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#fragmentos presocráticos
bocadosdefilosofia · 4 months
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Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι, πάντων δὲ βασιλεύς, καὶ τοὺς μὲν θεοὺς ἔδειξε τοὺς δὲ ἀνθρώπους, τοὺς μὲν δούλους ἐποίησε τοὺς δὲ ἐλευθέρους.
La guerra es el padre y rey de todas las cosas; a unos los muestra como dioses y a otros como hombres, a unos los hace esclavos y a otros libres.
Heráclito de Efeso
Fr. 53, Hipólito, Ref. IX 9, 4
TGO
@bocadosdefilosofia
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aschenblumen · 1 year
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Observa, sin embargo, que las cosas ausentes están firmemente presentes para la inteligencia: en efecto, no separarás el ente de modo que no sea contiguo al ente ni por todas partes (esté) disperso totalmente en el cosmos, ni reuniéndose...
Parménides, «De la naturaleza» (fr. 4) en Presocráticos. Fragmentos II. Traducción de Ramón Cornavaca.
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La Filosofía en la historia
A lo largo de la historia se han buscado diferentes respuestas a los problemas fundamentales propios de cada tiempo. Cada tradición y escuela filosófica han intentado reordenar el campo de conocimiento del que disponían desde sus propias premisas, ofreciendo así distintas definiciones de la Filosofía. A su vez, cada corriente filosófica ha establecido diferentes objetos de estudio que han dividido la disciplina en diversas áreas de investigación. ¿Quieres saber más?
Tradicionalmente se ha dividido la Filosofía en tres áreas en función de cuál sea el objeto de la investigación. Esta división se debe al libro de historia de la Filosofía más antiguo que se conserva: Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio. De acuerdo con esta obra, las tres partes de la Filosofía serían:
Filosofía natural, que estudia el mundo físico y sus procesos.
Filosofía moral o ética (êthika), que estudia el bien, el mal, la justicia y la virtud.
Filosofía metafísica, que estudia la existencia, la causalidad, Dios y otros objetos abstractos.
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A Diógenes Laercio debemos casi toda la información biográfica, teorías, doctrinas y fragmentos de los filósofos presocráticos y gran parte del conocimiento que tenemos de las corrientes de pensamiento de la antigüedad. Gracias a su obra podemos encontrar referencias a escuelas tan poco conservadas como la cínica, la jónica o los estoicos.
[Diógenes de Sinope] decía que los hombres compiten en cavar zanjas y en dar coces, pero ninguno en ser honesto (...). Decía que las cosas de mucho valor se compran por nada y viceversa. Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, Libro VI. Los Cínicos
Sin embargo, el mundo en el que vivió Diógenes Laercio y el resto de autoras/es de la antigüedad tiene poco que ver con el nuestro. ¿Crees que la división que estableció sigue siendo válida en la actualidad? ¿Se te ocurren otros campos de investigación para la Filosofía en nuestros días?
Enlaces de interés:
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unespejo · 2 years
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La esfera de Pascal
Jorge Luis Borges , Otras inquisiciones 
 Quizá la historia universal es la historia de unas cuantas metáforas. Bosquejar un capítulo de esa historia es el fin de esta nota. Seis siglos antes de la era cristiana, el rapsoda Jenófanes de Colofón, harto de los versos homéricos que recitaba de ciudad en ciudad, fustigó a los poetas que atribuyeron rasgos antropomórficos a los dioses y propuso a los griegos un solo Dios, que era una esfera eterna. En el Timeo, de Platón, se lee que la esfera es la figura más perfecta y más uniforme, porque todos los puntos de la superficie equidistan del centro; Olof Gigon (Ursprung der griechischen Philosophie, 183) entiende que Jenófanes habló analógicamente; el Dios era esferoide, porque esa forma es la mejor, o la menos mala, para representar la divinidad. Parménides, cuarenta años después, repitió la imagen (“el Ser es semejante a la masa de una esfera bien redondeada, cuya fuerza es constante desde el centro en cualquier dirección”); Calogero y Mondolfo razonan que intuyó una esfera infinita, o infinitamente creciente, y que las palabras que acabo de transcribir tienen un sentido dinámico (Albertelli: Gli Eleati, 148). Parménides enseñó en Italia; a pocos años de su muerte, el siciliano Empédocles de Agrigento urdió una laboriosa cosmogonía; hay una etapa en que las partículas de tierra, de agua, de aire y de fuego, integran una esfera sin fin, “el Sphairos redondo, que exulta en su soledad circular”. La historia universal continuó su curso, los dioses demasiado humanos que Jenófanes atacó fueron rebajados a ficciones poéticas o a demonios, pero se dijo que uno, Hermes Trismegisto, había dictado un número variable de libros (42, según Clemente de Alejandría; 20.000, según Jámblico; 36.525, según los sacerdotes de Thoth, que también es Hermes), en cuyas páginas estaban escritas todas las cosas. Fragmentos de esa biblioteca ilusoria, compilados o fraguados desde el siglo III, forman lo que se llama el Corpus Hermeticum; en alguno de ellos, o en el Asclepio, que también se atribuyó a Trismegisto, el teólogo francés Alain de Lille —Alanus de Insulis— descubrió a fines del siglo XII esta fórmula, que las edades venideras no olvidarían: “Dios es una esfera inteligible, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna”. Los presocráticos hablaron de una esfera sin fin; Albertelli (como antes, Aristóteles) piensa que hablar así es cometer una contradictio in adjecto, porque sujeto y predicado se anulan; ello bien puede ser verdad, pero la fórmula de los libros herméticos nos deja, casi, intuir esa esfera. En el siglo XIII, la imagen reapareció en el simbólico Roman de la Rose, que la da como de Platón, y en la enciclopedia Speculum Triplex; en el XVI, el último capítulo del último libro de Pantagruel se refirió a “esa esfera intelectual, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, que llamamos Dios”. Para la mente medieval, el sentido era claro: Dios está en cada una de sus criaturas, pero ninguna Lo limita. “El cielo, el cielo de los cielos, no te contiene”, dijo Salomón (1 Reyes, 8, 27); la metáfora geométrica de la esfera hubo de parecer una glosa de esas palabras. El poema de Dante ha preservado la astronomía ptolemaica, que durante mil cuatrocientos años rigió la imaginación de los hombres. La tierra ocupa el centro del universo. Es una esfera inmóvil; en torno giran nueve esferas concéntricas. Las siete primeras son los cielos planetarios (cielos de la Luna, de Mercurio, de Venus, del Sol, de Marte, de