuenta de que me quedé divagando en sueños en el baño; veo mi teléfono. Nueve y cinco de la noche. Falta un minuto para verlo en el ascensor. Salgo corriendo del baño y atravieso el restaurante esquivando a un par de meseros y un señor que iba entrando. Cojo directo hacia el pasillo de ascensores y es entonces cuando lo escucho. Siento como el corazón palpita aún más fuerte que antes. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me llena una emoción que no puedo describir. La campanilla del ascensor anunciando que está cerrando las puertas.
- ¡Hey detenlo por favor! – alcanzo a gritar. Justo en este momento no sé qué esperar. No puedo siquiera imaginar que cara pondrá Diego cuando me vea entrar otra vez en el ascensor, justo como hace un año. Solo que ahora no me quedaré callado; ahora ya lo conozco, ya sé que lo amo y estoy seguro de que quiero estar con él, lo quiero conmigo y, no sé ni porque o como ha ocurrido todo, pero si algo sí sé es que no permitiré que se desperdicie un solo minuto. Amo demasiado a Diego; él es mi primer amor… mi único y verdadero amor. Es mi amor a primera vista.
Estando a tan solo unos pasos para llegar al ascensor, puedo ver como se abren las puertas de este. “Sí, justo como hace un año” pienso mientras apresuro el paso para llegar. Después de un año sin ver a Diego, estoy a tan sólo un par de metros de tenerlo frente a mí. Definitivamente no estoy en forma porque ya estoy cansado, sin embargo, creo que la emoción y adrenalina del momento me están impulsando; es como si el ascensor fuese un agujero negro y yo un planeta que está siendo atraído sin presentar resistencia. Un metro. Ya solamente falta un metro para llegar; ya puedo ver parte del interior del ascensor; falta muy poco para ver la cara de bobo que amo tanto; falta muy poco para que se me quede viendo fijamente y se sonroje cuando lo descubra.
Justo estoy colocando un pie adentro del ascensor cuando la campanilla de este suena y, detrás de mí, las puertas se cierran; apenas logro respirar, pero no importa. Logré llegar al ascensor, tal como hace un año. Y ahí está, delante de mí. Puedo ver sus zapatos y, lentamente, subo la vista. Carga unos jeans azules algo desgastados. Lleva una camisa de cuadros, azules y grises y…
- ¿Estás bien? ¿A qué nivel te diriges? – escucho las preguntas que me hacen, pero no logro responder. Me quedo congelado en el sitio donde estoy; todos mis músculos se tensan, mi respiración entrecortada no logra tomar un ritmo normal. Mi corazón palpita tan rápido como puede – Oye ¿todo bien… Javi?
- Sí… sí. Todo bien – logro responder, pero sin dar crédito a lo que veo, a lo que está sucediendo.
- No te vi venir, sino te hubiese esperado. Javi ¿estás bien? Te veo algo pálido.
- Todo bien, todo bien – alcanzo a decir, pero aún sin moverme. Apenas logro percibir como el ascensor va descendiendo.
- Oye, aprovechando que estás aquí… disculpa lo de la otra vez, el que simplemente me haya marchado. Creo que esa última plática que tuvimos… no salió del todo bien. ¿Cómo has estado? Creo que la última vez que nos vimos fue hace como un año más o menos.
- Sí, hace un año – definitivamente estoy como en shock. No puedo creer lo que está ocurriendo. Hice en mi cabeza miles de ideas, me formé miles de sueños… recreé miles de escenarios, pero, ahora que estoy acá, en el ascensor, simplemente no logro reaccionar.
- Vale, mira yo me he quedado en el sótano dos, ¿te quedaste también en ese? – solo asentí con la cabeza – mira y, no sé qué piensas, pero podríamos salir de aquí e ir a otro lado. Creo que tendremos bastante de que hablar – lo veo fijamente a los ojos intentando decidir qué debo hacer o decir. Justo cuando siento que su mano roza mi mano, recupero mis cinco sentidos y el control de mi cuerpo; doy un par de pasos atrás, alejándome de él, parpadeo un par de veces y lo veo directo a los ojos.
- Yo… yo creo que… – genial, quiero decir tantas cosas que no logro expresar ni una sola frase – Yo creo que no. No tenemos nada de qué hablar. Hace un año te fuiste y no pude decir nada, en realidad, no quise decir nada en ese momento y creo que ahora tampoco tengo algo que decir.
- Bueno, yo lo siento. Sé que no fue la mejor manera de irme, pero entiende…
- ¡No tengo que entender! – con cada palabra que digo siento que me comienza a invadir una rabia que, dudo vaya a poder controlar – ¡No quiero saber nada de ti! ¡Nunca más vuelvas a tocarme! Haberte conocido, haber hablado contigo… incluso haber estado aquí mismo contigo ha sido el peor error que he cometido en toda mi vida.
- Oye, si no quieres ir vale, está bien pero tampoco…
- ¡Tú no tienes que decirme que debo hacer! – tengo tanto que sacar de mí. No es rabia lo que siento, estoy dolido, profundamente dolido – ¡yo me enamoré! De verdad me enamoré. Por primera vez me permití amar a alguien, yo, que solo buscaba pasar una noche de placer y listo, eso es todo, yo me enamoré hace un año. Me hice miles de sueños, miles de ilusiones en mi cabeza de todo lo que haría con mi novio… – no pude evitar llorar al decir esa palabra en voz alta por primera vez desde que se había marchado – hace un año tenía un novio a quien amé con todo mi corazón, con todas mis fuerzas… y yo solo quise hacerlo feliz y que me hiciera feliz.
- Oye, no sé qué decirte…
- ¡Nada! Tú no puedes decir nada que sea útil. Todo lo echaste a perder. ¡Todo! Y trato de comprender como es posible que tú… tú me hayas hecho miserable mi vida – trato de recobrar un poco el control. Sé que el ascensor ya ha llegado al sótano dos, pero estoy sosteniendo el botón de cerrar las puertas para tener el tiempo necesario y poder decir todo lo que necesito decir – simplemente lo echaste todo a perder.
- No entiendo que hice. Yo… solamente me fui. Tuve que irme, es decir, tú…
- ¿No entiendes nada verdad? – solo me ve con los ojos abiertos de par en par – no puedo creer que, después de todo este tiempo, puedas estar aquí, tan tranquilo, como si nada hubiese ocurrido. Como si no fuese tu culpa. Pero déjame decirte que todo es tu culpa; nadie más ha hecho nada malo, solo tú. Tantas veces que pensé en lo mucho que quería encontrarte y poder decirte… no, poder exigirte una explicación, una razón verdadera de… de todo – algo cambia en este momento dentro de mí. No estoy enojado, no estoy triste. Simplemente estoy resignado. Verlo a los ojos me ha cambiado mi propia perspectiva – pero no importa. Cualquier cosa que tengas que decir… no importa. No arreglará nada.
- Oye, no sé qué te ha pasado, pero yo no te he causado ningún daño – suelto el botón y las puertas del ascensor se abren. Doy unos pasos para salir y luego me quedo inmóvil viéndolo casi sin parpadear.
- Tú mataste a Diego – eso no se lo esperaba. Su cara se tornó de un color rojo intenso y pude ver como su cuerpo empezó a temblar e, incluso a sudar – yo sé lo que hiciste, lo que le hiciste a Diego, todo el daño que le causaste y sé también como lo mataste. Y sé que no estás pudriéndote en la cárcel por tu padre, pero, te juro que, si por mí fuera, te metería preso el resto de tu vida Matt.
Justo cuando terminé de hablar, las puertas se cerraron y el ascensor inició su viaje de vuelta hacia los niveles superiores. De todos los escenarios posibles, jamás creí que podría encontrarme a Matt, precisamente él, el asesino de Diego. Por unos segundos simplemente me quedé quieto, como congelado en el sitio donde estaba parado y, sin pensarlo, las lágrimas brotaron de mis ojos; el llanto era una mezcla de tristeza, rabia y decepción. Yo confiaba y esperaba ver a Diego, hablar con él y besarlo; en cambio, me topé con Matt. Todos los sueños que me había hecho en las últimas horas se esfumaron y me cayó la cruda verdad: Diego fue asesinado por Matt y, precisamente su asesino, va ahora subiendo en el ascensor del que acabo de bajarme.
Por fin reacciono después de varios minutos y, completamente resignado, saco de mi bolsillo el ticket de estacionamiento y lo introduzco en la máquina; es inevitable recordarme de aquel día, justo hace un año, cuando Diego salió corriendo y dejó su billetera sobre la máquina – otra vez estoy llorando – definitivamente estar en este sitio no me está ayudando y menos con lo que acaba de suceder.
Cojo el ticket lo más rápido que puedo y me dirijo hacia mi vehículo; necesito salir de aquí cuanto antes. Ya puedo verlo solo unos pasos delante de mí. No sé qué haré al salir, solo sé que no quiero estar aquí. Busco en mi bolsillo la llave cuando, de pronto, caigo de rodillas al suelo; siento un fuerte dolor en mi espalda, justo debajo del omóplato. Es tan intenso el dolor que me cuesta un poco tomar aire. No entiendo que ha pasado. Trato de aspirar profundo cuando siento como me cogen por la camisa y me levantan de un tirón. Forcejeo un poco intentando soltarme y también ver quien me ha dado el golpe en la espalda.
- ¡Mira hijo de puta! ¡a mí no me vas a venir a acusar de la muerte de ese pedazo de mierda! Sí, lo maté, y lo volvería a hacer porque era una mierda; él no merecía vivir. ¿Cómo se atreve a intentar dejarme? Y te lo advierto, vuelves a decir algo así y te juro que yo mismo te mato – frente a mí tengo a un Matt furioso, con los ojos tan abiertos que parece que se le fuesen a salir; la vena que se le marca en la frente da la sensación de estar a punto de estallar y su rostro refleja perfectamente la furia que siente en el momento.
Abrí mi boca para responderle cuando, apenas logro ver un rápido movimiento de su mano que se convierte en puño y choca de lleno en el lado derecho de mi rostro. La fuerza del golpe me hace perder el equilibrio y caer de costado al suelo. No conforme con eso, Matt se acerca y me da una patada en mis costillas y luego otra más y una tercera. Tengo la boca llena de sangre y, como puedo, intento protegerme, pero es inútil. Giro la cabeza hacia Matt; él se agacha un poco quedando más cerca de mí.
- Espero te haya quedado muy claro el mensaje – me escupe en el rostro – con razón andas llorando por ese bueno para nada. Tú y Diego son la misma mierda, unos pobretones hijos de puta.
Vuelve a lanzar otra patada a mis costillas y se marcha.
Tengo tanto dolor que no estoy seguro de que es lo que me está doliendo en realidad. Estoy pensando levantarme, pero dudo seriamente que vaya a lograrlo. No vi venir a Matt, sino al menos hubiese corrido a mi vehículo o pedido ayuda. Pero, como el gran cobarde que es, me atacó por la espalda. Y, además, está equivocado, yo no soy igual a Diego; Diego es mil veces mejor que yo.
Dejo pasar varios minutos hasta que logro identificar las zonas que me duelen para ponerme de pie; luego de escupir un poco de sangre que tenía acumulada en la boca, recojo la llave de mi vehículo y me dirijo hacia él. No quiero estar más tiempo acá; no puedo seguir aquí. A pesar de todo el dolor por los golpes, me duele mucho más que, simplemente no ocurrió como yo esperaba, Diego no apareció.
Mientras camino hacia mi vehículo veo hacia todos lados, no quiero que vaya a aparecer Matt repentinamente y me sorprenda, al menos si lo veo venir, podré estar preparado para lo que sucederá. Siento un gran alivio al abrir la portezuela y sentarme en el asiento del piloto. Por alguna razón, estar aquí encerrado me da cierta sensación de paz, de que, al menos por ahora, no podrán hacerme daño. Luego de suspirar un par de veces, me veo en el retrovisor. El lado derecho de mi rostro está completamente inflamado y se me está poniendo de un color morado; el labio superior lo tengo partido y me sigue sangrando, aunque ya no tanto. Mi cabello está todo alborotado y tengo manchada la playera de sangre. Definitivamente esta no fue mi noche. Arranco el vehículo y comienzo la marcha. No puedo seguir acá ni un segundo más.
Mi primer destino elegido fue mi apartamento. La idea de irme a encerrar a llorar y poder desahogarme, sacar todo esto que estoy sintiendo, además de quitarme la ropa ensangrentada y asearme un poco me pareció muy seductora hasta que recordé las noches que pasamos con Diego ahí. Estar acostados en la cama, tenerlo entre mis brazos y dormirnos pegados.
- ¡No, no, no! ¡No puedo ir ahí! Diego… – fue todo lo que pude decir antes de llorar una vez más. Definitivamente estar solo no me hará ningún bien. Debo pensar algo más, otro lugar.
Creo que conduje por más de tres horas dando vueltas por toda la ciudad, buscando algo que me ayudase a enfrentarme a esta avalancha de emociones que siento, sin embargo, no encontré una alternativa válida así que, a pesar de no estar del todo convencido, decidí siempre si ir a mi apartamento y aislarme de todo el mundo. Al final de cuentas, todo mi mundo era Diego.
******************************
¿Al menos sabrás cuánta falta me haces Diego? No puedo dejar de pensar en ti ni un solo instante; quisiera que al menos me dijeras que me acompañas, aunque no pueda verte. Que sigues estando conmigo cuando estoy solo, cuando lloro por ti.
¿Cómo se supone que debo despedirme del amor de mi vida? ¿Cómo se supone que debo decirte adiós, Diego? Apenas estaba aprendiendo a amar, tú me estabas enseñando a amar y, de repente, te vas. Hice tantos planes para nosotros, tantos sueños que quería cumplir contigo; todo lo que yo pedía era poderte amar, hacértelo sentir y hacerte feliz. Sé que todo lo que querías era ser feliz y yo me había propuesto lograrlo.
Diego… mi amor… mi verdadero amor… perdóname porque no creo que pueda cumplir mi promesa. Me duele tanto que te hayas ido; me duele tanto… estar sin ti.
¡Mierda! te extraño mucho más de lo que yo mismo creía. Si tan solo me pudieras escuchar mi amor.
******************************
SÁBADO. NOCHE.
Javi.
He pasado todo el día acostado, viendo hacia la nada; pensando en lo que pudimos hacer con Diego, en todos los lugares que me hubiese gustado ir con él y, simplemente no me quise mover. No le encuentro sentido salir de la cama si, de todas maneras, Diego ya no está.
Me estoy volviendo loco; necesito hacer algo, necesito… borrar este dolor. Tengo una idea, algo que posiblemente me podrá ayudar, al menos antes me ayudaba a resolver todos mis problemas, todos mis malos momentos, pero, le prometí a Diego que lo haré todo bien.
Diego no me puede ver; tampoco me puede escuchar.
Siento como se me humedecen los ojos, pero estoy decidido, no puedo seguir llorando. Necesito borrar el dolor o, al menos, ahogarlo para que no me siga ahogando a mí. Con un poco de dificultad me levanto de la cama, en verdad me duele mi abdomen, la espalda y mis costados, pero no importa, ya estoy decidido.
Me toma alrededor de una hora darme un baño, arreglarme e intentar disimular un poco el golpe de mi rostro y también la tristeza que siento. Antes de salir reviso llevar todo lo necesario conmigo y, con un gran cargo de conciencia, salgo de mi apartamento.
En todo el camino hacia mi vehículo estuve pensando cientos de excusas para justificar lo que estoy a punto de hacer; algunas realmente sonaban muy estúpidas y otras no me convencieron del todo, pero, al final, lo haré tenga o no excusa, simplemente necesito olvidar todo esto, necesito olvidar este último año.
******************************
Lo siento Diego, es cierto, te prometí que todo lo haré bien, pero, no puedo. Llevo un año intentando salir adelante, luchando por superarte, pero no puedo. Tú me enseñaste lo que es tener una relación… ¡Maldito el momento en que te conocí! Si tú jamás hubieses aparecido, yo seguiría con mi vida normal, no estaría justo ahora llorando por verte. Quiero verte; necesito verte.
Quiero hacerlo todo bien, pero ya no puedo más. Necesito olvidar todo lo que siento; necesito borrar de mi mente tu rostro de bobo, al menos por una noche.
******************************
A pesar de que sé a dónde me dirijo, cojo el camino más largo; por un lado, quiero hacerlo, quiero ir y solo dejarme llevar. Por otro lado, me siento mal porque siento que estoy defraudando a Diego – aunque él no está, ni tampoco va a regresar –. Luego de una hora, llego a mi destino. Estaciono el vehículo a unos pasos de la entrada, junto debajo de un árbol, y me quedo quieto viendo mi reflejo en el retrovisor. Sigo sin estar convencido de lo que pienso hacer, sin embargo, ya estoy acá. No puedo echarme atrás. Me bajo del vehículo y camino algo tambaleante y dudoso hasta quedar justo frente a la puerta del Bar.
Hace un año que no vengo a este lugar y, la última vez, no fue muy buena experiencia. Casi me matan a puros golpes y… Diego vino a traerme, me llevó a mi apartamento y me curó.
Perdóname por lo que estoy a punto de hacer, pero no puedo seguir viviendo atrapado en recuerdos. Te amo demasiado… te extraño muchísimo Diego – pienso en mi cabeza. Está decidido, hoy solo quiero tomar hasta olvidarlo todo.
- ¿Estás seguro de que quieres entrar? Créeme, para nada hay buen ambiente adentro; a veces se vuelve aburrido – justo estaba a pocos pasos de entrar cuando freno de repente al escuchar que alguien habla. Por un instante pienso que ha de ser algún grupo de amigos hablando cerca de mí, sin embargo, mi curiosidad me obliga a detenerme y voltear a ver hacia el punto de donde ha salido la voz.
Junto a la puerta puedo ver a un hombre, un poco más bajo de estatura que yo, de pelo castaño oscuro algo alborotado, con ojos de un color… ámbar creo que es – la luz no me permite verlo muy bien – y me observa detenidamente, así que, sí, creo que me ha hablado a mí, sin embargo, necesito asegurarme antes de hacer, o decir cualquier otra cosa.
- ¿Qué has dicho?
- Que no es buena idea entrar; vale, vale, si vienes a pasar un buen rato, allá adentro no lo vas a encontrar.
- ¿Por qué dices que no es buena idea entrar? – lo mismo pensaba Diego de este sitio.
- Porque allá – señala hacia la puerta – solo hay mucho ruido, gente a quien le importas una mierda y… no te ves cómo alguien que ese sea su estilo - ¿cómo puede decir cuál es mi estilo con solo verme? Vale, ni siquiera me conoce y, peor aún, ni siquiera yo sé cuál es mi estilo
- No sé, creo que solo necesito distraerme un rato… olvidar.
- ¿Qué dice si… vamos a comer algo y me cuentas que es lo que tienes que olvidar? A veces no es necesario olvidar algo… o a alguien, solo hablar de ello y así deja de ser importante – no estoy seguro de que es exactamente lo que ocurre, o que debo hacer. Definitivamente hoy necesito no estar en mi apartamento, quiero olvidar a Diego, intentar seguir con mi vida. Sin embargo, no puedo evitar pensar en que, de alguna manera, este tipo es como enviado por Diego, para que no entre a hacer alguna estupidez, como la última vez.
- ¿Cómo te llamas?
- Lo siento, mi nombre es Frank, ¿tú eres…?
- Javi. Mucho gusto Frank.
- Mucho gusto Javi. Mira, no estoy seguro, pero en serio te veo indeciso de entrar, así que, si quieres hacer algo más tranquilo, yo con gusto te acompaño a comer algo si quieres – ok, lo tomaré como una señal, al final, salir con un perfecto extraño será mucho mejor que entrar a embriagarme y, seguramente, terminar metido en algún pleito.
- Está bien, acepto tu propuesta, ¿tienes algún lugar en mente?
- Podemos ir a este nuevo lugar, que vende tacos y comida por el estilo.
- Si, lo he escuchado – sigo algo indeciso, sobre todo, porque hoy no soy buena compañía para nadie, pero creo que Diego preferiría que me vaya a comer a que entre al Bar – si quieres vamos. ¿Cada uno se va en su vehículo o… nos vamos en uno mismo?
- Yo no tengo vehículo, utilizo Uber.
- Ok, si quieres vamos en el mío.
No estoy seguro de que puedo hablar con un desconocido, apenas sé que se llama Frank. Sin embargo, él se ofreció a escuchar lo que yo tenga que decir y tengo mucho que decir sobre Diego, lo mucho que lo extraño y las ganas que tengo de volver a verlo. Luego de que nos subimos al vehículo, recorrimos varias calles y avenidas hasta que llegamos al restaurante. Estaciono en un espacio disponible, a pocos pasos de la puerta y descendemos. En todo el camino no nos dijimos mucho; aunque estuve sentado al lado de este hombre, mi mente anduvo divagando en recuerdos de un año atrás e, inevitablemente, en el desagradable encuentro que tuve con Matt.
- Si quieres pide tú primero – le digo a Frank una vez que hemos llegado al mostrador del restaurante; él acepta y se acerca un poco más para ver detenidamente el menú. Después de unos segundos, hace su pedido, se voltea hacia mí.
- ¿Qué pedirás tú? – vacilo por un momento, sin embargo, me acerco al mostrador y hago mi pedido; veo que Frank se ha retirado un poco así que, me imagino que la comida va por invitación mía. Luego de pagar y recibir nuestras bandejas con la comida, recorremos el local hasta encontrar un lugar para sentarnos.
El ambiente de aquel lugar es algo deprimente; casi no hay personas, la iluminación es bastante escasa por lo que se ve todo oscuro y tenebroso – esto hubiese quedado ideal para una cita oficial con Diego – pienso para mis adentros e, inevitablemente, me pongo un poco triste.
Estando ya sentados, comenzamos a comer y Frank me platica algunas cosas sobre él, a lo que se dedica, que estaba haciendo en el Bar y, aunque mi plan original era poder hablar de Diego, de alguna manera desahogarme todo lo que he estado recordando y sintiendo estos días, no lo hago. Al contrario, le comento un poco sobre mi vida – sin Diego – cosas triviales, sin importancia. Pasamos bastante tiempo platicando, hasta me he reído un par de veces y, durante toda la comida, Diego no ha estado presente en mi mente. Hay algo en Frank que me anima, me da como un nuevo respiro, una nueva energía.
******************************
Hoy es la primera vez en un año, la primera, en que puedo estar hablando con alguien y no recordarte. No me malentiendas, tú eres tú, eres mi primer amor, mi… mi amor; pero hoy, al menos por una fracción de tiempo, me he sentido bien; me he sentido tranquilo… tal vez, solo tal vez, un poco feliz. Diego, yo te amo, en serio que te amo y me desespero porque quiero tenerte aquí conmigo, sentirte junto a mí, pero sé que tú te has ido y, aunque quiero creer que me estás escuchando, no estoy siquiera seguro de que eso sea posible.
Diego… mi amor… tuve muy presente tus palabras, la promesa hoy justo antes de entrar al Bar; y apareció este tipo, Frank se llama, que me ayudó a no romper mi promesa. Debo confesarte, y hasta me siento mal haciéndolo, que me la pasé bien con él. No eres tú, jamás nadie será tú, pero de alguna manera me hizo bien ir a comer con él.
Mierda, Diego, ¿por qué no pudiste aparecer antes? Unos años antes hubiese bastado.
******************************
DOMINGO. NOCHE.
Javi.
- Hey, gracias por la invitación de ayer – debo decir que no fue una invitación que se me hubiese ocurrido hacer, sin embargo, no resultó para nada mal.
- Hola! Gracias por la charla, estuvo bastante amena.
- Espero que te hayas sentido mejor al final de la noche.
- La verdad sí. Gracias por la compañía.
- A ti, gracias por dejarme acompañarte. La verdad es que…
- ¿?
- Desde que te vi me pareciste atractivo y, aunque no estaba seguro de que pasaría, me agradó que aceptaras la idea de ir a comer.
- En realidad, me salvaste de romper una promesa.
- ¿Promesa? ¿Cómo?
- Es que hace un año prometí que me alejaría de todo eso. Beber, embriagarme, meterme en problemas.
- Pues qué bueno que la has podido cumplir y mejor que haya podido ayudarte, aunque ni sabía que lo estaba haciendo.
- Valió la pena, muchas gracias por ello.
- Pues ahora sería bueno que repitiéramos lo de ayer, aunque, en otro sitio sería mejor. Ese restaurante no me agradó.
- A mí tampoco, el lugar es deprimente.
- Vale, entonces ahora te toca elegir un sitio.
- Pero necesito más información.
- ¿Qué tipo de información?
- Conocer más sobre ti.
- ¿Para ir a comer?
- Bueno para elegir, imagínate que elijo ir a comer algo que no te guste, o peor aún, que te de alergia.
- Oh, viéndolo así, pues tienes razón.
- ¿Entonces?
- ¿?
- ¿Qué tipo de comida te gusta? ¿Algo te da alergia?
- La canela. No puedo comer nada que tenga canela.
- ¡Listo! Ya tengo anotado que no podremos comer un plato de canela LOL.
- Tampoco puedo comer pulpo ni calamar.
- ¡Mierda! y yo que había pensado que fuéramos a comernos un pulpo asado o una pizza de calamar. Ahora tendremos que terminar comiendo una ensalada.
- 😫
- Bromeo, solo bromeo.
- Oye, también tienes que contarme sobre ti. Al final no me dijiste cual fue el motivo por el que fuiste al Bar anoche – pero no estoy seguro de si vale la pena contarlo, al final, ni siquiera sé bien que es lo que está pasando.
- Problemas nada más. Mucho estrés y una semana de mierda que tuve en el trabajo – una excusa muy válida.
- Te entiendo, todos tenemos semanas así.
- Vale, Frank. Te dejo que me acostaré a dormir, mañana debo volver a mi prisión, que diga trabajo.
- Vale, vale, también debo ir a trabajar. Seguimos hablando.
******************************
Quisiera saber, estar seguro de que lo que estoy haciendo está bien, aunque, ni yo mismo sé que estoy haciendo. Sigo pensando en ti, todos los días, todo el día pienso en ti, aunque desde ayer puedo decir que ya no me siento tan triste al recordarte. Este tipo, Frank, me entretiene, me hace pensar en otras cosas, me saca de mi tristeza, aunque luego te recuerdo y me siento mal. De alguna manera siento que te estuviese engañando, Diego, pero ¿cómo puedo engañarte si tú no estás? ¿cómo puedo estar engañándote si tú… tú estás muerto?
Me dijiste que quieres que sea feliz. Me hiciste prometerlo a pesar de que yo ni siquiera consideré que pudiese ser posible. Ahora no sé si puedo ser feliz, creo que es algo que podría pasar y, si eso ocurre, espero que esté bien por ti, Diego. Te amo, eso jamás lo dudes, jamás lo olvides, pero… ¿será que ya debo continuar mi camino?
******************************
LUNES. MAÑANA.
Javi.
- Hola Bradley
- Mi zorra favorita ¿cómo te sientes hoy?
- Bien Brad, camino al trabajo como siempre.
- ¡Momento! ¿Qué ha pasado? – mierda, Bradley me conoce muy bien.
- ¿Por qué asumes que ha pasado algo?
- Porque me has dicho tranquilamente que vas camino al trabajo y no me has dicho o mencionado a…. tú sabes a quien.
- ¿Diego?
- Sí, a Diego.
- Porque tal vez sea el momento de seguir adelante.
- ¡¿Qué?! Oye, ahora si me he perdido Javi. ¿Algo que tengas que contarme?
- No, no, pero tú mismo me lo has estado repitiendo tanto tiempo que…
- No me vengas con excusas, te conozco bien y este cambio no es por lo que yo te haya dicho. Dime de una vez que ha pasado.
A Bradley no puedo engañarlo, es la persona que mejor me conoce y, por ende, siempre sabe cuándo algo ha cambiado en mí así que, aprovechando las grandes colas de vehículos que hay, le cuento lo que ha pasado desde aquella noche afuera del Bar hasta la charla que tuve ayer por WhatsApp con Frank.
- No sé qué decirte Javi. Tú sabes que yo quiero que seas feliz y, en serio deseo que puedas dejar atrás… ya sabes. Pero ten cuidado, te estas yendo muy rápido con este tipo y no lo conoces bien.
- Tienes razón, pero es que me hace sentir bien. Me siento como si estuviese… – no termino la palabra.
- ¿Lo estarás confundiendo con Diego?
- No. De eso estoy seguro, es solo que Frank me hace olvidarme de Diego; me hace sentir bien, a gusto.
- Bueno mi Javi, tú aprovecha que te sientes así, solo ten cuidado por favor e igual, pase lo que pase, sabes que estoy contigo siempre.
- Yo sé Brad, yo sé.
- Ten siempre presente que debes darte también una oportunidad de ser feliz; yo sé lo mucho que has sufrido por Diego, pero, no tenías como saber lo que estaba pasando. Sabes que te adoro y que me has hecho mucha falta en las noches de cacería, pero con Diego has descubierto algo nuevo, él, si bien ya no está, te dejó una lección que debe de perdurar en ti – no sé si era su objetivo, pero ha logrado que me ponga a llorar, menos mal cargo puestos los buds sino, definitivamente, tendría todo mi teléfono mojado – y lo que descubriste con Diego, ahora pongo en práctica con alguien más. Sí, seguramente él seguirá estando presente en tu mente, pero date la oportunidad de dejar entrar a alguien a tu corazón. Aunque te he dicho que tengas cuidado, también debes correr riesgos mi Javi, pues solo arriesgándote podrás encontrar a la persona, no que quieres, pero sí que necesitas a tu lado.
- No… no sé qué decir Bradley. Es que también me da miedo.
- Todo lo nuevo da miedo, pero solo enfrentando el miedo podemos encontrar la felicidad – eso es todo lo que necesitaba escuchar.
- Gracias Bradley, de alguna manera has dicho algo que necesitaba escuchar.
- Vale mi Javi, vete a ser un hombre responsable y me vas contando como van las cosas.
- Vale, vale Brad, hablamos luego. Bye.
******************************
¿Recuerdas ese día, ese momento en que nos vimos por primera vez? Yo si lo recuerdo como si hubiese sido ayer. ¿Me duele que te hayas ido? Pues claro que me duele, aún me duele demasiado, pero ¿sabes algo? No me arrepiento de nada. Absolutamente nada.
Creo que estoy comprendiendo que, de alguna manera retorcida y muy inimaginable, estábamos destinados a conocernos, a ayudarnos mutuamente. Yo te logré hacer feliz. Tú me diste una lección para mi vida. Ambos descubrimos el amor.
Diego… te extraño, créeme que aún te extraño demasiado y siempre serás alguien especial por todo lo que aprendí de ti en tan poco tiempo, pero, ahora al menos puedo recordarte sin llorar. Muchas cosas van cambiando, pero tú jamás saldrás de mi mente y de mi corazón.
******************************
VIERNES. MAÑANA. UNA SEMANA DESPUÉS.
Javi.
- Mañana saldremos ya de manera más formal.
- ¿Será la primera vez?
- Sí, será nuestra primera cita… oficial – no puedo evitar esbozar una sonrisa al decir esas palabras. Luego me doy cuenta de algo y me sonrojo – lo siento, no quiero incomodarte por… por contarte esto.
- No te preocupes Javi, es natural que estés emocionado por este nuevo hombre, es bueno que estés dándote la oportunidad.
- Pero… pero tú sabes… hablarte de Frank cuando… bueno… tú sabes.
- ¿Qué Diego era mi amigo? No tienes de qué preocuparte. Lo extraño y fue mi mejor amigo, pero la vida sigue, y me alegra que tú finalmente puedas seguir. Al menos tuviste la dicha de conocer a Diego, de compartir con él y siento, de alguna manera, que una parte de él quedó dentro de ti.
- Yo creo lo mismo JJ; él fue especial y pues le debo demasiado.
- Pero no es momento de estar triste, mañana tienes tu gran cita y, quien sabe, de repente te tendremos pronto de luna de miel – suelto una carcajada, algo que no hacía en mucho tiempo.
- Oye, oye no tan rápido. Vamos despacio, algo despacio, pero no nos adelantemos tanto.
- Vale, pero tienes que irte de luna de miel, mira que yo ya he organizado mis semanas en que aprovecharé que no estarás para escaparme con mi hombre.
- ¿Hombre? ¿Qué hombre? Eso no me lo habías contado.
- Bueno, debo encontrar un hombre para ese entonces.
- Ya lo encontrarás… le preguntaré a Frank si tiene un amigo.
- Por favor, pero uno que esté… buenísimo – no hago más que reírme de su comentario – bueno Javi, me voy a mi oficina que aún tenemos pendiente sacar el promocional para el nuevo producto.
- Oye, me cuentas luego como vas con eso, ¿vale?
- Claro, yo te aviso cualquier novedad.
Si, si, todo el que me conoce sabe que mañana tengo la cita con Frank. Hemos pasado toda la semana hablando por teléfono, incluso nos hemos visto para almorzar un par de veces y otras más en las noches. El lunes en la noche fuimos al cine y, al día siguiente almorzamos pasta. El miércoles solamente fuimos a caminar y terminamos la noche tomando un café al aire libre viendo como varios niños juegan con bicicletas en la plaza del lugar. El jueves pasé a traer a Frank y fuimos a probar unas hamburguesas que resultaron para nada como las muestran en las fotos y de sabor, peor aún. Sin embargo, la comida y los lugares no han importado en absoluto. La compañía, la plática, el cómo me hace sentir ha sido más que suficiente.
Las cosas se han dado de manera tan natural, tan sencilla, tan espontánea, que no sé hacia donde vamos, pero, espero que sea algo bueno. De alguna manera, Frank ha logrado que recordar a Diego no sea doloroso y, por primera vez en todo este año, he considerado la posibilidad de enamorarme de alguien más.
- Hola Javi.
- Hola Frank ¿cómo vas?
- Bien, bien acá algo aburrido en el trabajo, pero emocionado por mañana.
- Yo también estoy emocionado. ¿Será en la doce y segunda de la diez?
- Sí, sí, allá nos juntamos, a las siete de la noche.
- Vale, me parece genial.
- Oye, debemos hablar antes.
- Dime, ¿qué sucede?
- Es que hay algo que no he te dicho y… creo que necesitas saberlo.
- Dime Frank, ¿qué ocurre?
- Es que tú me has contado de este tipo que ha muerto, a quien te ha costado superar y me agrada que me tengas la confianza. Pero yo también necesito contarte algo de mí, antes de que esto pase a más – me comienzo a poner nervioso – yo antes no era como ahora. Tengo un pasado no muy bonito.
- Todos tenemos un pasado Frank.
- Yo sé. A lo que me refiero es que mi pasado es muy oscuro. Tú me contaste que tuviste una historia con varias personas, que no veías nombres, solo buscabas diversión en ese entonces. Yo era algo similar, solo que de muchos ni siquiera me recuerdo porque algunas veces, o casi todas, estaba tan ebrio, que al día siguiente ni siquiera recordaba que había ocurrido la noche anterior. Te estoy hablando de que estuve con más de uno, de dos e incluso de tres hombres al mismo tiempo. Casi de ninguno supe nada importante, solo como se veía sin ropa y, mientras pudiera seguirme dando de beber, yo estaba dispuesto a hacer lo que fuese y… y siento que no te mereces a alguien así.
- Mira, todos hemos hecho cosas de las que, de repente, no nos sentimos orgullosos, nada de qué preocuparse.
- Pero mereces a alguien mejor, no como yo.
- ¿No crees que eso es algo que yo debería de decidir?
- No. De verdad te mereces a alguien que valga la pena, más después de lo que has pasado. Y ese no soy yo. Creo que lo mejor es que no volvamos a hablar - ¿Qué está pasando? En realidad, no comprendo bien hacia dónde va esta conversación. Creo que Frank está tomando una decisión por mí, sin siquiera consultarme o, al menos, dejarme decir algo.
- Oye, creo que esto lo deberíamos de hablar en persona, no tomar una decisión así tan a la ligera.
Pero este último mensaje no le llega. Dejo que pasen unos minutos antes de revisar la conversación, pero, nada. El mensaje sigue sin llegar. Le escribo una vez más, pero tampoco recibe este nuevo mensaje. Marco su número y llamo varias veces, sin embargo, me envía a buzón inmediatamente. Al parecer si va en serio su decisión y me ha bloqueado de todos los medios.
No entiendo en qué momento todo se fue a la mierda. Las cosas estaban saliendo tan bien, es más, ambos esperamos con ansias la noche del sábado para ir a nuestra cita y ahora, justo un día antes, Frank ha decidido que lo correcto es no volver a hablar, por mí. Porque merezco a alguien mejor. Si él supiera que él es ese alguien. Dejo el teléfono por un lado y me concentro en mi trabajo. Simplemente no quiero pensar en nada, justo ahora, no puedo con esto. Han pasado un par de horas desde el último mensaje de Frank y, los que le he enviado no los ha recibido.
- Frank, no sé bien que te ha pasado, pero lo que has dicho no es cierto. Además, creo que es algo que yo debo decidir así que, si quieres, nuestra cita sigue en pie. Espero que puedas llegar mañana – le escribo por WhatsApp y se lo envío. Este mensaje tampoco lo recibe, pero, de verdad espero que lo pueda leer en algún momento.
SÁBADO. NOCHE.
Javi.
Desde ayer no he tenido noticias de Frank; los últimos mensajes que le he envié no los ha recibido, pero, quiero creer que, por alguna extraña razón llegará.
Pasé todo el día pensando que ponerme para esta noche; creo que me he probado toda la ropa que tengo y nada me ha parecido lo apropiado. Sin embargo, quiero que Frank me conozca como realmente soy, no tengo que pensarlo tanto. Así que me decido por una playera azul con blanco, unos jeans azules y una sudadera blanca lo suficientemente gruesa para el frío que hace esta noche. Faltan unos treinta minutos para las siete de la noche cuando decido salir de mi apartamento, coger el ascensor hasta el estacionamiento y subirme a mi vehículo. Arranco y emprendo mi camino hacia el restaurante.
Tardo unos veinte minutos en llegar al edificio, estacionarme – en el sótano dos como siempre – y subir al segundo nivel al restaurante; la señorita de la entrada me conduce hasta la mesa y deja dos menús. Han pasado unos minutos cuando saco el teléfono de mi bolsillo y reviso la conversación con Frank, sigue sin recibir mis mensajes, pero, quiero creer que vendrá.
Diez minutos han pasado.
Luego de que pasaran por tercera vez preguntando si estoy listo para pedir mi comida, decido únicamente pedir una bebida de cola, mientras sigo esperando a que Frank llegue. Estoy nervioso, no lo niego, pero quiero mantenerme optimista; no puedo creer que las cosas simplemente vayan a terminar de esta manera.
Cuarenta y cinco minutos después.
Llevo casi una hora esperando cuando me doy cuenta: Frank no vendrá. Me ha dejado plantado. Su mensaje de ayer, entonces, si fue en serio. Simplemente ha decidido que merezco a alguien mejor y se ha marchado. No puedo evitar sentirme mal; hasta en este momento me doy cuenta de lo mucho que he llegado a ilusionarme con él. No es que sea el primero con el que hablo después de Diego; hablé con otros, incluso salimos un par de veces, pero con nadie logré sentirme tan a gusto como con Frank y, definitivamente, con nadie había siquiera considerado que pudiésemos llegar a tener algo más que una amistad. Y, sin embargo, simplemente no pasará.
Luego de pagar por la gaseosa, salgo de restaurante un poco avergonzado de haber estado tanto tiempo esperando a alguien que no llegó. Camino con pasos lentos hasta llegar al pasillo de ascensores y presiono el botón para llamarlo. Creo que es la primera vez que vengo sin correr a cogerlo.
Pasan unos segundos cuando suena un timbre y se abren las puertas del primero de los cinco ascensores; me dirijo hasta él y entro. Presiono el botón de S2. Hace un año las cosas fueron tan diferentes; hace un año no tuve nada planeado, solamente fue una salida para distraerme, por no querer cocinar y ahora, aquí estoy nuevamente, solo que, en esta ocasión, los planes no resultaron como los había pensado. No estoy seguro de cómo me siento en este momento y, quisiera contarle a Bradley lo que ha pasado, pero me ha dicho que hoy tiene un encuentro así que, definitivamente, no cuento con él.
