Tumgik
#pero con la ropa q tiene tan cubiertos
marsverick · 2 years
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( CARGANDO LOCACIÓN )    📍    WEST GARFIELD PARK.
NO PIERDAS DE VISTA A @MARSVERICK.
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keiu-u · 3 years
Note
Holaaaa, al fin encuentro una escritora de TR en español 🥰, este te puedo hacer un pedido NSFW de Mitsuya?👀, De que, mientras que Mitsuya se este tomando una ducha, la lectora le esta esperando acostada con lencería que él mismo le hizo para ella haciendose la dormida, lo demás te dejo a tu cargo 🤗
PD: Que ambos Mitsuya y la lectora sean mayores de edad (18+)
omg, mi primer request,,,,
no he estado sintiéndome muy bien, así que no tuve mucha inspiración para escribir estos días, pero creo que esto me ha devuelto el humor, ah ♡♡ espero q te guste
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Contenido: NSFW, Aged-up characters
Pairings: Mitsuya x reader
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La mejor parte de tener un novio modista es el hecho de que hará ropa para ti.
Takashi es en esencia un tipo muy dedicado y detallista, así que constantemente aprovecha que puede usarte como su modelo para poner en práctica sus habilidades trabajando en diseños especialmente para regalártelos. Si adora lo que es el diseño en sí mismo, diseñar para ti lo hace aún más especial.
Él recientemente ha estado experimentado con prendas diferentes a las que está acostumbrado a hacer, así que te ha regalado un par de conjuntos de lencería con esa misma excusa.
A pesar de los beneficios, salir con Mitsuya no es para nada sencillo, pues es un tipo muy ocupado y a pesar de que son novios y pasan mucho tiempo juntos, la mayor parte de ese tiempo su atención es monopolizada por sus hermanas, sus tareas escolares, o por la concentración que le dedica a aquello que tanto le apasiona.
Y en realidad esto es algo que no te molesta en absoluto, pues comprendes bien lo complicada de su situación y aprecias que pesar de ello te mime bastante, pero de vez en cuando necesitas que se dedique a ti y te dé otro tipo de atención.
Por suerte, hoy es sábado y han acabado con sus deberes de la semana, la madre de Mitsuya descansa y ha quedado de llevar a sus hermanas al parque de diversiones, por lo que tienen el día para ustedes solos.
Hay un buen clima, está soleado y caluroso, así que deciden ir a comprar helados y pasear por ahí en su motocicleta hasta que comienza a oscurecer, entonces vuelven a casa a descansar y relajarse el tiempo que queda hasta que llegue su madre.
Ya que no muy seguido tienen días como este, desde temprano te has preparado y has traído contigo uno de los conjuntos de lencería que te regaló y que de hecho no has podido mostrarle.
Al llegar, han decidido tomar una ducha para refrescarse un poco después de haber pasado tanto tiempo en la calle y así poder relajarse.
Eres la primera en entrar, Mitsuya te espera en la sala mirando la televisión y dejando libre su cuarto para que al terminar te vistas cómodamente mientras él toma su turno en la ducha.
Tras salir de la ducha te quedas un momento contemplando qué tan buena es la idea de ponerte el conjunto ahora, sabes que es el momento perfecto, pero aun te pone nerviosa el pensar en su reacción, al final te convences diciéndote a ti misma que es tu deber como su modelo mostrarle cómo ha quedado su trabajo para que pueda mejorar, así que decides ponértelo.
El conjunto consta de dos piezas, unas bragas color lila con listones delgados que se atan a los costados, en tus caderas, y un blusón de tirantes de tela semitransparente también de color lila, los tirantes están hechos de los mismos listones.
Te recuestas en su cama esperando a que salga de la ducha, te has probado la lencería un par de veces antes en tu casa y sabes que te queda bien, pero por alguna razón sigues estando nerviosa, escuchas la regadera cerrarse, y como acto reflejo te volteas boca abajo, sabes que es tarde para arrepentirte, así que en cuanto escuchas la puerta abrirse no encuentras mejor solución que hacerte la dormida.
Mitsuya ha salido vistiendo únicamente un pants sencillo que usa para andar en casa y trae la toalla colgando en sus hombros para evitar que el agua de su cabello escurra por su torso. Al abrir la puerta se queda estático, él realmente no esperaba encontrarse contigo recostada en su cama y vistiendo aquella lencería que tantas veces, mientras diseñaba, te imaginó usando.
Al no ver ningún movimiento tuyo, asumió que estabas dormida, así que entró con cuidado de no hacer ruido, sus mejillas están ardiendo, definitivamente está sonrojado, y no sabe qué hacer con la repentina excitación que le ha provocado la imagen de tu trasero y tu espalda cubiertos únicamente por la delicada tela de la aquella lencería que te ajusta a la perfección, justo como la imaginó.
Se acerca a sentarse en la orilla de la cama, pasa la toalla por su cabello para secarlo un poco y la deja botada en la cabecera, acaricia con delicadeza tu brazo y luego acerca su mano a tu cabelo para acomodarlo, pues está todo encima de tu rostro, él está haciendo un gran esfuerzo conteniéndose, pues no le gusta la idea de aprovecharse de ti estando dormida, sin embargo, al notar como tu cuerpo se tensa al remover los mechones de tu rostro una sonrisa curva sus labios.
—¿Sabes? Te ves realmente preciosa con esto, tal y como pensaba.
Él se dirige a ti con un tono dulce, tratando de darte confianza. Tú sabes que se ha dado cuenta de que estás despierta, así que ya no tiene caso que sigas fingiendo. Abres los ojos y los diriges a su rostro, él toma tu barbilla y se acerca a dejar un beso en tus labios. A pesar de que su tacto es cálido y dulce, puedes sentir cómo está cargado de deseo, y ahora estás segura de que ha sido una buena desición.
Durante el beso, quedas boca arriba, Takashi se separa y no puede evitar pasear su mirada por tu torso. Tus pezones están erectos y puede verse tu cuerpo prácticamente desnudo por debajo de la fina tela. Mitsuya vuelve a besarte, está vez el beso se siente mucho más caliente.
—Bebé, luces increíble.
Te dice en cuanto se separa de ti para tomar aire, se inclina nuevamente a besar con cariño todo tu rostro y vuelve luego a tus labios, ahora introduciendo su lengua; te toma por la nuca y sin separarse del beso cambia tu posición, acomodándote a horcajadas sobre su regazo.
—Te queda realmente hermoso, pero se supone que me asegure de que cada pieza haya quedado perfecta, ¿o no?
Te mira con una sonrisa juguetona, no estás segura sobre lo que deberías responder, sus besos siempre te dejan un tanto aturdida, así que te limitas a asentir.
—Bien, pues entonces modelalo para mí.
Te dice, tomando tu mano para levantarte. Te encanta cuando tienes su completa atención, cuando te hace sentir que eres lo único para lo que tiene ojos, así que no te niegas a seguirle el juego, finalmente, era esto lo que querías desde el inicio.
Tomas confianza y correspondes su sonrisa con una igual, le das la espalda y caminas un par de pasos hacia el frente, luego te das la vuelta y caminas de frente hacia él, su mirada lasciva está clavada únicamente en ti, y eso te enciende más.
Vuelves a sentarte a horcajadas sobre él haciendo que tus pechos queden frente a su rostro y colocas tus manos en sus hombros —¿Entonces, encontraste algo malo?
—En absoluto, pero no me parece que esté demás asegurarme de la calidad.
Coloca su mano en tu cintura, sus dedos se pasean por todo tu cuerpo como si realmente estuviera asegurándose de que que la tela y las costuras sean de buena calidad. Acaricia tus pezones sobre la tela, mirándote a los ojos, y luego pasa su lengua sobre ellos, haciendo círculos y presionando.
—Bien, parece que no hay ningún problema con la parte de arriba.
Con un movimiento desata los moños de los listones que funcionan como tirantes, haciendo que caiga, deslizándose por tu torso, entonces vuelve a tomarte por la cintura y besa tus pechos ahora desnudos, la posición te permite sentir su erección presionando tu entrepierna, haciendo que sueltes un leve gemido.
Al notarlo, él te presiona más contra su erección.
—Ahhh, Takashi —vuelves a gemir, él te besa usando su lengua y aprovecha la posición de sus manos para mover tus caderas en círculos sobre su erección, haciendo que te derritas.
Te recuesta en la cama, saca la parte de arriba del conjunto por tus piernas y agacha su rostro hasta tu intimidad, te dirige la misma sonrisa juguetona de antes y desata el moño que sostiene las bragas usando sus dientes, lo hace tomándose su tiempo con cada lado, disfrutando de ver como el pulcro color lila de la tela se mancha cada vez más con tus fluidos.
Una vez desatados, abre tus piernas con sus dos manos y se deshace por completo de las bragas jalando con sus dientes. Al ver tu intimidad expuesta frente a su rostro, sin dudarlo arrastra la punta de su lengua desde tu entrada hasta tu clítoris.
—Sabes tan bien como luces.
Te dice, mirando embelesado tu expresión de verguenza adornada por un fuerte sonrojo, y vuelve a lo suyo.
Lame en círculos sobre tu clítoris y de vez en cuando se pasea peligrosamente al rededor de tu entrada, provocando múltiples gemidos y jadeos de tu parte. Tus manos se encuentran enterradas en su cabello cuando ha decidido que es suficiente, porque la erección atrapada dentro de sus boxers comienza a doler, se separa de tu intimidad, se levanta para deshacerse de la ropa que ahora mismo le estorba y se posiciona encima de ti.
Coloca su miembro en tu entrada, y antes de introducirlo te besa en los labios, durante el beso puedes sentir como su miembro va adentrándose con lentitud, haciéndote arquear levemente la espalda conforme profundiza. Una vez dentro, Mitsuya comienza a dar embestidas, lo hace lento y profundo. Tus manos se aferran a su espalda, sientes la necesidad de enterrar tus uñas cuando te inunda el placer, sensación que Takashi realmente disfruta.
Entonces con una de sus manos comienza a estimularte y bastan tan solo un par de estocadas más para que llegues, Mitsuya termina unos segundos después y se desploma a tu lado en la cama, tratando de regular su respiración.
—Creo que debería regalarte lencería más seguido.
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Waking Up Slow
Day 3 of @frukweek2020: Beach/Punk
Summary: Francis y Arthur se vuelven a encontrar en un viaje a la playa, pero el inglés no puede dejar de pensar en el otro, ¿y cómo se recupera una relación echada a perder? Continuación de Beneath Your Beautiful
Relationships: FrUK
Rating: T +13
Word Count: 8240
Language: español
Para ese punto llevaba varios años de conocer a Alfred, tal vez unos cuatro y medio, y podía afirmar con completa seguridad que no había pasado un solo día en que el rubio no presumiera sobre la casa playera de su familia. Normalmente involucraba a Matthew, quien era demasiado modesto como para seguirse la corriente, así que en la mayoría de los casos mencionaba que no era tan grande o impresionante.
Bueno, eso había sido una mentira de mierda.
Arthur creyó que iba a tener que compartir su cama con más de un idiota, pero a simple vista, la casa era lo suficientemente grande como para que pudiera tener un cuarto para sí mismo si así lo deseaba. Gilbert, la Rana, el imbécil de Antonio, Ludwig, Lovino y Feliciano portaban la misma expresión de sorpresa e incredulidad en el rostro. Kiku, quien aparentemente ya había visitado el lugar, estaba caminando detrás del estadounidense, el cual llevaba sus maletas.
–Hey, apresúrense, sino se van a quedar sin una habitación –rió Alfred escandalosamente. Matthew negó con la cabeza, rodando los ojos.
La mansión (para ese punto se había resignado a llamarla así) tenía seis habitaciones, cuatro baños, una gigantesca cocina, una cochera para varios autos (habían llegado Alfred, Matthew, Kiku, Gilbert y él en el carro del primero, mientras que el resto viajaron con Ludwig) y una gran sala de estar/comedor que daba directamente a la parte trasera, donde por supuesto se encontraba una piscina. Arthur claro que sabía que los padres de los gemelos ganaban bien, pero jamás le había pasado por la cabeza que fuera así de ridículo.
–Ah, mis papás no quiere que toquemos la habitación principal, entonces tenemos que quedar dos personas por recámara –llamó Alfred desde adentro de la casa. La expresión en el rostro de Arthur cambió inmediatamente por una de frustración.
Bufó, cruzándose de brazos, mientras iba pensando en quién sería la persona más decente para compartir la cama. Fue entonces cuando se percató de que todos habían llegado en pareja. Todos menos una sola persona. Y por supuesto que hizo contacto visual con él apenas se dio cuenta.
–¿¡Qué!? ¡No! ¡Yo dormiré en el sofá, no importa! –protestó, casi corriendo detrás de Alfred, quien soltó una sonora carcajada. Notó por el rabillo del ojo que la Rana los estaba siguiendo.
–Claro que no, Artie. Igual, ya has estado con Francis, ¿no? Entonces no debería ser tan incómodo –lo ignoró el estadounidense, quien para ese punto acababa de llegar a la habitación que compartiría con su novio.
–Eso es exactamente lo que lo vuelve incómodo –masculló, cruzándose de brazos. Sintió que su cuerpo entero se tensó cuando una mano se colocó sobre su hombro.
–Yo no le veo nada de malo. Con suerte y hoy voy a poder conocer ese tatuaje del que Alfred tanto habla –intervino el anfibio, sonriendo odiosamente. Arthur lo exterminó con la mirada, mientras sus mejillas se enrojecían y Alfred se desternillaba.
Tal vez o tal vez no, en su cumpleaños hacía unos meses había bebido tanto que, quizás o quizás no, empezó a desvestirse en la mesa principal de la casa de Alfred, quien le había organizado una fiesta sorpresa. Afortunadamente, los gemelos lograron sujetarlo a tiempo antes de que el resto de los invitados vieran partes del cuerpo del inglés que los marcarían de por vida. Así, procedieron a encerrarlo en una de las habitaciones principales, en donde Matthew se encargó de cuidarlo antes de que cometiera una estupidez; no obstante, el pobre estadounidense tuvo que entrar de nuevo al cuarto justo cuando a Arthur se le ocurrió bajarse un poco más que sus tallados jeans.
Arthur estaba bastante seguro de que burlarse de la situación era la manera del pobre chico de lidiar con la incomodidad, pues aún lucía levemente perturbado al recordar la historia.
Sin más, se volteó, indignado, para dirigirse a la entrada a recoger sus pertenencias. Tuvo que realizar un gran esfuerzo para ignorar las risillas que Francis iba soltando mientras caminaba detrás de él. El desgraciado no había estado en la fiesta, pues al parecer se encontraba muy ocupado con sus exámenes universitarios, pero aparentemente cada invitado se había esmerado en contarle los detalles. Malditos.
Una vez que tomó sus maletas, comenzó a caminar en dirección a las habitaciones, pues todas se encontraban en un mismo pasillo. Al percatarse de que solo quedaba una disponible, entró inmediatamente y no supo si bendecir o maldecir al suelo cuando se topó con una cama matrimonial. El anfibio entró justo después de él, y colocó sus numerosas maletas al lado de la puerta.
–No tienes que mirarme así, esto no es culpa mía –habló repentinamente, y Arthur se percató de que había estado mirándolo. Se convenció a sí mismo de que se debía a que llevaba unos cuantos meses sin verlo de cerca.
–Ya lo sé, pero es frustrante. Creí que iba a tener una habitación para mí solo –respondió, mientras empezaba a desempacar algunas cosas, como la ropa que se pondría cuando fueran a la playa en un rato. Se mantuvieron un rato en silencio, mientras la Rana se encargaba de buscar quién-sabe-qué en uno de sus maletines.
–Me gustan tus piercings –comentó Francis de la nada. Arthur se sonrojó, tosiendo para aclararse la garganta–. ¿Quién diría que el chico que me fastiaba cuando no llevaba bien puesto mi uniforme iba a terminar así? –bromeó, recostándose sobre la cama con su celular en la mano.
–Bueno, la gente cambia –murmuró, incómodo. Francis sonrió.
