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#comida de navidad 1993
jamesromerogdl · 1 year
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Papá jamas me quiso
Mi papá, Oscar, es de la generación donde Luis Miguel actuaba, la televisión transmitía programas solo un par de horas al día, los refrescos costaban centavos y sobre todo: no se les demostraba amor a sus hijos. 
No me mal entiendan, no estoy diciendo que fueran malos del todo con sus hijos, pero simplemente las muestras de cariño eran algo tan extraño como ver un taxi rosa en Guadalajara. Esto derivó que a sus casi 30 años cuando me tuvo junto con mi mamá, me tratara como un ganadero trata a un becerro recién nacido: Lleva comida suficiente y compra medicinas si se necesita y que la madre se haga cargo en lo que él toma vino.
Toda mi infancia tuve la certeza de que jamás quiso ser padre, que me odiaba por quitarle una vida sin responsabilidades.
Aprendí a vivir con eso, entendí que no pasaba nada si no me quería, al final yo era yo y no necesitaba de su amor.
Aun así siempre trate de que me quisiera hasta que un día llegó borracho y se aventó a la cama y al instante se quedó dormido, yo ya sabía escribir y me puse a escribir a manera de post its improvisados mensajes para hacerle saber que yo lo quería. Le escribí cosas como: Que bueno que eres mi papá, te quiero papá, eres mi héroe, cupón válido por un abrazo, etc.
Cuando él se despertó y los vió solo dijo: ah ok. Los movió a un lado y se levantó al baño y después salió a trabajar en el taxi que manejaba.
Ese día entendí que no importaba cuánto me esforzara para agradarle, lo que le dijera o hiciese jamás iba a hacer que me quisiera. 
Ese día empecé a decirle Oscar y jamás le volví a decir papá.
Con el tiempo nos empezamos a llevar más, pero siempre tan neutral como dos vecinos que se conocen y se saludan de vez en cuando.
La verdad que me daba completamente igual, yo encontré figuras paternas en otro lado y aprendí lo mucho o poco de ser un hombre funcional sin que él me lo enseñara.
Y el tiempo pasó y un día me fui a vivir lejos de él.
Ahora pasamos de vernos diario a vernos un par de veces al mes, jamás lo extrañe y dudé que él me extrañara porque ahora por fin tenía esa libertad que le robé cuando nací.
Tenía tan resuelto que mi papá jamás me había querido hasta que en una navidad le regalaron una billetera y me pasó la que él tenía. Era una buena billetera de piel, negra y muy entera. Yo ya necesitaba una así que me calló de lujo.
Al estar sacando sus cosas vi que había muchos papeles que no eran notas, vouchers ni teléfonos. Papeles con garabatos escritos y supuse que eran cosas que necesitaba y apuntaba para no olvidarlas. Entonces sacó un billete viejisimo, creo que de 100 pesos. Estaba muy doblado y tenía muchas partes rotas. Cuando lo vió se rió y lo apartó en lo que seguía sacando todo lo de la billetera.
En un momento se levantó de la mesa y fue al baño o no se a donde pero agarré el billete para verlo, no tenia nada raro, no era un billete con ninguna falla que lo hiciera valioso, no tenía nada singular, era simplemente un billete viejo de 100 pesos hasta que noté una pequeña inscripción que me hizo reconsiderar todo lo que habia creido siempre sobre el.
En la parte de abajo tenía la fecha de creación del billete: 17 de Mayo de 1993.
Cuando vi la fecha de mi nacimiento sentí como un balde de agua fría que me sacudió por completo, después vi un papel de esos que no tenían sentido, era una tarjeta de presentación de alguien que vendía tejas, pero era muy vieja, ese teléfono ya no existía. No tenía sentido hasta que la volteé y vi que decía: Oscar dale a yimi 50 pesos. Alma. Claramente Alma, mi mamá, no había escrito eso! Lo había escrito yo. 
Me di cuenta de que tenía muchas cosas que había hecho yo que le causaban gracia.
Entendí que no le caía mal, solo jamás supo cómo demostrar amor a su hijo porque a él jamás se lo demostraron. Nunca supo cómo quererme aunque me quiso a su manera, a su disfuncional y horrible manera.
Oscar, mi papá, aún sigue vivo y estoy seguro de que jamás me dirá que me quiere por que eso hacen los hombres de su generación. 
Tal vez yo jamás le diga que lo quiero para no hacerlo sentir incómodo o comprometido pero al menos ya se que el amor entre él y yo es un pacto de caballeros del que no se habla, solo se vive.
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tastaturean · 3 years
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Por favor, recordemos la comida de Navidad en PoA, porque no tiene precio (Harry Potter canon)
A la hora del almuerzo bajaron al Gran Comedor y descubrieron que habían vuelto a arrimar las mesas a los muros, y que ahora sólo había, en mitad del salón, una mesa con doce cubiertos.
Se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso. Sólo había otros tres alumnos: dos del primer curso, muy nerviosos, y uno de quinto de Slytherin, de rostro huraño.
—¡Felices Pascuas! —dijo Dumbledore cuando Harry, Ron y Hermione se acercaron a la mesa—. Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de las casas. ¡Sentaos, sentaos!
