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#el buen pastor
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Cristóbal García Salmerón (Spanish, 1603-1666) El Buen Pastor, 17th century Museo Nacional del Prado
“I am the good shepherd. The good shepherd lays down his life for the sheep. The hired hand is not the shepherd and does not own the sheep. So when he sees the wolf coming, he abandons the sheep and runs away. Then the wolf attacks the flock and scatters it. The man runs away because he is a hired hand and cares nothing for the sheep. I am the good shepherd; I know my sheep and my sheep know me — just as the Father knows me and I know the Father — and I lay down my life for the sheep. I have other sheep that are not of this sheep pen. I must bring them also. They too will listen to my voice, and there shall be one flock and one shepherd. The reason my Father loves me is that I lay down my life — only to take it up again. No one takes it from me, but I lay it down of my own accord. I have authority to lay it down and authority to take it up again. This command I received from my Father” (John 10:11-18). - The Bible
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sois-mis-amigos · 10 months
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EL BUEN PASTOR
Juan 10:11 Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas.
Su vida da por las ovejas. Esta es una referencia a la muerte de Jesús en la cruz en la cual tomó el lugar de los pecadores. *Jua 10:15; Jua 6:51; Jua 11:50-51; Jua 17:19; Jua_18:14.*
Cristo vino a la tierra en defensa de la vida. Mediante sus palabras y acciones, se opuso a cualquier cosa, fuerza o persona que pudiera disminuirla. De igual manera, nos llama a que hagamos todo cuanto esté en nuestro poder por preservar y engrandecer las vidas de aquellos que están a nuestro alrededor. Además de evangelizar, debemos trabajar para reducir la pobreza, la enfermedad, el hambre, la injusticia y la ignorancia.
Más allá de su defensa de la vida, Jesús también vino para liberarnos de la muerte y ofrecernos vida en abundancia. Mediante su muerte y resurrección, Cristo ha abierto una nueva dimensión de vida para toda la humanidad, para que «todas las cosas» sean hechas nuevas *(2Co. 5:17). (1Pe. 1:18-19/Gen.1:26-28)*
* "Si Cristo dio su vida para salvar ovejas, lo menos que yo puedo hacer es cuidarlas."*
un fuerte abraso y que Dios siga bendiciendo tu vida grandemente
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tetha1950 · 2 years
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Cinco Maneras en que Jesús te Protege y te Dirige...
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“El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas”. Juan 10:10-11 (NTV)
Las ovejas por naturaleza son animales indefensos, por eso es que un pastor utiliza algunas herramientas para cuidar y proteger a sus ovejas. Él usa una vara para proteger y un cayado con un pequeño gancho para rescatar a las ovejas.
Somos como ovejas perdidas, así que Jesús vino a la Tierra para ser nuestro Buen Pastor. Así como un pastor usa las herramientas físicas de la vara y el cayado para dirección y protección, Dios quiere protegerte y dirigirte. Aquí hay cinco maneras en como lo hace:
1. Si le traes tus heridas, Jesús es compasivo.
Jesús tiene compasión de nosotros, porque sabe que estamos indefensos sin Él (Mateo 9:36). Él no te deja; Él te levanta. Él no te irrita; Él te sana.
“El Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20:28 (NVI).
2. Si lo sigues, Jesús te lleva en la dirección correcta.
El Pastor va primero. Él conduce desde el frente y te llama hacia adelante. Jesús no te va a empujar por la vida. Él va a decir: “Mira cómo lo hago. Mira a dónde voy”.
“Una vez reunido su propio rebaño, camina delante de las ovejas, y ellas lo siguen porque conocen su voz” Juan 10:4 (NTV). 
3. Si te confundes o te alejas, Jesús te encontrará y te traerá de vuelta.
Cuando Dios te trae de vuelta después que te alejaste de Él, no te castigará, pero puede disciplinarte. Si un pastor tiene una oveja que es propensa a vagar, a menudo amarra la pata de esa oveja para que no pueda moverse. De la misma manera, a veces Dios nos da una cojera para evitar que vaguemos.
“Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en las colinas y saldrá a buscar la perdida?” Mateo 18:12 (NTV).
4. Si fracasas o caes, Jesús te rescata y te pone en el camino de la recuperación.
Como todas las ovejas, no solo vagamos, sino que también tropezamos. Cuando vivimos confiados en que Dios nos restaurará y nos rescatará cuando fracasemos, correremos fielmente hacia Él cada vez que cometamos un error.
“Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo, ¿no la agarra y la saca? ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja!” Mateo 12:11-12 (NVI).
5. Si confías en Él para tu salvación, Jesús mantendrá su promesa de hacer precisamente eso.
No es tu trabajo salvarte. Tu trabajo es simplemente poner tu mano en la de Dios y decir: “Dios, soy todo tuyo, lo bueno, lo malo, lo feo”. Dios te ama demasiado como para dejarte ir.
“porque mi Padre me las ha dado [las ovejas], y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre” Juan 10:29 (NTV).
La bondad de Dios significa que Él te guiará, te cuidará, te protegerá, te dirigirá y te salvará. Nadie más puede ofrecerte estos cinco beneficios. Solo vienen de Jesús, nuestro Buen Pastor.
Reflexiona sobre esto:
¿En qué dirección te está guiando Jesús en este momento? ¿En tu trabajo? ¿Tu familia? ¿Tu comunidad? ¿Tu iglesia? ¿Tus relaciones?
¿Qué has aprendido de la disciplina de Dios?
¿Confías en Dios y sus promesas de nunca dejarte y de siempre rescatarte? ¿Por qué sí o por qué no?
(Ps. Rick Warren).
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emisario1423 · 1 year
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eduardoskipper · 2 years
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feministamalcogida · 7 months
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Los mexicanos podremos quejarnos de muchas (muchísimas) cosas: la inseguridad, la economía, el machismo, los panistas, el medio ambiente, la mala suerte, que siempre nos humillan en el mundial, que siempre perdemos en todo, que hay temblores en el mes patrio y encima coinciden justo en el día que más nos duele (como si las placas tectónicas nos estuvieran trolleando), el imperialismo gringo, etc, etc, etc.
Pero una cosa tuvimos a cambio. Una cosa por la que somos la envidia de todos. Una cosa por la que a pesar de todo sigue valiendo la pena ser de aquí: nuestro exquisito y ancestral buen gusto a la hora de tragar. Tanto talento tuvieron nuestras mestizas culturas para idear platillos y técnicas de cocina que fue imposible que no nos concedieran al menos ese reconocimiento. Somos una de las cuatro cocinas consideradas patrimonio inmaterial de humanidad por la UNESCO. Es un legado que le pertenece a nuestra gente, a nosotros.
Sin problemas me iría a vivir a China, a Canadá o a la Antártida si puedo seguir comiendo unos tacos al pastor, una barbacoa, un mole o un chile relleno; pero si me quitan eso, la vida perdería parte de su brillo; no tendría caso vivir sin la comida de aquí.
Y bueno, eso es todo lo que quería decir. Me comí unos tacos de adobada (tenía mucha hambre) y sentí que debía escribirle una apopeya a su sabor.
Sigan en lo suyo.
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Uno de los más grandes novelistas del siglo XX. Ganador del Premio Nobel en el año 1998.
Novelas recomendadas: "Ensayo sobre la ceguera", "Todos los nombres", "Memorial del convento" y "El año de la muerte de Ricardo Reis".
Esta es la primera parte de su discurso cuando recibió el Nobel de Literatura por parte de la Academia Sueca en el año 1998.
El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.
Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.
Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.
Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.
Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.
Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.
Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".
Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.
Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver".
