"aceptamos el amor que creemos merecer"
En una pareja nadie es víctima de nadie, siempre somos cómplices como aquella frase que dice "aceptamos el amor que creemos merecer"
En la mayoría de los casos es casi una regla que todos se sienten víctimas de las carencias y de los defectos del otro. Y los terapeutas suelen confrontar con dos preguntas:
¿por qué estás casado con esa persona y por qué sigues con alguien que defines como neurótico y limitado?
Abrochaos los cinturones, que aquí viene la respuesta: es para la que te alcanzó y porque tienes lo que crees que mereces. Si te hubiera alcanzado para más, estarías con alguien valioso, pero, ¿Quién te correspondió?
¿Recuerdas la canción que dice: “que la chancla que yo tiro no la vuelvo a lenvantar”. Imagínate casarte con la versión emocional de una chancla. ¿Quién se va a animar a levantarla, un zapato fino y distinguido? Obvio no. ¿Entonces quién? Claro, pues otra chancla.
Las chanclas siempre vienen en pares. Cómo se vería una persona calzando en un pie una chancla y en otro un zapato espectacular. Un poco ridícula, ¿no? Pues lo mismo ocurre con la pareja: resulta impensable ver a un/a cavernícola/histérica/misógino/interesada con una persona sana que se respeta a sí misma.
Quienes no tienen capacidad de autocrítica para reconocer sus propias carencias, se sienten víctimas de los defectos del otro, en quien proyectan su propia “chancludez”.
En lugar de utilizar su energía para mejorar, despotrican contra los defectos de la chancla que ven reflejada en el espejo de enfrente y que no es sino su propia imagen. Si la chancla insiste en que merece caminar al lado de una exquisita zapatilla de cristal, se va a llevar una gran desilusión porque su bajo perfil solo le alcanzará para otra chancla.
Esto me recuerda un cuento titulado “La perfección”.
"Nasrudin conversaba con un amigo.
-Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
-Sí pensé-respondió Nasrudin.
-En mi juventud resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda, pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando y fui a Isfahán. Ahí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.
-¿Y por qué no te casaste con ella?
-¡Ah, compañero mío!, ¡lamentablemente ella también quería un hombre perfecto!
La mujer perfecta es una “princesa”, mientras que el hombre perfecto es un “príncipe”. Nasrudin carecía de capacidad de autocrítica y se creía uno de ellos hasta que apareció una verdadera princesa en su vida que lo enfrentó con la dolorosa realidad: no le alcanzaba para una mujer perfecta porque él no era un hombre perfecto".
EN LUGAR DE IR POR LA VIDA BUSCANDO A LA PERSONA IDEAL, TENEMOS QUE TRABAJAR EN SER LA PERSONA IDEAL: O SEA, EN NUESTRA AUTOESTIMA.
Sin autocrítica no aprendemos nada de la experiencia. Según nosotros, nos separamos porque la pareja no supo hacernos felices. ¿Y luego qué? Decimos que terminamos la relación por culpa de las cucarachas del otro y nos llevamos las nuestras en lugar de preguntarnos qué tuvimos que ver en el fracaso.
En la pareja se forman los valores, la salud emocional y la infraestructura psicológica de los niños. Es el espacio en donde se establece si tendrán una autoestima enorme o raquítica, si crecerán resentidos, desconfiados, inseguros, con envidia, escépticos, temerosos, egoístas (y por lo tanto, con la predisposición a tener poca o nula capacidad de autocrítica) o si tendrán una estructura psicológica llena de seguridad, bondad, generosidad, con un sentido altruista y solidario, una conciencia orientada hacia el bienestar colectivo, una perspectiva humanista y una vocación espiritual.
Si la pareja es una zona de desastre afectiva, no puede generar la integridad emocional de las nuevas generaciones. ¿Te imaginas la maravillosa herencia, la espléndida formación que reciben los hijos que tienen el privilegio de presenciar cómo sus padres resuelven sus diferencias sin ponerse a la defensiva, sin culparse el uno al otro, sin descalificarse mutuamente; que son capaces de reconocer y aceptar -sin que eso los altere- la falla que les corresponde?
Hay que construir una cultura de capacidad autocrítica, para que a todos nos alcance para la pareja que queremos.
A ti para que te alcanzó?...
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
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Shisui se puso a curiosear su vieja habitación y Flug se sentó en un rincón, pensativo. Era, literalmente, un prisionero en esos momentos.
Le traía recuerdos amargos, de cuando su familia solía encerrarlo en su cuarto, se preguntó si Shisui había pasado por lo mismo.