Harry, Ron y Hermione se sentaron juntos al final de la mesa.
—¡Cohetes sorpresa! —dijo Dumbledore entusiasmado, alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo cogió a regañadientes y tiró. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo, con un buitre disecado en la punta.
Harry, acordándose del boggart, miró a Ron y los dos se rieron. Snape apretó los labios y empujó el sombrero hacia Dumbledore, que enseguida cambió el suyo por aquél.
—¡A comer! —aconsejó a todo el mundo, sonriendo.
Mientras Harry se servía patatas asadas, las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse. Era la profesora Trelawney, que se deslizaba hacia ellos como si fuera sobre ruedas. Dada la ocasión, se había puesto un vestido verde de lentejuelas que acentuaba su aspecto de libélula gigante.
—¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —dijo Dumbledore, poniéndose en pie.
—He estado consultando la bola de cristal, señor director —dijo la profesora Trelawney con su voz más lejana—. Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con vosotros. ¿Quién soy yo para negar los designios del destino? Dejé la torre y vine a toda prisa, pero os ruego que me perdonéis por la tardanza...
—Por supuesto —dijo Dumbledore, parpadeando—. Permíteme que te acerque una silla...
E hizo, con la varita, que por el aire se acercara una silla que dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores Snape y McGonagall. La profesora Trelawney, sin embargo, no se sentó. Sus enormes ojos habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.
—¡No me atrevo, señor director! ¡Si me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olvidéis nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!
—Nos arriesgaremos, Sybill —dijo impaciente la profesora McGonagall—. Por favor, siéntate. El pavo se enfría.
La profesora Trelawney dudó. Luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa.
[...]
La profesora Trelawney se comportó casi con normalidad hasta que, dos horas después, terminó la comida. Atiborrados con el banquete y tocados con los gorros que habían salido de los cohetes sorpresa, Harry y Ron fueron los primeros en levantarse de la mesa, y la profesora dio un grito.
—¡Queridos míos! ¿Quién de los dos se ha levantado primero? ¿Quién?
—No sé —dijo Ron, mirando a Harry con inquietud.
—Dudo que haya mucha diferencia —dijo la profesora McGonagall fríamente—. A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.
Incluso Ron se rió. La profesora Trelawney se molestó.
---- Extracto de Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, por J.K. Rowling, edición en español por la editorial Salamandra, páginas 191 a 193.
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claudia-pachon · 4 years
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FUROR AMARILLO
Los Simpson como ejemplo transmedia.
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Fue en 1987 cuando Los Simpson aparecieron por primera vez. Fueron tres episodios cortos que sirvieron como primera toma de contacto con el público. Fue tal la acogida de dichos episodios que en diciembre de 1989 la cadena Fox emitió el primer episodio de lo que sería la serie. Este capítulo se titulaba:  “Sin blanca Navidad”. Su primera temporada cosechó un promedio de 13.4 millones de espectadores.
A lo largo de los años, la familia Simpson ha conseguido ser un referente cultural convirtiéndose en una serie conocida y admirada globalmente.
Muchas han sido las comidas en casa, después del colegio o los fines de semana sentados todos en la mesa y Los Simpson como acompañamiento. Durante esas comidas hemos podido ver a Los Simpson en todas sus versiones y ya no solo como personajes afrontando las adversidades que les ocurrían en cada capítulo si no también en cuanto a estética. Nada tienen que ver los primeros episodios con los más actuales.
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También han evolucionado con nosotros, incluso en ocasiones han sido capaces de “predecir el futuro” y han conseguido acertar, en cierta manera, hechos que luego ocurrirían en nuestra sociedad.
Los Simpson han cautivado a miles y miles de espectadores de todo el mundo y probablemente hayamos visto capítulos repetidos, pero eso no importa, los episodios se hacían amenos y ellos seguían manteniéndote con sus historias cotidianas.
Esta serie no se quedó atrás. El equipo de guionistas continuaba generando nuevos capítulos consiguiendo así un total de 30 temporadas con más de 630 episodios.
Por si fuera poco, Los Simpson han sabido estar a la altura y han hecho todo lo posible por generar nuevo contenido para la multitud de fans que mantenía la serie y que a día de hoy sigue conservando.
Los medios tienen que saber adaptarse para no desaparecer y Los Simpson no iban a ser menos. Dicho así, fueron capaces de generar multitud de acciones transmedia que veremos a continuación:
-LOS SIMPSON: LA PELÍCULA
Este proyecto salió a la luz en el año 2007. Fue un largometraje dirigido por David Silverman y en él nos cuentan cómo Homer debe salvar al mundo de una catástrofe que él mismo ha provocado. Gracias a que la duración del film era mayor, pudieron elaborar secuencias más complejas.