Júpiter, de Saturno); la octava, el cielo de las estrellas fijas; la novena, el cielo cristalino llamado también Primer Móvil. A éste lo rodea el Empíreo, que está hecho de luz. Todo este laborioso aparato de esferas huecas, trasparentes y giratorias (algún sistema requería cincuenta y cinco), había llegado a ser una necesidad mental; De hipothesibus motuum coelestium commentariolus es el tímido título que Copérnico, negador de Aristóteles, puso al manuscrito que trasformó nuestra visión del cosmos. Para un hombre, para Giordano Bruno, la rotura de las bóvedas estelares fue una liberación. Proclamó, en la Cena de las cenizas, que el mundo es efecto infinito de una causa infinita y que la divinidad está cerca, “pues está dentro de nosotros más aun de lo que nosotros mismos estamos dentro de nosotros”. Buscó palabras para declarar a los hombres el espacio copernicano y en una página famosa estampó: “Podemos afirmar con certidumbre que el universo es todo centro, o que el centro del universo está en todas partes y la circunferencia” (De la causa, principio de uno, V). Esto se escribió con exultación, en 1584, todavía en la luz del Renacimiento; setenta años después, no quedaba un reflejo de ese fervor y los hombres se sintieron perdidos en el tiempo y en el espacio. En el tiempo, porque si el futuro y el pasado son infinitos, no habrá realmente un cuándo; en el espacio, porque si todo ser equidista de lo infinito y de lo infinitesimal, tampoco habrá un dónde. Nadie está en algún día, en algún lugar; nadie sabe el tamaño de su cara. En el Renacimiento, la humanidad creyó haber alcanzado la edad viril, y así lo declaró por boca de Bruno, de Campanella y de Bacon. En el siglo XVII la acobardó una sensación de vejez; para justificarse, exhumó la creencia de una lenta y fatal degeneración de todas las criaturas, por obra del pecado de Adán. (En el quinto capítulo del Génesis consta que “todos los días de Matusalén fueron novecientos setenta y nueve años”; en el sexto, que “había gigantes en la tierra en aquellos días”.) El primer aniversario de la elegía Anatomy of the World, de John Donne, lamentó la vida brevísima y la estatura mínima de los hombres contemporáneos, que son como las hadas y los pigmeos; Milton, según la biografía de Johnson, temió que ya fuera imposible en la tierra el género épico; Glanvill juzgó que Adán, “medalla de Dios”, gozó de una visión telescópica y microscópica; Robert South famosamente escribió: “Un Aristóteles no fue sino los escombros de Adán, y Atenas, los rudimentos del Paraíso”. En aquel siglo desanimado, el espacio absoluto que inspiró los hexámetros de Lucrecio, el espacio absoluto que había sido una liberación para Bruno, fue un laberinto y un abismo para Pascal. Éste aborrecía el universo y hubiera querido adorar a Dios, pero Dios, para él, era menos real que el aborrecido universo. Deploró que no hablara el firmamento, comparó nuestra vida con la de náufragos en una isla desierta. Sintió el peso incesante del mundo físico, sintió vértigo, miedo y soledad, y los puso en otras palabras: “La naturaleza es una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.” Así publica Brunschvicg el texto, pero la edición crítica de Tourneur (París, 1941), que reproduce las tachaduras y vacilaciones del manuscrito, revela que Pascal empezó a escribir effroyable: “Una esfera espantosa, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.”
Quizá la historia universal es la historia de la diversa entonación de algunas metáforas.
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lashomeridas-blog · 5 years
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Preámbulo a la filosofía platónica...
La singularidad que caracteriza a Platón se materializa en el hecho de que antes de su manifestación, la filosofía occidental no poseía una obra filosófica de monumental importancia como llegan a ser los diálogos platónicos. Si bien las obras de los sofistas y los presocráticos, ahora conservadas en unos cuantos fragmentos y otrora íntegras, suponen una vívida influencia para Platón, es este mismo quien se encarga, mediante cierto matiz ecléctico, de condensar bajo su pensamiento las ideas de sus predecesores y su gran maestro, Sócrates; de esta forma, logra fundar una base ideológica que después devendrá a ser juzgada por él mismo, dando así su genuino pensamiento filosófico.
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https://www.youtube.com/watch?v=1ba07lKI9yk :  La clásica rivalidad entre Platón y Aristóteles. Desacuerdo. Teoría de las ideas y el argumento del tercer hombre. Diferencias. Metafísica. Ética. Política. Pensamiento. Filosofía.
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jgmail · 6 years
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La necesidad de la metafísica del Caos
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por Alexander Dugin – La filosofía europea moderna comenzó con el concepto de Logos y el orden lógico del ser. Durante dos mil y algunos cientos de años este concepto ha sido completamente agotado. Todo el potencial y los principios contenidos en esta forma de pensar logocéntrica ahora se han explorado a fondo, expuesto y abandonado.
El problema del Caos y la figura del Caos se descuidaron, dejadas a un lado desde el principio de la filosofía. La única filosofía que conocemos en la actualidad es la filosofía del Logos. Pero el Logos es algo opuesto al Caos, su alternativa absoluta.
Desde el siglo XIX, con los filósofos europeos más importantes y brillantes como Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, hasta los pos-modernistas contemporáneos el hombre europeo comenzó a sospechar que el Logos estaba llegando a su fin. Algunos de ellos osaron afirmar que de ahora en adelante estamos viviendo en el tiempo del fin de la filosofía logocéntrica, acercándose otra cosa.
La filosofía europea estaba basada en el principio logocéntrico que corresponde al principio de exclusión, el elemento diferenciador, la diairesis griega. Todo esto corresponde estrictamente a la actitud masculina, refleja el orden jerárquico, autoritario, vertical del ser y del conocimiento.
Este enfoque masculino de la realidad impone orden y el principio de exclusividad en todas partes. Esto es perfectamente claro en la lógica aristotélica en la que los principios de identidad y de exclusión se colocan en la posición central en el modo normativo de pensamiento. A es igual a A, y no es igual a no-A . La identidad excluye la no-identidad (alteridad) y viceversa. Aquí vemos al hombre que habla, piensa, actúa, lucha, divide, ordena.
Actualmente toda esta filosofía logocéntrica llegó a su fin y debemos pensar en otra posibilidad de pensamiento distinta del modo logocéntrico, falocéntrico, jerárquico y excluyente.
