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#Relato breve
alasdepaloma · 1 year
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El tragaluz...
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Hay ventanas que no ponen ante tus ojos el mismo mundo al que estás acostumbrado a ver. Incluso siendo el mismo cielo, las mismas nubes, el mismo azul que pincela el alma de nostalgia, hay ventanas que ponen un filtro en la mirada, un abrazo en la piel que casi siempre va fría y una esperanza en el espíritu que en ocasiones parece que muriera ante las roturas generadas por nuestra percepción. Ayer llegué aquí, a este pedacito de tierra que está rodeado del mar sanador del pacífico, y frente a esta ventana y ante la compañía de mi soledad, pareciera que he vuelto a ser niña. Hacía ya mucho tiempo que no me sentía tan inocente como hoy, y ha sido este cuadro que me conecta a una pequeña porción del firmamento el que ha logrado en mí tales emociones de mi infancia. Aquí no hay ruido, sólo las gaviotas se escuchan a lo lejos; de manera muy sutil, casi imperceptible, el percutir de un martillo allá a la distancia, ha de deberse a alguna construcción que están realizando... Pero lo más importante es que no hay ruido aquí, adentro... En mi cabeza. De manera innata el alma busca la paz que la mente asfixia. De manera innata y divina, la esencia nuestra busca la salida ante las dolencias meramente humanas... Abre sus alas en busca de refugio, abre sus alas para surcar cielos nuevos, cielos donde no habite la lluvia o, tal vez, sólo una lluvia que al final esboce un arcoíris multicolor. Allí está la calle sola... y aquí en mi interior, como si todo se hubiera mudado de mí, yace sólo mi consciente. Los muebles viejos han desaparecido, las lámparas sucias, la tierra del piso, los cristales rotos, las esquinas oscuras donde se agolpan los miedos, la ansiedad que pende de una cortina que creí olvidada y que vuelve a hacerse presente cuando mis pulmones se aprisionan ante las vicisitudes de la vida. No hay susurros ni tampoco hay moral, no hay culpas, no hay castigos, no hay jueces dictaminando mi final. Nada. Todo se ha callado. Sólo el piano. Sí, ahí está el piano, en medio de esta pieza de cuatro paredes blancas. Un sol que se alza feliz y sopla vapor caliente a las llagas que llevo, que no pueden verse, pero que duelen como si me encontrara en la antesala a la muerte. El piano. Y allí me veo yo misma. Allí, sentada en el banquillo, frente a ese enorme piano negro de cola. Mis cabellos largos, con sus rulos bien definidos, mi pequeño cuerpo de niña de seis años y un vestido de tejido rosa. ¡Oh, mi Dios! ¡Cuánto no daría por retornar al hogar aquél donde no reconocía la palabra 'guerra', y donde podía correr a los brazos de mis padres y ahí era consciente de la magnitud del Universo! Parece que me hubiese convertido de repente en un dios triste que ve desde arriba esta escena embriagada de la luz de esa ventana, de esa luz cobriza que súbitamente se intimida ante una nube y se esconde detrás del aliento de alguna otra que camina despacio. Este dios triste que soy, mira a la niña inquieta, sonriente, plena de alegría, pura e inocente que también soy. Y la niña eleva la mirada, mientras toca su piano en este sueño mágico y paralelo, para abrir la ventana de su boca y pincelar una sonrisa, una blanca sonrisa a ese dios que la mira triste mientras llora.
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Hoy pude separar a ese dios y a esa niña... Hoy el corazón no se siente violentado, hoy la garganta se ha liberado y la misma ha desatado a mis manos para poder escribir acerca del arresto que yo misma le he provocado a mi ser superior, para vía de no ver más allá de mis carencias, de mis fracasos, de mis errores más humanos. Hoy, allá arriba llorando como un dios perdido, allí tocando el piano bajo el dorado del sol que cada vez crece más.. Aquí, suspirando como el observador que al final soy y seré... Agradezco por esta pequeña porción de tierra con efluvio a océano cósmico, agradezco al tragaluz que hoy toma el papel de amigo y de terapeuta. A mi ello y a mi superyó de no estar presentes hoy. Agradezco a mi yo... a mi consciente... a mi realidad, al hoy... haberme halado del pantano en donde yacía ahogándome... Haberme retirado del tablón del ajedrez... De las ruinas de mi guerra... De la percepción de indefensión y abandono. Gracias presente, vida... Gracias porque hoy estoy en mí y ante esta ventana onírica, puedo volver a palpar, por unos instantes, la paz. Paloma Zerimar.