Actualmente podemos disfrutar de la película desde la plataforma de Disney+
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-LIBROS Y GUÍAS
También sacaron una gran variedad de libros que poder consultar en función de tus gustos o intereses. Estos fueron los siguientes:
- Las Navidades de Los Simpson
- Alfabeto de Maggie Simpson
- Álbum familiar íntimo (historias anteriores al punto de partida de la serie)
- Guía de Springfield
- Biblioteca Simpson de la Sabiduría
- Bart Simpson: Guía para la vida (consejos diarios desde el punto de vista de Bart Simpson)
- Aprende a dibujar con Los Simpson (guía para aprender a dibujar a sus personajes)
- Los Simpson: Juegos y Pasatiempos
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-CÓMICS
Comenzaron a publicar cómics en el año 1993 y tenían una entrega mensual que en muchas ocasiones se basaba en la propia serie de televisión pero que incorporaban en sus páginas una gran cantidad de historias paralelas de varios de sus personajes.
-EL VIDEOJUEGO
Se desarrolló un videojuego de acción basado en la serie. El juego tiene 16 niveles y todos tienen relación con los capítulos. En esta ocasión cada miembro de la familia tendrá un súper poder diferente y el usuario puede elegir con que personaje quiere jugar y podrá ponerse en la piel del personaje controlando así sus movimientos.
-LOS SIMPSONS RIDE
Es un parque de atracciones que recrea de manera estupenda cada rincón de la ciudad de Springfield. Dicho parque fue construido dentro del parque Universal Studios Floriday en Universal Studios Hollywood. Allí, multitud de edificios reproducen lugares emblemáticos de la serie. Gracias a esta acción, el espectador puede realizar una inmersión en el universo de Los Simpsons.
Por otro lado, también cabe destacar que desde el año 2008, la cerveza Duff sale al mercado y el espectador puede beber una cerveza que originalmente surgió dentro del universo de la serie y ahora se puede beber en la vida real.
Al final del post dejo un enlace a un vídeo sobre el parque. 
-FANS
Los Simpson dan la posibilidad de que trabajos realizados por los fans sean introducidos de alguna manera en sus capítulos y formen parte de la propia narrativa. Esto se ve reflejado en el inicio de Los Simpson con el gag del sofá, el cual en cada episodio va cambiando y nunca se repite. Algunos de ellos han sido realizados por personas ajenas a la serie pero que son fans de la misma, como Guillermo del Toro, Steve Cutts, John K, Bansky…
Esto provoca que el público participe activamente en el desarrollo de la serie.
Por otro lado, también cabe destacar que consiguieron que Homer contestara preguntas de los fans en directo, siendo esta la primera vez que una serie de animación emitiría en directo debido a su complejidad. Al final del post dejo el enlace del video que fue retransmitido en vivo. 
En definitiva, Los Simpson han causado furor desde sus inicios, pero gracias a la cantidad de acciones transmedia que han realizado, han dado la posibilidad de dar el contenido que los fans merecían y que además les ha servido de trampolín para las generaciones más jóvenes que probablemente gracias a estas acciones posteriores, han conseguido hacerse hueco entre ellos llamándoles la atención desde otros puntos.
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sesiondemadrugada · 6 years
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Tiempos sin tiempo. A propósito de Llámame por tu nombre (Luca Guadagnino, 2017).
I.
Llámame por tu nombre es susceptible de provocar adhesiones inquebrantables o todo tipo de reproches envenenados por su condición de romance gay, el que viven en Italia durante el verano de 1983 Oliver (Armie Hammer), un universitario recién graduado que ultima su tesis en la casa campestre propiedad de un amigo profesor, y el hijo de este, Elio (Timothée Chalamet). Esas miradas acríticas, llenas de prejuicios, sobre la película, harán que se pase por alto su verdadero argumento de fondo: el contraste entre el tiempo sin tiempo de las pasiones y las decepciones amorosas, y el tiempo de lo mundano, rubricado por la costumbre y los rituales sociales.
El plano final de Llámame por tu nombre, que opone a las lágrimas de Elio por su añoranza de Oliver y los inviernos de desconsuelo sordo que tiene por delante, la celebración de una navidad más, los preparativos de una mera comida, los funcionales títulos de créditos últimos del propio filme, es al respecto muy elocuente. Como lo eran en muchos momentos —a falta de ver su ópera prima, The Protagonists (1999)—, los anteriores largometrajes de ficción obra de Luca Guadagnino: las excelentes Cegados por el sol (2015) y Yo soy el amor (2009), y la no tan excelente Melissa P. (2005).
En cualquier caso, deben tenerse en cuenta dos factores a la hora de aprehender con justicia la película en dichos términos. El primero, que también se encuentran presentes en la novela homónima que la inspira, escrita en 2007 por el egipcio André Aciman y publicada el año siguiente en castellano por la editorial Alfaguara. La parte inaugural de las cuatro en que Aciman dividía su novela se titulaba significativamente “Si no es luego, ¿cuándo?”; y, en sus compases postreros, Elio, guía en primera persona del relato, pasaba a percibir anímicamente el hoy como un lugar fantasma, desde “el día de mañana, en que las ausencias de mi padre y Oliver merodearán durante las horas crepusculares del día”. Entre medias, en la página 88, una reflexión concluyente: “Cuando eres centenario, estoy seguro de que ya has aprendido a sobreponerte a la pérdida y el dolor, ¿o te acosan hasta la muerte? (...) ¿Llegarán a saber mis descendientes lo que nos dijimos ese día Oliver y yo en la piazzetta, sabrán lo cerca del abismo que estuvieron nuestros destinos? La idea me divirtió y me otorgó la perspectiva suficiente como para afrontar el resto de aquella jornada”.
