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#agua de vereda
1000ifilm · 1 year
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Despedida
Bs. As, me despido por un tiempo. Desde hace un tiempo me despido, no sé si vos fuiste primero o si siempre avancé yo. Me despido de la casa de mis padres para que aparezca un lugar nuevo y me despido muy pronto de mi primer cuarto/casa en soledad en busca de un lugar nuevo. Me despido primero de lo que no me pude despedir primero, de mi nariz contra el suelo, de las manos de alguien que no conozco tocandome la cara para enseñarme a identificar mis ansiedades, de los autos y los taxis, del choque que tuvieron en la bici un Uber y un Rappi, adiós a los 4 colectivos y el subte B, chau, estación Pueyrredón, mi verdadero entrenamiento colectivo, chau cientos de millones de gentes hormigas leones avispas palomas peces pulpos tortugas y conejos y venados que viajaban conmigo todos a la vez todos apretados y caminábamos en el mismo sentido y en sentido contrario y sin mirarnos a los ojos chocandonos y esquivandonos en las veredas del enigmático, magnífico y tedioso y fotógrafico barrio de Once. Me despido de tu sol pegando fuerte en el agua de la vereda, me despido locamente de ese brillo que hacías rebotar ahí tan fuerte. Nunca entenderé del todo esta fascinación por tus zanjas de asfalto tan brillante en concordancia con tus relieves amarillos. Intento elegir una sola imagen, Buenos Aires, tu basura no puede aburrir a nadie. Viejos televisores y teléfonos y papeles y juguetes y paraguas y zapatos y sillas y cuadros y libros y esos falsos iPhones que esconden adentro pinturita para ojos rota y vencida y toda la fruta podrida y la casi podrida que alguien podría todavía comer. Hasta luego, amigx, saludo con abrazo, un beso, lágrima del ojo, te devuelvo está pestaña que se te perdió, manteca de cacao, las cucharas en el mismo plato, nada me da asco. Te encuentro en el mundo, en un rato. Salgamos tarde para llegar temprano. Salgamos a las 23, salgamos a las 2. Volvamos a las 6, despertemos a las 11. Buenos Aires, tal vez me voy porque te extraño. 
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 AGUA DE VEREDA  | AVIÓN
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nuestrodestinocomun · 7 months
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La Junta de los Ríos
“La luz del sol ilumina la habitación al completo, se filtra a través de los árboles del jardín y crea pequeñas sombras que se mecen proyectadas sobre la pared. Este fenómeno solo sucede durante los meses de verano. Se que estoy de vuelta en el pueblo, en casa de mis padres. Escucho a Loki, abajo con mi hermano”, dice Julia.
“Tendré que darme prisa si quiero llegar a la hora fijada, aún tengo que darle una vuelta a los animales de la granja, antes de salir hacia el lavadero del pueblo donde hemos quedado”, dice Alfredo. No quiero llegar tarde, la excursión de la Junta de los Ríos es exigente y no es recomendable hacerla al medio día durante los días de verano, cuando el sol cae implacable de pleno sobre el ardiente suelo de pizarra que abunda durante todo el camino.
“Soy como un insecto que quedó atrapado esperando ser devorada por la araña”, dice Rosa, mientras espera a Luis, contemplando la telaraña que ha crecido en un ángulo de la ventana de la cocina.
“Aún tengo tiempo de llegar a casa para asearme y cambiarme de ropa, quiero causarle buena impresión a Julia, hace tanto tiempo que no la veo”, dice Luis.
“A veces siento que si desapareciera, no le importaría a nadie, que si no acudiera hoy a la cita con mis amigos para hacer la excursión que programamos ayer, esa que tantas veces hicimos cuando vivíamos todos juntos en el pueblo, seguramente nadie me echaría en falta”, dice Ernesto mientras termina de preparar una mochila con las cosas que ayer le pidió Teresa que comprara.
“Ojalá venga Ernesto, no lo vi muy convencido ayer cuando me lo encontré en el mercado y estuvimos comprando las cosas que llevaríamos hoy para la excursión”, dice Teresa.