Si el Logos ya no nos satisface, nos fascina, nos mueve, entonces estamos dispuestos a probar algo más y abordar el Caos.
Para empezar: hay dos conceptos diferentes del Caos. La física y la filosofía modernas hacen referencia a sistemas complejos, bifurcaciones y ecuaciones no lineales mediante el uso del concepto de “caos” para describir tales fenómenos. Entienden por eso no la ausencia de orden, sino un tipo de orden que es difícil de percibir en cuanto tal. Así que este “caos” sería un orden, pero muy complejo, que parece no ser orden en modo alguno, pero que en esencia lo es. Este “caos” o “turbulencia” es calculable en la naturaleza pero con métodos y procedimientos teóricos y matemáticos más sofisticados que los instrumentos con los que faena la ciencia natural clásica.
El término “caos” es usado aquí de manera metafórica. En la ciencia moderna continuamos tratando con una forma esencialmente logocéntrica de explorar la realidad. Entonces, el “caos” aquí no es más que una estructura disipativa del Logos, el último resultado de su decadencia, caída, descomposición. La ciencia moderna no está tratando con algo que no sea el Logos, sino con una especie de post-Logos, o ex-Logos , o Logos en el último estado de disolución y de regresión. El proceso de destrucción y disipación final del Logos es tomado aquí como “caos”.
En realidad ello no tiene nada que ver con el Caos en cuanto tal, con el Caos en el sentido griego original del término. Es más bien un tipo máximo de confusión. René Guénon llama a la era en la que ahora vivimos una época de Confusión. La confusión significa el estado de ser que sucede al orden y lo precede. Así que tenemos que hacer una distinción clara entre dos conceptos diferentes. Por un lado, tenemos el concepto moderno de caos que representa un pos-orden o una mixtura de fragmentos contradictorios de ser sin ninguna unidad y orden, ligados entre sí por correspondencias y conflictos post-lógicos altamente sofisticados. Gilles Deleuze ha llamado a este fenómeno un sistema no co-posible compuesto por la multitud de las mónadas (utilizando el concepto de mónadas y co-posibilidad introducido por Leibniz) convirtiéndose para Deleuze en “las nómadas”. Deleuze describe la posmodernidad como una suma de fragmentos no co-posibles que pueden coexistir. Esto no era posible en la visión leibniziana de la realidad basada en el principio de co-posibilidad. Pero dentro de la posmodernidad podemos ver elementos excluyentes coexistiendo. Las mónadas no co-posibles (“nómadas”) no ordenadas pululando alrededor podrían parecer algo caótico, y es en ese sentido como normalmente se usa la palabra caos en el lenguaje cotidiano. Pero en rigor debemos diferenciar.
Así que tenemos que distinguir dos tipos de caos, el “caos” posmodernista como equivalente a confusión, una especie de post- orden, y el Caos griego como pre-orden, como algo que existe antes de que la realidad ordenada haya llegado a ser. Sólo este último puede ser considerado Caos en el sentido propio del término. Este (que es, sin embargo, el original) sentido del concepto de Caos se debe examinar cuidadosamente de modo metafísico.
La visión épica de la ascensión y caída del Logos en el curso del desarrollo de la filosofía occidental y de la historia de Occidente fue expuesto por Martin Heidegger, quien dijo que en el contexto de la cultura europea u occidental el Logos no es sólo un principio filosófico primordial, sino también la base de la actitud religiosa que forma el núcleo de la Cristiandad. También podemos notar que el concepto de “kalam” o intelecto está en el centro de la filosofía y la teología islámicas. Lo mismo ocurre con el judaísmo (al menos en la opinión del judío Filo, y sobre todo en el judaísmo medieval y en la Cábala). Así, en la alta modernidad en que vivimos somos testigos de la caída del Logos acompañada de la correspondiente caída de la cultura greco-romana clásica y de la religión monoteísta. Estos procesos de descomposición son completamente paralelos a lo que Martin Heidegger considera la situación actual de la cultura occidental en su conjunto. Identifica el origen de este estado de cosas en algún error oculto y difícilmente reconocible cometido en las primeras etapas del pensamiento griego. Algo salió mal en el comienzo mismo de la historia de Occidente y Martin Heidegger ve este error, precisamente, en la afirmación de la posición exclusivista del Logos exclusivista en el pensamiento en cuanto tal. La transición fue hecha por Heráclito, por Parménides, pero sobre todo por Platón a partir del pensamiento de la filosofía, lo que fue equivalente a la instauración de una visión del mundo de dos niveles en la cual lo existente era percibido como una manifestación de lo oculto. Posteriormente, lo oculto fue reconocido como el Logos, la Idea, el paradigma, el ejemplo. De este punto procede la teoría referencial de la verdad. La verdad es el hecho de la correspondencia de lo dado inmediatamente a la presunta esencia invisible (“la naturaleza a la que le gusta esconderse”, según Heráclito). Los presocráticos estaban en el principio de la filosofía. La explosión incontrolada de la técnica moderna es su resultado lógico. Heidegger llama a esto “Gestell” y considera que es el motivo del desastre y la aniquilación de la humanidad que se acerca inevitablemente. Según él, el propio concepto de Logos estaba equivocado, por lo que se propuso revisar radicalmente nuestra actitud hacia la propia esencia misma de la filosofía y del proceso de pensamiento, y encontrar otro modo, que él llamó “el Otro Comienzo”.
Así que el Logos apareció por primera vez con el nacimiento de la filosofía occidental. La antigua filosofía griega surgió ya como algo que excluye al Caos. Precisamente, al mismo tiempo el Logos comenzó a florecer revelando una especie de inmensa voluntad de poder y el absolutismo de la actitud masculina hacia la realidad. El devenir de la cultura logocéntrica ontológicamente aniquiló el polo opuesto del Logos en sí – es decir, el caos femenino. Así que el Caos como algo que precedió al Logos y fue abolido por él y su exclusividad se manifiestó y desestimó por el mismo movimiento. El Logos masculino expulsó al Caos femenino, la exclusividad y la exclusión subyugaron la inclusividad y la inclusión. Así nació el mundo clásico estirando sus límites por 2500 años – hasta la modernidad y la era científico racionalista. Este mundo llegó a su fin. Pero, sin embargo, todavía vivimos en sus límites. Al mismo tiempo, en el mundo de la disipación posmoderno todas las estructuras de orden se están degradando, dispersando y confundiendo. Es la noche del Logos, el fin del orden, el último acorde de la dominación exclusivista masculina. Pero estamos todavía dentro de la estructura lógica, no fuera de ella.