- ¡Detén el ascensor por favor! – grita alguien desde afuera justo cuando las puertas comienzan a cerrarse. Casi por inercia, presiono uno de los botones. Las puertas nuevamente se abren. Giro hacia la abertura, cuando, de la nada, entra una figura corriendo al ascensor, se para justo delante de mí, tan cerca que puedo sentir su respiración. Pienso en decir algo, pero, antes de que pueda reaccionar, pone sus manos en mi rostro, una a cada lado, y me planta un beso en los labios. Instintivamente cierro los ojos y le respondo el beso. No sé decir bien que ocurre en este momento, pero ese beso es mucho más de lo que yo hubiese podido imaginar. Logra estremecerme por completo; me hace temblar de emoción y sonreír de felicidad. Me hace sentir especial, alegre… me hace sentir tranquilo… feliz.
Justo cuando separa sus labios de los míos, abro los ojos y puedo ver aquel color ámbar tan peculiar de sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja. Yo le devuelvo la sonrisa y él me toma de las manos mientras me mira fijamente.
- Llegaste – logro decir en un suspiro.
- No me lo hubiese perdido por nada del mundo Javi.
- Pensé que… pensé que no vendrías.
- Yo también lo pensé, pero me di cuenta de algo.
- ¿De qué cosa?
- Te quiero Javi.
Tumblr media
UN AÑO DESPUÉS.
Frank.
Todo está listo. Jamás lo hubiese creído posible, pero, aquí estamos. Aquí estoy de pie delante de todas las personas, y vaya si han venido bastantes. Entre la multitud puedo ver a Vicky, la asistente de Javi, con una gran sonrisa y, creo que llora de felicidad. Aunque, por lo que él me ha contado, ella ha sido como su madre. Del otro lado puedo ver también a JJ acompañado de su novio; sí, ahora ya tiene novio finalmente y, debo decir, no está para nada mal. JJ ha sido un gran amigo de Javi y hemos salido con ellos varias veces.
A mi lado Bradley revisa su chaqueta una y otra vez; en lugar de ayudarme a estar tranquilo, me pone más nervioso, pero, él es así y creo que sin su ayuda yo no podría estar aquí. No sé qué tiene preparado Javi, solo dijo que lo esperara aquí.
De la nada, comienza a sonar una guitarra.
“Wise men say only fools rush in but I can't help falling in love with you shall I stay? Would it be a sin if I can't help falling in love with you? ...”
Javi entra por la puerta sosteniendo un micrófono mientras canta.
“Like a river flows surely to the sea darling, so it goes some things are meant to be take my hand take my whole life too for I can't help falling in love with you. Like a river flows surely to the sea darling, so it goes some things are meant to be...” *
Javi.
Conforme canto, me voy acercando a Frank; me encanta como se ve con su traje negro. No puedo evitar llorar de alegría, aunque, en este preciso momento, estoy más nervioso por todas las miradas que tengo encima y, más aún, por no querer olvidar la letra que pasé meses ensayando.
“…Take my hand take my whole life too for I can't help falling in love with you for I can't help falling in love with you.”
Justo cuando termino la canción estoy parado delante de Frank, le doy el micrófono a Bradley y tomo las manos de Frank entre las mías. No puedo creer que esto esté pasando, jamás me lo hubiese imaginado. No comprendo bien lo que el abogado está diciendo, estoy perdido en los ojos de Frank, en lo emocionado que estoy de estar haciendo esto y en que me siento tan feliz que no puedo dejar de llorar y sé, de alguna manera, que Diego estará feliz de mí, de esto que está pasando hoy.
- Yo los declaro: esposo y esposo. Pueden darse un beso.
Fin.
*Letra de la canción “Can’t help falling in love” versión Kinna Grannis.
2 notes · View notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 20. La despedida.
VIERNES.
Javi.
- Hola Javi.
- ¿Estás aquí? ¿En serio estás acá?
- Sí. Te estaba esperando – me acerco con pasos tambaleantes a Diego; tiene una gran sonrisa en su rostro de bobo, ese rostro tan tierno, tan lindo… tan. Siento como salen las lágrimas de mis ojos.
- Diego ¿qué? Por favor, dime que todo es una broma. Por favor. Una broma de mal gusto – silencio. Solamente se limita a agachar su cabeza – Diego, yo… yo te amo – levanta su rostro y clavo mis ojos en los suyos. Estoy completamente seguro de que lo amo.
- Créeme, Javi, yo también te amo.
- ¿Entonces por qué está broma?
- Javi – veo que está un poco nervioso; muerde su labio y su mirada está como buscando algo en la distancia, buscando las palabras adecuadas, una explicación concreta. Quiero acercarme a él y tomar sus manos, decirle que todo estará bien, pero, mi cuerpo no reacciona – no es una broma – veo como las lágrimas brotan de sus ojos creando surcos por sus mejillas.
- ¿Cómo puedes decir eso? De verdad quiero estar contigo Diego. He imaginado tantas cosas contigo, demasiadas y… – hago un esfuerzo por no tirarme a llorar – y quiero hacerlas solo contigo.
- Yo también quisiera, pero, solo estaba esperando que vinieras para verte una última vez.
Aquellas palabras me dolieron más de lo que me hubiese imaginado; por más que intento se fuerte, no puedo evitar llorar. Es la primera vez que tengo tantos deseos de llorar que no hago siquiera un esfuerzo por controlarme. Quiero hacer algo, hablarle, pero no puedo. No logro articular una sola palabra. Diego me ve con tanta ternura, tanto amor… ni siquiera puedo pensar que esta es la última vez que lo veré. Necesito hacer algo, tal vez, si logro decir algo adecuado, todo esto no pase, él no se marche. Comienzo a sentir un dolor en mi mano de lo fuerte que estoy apretándola. ¡La billetera! Levanto mi mano y la extiendo hacia Diego con la palma hacia arriba y, sobre ella, aquella billetera negra. Diego me sonríe. A pesar de que él también llora, se ve feliz, tranquilo. En serio amo a este hombre. Estoy logrando calmarme, debo hacerlo… necesito hablar, convencerlo que no me deje.
- Diego. Esto es tuyo, la recibí hoy. Estaba en tu… apartamento – un pensamiento se clavó en mi mente al decir aquellas palabras. Diego jamás llegó a vivir realmente en aquel lugar.
- Gracias Javi. Desde hace mucho tiempo la he buscado.
- No tienes que irte Diego… no tienes que dejarme – siento que se me acaba el aire; la mano me tiembla y Diego no toma la billetera. La coloco sobre la mesa del centro de la sala – dime ¿qué debo hacer para que te quedes? Yo… yo te amo, de verdad te amo como no tienes idea.
Si esta es la última vez que veré a Diego, si este es el momento crucial, debo ser sincero y decirle todo lo que siento, tal vez de esa manera, no me deja. No quiero que se marche. Por favor, Universo, dime que todo esto es un sueño, que es una broma… no lo quiero dejar ir. Trato de seguir hablando, pero las lágrimas no me dejan. No puedo decir una sola palabra.
- Javi… mi Javi, tú eres todo lo que siempre quise, tú eres a quien siempre quise conocer. Contigo soy feliz, por fin soy feliz. Contigo puedo descansar. Estar a tu lado ha sido lo mejor que pude tener en toda mi vida. ¿Esas citas oficiales que salieron desastrosas? – esbozó una sonrisa – en realidad han sido las mejores que he tenido. A pesar de lo terriblemente mal que terminaron, pero es parte de nuestra historia. Tuya y mía. Son recuerdos que tengo contigo, momentos que viví contigo; alegría y dolor que compartí contigo y solo por eso son especiales. Solo por eso no las cambiaría por nada.
- Diego… quédate, por favor. Dime que solo es un sueño, es una pesadilla como la que tuviste anoche – y entonces, caigo en cuenta de algo que no había pensado antes – la pesadilla. Esa no fue sólo una pesadilla ¿verdad? – Diego baja la mirada.
- No, no lo fue.
- ¿Lo qué soñaste… eso fue un recuerdo?
- Esa noche – traga saliva con mucha dificultad; otra vez lloraba.
- La noche que Matt te asesinó.
- Sí. Recordé todo lo que pasó.
- Entonces es cierto… – me dejo caer en uno de los sillones. La cabeza está dándome miles de vueltas y no logro concentrarme; no logro entender que es lo que está ocurriendo – JJ me contó.
- ¿JJ? ¿Lo conoces?
- Por casualidad, él llegó a una entrevista hoy a la oficina. Justo era con él con quien estaba cuando me llamaste. Él escuchó tu nombre y mencionó que tuvo un amigo con el mismo nombre. Luego nos dimos cuenta de que estábamos hablando de la misma persona.
- ¿Comprendes entonces lo que eso significa mi Javi?
- Creo que sí.
- No puedo quedarme, aunque quisiera, no puedo hacerlo.
- ¿Qué pasó esa noche con Matt? – Diego seguía de pie en el mismo sitio. Solamente mueve las manos para hacer algún gesto cuando habla sobre la noche en que tuvo la pelea con Matt y este, en un arranque de celos, lo terminó matando de una puñalada en el corazón en un baño público. Luego le quitó la billetera y lo dejó ahí tirado. Diego, incluso, pudo ver como Matt salió corriendo del baño.
- Luego de que salió del baño, comencé a sentir demasiado frío; quise ponerme de pie, o al menos abrazarme para tener algo de calor, pero no tenía fuerzas para moverme. Cada vez me costaba más respirar y el baño se fue oscureciendo lentamente – Diego lloraba, pero sigue sin moverse. Quiero que se acerque a mí, quiero que me abrace al menos – de alguna manera supe que eso era todo. Pasé toda mi vida pidiendo conocer a alguien que pudiera amar, a alguien que me amara también. Y nunca tuve la oportunidad. Nunca llegó la persona. Cuando todo se puso oscuro, cuando mis párpados pesaron demasiado para mantenerlos abiertos, simplemente fue… como quedarme dormido. De repente, amanecí en mi apartamento, ese donde me iría a vivir luego de lo de Matt. No recordaba nada de lo ocurrido, solo recordaba que ya no estaba con él, que ya había transcurrido casi un año completo de la última vez que lo vi. Y sentí que mi vida seguía con normalidad. Trabajo, hogar, una rutina nada fuera de lo normal hasta que…
- Nos vimos en el ascensor – esbozo una sonrisa con aquel recuerdo.
- Sí. Jamás me había pasado algo así; creo que hice el ridículo contigo por cómo me quedé viéndote y luego, simplemente no pude dejar de pensar en ti. Quise llamarte, pero el papel que me diste nunca lo encontré. Incluso intenté llamar a JJ, pero jamás logré comunicarme con él, no entraban las llamadas y tampoco recibía mis mensajes de WhatsApp; sólo pude ver su Facebook y darme cuenta de muchas cosas que había hecho en todo este tiempo. No recuerdo incluso cuando fue la última vez que hablé con él. Ahora que lo pienso, con la única persona con quien pude hablar fue contigo…
- Conmigo
- ¡Sí! – los ojos de Diego se abren como platos – sólo tú. Creo que, de alguna manera, no me quise ir porque necesitaba conocer al amor de mi vida; de alguna manera necesitaba sentirme amado por una vez en la vida y, también, poder amar de verdad a alguien… a ti Javi. Necesitaba conocerte a ti, mi amor. Necesitaba poder amar de verdad… necesitaba que alguien me amara de verdad.
- Yo te amo de verdad Diego. Jamás había amado como te amo a ti.
- Lo sé y me siento triste porque quisiera tantas cosas – limpia su nariz con la mano – vale, hice tantos sueños contigo… me vi haciendo tantas cosas en este lugar. Contigo.
Justo cuando me voy a ponerme de pie para ir a donde estaba Diego, él camina hacia mí, se sienta en el sillón, a mi lado, y me toma la mano. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y, en ese momento, una sensación de que estoy en el lugar que debo estar, con la persona con quien debo estar me invade; levanto mi mirada y la fijo en los ojos de Diego. Por primera vez ya no veo un atisbo de tristeza. Veo paz, mucha tranquilidad y puedo ver que él verdaderamente me ama; me ama como nadie jamás lo ha hecho. No puedo más y me pongo a llorar desconsoladamente. Diego pone sus brazos alrededor mío y me coloca en su hombro; yo lo rodeo con mis brazos también. ¿Cómo se supone que haga esto? ¿Cómo se supone que debo de poder comprender lo que está pasando? Respiro profundo y el aroma tan único de Diego llena mi nariz; siento que mi corazón está a punto de estallar de amor por él. Sus manos acariciándome la espalda; su respiración en mi mejilla. Diego es simplemente perfecto para mí.
- Gracias, mi amor, por todo lo que me diste en estos días. Tú me hiciste feliz como jamás lo fui. Contigo pude tener tantas cosas, vivir tantas emociones… pude sentir amor. Un amor verdadero, sincero – Diego no deja de acariciarme mientras habla – nadie jamás me llegó a amar como tú lo hiciste y yo… yo jamás llegué a amar a alguien como te amo a ti.
- Yo tampoco… yo tampoco… - no puedo hablar. Simplemente no quiero decir nada – yo tampoco he amado como te amo a ti Diego. Por favor… sólo no te vayas… abrázame, por favor.
Tumblr media
Silencio. Ninguno de los dos dice una sola palabra. Nos abrazamos tan fuerte como podemos. Puedo sentir latir el corazón de Diego en mi pecho; sus manos en mi espalda apretándome fuerte, como diciéndome que soy de él, que sabe que le pertenezco; que sabe que todo mi amor es de él. Siento como sus lágrimas caen en mi hombro. Y yo lo abrazo tan fuerte como puedo; quiero que sepa que él me ha dado más de lo que incluso yo me hubiese imaginado, pues fue por él que descubrí que simplemente soy un hombre que solo quiere amar, y lo ha logrado. Amo a Diego. Amo a Diego Andrés Reitch… mi Diego.
Quiero decirle miles de cosas, pero no es necesario. Estar abrazados, tan cerca, tan fuerte…
- Mi amor… quiero que me prometas algo.
- Lo que sea Javi, lo que sea.
- Quiero… que me prometas que no te cerrarás a las oportunidades. Que no te cerrarás al amor.
- No me digas eso – escuchar a Diego decir aquellas palabras eran como golpes en mi corazón. El solo la idea de llegar a enamorarme de alguien me produce un dolor tan fuerte que no puedo describirlo – no podré amar a nadie más. Yo te amo a ti mi amor… mi Javi.
- Yo sé que me amas y sé que es difícil, pero quiero que sigas adelante. Tú mismo lo has dicho, ahora ya sabes que es lo que quieres, es lo mismo que yo quise toda mi vida. No quiero que pases por lo que yo pasé. Quiero que te des la oportunidad de conocer a alguien a quien puedas conocer, con quien puedas compartir y que llegues a enamorarte de él, a amarlo como me amas a mí, o incluso más – escucharlo me está haciendo llorar todavía más – y que él te ame tanto como yo te amo a ti. Quiero que seas feliz.
- Yo soy feliz contigo Diego.
- Pero yo debo marcharme Javi. Ya debo irme.
- Sólo unos minutos más, por favor. Aún no te vayas.
- Siempre querremos unos minutos más, una vida completa no nos alcanzará jamás Javi.
- No sé qué haré sin ti Diego. No puedo… – otra vez sin palabras – no quiero imaginarme estando sin ti.
- Yo siempre estaré contigo, siempre estaré en los recuerdos de esos días que pasamos juntos, de todo lo que hicimos y vivimos y sé que más adelante eso te dará mucha alegría. Yo me iré amándote y siendo feliz, por fin logro ser feliz, porque también sé que tú me amas. Pero ya debo descansar.
Me separo un poco de Diego, le tomo las manos y entrelazo nuestros dedos. Lo veo fijamente a los ojos.
- Tu cara de bobo… ¿qué haré sin tu cara de bobo? Sin esos ojos que me calman.
- Ser feliz mi amor. Eso es lo que debes de hacer. Ser feliz porque sabes que, si puedes amar, y ese amor que eres capaz de dar, que me has dado a mí, es lo que me ha hecho finalmente feliz y me iré de aquí siendo feliz, siendo amado.
- ¿Hay algo que pueda hacer para que te quedes conmigo?
- Nada podemos hacer Javi, quisiera poder quedarme, en serio que sí, pero no puedo.
- Me estás pidiendo vivir algo inimaginable Diego.
- Lo sé, pero debemos hacerlo Javi. Ya debo marcharme – de reojo veo el reloj que cuelga en una de las paredes de la sala, faltan solo un par de minutos para que sean las siete de la noche.
- ¿Me juras que si eres feliz?
- Mi amor, por fin soy feliz… soy feliz gracias a ti.
- ¿Sabes que de verdad te amo con todas mis fuerzas?
- Mi amor, yo sé que me amas de verdad, así como yo te amo a ti.
No puedo decir más. Suspiro intentando resignarme, tratando de calmarme. Diego se pone de pie sin soltar mis manos; yo no logro verlo a los ojos y siento como me suelta las manos y las coloca en mi cabeza acariciándome de una manera tan gentil, con tanto amor, que siento como todo mi cuerpo se estremece.
- Jamás olvides, Javi, que tú fuiste mi único y verdadero amor.
- Tú eres el mío Diego – logro decir. Levanto la mirada y encuentro su rostro, con una sonrisa surcada por lágrimas, pero tan sincera como ninguna otra. Él se agacha y planta un beso en mis labios. Es un beso dado con tanto amor, recibido con tanto amor. Tan sincero, tan puro, tan inocente… siento todo su amor por mí, siento toda su felicidad. Siento que él es el indicado para mí. Luego de unos segundos, se incorpora y yo bajo nuevamente mi cabeza; el me sigue acariciando.
- Siempre fuiste, eres y serás mi único y verdadero amor Javi – me susurra al oído; luego quita sus manos y me da un beso en mi cabeza. Al levantar mi mirada, me doy cuenta de que me he quedado solo y, no lo puedo evitar, lloro como jamás lo había hecho.
Diego se ha ido.
Fin.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 19. La verdad.
VIERNES.
Javi.
- ATENTO RECORDATORIO: Hoy tienes que realizar la entrevista que has pospuesto desde la semana pasada, y no, no podemos seguir atrasándola. Es muy urgente contratar a alguien.
Es cierto – gracias, Vicky por tus atentos recordatorios –, quedé que hoy llegaré temprano a la oficina. Me siento un poco cansado por la despertada en la madrugada por la pesadilla de Diego, pero quiero cambiar. Por él quiero comenzar a hacer todo bien. Al menos ya pudo dormir más tranquilo – él puede seguir durmiendo – y, no es porque sea mi novio, pero, se ve lindo muy dormido. Ok, hora de levantarse.
Por un momento considero despertarlo, sin embargo, decido mejor hacer el menor ruido posible para que pueda seguir descansando. Me levanto de la cama y muy callado me dirijo hacia el baño. No me sorprende ver mi rostro cansado y con ojeras reflejado en el espejo que está sobre el lavamanos, pasé alrededor de dos horas despierto en la madrugada. Pero no me molestó hacerlo, pues fue para tranquilizar a Diego y que pudiera volver a dormir. Creo, no, no, estoy seguro de que estoy enamorado. Por primera vez estoy enamorado de verdad.
Luego de tomar una ducha, cojo una toalla, la envuelvo en mi cintura y salgo del baño. Diego aún duerme. Con mucho cuidado tomo la ropa necesaria y regreso al baño a arreglarme. Aunque no tengo muchos ánimos de ir a trabajar hoy, pues quisiera quedarme con Diego todo el día, estoy dispuesto a hacerlo. Quiero ser mejor, por él y también por mí. Paso varios minutos frente al espejo intentando hacerme un peinado sofisticado, algo que refleje que ahora si me tomo en serio las cosas, que he dejado mi vida de puta, o sea, que ahora soy una puta reformada – como lo diría Bradley. ¡Debo llamarlo para contarle todo lo que pasó! – y que ahora estoy de novio de un hombre guapo. Pero fui inútil. Lo más que consigo es acomodar lo mejor posible mi cabello lo suficientemente bien como para ocultar el golpe de la frente. Por lo menos hoy ya casi no tengo golpes visibles y, definitivamente, no tengo ningún moretón.
Salgo del baño, tomo algunas cosas del dormitorio que guardo en mis bolsillos, hago un recorrido del lugar para verificar que no olvido nada que pueda servirme, y detengo mi mirada en Diego. Quisiera pararme al lado de la cama, despertarlo con un beso y decirle que lo amo. Pero no, prefiero que siga descansando. Al final de cuentas, en la noche lo podré hacer.
Reviso una última vez que llevo todo lo necesario y hago una lista mental corroborando que estoy listo. No puedo evitar sonreír al ver a Diego acostado en la cama justo antes de salir del dormitorio. Por alguna razón, el apartamento hoy no se siente tan frío, tan triste como antes. Creo que si estoy muy enamorado.
Diego.
Escuchar que se cierra la puerta del apartamento me indica que Javi se ha marchado a trabajar. Tuve tantas ganas de saltar de la cama, correr tras él y tirarme a sus brazos cuando entró al baño. O recibirlo con un beso cuando salió de vestirse. Pero creo que fue mejor seguir acostado fingiendo estar dormido. Espero que sepa cuanto lo amo. En este corto tiempo que tengo de conocerlo, me enamoré de él. Jamás me había pasado esto, ahora me doy cuenta. Nunca había llegado a sentir esto que siento por él y, de verdad espero que lo sepa; espero haber podido hacérselo sentir.
“Anoche se portó como nadie; fue increíble… verdaderamente increíble – estoy hablando en voz alta al vacío, pero, hoy, lo necesito –. Todo él, su forma de ser, de tratarme. Simplemente, él es la persona que siempre he estado buscando y… y llegó – trago un poco de saliva –. No me arrepiento de haberlo conocido, ni tampoco de lo mal que salieron las citas oficiales que tuvimos – en realidad fueron muy malas – porque las pasamos juntos, las compartí con él y…”.
Sin darme cuenta comienzo a llorar y no puedo terminar de hablar. En verdad Javi es lo mejor que me ha pasado en la vida. Recorro todo el apartamento; primero veo el dormitorio y cada uno de sus rincones. Luego camino por la sala, el comedor y ahora estoy en la cocina. Tantas cosas que puedo imaginar estar viviendo con Javi aquí… solo quisiera tener un poco más de tiempo.
No sé si lloro de tristeza o de alegría, lo único que sé es que, durante tantos años lo único que quise fue ser feliz; lo único que siempre quise fue poder amar… y lo hago. Soy feliz al lado de Javi y lo amo.
Nunca es tarde para encontrar a la persona correcta; nunca es demasiado tarde para poder conocer a la persona perfecta, y Javi es mi persona correcta. Yo sé, tiene defectos, comete errores, los ha cometido y seguirá cometiéndolos, pero, esos errores y esos defectos es precisamente lo que lo convierten en alguien perfecto para mí. Eso es lo que hizo que, en tan pocos días, pudiera verlo, pero verlo de verdad, y enamorarme de él.
Solo quiero ser feliz… y ahora lo soy. Solo quiero amar… y ahora, finalmente, lo puedo hacer con todo mi corazón.
Javi.
- ¡Bradley! ¿cómo andas? – las colas de vehículos en las calles son interminables; apenas avanzamos unos cuantos metros en varios minutos así que, mientras llego a la oficina, aprovecho a poner al día a Bradley de todo lo que ha pasado.
- Mi amigo, todo bien, todo bien, pero, dime ¿tú cómo estás? ¿qué ha pasado?
- Pues… ya puedes decirlo, con toda libertad – escucho como se carcajeaba al otro lado del teléfono.
- ¡Eres una puta reformada! – ahí está. No podía faltar – este hombre te ha cambiado mi Javi. Tú no eres de sentar cabeza.
- Yo sé Brad, pero siempre llega el momento de un cambio y, créeme, lo necesitaba desde hace muchísimo tiempo.
- Mi Javi ¿y ahora quién me acompañará a cazar? Moriré de hambre.
- Dudo que tú te quedes tranquilo Brad. Te conozco muy bien – en realidad ya me conozco todas sus tácticas – y sé que seguramente hoy mismo estarás consiguiéndote a alguien.
- ¿Qué quieres que haga? El cuerpo lo pide. Pero dime ¿quién es este hombre? Apenas me has dicho su nombre.
- Quiero que lo conozcas.
- ¿Te das cuenta – puedo escuchar la sorpresa en su voz – que es la primera vez desde que te conozco, que me pides que conozca a la persona con quien estás saliendo? – y tiene razón.
Desde que conozco a Bradley si he intentado salir con un par de personas, pero, nunca ha llegado lo suficientemente lejos como para tomarme la molestia de pedirle a Bradley que los conozca. Sin embargo, ahora estoy seguro, completamente seguro, de que quiero que conozca a Diego. Quiero que conviva con él y que aprenda a quererlo porque yo lo he aprendido y… lo amo.
- Sí, es la primera vez, pero es que, Brad, de verdad es muy especial, ya lo verás.
- Bueno mi Javi, si tú quieres que lo conozca, yo con gusto lo conozco. Solo te pido que tengas mucho cuidado, escucho que estás muy alegre y se te nota lo entusiasmado, no me malentiendas, eso me alegra muchísimo, pero, me da miedo que las cosas puedan no salir bien.
- Yo haré lo mejor posible. A pesar de que nuestras citas oficiales han sido un desastre tras otro, todo ha sido muy especial… muy diferente a todo lo que he vivido y, no sé, quiero darme la oportunidad de saber hasta dónde llegará todo esto – justo estaba entrando al parqueo de la oficina – mira Brad, debo dejarte, ya he llegado al trabajo y hoy si tenemos bastante que hacer por acá.
- ¡Oye! Pero no me has dicho cuando lo conoceré.
- Déjame platicar con él ahora que regrese al apartamento – justo al terminar aquella frase me di cuenta de que nunca la tuve que decir.
- ¡¿Qué?! ¿están viviendo juntos Javi?
- Pues… no, bueno…
- ¿Bueno qué?
- Es que no lo hemos hablado, no hemos quedado en nada y, en realidad, no lo había pensado, pero sí, ha estado pasando algunas noches conmigo… ¿aló? ¿aló? – menos mal al entrar al sótano el teléfono siempre se queda sin señal y, por ende, se cortó la llamada. No tengo ánimos de ponerme a discutir sobre… sobre nada en realidad. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, vengo de muy buen humor a trabajar.
Una vez que estacionar el vehículo y subir varios pisos en el ascensor, llego a la oficina. Después de varios días, paso nuevamente por la rutina de saludar a quienes me encontraba en el camino y ellos, con un gesto desganado, de tristeza o de molestia, me devuelven el saludo de mala gana. Pero esta vez es diferente. Nada de eso me importa y, a pesar de que uno que otro me ignora por completo, mi sonrisa no desaparece del rostro.
- ¡Javi! Que bien verte por acá. Sobre tu escritorio te he dejado la guía para la entrevista, recuerda que es de suma importancia contratar a alguien.
- Yo sé, Vicky, ahora mismo leeré la guía. ¿Tienes a la persona que vendrá hoy?
- Sí, junto a la guía te he dejado sus datos. Yo verifiqué y, a mi parecer, es la mejor alternativa que hemos tenido hasta el momento.
- Está bien. Entonces me prepararé. ¿Dentro de cuánto tiempo vendrá?
- Tienes una hora Javi. Por cierto ¿qué te ha pasado? – era inevitable la pregunta.
- Tuve unos problemas esta semana.
- ¿Otra pelea?
- Sí, Vicky. Pero no es lo que crees. Ya no pasará.
- No me llamaste para ir a traerte.
- Espero no tener que volver a llamarte. He conocido a alguien – y ahí estaba la expresión de sorpresa en su rostro, la misma que, me imagino, puso Bradley cuando le pedí que conozca a Diego.
- ¿Has conocido a alguien?, en todos estos años que tengo de conocerte, Javi, es la primera vez que tú me dices, estando sobrio, que has conocido a alguien. Seguramente es alguien importante.
- Lo es, Vicky, lo es. Y tengo planes que lo siga siendo mucho más tiempo.
- Bueno, ahora entiendo también tu buen humor de hoy. Veo que, sea quien sea, te está haciendo muy bien – creo que tenía pensado aprovecharse de eso porque ni siquiera he terminado de hablar cuando me llena de papeles que debo revisar y firmar, pero, de verdad hoy me siento muy bien así que los tomo de buena gana y me digo a mí mismo que debo revisarlos lo antes posible.
Tumblr media
******************************
- Javi, disculpa, por acá está el señor para la entrevista – me anuncia Vicky desde la puerta de la oficina.
- Dile, por favor que pase.
Pasé estudiando durante toda la última hora la guía que Vicky me había preparado. Sí, necesito una guía porque las veces anteriores que he realizado entrevistas han sido… ¿cómo decirlo sin que se escuche mal?... desastrosas. No tengo una manera más amable de describirlo. Generalmente no sé qué debo preguntar, en qué debo enfocarme sobre el entrevistado o, peor aún, que información acerca de la empresa debo decirles y cual no. Así que ella muy amablemente estuvo durante semanas preparando esta guía para que esta vez no lo eche a perder. Realmente necesitamos a un Coordinador de Medios Audiovisuales.
Vicky abre de par en par la puerta e indica con un gesto de la mano que puede ingresar. Al ver que el entrevistado utiliza silla de ruedas, corro a retirar una de las sillas que están delante de mi escritorio y, cuando él llega hasta mí, le estrecho la mano.
- Bienvenido. Muchísimas gracias por venir hoy y, mil disculpas por el atraso para realizar la entrevista. Hemos estado un poco cargados de trabajo.
- Muchas gracias a usted por recibirme. Realmente espero poder ser lo que están buscando.
- Por supuesto – me acomodo en la silla, detrás del escritorio, y reviso la guía, junto con los datos de aquel hombre – ¿cómo gusta que te llamen? ¿Juan estará bien?
- Si claro, aunque todos me llaman JJ.
- Por supuesto, JJ. Y dime ¿qué te motivó a solicitar esta plaza?
- Pues considero que es una gran oportunidad para poder desarrollarme en el área y, también, porque estoy seguro de que tengo mucho que puedo aportar a su empresa… -
- Por favor, no hay necesidad de tratarnos con tanta formalidad, de “tú” está bien.
- Claro. Pues he tenido bastante experiencia en empleos anteriores y he logrado desarrollar una estrategia de trabajo para optimizar los resultados sin aumentar los costos de la empresa.
- Muy bien. Me parece perfecto. Te comento… – el timbre de mi teléfono me desconcentra por un instante. “Diego”, quisiera responder, pero no puedo así que solo lo silencio y continúo –. Perdón por eso. Te decía que nosotros estamos buscando a una persona que se encargue de coordinar el departamento de Audiovisuales. Veo que tienes experiencia en el área, pero, hasta el momento, no has tenido a cargo todo un departamento… – nuevamente Diego está llamando. Por segunda vez silencio la llamada y continúo – perdona. Te preguntaba ¿por qué consideras que puedes con este cargo? Ya que la cantidad de trabajo que tenemos por acá es bastante elevada; son alrededor de treinta personas las que laboran en el mismo y parte de tus tareas sería coordinar, dirigir y supervisar su desempeño – justo cuando JJ iba a responder mi pregunta, mi teléfono suena por tercera vez.
- Por mí no te preocupes, si necesitas responder está bien – siento que comienzo a sonrojarme, pero, me parece extraño que Diego esté llamándome tantas veces, sobre todo, porque él está al tanto de esta entrevista. Me disculpo con JJ, cojo el teléfono y me levanto de la silla.
Al menos me alejo un poco de mi escritorio para responder, aunque, a decir verdad, siento que es un poco irrespetuoso tomar la llamada.
- ¿Aló?
- Hola Javi.
- Diego, mi amor, disculpa, estoy en medio de la entrevista. ¿Puedo llamarte luego?
- Solo debo decirte algo – escucho algo distinto en su tono de voz. No logro distinguir que es, pero sé que no está bien. En un segundo, miles de ideas se cruzan por mi cabeza y no puedo evitar preocuparme – por favor.
- Sí… sí claro, dime, ¿está todo bien? ¿tú estás bien?
- Todo está bien Javi… – se queda en silencio, un silencio tan largo e incómodo que lo único que logra es aumentar mi preocupación al punto que, antes de que él pudiera decir una sola palabra, lo interrumpo.
- ¿Mi amor? ¿Qué pasa?
- Tú eres la persona a la que más he llegado a amar en toda mi vida y, por favor, no lo olvides jamás. Recuérdalo siempre – por alguna razón, aunque me gustaba escuchar aquellas palabras, algo dentro de mí no me deja tranquilizarme.
- Tú también lo eres… ¿está todo bien?
- Sí, sí mi Javi… mi amor. Sólo quiero que sepas que te amo. Ahora ya soy feliz.
- Yo también soy muy feliz gracias a ti.
- Te amo Javi y sé que tú también me amas. Ahora descansaré.
- Claro Diego, descansa y yo, en cuanto termine el trabajo llego al apartamento.
Sí, la llamada después de todo había logrado tranquilizarme a final, aunque, tengo la sensación de que ocurre algo más. Pero en este momento no puedo pensar en ello, me prometí que haré bien todo, incluyendo mi trabajo, así que intento concentrarme en la entrevista nuevamente, guardo el teléfono en el bolsillo de mi pantalón y regreso a mi escritorio.
- Disculpa por eso… JJ. Era mi novio – por su expresión es posible que esta última palabra le haya incomodado y, en realidad, no debí haber dado tanta información. “Apégate a la guía Javi. Apégate a la guía”, me repito en mi mente – lo siento. Aquí en la empresa tratamos de fomentar la igualdad entre todos los colaboradores y, eso incluye que no haya discriminación por la orientación sexual.
- No hay problema, no tengo problema con ello. Es solo que… – baja la mirada y guarda silencio por un momento – disculpa por escuchar tu llamada, es que me has recordado a mi mejor amigo – creo que mi gesto de no entender lo que estaba hablando fue muy bien captado por JJ –. Lo que quiero decir es que mencionaste un nombre, Diego, así se llama, perdón, se llamaba mi mejor amigo y me ha venido a la mente.
- ¿Se llamaba? ¿Ya no son amigos?
- No, no. No es eso. Es solo que él… él falleció. Precisamente hoy se cumple un año de que… murió – realmente soy muy malo para manejar aquellas situaciones. Nunca sé bien que decir y, las pocas veces que me veo forzado a dar algunas palabras de ánimo, no logro que se sientan sinceras.
- Yo, yo… lo siento mucho. No ha sido mi intención… – pero lo hice. Bien hecho Javi, no pierdes tu racha con las entrevistas desastrosas – hacerte pasar un momento incómodo.
- No hay problema. Al contrario, yo me disculpo por esta plática fuera de lugar.
- Para nada, no tienes por qué disculparte. Y, perdona que pregunte, pero ¿de qué murió tu amigo? – veo como el rostro de JJ refleja una gran tristeza.
- Hace un año él, Diego, fue asesinado por su novio. Fue una historia trágica, muy dolorosa, sobre todo para él – en realidad, a estas alturas ¿qué podía yo decir para restar la incomodidad del momento? – pero ya está descansando; ya está libre de… de ese imbécil.
- Es terrible como pueden pasar esas cosas, ya sea por celos o por un enojo de momento. No entiendo porque no pueden sencillamente hablar las cosas y… no llegar a esos extremos – lo siento Vicky, creo que la guía en la que tanto trabajaste quedó descartada hace unos veinte minutos – me imagino que si fue una sorpresa para todos ustedes cuando pasó… lo que pasó.
- En realidad para la mayoría sí, pero, para mí no lo fue. Yo sabía lo que estaba ocurriendo y creí que las cosas se podrían resolver, pero no fue así. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos – puedo ver el dolor que siente en su mirada – de repente recibí una llamada donde me informaban lo que había ocurrido. Obviamente no pude creerlo al principio, pero, todo fue cierto.
- No puedo imaginar ese momento y menos el extrañar a esa persona y no poder hablarle, verla o decirle lo importante que era.
- Es horrible, aunque con el paso de los días te haces a la idea de la ausencia, pero nunca logras acostumbrarte por completo. Incluso acá en el teléfono aún cargo unas fotos que nos tomamos la última vez que pudimos vernos y, de vez en cuando, la veo – tengo un nudo en la garganta. No sé porque, pero siento que hubiese sido a mi amigo al que hubiesen matado. Creo que así o peor me sentiría si algo le pasara a Bradley – mira, acá estamos.
Me estiro por sobre el escritorio y cojo el teléfono; lo acerco a mi rostro para ver mejor la foto y… caigo sentado en la silla con la boca abierta. Un intenso escalofrío me recorre de pies a cabeza, las manos me tiemblan y tengo una sensación extraña dentro de mí, como un presentimiento. Veo nuevamente el teléfono y simplemente lo dejo caer. No entiendo que está ocurriendo, levanto nuevamente el teléfono de JJ y comienzo a correr la galería; en varias fotos lo veo a él con su amigo, pero… ¿cómo es posible?
- ¡¿Es esto alguna estúpida broma?! – le pregunto a JJ, en realidad, se lo grité. Él me mira con los ojos abiertos como platos sin entender mi reacción - ¡Dime! ¡¿Estás jugándome una broma?!
- Lo… lo siento – me responde el aún incrédulo – no comprendo a que te refieres.
- Esto – giro el teléfono para dejar la pantalla frente a los ojos de JJ – ¿qué clase de broma enferma me estás haciendo?
- Yo… no… yo no estoy haciendo bromas.
- ¿Entonces por qué me enseñas esta foto y me dices que está muerto?
- Porque… tú… usted me preguntó por mi amigo y… yo solo quise mostrarle quien era – siento como me hundo en la silla – perdón, pero no comprendo que ocurre.
Y la verdad, es que yo tampoco lo entiendo.
- Diego… - alcanzo a decir.
- Sí – me responde JJ con timidez – él es Diego. Mi amigo, que murió hoy hace un año. Pero aun no entiendo cuál es la broma de la que usted habla.
Estoy llorando. Todo mi cuerpo comienza a temblar. Una parte de mí no lo comprende, no lo quiere comprender. Siento que todo se me viene encima. El mundo se me está cayendo en este preciso instante.
- Diego… ¿Diego Andrés?
- Reitch. Si, así se llamaba, pero… ¿cómo lo sabe? – no pude responder. No quise responder.
En realidad, no sé qué responder; mi cerebro está intentando procesar toda aquella información, buscándole un sentido a lo que está ocurriendo. Veo horrorizado la foto de JJ y luego lo veo a él; quiero, de verdad ansío que me diga que es una broma, una broma muy pesada y que, en cualquier momento, Diego entrará por la puerta con su cara de bobo riéndose, burlándose si quiere. Pero nada ocurre. Solo estamos JJ y yo sentados uno frente al otro; él viéndome con cara de asombro y yo llorando sin poder controlarme.
- ¿Está bien? ¿Le ocurre algo? ¿Quiere que llame a alguien? – Llamar. Diego me acaba de llamar. Saco mi teléfono del bolsillo y marco el número de Diego. No entra la llamada; me envía a buzón inmediatamente. Intento una segunda y una tercera vez. Lo mismo. Abro el WhatsApp y busco su contacto. No tiene foto, pero está toda la conversación que hemos tenido. Desesperadamente le escribo: “Mi amor, por favor, háblame. Dime que estás bien, que esto es una broma. Me urge. Llámame cuanto antes”. Me quedo esperando unos segundos viendo fijamente el chat, pero no recibe el mensaje. Levanto mi mirada y la fijo en JJ. No comprendo, en realidad, que está ocurriendo.
- Perdón, pero no comprendo que ocurre. ¿Está usted bien?
- Sí… sí. Todo bien – siento el estómago revuelto y unas ganas que apenas logro controlar por llorar. Quisiera salir corriendo al apartamento para ver que Diego está ahí - ¿dices que a tu amigo lo asesinaron hace un año?
- Sí, hoy se cumple un año.
- Y, ¿dónde vivía él?
- Vivía en casa de sus padres, aunque estaba pensando mudarse a…
- Un pequeño apartamento solo para él – dije al mismo tiempo que lo dijo JJ. Él me ve con los ojos abiertos de par en par.
Por un momento ambos nos quedamos en silencio.
- Diego… Diego entonces ¿nunca se mudó al apartamento?
- Si lo había logrado alquilar, pero, luego de lo que pasó, yo me encargué de hacer los trámites para anular el contrato. Al final lo tomó una señora con su hijo y ellos viven ahí actualmente, el apartamento C del quinto piso. Disculpe, pero no comprendo que tiene que ver esto con… con la entrevista para el empleo.