“Ya estamos todos, excepto Luis que siempre llega tarde”, dice Julia. Volveremos a caminar juntos como en los viejos tiempos. Nos saludaremos como si no hubiesen pasado los años. Como si fuéramos los mismos amigos que un día se separaron, justo en este mismo punto en el que ahora nos volveremos a encontrar, el antiguo lavadero del pueblo, en la Calle Gracia, con sus frías y  cristalinas aguas. Nos abasteceremos de agua, para adentrarnos en el imponente paraje que nos espera, con sus colinas y sus senderos, por los que transitaremos a la búsqueda de nuestro propio destino.
“Por una vereda entre huertos abancalados de frutales y hortalizas, de nogales y castaños, vamos dejando atrás las últimas granjas, la seguridad del hogar, y nos adentramos en lo salvaje”, dice Alfredo. Julia y Luis, van por delante, abriendo la expedición, con Loki. Teresa, Rosa y Ernesto los siguen. Nos adentramos en el desconocido mundo que me relataba mi abuelo cuando era pequeño, la tierra que fue testigo de las sangrientas guerras de Las Alpujarras, la revolución de los moriscos.
“Nos aproximamos al Molino de la Carraca, testigo de la historia reciente de estas tierras, la era de Pepe el Juez, mi abuelo, el último molino que estuvo en funcionamiento en el pueblo”, dice Luis. Ahora tristemente sepultado entre la vegetación, como mi infancia, soterrada, sumergida y olvidada bajo los años, bajo los recuerdos. Los vecinos del pueblo acudían al molino, para trabajar con mi abuelo, para recoger el grano con el que se hacía el pan del pueblo, para alimentar a los animales de la familia de Alfredo. Al llegar los recibía y me presentaba orgulloso, su nieto Luis. Al pasar por el sendero dejamos el edificio a la derecha, abandonando y desatendido, en la quietud del bosque, como a veces se descuida y se desatiende a la familia, a los amigos.
“Amigos, caminemos, pero obviando aquellas veredas que suben a la izquierda,  esas no deberemos tomarlas, no lo olvidemos, o nos perderemos”, dice Teresa. Nuestra referencia siempre debe ser la Acequia Nueva que camina paralela a nosotros, permanente y ruidosa en el fondo del valle, perseverante e infatigable guía hacia la Junta de los Ríos, a una hora de camino desde el pueblo, donde el río Grande y el río Chico se reúnen estruendosos.
“Al atravesar estos parajes resuenan en nuestras cabezas los gritos y aullidos estridentes de los rebeldes y sus familias durante los últimos días de la Guerra de las Alpujarras, escenario de traiciones y asesinatos, donde sus últimos monarcas, se aferraban al inútil e insufrible poder que presagiaba sus muertes, resistiendo a las tropas cristianas de Don Juan de Austria”, dice Ernesto. Vienen a nuestra mente, los recuerdos de esos relatos con los que el abuelo de Alfredo nos atemorizaba en las noches de verano, cuando nos reuníamos los seis en su casa. Como la historia del salvaje asesinato del último rey de Andalucía, Aben Aboo, por sus tropas, tras haber matado él mismo con sus propias manos a su primo Abén Humeya y sustituirlo en el regio cargo. Como la historia de los tres hermanos moriscos que salieron un día con su rebaño de ovejas y resultaron emboscados por los caballeros cristianos en su afán por terminar con el reinado de Abén Aboo. Estas mismas laderas fueron testigos de su desaparición a pesar de los intentos de Mofas, la perra de los tres hermanos, de encontrarlos.
“Bajemos por la ladera, vayamos despacio, como vagando sin rumbo”, dice Rosa. Tomemos el sendero de la derecha, el que conduce hacia el cruce de los ríos, el pequeño camino de bellos y gráciles tallos, de hierbas frescas, en el que un grupo de petirrojos nos viene a saludar mientras se alimentan del grano de los tallos y los insectos del lugar. Entremos en esa nebulosa de aves que nos acompaña durante un rato, mansos y confiados en nuestra buena voluntad. Incluso Loki, al frente con Julia y con Luis comprende la virtud y la paz de este lugar. Al igual que estos petirrojos, Julia se aleja y se escapa de mi, y se eleva cada vez más alto, con sus letras, con sus palabras.
