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¿Qué hacen los trasnochados? Acaso ¿soy solo yo el perdedor? El que no duerme porque retuerzo de dolor. ¿No es la noche hecha para algunos cazadores hábiles y presas aún más? ¿No son estas horas peligrosas para un trausente solitario con miedo a ser emboscado por algún malintencionado? Algunos ni en sus casas encerrados. Y no lo digo por las ratas de gatillo fácil.
Son estas horas cuando los corazones de los débiles recitan su soliloquio al son de las cascadas oculares. Cuando se necesita exprimir la tristeza y embarrarla en un papel, un lienzo, una pintura...o danzar la canción más triste con tus dedos, aquella que solo un perdido encontrará en este perfil sin seguidores.
Hoy elijo escribir en lugar de acuchillarme el alma con pensamientos ilógicos e imaginativos. Pues la alegría se vuelve ininteligible e inalcanzable. No sé cómo empezar ni terminar este escrito, este goteo de miel de olivo.
Entre un amor perdido y amistades fatídicas busco el olvido. Navego con vela de alegría, pero quien me conoce sabe que hace tiempo perdí mi popa, y mi proa está en agonía.
No busco aceptación, consejo ni transmitir apatía, sino paz; quitarme la máscara y poder mostrar mi herida tras el disfraz. Poder meter mi cabeza en gélidas aguas para saber si la sangre se me vuelve hielo y convertir mi corazón en un eco, sin cavidades para guardar emociones negativas.
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Hoy amanecí con la mente llena de niebla fría, las noches y los días en el bosque del misterio no habían sido las mejores, muchos recuerdos, muchos sinsabores, muchas historias que llegaban en torrentes llenos de enigmas y esoterismo, no podía pensar más allá, hoy cuando amaneció llovía cómo si le hubieran roto el corazón al cielo, que desbordante estaba de agua con sabor a lágrimas, entonces lo supe, uno siempre es de donde llora pero siempre, siempre querrá ir a donde ríe aunque no sea la tierra que nos vió nacer...el día que ella nació, un dragón vino al mundo también, luego de destruir su reino, los enemigos del rey pusieron cadenas a la pequeña princesa junto al pequeño dragón, unidos ambos por alma y destino compartían belleza, poderío y fuego, su belleza era legendaria, ninguna princesa de los reinos vecinos le hacía mella si se hablaba de hermosura, fué acusada de herejía y la arrojaron, así, para ser lapidada por el pueblo que la había visto nacer, más ese guerrero cazador de dragones la protegió con su escudo, con ella en brazos miró a los plebeyos severo, y, avergonzados, ellos bajaron la mirada, trepó a la bella princesa guerrera al caballo y juntos partieron al interior del bosque del misterio...él ejército negro cabalgaba, los buscaban más por miedo que por justicia, había espectros de duda, miedo y dolor contra él solitario guerrero cazador de dragones, poseedor de la espada de la fe...el sonrió, pues supo que esta batalla no perdería, en ella iba el amor de por medio que ella había despertado en su noble corazón de cazador de dragones, ella era la hechicera de su amor, lo había enamorado con un sortilegio de su voz y sus sonrisas, ninguna melodía alegraba más su espíritu que el sonido de su nombre al ser pronunciado por los labios de ella...
Su conocimiento era poder, él era guerrero nacido y forjado para la batalla, mientras que ella había nacido en el fuego y en la lucha diaria...jamás hubo un amor más poderoso, ambos corazones eran un templo unidos, ambos consumidos, hace mucho, por fuego, y renacidos con lumbre y llamas, todos los recuerdos de vidas pasadas fueron quemados, los deseos en las vidas anteriores calcinados, quedó solo ceniza y silencio, llegando a ese sitio, en esa montura y en la sonrisas de ambos una nueva aventura plagada de caricias acompañadas con el nuevo fuego de un nuevo amor...
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El incendio de un sueño por Charles Bukowsky
La vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles
ha sido destruida por las llamas.
aquella biblioteca del centro.
con ella se fue
gran parte de mi
juventud.
estaba sentado en uno de aquellos bancos
de piedra cuando mi amigo
Baldy me
preguntó:
"¿vas a alistarte en
la brigada Lincoln?"
"claro", contesté
yo.
pero, al darme cuenta de que yo no era
un idealista político
ni un intelectual
renegué de aquella
decisión más tarde.
yo era un lector
entonces
que iba de una sala a
otra: literatura, filosofía,
religión, incluso medicina
y geología.
muy pronto
decidí ser escritor,
pensaba que sería la salida
más fácil
y los grandes novelistas no me parecían
demasiado difíciles.
tenía más problemas con
Hegel y con Kant.
lo que me fastidiaba
de todos ellos
es que
les llevara tanto
lograr decir algo
lúcido y/o
interesante.
yo creía
que en eso
los sobrepasaba a todos
entonces.
descubrí dos cosas:
a) que la mayoría de los editores creía que
todo lo que era aburrido
era profundo.
b) que yo pasaría décadas enteras
viviendo y escribiendo
antes de poder
plasmar
una frase que
se aproximara un poco
a lo que quería
decir.
entretanto
mientras otros iban a la caza de
damas,
yo iba a la caza de viejos
libros,
era un bibliófilo, aunque
desencantado,
y eso
y el mundo
configuraron mi carácter.
vivía en una cabaña de contrachapado
detrás de una pensión de 3 dólares y medio
a la semana
sintiéndome un
Chatterton
metido dentro de una especie de
Thomas
Wolfe.
mi principal problema eran
los sobres, los sellos, el papel
y
el vino,
mientras el mundo estaba al borde
de la Segunda Guerra Mundial.