–Por suerte. Imagínate cómo se pondría un Arthur de 17 años si viera a un Arthur de 20 –el inglés se relamió el labio inferior.
–El cobarde ya quería verse así, solo no tenía el valor porque temía a que lo ridiculizaran –respondió, sonriendo inevitablemente. Francis se reacomodó en la cama para acercársele.
–Yo le hubiese dicho que se veía lindo –agregó, y al levantar la mirada, Arthur se topó con que estaba intentando mirarlo directamente a los ojos. Sintió que su corazón le dio un vuelco en el pecho.
Él y Francis habían empezado a estar juntos cuando él acababa de cumplir 17 y a Francis le faltaban unos meses para tener 18. Su noviazgo duró menos que un año, pues terminaron cuando la Rana tuvo que ir a la universidad. Fue su primera relación y probablemente la más absurda que había tenido en toda su vida. Y a pesar de eso, cada maldito día pensaba en cuánto extrañaba al anfibio frente a él.
Francis era un idiota. Era arrogante, perezoso, criticón, quejumbroso, terco y coqueteaba con prácticamente todo lo que se moviera; sin embargo, había sido su mejor novio. Para su sorpresa, el anfibio era sorprendentemente generoso, detallista, sensible, comprensivo, amoroso y leal. Le gustaba discutir y competir a menudo, pero él también lo disfrutaba. Y maldita sea, el desgraciado tenía un rostro y un trasero increíbles. Eso sin contar que nunca había conocido a una persona que besara mejor que él.
Desgraciado.
–De seguro hubieses sido de los que lo ridiculizarían –el otro se encogió de hombros.
–Ahora nunca lo sabrás, supongo.
–Bueno, ¿te burlarías de mí ahora? –preguntó, estableciendo contacto visual con Francis, quien ahora se había recostado aun más cerca de donde él estaba sacando el bloqueador solar.
–Solo si realmente tienes una guitarra roja en tu nalg-
–Muy bien, creo que ya deberíamos irnos a buscar a los demás –murmuró, apresurándose en salir de la recámara. Desde el pasillo pudo escuchar la estridente risa de Francis. Maldita Rana.
   _____
–¿Debería preocuparme? –preguntó Matthew, ladiendo la cabeza. Lovino negó vigorosamente, mientras el resto mantenía la mirada fija en Gilbert, quien insistía en que lo cubrieran de pies a cabeza de arena.
–Un bastardo tan insoportable como Gilbert es incapaz de morir. Ni siquiera en el infierno lo quieren –respondió el italiano, y solo Arthur lo animó riéndose de su broma. Matthew suspiró, resignado.
Decidió abrir el libro sobre su regazo para empezar a leerlo, mientras sus acompañantes continuaban hablando entre sí. Una vez que llegó a la décima página, escuchó que desdoblaban una silla playera a su lado. Miró de reojo para toparse con cierta Rana, quien estaba prácticamente cubierto de pies a cabeza de arena. Negó con la cabeza, bufando, y retomó su lectura.
Puso los ojos en blanco en el momento exacto en que sintió un par de ojos anfibios sobre su novela, así que volvió a ver a su lado para toparse con Francis, quien ahora parecía una jirafa con el cuello así de estirado.
–¿Qué estás leyendo? –preguntó, entrecerrando los ojos para ver mejor. Bufó ante lo ridículo que lucía de esa manera.
–Emma, de Jane Austen.
–Rosbif, ¿de verdad viniste hasta la playa a leer a Jane Austen? –cuestionó el francés, recostándose de lado en su silla. Él arqueó una ceja.
–Sí, ¿por q-?
Antes de que pudiera reaccionar, el desgraciado tomó su libro y lo escondió debajó detrás de su espalda para que Arthur no pudiera tomarlo. El inglés frunció el ceño, visiblemente irritado.
–Francis, dame eso.
–¡Es hora de vivir un rato, Arthur! Nos tienes a todos aquí, al menos podrías ir al mar un rato.
Le dedicó una mala mirada por unos segundos, para luego lanzarse sobre él sin piedad. Por lo que notó por el rabillo del ojo, Matthew pegó un saltito de la sopresa, mientras que Lovino puso los ojos en blanco.
–¡Dame eso, Rana!
Francis estalló en carcajadas, moviéndose de lado a lado para que Arthur no pudiera tomar su libro de vuelta. Procedió a intentar pincharlo en el estómago para que se moviera, mientras el idiota se reía aun más fuerte.
–¡Rana! ¡Rana, quítate!
–¡Por el amor de Dios, cierren la maldita boca! ¡Vine hasta acá para tener un poco de paz y ustedes, par de bastardos, no dejan de hacer escándalo! ¡Váyanse a un cuarto o ahóguense, pero déjenme en paz, maldición! –gritó Lovino, cuyo rostro ya se veía tan rojo como un tomate. Matthew se encogió en su silla, cubriéndose la cara al notar que varias personas los estaban mirando. Tanto él como Francis se sentaron inmediatamente.
Pasaron un par de segundos en silencio, mirando al italiano, quien seguía respirando agitadamente. Antes de que pudieran hablar, se levantó de golpe y empezó a caminar en dirección a Antonio, mientras lo llamaba a todo pulmón. Matthew prácticamente se hallaba en el piso, de tanto que se había llegado a encoger en su asiento.
–¿Quieres ir conmigo al mar? –preguntó Francis, quien también se encontraba observando al pobre chico. Su novio estaba caminando hacia él. Asintió distraídamente, por lo que la Rana lo tomó de la mano para guiarlo fuera de ahí.
Se fueron lejos de donde estaba el resto del grupo, a una zona en la cual no había muchas personas. Miró un momento su mano, pensando en cuán suave era la de Francis. Una vez que sintió el agua bajo sus pies, instintivamente se aferró al brazo de la Rana, quien le dedicó una sonrisilla al notarlo. Continuaron adentrándose en el mar hasta que él lo jaló para detenerlo.
–No tan profundo, Rana. No tengo planeado ahogarme hoy –murmuró, avergonzado, pues el agua apenas le llegaba a la cadera. El anfibio le sonrió tranquilamente y se volteó para quedar frente a él.
–Yo te voy a cuidar, no tienes que preocuparte. Es más –empezó a rebuscar en los bolsillos de su traje de baño, mientras Arthur discretamente miraba sus brazos. ¿Había estado alzando pesas? Definitivamente no tenía esos brazos y mucho menos esos hombros cuando ellos estaban juntos–, te traje esto.
No pudo seguir frunciendo el ceño cuando el francés sacó un par de flotadores desinflados de sus bolsillos. Una vez que empezó a inflarlos con su boca, sonrió, agradecido por lo considerado que podía ser. Después de todo, era el único que sabía cuán irónico era que Arthur amara tanto el mar y que aun así no supiera nadar.
Cuando terminó de inflarlos, lo ayudó a colocárselos. Igual, no pudo evitar estallar en carcajadas al notar que tenían dibujos de ranas. De igual manera, le agradeció por pensar en él.
–¿Desde hace cuánto los tienes? –preguntó, mientras Francis intentaba sacudirse la arena y fracasaba en el intento.
–Los compré desde que me dijeron que ibas a venir con nosotros –respondió, revisando su cabello. Arthur rodó los ojos, pues lucía tan perfecto como siempre–. Alfred me contó apenas le avisaste que irías.
Se mordió el labio. Su cerebro le estaba gritando que era un imbécil por no haberle avisado. Tenía su número, y aun así procuraba no escribirle más de una vez al mes.
Se sintió como el mayor idiota posible.
Mientras la Rana empezaba a hablar de quién-sabe-qué, una avalancha de recuerdos sobre todas las veces en que lo había ignorado, tratado mal y jugado con sus sentimientos sin motivo alguno cayó sobre sus hombros. Fue entonces cuando recordó por qué lo evitaba a toda costa.
–Lamento no haberte invitado a mi baile de graduación –soltó de repente, y hasta él mismo se sorprendió de que su mente se hubiese desviado a tal lugar. Francis dejó de hablar de repente, parpadeando varias veces.
–Arthur, eso fue hace años, ¿por qué...?
–Yo fui tu acompañante en el tuyo, lo justo es que te hubiese invitado al mío, por lo menos.
–Ya no estábamos juntos, rosbif. Creo que en ese momento yo tenía novia, incluso –explicó la Rana, al continuar intentando lavarse con el agua. Arthur optó por no mencionar que también estaba llena de arena.
–Lo sé, pero siempre me he sentido mal por eso. Debí haberte invitado, aunque no fueras como mi pareja –murmuró, mirando el suelo. Al no recibir respuesta, levantó la vista y notó que el francés estaba sonriendo comprensivamente.
–Está bien, si es importante para ti, acepto tu disculpa.
Sonrió incómodamente, mientras Francis continuaba intentando limpiarse. Arthur siempre había pensado que se asemejaba mucho a un gato, por lo cual se le escapó una risilla. El otro levantó una ceja, sonriendo, y él no lo pensó dos veces antes de tirarle agua con todo el impulso posible. La Rana (¿o el Gato?) se quedó con la boca abierta en un acto de mero dramatismo, mientras él reía de vuelta: su cabello había quedado empapado.
–Cosas así son las que no puedo perdonar –masculló, intentando reunir la dignidad que le quedaba para acomodarse el pelo. Se pasó los dedos para moverlo hacia atrás, con él riendo cada vez más y más fuerte.
Pasaron un rato más hablando y fastidiándose mutuamente en el agua, hasta que Alfred los llamó para que fueran a la casa a comer. Pasó el resto de la tarde hablando con Kiku, quien aparentemente también había traído varios libros, pero Alfred se los escondió en diferentes partes de la casa. Tomando en cuenta que la Rana aún no le había devuelto Emma, sentía su dolor.
La noche transcurrió en un restaurante cerca de la playa que todos visitaron para cenar. Lovino y Feliciano estuvieron quejándose de que la comida no era lo suficientemente buena (aunque solo el primero tuvo el valor de decírselo en la cara al chef); Kiku y Matthew comieron en calma en medio del caos; Alfred básicamente se encargó de brindarle al restaurante la venta del mes, tomando en cuenta que pidió casi lo mismo que el resto comió en conjunto; Francis (quien del todo se rehusó a comer), Antonio y Gilbert se habían encargado de realizar una torre de Jenga con su comida, que los dos últimos después la devoraron y él junto con Ludwig pasaron la mayor parte del tiempo tomando aire, porque por Dios, necesitaban nuevos amigos.
Una vez que se retiraron del restaurante y volvieron a la casa, cada uno se dirigió hacia sus respectivas habitaciones, a excepción de Francis, quien decidió irse a dormir tarde solo para poder preparar su propia comida. Arthur rodó los ojos, le dijo que era ridículo y se fue a su habitación. Aprovechando que tenía varios libros en pdf en su celular, se quedó leyendo un rato.
Cuando el reloj marcaba las 11:32 p.m., la Rana entró en la habitación. Arthur optó por ignorarlo y continuar con su lectura, pero no pudo evitar notar que inmediatamente cerró la puerta y empezó a quitarse la ropa. Sintió que sus mejillas se encendían al pensar en el descaro del otro, por lo cual procuró esconderse detrás de su celular. Al sentir un peso sobre el otro borde de la cama, echó un vistazo y se percató de que Francis apenas portaba su ropa interior.
–¿Por qué estás desnudo? –chilló, avergonzado ante la falta de decoro de su acompañante, quien lo calló inmediatamente. Repitió la pregunta en un susurro.
Francis colocó su celular sobre la mesita de noche y apagó la luz de la lamparita a su lado, para proceder a acostarse del lado derecho de la cama.
–Ahora me viste sin camisa en la playa, no veo cuál es el problema –respondió, con un brazo sobre sus ojos. Arthur quitó la mirada lo más rápido posible cuando inevitablemente desvió su atención hacia abajo. ¿Ni siquiera planeaba cubrirse con las sábanas?
–Bueno, es que tu traje de baño no era un calzoncillo blanco. Es irrespetuoso que andes así frente a mí –masculló, mientras él mismo colocaba su celular sobre la mesita de noche a su lado. Luego podía continuar con su lectura. Francis sonrió traviesamente.
–Oh, no. Créeme que estoy siendo muy respetuoso.
Decidió que ese debía ser el fin de la conversación.
Se estiró para apagar su lámpara de noche, mientras Francis estaba riendo suavemente. Una vez que lo logró, se recostó en su lado (de espaldas a la Rana), se envolvió en las cobijas cercanas y le deseó una buena noche al anfibio, quien aparentemente no iba a cambiar de posición.
Se mantuvo un par de segundos en silencio, intentando conciliar el sueño, pero había un pequeño detalle que le impedía mantener la paz. Resignándose a que no podría dormir si no lo hacía, se volteó con los ojos cerrados y con cuidado de no tocar nada que no debiera, cubrió a su acompañante con las sábanas. Una vez que estuvo satisfecho, se volteó.
–¿Qué estás haciendo? –susurró Francis.
–Bueno, no quiero que pases frío –al captar lo que había dicho, se corrigió antes de que lo empezara a fastidiar–. No es por ti, es que no quiero que te resfríes y me contagies.
Francis soltó una risilla.
–Estamos en la playa, Arthur. No es necesario –se mantuvo en silencio unos instantes, pensando en qué responderle–. Pero si tanto te importa, me puedo cubrir hasta la cintura. Me parece un buen compromiso.
Asintió inmediatamente, ignorando el calor en sus mejillas.
–Como quieras... Que duermas bien.
Se tensó al sentir una mano sobre su hombro.
–Buenas noches, mon chéri.
Siempre le había dicho que sonaba ridículo cuando le hablaba en francés. Por la manera en que sus mejillas se encendieron aun más, su cuerpo al parecer le quería decir lo contrario.
Sin más, cerró los ojos, despejó todos los pensamientos flotando en su mente y se durmió.
   _____
Al día siguiente, se topó con que la cama se encontraba vacía. Revisó su celular y le sorprendió ver que eran las 6:25 a.m., pues recordaba que la Rana solía levantarse a partir de las diez de la mañana. Sin darle más importancia al asunto, se dirigió al baño para luego ir a la cocina.
Para su asombro, se encontró a Francis y Feliciano, quienes estaban preparando el desayuno para todos, mientras Lovino dormía ruidosamente en el sofá. Al parecer, se había encargado de preparar los huevos y después de eso, decidió que ya había trabajado mucho para lo que restaba del día.
Tras ofrecerse a ayudar de alguna manera y ser expulsado de la cocina a empujones, optó por quedarse en la sala de estar, ignorando los ronquidos del italiano. A los cinco minutos, entraron los hermanos alemanes por la puerta principal. Feliciano no tardó en lanzarse a los brazos de Ludwig, el cual sorprendentemente lo atrapó en el aire.
–¿A qué hora salieron? –preguntó Francis, ahogando un bostezo. Gilbert procedió a sentarse al lado de Lovino en el sofá y Arthur sabía que eso no indicaba nada bueno.
–A las 5:30 a.m., nada como salir a correr temprano, ¿verdad, Lud?
El otro asintió con la cabeza, distraído por el italiano que básicamente se aferraba a él como un mono en un palo. Arthur no sabía si reírse o sentir ternura por ellos.
Dirigió su atención nuevamente a Gilbert, quien cautelosamente estaba moviendo su mano cerca de la nariz de Lovino para restringir el paso del aire. Le hizo una señal con la otra mano para que no dijera nada, pero apenas se volteó, se topó con que los ojos del italiano se encontraban abiertos. El tiempo de reacción que le tomó en salir disparado fuera de la casa fue verdaderamente impresionante. Lovino lo persiguió hasta la entrada de la casa, entonces se devolvió y no tardó más de cinco minutos en quedarse dormido.
Necesitaba nuevos conocidos, sin duda alguna.
Después de un rato, aparecieron Kiku y Antonio (quien fue a dormir al lado de Lovino, no sin antes sacarle el dedo discretamente. Arthur respondió con una mala mirada). Una vez que estaban sirviendo la comida, aparecieron los gemelos y Gilbert detrás de ellos, el cual al parecer los había despertado, si la expresión de fastidio en el rostro de ambos era un indicativo.