“Soy un nido, soy el árbol, soy las ramas sobre los que los petirrojos se posan y descansan al descender de su vuelo”, dice Julia. Siento que me elevo con ellos sobre la vertiente escarpada del barranco que no me pierde de vista, los Tajos del Reyecillo, imponente y soberbio, con sus cuevas colgadas del abismo, desde donde cuenta la leyenda que un rey se arrojó con su caballo dejando en la roca marcadas sus huellas, la Patá.
“Debemos darnos prisa si no queremos que el sol nos encuentre en nuestra expedición hacia el horcajo”, dice Alfredo. Desde aquí puedo ver ya el sendero que debemos tomar para avanzar en nuestra marcha. Caminaremos al fin entre árboles, por pequeños senderos cubiertos de abundante vegetación, donde pasta el ganado, entre riachuelos que darán de beber a Loki y con los que jugará a atrapar el agua, que nos darán de beber a los seis y nos refrescarán del esfuerzo realizado.
“Ardo y tiemblo al salir de este sol y entrar al fin en esta sombra. Zumba una abeja en mi oreja, de repente está aquí, y de repente ya ha pasado. Escucho el discurrir del agua por las acequias a nuestros pies, acompañándonos en la marcha. Esto es aquí, esto es ahora, pero sin darnos cuenta, ha pasado”, dice Teresa.
“Estos riachuelos van secándose conforme el día va avanzando, se evaporan por el calor del sol. He visto como Rosa le ha dado la mano a Ernesto. El que ama, arde, se consume, se evapora”, dice Luis.
“Ahora, exploremos. Caminemos estos senderos, que ya se empieza a intuir nuestro destino cercano entre los árboles. La Junta del río Grande y el río Chico”, dice Ernesto. Crucemos el puente sobre el río Chico, y frente a nosotros, en el horcajo de los ríos, coronando la colina, contemplamos las ruinas de la antigua fábrica de seda, con su arco morisco, casi intacto, con su historia, la historia de nuestra tierra, que compartimos los seis, a pesar de ya no estar juntos, a pesar de ya no ser uno. A pesar de que los tres hermanos y Mofas desaparecieron entre las colinas que ahora recorremos. Rosa me escucha atentamente, las constelaciones de sus ojos iluminan mi día.
“Amigos, subamos estas sendas de fresnos, nogales y saúcos. Hablemos bajo, casi susurrando, para poder escuchar el mensaje de estos árboles milenarios. De este bosque encantado que adoro, en el que nos sumergimos. De los tres hermanos que aún vagan por estos parajes. Ernesto, dame tu mano, me gusta cuando me cuentas estas historias”, dice Rosa.
“Las terrazas casi inalteradas desde tiempos moriscos nos observan a nuestro paso. Los senderos cuajados de moreras, que en otros tiempos utilizaran para fabricar la seda de vestidos y trajes, nos custodian en nuestra marcha. En mi cabeza, una palabra árabe resuena, vergel, de donde proviene el nombre de nuestro pueblo”, dice Alfredo. Amigos, tomemos la senda que rodea la vieja fábrica por la derecha, bajo el antiguo arco, como lo hicieran antes nuestros antepasados, y continuemos nuestro camino hacia las pozas de agua de los tres hermanos.
“La vegetación se hace cada vez más y más espesa. El sendero se estrecha y nos obliga a ir en filia india, uno detrás de otro. Alfredo nos dirige y Loki da continuas batidas hacia delante y hacia atrás para controlar que los seis amigos se mantienen unidos en esta aventura”, dice Julia.
“Alfredo siempre ha sido nuestro faro, nuestro guía, por eso encabeza la expedición y va abriendo camino en el sendero que nos conduce a las pozas. Resulta evidente que es el motivo por el cual Julia termina regresando a esta tierra”, dice Luis.
“Siento que hoy, el aire en este lugar, está cargado de una electricidad magnética, puedo percibirlo en mi piel, en mis cabellos, en mis manos y en mis pies, una chispa frenética y delirante que me invita a vivir intensamente, que nos invita a mantenernos unidos, siento que empiezo a vibrar, me gustaría gritar y cantar”, dice Teresa. Una versión alternativa de la leyenda de los tres hermanos cuenta que aunque fueron emboscados por los caballeros cristianos lograron salvarse y aún siguen vagando por estos lugares, junto con su perra Mofas como espíritus mágicos, poseyendo los cuerpos de los excursionistas, que como nosotros, deciden visitar estos lugares, para mostrarles las historias de aquellos que antes que nosotros habitaron estos parajes.