todavía no me había
atrapado
lo femenino, era virgen
y escribía entre 3 y
5 relatos por semana
y todos
me los devolvían, rechazados por
el New Yorker, el Harper´s,
el Atlantic Monthly.
había leído que
Ford Madox Ford solía empapelar
el cuarto de baño
con las notas que recibía rechazando sus obras
pero yo no tenía
cuarto de baño, así que las amontonaba
en un cajón
y cuando estaba tan lleno
que apenas podía
abrirlo
sacaba todas las notas de rechazo
y las tiraba
junto con los relatos.
la vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles
seguía siendo
mi hogar
y el hogar de muchos otros
vagabundos.
discretamente utilizábamos los
aseos
y a los únicos que
echaban de allí
era a los que
se quedaban dormidos en las
mesas
de la biblioteca; nadie ronca como un
vagabundo
a menos que sea alguien con quien estás
casado.
bueno, yo no era realmente un
vagabundo, yo tenía tarjeta de la biblioteca
y sacaba y devolvía
libros,
montones de libros,
siempre hasta el límite de lo permitido:
Aldous Huxley, D.H. Lawrence,
e.e. cummings, Conrad Aiken, Fiódor
Dos, Dos Passos, Turgénev, Gorki,
H.D., Freddie Nietzsche,
Schopenhauer,
Steinbeck,
Hemingway,
etc.
siempre esperaba que la bibliotecaria
me dijera: "qué buen gusto tiene usted,
joven".
pero la vieja
puta
ni siquiera sabía
quién era ella,
cómo iba a saber
quién era yo.
pero aquellos estantes contenían
un enorme tesoro: me permitieron
descubrir
a los poetas chinos antiguos
como Tu Fu y Li Po
que son capaces de decir en un
verso más que la mayoría en
treinta o
incluso en cientos.
Sherwood Anderson debe de haberlos
leído
también.
también solía sacar y devolver
los Cantos
y Ezra me ayudó
a fortalecer los brazos si no
el cerebro.
maravilloso lugar
la Biblioteca Pública de Los Ángeles
fue un hogar para alguien que había tenido
un
hogar
infernal
ARROYOS DEMASIADO ANCHOS PARA SALTARLOS
LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO
CONTRAPUNTO
EL CORAZON ES UN CAZADOR SOLITARIO
James Thurber
John Fante
Rabelais
de Maupassant
algunos no me
decían nada: Shakespeare, G.B. Shaw,
Tolstoi, Robert Frost, F. Scott
Fitzgerald
Upton Sinclair me llegaba
más
que Sinclair Lewis
y consideraba a Gogol y a
Dreiser tontos
de remate
pero tales juicios provenían más
del modo en que un hombre
se ve obligado a vivir que de
su razón.
la vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles
muy probablemente evitó
que me convirtiera en un
suicida,
un ladrón
de bancos,
un tipo
que pega a su mujer,
un carnicero o
un motociclista de la policía
y, aunque reconozco que
puede que alguno sea estupendo,
gracias
a mi buena suerte
y al camino que tenía que recorrer,
aquella biblioteca estaba
allí cuando yo era
joven y buscaba
algo
a lo que aferrarme
y no parecía que hubiera
mucho.
y cuando abrí el
periódico
y leí la noticia sobre el incendio
que había destruido
la biblioteca y la mayor parte de
lo que en ella había
le dije a mi
mujer: "yo solía pasar
horas y horas
allí...".
EL OFICIAL PRUSIANO
EL ATREVIDO MUCHACHO DEL TRAPECIO
TENER Y NO TENER
NO PUEDES RETORNAR A TU HOGAR.
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cuando los fantasmas
de la soledad y de la muerte
agitan sus banderas
muy cerca de mi cielo
camino hasta la montaña
mas cercana y en silencio
contemplo la nada
rezo para mis adentros
mi corazón no es un desierto congelado
el amor sana y salva
es hora de buscar insectos
para llevarle a las aves
que esperan por mi regreso
un cielo palido me acompaña
cada invierno
sentado en la cancha de tenis
muy cerca del río
algunos reptiles
me observan desde su guarida
¿por que con una palabra
quería destruir el silencio
repleto de sonidos hermosos?
él tuvo una vision del infierno:
no había luz y miles
de personas hablaban a la vez
un viento frío
arrastra una botella
de plastico
en una calle vacía,
escuché los autos
alejarse en la noche.
un cuento muy antiguo...
cuando el vino
se toma muy lento
brillan los ojos en la noche
cuando todo es aferrarse
a la palabra
hay que dormir en la estación
como lagartos de colores
que comen moscas
y viven entre las piedras
en un sueño matinal
vive una araña roja
que siempre se acerca
y me observa incesante
es un sueño muy antiguo
de hace mas de tres mil años
hay lagrimas secas
en los ojos del perro de la calle
las palabras de mi padre
son salvación en la profunda noche
-disculpa, me pediste que te despierte
cuando muera voy a estar mejor
piensa el cazador nomade
que vuelve con algunas pieles
al ningun lugar donde no vive
la poesía:
intentar hablar
la vida
en el verdadero
lenguaje
de la vida
que no es
el de las palabras
sangra la herida de tu sol en mi mar.