Tras desayunar en grupo, algunos volvieron a las habitaciones para dormir un rato más y otros salieron en pareja, por lo cual Arthur se quedó a solas. Gilbert y Ludwig se habían encargado de lavar los platos, así que no podía ayudar más en la cocina. A fin de cuentas, optó por llevarse una silla y su libro (el cual encontró entre la ropa interior de Francis cuando el desgraciado estaba dormido. Maldito) a la playa.
Se mantuvo leyendo un buen rato, disfrutando de la calma de la playa prácticamente vacía. Iba por la página 40 y algo, cuando dos presencias conocidas se acercaron a él. Matthew y Gilbert venían tomados de la mano, hablando de quién-sabe-qué. Al localizarlo, tomaron asiento a su lado.
–Ah, lograste recuperar tu libro –observó Matthew, sonriendo. Él asintió, emocionado–. ¿Te ha gustado?
–Siempre he disfrutado mucho a Jane Austen, sí.
Notó que Gilbert se estaba recostando en la arena, para entonces cubrirse el rostro. Matthew empezó a acariciar su cabello y el alemán sonrió, inclinándose ante el tacto. Sintió un extraño vacío en su pecho, pues llevaba un rato sin sentirse así con nadie. Volvió a su lectura, ignorando la mirada de reojo que se dedicó la pareja.
Transcurrieron un par de minutos en silencio, hasta que Gilbert se dirigió a él.
–¿Frannie y tú están juntos de nuevo? –Matthew también lo miró, interesado en la conversación. Él suspiró, colocando el separador en el libro y cerrándolo.
–No, no lo estamos.
–¿Han estado hablando o ligando, entonces?
–No, Gilbert. Solo fuimos juntos al mar. Ni siquiera elegimos compartir la habitación –murmuró, sin comprender de dónde venía el interrogatorio. Gilbert se mantuvo unos segundos en silencio, como si estuviera analizando la situación.
–Es que ha vuelto a hablar sobre ti.
Sintió como si su estómago estuviera revuelto.
–¿Antes... antes no hablaba de mí? –preguntó suavemente. Matthew lo miró con una mezcla de cariño, comprensión y lástima.
–No exactamente, pero eso no significa que no pensara en ti –frunció el ceño, confuso ante las palabras del alemán–. Lo conozco desde que tenemos siete años, puedo leerlo muy bien.
–¿Cuál es la diferencia, entonces? –Gilbert se inclinó para sentarse y mirarlo directamente. Matthew intentó encogerse en su lugar, pero su novio colocó una mano sobre su espalda para evitarlo– No vamos a pelear, Pajarito. No tienes que preocuparte.
Matthew asintió, visiblemente más tranquilo, aunque se movió un poco hacia atrás para no quedar en medio de los dos.
–Como al mes desde que ustedes dos empezaron a andar... Oficialmente –le dedicó una mala mirada. Arthur se aclaró la garganta, incómodo–... Antonio y yo nos encargamos de hacer una lista de razones por las que eras la peor opción posible para él –inevitablemente, abrió su boca, indignado.
–Ah, sí, yo lo recuerdo –observó Matthew, ladeando la cabeza.
–Sí, tú también agregaste un par –ante su expresión incrédula, el canadiense susurró un "lo siento"–. El punto es que cuando se la enseñamos, nos mandó a la mierda. Nos dijo que él sabía lo que hacía y que no teníamos ningún derecho a decirle con quién estar y con quién no.
–¿Qué pasó cuando terminamos, entonces? –preguntó cautelosamente.
–Le volvimos a enseñar la lista y nos volvió a mandar a la mierda –se encogió de hombros–. El problema es que eres la única persona a quien defendía así. A todas sus parejas posteriores les encontraba defectos y terminaba con ellos por eso.
–¿Qué les dijo de mí ahora, entonces? –el otro sonrió.
–Que de verdad fuiste un imbécil con él.
Auch.
–Yo creo que es progreso –intervino Matthew, ladeando la cabeza. Ambos dirigieron su atención al mayor de los gemelos–. Ahora es capaz de reconocer tus errores y los problemas que hubo en la relación –miró a Arthur.
–Eso significa que ya no siente nada por mí, entonces –el alemán negó con la cabeza.
–Antonio me va a matar por decirte esto, pero estoy seguro de que si le pidieras otra oportunidad, te la daría –ignoró la forma en que su corazón dio un salto–. Eso sí, si vuelves a jugar  con él, me encargaré de que pagues por eso...
–¡Gil! No, prometiste que no te meterías en más peleas.
–... en el ring. Lo pagarás en el ring de boxeo, en una pelea completamente profesional y justa, en que ambas partes practiquen el deporte y estén dispuestas a participar. Además de que ocurriría bajo la supervisión de un réferi. ¿No, Pajarito?
El Pajarito en cuestión asintió con la cabeza, claramente orgulloso. Él rodó los ojos: la mayor parte de sus interacciones con el alemán ocurría en el gimnasio universitario, donde ambos liberaban su frustración con los sacos de boxeo. Así había descubierto que el desgraciado no era tan irritante como parecía.
Pasó el resto del día pensando en las palabras de sus amigos. Incluso cuando Alfred llegó con sillas playeras, en las cuales se acomodó para observar cómo Gilbert y Francis se esmeraban en realizar una enorme escultura del trasero de Antonio, quien felizmente estaba modelado.
Mientras almorzaban lo que había preparado Alfred en la parrilla, junto con la pasta que Feliciano había cocinado, de vez en cuando miró a Francis para descubrir qué estaba haciendo. No le sorprendió que llegó a hacer contacto visual con él un par de veces y que le sonriera. Al menos no tanto como cuando entre Gilbert y Antonio lo empujaron a la piscina y su reacción automática fue levantarse para ir a "salvarlo". Por supuesto, la Rana salió del agua antes de que él se lanzara impulsivamente, pero fue lo único que necesitó para saber que nunca había dejado de importarle.
–Ustedes dos no eran tan mala pareja –comentó Lovino, quien estaba observando la interacción desde la sala, y había notado su reacción–. Son igual de idiotas, entonces podría funcionar –alzó una ceja.
–¿Desde hace cuánto eres amable? –preguntó, volviendo a tomar asiento y recostándose. Lovino se encogió de hombros.
–¿Es cierto que siempre lo buscabas después de haberlo rechazado?
–Sí. Se volvió una costumbre.
–Varias veces lo negaste en mi propia cara –agregó el italiano, frunciendo el ceño aún más de lo normal–. Qué imbécil.
–Ya lo sé, no necesito que me lo restrigues en la cara.
–A mí una vez me pidió salir, pero yo en ese entonces estaba con Gilbert –ante su expresión de sorpresa, Lovino le dedicó una mala mirada–. Cállate, nadie más sabe eso –agregó–. El punto es que le dije que no y nunca más me volvió a molestar.
Lovino se cruzó de brazos, recostándose contra el sofá. Arthur no estaba completamente seguro de qué le quería decir.
–De las pocas personas que alguna vez lo rechazamos, puedo decirte que nunca volvió a insistir. Con nadie –se quedó mirando al francés unos momentos–. Será un idiota, pero es un idiota capaz de respetar un no. En serio tuviste que confundirlo y darle esperanzas para que aún sienta algo por ti.
–¿Por qué crees que aún siente algo por mí?
–Por favor, lo dices como si no notaras la manera en que te mira.
Justo en ese momento, realizó contacto visual con Francis, el cual reaccionó sonriendo y guiñándole el ojo. Rodó los ojos, mordiéndose el labio para evitar que se le escapara una sonrisa.
Lovino puso los ojos en blanco.
–Ya pídele perdón, por Dios –bufó, mirándolo de reojo–. ¿Por qué diablos fue que terminaron, a fin de cuentas? Francis ni siquiera se lo dijo a Antonio –sintió que su rostro se enrojeció de la vergüenza.
–Yo... uh... pensé que me iba a engañar con alguien por la distancia.
Lovino parpadeó una vez. Y luego otra. Colocó sus manos sobre el sofá para apoyarse e irse levantando lentamente.
–Creíste... que ese idiota...  –señaló a Francis–... que ese pobre idiota que estuvo dos años esperando a que te dignaras a formalizar tu relación con él, que ese mismísimo idiota te iba a engañar.
–... En mi defensa, tenía 17 años.
Lovino prácticamente empezó a chillar.
–Muy bien, me largo de aquí –tomó una bocanada de aire–. ¡Antonio! ¡Voy a ir a la playa, nos vemos luego! –y dicho y hecho, empezó a caminar hacia la puerta principal.
–¿Quieres que te acompañe? –preguntó en voz alta, mientras el otro continuaba alejándose de él.
–¡No!
De igual manera lo acompañó.
   _____
Era de noche cuando ya todos habían cenado y la mayoría estaban yéndose a sus habitaciones. Esa vez tuvieron la gran idea de ordenar comida, pero que la de Francis, Lovino y Feliciano viniera de un restaurante más fino. A Arthur le pareció ridículo, pero los tres se quedaron satisfechos, por lo cual supuso que al final había sido la mejor opción.
Posteriormente, habían mirado una película de terror, mientras se encargaban de beber lo que quedaba en el minibar y Alfred se esmeraba en dejar en claro que luego tendrían que reabastecerlo. A fin de cuentas, Francis no dejó beber al pobre chico, mientras él protestaba que tenía 19 y era legal (Matthew había logrado escabullirse con Gilbert para tomar cerveza en paz). Una vez que la Rana se distrajo, él mismo le entregó una botella al chico.
De tal modo, estaba bastante seguro de que todos se quedarían durmiendo tranquilamente y él podría acercársele a Francis. Se había asegurado de tomar solo media cerveza, aunque las constantes miradas de Alfred llenas de pánico ayudaron bastante a que no se propasara. La Rana había tomado solo una botella de vino, y él sabía que podía aguantar mucho más que eso, entonces no tenía dudas de que se encontraba sobrio.
Una vez que se retiró la última persona, volvió a ver al francés, quien estaba sentado en el borde de la piscina. No tardó en acercársele y sentarse a su lado.
–Hey –Francis lo miró y le dedicó una pequeña sonrisa.
–Hey.
Se mantuvieron en silencio unos segundos, mientras él pensaba en cómo podría iniciar la conversación sin que fuera incómodo.
–¿Vienes a decirme que tengo que ponerme una camisa o...?
Sin pensarlo dos veces, empujó al francés, el cual enseguida cayó al agua. Tardó un par de segundos en salir, riendo a carcajadas.
–¡Me mojaste el pelo! –protestó, sonriendo, acomodándoselo hacia atrás.
–Te lo merec-.
No había terminado de hablar cuando el otro lo jaló de las piernas para meterlo a la piscina con él.
Por supuesto que su reacción automática fue aferrarse a Francis como si su vida dependiera de ello. En ese momento, sintió como si el karma le estuviera pegando una cachetada por quererse burlar de la manera en que Feliciano acostumbraba a lanzarse sobre Ludwig. La Rana, en cambio, estalló en carcajadas, asegurándose de sostenerlo bien.
–¡No es gracioso, Rana! ¡Me asustaste! –le reclamó, aún pegado contra su pecho. Francis soltó una risilla más.
Se mantuvo un par de segundos así, sintiéndose como un mono salvaje. Se sintió particularmente estúpido cuando notó un pequeño detalle: él y Francis eran de la misma altura. Si a la Rana el agua apenas le llegaba al pecho, a él también.
Lentamente, se fue soltando, mientras el otro lo ayudaba a que no se cayera por accidente. Una vez que sintió el piso bajo sus pies, miró a su acompañante, quien se estaba mordiendo el labio inferior para evitar desternillarse de nuevo.
–Te odio –murmuró, en un miserable intento por mantener su dignidad. Francis le sonrió, ladeando la cabeza.
–¿Quieres sostenerte de mi braz-?
–Sí. Sí quiero.
No lo dudó antes de sujetar su brazo izquierdo. Sabía que era una piscina y que sería mucho menos probable que se tropezara y ahogara, principalmente porque el anfibio nadaba muy bien, pero no quería arriesgarse.
–¿A qué viniste, entonces? –cuestionó Francis, ladeando la cabeza. Arthur se restringió de apreciar cómo las gotas de agua recorrían sobre su pecho. Malditas suertudas.
–Quiero hablar contigo de algo que he estado pensando.
–Yo también pienso que debería empezar a modelar ropa interior. Ya he empezado a etiquetar a Calvin Klein en mis fotos de Instagram, pero...
–Por Dios, Francis –el mencionado se echó una risilla.
–¿Qué pasó? ¿Qué me quieres decir? –Arthur tomó una bocanada de aire para prepararse.
–Quiero disculparme por todo lo que te he hecho –Francis abrió la boca para interrumpirlo, pero él levantó su mano con el fin de indicarle que esperara un momento–. Me enamoré de ti desde antes que nos conociéramos, cuando te veía en los pasillos en la escuela intermedia. Me parecía que eras hermoso, dulce y agradable. Cuando te conocí en segundo año de la secundaria, me di cuenta de que eras un idiota, pero en el mejor sentido posible.
Francis se volteó para quedar frente a él, por lo que el inglés aprovechó para sujetar su otro brazo. El anfibio sonrío, mientras sus ojos brillaban.
–Sigue.
–En ese entonces era muy inseguro –se lamió el labio inferior–. Tal vez aún lo soy, pero en ese entonces tenía la autoestima por el subsuelo. Por eso, cuando empezaste a mostrar interés en mí, tenía mucho miedo a que pronto te aburrieras y que un día me dijeras que no era en serio –Francis levantó una ceja–. Es estúpido, lo sé, pero cada vez que te rechazaba me arrepentía y por eso te buscaba... –suspiró– Supongo que también a una parte de mí le encantaba saber que te tenía en la palma de mi mano. Es muy estúpido.
–¿Por qué decidiste formalizarlo aquella vez, entonces? –preguntó Francis, tomando las manos del otro para colocarlas sobre su cadera y acercársele, posicionando los brazos sobre sus hombros. Arthur tragó saliva ante la cercanía.
–Fue tan lindo lo que hiciste por mí que no tuve el corazón para seguirte ignorando. En realidad que quería decirte que sí desde antes que me entregaras el cuaderno, pero me daba lástima que no pudieras ir al baile por mi culpa –respondió, ensimismado por esos ojos índigos que lo miraban como si fuera lo único que existiera.
–No tenías que hacerlo, pero acepto tus disculpas –habló Francis en voz baja, para entonces dar un paso hacia adelante–. Yo también me quiero disculpar, debí haberte dejado en paz la primera vez que me rechazaste.
–No es tu culpa, yo te confundí cuando fui a buscarte luego y... –miró sus labios. ¿Siempre habían lucido tan carnosos?– Y mierda, Francis, en serio no quería que me dejaras en paz.
Fue lo único necesario para que el otro conectara sus labios.
Efectivamente eran muy carnosos, suaves y aún les quedaba un sabor a vino. Por supuesto, Francis era aun mejor besando que la última vez, por lo cual Arthur tuvo que sostenerse con fuerza por miedo a que las piernas le flaquearan.
–Espera, no –el efecto mágicamente desapareció cuando Francis se separó de él de golpe–. Oh, por Dios, estás borracho.
–¿Qué? No, Francis, apenas me tomé media cerveza.
–Oh, por Dios, lo siento tanto. No pensé que estabas borracho, no debí-.
Tuvo que sujetar su cabeza firmemente para que el francés se calmara.
–No estoy ebrio, Rana. Todo lo que dije fue completamente en serio. Ahora, ¿podemos seguir en lo que estábamos?
No necesito más para que Francis volviera a lanzarse a sus brazos. Mientras mordisqueaba su labio inferior, empezó a apreciar cómo Francis olía a vino, con pan tostado y una mezcla de su colonia favorita. Su piel era suave al contacto, lo notó mientras el otro sujetaba su rostro con todo el cariño del mundo.
Entonces escuchó un sonido dentro de la casa.
Instintivamente, se separó del otro, para empezar a fijarse en quién había salido a esa hora. Cuando se dio cuenta, Francis se había salido de la piscina y colocado una toalla alrededor de la cintura, para después empezar a caminar hacia el interior de la vivienda.