Afirmando esto, tenemos algunas soluciones básicas para el futuro. La primera – el retorno al reino del Logos, la Revolución Conservadora, la restauración de la dominación total masculina en todos los ámbitos de la vida – la filosofía, la religión, lo cotidiano. Esto podría hacerse espiritualmente y socialmente o en lo técnico. Este modo en el que la técnica se encuentra con el orden espiritual fue fundamentalmente estudiado y explorado por Ernst Jünger, amigo de Martin Heidegger. El retorno al clasicismo acompañado por la apelación al progreso técnico. El esfuerzo por salvar el Logos en descomposición, la restauración de la sociedad tradicional. El Orden eternamente nuevo.
El segundo camino es aceptar las tendencias actuales y seguir la dirección de la confusión, que implica participar más y más en las estructuras de disipación, en el postestructuralismo, y tratar de alcanzar el placer de deslizarse cómodamente en la nada. Esta es la opción elegida por los representantes de la izquierda o los liberales de la postmodernidad. Es el nihilismo moderno en su ápice – originalmente identificado por Nietzsche y explorado a fondo por Heidegger. El concepto de la nada siendo lo potencialmente presente en el principio de la identidad adecuada al propio Logos, no es aquí el límite del proceso de la caída del orden lógico, sino el ámbito construido racionalmente de expansión ilimitada de la decadencia horizontal, multitudes incalculables de flores de putrefacción .
Sin embargo, podríamos elegir la tercera vía y tratar de trascender las fronteras del Logos y dar un paso más allá de la crisis del mundo postmoderno, literalmente postmoderno, es decir, más allá de la modernidad, donde la disipación del Logos alcanza su límite. Así, la cuestión de este propio límite es crucial. Mirando desde el punto de vista del Logos en general, incluyendo el Logos más decaído, más allá del reino del orden no hay nada. Así que cruzar la frontera de ser es ontológicamente imposible. La nada no es: así dice después de Parménides toda la ontología logocéntrica occidental. Esta imposibilidad afirma la infinitud de la frontera del Logos y asegura la descomposición interna del reino de la continuidad del orden eterno. Más allá de la frontera de ser no hay nada y el movimiento hasta este límite es analíticamente infinito (aquí es totalmente válida la aporía de Zenón de Elea). Así que nadie puede cruzar la frontera a no ser que simplemente no exista.
Si insistimos no obstante en hacer eso, debemos apelar al Caos en su sentido griego original, como algo que precede el ser y al orden, algo pre-ontológico.
Estamos frente a un problema crucial realmente importante. Un gran número de personas hoy en día no está satisfecho con lo que está sucediendo a nuestro alrededor, con la crisis absoluta de los valores, las religiones, la filosofía , la política y el orden social, con las condiciones posmodernas, con la confusión y la perversión, con la era de mayor decadencia.
Pero teniendo en cuenta el sentido esencial del devenir de nuestra civilización al estado actual no podemos mirar hacia las fases anteriores del orden logocéntrico y sus estructuras subyacentes porque fue precisamente el Logos mismo quien llevó las cosas al estado en el que ahora están, portando en sí los gérmenes de la decadencia actual. Heidegger identifica con extrema credibilidad las raíces de la técnica en la solución presocrática al problema del ser a través del Logos. De hecho, el Logos no puede salvarnos de las condiciones instauradas por él mismo. El Logos no sirve de nada aquí.
Así que sólo el caos pre-ontológico puede dar una pista sobre la forma de superar la trampa de la postmodernidad. Él fue puesto a un lado en los albores de la creación de la estructura lógica del ser como una piedra angular. Ahora es su turno para entrar en juego. De lo contrario estaremos condenados a aceptar la postmodernidad disipada postlógica que pretende ser eterna porque de alguna manera aniquila el tiempo. La modernidad mató a la eternidad y la postmodernidad está matando el tiempo. La arquitectura del mundo post-moderno es completamente fragmentada, perversa y confusa. Es una especie de laberinto sin salida, doblado y retorcido como la cinta de Moebius. El Logos, que era la garantía de la rectitud del orden, sirve aquí para proporcionar la curvatura, que se utiliza para preservar la impracticabilidad de la frontera ontológica con la nada, contra eventuales transgresores.
Así que la única manera de salvarnos a nosotros mismos, de salvar a la humanidad y la cultura de esta trampa es dar un paso más allá de la cultura logocéntrica dirigido al Caos .
No podríamos restaurar el Logos y el orden que se deriva de él porque llevan en sí mismos la razón de su destrucción eterna. En otras palabras, para salvar el Logos exclusivista deberíamos hacer un llamamiento a la instancia inclusiva alternativa, que es el Caos.
Pero, ¿cómo usar el concepto de Caos y basar en él nuestra filosofía si la filosofía ha sido siempre para nosotros algo lógico por definición?
Para resolver esta dificultad, deberíamos abordar el Caos no desde la posición del Logos, sino desde la del Caos. Esto puede ser comparado a la visión femenina, la comprensión femenina de la figura del otro que no es excluido, sino, por el contrario, incluido en la identidad.
El Logos se considera a sí mismo como lo que es, y como lo que es igual a sí mismo. Puede aceptar las diferencias dentro de sí mismo, ya que excluye lo que es distinto de sí mismo fuera de sí mismo. Así, la voluntad de poder está actuando. La ley de la soberanía. Más allá del Logos, afirma el Logos, no hay nada. Así que el Logos excluyendo todo más allá de sí mismo excluye al Caos. El Caos utiliza diferentes estrategias -incluye en sí mismo todo lo que es, pero al mismo tiempo todo lo que no es. Así, el inclusivo Caos incluye también lo que no es inclusivo como él, y más de aquello que excluye al Caos. Así, el Caos no percibe al Logos como otro en relación a sí mismo, o como algo que no existe. El Logos como el primer principio de exclusión está incluido en el Caos, presente en él, rodeado por él y tiene su lugar garantizado en él. Así la madre portadora del bebé lleva consigo lo que es una parte de ella y lo que no es una parte de ella al mismo tiempo. El hombre ve a la mujer como un ser externo e intenta penetrarla. La mujer considera al hombre como algo interno y trata de darle un nacimiento.
El Caos es el eterno nacimiento del otro, es decir, del Logos.