“Jamás había visto a Ernesto de esta manera”, dice Rosa. “Jamás había visto a Rosa de esta manera”, dice Ernesto. Vamos de la mano hacia las pozas de los tres hermanos. Bañémonos en sus aguas límpidas, frescas y cristalinas. Una poza por cada uno de los tres hermanos. Será nuestro bautizo.
“Loki es el primero en llegar a la primera de las pozas y comienza a saltar en la orilla, intentando morder y controlar el agua”, dice Julia. Los demás llegamos a continuación, emocionados por encontrarnos en este mágico lugar, por estar los seis juntos, poseídos por el espíritu de los tres hermanos, de la Junta de los Ríos, del río Grande, del río Chico, que resuenan estruendosos en el fondo de nuestro corazón y de nuestra alma.
“Subamos a las otras pozas, bañémonos, desnudémonos, abracémonos, sumerjámonos en este instante inolvidable y eterno”, dice Teresa.
“Mis ojos estallan en lágrimas como nunca antes lo hubiesen hecho, contemplo a mis amigos, son titanes, bellas criaturas del bosque”, dice Alfredo.
“Siento que un enorme gigante de piedra nos hubiese dejado caer en esta tierra, en este lugar, desde sus manos rocosas, a través de las copas de los árboles”, dice Luis. No tendremos que regresar a los trémulos senderos de la vida, podremos permanecer aquí juntos, mis amigos y los espíritus del bosque.
“Seré tuya”, dice Rosa. “Seré tuyo”, dice Ernesto. Cada átomo mío está en el viento, será mi forma de tocarte allá donde estés, dicen los dos al unísono.
Definitivamente vibramos, nos agitamos.  Nuestro cuerpo entero se transforma en moléculas que se funden con el aire, con el agua, con la tierra de este lugar.
Ya no somos los individuos que antes conocíamos (Julia, Rosa, Teresa, Alfredo, Ernesto y Luis) somos facciones, átomos que cambian tan rápido, que se mueven y oscilan tan deprisa que parecen no existir, que desaparecen de este mundo. Solo queda de nosotros, los seis amigos, las huellas impregnadas en pintura que un día dejamos sobre la piedra.
El bosque parece desdibujarse a nuestro alrededor, la tierra se convierte en una inmensa claridad y ni un sonido rompe el silencio del paisaje que habitamos.
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exhaled-spirals · 10 months
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« Antes de que todo esto se termine. Antes de que cierren la casa y vendan los muebles y regalen los libros. Antes de que se repartan los cosméticos y los zapatos. Antes de que arrojen las cacerolas a la basura. Antes de que vacíen las alacenas, de que se lleven las especias, los fideos. Antes de que se terminen los días felices y las tardes de domingo. Antes de la última de las madrugadas. Antes del final de la angustia. Antes de que se acaben el sexo sin amor y el amor sin sexo. Antes de que la ropa se pudra en los placares. Antes de que descuelguen los cuadros y cubran los sillones con lienzos y cierren las ventanas para siempre. Antes de que quemen las fotos. Antes de que se resequen los felpudos, de que se oxiden las cortinas en sus rieles. Antes de que se terminen la curiosidad, los huesos, el hígado y las córneas. Antes de que se sequen todas las plantas del balcón. Antes de que no haya más nieve, ni colores, ni trópicos. Antes del final de todas las selvas, de todos los mares, de todos los reflejos en el agua. Antes del último poema. Del final de las veredas y las calles. Del fin de todos los paseos.
Antes del adiós a todos los aeropuertos y todos los aviones todas las ciudades y todos los cafés con vidrios empañados. Antes de la cancelación de todas las discusiones, de todos los argumentos, de toda la furias, de todos los desprecios. De todas las metálicas ansiedades. Antes del fin de los gritos, de la desolación y de la culpa. Antes de la última agenda, del último viernes, del último bar, del último baile. Antes de que se apaguen todas las cúpulas y todas las pantallas. Antes de que las polillas se coman los restos de la lana y de la almohada. Antes del final de las mascotas. Antes, mucho antes: hay que vivir.