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II.
El segundo factor esencial para discernir con toda propiedad el contraste entre los tiempos del calendario y los tiempos del corazón que marca el desarrollo de Llámame por tu nombre, estriba en la presencia como guionista de James Ivory, que también iba a dirigir en principio la película, solo o a cuatro manos con Luca Guadagnino, pero cuya avanzada edad —noventa años— lo hizo desaconsejable. Ivory, cuya filmografía está necesitada de una reivindicación, siempre ha destacado en sus películas el acervo de lo intelectual y la alta cultura, no por su valor decorativo, sino por el cariz universal e inmemorial que uno y otro ámbito son capaces de aportar a los anhelos y las frustraciones humanas, como han dejado claro adaptaciones literarias tan memorables, coescritas junto a Ruth Prawer Jhabvala, como Regreso a Howards End (1992) y Lo que queda del día (1993).
En el caso de Llámame por tu nombre, narración empapada de lecturas, música y alusiones doctas, Ivory respeta un momento fundamental del libro de Aciman, aquel en el que Oliver y el padre de Elio, el señor Perlman (en pantalla, Michael Stuhlbarg), debaten la etimología correspondiente al término albaricoque, el dilatado periplo lingüístico que ha desembocado en su apelativo actual; mientras, en ese verano preciso, dicho fruto y otros están representando para el inexperto Elio una vía iniciática para el disfrute del erotismo.
Sin embargo, el trance más notable en lo tocante a la vivencia convulsa del tiempo íntimo de que disponemos y el paso implacable del Tiempo con sus enseñanzas asociadas, no está en la novela original y es un gran acierto prefigurado por los títulos de crédito iniciales, en los que se armonizan fotografías de arte grecorromano dispersas en un escritorio con una interpretación musical arrebatada que bien podría correr a cargo de Elio, pianista precoz y de talento: se trata del fragmento de metraje en el que el chico y Oliver visitan con el señor Perlman una prospección arqueológica submarina que ha permitido descubrir una estatua moldeada en la estela de Praxíteles; cuando Oliver acaricia el rostro de la escultura, cuando extiende el brazo desgajado de la misma a Elio, el lance amoroso de ambos deviene un pacto con lo eterno: participa de la belleza de lo mitológico y lo artístico, otorga a  ambas esferas sus sentidos legítimos, diluye los rasgos de lo fugaz y lo imperecedero en la experiencia humana. Volvamos a la novela de André Aciman: “Mirar fijamente a Oliver era como observar algo eterno, ancestral, inmortal en mí, en él, en ambos, que suplicaba por ser sustraído a un sueño milenario”.
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III.
Pero, aparte la meditación conmovedora que alberga sobre el curso del tiempo y sus implicaciones, Llámame por tu nombre es muchas otras cosas, materializadas en su mayor parte con acierto gracias a la puesta en escena de Luca Guadagnino. Desde luego, le pese a quien le pese, nos hallamos ante una historia de amor, tan arrebatadora como elegante, entre dos personalidades muy distintas: Oliver, un hombre recién entrado en la madurez, seguro de sus creencias y capacidades aunque vacilante en el terreno de la pasión; y un adolescente, Elio, imprudente en lo que toca a la expresión de sus sentimientos, pero bisoño y apocado en lo demás.
El hecho de ubicar con ambigüedad el filme en algún lugar del norte de Italia, y de que Oliver duerma nada más llegar durante horas para reponerse del largo viaje que le ha llevado hasta allí, genera en el espectador la sensación de haber sido transportado desde el principio a un espacio hasta cierto punto maravilloso, estanco, tolerante, en el que puede acompañar sin temor a Elio y Oliver en su aventura. Algo que refuerzan una cámara ceñida siempre a los impulsos y necesidades de los personajes, un tempo sosegado de las imágenes, y una trabajada armonía fotográfica que, todo sea dicho, parece haberse menoscabado un tanto en el trasvase de celuloide a digital. Además, a diferencia de la novela, no hay grandes saltos temporales, la acción quede acotada a un universo estival de plenitud absoluta.
De todas maneras, la sensualidad que tiende a asociarse al cine de Guadagnino no deja de tener nuevamente un cariz paradójico y hasta amargo, puesto que, como apuntábamos al comienzo, la joie de vivre cotidiana, la voluptuosidad y el confort superficiales que se reflejan, poco tienen que ver en última instancia con las muchas insatisfacciones emocionales y hasta trascendentes que aquejan a los protagonistas.  André Aciman, James Ivory y Luca Guadagnino comparten una noción similar del melodrama, que no tiene que ver con una crispación formal o escenográfica de los eventos cara a potenciar espectaculares efectos sentimentales, sino con una subversión estilizada de contextos realistas que, gesto a gesto —como el de los amantes enajenados que traspasan las lindes de su identidad al proyectar su nombre propio en el otro— , acaban por revelar el semen, el sudor y las lágrimas contenidos.