Confuso, se aferró del borde de la piscina, pues por suerte habían quedado justo al lado de esta, y trató de subir miserablemente. Después del tercer intento, decidió que tenía que seguir ejercitando sus brazos con mayor regularidad. La cuarta vez, por fin logró subir su pierna sobre el borde con el fin de apoyarse y salir de la piscina.
Poco le importó mojar el piso de la casa, mientras prácticamente corría para alcanzar al francés. Una vez que llegó a la recámara, se topó con que estaba sentado en el borde de la cama, masajéandose el puente de la nariz.
–Hey, ¿qué pasó? –le habló, tomando asiento a su lado. Intentó tomar su brazo, pero el otro lo movió– ¿Francis?
–Tienes miedo a lo que piense la gente –declaró, mirando el suelo. Frunció el ceño–. No solo eres celoso e inseguro, también tienes mucho miedo a lo que digan los demás.
–Claro que no, ¿de dónde sacas eso?
El francés levantó la vista. Sus ojos lucían completamente diferentes en comparación al brillo que tenían cuando se encontraban juntos en la piscina.
–Nunca admitías en público que sentías algo por mí, siempre has odiado las demostraciones públicas de afecto y apenas te pasó por la cabeza la posibilidad de que nos vieran juntos, te alejaste de mí –negó la cabeza–. Y yo sigo siendo el idiota enamorado de ti –soltó una risa irónica, mientras él iba procesando todo en su cabeza–. Buenas noches, Arthur.
Sin más, Francis se inclinó para apagar la lamparita de noche de su lado y se envolvió en las sábanas. Arthur se levantó lentamente, tomó asiento en su lado de la cama y solo entonces notó que el otro no le había dejado ninguna cobija para él. No pudo evitar sonreír.
–Creí que no querías cubrirte –murmuró, colocando una mano sobre su hombro.
–Bueno, ¿acaso no puedo cambiar de opinión?
Consideró por un momento sus opciones, pensando en cuál sería la mejor forma de actuar ante el enojo de Francis. Después de reflexionarlo unos instantes, optó por seguir a su instinto y abrazarlo.
–Ar- Arthur, ¿qué estás haciendo? N-non, ¡non!
El resto fue una secuencia de palabras en francés, de las cuales solo logró entender algunas como "mojado", "enojado" y cierto lenguaje particularmente colorido, aunque realmente no hablaba la lengua con fluidez. De igual manera, fue suficiente para que se levantara y empezara a quitarse la ropa, mientras Francis continuaba maldiciéndolo en su idioma nativo.
Cuando estuvo a punto de quitarse el pantalón, paró por un momento con el fin de mirar nuevamente a Francis, quien ya se había calmado y estaba dándole la espalda, enredado en las cobijas. Fue en ese instante cuando una brillante idea cruzó su mente.
–Si prometo mostrarte mañana mi tatuaje, ¿me dejarías abrazarte, al menos?
Cualquiera le diría que estaba mintiendo o exagerando, pero Arthur estaba seguro de que se iría a la tumba afirmando que la cabeza de Francis dio un giro de 180 grados.
   _____
Al despertarse la mañana siguiente, notó que la cama se encontraba vacía y que las sábanas aún estaban un poco mojadas. Riendo suavemente, se estiró y miró a su lado para buscar su celular, pero se percató de que no se hallaba en la mesa de noche. Se levantó, para entonces estirarse e ir a buscarlo.
Se topó con que no había un alma en la casa, por lo cual no le extrañó que fueran las 9:46 a.m. Así, tras comer las tostadas que había en el microondas, tomar una ducha y ponerse su traje de baño junto con una camisa, se fue a buscar al grupo a la playa.
Una vez que llegó, vio que Lovino, Matthew y Kiku estaban recostado en las sillas, hablando entre sí. Antonio, Gilbert y Alfred parecían estar... ¿bailando? (decidió que lo más oportuno sería ignorarlos). Antes de que pudiera acercársele al primer grupo, sintió que tocaron su hombro.
–¿Arthur? –era Feliciano, con Ludwig detrás de él.
–Buenos días –lo saludó el rubio, él respondió con un ademán.
–¿Qué ocurre? ¿Necesitan algo? –preguntó, sin tener la menor idea de qué podrían querer.
–Es que quería discuparme –empezó el italiano, mientras su novio colocaba la mano sobre su hombro–. Ayer solo fui a la cocina por un vaso de agua, no era mi intención interrumpir tu momento con Francis. Por favor, no te enojes conmigo.
Sintió que sus facciones se relajaron en ese mismo instante.
–Está bien, no tienes que disculparte –el otro respondió con una enorme sonrisa. Ludwig pareció asentir con la cabeza–. Por cierto, ¿han visto a Francis? –la pareja se miró de reojo, lo cual provocó que Arthur frunciera el ceño. Cuando Feliciano inconscientemente miró cierta zona de la playa, él tambió volvió a ver, para así toparse con que la Rana se encontraba hablando con un par de muchachas.
Tras agradecerles, Arthur empezó a caminar en dirección a ellos. Lucía como que se estaban riendo y pasando un buen rato. Decidió respirar profundamente y actuar con madurez. Después de todo, necesitaba probar que había crecido como persona si en serio quería que Francis volviera a estar con él.
–Buenos días –saludó una vez que llegó a estar a espaldas del francés. El mencionado pareció como si se hubiese tensado y se despidió de las chicas.
–Hola, Arthur –habló el otro, voltéandose para verlo de frente–. ¿Qué pasó?
–Quería preguntarte si podemos hablar a solas.
Francis miró a su alrededor con el fin de asegurarse de que nadie estuviera cerca de ellos, para entonces indicarle que sí.
–¿Es por lo de ayer? –Arthur asintió, colocando las manos sobre sus costados.
–Es sobre todo –corrigió, suspirando–. Quiero pedirte que me des una oportunidad. Quiero hacer bien las cosas esta vez, porque en serio no he podido olvidarte –Francis visiblemente tragó saliva. Por más que lo intentara, no podía descifrar la expresión en su rostro. Sujetó su mano–. Quiero enseñarte que he crecido como persona y que puedo esforzarte para finalmente merecerte.
–Sabes que odio que digas eso –murmuró Francis, cuyas mejillas habían empezado a tomar color. Era una visión muy poco común, lo cual lo hizo sonreír.
–Ya lo sé, pero es cierto. ¿Te gustaría que lo intentáramos de nuevo, Francis?
Su acompañante se mantuvo en silencio unos segundos, con la atención centrada en sus pies. Decidió que lo mejor sería no presionarlo para que le respondiera. Después de todo, ya Francis había tenido mucha paciencia con él en el pasado.
–No me llamaste Rana –comentó distraídamente. Tomó su otra mano, para así empezar a acariciar sus nudillos. Francis respiró profundamente, levantó la mirada y se quedó viéndolo  fijamente–. Sí quiero que estemos juntos de nuevo, pero no podemos pretender que no hemos tenido problemas y que todo va a estar bien si volvemos a ser novios.
Sintió que se le revolvió el estómago, pero no lo interrumpió. La Rana lo soltó para colocar las manos sobre sus hombros.
–Si vamos a ser pareja, primero tenemos que trabajar en nosotros –continúo, ladeando la cabeza. Sus ojos lucían profundos y llenos de confianza–. Antes que todo, necesito que confíes en mí. Nuestra relación tardó en empezar y terminó porque no confiabas en mí... Sí entiendes por qué es un problema, ¿verdad?
–Lo entiendo. Siempre he querido confiar en ti, pero maldita sea, Francis, podrías estar con cualquier persona que quisieras. Me cuesta entender que genuinamente desees estar conmigo –el otro sonrió, mirándolo con cariño.
–Entonces vamos a asegurarnos de que lo entiendas, Arthur –tomó una bocanada de aire, inflando las mejillas–. En serio odio que pienses que sería capaz de engañarte.
–Sé que no lo harías, pero es difícil no sentirme inseguro cuando pasas coqueteando con todas las personas que se te atraviesan.
La expresión en su rostro se transformó de seguridad y dulzura a confusión y fastidio.
–¿Qué? Yo no hago e-.
–Francis, mírame a los ojos y dime que no tienes el número de ninguna de esas dos chicas con las que estabas hablando.
La Rana levantó las cejas y abrió la boca, para entonces cerrarla, fruncir el ceño y suspirar, resignado.
–Igual lo iba a borrar después –arqueó una ceja.
–Básicamente, ayer quedamos en que hoy íbamos a discutir nuestra relación, y lo primero que hiciste fue ir a la playa a coquetear con ellas. A eso es a lo que me refiero.
–Ya sé, ya sé. Entiendo el punto –la Rana se cruzó de brazos–. Pero no lo hago con mala intención, me gusta que la gente se sienta hermosa.
–Aquí me tienes para hacerme sentir tan hermoso como quieras –Francis se rió, relajando su postura y sus gestos. Arthur le mostró su sonrisa, aprovechando para sujetarlo de la cadera y atraerlo hacia él–. También sería bueno que dejaras de esconder mis cosas entre tu ropa interior.
–También sería bueno que dejaras de rechazarme cuando estamos en público –no pudo evitar que se le borrara la sonrisa de la cara.
–Lo siento. Sabes que en serio odio las demostraciones de afecto en público –Francis levantó una ceja–; pero anoche lo estuve pensando y creo que sí tienes algo de razón. En serio lo siento, Rana.
–Está bien, Arthur –se sintió estúpido cuando Francis se le acercó para envolverlo en un abrazo y mágicamente aparecieron mariposas en su estómago–. Pensándolo bien, también sería bonito que te-.
–No me voy a sacar las cejas, Rana –masculló, rodando los ojos, mientras lo abrazaba de vuelta. El otro soltó una risilla.
–Me conoces tan bien.
Se mantuvieron así un momento, disfrutando del contacto y la presencia del otro. El cabello de Francis olía a fresas y a los quinientos productos que se colocaba a diario. Arthur intentó no pensar en los daños que eso le causaría a su billetera en un futuro.
Después de unos momentos, se separó un poco de él con el fin de mirarlo directamente a la cara. Sus ojos brillaban con tanta intensidad.
–Esto es un tipo de tiempo de prueba, ¿entonces? –bromeó, aún sujetándolo de la cadera. Francis asintió energéticamente.
–Algo así. No estoy aceptando ser tu novio, estoy aceptando intentarlo. Podemos volverlo oficial cuando ambos creamos que hemos progresado lo suficiente como para tener una relación estable.
–¿Y si no funciona?
–Me devolveré a Francia y me acostaré con cuantos modelos sean necesarios para olvidarte –bufó, rodando los ojos. La Rana se mordió el labio–. Solo que lo vamos a lograr, yo sé que sí podemos hacerlo funcionar. Día a día y pasito a pasito.
–¿Cuál es mi pasito de hoy, entonces? –preguntó, aunque su atención se encontraba fija en cierta parte del rostro de Francis.
–Bueno, como ya lo sabes, me gustan mucho las rosas y los chocolates, y en el camino vi que-
Lo interrumpió cuando conectó sus labios con los de la Rana (que seguía sin convertirse en príncipe, valía aclarar), el cual al parecer no se lo esperaba, por la manera en que abrió los ojos. Una vez que lo terminó de procesar, los cerró y se inclinó para profundizar el beso.
Arthur estaba bastante seguro de que Antonio los estaba viendo, tomando en cuenta que el resto del grupo los estaban animado o abucheando por "indecencia pública" (ese fue Lovino, por supuesto), así que se aseguró de sacar el dedo en su dirección.
–Espera, espera –se separó Francis de él por un momento–. Este no debería ser tu pasito, ya ayer me prometiste algo.
Mierda.
–No, Francis, no –empezó a rogarle. Notó cómo la sonrisa del otro se iba volviendo progresivamente más y más sádica.
–Sí, Arthur, sí –mientras él iba pensando con desesperación en una forma de librarse de esa, con todo el descaro posible, la Rana se volteó hacia el grupo y les indicó que volverían luego. No fue capaz de reaccionar a tiempo, cuando el otro lo sujetó del brazo y prácticamente lo hizo arrastrado hacia la casa.
Arthur pensó que tal vez no hubiese sido buena idea permitirle tomarle una foto a su tatuaje cuando unos minutos después, Francis salió disparado para enseñársela a todo el mundo.
Pobre Alfred.
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0takudl · 4 years
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Diabolik Lovers Chaos Lineage: Yuma, Historia 14
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Muchas gracias a @tournesolia​ por permitirme traducirla desde el inglés.
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traducciones chaos lineage
-Mazmorra.-
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Reiji: Estás atrapado como una rata. Este juego de escaparse acabó.
Yuma: Guh... ¡Reiji... !
Yui: (Reiji-san y los demás están justo en la entrada de la mazmorra. ¡No podemos escapar... !)
Reiji: Parece estar incitando a las otras cosas a escapar, como esperaba. ¿Estás apuntando hacia mi cuello?
Yuma: ¡Te equivocas! No voy a competir con nadie. ¡No tiene nada que ver con las cosas del gobernante supremo!
Reiji: ¿Entonces te importaría explicar por qué secuestraste a Eva y huiste?
¿Como también por qué justo ahora trataste de ayudar a las otras familias a escapar?
Si no fue para oponerte a mí, ¿cuál es tu propósito?
Yui: ¡En primer lugar no tiene sentido volverse el uno contra el otro!
Tus recuerdos están rondando por ahí...
¡Solo queríamos que todos ustedes regresaran a sus yo originales!
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Shu: … No hables.
Yui: ¡Pero... !
(¡Después de todo, mis palabras no les llegan... !)
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Reiji: Yuma, te daré una última oportunidad.
Confiesa todo lo que has hecho hasta ahora. ¿Qué tipo de acuerdo hiciste con las otras casas?
Yuma: ¡No hemos hecho ningún acuerdo! ¡Solo quería salvar a Ruki y a los demás!
Ruki: … !
Yuma: ¡Haré que despierten y recuerden quiénes son realmente!
Reiji: … Qué lástima. Solo dices cosas sin sentido hasta el último momento.
Parece que no tengo alternativa más que desechar a la pieza inútil. Prepárate, Yuma.
Yui: (Ruki-kun, Reiji-san, Shu-san... No llegaremos a ellos solo con palabras. )
(¿Entonces qué debemos hacer? ¿¡Qué sacudirá los recuerdos de todos... !? )
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Kino: Sabes, Reiji, Yuma solo tuvo un impulso repentino. ¿Qué tal si lo perdonamos?
Yui: ¿Kino-san... ?
(Para que él diga algo así... ¿¡Esta vez está planeando hacer algo!? )
Reiji: ¿Perdonar a un traidor? No puedo permitirme tomar una decisión tan tonta.
Kino: Pero incluso tú no quieres perder a uno de tus hermanos, ¿verdad?
Reiji: …
Kino: Entonces está decidido. Vamos a darle un castigo a Yuma para que reflexione sobre su conducta anterior.
Yuma es del tipo que domina algo a través de la experiencia, así que entenderá si le damos un momento doloroso. Por ejemplo... ¡así!
*Kino le lanza una daga a Yuma.*
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Yuma: ¿¡Guh... !?
Yui: ¡Yuma-kun!
(¿¡Le lanzó una daga!? ¡Su brazo está sangrando... !)
Kino: No te muevas. Porque si lo esquivas, lastimarás a los prisioneros.
Yuma: … ¡Kino, bastardo... !
Kino: Estoy diciendo que es por su bien, ¿sabes? Si regresas con nosotros, no acabarás muerto.
Si dices apropiadamente que lo sientes y juras lealtad, serás perdonado.
Yui: ¡Eso es irrazonable!
Kino: … Qué ruidosa. Guarda silencio. Si gritas demasiado, te lastimaré sin matarte, sin importar que seas Eva o no.
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Yuma: ¡Detente! ¡No la lastimes!
Yui: Yuma-kun...
Yuma: Entiendo. Acepto mi castigo. Así que no pongas ni una mano sobre los demás.
Kino: Hmm... ¿Vas a obedecer?