como cualquier perro
siempre encuentro el camino a casa
como cualquier perro
antes de encontrarlo me pierdo
creando una armadura de presente
para que no pueda
lastimarme el pasado
ni confundirme el futuro
ver a los ojos
al amor a la soledad
a la muerte
que un pajaro cruce el cielo
y yo me quede mirando la nada
en una pequeña ventana
se puede ver un gran sol
luego
la luz roja de la luna
me marea
y pienso que es hora
de entrar
el mismo día pierdo todo
y despues gano todo
los enfermos de belleza
se encuentran y se salvan
sobre el arroyo se ve un venteveo
cazando un insecto
sobre la vera se ve
un hombre escribiendo
y un chimango esperando
el agua que corre
viene de muy lejos
es un agua tan antigua como este sueño
cuando todo es aferrarse a la palabra
el futuro es todo luz
aunque con un solo pie
camino directo hacia la herida
que no es una herida sino
un sexo
que no es un sexo sino
un ojo
un ojo gris que me lleva a lo mas alto
y me muestra el planeta
mi corazón aún late
supe decir te amo
cada vez que lo necesité
cada domingo un león agoniza solitario
en el desierto y el sol se pone
tan lento como un parpadeo
tan lento como el último día
y eso es todo y eso es verdad
el naufragio
de los muertos
termina
cuando se aferran
a la palabra
mi única sabiduría es hablar
mi propio idioma
alguien me dice señor
alguien me dice capo
un traidor es quien
se disfraza de heroe
para ver su propia muerte
el almacen no abre
en todo el día
una calle es
una columna de frío
alguien con mucha suerte
es quien sobrevive a la caida
de un rayo
es raro el cielo
escupe electricidad
mis ojos son
solo espejos
el universo un holograma
la memoria una nave
la ciencia la única mistica posible
arde el amanecer
de la uncia noche
que duermo tranquilo
ni siquiera la verdad
tan solo el murmullo...
cuando todo es aferrarse
a la palabra
una luz plateada
entrando en el cuarto oscuro
otra vez hago el día
en medio de la noche
mi corazón es una luz
en medio de tanta oscuridad
hay que decirlo:
un perro me mordió
el atardecer dorado
de septiembre
y fue el principio del fin
vivo en un lugar donde nada se mueve
y todo esta en movimiento
mi cabeza es el sistema solar
hay una habitación vacía
y una botella de vino vacía
hombre partido en dos
si es domingo, de invierno
hundete en el sueño
el sueño que si te merece
en esta ultima batalla
nada puede tocarme
mientras te amo
nos separa un río de agua
no es de agua
sino de noche
la oscuridad
trata de posarse
entre dos corazones luminosos
este capricho mío
de escribir sobre
un pájaro invisible
cuando el semaforo
se pone en rojo
en mi cabeza alucinada
solo los mentirosos son capaces de decir la verdad
un artista es un contrabandista
cancion de contrabandistas:
"en la frontera
será la lluvia
la que nos lave
y el sol el que
nos enjuague
traeremos la alegría
de la frontera
traeremos el dolor
de la frontera"
mi soledad no puede ser resquebrajada
o el mundo se empieza a llover
antes de decir lo que dije
pensé una cosa
que se me ocurri��
despues de decirla
canción de contrabandistas:
"oh! querido amigo,
tengo tanto miedo!
tu vas solo con tu suerte
en medio de la noche oscura
abrazado con al merte"
supe tener una cueva
donde el silencio
no estaba hecho de palabras
este año los chimangos
vuelan alrededor
de mi cabeza
los vecinos ponen musica
a la hora de la siesta.
no diré la verdad
porque es imposible
pero si, y en esto
soy inquebrantable
la rodearé con mis silencios
anochece en la frente fría del perro
pasa un auto y tambien forma parte
de este silencio espectral
una flecha penetró
en el centro de mi corazón
la única noche que no pensaba
si había mas
o cuanto quedaba
un perro llora
en mi ventana
la única noche
que no hay espacio
entre las sabanas
y mi cuerpo
ahora tengo sombra yo ya no soy un poeta
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La caza cuando el corazón es un cazador solitario
Un fantástico recorrido por el relato: “La Mujer Esqueleto”, para conocer este pequeño cuento lleno de significado sobre el AMOR, para no temer a lo “no bello” que no es mas que un camino diferente, distinto y por lo tanto, desconocido, que en lugar de temer hay que transitar, aquello no tan bello nos llevará a los caminos de los descubrimientos, de lo que se transforma... el descubrimiento que te acerca, que emerge de las profundidades y te aboca a la piel y al corazón de lo que mas se teme... la intimidad.
❤️
https://alwari.wordpress.com/mujeres-que-corren-con-los-lobos-clarissa-pinkola-estes/introduccion/capitulo-5-la-caza-cuando-el-corazon-es-un-cazador-solitario/
Imagen:Chiara Bautista
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ENGLISH
-In the distant and dark future of the forty-first millennium, there is only war.
Zacharias, the exterminating angel, or also known only as "The exterminating angel", got his strange title when he was named "witch hunter" by a member of the inquisition under the approval of the Lord of the Dark Angels Chapter.
Such a strange nomination is the result of a unique agreement in which, as impossible as it may seem, the chapter of the dark angels disposed willingly and on their own initiative to one of their veterans to the conditional service of Inquisitor Kalto, of the ordo hereticus.
This demonstration of supposed solidarity between two organizations that had shown mutual aversion on more than one occasion really was the result, in part, of a deep sense of respect and debt that the Lord of the chapter developed towards Kalto, when he, through his powers and influence as inquisitor, provisioned of all the necessary means to a legion of Astartes of the dark angels operating in a campaign through a planet system forgotten by the empire.
This campaign supposedly aimed to eradicate the stain of heresy in the armed populations of these worlds that had revolted against the emperor due to the influence of the ruinous powers, but in reality the ultimate goal of such mission was to capture who had incited such revolt, a fallen angel especially dangerous that expanded his influences through the societies of the entire planetary system.
Zacharias, veteran of the dark angels, guided the mission and knew perfectly the true reason why he and his brothers were in that place and skillfully managed to keep hidden the intentions of the chapter to the inquisitor Kalto at the same time he took advantage of all the resources that he had available to them.