Pero ¿cómo? ¿Cómo? «Qué admirable / el que no piensa “la vida huye”/ cuando ve un relámpago», escribió Basho. Admirables los que están en el tiempo sin pensar en él. »
— Leila Guerriero, Teoría de la gravedad
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dahyfernandezz · 2 months
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𝐒𝐨𝐥í𝐚 𝐨𝐛𝐬𝐞𝐫𝐯𝐚𝐫 los faroles que se encontraban al otro lado de la vereda, pasaba horas observando como parpadeaban cada vez que el viento soplaba fuertemente ocasionando que los cables perdieran su estabilidad.
Me quedaba ahí, quieta, esperando que aparecieras y mientras esperaba, pensaba; en como los faroles se mantenían o al menos intentaban mantenerse encendidos a pesar de que el viento arrematara contra ellos, estuviesen ahí, alumbrando una calle vacía, por la cual no transitaba ni un alma o bueno, tal vez si; pero no podía verlo.
Habían noches en los que tardabas en aparecer y en muy pocos casos ni asomabas la luz; ocurrían en días de tormenta, cuando las nubes no te dejaban asomar. Te mantenias oculta detrás de las enormes nubes grises llenas de agua.
Cuando las nubes se disipaban, te observaba detenidamente, aparecías en fases diferentes y en cada una de ellas existía la posibilidad de verlo a él.
Si, te lo conté un par de veces, bueno más de lo que me gustaría confesar; en ti lo veía, era la única manera de estar junto a él. Este sabía la hora en la que los faroles se encendían y yo sabía la hora exacta en la que saldrías para dejarme verlo.
Eres la intermediaria entre él y yo; la que me permite leerle los poemas que le he escrito, desde esta calle alumbrada por faroles que luchan por mantenerse encendidos y que por momentos me recuerdan a mi.
La que resguarda un amor cristalizado, hecho un mosaico, por el cual permites que entre tu luz, sellando así la grieta de un alma perdida y un corazón hecho pedazos.
● Dahy🍁
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la-semillera · 2 months
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ESTHER FERRER & GUADALUPE GRANDE
Jardín de las variaciones
Aún no había llegado la maleta de los objetos perdidos, la caja de seda para los zapatos anfibios, es decir, el pequeño ataúd para tu mano.
Cegada por la luz de otros días, giras el rostro hacia la tarde: el caracol deja su baba transparente sobre la fotografía, una silla en el mar de los días y un muro de viento que empuja el brocal del recuerdo convertido ahora en ceniza, nunca estuvimos allí, a la orilla de aquel jardín, al borde de la distancia, en el párpado de aquel naufragio blanco, festejando las nupcias de los animales de la nostalgia en el umbral de la escarcha.
Y ahora miramos absortos las horas con la infancia atravesada en los labios, quietos, muy quietos, recostados en el muro de viento antes de que desaparezca este copo de ayer que arde en nuestra pupila: arde la muleta para el pie que nunca tuvimos, y en ese instante somos sólo eso, una ráfaga de miedo en el viento.
* Un mirlo atraviesa el jardín, lleva en su pico rojo la vela azul para nuestros años, lleva, entre salto y vuelo, la esquirla de hielo bajo su lengua de flecha, la gota de cera para la doble despedida de nuestra edad.
La cicatriz cruza el jardín hacia el agua, la vereda parte los días y deja una escama del silabario, una brizna de días en el monóculo del tiempo que se balancea en la dulce higuera, funambulista del extravío para la correa del lazarillo del porvenir. Imposible mansedumbre del vigía, inútil docilidad de quien se ata por vez primera los zapatos con el crespón de los átomos del duelo.
*
Sea el diente de leche quien tire del pomo de la puerta.
Viene y va la caligrafía del tiempo, viene y va.
Está lejos la luz y no importa, lejos las mariposas del olvido, las que callan su memoria, lejos la raíz del vocablo que florece en el aroma, lejos la cuchara con su hueco, con su nido de levadura, el pan ácimo lejos, lejos el pabilo, el aceite y la oscura leyenda del cuenco con su hondura, está lejos la vida y no importa.