Yuma: Sí. Pero no creo que ninguna de mis elecciones haya sido incorrecta.
Definitivamente no voy a arrodillarme.
Yui: ¡Yuma-kun, no! ¡Si haces eso... !
Yuma: No te preocupes. Quédate atrás porque es peligroso.
Yui: (No puede ser... )
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→ Observar. (M. )
Yui: … Entiendo. Pero no hagas nada temerario, por favor.
Yuma: De acuerdo. No haré que te preocupes más.
Solo observa. Mientras tú estés aquí, no moriré.
Porque no quiero mostrarte mi estado miserable.
Yui: … Está bien.
→ Objetar. (S. )
Yui: ¡Eso es peligroso! ¡Tal vez Kino-san trate de matarte seriamente!
Yuma: Aún así hay veces en las que tengo que hacerlo... Tienes que entender.
No voy a caer muerto tan fácilmente. Quiero que no actúes como tonta y que solo observes.
Porque definitivamente voy a resolver algo.
Yui: … De acuerdo...
-Terminan las opciones.-
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Kino: Parece que llegamos a un acuerdo. ¿Tienes alguna queja, Reiji?
Reiji: … No creo que él sienta algún remordimiento sin importar el grado del castigo.
Kino: Estará bien, me encargaré apropiadamente de que Yuma lo reconsidere. ¿Está bien?
Reiji: … Entendido. Haz como quieras.
Kino: Jeje, me alegra que me hayas dado permiso, hermano mayor Reiji.
Bueno entonces, comencemos. Pero no te muevas, ¿está bien? ¡O también puede que hiera tus puntos vitales!
*Kino le arroja una daga.*
Yuma: ¡Guh... !
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Kino: Apuntar solo a tus brazos es aburrido, ¿lo siguiente deberían ser las piernas?
*Kino lanza otra daga.*
Yuma: … ! Kch... ¡Uh... !
Yui: ¡Yuma-kun... !
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Kou: O-Oye... espera... ¿Ya comenzó?
Azusa: S-Sí... Pero no podemos... hacer nada... más que observar...
Shin: Para ser un espectáculo, esto es de mal gusto. Es por eso que ésos tipos de la casa inferior son desagradables. ¿Verdad, hermano?
… ¿Hermano? ¿Qué sucede?
*Kino lanza una daga.*
Yuma: ¡Gaaaah... !
Kino: Aún no has reflexionado sobre tus acciones, ¿eh? Estás resistiéndote firmemente, Yuma.
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Azusa: … Ah... ¡No, no más... !
Yuma: ¡Cállate... !
*Kino lanza una daga.*
Yuma: ¿¡Guh!?
Yui: ¡¡Yuma-kun!!
(¡A este paso, Yuma-kun va a... !)
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Ruki: … Oye.
Yui: ¿Eh... ? Ruki-k—
(!? ¿Él cubrió mi boca? Está empujándome, ¡no puedo moverme... !)
Ruki: No hables. Escucha atentamente lo que voy a decir.
Yui: (… !)
Yuma: Guh... Uuh...
*Yuma se cae.*
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Kino: Has colapsado. ¿Has reflexionado sobre tus acciones? Fue un error robar a Eva de Reiji en primer lugar.
Si no hubieras hecho eso, no habrías acabado sufriendo.
Yuma: … Ate...
Kino: ¿Hm? ¿Qué?
Yuma: Dije cállate... no he hecho nada malo...
¡No entregaré a Yui a nadie! ¡¡Incluso a costa de mi vida!!
Kino: … ¿Aún dices eso? Qué aburrido.
Yuma: Oye, Reiji... ¿Estás satisfecho con esto... ?
¿Quieres dejar todo solo para convertirte en el gobernante supremo... ?
¿Tanto quieres estar por encima de la gente?
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Reiji: Como el hijo mayor, tengo que reinar por sobre todo, independientemente de mi voluntad.
Esa es mi misión. Nada más, nada menos.
Yuma: Hah... ¿Qué es esto? ¿Solo estás manipulado por tu propia posición... ?
He visto a muchos sujetos podridos... ¡Ninguno de ellos fue bueno!
Reiji: … !
Yuma: ¡Igual que tú, Shu... ! ¿Vas a dejarte llevar? ¡Así no es el verdadero tú!
Shu: … Yuma.
Yuma: Incluso en el final no pueden salir de esa cosa implantada en ustedes.
Ustedes no eran éste tipo de chicos, ¿¡saben!? ¡Terminen y recuérdense a ustedes mismos!
Reiji: … A mí mismo...
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Kino: No hay necesidad de escucharlo. Está lejos de sentir remordimiento, solo habla cosas sin sentido. Parece que ya está roto.
Está debilitado, así que... lo eliminaré aquí mismo.
Yuma: ¡Por qué tú... !
Reiji: … ! ¡Por favor espera!
Kino: Adiós, Yuma.
*La pantalla se oscurece.*
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Yuma: … !!
… ¿Hah? ¿No duele?
Reiji: … ¿Cómo has... ?
Kino: Qué... Se supone que estuvieras en la celda, ¿¡cómo lo hiciste... !?
*Yuma abre los ojos.*
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Yuma: … ¿Ruki... ?
… ! ¡Tu mano... !
Ruki: No es nada comparado a la cantidad de tu dolor.
Siempre dije que eras muy excesivo... Yuma.
Yuma: … ¿Ha... ?Oye, no me digas que...
Ruki: Parece que le has dado una horrible disciplina a mi hermano. Permíteme regresar el favor.
Kino: ¡Tch... !
Yuma: ¿Recuperaste tus recuerdos... ? ¿Pero cómo... ?
Yui: ¡Yuma-kun!
Lo siento, me llevó un tiempo desbloquear las celdas... ¡Trataré tus heridas inmediatamente!
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Yuma: ¿Desbloquear? ¿A qué te refieres?
Yui: Abrí todas las celdas en secreto mientras todos estaban concentrados en ti.
Como Ruki-kun me instruyó.
Yuma: ¿Ruki? Entonces realmente...
Ruki: Perdóname. No podía ver tu estado herido y finalmente recordé.
Recientemente, mis mareos no se calmaban. Perdí algo pero pude recuperarlo.
… Parece que me diste un empujón para llegar hasta aquí.
Yuma: … Ya veo... Mis sentimientos te llegaron...
Caray... Llegaste tarde, idiota.
Ruki: De hecho... Lo siento.
Yuma: Heh... Me debes una.
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Kou: ¡Oigan, dejen de hablar, tenemos que detener el sangrado rápido!
Azusa: No hay vendas... entonces usemos una parte de la ropa...
Yuma: ¿Kou? ¿Azusa?
Kou: Hiciste muchas cosas por nosotros... Pensé que mi corazón dejaría de latir.
Azusa: Lo siento, Yuma... Es nuestra culpa...
Yuma: ¿Ustedes también recordaron?
Azusa: Sí... Ahora estamos bien.
Yuma: … ! ¡¡Ustedes... Ustedes fueron tan lentos, maldición!!
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Kou: ¡Tengamos nuestro momento emotivo luego! ¡La gatita masoquista se tomó la molestia de darnos esta oportunidad!
Yuma: Sí... Cierto.
Yui: ¡Yuma-kun!
Yuma: ¡Ya sé!
¡Oigan, todos! ¡Salgan de la prisión! ¡Si escapan, es ahora!
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Shin: ¿Q-Qué está pasando? ¿Por qué nuestro hermano mayor protegió a ése tipo Scarlet... ?
Ruki: Eso no importa, sal de aquí. Seré tu hermano mayor por ahora. ¡Vete, rápido y recuerda!
Shin: E-Está bien, pero... Aah, caray, ¿¡qué demonios está pasando!?
… ! ¡Guh... ! ¿Qué fue eso? Mi cabeza...
Laito: … Uuh... Mi cabeza... Me siento mareado... y enfermo...
Subaru: Qué fue eso... ¿un mareo justo ahora... ? Guh...
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Azusa: … ! ¿Todos están... ?
Kou: ¡Oigan, todos los prisioneros están actuando extraño!
Yui: (¿Puede ser que... ya que todos los Mukami recuperaron sus recuerdos, todos los demás están afectados? )
¡Entonces Reiji-san y los demás también... !
Reiji: … ¿Qué significa esto... ?
Shu: … Guh... ¿Esa cosa otra vez... ?
Yuma: ¿Todos están recuperando sus recuerdos porque Ruki, Kou y Azusa lo hicieron... ?
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Kino: Tch... Se está volviendo en una carga. Y pensar que era tan divertido... Tengo que escapar ahora—
Yuma: ¡No te lo voy a permitir!
Kino: … !
Yuma: Estás tan involucrado en esto... ¡Te regresaré lo que hiciste!
*Yuma golpea a Kino.*
Kino: ¡¡Uwaaaah!!
*Kino se desmaya.*
Kino: Uh... ¡Guuh... !
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Yuma: Hah, ¿te desmayaste? Qué débil.
Yui: ¡No deberías moverte, tu cuerpo está cubierto de heridas!
Ruki: Como siempre, estás siendo excesivo.
Pero a juzgar por sus estados, pronto todos recuperarán sus recuerdos.
Yui: ¡Sí... !
Yuma: Antes, primero tengo que hacer que éstos tipos recuerden.
Yui: ¿Eh? ¿A qué te refieres?
*Yuma va con Reiji y Shu.*
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Shu: … ¿Yuma... ?
Reiji: Tú, ¿qué estás... ?
Yuma: Ustedes causaron muchos problemas... ¡¡Dense prisa y recuerden!!
*Yuma golpea a Reiji.*
Reiji: ¡Gaah... !
*Yuma golpea a Shu.*
Shu: ¡¡Guh... !!
*Reiji y Shu se desmayan.*
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Yui: (¡¡L-Los golpeó a los dos!! )
Yuma: … ¡Hmph!
Yui: ¡O-Oye! ¿¡Hiciste que ambos se desmayaran!?
Yuma: Está bien. Solo estaba haciendo que recuperaran sus recuerdos, incluso si eso implica golpearlos.
Yui: Dije que en realidad no era necesario hacer eso...
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Kou: ¡Jajajaja, directamente golpeó a los miembros de la familia Sakamaki, eso fue épico!
Azusa: Jeje, eso fue... algo divertido.
Ruki: ¿Creen que es momento de reír? Dense prisa y traten las heridas de Yuma. [Bueno che, qué aburrido. ]
Azusa: Ah... Está bien.
Yui: ¡Sí!
… Yuma-kun.
Yuma: ¿Hm?
Yui: Regresamos a nuestras vidas diarias.
(Cuando se ríen así... El solo verlos me hace muy feliz. )
Yuma: … Sí.
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Yuma-kun, sonriendo y cubierto
de sangre, se veía más
aliviado que adolorido.
Ha pasado un tiempo desde que Yuma-kun intercambió
palabras fraternales con Ruki-kun, Kou-kun y
Azusa-kun, y sentí que mi corazón se calentaba.
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yuukinoryuu · 5 years
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DIABOLIK LOVERS -HAUNTED DARK BRIDAL- RUTA DE AYATO ~MANIAC 10~ (TRADUCCIÓN)
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Sakamaki Ayato ~Maniac 10~
*en el baño*
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*ropa* Yui: *suspiro* … Yui: (Todavía quedan cicatrices. Aunque mi anemia ya no es tan grave…) Yui: (… Ayato-kun se ha estado absteniendo de mi sangre los últimos días…) Yui: (¿Quizás es que está tomando un poco en consideración mi salud? No, eso es imposible.) Yui: … Debería irme pronto a dormir hoy. Yui: Lo mejor que puedo hacer para recuperarme es descansar. *se abre la puerta*
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Ayato: ¿Qué? ¿Ya has salido? Yui: … ¿¡A-Ayato-kun!? Yui: (¡De nuevo ni se ha molestado en llamar…! ¡Menos mal que me he puesto algo de ropa!) Ayato: ¡Tch! Qué aburrido. … Bueno, debería estar bien aunque estés vestida. Yui: ¿Eh? Ayato: Yui, ven aquí. Yui: … ¡Ah! Yui: ¿¡Kyaa…!? ¿¡Q-Qué significa esto!? Yui: (¡Tengo algo pegajoso encima…!) Ayato: ¡Hehe! Yui: (¡Esto es… del bote que sostiene Ayato-kun…!) Yui: ¡No…! ¡¿Pero qué…?! Yui: (Tiene un aroma dulce… ¿¡Esto es miel!?) Ayato: Hoy también me he estado absteniendo de tu sangre. Vamos a divertirnos un poco. Yui: ¿D-Divertirnos…? ¿Cómo…? Ayato: ¿No has estado prestando atención a lo que está pasando? Deberías saberlo ya. Yui: ¡Ah…! Ayato: Nn… Haa, hm… *Ayato lame a Yui* Yui: ¡Hyaa…! Yui: (¡Está lamiendo la miel de mi brazo…!) Ayato: ¡Demasiado dulce! Ayato: Hehe, aunque no sabe mal. Sabe como tu miel.
(NA: ¡Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!! O.o) Yui: ¡Qué…! Ayato: Oye, acércate más a mí. Ayato: Voy a limpiarla toda muy bien. Yui: ¡No, e-está bien! ¡Me daré un baño para quitarla…! Ayato: Pero si haces eso, no tiene sentido que te haya echado la miel encima. Yui: Ah… ¡No! ¡No toques…! Ayato: ¿No se siente bien que te toquen cuando estás tan resbaladiza? Yui: ¡No…! Ayato: Hehe, lo has sentido. Te he pillado. Yui: …!
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Opciones: 1. Huir. -M- (correcta) 2. Lamer la miel tú misma. -S-
Opción 1: Yui: … ¡M-Me voy ya! Ayato: Hehe, ¿estando tan pegajosa? Yui: Prefiero que dejes de estar jugando conmigo… Ah, ¡ouch…! Ayato: ¿Eh? Yui: ¡M-Me ha entrado miel en los ojos…! Ayato: Hmph, idiota. Eso te pasa por resistirte. Ayato: Vamos, ven aquí. Yui: ¡Kya…! Ayato: … ha, nn… Yui: (¡Wah…! ¡Está lamiendo la miel alrededor de mis ojos…!) Ayato: Quédate quieta y mantén los ojos cerrados. Nn… Mmm… Yui: …!
Opción 2: Yui: … *lame* Ayato: ¿Qué estás haciendo? Yui: Si lamo la miel yo misma, entonces tú no tendrás que hacerlo, Ayato-kun. Yui: Es dulce y sabrosa… Yui: (Agh, ¡este no es el momento para decir algo como eso!) Ayato: ¡Heh! ¿Eres tonta o qué? Ayato: Si haces eso, entonces… no me queda otra que hacer esto, ¿verdad? Yui: …! Ayato: ¡Mmm…! Yui: …! Ayato: ¡Hehe! Tus labios están cubiertos de miel. Mmm… Ayato: Haah… ¡Muy dulce…! Yui: ¡Mmm!
Continuación: Ayato: *suspiro* … Haah… Como pensaba, no puedo aguantarlo… Yui: ¿Eh? Ayato: Mezclado con la miel… está el aroma de tu nueva sangre. Ayato: Haah… Quiero perforar tu piel… Quiero beber de ti ahora mismo… Nn… Yui: …
Monólogo de Yui:
Ayato-kun apoyó sus colmillos en mi piel. Mordió, lamió y besó suavemente — .
Incluso aunque dejó que sus impulsos vampíricos tomaran el control muy poco, sus colmillos y lengua se desbocaron contra mi piel.
A pesar de que me trata con rudeza, en cierta manera me alegra esa violencia. Ya que es… la prueba de que Ayato-kun se controla hasta que está en sus límites.
Esto… me hace feliz.
Parece que al final, ha acabado bien que yo viniera aquí después de todo.
~end Maniac 10~
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Masterlist Traducciones
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victorhr23 · 3 years
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Caminamos los 3 subiendo casi hasta la calle 38, el silencio de mi amigo me incomodaba, no sabia como se sentía ni que pensaba al respecto, mientras el aparecido me contaba toda su vida en dos minutos explicándome como hacía para comer, pagar pieza y todas esas cosas, incluso me contó donde dormía cuando no le alcanzaba el dinero.