At the end of such a campaign with the capture of the fallen angel and the extermination of all the planets that formed the system, Zacharias and the Inquisitor Kalto had already established a close relationship of mutual respect based on an absolute and blind allegiance to the emperor, the empire, and what both represented for humanity, besides an inflexible and sickly aversion against the traitors and heretics.
Right after reporting the success Zacharias would receive his next mission, which he should complete alone. After making a vow of absolute silence about the secrets of the dark angels and an oath in the name of his honor never to put the orders of the inquisition over the interests of the chapter, he would have to provite serve to Kalto, not only as payment for his vital collaboration, also to make sure that none of the secrets of the chapter reached the inquisitor's hands, which, for Kalto's sake, never happened, because among Zacharias's instructions would be to eliminate the inquisitor and any other witness or proof that would connect the dark angels with the heretic if such information had come to light.
In this way Zacharias began his service to the ordo hereticus under Kalto's instructions. His servoarmor was adorned with inquisitorial symbols and gilded engravings, likewise his scythe, called the guillotine of the heretic, and his combat knife, known as the martyrdom.
From that moment on a long hunting would begin through a thousand and one worlds where the influence of the ruinous powers would have touched the hearts of the weak in mind and spirit, and over the years, the soul where the seed of heresy had taken root would fill with dread just with hear his name; Zacharias, the exterminating angel.
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ESPAÑOL
-En el lejano y oscuro futuro del cuadragésimo primer milenio, solo hay guerra.
Zacharias, el ángel exterminador, o también conocido solo como “El ángel exterminador”, consiguió su extraño título al ser nombrado “cazador de brujas” por un miembro de la inquisición bajo la aprobación del señor del capítulo de los ángeles oscuros.
Tal extraño nombramiento es el resultado de un acuerdo único en el que, por imposible que parezca, el capítulo de los ángeles oscuros dispuso de buena gana y por iniciativa propia a uno de sus veteranos al servicio condicional del inquisidor Kalto, de la ordo hereticus.
Tal muestra de supuesta solidaridad entre dos organizaciones que en más de una ocasión habían mostrado cierta aversión mutua en realidad fue el fruto, en parte, de un profundo sentido de respeto y deuda que el señor del capítulo desarrollo hacia Kalto, luego que, mediante sus poderes e influencia como inquisidor, abasteciera de todos los medios necesarios a una legión de astartes de los ángeles oscuros que operaban en una campaña a través de un sistema de planetas olvidados por el imperio.
Tal campaña supuestamente tenía como objetivo erradicar la mancha de la herejía en las poblaciones armadas de estos mundos que se habían sublevado al emperador debido a la influencia de los poderes ruinosos, pero en realidad la meta final de tal misión era capturar a quien había incitado tal revuelta, un ángel caído especialmente peligroso que expandió sus influencias a través de las sociedades de todo el sistema planetario.
Zacharias, veterano de los ángeles oscuros, guiaba la misión y conocía perfectamente el verdadero motivo por el que él y sus hermanos se encontraban en aquel lugar, y hábilmente consiguió mantener ocultas las intenciones del capítulo al inquisidor Kalto al mismo tiempo que se aprovechaba de todos los recursos de los que este les disponía.
Al finalizar tal campaña con la captura del ángel caído y el exterminatus de todos los planetas que formaban el sistema, Zacharias y el inquisidor Kalto ya habían establecido una estrecha relación de respeto mutuo basada en una absoluta y ciega lealtad al emperador, el imperio, y lo que ambos representaban para la humanidad, además de una inflexible y enfermiza aversión por los traidores y herejes.
Justo después de reportar el éxito Zacharias recibiría su siguiente misión, la cual debería cumplir en solitario. Luego de realizar un voto de absoluto silencio sobre los secretos de los angeles oscuros y un juramento en nombre de su honor de jamás anteponer las ordenes de la inquisición por sobre los intereses del capítulo, se dispondría al servicio de Kalto, no solo como pago por su vital colaboración, sino para cerciorarse de que ninguno de los secretos del capítulo llegó a manos del inquisidor, cosa que, para bien de Kalto, nunca ocurrió, pues entre las instrucciones de Zacharias estaría la de eliminar al inquisidor y cualquier otro testigo o prueba que relacionara a los ángeles oscuros con el hereje si tal información hubiera llegado a desvelarse.
De esta forma Zacharias empezó su servicio al ordo hereticus bajo las instrucciones de Kalto. Su servoarmadura fue adornada con los símbolos inquisitoriales y grabados dorados, igualmente su guadaña, llamada la guillotina del hereje, y su cuchillo de combate, conocido como el martirio.
Desde ese momento empezaría una larga cacería a través de mil y un mundos en donde la influencia de los poderes ruinosos habría tocado los corazones de los débiles de mente y espíritu, y con el paso de los años las almas donde la semilla de la herejía ya había enraizado se llenarían de pavor al solo escuchar su nombre; Zacharias, el ángel exterminador.
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Estrella Ardiendo
El violín del padre de Jem fue hecho para él por el lutier Guaneri, quien hacía violines para músicos tan famosos como Paganini. De hecho Jem algunas veces pensaba que su padre pudo haber sido una clase de Paganini, famoso en todo el mundo por su interpretación, si no hubiese sido un Cazador de Sombras.
Los Cazadores de Sombras podían ser aficionados a la música o pintura o poesía, especialmente después de retirarse del deber activo, pero siempre eran Cazadores de Sombras antes y primero que nada. Jem sabía que su talento para el violín no era tan grande como el de su padre, quien le había enseñado a tocar cuando él era aun lo bastante joven para tener problemas para equilibrar el pesado instrumento, pero el tocaba por razones que iban más allá de solamente el arte.