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annetorres-blog · 2 years
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NI EN EL CIELO NI EN EL INFIERNO
En Benichembla, por dónde se ha quemado, había un herrero de lo más laborioso. Su único problema era que vivía cerca del infierno y los demonios siempre iban a su casa para solicitar sus servicios. Cosa que tenía harto al bueno del herrero, básicamente, porque no cobraba por estos trabajos.
Un buen día, San Pedro, que se encontraba, de casualidad, por los valles, le pidió alojamiento. Alguien le advirtió:
- Herrero, este hombre es San Pedro. No seas bruto, y, cuando se vaya, y te pregunte lo que pides de pago, dile que un trocito de cielo.
- Muy bien. Pero yo ya sé lo que tengo que decir...
San Pedro quedó muy satisfecho del trato recibido en casa del herrero. Y, como era de esperar, le preguntó que pedía como recompensa. A lo que, imprevisiblemente, el herrero respondió:
- Un peral mágico. Quien lo toque, se quede pegado hasta que yo ordene lo contrario.
-¿Estás seguro, Herrero? Mira que en el cielo vamos cortos de espacio y es conveniente reservar.
- Peral.
-Muy bien. Ahí lo tienes.
Inmediatamente apareció un espléndido peral grande y joven. Así, cuando los demonios volvieron a pedirle un favor, el herrero los hizo subir al árbol mediante engaños. Sus gritos de dolor, mientras trataban de despegarse, resonaron por todo el valle. En el infierno se corrió la voz del incidente como la pólvora... Y los demonios jamás volvieron a molestarle.
Pasaron muchos años hasta que el herrero murió. Cómo tenía el infierno cerca, pasó por allí, a ver si lo recibían. No obstante, los demonios, nada más verlo, cerraron sus puertas a cal y canto: habían declarado al herrero persona non grata desde aquel incidente del peral.
Entonces, decidió ir a las puertas del cielo. San Pedro, cuando vio sus credenciales, recordó que había cedido su espacio allí a cambio de un árbol encantado. De modo que el herrero tampoco pudo pasar...
Este previsible contratiempo causó su, también, previsible fastidio. No obstante, pensó: "no me quieren ni en el cielo ni en el infierno. Pues no pasa nada. Me regreso a casa." Y así lo hizo.
Allí ha estado, el herrero, todos estos años. Hasta que, el otro día, tuvieron que desalojar a los habitantes del valle a causa del fuego...
He preguntado por él varias veces y nadie sabe dónde está... Si lo véis, decidle que pronto podrá volver...
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El batir de sus alas fue el inicio de su tan ansiada libertad, mientras que para él fue el comienzo de su destrucción, pero por ella lo haría una y mil veces más.
— Una-escritora-emperdenida
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beauty-and-grief · 1 year
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Maelstrom
No hay amaneceres. La luz es tenue, fría, sin vida. Las nubes negras se arremolinan en el horizonte, como una ominosa aura que la envuelve, que no la suelta. La borrasca ruge sin piedad, corre hacia ella. Como si fuese invocada, la tempestad siempre acudiendo a la portadora de tormentas. La mar entra en cólera, avanza predatoria y la arrastra hasta sus aguas. No hay ancla que resista, que no acabe resquebrajada en mil pedazos bajo su furia. Toda lucha, toda resistencia es inane, y ella lo sabe. Ya ha nadado contracorriente innumerables veces, y rara vez ha conseguido algo que no sea más sufrimiento y extenuación. El océano se la quiere tragar, la engulle entre sus aguas, arrojándola hasta los más oscuros y combativos remolinos, vorágines despiadadas.