- ¿Cómo murió? ¿Cómo fue asesinado? – Aquella pregunta no le agradó a JJ pues puso una expresión seria, como dudando si debía responder o no.
- El novio lo asesinó. Fue una puñalada justo en el corazón. Incluso, además de apuñalarlo, le quitó su billetera. A pesar de las evidencias y de todo lo que tenía la policía para acusarlo, logró salir libre… Matt, así se llama el novio – escuchar aquel nombre hizo que me horrorizara. No puedo creer que hace unos días yo estuve con Matt, el asesino de Diego y… también estuve con Diego, pero ¿cómo es posible? – su familia es muy influyente. El padre creo que trabaja en el gobierno y él usó sus influencias para que lo dejaran libre de todo cargo.
- ¿Y la familia de Diego?
- No tenía ya. Era solo él. No le hacía daño a nadie ¿sabe? Era bastante callado, bastante tímido y, aunque a veces se enojaba o explotaba, siempre estaba disponible para uno. Él sólo quería…
- Ser feliz – termino yo la frase. Me está costando respirar. No puedo creer todo lo que estoy oyendo; no logro comprender como Diego… ni siquiera lo puedo decir – oye y Diego ¿y las cosas de Diego?
- Muchas de las cosas se dieron a la caridad y otras se tiraron. No había donde guardarlas ya que, al morir, la casa donde vivió fue vendida.
- ¿Y la billetera? ¿La devolvió Matt?
- No. Seguramente la tiró o la desapareció.
Siento como si toda la alegría la sacaron de mi vida y solo me dejaron una sensación de incertidumbre, de soledad. Siento revuelto el estómago y la cabeza está a punto de estallarme del dolor. Por más que intento convencerme de que todo aquello es una broma y nada más que eso, algo en mi interior sabe que es cierto y, de alguna manera, yo he visto a Diego, he hablado con él… lo he besado. De alguna manera, Diego me curó cuando lo del Bar, me ha cambiado, él me… me ama.
- ¿A qué hora murió Diego?
- Según dice la policía fue alrededor de las siete de la noche – veo mi reloj. Son las once de la mañana. Tengo que salir de aquí, necesito salir de aquí y volver a mi apartamento – JJ, ¿me disculpas un momento? – y sin esperar a que pudiera responder, salgo de la oficina.
- Vicky, debo marcharme. Es una emergencia.
- Pero Javi, estás en plena entrevista.
- Está bien, está contratado ¿puedes avisarle y darle toda la información? Dile que venga desde mañana yo… yo tengo que irme… - no logro dejar de llorar.
- ¿Estás bien Javi? ¿Pasó algo?
- Sí, yo estoy bien, pero… luego te cuento.
Salgo corriendo por todas las instalaciones hasta llegar al ascensor. Presiono el botón frenéticamente esperando que, al menos por esta vez, eso hiciera que el ascensor llegara más rápido. Tengo que irme cuanto antes. Fue tal la impresión de todo lo que acabo de escuchar y hablar con JJ que estoy actuando algo parecido a modo automático hasta que logro llegar a mi vehículo.
Luego de sentarme en el asiento del conductor, me aferro con ambas manos al volante, veo mi reflejo en el espejo retrovisor y me pongo a llorar desconsoladamente. Siento un fuerte dolor en mi pecho, como si mi corazón se hubiese partido en dos. Paso llorando por varios minutos hasta que logro calmarme un poco. Intento limpiarme el rostro inútilmente pues las lágrimas siguen saliendo de mis ojos, pero, al menos, ya puedo ver un poco más claro. Prendo el vehículo y salgo del edificio; mi primera idea fue dirigirme directamente a mi apartamento, pero, algo dentro de mí me dijo que debo ir a otro lado primero.
No sé exactamente porqué, pero cambio mi destino. Por alguna razón siento que dirigirme al apartamento de Diego, bueno, el que hubiese sido su apartamento si… no puedo ni siquiera pensarlo.
Son las dos de la tarde cuando me estaciono afuera del edificio. Justo cuando voy llegando a la puerta una señora de avanzada edad va saliendo, está sacando a pasear a su perro Schnauzer por lo que corro a sostenerle la puerta para que pueda salir sin problema y, luego de que me agradeciera por el gesto, me meto al edificio. “JJ me dijo que hubiese estado en el C del quinto piso”, me recuerdo; mientras voy subiendo las gradas trato de poner mis pensamientos en orden, o, al menos, descubrir porque decidí ir a este edificio. Acabo de darme cuenta de que, en realidad, es la primera vez que entro al edificio; solamente lo había visto por afuera las pocas veces que vine con Diego.
Ok, ya estoy en el quinto piso ¿y ahora? Comienzo a recorrer el pasillo, verificando la letra que está al lado de cada puerta hasta que llego a la puerta con la letra C plateada colocada en la pared del lado derecho. Estoy temblando de pies a cabeza; una parte de mí quiere creer que, de un momento a otro, Diego abrirá la puerta y me verá con los ojos bien abiertos y luego se lanzará a mis brazos a darme un gran beso y decirme que todo está bien. Pero sé que eso no sucederá.
Llamo a la puerta una vez. Nada. Vuelvo a tocar. Todo está en silencio. Comienzo a golpear la puerta insistentemente hasta que, pasados un par de minutos, me doy por vencido. Recuesto mi espalda en la puerta y me echo a llorar otra vez. Me tapo la cara con las manos y me deslizo hasta quedar sentado en el piso. Todo es cierto. Diego… Diego ya no está.
No sé cuánto tiempo paso llorando en la puerta, absorto en mis pensamientos hasta que una voz me hizo levantar el rostro.
- ¿Puedo ayudarlo en algo joven? – una señora un poco mayor, de alrededor unos cincuenta años o un poco más me veía con algo de curiosidad.
- No… nadie puede – es todo lo que logro decir.
- Bueno, pero ¿a quién buscas o esperas?
- Diego… - susurro nada más.
- Disculpa joven pero no entendí que dijiste.
- Aquí vivía un amigo mío y creí… - en realidad, no sé qué creí que pasaría si venía a este lugar – no, no sé.
- No sé de quien hablas, pero yo vivo en este apartamento. Mi hijo y yo.
- Disculpe, yo… - me puse de pie – no sé qué estaba pensando. No le seguiré quitando su tiempo – y me enfilo por el pasillo en dirección hacia el ascensor arrastrando los pies.
- ¡Oye! ¿Dices que tu amigo vivió aquí? ¿Cómo se llama él?
- Diego… Diego Reitch – la señora introdujo una llave en la perilla de la puerta.
- Si me das unos minutos, creo que tengo algo con que, tal vez, me puedas ayudar.
Regreso hacia el apartamento y me quedo viendo como aquella señora abre la puerta y entra. Unos segundos más tarde, sale sonriendo pícaramente y sosteniendo una pequeña bolsa de plástico, con algo en su interior en la mano.
- ¿Dices que estás buscando a Diego? – apenas logro asentir con la cabeza – tal vez, si lo encuentras, me podrías hacer el favor de entregarle esto – y estira su brazo hacia mí.
Cojo la bolsa que tiene en su mano y la abro para ver qué es lo que contiene. Al vaciar su contenido, una billetera de cuero negro cae en mi mano. La billetera de Diego. Instintivamente la abro y puedo verlo. Mirándome fijamente. La foto de su permiso de conducir, con esa cara de bobo, esos ojos tristes y los labios perfectos. Esos labios que encajaban a la perfección en los míos. Un sentimiento de gran tristeza me llena de inmediato y dejo escapar varias lágrimas.
- Gra… gracias – alcanzo a decir – yo se la entregaré. Di la vuelta y me dirigí hacia el ascensor.
Por segunda vez en el día, al tener el volante del vehículo en mis manos, me pongo a llorar desconsoladamente. Justo aquí frente a mí tengo la billetera de Diego por segunda vez.
Esta vez dejé pasar bastante tiempo antes de pensar que debo hacer.
5:00 p.m.
A pesar de estar llorando, me obligo a controlarme un poco para al menos lograr conducir de vuelta a mi apartamento. Espero que Diego siga ahí. Necesito verlo, quiero escucharlo… necesito un abrazo de él.
Tardo casi una hora en llegar al edificio y varios minutos en poder subir hasta el apartamento. Pero ya estoy acá, parado justo delante de la puerta y, aunque todo mi ser quiere entrar corriendo para ver a Diego, tengo miedo. Miedo de que no esté, de no poder verlo de nuevo.
6:00 p.m.
Respiro profundamente y abro la puerta. Todo está a oscuras, en silencio. Cualquier persona pensaría que nadie ha estado en el apartamento en todo el día. No hay rastro alguno de Diego.
- ¡Diego! ¡¿Dónde estás?! – grito mientras recorro la sala, el comedor y cocina - ¡Diego! ¡por favor respóndeme! – llego al dormitorio y reviso el baño. Nada. No está Diego por ningún lado. De tan fuerte que estoy sosteniendo la billetera me duele la mano, pero no la quiero soltar; no encuentro a Diego.
No sé realmente que pensar, o que sentir. Diego no está. Me pongo a caminar decepcionado por el lugar hasta que, al llegar a la sala, me paro en seco y abro mis ojos de par en par.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 18. La última noche.
TERCERA PARTE. Para siempre.
Capítulo 18 – La última noche.
JUEVES.
Diego.
- ¡No! ¡No! Discúlpame, te lo suplico. No pasó nada, lo estás entendiendo mal – estoy de rodillas llorando, suplicando – por favor. Escúchame.
- ¡Come mierda Diego! ¡Eres una puta! No sé ni con cuantos te has metido ya.
- ¡No!, no es así. No es lo que crees. Fue un mensaje del trabajo. Eso fue todo.
- ¡Mentira! ¡Dame tu teléfono! Quiero revisar – todo mi cuerpo tiembla; como puedo cojo mi teléfono de la mesa y se lo entrego; él me lo arrebata e inmediatamente revisa todas las apps. Hoy es de esos días en que siento mucho miedo, no sé qué va a ocurrir. Algunas veces se calma rápido, pero, otras, podemos pasar peleando por horas; él puede llegar a enojarse demasiado y, un par de veces ha pasado, se pone violento – estoy seguro de que borraste la conversación. Mentiroso… ¡puta! – y tira el teléfono contra mi cara, pegándome justo arriba de la ceja derecha; el teléfono sale volando y cae a unos pasos de mí. Pero no me atrevo a moverme. Puedo ver la cólera en su mirada; está rojo de lo enojado y yo, simplemente no sé qué debo de hacer.
Una parte de mí desea, con todas las fuerzas, salir corriendo de ahí y no regresar, pero, sé perfectamente que eso únicamente empeoraría la situación. Una vez lo intenté y terminé con un ojo morado. Así que, esta vez, prefiero quedarme de rodillas delante de él pidiendo perdón por algo que no hice, es más, ni siquiera he pensado hacer.
- ¡Deja de llorar! Te ves fatal – pero no puedo dejar de hacerlo.
- Perdón… perdón.
- ¡Cállate! ¡No te he dicho que hables puta!
- Yo… yo te amo. Jamás te engañaría. Te amo.
- ¿Con quién estabas hablando?
- Ya te dije. Fue del trabajo, solo me estaban preguntando si… - pero no me dio tiempo de responder; en un impulso se abalanza contra mí, me da un puñetazo en el rostro que me hace perder el equilibrio y caer de lado al piso. Me da una patada en el estómago y luego me toma del pelo y me arrastra por el dormitorio hasta que me mete al baño; él se sale y traba la puerta por fuera. Como puedo me pongo de pie y trato de girar la perilla. La puerta no abre. Hago un segundo intento. Nada.
- ¡Te quedarás ahí encerrado hasta que averigüe con quien hablabas puta asquerosa! – todo quedó en silencio.
Me siento en el retrete llorando en silencio; no puedo dejar de temblar. Realmente tengo mucho miedo, como nunca lo había tenido. Jamás lo había visto tan enojado conmigo y, en realidad, no hice nada.
Estábamos acostados viendo televisión cuando, de repente, llegó un mensaje a mi teléfono. Lo cogí y revisé WhatsApp, era del trabajo solamente confirmando el día de entrega de un diseño; yo respondí estrictamente lo necesario y dejé el teléfono sobre la mesa. Sin previo aviso, él se molestó, me dio un empujón sacándome de la cama y se puso de pie. Comenzó a gritarme exaltado, exigiéndome que le dijese con quien estaba hablando, si era mi amante, si estaba quedando con alguien para tener sexo en la noche. Yo me asusté. Al principio no supe que decir, ni que hacer. Traté de explicarle de que se trataba aquel mensaje, pero, no me dio oportunidad.
En un abrir y cerrar de ojos estalló. Ya no oía razones. Solamente gritaba, me insultaba; yo me tiré al piso de rodillas suplicando que, por favor, por esta vez, me escuchase. Pero no sirvió.
Escucho pasos afuera del baño. No sé qué está haciendo.
Me pongo de pie y me acerco a la puerta; trato de escuchar mejor, pero solo puedo adivinar que está caminando por todo el dormitorio.
- No hice nada. Yo solo quiero estar contigo. Quiero… estar contigo – me costaba mucho hablar.
- ¡Cállate! ¡Deja de mentir puta!
- Te juro, de verdad te juro que fue del trabajo. Revisa la conversación, el último chat de WhatsApp. Mira la hora, por favor – estoy aterrado; no puedo dejar de llorar. Yo solo quise tener una relación bonita; solo quiero ser amado… al menos una sola vez. Solo quiero poder amar y amar de verdad.
No sé en qué momento todo cambió.
Al principio las cosas eran soñadas; realmente fue casi un cuento escrito por Albertalli*. Recuerdo que no llevábamos ni siquiera tres meses cuando él tuvo que viajar por trabajo. Esos días previos a su partida fueron maravillosos; los pasamos juntos casi todo el tiempo. Y la despedida fue triste. Los dos lloramos; él no quería irse y yo no quería que se fuera. La noche antes de su viaje, fuimos a lo alto del edificio donde vivía en aquel entonces y nos acostamos en el suelo viendo las estrellas. Fue la primera vez que le dije: “Te amo”, y el lloró de alegría. Yo lloré de felicidad. Todo era perfecto. Todo era soñado.
Pero después, las cosas cambiaron. Él cambió. Y yo comencé a tener miedo. Gritos, insultos, humillaciones. Ya no había palabras bonitas, pero si frases humillantes. Ya no había gestos tiernos, pero comenzaron los golpes y yo comencé a quedarme callado. Tuve que alejarme de todos mis amigos; incluso de mi familia. Y hemos pasado así más de tres años.
Recuerdo que un día me sentía tan mal, que abrí una cuenta de Facebook con otro nombre, con otra foto y busqué a alguien con quien hablar. JJ fue el elegido. A pesar de que le dejé de hablar sin decirle porqué, él me escuchó y se compadeció de mí; desde ese momento comenzó a estar a mi lado, acompañándome a escondidas, escuchándome llorar todas las noches y buscando conmigo la forma de poder salir de esa relación que ahora es un martirio para mí.
Tumblr media
Puedo escuchar que está hablando, pero no entiendo que dice. Seguramente está llamando a los últimos números que tengo marcados en mi teléfono. Todos son del trabajo. Por favor, universo, no puedes hacerme esto. No más, por favor.
- Por favor, abre la puerta. Déjame salir. Hablemos – y escucho un fuerte golpe en la puerta. Instintivamente pego un salto atrás y me quedo quieto, no puedo moverme. Apenas logro secar mis lágrimas con la mano, pero sigo llorando. De repente escucho que quita el seguro de la puerta; me acerco despacio y giro la perilla. Esta vez sí se abre. Trato inútilmente calmarme y salgo del baño. Puedo ver que está sentado en el sillón, al menos está un poco más tranquilo.
- Por favor, amor, no está pasando nada. No hay nadie más.
- Yo sé que me estás engañando, yo lo sé.
- No es así. Te juro que no es así – clava su mirada en mí mientras se pone de pie – amor, en serio. No te enojes. Fue del trabajo la llamada, solo necesitaban confirmar la fecha de entrega… -
- ¡¡Cállate!! – en un impulso se pone de pie, toma una silla que tiene cerca y la levanta sobre su cabeza rompiendo en miles de pedazos la lámpara que cuelga del techo justo donde él se encuentra parado - ¡¿Ves lo que has hecho?! ¡¡La rompiste!! – yo no me pude mover de mi sitio - ¡Maldito! ¡Te odio! – tira la silla a un lado y corre hacia mí lanzándome puñetazos a la cara; solo puedo levantar mis brazos y tratar de protegerme al menos un poco. Intento empujarlo, pero él logra esquivarme, me toma con las dos manos del cuello y comienza a apretarme. Siento como me hace falta el aire; trato de decir algo, pero no puedo, no sé si por miedo, por sus manos en mi cuello, o por ambas. De verdad me está ahorcando. Forcejeo un poco hasta que logro liberarme y él lanza otra vez un puñetazo que me da en la boca, rompiéndome el labio. A pesar de que la sangre sale por montones, no trato de limpiarme, solamente lo veo aterrado. Jamás había estado tan violento como esta vez y yo, definitivamente, no puedo seguir aquí. No puedo seguir soportando esto. Respiro profundo, intento recuperar algo de valor y lo veo directo a los ojos.
- Yo me voy de aquí, Matt. No puedo seguir.
- ¡Lo sabía! ¡Te vas a ir con tu amante! – se agacha y toma algo del suelo. En ese momento me doy cuenta de que el golpe que escuché momentos antes en la puerta fue mi teléfono haciéndose mil añicos al chocar con la madera – aquí tenías guardado el número de tu amante. No lo niegues Diego – en su mano tiene el sim de mi teléfono; me lo muestra por unos segundos y luego se lo mete a la boca; lo mastica por unos momentos y luego lo escupe a mi rostro.
- No tengo amante… nunca lo he tenido.
- ¿Con quién te estabas acostando puta?
- Con nadie, pero no puedo seguir aquí. Ya no puedo seguir así – y como puedo me giro y camino hacia la puerta, la abro y salgo del apartamento. En realidad, no tengo idea de cómo me iré de este lugar; la billetera con mi dinero y todas mis cosas me las había quitado y no sé dónde las escondió. Pero no importa, lo único que me interesa es salir de este lugar, alejarme de él lo más que pueda y jamás volver a verlo.
- Si intentas salir de aquí, llamaré a seguridad y diré que me has robado. Te meteré en la cárcel maldito – paré en seco – tú te regresas para acá, ahora mismo.
- Matt, por favor. Mira lo que está pasando. Esto no es sano para ninguno de los dos. Por favor, déjame ir. Me quiero ir – y me pongo a llorar otra vez. Lo único que deseo, que necesito en este momento es irme lejos. No lo quiero volver a ver. No quiero más golpes.
- Te regresas para adentro en este momento. ¿Cómo crees que dejaré que te vayas a revolcar con tu amante? Te vas a quedar conmigo hasta que yo quiera y me vas a amar hasta que yo me aburra de ti y te deje, como la puta que eres. Yo tengo que dejar de amarte y cuando yo quiera entonces te puedes ir, te puedes morir, maldito – no puedo decir nada – y vas a seguir conmigo y me vas a seguir diciendo que me amas, que quieres estar conmigo hasta que yo lo diga ¿escuchaste? Así que ahora, en este momento, te vienes para adentro y cierras la puerta. Puta.
No puedo pensar claramente, pero sé que es mejor que haga lo que está diciendo. Como puedo, en contra de mi voluntad, regreso al apartamento y, justo cuando voy a entrar, él me toma del pelo y me jala tan duro que me hace caer; con todas sus fuerzas me tira hacia la sala y cierra la puerta. Camina hacia mí y me da una patada en la espalda. Luego se sienta en el sillón personal de la sala. No quiero moverme, solamente giro la cabeza para verlo. Matt está sentado con los brazos apoyados en sus piernas sosteniéndose la cabeza. Respiraba con dificultad por la ira que siente. Solamente quiero irme, es todo lo que quiero. Solo quiero salir y recuperar mi vida, quiero ser feliz.
Todo lo que deseo es poder amar a alguien que me ame también. Solo quiero ser feliz.
- Eres una mierda, Diego. ¿Cómo pudiste engañarme? – y comenzó a llorar de rabia - ¿cómo se te ocurre que me vas a engañar a mí? – me incorporo y me siento en el suelo sin dejar de verlo.
- Yo no te he engañado, no he hecho nada.
- ¡Yo sé que sí! ¡Yo lo sé! No me digas que no – le costaba hablar – tú te atreviste a engañarme – me pongo de pie, pero me quedo quieto en el mismo punto; no me quiero acercar. Él también se pone de pie y camina hacia mí; por la expresión en su rostro, sé que no será nada bueno. Por instinto corro hacia el baño y Matt corre detrás de mí. Justo cuando trato de cerrar la puerta, él la golpea tan fuerte que logra partirla a la mitad, entra en el baño y me pega en la espalda tirándome sobre el retrete; me toma de la camisa y me saca a rastras del baño. No sé qué puedo hacer.
- ¡Mira! Ahora hasta has roto la puerta y la lámpara. Te odio Diego, ¡te odio! – lanza otro puñetazo a mi rostro.
Me lleva de vuelta a la sala, me deja tirado en el suelo, yo ni siquiera hago el intento de moverme. Él pone su pie en mi rostro mientras grita y llora. Luego de unos minutos puedo ver que empieza a calmarse. Quita su pie de encima mío y se aleja un poco sin dejar de verme.
- Matt… yo no hice nada. No te engañado.
- ¿Quién te ha llamado entonces? ¿Quién es Pablo?
- Él… él de mi trabajo, ya te lo he mencionado antes. Él trabaja conmigo.
- ¿Entonces coges con él en la oficina? ¿Eso es?
- No, ¿cómo crees?
- ¿Para qué te está llamando?
- Porque quiere confirmar la fecha de entrega, eso es todo – pero aquella respuesta no le convenció. Se aproxima a mí, me empuja contra el sillón y me arranca la camisa.
- Ya que eres la puta de la oficina, ahora vas a ser mi puta también – me lanza varios puñetazos al rostro acertándolos todos. No sé bien que me ocurre en este punto, pues, aunque quiero reaccionar, hacer algo, mi cuerpo no responde. Mi mente está en blanco, como si se hubiese desconectado de mi cuerpo.
Matt abre mi pantalón y me lo quita junto con el bóxer; luego se pone de pie y se quita toda la ropa. Me pongo a llorar sin poderme controlar. Él se acomoda en el sillón y hace lo que considera que es su derecho, al final, según él, yo me dedico a tener sexo con cualquiera, por lo que, obviamente, debo tenerlo con él, a pesar de que yo no quiera.
En este momento me doy cuenta de que aquella relación de sueño, que tanto he querido siempre, simplemente no existe; todo fue mentira. Y por más que intenté ser buen novio, por más que yo sí entregué mi corazón, no fue suficiente.
Sólo quiero amar a alguien que también me ame.
Siento un gran dolor mientras él toma lo que considera le corresponde; no me puedo mover. No quiero siquiera pensar que está pasando. Solo… espero que todo termine pronto. Solo quiero dejar de sentir el dolor que me causa tenerlo adentro mío.
Han pasado varios minutos cuando Matt se ha aleja un poco para vestirse de nuevo. Yo me levanto con cuidado y cojo mi ropa; todo el cuerpo me está doliendo, siento el rostro caliente e hinchado. Mis brazos están golpeados y tengo varios rasguños en uno de ellos. Moretes por doquier. Me visto lo mejor que puedo, aunque no puedo hacer gran cosa con mi camisa; esta rasgada por la espalda y rota de enfrente. Sentarme me duele demasiado.
- Apúrate y súbete al vehículo – aquellas palabras me hacen reaccionar; volteo a ver a Matt – tengo una fiesta y vas a ir conmigo, mira cómo te arreglas un poco puta.
Quince minutos han pasado y voy sentado en el vehículo al lado de Matt; no quiero decir ni hacer nada, solo quiero evitar que se moleste aún más. Él no ha dejado de insultarme en todo el camino; me dice que soy lo peor que le ha pasado, que le doy asco y que un favor me ha hecho en fijarse en mí, pero, que jamás me ha amado porque a alguien como yo nadie lo puede amar, lo cual muy dentro de mí, creo que tiene razón.
- Es que ¿cómo se te ocurre engañarme? – me escupe al rostro. Yo no digo nada – de verdad te odio, maldito… es que… es que… - y se pone a llorar con rabia.
No quiero verlo. Tengo miedo de que, si lo volteo a ver, se pueda molestar otra vez.
- ¿Por qué no dices nada? Es porque tengo la razón. Eres un fácil, una puta.
- No te he engañado Matt – me atrevo a decir con gran dificultad.
- ¡Claro que sí! Hasta te llaman al teléfono cuando estás conmigo. Que asco. Y de plano ha de ser un feo todo sucio como esos tus amigos que tenías. Un pobretón.
- No hay nadie más, nunca lo ha habido – y, en realidad, no lo ha habido. Al principio creí que con él podría tener la relación que siempre quise y, cuando las cosas comenzaron a deteriorarse, simplemente me alejé de todos. Nunca he hablado con alguien más.
- Voy a averiguar quién es tu amante. Pero no quiero hablar de eso ahora. Solo quiero que vayamos a la fiesta y olvidarme de la mierda que me has hecho. Ya no digas nada, no te quiero ni ver, pero vas a ir conmigo porque eres mi novio y no pienso presentarme solo. Ya te dije, tendrás que quedarte conmigo hasta que se me dé la gana. Cuando ya no te ame yo te dejaré para que vayas a meterte con quien se te pegue la gana, de plano otro pobretón mal parido como tú. Pero, mientras tanto, te quedarás conmigo.
Seguimos avanzando por varias calles solamente con la música que sale de la radio y una que otra bocina de los vehículos que pasan a los lados. Por un momento logro calmarme lo suficiente para dejar de llorar y me dedico a ver por la ventana hacia la calle.
Tantas personas que van caminando tranquilas, sin problemas. Algunos van acompañados por su novio, y son felices. Otros van con sus amigos o compañeros de trabajo, tal vez, y son felices. Y yo ¿por qué no puedo ser feliz?
De la nada siento como me empuja la cabeza contra el cristal golpeándolo con fuerza, pero no la suficiente como para quebrarlo, trato de voltear hacia Matt, pero este me toma del cabello, acerca mi rostro al suyo y me escupe, luego me empuja una segunda vez contra el cristal; esta vez me duele un poco más aún; y me empuja una tercera vez.
- ¡Te odio maldito! ¡Te odio! ¡¿Por qué lo hiciste?!
Y me empuja contra el cristal una cuarta vez con la suficiente fuerza para quebrarlo. Lo único que logro hacer es cerrar los ojos para evitar que los diminutos cristales me lastimen.
- ¡¡Mira lo que has hecho!! ¡¡Estúpido!! ¡Idiota!! – trato de limpiar los cristales que tengo en el rostro y el cabello de forma disimulada mientras Matt grita y llora en su asiento; no logro entender lo que dice, pero, estoy totalmente seguro, que es en contra mía. Pasados unos minutos, baja la velocidad pues hay un poco de tráfico; me voltea a ver, pero no musita palabra alguna. Sin pensarlo tanto, abro la puerta y me lanzo del vehículo. Ca de espaldas sobre el asfalto dando un par de vueltas, menos mal no me golpeo la cabeza. Como puedo me pongo de pie lo más rápido que me es posible y veo hacia todos lados. Justo delante de mí hay un centro comercial; como no tengo planeado que haré, corro hacia el interior intentando ocultarme de Matt. Solo espero que no me siga.
Corro lo más rápido que puedo, no sé a dónde ir. No tengo como llamar para pedir ayuda y no encuentro a alguien de seguridad que pueda ayudarme o, al menos, llevarme a algún sitio seguro donde nadie pueda entrar. Subo al segundo nivel, luego al tercero. Pero no encuentro a alguien quien pueda auxiliarme. El único lugar al que se me ocurre ir a esconderme es a los baños.
Al entrar, busco uno de los cubículos desocupados; entro en él y cierro la puerta con llave detrás de mí. Estoy seguro de que no quiero que me encuentre por lo que me siento sobre la taza del retrete y levanto mis pies para que no pueda verlos por debajo de la puerta. Estoy temblando, llorando, pero, al menos en este momento, siento que estoy a salvo. ¡Qué equivocado estoy!
- Te apuras a salir de ahí Diego o te saco a la fuerza – escuchar aquella voz me paraliza completamente. Matt me ha seguido hasta el baño y ahora está justo afuera del cubículo. No sé qué hacer. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
- Por favor… te lo suplico… déjame irme.
- Te irás cuando yo lo diga – y golpea con fuerza la puerta varias veces. Respiro profundo intentando recuperar la calma. Me puse de pie, apoyo la mano sobre la perilla, pero no la puedo abrir. No me atrevo a hacerlo – apúrate a salir de ahí Diego. No tengo todo el tiempo. Te vas a ir conmigo en este momento.
Yo sé que Matt no se irá hasta que salga de acá, pero no quiero salir. Cojo el poco valor que me queda y abro la puerta; su puño golpea de lleno en mi nariz. Pierdo el equilibro, pero logro sostenerme para no caer, solo me apoyo en una de las paredes, parpadeo varias veces y me incorporo. Matt me toma por la camisa y me jala hacia él.
Siento un fuerte dolor en mi pecho; algo ha pasado. Este dolor no lo había sentido antes, nunca. Bajo la mirada y descubro que Matt tenía una navaja en su mano y la ha clavado en mí.
Todo me da vueltas. Matt no dice nada, no se mueve. Solo se limita a verme con los ojos tan abiertos como platos y yo lo veo con mis ojos llenos de lágrimas. Por fin suelta mi camisa y saca la navaja de mi pecho; el dolor se vuelve más intenso aún.
Trato de cubrir la herida con mi mano, pero es inútil. La sangre no deja de salir; me siento mareado y me está costando respirar. Esto es todo. No puedo creer que, después de todo, aquí se termine todo para mí. Me recuesto en una de las paredes del cubículo y Matt da varios pasos hacia atrás; puedo descubrir, por su rostro, que no tenía planeado hacer aquello. Pero ya está hecho. No queda mucho más tiempo, al menos no para mí.
Después de todo lo que viví a su lado, de todos los golpes, de todos los maltratos y de todos aquellos insultos y palabras con las que me humilló por tanto tiempo, no pudo dejarme ir. Prefirió que las cosas llegasen a este punto.
Todo lo que quise fue amar a alguien con intensidad, sin tener miedo; solo quise amar a alguien lo suficiente para poder entregarle todo lo que soy, todo mi corazón. Solo quise que alguien me amara tanto como yo lo amara a él. Solo quería ser feliz… solo quería…
No logro mantenerme de pie; me deslizo en la pared hasta quedar sentado; el baño comienza a oscurecerse, pero logro ver como Matt se agacha sobre mí, revisa mis bolsillos y toma mi billetera, luego sale corriendo. Nadie más está conmigo. Me está costando mantener los ojos abiertos y mi piel se eriza por completo por el frío. Hay mucho frío. Sólo quería ser feliz… solo quiero ser feliz… solo quiero amar…
Todo se vuelve oscuridad y silencio.
******************************
- ¡Diego! ¡Diego despierta! – con dificultad abro los ojos; todo está oscuro, pero logro distinguir una silueta a mi lado y, de repente, me echo a llorar – Diego, ¿estás bien? ¿qué pasa?
- Yo… es que… yo… - pero no logro decir nada. La silueta se mueve hacia un lado y se enciende la luz. Puedo ver el rostro de Javi con expresión de angustia delante de mí.
- Diego, mi amor, tuviste una pesadilla. Estabas gritando, moviéndote hacia todos lados.
- Yo… fue horrible – pero no puedo parar de llorar. Javi se agacha al lado mío y me abraza. Estoy temblando. Me cuesta unos minutos calmarme, pero, estar en sus brazos me hace sentir bien.
- Mi amor, tranquilo. Solo fue un sueño. No pasa nada. Aquí estoy yo para ti – me aferro con más fuerza a Javi y no lo suelto por varios minutos hasta que logro, al menos, dejar de temblar.
Javi me acaricia la espalda y la cabeza; me da besos tan tiernos, tan llenos de amor en la frente y me susurraba al oído lo mucho que me ama. Todo aquello logra calmarme lo suficiente para dejar de llorar.
- Fue horrible. Fue un sueño que… que…
- No pienses en ello Diego – me interrumpe – solo fue un sueño. Quédate tranquilo. Yo estoy contigo. Todo está bien.
Me giro para quedar de frente a Javi y lo veo directo a los ojos.
- Todo lo que he querido, todo lo que quiero es amar… amar como te amo a ti Javi – puedo ver como se le humedecen los ojos; yo ya estoy llorando.
- Diego, yo también te amo. En serio te amo demasiado.
- Quiero que sepas, que en toda mi vida jamás había podido amar a alguien como a ti. Creí haberlo hecho, alguna vez creí que había encontrado a mi verdadero amor, pero estaba equivocado. No fue así. Encontré mi verdadero amor hasta que te conocí. Toda mi vida pasé queriendo amar a alguien, solo eso, amar a alguien. Y lo logré contigo. Te amo a ti. Tú eres mi verdadero amor – Javi intenta hablar, pero no se lo permito – y quiero que lo recuerdes siempre. Me has dado el mejor regalo de toda mi vida, la oportunidad de amarte, de entregar mi corazón sin miedo y… y siempre lo haré. Siempre te amaré. Estar contigo, es justo lo que necesitaba.
Aunque quiere hablar, Javi no puede decir palabra alguna, en cambio, hace algo mejor, mucho mejor. Planta sus labios sobre los míos y me da un beso tan intenso, tan puro… tan perfecto, que no puedo evitar llorar de alegría. Después de todo, finalmente he logrado encontrar a la persona ideal. Por fin encontré a esa persona que puedo decir que amo verdaderamente.
Nos quedamos así por varios minutos, sin decir palabra, sin intentar explicar algo, solo abrazándonos, viéndonos y amándonos. Luego de un rato nos acostamos en la cama y yo me acurruco en los brazos de Javi; él me abraza y me aprieta contra su cuerpo. Todo está bien ahora. Ahora ya puedo descansar.
1 note · View note
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 17. Te amo
MIÉRCOLES.
Diego.
No lo puedo evitar. Comienzo a llorar, en parte culpa porque no estuve con él para evitar que lo golpearan de esa manera; en parte alegría porque aquí estoy con él otra vez y, puedo darme cuenta de que, en realidad, no me importa lo que haya pasado con Matt. Javi vale la pena y, de alguna manera siento y estoy seguro de que él es todo lo que necesito.
Me levanto con mucho cuidado de la cama y lo veo por unos segundos; tuvo suerte de salir con vida de la pelea a la que se metió. Le desato el único zapato que le queda y le quito los calcetines. Voy al armario y cojo una torre de toallas y, luego, en el cuarto de limpieza cojo un recipiente plástico, el más grande que pude encontrar. Entro al dormitorio cada poco para revisar que Javi se encuentre bien; debimos ir al hospital, pero no me dejó llevarlo y, si traigo un médico acá, no me lo perdonará. Abro la ducha y manipulo los grifos hasta que consigo que el agua tenga una temperatura adecuada; ni muy fría ni muy caliente. Lleno el recipiente hasta el borde y lo llevo al dormitorio. Coloco el recipiente en el suelo, a un costado de la cama, del lado donde se encuentra acostado Javi. Él abre ligeramente los ojos, nuevamente me sonríe y los vuelve a cerrar; creo que tantas emociones, tanto licor y los golpes lo tienen agotado. Con mucho cuidado cojo una de las toallas, la más pequeña, y la mojo en el recipiente, la exprimo hasta asegurarme que no goteará y comienzo a pasarla en el rostro de Javi, evitando hacer presión en la herida de la frente y en el ojo. Poco a poco comienzo a limpiar la suciedad y la sangre que le cubre el rostro.
- ¿Qué… qué haces Diego? ¿Sigues aquí?
- Si, mi amor, aquí estoy – Javi llora – ¿Qué pasa?
- No puedo creer que me digas mi amor. No después de… de lo de Matt, de lo de hoy.
- Nada importa mi amor, lo único que importa es que estás a salvo, que estamos aquí. Ven ayúdame.
Paso mi brazo por su espalda y, con su ayuda, logro que se siente en la cama; su ojo lastimado ya puede abrirlo un poco más. Me ve fijamente y no sé muy bien que está pensando.
- Javi, te quitaré la camisa, necesito revisar que no tengas más heridas y también para limpiarte.
- Diego, no tienes que hacer esto.
- Yo sé Javi. No lo tengo que hacer. Pero quiero hacerlo – con gran dificultad, Javi se acerca a mí y me abraza. Jamás había llegado a sentir un abrazo como aquel. Hizo que se me salieran unas lágrimas.
- Gracias… por todo. Yo, yo no valgo – no dejo que termine de hablar.
- No digas nada Javi, mejor ayúdame a quitarte esta camisa. Esta toda sucia.
Javi apenas puede mover los brazos; el más leve movimiento le causaba mucho dolor, pero, aun así, logramos quitarle la camisa y quedo horrorizado al ver aquella imagen. Tiene varios puñetazos marcados en su pecho y tiene el abdomen morado. Presiono ligeramente y Javi emite un pequeño quejido.
- Lo siento Javi.
- No te preocupes Diego.
- Venga, necesito que aguantes un poco el dolor; te pasaré una toalla húmeda para quitarte la sangre y el vómito que tienes. Yo sé que te dolerá, pero trata de soportarlo.
- Está bien Diego, como tú digas – mojo la segunda toalla que llevé y, al igual que con la primera, la exprimo lo mejor que puedo. Comienzo por pasarla en los hombros de Javi; primero el derecho y luego el izquierdo. Limpio también su cuello y bajo a su pecho. Trato de hacerlo lo suficientemente suave para no causarle más dolor del necesario, pero, lo suficientemente fuerte para poder retirar toda la suciedad que tiene pegada.
Mojo por segunda vez la toalla y elijo una parte que no he utilizado. Comienzo a limpiar el lado derecho de su pecho, justo donde tiene un gran puño marcado; luego el lado izquierdo. Javi trata de soportar el dolor, pero, por ratos, se le escapa uno que otro quejido. Aun así, me sonríe y yo le sonrío de vuelta. A pesar de lo que ha ocurrido aquella noche, no puedo evitar pensar que esta es la primera vez que estamos en una situación tan íntima.
Le pido que se recueste y comienzo a limpiar su abdomen; hasta ahora noto lo bien definido que lo tiene. Javi emite un quejido más fuerte, pero, con un gesto, me indica que todo está bien. Mojo nuevamente la toalla y sigo limpiándolo. Luego tomo su brazo izquierdo y comienzo a frotarlo con la toalla; los rastros de sangre y vómito desaparecen con el agua, igual en el brazo derecho.
- Gracias por todo lo que estás haciendo – me dice a tiempo que me coge la mano.
- En serio Javi, lo hago porque te quiero… porque te… - me quedo callado. Solo puedo bajar la mirada. Javi se incorpora en la cama; tiene el ojo izquierdo abierto como un plato; juraría que me está viendo sin parpadear. Yo aún no puedo verlo al rostro; estoy temblando.
- ¿Tú qué Diego? – quise responderle inmediatamente pero no pude. No me salieron las palabras. Javi me tomó mi mano con ambas manos y me acercó un poco a él – dime, ¿qué me ibas a decir? – en ese momento levanté la mirada y la clavé en sus ojos; entre lo morado y la hinchazón pude ver aquel verde extraterrestre, ese color tan único de mi hombre sonrisa. Durante unos segundos viajé a aquel ascensor, en donde lo vi por primera vez. Esa sonrisa, su cabello, sus ojos y recordé la sensación que sentí en ese instante en mi interior. Frente a mí, en este momento, tengo a mi hombre sonrisa, a mi Javi. Fue entonces cuando descubro que no tengo miedo de decirle aquellas dos palabras, al contrario, necesito hacerlo. Deseo decírselas. Tomo la mano de Javi y le sonrío.
- Javi yo… yo te amo – una lágrima sale de mi ojo y corre por mi mejilla; decirle aquellas palabras viéndolo al rostro me hizo sentir tan alegre como desde hace muchos años no me sentía. Javi comenzó a llorar. Se aferraba con todas sus fuerzas a mi mano.
- Diego… mi amor… yo… yo… - casi no puede hablar – yo también te amo. Perdón. Perdón por lo de hoy.