La habitación era espaciosa, decorada al gusto de Shisui, repleta de posters, peluches, un armario lleno a desbordar de ropa y zapatos...
Pero la ventana...la ventana tenía barrotes.
-Vuelve a la Tierra, Flug-lo llamó con suavidad.
-Oh... lo siento-sonrió apenas.
-Siempre te dejas tragar por tu mente-.
-Tu igual-.
-¿En qué pensabas?-se le acercó y apoyó la cabeza en su hombro.
-Muchas cosas-suspiró-En que eres demasiado lindo para mi-mintió, aunque era una mentira a medias-Tu familia y tu, son perfectos, nunca vi gente tan hermosa-.
-Buenos genes-suspiró-No es la gran cosa, eres atractivo-.
-Estoy lleno de cicatrices, tengo ojos raros y soy una especie caníbal-.
-¿Nos quieres comer? Flug-.
-Se me hace agua la boca-.
Ambos rieron, pero Flug lo hizo callar con un beso, bajó a su cuello y le dio un mordisco, Shisui se mordió el labio para no gemir, ese tipo de casa no era precisamente a prueba de sonido.
-Explicame que pasa, para saber como actuar luego-le exigió.
-Soy el heredero de la familia, sin embargo no es algo que le agrade a mi madre, la familia Sadamoto siempre ha sido controlada por mujeres y la herencia ha sido un tema complicado desde que nací, o incluso antes-lo apartó con suavidad-Tengo que mostrarte algo-.
Shisui encendió un kiseru y se acomodó a fumar junto a la ventana.
-Toma ese libro de ahí y ábrelo- le dijo, señalando un libro muy gordo y viejo-Es mi árbol genealógico-.
Flug le obedeció.
-Mi tía era la primogénita de la generación anterior, pero era incapaz de tener hijos y su salud era frágil, así que mi madre, su hermana menor, tomó el control de la familia y me tuvo a mi y a mis seis hermanas-sonrió levemente-Somos todos de diferente padre, pero yo en particular, soy de un primo al que no conozco, murió antes de que naciera-.
-Ay, como la realeza-.
Shisui asintió, divertido.
-Como sea, que mi tía era la líder en título, por mucho que mi madre se encargara de todo en su lugar, todo hubiera ido bien si yo hubiese nacido mujer, simplemente habría heredado todo como siempre, pero al nacer hombre se creó un conflicto de intereses, ni mi madre ni mis otras tías querían que me cedieran el liderazgo, pero mi tía Hatsue me adoraba como propio, ella quería que ocupara su lugar en cuanto tuviera edad, pero yo...Me marche...Me marché en busca de mi propia felicidad-dijo con un nudo en la garganta.
-Shisui...-.
-Si me hubiese quedado, me habrian forzado a casarme con uno de mis primos o primas, así que huí de todo-negó-Solo queria ser feliz, Flug-suspiró con pesar-No me daran el titulo a menos que me case, y si lo hago tendra que ser con alguien de su conveniencia, ya que no tengo pretendientes propios-.
-¿Y si le cedes el liderazgo a tu madre?-.
-¿Debería? Quiero decir, me pertenece por derecho, siempre me nego afecto ¿Por qué debería dejar que me niegue lo que es mio?-frunció el ceño, sonaba amargo-Además, no quiero que siga estas horribles tradiciones con mis hermanas, Tomoyo es solo una niña, Rei siempre ha querido otras cosas en su vida-.
-¿Y qué piensas hacer entonces?-.
-Casarme-lo miró con una gran sonrisa-Eso, si tu quieres-.
-¿Q-que?-no pudo evitar retroceder por la sorpresa-¿Qué dices?-.
-Si nos casamos, no podrán hacer nada, la herencia será mía-.
-Shisui...-.
-Solo deberá ser por un año, seras mi mano derecha, tendrás todo el poder y el dinero que desees, incluso si nuestra relación se vuelve agria y no quieres verme más, te daré una buena suma-.
Flug lo pensó unos momentos, sonaba arriesgado pero...
-Sospecho que tendremos un blanco en nuestras espaldas-.
-Sin duda, pero nos haremos de aliados-.
-¿Y luego que?-.
-Reformaremos el negocio familiar a nuestro parecer, lo haremos prosperó y no tendremos que preocuparnos de ser pobres nunca más-le sonrió, tentador-Y en lo que a nuestra relación concierne, podrás tener todos los amantes que quieras, básicamente, aparte de un contrato, no cambiara nada entre nosotros-.
-¿Y a quién le vamos a heredar nuestro...Imperio?-rió.
-A quien nos parezca mejor, falta mucho para eso, al menos que quieras tener hijos conmigo-.