Ella, como una pequeña embarcación devorada por el maelstrom de Saltstraumen, desaparece en el abismo, sin aliento, sin auxilio, asfixiada en agonía. Ya ha estado allí muchas veces, demasiadas, y busca esperanza, busca la luz de la luna, la bienvenida del amanecer, pero sabe que una y otra vez volverá a caer, empujada por una fuerza imbatible.
¿Cuántas veces has de caer hasta que ya no puedas volver a levantar? ¿Cuánto dolor, cuánto sacrificio es suficiente? El propio latido de su corazón es agonizante, queriendo escapar de su pecho, vibrando en su garganta, gritando en sus oídos. El oxígeno no llega, no alcanza sus pulmones, y arriba, en la superficie, el rayo parte el cielo en dos, derramando sus lágrimas en una lluvia torrencial. La tormenta brama enfurecida y ella se precipita hacia las profundidades, fuera de todo control.
En su descenso es consciente de que volverá a flotar en la superficie, a nadar en calma en orillas lejanas, mas también sabe que regresará a ese mismo fondo, al insondable abismo. A veces desea no salir de él. Quizá así encuentre la paz que tanto anhela, sabiendo que no tendrá que volver a luchar una vez más.
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iamnxtcool · 2 years
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Al fin reconoces cómo te sientes, triste, pero no una simple tristeza, algo está roto en vos, necesitas ayuda, quieres gritar, quieres a alguien, necesitas a alguien, necesitas unos brazos, un hogar donde no estar así. Pero no puedes pedir ayudar, no puedes molestar a nadie, se van a preocupar, van a llamarte exagerada, vas a molestarlos, van a agrandar tus problemas, vas a tener que lidiar con las miradas de lástima, vas a tener un peso encima además de todos los kilos que ya llevas.
No sabes qué hacer, ya no podes más con lo que tienes, pero te callas y sonríes como si nada pasa, mientras la cabeza, el cuello, el estómago, la espalda hasta el último cabello te duelen y estás cansado.
¿Para qué seguir intentando algo? ¿Sos egoísta? No puedo con nada en mi vida, y no quiero molestar a nadie, ¿soy egoísta?
Ese dolor de pecho y el nudo en la garganta con la lluvia de fondo, no quiero vivir más eso.
Abrazar la almohada o un oso de peluche no sirve mucho porque no son brazos que me ayuden a curarme. Quiero curarme, pero no sé cómo salir de acá, si necesitar ayuda es egoísta, si solo quiero que me presten atención, si es algo normal lo que siento, si no soy fuerte y cualquier cosa me rompe. No sé qué me importa, no sé qué vale la pena, quiero un solo abrazo.
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ithanhgrey · 2 years
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El Pozo y el Péndulo, de Edgar Allan Poe
¡Ya era hora!
Con este relato, Poe nos pone en la misma piel de los inenarrables horrores perpetrados por la Inquisición española, o al menos los horrores que la mente humana es capaz de pincelar según los registros históricos y leyendas sobre la indiferencia humana hacia el dolor ajeno, todo en nombre de Dios y Jesucristo. Nos situamos en Toledo, en las carnes de un reo cuyo crimen nos es desconocido,…
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nonperfect · 8 days
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La botella negra...
Me encontré la botella negra al ir a tirar la basura. La vi encima de una repisa de la valla de un edificio de apartamentos. Paso por allí delante, cada noche, de camino a los contenedores de reciclado. Me paré para cogerla y meterla en la bolsa correspondiente, según fuera de vidrio, plástico o aluminio…El tacto, por eso, me despistó…Parecía terciopelo o piel…Suave, muy suave. Tuve la impresión…
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verbohechizopuntoexe · 5 months
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Desconexion
Mientras fumaba mi cigarro veía como el pequeño gorrión se acercaba tímido a mis pies. Con sus ojuelos negros iba observando los peligros que había entre él y las migajas de pan que se me habían caído al suelo. Al final, se armó de valor, se acercó lo suficiente, cogió un cacho de pan impregnado de aceite y salió volando de vuelta a su hogar. Expulsé la última calada de humo y miré a mi alrededor con una mezcla de nostalgia y tranquilidad.