- No te preocupes Javi. Todo eso ya pasó. Lo que importa ahora es que estamos juntos y así estaremos.
- ¿Te quedarás conmigo toda la noche?
- Me quedaré contigo todo el tiempo que me permitas estarlo.
- Prométeme que no me dejarás, a pesar de mis tonteras, a pesar… de ser yo.
- Bobo, porque eres tú es que te prometo que jamás te dejaré. Te amo tal como eres – Javi me ve de una manera que no me había visto antes y, me hace sentir bien. Me hace sentir feliz.
Le pido que se acueste otra vez y, nuevamente, me pongo de rodillas al lado de la cama y continúo con la toalla limpiando su abdomen. Me muevo un poco y comienzo a abrirle el pantalón; Javi se sobresaltó un poco.
- No tienes que hacerlo.
- Javi, para eso me tienes contigo.
- No, no estás para hacer esto. No. Yo solo me lo busqué, creo que… - e hizo el intento de levantarse, pero lo empujé suavemente contra la cama.
- Ni se te ocurra ponerte de pie. Estás todo golpeado. Déjame ayudarte, yo quiero hacerlo Javi – me lanza una mirada suplicante pero no le sirve de nada.
- Está bien Diego.
Me pongo de pie y le dedico una tímida sonrisa; él me la devuelve. Con mucho cuidado y muy despacio, comienzo a bajarle el pantalón. Javi se sobresaltó un poco.
- No tienes que preocuparte mi amor. Todo está bien.
Conforme iba bajando su pantalón, comencé a ver todos los golpes que tiene en las piernas; me dolió ver lo lastimado que está y, de alguna manera, me sentí aún más culpable de lo que ya me sentía.
- Tú no tuviste nada que ver con esto Diego… fue… fue una mala decisión mía, nada más –
- Si yo hubiese estado contigo, si te hubiese dejado explicarme las cosas.
- Todo pasa por algo, al menos ahorita el estar hecho papilla logró que me dijeras que me amas – y se ríe.
- Tonto, no digas eso.
- Pero sabes que tengo razón – ok, esta es una discusión que no voy a poder ganar.
- Bueno, entonces no te lo volveré a decir.
- Tendré que arrojarme delante de un vehículo para lograr que lo digas – y pone una expresión como si estuviese reflexionando seriamente sobre la vida misma.
- No seas tonto Javi, ¿cómo se te ocurre? – y comienza a reírse – vale ¿me dejas terminar de quitarte el pantalón o dirás alguna otra tontera?
- Está bien. Dejo que sigas con lo que haces.
- Bobo… te amo.
Con mucho cuidado levanto una de sus piernas primero y después la otra para poder quitar el pantalón por completo. Su tobillo izquierdo está bastante inflamado. Tomo la toalla y me pongo a limpiar sus piernas y pies. Puedo sentir su piel bajo mis manos, los vellos de sus piernas perfectamente moldeadas. Veo de reojo a Javi, tiene los ojos cerrados. Creo que él está sintiendo lo mismo que yo siento en este momento. Una felicidad absoluta y, de alguna manera, a pesar de cómo se encuentra, un sentimiento y una seguridad de que todo estará bien.
Después de haberlo limpiado todo, voy nuevamente al baño y cojo un poco de algodón y la botella de agua oxigenada.
- Javi, lo siento, esto te arderá un poco, pero necesito desinfectar la herida que tienes en la frente – la cara de resignación fue mi señal de que estaba preparado para lo que venía; no me sentía mejor que él haciéndolo, pero es necesario. Mojo un trozo de algodón y lo paso en la herida. Javi suelta un grito y se estremece por completo.
- Tranquilo mi amor, ya va a pasar. Tranquilo – de la herida sale un gran puñado de espuma. Tomo otro trozo de algodón y repito la operación; esta vez Javi ya no gritó y fue menos la espuma que sale – necesito que te pongas de lado, debemos curar la cortada que tienes en tu espalda.
Lo ayudo a girarse con mucho cuidado, pues son tantos los golpes que tiene, que todo el cuerpo le produce dolor, pero logra moverse lo suficiente para poder aplicarle el algodón con agua oxigenada un par de veces en la cortada. Aunque no puedo hacer nada con los golpes, al menos logro limpiarlo completamente. Recojo las toallas usadas, el recipiente, los trozos de algodón y alcohol y lo coloco todo en su lugar.
Del refrigerador saco un trozo de carne congelado y, con mucho cuidado, lo coloco en su ojo derecho, para intentar bajar un poco la hinchazón y lo morado. Luego, abro el armario y saco un pijama, lo suficientemente holgado, para ponerle a Javi. Antes de que pueda colocárselo, se sienta en la cama, deja el trozo de carne sobre la mesa y comienza a llorar. Jamás lo había visto llorar de esa manera, tan intensa, tan inconsolable.
- ¿Javi? ¿qué pasa? – trató de hablar, pero no pudo emitir sonido alguno – dime, mi amor ¿qué ocurre?
- Diego… ¿cómo puedes amarme? Soy un desastre. Creo… creo que eso lo he dejado claro hoy. Mírame. Mira como estoy. Tú… tú te mereces a alguien mejor.
- Javi… yo no quiero a nadie más, solo a ti. Es contigo con quien quiero estar y, sí, casi no nos conocemos, es muy poco tiempo, pero siento que te conozco desde hace mucho. Tú me haces sentir tantas cosas que jamás había experimentado; tú me haces sentir bien, me haces feliz.
- Pero mírame, mira como estoy.
- Pero esas heridas y golpes van a sanar, tú vas a sanar y yo estaré aquí para verlo, para ayudarte.
- ¿Por qué? – sigue llorando - ¿por qué me amas?
- Porque en ti – y me acerco a él para limpiarle las lágrimas de su rostro – encontré todo lo que siempre he necesitado, todo lo que siempre he querido, todo lo que siempre soñé. Tú eres todo eso y más, mucho más Javi. Mi amor.
- Solo quiero ser bueno para ti.
- Y lo eres Javi, de verdad que lo eres y tienes que estar seguro de ello.
- Perdóname, mi amor, por todo. Por lo de Matt, por lo de hoy.
- Nada tengo que perdonarte. Todo eso quedó atrás y lo único que me importa, que verdaderamente me importa, es aquí, ahora, estar contigo, estar a tu lado y poderte decir viéndote a los ojos que te amo – nuevamente se pone a llorar. He de decir que yo también ya estoy llorando.
- Yo también te amo Diego. Es la primera vez… la primera vez que amo a alguien, que estoy seguro de que quiero estar con alguien, contigo. Es la primera vez que… que me siento bien. Diego… mi amor.
- Javi, sí vale la pena ser tu novio, lo vale todo.
- Por ti… por ti haré hasta lo inimaginable con tal de ser el novio que tú te mereces.
Y no pudimos, ni quisimos decir nada más. Simplemente me acosté al lado de Javi y comenzamos a besarnos, con mucho cuidado para no lastimarlo o causarle más dolor del que ya está sintiendo.
Tumblr media
Entre beso y beso acaricio su pecho, su abdomen, juego con su cabello y lo sigo besando aún más apasionadamente que antes. Javi acaricia mi rostro y entre beso y beso me dice: “te amo”. Este momento es simplemente perfecto. Todo está tomando su lugar.
Al cabo de un rato, Javi se acomoda sobre mí, colocando su cabeza sobre mi hombro y deja su rostro pegado al mío; yo lo rodeo con mi brazo y lo acaricio hasta que se queda profundamente dormido. Solamente quiero que pueda sentir que está conmigo, que yo estoy con él, que no me iré a ningún lado. Quiero que se sienta seguro. Que sepa que, si es lo suficientemente valioso para estar conmigo, incluso, es mucho más de lo que yo merezco tener, mucho más de lo que yo hubiese soñado alguna vez.
Y comienzo a llorar.
Pero no estoy llorando de tristeza, al contrario, estoy llorando porque, por primera vez, siento que en realidad amo a alguien; por primera vez en toda mi vida, siento que no necesito nada más. Por fin lo tengo todo, lo encontré todo. Siempre había luchado por tener un amigo más, leer un libro más, conocer algún otro sitio; tomar una fotografía más. Pero ahora, este hombre que está acostado en mi hombro, él que me hizo preocuparme como jamás lo había estado, él me complementa.
Jamás creí que alguna vez en la vida tendría una historia de amor como tantas que he visto en la TV, o que he leído en cientos de libros. Pensé que eso no existía en la vida real y, menos, que yo tendría mi propia historia personal. Toda mi vida he sido siempre el hombre que solo quiere amar y ahora, por primera vez, puedo decir que si amo y, mejor aún, que también me aman. Por fin he encontrado mi sitio. Al fin encontré a mi verdadero amor.
******************************
- Buenos días, Diego.
- Hola Javi ¿cómo te sientes?
- Como si me hubiesen metido en un molino.
- Creo que ni siquiera un molino te hubiese dejado como estás ¿Con cuántos peleaste anoche? – entre lo morado logro ver como se sonroja.
- Solo uno.
- ¡¿Qué?! - ¿acaso es posible que una sola persona pueda hacer tanto daño?
- Sí – definitivamente se sonrojó – era un tipo gigante, con una gran fuerza que me lograba levantar con una mano.
- Lo importante es que ya estás aquí.
- Diego… – mira hacia todos lados, como buscando algo – ¿y mi pijama? – no puedo evitar sonrojarme y bajar la mirada.
- Ammmm no sé.
- ¿Cómo no sabes? Recuerdo que ayer la sacaste para ponérmela, pero, estoy desnudo, solo tengo puesto bóxer – lo acepto, no se la quise poner. Al menos merezco tener una recreación visual.
- Es que – si es posible sonrojarse aún después de estar sonrojado, yo lo acabo de lograr – no te la quise poner. Quería… – me atragantó un poco – poder ver tu cuerpo de día – y comenzamos a reír a carcajadas.
En ese momento me pude dar cuenta que todo está bien, por fin todo está bien. Finalmente, yo estoy bien.
Javi.
No puedo creer todavía lo que ha hecho por mí. A pesar de que no me quería hablar, Diego llegó a traerme al Bar; me subió a su vehículo y me trajo al apartamento. Me ayudó a subir y me acostó en la cama. Se puso de rodillas a limpiarme con tanto cuidado, con tanto amor, que solo de recordarlo no puedo evitar llorar. Y en todo momento tenía esa mirada en sus ojos, no de tristeza, sino de amor. En sus ojos puedo ver que de verdad me ama.
Me curó las heridas que tengo en el cuerpo y me acarició con tanto cuidado que, de alguna manera, hizo que el dolor no fuera tanto. Cada beso que me dio ha sido sencillamente increíble, me hace soñar despierto. Jamás había deseado tanto estar con alguien, es más, jamás había pensado en que podría tener una relación con alguien.
Y me dijo “te amo”. Me lo dijo sin pensarlo, sin planear el momento ni buscar la oportunidad perfecta. Simplemente le nació hacerlo.
Es la primera persona, la única persona que me ha dicho “te amo” viéndome a los ojos y no solo decirlo con palabras; todo él, todo su cuerpo me lo dijo, me lo hizo sentir. Esos besos, esas caricias. Todo fue perfecto. Todo es perfecto. Parece algo mágico.
Si todas las malas experiencias que he tenido tuve que vivirlas para este momento, sin dudar, las viviría de nuevo con tal de estar con Diego. Esta mañana cuando desperté sobre su hombro me pude dar cuenta que, verdaderamente estoy dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para que él sea feliz.
No solo curó mis heridas y mis golpes, también me ha curado por dentro. Me ha hecho feliz como jamás había podido serlo antes. Él es todo; él es mi todo.
******************************
Durante la mañana Diego me ha regañado cada vez que me quito el pedazo de steak congelado que me colocó en el ojo; no puedo soportar el olor y el frío me produce más dolor del que, de por sí, ya siento. Pero al final tuvo razón; para la tarde ya logro abrir casi por completo mi ojo. Aparte de eso, hemos estado en la cama hablando, jugando y teniendo increíbles sesiones de besos que cada vez se hacen más largas y aún más apasionadas.
Para mediodía, no tenemos intención alguna de levantarnos, pero lo hacemos solo para irnos a acomodar a la sala y hacer un maratón de “Con amor, Víctor”, como Diego no la ha visto, la ponemos desde el inicio, solo que esta vez, no tengo nada que envidiarle a Víctor y Benji, mi historia de amor resultó mucho mejor que la de ellos. Obviamente no nos queremos separar ni un solo minuto, así que decidimos pedimos pizza a domicilio para comer, y así, ninguno de los dos – Diego – debe alejarse del otro para cocinar.
Estábamos en plena sesión de besos, la más intensa hasta el momento ya que Diego estaba casi encima de mí y sus manos bajaban peligrosamente por mi pecho y mi abdomen, cuando mi teléfono empieza a vibrar insistentemente. No me queda más remedio que detener la sesión y revisarlo.
- ATENTO RECORDATORIO: – un mensaje de WhatsApp de Vicky – mañana tienes la entrevista para la vacante de Coordinador de Medios Audiovisuales. 9:00 a.m.
- Todo bien Vicky, estoy bien. Aquí estoy en el apartamento con mi novio.
- ¡¿Novio?! ¿Dónde te encuentras? ¿Qué has tomado?
- Estoy bien Vicky, te lo juro. Y sí, yo Javi Zoticus, tengo novio y uno muy guapo si puedo decirlo. ¿Puedes aplazar la entrevista para otro día?
- Felicidades entonces Javi. Ojalá que él sea lo que necesitas para poner tu vida en orden. Y no, ya no podemos aplazar la entrevista. Debemos ocupar la vacante con urgencia.
- De acuerdo, mañana llegaré a las 8:00 a.m. para revisar el documento que has preparado para la entrevista.
- Veo que tu novio ya te está comenzando a cambiar para bien. Sigue disfrutando. Nos vemos.
Hasta para Vicky ha resultado casi imposible de creer que yo tenga novio, es más, cualquier persona que me conoce sabe muy bien que la palabra “novio" no está en mi vocabulario, sin embargo, las cosas son muy distintas hoy. Diego apareció en un ascensor y, desde ese momento, se volvió alguien especial para mí. Vale, tantas cosas que han pasado en estas últimas semanas y todo ha sido en torno a él. Seguramente mañana Vicky me cuestionará y hará miles de preguntas para asegurarse que no estoy mintiendo, aunque, eso me emociona porque así tendré la oportunidad de hablar un poco más sobre mi novio. Pensándolo mejor, quisiera no tener que ir mañana, me gustaría mucho más pasar el día con Diego, pero, llevamos atrasando por semanas la entrevista y no se puede posponer más tiempo. Definitivamente Vicky no me dejará posponerla una vez más.
A pesar de que aún me duele bastante el cuerpo, ya puedo moverme mejor; la herida de la frente está casi cerrada y la hinchazón del ojo casi desaparece por completo, al igual que lo morado. Haber estado acostados todo el día fue un buen descanso, además de que Diego no ha dejado de estar al pendiente de mí en todo momento.
Luego de terminar la serie en Netflix dejamos las cajas de pizza vacías en la cocina, junto con los vasos que usamos y regresamos al dormitorio a acostarnos. Creo que el desvelo de la noche anterior nos tiene realmente agotados así que estuvimos solo unos minutos dándonos besos y luego nos acomodamos para dormir, pero, a diferencia de la que era nuestra pose acostumbrada, nuevamente me acomodé sobre el hombro de Diego. El besa mi frente y me dice: “te amo”, a lo que yo respondo: “Yo también te amo mi Diego”, y nos quedamos profundamente dormidos. Lo mejor de todo es que ahora no es un sueño, ahora de verdad estoy acostado sobre Diego.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 16. La pelea.
MIÉRCOLES.
Javi.
- ¡¿Qué?! ¡¿Diego?! ¿dónde estás? – me quedé dormido. Diego, Diego vino anoche… Cojo mi teléfono y entro directamente a la conversación con Diego en WhatsApp. Ni siquiera recibió mis últimos mensajes.
No. No vino, fue solo un maldito sueño. Lo perdí. Definitivamente perdí a Diego. Creo que no hay nada que pueda hacer para recuperarlo, para tenerlo una última vez conmigo. Le escribí ayer, le pedí perdón, fui sincero, completamente sincero con él. Nada sirvió. Creo que hasta me ha bloqueado.
Hoy es uno de los peores días de mi vida, no quiero hablar con nadie y Vicky está llamándome y escribiéndome sin parar.
- Estoy bien, no me he muerto. Tuve unos días de mierda y no creo que vaya a llegar hoy. Discúlpame.
- Javier, está bien, pero recuerda que el viernes tienes programada una entrevista para conseguir al director de audiovisuales.
- ¿Podemos posponerla para la otra semana?
- No. Vamos postergándola desde la semana pasada. No me parece correcto. Tú padre no estaría de acuerdo – sí, por supuesto, menciona a mi padre. La clásica forma de amenazarme a que haga lo que me dice o le escribirá para que sea él quien me diga que lo haga.
- No hay problema, el viernes llego a tiempo.
- Por favor, ven sobrio.
- Siempre 😉
Quiero, pero ya no puedo llorar más. Creo que me he quedado sin lágrimas. ¿Cómo puedo extrañar tanto a alguien a quien apenas he conocido? ¿Cómo me puede hacer tanta falta si casi no hemos convivido?
He estado intentando mantenerme ocupado todo el día; me he dedicado a ordenar y limpiar mi apartamento. He pasado varias horas viendo Netflix. Nada sirve. Cada rincón del apartamento me recuerda a Diego; algo que me dijo, algún beso que me dio. Siento que me estoy volviendo loco. Necesito salir de aquí, salir lo antes posible. Así que cojo las llaves de mi vehículo y, sin siquiera cambiarme de ropa, salgo sin perder tiempo; incluso bajo la escalera de emergencia del edificio, saltando los escalones de dos en dos hasta que llego al estacionamiento en donde me subo a mi vehículo, lo arranco y salgo a la calle.
No sé cuántas horas llevo dando vueltas por toda la ciudad hasta que, finalmente, llego a un bar LGBTQIA+. Como era lo acostumbrado, puedo ver a varios hombres bien arreglados afuera charlando; otros coqueteando y, uno que otro, discutiendo por teléfono. En realidad, no me interesa hablar con nadie, solamente quiero beber hasta perder la conciencia. Seguramente sólo así podré olvidarme de Diego y de todo lo que ha pasado en estas semanas. Odio mi vida… maldito universo.
Una vez que entro al bar, me dirijo hacia la barra en donde me apropio un espacio para sentarme en uno de los bancos altos y le pido la primera bebida al cantinero. No sé bien qué es, tampoco puedo decir que sabor tiene, solo veo que era de un tono azul intenso, que se hace aún más intenso con las luces de colores del lugar. Un par de hombres me sonríen al otro lado de la barra, pero, al ver mi cara de pocos amigos, abandonaban la idea de acercarse a hablarme. Por un momento siento que se me para el corazón, pues me parece ver a Diego detrás de dos tipos que estaban besándose, bueno, en realidad, comiéndose la cara mutuamente de una forma tan grotesca que me resulta repulsivo verlos, pero, cuando la luz se intensifica un poco más, me doy cuenta de que no es él. Me desplomo aún más en el asiento y pido el segundo trago. Esta vez me sirve algo de color verde, con un sabor amargo y una sensación de ardor que me recorre toda la garganta. Aunque no me agrada, igual lo tomo en grandes sorbos.
Mi plan no está saliendo bien; a pesar de la música, las luces de colores, el ruido de la gente hablando, brindando y bailando, no puedo dejar de pensar en Diego; de alguna manera veo en mi mente cada una de las cosas que vivimos.
Un hombre algo corpulento se me acerca y me entrega un shot de tequila, acompañado de una sonrisa y un piropo que, a decir verdad, no logro escuchar pero que igual sonrío ingenuamente – muy probablemente porque me ha logrado sacar de mis pensamientos –. Me tomo el shoty luego me da otro más. También lo tomo. Luego me sugiere ir a otro lugar, lo cual rechazo lo más amable que me es posible, sin embargo, creo que no ha sido suficiente porque se marchó dando grandes pasos luego de haberme insultado.
Entonces pido el tercer… cuarto… quinto… sexto… algún número de trago.
El rostro de Diego comienza a verse borroso en mi mente, junto con todo a mi alrededor. Aún me siento triste pero el dolor comienza a ahogarse en el alcohol que estoy tomando. Ya no puedo parar. Tal vez, si sigo tomando más, podré olvidar lo que siento por Diego… y todo lo que sea referente a él. De todas maneras, lo he perdido.
No sé bien cuantos tragos llevo ya, solo sé que me siento algo mareado y, por alguna razón, le estoy sonriendo a un chico que está a mi lado; él me devuelve la sonrisa y se marcha. De repente, no me siento triste; la música comienza a sonar bien, a sonar alegre. Me paso la mano por la cabeza alborotando mi pelo; otro chico, un poco más grande que el anterior, pero, notoriamente más joven que yo se me acerca y me pone su mano en mi pierna.
- Hey, que lindo te ves así despeinado – yo le sonrío estúpidamente.
- Gracias… tú, tú también estás lindo.
- Y dime ¿por qué estás tan solo? Me imagino que alguien debe de estarte esperando en casa – pero no. Nadie me está esperando, nadie me va a esperar porque soy una mierda como novio y no merezco tener a nadie esperándome en casa. Siento un gran dolor en mi pecho, como si hubiese sido posible que se me rompiera un poco más el corazón.
- No… - sonrío otra vez para no llorar – nadie me espera, pero si quieres, nos podemos besar –. Creo que eso fue demasiado para aquel chico porque quitó su mano de mi pierna y se alejó rápidamente – ¡Ven! ¡no te vayas! ¡Podemos hacer más que besarnos si quieres! – todos los que están cerca me voltean a ver con cara de asombro y un poco de… asco, tal vez. En fin, en este punto, ya no me importa nada.
- ¡Dame otro!
- ¿Estás seguro de que quieres seguir bebiendo?
- ¡Sí! Tengo que ahogar todo lo de Diego.
- Creo que ya te has pasado, sería mejor que fueras a tu casa.
- ¡Yo te diré cuando me iré! ¡Quiero otro trago!
En vista de que no estoy dispuesto a aceptar una negativa, el cantinero no tuvo más remedio que servirme otro trago y otro más después de este.
Todo transcurre relativamente bien hasta que, sin siquiera esperarlo, se me vino a la mente el recuerdo del primer beso con Diego. Esa primera vez que sentí sus labios sobre los míos; ese primer momento que lo tuve entre mis brazos, que nuestros cuerpos estuvieron pegados y no puedo evitar soltar unas lágrimas. “¡No! No puedo” me digo a mí mismo, me tomo de golpe el trago que tengo en mi mano y pido otro más.
Comienzo por buscar a mi alrededor; necesito hacer algo. No quiero seguir recordando a Diego.
- Hola guapo.
- Oye, lo siento, vengo acompañado.
- Eso no importa, puedo con ambos – definitivamente ya no estoy consciente de lo que hago – dame un beso, ven – y jalo a aquel extraño hacia mí. Él me empuja y trata de apartarse, pero no lo suelto – ven papi… dame un beso, te va a gustar, o, si quieres, te puedo dar algo más – de repente siento que me jalan de la espalda lo suficientemente fuerte como para sacarme del banco; casi no logro mantenerme de pie, tengo que agarrarme de la barra.
- ¡Oye! Deja de molestar a mi novio – el tamaño de aquel hombre, que me supera en altura al menos por una cabeza y en tamaño de músculos por varias, muchas pulgadas, se ve bastante molesto. Cualquier persona en sus cinco sentidos y, con algo de instinto de supervivencia, se hubiese retirado sin decir palabra. Pero ese no es mi caso, al menos no en este momento.
- ¿Qué pasa papi? Podemos compartirlo – comienzo a sobarle el rostro y el pecho – incluso puedes incluirte tú también.
- ¡¿Qué te pasa?! ¡Estás cayéndote de borracho!
- Pero igual podemos pasarla bien – otro empujón, solo que está vez, casi caigo al suelo, pero logro sostenerme a tiempo.
- Vete a molestar a otra parte, déjanos en paz – pero no tengo intenciones de tener una noche pacífica.
- Anda, préstame a tu hombre, te prometo que no le haré daño. Solo lo quiero usar un poco, es todo.
Eso enfureció a aquel hombre que me da un empujón aún más grande, lanzándome contra la barra y provocando que derramara las bebidas de quienes ahí se encontraban. Me incorporo y lanzo un puñetazo que no logra pegarle a nadie. En cambio, el hombre lanza un puñetazo que acierta en todo mi rostro.
- ¿Así que… - casi no puedo hablar por el dolor del golpe, incluso siento que mi rostro comienza a hincharse – quieres pelear?
El hombre me agarra de la camisa y me levanta por todo el bar hasta que me lanza por la puerta hacia la calle. Caí de cara en la acera. La gente que estaba en el lugar soltó un gritito de asombro y se alejaron un poco. El hombre sale del bar, con el rostro rojo de furia. Me toma del cabello y le levanta de un tirón. Nuevamente trato de pegarle, pero, otra vez, fallo. En cambio, él sí que logra darme un buen golpe en el pecho y luego otro más en el rostro, y uno más en mi hombro. Me estoy tambaleando; hago todo mi esfuerzo por lograr mantenerme en pie, pero me está resultando increíblemente difícil.
- ¡Mira hijo de puta!... – escupo un poco de lo que estoy casi seguro es sangre antes de seguir hablando – ni que tu novio estuviera tan bueno. Mi novio está mejor – oh, cierto, no tengo novio - Es solo un hoyo que puede usarse o un palo para montarse – mi discurso improvisado no hace más que empeorar las cosas. Veo como viene hacia mí aquel hombre y, justo cuando me preparo para lanzar un golpe, siento como alguien me agarra de los brazos por la espalda.
- ¡Dale, Mike! ¡Golpéalo! No permitas que te falte el respeto – ese es el que me tiene agarrado por la espalda.
Mike – así se llama el hombre que está a punto de darme la golpiza de mi vida – se abalanza contra mí y lanza puñetazos sin piedad. Uno tras otro, aterrizan en mi rostro, en mi pecho y estómago. Mueve tan rápido las manos que no logro ver de dónde vienen. El hombre que me tiene agarrado me suelta y me lanza hacia un lado. Sin poder ver por los golpes que sigo recibiendo y, creo que es un poco de sangre que me cae sobre mi ojo derecho, logro agarrarme de alguien.
- ¿Javi? ¿Qué está pasando?
- ¿Tú? ¿Tú que haces aquí Matt? – por supuesto que tiene que ser Matt; la persona a la que menos quiero volver a ver en toda mi vida.
- ¿Qué estás haciendo? Vas a lograr que te maten, déjalos en paz. Ven, vámonos – como puedo me suelto de Matt y abro mi boca para protestar cuando, sin previo aviso, vomito encima de él. Matt da un salto atrás viéndose la ropa llena de mi vómito y luego viéndome a mí con cara de atónito. Iba a decir algo, pero, simplemente se marchó. Me limpio la boca con la mano y me giro hacia Mike.
- ¿Entonces? ¿me prestas a tu novio… Mike? – Mike lanza directamente a mi rostro su puño, pegándome con toda la fuerza que era posible; el golpe fue tan fuerte que pierdo el equilibro y caigo de espaldas al piso.
- ¡Vete a joder a otro lado borracho de mierda! – grita Mike antes de meterme dos patadas en mi estómago y una más en mi espalda. Luego de esto, dio la vuelta y entró con su novio al bar, así como todas las demás personas que ahí se encontraban.
Por un momento pensé en levantarme, pero ¿para qué? Diego me ha abandonado; acabo de hacer el ridículo más grande de mi vida y, de todas maneras, nadie está esperándome en mi apartamento. No sé cuánto tiempo he estado tirado en la acera hasta que un hombre se acerca y me ayuda a sentarme. Realmente me duele todo el cuerpo. Siento la cara hinchada y caliente. Tengo casi cerrado mi ojo derecho por la hinchazón.
Tumblr media
- Oye, si querías morirte estuviste muy cerca de conseguirlo.
- Bueno sí – respondo con dificultad – ni siquiera para eso sirvo.
- No digas eso. Ven, siéntate – y me ayuda a sentarme en la orilla de la acera.
- Gracias.
- ¿Cómo te sientes?
- Siento como si me hubiese atropellado un camión.
- Sí, me imagino. Ten – y me entregó un pañuelo para colocarme en la herida de la frente – ¿tienes alguien que venga por ti? Deberían de llevarte al hospital.
- No. No hay nadie, yo puedo irme solo.
- ¿Cómo se te ocurre? En ese estado no puedes ni ponerte de pie. Déjame ver – y revisa mis bolsillos hasta encontrar mi teléfono. Lo saca y presiona los botones laterales.
A pesar de mis muchas protestas, coge mi dedo y lo coloca sobre la pantalla del teléfono. Al momento se desbloquea; él lo revisa minuciosamente. Casi no puedo ver lo que está haciendo, pero, imagino que ha entrado a las llamadas recientes y marcado el último número que llamé. Pasaron unos segundos.
- ¿Aló?
- Por favor, deja de llamarme. No tenemos nada…
- No, no, escucha. Mi nombre es Alejo y estoy aquí afuera del Bar con… - se gira hacia mí - ¿cómo te llamas?
- Diego.
- … con Diego. Está muy malherido. Acaba de recibir una paliza que casi lo matan y no creo que pueda irse solo; hay que llevarlo a un hospital de inmediato.
- ¡¿Qué?! ¡¿Pero que, ha pasado?!
- No sé, se puso a discutir con un tipejo y terminaron en golpes – no sé qué más siguieron hablando. Cerré los ojos y, por un momento, me desconecté de todo.
- Diego – reaccioné cuando siento su mano en mi hombro, una de las pocas partes de mi cuerpo que aún tiene sensibilidad en este momento – toma. En un rato vendrán por ti – y me entrega mi teléfono.
- Gracias… ¿Alejo has dicho que te llamas?
- Sí. Mucho gusto – hasta este momento me giro lo suficiente para ver de frente a Alejo. A pesar de mi estado, puedo darme cuenta de que él está muy atento a mí y tiene una ligera sonrisa en su rostro, aunque un poco escondida por la barba bien recortada que luce – ponte el pañuelo en la frente; esa herida no deja de sangrar.
- Oh, si, gracias – y así lo hice.
- Dijo que en unos diez minutos estará aquí.
- ¿Con… con quien has hablado?
- Marqué el último al que llamaste; no te preocupes, me aseguró que pronto vendrá por ti – solo eso haría falta. Como puedo acerco el teléfono a mi rostro y reviso las llamadas salientes. Maldita sea. Llamó a Diego… por supuesto, tenía que ser Diego.
Como siempre, las cosas no pueden salir peor. Me acaban de dar la golpiza de mi vida, estoy hecho un desastre y, encima de todo, Diego me verá así. Aunque, por otro lado, Diego vendrá por mí. Eso no es del todo malo, ¿o sí? Ya que, si saldrá de su apartamento y vendrá a traerme, es porque seguramente aún se preocupa por mí y, si se preocupa por mí, es porque aún siente algo por mí.
- Gracias Alejo. Gracias por todo… en serio… esto no me pasa es solo que hoy…
- ¿Mal día?
- El peor de todos.
- ¿Problemas sentimentales?
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque mientras te estaban matando lo único que hiciste fue llamar a Diego una y otra vez.
- Oh, lo lamento, por eso.
- Si tanto quieres a Diego ¿por qué no simplemente se lo dices?
- Lo hice, pero… no funcionó. Tuvimos muchos problemas y yo me equivoqué y él, él se enojó y dejó de hablarme.
- Pero vendrá por ti – no lo niego, escuchar eso me hace sonreír, aunque me dolió el rostro.
- Sí, pero, pero no sé si podrá perdonarme.
- ¿Ya le pediste perdón por tu error? Pero pedírselo viéndolo a los ojos, con el corazón, no solo con palabras.
- Bueno… sí… o eso creo.
- Si de verdad amas a este hombre, debes intentarlo una vez más – acababa de terminar de hablar cuando alguien sale del bar y llama a Alejo; el responde algo que no logro entender – oye ¿ya te sientes mejor?
- Sí, ya estoy mejor. Me quedaré aquí sentado esperando.
- Está bien, yo debo volver adentro, pero, ya no sigas bebiendo, o la próxima vez si terminarán matándote – y soltó una risita nerviosa. Yo también sonreí.
- No te preocupes, con la que me acaban de poner es suficiente – me recordé del pañuelo y, tímidamente, extiendo mi mano ofreciéndoselo – gracias… lo siento, está un poco sucio.
- No te preocupes, tú lo necesitas más que yo.
Luego de que Alejo se entrara al bar, me quedé solo, sentado en la acera.
No estoy seguro de qué es exactamente lo que me duele, aunque, en las condiciones en que me encuentro, en realidad, me está doliendo todo el cuerpo. Mientras veo mis zapatos todos sucios y manchados de una mezcla de licor, vómito, sudor y sangre, pienso en cómo había terminado en aquella posición. Ni en mis peores días había caído tan bajo. Pero no me importa al final, todo lo que me interesa es intentar recuperar a Diego; necesito decirle que, de verdad, lamento mucho todo lo de Matt. Al menos se alegrará saber que le he vomitado en el rostro, enfrente de todos y, creo, que hasta tenía la boca abierta – me reí para mis adentros – pero ¿qué va a pensar de mí al verme así?
Hasta ese momento reparé en mi apariencia. Tengo la ropa toda desgarrada y manchada con la misma mezcla de los zapatos. Además de ello, estoy seguro de que tengo todo el rostro morado e hinchado por los golpes, además de una herida ensangrentada en la frente. “Si al menos tuviera una menta para el aliento no estaría del todo mal”, pensé como un intento de consolarme a mí mismo.
La cabeza estaba a punto de estallarme; en parte por los golpes, en parte por tanto licor que acabo de consumir – aunque estoy seguro de que la mayoría se fue en el rostro de Matt –. Mis ansias por volver a ver a Diego provocan que sienta que el tiempo no avanza. En realidad, quiero verlo, sin importar lo mal que debo de verme en este momento. Adentro del Bar parece que nada hubiese ocurrido; la música sigue sonando a todo volumen y, apenas lograba escaparse cada vez que abren la puerta cuando alguien entra o sale. No comprendo cómo se me ocurrió venir hasta acá y meterme en este lío; tuve suerte que no llamaran a la policía o, peor aún, que terminara agonizando en alguna camilla del hospital. No puedo seguir actuando de este modo, es más, debo organizar mis ideas para saber qué decirle a Diego y como decírselo. En verdad quiero solucionar todo con él. Y es entonces cuando me doy cuenta. No tengo nada que decirle; bueno, sí que quiero decirle muchas cosas, pero no sé siquiera por donde comenzar. Lo único que sí sé con certeza es que quiero recuperarlo.
Pasaron unos quince minutos cuando veo un vehículo que se aproximada y, conforme se acerca, reduce la velocidad. Una vez ya estacionado delante del Bar, se abre la puerta y Diego baja dando grandes zancadas; ve hacia todos lados hasta que me vio. Juro que pude ver una sonrisa tachada de preocupación aparecer en su rostro.
A pesar de todo lo que ocurrió aquella noche, no podía sentirme mejor ahora que Diego estaba otra vez frente a mí.
Diego.
- ¡¿Qué?!, ¿qué pasó Javi?
Cuando recibí la llamada dudé en responder por un momento y me asusté cuando escuché que alguien me dijo que Javi se metió en una pelea y resultó malherido. Creo que ni siquiera había terminado de hablar y yo ya iba camino hacia el vehículo para salir a traerlo. Honestamente, pensé lo peor. Lloré todo el camino culpándome el no haber tenido una última oportunidad para hablarle, para decirle que…, sí, que me hace feliz, muy feliz. No importa lo que haya pasado con Matt, por Javi estoy dispuesto a enfrentar lo que tenga que enfrentar si eso se necesita para poder compartir un poco más con él. Juro que en todo el camino cada semáforo que encontré me hizo el alto. Sentí que tardé una eternidad en llegar al Bar.
- Amor ¿qué te ha pasado? ¿qué has hecho? – Javi me ve con los ojos tan abiertos como la hinchazón en su rostro le permite, y, con gran dificultad, se puso de pie. Se está tambaleando mientras camina hacia mí y, justo cuando pierde el equilibrio corro a sujetarlo acercándolo a mí. Tiene la boca abierta, como queriendo decir algo, pero no emite sonido alguno – Javi ¿qué pasa? ¿estás bien?
- ¿Me has dicho amor? – me sonrojé instantáneamente. No fue algo que pensara, simplemente salió de mi boca. Creo, para ser sincero, que es algo que necesitaba decirle desde hace muchos días.
- Bueno… sí – de nada me serviría negarlo – pero dime ¿qué has hecho? ¿por qué estás todo golpeado? ¿qué haces aquí? – quiero entender que es lo que estaba pasando, por qué se fue a meter a aquel lugar y salió todo molido del mismo. Javi no responde, apenas logra verme.
- Yo… yo no sé – comenzó a llorar – no sé qué estaba pensando en realidad. Solo… solo vine, solo quería olvidar. No quería seguir sintiendo. Solo quería olvidar.
- ¿Qué quieres olvidar?
- A ti – aquello fue como una puñalada en el corazón. En realidad, me dolió mucho más que cualquier otra cosa que me hubiese dicho antes y, aunque en teoría fui yo quien lo dejó a él, no estaba realmente preparado para una respuesta así.
- ¿A mí? ¿Por qué quieres olvidarme a mí?
- Porque tú me estás olvidando a mí.
Javi tenía un buen punto. No supe que más decirle, o no sé si no quise decir nada más porque me parte el corazón verlo llorar. Lo sujeto un poco mejor y lo reviso con la mirada. Tiene una fea cortada en la frente, seguramente se golpeó en alguna mesa o en la barra. El ojo derecho lo tiene casi cerrado y completamente negro; además su labio inferior está abierto y varios hilos de sangre salen de su boca. De la herida de la frente aún le brota un poco de sangre, aunque, por los rastros en su rostro, puedo darme cuenta de que ya es bastante menos que al inicio. Su ropa está toda sucia y rota; tiene sangre y algo que creo es vómito en su camisa; el pantalón también está manchado de vómito y roto de las rodillas, además le falta un zapato. Cosa que creo aún no se ha dado cuenta.
Los brazos de Javi están completamente morados y tiene un par de cortadas en el izquierdo y, por lo que puedo ver, también tiene una cortada en la espalda porque su camisa está manchada de sangre en ese punto. En realidad, tiene suerte de estar de pie.
Cojo el pañuelo que tiene en la mano, lo humedezco discretamente con mi lengua y se lo paso en su mejilla derecha y en el contorno de la boca para quitar un poco de la sangre seca que tiene incrustada. A pesar de lo mal que estaba, Javi sonríe y me mira fijamente, al menos con su ojo izquierdo. Es la primera vez que puedo ver sus ojos con un aire de tristeza, esos ojos de color verde extraterrestre. No puedo creer que son los mismos ojos que vi una vez en el ascensor pues, aunque son exactamente el mismo color, la expresión es totalmente diferente. Aquella vez jovialidad, alegría, emoción. Ahora tristeza, decepción y, creo, hasta vergüenza. En este momento, tengo una mezcla de sentimientos. Por un lado, me siento bien por estar con Javi; por otro lado, estoy preocupado por verlo en las condiciones en que está y que, muy probablemente, es culpa mía por haberlo dejado y no contestarle sus mensajes ni sus llamadas. También me siento tranquilo porque, a pesar de lo maltrecho que se encuentra, al menos está con vida, en una sola pieza y sin heridas de gravedad.
- Bueno, vamos a que te revisen Javi. Tenemos que asegurarnos que te encuentras bien… digamos.
Pero no se movió. Me ve fijamente como esperando algo más, como si quisiera preguntar algo que no se atreve a pronunciar.
- Javi ¿qué pasa?
- Tú… tú ¿viniste por mí?
- Pues, sí, aquí estoy ¿no? Obvio que vine por ti.
- ¿Por qué?
- Porque estás herido. Porque me avisaron que te habías metido en problemas y estabas mal y no podía dejarte aquí tirado, sin saber que te estaba pasando.
- Entonces ¿te importo? – ¡Sí! ¡Me importas mucho más de lo que crees! ¡Eres la persona que más me importa en todo el mundo y que quiero tener conmigo!, eso quiero gritarle en este momento, pero, no es el lugar y no, aún no me atrevo.