En resumen, la filosofía caótica es posible porque el propio caos incluye en sí el Logos como posibilidad interior. Puede identificarlo libremente, apreciar y reconocer su exclusividad incluida en su vida perpetua. Así llegamos a la figura del muy especial Logos caótico, que es el Logos completa y absolutamente fresco, siendo eternamente revivido por las aguas del Caos. Este Logos es caótico, al mismo tiempo exclusivo (y es por eso que es propiamente Logos) e inclusivo (siendo caótico). Lidia con la identidad y la alteridad de forma diferente.
El Caos puede pensar. Él piensa. ¿Deberíamos preguntarle cómo lo hace? Hemos preguntado al Logos. Ahora es el turno del Caos. Debemos aprender a pensar con y dentro del Caos.
Sugeriría, como ejemplo, la filosofía del pensador japonés Nishida Kitaro, que ha construido la “lógica del torneo” o “lógica de los lugares” en oposición a la lógica aristotélica .
Debemos explorar otras culturas diferentes de la occidental para tratar de encontrar diferentes ejemplos de filosofía inclusiva, religiones inclusivas, y así sucesivamente. El logos caótico no es sólo una construcción abstracta. Si nos fijamos bien, encontramos las formas reales de esta tradición intelectual. En las sociedades arcaicas, así como en la teología y las corrientes místicas orientales.
Apelar al Caos es la única manera de salvar el Logos. El Logos necesita un salvador para sí mismo. No pudo salvarse a sí mismo. Necesita de algo opuesto a sí mismo para ser restaurado en la situación crítica de la postmodernidad. Nosotros no conseguimos trascender la posmodernidad. Esta no puede ser superada sin apelar a algo que haya sido antes de la razón de su decadencia. Así que debemos recurrir a otras filosofías distintas de la occidental.
En conclusión, me gustaría decir que no es correcto concebir el Caos como algo que pertenece al pasado. El Caos es eterno, pero eternamente coexistente con el tiempo. Así que el caos es siempre absolutamente nuevo y espontáneo. Podría ser considerado como una fuente de cualquier tipo de invención y novedad, porque su eternidad tiene en sí misma siempre algo más de lo que era, es, o va a ser en el tiempo. El Logos en sí mismo no puede existir sin el caos como el pez no puede vivir fuera del agua. Cuando ponemos un pez fuera del agua, se muere. Cuando el pez comienza a insistir excesivamente en que alrededor se trata de algo más que de agua (incluso si es cierto), llega a la orilla y se muere. Es una especie de pez loco. Cuando lo ponemos de nuevo en el agua, salta de nuevo. Así que lo dejamos morir si él quiere. Hay otros peces en el fondo del agua. Vamos a seguirlos.
La era astronómica que está llegando a su fin es la era de la constelación del pez. El pez en la orilla. El pez moribundo. Así que necesitamos mucho del agua.
Sólo una actitud completamente nueva frente al pensamiento, una nueva ontología y una nueva gnoseología pueden salvar al Logos que salió del agua, en la orilla, en el desierto que crece y crece (como Nietzsche previó).
Sólo el Caos y la filosofía alternativa basada en la inclusividad pueden salvar a la humanidad moderna y el mundo de las consecuencias de la degradación del principio exclusivista llamado Logos. El Logos ha expirado y todos podemos ser enterrados bajo sus ruinas a menos que hagamos un llamamiento al Caos y sus principios metafísicos, y los utilicemos como base para algo nuevo. Tal vez este es el “nuevo comienzo”, del cual habló Heidegger.
Fuentes: Against Postmodern World – Legio Victrix
(Traducción de La Cuarta Teoría Política en español)
Extraído de: La Cuarta Teoría Política en español
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lafilosofia1973 · 6 years
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¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? según Hadot
Son numerosos los filósofos que han tratado de responder qué es la filosofía. Pero en el lenguaje común, en el día a día, son pocas las personas que tienen claro qué significa y para qué sirve la filosofía hoy en día. En muchas ocasiones se iguala con una actividad abstracta, mayoritariamente teórica y que, por tanto, poco o nada puede tener en común con la vida diaria de las personas.
Así podemos apreciarlo si acudimos a la definición de filosofía que encontramos en la RAE: Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano.
El hecho de que “el sentido del obrar humano” se encuentre al final de la definición ya nos indica que, de alguna manera, primero tenemos una teoría y solo después y como un añadido opcional viene la parte práctica, aquello que debería afectar a la vida de las personas, al “sentido del obrar humano”. Esta definición es bastante fiel a lo que se entiende comúnmente por filosofía. No obstante, no parece ser tan fiel al sentido original que daban los filósofos antiguos a la filosofía.
El significado de filosofía y su origen
Como es bien sabido, el significado etimológico de filosofía, en griego antiguo, es el de “amor a la sabiduría”. Es esta acepción originaria la que, o bien ha sido simplemente vaciada de significado, o bien ha sido sustituida por una visión más teórica de la disciplina.
Recordemos que la filosofía occidental tiene su origen en la antigua Grecia (y Asia Menor), surge durante el siglo VI a.C con los filósofos que hoy conocemos como presocráticos, entre ellos Tales de Mileto, Heráclito de Éfeso o Pármenides de Elea; y que se caracterizaba por entonces por ser un intento racional de explicación de la realidad sin recurrir a elementos sobrenaturales.
No obstante, este concepto de la filosofía, que podríamos considerar como plenamente teórico, cambia con los sofistas y, sobre todo, con Sócrates.
Tal y como escribe Pierre Hadot en ¿Qué es la filosofía antigua?: Ante todo, por lo menos desde Sócrates, la opción por un modo de vida no se localiza al final del proceso de la actividad filosófica, como una especie de apéndice accesorio, sino por el contrario, en su origen, en una compleja interacción entre la reacción crítica a otras actitudes existenciales, la visión global de cierta manera de vivir y de ver el mundo, y la decisión voluntaria misma; y esta opción determina, pues, hasta cierto punto la doctrina misma y el modo de enseñanza de esta doctrina. El discurso filosófico se origina por tanto en una elección de vida y en una opción existencial, y no a la inversa.
La filosofía, en la antigüedad, era primeramente “una elección de vida” y “una opción existencial”. No hay, pues, nada más práctico, diario y que interpele más la vida del individuo que la filosofía. Y, además, esta elección no se encuentra como corolario, sino que forma parte primordial y constituyente del discurso filosófico: la elección existencial determina el discurso y viceversa.