*
Al otro lado de la vida, al otro lado de la infancia, al otro lado del jardín.
Todos se han ido y sólo queda regresar.
Giran los días, giran bajo la púa de nieve, bajo la implacable batuta del porvenir, hipótesis de luz en la sombra, al otro lado de la dársena, donde el ala pliega su duelo, donde el perro esconde tu mano en la grieta del muro y el pez muerde el sedal, la semejanza que hilvana el vestido para el viaje de las últimas cosas, la incesante madeja, fundación de penumbra en la penumbra.
Un soplo, un resplandor, la nieve. Hoy, mañana, nunca, cuando ayer y hoy son ya un mismo día en tu corazón.
Entonces, el regreso, para llegar al lugar donde la cicatriz siembra su íntima voluntad, texto borrado donde te sientas a escuchar los días mientras el mundo gira cuando cae la noche. Aquí.
_ Guadalupe Grande. de «Hotel para erizos» Calambur Editorial, 2010
_ Las cosas, performance, Festival Le Lieu, Québec (Canadá), 1990 © Esther Ferrer, VEGAP, Bilbao, 2018. Foto: F. Bergeron.
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sircletus · 3 months
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Composición: 2017 (B&N) - 2023 (color)
ese mate ya no existe ni el pantalón, ni esos championes. el termo que guardaba el agua andará roto, metal sucio de los callejones. ya no existe esa remera. esa cadena no la he visto tampoco está el amor. ayer pasé por esa plaza. pasé solo saqué otra foto. todo lo demás, el resto de cosas que allí había sigue igual. las plazas, estas calles los bancos, las veredas son los escenarios donde venimos para que todo, de a poco minuciosamente se nos vaya muriendo
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tokymin · 12 days
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Un pequeño poema para un corazón tan grande como lo es la preciosa tierra de Mendoza, provincia ubicada en el país más incomprendido pero hermoso a la vez, Argentina.
La forma de tu inmensa altura es tan calurosa como tu corazón.
El agua que corre por tus brazos al bajar la gran torre es tan fresca como el viento que golpea tus grandes árboles.
Los cielos que se dibujan en los picos de tu cuerpo son increíblemente hipnotizante.
Tus calles calientes me dejan sin aliento pero me hacen sentir agradecida de caminar sobre ellas.
Las plantas que rompen las veredas para besar al sol son dignas de observar para luego pintarlas en un lienzo.
La historia que recorre tus calles junto a las casas antiguas bañadas en humedad son lo que le dan vida a tu nombre.
Mendoza, el lugar de los amantes de lo sencillo, el lugar donde las cosas son increíbles solo si queres que así sean. Aca podes sorprenderte de cuántas personas se acostumbran a sus tesoros mientras que otros nos dormimos deseando que al despertar podamos ver y sentir un poco de su calida simpleza.
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jartitameteneis · 1 year
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Serbia diseña un árbol líquido a base de algas que purifica el aire de las ciudades.
Los árboles líquidos son un experimento científico desarrollado para responder al problema de las emisiones urbanas de dióxido de carbono, un complemento de árboles o jardines. Contienen alrededor de 600 litros de agua y trabajan usando microalgas para producir oxígeno a través de la fotosíntesis. Están arreglando el dióxido de carbono de la atmósfera urbana. Este efecto puede ser beneficioso para salvar el planeta.
¿Por qué necesitaríamos alternativas de árboles?
Según estos científicos se debe a que las veredas son cada vez más pequeñas y tambien para lugares que no reciben suficiente luz solar o lugares subterráneos como estaciones de metro. Producen 4 veces más oxígeno que un árbol urbano normal.
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r-anemoia · 2 months
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“Qué hermoso es ver llover por las mañanas,
el cielo es gris y los autos levantan el agua al pasar cerca de las veredas.
Me siento uno con el día.
Llevo caminando desde la noche anterior y creo que dentro de mí, no todo está tan mal.
Pienso que no todo está perdido aún.
Cuando dejas de sentir pertenencia por algunos días, creo, ya no tienes nada que hacer.
“Voy a enamorarme intensa y fugazmente de todo lo que valga la pena y lo convertiré en arte.” Dije una vez.