- Sí, por supuesto. ¿Nos vamos?
- ¿A dónde vamos?
- Al hospital, para que un médico te revise, te hagan rayos x y descarte cualquier herida interna que puedas tener. Por lo que veo te dieron una buena paliza.
- Quiero ir contigo.
- Sí, Javi, yo te llevaré. Me quedaré contigo todo el rato que sea necesario. Hasta asegurarme que estás bien.
- ¿Me prometes que te quedarás conmigo hasta que esté bien?
- Sí, te lo prometo.
- No quiero ir al hospital.
- Tienes que ir a que te revisen.
- Quiero ir a mi… nuestro apartamento – Sin poder evitarlo esbocé una sonrisa que inmediatamente intenté ocultar.
- Javi, tienen que revisarte. Vamos al hospital.
- Estoy bien. Sólo son algunos golpes, nada grave.
- No te ves bien, nada bien y me preocupa tu ojo.
- Diego, por favor. Vamos al apartamento. No necesito un doctor ni hospitales ni exámenes. Todo lo que necesito… – baja la mirada como avergonzado – es a ti.
- Javi, aquí me tienes. Estoy contigo y te he prometido que me quedaré contigo hasta que estés bien. No tienes nada que preocuparte. Aunque vayamos al hospital, seguiré contigo, pero necesito que te vea un médico.
- Si quieres que esté bien, vamos a nuestro apartamento. Eso es todo lo que necesito, por favor – y comenzó a llorar. Me acerco más a él e intento abrazarlo; él se aparta un poco – no Diego, estoy – señala su ropa – algo sucio – pero no me importa. Me vuelvo a acercar y, con cuidado de no lastimarlo aún más de lo que ya está, lo abrazo. Él se pone a llorar desconsoladamente. A pesar de ser un poco más alto que yo, logra acomodar su cabeza en mi hombro ocultando su rostro en mi cuello; siento como salen las lágrimas de sus ojos y caen sobre mí. Lo sigo abrazando el tiempo necesario hasta que se calma un poco y deja de llorar.
- Está bien Javi, vamos al apartamento.
Pongo su brazo sobre mi hombro y lo tomo por la cintura para ayudarlo a llegar al vehículo, con cuidado lo siento en el asiento del copiloto y me subo del otro lado. Reviso que vaya lo más cómodo posible y, en un impulso que no puedo controlar, le doy un beso en la mejilla; él me responde con una sonrisa tan tierna que no es necesario decir una sola palabra en todo el camino.
Estando ya en el edificio, no tuvimos ningún inconveniente para llegar al apartamento; no nos cruzamos con nadie en todo el camino, ni siquiera el portero se encontraba en su puesto. En el ascensor, Javi iba apoyado en mi hombro y yo lo sostenía para que pudiera mantenerse en pie; no estoy seguro si está muy cansado, es por el dolor de los golpes o la cantidad de licor que seguramente ha ingerido lo que está haciendo que casi no logre mantenerse en pie.
Meto la mano en el bolsillo de su pantalón y saco las llaves para abrir la puerta del apartamento. Javi apenas me ve, sin decir una sola palabra. Al entrar, con gran dificultad logro encender la luz de la sala y lo llevo directamente al dormitorio. Con mucho cuidado y evitando perder el equilibro y caer los dos, lo acuesto en la cama lo mejor que puedo, pues me estaba resultando un poco complicado cargar con todo su peso.
- No te vayas Diego, por favor. No te vayas.
- No me iré, solo cerraré la puerta – ya que no había podido cerrar la puerta del apartamento al entrar. Reviso que esté bien acostado y regreso a la entrada para cerrarla, luego vuelvo al dormitorio con Javi. Él se incorpora en la cama y me ve fijamente al tiempo que me sonríe; y le devuelvo la sonrisa y me siento a su lado. Me toma la mano y me la besa; yo me agacho y le beso la frente con tanto cuidado que casi me caigo. Tenía miedo de causarle más dolor del que, seguramente, ya está sintiendo.
- Diego, gracias por estar aquí… todo lo que has hecho hoy por mí.
- No tienes nada que agradecer. No podía dejarte ahí. Además, te he prometido que me quedaré a tu lado hasta que te encuentres bien.
- Me haces tanto bien… me haces tanto bien… no vale la pena ser mi novio.
Iba a contestarle a lo último que dijo, pero se quedó dormido.
Ver a Javi en aquellas condiciones, golpeado, con heridas en el rostro, triste y vulnerable me hizo sentir tantas emociones que, en realidad, no estaba seguro cuales eran. Solo sé que, entre todas ellas, hay una que sobresale más. Yo no quiero a Javi, lo amo.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 15. Una semana después.
MARTES.
Javi.
Todo se acabó. Diego acaba de bajarse del vehículo, no dijo nada más, lo último fue que no quiere estar conmigo, y ahora entiendo porque Matt me parecía conocido. Siempre tuve la sensación de haberlo visto en algún lado. La foto de la billetera, eran él y Diego. Genial, simplemente genial. De todas las personas que pude haber conocido, de todos con los que se me pudo haber ocurrido ir a un hotel, tuve que elegir precisamente al exnovio de Diego. Todo acabó.
En realidad, no estoy completamente seguro de que es lo que ha ocurrido esta noche; creo que, de alguna manera, aún no logro asimilarlo; apenas he podido conducir, sin prestar atención, hasta llegar a mi apartamento. Definitivamente no tengo ganas de toparme con nadie en el camino así que, cual ladrón nocturno, estaciono mi vehículo, bajo corriendo y me meto al primer ascensor disponible; veo mi reflejo distorsionado en el metal de las puertas, pero, nada importa. La campanilla anuncia la llegada al nivel quince e, inmediatamente, las puertas se abren. Extrañamente el pasillo me resulta mucho más frío y oscuro que antes, aunque, seguramente, es porque así me siento yo en este momento. Aun ahora, que entro a mi apartamento, todo se siente extraño; pareciera mentira, pero logro percibir la ausencia de Diego en el lugar. Tengo tantas ganas de llorar y, sin embargo, no puedo hacerlo; es como si no tuviese lágrimas para sacar.
- Diego por favor hablemos. No podemos dejarlo todo así. ✔️
Dime que puedo hacer para solucionar las cosas. ✔️
Por favor, háblame. ✔️
Entiendo que estés enojado, pero, por favor, hablemos. ✔️
Me quedo viendo la conversación de WhatsApp por varios minutos esperando que Diego reciba los mensajes que le he escrito, pero es inútil. Seguramente me ha bloqueado porque no llegan mis mensajes. Tengo miles de ideas en mi cabeza, pero, al final, todas se resumen en una sola: Diego.
Cuando finalmente me doy por vencido y comprendo que mis mensajes no serán recibidos, tiro el teléfono al otro extremo de la cama; no sé bien que debo hacer, simplemente estoy acostado sobre las sábanas, viendo fijamente el techo oscuro de mi dormitorio, el mismo donde hasta hace poco compartí momentos tan únicos con el hombre que ha logrado enamorarme en tan poco tiempo y, ahora, estoy completamente solo. Puedo sentir como una lágrima sale de mi ojo y cae por un costado de mi rostro; luego otra y otra más.
Todo se acabó. Diego se ha ido.
MIÉRCOLES.
Pasé la peor noche de toda mi vida, es una mierda. Todo es una mierda. Todo se fue a la mierda. No he podido dejar de llorar, no he podido dormir y, aunque le he escrito a Diego, los mensajes no llegan, incluso he tratado de llamarlo, pero es inútil. Me ha bloqueado por completo.
En realidad, no es culpa de él, al contrario, es mi culpa. Debí haberme dado cuenta con la foto; la estuve viendo durante varios días y, al ver a Matt en persona, debí haberlo reconocido, o hacerme caso. Desde el primer momento en que lo vi, tuve el presentimiento que nada bueno pasaría con él, yo lo sabía.
¿Por qué no me di cuenta con la foto? ¿Cómo pude no reconocerlo? Esto solo me demuestra que no sirvo para una relación sentimental, soy el peor novio del mundo. Lo malo de todo esto, es que de verdad quiero a Diego y lo extraño muchísimo. Necesito decirle lo mucho que me importa, que, si me equivoqué, pero eso no cambia, ni siquiera pone en duda lo que yo siento por él; necesito decirle que estoy dispuesto a cambiar, no por él, sino por mí, porque de verdad me merezco tener una relación estable, bonita, así como he soñado que puedo llegar a tenerla con él – que podía llegar a tenerla con él –. Me he hecho tantas ideas, tantos planes de cosas que podremos hacer o tener con Diego; obviamente ya no estamos en edad para llevarnos todo con calma y, creo que, por lo mismo, yo ya lo hacía viviendo acá conmigo, o en su apartamento, aunque preferiría más que fuese en este, al final, es lo suficientemente grande para que vivamos los dos cómodamente, o hasta tres, cuatro personas.
Hasta llegué a pensar en cómo sería ese momento en que se lo presentase a mi padre; no sé bien cuál sería su reacción, pero, estoy seguro de que Diego pondría su cara de bobo y no diría nada.
Pero Diego no quiere hablarme.
Universo, ¿cómo es posible que me hayas puesto en mi camino a Diego y a la vez me lo hayas quitado tan pronto? No tuve siquiera tiempo de terminar de conocerlo, de hablar un poco más con él, de aprender un poco más de él. ¡Maldito seas universo!
¡Gracias por nada!
MIÉRCOLES (UNA SEMANA DESPUÉS)
- De verdad me gustaría hablarte. Por favor. Ya ha pasado una semana y no sé nada de ti, solo déjame explicarte las cosas – dos marcas de “visto”, eso quiere decir que si ha recibido el mensaje. No puedo evitar emocionarme, y ponerme nervioso también. Ojalá decida responderme. Tengo que pensar muy bien que le diré, no quiero echarlo a perder todo… otra vez.
- No sé qué quieres que diga – ¡sí!, me está respondiendo.
- No digas nada, sólo escúchame, por favor. Bueno, léeme porque no me quieres responder mis llamadas.
- Ok dime entonces porque, de entre todos tenía que ser Matt. Tú viste la foto de él.
- No sé Diego y lo siento, de veras que lo siento. Todas las salidas con él fueron un desastre.
- ¿Salidas? 🤨 – creo que en lugar de arreglar las cosas solo lograré empeorarlas. Por favor, Javi, piensa, piensa bien lo que vas a decir.
- En realidad fueron dos veces que salimos. 😞
- O sea que dos veces tuviste sexo con él.
- ¡No! Eso fue solo la primera vez – creo que no me estoy ayudando en absoluto –. Fue después de que vi tu foto con él; me sentí mal porque estaba seguro de que ustedes eran novios y no sé, simplemente no pensé bien las cosas. Lo llamé, fuimos a comer y después, ya sabes.
- No, no sé.
- Fuimos a un hotel y tuvimos sexo y me sentí mal. En realidad, moría de ganas de encontrarte, de verte, de hablarte, de conocerte.
- En un hotel no me ibas a encontrar.
- Yo sé 😭, pero te lo dije. Soy un grandísimo imbécil; no sé cómo hacer bien las cosas. No sirvo para tener una relación.
- ¿Se supone que diciendo eso arreglarás las cosas?
- No Diego. Te digo que no sirvo para tener una relación, nunca he tenido una, pero por ti, estoy dispuesto a correr el riesgo y hacer mi mejor esfuerzo. Solo necesito que me des la oportunidad de demostrártelo. En verdad quiero hacer las cosas bien, pero necesito que me des una oportunidad.
- ¿Cuándo fue la segunda vez que viste a Matt? – me temía que preguntara eso. Mi primer pensamiento fue mentir, pero, así no podremos tener una relación que de verdad valga la pena. Universo, por favor, al menos esta vez, ayúdame.
- Fue el domingo.
- ¿Qué domingo?
- El domingo que me encontraste en la calle.
- ¿Venías de tener sexo con él?
- No. No tuvimos sexo. Eso lo hicimos una sola vez. Fuimos a comer y él quería que fuéramos a un hotel y, al principio, yo acepté. Pero luego me arrepentí y él se enojó y me bajó de su vehículo y yo no tenía como volver al apartamento. Me caí, estaba asustado y fue cuando tú apareciste.
- Oye ¿saliste con Matt al día siguiente que me insultaste por la foto mía con él? – lo había olvidado por completo. Un día antes le dije a Diego que se fuera de mi apartamento porque no podía estar jugando con dos personas; yo lo eché y… mierda. Yo salí con Matt al día siguiente. Puedo sentir como se esfuma todo rastro de esperanza en mi interior; si Diego decide mandarme a la mierda, tendrá toda la razón del mundo para hacerlo. Yo lo he complicado todo. He sido un grandísimo estúpido.
- Si y sé que se verá muy mal y, créeme, entiendo si no quieres volver a hablarme.
- ¿Has estado jugando conmigo? ¿Es acaso un maldito juego tuyo y de Matt?
- ¡No! Él ni siquiera sabe que eres mi… novio. Quiero creer que aún eres mi novio.
- ¿Entonces Javi? ¿Qué está pasando? Porque desde donde yo veo las cosas, no me parece muy lógico que me insultes por una foto vieja y tú salgas corriendo con el mismo de la foto al día siguiente.
- No sé. Creo que estaba dolido y no pensé bien las cosas. Nunca pienso bien las cosas. Pero te juro que no hicimos nada, ese día no pasó nada.
- Creo que necesito pensar las cosas Javi.
- Por favor, Diego. De verdad ese día no pasó nada y fue precisamente porque con quien quiero estar es contigo, a quien quiero ver es a ti, con quien quiero hacer muchas cosas, ir a tantos lugares y aprender a tener una relación es contigo. Yo te lo he dicho desde el principio, no sirvo para una relación, pero, es porque jamás he tenido una; siempre le he huido a las relaciones formales. Creo que lo hice porque no había conocido a una persona que me hiciera sentir la seguridad y la confianza que tú me haces sentir. Jamás había siquiera considerado tener algo serio con alguien y aquí estoy, llevo una semana tratando de comunicarme contigo, de hablarte, incluso fui a buscarte a tu edificio, pero me di cuenta de que no sé en qué nivel vives, o cuál es tu número de apartamento. Lo único que sé es que de verdad me importas demasiado y yo de verdad quiero estar contigo.
Tumblr media
Nada, no obtuve respuesta alguna. Estoy temblando de los nervios; me siento ansioso, desesperado por poder encontrar las palabras exactas que ayuden a solucionar las cosas.
- Diego, dime algo. Escríbeme algo. Yo sé que me he equivocado muchas veces, pero no soy muy bueno manejando mis sentimientos. No sé bien cómo hacerlo y me gustaría aprenderlo con tu ayuda.
- ¿Por qué precisamente Matt? Es la persona que más me ha dañado ¿por qué él? – llegó el momento. Tengo que arriesgarlo todo o perderlo todo. No puedo seguir mintiendo; si de verdad quiero recuperar a Diego, debo ser totalmente honesto y transparente; ninguna de las dos cosas las he hecho alguna vez en mi vida, pero, Diego lo vale. Por él estoy dispuesto a todo y, si este es el momento, esta es nuestra última plática, debo, al menos, aventurarme a decir todo lo que necesite decir y hacer mi mejor esfuerzo por recuperarlo y solucionarlo todo. Solo espero, y de verdad espero con todas mis fuerzas, de que pueda entenderme.
- Porque… te estaba buscando a ti. Y como no te encontré, no miré rostros, no pregunté nombres, solo buscaba llenar el vacío que sentía con el primero que apareciera y fue Matt quien apareció. En realidad, no estaba pensando bien las cosas. Eso me suele ocurrir demasiado y con mucha frecuencia. No pienso bien las cosas, jamás hago planes a futuro, simplemente… actúo, me dejo llevar y me atengo a las consecuencias. Pero esta vez, contigo, quiero hacerlo todo diferente. Quiero hacer planes, quiero pensarlo todo, quiero… te quiero a ti.
Silencio otra vez. Por favor, por favor, no puedo perderlo. No después de todo; no después de que como ha costado que nos volviésemos a encontrar, de esos días tan increíbles que hemos vivido… no después de que me he enamorado de él.
- Diego, por eso te dije que no sirvo para relaciones, pero quiero servir, de verdad que lo quiero. Quiero ser el novio que quieres, que estás buscando, que necesitas… quiero ser el novio que mereces tener. Solo dame la oportunidad de hacerlo, déjame darte mi amor, demostrarte que, si me importas, que, desde que te conocí, no he dejado de pensar en ti y, por lo mismo, es que estoy dispuesto a hacerlo todo. Por ti estoy dispuesto a enamorarme por primera vez. Por favor.
Los mensajes si le han llegado incluso los ha leído, pero no me ha respondido. No sé qué más puedo hacer. Siento que soy la peor mierda que existe en el mundo. Por más que quiero, no puedo dejar de llorar; quisiera salir corriendo al lado de Diego, cogerlo entre mis brazos y no soltarlo; decirle al oído lo mucho que me importa, lo mucho que lo quiero… que lo amo. Solo quiero ser feliz; solo quiero hacerlo feliz. Necesito saber que existe una pequeña posibilidad de arreglar las cosas. Si tan solo me dijese que nos veamos, cuál es su apartamento, algo. Lo que sea.
- Por favor, dime algo. Al menos maltrátame, dime que soy una mierda, lo que sea, pero no te quedes callado. Yo sé que no vale la pena ser mi novio, pero, por favor, di algo. No me dejes con la duda, por favor.
Es todo. Ya han pasado veinte minutos, pero no me contestó a pesar de que ha leído mi último mensaje. He estado pensando en escribir algo más, sin embargo, creo que ahora si perdí toda posibilidad. No puedo creer que estoy sentado en mi cama llorando por un hombre que tengo casi nada de conocerlo y de quien, por alguna extraña razón, me he enamorado. Yo, Javi, él que juró que jamás se fijaría en alguien, que jamás pensaría siquiera en tener una relación sentimental con alguien, aquí está llorando por un hombre que, simplemente, no quiere verlo.
Sea quien sea que esté llamando a la puerta, ojalá se vaya. No quiero ver a nadie y menos con los ojos hinchados de tanto llorar. Solo quiero estar solo, quiero quedarme aquí sentado esperando a que Diego me responda, me diga algo, un emoji o un sticker al menos, cualquier cosa.
¡Maldita sea! No dejan de llamar a la puerta. Pareciese que quisieran arruinar el timbre de tanto tocarlo. Seguramente es alguna entrega de comida que se ha perdido, o se equivocó de nivel.
Veo una vez más la pantalla de mi teléfono esperando que Diego me haya dado alguna respuesta. Nada. Ni siquiera se ha conectado a su WhatsApp desde hace ya varios minutos.
No sé quién estará afuera, pero, sea quien sea, lo mandaré a la mierda. No quiero que me molesten justo ahora. Tiro el teléfono sobre la cama y me pongo de pie de mala gana; trato de respirar profundo varias veces intentando calmarme; incluso limpio mi rostro con las manos para disimular que estoy llorando. Cojo la perilla entre mis manos; respiro una vez más, aún más profundo que las anteriores y abro la puerta de golpe.
- Aquí estoy.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 14 – Matt.
MARTES.
Javi.
Sí. Diego está sentado en la acera.
Cruzo corriendo la calle y llego a su lado; abrí mi boca y fue entonces cuando me di cuenta. No sé qué puedo decir para arreglar las cosas. Lo único que se me ocurre hacer es sentarme a su lado. Pasados uno pocos minutos, Diego se pega a mí y se acurruca en mi hombro.
Diego.
No pude irme. Quise regresar a mi apartamento, pero no pude. No quiero alejarme de Javi, pero me dolió mucho lo que dijo; ¿cómo puede decir que esto no va a funcionar? Si apenas está comenzando. Estoy enojado con él, en realidad, estoy dolido. Pero, al verlo aquí sentado a mi lado, no puedo evitar recostarme en su hombro y dejar que me tome las manos. Estar con él me hace sentir bien… con solo tenerlo aquí conmigo, hace que todo se arregle.
Mierda, tengo que aprender a actuar mejor, a reaccionar mejor. Tengo que dejar mis dramas. Necesito aprender a hablar las cosas con calma.
- ¿Qué dices si regresamos al apartamento? – solamente pude asentir con la cabeza. Se puso de pie, sacudió su pantalón y luego extendió su mano hacia mí para ayudarme a ponerme de pie. ¿Acaso no es el más lindo de todos? Al levantarme me sacudo también yo mi pantalón y regresamos caminando al apartamento.
No nos dirigimos palabra alguna, pero, puedo ver muy bien que Javi se trae algo entre manos. Se le nota en el rostro, aunque ha evitado mirarme.
Tuvimos suerte de no encontrarnos con aquella señora tan desagradable del ascensor; solo vamos los dos y, en todo el trayecto, no puedo soltarle la mano. Por momentos me la aprieta ligeramente y juro que, con cada apretón que me da, lo veo sonreír. Creo que es una manera de decirme que está feliz, o al menos, satisfecho de que no me haya ido.
Cuando entramos al apartamento, Javi me soltó la mano y corrió hacia el dormitorio. Fue a traer su teléfono el cual ve frenéticamente. Realmente me desconcertó aquello; en mi cabeza pensé que, al subir, hablaríamos, solucionaríamos lo que ocurrió o, mejor aún, tendríamos una sesión de besos tan apasionados que nos haría entender que todo está bien. En cambio, acá estoy parado delante de Javi viendo como navega en el teléfono. “Calma Diego… calma… tienes que reaccionar bien”, me repito varias veces para no hacer otro drama más. Ya estoy muy, muy grande para ello.
- Yo… yo soy muy malo para esto – no logra verme a los ojos. Esta es una de las pocas veces que he podido verlo tan nervioso – quiero mostrarte algo, pero… pero.
- Javi – me acerco a él, le quito el teléfono, que coloco en una mesa, y le tomo las manos – nadie es bueno o malo. Yo no quiero que seas un novio… mi novio perfecto. Solo quiero que me dejes darte mi cariño, mi amor. Yo solo quiero enamorarme, pero de ese tipo de amor que haga que me emocione al rozar tu mano, de volar con un beso, de acelerarme al saber que nos veremos, de que baste el estar acostados hablando y besándonos. Que la parte sexual sea algo fuera de escena, que no tenga importancia, que podamos tomarnos el tiempo de conocernos, de disfrutar el sentimiento y dejarlo crecer... de hacerte sentir orgulloso de mí y yo sentirme orgulloso de ti. Tengo ganas de enamorarme y que sea un amor tan sincero, tan real, que no tenga miedo de entregarte todo mi corazón, porque sé que el sentimiento es mutuo y sé que, aunque habrá problemas, tendremos diferencias, tú siempre estarás para mí - no puedo evitar llorar mientras le hablo. Javi tiene los ojos humedecidos y me ve fijamente – yo solo quiero amar a un nivel en que pueda confiar plenamente en ti, contarte todos mis sueños, mis miedos, mi pasado y que tú puedas confiar tanto en mí, que me cuentes también todo, sin secretos, sin miedos.
- Yo… Diego… yo… no quiero seguir fallándote – antes de que continuara hablando, saco mi teléfono del bolsillo del pantalón, lo desbloqueo y entro al reproductor de música. Luego de una búsqueda veloz, me coloco uno de los buds y le coloco el otro a Javi en su oído, presiono play y me paro frente a él tomándole la mano. A través de los buds escuchamos: “Boy you got me helpless. Look into your eyes and the sky’s the limit. I'm helpless*"
Lo estoy viendo directo a los ojos; de alguna manera sé que Javi está comprendiendo que aquella canción es todo lo que necesito decirle, todo lo que estoy pensando, todo lo que quiero de él y yo, de alguna forma puedo sentir que él está dispuesto a darme todo eso. Al terminar la canción simplemente nos quedamos parados, uno frente al otro, sin decir nada, viéndonos fijamente. Javi soltó un fuerte suspiro.
- Gracias Diego.
- Perdóname Javi, es solo que me duele que no creas en ti y en mí, en nosotros; solo quiero que me des una oportunidad real para demostrarte hasta donde podemos llegar juntos.
Sin previo aviso, sin decir una sola palabra más, Javi me planta un beso tan apasionado, tan cálido, tan perfecto, que no fue necesario decir algo más en toda la noche. En realidad, no tenemos hambre, ni tampoco quisimos desperdiciar la noche viendo Netflix, en cambio, nos fuimos al dormitorio y nos acostamos; apenas despegamos nuestros labios para tomar aire y poder seguir con la sesión de besos de reconciliación. Puedo sentir como sus manos se aferran a mi espalda; o como acarician mi rostro con tanto amor que me hace erizar todo el cuerpo. Seguimos así por varias horas hasta que cogimos nuestra clásica pose para dormir: ambos de lado, yo acurrucado sobre Javi y él abrazándome fuerte, haciéndome sentir que, estando a su lado, nada malo puede suceder. Siento que apenas estoy aprendiendo lo que es ser feliz, estoy descubriendo lo que es ser amado.
Paso varios minutos sin pensar, sin preocuparme por nada, simplemente sintiendo la respiración pausada y tranquila de Javi, las palpitaciones de su corazón en mi espalda y su brazo alrededor de mi cintura., hasta que, finalmente, me quedo dormido. Todo está bien.
MIÉRCOLES.
Diego.
La mañana siguiente, Javi se fue a trabajar y yo, como buen desempleado, me he quedado en su apartamento. Luego de recorrer toda la lista de reproducción de Netflix, y quedarme dormido por ratos en la sala, en el dormitorio y otra vez en la sala, decido que es necesario ponerme a hacer algo, de lo contrario, me volveré loco de aburrimiento. Faltan varias horas para que Javi regrese y vayamos a cenar, como él dice, a una cena romántica improvisada, previamente planeada, lo que me parece divertido y romántico a la vez.
Arreglo un poco el dormitorio y lavo los vasos y platos que hemos usado el día anterior cuando nos dio ganas de un snack de medianoche y cogimos un pedazo de pastel de fresas con crema con un vaso de leche con chocolate – como un intento de recordar nuestra infancia –. Una vez terminado todo el aseo, me dedico a arreglarme y prepararme para la cena.
Aunque no lo mencionamos oficialmente, esta cena la veo como nuestra segunda cita oficial y, espero con todas mis fuerzas, que sea mejor que la primera. He estado repitiéndome que no debo hacer alguno de mis dramas acostumbrados, ni tampoco alterarme por cualquier cosa que pueda pasar. Sobre todo, por comentarios que las personas puedan hacer al vernos, al final de cuentas, son cosas que siempre pasarán y no podemos evitarlo.
Dos horas más tarde, y después de haberme probado toda la ropa que tengo disponible en el apartamento, Javi llama a la puerta; no sé por qué, pero me encanta que haga eso. Yo corro a la entrada – me siento puro adolescente en su primer enamoramiento – y al abrir me lanzo a sus brazos y le planto un gran beso en su boca. Me encantan sus labios, lo tierno que me besa, y sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo.
Javi casi pierde el equilibro con mi abrazo, pero logra sostenerse sin problema y me devuelve el beso con tanta pasión, tanto amor, que me hizo estremecer.
- ¡Hola Javi!
- Me encanta este recibimiento.
- A mí me encanta tenerte aquí conmigo.
Luego de una corta, demasiado corta para mi gusto, sesión de besos, y eso que hice mi mejor esfuerzo por extenderla unos minutos más, partimos a la cena informal previamente planeada – Javi se ríe cada vez que lo digo – sin dejar de tomarnos la mano en todo el camino.
Aunque era muy obvio a donde nos dirigimos, me encanta que hayamos regresado al restaurante donde nos conocimos; sí, es cierto, no nos conocimos en el restaurante como tal, pero ambos habíamos ido a comer ahí e íbamos de regreso a nuestros vehículos así que, sí, aquel restaurante era muy importante para nosotros. Prácticamente es el motivo por el cual nos conocimos.
- Bienvenido ¿para cuantas personas desea su mesa? – genial, la anfitriona me acaba de ignorar. “No me debo molestar por nada. No me debo molestar.”
- Buenas noches. Solo para nosotros dos.
- ¿Dos? – puedo ver que Javi está algo molesto, pero no quiero que nada arruine la noche. Discretamente le tomo la mano y se la aprieto; él comprende mi mensaje porque casi instantáneamente relajó su rostro.
- Sí, por favor.
Luego de que la anfitriona nos condujera a la mesa, coloca un menú frente a Javi y, al ver que se llevaría el que se supone debe entregarme, le dijo: “Disculpe ¿puede dejar el otro menú por favor? Él también lo necesita. Ella abrió los ojos como platos mientras observaba a Javi, pero accede dejar el menú sobre la mesa.
- No te molestes Javi, hoy nada puede arruinar la noche.
- Es que no soporto que se porten de esa manera…
- No importa. Lo que importa es que estamos en el lugar donde todo comenzó.
Como ya tengo previamente decidido que comer, le pido a Javi que haga el pedido por mí en lo que voy al baño, de verdad necesito ir; a lo que él accedió sin problema. Justo cuando me levanto de la butaca, le dedico una mirada a Javi y, solo haciendo un gesto con mi boca, sin pronunciar sonido alguno, le dijo: “te quiero"; Javi instantáneamente se sonroja. Sin perder tiempo, me dirijo hacia el otro extremo del restaurante, pasando por la máquina de sodas, esquivando un par de mesas, hasta llegar a dos puertas, cada una con un cartel indicando cual es el baño de hombres, y cual el de mujeres. Me alegro al darme cuenta, luego de empujar la puerta respectiva, que el baño está vacío.
Luego de usar el mingitorio, me acerco al lavado para lavar mis manos; me veo al espejo. No puedo creer la gran sonrisa que tengo en mi rostro; no recuerdo cuando fue la última vez que me he sentido tan feliz, tan contento de estar con alguien. Luego de hacer un intento fallido de acomodar mi cabello, arreglar mi ropa, salgo del baño para regresar al lado de Javi.
Estoy a pocos pasos de llegar a la mesa cuando, al ver la escena delante de mí, me quedo helado, sin poder mover un solo músculo. No lo puedo creer; entre todas las posibilidades de todo lo malo que puede ocurrir, precisamente esto tiene que estar pasando justo hoy, frente a mí, con Javi. Por un momento pienso en simplemente marcharme, dar la vuelta y salir del restaurante, pero no puedo. No estoy seguro de que debo hacer.
Tumblr media
Javi.
- ¿Desea algo más?
- No, eso sería todo por ahora.
- En un momento le traigo su pedido.
- Gracias.
No puedo sentirme más feliz de lo que estoy en este momento; Diego en realidad me quiere. Esa canción que me dedicó anoche fue algo increíble y sé que es muy importante para él. Es su musical favorito.
- ¿Javi? – esa voz me suena familiar - ¡Javi! Que bien verte por acá.
De todas las sorpresas desagradables que pueden ocurrirme, precisamente tiene que pasar esta. Sin mayor ánimo miro un poco más allá de la mesa y puedo ver como se acerca a mí saludando con la mano.
- Hola, ¿cómo estás?
- Bien. Justo en ti estaba pensando; sabes, la última vez las cosas no salieron del todo bien y pues… me gustaría poder compensártelo de manera muy especial.
-Ah… no, no te preocupes, todo tranquilo. No pasa nada.
- Al contrario, de verdad tengo muchas ganas – se agarra la entrepierna – de compensártelo.
- Mira… ¿Matt? – el asiente – fíjate que tengo novio y justo estoy con él acá. Pero gracias por el ofrecimiento.
Definitivamente no le agradó el comentario por la cara de odio mezclado con asco que me dedica. Apenas hizo un gesto de despedida y se fue. Menos mal que Diego no estaba acá para no ver lo desagradable de este tipo.
Cuando Diego regresa a la mesa, no puedo evitar sonreír, de verdad me hace muy bien verlo y, casi al mismo tiempo, nos traen la comida. No estoy seguro, pero siento que hay algo que no está bien acá. En todo el rato que hemos comido, Diego apenas me ha volteador a ver; definitivamente algo le ocurre, pero no sé qué pueda ser. Ya casi hemos terminamos de comer y Diego ha estado muy callado y bastante serio; siento que está molesto por algo, pero, no sé la razón. Creo que será mejor esperar a estar solos para preguntarle si dije algo que no le agradara o hice algo que no le gustó. De verdad no quiero arruinar esta noche, otra más no.
Diego.
No logro entender como Javi conoce a Matt. Sí, es cierto, no le he contado lo que pasó entre nosotros, pero, no sé. No sé qué pensar. Aunque no quiero, no puedo evitar pensar que, tal vez, el haberme encontrado con Javi, y todo lo que ha pasado entre nosotros tan rápido, sea solo una broma pesada o algún tipo de venganza de Matt contra mí. Pero… no creo que Javi pueda prestarse a ese tipo de cosas, de verdad no lo creo capaz.
Es la primera vez que siento eterna una salida con Javi; quiero poner mi mejor cara, tener el mejor ánimo, pero no puedo. Creo que él se dio cuenta por la forma en que me ha estado mirando toda la noche y, puedo notar que cuida demasiado sus palabras. No quiero hacer un drama, en serio que no, pero es que no puedo comprender porque Matt… otra vez Matt aparece en mi vida y, sobre todo, con Javi.
Finalmente terminamos de comer, una cena muy incómoda a la que, por cierto, las personas que nos han atendido no ayudaron debido a que me han pasado ignorando desde que llegamos. Luego de pagar, nos levantamos y salimos del restaurante. Tomamos el ascensor para bajar al vehículo y, al ver que vamos solos nosotros, no puedo aguantar más, necesito preguntar qué está pasando. Necesito asegurarme de que no están jugando conmigo.
- Javi, esa persona que te saludó allá arriba ¿de dónde lo conoces?
- Es un amigo, nada más. A él…
- ¡Él es mi exnovio! - ¡Él es tu exnovio! – dijimos los dos al mismo tiempo.
- Sí. Él me hizo mucho daño. Fueron años de maltratos en los que viví con miedo y no pude hacer nada; algo te conté hace unos días.
- Diego yo… - puedo ver lo mal que se siente – yo no sabía –. Dejamos de hablar un momento en lo que nos subimos al vehículo y salimos del estacionamiento.
- ¿De dónde lo conoces?
- Lo conocí en un bar. Unos días después de encontrarnos contigo acá, no tuve noticias tuyas y él me llamó – a él también le dio su número. Se suponía que eso lo había hecho solo conmigo. Me estoy comenzando a sentir mal, bueno, peor… al final yo no soy tan especial para Javi por lo visto – y no sé. Fue una estupidez. Simplemente… seguimos hablando.
- Ustedes dos… – no puedo creer que preguntaré esto, es más, no lo quiero saber, pero no lo puedo evitar – ¿tuvieron sexo?
- Nosotros solo somos amigos. No sé siquiera si puedo decir que somos amigos, somos conocidos…
- ¿Estás seguro Javi? – en realidad, no me interesa ni quiero saberlo, pero no puedo evitar preguntarlo.
- Diego… yo te quiero, de verdad te quiero – esto comienza a sonar muy mal y creo que no me gustará la respuesta – él y yo, simplemente salimos a tomar algo, platicar…
- ¿Tuvieron sexo tú y Matt?
Javi bajó la cabeza. ¡Maldita sea! Yo sé lo que eso significa y aunque quiero que no me importe, si me importa. Todo lo que Matt me hizo, la forma de ser de él; no dejará en paz a Javi hasta que se aburra. Yo no puedo con eso, no quiero que él regrese a mi vida y… y eso implica alejarme de Javi. ¡Maldito universo! Siempre sabes cómo arruinarme la vida.
- ¿Puedes llevarme a mi apartamento?
- Diego… no… por favor. Hablemos.
- ¿Tuviste sexo con Matt? – otra vez baja la cabeza y puedo notar como se le quiebra la voz.
- Sí. Si lo tuvimos.
- Quiero irme a mi apartamento.
- Diego por favor. No me hagas esto.
- Lo siento… yo… yo no quiero que me importe, de verdad que no. Pero él es muy mala persona; me hizo mucho daño y yo sé, maldita sea, yo sé que tú no sabías nada de esto cuando hicieron… eso, pero no puedo tenerlo cerca de mí. Él no te dejará en paz – comienza a sonar el teléfono de Diego y puedo ver que el nombre de Matt aparece en la pantalla. Justo para confirmar lo que estaba diciendo. No puedo estar con Javi – ¿ves?, él es así. Perdóname, Javi, pero me quiero ir a mi apartamento.
- Por favor, Diego, ven conmigo.
- ¡No Javi! ¡No quiero estar contigo! – y por alguna razón comienzo a llorar; trato de controlarme, pero no puedo. Simplemente no logro dejar de llorar. Veo de reojo que Javi también llora, pero ya no dijo una sola palabra. Simplemente se ha limitado a conducir en silencio. Pasados unos minutos, puedo ver mi edificio; Javi detiene el vehículo delante de la puerta. El silencio dentro del vehículo es total. Quisiera que todo lo ocurrido fuese una broma, un mal sueño que he tenido, sin embargo, no es así. Javi conoce a Matt y yo no puedo estar ahí. Veo que Javi no puede verme a la cara, aprieta con ambas manos el volante del vehículo.
No puedo creer que, después de todo lo que hemos vivido, lo que hemos pasado, todo quede aquí. A pesar de toda la emoción, de cómo las cosas se fueron dando entre Javi y yo y en tan poco tiempo, nada de eso sirvió. De alguna manera Matt sigue causándome daño.
Han pasado unos minutos desde que llegamos; una parte de mí esperaba que Javi dijese algo, intentase, de alguna manera, arreglar las cosas, pero simplemente está en silencio. Lo veo una vez más. Al pensar que, seguramente, esta es la última vez que lo veo siento como se me forma un vacío en el estómago. Abro la puerta del vehículo y, sin decir nada, me bajo y me alejo.
Todo se ha acabado entre Javi y yo.
* Canción “Helpless” que forma parte del musical Hamilton.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 13 – Primera cita oficial.
MARTES.
Diego.
No tengo idea de que hora es. Creo que tenía mucho tiempo de no dormir tan bien como hoy. Había olvidado lo bien que se siente dormir sin presión de tener que despertar a una hora en particular, específicamente cuando ni siquiera ha salido el sol.
- ¡Mierda! ¿dónde estoy? – dije en voz alta una vez abrí bien los ojos. No reconozco para nada este sitio. La cama definitivamente está muy cómoda, eso no lo niego y, levanto la sábana para inspeccionarme, pasé la noche aquí porque no tengo puesta mi ropa, incluso visto una playera que no es mía – cierto, el apartamento de Javi – siento un gran alivio al recordar todo lo sucedido la noche anterior. Por un momento creí que había perdido la conciencia y me había terminado involucrando con un perfecto desconocido que, seguramente, intentó robarme el hígado, pero no lo logró entonces… ¿me dejó descansando en su cama? Sí, hasta a mí me suena ridícula la idea.
¿Qué se habrá hecho Javi?, me estiro un par de veces en la cama, y luego me pongo de pie. Lo primero que pienso es en ponerme algo un poco más apropiado, pero, ya Javi me ha visto con lo que tengo puesto así que creo que está bien. Recorro el apartamento, el cual es increíblemente inmenso; no veo rastros de Javi por ningún lado. Revisé en la sala, la cocina y hasta en el estudio que encontré justo detrás de una puerta inteligentemente colocada entre dos columnas haciéndola parecer casi invisible, pero, Javi no está.
Regreso al dormitorio y, justo cuando cojo el teléfono para escribirle y preguntarle donde se ha metido, desbloqueo la pantalla y noto que tengo una notificación de WhatsApp, seguramente llegó mientras estaba dormido. Se que debería de estar buscando a Javi con un poco más de empeño, incluso ir a recepción a preguntar por él, pero, la curiosidad puede más así que, está decidido, primero leeré el mensaje.
- Hola Diego. Tuve que venir a la oficina a hacer unas cosas y creo que me tomará toda la mañana y parte de la tarde. ¿Sabes? Estaba recordando que no hemos tenido nuestra primera cita oficial, ¿tú qué dices? 🤔
- ¡Hola! Ya me había asustado de que no te encontré por ningún lado – de verdad estoy un poco asustado –. Pues tienes razón. No hemos tenido una primera cita oficial, aunque ya hemos pasado noches juntos… y eso me encanta.
- Imagínate lo que pasaría si ya hubiésemos tenido nuestra primera cita 😈. Son bromas Diego. Pues estaba pensando que deberíamos de tener nuestra primera cita entonces.