Hay al respecto de todo ello escenas magníficas en Llámame por tu nombre. Incluso, cuando caen en el subrayado, como ocurre en la mezcla final de monólogo y confesión puesta en boca del señor Perlman. Sumemos aquella en la que Elio y Oliver desayunan juntos por primera vez en la pequeña localidad próxima a la casa del primero. La que, con mucha intención, muestra a Elio y sus padres durante un atardecer tormentoso en el que comparten la lectura en voz alta del Heptamerón (1542) de Margarita de Angulema, cumbre literaria del amor cortés. La que, como en la novela de Aciman, acontece en la plaza central del pueblo, un prodigio de planificación. O la primera etapa del viaje de despedida que emprenden los enamorados a Bérgamo: el escenario de las cascadas del río Serio, entre cuyos rocío y espuma se difuminan sus figuras, se ve transfigurado hasta el rango de lo sublime por un tema del músico Sufjan Stevens, Mystery of Love, que evoca el vínculo ardiente entre Alejandro Magno y Hefestión. Llámame por tu nombre se las apaña para hacer gala de una sensibilidad exquisita y, a la vez, para que esta, lejos de traer aparejada impostura ninguna, represente la manifestación mas exacta posible de la naturalidad.
Diego Salgado (crítica publicada originalmente en Cine para Leer).
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punxroutine · 6 years
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Llueven como balas
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Por Benji Cárdenas
1. En 1993 Valentín jugaba baseball en el parque, detrás de la iglesia, en medio de una colonia residencial de clase media alta. Jugaba en el parque que sí tenía césped.
Era el parque Abraham Lincoln, el mismo nombre que la avenida más cercana, que también compartía nombre con la escuela primaria que tenía a un lado, y también con la papelería, la carnicería y la tienda de pornografía.
El parque era grande. La iglesia estaba dentro del parque, donde el césped era más verde. Ese era el césped prohibido. No se podía jugar futbol en él. Mucho menos baseball.
Conocí a Valentín jugando ese deporte en el césped prohibido y supe que seriamos grandes amigos, porque en los tiempos en los que todos jugaban futbol en el césped permitido, Valentín jugaba baseball detrás de la iglesia, en el césped prohibido.
  2. Dejé la casa de mis padres casi a los 30 años, cuando me fui a vivir con Susana. Decidimos hacerlo porque ya llevábamos un tiempo saliendo y todo iba bastante bien. No nos casamos, sólo vivíamos juntos. Nuestras familias esperaban que algún día nos casáramos, pero eso nunca estuvo en nuestros planes y eventualmente dejó de ser importante para todos.
–¡Benji! –me grita Susana desde el baño.
–¿Qué? –le respondo desde el sillón de la sala.
Acabo de comprar Mortal kombat 9 por 5 dólares en una súper oferta desde la tienda digital Playstation store. No quiero dejar de jugar.
–¡Pásame un rollo de papel! –me dice.
Yo me hago el sordo un rato. Ya lleva mucho tiempo cagando y leyendo el periódico ahí adentro. No creo que tenga mucha prisa y yo realmente no quiero dejar de jugar. Mi amigo en Playstation network, emo_violence666, acaba de iniciar sesión y estamos a punto de iniciar una partida. Él es Baraka y yo soy Ermac.
–¡Benji! –me vuelve a gritar Susana.
–¿Qué? –le digo.
–¡Qué me pases un rollo!
Ya no puedo hacerme el sordo otra vez. Decido levantarme del sillón. Lo hago muy lentamente. Camino sin ninguna prisa. Más lento de lo normal. De hecho me cuesta más trabajo caminar así de lento que caminar a velocidad normal.
–¡Benjamín! –me grita de nuevo.
–¡Ya! ¡Ya voy! –le digo.
Le entrego el rollo de papel y corro de vuelta al sillón. Estoy por comenzar a jugar, cuando Susana sale del baño y me lanza el periódico en la cara. Yo me molesto y le reclamo:
–¡Qué asco!
–Mira –me dice y señala el periódico–, lee la noticia.
Agarro el periódico y leo en voz alta: “La ciudad establece un nuevo record mundial por la carne asada más larga de la historia… ¡Duro tres meses!”.
–No. Esa no. La de abajo –me dice.
La noticia de abajo dice: “EL PARRICIDA DE MITRAS”. Y en letras más pequeñas: “Matías Suarez asesinó a su padre de un balazo en el ojo”.
Acompañado de la nota viene una pequeña fotografía de Matías siendo arrestado por la policía. Va sin camiseta, con unos jeans muy feos y unas chanclas. No era su mejor momento.
Mientras leo, emo_violence666, aprovecha mi distracción para vencerme en la pelea.
–¡No mames! –le digo a Susana y señalo con el dedo la foto de Matías– Es el güey que me daba miedo. Te dije que había algo raro con ese carbón.
Susana se me queda viendo mientras yo estoy con los ojos abiertos de forma exagerada, como si estuviera muy sorprendido.
  3. Valentín no era rico, pero como la mayoría de las personas en esta ciudad, tenía familiares en Estados Unidos. Sus familiares sí eran más o menos ricos, y Cada navidad o cumpleaños le mandaban una dotación de nuevos videojuegos para su Sega genesis.