Y heme aquí,
enloquecido.
Inspirado a veces pero más enloquecido.
No hago más que pensar y escribir de forma viciosa,
a veces nada bueno, a veces algo atrapador,
en veces con la mente y otras con un lápiz,
con la naturalidad de un parpadeo,
con la naturalidad de la marea,
de la respiración,
y de esta lluvia de hoy.
Escribo y te pienso,
pero más te pienso de lo que escribo,
porque pensarte me resulta aún más natural que todo lo anterior.
Qué hermoso es ver llover en la tarde.
A esta hora ya sabes que la lluvia te acompañará hasta la cama.
Los gatos se esconden y la gente apura el paso.
Te he escrito tanto que puede que ya no tenga más palabras para ti.
O quizás, ya no le queda fuerza a mi corazón.
Qué hermoso es ver llover dentro de mí.
Los ojos del espejo me parecen tan ajenos.
Pero les devuelvo la mirada por más duro que parezca.
Su pena es genuina y es lo más propio que poseo,
esta pena y mi soledad,
esta pena y mis palabras,
esta pena y estas horas,
que pueden ser las últimas horas para mí,
Y las pasaré pensando en ti.
Qué hermosa será la lluvia esta noche.
Las gotas serán testigos de mi dicha.
Y en la dirección que se dirigen, también iré yo.
Seremos absorbidos por el mismo suelo
y víctimas del mismo olvido.
Qué hermosa será la lluvia este otoño,
porque además de ella me acompañarán las hojas,
que servirán de oyentes para hablar de ti.”
Anemoia
Rêverie, L. 68: Rêverie.
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cruuachaan · 1 year
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Montevideo
Tan simple como despertar y preparar un mate, con su osmosis de hierbas y agua, una infusión de este rincón del planeta. Tan cotidiano como ver veredas sin alguna que otra baldosa, no sabes si fue el tiempo y su erosión; o lo peor,  malas prioridades que dieron el sabor de estas calles. En el rumbo muchas visiones y actividades elocuentes, todo un frenesí por quién llega a casa más temprano. Él de arriba, aquel que miramos por los grandes medios de comunicación, algunos lo eligieron otros no, viva la democracia en este país. No admite error, ni nunca complacerá, no tiene la culpa, siempre va ser así. En la noche aparecen gigantes y demonios, por las calles de algún que otro barrio, va cambiando y algunos seres tienen hasta su encuentros más íntimos, algunos aman y vibran la vida. Se hace más largo el día cada vez, las luces, las calles y los edificios condenan mi modernidad, solo soy un fugitivo de lo implacable, nunca lo seré. Rumbo desemboco en otro camino...
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1mikel2 · 1 year
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Serbia diseña un árbol líquido a base de algas que purifica el aire de las ciudades. Los árboles líquidos son un experimento científico desarrollado para responder al problema de las emisiones urbanas de dióxido de carbono, un complemento de árboles o jardines.
Los árboles contienen alrededor de 600 litros de agua y trabajan usando microalgas para producir oxígeno a través de la fotosíntesis. Están arreglando el dióxido de carbono de la atmósfera urbana. Este efecto puede ser beneficioso para salvar el planeta.
¿Necesitaríamos alternativas de árboles?
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Científicos avalan que se debe a que las veredas son cada vez más pequeñas y tambien para lugares que no reciben suficiente luz solar o lugares subterráneos como estaciones de metro. Producen 4 veces más oxígeno que un árbol urbano normal
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1000ifilm · 1 year
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AGUA DE VEREDA | LUZ MARTA
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floresclandestinas · 1 year
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"Ocaso"
Luciendo un traje de papel crepé
ojos empañados tratando de ver
miro hacia el ocaso
y al verte a mi lado
¡Descanso !
Extiendo mis alas como golondrina
comienzo mi canto, canción vespertina
Amor en mil versos
aguas cristalinas
¡Remanso !
Y te siento cerca en la misma piel
que ya no es tan tersa, es como papel.
Esos ojos verdes que tanto he amado
los veo rodeados por veredas de años.
Caminamos lento
pesados, cansados
mas es como nuevo
este amor de antaño.