-Uh...-.
-Suena horripilante-.
Rieron juntos, estrepitosos en el silencio de la casa, sonaba a un buen plan.
-¿Deberíamos estar hablando de esto?-.
-Juro me es fiel y Katsuo no habla este idioma-.
Tras eso, con un plan ya en mente, decidieron mejor dormir esas horas de encierro.
-Me siento incomodo-.
-Te ves guapo, el azul es tu color-.
-Siento que estoy usando una bata de baño-.
-No seas irrespetuoso-lo reprendió, terminando de acomodarle el obi-Mira, hasta va con tu bolsa-rió.
-¿No había algo con aviones?-bromeó.
-Te compraré uno después, yukatas para eventos informales, kimonos para eventos formales, un traje para negocios-.
-Hn...-hizo mala cara, odiaba usar ropa tan elaborada.
-Ya, mi querida y compasiva madre nos ha permitido salir, te mostrare la casa, ya que estamos, necesito que estés acostumbrado a todo para la cena-.
Flug nada más asintió y lo siguió fuera del cuarto.
Era un alivio salir después de estar un día entero encerrado y eso que nunca le había gustado estar afuera.
Además ¡Oh vaya que ese lugar era hermoso de noche!
Sentía que estaba un sitio de fantasía o que había sido transportado de repente a la era feudal.
Lo moderno de la casa, el sistema de vigilancia por ejemplo, estaba muy bien escondido, para así mantener la estética tradicional japonesa.
El ambiente iluminado con faroles, el olor a madera...
Era relajante, a pesar de la situación en que se encontraban.
-Ah, los kois siguen ahí-sonrió Shisui al salir al jardín.
Los seguía la custodia, pero aparte de eso parecía que tenían permiso de recorrer la casa a su gusto.
Era una mezcla de un jardín zen con un jardín más convencional, había todo tipo de plantas acomodadas de forma deliberada, no tanto por estética, si no por lo que le resultaba más beneficioso.
-¿Cultivan hierbas?-.
-Venimos de una larga línea de boticarios y herbologistas-asintió, inclinándose a mirar dentro del estanque-Que grandes estan, son más viejos que yo-rió.
-¿Qué debo esperar de tu familia?-.
-No se decirte mucho de mis hermanas menores, pero Rei no se meterá contigo, tienes que cuidarte de mi madre...-lo miró, serio-Y no intentes nada, por favor-.
-Ay ¿qué crees que soy? ¿Un adicto al sexo? ¿Crees que quiero tirarme a toda mujer bonita que veo?-rodó los ojos.
-Y a todo hombre también-suspiro-Además, seguramente ya se dio cuenta de cómo es nuestra relación-.
-...Es como tu-.
-Si-.
Shisui tenía muy buenos instintos, si es que así se le podía llamar a lo que hacía. Podía leer las emociones de otros como si las tuviesen escritas en la cara con neon, podía ver a un par o a un grupo de personas y saber exactamente cómo se relacionaban. Unos minutos con él y era capaz de saber toda tu vida.
Era lo que se conocia como un empatico, los sentimientos de otros le eran propios, a veces lo usaba a su ventaja, pero la mayoria del tiempo era una tortura, jamas era dueño de su propio corazon y mente, siempre abrumado por la emociones ajenas, por eso las drogas, por eso el constante hedonismo, solo queria distraerse, ser libre.
Su madre era igual, pero Yuko carecía del carácter dulce y amoroso de su hijo, a ella solo le interesaba el negocio familiar y su descendencia no eran más que herramientas, tanto como lo era su poder.
-Va a intentar manipularte, no la desafíes, pero tampoco cedas ¿Ok?-.
-Sabes que no lo haré-le tomó una mano y entrelazo sus dedos-Mi prometido-le dijo en falso tono soñador.
-Ay, no exageres-soltó una risita, cubriéndose la boca.
Poco después, fueron llamados a cenar.
Ahí estaban Yuko y sus seis hijas, no había custodia esta vez.
La mesa repleta de comida, platos tradicionales, las anfitrionas de rostros serios, moviéndose con gestos elegantes y calculados.
Flug ya entendía de donde Shisui había sacado sus actitudes, su amigo podía ser tan alocado, risueño y parlanchín, como podía ser etéreo, delicado y correcto.
Sospechaba que se lo habían inculcado de forma bastante estricta.
Para su sorpresa, la mayor parte de la cena fue ... Normal. Una familia poniéndose al día después de un largo tiempo sin estar completa.