Esta tarde se había sentido demasiado mal para unirse a los otros para la cena, con dolor en los huesos y una lasitud ascendente en sus extremidades. Finalmente había cedido y tomado solo el suficiente yin fen para combatir el dolor y obtener un chispazo de energía. Luego había llegado el enojo por su propia dependencia, y cuando había ido en busca de Will, siempre la primera línea de defensa en contra de su adicción, su parabatai, por supuesto, no había estado ahí. Fuera de nuevo, pensó Jem, caminando por las calles como Diógenes, aunque con un propósito menos noble.
Entonces Jem había vuelto a su habitación y a su violín. Estaba interpretando a Chopin ahora, una pieza originalmente para piano que su padre había adaptado para el violín. La música comenzaba con dulzura pero se transformaba en un crescendo, uno que le exprimía cada cantidad de energía, sudor y concentración, dejándolo demasiado exhausto para sentir la necesidad por la droga que pinchaba sus terminaciones nerviosas como si fuera fuego.
De hecho, era una de las piezas que su padre, le había dedicado a su madre antes de casarse. El padre de Jem era el romántico, su madre era más práctica, pero la música la conmovía de cualquier modo. Su padre había insistido en que Jem la aprendiera,- “La toqué para mi novia, y un día, tu lo harás para la tuya.”
Pero nunca tendré una novia. El no pensaba en eso en un modo autocompasivo. Jem, como su madre, era práctico en la mayoría de las cosas, incluso en cuanto a su propia muerte. Era capaz de mantener el hecho a un brazo de distancia y examinarlo. Cada uno de los chicos del Instituto era peculiar, pensó Jem: Jessamine, con su amargura y su casa de muñecas; Will con sus mentiras y secretos; y él mismo – su agonía era solo otro tipo de peculiaridad.
Se detuvo por un momento, jadeando por aire. Estaba tocando junto a la ventana donde era más fresco. Había abierto solo una rendija, y el amargo aire de Londres le tocaba las mejillas y el pelo como dedos cuando el arco en su mano se detuvo. Estaba de pie en un parche de luz de luna, plateado como el polvo de yin fen…
Cerró sus ojos de pronto y se lanzó de nuevo en la música, el arco rasgando contra las cuerdas como un llanto. A veces el deseo de la droga era tan sobrecogedor, más fuerte que el deseo por comida, por agua, por aire, por amor…
La toqué para mi novia, y un día, tú lo harás para la tuya. Jem se aferró a ese pensamiento con resolución. Algunas veces se preguntaba cómo sería el mirar a las chicas, del modo en que Will lo hacía, con sus ojos azul oscuro rastrillándolas, ofreciéndoles insultos y cumplidos lo bastante alto para que conseguir ser abofeteado al menos cada Navidad. Jem quería compañía casual, algunas veces cuando una chica bonita coqueteaba con él, o cuando se sentía especialmente solitario.
Pero Jem no lo hacía, no podía, pensar en chicas de modo tan casual. Suponía que un affair podría ser posible, pero eso no era lo que él quería. El quería lo que su padre tuvo – la clase de amor sobre el que escriben los poetas. La manera en que sus padres se veían el uno al otro, la paz que los había envuelto cuando estaban juntos. Una imitación de ese amor, no le daría eso, y sería una pérdida de tiempo, podría perderse la oportunidad de algo real – y no tendría tantas.
Un retorcijón lo recorrió cuando su necesidad por la droga se incrementó, y él aceleró su interpretación. Trató de no mirar a la caja en su mesa noche. En momentos como este, se preguntaba por qué no tomar puñados esa cosa de una sola vez. Muchos quienes eran adictos al yin fen lo tomaban sin cesar hasta que morían por la eufórica sensación de ser implacables e indomables, de tener la fuerza y el poder de una estrella. Era esa euforia lo que los mataba al final, quemándoles los nervios, aplastando sus pulmones, y agotando sus corazones. Como el Viejo Maestro había dicho en el Tao Te Ching, la luz que arde doblemente, arde a medias al final.
Algunas veces Jem sentía como si quisiera arder. A veces no sabía por qué luchaba en contra de la droga, por qué le daba más valor a una vida larga de sufrimientos que a una vida corta sin dolor. Pero luego se recordaba a sí mismo que la falta de dolor solo sería otra ilusión, como la casa de muñecas de Jessamine, o las historias de Will, sobre burdeles y palacios de Ginebra.
Y si fuera verdaderamente honesto, él sabía que sería el fin de sus oportunidades para encontrar el amor que sus padres tuvieron alguna vez. ¿Porque eso es lo que es el amor, no es así? – ¿Encender un fuego brillante en los ojos de alguien más?.
Continuó tocando. La música se había elevado a un crescendo. Estaba respirando con dificultad, el sudor brotando de su frente y clavículas a pesar del aire frío de la noche. Escuchó el clic de la puerta de su habitación, mientras se habría detrás y un alivio se derramó sobre él, aunque no dejó de tocar. “Will”, dijo, después de un momento. “Will, eres tú?”.
Solo hubo silencio, inusual de Will. Quizás Will estaba molesto por algo. Jem bajó el arco y se volvió frunciendo el ceño. “Will—“comenzó.
Pero en absoluto era Will. Una chica estaba parada titubeante en la entrada de su dormitorio, una chica en una blanca camisola de dormir con un camisón encima. Sus ojos grises eran pálidos en la luz de la luna pero tranquilos, como si nada en su apariencia le sorprendiera. Era la chica bruja, se dio cuenta de pronto, aquella sobre la que había hablado Will más temprano; pero Will no había mencionado la cualidad que ella tenía, de una quietud que hacía que Jem se sintiera tranquilo, a pesar de su ansiedad por la droga, o la pequeña sonrisa en sus labios que iluminaba su rostro.