Pasábamos mucho tiempo en su casa jugando videojuegos en su cuarto. Su familia era muy estricta y no lo dejaban ir a mi casa: pensaban que yo era una especie de mala influencia para su hijo. Nunca supe bien la razón. Siempre sospeché que fue porque ellos querían que estudiara docencia igual que sus padres, sólo que yo le insistía en que siguiera sus sueños de ser doble de cine. De todas formas nos dejaban ser amigos porque su abuela conocía a mi tía.
Valentín veía La vida moderna de Rocko en la tele mientras yo jugaba con una Nerf blast hammer que disparaba unos dardos novedosos, como de espuma.
–Ojalá que tus tíos te regalen Mortal kombat –le dije mientras echaba un ojo a su colección de juegos–. En el comercial de la tele se ve bien real la sangre y los monos.
En esa época yo pasaba mucho tiempo viendo televisión, principalmente Nickelodeon. Mis shows favoritos eran Le temes a la oscuridad y Pete & Pete. Cuando no veía televisión mi segundo pasatiempo era jugar videojuegos.
Entre todos mis conocidos, Valentín, además de mí, era el único que tenía un Sega genesis en lugar de un Super nintendo. Los buenos juegos eran más difíciles de conseguir para Sega, y Valentín era mi opción más cercana para compartir juegos. Yo sólo tenía Streets of rage y Cool spot. Él tenía como veinte juegos, y cada navidad o cumpleaños le regalaban más. Creo que yo me emocionaba más con la llegada de sus regalos que el mismo Valentín. Realmente esperaba que le regalaran Mortal kombat.
–¿Me lo prestas si te lo regalan? –le pregunté.
–Sí –me dijo–. Mientras podemos ir a jugar al que pusieron afuera de la iglesia.
–Jajaja… –me reí incrédulo–. Sí, dude, afuera de la iglesia.
–¡En serio! –me dijo– Pusieron varias maquinitas para la kermes.
Me levante y le dije:
–¿Pusieron Mortal kombat afuera de la iglesia? ¡Qué estamos esperando! ¡Vámonos corriendo a la iglesia!
Esa fue la primera y única vez que he usado esa frase en mi vida.
  4. Mientras como mi desayuno le digo a Susana:
–Siempre supe que ese güey iba a matar a alguien –como una cucharada de Cap’n Crunch y continuo–. ¿Crees que yo lo provoqué?
–Jajaja… –Susana se ríe de mí.
–¿De qué te ríes? –le pregunto con la comida en la boca.
–Siempre quieres ser el protagonista de todo –me dice–. El mundo no gira a tu alrededor, Benji.
Susana comienza a levantar la voz:
–¡Mataron al vecino! ¡No mames! ¿Cómo vas a ser tú el responsable de eso?
Yo no le respondo nada, sólo me le quedo viendo: en la mano derecha sostengo la cuchara con Cap’n Crunch, derramando gotas de leche en el plato.
–Estas bien pendejo –me dice.
La última vez que había visto al ahora asesino Matías eran como las dos de la tarde, pleno día, el sol brindaba una iluminación perfecta a la ciudad, a las casas vecinas, a los arboles verdes y al asfalto gris. El clima era soleado pero con un airecillo refrescante, perfecto, y en medio de toda esa belleza estaba Matías saliendo de su casa, apurado, sin camiseta, con una licuadora entre las manos, la licuadora estaba casi llena de salsa verde, iba sin zapatos ni calcetines, sólo unos jeans muy feos. Lucía casi tan mal como en su foto del periódico.
  5. En la kermes de la iglesia pusieron cuatro arcades. Una era Pac man, la otra Street fighter 2 turbo, la tercera no funcionaba (tenía un botón y un sello del gobierno de Estados Unidos) y la cuarta era Mortal kombat.
Yo nunca había jugado Mortal kombat, únicamente lo había visto por televisión, en los comerciales.
En la maquinita había un niño como de nuestra edad jugando solo. Valentín lo saludó:
–Hey, ¿cómo andas?
El niño saludó sin quitar los ojos de la pantalla:
–Qué onda.
–Mira, Benji –me dijo Valentín–, él es Matías.
–Hola –le dije.
–Qué onda –me respondió.
Lo invité a jugar Mortal Kombat y Matías dijo que sí.
Me dijo:
–Tienes que meter una moneda de 20 centavos para que puedas retarme.
Le di a Valentín la Blast hammer que me había llevado conmigo y metí la mano a mis bolsillos.
–Mmm… –le dije– Sólo traigo una moneda de 2 nuevos pesos.
–Mmm… A ver… –me dijo– Yo tengo cambio.
Matías buscó el cambio en su bolsillo derecho del short anaranjado que llevaba puesto, era uno de esos shorts de telilla que sólo usan los niños, pero el suyo era color anaranjado feo. Me dio el cambio y me explicó:
–Mira, primero metes la moneda, luego presionas Start y ya seleccionamos a nuestros peleadores.
–OK –le dije.
Seguí las instrucciones y tuve mi primera partida de Mortal kombat contra el futuro parricida.
Matías eligió a Liu Kang. Yo elegí a Sub Zero. Luchamos. La sangre salpicaba por todas partes. Se escuchaban los gritos y se percibía la violencia que soñamos con liberar. Ocurría de una forma segura. Sin remordimientos.