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mesientotanamada · 1 year
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Es tiempo de agradecimiento
No creo en las casualidades, pero esta última ya me ha dejado muy asombrada. Comienzo desde el principio: llevo unos días muy apagada, en los que, aunque veo todo lo que tengo y todo lo que Dios me ha regalado y me sigue regalando, no me siento agradecida por nada de lo que tengo y vivo. Es uno de mis mayores defectos; soy muy quejica, me molesta todo muy rápido, además de ser muy exigente. Lo soy con la gente que me rodea, pero aún más actúo así con Dios.
La verdad es que ahora mismo lo tengo prácticamente todo: me he casado con la persona que más quiero, un hombre cristiano con sus valores y con mis mismos ideales. Tengo una casa estupenda. Un buen trabajo. Estoy rodeada de amigas que me hacen sentir muy querida. Pero la verdad es que, a cada situación o momento que vivo, le veo algo que no me gusta, que querría cambiar, que, en el fondo, me pone triste.
Creo que Eldeabajo me está atacando mucho últimamente. Soy muy frágil, y me dejo llevar mucho por las emociones, soy muy manipulable. Cuando algo no me gusta, o si algo no sale como quiero, siento que entonces todo va mal. Creo que el demonio lo tiene muy fácil conmigo: Dios me lo da todo, pero en cuanto una pequeña cosa no va como yo quiero, todo lo bueno se me olvida. Me olvido muy rápido de Dios y de todo lo que hace por mi cada día. Porque vamos a ser sinceros: sin Dios, yo no estaría aquí ahora mismo escribiendo esto. Sin Dios, no me habría casado, habría entrado seguramente en algún círculo tóxico, y, siendo tan dependiente de afecto, estaría buscando el cariño en cualquier lugar. Pues, Dios me ha protegido de todo eso, y siempre me olvido. Lo quiero todo, y ahora mismo. Y si Dios no me lo da, entonces estallan el enfado y la tristeza.
Y aquí llega la “casualidad” de hoy: justo sintiéndome así y quejándome de mi malestar, en un podcast que escucho todos los días volviendo a casa del trabajo, se hablaba del agradecimiento. El título del programa es “El secreto para ser feliz: El Agradecimiento” y no creo que haya sido un caso que yo lo escuchara justo hoy. El locutor del podcast, un pastor de jóvenes de una iglesia de Milán, dice: “Para estar agradecido, lo primero que tienes que hacer es dar las gracias por tu vida”. Solo esta frase, me ha dolido mucho: con todo lo que tengo, ¡me cuesta mucho esta agradecida por mi vida! No tengo que volverme loca buscando más motivos por los cuales estar agradecida, si ya con el estar viva lo tengo todo.
“Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en todo, porque esta es Su voluntad para ustedes”. 1 Tesalonicenses 5:18
Y el podcast seguía con la frase que más me ha gustado y a la vez me ha hecho reflexionar: “Agradécele a Dios por tu pasado porque si no te ha matado, entonces tienes que usarlo”. Y preguntaba, “¿Usas tu historia para cumplir tu propósito y ser un ejemplo para los demás, o te dejas utilizar por tu historia?”. Otro golpe. ¡Que poco lo valoro todo! ¡Que poco agradecida soy! Culpo a Dios por mi historia, le culpo por mi pasado, por el de mi marido, por el de mi familia, culpo a Dios por mi presente y por lo que no tengo o por lo que no sale como yo quiero. Le culpo, y no soy capaz de ver los milagros que ha hecho en mi vida y en las de la gente que me rodea. Tengo que luchar mucho contra eso, y para hacerlo, siento que tengo que aprender a estar realmente más agradecida, aunque por mis pensamientos o por la situación que esté viviendo ahora mismo no sea capaz de ver nada que agradecerle a nadie (y menos a Dios).
Empieza el Adviento y se acerca la Navidad, y creo que no existe mejor periodo del año para aprender a estar agradecida. ¿La Navidad es eso no? Amor, felicidad y... agradecimiento.