Continúa Hadot: En segundo lugar, esta decisión y esta elección jamás se hacen en soledad: nunca hay ni filosofía ni filósofos fuera de un grupo, de una comunidad, en una palabra, de una “escuela” filosófica y, precisamente, esta última corresponde entonces ante todo a la elección de una cierta manera de vivir, a cierta elección de vida, a cierta opción existencial, que exige del individuo un cambio total de vida, una conversión de todo el ser y, por último, cierto deseo de ser y de vivir de cierto modo. Esta opción existencial implica a su vez una visión del mundo, y la tarea del discurso filosófico será revelar y justificar racionalmente tanto esta opción existencial como esta representación del mundo. El discurso filosófico teórico nace, pues, de esta inicial opción existencial y conduce de nuevo a ella en la medida en que, por su fuerza lógica y persuasiva, por la acción que pretende ejercer sobre el interlocutor, incita a maestros y discípulos a vivir realmente de conformidad con su elección inicial, o bien es de alguna manera la aplicación de un cierto ideal de vida.
Esta idea de filosofía como actividad que siempre se lleva a cabo dentro de una comunidad, de una escuela, me recuerda al concepto de Comunidad moral, extraído de El miedo a la libertad de Erich Fromm, y que constituye uno de los pilares del sentido y la escritura de este blog. La filosofía como disciplina común, imposible de realizar sin una cierta escuela, sin la actividad de los demás.
Quiero decir, pues, que el discurso filosófico debe ser comprendido en la perspectiva del modo de vida del que es al mismo tiempo medio y expresión y, en consecuencia, que la filosofía es en efecto, ante todo, una manera de vivir, pero que se vincula estrechamente con el discurso filosófico. Uno de los temas fundamentales de este libro será la distancia que separa a la filosofía de la sabiduría. La primera no es más que un ejercicio preparatorio de la sabiduría.
La filosofía, entonces, según este último fragmento de ¿Qué es la filosofía antigua?, de Hadot, sería una aspiración a la sabiduría. La palabra sabiduría es otro término filosófico que seguramente ha perdido significado a lo largo del tiempo, y que en muchas ocasiones es malentendido. Acudamos en este caso a la Wikipedia, que nos dice que “sabiduría” es: La sabiduría es un carácter que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo. La sabiduría y la moral se interrelacionan dando como resultado un individuo que actúa con buen juicio. Algunas veces se toma sabiduría como una forma especialmente bien desarrollada de sentido común.
Y, si es que nos fuera necesaria una mayor precisión, recurramos de nuevo a Hadot: Para definir sophia, los intérpretes modernos dudan siempre entre la noción de saber y la de sabiduría. El que es sophos, ¿es el que sabe muchas cosas, que vio muchas cosas, que viajó mucho, que tiene una cultura enciclopédica, o es aquel que sabe conducirse bien en la vida y que está en la felicidad? Habremos de repetir a menudo a lo largo de esta obra, las dos nociones distan de excluirse: el verdadero saber es finalmente un saber hacer, y el verdadero saber hacer es un saber hacer el bien.
Como podemos ver, la sabiduría es plenamente práctica.
Filosofía de vida: búsqueda de la sabiduría
Tal vez estemos ahora preparados para proponer una definición alternativa de filosofía, más fiel a ese sentido originario que hemos descrito: Búsqueda racional de la sabiduría mediante el establecimiento del sentido del obrar humano, así como de los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad.
Esta búsqueda implica una decisión existencial por un determinado modo de vida, y el esfuerzo consciente y mantenido por vivir conforme a esa decisión inicial.
Sin este esfuerzo por vivir en conformidad con lo que se piensa no existe filosofía. Sin práctica no hay sabiduría. En esencia, una búsqueda es una tendencia hacia algo, un movimiento. Sin la puesta en práctica de nuestra decisión existencial no hay amor a la sabiduría.
En esta visión concreta de la filosofía se sitúan la mayoría de textos de este blog. Una búsqueda individual, pero común, de un poco más de sentido. Encontramos en los estoicos y los epicúreos una gran inspiración.
De este modo, creo que se entiende mucho mejor por qué la filosofía es importante, cuando “los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad” han sido brillantemente esclarecidos por la ciencia, pero parece que seguimos tan perdidos como siempre en nuestra búsqueda del “sentido del obrar humano”.
Y encontramos una buena expresión de esta manera cotidiana de hacer filosofía en Si la política es asunto de los ancianos, de Plutarco, escrito en el siglo II d.C, y que cita Pierre Hadot: La mayoría imagina que la filosofía consiste en discutir desde lo alto de una cátedra y profesar cursos sobre textos. Pero lo que no llega a comprender esa gente es la filosofía ininterrumpida que vemos ejercer cada día de manera perfectamente igual a sí mismo […] Sócrates no hacía disponer gradas para los auditores, no se sentaba en una cátedra profesoral; no tenía horario fijo para discutir o pasearse con sus discípulos. Pero a veces, bromeando con ellos o bebiendo o yendo a la guerra o al Ágora con ellos, y por último yendo a la prisión y bebiendo el veneno, filosofó. Fue el primero en mostrar que, en todo tiempo y en todo lugar, en todo lo que nos sucede y en todo lo que hacemos, la vida cotidiana da la posibilidad de filosofar.
En el sentido aquí explicado, queda claro que también hoy existen filósofos, que todos conocemos al menos algún filósofo, y que no necesariamente son personas que hayan estudiado filosofía o sepan explicar el mito de la caverna de Platón, sino que, simplemente, llevan un vida buena, una vida digna de ser vivida.
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zatroshop · 2 years
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Fragmentos presocráticos: De Tales a Demócrito (El libro de bolsillo - Clásicos de Grecia y Roma)Tapa blanda – 28 enero 2016
Fragmentos presocráticos: De Tales a Demócrito (El libro de bolsillo – Clásicos de Grecia y Roma)Tapa blanda – 28 enero 2016
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43 – IDEAS – HISTORIA DE LA FILOSOFIA – ANAXÁGORAS –
Anaxágoras, fue un filósofo presocrático que introdujo la noción de nous -mente o pensamiento) como elemento fundamental de su concepción filosófica.
Nació en Clazómenas (en la actual Turquía) y se trasladó a Atenas (hacia 483 aC.), debido a la destrucción y reubicación de Clazómenas tras el fracaso de la revuelta jónica contra el dominio de Persia. Fue el primer pensador extranjero en establecerse en Atenas.