Matías me venció y el momento del fatality nos atrapó. Los fatalities eran el mayor atractivo del juego. Matías giró el joystick he hizo una extraña combinación con los botones, y así Liu Kang comenzó a girar como nena en la pantalla: dio unas volteretas, lanzó unos gritos y eso fue todo. No hubo sangre. No hubo corazones arrancados ni columnas vertebrales ensangrentadas. No hubo decapitaciones.
Matías nos miró, orgulloso de lo que había logrado. Nos dijo:
–¿Qué pedo?
Nosotros no respondimos nada. Luego dijo:
–Se quedaron cabras con el fatality, ¿verdad?
Valentín se veía un poco nervioso. Le dijo:
–Sí, güey, está con madre. Juegas bien chido.
Me acerqué a Valentín y le pedí la Blast hammer, ya que me di cuenta que no podría vencer a Matías.
–¿Y a ti que te pareció, Benji?
Yo le dije:
–Nombre güey, estuvo de la verga.
Valentín me volteó a ver nervioso, como si hubiera dicho algo malo.
–O sea, está equis –le dije–. Yo esperaba más violencia.
Matías endureció los músculos del rostro y sus ojos se tornaron de color rojo. Se acercó a mí y con una voz mucho más demoniaca que la anterior me dijo:
–¿Qué dijiste, puñetas?
Yo volteé a ver a Valentín, pero el bastardo estaba haciéndose pendejo, volteando la mirada a otra parte.
–Hey, ¡Valentín! –le dije– ¿Qué pedo con tu amigo?
Matías se me acercó y con su brazo izquierdo me sometió por el cuello, me agachó completamente hacia adelante y dijo:
–¿Quieres bronca? ¿Quieres bronca, pinche puñetas?
Yo sentía un dolor ligero por el roce de su brazo en mi cuello, pero lo que más me incomodaba era la posición en la que me tenía, extremadamente agachado y humillado. Le dije:
–Suéltame, carbón. Suéltame –pero no me soltó.
Supuse que una advertencia habría sido suficiente y tomé una decisión. Llevaba la pistola Nerf en la mano derecha, la acerqué a menos de un centímetro de su ojo derecho y le dije:
–¡Te pedí que me soltaras, cabrón! –y disparé el dardo.
Matías me soltó de inmediato y se llevó ambas manos al rosto para tratar de detener el brote de sangre que le escurría por el rostro.
Valentín le dijo:
–¡No mames! ¿A ver, déjame ver que te paso?
Matías se quejaba de dolor y gruñía de coraje. Nos dio la espalda y caminó rumbo a una calle recta. Vimos a Matías caminar, alejándose, gruñendo cada vez más lejos, cada vez más bajo. El sol del atardecer lo iluminaba desde el frente. Sus shorts anaranjados se veían ridículos.
  6. Susana insiste en que no tengo de que preocuparme, pero sé que ese dardo en el ojo de Matías fue una experiencia que ni él ni yo pudimos olvidar. Esa experiencia encontró la forma de marcarnos y volver a la vida.
Voy a visitar a mi madre. En el camino manejo por la iglesia. Me detengo un momento y veo la calle por donde Matías había desaparecido después de que le disparé hace más de 20 años. El clima es similar al de la época: el sol ilumina desde el mismo ángulo que cuando Matías caminaba sangrando por la calle.
Manejo un poco más y antes de llegar a casa de mi madre decido dar una vuelta por el barrio, para despertar un poco la nostalgia.
Ando por ahí, random, calle tras calle, esquina tras esquina. Me detengo en lugares especiales como en la casa que solían adornar en Halloween; los habitantes de esa casa usaban disfraces sobresalientes y siempre regalaban muchos dulces de muy buena calidad.
Entro por una calle, detengo el auto a mediación y observo la casa de Valentín. Me pregunto si aún vivirá ahí.
Estaciono el auto y bajo de él.
Cuando toqué el timbre no estaba seguro de lo qué iba a decir. Mis opciones eran: “Buenos días, disculpe, hace más de 20 años vivía aquí un amigo…”. O también: “Vera, usted no me conoce, pero…”. Las dos eran fatales.
Valentín abrió la puerta y al verme me dijo:
–¿A chinga?
Me tendió la mano y nos dimos un extraño apretón de señor. No fue un apretón sincero, más bien un suave apretón de dos personas que en realidad se quieren saludar como cuando eran niños; como Will Smith en El príncipe del rap.
–Qué pedo, dude –le digo.
–Mmm… –me dice– Pues pásale, pásale.
Entro y su casa es un total desorden. Es reconfortante. Más de lo que debería. Me siento como si en este lugar pudiera ser yo realmente. Sin máscaras de treintañero.
–Te ves joven –me dice.
–Tú también –le digo–. Me gusta tu camiseta y señalo al logo de A Wilhelm Scream que lleva en el pecho.
–Gracias –me dice.
En ese momento yo llevo puesta una camisa de cuadros. Pienso que me hubiera gustado traer la camiseta de alguna banda también. Le digo:
–Yo también tengo algunas camisetas de bandas, es lo que sigo usando.