Así que, en estos 24 días antes de Navidad, estoy intentando, como medida, escribir cada noche tres cosas por las cuales, a lo largo del día, estoy agradecida a Dios por haber vivido. Y me está costando más de lo que esperaba. Pero al final, es una lucha continua, y aunque tenga que quedarme media hora cada noche pensando en cuáles han sido las bendiciones de mi día a día, creo que me va a merecer la pena. Creo que es una buena forma de volver a acercarme a Dios y de volver a sentirme querida por Él, y de volver yo a quererle a Él.
Además, una persona me ha aconsejado que, cuando rezo, pase más tiempo agradeciéndole a Dios que pidiéndole. Para una persona de las más quejicas como yo, esto es un reto muy, pero muy difícil.
“No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Filipenses 4:6
“Dedíquense a la oración, y sean constantes en sus acciones de gracias”. Colosenses 4:2
Ahora mismo, me siento muy débil, me siento en un ataque continuo, y le pido de verdad ayuda a Dios para poder ser capaz de ver y valorar lo que tengo, más que lo que no. Él ha dado Su vida por mí, y solo por eso, debería estarle agradecida, aunque no tenga nada más. Que soberbia y egoísta soy.
Le pido de verdad que me siga enseñando y me siga cuidando, como un Padre hace con su hija, y que yo pueda aprender a ser la mujer que Él quiere que sea.
“Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos”. Colosenses 3:15
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El último miércoles de abril agradecemos el trabajo de un amigo de cuatro patas muy servicial y especial. Se conmemora el Día Internacional del Perro Guía o Perro de Trabajo.
Estos nobles animales son entrenados con la finalidad de dar apoyo a personas con discapacidad visual, para su movilidad e independencia.
Es por ello que con la creación de este día se pretende divulgar la importancia de los perros guías para apoyar la movilidad de las personas con discapacidad visual.
Merecen un especial reconocimiento los entrenadores de estas formidables mascotas de compañía y las Escuelas de Entrenamiento de Perros Guía.
¿Cómo se entrena un perro guía?
Para apoyar a una persona con discapacidad visual no basta con tener una mascota dulce y adorable. Se requiere de un entrenamiento especial para formarlos como auxiliares de movilidad, eficientes.
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Existen escuelas para formar perros guía en varios países del mundo, con programas de adiestramiento especializados. Las características que debe tener un perro guía son las siguientes:
Debe tener un tamaño ideal, siendo las razas Golden Retriever, Labrador Retriever y Pastor Alemán las más idóneas para ejercer labores de perro guía.
Debe ser sociable con las personas y otros animales.
Debe seguir las órdenes o instrucciones impartidas.
Deben ser dóciles, ágiles y fácilmente adiestrables.
Otra recomendación fundamental para educar a un perro guía es hacerlo en etapas tempranas de edad (después de las 4 semanas de edad). Como parte de su adiestramiento aprenden las siguientes habilidades y destrezas:
Cachorros:
Enfrentar reacciones como sonidos, entornos extraños y nuevas experiencias.
Aprender a caminar con correa.
Obedecer comandos sencillos.
Comer y hacer sus necesidades en horarios establecidos.
Al cumplir el año de edad:
Obedecer comandos.
Aprender a caminar del lado izquierdo de la persona, desviando los obstáculos que pueda encontrar a su paso.
Portar su arnés, como medio de comunicación entre el perro guía y su dueño.
Aprender la "desobediencia inteligente", que consiste en no obedecer una orden de su dueño si puede ponerlos en peligro.
Subir a transportes públicos, encontrar puertas, escaleras, sillas.
Tener un buen comportamiento en sitios públicos.
¿Cuáles son los requisitos para solicitar un perro guía?