Entre sus alumnos se encontraban el estadista griego Pericles, Arquelao, Protágoras de Abdera, Tucídides, el dramaturgo griego Eurípides, y se dice que también Demócrito y Sócrates.
Anaxágoras dio también un gran impulso a la investigación de la naturaleza fundada en la experiencia, la memoria y la técnica. A él se le atribuyen las explicaciones racionales de los eclipses y de la respiración de los peces, como también investigaciones sobre la anatomía del cerebro.
Conocedor de las doctrinas Conocedor de Anaxímenes, de Parménides, de Zenón y Empédocles, Anaxágoras había enseñado en Atenas durante unos treinta años cuando se exilió tras ser acusado de impiedad al sugerir que el Sol era una masa de hierro candente y que la Luna era una roca que reflejaba la luz del Sol y procedía de la Tierra.
Marchó a Jonia y se estableció en Lámpsaco (una colonia de Mileto), donde, según dicen, se dejó morir de hambre (Diógenes Laercio). Es seguro, en todo caso, que en tal lugar fue venerado (Aristóteles) e incluso debió de haber un grupo de seguidores suyos (Eusebio de Cesarea).
Anaxágoras expuso su filosofía en su obra Peri physeos (Sobre la naturaleza), pero solo algunos fragmentos de sus libros han perdurado.
Para explicar la pluralidad de objetos en el mundo dotados de cualidades diferentes, recurre a la suposición de que todas las cosas estarían formadas por partículas elementales, que llama con el nombre de "semillas". Más tarde Aristóteles llama a estas partículas con el nombre de homeomerías (partes semejantes).
Según Aristóteles, Anaxágoras concibe el nous como origen del universo y causa de la existencia, pero a la vez trata de explicarse y llama a encontrar las cosas cotidianas de lo que ocurre en el mundo.
Por otro lado, hizo formar parte de su explicación de la realidad al concepto de nous, inteligencia, la cual, siendo un «fluido» extremadamente sutil, se filtra por entre los recovecos de la materia, a la que anima con su movimiento.
El nous penetra algunas cosas y otras no, con lo que se explica, siguiendo a Anaxágoras, la existencia de objetos animados e inertes. Platón en el Fedón se muestra de acuerdo con la afirmación según la cual el nous es la causa de todo y conduce al orden y la armonía, pero discrepa con la búsqueda de las causas materiales emprendida por Anaxágoras.
Su doctrina del nous fue más tarde adoptada críticamente por Aristóteles.
Las diferencias entre las concepciones de uno y otro pueden apreciarse con este ejemplo: Para Anaxágoras los humanos pudieron hacerse inteligentes debido a que tenían manos, en cambio para Aristóteles el hombre recibió manos debido a que tenía inteligencia.
Según Marco Tulio Cicerón en su libro Sobre la naturaleza de los dioses, Anaxágoras fue discípulo y sucesor de Anaxímenes. Y fue el primer filósofo en afirmar que el Universo fue diseñado y realizado por el poder racional de una mente infinita. [email protected]
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whileiamdying · 4 years
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Javier Aranda Luna: Steiner: el crítico como intérprete
George Steiner todas las mañanas traducía un fragmento a cuatro idiomas. Pretendía estar en forma. También mientras leía algunos versos los memorizaba porque era un fiel creyente de la memoria como forma de aprendizaje. La poesía por su capacidad de concentrar la luz del sol en un rayo, le ayudaba a visualizar los temas de manera precisa. Era un poeta que no se reconocía como tal, habitado por otras vidas, por otros mundos. Sus mañanas estaban habitadas por los presocráticos griegos y por los poetas antiguos. from La Jornada: Cultura https://www.jornada.com.mx/2020/02/05/cultura/a04a1cul?partner=rss via IFTTT
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El periodo presocrático
Primer periodo de la filosofía, aquel que tuvo lugar antes de que apareciera Sócrates. El tema principal fue la naturaleza o physis.
Los filósofos de esta etapa se ocuparon del problema del movimiento, del cambio que sufrían las cosas. Observaban que todas las cosas nacen, cambian y mueren, se tornan frías y calientes, etc., por lo que tiene que haber un principio permanente o esencial que logre explicar todos estos cambios. A la búsqueda de ese principio fundamental o arjé encaminaron sus investigaciones.
·         Tales de Mileto, estableció como principio de generación de las cosas al agua o la humedad que se encuentra en todos los cuerpos bajo sus diversos estados físicos.
·         Anaximandro, consideró que el principio de todas las cosas se encuentra en lo que él llamó el apeiron, o sea, lo infinito, lo ilimitado; principio del cual todas las cosas provienen, incluyendo los contrarios.
·         Anaxímenes, junto con los filósofos anteriores integró la llamada Escuela de los milesios (todos eran originarios de una colonia griega de Asia Menor de nombre Mileto); para este filósofo, el aire origina todas las cosas a través de la condensación y rarefacción. De esta manera, se originan el fuego, las nubes, el agua, la tierra y otros elementos.
·         Los pitagóricos. Conjuntamente con los milesios o jónicos surgieron otros importantes filósofos en esta misma época, fundada por el místico y matemático Pitágoras de Samos (570-497 a.C.). Era una especie de hermandad mística orientada hacia la liberación del alma, pues las necesidades corporales constituyen -en opinión de su fundador- un obstáculo para la conquista de la verdad, tarea suprema de la filosofía. Pensaban que hay que purgar por una vida eminentemente contemplativa. Quien llega a encarnar esta vids es un verdadero sabio, un Sophos. A Pitágoras se le atribuye la creación del concepto filosofía, “amor a la sabiduría”. Según los pitagóricos, el principio o esencia de todas las cosas son los números. Estos sabios establecieron que el número uno es el punto, el dos la línea, el tres la superficie y el cuatro el sólido. A cada astro le asignaron una nota y el conjunto, por su armonía, producía una música celestial.