Después de sacar en el cajero lo necesario fuimos a buscar donde pudiéramos fumar Weed tranquilos, en realidad no fumo pero fue la forma de acercarme mas al recién llegado, fuimos a un sitio barato, uno de esos edificios antiguos q esta en el centro historico de Barranquilla mal gastado y poco llamativo. Entramos y fumamos un poco dany y yo , andres decidió no hacerlo.
Dany se metió a la ducha de un baño que no tenía puerta y yo veía todo su cuerpo flaco y blanco y observaba como un gran pedazote de carne moverse como una campana entre sus piernas, le mire la cara a mi amigo el moreno y le pregunte que si se sentía incomodo, me dijo que solo tenia calor, se quito la camisa le di un beso mientras comencé a quitarme mi ropa para alcanzar a dany quizás necesitaba ayuda el olia a sudor pero no era desagradable, y como todo no tiene que ser tan perfecto el grifo de la regadera no tenia agua, hablamos al dueño del sitio, y nos trajo un tanque de agua para bañarnos mientras el se tiraba en agua en su cuerpo yo intentaba lavarlo y acariciarlo, nos miramos los ojos penetradonos con la mirada, tal vez efectos de la bareta, comencé a tocar su cuerpo mas suave, mi pechote se acerco al de el y toque sus labios, note duda como si se arrepintiera de lo que estuviera haciendo, me aparte un poco le dije que fumaramos mas, y mientras el se deleitaba con la bareta, yo terminaba de enjabonarle su hermoso pene que estaba muy baboso no se si era por el jabón y su lubricacion, mientras el continuaba mirandome y yo le daba pequeños picos con mis labios cubiertos de saliva que el comenzaba a saborear gustosamente y se apartaba con pequelas dudas, fumaba para nuevamente reclamar mis labios
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elisaenparis2018 · 6 years
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Diario de París: Semana 4
Lunes 11 de junio
Con toda calma y sin prisa me levanté, desayuné y me arreglé para salir, pues el día amaneció lloviendo un poco y aún no decidía exactamente a dónde iría. Tomé mis cosas, incluyendo el paraguas, porque aunque había dejado de llover ya que salí, no quería arriesgarme a que me agarrara la lluvia a medio paseo. Me bajé del metro en St. Michel, cerca de Notre Dame, porque quería buscar la famosa librería de Shakespeare and Company. La encontré fácilmente y entré a conocer este lugar tan mencionado entre los amantes de la literatura. Pues tenían toda la razón: es un lugar maravilloso y mágico, como sacado tal cual de un libro. Los estantes rebosan de libros de todos los géneros existentes, la mayor parte en inglés, pues la librería la abrió originalmente en 1922 la estadounidense Sylvia Beach. La librería original estaba en otra ubicación y cerró en 1941durante la ocupación nazi de París. En 1951, George Whitman abrió otra frente a Notre Dame, llamándola igual como tributo a la de Sylvia y por el 400 aniversario del nacimiento de William Shakespeare. La primera librería fue frecuentada por escritores célebres de la “Generación perdida”, como F. Scott Fitzgerald, James Joyce y Ernest Hemingway.
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La recorrí de arriba abajo, curioseando en todos sus recovecos y rincones de lectura, hasta que encontré un libro que llevaba muchos años queriendo tener y que era prácticamente imposible encontrar en México. No lo solté y casi de inmediato lo compré, saliendo muy feliz de la librería con mi libro en mano. En ese momento empezaba a llover, abrí mi paraguas y caminé hacia Le Marais, la zona de shopping de París. Hice algunas compras de artículos de belleza que necesitaba y merodeé en una tienda que tenía de todo, bonito y barato. Después caminé con todo y lluvia hacia el Pont des Arts que no conocía. Recorrí la calle de nuevo hasta llegar a una parada del camión que me deja en mi calle y después de unos minutos lo tomé.
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Había mucho tráfico y llegué a casa media hora más tarde, con hambre y con ganas de un kebab. Desafortunadamente, el restaurante de kebabs más cercano estaba cerrado, así que mejor volví a improvisar algo para la comida. Pasé la tarde trabajando, haciendo algo de limpieza y cocinando para la semana. Terminé el día leyendo y me fui a dormir satisfecha de haberme sentido más contenta hoy.
 Martes 12 de junio
Llovió toda la noche y seguía lloviendo en la mañana, así que salí bien cubierta y resguardada por mi paraguas. Llegué a tiempo al ICM y como no había llegado casi nadie más, de nuevo estuve un rato sin hacer nada. Casi una hora después llegó la directora y me explicó lo que había que hacer para digitalizar una colección de revistas de los años 50 que la Embajada de México en Francia publicó durante varios años. Pasé toda la jornada fotocopiando la revista y seleccionando los artículos que valía la pena digitalizar, haciendo una pausa para comer a medio día.
Camino a casa pasé a la panadería a comprar éclaires (pan dulce relleno y cubierto de chocolate o café) para la cena, porque en las tres semanas que llevo aquí todavía no había comido ninguno. La tarde seguía nublada y algo lluviosa para salir, así que la pasé adentro alternando entre relajación y trabajo en mi reporte.
 Miércoles 13 de junio
En el Instituto, de nuevo estuve toda la mañana fotocopiando y seleccionando artículos de las revistas; terminé con la espalda adolorida y muy hambrienta. Antes de llegar a casa, intenté encontrar un restaurante de kebabs para por fin comer uno, lo cual fue un éxito total. Volví al departamento a comer y descansar un rato antes de aprovechar la tarde para hacer un paseo. Hoy escogí ir al Musée du Quai Branly- Jacques Chirac, el cual no conocía. Tomé el metro y fue un largo camino, pues estaba hasta el otro lado de la ciudad.
Lo primero a lo que entré fue a una exposición sobre fantasmas e infiernos en Asia, cómo cada nación interpretaba los demonios y las apariciones fantasmales y las leyendas que hicieron en torno a ellas y cómo protegerse de ambos. Desde pinturas de Hokusai, películas de horror japonesas, el taoísmo en China y Japón, hasta reliquias de fetos tailandeses para protegerse de los fantasmas. Incluso había una sala en la que pusieron máquinas retro de videojuegos originales sobre fantasmas o demonios, como Pac-Man.
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Después subí a ver una muestra acerca de la historia de los exploradores y sus viajes por el mundo descubriendo nuevas civilizaciones. Estaba dirigida más a un público infantil, pero me gustó porque tenía mucho material de todo tipo, como libros, cuadernos de viaje, cartas, cómics, postales de colección, juguetes, etc. Finalmente, me aventé completa la colección de Oceanía, Asia, África y América del museo, que contiene piezas originales y excelentemente conservadas de las civilizaciones antiguas de cada región. Es bastante abrumadora porque hay muchísimo por ver y el recorrido es un poco atropellado, pues sí está separado por continentes pero hay un montón de vitrinas regadas por todos lados y pequeñas salas aparte para destacar ciertas piezas, entonces una no sabe por dónde empezar o hacia dónde seguir. No obstante, me encantó todo y terminé mi paseo llena de imágenes en mi cabeza de los vestuarios típicos, máscaras y artesanías de civilizaciones diversas.
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De vuelta en casa me preparé la comida de mañana, cené, me puse pijama y me dispuse a relajarme hasta el final del día porque acabé exhausta.
 Jueves 14 de junio
Ni para qué les cuento que de nuevo estuve todo el día fotocopiando las revistas, pues así estuvo hoy en el ICM. Conforme pasaban las horas se fue haciendo más y más tedioso el asunto, pero es para una causa importante: la conservación de un archivo histórico y de difusión cultural. Volví a casa en la tarde, pasando antes por algo para la cena y me dispuse a ir al cine a ver la de Ocean’s 8. Me está gustando mucho esto de ir al cine sola, además de que me ayuda a que pasen las horas cuando no quiero estar encerrada en el departamento porque me voy a sentir mal. Regresé a cenar y a hablar con familia y demás y a cerrar un día no muy eventual.
 Viernes 15 de junio
Hoy me aventé un doble paseo, para aprovechar el día y no quedarme encerrada demasiado tiempo. Primero fui al Château de Vincennes, una fortaleza cuya torre del homenaje terminó de hacer en 1370 Carlos V, para defender París de los invasores. El lugar está impresionante y maravillosamente bien conservado y señalizado para seguir las exposiciones sin necesidad de guía alguna. Conocí la Santa Capilla, con la campana original que sonaba en la torre del homenaje, una serie de vitrales en torno al Apocalipsis y una pequeña exposición sobre arquetipos femeninos y de mujeres criminales.
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Después recorrí de pies a cabeza la torre del homenaje, que incluía las torres de defensa y batalla, los aposentos del rey con su vestidor, estudio, tesorería y letrinas y las celdas donde encerraron después a los prisioneros que traicionaban a la patria. Adicionalmente, tenía una exposición sobre grafitis en el castillo y en general sobre el arte urbano, las marcas que los artistas o la gente dejaban en los lugares patrimoniales y cómo antaño no eran mal vistas como ahora.
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 En lo que eran los pabellones clásicos o residencias que mandó a construir después Ana de Austria, ahora está un centro de historia militar y  una biblioteca accesible sólo a quienes estén en el servicio militar. Ahí tenían una exposición sobre la aeronáutica en las guerras y otra con piezas de cerámica hechas por alumnos de alguna clase actual. Tenía pensado pasar el día, después del castillo, recorriendo el Bosque de Vincennes, que está atrás del castillo e incluye un hipódromo, un parque floral y un zoológico, pero en ese momento me sentí sola, cansada y vulnerable, así que mejor volví a casa para comer y decidir qué más hacer en la tarde.
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Después de comer fui a una exposición inmersiva sobre Gustav Klimt y toda su obra. En una sala enorme, se proyectó un espectáculo de videomapping con imágenes correspondientes a la carrera y cambios de estilo de Klimt a lo largo de su vida. Fue una experiencia maravillosa, acompañada de música bellísima e imágenes sobrecogedoras, las obras de Klimt cobraron vida frente a mis ojos. Después hubo una más corta sobre un artista austriaco llamado Hundertwasser, con un estilo que recordaba mucho a Klimt, también muy llamativo y colorido. La última fue una con temática más tecnológica, sobre la poesía de la inteligencia artificial.
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Finalmente volví a casa a relajarme después de un día de paseos y experiencias lindas. Todavía hay momentos en los que me siento muy sola y me gustaría estar compartiendo lo que descubro con alguien más, pero ya muy pronto viene Denisse, una vieja amiga, a quedarse conmigo unos días, y luego Mario por dos semanas. Viajar sola ha sido muy enriquecedor, pero también hay cosas nuevas que se disfrutan más compartiéndolas con alguien.
 Sábado 16 de junio
Soñé que estaba en casa con mi familia y, por supuesto, me desperté llorando. Por suerte, Mario estaba todavía despierto y me calmé hablando un rato con él en lo que me levantaba y él se dormía. Pensaba quedarme en la mañana lavando ropa y limpiando, pero todavía estaba muy sensible y necesitaba salir a distraerme, así que después de desayunar y arreglarme, fui al Musée de l’Orangerie. Este es un hermano del Orsay y primo del Louvre, por así decirlo, pues tiene una colección de los nenúfares de Monet y varias obras de otros impresionistas como Renoir, Cézanne, Gauguin y  Sisley, además de obras de Picasso en su época pre cubista, Marie Laurencin, André Derain, entre otros.
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En dos salas ovaladas, desde inicios del Siglo XX están expuestos unos lienzos enormes y curveados con una serie de ocho de los nenúfares de Claude Monet, la estrella del museo. Son realmente impresionantes y los colores y el ambiente de las salas generan una sensación relajante. Abajo tienen, junto con la colección de impresionistas y otros, una exposición temporal que compara las obras de Monet con el movimiento abstracto americano de Jackson Pollock, Mark Rothko, Willem de Kooning, Joan Mitchell y otros tantos. Nunca había visto un Pollock en persona y hoy pude ver dos de ellos, fue algo que pude tachar de mi lista, pues aunque no es mi favorito, es una figura importante en el mundo del arte como uno de los que más impacto causaron rompiendo estándares.
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Saliendo del museo volví a caminar por Jardin des Tuileries, pues el día estaba hermoso y con clima maravilloso. Me senté un momento en una banca para escuchar mensajes de mi mamá, y un señor se sentó al lado. Me preguntó la hora y se puso a decirme que estaba lindo el día y preguntándome qué hacía en París. Le contesté muy vagamente, me preguntó qué haría en la tarde y le dije que vería a un amigo (había quedado de tal vez ver a Gilberto). Me puse muy nerviosa y le dije que ya tenía que irme, me dijo que me lo había preguntado porque quería saber si quería ir con él a tomar algo pero le dije que no, gracias, y me fui. Arruinó un poco mi paseo por el parque porque intenté perderme entre la gente, paranoica de que me estuviera siguiendo, pero ya no volví a verlo.
Llegué a la otra entrada, frente al Louvre y luego crucé el parque de nuevo hasta el otro lado para tomar el metro a casa. De vuelta en casa comí y puse ropa a lava, pero la llevé a la lavandería a secarla porque ya no había sol para dejarla afuera. De pasada saqué copia de la llave del buzón que Brigitte me pidió. Justo antes de llegar al departamento me topé con una señora y sus hijos que paseaban a una corgi, me alegró mucho la tarde porque me fascinan esos perros y me saludó muy efusivamente. El resto de la tarde ya se la saben: leer, escribir, ver televisión en francés y dormir.
 Domingo 17 de junio
La mañana la dediqué a limpiar el departamento, que ya le hacía falta. Al mediodía fui a comprarme una chamarra más cubridora, porque no pensé que fuera a necesitar una, pero los días nublados o lluviosos han estado bastante fríos. En la tarde tenía una invitación para ir a ver el partido de México contra Alemania; no soy nada fan del fútbol, pero francamente no quería perderme la oportunidad de estar acompañada de paisanos en un día como este. No fue una mala idea, porque el ambiente estuvo muy agradable y animado, con personas muy entusiasmadas y familiares por ser mexicanos. Después del partido compramos unas cervezas y vino, bebimos un poco al lado de un canal y bailamos, pasamos un buen rato. Hoy fue el primer día en que no extrañé México porque me sentí como en casa acompañada de tanta gente apasionada por su país. El fútbol no será mi afición, pero admito que une a las personas cuando están lejos de su hogar.
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idolish7-es · 7 years
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2.14.2: Trébol blanco
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Yuki: Vi a Kujou hoy. Vino a ver a Tenn en la grabación de su programa. Riku: ¿Eh…? Iori: ¿El productor Kujou? Yuki: Si están interesados, pueden ir a verlo. Yuki: Pero, por favor, tengan cuidado... Ese hombre está cubierto de oscuridad.
Tenn: Eh… ¿A dónde fue...? Gaku: ¿A quién buscas? Tenn: No tiene nada que ver contigo, Gaku. Es un asunto familiar. Gaku: Familiar, ¿Te refieres a Kujou o Nanase Riku? Tenn: …Sí. ¿Cómo está tu familia? ¿Le diste un cupón de masajes a tu padre en su día? Gaku: ¿Por qué intentas evitar la pregunta con sarcasmo? Tenn: …No lo hago… Gaku: Eres demasiado reservado. ¿No lo crees, Ryuu? Gaku: ¿…Eh? ¿Ryuu?