De acuerdo a las normativas existentes en cada país, las personas con discapacidad visual deben cubrir ciertos requisitos para tener acceso a un perro guía. Mencionamos algunos de estos requisitos:
Rellenar formularios de estudios socioeconómicos y exámenes médicos.
Haber hecho rehabilitación en orientación y movilidad.
Haber utilizado anteriormente el bastón blanco para movilizarse.
Participar en un curso de capacitación para el manejo del perro guía.
¿Sabías que? Lo que no conocías sobre los perros guía
Estos son algunos datos interesantes sobre la labor de estos nobles y serviciales amigos peludos:
Los perros guía son conocidos igualmente como perros lazarillo o perros de asistencia.
El entrenamiento de un perro guía dura entre 2 y 5 años, para poder asistir a una persona con discapacidad visual.
Se estima que la primera escuela de perros guía se originó en Alemania durante la primera Guerra Mundial, para ayudar a retornar a los veteranos de guerra.
Los perros guías son los únicos reconocidos legalmente con el privilegio de ser aceptados en unidades de transporte público.
Los medios de transporte deben permitir utilizar un asiento para el perro guía o al lado de un pasillo, dependiendo del medio de transporte.
La primera raza de perros que se utilizó para entrenarla como perros guía fue el Pastor Alemán.
Las personas con discapacidad visual que utilizan un perro guía por primera vez debe aprender a caminar nuevamente, ya que deben desplazarse a la misma velocidad del perro guía.
Si te encuentras a un perro guía y a su dueño en la calle se recomienda no tocar al perro, ya que podría distraerse de su labor.
A pesar del entrenamiento recibido los perros guía no son capaces de distinguir colores como el rojo y verde, por ejemplo en los semáforos.
Algunas Asociaciones y Escuelas de Entrenamiento de perros guía en el mundo
No queremos dejar de mencionar algunas escuelas y asociaciones dedicadas a adiestrar perros guía:
La "Internacional Guide Dog Federation" es una asociación responsable del desarrollo, monitoreo y evaluación de los estándares aplicados por los países miembros, referida al servicio de perros guía alrededor del mundo.
En el año 1929 se abrió en Estados Unidos (Nashville, Tennessee) la primera escuela de perros guía, denominada "The Seeing Eye".
En el año 1934 se conformó en Gran Bretaña (Inglaterra) la asociación "The Guide Dogs for the Blind Association".
En España los perros guía son entrenados y certificados por la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles), creada en el año 1938.
En México se conformó la primera escuela de perros guía en América Latina denominada "Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos I.A.P.".
Es de vital importancia que los Estados contemplen en la normativa legal pertinente la importancia de promover y facilitar la movilidad de personas con discapacidad visual, mediante el apoyo de perros guía. Al respecto, en varios países de Latinoamérica esto no ha sido viable, debido a la escasa aceptación social, limitaciones económicas y legales.
Un gran aplauso para estos nobles servidores peludos, quienes con su cariño y dedicación acompañan a personas con discapacidad visual, convirtiéndose en su guía y principal apoyo. Si compartes en redes sociales utiliza el hashtag #DíaInternacionalDelPerroGuia #PerrosGuía
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ibarbouron-us · 10 days
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Este domingo del Buen Pastor somos llamados a poner nuestra mirada en el modo de Jesús, tenemos la responsabilidad de acompañar a quienes nos confían, e ir en busca de tantos y tantas que desean escuchar la voz del único Pastor.