·         Parménides de Elea, vivió éntrelos siglos VI y V a.C., consideraba el movimiento como una mero ilusión. Planteó que le verdadero conocimiento se llega por la razón y no por los sentidos. Según el logos o la razón, el ser o ente es uno, inmóvil, eterno y saturado de ser. Sólo podemos pensar lo que es, pues el no-ser es imposible de ser pensado; si el ser tuviera movimiento transitaría hacia el no-ser, pero el no-ser no puede ser pensado, pues en cuanto lo pensamos ya es algo, por consiguiente, el movimiento, lógicamente, no existe. Deja planteado este escabroso problema que Platón, Aristóteles y otros tratarán de solucionar. Poema de Parménides (fragmento): Pero ven, y te diré, y tú retén las palabras oídas, qué únicos caminos de busca son pensable. El uno, que es y que no es posible que no sea, es la vía de la Persuasión pues sigue a la Verdad. El otro, que no es y que necesario es que no sea, éste, te digo, es un sendero ignorante de todo. Porque ni puedes conocer lo que no es, pues no es factible, ni expresarlo.
·         Zenón de Elea, uno de los discípulos de Parménides, formula argumentos lógicos para reforzar sus atrevidas tesis, a saber: que el movimiento no existe o que, en todo caso, es imposible de ser concebible desde el punto de vista lógico. Para llegar a B partiendo de A, se necesita pasar por el punto medio que llamaremos C; está de por medio el punto D y así hasta el infinito. En virtud de que avanza en una serie infinita de puntos o espacios es imposible; así resulta que el movimiento no existe. Alguien replicó a Zenón, arguyendo que el movimiento se demuestra andando, lo cual es un hecho innegable. A lo que respondió que una cosa es el plano de los hechos y otra es la que nos da la lógica, la cual se basa en las leyes del pensamiento; en este caso en el principio de identidad, que sostiene que “todo objeto es idéntico a sí mismo”.
·         Heráclito de Éfeso (536-470 a.C.), a quien se le ha considerado como un contrincante de Parménides de Elea. Frente al ser eterno e inmutable del gran filósofo de Elea, Heráclito sostiene el movimiento, el cambio y la multiplicidad. Las cosas se presentan en una lucha incesante: todo lo que nace existe por la destrucción de otras cosas. Así, según Heráclito todo fluye, y el famoso principio de identidad parece hacerse trizas. Según él, nadie se sumerge dos veces en el mismo río; éste es el mismo, pero el agua corre, se precipita, se renueva y ya no es la misma. Así, la multiplicidad de formas en constante movimiento revelan el ser de las cosas y la necesidad de encontrarles una unidad para comprenderlas. “Lo frío se calienta y lo caliente se enfría, lo húmedo se seca y lo seco se hace húmedo”; “El hombre se enciende y apara como una luz de noche”; “Una misma cosa en nosotros lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo”.
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bocadosdefilosofia · 3 months
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καὶ τὸ μὲν οὖν σαφὲς οὔτις ἀνὴρ ἴδεν οὐδέ τις ἔσται εἰδὼς ἀμφὶ θεῶν τε καὶ ἅσσα λέγω περὶ πάντων· εἰ γὰρ καὶ τὰ μάλιστα τύχοι τετελεσμένον εἰπών, αὐτὸς ὅμως οὐκ οἶδε· δόκος δ᾿ ἐπὶ πᾶσι τέτυκται.
Mas por lo que respecta a la verdad cierta, nadie la ha conocido, Ni la conocerá; ni acerca de los dioses Ni siquiera de todas las cosas de las que hablo. Y aunque por casualidad expresase La verdad perfecta, ni él mismo lo sabría; Pues todo no es sino una maraña de sospechas.
Jenófanes de Colofón
DK 21 B 34
Fr. 34, Sexto, Adv math. VII 49 y 110, cf. Plutarco, Aud, poet. 2, 17 E
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zertra-blog · 6 years
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fragmentos presocraticos, de Tales a Democrito
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bocadosdefilosofia · 4 months
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τὸν εὐθυμεῖσθαι μέλλοντα χρὴ μὴ πολλὰ πρήσσειν, μήτε ἰδίηι μήτε ξυνῆι, μηδὲ ἅσσ᾿ ἂν πράσσηι, ὑπέρ τε δύναμιν αἱρεῖσθαι τὴν ἑωυτοῦ καὶ φύσιν· ἀλλὰ τοσαύτην ἔχειν υλακήν, ὥστε καὶ τῆς τύχης ἐπιβαλλούσης καὶ ἐς τὸ πλέον ὑπηγεομένης τῶι δοκεῖν, ατατίθεσθαι, καὶ μὴ πλέω προσάπτεσθαι τῶν δυνατῶν. ἡ γὰρ εὐογκίη ἀσφαλέστερον τῆς εγαλογκίης.
Preciso es que quien quiera tener buen ánimo no sea activo en demasía, ni privada ni públicamente, ni que emprenda acciones superiores a su capacidad natural. Debe, más bien, tener una precaución tal que, aunque el azar le impulse a más, lo rechace en su decisión y no acometa más de lo que es capaz, pues la carga adecuada es más segura que la grande.
Demócrito de Abdera
Demócrito, Fr. 3,  Estobeo, Anth. IV, 39,25
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bocadosdefilosofia · 4 months
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ἀνὴρ ὁκόταν μεθυσθῇ, ἄγεται ὑπὸ παιδὸς ἀνήϐου σφαλλόμενος, οὐκ ἐπαΐων ὅκη βαίνει, ὑγρήντὴν ψυχὴς ἔχων.
Un hombre cuando está ebrio es conducido por un niño imberbe y va dando tumbos, sin saber por dónde va con su alma húmeda.
Heráclito de Efeso
Fr. 117, Estobeo, Ant. III 5, 7
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bocadosdefilosofia · 4 months
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εἷς θεός, ἔν τε θεοῖσι καὶ ἀνθρώποισι μέγιστος, οὔτι δέμας θνητοῖσιν ὁμοίιος οὐδὲ νόημα. αἰεὶ δ᾿ ἐν ταὐτῶι μίμνει κινούμενος οὐδέν οὐδὲ μετέρχεσθαί μιν ἐπιπρέπει ἄλλοτε ἄλληι. ἀλλ᾿ ἀπάνευθε πόνοιο νόου φρενὶ πάντα κραδαίνει. οὖλος ὁρᾶι, οὖλος δὲ νοεῖ, οὖλος δέ τ᾿ ἀκούει.
Uno solo es Dios entre los dioses y uno solo entre los hombres es el máximo. Ni en entendimiento ni el cuerpo se asemeja a los mortales. Siempre permanece en un lugar sin moverse nunca. Sin esfuerzo sobre el Todo reina con el simple pensamiento e intención. Todo él ve, todo él conoce y todo él oye.
Jenófanes de Colofón DK 21 B 23 – DK 21 B 26 – DK 21 B 25 – DK 21 B 24
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