Aquella mañana de domingo, al levantarme, noté la sensación de que algo pasaba. Una corazonada de que algún suceso anómalo estaba ocurriendo. Y al abrir la persiana y contemplar el paisaje urbano con su asfalto, sus alcorques y sus coches, me extrañó la inexistencia de movimiento humano. No había nadie.
Me duché rápido y me dirigí hacia el parque para descubrir que no había un alma. Solo el canto de los pájaros y algún diminuto insecto zumbando cerca de mi oreja. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver a un gato salir de un contenedor de basura con alguna porquería atrapada en su mandíbula. Al descubrir un coche de la policía local bajé la tapadera de su deposito y oriné en ella.
Era como si todo el mundo hubiera desaparecido, como si una secreta invasión alienígena hubiera secuestrado a la raza humana. Todo el mundo había sido invitado a algún lugar secreto y a mí nadie me había llamado para que los acompañara. Desde luego, al principio sentí cierta congoja al verme en soledad. Pero luego pensé que todos las dificultades que había tenido en mi vida provenían de otros seres humanos. Ya fueran problemas familiares, escolares, laborales o sentimentales. Quizás la ausencia total de miembros de mi especie fuera la llave de las puertas del cielo en la tierra, del paraíso prometido.
Los meridianos rayos del sol acariciaban mi rostro mientras disfrutaba de la paz total en aquella terraza de la cafetería. Me había tenido que servir el café y la tostada yo misma, pero siempre había sido una persona autosuficiente. Y hoy me daba igual que no me aceptaran el cobro con tarjeta, porque no tenía que pagar nada. Que les dieran. Se me ocurrió entonces que ese día podría colarme en la Alhambra sin tener que hacer colas de espera en la taquilla, ni tener que chocarme con turistas asiáticos, ni tampoco escuchar extraños sonidos producidos por bocas francófonas. Le di el último trago al café para luego estrellar la taza contra una sucursal bancaria y ponerme en marcha hacia la cuesta de Gomérez.
De camino hacia mi destino, por entre los jardines de la Alhambra, observé con delicia la fuente dedicada a Ganivet, donde un hombre desnudo amansaba a una cabra que echaba agua por la boca. Siempre me había parecido una escena zoofílica y me producía gran risotada su contemplación. Eché mano a mi móvil para hacerme una foto con aquellas simpáticas figuras pétreas y entonces vi que me había quedado sin batería. Un relámpago de malestar impactó dentro mía.
Al llegar a mi casa, sudando por la carrera que me había dado, conecté el mini usb en mi teléfono chino después de varios intentos. Se encendió y empecé a notar un gran alboroto. El ruido de una moto sin tubo de escape, los gritos de una pelea matrimonial en el piso de arriba, el llanto de un bebé llorando desconsolado, los improperios chillados de una escandalosa mujer, el vibrar amplificado de un martillo hidráulico destruyendo la vía pública, el hórrido arrastrar de muebles de un piso cercano, un estornudo cómico, una radio encendida dando noticias sesgadas sobre la amnistía, un portazo lejano, el eructo de un beodo, el vómito matutino de un estudiante resacoso y un sin fin de cacofonías más que componían la banda sonora de la civilización moderna.
A los segundos me entró un mensaje al Whatsapp.
“Carmen, necesito esos informes para antes de mañana lunes a las 8:00.”
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irreflexion · 6 months
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Tortugas
El último novio de mi hermano, que era biólogo, metía en casa bichos de todo tipo: camaleones, serpientes, tarántulas… Cuando terminaron la relación, le dejó tres pequeñas tortugas de no sé dónde. Supongo que no le cabían en el coche. El caso es que mi hermano, al que realmente hasta entonces nunca le habían gustado los animales, se encariñó con ellas, les puso nombres de personas y les pintó…
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alasdepaloma · 1 year
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—¡Bailemos!
La historia comienza así, con esta frase. Con un mensaje escrito por el mes de junio, no diré el año, pues entre él y yo hace bastante ya que no se ha conjugado el tiempo.
‘Bailemos…’, dijo. Y hasta el día de hoy no hemos bailado aún, pero hemos hecho más que eso. El amor nos ha hecho ir más allá.