Debío haber estado ahí por muy poco tiempo, escuchándolo tocar: la evidencia de que lo había disfrutado estaba en su expresión, en la soñadora inclinación de su cabeza.
“Tú no eres Will,” dijo él y de inmediato se dio cuenta de que era una cosa terriblemente estúpida para decir. Cuando ella comenzó a sonreír, el sintió crecer una sonrisa en respuesta en sus propios labios. Por tanto tiempo, Will había sido la persona que él más quería ver cuando estaba así, y ahora, por primera vez, le dio gusto de no ver a su parabatai; sino a alguien más en vez de él.
http://ciudadesmecanicas.blogspot.com/2012/02/escena-en-que-jem-conoce-tessa-en-angel.html
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Hay libros que suponen un antes y un después en tu vida lectora, a veces no es fácil que ocurra porque http://ift.tt/2oWZIx2
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Hoy amanecí con la mente llena de niebla fría, las noches y los días en el bosque del misterio no habían sido las mejores, muchos recuerdos, muchos sinsabores, muchas historias que llegaban en torrentes llenos de enigmas y esoterismo, no podía pensar más allá, hoy cuando amaneció llovía cómo si le hubieran roto el corazón al cielo, que desbordante estaba de agua con sabor a lágrimas, entonces lo supe, uno siempre es de donde llora pero siempre, siempre querrá ir a donde ríe aunque no sea la tierra que nos vió nacer...el día que ella nació, un dragón vino al mundo también, luego de destruir su reino, los enemigos del rey pusieron cadenas a la pequeña princesa junto al pequeño dragón, unidos ambos por alma y destino compartían belleza, poderío y fuego, su belleza era legendaria, ninguna princesa de los reinos vecinos le hacía mella si se hablaba de hermosura, fué acusada de herejía y la arrojaron, así, para ser lapidada por el pueblo que la había visto nacer, más ese guerrero cazador de dragones la protegió con su escudo, con ella en brazos miró a los plebeyos severo, y, avergonzados, ellos bajaron la mirada, trepó a la bella princesa guerrera al caballo y juntos partieron al interior del bosque del misterio...él ejército negro cabalgaba, los buscaban más por miedo que por justicia, había espectros de duda, miedo y dolor contra él solitario guerrero cazador de dragones, poseedor de la espada de la fe...el sonrió, pues supo que esta batalla no perdería, en ella iba el amor de por medio que ella había despertado en su noble corazón de cazador de dragones, ella era la hechicera de su amor, lo había enamorado con un sortilegio de su voz y sus sonrisas, ninguna melodía alegraba más su espíritu que el sonido de su nombre al ser pronunciado por los labios de ella...
Su conocimiento era poder, él era guerrero nacido y forjado para la batalla, mientras que ella había nacido en el fuego y en la lucha diaria...jamás hubo un amor más poderoso, ambos corazones eran un templo unidos, ambos consumidos, hace mucho, por fuego, y renacidos con lumbre y llamas, todos los recuerdos de vidas pasadas fueron quemados, los deseos en las vidas anteriores calcinados, quedó solo ceniza y silencio, llegando a ese sitio, en esa montura y en la sonrisas de ambos una nueva aventura plagada de caricias acompañadas con el nuevo fuego de un nuevo amor...
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Historia completamente absurda
Hace ya cuatro días, mientras me hallaba escribiendo con una ligera irritación algunas de las páginas más falsas de mis memorias, oí golpear levemente a la puerta pero no me levanté ni respondí. Los golpes eran demasiado débiles y no me gusta tratar con tímidos.
Al día siguiente, a la misma hora, oí llamar nuevamente; esta vez los golpes eran más fuertes y resueltos. Pero tampoco quise abrir ese día porque no estimo absolutamente a quienes se corrigen demasiado pronto.
El día posterior, siempre a la misma hora, los golpes fueron repetidos en tono violento y antes de que pudiese levantarme vi abrirse la puerta y adelantarse la mediocre figura de un hombre bastante joven, con el rostro algo encendido y la cabeza cubierta de cabellos rojos y crespos que se inclinaba torpemente sin decir palabra. No bien encontró una silla se arrojó encima y como yo permanecía de pie me indicó el sillón para que me sentara. Después de obedecerlo, creí tener el derecho de preguntarle quién era y le rogué, con tono nada cortés, que me indicara su nombre y la razón que lo había forzado a invadir mi cuarto. Pero el hombre no se alteró y de inmediato me hizo comprender que deseaba seguir siendo por el momento lo que hasta entonces era para mi: un desconocido.
-El motivo que me trae ante usted -prosiguió sonriendo- se halla dentro de mi cartera y se lo haré conocer enseguida.
En efecto, advertí que llevaba en la mano un maletín de cuero amarillo sucio con guarniciones de latón gastado que abrió al momento extrayendo de él un libro.
-Este libro -dijo poniéndome ante la vista el grueso volumen forrado de papel náutico con grandes flores de rojo herrumbe- contiene una historia imaginaria que he creado, inventado, redactado y copiado. No he escrito más que esto en toda mi vida y me atrevo a creer que no le desagradará. Hasta ahora no le conocía más que su nombradía y sólo hace unos pocos días una mujer que lo ama me dijo que es usted uno de los pocos hombres que no se aterra de sí mismo y el único que ha tenido el valor de aconsejar la muerte a muchos de sus semejantes. A causa de esto he pensado leerle mi historia, que narra la vida de un hombre fantástico al que le ocurren las más singulares e insólitas aventuras. Cuando usted la haya escuchado me dirá qué debo hacer. Si mi historia le agrada, me prometerá hacerme célebre en el plazo de un año; si no le gusta me mataré dentro de veinticuatro horas. Dígame si acepta estas condiciones y comenzaré.