- ¡Genial! Dime, ¿qué tienes en mente?
- Es una sorpresa.
- No se vale. No me dejes con la duda. 😞
- Listo, ya lo dije aquí, en mi oficina, en voz alta.
- Bobo 😆 obvio no pude escucharte. Escríbemelo por acá.
- No se puede, es un secreto de estado. Lo siento 😢
- Ok, al menos dime donde te veré para llegar y a qué hora estar ahí.
- ¿Cómo crees Diego?
- Entonces ¿qué hago?
- Relájate este día y luego ponte lindo y guapo como siempre. Yo paso por ti a las 7:00 p.m.
- Pero dime a donde iremos para saber que ponerme.
- Como te arregles estarás perfecto mi amor – leer estas últimas dos palabras me hacen sonrojar como nunca. Alguna vez había soñado tener una relación y ser querido, pero esto que estoy viviendo es mucho mejor que cualquier sueño.
- Bueno, está bien Javi. Acá estaré esperándote. ¿Seguro no quieres que llegue yo mejor?
- No Diego. Yo iré por ti. A mi me toca irte a traer y a ti te toca… verte lindo.
- Te quiero Javi.
- Yo también te quiero Diego.
Llevo un poco más de una hora de haber despertado y… no tengo idea de que hacer. A mi favor puedo decir que me encuentro en un apartamento, que no es el mío, con todo el tiempo libre, sin ninguna responsabilidad o cosas pendientes por hacer debido a que ayer me despidieron de mi trabajo. Pasé gran parte de la mañana viendo mi teléfono, luego me cambié a Spotify y puse a reproducir el soundtrack de Hamilton, un musical con el que sigo soñando algún día poder ir a New York a verlo, mejor si es en compañía de Javi. Justo cuando voy por la mitad de la lista, decido que es momento de aventurarme a explorar más despacio el apartamento. Es increíblemente inmenso y tiene varios ambientes; el mío apenas es un único ambiente dividido por libreras colgadas del techo. Algo que puedo notar es que Javi tiene todo perfectamente ordenado y limpio, algo que me agrada mucho porque yo soy igual. A pesar de ser un gran lugar, no me tomó demasiado tiempo recorrerlo todo así que, una hora después, me encuentro nuevamente en el dormitorio, sentado en la orilla de la cama y con la misma pregunta en mi cabeza: “¿Qué hago mientras regresa Javi?”.
Luego de meditarlo y deliberar por varios minutos, decido mudarme a la sala, al menos para cambiar la vista; prendo el televisor y entro a navegar por las listas de reproducción de Netflix. La primera que reviso es la lista que Javi tiene armada. Varias series y muchas películas de terror, en realidad, casi todas son películas de terror y una que otra comedia; esto, definitivamente es un punto a su favor porque si hay algo que me encanta son las películas de terror, pero, por esta vez, decido por una serie LGBTQIA que trata sobre un chico de nombre Víctor. Por lo que pude ver Javi ya va por la mitad de la segunda temporada.
Cerca de mediodía, mi teléfono vibró; es un mensaje de Javi que me ha escrito por WhatsApp avisándome que en el refrigerador puedo encontrar unas hamburguesas que ya vienen preparadas, basta solo con meterlas unos minutos al microondas, sin embargo, en este momento me siento tan emocionado por nuestra primera cita oficial, que no tengo apetito y, lo que menos puedo, es pensar en comer. Durante toda la tarde me la paso dando vueltas por todo el apartamento, sacando la ropa que traje y revisando prenda por prenda intentando localizar la ideal para nuestra cita a la que, por cierto, no sé donde será o siquiera que iremos a hacer.
Veo la pantalla de mi celular. Son las cinco de la tarde. Desbloqueo la pantalla y nuevamente activo la lista de reproducción de Spotify y me meto a darme una ducha que fue lo suficientemente larga, como para que terminara de sonar el primer disco de Hamilton, por segunda vez en el día. Paso unos minutos secándome todo el cuerpo y mucho más tiempo luchando por peinar mi cabello. Fracaso rotundo. Por más que intenté de mil maneras, teniendo el cabello mojado, seco, húmedo, no pude hacer un gran peinado; lo más que logré fue evitar que me tapara los ojos levantándolo en un medio flecho hacia la izquierda que me cubre toda la frente. Es lo mejor que puedo hacer. Sobre la cama tengo colocada toda la ropa que traje; por segunda vez inspecciono que puedo ponerme y que me haga ver lo suficientemente bien para estar a la altura de Javi a quien, si he de decirlo yo, cualquier cosa que se ponga se ve muy bien. Por fin escojo unos jeans azules, una camisa negra, junto con un cincho de tela también de color negro, al igual que las zapatillas.
Justo acabo de atar la segunda zapatilla cuando escucho que suena el timbre de la puerta; veo de reojo el reloj que cuelga en la pared del dormitorio. Siete en punto. Me levanto de un salto y camino hacia la puerta de entrada; giro la perilla y abro.
Tumblr media
Javi.
A pesar de que tuve mucho trabajo en la oficina, me resultó extrañamente difícil concentrarme; no puedo dejar de pensar en que Diego se encuentra en mi apartamento justo en este momento; Diego, el hombre que conocí en un ascensor, que, por alguna razón que sigo sin conocer, despertó un interés muy especial en mí y que pensé no lo volvería a ver después de ese día. Luego nos volvimos a encontrar algunos días después, pero creí, por segunda vez, que no lo volvería a ver. Y ahora aquí estoy, pasando ansioso todo el día y revisando el reloj cada cinco minutos impaciente por qué ya sean las siete de la noche. Hoy es, al fin, nuestra primera cita oficial. Que irónico suena decirlo, pero, en realidad, no hemos tenido una cita, a pesar de haber pasado un par de noches juntos.
En realidad, no sé de dónde salió la idea, pero he preparado toda una velada que quiero que sea especial; es cierto, no conozco muy bien los gustos de Diego – nota mental: averiguar que le gusta comer, a donde le gusta ir y… básicamente, conocer todo sobre Diego – pero confío en que lo que he elegido si le agrade, al menos estoy seguro de que servirá para que me conozca un poco más, y también yo conocerlo.
Juro que siento que este día tiene unas treinta horas. Después de toda una tarde de llamadas, reuniones virtuales y miles de papeles que firmar, algunos ni siquiera me detuve a leer, por fin llegó el momento. Ya debo ir a traer a mi novio… ¡qué bonito se escucha decirlo!, mi novio. Me siento como si fuera una quinceañera aunque es algo que jamás creí que yo diría, “mi novio".
Hasta el momento todo marcha bien. Llegué a tiempo al apartamento y… faltan dos minutos nada más para que sean las siete. ¿Está bien mi aliento? ¿Me veré bien? De verdad espero que le guste. Un minuto más. Jamás me había percatado lo grande que es el pasillo y, ¿esas letras al lado de mi puerta siempre han estado ahí? “15 JC". Llevo varios años viviendo aquí y, hasta hoy, me doy cuenta que el número de mi apartamento está colocado afuera. En mi defensa, debo decir que es algo pequeño.
- Las siete en punto – me digo a mí mismo al ver el reloj, es tiempo de comenzar. Llamo a la puerta y, cuando escucho los pasos de Diego acercándose mi corazón comienza a latir muy rápido. Por alguna razón estoy muy nervioso.
- ¡Hola! – que lindo se ve sonriendo.
- Bobo, ¿por qué tocas? Es tu apartamento.
- Pero es que hoy vine en plan de recoger a mi novio.
- De verdad no tienes que hacer nada especial, con estar a tu lado me basta.
- No. Hoy es especial, es nuestra primera cita oficial.
- ¿Qué tienes pensado?
- Si me acompañas te lo podré mostrar – y le extiendo mi mano para que coloque la suya encima. Le doy un beso en su mano y, tras cerrar la puerta, lo conduzco hacia el ascensor.
¡Mierda! justo cuando se abre la puerta del ascensor me llevo la desagradable sorpresa que, junto con nosotros, bajará la misma señora que unos días atrás me dio un sermón de su vida correcta. Mi primer pensamiento es tomar el siguiente ascensor, pero, antes de poder decir algo, Diego ya se ha metido. No importa, no dejaré que eso importe. Nada podrá arruinar esta noche.
- Buenas noches – saludamos en coro con Diego a la señora. Ella solamente se limitó a vernos con un gesto despectivo y girar la cabeza hacia el lado donde no estábamos. Diego me vio con cara de no saber que pasaba, pero solo hice un gesto de: “No le hagas caso. Está loca”. Creo que me ha entendido a la perfección. Pero eso no evitó que la señora hiciera uno de sus comentarios molestos.
- Le recuerdo… señor, que este es un edificio respetable, no esté metiendo a sus – y me lanzó una mirada reprobatoria – sean lo que sean. Aprenda a respetar a sus vecinos.
- ¡Usted no es nadie para decirme que hacer con mi vida!
- Haga con su vida lo que mejor le parezca, pero fuera de este edificio. Vivimos gente decente, hay niños que no tienen porque estar presenciando a esos tipejos que acostumbra a traer por todos lados. Dan asco – y clavo su mirada en Diego, quien, inevitablemente se le veía completamente incómodo. Verlo como se sonroja y baja la mirada como tratando de ocultarse o esperando a que el piso del ascensor repentinamente se abriera bajo sus pies para caer y quedar fuera de la vista de la señora, hizo que me enfureciera.
- ¡Si no le parece entonces váyase a la mierda! ¡Aquí a nadie le llamará tipejo! Vieja… -
- Javi – Diego me ve con mirada suplicante – no, déjalo ahí – no sé si fue el temor en sus ojos o el tono lastimero con que me habló que lo único que pude hacer fue intentar tomarle la mano, pero él apartó la suya. Creo que está verdaderamente incómodo.
- Lo siento Diego – fue todo lo que se me ocurrió decirle. Al menos si pude dedicarle una mirada de odio a la señora que, al ver la reacción de Diego, dibujó en su rostro una sonrisa de satisfacción.
***************************
- ¿Estás bien Diego? – se hundió un poco más en el asiento del vehículo.
- Sí Javi. Todo bien.
- ¿Seguro? Es que te veo muy… callado.
- Es que no me gusta que la gente se porte de esa manera con nosotros. No le hicimos nada y ella… dijo lo que dijo – y se encogió de hombros.
- No le hagas caso. Ella siempre que me ve me hace esos comentarios. No dejemos que una vieja cuadrada nos arruine la noche… es nuestra primera cita oficial.
- Sí, sí… - puedo ver que una sonrisa aparee en su rostro lo que me deja más tranquilo – tienes razón. Es nuestra primera cita oficial – y se acercó a darme un beso en la mejilla. En serio, no sé qué está pasando, pero con ese beso, logró arreglar por completo el momento. El resto del camino no fue necesario seguir hablando; Diego se recostó en mi hombro y puso su mano sobre mi pierna. Me encanta tenerlo tan cerca de mí.
¡Maldito universo! Como jamás puede estar de mi lado, cuando llegamos al cine nos llevamos la sorpresa que, perdimos tanto tiempo buscado un espacio donde estacionar el vehículo que la función ya ha comenzado. Traté de hablar, vale, hasta supliqué que nos dejaran entrar, aunque ya hubiese comenzado, pero nada. No logré convencer al de la taquilla. Normalmente me hubiese sentido mal, pero, en este momento, me sentía peor. Especialmente porque Diego me dijo, cuando le comenté que película veríamos, que desde hace semanas ha tenido muchas ganas de verla.
Puedo ver en su rostro un poco de decepción, no sé si decepcionado de mí o de que nos están saliendo mal las cosas lo que, finalmente, es a causa mía. Trato de reponerme y le sugiero que, en vista de que el cine no pudo ser, vayamos a comer; él accede inmediatamente y me acaricia discretamente la mano. Logra sacarme una sonrisa y sonrojarme un poco.
Al menos el restaurante si está abierto; logramos estacionarnos sin perder tanto tiempo. En cuanto apago el vehículo, me bajo y corro hacia el lado del copiloto; Diego me observa con curiosidad desde adentro; le dedico una sonrisa y abro la portezuela para que pueda bajarse. Él se sonroja por completo y me mira directo a los ojos; tiene esa cara de bobo que tanto me gusta y una sonrisa tan grande que no me queda duda que está feliz. Al entrar al restaurante, le dedico una mirada a Diego y me acerco a la señorita que está en la puerta; ella, muy amablemente me saluda y me pregunta cuantas personas me acompañan.
- Solamente somos dos – ella asiente y toma dos cartas – solo somos mi novio y yo – ni bien termino de hablar puedo ver como cambia la sonrisa de su rostro por una expresión seria. Colocó las cartas en el mismo lugar de donde las había tomado.
- Lo lamento. No puede entrar – de reojo puedo ver que Diego me observa muy atento desde atrás
- Disculpe ¿hay algún problema?
- Señor, no podemos permitirle el ingreso. Este es un restaurante familiar – y levantando la mano por lo alto hizo un gesto como llamando a alguien.
- Si, yo sé. He venido otras veces y no he tenido problema alguno. No veo cual es el problema ahora para dejarnos entrar.
- Buenas noches caballero ¿hay algún problema? – una voz grave me hizo girar en mi sitio. Frente a mí apareció un hombre bastante alto y fornido; por el traje que viste puedo deducir que, seguramente, es el gerente del restaurante.
- Sí, buenas noches. Estoy pidiendo una mesa para poder cenar con mi novio, pero me están diciendo que no me pueden permitir el ingreso.
- Lo lamento, caballero. Este es un restaurante familiar y no podemos permitirnos tener este tipo de… espectáculos – estaba a punto de gritarles, preguntarles que mierda se creen, pero Diego me tomó de la mano y me dio un par de jalones. Yo me giré hacia él. En sus ojos puedo ver que me está pidiendo, suplicando que nos vayamos. Tiene exactamente la misma expresión que puso en el ascensor. No quiero hacerle pasar otra escena tan mala como la del ascensor, le lanzo una mirada de odio al gerente y mucho más odio a la señorita, y salimos del lugar, nos subimos al vehículo y emprendemos nuestro camino.
Hasta este momento no nos hemos dicho palabra alguna. Solo vamos en el vehículo, uno al lado del otro, tratando de digerir lo mal que ha salido esta noche, nuestra primera cita oficial. Siendo muy honesto, creo que toda la noche salió mal por culpa mía. La señora, en parte, tuvo razón en lo que me dijo, yo debí de haber llevado un estilo de vida un tanto más relajado. Y el cine, debí tomar en cuenta lo difícil que sería conseguir estacionamiento. Y en el restaurante, no debí decir que era mi novio, aunque, tampoco es justo que tenga que sentirme avergonzado de tener uno. Pero yo, y solo yo, eché a perder toda la noche. Creo que está demostrado que no sirvo para las relaciones sentimentales. Diego merece algo mejor que yo.
No tengo ánimos de hacer algún otro intento que, seguramente, saldrá mal; así que lo único que se me ha ocurrido es regresar a mi apartamento. Puedo ver lo decepcionado que está Diego, tanto él como yo nos hicimos muchas ilusiones con esta primera cita oficial. Pero ver esa decepción en el rostro de mi novio, me hace sentir aún peor.
Hasta que llegamos al apartamento, ninguno de los dos habló; ni en el vehículo, tampoco en el ascensor y aún menos en el pasillo. En cuanto entramos, cojo a Diego de la mano y me paro delante de él. Estoy temblando de los nervios.
- Diego yo… – la idea de que todo lo malo que salió esta noche ha sido mi culpa me está rondando en la cabeza y no me deja pensar en otra cosa. Quiero decir algún discurso que logre solucionar todo, sin embargo, estoy en blanco. Simplemente digo lo primero que se me viene a la mente – yo no sirvo para esto.
- ¿Qué quieres decir?
- Esto. Nosotros. No sé manejar una relación. Mira como salió todo de mal hoy; todo fue mi culpa. Creo que puedes estar con alguien mejor, mucho mejor que yo – una lágrima corre por el rostro de Diego, pero no me dejó acercarme a limpiarla – lo que quiero decir es… yo no tengo experiencia en esto y, por lo que veo, se me da muy mal. No estoy hecho para tener una relación.
- Dime claramente lo que me quieres decir.
- Yo… tú… Diego… yo, yo no sé si esto va a funcionar – genial. Si creía que la noche no podía empeorar, acabo de demostrar que soy capaz de hacerlo. Diego no dice palabra alguna; me ve con los ojos llenos de lágrimas y la boca abierta., pero, en silencio. No necesito ser un experto para darme cuenta de que lo he lastimado, lo que no puedo saber es hasta qué punto lo hice.
- Javi… no lo dices en serio. No lo puedes decir en serio – se alejó un poco de mí - ¿Qué… qué te pasa? No lo puedo creer. Tú… tú estás terminando conmigo.
- Yo… - no sé qué decir. Lo único que sé es que acabo de arruinarlo todo.
- Sé que una relación no es fácil, tampoco soy un experto en ellas, pero… ¿es en serio Javi?
- Diego, solo mira como salió todo hoy. Yo… yo no sirvo para esto.
- ¡Si eso piensas entonces ¿para qué me has ilusionado?!
Eso fue todo. Diego lloraba profusamente y, sin decir una sola palabra más, pasa esquivándome y salió corriendo por la puerta.
Por una fracción de segundos me quedo parado, inmóvil, pensando en lo que acabo de hacer, de decir. Y entonces cuando reacciono. No puedo dejarlo ir, no así. No me puedo dar por vencido solo porque tuvimos una mala cita; Diego no se lo merece, yo no me lo merezco. Me limpio las lágrimas de mi rostro y salgo corriendo al tiempo que grito por el pasillo: ¡Diego! ¡Espera!
No lo encontré afuera del apartamento.
No tengo tiempo para esperar a que llegue el ascensor así que bajo de dos en dos las gradas hasta llegar al Lobby, en donde me crucé con José, pero no me detuve a saludarlo, ni siquiera lo volteé a ver.
“Aún está su vehículo en el parqueo”, me dije a mí mismo cuando lo vi en el estacionamiento de visitas, pero ¿dónde está Diego? Busco mi teléfono en el bolsillo del pantalón y también en el de la chaqueta. Perfecto, lo he dejado arriba. Me parece increíble que, por segunda vez, debo salir corriendo de mi apartamento a buscar a Diego y, lo peor es que, en ambas ocasiones, ha sido mi culpa.
Al llegar a la calle, no veo rastro alguno de Diego; tal vez, ahora que he bajado corriendo por las gradas, Diego aún esté en el edificio. Puede ser que venga bajando en el ascensor. Justo cuando me iba a girar para entrar de regreso al edificio, algo llama mi atención. Una sombra al otro lado de la calle, justo frente al edificio. Trato de aclarar la imagen y… ¿podrá ser?
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 12. La noticia.
LUNES.
Javi.
Después que terminamos de comer, le dije a Diego que fuéramos en mi vehículo a su apartamento a traer las cosas, y así, él no tuviese que sacar el suyo del parqueo de visitas, no fuera a ser que se quedara sin espacio, lo cual sucede con demasiada frecuencia en este edificio. Para ser honesto, eso fue solamente una excusa para poder irnos en el mío pues sé perfectamente que, al ir camino a su apartamento, Diego se acomodará en el sillón del copiloto de manera que recostaría su cabeza en mi hombro. Me encanta cuando hace eso.
Sentir en mi hombro su cabeza durante todo el camino y su mano apoyada tiernamente en mi pierna fue algo increíble. Por momento apoyé mi cabeza sobre él; juro que, en este punto de mi vida, no existe algo mejor que estos gestos, estos minutos donde puedo sentir que de verdad Diego siente algo por mí, algo sincero y puro. Todo esto es nuevo para mí. Fueron unos cuantos minutos para llegar; intenté ingresar al parqueo de visitas, pero estaba lleno.
- ¿No te molestaría esperarme acá unos minutos? – me dijo Diego mientras me daba un beso en la mejilla – yo subiré rápido a traer unas cuantas cosas y bajo cuanto antes.
- Vale. Yo te espero acá Diego – con esos detalles, esos gestos ¿cómo decirle que no?
Diego bajó del vehículo y entró corriendo al edificio. Mientras veía como desaparecía detrás de las puertas de cristal, me di cuenta de que, en realidad, estoy enamorado; por primera vez puedo decir que estoy enamorado de un hombre, precisamente de ese hombre que acaba de entrar al edificio. Estoy enamorado de Diego. No sé como sucedió, ni siquiera estoy seguro de cuando comencé a sentir todo esto por él; es cierto, no ha pasado mucho tiempo, apenas son días desde que nos conocimos y mucho menos lo que hemos podido compartir. No sé nada sobre él, apenas le he podido contar sobre mí, pero, de alguna manera, él ha entrado en mi corazón. Tengo miedo. Miedo porque no sé bien que debo hacer, no sé que debo decir o como debo comportarme con Diego. No quiero echar a perder esto y eso me da más miedo aún… hasta que lo veo – realmente no se tardó nada en su apartamento, apenas subió hace unos quince minutos y ya está saliendo –, cada vez que lo veo siento que algo se mueve dentro de mí y todo vuelve a estar bien. Él me da tanta paz; me da tanta seguridad… solo quiero que lo sepa y que, a pesar de lo poco que hemos compartido, sepa lo mucho que me importa, lo mucho que quiero hacerlo feliz; quiero que él pueda también sentirse tranquilo estando conmigo, que pueda sentirse bien, tal como él me hace sentir a mí.
Diego.
Corrí lo más rápido que pude. No quiero separarme demasiado tiempo de Javi. En mi apartamento cogí lo que encontré a la mano y que me fuera estrictamente necesario: unos cuantos cambios de ropa, mi cepillo de dientes, otro par de zapatos, el cargado de mi teléfono – aunque en realidad estando con Javi no necesito usarlo –, y un pequeño chocolate que tenía guardado para algún momento especial, justo como este. Espero que le guste el chocolate blanco. Tomé todo y lo guardé nada cuidadosamente en una mochila y bajé corriendo; ni siquiera quise esperar el ascensor para no perder más tiempo.
Ver el vehículo de Javi estacionado afuera de mi edificio esperándome hace que mi corazón comience a latir fuerte y se acelere; no sé porque, pero estoy nervioso, como ansioso y emocionado a la vez. Me acerco a la puerta del copiloto y Javi, con un gesto de mano me da indicaciones de que la puerta de atrás está abierta para que coloque ahí mis cosas. Yo obedientemente lo hago, luego abro la puerta y me subo al carro. Apenas me he terminado de sentar y Javi me dedica una sonrisa que, debo decirlo, me derrite. No puedo evitar sonrojarme y también sonreír. Soy feliz.
- Me encanta cuando sonríes y, estoy seguro, que estás sonrojándote.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque ya te voy conociendo Javi.
- No… no me estoy sonrojando – era obvio que sí lo estaba.
- Hasta tu voz te delata Javi.
Creo que Javi se dio cuenta que esta discusión no podrá ganarla y, para evitar perder, hizo lo único con lo que, definitivamente podría dejarme callado: plantarme un beso en la boca. Sentir sus labios sobre los míos; sus manos acariciando mi rostro, mi cuello y poder percibir todo ese sentimiento que tiene por mí, simplemente me conmovió demasiado. Puedo sentir como se llenan mis ojos de lágrimas, aunque estoy haciendo mi mejor esfuerzo por no derramar ni una sola. Quiero llorar, no de tristeza, sino de felicidad, porque siento que he conocido a la persona de quien me puedo enamorar realmente, a quien puedo darle todo mi amor porque sé que también me lo dará… el hombre con quien podré ser feliz.
Obviamente este no es nuestro primer beso, pero lo siento muy diferente a los demás; este beso lo siento aún más honesto, más auténtico. Creo que nos estamos diciendo lo mucho que nos queremos sin siquiera usar una sola palabra, especialmente Javi. Puedo ver que él también tiene los ojos humedecidos y, a pesar de estarme besando, está sonriendo. Sus manos se sienten tan bien, las caricias que me da son tan especiales, no lo puedo negar: de verdad quiero demasiado a Javi; él apareció de repente en mi vida y, en tan corto tiempo, ha entrado en mí y me ha dado tanto para ser feliz.
- Ya podemos regresar a tu apartamento – le dije a Javi cuando finalmente terminamos de besarnos luego de varios minutos.
- No Diego. Aún no – en realidad, no me esperaba esa respuesta.
- ¿Vamos a… ir a otro lado? – solamente negó con un movimiento de cabeza – entonces… ¿quieres subir a mi apartamento? – solo sonrió.
En este punto siento que no comprendo bien que es lo que quiere Javi, o a donde quiere que vayamos. Javi me mira por unos segundos, luego coge su teléfono, lo desbloquea y comienza a buscar algo; yo simplemente lo veo intentando descifrar que es lo que quiere.
Javi.
- Soy… malo para decir lo que siento, para expresar lo que quiero y… - ¡maldita sea! No creí que me pondría tan nervioso ahorita; hasta la voz me está temblando – no quiero arruinar esto que tenemos Diego así que… - aunque Diego me está viendo con cara de no comprender de que estoy hablando, creo que yo tampoco me comprendo muy bien, presionó play en mi teléfono y cojo la mano de Diego.
“How can I love when I'm afraid to fall but watching you stand alone? all of my doubt suddenly goes away somehow one step closer...” *
Ninguno de los dos dice palabra alguna mientras suena la canción; Diego trata de verme a los ojos, pero, por momentos, aparta la mirada y solo logra apretarme la mano; yo se la aprieto de vuelta. Justo cuando la canción llega al coro, Diego levanta la mirada y la clava en la mía; puedo ver como las lágrimas brotan de sus ojos, una tras otras; corren por sus mejillas y rodean esa gran sonrisa que tiene en los labios.
Durante los casi cinco minutos de la canción simplemente nos quedamos quietos, tomándonos de las manos y viéndonos a los ojos. Este momento es sencillamente perfecto.
“…time has brought your heart to me I have loved you for a thousand years I'll love you for a thousand more…”
Apenas terminaba la canción cuando, de repente, Diego se abalanzó sobre mí y me abrazó; yo inmediatamente le devolví el abrazo y nos quedamos así, apretándonos mutuamente. Puedo sentir sus lágrimas caer en mi hombro, su corazón latiendo a mil por hora pegando en mi pecho y sus manos presionadas en mi espalda intentando no soltarme y, la verdad, no quiero que me suelte jamás. He de decir que yo también estaba llorando; todo esto que estoy viviendo, el estar con Diego justo ahora, todo parece que fuese un sueño, un sueño que se está haciendo realidad.
Luego de que logramos calmarnos y, obviamente, después de tener una justa y merecida sesión de besos apasionados, nos acomodamos en nuestros asientos y emprendimos el regreso a mi apartamento, lo cual no nos tomó demasiado tiempo.
Lo primero que hice al llegar al apartamento fue vaciar una gaveta del armario para que Diego pudiese guardar su ropa; al inicio protestó y trató de enumerar muchas razones por las que no debía tomar la gaveta, pero, cuando se le acabaron, termino accediendo.
- ¿Qué te parece si nos cambiamos y nos metemos a la cama? Podemos ver algo de Netflix antes de dormir.
- Genial, iré al baño a cambiarme entonces.
- Si piensas ir al baño para que no vea tu tallado bóxer que cargabas ayer y que dejaba poco a la imaginación… créeme, lo vi anoche… y también hoy en la mañana – disfruté viendo como Diego ponía los ojos como dos grandes platos y se sonrojaba hasta la punta de las orejas.
- ¿Cómo… cómo lo viste? – pero en lugar de responder simplemente me acerqué a él y lo abracé. Diego me devolvió el abrazo acompañado de un beso tan tierno, tan lleno de sentimiento, que me hizo sentir el más dichoso del mundo. Le devolví el beso también y lo abracé más fuerte todavía. Sin darnos cuenta, estábamos envueltos en una guerra de besos y abrazos que nos condujo directamente a la cama; yo quedé sobre Diego.
Tumblr media
Nos acomodamos un poco y seguimos en nuestro intercambio de besos; Diego me rodeó el cuerpo con sus piernas y yo no paraba de besarlo. Esto se estaba saliendo de control.
Con gran, y de verdad, gran esfuerzo, logré parar de besarlo por un minuto y me quedé viéndolo a los ojos fijamente.
- ¿Anda todo bien?
- Sí, nada podría ser mejor – pero la verdad es que no estaba seguro de pasar al siguiente nivel tan rápido. No quiero que fuera nada más sexo y ya; este momento tiene que ser especial, tiene que significar algo para ambos y creo que Diego piensa igual porque no deja de mirarme y tiene ese rostro de bobo que me encanta.
- ¿Qué dices si - se aclaró un poco la garganta – si nos cambiamos para dormir?
- Me parece genial
E inmediatamente nos levantamos cada uno de un lado de la cama; muy discretamente comencé a quitarme la ropa al igual que Diego. No lo puedo evitar, cada tanto veo de reojo a Diego; hace todo lo posible para no mostrar su cuerpo, pero, debo decirlo, me encanta todo lo que he podido ver hasta ahora, sobre todo ese bóxer negro que tiene puesto hoy. Le talla muy bien.
Una ver terminamos de cambiarnos, nos metimos bajo las sábanas y, no lo podemos evitar, comenzamos a besarnos nuevamente. En muy poco tiempo la situación comenzaba a salirse de control; de alguna manera logro volver a colocarme encima de Diego, aprisionándolo entre la cama y mi cuerpo; él, magistralmente, metió sus manos debajo de mi playera para acariciarme la espalda; cada caricia me provocaba escalofríos que recorren todo mi cuerpo y provocan que se erice mi piel. Es inevitable lo que está sucediendo; puedo sentir como Diego está muy… “emocionado” por la situación y, obviamente, él también puede sentir la mía.
Hice un intento de quitarme de encima de Diego, pero, en un descuido, él rodeó mi cuerpo con sus piernas provocando que quedáramos más pegados lo que desembocó en besos más apasionados, caricias más intensas y emociones más notorias.
- Diego… mañana debes madrugar – no puedo dejar que pase así, tan improvisado, tan poco especial – tenemos que parar.
- Yo… ya no debo madrugar.
- ¿Qué? – Inmediatamente me incorporé y me puse de rodillas a un lado de Diego. Puedo ver como él apartó su mirada de mí y puso una expresión de preocupación, vergüenza e incomodidad - ¿Por qué no tienes que madrugar mañana Diego?
- Es que… - está notoriamente nervioso – hoy, cuando llegué al trabajo me llamaron la atención – le cuesta demasiado hablar en este momento – y me despidieron.
- ¿Por qué no me habías contado? ¿No hay algo que puedas hacer?
- No, definitivamente no. Eso lo dejaron muy claro.
- ¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron?
Diego se sentó en la cama mientras se aprieta frenéticamente las manos; no puede verme al rostro. Tiene su mirada hacia abajo, puedo notar que está realmente avergonzado. Ver su reacción me hace sentir mal conmigo mismo; mi intención fue solamente preguntarle, jamás incomodarlo, al contrario, quiero ver si hay alguna posibilidad de ayudarlo, o al menos apoyarlo, al final, es lo que hacen los novios. Es lo que quiero hacer.
- Mi amor… - ¿en serio le acabo de decir “mi amor”? ni siquiera lo pensé, simplemente se me salió. Pude ver cómo, por una fracción de segundo, se le iluminó el rostro a Diego; su mirada está fija en mí y sus ojos están llenos de lágrimas a punto de salir – mi amor, dime, ¿qué pasó? No te sientas mal.
- Es que llegué a la oficina un poco tarde – las lágrimas comenzaron a correr por su rostro – no fue para tanto. Una hora como máximo, y me mandaron a llamar de Recursos Humanos para darme una gran reprimenda por mi comportamiento y mis llegadas tarde. Lo peor es que jamás llego tarde, jamás falto.
- ¿Les dijiste algo? ¿Qué revisaran tu expediente o algo?
- No. No tuve oportunidad. Solamente pudieron hablar ellos explicando que yo… – apenas logra hablar, las lágrimas se lo están dificultando. Quiero poder hacer algo para consolarlo, es lo que se espera de cualquier novio, sin embargo, aquí estoy y, como siempre, estoy fallando rotundamente – yo no cumplía con mi horario. No mostraba apoyo a la organización, ni tampoco me esforzaba por dar un extra. Después de eso, simplemente me entregaron un sobre. Yo lo tomé y lo abrí. Era mi carta donde explicaba que me estaban despidiendo con justa causa y que, sin perder tiempo, debía abandonar las instalaciones inmediatamente. Después de eso, quise ir por mis cosas, un libro y cosas así, pero… pero… - Al verlo llorar tan desconsolado me quedé congelado. Realmente me siento impotente en este punto y, lo único que se me ocurre, es poner mi mano en el hombro como diciendo: “Quiero ayudarte, pero no tengo ni puta idea de cómo hacerlo" – no me dejaron. Un guardia de seguridad me acompañó por todas las instalaciones hasta que salí del estacionamiento. Yo, yo quise contarte hoy temprano, pero – bajó la mirada y soltó un gran suspiro – no encontré el momento. Todo el día estuvo tan bien, que no quise estropearlo.
- Diego… – ¿qué puedo decirle que logre mejorar este momento? Estoy en blanco. Definitivamente soy muy malo para esto – no te preocupes. Jamás, jamás algo que quieras contarme puede estropear las cosas, al contrario, aquí estoy para escucharte y ayudarte.
Y eso fue todo. No sé qué más puedo decir así que me limité únicamente a abrazarlo. Diego escondió su rostro en mi hombro y comenzó a llorar aún más fuerte. Sigo estando en blanco; no sé siquiera si decirle algo estará bien así que, únicamente pongo mis manos en su espalda y le doy unas pequeñas palmadas. Poco a poco se fue calmando; con mucho cariño levanto su cabeza, limpio los rastros de lágrimas de su rostro y le doy un beso en su mejilla. Él sonríe tímidamente y, sin decirnos nada, decidimos volver a acostarnos. Diego se acurrucó entre mis brazos hasta que se quedó dormido; no pasaron muchos minutos para que yo también me durmiera abrazándolo y con una idea fija en mi mente: “Diego merece un mejor novio. Yo soy una mierda. Yo no soy lo que Diego necesita".
* Canción “A Thousand Years” de Christina Perri.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 11. Diego y Javi.
SEGUNDA PARTE. Conociéndose.
Capítulo 11 – Diego y Javi.
DOMINGO.
Diego.
- Vale, vale, vale, ¿estás seguro de que es lo que quieres Javi? – aún no podía creer que estaba en su apartamento, nos estábamos besando y, por primera vez, me he atrevido a preguntarle a alguien si quiere ser novio mío. Apenas logré soltarlo y dar un par de pasos hacia atrás.
- Sí Diego, estoy seguro de que es lo que quiero – se hizo un silencio sospechosamente preocupante – yo sé que no nos conocemos, apenas hemos logrado hablar unas cuantas palabras, pero tú me haces sentir diferente… especial, jamás me había pasado con alguien.
- Yo me siento igual – tragué saliva con dificultad. Estoy seguro de que si sigo hablando diré algo de lo que me arrepentiré inmediatamente, pero, no lo pude evitar – tengo miedo – ni bien escuché esas dos palabras, sentí la necesidad de regresar en el tiempo y evitar decirlas.
- ¿Miedo de que?
- He tenido muchas malas… malísimas experiencias. He sufrido bastante y me han lastimado muy profundo y no quiero volver a pasar por ello. No puedo volver a vivir algo así, es demasiado difícil – disimuladamente Javi se acerca a mí, me coge las manos y clava sus ojos en los míos. No me siento nervioso, todo lo contrario, me siento tranquilo, cómodo.
- Diego, no te puedo mentir – pude ver algo de nerviosismo en su rostro –. Yo no sé mucho de relaciones; para mí toda relación es sinónimo de una noche de sexo, alcohol y ni siquiera preocuparme por conocer su nombre. Lo normal sería que a estas alturas ya te hubiera arrancado la ropa y te estaría cogiendo a mi antojo. Pero contigo no. Tú me haces querer algo más; conocerte, saber más de ti… que esto vaya mucho más allá de una noche. Quiero ser tu novio, que seas mi novio. Quiero enamorarme – ni ha terminado de hablar y puedo ver como se sonroja. Simplemente Javi me encanta.
En realidad, yo no soy un experto en relaciones; todas las que he tenido han terminado de manera dramática y tan mal, que ni siquiera podíamos vernos en la calle. Con unos simplemente nos ignorábamos, con otros salíamos huyendo… en realidad, soy yo el que sale huyendo cada vez que los veo aproximarse. Pero, a pesar de ello, quiero correr el riesgo e intentarlo una vez más. Siento que Javi es diferente a los demás; no sé si esto será lo que muchos llaman como “amor a primera vista”, pero él me hace sentir así, como si lo conociera desde hace muchos años, como si supiera exactamente que todo lo que me está diciendo es verdad. Durante toda mi vida he querido enamorarme completamente de alguien y siento que esta puede ser esa oportunidad. Creo que esta vez puedo llegar a ser feliz al lado de Javi.
- Yo tampoco sé mucho de relaciones, pero quiero ver hasta dónde puede llegar… esto… porque no ha comenzado como siempre me ha pasado y – lo vi directo a los ojos – por alguna razón, estar contigo me hace sentir bien, me hace sentir tranquilo.
- Yo también me siento bien, siento que no me importa nada más – y de repente, su rostro tomó una expresión seria – ¿me disculpas por cómo me porté ayer?, fui un completo imbécil y… y debí darte una oportunidad de explicarme las cosas, aunque, en realidad, tampoco tenía derecho de reclamarte.
- Vale, solamente fue un malentendido Javi, no pasa nada. Y tú también discúlpame, no quiero ser siempre tan dramático de salir corriendo sin decir ni una sola palabra, debo aprender a hablar las cosas y enfrentarlas.
- Entonces podemos decir que… ¿estamos a mano? – y comenzamos a reírnos sin soltarnos las manos –¿cargarás una foto de nosotros en tu billetera?
- Solo si tú cargas una también Javi – y continuamos riéndonos.
Después de estar besándonos por varios minutos más, en los que pasamos de estar de pie a acomodarnos perfectamente en uno de los sillones, Javi notó que se nos estaba acabando la noche. Lo primero que pensé fue en volver a mi casa, para tratar de dormir al menos un par de horas antes de salir hacia mi tortura diaria, pero él me dijo que podía quedarme, ya que la cama es lo suficientemente grande para que podamos dormir los dos cómodamente. Obviamente no lo tuve que pensar y, casi al instante acepté su propuesta.
Entré al baño del dormitorio de Javi a lavarme un poco la cara. En este momento me veo simplemente fatal. Se me nota el cansancio además de que las ojeras ya se remarcan bajo mis ojos. Cuando salgo del baño, veo que Javi se colocó una playera gris que, debo decirlo, le talla perfectamente en su torso; y se quedó en bóxer que dejan descubiertas sus piernas. No lo había observado antes, pero si hay algo que me encanta aún más de Javi, son precisamente sus piernas llenas de vellos perfectamente colocados. No muchos, no pocos. Y fue justo el momento en que caí en cuenta de algo. No cargo conmigo ropa para poder cambiarme, incluso mi ropa interior tampoco es lo que se diga la más presentable. Para ser justo, no tenía planeado hoy quedarme a dormir con un hombre tan guapo a mi lado, en su apartamento. Definitivamente tampoco pretendo quedarme desnudo.
- Ammmm… Javi – hice el comentario más obvio de la noche – no vengo preparado para dormir ¿tendrás, de casualidad, alguna playera que pudieses prestarme?
- O puedes quedarte sin nada – e inmediatamente sonrió dejando ver algo de picardía en su rostro. Yo pude sentir como me sonrojé hasta la punta de las orejas. Javi se puso de pie, caminó hasta su armario y sacó de su interior una playera blanca que luego me entregó. Definitivamente este día tuve que elegir la ropa menos sexy y, peor aún, para lucirla al hombre más guapo que he conocido. Cogí la playera y regresé al baño. Me quité mi ropa y me coloqué la playera de Javi, la cual, curiosamente, tiene su aroma y eso me encanta. Gracias, universo por hacer que Javi me diera una playera lo suficientemente larga para ocultar mi bóxer que es, ahora que lo pienso, demasiado corto y, peor aún, demasiado tallado.