Sí… Por él conocí el amor. Gracias a él he conocido el significado de ‘eternidad’ y también por él he aprendido a sanar. Me he vestido de mujer, lo he hecho de igual forma pues él me ha coronado como su reina y yo a él como mi rey.
La primera vez que lo vi, fue entre el ámbar de la flama tiritando entre la penumbra, escuché su voz… Su preciosa voz. Ese timbre que entró por mis oídos y se incrustó, sin pedir permiso, en el centro de mi pecho. Me impactó, seré honesta… Me conmocionó, me cegó, me obnubiló. Aspiré su perfume a la distancia… ‘Tommy Hilfiger’. Él no era común. No era nada común.
Llevábamos los ojos vendados pero los corazones tan abiertos como nuestros brazos. La impaciencia exhalaba trémula, vibraba en nuestras pieles, en nuestros deseos, en nuestra inquietud. ¡Anhelé besar sus labios, sentir su piel y hacerle el amor desde ese momento! Pero debíamos esperar, ¿sabes? El amor debía esperar porque entre él y yo había ya demasiada energía que no se podía contener, pero había un límite… Ese que te hace respetar el límite del otro. La ternura, el rosa, eran tan intensos aún más que la pasión.
—A la cuenta de tres nos quitamos la venda… 1… 2… 3…
Repito.
La primera vez que lo vi, fue entre el ámbar de la flama tiritando entre la penumbra…
—Bueno, pues éste soy yo… Espero ser lo que esperabas que fuera…
Y en realidad era más de lo que esperaba. Cuando alcancé a ver el brillo de su mirada entre las sombras del lugar, su nombre resonó en todo el universo que me compone y desde ahí supe que él sería por siempre mi hombre y yo su mujer.
Era tan enigmático como la misma noche. Deseé abrigarme entre sus brazos. Aún hoy, después de que el reloj ha caminado y se ha suspendido en el astro que levita, sigo buscando el sosiego en esos brazos que me logran proteger hasta de mí misma.
Hablamos por horas. Separados por la distancia de una mesa que era tan larga como la noche. Nuestras bocas conversaban pero al mismo tiempo nuestras almas ya se estaban amando.
Nuestras almas estaban alborozadas sintiéndose después de no haberse encontrado por no sé cuántas vidas. ¿Lo han sentido acaso así, alguna vez? Me refiero al amor. A ese que va más allá de cuestiones físicas y que en el alma se mezclan aspectos de química y de éter. Se abren dos mundos que son paralelos. Por un lado están los cuerpos sollozando un discurso que es por demás seductor. Y por el otro ya susurra un gemido el alma que es una, que estaba dividida y que ahora vuelve a embonar reverberando en los astros de un cosmos que ha vuelto a despertar.
Él y yo somos nébulas. Nubes interestelares. Somos helio e hidrógeno. Somos esa química pura, ese vapor que repentinamente se torna en mil colores salpicados de destellos. Somos esa distancia que no puede estar separada ni por un segundo más. Somos ese tiempo que ha dejado de ser tiempo ya. Somos esa espera que sólo aguarda por esconderse en una pieza de cuatro paredes, encender las velas, dejar arder un incienso… abrir el universo… y dejar a todos sus mundos implotar en un orgasmo sagrado.
Somos uno.
—PalomaZerimar.
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annetorres-blog · 2 years
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Dialéctica del amo y la esclava
2. Una mala novela y un pésimo cuento (antítesis)
Bessel Van der Kolk dice que el cuerpo lleva la cuenta de todas las cosas malas que nos pasan. Supongo que, por eso, aquella semana las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sin que pudiese evitarlo. Y es que parecía que me había mirado un tuerto. Sin embargo, esa tristeza no era reciente. Provenía de lo más profundo de mi ser: se trataba de toda mi vida. Por si eso fuera poco, en el último momento, recibí un gancho en los riñones, y volví a la casilla de salida... Hacía años que no paraban de caerme encima reprimendas como armarios empotrados. A este respecto, la opinión siempre era unánime: NO APTA. Entonces, perdía mi locuacidad y me convertía en un saco de patatas, torpe y balbuceante. Y, de vuelta, al rincón de las olvidadas. No pude evitarlo, volví a quedarme dolorosamente atorada frente a la pantalla. Incapaz. Completamente incapaz hasta de realizar la tarea más sencilla. Terminar mi CV, todo un mundo. Aquello si fue un ataque de ansiedad y no lo que había conocido hasta entonces: me castañeteaban los dientes. Al final, decidí remitirlo todo mutilado. No era lo ideal, pero tampoco tenía muchas opciones. O eso, o dejarlo correr (tal vez, la próxima vuelta tendría "más suerte"), o sufrir el infarto definitivo. El bochorno me acompañaba mientras presionaba la tecla "enviar". Entonces, pasó algo inédito en mi vida hasta ese día. Mis piernas, que nunca habían fallado, dijeron: "basta". Simplemente, no podía más. Tuve el tiempo justo para llegar a la cama antes de caer desplomada...