Loy
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esuemmanuel · 2 years
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Encontré al verdadero Él, sentado en la arena, mirando al horizonte con una hoja llena de palabras vueltas al mar; había pintado de azul a la más gris de las mañanas y de agua al más seco de los desiertos, ése que le habitaba. Había recorrido un gran tramo de tierra, rasgándose los pies, provocándose ampollas que le carcomían, con un ardor que le alcanzaba el corazón, las plantas, pero no cedió al cansancio ni al dolor que éstas le daban. De detenerse, habría incurrido en la cobardía, y Él estaba lejos de ser cobarde. Su valentía le hacía sangrar, no sólo los pies, también las manos, ya que, mientras andaba por las áridas veredas de la tierra que pisaba, sus dedos escribían en la dura piel de las rocas lo que sus ojos atestiguaban. Su lengua había callado, pero no su corazón, así estuviera atribulado por la travesía, porque, más que un hombre, era una voz... y, por hacerla resonar, se desvivía [...]
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I found the real Him, sitting on the sand, looking at the horizon with a leaf full of words turned to the sea; he had painted the grayest of mornings blue and the driest of deserts, the one that inhabited him, with water. He had walked a long stretch of land, tearing his feet, causing blisters that gnawed at his soles, with a burning that reached his heart, but he didn’t give in to the fatigue or the pain they gave him. If he had stopped, he would have been a coward, and he was far from being a coward. His bravery made bleed, not only his feet, but also his hands, for, as he walked along the arid paths of the earth he trod, his fingers wrote on the hard skin of the rocks what his eyes bore witness to. His tongue was silent, but not his heart, even though he was troubled by the journey, because, more than a man, he was a voice... and, to make it resound, he was doing his utmost [...].
— Esu Emmanuel©
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sietemapas · 1 year
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Cantan los gorriones/ Gabriela González Sandoval
cantan los gorriones
el agua corre por un sendero de alacranes
y se lleva lo que fuimos
lo que ya no vamos a ser
lo que no regresa
sigue tronando
relámpagos
cristales rotos
los pájaros callan
los alacranes desaparecen
bajo la hojarasca del patio
ahora solo la lluvia cae
sobre mis párpados
te busco a través de los vidrios
pixelados de la ventana
atravieso nuestra casa
no te veo
salgo
voy corriendo descalza
sin paraguas
te busco por las veredas
piso hojas
baldosas flojas
aguijones como púas
al fin te encuentro bajo un árbol
con la mirada perdida
calado hasta los huesos
aun así me decís  te amo
y no estoy segura
de haberte abrazado entonces
con estas ganas sin nombre
con que quisiera abrazarte ahora
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estefanyailen · 7 months
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Hablan de empatía referente a todo lo que está pasando en Israel, cuando no pueden tan siquiera empatizar con quien duerme afuera, sin techo ni resguardo del frío de la noche y las heladas lluvias. Hablan de empatía y cruzan la vereda cuando ven a alguien en situación de calle o pidiendo limosnas.
Hablan de empatía pero se ríen si alguien se cae, o lastima o peor, miran desde fuera un accidente, filmando, documentando, pero sin ayudar, asistir o socorrer.
Hablan de empatía por los chicos de Níger, Somalia, Burkina Faso que están en condiciones de extrema hambruna, abandono, y resaltan las precarias condiciones de vida, que no tienen acceso al agua potable, o viven cerca de la basura... como si en el propio país no hubiera también hambruna, personas que incluso a plena luz del día revuelven los tachos de basura cual perros callejeros y hambrientos. Sin cruzar ninguna frontera también hay quienes no tienen acceso al agua potable.
Hablan de empatía pero solo cuando la urgencia es ajena, o se presenta lejana.
...
Ni por un segundo estoy diciendo que no sea un tema grave, preocupante, terrorífico y de extrema urgencia: (sanitaria, política y económicamente) entre otras.
...
¿Qué es empatía? ¿Cómo la definirían?.
Cómo llamarían a aquello que los interpela solo por un instante, aquello que no debe propasar ciertas barreras, porque es necesario poderlo dejar de ver, (cómo si mientras no se viera, dejara de existir) al menos por un intente en sus realidades, para poderlo retomar cuando les sea grato?
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