Comprendí que no podía hacer otra cosa que proseguir en esa actitud pasiva que había mantenido hasta entonces y le indiqué, con un gesto que no logró ser amable, que lo escucharía y haría todo lo que deseaba.
“¿Quien podrá ser -pensaba entre mí- la mujer que me ama y le habló de mí a este hombre? Jamás he sabido que me amara una mujer y si ello hubiera ocurrido no lo habría tolerado porque no hay situación más incómoda y ridícula que la de los ídolos de un animal cualquiera…” Pero el desconocido me arrancó de estos pensamientos con un zapateo poco elocuente pero claro. El libro estaba abierto y mi atención era considerada necesaria.
El hombre comenzó la lectura. Las primeras palabras se me escaparon; puse mayor atención en las siguientes. De pronto agucé el oído y sentí un breve estremecimiento en la espalda. Diez o veinte segundos más tarde mi rostro enrojeció; mis piernas se movieron nerviosamente; al cabo de otros diez segundos me incorporé. El desconocido suspendió la lectura y me miró, interrogándome humildemente con la mirada. Yo también lo miré del mismo modo e incluso como suplicando, pero estaba demasiado aturdido para echarlo y le dije simplemente, como cualquier idiota sociable:
-Continúe, se lo ruego.
La extraordinaria lectura continuó. No podía estarme quieto en el sillón y los escalofríos recorrían no sólo mi espalda, sinó también la cabeza y el cuerpo entero. Si hubiese visto mi cara en un espejo tal vez me hubiera reído y todo habría pasado, ya que probablemente reflejaba un abyecto estupor y un furor indeciso. Traté por un momento de no seguir oyendo las palabras del calmo lector pero no logré sino confundirme más y escuché íntegra, palabra por palabra, pausa tras pausa, la historia que el hombre leía con su cabeza roja inclinada sobre el bien encuadernado volumen. ¿Que podía o debía hacer en tan especialísima circunstancia? ¿Aferrar al maldito lector, morderlo y lanzarlo fuera del cuarto como a un fantasma inoportuno?
¿Pero por qué debía hacer eso? Sin embargo, aquella lectura me producía un fastidio inexpresable, una impresión penosísima de sueño absurdo y desagradable sin esperanza de poder despertar. Creí por un momento que caería en un furor convulsivo y vi en mi imaginación a un enfermero uniformado de blanco que me ponía la camisa de fuerza con infinitas y desmañadas precauciones.
Pero finalmente terminó la lectura. No recuerdo cuántas horas duró, pero aún en medio de mi confusión noté que el lector tenía la voz ronca y la frente húmeda de sudor. Una vez cerrado el libro y guardado en su maletín, el desconocido me miró con ansiedad aunque su mirada no tenía ya la avidez del comienzo. Mi abatimiento era tan grande que él mismo lo advirtió y su admiración aumentó enormemente al ver que me restregaba un ojo y no sabía qué contestarle. Me parecía en ese momento que nunca más podría volver a hablar y hasta las cosas más simples que me rodeaban se presentaron a mis ojos tan extrañas y hostiles que casi tuve una sensación de repugnancia. Todo esto parece demasiado vil y vergonzoso; pienso lo mismo y no tengo indulgencia alguna para mi turbación. Pero el motivo de mi desequilibrio era de mucho peso: la historia que aquel hombre había leído era la narración detallada y completa de toda mi vida íntima interior y exterior. Durante aquel lapso yo había escuchado la relación minuciosa, fiel, inexorable de todo lo que había sentido, soñado y hecho desde que vine al mundo. Si un ser divino, lector de corazones y testigo invisible, hubiese estado a mi lado desde mi nacimiento y hubiera escrito lo que observó de mis pensamientos y de mis acciones, habría redactado una historia perfectamente igual a la que el ignoto lector declaraba imaginaria e inventada por él. Las cosas más pequeñas y secretas eran recordadas y ni siquiera un sueño o un amor o una vileza oculta o un cálculo innoble escaparon al escritor. El terrible libro contenía hasta sucesos o matices de pensamiento que ya había olvidado y que recordaba solamente al escucharlas.
Mi confusión y mi temor provenían de esta exactitud impecable y de esta inquietante escrupulosidad. Jamás había visto a ese hombre; ese hombre afirmaba no haberme visto nunca. Yo vivía muy solitario, en una ciudad a la que nadie viene si no es forzado por el destino o la necesidad, y a ningún amigo, si aun podía decir que los tenía, le había confiado nunca mis aventuras de cazador furtivo, mis viajes de salteador de almas, mis ambiciones de buscador de lo inverosímil. No había escrito nunca, ni para mí ni para los demás, una relación completa y sincera de mi vida y justamente en aquellos días estaba fabricando fingidas memorias para ocultarme a los hombres incluso después de la muerte.
¿Quien, pues, podía haberle dicho a ese visitante todo lo que narraba sin pudor y sin piedad en su odioso libro forrado de papel antiguo color herrumbre? ¡Y él afirmaba que había inventado esa historia y me presentaba, a mí, mi vida, mi vida entera, como una historia imaginaria!
Me hallaba terriblemente turbado y conmovido, pero de una cosa estaba bien seguro: ese libro no debía ser divulgado entre los hombres. Aun cuando debiera morir ese increíble infeliz autor y lector, yo no podía permitir que mi vida fuese difundida y conocida en el mundo, entre todos mis impersonales enemigos. Esta decisión, que sentí firme y sólida en mi fuero íntimo, comenzó a reanimarme levemente. El hombre continuaba mirándome con aire consternado y casi suplicante. Habían transcurrido sólo dos minutos desde que terminó su lectura y no parecía haber comprendido el motivo de mi turbación. Finalmente, pude hablar.