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Ataúd
La oscuridad era parte de él, te tragaba y no te soltaba. Te destruía el corazón al verlo descender tan lentamente que desesperaba. ¿Por qué? ¿Por qué te llevas lo que más quiero? ¿Por qué la encierras en la oscuridad cuado es lo que más teme? ¿No puedes simplemente liberarla? Quiero que la devuelvas ¡Devuelvela! Escupela de tus entrañas duras de madera. No cierres esa puerta del no retorno. No la entierres en las profundidades de la tierra para que sea olvidada.
¡Maldito Ataúd!
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cinocefalo · 1 year
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SKIN
Victor M. Campos
Ella prende su cam:
Zapatos negros con correas de pulsera, las puntas redondas y sus suelas corridas de goma. Los broches son del mismo color, pero tienen engarzados esos brillantitos de fantasía: en cada zapato, a la altura de los meñiques, están las florecillas cosidas para subrayar el género al que pertenecen. Dentro, las calcetas blancas y caladas con su patrón de corazones que sube, en cinco columnas, hasta las rodillas. La verdadera fantasía está debajo de la tela acrílica. La piel clara promete y ella dice que el talón, el arco, los dedos son color durazno: uno muy suave y jugoso, piensa él; uno que de tenerlo entre las manos chuparía y se comería entero. Ella agrega que sus dedos son largos y las uñas limpias, cortas, sin barniz. Él, al otro lado de la cámara, ya no puede esperar para verlos con sus propios ojos: la respiración convulsa, las pupilas dilatadas, la erección. Esto le va a costar muchos diamantes del Free Fire, pero no hay precio demasiado alto cuando se trata de hacer realidad una fantasía.
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Imagen: ‘Saturación’ / Victor M. Campos
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Victor M. Campos. Mención honorífica en el Primer Concurso Internacional de cuento breve “La sombra del amor y la muerte”, 2021: Centro Hispanoamericano de Fomento a la Literatura (España). Finalista en el Concurso Literario Internacional “Savia al Mundo, 2022”: Editorial Libros de Arena y Espuma (Venezuela-Perú). Finalista en el Concurso Nacional de Antología de Cuento, 2022: Ediciones Cleta (Chihuahua, México).
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vickapinto · 1 year
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Relato #239 de mi blog de WordPress, un bello relato de la escritora estadounidense Eudora Welty.
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danyeliev · 1 year
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Días furtivos.
Desde hace algunas varias semanas que no me he sentado a escribir algo que valiera la pena, solo he tenido tiempo para procesar mis desgracias, desde el maravilloso trabajo que se fue de las manos, a reponerme totalmente de mis fracasos en diversos aspectos y disciplinas, a veces la suerte sonríe y otras tantas solo se dedica a joderte, la aglomeración de situaciones nada favorables es lo que termina culminando en actos desesperados, pero bien, al final espero ver la luz del túnel y no desesperar ante tan inmensa obscuridad. 
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nonperfect · 3 months
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Cloud-walker.
Nefe era una mujer encantadora. Algunos dirían que era una soñadora incansable, de ese tipo de personas que viven en una realidad distinta pero mejor: llena de florituras, pensamientos positivos y colores preciosos. Era muy querida por su familia, amigos y vecinos.  Los días de sol, la veía en su balcón, mirando el cielo y sonriendo con una expresión de felicidad envidiable. Me saludaba,…
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