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Mateo Gilarte (Spanish, 1629 - 1675) El Buen Pastor, 17th century “I am the good shepherd. The good shepherd lays down his life for the sheep. The hired hand is not the shepherd and does not own the sheep. So when he sees the wolf coming, he abandons the sheep and runs away. Then the wolf attacks the flock and scatters it. The man runs away because he is a hired hand and cares nothing for the sheep. I am the good shepherd; I know my sheep and my sheep know me — just as the Father knows me and I know the Father — and I lay down my life for the sheep. I have other sheep that are not of this sheep pen. I must bring them also. They too will listen to my voice, and there shall be one flock and one shepherd. The reason my Father loves me is that I lay down my life — only to take it up again. No one takes it from me, but I lay it down of my own accord. I have authority to lay it down and authority to take it up again. This command I received from my Father” (John 10:11-18). - The Bible
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notasfilosoficas · 11 months
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“El profesor mediocre dice. El buen profesor explica. El profesor superior demuestra. El gran profesor inspira”
William Arthur Ward 
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Escritor estadounidense, nacido en Louisiana en 1921.  Es uno de los escritores más citados de frases celebres.
Nacido y creado en Lousiana, entró al ejercito de los Estados Unidos como soldado en 1942, y alcanzó el rango de capitán, cumpliendo parte de sus cuatro años de servicio en las Filipinas.
Graduado en la Universidad McMurry, recibe su titulo de maestría en la Universidad Estatal de Oklahoma, y su doctorado en la Universidad de Texas. En 1962 recibió el titulo de Doctor en Derecho por la Universidad de Oklahoma por sus logros profesionales y sus contribuciones literarias y servicio a los demás.
Fue columnista en el diario tejano. Sus poemas y escritos fueron publicados en distintas revistas. Fue un editor, profesor, orador publico y pastor. Sirvió como director en varias organizaciones sin fines de lucro.
Es el autor del libro “Fuentes de la fe” y publicó mas de 100 poemas, artículos y meditaciones. También escribió una columna llamada “Proverbios pertinentes”. Ward es el autor mas citado de las revista “Quote”, una publicación semanal internacional para oradores públicos.
Profesionalmente, Ward sirvió durante dos años como Director de Hombres metodistas en la Conferencia Central de Texas y como asistente del presidente del Texas Wesleyan College.
Murió en marzo de 1994 a la edad de 72 años.
Fuentes Wikipedia y es.411answers.com
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lahija-del-molinero · 9 months
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El Buen Pastor
Bartolomé Esteban Murillo
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tetha1950 · 5 months
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Una vida sin carencias...
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Cuanto más seguimos al Señor Jesucristo, más descubrimos que Él es todo lo que realmente necesitamos.
Salmo 23
“¿Cuánto es suficiente?”, le preguntó una vez un periodista a John D. Rockefeller, el primer multimillonario estadounidense. “Solo un poco más”, respondió Rockefeller. Aunque no tenemos los recursos de los superricos, todos nos hacemos la misma pregunta. Nuestro mundo está obsesionado con tener y gastar más. Pero en la raíz de una respuesta como la de Rockefeller hay un malentendido sobre quién provee para nosotros.
David comprendió que Dios era su proveedor. “Nada me faltará”, escribió en el versículo 1 del Salmo 23. En otras palabras, porque le pertenecía al Señor, podía experimentar una vida sin carencias. 
Podemos pensar en esto de dos maneras. La primera: esperar que Dios nos dé todo lo que creemos que necesitamos, y cuando no lo consigamos, culpar a Dios o a otros. O, la segunda manera: seguir el ejemplo de Cristo y los discípulos al recibir con gratitud lo que Dios nos ha dado y permitirle que cambie nuestro corazón. De ese modo, incluso nuestras necesidades se rigen por nuestro sometimiento a Él. 
La lectura del primer versículo del Salmo 23 debería recordarnos Juan 10.11, donde Cristo dice: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor su vida da por las ovejas”. La verdad transformadora del evangelio es que tenemos más que suficiente porque el Señor Jesucristo se dio a sí mismo a nosotros. 
(Ps. Charles Stanley).