-Discúlpeme, señor -le pregunté-. ¿Usted asegura que esta historia ha sido verdaderamente inventada por usted?
-Precisamente -respondió el enigmático lector ya un poco tranquilizado-, la he pensado e imaginado yo durante muchos años y cada tanto hice retoques y cambios en la vida de mi héroe. Sin embargo, todo ello pertenece a mi inventiva.
Sus palabras me incomodaban cada vez más, pero logré formular todavía otra pregunta:
-Dígame, por favor: ¿está usted verdaderamente seguro de no haberme conocido antes de ahora? ¿De no haber escuchado nunca narrar mi vida a alguien que me conozca?
El desconocido no pudo contener una sonrisa asombrada al oír mis palabras.
-Le he dicho ya -contestó- que hasta hace poco tiempo no conocía más que su nombre y que solamente hace unos días supe que usted acostumbraba aconsejar la muerte. Pero nada más conozco sobre usted.
Su condena estaba ya decidida y era necesario que no demorase en ser ejecutada.
-¿Está siempre dispuesto -le pregunté con solemnidad- a mantener las condiciones establecidas por usted mismo antes de comenzar la lectura?
-Sin ninguna duda -respondió con un ligero temblor en la voz-. No tengo otras puertas a las que llamar y esta obra es mi vida entera. Siento que no podría hacer ninguna otra cosa.
-Debo entonces decirle -agregué con la misma solemnidad, pero atemperada por cierta melancolía- que su historia es estúpida, aburrida, incoherente y abominable. Su héroe, como usted lo llama, no es sino un malandrín aburrido que disgustará a cualquier lector refinado. No quiero ser demasiado cruel agregándole todavía más detalles.
Comprobé que el hombre no aguardaba estas palabras y me di cuenta de que sus párpados se cerraron instantáneamente. Pero al mismo tiempo reconocí que su poder sobre mí mismo era igual a su honestidad. De inmediato reabrió los ojos y me miró sin temor y sin odio.
-¿Quiere acompañarme afuera? -me preguntó con voz demasiado dulce para ser natural.
-Cómo no -respondí, y luego de ponerme el sombrero salimos de la casa sin hablar.
El desconocido llevaba siempre en la mano su maletín de cuero amarillo y yo lo seguí delirante hasta la orilla del río que corría caudaloso y resonante entre las negras murallas de piedra. Una vez que echó una mirada a su alrededor y comprobó que no se hallaba nadie que tuviese aspecto de salvador se volvió hacia mí diciendo:
-Perdóneme si mi lectura lo hartó. Creo que nunca más me tocará aburrir a un ser viviente. Olvídese de mí no bien le sea posible.
Y estas fueron justamente sus últimas palabras, porque saltando ágilmente el parapeto y con rápido empuje se arrojó al río con su maletín. Me asomé para verlo una vez más pero el agua yo lo había recibido y cubierto. Una niña tímida y rubia se había percatado del rápido suicidio pero no pareció asombrarla demasiado y continuó su camino comiendo avellanas. Volví a casa después de realizar algunas tentativas inútiles. Apenas entré en mi cuarto me extendí sobre la cama y me adormecí sin demasiado esfuerzo, como abatido y quebrantado por lo inexplicable.
Esta mañana me desperté muy tarde y con una extraña impresión. Me parece estar ya muerto y esperar solamente que vengan a sepultarme. He tomado inmediatamente previsiones para mi funeral y fui personalmente a la empresa de pompas fúnebres con el fin de que nada sea descuidado. A cada momento espero que traigan el ataúd. Siento ya pertenecer a otro mundo y todas las cosas que me circundan tienen un indecible aire de cosas pasadas, concluidas, sin ningún interés para mí.
Un amigo me ha traído flores y le dije que podía esperar para ponerlas sobre mi tumba. Me pareció que sonreía, pero los hombres sonríen siempre cuando no comprenden nada.
Giovanni Papini.
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El corazón es un cazador solitario ¶ Carson McCullers
“En la ciudad había dos mudos. Estaban siempre juntos. Cada mañana a primera hora salían de la casa en la que vivían y bajaban por la calle en dirección al trabajo, cogidos del brazo. Los dos amigos eran muy diferentes. El que siempre encabezaba la marcha era un griego obeso y soñador. En verano llevaba un polo amarillo o verde chapuceramente embutido en los pantalones por delante y suelto por detrás. Cuando hacía frío, se echaba encima un informe jersey gris. Tenía la cara redonda y grasienta, de párpados semicerrados y labios que se curvaban en una blanda y estúpida sonrisa. El otro mudo era alto, y en sus ojos brillaba una expresión vivaz, inteligente. Vestía siempre de forma inmaculada y sobria.”
“—¡Tonterías! —exclamó el doctor Copeland furiosamente—. No creo que tenga usted sentido común. Si yo fuera un hombre que pensara que valía la pena reírse, seguramente me reiría. Jamás había tenido la oportunidad de escuchar semejantes tonterías directamente.”
“Hacía más de un año que su amigo se había marchado. Y ese año no parecía ni corto ni largo. Estaba como borrado del sentido ordinario del tiempo…, como cuando uno está borracho o medio dormido. Detrás de cada hora siempre estaba su amigo. Y esta vida interior con Antonapoulos cambiaba y se desarrollaba al igual que las cosas que le rodeaban.”
https://es.wikipedia.org/wiki/El_coraz%C3%B3n_es_un_cazador_solitario
https://www.goodreads.com/book/show/2774939-el-coraz-n-es-un-cazador-solitario
http://www.lecturalia.com/libro/16718/el-corazon-es-un-cazador-solitario
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