Tamaki: …Así que, si espero aquí, ¿Aya vendrá? Sougo: Eso apuesto. Sin embargo, no sé cuándo. Sougo: …No tienes que acompañarnos, Tsunashi-san. Ryuunosuke: Me quedo. Si quito mis ojos de ustedes, empezaran a pelear de nuevo. Tamaki: ¿…Alguien te ha dicho ya que eres un entrometido? Ryuunosuke: ¿Cómo lo sabes? Ryuunosuke: Ese mensaje era para Aya-chan, ¿no? No sé por qué nos dijeron que eran órdenes de los patrocinadores... Tamaki: FSC es la casa de Sou-chan.  Sougo: ¡Tamaki-kun! Ryuunosuke: ¿‘FSC es la casa de Sou-chan?’ ¿Dices que la compañía está cerca de la casa de Sougo-kun? Tamaki: El dueño de la compañía es el padre de Sou-chan. Ryuunosuke: ¡¿Eh?! ¡¿De FSC?! ¡No puede ser! ¡¿Entonces el ‘Osaka’ se refiere a la familia Osaka?! ¡¿Sougo-kun es nuestro patrocinador?! Sougo: …Por favor, mantenlo en secreto. No quiero que me traten de forma extraña. Ryuunosuke: Está bien, pero... Mu-muchas gracias, estamos a su cargo... Sougo: ¡No! Me desheredaron y cortaron lazos conmigo... Tan solo tomé ventaja de mi nombre... Sougo: Le pedí a Tamaki-kun que si podía encontrar a Aya-chan no haga disolver a MEZZO". Sougo: Por eso me entrometí en su programa. Lo siento muchísimo. Ryuunosuke: Así que eso pasó... Desheredado, eh... Debe ser duro... Ryuunosuke: Pero, más importante, ¿Quieres disolver MEZZO", Tamaki-kun? ¿No me dijiste ayer que querías que Sougo-kun te elogia–mmph! Tamaki: ¡Cállate! Ryuunosuke: Deberías decírselo… Tamaki: ¡Es porque pasó de desarmadores a asaltar un estudio de TV! ¡No tuve oportunidad de interrumpirlo! Ryuunosuke: ¿Desarmadores…? Tamaki: Este tipo es mucho más extremo y atroz de lo que crees, Ryuu-aniki... Sougo: Ah– Tamaki: ¡Perdón! *vroom* Sougo: Es el auto de nuestra mánager. Y dentro están... ¿Esa es...? *Abrir*
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Aya: ¡Nii-chan! Tamaki: ¡…! Tamaki: ¡Aya! Tsumugi: La chica empezó a correr hacia Tamaki-san, y su vestido se inflaba detrás de ella. Tsumugi: La hermana menor de Tamaki-san, a quien había estado buscando– Tsumugi: Yotsuba Aya-chan piso el suelo con todas sus fuerzas y saltó hacia los brazos de Tamaki-san. Aya: ¡Nii-chan, Nii-chan…! Tamaki: ¡Aya…! Ryuunosuke: …Esta chica es la hermana menor de Tamaki-kun… Sougo: Me alegro tanto… Tamaki-kun… Tamaki: Aya… Estás aquí... Al fin, al fin estás aquí... Me alegra que sigas viva...
Aya: ¡Nii-chan, ¿estás bien?! Escuché que te contagiaste un virus... Tamaki: S-sí... Fue la estrategia de Sou-chan… Aya: ¡Te compré esto! ¡Ousama Purin! Aya: ¡Cuando estabas enfermo siempre recuperabas las fuerzas luego de comer esto, no?! Tamaki: …Aya… Aya: Mamá una vez lo dijo. Que esto funcionaba mejor que cualquier cosa que un doctor prescribiera. Aya: Así que... Por favor, mejórate. No quiero que mueras... Nii-chan... Tamaki: Idiota... No hay forma de que vaya a morir… Vamos a estar juntos de ahora en adelante, Aya... Tamaki: Nii-chan te protegerá... Aya: ¡Nii-chan…! Tsumugi: Estoy tan feliz… Tamaki-san… Mitsuki: S-sí... Estoy tan feliz por él... Yamato: Ustedes sí que lloran fácil…  Nagi: Amazing… Qué hermosa escena. Dos hermanos que habían sido separados, finalmente se reúnen... Gaku: Oye, Ryuu. Desapareciste. ¿Qué estás haciendo? Gaku: ¿…? ¿Ese no es Tamaki de IDOLiSH7 y…? ¿Ella quién es? Ryuunosuke: La hermana menor de Tamaki-kun. …Finalmente se han reunido... Tenn: …"Hermana menor"... Tenn: ¿…Aya? Tamaki: Vivamos juntos de ahora en adelante. Sabes, Nii-chan ahora es un idol. Así que no te preocupes, tengo dinero. Aya: Ah... Tamaki: ¿Qué pasa, Aya? Aya: Perdón, Nii-chan… No puedo vivir contigo. Tamaki: ¿…Q-que dices...? Aya: Solo quería ver si estabas bien o no. Ahora que nos hemos reunido así, no necesito nada más. Tamaki: ¿Qué quieres decir con que no necesitas nada más? ¡No tienes que contenerte! Te cuidaré- Aya: ¡Alguien más me está cuidando! Mi nuevo padre... Vivo con él ahora, así que... Tamaki: ¡Pero yo soy tu verdadera familia! Aya: ¡Lo sé! ...Pero quiero estar con mi padre. ¡...Quiero recompensarlo! Tamaki: ¡No puedes! ¡No quiero dejarte ir, nunca más! ¡Ven conmigo, Aya...! Aya: No… Tenn: Sueltala. Tamaki: ¿Tenten…? Aya: ¡Tenn onii-chan! Tamaki: ¡¿'Tenn onii-chan’…!? Gaku: ¿Es la hermana menor de Tenn…? ¡¿Qué diablos está pasando?! Tenn: … Tenn: ¿Estás bien, Aya? Aya: Sí… Tamaki: ¿Qué estás diciendo, Tenten…? ¿No se supone que eres el hermano mayor de Rikkun? Aya es mi– Tenn: Todo eso quedó en el pasado. Tamaki: 'Pasado’… Tenn: Está registrada como mi hermana menor en el registro familiar. Abstente de ponerte violento con ella. Tamaki: ¡Bastardo! ¡¿Qué diablos dices–?! Aya: ¡Detente, Nii-chan! ¡No le hagas nada malo a Tenn onii-chan! Tamaki: …Aya… ¿Por qué…? Aya: Nii-chan… Realmente te amo, Nii-chan… Siempre he querido volver a verte... Aya: Pero ahora tengo una nueva familia... Tengo a Kujou-san y a Tenn onii-chan. Aya: Y… Le debo algo a Kujou-san– Nunca seré capaz de devolverle lo suficiente. Aya: Se encargó de la deuda de mis padres adoptivos, y ahora se está haciendo cargo de mí... Aya: ¡Incluso me da ropa linda, y tengo clases de canto y baile en el extranjero! Tamaki: ¿Clases de canto y baile? ¿Por qué...? Aya: ¡Voy a ser una idol! Aya: ¡Una que pueda superar a Zero! Tamaki: …Idol… Mitsuki: ¿Una que pueda superar a Zero…? Aya: Tal vez sea imposible para mí... Pero si el sueño de Kujou-san es criar a un idol que pueda superar a Zero, entonces... Aya: Quiero responder a esos sentimientos... Tenn: Aya… Tamaki: ¿Por qué...? ¿Qué es todo esto...? ¡¿Quién ese Kujou?! *pasos* Takamasa: Es un hombre que compartió el mismo sueño que Zero, hace mucho tiempo.
Continuará...
-Todos los créditos a la traducción en inglés-
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05maivi · 6 years
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[7/11 05:51 PM] ‪+58 412-8364437‬: Es como la bebida esa de anís con acetaminofen [7/11 05:52 PM] ‪+58 412-8364437‬: O con ambroxol. [7/11 05:52 PM] ‪+58 424-9454813‬: le dicen la bebida del mpps [7/11 05:53 PM] ‪+58 412-8364437‬: Anís con limón es bueno pero con yogourt es MUNDIAL.... [7/12 12:53 PM] ‪+58 414-4584349‬: No es fácil, yo hice sexología, después hice geriatría y gerontología... Concurse para medicina legal y no quede jajaja, luego pensé seguir estudios en psiquiatría o endocrino... Una amiga que trabaja en el ministerio me dijo no creas que van a reconocerte más de 2 especialidades [7/13 11:26 PM] ‪+58 412-7899996‬: .. Se informa a la comunidad en general que esta abierto el proceso de seleccion de la "Universidad de Ciencias de la Salud" (UCS). Para todas aquellas personas interesadas en estudiar carreras como: fisiatria, enfermeria y medicina. Deben ingresar a la pagina https://ucscarabobo.blogspot.com/2018/04/censo-pre-ingreso-2018-al-curso.html *Luego elegir la opcion que desea.* El proceso de preselccion esta abierto para toda persona bachiller con un maximo de edad de 35 años. Se agradece difundir la infromacion, Gracias. [7/14 08:03 PM] 😍Antonioespañolparocole😘: Claro q Venezuela tiene mucho futuro, pero no lo será mientras los q estén en el poder sea una banda de narco asesinos y militares corruptos. Esos q expropiaron 1440 empresas generadoras de empleo y productos de todo tipo, todas quebraron en manos de los colectivos y sus edificaciones en ruinas y convertidas en nidos de delincuentes.... Expropiaron miles de fincas 3, 6 millones de hectareas productoras de un sin fin de productos agrarias de 1ra calidad pero ahora convertidas en monte y culebras. No hay esperanzas mientras esten esos q destruyeron la economia de pais, la escasez y la hioerinflacion, la destruccion del sistema electrico nacoonal, acueductos, transporte. [7/14 08:04 PM] 😍Antonioespañolparocole😘: Obligaron la separacion forzosa de miles de familuas venezolanas, se estima q aproximadamente 5 millones de venezolanos han cryzado las fronteras huyendo de la miseria [7/14 08:58 PM] 😍Antonioespañolparocole😘: Una pequeña parte del humilde y noble pueblo venezolano aún cree en eso q llaman "chavismo". No parece darse cuenta q chavez ya murió. Creen en esos q hablan de Socialismo del siglo XXI, pues esos son una banda de narco asesinos. Si pudieran quitarse la venda de sys ojos verían más allá. Verían a sus hijos y a sus nietos desnutridos, baja talla y bajo peso, verian su gran miseria, su hambre, sus neuronas destruidas. Véanse a Uds mismos sumidos en el nivel socio economico más bajo del planeta. Piensen. Creen q la solucion es el clap con productos de 3ra y alimentos muchas veces no aaptos para consumo humano. Pierden sus vidas haciendo colas para comprar un pan o 1 kg de harina, adoran los bonos, son felices haciendo cola de horas en la parada del carrito por puesto, caminan largas distancias como nuestros antepasados de hace 2 siglos. [7/15 09:11 AM] ‪+58 424-6365613‬: https://ig.me/2jlnlyxAmicZjyi?r=wa1 [7/15 05:15 PM] ‪+58 414-1912047‬: Hoy damos las gracias a Hugo Chávez frías y a Nicolás Maduro por habernos sacado de aquella triste situación que vivíamos todos los venezolanos en la cuarta República y habernos traído a la maravillosa realidad del socialismo del Siglo 21 Gracias Chávez Gracias maduro Gracias padrino López Gracias delcy Rodriguez Gracias maikel Moreno por habernos despertado de aquella pesadilla llamada la cuarta república Yo nunca fui ni Adeco ni Copeyano, pero como quisiera volver a pasar hambre como en la 4ta República, cuando me comía en el desayuno yo sólo dos arepas con Cheez-Whiz, par de ñemas o las untaba con diablitos, mayonesa, a veces solo había panquecas con miel y mantequilla... Mi mamá, pobrecita, sólo nos daba pasta con carne molida o bistecks, no faltaba la salsa de tomate, salsa Bechamel, papas fritas y queso blanco rallado (o Parmesano cuando se podía...) Era horrible tener que discutir cual pasta comer (larga, plumita, tornillito, caracol, lingüini) era una locura, a veces nos veíamos obligados a terminarnos el plato de arroz con carne mechada, las caraotas, y el plátano ese full de queso y para completar repetíamos !!! Que arrechera y que pelazón pasar por la penuria de comernos ese pabellón cada semana. Y dígame cuando traían esos pescados los domingos, no podía sentirme más pobre, tener que comer el carite, pargo, tajalí o curbinata con arepa y tajadas o con ese coñázo de tostones, como los odiaba, que miseria pasar todo con cerveza o Coca Cola. En las meriendas bebíamos Toddy, Taco, Choco, Ovomaltina, Chicha, jugo por garrafas, Tang, Kool-Aid, Crema de Arroz, Cerelac o cualquier pequeñez que encontrábamos en la despensa, era horrible ese verguero de enlatados guardados allí. Y en Diciembre? no joda eso si era mamazon, pobremente siempre habían 100 hallacas, pan de jamón, nueces, almendras, mani, pistacho, turrón, panetones, torta negra, ponche crema, pernil, dulce de lechosa y/o higos... y teníamos que escoger durante horas dónde estaba la ropa más bonita para ir a comprar los estrenos, nos veíamos obligados a beber whisky ahí todo viejo de 8, 10, 12, 15, 21 años, o mínimo 7 cajas de cerveza. Al otro día teníamos para la sopa de los 10 que se quedaban amaneciendo en casa y 10 más que nos llegaban a visitar. A veces la pobreza hacia que pasáramos el 01 de enero en la playa !!! Como quisiera pasar hambre y trabajo otra vez como en aquellos infernales tiempos... Nojoda!. 🔊🕶👍🇻🇪🌼 [7/15 07:25 PM] ‪+58 426-7278283‬: *ALEJANDRO EL GRANDE* Que difícil es el ser humano, nacer no pide, vivir no sabe y morir no quiere. Los tres últimos deseos de Alejandro El Grande encontrándose al borde de la muerte. Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos: 1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época. 2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba. y... 3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos. Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones. Alejandro le explicó: 1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar. 2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. 3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo. Al morir nada material te llevas, "EL TIEMPO" es el tesoro más valioso que tenemos porque es limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo... Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida. EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es tu tiempo y SIEMPRE se le debe dar a la familia y a los Amigos. Tómate el tiempo para enviar este mensaje cuando menos a alguien de tu familia, a un buen amigo o a un buen grupo. CLARO... CUANDO TENGAS TIEMPO... 🕐🕑🕒.....
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OLOR A LLUVIA
El cielo está cargado de una lluvia que no rompe.
El coche consular avanza bajo un pasillo de palmeras, gigantes como no las habíamos visto nunca, ni en nuestro país ni aquí. Nunca antes habíamos apoyado la cabeza en el cristal para mirar con abandono afuera. Desde que Julio está destinado en este lugar de barro y de hambre, es la primera vez que vemos. La calle habitada por ojos como agujeros blancos. Ese fondo de cuerpos que son la noche, que son la carne delgada de este país.
Hemos dejado a Marcos atrás. Pasará la noche en el hospital, en ese almacén subterráneo donde le han metido. Allí hay un hombre que fuma y escucha la radio. El sitio está hecho de paredes ocre, como sacadas de una película. Mañana lo llevaremos de vuelta. Trato de pensar en él, de concentrarme en él hasta que ni yo ni mi dolor quepamos en este coche.
Desde hace semanas, el cielo está lleno de nubes, parece hinchado y enfermo. Las palmeras se doblan con una especie de voluntad propia, dispuestas a asumir el golpe de esta tormenta que no comienza. Es la primera vez que veo esos miles de ojos mirando. Muchos de ellos pertenecen a niños, más jóvenes que Marcos. Muchos de ellos, recostados en el suelo, levantan un poco la cabeza para vernos pasar, o ni siquiera.
Cuando entramos en la casa, una de las criadas inclina la cabeza y se marcha rápidamente. El resto está encerrado en sus habitaciones, temerosos de la costumbre que impone un sentimiento de vergüenza frente a la tragedia ajena. Nadie se ha atrevido a encender las luces. Julio me pregunta si quiero ir a la habitación, nos vendrá bien descansar un poco antes del viaje de mañana. Le respondo que no, que aún no, que quiero estar despierta un rato más. Él dice algo que no escucho y se marcha escaleras arriba, los brazos colgando de su cuerpo. Me quedo mirando cómo sube, una escalera detrás de otra, sin sonar. Esto es algo parecido a la incredulidad, pienso, pero más blando.