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1 SAMUEL 25:23-33
Abigail: la palabra tranquila que desvía la ira
Sin duda has escuchado el famoso dicho: "toda acción tiene una reacción". La premisa es que todo lo que hacemos acarrea consecuencias; si nuestras acciones son positivas, es probable que obtengamos resultados favorables. En contraposición, si nuestras acciones son perjudiciales, es probable que nos enfrentemos a consecuencias negativas. En esencia, cosechamos lo que sembramos. Aunque en la cultura popular este dicho pueda tener validez, la sabiduría bíblica nos insta a romper ese ciclo cuando se trata de acciones negativas. Imagina esto: una acción dañina desencadena una reacción negativa, que a su vez provoca otra acción negativa, y así sucesivamente, creando un ciclo interminable. Es fundamental interrumpir ese ciclo, de lo contrario, el resultado es un desastre.
El pasaje de hoy nos relata la misma situación. Cuando David era perseguido por Saúl, se refugió en el desierto, cerca de Carmelo. En esa zona vivía un hombre llamado Nabal, un individuo adinerado que poseía una gran cantidad de ovejas. Mientras David y sus soldados se encontraban en esa área, ellos protegían a los animales y pastores de Nabal, garantizando que nadie se llevara una sola oveja.
En cierta ocasión, David envió mensajeros a Nabal pidiendo algo de comida. Sin embargo, Nabal, respondió de manera completamente absurda y grosera ofendiendo a David, rechazando cualquier pedido de ayuda al futuro rey de Israel. Ante esta respuesta, David se enfureció y, sin pensarlo mucho, reunió a cuatrocientos hombres con la intención de vengarse y atacar a Nabal y a todos los que estuvieran con él.
¿Puedes notar el impacto de ciertas acciones? En este caso se evidencia la importancia de mantener la calma y el equilibrio en nuestras reacciones ante lo que acontece a nuestro alrededor. Tanto Nabal como David actuaron de manera imprudente: Nabal mostró egoísmo e ingratitud, mientras que David reaccionó de forma injusta y desproporcionada. No había motivo para que Nabal se negara a ayudar después de todo lo que habían hecho por él, y tampoco había justificación para que David decidiera atacarlo a él y a los demás por su negativa.
En medio de este caos total y con la tragedia a punto de desatarse, surge una figura crucial que cambiará el curso de la historia. Nabal estaba casado con Abigail, una mujer que la Biblia describe como sumamente hermosa e inteligente. Al enterarse del comportamiento insensato de su esposo, Abigail actuó con prontitud y se apresuró a encontrarse con David, llevándole comida para él y sus soldados.
Además de llevar comida, Abigail también ofreció valiosos consejos al rey, señalando lo equivocada que era su actitud al buscar hacer justicia por mano propia. Abigail se puso en el papel de ofensora, pidió perdón en nombre de su esposo y logró apaciguar la situación. Fue entonces cuando David declaró: "¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos!".
Los conflictos son inevitables, pero la clave está en aprender a manejarlos adecuadamente. Si actuamos de manera imprudente, solo avivamos las llamas y agrandamos el problema, pero si actuamos con sabiduría y según los principios bíblicos, promovemos la paz. Como nos enseña el libro de Proverbios: “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo”.
También es esencial buscar una conexión más profunda con el Señor para que nuestro corazón sea guiado por él, y así aprender a actuar y reaccionar en todas las situaciones. No podemos ser como Nabal, mostrando ingratitud e insultos, pero tampoco debemos ser vengativos e iracundos como David. El Señor nos llama a vivir con templanza, bondad y amabilidad; estas son las características que definen a los verdaderos creyentes.
En el desenlace de la historia, Nabal falleció, David fue coronado rey, y la sabiduría, mansedumbre y autodominio de Abigail la llevaron a convertirse en la esposa del rey. El Señor recompensa nuestra tranquilidad y sabiduría; por lo tanto, seamos prudentes y actuemos de acuerdo con la guía de nuestro Dios.
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adiosalasrosas · 4 months
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"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.
Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.
Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.
Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.
Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.
Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.
Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".
Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.
Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver".
—José Saramago, discurso de recepción del Nobel de Literatura en el año 1998.
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