–No tienes que explicarme –me dice–. Te ves joven.
–Joven hasta la muerte –le digo.
Valentín sonríe.
–¿Supiste lo de Matías? –me dice.
Valentín se sienta en una silla vieja y yo me siento en el igualmente viejo sofá.
–Mató a su papá de un balazo en el ojo –me dice–. Como el que tú le diste a él con esa Nerf, ¿te acuerdas?
–Sí, me acuerdo –le digo.
–¿Recuerdas la sangre? –me pregunta.
–No era tanta –le digo–, ¿verdad?
–No tanta –me responde–. Era un dardo de espuma, pero éramos unos niños, y ver a otro sangrar de un ojo…
Valentín se detiene un momento, luego continua:
–Fui en el momento del incidente –me dice–. Cuando escuchamos el balazo, los vecinos salimos a ver qué pasaba. Matías estaba tirado en el suelo, la pistola a un lado de él. Estaba en shock. Su papá estaba vivo. Se retorcía y hacia sonidos como si quisiera hablar, sólo que no se le entendía nada. Estaba justo en medio de un charco de sangre y le salían cosas de la cabeza, como si se le estuviera saliendo el cerebro o los sesos. No sé…
–¿Por qué lo hizo? –le pregunto. Es una pregunta retórica. No espero que Valentín me responda pero lo hace.
–Lo odiaba. Lo culpaba de qué su mamá los abandonó cuando era un niño. Se fue por la época en la que usaba un parche mientras le arreglaban el ojo por lo que tú le hiciste. Las últimas veces que hablé con él sobre ti me decía: “Odio a ese pendejo”.
–¡¿Qué?! –le dije– ¡¿Me odiaba?!
–Te odiaba –me respondió–. Tal vez canalizó todo lo malo de la separación de sus padres contra ti por haberle disparado en el ojo.
–¿Me podrías prestar tu baño por favor? –le pregunto– Me siento nauseabundo. Me siento un poco mareado.
–Claro –me responde–. Está ahí, en donde siempre ha estado.
Camino por la vieja casa en donde jugábamos Sega genesis y veíamos Nickelodeon. Los recuerdos llueven como balas hacia mí.
Llego al baño y me miro al espejo. Recuerdo mi reflejo de hace veintitrés años y me pregunto: “¿Como pude llegar a convertirme en esto?”, e inmediatamente un vomito incontrolable sale de mi boca. Por suerte Valentín mantiene su escusado con la tapa levantada. Me limpio la boca con un poco de papel y al tratar de levantarme me doy cuenta de lo incomodos que están mis pantalones, ni siquiera están a la cintura, están a medio trasero. Recuerdo que comencé a usar los pantalones así porque esa era la moda de los raperillos cuando estaba en primaria. La gente cool lo hacía, pero ahora yo soy un treintañero usando los pantalones a media nalga, una de las muchas tradiciones que he venido conservando desde hace más de veinte años.
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nywhiteandblack · 4 years
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🎃 Hᥲρρყ Hᥲᥣᥣoᥕᥱᥱᥒ 👻 . 🤔 #doyouknow ?. English (Spanish below) ———————————————————— 👉 The word Halloween or Hallowe'en dates to about 1745 and is of Christian origin.The word "Hallowe'en" means "Saints' evening".It comes from a Scottish term for All Hallows' Eve (the evening before All Hallows' Day). . 👉 It begins the three-day observance of Allhallowtide,the time in the liturgical year dedicated to remembering the dead, including saints (hallows), martyrs, and all the faithful departed. . 👉 Halloween is the second highest grossing commercial holiday after Christmas. . 👉 The largest pumpkin ever measured was grown by Norm Craven, who broke the world record in 1993 with a 836 lb. pumpkin. . 👉 Trick-or-treating evolved from the ancient Celtic tradition of putting out treats and food to placate spirits who roamed the streets at Samhain, a sacred festival that marked the end of the Celtic calendar year. . Spanish ———————————————————— 👉 La palabra Halloween o Hallowe'en data de alrededor de 1745 y es de origen cristiano. La palabra "Hallowe'en" significa "noche de los santos". Viene de un término escocés para All Hallows 'Eve (la noche antes de dia de All Hallows' ). . 👉 Es cuando comienza la observancia de tres días de Allhallowtide, el tiempo en el año litúrgico dedicado a recordar a los muertos, incluidos los santos (reliquias), los mártires y todos los fieles difuntos. . 👉 Halloween es la segunda fiesta comercial con mayor recaudación después de Navidad. . 👉 La calabaza más grande jamás medida fue cultivada por Norm Craven, quien rompió el récord mundial en 1993 con una calabaza de 836 lb. . 👉 Truco o trato evolucionó de la antigua tradición celta de poner golosinas y comida para aplacar a los espíritus que deambulaban por las calles de Samhain, un festival sagrado que marcó el final del año calendario celta. . #halloween #halloweencostume #halloweencostumes #happyhalloween #newyork #nyc #blackandwhite #blackandwhitephotography #instablackandwhite (at Manhattan, New York) https://www.instagram.com/p/B4RHaC5B89I/?igshid=1q4741cqjyewr
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