Flug entendía japonés, pero el dialecto de Kansai se le escapaba en ocasiones, así que partes de la conversación eran un misterio, pero se hacía una idea.
Hablaron de sus vidas, de sus logros, de lo que estaban haciendo o intentando hacer en esos momentos.
La familia Sadamoto parecía ser adepta a la creatividad, tenían una preferencia por dedicarse a las artes, a la música, la más pequeña quería ser diseñadora de modas.
Sin embargo, era fácil deducir para él, ya que su familia había sido bastante similar, todo lo que hacian debía ser a beneficio de su tan destacado nombre.
Sadamoto.
Un nombre tan antiguo como el mismo Japón, al parecer.
-En efecto, nuestra familia era importante incluso antes de los tiempos del shogunato-dijo Yuko, con claro orgullo, tras relatar brevemente la historia de su familia para poner a Flug al corriente-Y no tenemos planes de que termine-.
-Ya veo-no le gustaba hablar con esa mujer, era hermosa, pero fría en su tono, no era calidad en lo absoluto, no era nada como Shisui, desvió la mirada a su plato, apenas había comido, estaba nervioso.
-¿Nuestra comida te desagrada? Podemos prepararte algo más...Familiar a tus gustos-dijo la mayor, Rei, sonaba seria, pero sincera.
-No, no, está delicioso-le aseguró-Es solo que...ah...-.
¿Que podía decir? La excusa de los nervios era cierta y buena, pero había otro factor que no podía simplemente revelar.
-Flug puede comer de todo, no es remilgado-Shisui, notando su nerviosismo, interfirió-Sin embargo, en ocasiones, su dieta requiere cierto ingrediente especial-.
-Shisui...-.
-Somos lobos, Flug, no somos ajenos a ese tipo de gusto culinario-sonrió.
-Tenemos prisioneros de sobra que podemos ofrecerte-Yuko asintió como si nada-Es eso ¿Verdad? Tienes el aroma de un caníbal-.
Flug nada más asintió, se sentía aun más incómodo que antes. Había muchas miradas en él, no lo estaba juzgando, sólo examinandolo con curiosidad.
En cualquier caso, apartando el nudo en su estómago, la cena era agradable. Eso hasta que se despejó la mesa y llegó el té.
Las más chicas de las hermanas se marcharon, dejando solo a Yuko, la matriarca, Rei, la mayor después de Shisui, y Yuuko, que era solo un año menor que Rei.
-Ya que nos pusimos al día, hablemos negocios-.
Tanto Shisui como su madre prendieron un kiseru y fumaron en silencio, mirándose a los ojos, desafiándose mutuamente.
-Tengo pretendientes para ti, se un buen niño y acepta a alguno de ellos-le dijo, yendo directo al grano.
-Tengo a mi prometido justo aquí-tomó la mano de Flug y la elevo junto con la suya-.
-¿Crees que vamos a permitir que sangre de gaijin contamine nuestro...?-.
-Yuuko...-la madre reprendió severamente a su hija.
-Pero madre, no es solo un extranjero es un...-.
-¡Silencio!-.
La chica dio un respingo de indignación y calló.
-Yo no veo el problema-opinó Rei con tono calmo-Creo que incluso podría fortalecer nuestra raza, nos haría más fuertes, más difíciles de matar-.
-En efecto-Yuko asintió-No veo porque no, lo apruebo-.
La mujer sonrió, mostrando los colmillos. Los lobos, usualmente, sonreian con la boca apretada, se tapaban la boca al reir. Sonrei con la boca abierta, mostrando ambos pares de colmillos....
Eso era una advertencia.
Yuko sabía lo que hacía...Bueno, eso creía ella.
Shisui nada más sonrió, su gesto gentil.
Era simple, el matrimonio de Shisui no sería popular entre la familia y sus aliados, por tanto, sacarlo del poder sería una idea bienvenida si Yuko llegaba a plantearla en el momento adecuado.
Shisui sabía todo eso y era parte de su propio plan.
La noche concluyó con esa aprobación y, tras concertar fechas, se fueron a dormir.
Shisui solía tener pesadillas, nunca era nada concreto, solo un montón de imágenes revueltas que le aterraban sin saber bien porqué.
Pero esa noche, durmiendo en su antiguo cuarto, tuvo una vieja pesadilla, una que no tenía desde niño.
En un templo en el bosque, alguien lloraba, sonaba como un niño, sonaba como un adulto, sonaba como una persona, sonaba como un monstruo, asi todo a la vez...
Quería abrir la puerta del viejo y destartalado templo, pero siempre, al último instante, despertaba y era incapaz.
Algo lo llamaba ¿Pero que?
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