Al salir del baño, ágilmente me deslicé y me colé debajo de las sábanas lo más rápido que pude; Javi nuevamente me sonrió y apagó la luz del dormitorio; sentí como se acomodó boca arriba, mientras yo me coloqué de lado quedando de cara a él. Estoy demasiado emocionado; no puedo siquiera pensar en dormir. Puedo escuchar su respiración pausada y siento como las sábanas se mueven junto con su pecho. Todo esto no parece real, no puedo creer que de verdad esté ocurriendo.
- Javi – dije susurrando. Pude sentir como se giró hacia mí y estiró su mano para tomar la mía.
- Dime Diego.
- ¿Esto está pasando en realidad? ¿Estamos aquí… durmiendo, bueno, hablando?
- Si Diego, esto es real.
- ¿Qué haremos mañana? Digo, tú tienes trabajo, yo tengo trabajo – esperaba alguna respuesta sorprendente tipo: “nos fugaremos de nuestros trabajos y tomaremos un viaje por todo el mundo para conocerlo juntos. Nos tomaremos muchas fotos en paisajes soñados, lugares bellísimos y viviremos amándonos y siendo felices para siempre”. Ok, estoy consciente de que tengo desatada mi imaginación en este momento.
- Pues cada uno puede ir a su trabajo y – hizo una pausa no sé si por pena, o porque comenzaba a dormirse – podemos ver que hacemos después.
- Está bien. Descansa Javi.
Me giré para quedar de espaldas a Javi y pude sentir como me tomó con su mano y me acercó a él. Yo instintivamente lo ayudé y me corrí para quedar pegado a su cuerpo. Puedo sentir como me tiene rodeada la cintura con su brazo. Siento su pecho pegado a mi espalda, su cabeza colocada ligeramente detrás de la mía y una de sus piernas puesta perfectamente entre mis piernas. No puedo pensar en nada justo ahora, solamente quiero disfrutar este momento de… seguridad, de cariño… simplemente disfrutar.
Javi me aprieta un poco contra él y juro que hasta puedo escuchar cada vez que esboza una sonrisa; estar entre sus brazos, con nuestros cuerpos tan cerca, tan unidos, me provoca un sentimiento de tranquilidad que jamás he tenido antes. Es cierto, casi no lo conozco, pero algo en mí me repite a gritos que él es la persona que he estado esperando, con quien tantas noches he soñado, a quien siempre he estado pidiendo. Con todas estas ideas dando vueltas en mi cabeza, caí profundamente dormido, protegido por Javi.
LUNES.
Parece que acabo de dormirme cuando un fuerte pitido comenzó a sonar incesantemente. Apenas logro abrir los ojos, pero me doy cuenta de que Javi ya se ha levantado y está dando vueltas por todo el dormitorio. Como pude cojo el edredón y lo echo sobre mi cara. Quiero seguir durmiendo. Siendo más específico, quiero seguir durmiendo en brazos de Javi.
- Buenos días, Diego. Creo ya toca levantarnos – dio unos pequeños jalones al edredón, pero yo lo estoy sosteniendo con la suficiente fuerza para evitar que logre quitármelo.
- No… es muy temprano. Acabamos de dormirnos.
- En realidad, creo que ya es hora de ponernos de pie – no lograba pensar con la claridad que me hubiera gustado – vamos, que, como dijiste ayer, debemos ir a trabajar.
- ¿Podemos siquiera esperar unos cinco minutos más?
- No, Diego, lo siento. Ya debemos irnos.
A regañadientes me quito el edredón de encima; restriego mis ojos y parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la luz del dormitorio. Cuando por fin logro enfocar mi vista, noto que Javi ya está perfectamente arreglado, aunque, su cabello, conservaba ese estilo despeinado del día en que lo vi por primera vez. De pronto, recuerdo que yo me encuentro usando nada más que una playera y unos bóxer algo desteñidos, que no dejan nada a la imaginación, así que jalo bastante edredón y me lo coloco encima en un intento frustrado de no llamar la atención de Javi, lo cual, es obvio que no ha funcionado para nada por su sonrisa pícara que me lanzó.
- ¿Qué hora es? – pregunto en un intento de distraerlo.
- Ya son las seis de la mañana
- ¡¿Qué?! – de un salto me levanto de la cama y, con el edredón enrollado en mi cuerpo corro hacia el baño.
- ¡Diego! Si te quieres bañar ahí te dejé sobre el lavamanos una toalla limpia – alcanzó a decirme Javi justo antes de que yo cerrara la puerta del baño.
Me quito la ropa lo más rápido que puedo y, en menos de diez minutos ya me había dado un baño, al menos para terminar de despertarme bien. Cojo la toalla que Javi me dejó preparada y me seco lo más rápido que puedo. La toalla también tiene el aroma de Javi. Luego de vestirme con la misma ropa del día anterior e intentar inútilmente, debo agregar, verme decente, salgo del baño y encuentro a Javi que sosteniendo una taza de café caliente que me entregó al verme. ¿Es que acaso puede ser más lindo? Quedarse parado en la puerta del baño esperando a que salga sosteniendo una taza de café recién hecho para mí y con esa sonrisa tan única, tan perfecta.
- Javi, debo irme – me apresuro a decir – se supone que entro a trabajar a las 6:30 a.m. y dudo que vaya a llegar a tiempo.
- Entiendo Diego, vete con cuidado y entonces hablamos más tarde para ver que haremos.
- Vale, vale. Adiós – quise darle un beso de despedida, como en las películas, pero me dio un poco de pena y, preferí simplemente despedirme con un gesto de mano. Sí, yo como siempre siendo yo, un total ridículo.
Tumblr media
A pesar de que soy yo quien está corriendo, no puedo irme así nomás; necesito un estímulo para soportar el resto del día, que apenas estaba comenzando, así que, doy el último sorbo de café y coloco la taza en la mesa que tengo más cerca, me giro y me lanzo a los brazos de Javi, cual quinceañera, y le planto un beso que, siendo honesto, me hubiese gustado que no terminara jamás. Javi colocó sus manos en mi rostro mientras me devuelve el beso y en una fracción de segundo que nos separamos, me dijo: “Te quiero Diego”.
¿Quién puede separarse un minuto de un hombre así? ¿Quién va a preferir ir a encerrarse a un sitio donde no le caes bien a nadie cuando tienes a un hombre como Javi para ti solo? Pero, tengo que hacerlo así que alargo el beso un par de minutos más y luego salgo de su apartamento.
******************************
Fue una mañana de mierda. Es todo lo que puedo decir. Como lógicamente llegué tarde a la oficina, de lo cual no me arrepiento porque dormí en brazos de un hombre que me gusta demasiado, ah si, y que ya es mi novio y, sobre todo lo más importante, que me dijo que me quiere; todos se pusieron furiosos y después de dar un gran discurso de porque uno debe aprender a cumplir con su horario, que es reflejo de responsabilidad, citarme los múltiples incisos del reglamento interno que resalta que la puntualidad es parte fundamental de la organización y que, por lo mismo, no podían estar tolerando ese comportamiento.
Todo fue una montaña de mentiras para que, al final, me dijeran que mi trabajo ya no era necesario y que, por lo tanto, podía retirarme inmediatamente de las instalaciones. Llegaron al punto de enviar a un guardia de seguridad para custodiarme hasta la puerta, por precaución nada más, y evitar que fuera a tomar algo que no me pertenece.
No digo que no me alegra que me hayan despedido, en realidad, desde hace mucho tiempo quiero irme de ese lugar; odiaba mi trabajo, pero no puedo evitar sentirme mal por la forma en que me trataron y, también, algo preocupado porque ahora debo buscar otro trabajo lo antes posible. Las deudas no se pagarán solas.
Creo que el despido sumado al cansancio por las emociones de la noche anterior, además de las largas sesiones de besos que tuvimos con Javi – de las cuales no me arrepiento – me tienen bastante desganado y desanimado.
Voy en el vehículo camino a casa cuando mi teléfono vibró. Es una notificación de WhatsApp.
- Hola. Oye, estaba pensando que me gustaría verte. Ha pasado mucho desde la última vez que te vi.
- No seas payaso. Apenas hace tres horas me despedí de ti – debo admitir que Javi supo poner una sonrisa en mi rostro y sacarme el mal humor que cargaba.
- ¿Ves? Es mucho tiempo. Quiero verte.
- Yo también quiero verte – no lo había pensado en realidad, pero, ahora que lo leo, me doy cuenta de que es justo lo que necesito.
- ¿Qué te parece si tenemos un almuerzo en mi apartamento? Mi jefe se portó muy bondadoso y me dejó tomarme el día libre, solo tuve que llegar a firmar unos papeles así que te estoy preparando la comida, algo rápido para que puedas volver a tiempo, y luego me quedaré esperando a que salgas para verte de nuevo.
- ¿Te han dado el día? 😲 Yo… no tengo que volver al trabajo, también tomé el día – no me siento de ánimos de explicarle que mi trabajo es una mierda y que me despidieron sin más
- Genial 😁 entonces podré tenerte para mí.
- Por supuesto. Entonces llegaré en un rato porque no puedo esperar hasta mediodía para verte.
La idea de regresar al apartamento de Javi me animó lo suficiente para pensar que, primero, debo pasar a darme un baño más decente y arreglarme un poco. Javi se veía inmaculado hoy en la mañana y yo… bueno, yo no me veía muy decente que digamos.
Alrededor de dos horas me tomó pasar a mi apartamento a darme un baño, cambiarme de ropa y llegar al de Javi, además de tirar otra montaña de correspondencia dirigida a la “Sra. Mara Seuss” que dejaron bajo mi puerta. Por alguna extraña razón, estando parado en la puerta del apartamento de Javi, me siento un poco nervioso y entusiasmado. Una parte de mí aún no logra creer que aquel hombre que conocí en el ascensor está esperándome en su apartamento, el mismo con quien pasé la noche acurrucado y que ahora me ha preparado el almuerzo. Sin embargo, también me siento algo desanimado porque acabo de ser despedido y no sé, en realidad, que haré de ahora en adelante. Pero no puedo dejar que eso me arruine el día.
Toco el timbre. Escucho unos pasos que se acercaron velozmente. La puerta se abre. Ahí está. Justo delante de mí esa sonrisa tan linda, tan sincera y esos ojos de color verde extraterrestre – sí, así bauticé el color de ojos de Javi porque, en serio, no son de este mundo – que se abrieron de par en par al verme. En este momento se me olvidaron todos mis problemas y todo lo malo que ocurrió en la mañana.
- Hola Diego – me quedé mudo – pasa, pasa.
Me tomó de la mano y me jaló hacia el interior del apartamento para luego darme un beso que provocó que se me aguadaran las piernas. Luego de cerrar la puerta, rodeó mi cintura con su brazo y me llevó a la sala. Discretamente giré mi rostro hacia el de Javi y pude ver que sonreía de oreja a oreja y eso me hizo sonreír a mí también.
- Bueno, entonces tú te quedas aquí, sentado mientras yo termino de prepararlo todo.
- No, yo te ayudo Javi, vamos a cocinar juntos – en ese momento sentí que me derretí una vez más con la gran sonrisa que me mostró. Tomo su mano y nos dirigimos a la cocina.
Realmente se había estado esforzando, o al menos se dedicó a usar todas las ollas, sartenes y demás equipo que tenía a la mano pues ni siquiera cabían en el fregadero. Solté una risita lo que provocó que Javi me viera con cara de pocos amigos y se sonrojara al mismo tiempo. Me acerqué a él y le planté un beso en la mejilla y luego me dirigí al fregadero para ayudarlo a limpiar todo el desastre. Debo reconocer que Javi es increíblemente guapo, super cariñoso pero un pésimo cocinero.
Primero intentó hacer una lasaña, pero, dejó tanto tiempo la pasta en el fuego, que obtuvo una gran bola de algo que, a simple vista, tenía un aspecto muy desagradable. Seguramente porque se le ocurrió colocarle la carne mientras la pasta se cocía en el agua. Resultado: algo que espero no tener que ver de nuevo. Después quiso sorprenderme haciendo unos tacos mexicanos, pero intentó cocinar la carne en una sartén sin usar aceite ni controlar el tiempo. Tuvimos suerte que no se activaran los detectores de humo, pero sí que quedó el olor en todo el apartamento. Para cuando quiso aventurarse a su tercer intento, preferí decirle que podíamos simplemente relajarnos, pedir una pizza y ponernos a ver Netflix, lo cual lo tomó de buena manera y así lo hicimos.
No sé si fueron los ocho pedazos de pizza que cada uno se comió, o el hecho que estuvimos despiertos hasta la madrugada la noche anterior que nos quedamos dormidos sin darnos cuenta. Apenas logré despertarme unos segundos para acurrucarme entre los brazos de Javi y él, aún dormido, me abrazó y me apretó contra su cuerpo. Las siguientes horas no sé qué ocurrió.
Yo fui el primero en despertar; Javi dormía profundamente y seguía abrazándome; me sentía tan cómodo, tan protegido, tan seguro, que no me quise mover. Cerré los ojos y sentí como se movía el pecho de Javi contra mi espalda con cada respiración. O como su cabeza estaba apoyada al lado de la mía. Aquello era algo de ensueño. Pasaron apenas unos minutos cuando, por fin Javi comenzó a moverse y, lo primero que hizo estando ya casi despierto fue abrazarme fuerte y darme un beso en mi mejilla. No pude evitar sonreír.
Luego de una sesión improvisada de besos, para poder terminar de despertarnos claro está, decidimos que era hora de levantarnos. Por lo oscuro que estaba todo el apartamento pude deducir que ya había anochecido. Javi tomó su teléfono y desbloqueó la pantalla.
- Casi son las 8:00 p.m.
- Ammmm, creo que si hemos dormido unas cuantas horas.
De alguna manera, sin decir una sola palabra, supimos que estábamos pensando lo mismo porque justo iba a hacer un comentario cuando Javi cogió su teléfono y marcó.
- Pueden ser unas hamburguesas para cenar. Tengo hambre.
- Lo mismo estaba pensando – respondí yo.
- En un rato estará la comida acá – Repentinamente Javi puso una expresión seria, lo cual era señal de que algo importante venía a continuación – Diego, debemos comer rápido para que no tengas que desvelarte otra vez porque aún debes ir a tu apartamento – bajó la mirada al mismo tiempo que se sonrojaba – a menos que quieras quedarte conmigo otra vez.
Mierda, hasta este punto no le he contado a Javi lo ocurrido en el trabajo; me siento mal por no haber encontrado el tiempo necesario para hablar de algo tan importante, pero, este no era el momento más adecuado. No quiero echarlo a perder con noticias tristes e inevitables.
- Pues, yo no tengo objeción por quedarme contigo otra vez, sólo con una condición.
- ¿Condición? ¿Cuál condición Diego?
- Bueno… dos condiciones – me vio con cara de pocos amigos – la primera, que me tendré que escapar un momento para ir por un cambio de ropa a mi apartamento. La segunda, que tendrás que abrazarme durante toda la noche.
Javi puso un gesto como si estuviera reflexionando sobre lo que acabo de decirle y luego se queda viéndome fijamente.
- Está bien, acepto tu segunda condición.
- ¿Y la primera?
- ¿Acaso crees que dejaré que vayas solo a tu apartamento?
- Pues… sí, eso pensé – la verdad es que si lo pensaba.
- No Diego, yo te acompaño para que no tengas que ir tú solo – pensé en decir o hacer algún comentario, pero, no encontré nada que valiera la pena mencionar; al final de cuentas, su propuesta me parece de lo mejor.
¿Podría haber encontrado a un mejor hombre? Definitivamente no, de eso estoy seguro.
La comida tardó unos veinte minutos en llegar. Javi preparó el desayunador en la cocina y nos sentamos a comer mientras charlábamos de todo un poco; una parte de mí se siente miserable por no tocar el tema de mi despido, pero no logro encontrar el momento para soltar la bomba. Ni modo que le diga algo como: “oye Javi, que rica está la hamburguesa, ah y, por cierto, hoy en el trabajo me han despedido por llegar un poco tarde y me sacaron de las instalaciones como que fuese un ladrón y no pude coger mis cosas. Creo que he dejado un libro y algunas otras cosas, pero ellos me avisarán cuando puedo llegar a traerlas. Y tu hamburguesa, ¿qué te pareció?”.
No, definitivamente no puedo hacerlo de esa manera, lo mejor que puedo hacer es dejar que la noche siga tal como está, perfecta. Mañana será el día de contarle lo que pasó.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 10. La pregunta.
DOMINGO.
Javi.
¿Qué estoy haciendo? No sé ni como me siento, no sé qué le diré ahora. Ya lo eché a perder una vez y, creí que no me iba a responder cuando lo llamé, pero aceptó venir por mí. Esta vez no lo debo arruinar. Al final de cuentas, esto es lo que quiero, lo que de verdad quiero y necesito.
Creo que nunca me había sentido tan nervioso como lo estoy justo ahora; ni tampoco tan… ¿emocionado? – no sé si esa es la palabra adecuada, pero trataré de convencerme de que así es –. Por lo que veo en el espejo, estoy listo, llevo todo lo necesario conmigo y, creo que ya es hora de bajar. Seguramente ya me estará esperando.
- Buenas noches.
- Buenas noches… caballero.
Creo que es muy poco tiempo el que paso en mi apartamento; cada vez que subo al ascensor, veo una persona diferente, así como la señora que va conmigo. Creo que tendrá más de setenta años, pues tiene todo el pelo grisáceo, además de las muchas arrugas en su rostro delgado. Los párpados casi le ocultan sus ojos… creo que son de color ámbar, no sabría decirlo con certeza. Lo que no puedo negarle es lo elegante que está vestida, estoy casi seguro de que ha de vivir en el Pent-house del último nivel. El apartamento más caro de todo el edificio. Nunca la había visto pero, por la mirada inquisidora que me está dedicando, y su rostro despectivo, creo que ella si sabe algo de mí.
- Está bastante fresca la noche – no sé porque siento la necesidad de romper el incómodo ambiente que se ha generado en el ascensor.
- Así es.
- ¿Va de paseo?
- Algunos tenemos vidas decentes – se giró quedando de frente a mí y, creo, que pude ver un destello de odio y asco en sus ojos. Su tono de voz cambió drásticamente de un tono neutro a un quejido lo suficientemente fuerte para llenar todo el ascensor, y que dejaba percibir un rastro de rabia – no como otros que han convertido este lugar en un motel de mala muerte.
- Yo… yo… ¿lo siento? – no estoy seguro de que está pasando ni siquiera de si debo disculparme en verdad.
- No juzgo sus tendencias depravadas y torcidas, pero le pido, no, no, le exijo, que se comporte. Su vida retorcida y degradante vívala fuera de aquí. En este edificio viven familias, hay niños que no necesitan ver su estilo de vida decadente, ni ser influenciados por una escoria de humano como lo es usted.
- Yo… Emmm… – pero no tenía nada que decir.
Jamás había sentido que el ascensor tardara tanto tiempo en bajar quince niveles. En cuanto sonó el timbre anunciando que hemos llegado al lobby, esquivé perfectamente a la señora y me escabullí casi trotando por la salida. Caminé directo, sin perder tiempo hacia la puerta que conduce a la calle y la atravesé sin vacilar. No estaba interesado en averiguar si aquella señora venia detrás de mí.
Ya estoy un poco más tranquilo – aunque todavía sigo tratando de descifrar que acaba de ocurrir – especialmente porque estando ya en la calle tengo lugares a donde escapar por si aparece la señora; algo asustado aún, sigo viendo hacia el interior del edificio.
Todo tranquilo. Seguramente aquella señora continuó su viaje en el ascensor hacia el sótano. Permanecí por unos segundos viendo el reflejo en los vidrios de la entrada al edificio cuando, una fuerte bocina me hizo saltar; instintivamente me giré hacia la calle buscando el origen del ruino.
Justo delante de mí se encuentra un vehículo de cuatro puertas, de un color como naranja quemado – personalmente no me gusta y, definitivamente, jamás compraría un vehículo de ese color –, con un polarizado tan oscuro en los vidrios, que solamente puedo ver mi reflejo en ellos. El vehículo, aún en marcha, se sacudió un poco y luego se abrió la puerta del copiloto. Y ahí estaba. Justo delante de mí. Creí que nunca lo vería de nuevo, que no volveríamos a hablar y, sin embargo, lo llamé y me respondió y ahora vino a traerme.
- ¡Hola Javi! – me saludó desde el interior del vehículo.
- Hola. Gracias por haberme contestado y aceptar verme después de…
- Siempre será lindo verte.
- Emmm… gracias… supongo.
- Pero ven, sube.
Justo iba a subirme al vehículo cuando caí en cuenta de que jamás pensé que iba a hacer, a decir, una vez nos volviéramos a juntar. Solo pensé en que lo quería ver, quería salir de mi apartamento con él e irnos a perder, pero ¿y ahora?
- En serio me alegra que me hayas llamado.
- Sí… a mí me alegra estar aquí –
- Y bueno, ¿qué quieres hacer… hermoso? – pero no tenía ni puta idea de que hacer. Se formó un silencio que duró más de lo debido, mucho más, hasta que, casi sin pensarlo, por fin logré decir algo.
- ¿Qué dices si vamos a comer? – lo único que se me ocurrió – podemos charlar un poco –
No fue necesario que me dijera algo, su rostro me gritaba a todo pulmón que aquella idea no le vino en gracia, sin embargo, igual la aceptó de mala gana –. Podemos ir al lugar del otro día.
- Vale, vamos.
En todo el camino hacia el restaurante no cruzamos palabra alguna, solamente cruzamos un par de miradas y dejamos que la música que se reproducía en su teléfono, que llevaba conectado al equipo del vehículo, llenara los silencios incómodos y la obvia molestia de él.
Luego de estacionar el vehículo en el sótano dos, tal como lo había hecho hacía unos días atrás, subimos por el ascensor hasta el segundo nivel y entramos al restaurante. Esta vez nos dieron una mesa en un rincón algo apartado, ligeramente oscuro que, en lo personal, no me emocionó; sin embargo, a él creo que le agradó la idea. Al menos algo bueno va saliendo para que la noche no sea un completo desastre. Vimos el menú por varios minutos hasta que llegaron a tomar nuestra orden.
En cuanto llevaron las bebidas – que por cierto pedí gaseosa de sabor cola pues no quería estar algo embriagado esta noche – me aferré al vaso como si fuese el último que bebería en toda mi vida. Realmente me sentía nervioso.
El resto de la comida fue más o menos similar. No cruzamos mayores palabras y nos dedicamos únicamente a comer. Yo me sentía demasiado abrumado como para pensar en algo de que platicar y él, se notaba algo ansioso, algo desesperado y se dedicó a ver su reloj y su teléfono con gran frecuencia.
Después de pagar la cuenta y salir del lugar, comencé a sentirme extrañamente triste. Este tipo, a quien tengo a mi lado, no es Diego. Vine al lugar donde lo vi por primera vez, donde me atreví a darle mi teléfono y me permití emocionarme con él, y ahora lo eché a perder, todo por una estupidez, una tontera. Y para empeorar aún más la cosa, me traje a este tipo, que sigo sin recordar su nombre, intentando reemplazar a Diego, pero, cualquiera que lo vea, se puede dar cuenta que él no está interesado en mí, o al menos en conocerme. Él únicamente quiere coger conmigo. Pero irme a mi apartamento ahorita solo me hará pensar en Diego, en lo mucho que quisiera tenerlo conmigo, conocerlo, platicar con él, decirle lo que siento, lo mucho que quiero compartir con él, pedirle que me disculpe por ser tan idiota y no dejarle siquiera explicarme la foto… – ahora que lo pienso, el de la foto me resulta familiar, lo he visto en algún sitio, pero no estoy seguro –. Pero no. Diego se fue y no pude decirle que lo siento; no le di una oportunidad de explicarse y, es más, creo que ni siquiera sabe porque me porté todo mierda con él.
- Entonces, ¿qué quieres hacer ahora Javi? – este tipo está decidido a todo. Lo veo, pero no sé qué decir – ¿quieres repetir lo de la otra vez? Podemos ir al mismo motel si quieres.
- Pues… – yo quiero estar con Diego, pero no para tener sexo, sino para platicar, conocerlo, saber más de él. Pero eso no pasará. Me siento mal, me siento una gran mierda y no, no quiero estar solo – está bien vamos.
No sé en qué momento bajamos y nos subimos al vehículo; yo estaba absorto en mis pensamientos, en Diego y en lo mal que lo hice sentir la noche anterior. Su rostro, sus ojos humedecidos y la forma en que salió corriendo de mi apartamento. ¡Qué gran imbécil soy!
- Hoy la vamos a pasar muy bien – al sentir su mano apoyada en mi rodilla y subiendo lentamente hacia mi entrepierna reaccioné y solo solté una risa nerviosa mientras le sujetaba la mano para que no siguiera subiendo – en serio me gustas mucho y quiero volver a comerme todo tu cuerpo.
Tumblr media
Vi por la ventanilla y, al principio no reconocí la calle en la que vamos, pero, luego que avanzamos unos metros más, deduje que es la ruta que nos lleva hacia aquel motel en donde ya había pasado la noche con él unos días antes. Y fue entonces cuando verdaderamente reaccioné. Yo definitivamente no quiero nada con él. No me interesa; es Diego a quien quiero conmigo ahorita y necesito decírselo. Necesito llamarlo y llamarlo tantas veces que, aunque sea por lástima me responda.
- Mira… – mierda, ¿cómo putas se llama? – la verdad es que no quiero coger contigo.
- ¿Por qué dices eso?, la otra vez te la pasaste muy bien
- La otra vez… estaba dolido y estaba pensando en alguien más – está bien, fui un imbécil por decir eso porque, definitivamente no le agradó escucharlo. Sinceramente creo que tampoco era necesario que entre en tantos detalles – lo siento, pero no puedo hacer esto.
- Pero a ti ¿qué putas te pasa?
- Perdón, yo sé que es una mierda, soy una mierda, pero no puedo hacer esto.
- Vamos, yo sé que cuando estemos ahí te va a gustar – y otra vez la mano hacia mi entrepierna – te la vas a pasar bien.
- No, prefiero, si no te molesta, si me puedes llevar a mi casa.
Apenas terminé de hablar cuando, sin previo aviso, me puso la mano directamente en la entrepierna y me la comenzó a apretar. De un solo golpe se la aparté y me hice a un lado.
- Pero ¡¿quién putas te has creído?!
- Vamos a coger, te va a gustar Javi.
- ¡No!, ¿es que acaso no entiendes? No quiero nada contigo… ni siquiera recuerdo cómo te llamas – de golpe detuvo el carro; tuve que sostenerme de la puerta y del sillón para no irme de cara. El tipo tenía la cara roja de cólera, parecía que estaba a punto de estallar. Todo él temblaba de la rabia que sentía. Por un momento pensé que me golpearía.
- ¡Bájate de mi carro hijo de tu puta madre! No quiero volver a verte imbécil.
Sin perder tiempo abrí la puerta y me bajé de un salto.
- ¡Y me llamo Matt, estúpido de mierda! alcanzó a gritar mientras aceleraba a toda velocidad, llevándose la puerta del copiloto abierta, pues no tuve tiempo de cerrarla, y desaparecer de mi vista en la primera esquina.
“¡Genial!”, dije en voz alta mientras veo todo a mi alrededor. Definitivamente el lugar en el que estoy no era un sitio en el que normalmente andaría caminando de noche. Hago una rápida revisión de mis bolsillos y billetera. Nada. No tengo efectivo para tomar un taxi y, por pasar viendo mi teléfono tantas veces durante toda la noche, se le acabó la batería y se apagó. Esta definitivamente es una de las peores noches que he tenido, pero, una parte de mí sabe perfectamente que me lo tengo merecido por como traté a Diego… Diego. Quisiera poder hablar con él, arreglarlo todo; decirle que lo siento mucho, que me dejé llevar por ideas mías, por celos pero que, en realidad, quiero conocerlo, quiero compartir más con él. Quiero decirle que él me ha hecho creer que, si puede existir el amor a primera vista, o al menos eso creo que me está haciendo sentir desde el primer momento en que lo vi; quisiera decirle, suplicarle que me permita conocerlo más. Que me conozca un poco y pueda darse cuenta de que no soy tan imbécil como puedo parecer y que, de verdad, no puedo creer que diré esto, quiero tener una relación estable con él. Pero en cambio, lo eché a perder y dudo que vaya a querer saber algo de mí. Diego… necesito hablar con Diego, pero algo me dice que él no querrá hablar conmigo.
Siento como se me humedecen los ojos solo de pensar todo lo que ha pasado en los últimos días y, no lo puedo evitar, se me escapan las lágrimas; una tras otra y, sin darme cuenta, comienzo a llorar desconsolado. Es la primera vez en mucho tiempo que me siento tan mal; estaba tan acostumbrado a las noches de sexo con extraños, en las que no eran personas, no tenían nombre, ni historia; eran solo cuerpos para un rato de placer y nada más. Y ahora, aquí estoy llorando por un hombre que es muy probable que no quiera saber nada de mí y voy caminando sin dinero, sin teléfono intentando llegar a algún sitio que conozca o, al menos, que no sienta que me van a matar. Hice el intento de caminar un poco más rápido, pero, no sé si por los nervios o por lo oscuro, no vi una grada con la que tropecé y caí de boca; justo logré meter a tiempo las manos, pero eso no evitó que me lastimara la rodilla lo suficiente para que me comience a sangrar. “¡Genial! Sencillamente genial para terminar con broche de oro esta noche de mierda que yo mismo me busque. Si tan solo hubiera dejado hablar a Diego anoche”.
No sé cuánto tiempo llevo caminando, pero, definitivamente, sé que han pasado al menos un par de horas; me duelen los pies y me siento realmente cansado, con sueño y triste. No logro sacar a Diego de mi mente y de todo lo que quisiera poder decirle si lo tuviese enfrente; es más, no perdería ni un segundo más y me tiraría a sus brazos, lo abrazaría muy fuerte y no lo soltaría en un buen rato. En realidad, estoy tan metido en mis pensamientos y en mis sueños de una vida compartida con Diego y de todo lo que me encantaría poder compartir con él, que no me he percatado siquiera de en donde me encuentro. Repentinamente regreso a la realidad gracias a una bocina de vehículo que no para de sonar.
Por inercia giré hacia el origen del sonido y encontré que un vehículo venía detrás de mí; por un instante pensé que era otra vez Matt y, si fuese él, solo me queda correr lo más lejos posible; pero, ahora que lo veo un poco más despacio, descubro que este vehículo es de otro color, otro modelo. El vehículo aceleró un poco y paró unos metros adelante. “Perfecto, ahora me van a secuestrar” es lo primero que se me viene a la mente; veo hacia todos lados para analizar mis opciones en caso de que eso llegase a pasar. Escuché el freno del vehículo y luego como se abría la puerta. Quiero comenzar a correr, pero mi cuerpo no reacciona; intento abrir la boca y gritar, pero no logro emitir sonido alguno. Una silueta salió del vehículo y se giró hacia mí; dio unos pasos en mi dirección. Nuevamente hice todo mi esfuerzo para moverme, pero estaba como pegado al suelo. Mi corazón palpita tan rápido y tan fuerte que siento como si se me fuese a salir del pecho. No puedo hacer nada; un miedo me domina por completo, solo quiero echarme a llorar y alejarme de todo aquello, retroceder y hacer todo distinto desde la noche anterior.
- ¿Javi?, ¿qué haces aquí? – esa voz me suena muy familiar, y no, no es Matt. Es alguien más que me está llamando - ¿estás bien? ¿dónde andabas metido? – aquella silueta, pues aún no puedo distinguir quien es, se acercó un poco más a mí – pero ¿qué te pasó? ¡Tienes sangre en el pantalón… y en tus manos! Pero dime algo Javi, ¿te encuentras bien? ¿te lastimaron?
Las lágrimas comenzaron a brotar descontroladamente de mis ojos y, sin pensarlo, corrí con exagerada velocidad hacia aquella silueta; extendí mis brazos y me colgué a su cuello; entre sollozos apenas pude decir: Diego… eres tú… estás aquí.
No sé cuánto tiempo llevo abrazando a Diego. No lo quiero soltar en realidad; el me está devolviendo el abrazo y siento, en algún punto, que me aprieta un poco contra él. Yo acomodé mi cara en su cuello y mi nariz quedó pegada a su piel; tiene un olor muy agradable, no se parece a ningún otro que hubiese sentido antes. Siento su corazón acelerado pegando en mi pecho, su respiración tranquila y sus manos acariciando mi espalda. Es simplemente perfecto. De alguna manera siento que aquí, en este sitio, es justo donde necesito… no, no, no necesito, donde quiero, deseo y sueño estar. Todo lo malo, lo humillante y lo patético que debo de estar viéndome en este momento se esfumó con ese abrazo pues, al final, todo eso me trajo a los brazos de Diego. Sentí que él intentó separarse un poco para decirme algo, pero yo no tengo planes de soltarlo.
- Javi ¿Qué paso? ¿Qué haces acá caminando… y golpeado? – su voz, me daba tanta paz, tanta calma escucharlo que no puedo creer lo que yo le hice la noche anterior. No lo puedo evitar y comienzo a llorar en su hombro - ¿qué pasa Javi? ¿Por qué lloras?
- Yo… no lo sé – pero sí sé que me pasa – es solo que… tú, aquí. Creí que no te volvería a ver, que yo, tan, tan imbécil te traté tan mal ayer y…– siento su mano en mi cabeza y como me aprieta contra él. Increíblemente me hace sentirme un poco mejor, bastante mejor – Diego, lo siento. Perdóname por lo de ayer yo, yo… no sé qué decir.
- Entiendo que pasó ayer, o creo entenderlo. Pero eso no importa, solo me interesa como estas ahorita. ¿Necesitas ir a un doctor?
- No, yo estoy bien… ahora todo está bien – de verdad ya todo está bien.
- Vale, si quieres vamos entonces a tu apartamento. No es seguro estar aquí parados.
Me costó demasiado pero finalmente, a regañadientes, solté a Diego, aunque él dejó su brazo sobre mis hombros y me condujo hacia su vehículo. Me abrió la puerta y esperó a que yo subiera para cerrarla. Luego se subió él, me volteó a ver con una sonrisa tímida y esos ojos que delataban preocupación, algo de tristeza, pero también alegría. Yo me quedé viéndolo unos segundos y luego puse mi mano sobre la suya. Él soltó una risa tierna y yo solo pude suspirar. Ahora todo está bien.
******************************
No sé cuánto tardamos en llegar pues de tantas emociones, la hora y todo lo que caminé, estoy cansado al punto de quedarme dormido sosteniendo la mano de Diego entre las mías. Cuando desperté, me reincorporé en mi asiento y giré mi cuerpo hacia la izquierda. Diego me veía sonriente. Me sonrojó un poco.
- Ya llegamos Javi.
- ¿Subes conmigo?... no quiero quedarme solo – juro que no tengo pensado nada malo, solo quiero que se quede a mi lado.
- Está bien. Vamos.
No lo puedo creer, después de todo el universo me está dando una segunda, bueno, en realidad, tercera oportunidad. Luego de parquear el vehículo en el área de visitantes, entramos al lobby y subimos sin perder tiempo a mi apartamento. En todo el camino del ascensor sigo tratando de convencerme de que esto que está ocurriendo es cierto y no solo algo que estoy viviendo en mi cabeza porque me quedé tirado en alguna acera.
Al entrar, fui al baño a lavarme la cara y revisarme detenidamente la rodilla; no era más que un raspón bastante doloroso. Nada que requiera una mayor atención. Al salir, encontré a Diego de pie en la sala viendo por la ventana. Me acerqué por atrás y no lo pude evitar. No sé qué estoy pensando, o cual será el siguiente paso. Simplemente pasé mis brazos por sus costados y los uní sobre su abdomen. Acomodé mi cabeza en su hombro logrando que nuestras mejillas quedarán juntas. Diego agarró mis manos y las apretó. Aquella posición es simplemente perfecta para nosotros. Como él es ligeramente más pequeño que yo, unos centímetros nada más, no tuve que esforzarme por conseguir comodidad. Diego soltó un largo suspiro mientras apretó su mejilla contra la mía.
- ¿Cómo te sientes Javi? ¿Estás bien?
- Sí. Todo bien… todo perfecto.
Con perfecta sincronía, Diego logró soltarse y girar para quedar cara a cara. Me puse nervioso. Su boca, sus labios tan perfectos estaban a pocos centímetros de los míos. Quiero besarlo, poner mis labios sobre los suyos y dejar atrás todo lo malo que ha pasado, solo disfrutar este momento. Pero no me atreví. En cambio, tomo sus manos y lo veo directo a los ojos. No sé por dónde comenzar. Ni siquiera sé que es lo que debo hacer o decir en este momento, pero, debo intentarlo, no puedo desperdiciar este momento.
- Diego… yo… lo siento. Revisé tu billetera el día que la dejaste en el parqueo y… y vi la foto – ¡Mierda! Bajó la mirada. Eso no puede ser buena señal. Si es su novio, estoy seguro de que es su novio y justo ahora me lo dirá. No estoy listo para una noticia de este tipo – y no sé. Sé que no tengo derecho porque apenas hemos cruzado un par de palabras, pero me dieron celos. Celos de verte con tu novio y… y reaccioné mal.
Silencio absoluto. Diego no dice nada, solamente soltó una sonrisa y apretó mis manos. Nuevamente levantó su cabeza y me miró fijamente a los ojos.
- Soy yo quien lo siente Javi. El que viste en la foto fue mi novio; hace un año que rompimos y no sé, simplemente olvidé que cargaba la foto conmigo. Ayer, cuando salí de aquí la volví a ver después de todo este tiempo y la tiré. Él ya no me importa – su expresión se puso sería y pude ver como se le humedecieron los ojos – me dolió mucho que me sacaras de tu apartamento ayer. Sobre todo, porque no supe la razón.
- Yo se Diego. Creo que yo me hubiese puesto igual o peor que tú si hubiese sido todo al revés. De verdad discúlpame por mi reacción. Es solo que… tú me haces ponerme así.
- Hoy no tuve ganas de hacer nada. Estuve pendiente de mi teléfono esperando que me llamaras, que me dijeras algo y, como no lo hiciste, solo sé me ocurrió salir y distraerme y fue cuando te vi. Me asusté al verte caminando tan tarde en la calle, especialmente en ese lugar.
Este es el momento. O hablo de una vez o puedo perder esta oportunidad para siempre. Tomé aire un par de veces para calmarme un poco y clavé mi mirada en sus ojos. Verlo me está ayudando a relajarme un poco.
- Diego yo… es que… cuando… – No sé que decir. Mi corazón está palpitando a mil por hora y se me vienen a la cabeza tantas cosas que quiero decirle, que no sé siquiera por dónde comenzar. Traté de calmarme nuevamente – lo siento. De verdad lo que dije anoche no lo quise decir, fueron mis celos hablando. Yo, nunca he sido bueno para esto – calma Javi, calma. Solo habla con el corazón, ¡mierda! ¿Cómo hago eso? Jamás lo he hecho. Esto es nuevo para mí. Concéntrate, Javi, concéntrate – cuando te vi en el ascensor la primera vez, hubo algo que me llamó la atención de ti. No para ir a tener sexo y pasar la noche… – creo que la estoy cagando porque puso una expresión de no entender – tú me llamaste la atención para poder conocerte, saber más de ti y, y poder compartir contigo. Mira, yo nunca he sido de noviazgos, de relaciones sentimentales. Yo siempre tengo y busco sexo casual, no me gusta mezclar sentimientos para no salir herido porque después uno queda mal y… – otra vez ese gesto. Me estoy saliendo del tema – en fin. Lo que quiero decir es que, no sé qué es esto, pero siento algo cada vez que te veo; estar a tu lado me hace sentir bien y – bajé mi mirada – esto, tener tus manos entre las mías, me emociona demasiado.
- A mí me pasa lo mismo Javi. De verdad quiero conocerte más, quiero compartir más contigo. Me gustas, pero me gusta más como me haces sentir.
Trato de hablar, pero no me salieron las palabras; en cambio, una lágrima se escapa de mi ojo y corre por mi mejilla. Diego con un movimiento tierno y cariñoso la limpia y me dedica una sonrisa. Eso es suficiente para que todo esté bien.
- Me gustaría ver a donde puede llegar esto Diego. Lo que quiero decir… no sé qué quiero decir, o tal vez sí, pero me da miedo – me dedica una mirada tan tierna, tan sincera que me hace sentir muy tranquilo, como jamás me había sentido antes – lo que quiero es estar contigo, como si fuera… como si fuera…
- ¡Amor a primera vista!