 La habitación de Marcos sigue abierta. Está como él la dejó hace unas horas, empeñado en salir a dar un paseo, a comprar uno de esos zumos de caña de azúcar que luego le revuelven el estómago. Nada le importa mucho, desde que estamos aquí. Estar enfermo o estar sano no son dos estados demasiado distintos para él. Se ha vuelto silencioso. Sólo espera que llegue el momento de volver a Madrid.
La pantalla del ordenador, encendida, suelta un arañazo de luz contra las sombras del cuarto. Cubre con una piel falsa los pantalones del pijama sobre el respaldo del asiento, la revista a medio leer, despatarrada en un rincón. El marco de la puerta huele a él.
Entro. Agarro los pantalones, pensando que tal vez si me los llevo a la cara, pueda encogerme hasta convertirme en un agujero de pena. Antes de que pueda hacerlo, la pantalla del ordenador emite un destello y cambia. Sobre el fondo blanco, bajo el encabezado azul y las letras blancas, aparece de pronto una foto. Es Sandra.
Sandra ha cambiado su foto de perfil.
En ella, mira fijamente hacia la cámara, y sonríe. Tiene sus ojos clavados en lo que está enfrente. Está mirando. Mira a Marcos, que estaría aquí si no estuviera en esa habitación ocre, como de película antigua, custodiada por aquel hombre que fuma y escucha la radio.
Me mira.
En la foto, hay gente a su alrededor, riendo también, aunque no como ella, no tan dueña de lo que está haciendo. Debajo de la imagen alguien ha escrito algo acerca de
lo bien que lo pasamos,
así mil y una veces,
estuvo genial,
Un sábado cualquiera de Madrid y Sandra que mira a la cámara y sonríe, llena de su propia imagen antes de que exista la fotografía.
 Marcos tiene dieciséis años. Su cuerpo está destrozado y hay una ausencia de aire en sus poros. Se ha convertido en un trozo de carretera, un pedazo de este país tan extraño cubierto de trozos de cristal sucio y atravesado de líneas que son gritos, que son su cara abierta. Le he tocado antes de que el hombre que fuma tuviera tiempo de cubrirlo. Tiene tacto de coche, de susto ahogado en el centro de la garganta.
 La foto de Sandra gusta a seis personas, a siete ahora que han pasado varios minutos y yo sigo de pie frente a la pantalla. Sandra y yo nos miramos, ella sonríe y gusta a siete personas, y alguien dice que está requeteguapa y mientras, yo no puedo evitar fijarme en los anuncios que se despliegan en el lateral de la pantalla, las ofertas, las noticias que van cambiando ahora que ha pasado más tiempo, fotos de otros que aparecen y van enterrando la foto de Sandra poco a poco en la base de la pantalla mientras yo la miro, muy quieta, y me la imagino en Madrid, al otro lado de la diferencia horaria, recién llegada a casa después de clase, quitándose el uniforme, paseando en ropa interior por su cuarto y suspirando porque es lunes, tumbándose en la parcela de la cama donde cae el sol y abriendo su ordenador para verse este último sábado, requeteguapa.
Algunos de los comentarios son de otros amigos de Marcos, chicos a los que he dado de merendar o he llevado al cine en tantas ocasiones. Ahí está Roberto, con sus pecas que ya no tienen sentido sobre una cara repentinamente adulta. Recuerdo a Roberto durmiendo en casa tantas veces, su cuerpecito de nueve años temblando de fiebre mientras sus padres pasaban aquel fin de semana esquiando.
 En aquel depósito, Marcos va llenándose de silencio. Como el cuerpo de un desaparecido, se hincha, se va haciendo irreconocible. Es un silencio que no se parece al de los niños de este país, que miran con sus ojos blancos o un poco amarillentos, las bocas hinchadas. No tiene nada que ver con la resignación de las mujeres caminando a ciegas, toda esa gente que nunca habla y se mueve sin ruido, como un légamo. El silencio de mi hijo, ahí atrás, entre paredes ocres, ahí dentro de ese cajón, es otra cosa. Tiene restos: el tono de las teclas del teléfono de Julio, llamándole una vez más al móvil, este niño con la cabeza llena de pájaros se ha olvidado otra vez de volver a casa. Julio no pudiendo sentarse en el sofá antes de volver a marcar los números del teléfono de nuestro hijo, ya está bien hombre, coge el teléfono de una vez, los restos de la voz de Julio torciéndose como esas palmeras que esperan a que se rompa el cielo.
 Quiero seguir tocando sus cosas. La taza de los Beatles. La colección de cómics. Esa pulsera que le regaló Sandra. Tal vez ellas pesen más que esta casa a oscuras, o lleven consigo un secreto afilado con el que pueda abrirme y sangrar, por fin. Antes de que pueda moverme hacia ellas, aparece un mensaje en la pantalla, anunciado por un sonido pequeño-
 tío
por fin te pillo.
  Es Roberto. Lo dice su nombre sobre las letras del mensaje, y esa foto minúscula, donde se le ve de cuerpo entero, torcido por la risa, con la boca abierta diciendo algo a alguien invisible que está a su derecha. Su brazo está extendido, como un arco, en la misma dirección. Hay gente a su alrededor; todos sonríen. La foto es de noche, como la de Sandra. Una noche mucho más seca que la nuestra, la de aquí. En la pantalla, Roberto está hablando con mi hijo, le está preguntando a Marcos que qué hace, que dónde se ha metido todo este tiempo, que menudo capullo.
 llevo escribiéndote td el finde
dnde t has metido.
q haces menudo capullo
 Por cada pregunta que hace Roberto, suena ese tono minúsculo. Puedo imaginarlo, entrando en casa, con el polo a medio salir del pantalón. Se inclina sobre la pantalla y mordisquea un trozo de pan, veo a su madre diciendo no te quites el hambre.
Los mensajes siguen apareciendo. Roberto cuenta cosas a Marcos, le habla de un profesor bastante hijo de puta, de una tía a la que han mandado volverse a casa porque llevaba la falda por los muslos, tenías que haberlo visto. La sangre de Marcos es negrísima en el asfalto. Su cuerpo desarticulado huele a especias y a hambre. Y Roberto, que no ha olido el hambre en su vida, le pregunta que por qué, por qué leches
Se puede saber xq
Leches no se te ve el pelo por aki ultimamnte
Tiens a Sandrita bstnt preocupada
 Roberto, en su foto de perfil, se ríe. Su brazo es una curva que se pierde fuera del marco de la fotografía, y agarra algo. Roberto está vivo, y quiere lo que está a su derecha.
Sandra, en su foto, que ya casi ha desaparecido de la pantalla, no ha dejado de sonreír.
Escribo.
 Hola, Roberto
 Lo siguiente es una repetición de ese pitido pequeño.
 Ey! Ola!
 Y dos o tres frases más. Afuera el cielo se mueve un poco. Roberto me cuenta algo de la noche del sábado, de alguien que estaba muy borracho, los exámenes de nuevo a partir de este jueves. Antes de que tenga tiempo de responder, vuelve a sonar el tono tímido de los mensajes, y aparece Sandra.
 Marcos
Por fin
 Marcos. Lo repito en mi cabeza. Quiero que Sandra vuelva a escribirlo. Espero, con las manos temblando sobre el teclado.
 ¿Marcos?
 Quiero restregarme contra ese nombre, tratar de entender lo que significa.
Escribo.
 Hola
          Sandra responde inmediatamente.
 Donde te habías metido?
          Trato de explicarle.
 He estado fuera. He salido a por un zumo.
 Antes de que Sandra responda, sé lo que me va a decir.
 Idiota. Me refiero a estos días.
Qué haces que no se sabe nada de ti????
 Veo a Marcos moverse en la lentitud húmeda de las tardes. Preguntando, de vez en cuando, cuándo volvemos a Madrid. Marcos y su cabeza llena de pájaros, de cosas inservibes, el deseo irrestañable de volver a Madrid, preguntando cada día, como un niño en el asiento de atrás de un coche, cuándo volvemos. Últimamente pasaba mucho tiempo encerrado en la habitación. Pensábamos que estaría hablando con Sandra, diciéndose lo mucho que se echan de menos, mandándose instantáneas.
 No sé. No sé qué me ha pasado. He estado lejos.
 Hay un silencio en la pantalla.
 Qué es eso de que has estado lejos?
Me tienes muy preocupada
Qué te pasa?
 Antes de que pueda prepararme, Julio está en el marco de la puerta.
- ¿Qué haces ahí?
No me muevo para mirarle. Sé que si lo hago ya no podré volver a esta pantalla, ni a Sandra.
- ¿No te basta con lo que vamos a tener que vivir? – la respiración de Julio es pesada, y me hace pensar en el cielo de afuera, en su ausencia de sonido. Espera una respuesta, a mi espalda. Puedo notar el tacto suspendido de mis manos, que han quedado paralizadas en su camino hacia las teclas. Contienen un grito que duele en los dedos.
- Ven a dormir – me dice, finalmente  – Deja de torturarte.
Se marcha, arrastrando los pies.
En la pantalla, la foto de Sandra, muy pequeña junto a las letras de su último mensaje, está esperando. Escribo.
 No sé dónde estoy ahora mismo
Estoy lejos
          Sandra no responde, así que escribo.
 Tengo miedo de olvidarme. No saber lo que significa mi nombre.
 Y, antes de que Sandra tenga tiempo de protestar o de marcharse, vuelvo a escribir
 Te echo de menos
 Lo escribo varias veces:
 Te echo de menos
Te echo de menos
Te echo de menos
Teechodemenos
Te e c ho de men os
Techo demen os
 Hasta que las palabras ceden por fin, comienzan a ahuecarse.
De nuevo, hay un destello. Alguien acaba de colgar el vídeo de una canción. Una tal Elena ha añadido a una tal Marta a sus amigos. A la derecha, la foto de una mujer metida en una bañera anuncia las ventajas de su spa.
 No entiendo nada de lo q dices
Yo también te echo de menos
Qué te pasa
 Pulso sobre el nombre de Sandra. Aparece su biografía. Veo sus fotos. La veo, subida en columpio con dos amigas. Veo cómo se toma un helado con otra chica dentro de un fotomatón. Veo a Marcos con unas gafas de sol, en una playa, y ella junto a él, sosteniendo una pelota de plástico. Marcos aparece en otros sitios. Bebe de una botella de cerveza, o juega al tenis. Marcos y Sandra. En una de las fotos, se miran como si no se conocieran, y es el primer momento desde hace horas en que noto el principio de un mordisco caliente arañando los ojos. Marcos agarra a Sandra de la cintura, y ella ríe. Los dos juntos tratan de asustar a la cámara, con los ojos teñidos de negro en una noche de Halloween. Pero en ninguna de estas fotos Sandra sonríe igual que en su nueva foto de perfil. En ella, algo vertical le recorre la cara. Su sonrisa parece recién llegada de un desierto. Está despidiéndose de algo. Una madurez callada se asoma, desafiante, a la curva de su boca. Quizás sabe que ya nada será fácil en la vida. En su foto ha crecido, es distinta.
Está rodeada de gente que se ríe, y al fondo es de noche, y en su hombro derecho hay una mano que parece surgir de la nada y agarra fuerte, y también parece reírse, torcida.
Sandra escribe
 Marcos. Qué te pasa.
 Escribe y espera. Toda la pantalla es su silencio, mientras ella espera. Eso la hace diferente a Roberto, que no ha dejado de escribir y de reclamarme que le cuente cosas, de colgar fotos del sábado, de comentar vídeos que él mismo cuelga.
Respondo.
 Tengo miedo
          Ella espera. Sé que ha leído lo que acabo de escribir. Quiere saber dónde estoy, de qué tengo miedo.
 Tengo miedo de olvidarme
Ahora soy un pedazo de carretera
y me da miedo olvidarme de quién soy
 No quiero perder el dolor sordo de este cuerpo que crece de noche y me despierta cada día con un quejido adolescente. Echo de menos el olor rancio a perfume de señora en los ascensores de mi casa de Madrid.
 Echo de menos lavarme los dientes
Y poder tragarme el agua
El agua sabe un poco a menta
Y me deja empachado justo antes de meterme en la cama
 Echo de menos mentir a mis padres. Decirles sólo voy a por un zumo, vuelvo en seguida. Hacerles creer que, a pesar de todo, todo está bien, que internet y Sandra y la distancia es un accidente, que puedo con esto, este país hinchado de agua y de hambre, que todos podemos.
En pocas horas la noticia llegará hasta allí, y para Sandra ya nunca será lo mismo columpiarse, dejarse agarrar la cintura o leer mi nombre por casualidad. Vuelvo a mirar su foto, estudio el arco de esa mano que parece brotar de su hombro, y esa sonrisa con la que me muestra que, desde hace poco tiempo es más mayor que yo, y se está despidiendo. Quiero decirle que la quiero.
Está escribiendo algo (lo dice la pantalla) pero antes de que termine, escribo yo, temblando, aterrado de este olor a especias, a asfalto y a sangre que me llena la boca.
 Necesito que me mires
 Sandra deja de escribir.
 No te vayas. Necesito que me mires.
 Suena de nuevo el aviso de mensaje, y aparece una vez más la foto de Roberto. Roberto riéndose y diciendo algo hacia su derecha. El brazo de Roberto extendido, perdiéndose.
 Tronco
Marcos
¿Todo bien?
 Escribo a Sandra
 Necesito que me mires
Que no dejes nunca de escribir mi nombre
 El espacio donde podrían aparecer las palabras de Sandra sigue vacío, apenas movido por un temblor blanco. Lo miro fijamente, sin pestañear. Necesito que Sandra sepa que estoy rodeado de miradas blancas, de ojos vacíos que no entienden. Necesito que alguien me toque. Hay un temblor de agua contenida que llena el cielo y quiere doblar las paredes de toda la casa.
Sandra se ha desconectado. Los mensajes que le escribas serán leídos cuando vuelva a conectarse.
Dentro de mí, comienzan a desmenuzarse los nombres y los sitios.
Roberto, sin embargo, sigue esperando. Su mano derecha en el hombro de Sandra es huesuda, pálida. Tiene la cara llena de pecas, aunque ya no le hacen falta, es mayor. Está esperando.
 Abro una página de internet y busco vídeos del monzón en esta zona del mundo. La mayoría son vídeos caseros, hechos desde terrazas, desde el interior de bares pobremente iluminados. El viento sacude las ciudades. Hojas de palmera arrastradas por el viento en las carreteras empapadas. Duchas de lluvia desdibujan las líneas de los edificios. Cuelgo varios vídeos. Son las primeras entradas en mi biografía desde hace semanas. En uno de ellos hay una figura pequeña, anónima, que camina muy despacio hacia ninguna parte, ajena al hecho de que sobre ella se está desatando la tormenta. No podría decirse si es hombre o mujer, o qué edad tiene: apenas es un punto, moviéndose despacio bajo la manta homogénea del agua. La miro tanto que, por un momento, tengo la sensación de que la figura está completamente quieta. Cuelgo el vídeo. Ese, y otros tres más. Y otro, donde la cámara está cubierta de agua y más allá, las formas son indescifrables. Lo único que se ve es una cortina gris, una espesura sin tiempo.  
          Observo por última vez la foto de Sandra. Ella mira, y dice adiós a algo de antes que era cómodo y fácil.
Roberto me está esperando aún. Me despido de él. Le perdono. Le pido perdón. Apago la pantalla.
 Julio fuma sentado en la cama. Viste la misma ropa con la que fuimos al hospital. Pienso que debe de estar empapado en sudor, bajo ese traje. Parece una escultura o un árbol, tan quieto, con la mirada fija en sus propias manos. Trato de sentarme junto a él, pero no recuerdo cómo se hace algo así, cómo se ejecuta una costumbre.
Nadie sabe aún que Marcos ha sido atropellado esta noche, ni de la muerte que lo vacía despacio, como a esos miles de ojos, el hambre recostada indolente bajo pasillos de palmera
Toco la nuca de Julio. Coloco mi cabeza en su hombro. Nos quedamos así, sentados. Esperando que comience a sonar el teléfono. No tememos cuerpo: somos la habitación que respira despacio. Somos el temblor de ozono, que cuelga de las cortinas y empapa las ventanas. El silencio, tratando de tragarse este olor a lluvia.
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