No lo puedo creer. Los dos lo dijimos al mismo tiempo. Eso quiere decir que Diego también lo ha pensado; seguramente también siente algo similar. Le aprieto sus manos y siento como un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Veo fijamente a Diego a los ojos, esos ojos cafés que me gustan tanto y él me ve fijo. ¿Realmente está pasando esto? ¿No estaré ahorita profundamente dormido teniendo un sueño de algo que deseo con demasiada fuerza y, de repente despertaré?
- Entonces Javi ¿Qué es esto? ¿Qué somos?
- ¿Ami…gos que se quieren? – soltó una sonrisa tierna. Me enloquece cuando hace eso.
- ¿Quieres que seamos amigos?
- ¡No! – creo que debo bajarle un poco a mi intensidad en este momento, o al menos, mi volumen sino lo dejaré sordo – no Diego. No quiero ser solo tu amigo. Quiero… quiero… – mierda, parezco adolescente. Pero nunca he tenido un novio, jamás he hecho esto – quiero ser más que tú amigo.
- ¿Estás seguro de que eso es lo que tú quieres Javi?
- Sí, Diego. Estoy seguro de ello – jamás he estado tan seguro de algo como ahora. Jamás he deseado tanto algo como en este momento.
- Javi… ¿quieres ser mi novio?
En este momento siento como mi rostro se ilumina. Como todo simplemente cambió de ser una mierda a estar bien. Justo delante de mí tengo a este hombre que apenas conozco, pero que me hace sentir tantas cosas y ahora, además, me pide que sea su novio. Esa sonrisa que tiene, esos ojos. Ese rostro de bobo que con solo verlo hace que me derrita.
Y sin pensarlo, me dejé ir contra él plantándole un beso en su boca. Sentir sus labios pegados a los míos, su respiración sobre mi mejilla. Nuestras narices perfectamente acomodadas. Sentir como me abraza, su pecho junto al mío, sus manos en mi espalda, apretándome fuerte contra él. Nuestras lenguas entrelazándose y, no estoy seguro, pero juraría que Diego está sonriendo. Yo definitivamente estoy sonriendo. Pasamos así varios minutos; yo lo abrazo, le acaricio la espalda y él hace lo mismo. Me separé unos segundos de sus labios y me dijo en un susurro: “Te quiero Javi". Y le volví a plantar un beso en la boca mientras sujeto suavemente su rostro entre mis manos. Todo es simplemente perfecto, todo es justo como soñé que podría ser.
¡Por fin el universo me está sonriendo! Por fin estoy con Diego Andrés Reitch.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 09. La fotografía.
SÁBADO.
Javi
¡Qué imbécil soy! ¿Cómo le pude decir eso? Ni siquiera dejé que me hablara, o que me explicara porque está conmigo. Yo siento que me coquetea y creo que, definitivamente, está interesado en mí, bastante interesado, pero carga esa foto. Si estuviera soltero creo que no andaría llevando la foto de su ex en la billetera, o al menos, eso es lo que yo haría – si es que llegase a tener una relación alguna vez – pero, por otro lado, no lo conozco. No sé nada de él. ¡Mierda! No sé qué estoy haciendo, solo sé que no debí de portarme así. Hoy fue uno de esos momentos en que simplemente pierdo control de mi boca, como que cobrara vida propia para decir cuanta estupidez se le ocurra y hacer cualquier intento de frenarla es como pedirle a un tren bala, que viaja al máximo de su velocidad, que frene de golpe en un espacio de unos cuantos metros. Traducción: imposible.
Cada vez que tengo uno de esos momentos termino metido en problemas, o alguien se molesta conmigo o, justo como ahora, alejo a alguien importante. Mierda – acabo de darme cuenta – Diego se ha vuelto importante para mí. Creo que el único que ha sabido soportarme es Bradley, aunque estoy muy seguro de que él simplemente se va a navegar en sus miles de ideas por segundo que tiene dentro de su cabeza e ignora lo que estoy diciéndole.
¿Y si no vuelvo a ver a Diego? No, no. No quiero siquiera pensarlo. No puedo creer que todo estaba saliendo tan bien y yo… yo como siempre lo arruino todo; siempre hago lo mismo. Bradley tiene razón, yo mismo echo a perder toda oportunidad con alguien. Tengo que ir por Diego y disculparme. Dejo de perder el tiempo recriminándome mis estupideces, eso ya lo haré más tarde con ayuda de Diego, espero; salgo corriendo de mi apartamento y, al notar que no hay rastros de Diego en el pasillo, me lanzó a la isla de ascensores y comienzo a presionar frenéticamente el botón para llamar a uno de ellos. Luego de un par de minutos, que sentí eternos, y como mil presionadas del botón, sonó una campanilla avisando que ha llegado; me colé en su interior incluso sin que se hubiesen abierto por completo las puertas y me lancé a presionar con fuerza el botón del lobby y, luego el botón para cerrar las puertas. “Estoy perdiendo tiempo. Por favor, Diego, espérame" pensé mientras voy descendiendo por cada nivel hasta llegar al primero.
Al abrirse las puertas me lancé corriendo, atravesando el lobby e ignorando a José, quien me veía con los ojos tan abiertos que parecía sé le saldrían de las cuencas; creo que intentó decirme algo, o tal vez si me lo dijo, pero en este momento, no puedo detenerme a escuchar más regaños. Lo sumaré a la lista para “más tarde". Últimamente esa lista está creciendo demasiado. Con un fuerte tirón abro la puerta principal del edificio y llego a la calle, frenando repentinamente en la acera, justo a tiempo para no toparme con una señora que iba pasando con su perro. Me lanzó una mirada de odio y siguió su camino, en realidad, no me importó. No está afuera. Recorro la calle con la vista e incluso camino apresuradamente hacia la esquina para ver si se encuentra en la cuadra siguiente.
Nada. Sentí una gran punzada en mi pecho cuando no encontré a Diego por ningún lado, parecía como si se hubiese esfumado y yo lo provoqué. Yo mismo lo eché a la calle. Debí quedarme callado, o al menos, darle la oportunidad de explicarse, tuve que dejar que hablara… medir mis palabras hubiese sido muy buena idea. Pero no, como siempre, saqué mis conclusiones, me aferré a una idea y actué. No estoy seguro, pero creo que ni alcancé a decirle porque lo saqué del apartamento. Le dije que se fuera. Eso no creo que llegue a perdonármelo, si es que alguna vez me dirige la palabra de nuevo.
No lo puedo evitar, los ojos se me humedecen al darme cuenta de lo que acabo de hacer. El universo me dio una segunda oportunidad y yo, así sin más, la eché a perder. Por mi estupidez, lo arruine todo y, seguramente, no me lo perdonará.
Me quedé parado en aquella esquina viendo hacia la nada, tengo la mente en blanco y, estoy casi seguro de que ni siquiera sé muy bien que siento en este momento, aparte de culpa y arrepentimiento. Casi resignado y dejando correr un par de lágrimas por mi rostro camino por la calle hasta el edificio y cruzo la puerta hacia el lobby.
No quiero ver ni hablar con nadie – José definitivamente seguirá en mi lista “más tarde”, cuando no me sienta una mierda conmigo mismo – así que trato de hacer el menor ruido posible hasta que llegó al ascensor; me esfuerzo al máximo para no despegar la mirada del piso y parecer ocupado en lugar de deprimido. Presiono una sola vez el botón plateado para llamar el ascensor y, una vez que llegó, entré en él. Inevitablemente un recuerdo me invade la mente. Ese día, cuando pedí que detuviesen el ascensor y, justo cuando entré lo vi. Esa cara de bobo, esos ojos tristes… todo fue perfecto. Pasé esperando su llamada, un mensaje, alguna señal de vida y, finalmente, lo encuentro en una venta de libros. Platicamos, reímos, vino a mi apartamento. Hace solo unas horas subimos juntos en este mismo ascensor – en realidad fue en el de la par, pero la idea es la misma – y se podía incluso sentir muchas ilusiones en el ambiente. Al menos de mi parte. En cambio, ahora, voy subiendo solo hacia un apartamento vacío, del que saqué de forma muy grosera a un hombre que de verdad me gusta, con quien me siento muy a gusto y que, muy posiblemente, he logrado hacer que me odie en un tiempo récord. Incluso para mí.
Genial, hoy si logré arruinarlo todo. ¡Cierto! Saqué mi teléfono del bolsillo del pantalón y entré a la agenda de contactos; recorrí el listado de números hasta que llegué al que estaba buscando: Diego. Lo puedo llamar, explicarle que soy un grandísimo idiota y tal vez, solo tal vez, logré tener una nueva oportunidad.
Diego.
No puedo creerlo. De verdad, no lo puedo creer. Es la primera vez que, en una sola frase, logran insultarme de tantas maneras y, lo más molesto de todo es que no tengo idea alguna de porqué fue. No quiero verlo. No quiero saber nada de él.
“¡Es un grandísimo imbécil!” – creo que lo dije lo suficientemente fuerte que resonó en todo el pasillo y en el conducto de ascensores. La verdad es que el imbécil soy yo por estar ilusionando con un extraño; no conozco nada él. ¿Qué me hizo creer que podría ocurrir algo entre nosotros dos? Además, ¿qué quiso decir con tener a otro… en otro lado? Da igual. De todos modos, me sacó de su apartamento. Perfecto, yo no quiero volver a verlo. Y para terminar de hacer perfecta la noche, estoy lejos del estacionamiento donde dejé mi vehículo.
No estoy seguro de hacia dónde me dirijo, solo sé que quiero alejarme de ese edificio, de ese apartamento y, especialmente de Javi. Con cada cuadra que avanzo me doy cuenta de que realmente no estoy enojado, ni siquiera molesto. Sólo sé que tengo un vacío en el estómago y una fuerte presión en el pecho, casi como si me faltase el aire; como si me costase respirar. Sin darme cuenta, dejo caer una lágrima que corre por mi mejilla. Tengo que ser honesto conmigo mismo; me dolió salir corriendo de aquel apartamento; me dolió tener que irme de esa manera porque me sacó sin una razón. Pero más me duele el saber que estoy dejando atrás a ese hombre por el que sentí algo especial, algo distinto.
Universo, si tan sólo me dejaras ser feliz al menos una vez.
Estoy intentando comprender que pasó, al final de cuentas, me queda un largo camino para llegar a algún sitio. “¿A otro en otro lado?”, ¿qué quiso decir con ello? Y justo mi billetera cayó al suelo. Ahí el cambió conmigo; con eso se puso extraño y lo primero que hizo fue sacarme de su apartamento – una parte de mí aún no lograba creer lo que acababa de ocurrir y, más que entender, creo que busco justificar su actuar –, no entiendo que pudo pasar. No nos dijimos una sola palabra más. No estoy seguro de cuantas cuadras he camino ya y, de repente, recordé un detalle de aquel momento. Cuando recogí las cosas de mi billetera, Javi me ayudó, pero sostenía un papel en su mano, ese papel salió de mi billetera y me lo devolvió. Yo no vi que era, simplemente lo guardé de regreso y luego… él cambió.
No puedo seguir con la duda así que saco la billetera de mi bolsillo del pantalón; reviso cada compartimento de su interior y lo encontré. Bastante arrugado y doblado por la mitad, obviamente hecho con prisa. Sin embargo, ahora que lo estoy viendo, descubro por qué Javi cambió tanto conmigo y su reacción, hasta cierto punto. No es un papel cualquiera y, en algún momento de mi vida, llegó a ser algo muy importante, muy valioso para mí; ahora no lo es; ni siquiera recordaba tenerlo guardado. Dos pares de ojos me están viendo directamente; uno de los rostros sonriendo – una sonrisa boba sin puedo decirlo – el otro simplemente está ahí, posando a la cámara, sin expresión alguna y, ver este segundo rostro, me produce cierta molestia – aún tengo resentimiento guardado –. No puedo creer que, a pesar de que terminamos hace casi un año, Matt sigue causándome problemas. Javi se molestó por esta vieja foto en la que salgo con Matt; una foto que nos tomamos cuando apenas llevábamos unos pocos meses de estar saliendo juntos; cuando creí ingenuamente que aquella sería una bonita relación que disfrutaría y que me haría feliz… sí, sí, ridículamente, creí que sería mi propia historia de amor con final feliz. ¡Qué tonto puedo llegar a ser! Quise prepararle una sorpresa bonita y llevé la foto para sacar dos copias impresas, una para Matt y la otra para mí, para que siempre la cargásemos con nosotros, en nuestras billeteras.
Quien diría que las cosas cambiarían tanto y terminaran… como terminaron. En retrospectiva me doy cuenta de que al lado de Matt jamás fui feliz, simplemente me engañé a mí mismo creyéndolo, creo que por el deseo de no querer estar solo… como lo he estado la mayor parte de mi vida.
“¡De todas maneras no era la forma! – dije casi a gritos a mitad de la calle. Estoy seguro de que ya es tarde puesto que no hay un solo vehículo cerca o personas caminando por las aceras – Javi decidió sacarme a la calle y yo no le estaré rogando. No he hecho nada malo, y ni siquiera me dejó explicarle. Creo que lo justo hubiese sido que me preguntara sobre la foto, que me dejara contarle porque está en mi billetera, no sé, algo. Tengo derecho a explicar las cosas, sobre todo porque él no me conoce, ni conoce mi vida. Y la verdad es que ni siquiera recordaba que tenía esa foto guardada". Y, en realidad, tenía varios años de no verla. Desde que comenzaron los problemas con Matt quise tirarla, pero sabía que si un día él pedía que se la mostrase y yo no la cargaba conmigo, hubiera sido motivo para una tercera guerra mundial – ok, creo que eso suena muy exagerado y dramático, aún para mí – por eso decidí dejarla escondida en lo más profundo de la billetera y, creo que al final la olvidé.
Estoy casi seguro en este punto que mi enojo, mi molestia no es contra Javi, aunque se portó una mierda conmigo; la verdad es que estoy enojado con Matt porque, a pesar de que ya no está presente en mi vida, me acaba de arruinar la noche, pero arruinada nivel “es una mierda completa”, y temo, que también mató cualquier posibilidad de que algo pasé entre Javi y yo. Con Javi estoy dolido por cómo se portó.
Tumblr media
Justo a mitad de la cuadra, me paro en seco mientras observo la foto en mi mano; está bastante arrugada, e incluso, le falta un trozo en la esquina superior derecha. Ha perdido bastante color y, en todo alrededor del doblez, se ha caído incluso trozos de la impresión. Me parece extraño estar viendo aquella fotografía, especialmente después de que Matt… hizo lo que hizo. De alguna manera, mientras la observo, vienen a mi mente muchos recuerdos, muchos momentos que compartimos, aunque, la mayoría, son momentos que jamás le desearía a nadie.
Una gran rabia me invade en este momento; odio a Matt con todas mis fuerzas por… por lo que pasó y odio… no, extraño demasiado a Javi, pero me duele mucho como se portó. Arrugo en mi mano aquella foto. No es suficiente. Necesito desaparecerla, fingir que jamás existió. Con ambas manos la rompo en dos, en tres… en muchos pedazos y los dejo caer en la calle. Veo como los pequeños fragmentos de papel se van volando por toda la acera, por el asfalto hasta que desaparecen de mi vista. Por alguna extraña razón, aquello me ha hecho sentirme un poco mejor.
Dejo escapar un suspiro y, aunque me siento un poco mejor, todavía estoy triste. Entiendo a Javi, creo que yo me hubiese puesto igual estando en su lugar; también me hubiese enojado, o me hubiese imaginado miles de razones de porque carga una foto con su novio, exnovio, lo que sea, pero ninguna hubiese sido algo bueno para mí. Sin embargo, mi orgullo no me deja ceder.
Saco mi teléfono del bolsillo, desbloqueo la pantalla con algo de emoción, aunque me duele reconocerlo, estoy esperando ver alguna notificación. Nada. Ni un solo mensaje de WhatsApp, ni una sola llamada perdida, simplemente nada. A Javi sencillamente no le importó lo que sucedió.
“Perfecto. Ni siquiera se molestó en llamarme o escribirme y menos en salir a buscarme. Está bien. Al final de cuentas creo que no le importo lo suficiente y, de alguna manera, tengo que hacer que a mí tampoco me importe él" gritó con bastante fuerza, de todas maneras, no hay nadie cerca que pueda escuchar. Dejo presionado el botón lateral hasta que el teléfono se apaga. En este momento, no quiero seguir pensando en nada más, no quiero saber de Javi que se portó una mierda conmigo, tampoco quiero saber de JJ que me ha estado ignorando desde hace mucho tiempo – extraño a JJ, quisiera poder contarle lo que me está pasando – ni de nadie más. Lo único que necesito es llegar a mi apartamento, encerrarme y desaparecer del mundo. Quiero llegar para poder llorar y sacar todo esto que siento pues, en este momento, apenas estoy logrando aguantar las lágrimas.
¿Por qué es tan difícil ser feliz? ¿Por qué no logro conocer a una persona a la que pueda amar? Todo resulta tan complicado, tan doloroso… creo que jamás tendré para mí una historia de amor como las de los libros. Dos personas se conocen de una manera improvisada; algo surge entre ellos en una única mirada. Se enamoran, descubren que son el uno para el otro, y viven felices para siempre. Creí, por primera vez creí, que algo así me estaba ocurriendo… con Javi.
Creo que si hay algo de lo que puedo estar seguro es que el universo no tiene una historia de amor escrita para mí.
DOMINGO.
No me logro controlar. Llevo más de una hora de estar llorando. Desde que llegué a mi apartamento, lo primero que hice fue venir a tirarme a la cama y desahogarme. Lo necesitaba demasiado. Desde hace mucho tiempo no me he sentido tan mal como ahora. No sé por qué me hice tantas ilusiones con Javi, a pesar de que no lo conozco, no sé nada de él, y ahora, todo se fue el caño por una estúpida foto vieja. Si tan solo supiera Javi que esa foto no significa nada para mí, que el de la foto – Matt – no significa nada para mí, especialmente desde que él… hizo lo que hizo. Pero no me dejó explicarle. No pude decir una sola palabra. Miles de ideas me pasan por la cabeza y las lágrimas siguen saliendo. No sé, en realidad cuanto tiempo estuve así; apenas recuerdo que puse la cabeza en la almohada y cerré los ojos por un momento nada más o, al menos, así lo creí.
Tengo un dolor de cabeza tan fuerte que me despertó. Creo que anoche me quedé dormido y ni me di cuenta. Siento los ojos muy pesados, hasta hinchados. Seguramente es por haberme pasado la mitad de la noche aguantando lágrimas y, la otra mitad, llorando en mi cama. Sí, definitivamente me quedé dormido porque aún estoy vestido con la ropa que cargaba ayer. Acerco la nariz a mi hombro y aspiro, siento un olor peculiar… el olor de la tapicería de tela del vehículo de Javi. Lo único bueno fue que, por lo menos, si logré quitarme los zapatos anoche; ni siquiera pude meterme bajo las sábanas.
¡El teléfono!, me restriego un poco los ojos, para ver si con ello logro mejorar un poco la vista y cojo el teléfono que dejé sobre la mesa de madera, al lado de mi cama. Presiono el botón y veo como se prende el teléfono; un par de segundos después de que apareciese las letras de la marca en la pantalla, pongo mi dedo en el centro. El teléfono se desbloquea. Espero dos, tres minutos a que termine de prender por completo. Como era de esperarse, no recibo ninguna notificación de WhatsApp, tampoco tengo algún SMS avisándome de que he recibido un mensaje de voz, ni tampoco me llega la alarma de tener una sola llamada perdida. Me quedo inmóvil viendo la pantalla del teléfono – al menos ahora sé que ya pasan de las once de la mañana – hasta que se bloquea. Puedo ver mi rostro cansado reflejado en la pantalla negra. Otra vez, los ojos se me humedecen; los cierro intentando desesperadamente no soltar ni una sola lágrima y, para tratar de recuperar el control, respiro profusamente. Tengo que poner mis pensamientos en orden; tengo que enfocarme en lo que está ocurriendo, pero, solamente tengo un pensamiento muy claro en mi mente en este momento, lo sucedido la noche anterior.
“Sí a Javi no le importó, a mí tampoco me va a importar. Al final, tampoco me interesaba tanto", pero, la verdad es que me interesa, y me interesa demasiado.
Debo reconocerlo, hoy, al encender el teléfono, esperaba ver miles de mensajes en WhatsApp pidiéndome hablar para explicar las cosas o, mejor dicho, la foto; o también recibir decenas de notificaciones de llamadas perdidas, o aún mejor, que estuviese casi que tirando la puerta de mi apartamento para poder verme… cierto, ni siquiera me dio tiempo de decirle donde vivo. Y todo por una estúpida vieja foto. Una foto que tuve que haberla botado hace mucho tiempo.
Javi.
- ¿Aló? Lamento estar llamándote, pero… me gustaría… verte.
- ¡Hola!, no, al contrario, estaba esperando con muchas ansias tu llamada.
- ¿De verdad?, pues no sé si te gustaría que nos viéramos. Me gustaría hablar contigo. La verdad es que pasé todo el día pensando en llamarte, pero, no estaba seguro de hacerlo.
- Me encanta que me hayas llamado. Esperaba escucharte otra vez.
- Entonces ¿podemos vernos hoy?
- Vale, está bien. ¿Dónde quieres que nos juntemos?
- Pues, ¿Qué dices si vienes por mí?, así no vamos en dos carros.
- Si, me parece bien Javi.
- Te veo entonces a las siete de la noche, ¿está bien para ti?
- Genial, te veo en unas horas. Bye.
0 notes
itspabblo · 2 years
Text
Capítulo 08. Hola.
SÁBADO
Javi.
Justo en el momento en que tomé aquel libro con portada de color rojo, blanco y azul, alguien más lo agarró también. Inmediatamente levanté la mirada para descubrir con quién tendría que pelear por quedarme yo con ese libro, porque de verdad me interesa bastante a pesar de que no sé bien de qué trata, cuando, al ver quien está delante de mí, quedé congelado. Ahogué un pequeño grito y abrí mi boca de par en par al tiempo que solté el libro, dejándolo caer sobre la mesa provocando un fuerte ruido que logró hacer que todas las personas que se encontraban en la venta de libros voltearan a ver hacia donde me encuentro. Algo realmente incómodo.
Justo ahí, frente a mí, con una expresión de sorpresa y asombro estaba la solución a mis problemas, o al menos eso esperaba.
Por unos segundos que, seguramente para quien me estaba viendo le parecieron minutos, no hice ni un solo movimiento. No dije nada. Es más, ni siquiera cerré la boca. Hasta parecía que ni siquiera estaba respirando. Simplemente no lo podía creer. Ni porque lo hubiese planeado lo hubiera logrado hacer posible de una manera tan poética, tan fantástica… tan natural. Y entonces comprendí lo que me dijo José: “a veces por medio de los libros podemos encontrar las armas para enfrentar los problemas que vivimos", pero, en este caso, se tornó muy literal, muy real.
Diego.
¡No! En realidad, no quería huir. Quería reaccionar, moverme, correr alrededor de la mesa y pararme justo al lado del hombre sonrisa – sí, el hombre sonrisa estaba parado justo delante de mí, viéndome fijamente tal como lo vi yo en el ascensor el primer día. Ahora que lo pienso, eso se ve demasiado tonto… pero en él, se ve super tierno –, aquel que conocí en el parqueo unos días atrás y que, justo ahora, coincidimos en el mismo lugar. Si esto fuera como los musicales, justo en este momento me pondría a cantar una declaración de amor sincero, hasta escucho en mi cabeza la canción perfecta para este momento: “But darling, you are the only exception; you are the only exception. You are the only exception... And I'm on my way to believing*. Y todos los que están a nuestro alrededor comenzarían a bailar en una coreografía tan elaborada, tan bien sincronizada, que marcaría el inicio de nuestra perfecta relación eterna en donde nos amaremos el resto de nuestras vidas y yo podré ver esa sonrisa tan linda de… bueno, ya averiguaré su nombre.
No, no puedo estar pensando en musicales y en canciones justo en este momento. Esto definitivamente no es un musical, es la realidad. Debo reaccionar. Tengo que hacer algo.
Pero, nuevamente, mi cuerpo no reacciona. Universo, ¿podrías echarme la mano una sola vez? No puedo permitir que él se vaya otra vez y quedarme sin siquiera saber cómo se llama. Necesito, al menos, conocerlo un poco más o será de esas situaciones en las que me arrepentiré durante toda mi vida.
Creo que llevo ya varios minutos en la misma postura, pero, aún no puedo creer que esté justo delante de mí; no puedo dejar de verlo. Esa sonrisa es tan encantadora y, aunque se ve algo cansado – las ojeras tan grandes debajo de sus ojos lo delatan – es lindo, se ve tierno. No sabría exactamente qué es lo que me atrae, pero siento que hay algo en él que vale la pena conocer, tengo muchas ganas de conocerlo, conversar con él y… ya veremos que va ocurriendo. Por fin siento como vuelvo a tener control de mi brazo y lo bajo al mismo tiempo en que esbozo una sonrisa. Por alguna razón, él tampoco se ha movido de su sitio y, en cambio, me mira fijamente.
- Hola – por fin logré articular una palabra, pero ¿y ahora qué? ¿qué más puedo decir? El hombre sonrisa no respondió, pero si sonrió aún más que antes, ¿acaso puede verse más lindo de lo que se ve justo ahora? No lo puedo evitar, me puse aún más nervioso. “No desaproveches esta oportunidad” me dije para mis adentros. Con pasos un tanto vacilantes luchando por no tropezarme, rodeo la mesa y bajo la grada para quedar en el mismo nivel en que él se encuentra y continuo hasta quedar cara a cara con él. No recordaba que fuera un poco más alto que yo, pero me gustaba más. La verdad, eso me gusta bastante - Soy Diego – no puedo dejar de agarrarme las manos, parece que estoy a punto de arrancármelas. Estoy verdaderamente nervioso – el otro día no tuve tiempo de presentarme.
- Hola… Diego – me encanta como se escucha mi nombre saliendo de su boca – no esperaba verte acá… – se acaba de sonrojar – quiero decir, me encanta haberte encontrado – aún más rojo – es decir, que bien verte acá; me alegro por fin encontrarte.
¿Por fin encontrarme?, eso quiere decir que ha estado pensando en mí, ¿habrá intentado buscarme de alguna manera? A pesar de haber salido corriendo, de no decirle mayor cosa, él ha pensado en mí, me quería ver otra vez. Corrección, le encanta verme otra vez. Creo que es inevitable sonreír y hasta sonrojarme un poco.
- Yo… yo quise escribirte, o llamarte, pero perdí el papel que me diste y… – cualquier otra palabra que agregara estaría sobrando – de verdad he sido un bobo al no guardarlo bien, o anotarlo en mi teléfono de una vez y… – claro, no puedo quedarme con la primera frase y tengo que pensar en que más agregar – no sé, soy un bobo.
- Entiendo, no te preocupes. Aunque si esperé tener noticias tuyas, estuve esperando tu llamada o un mensaje - ¿acaso el hombre sonrisa acaba de sonrojarse y toser? – ¡tu billetera!… he encontrado tu billetera. Para entregártela, por eso. Sí, la tengo guardada en mi vehículo.
- Oh – no sé cómo tomar lo que acaba de decirme; no puedo evitar bajar mi mirada con algo de decepción. Creo que me está diciendo que solo quería localizarme para darme la billetera, no es lo que esperaba – gracias… supongo, por guardarla. La estuve buscando por todos lados.
- Y… – baja su mirada – porque también quería volver a verte – inmediatamente siento como me comienzo a sonrojar y lo único que puedo hacer es sonreír, es decir, ¿qué puedo decirle? ¿Qué me estoy emocionando? ¿qué esto es justo lo que estaba esperando? No me refiero a encontrarnos de pura casualidad acá, sino a que quería hablarle, conocerle y saber que él también quiere lo mismo – por cierto, me llamo Javi.
- Al menos ya no tendré que llamarte hombre sonrisa - ¡Mierda! ¿Lo dije en voz alta? Sí, definitivamente lo dije lo suficientemente alto para que el hom… Javi pudiera oírlo, pero, a juzgar por su gesto risueño, creo que no le molestó – mucho gusto Javi. Yo me llamo Diego.
- Diego Andrés Reitch, lo sé – abro los ojos de par en par.
- ¿Cómo… cómo lo sabes?
- Es que – ahora es él quien se sonroja – revisé tu billetera para ver si, de casualidad, estaba tu número anotado en algún lado o algún dato que me ayudara a localizarte… para devolverla por supuesto.
-- Y verme, me imagino – si de algo estoy seguro es que esta vez no puedo dejar pasar el momento.
- Claro – si es posible que alguien que está sonrojado se sonroje aún más, ese es Javi – eso era el motivo principal. Bueno y, no sé si tienes tiempo, pero podríamos ir a tomar un café, si quieres, o a comer – “But darling, you are the only exception; you are the only exception. You are the only exception...” ¿Por qué no hay un buen número musical para hacer perfecto este momento?
- ¡Sí, sí! – ¡mierda! definitivamente mi respuesta la escuchó todo el lugar. Debo aprender a calmarme, necesito relajarme un poco – podemos ir por ese café, aunque, me gustaría también saber más de ti – ¿Es en serio? ¿Desde cuándo yo soy tan valiente para hablar con un hombre? Pero esta es la oportunidad que, definitivamente, no puedo perder. Quiero conocerlo, quiero saber aún más sobre él. No sé, quizá con él pueda ser feliz, finalmente pueda ser feliz.
- Vale, me parece genial la idea, o si prefieres, podemos ir a mi apartamento para poder hablar más a gusto – aunque aquello suena un poco íntimo, bastante en realidad, siento que no lo está haciendo en ese sentido; no sé, pero estoy seguro de que de verdad quiere conocerme, que lo único que está pensando es que platiquemos y veamos que puede llegar a ocurrir. Normalmente no aceptaría este tipo de invitaciones, pero, con Javi, todo ha comenzado de una manera un tanto diferente. Diferente no es sinónimo de malo, solo es… diferente. Y diferente si puede llegar a ser algo muy bueno.
Javi.
¡Qué grandísimo imbécil soy! Ojalá que no haya malinterpretado mi invitación y piense que me lo quiero llevar a la cama – que es lo que normalmente haría – pero con él no quiero que sea sólo eso. Necesito más. A él, a Diego, quiero conocerlo mejor, quiero saber más de él. En verdad lo quiero conocer porque siento que tiene algo especial, algo distinto… como una inocencia tan poco común para alguien de su edad, esa que yo perdí hace ya tantos años, pero que, de alguna manera, quiero recuperar. Tengo que decir algo, hacer algo antes de que piense mal y prefiera irse.
- Sí, está bien Javi – bueno, creo que no lo malinterpretó después de todo.
- Vamos entonces, tengo mi vehículo acá abajo.
- Vale, yo te sigo – no lo puedo evitar. Tengo una gran sonrisa en mi rostro. Quiero tomarle la mano, quiero darle un abrazo, quiero… quiero hacer tantas, tantísimas cosas, pero no. Todavía no.
A diferencia de la primera vez que lo vi, en esta oportunidad entramos juntos al ascensor. Apenas podía decir una que otra palabra por los nervios, y también por las dos señoras mayores que iban con nosotros. No quería que algo que yo dijese les pudiera causar una impresión o algo y, capaz, que les ocurre un ataque por la impresión o que se yo; aún hay muchas personas que son muy “cerradas” de mente y, cuando ven a dos hombres expresarse amor, sienten como si estuviesen presenciando un asesinato, o algo por el estilo. Luego de pagar el estacionamiento, caminamos – no trotamos como hizo Diego aquel día – hacia mi vehículo y, estando ya cerca, corrí a abrirle la puerta del copiloto. Diego no pudo evitar sonrojarse y soltar una tierna sonrisa. Obvio, yo también me sonrojé, pero simplemente me nació hacerlo.
De verdad quiero que esto funcione. Y aunque aún no sé bien que es “esto”, sé que quiero hacerlo todo bien. Necesito hacerlo bien.
- Pero antes de irnos, dame tu número Diego. No vaya a ser que te vuelvas a desaparecer y no tenga donde localizarte – el soltó una risa y yo, como si fuese un adolescente, no supe que más hacer que sonreír nerviosamente mientras arranco el vehículo y emprendemos el camino.
Tumblr media
No cruzamos muchas palabras en el recorrido, tampoco es que tardáramos mucho tiempo, quince minutos aproximadamente hasta llegar a mi edificio. Creo que mi reputación es muy conocida porque, cuando entramos platicando al lobby, José me devolvió el saludo con una expresión mezcla de asombro, mezcla de espanto y, definitivamente, una gran mirada de reprobación. Seguramente ha de estar pensando que apenas acabo de volver de estar con un tipo y ya estoy trayendo a alguien a mi apartamento a hacer cualquier cantidad de perversidades. Pero no me importó. Lo único que realmente me importa en este momento es quien me está acompañando. Esta oportunidad nadie lo puede arruinar.
Al entrar a mi apartamento, Diego abría de par en par los ojos y recorría el lugar con la mirada con una expresión de asombro que se acrecentaba cada vez más. No pude soltar una leve sonrisa.
- ¿Qué sucede Diego?
- Este lugar es… es gigantesco. Creo que mi apartamento cabe solamente en… tu sala – e hizo un gesto con las manos como midiendo el espacio – sí, definitivamente en tu sala puedo meter todas mis cosas y, creo, que hasta tendría espacio para colocar hasta un piano de cola – aquel comentario nos provocó carcajadas.
- Créeme, yo preferiría un lugar más pequeño. Aquí a veces uno puede llegar a sentirse completamente solo.
- Eso pueda ser porque no has encontrado a alguien – hizo una pequeña pausa – que pueda acompañarte cada vez que se lo pidas.
- ¿Tú crees que ya he encontrado a esa persona? – inmediatamente Diego se sonrojó hasta las puntas de las orejas. Me da tanta ternura la expresión que pone cada vez que su rostro se torna rojo. Me encanta su rostro de bobo.
- Pues… – tragó un poco de saliva con dificultad – y… y ¿con quién más vives acá? ¿tienes familia?
- Solo yo. Mi padre se mantiene viajando todo el tiempo y, como no le agrado a su nueva esposa, decidimos que lo mejor era que no me quedara en su casa y me viniera para acá. Así cuando decida un día regresar, no tendremos que pasar el incómodo momento de tener que sacar mis cosas de la casa mientras ella me observa como si fuese un insecto al que acaba de eliminar.
- Oh, comprendo, ¿y tú mamá? – no podía evitar ponerme un poco triste cada vez que alguien me preguntaba por ella; traté de mantener la compostura y responder lo más normal posible.
- Ella… ella falleció hace algunos años – pero creo que no funcionó mi normalidad.
- Yo… lo siento Javi. No te quise incomodar.
- No, no, para nada, es sólo que aún es una herida fresca y me cuesta un poco hablar de ella. En realidad, con nadie he podido hablar de ella, o de cómo me siento – ni siquiera a Bradley le he podido hablar de ello; simplemente me resulta muy difícil.
- Cuando quieras puedes hablarlo conmigo. Yo estaría encantado de escucharte – y de alguna manera sé, que él si me escuchará y yo podré hablar sin problema.
No puedo creer que haya encontrado a un hombre tan increíble y que, a pesar de no haber podido localizarlo, nuevamente lo encontré y ahora estemos acá en mi apartamento hablando. Definitivamente el universo está a mí favor hoy.
Diego.
Pasamos lo que quedaba de la tarde con la típica plática cuando acabas de conocer a alguien: que ha sido de su vida, a que se dedica, que le gusta, la información básica; y debo decirlo, todo de Javi me gusta.
Por momentos me quedo como hipnotizado por sus ojos verdes extraterrestre, o quedo como encantado por su sonrisa, única del hombre sonrisa. Aunque he de admitir, lo que más me agrada de él es lo cómodo que me siento. No tengo problema alguno para hablarle; no me da miedo contarle cosas sobre mí, de mi vida. Es tan sencillo, tan fácil, que pareciera que nos conocemos desde hace mucho tiempo.
- Por cierto, me dijiste que encontraste mi billetera. Gracias por guardarla, no me di cuenta de que la había dejado olvidada en el estacionamiento – Javi se levantó de un salto del sillón y fue hasta una mesa cerca de la puerta donde tomó mi billetera y me la acercó.
- Sí, perdón por haberla revisado… – hubo un silencio exagerado e incómodamente largo – quería ver si había algo para localizarte – y extendió el brazo hacia mí con mi billetera en su mano. Por error, no logro cogerla bien cuando me la acercó y cae al suelo. Algunas cosas salieron de su interior. Javi se apresuró a ayudarme a juntarlas todas y me las entregó, a excepción de un papel que sostuvo en su mano firmemente.
- Lo siento mucho, no la tomé bien.
- Claro, no te preocupes. Toma – y me entregó el papel que, en realidad, no tenía ganas de revisar en este momento; lo tomé y metí en uno de los bolsillos de la billetera – disculpa.
- No te preocupes, fue mi error de no tomarla bien – pero el rostro de Javi cambia radicalmente; pone una expresión seria, como de dolor e incomodidad y evita mirarme a los ojos – Creo que es hora de que te vayas.
- Oh, está bien. ¿Hice algo que te molestara? – no logro comprender muy bien el cambio tan radical de Javi; de alguna manera me está sacando de su apartamento y… y eso me duele, me ofende. Quiero mantener la calma, pero siento que me estoy molestando. ¿Quién se cree como para tratarme así tan repentinamente?
- No, no, para nada. Es solo que ya es tarde.
- ¿Estás seguro? ¿Dije algo incómodo? Discúlpame si…
- No siento bien que estés en casa de alguien a quien no conoces – me interrumpió con un tono muy ceremonioso – a esta hora cuando tienes a otro en otro lado. Mejor deberías de irte a… a hacer lo que debas hacer.
- ¿Qué? – definitivamente ese último comentario no fue lo mejor que pudo hacer. Siento que tengo la cara roja de vergüenza por lo que quiso dar a entender, pero más de enojo por cómo se está portando conmigo.
- Si, si quieres te pido un Uber o llama a… lo que te venga en gana.
- Yo… yo… – nada. Simplemente no puedo decir nada. Estoy tan enojado que las palabras no salen de mi boca; quisiera gritarle algo como ¡¿Quién putas te has creído tú para tratarme de esa manera?! ¡¿Es que acaso tienes mierda en la cabeza metida o simplemente eres estúpido?!
No pude decir nada. No quise decir nada.
Me parecía surrealista lo que estaba pasando en este momento, pero, no tenía la intención de averiguarlo. De un salto me pongo de pie, guardo la billetera en mi bolsillo del pantalón y le lanzo una mirada de odio a Javi. En realidad, es una mirada de dolido, me dolió demasiado lo que quiso insinuar. Caminó dando fuertes pisadas hacia la puerta y salgo de su apartamento sin siquiera voltearlo a ver.
Menos mal ya he cerrado la puerta de su apartamento porque no pude resistir más y un par de lágrimas se me escapan de los ojos, pero, antes de que corrieran por mi mejilla las limpió con mi mano. “No lo vale”, me dije a mí mismo en un intento fallido por no llorar por lo que acababa de ocurrir.
Me quedé parado en el pasillo durante unos segundos esperando a que Javi saliera de su apartamento y me dijese algo, se disculpara o me explicara que putas acaba de pasar. No salió. Me siento un poco avergonzado por cómo me sacó, pero también me siento triste porque no comprendo que fue lo que ocurrió.
¡Genial! ¡Bien jugado universo!, solo querías ilusionarme y dejarme que me llenara de miles de ideas la cabeza para luego quitarme toda oportunidad de que sean realidad.
En cuanto se abren las puertas del ascensor, me meto en él y presiono el botón del Lobby. Insisto, si este fuera un musical, este es el momento perfecto para que aparezca Coldplay en algún rincón del pasillo cantando “The Scientist”; esa es una buena idea. Saco de mi bolsillo los Buds Live, los coloco en mis oídos y busco frenéticamente en Spotify una canción en particular.
“Come up to meet you, tell you I'm sorry you don't know how lovely you are I had to find you, tell you I need you…” + cuando comienzo a escuchar la letra, me recuesto en una de las paredes del ascensor y cierro los ojos.
Jamás podré ser feliz… nunca podré amar a alguien. Nunca conoceré a alguien que me pueda amar de verdad.
* Letra de la canción “The Only Exception” de Paramore.
+ Letra de la canción “The Scientist” de Coldplay.
0 notes